Kale Everdeen no era celoso, eso sería absurdo y él no tenía el tiempo para lidiar con cosa absurdas, ya había lidiado con mucho cómo para que alguien creyera que era celoso, Haymitch se equivocaba, todo esta idea nació de una de sus borracheras, estaba seguro.
Y el tic que estaba por tener en el ojo era por estrés, no por el maldito conductor castaño, con piel clara, facciones marcadas y finas, del capitolio que estaba claramente coqueteando con Petra e ignorando la presencia de Kale aún lado de ella, Petra se rió de manera suave y encantadora.
-Wow, tienes una risa realmente hermosa-Kale bufo con burla, cómo si ella no lo supiera pero Petra se sonrojo un poco, para la consternación de Kale, él hombre se inclinó acercando la tablilla dónde debían firmar para recibir pronto el proximo pedido de la panadería.
Kale le arrebató la tablilla electrónica y firmó antes de empujarla al pecho del joven conductor, que pareció percatarse por primera vez de su presencia, Kale le dió una sonrisa falsa y tensa que fue correspondida, cómo le gustaría tener su arco en este momento.
-Gracias-su voz fue tensa e inexpresiva-nos tenemos que ir-dijo ignorando la mirada confundida de Petra, ella inclinó la cabeza pero Kale siguió mirando con ojos entrecerrados al hombre.
-Fue un verdadero placer-les dijo a ambos pero su mirada se detuvo demasiado en Petra-Señorita Mellark, si necesita algo, ya sabe dónde encontrarme-tomó su mano y besó su palma de manera caballerosa.
Ambos se alejaron caminando, con Kale dando pasos veloces y Petra mirándolo preocupada, caminaron por el distrito con familiaridad, sin notar las miradas del resto del distrito, al menos hasta que se escuchó un silbido que hizo detener a Kale.
-¡¿Qué te pasa?!-Kale giró bruscamente para enfrentarse a un grupo de cuatro chicos que debían ser de la veta, por su piel oliva, cabello oscuro y ojos grises, los mismos lo reconocieron y palidecieron, ninguno se atrevió a hablar pero Kale los miró buscando al culpable-¿Cuál de ustedes fue?-los ojos grises de Kale los miraron entrecerrados, esperando a que alguno hablará.
Uno de los chicos tragó saliva de manera temblorosa, así que ese era el culpable, Kale dio un par de pasos hasta que una mano lo detuvo, los ojos azules de Petra muestran su preocupación, logrando que se sienta culpable por su arrebató.
-No importa Kale-ella tira de su manga suavemente-vamos a casa-él piensa en enseñarle a esos mocosos algo de respeto y luego ir a casa, pero Petra vuelve a tirar de él, Kale suspira antes de darle una última mirada asesina al grupo y seguir a Petra.
Dan un par de pasos, antes de girar la cabeza, para encontrarse con los mocosos mirando el trasero de Petra, de manera impulsiva Kale pasa un brazo para rodear la cintura de Petra, casi se ríe cuando los mocosos desvían la mirada asustados al darse cuenta que volvieron a ser descubiertos.
-¿Te sientes bien?-Kale dirige toda su atención a Petra, que está claramente confundida-Estas actuando extraño-no está actuando extraño, es solo que no es su culpa que cada persona con la que se encuentren babee por las curvas de Petra o por sus lindas pestañas, su brillante cabello y su dulce y pura personalidad.
No es su culpa que los demás se crean con una oportunidad, Kale solo intenta recordarles de manera sutil que ella está ocupada, muy ocupada con él, pero Petra continúa mirando con preocupación su expresión, su agarre se hace más fuerte, hay tanto que quiere decir pero no puede, nunca ha sido bueno con las palabras.
-¿Qué deberíamos almorzar?-evade la pregunta de manera pobre, pero Petra le deja conservar algo de su orgullo y le responde que hay verduras y ardillas en casa que Kale ha cazado, no debería sentirse tan orgulloso cómo se siente, pero casi quiere preguntar si el idiota del capitolio o los mocosos esos pueden darle carne fresca para almorzar.
Al menos, su orgullo se mantiene intacto hasta llegar a casa, dónde son recibidos por un gran ramo de flores en la puerta con una bonita tarjeta de algún papel estúpidamente caro, dónde está escrito en una delicada letra para la señorita Petra Mellark, no es tan malo, son sólo flores que Petra toma con sumo cuidado, no es la primera vez que alguien le manda regalos, incluso le han enviado algunos a Kale pero el suele tirarlos a diferencia de Petra.
Kale está seguro que podría encontrar mejores flores en el bosque, un ramo mucho más colorido que esas aburridas flores de lavanda, por suerte, no son rosas, eso evocará recuerdos que él trata de olvidar cada día, pero es sólo la mirada de adoración de Petra y la forma en que la deja en un jarrón con agua lo que evita que Kale las tire a la basura.
Por la sonrisa de la panadera vale la pena tener las tontas flores en la casa, incluso si no quiere admitirlo en voz alta, Petra deja la tarjeta sin darle una segunda mirada en la mesa, está vez del otro lado.
La mirada de Kale se oscurece al ver el corazón dibujado, él resopló con fastidió, Petra deja de mirar sus flores para verlo con una ceja alzada.
-Voy a empezar a cocinar-dice de manera inexpresiva, no es cómo si Kale no entendiera lo que la gente ve en Petra, no es tan ingenuo, pero a veces le gustaría que los hombres de este distrito pasaran un día sin intentar coquetear con su mujer, ¿Es mucho pedir? Y no, no está exagerando cómo Haymitch asegura.
Petra vuelve de comprar en el distrito, es el atardecer y pronto deberá empezar con la cena, hoy Kale se ha ido a cazar al bosque, nunca lo ha visto tan refunfuñando cómo hoy, pero tal vez no estaba de humor para salir de casa y que ella lo haya arrastrado sólo lo empeoró.
Petra entra a la cocina para dejar la bolsa en el frió mármol de la encimera, pero se detiene ante la vista frente a ella, se sonroja tanto que debe parecer a punto de hiperventilar, porque frente a ella, se encuentran tres jarrones repletos de flores coloridas y hermosas.
Ella se acerca y toca el suave pétalo de una flor amarilla, luego ve el papel frente a las flores, está escrito en una letra muy familiar para ella, que reconocería en cualquier instante, las letras son torcidas y se nota que la persona lo escribió en un momento de apuro, no puede evitar sonrojarse aún más al leerlo y casi creé que ahora si va a hiperventilar.
Para Petra Mellark Everdeen
