Cuando Kale Everdeen volvió era los restos de un niño asustado, pedazos sueltos que debían formar una persona, pero en cambio, sólo formaban un cuerpo que podría fácilmente confundirse con un fantasma, si hubiera estado más consciente y menos destruido notaría el parecido con su madre.

Los primeros días o semanas no estaba seguro cuanto tiempo paso, estaban plagados de visitas de Haymitch y Sae, ambos le dejaban la cena, Sae incluso limpiaba un poco la casa y trataba de que se levantará de la cama, los pocos días que se levantaba, Kale iba al bosque pero no cazaba cómo antes, ahora se sentaba mirando a la nada pensando en todo lo que había perdido, su padre, su madre, su hermano, su mejor amiga, a Petra.

Una tarde al volver del bosque, una canasta con pan fresco lo esperaba en la puerta de su casa, fue así que se dió cuenta que Petra había vuelto, mantuvo la cabeza en alto y fingió no verla, no se creía capaz de comer un solo bocado.

Eso se agregó a su rutina, cada día algo nuevo lo esperaría en la puerta, bollos de queso, pan, galletas y cada día serían ignorados por él, que pasaba temiendo el momento en que se cruzara con Petra.

Sae vino una mañana y se encontró con la cesta antes que Kale, tenía una sonrisa cómplice mientras se metía en su cuarto gritando que era hora de desayunar, al bajar Kale se encontró con los productos horneados de Petra.

-Es una niña encantadora-comentó la anciana fingiendo no notar la mirada fija de Kale en la comida-le ha regalado algo a todos en el distrito-Kale casi alza una ceja, así que Petra estuvo paseando por el distrito, probablemente había horneado algo para los demás, ella era esa clase de persona, mientras Kale era la clase de persona que ignora una canasta de regalo y se queda en su cama por días.

Esa noche se mantuvo despierto junto a la ventana, en la oscuridad de su cuarto se sintió libre de mirar la casa de Petra, estaba por acostarse cuando las luces de la cocina se encendieron y ella entró, una parte de él agradece su buena vista.

Era la primera vez que la veía en persona en meses, lo primero que distinguió desde esa distancia, es que estaba más delgada había perdido peso, sintió que se le estrujaba el corazón ante la idea que ella no comiera, luego la vió recorrer la cocina con familiaridad, buscando ingredientes, ollas, recipientes y más.

La observó cómo un acosador hasta que termino de cocinar, en ese momento ya estaba amaneciendo pero a Kale no le importaba, le importaba ver cómo ella dividía el pan recién horneado en dos cestas y salía de su casa, bajo la luz del amanecer ella dejó una cesta en la puerta de su casa, cuando levantó la vista hasta su cuarto, Kale se escondió detrás de la cortina, espero completamente quieto hasta lo que creyó necesario para que se marchara.

Se sentó en su cama mirando sus manos, Petra estaba devuelta, antes lo sabía pero ahora la vió, aún a la distancia la vió en persona, en carne y hueso, él cazador se rió, solo a él podría pasarle que la primer vez que la vuelve a ver sea horneando pan.

No fue hasta dos días después que los ruidos lo hicieron bajar, eran demasiados y se escuchaban en el piso debajo, Buttercup el inútil gato tiraba de su ropa tratando de que se levantará, Kale bajo las escaleras con resignación dispuesto a decirle a Haymitch que no tenía alcohol en su cocina, cuando la vió.

Petra estaba parada en su cocina terminando de servir lo que debía ser té, en una taza frente a un plato con dos porciones de pastel, las cortinas estaban corridas y las ventanas abiertas dejando que entrará aire fresco y la luz del sol, Kale se congelo al verla en un simple vestido largo amarillo que cubría la mayor parte de su protesis, era un amarillo suave y cálido nada demasiado chillón y extravagante, con el cabello atado en una trenza floja y los ojos azules fijos en el té.

-Te prepare el desayuno-ella no le dijo lo bien que se veía después de todos estos meses, porque sería mentir, Kale sabía que había bajado demasiado de peso, que tenía ojeras por sus pesadillas, que su cabello era demasiado largo y que sin duda necesitaba un baño, no le dijo que lo había extrañado o que lo amaba, él podría agradecer eso, no estaba listo para escucharlo-Me iré, tengo que llevar algunas cosas a Sae-luego se marchó por la puerta trasera sin esperar que él se despida o que se sentará a desayunar.

Kale miró fijamente la mesa con el desayuno, soltó un suspiro de resignación antes de sentarse, no tomó el té pero comió tres bocados de pastel, no era mucho y se tiraría la mayor parte pero se sintió mejor antes de volver a la cama.

La mañana siguiente fue igual, Petra preparó el desayuno, lo vió bajar las escaleras y se marchó, Kale no le dirigió ni una palabra, no para preguntar a dónde iba, no cómo estaba, no para agradecerle.

Debió pasar una semana así, cuando algo cambió, Petra arrugó la nariz, debieron ser tres segundos o menos pero Kale lo notó, esperó hasta que ella se marchó para oler su camiseta, sólo entonces notó que llevaba una semana sin bañarse con la misma ropa.

La mañana siguiente cuando Kale bajó, la panadera lo miró por varios segundos y luego trató de ocultar su sonrisa, Kale había esperado no ser tan obvio.

-Buenos días-lo saludó mirando de ropa limpia y su cabello húmedo, él fingió indiferencia-Es un día hermoso para salir, ¿No crees?-Petra miraba la ventana abierta con una sonrisa pero Kale ignoró la sugerencia en favor de sentarse frente a su desayuno.

-Bien, nos vemos mañana-Petra no insistió y tomó su bolso para irse, Kale quería saber a dónde iba pero no se atrevía a preguntar.

Debió pasar otra semana antes de que Sae le insistiera lo suficiente para convencerlo de pedirle a Petra desayunar con él, se levantó más temprano de lo normal, se ducho eligiendo entre sus camisas limpias, bajo cuando Buttercup empezó a maullar.

Al bajar Petra estaba terminando, él pensó que palabras eran las correctas, que palabras la harían quedarse y no irse con sus otros compromisos, aunque Kale Everdeen nunca fue un hombre de palabras, las acciones siempre han sido lo suyo, así que toma una taza y la llena de té, la deja en una silla frente a la suya, Petra lo mirá con cejas arqueadas hasta que elige sentarse frente a él, pasan el desayuno en silencio y Kale come un poco más, no demasiado, pero es un poco más.

Su nueva rutina incluye desayunos juntos con la voz de Petra llenando el silencio, no está seguro en qué momento se extendió a almuerzo y cenas, pero antes de darse cuenta está cenando juntos carne asada preparada por Petra.

Kale da un bocado y por primera vez en su vida escupe la comida tosiendo, la panadera le trae un poco de agua y golpea su espalda con demasiada fuerza, cuando termina de toser, los ojos grises de Kale miran llorosos el plato, luego a Petra.

-¿Qué es eso?-dice con voz ahogada, pero Petra finge no darse cuenta mientras le da el vaso de agua.

-Carne-Kale ha comido carne, ha comido carne de muchos animales distintos, conejos, ardillas, venado, pero nunca ha comido una carne tan seca y dura cómo una piedra, está seguro que si la tira a su ventana se romperá en miles de pedazos-Es la cena, ya sabes tuve que pagar doscientos por ella-

Ahora Kale se atraganta por un motivo muy distinto, creció en la veta dónde la comida era escasa y un bien preciado, toda su vida buscó de distintas maneras alimentar a su familia, por el medio que fuera, pero la idea de gastar tanto dinero en un pedazo de carne horrible que es apenas comestible lo hace querer vomitar, ahora sabe que Petra tampoco lo tuvo fácil creciendo cómo comerciante, le es difícil imaginarla comprando algo así.

-¿Vas a tirar la cena que pase horas cocinando?-dice en tono de broma, pero Kale se siente culpable ante la idea de tirar la comida que preparó Petra, come la carne hasta dejar su plato vacío.

Cuando al día siguiente Kale vuelve de su paseo en el bosque con un par de ardillas y conejos, Petra le da una sonrisa agradecida que ilumina la habitación, esa noche es muy tarde para volver a su casa, ella duerme en el sofá de la sala.

Una noche, se vuelven dos, dos se vuelven tres, tres se convierten en cuatro, cuando su primer pesadilla llega, la mente de Kale evoca una de sus pesadillas favoritas junto con la muerte de su hermano o el volver a la arena, el momento en que se llevan a Petra y él no puede hacer nada.

Su corazón resuena en sus oídos, su cuerpo entero tiembla con el miedo, puede sentir frío y calor a la vez, quiere moverse, quiere alcanzarla pero no puede, algo lo detiene, lo arrastra lejos de ella.

Kale despierta de golpe, sus manos se dirigen a atacar lo primero que tenga a su alcance, Petra se mantiene dolorosamente tranquila cuando él casi la golpea contra el respaldar de la cama, ella susurra palabras tranquilizantes con voz suave, aún cuando el brazo de Kale le está cortando la respiración, sus ojos deben reflejar la locura que siente en su interior pero cuando la reconoce y se aleja es demasiado tarde.

La culpa lo carcome por dentro, mira sus manos con horror, luego el cuello de Petra dónde un moretón empieza a formarse, ella levanta las manos lentamente tratando de calmarlo pero Kale retrocede hasta llegar al baño, traba la puerta e ignora los gritos de Petra pidiendo que abra.

Pasa la noche odiándose a sí mismo, despreciando todo lo que representa y lamentando su existencia, no merece lo que tiene, no merece a Haymitch, a Effie, Sae, mucho menos a Petra, no entiende porqué sigue con vida, mucho menos entiende porque la noche siguiente Petra se mete a su cuarto en pijama y se acuesta en el lado derecho de la cama, él abre la boca para replicar pero petra lo calla con una mirada azul entrecerrada.

-Ni lo intentes idiota terco-ella se recuesta con brazos cruzados debajo de su pecho, Kale se siente impotente.

-No quiero que vuelva a pasar-Petra resopla cómo si no pudiera imaginar que él la lastimará.

-No volverá a pasar-ella le sonríe de lado y toda la luz de la habitación se refleja en sus pestañas doradas-Ven Kale-él traga saliva antes de acostarse a su lado.

Tres meses después de la llegada de Petra al distrito 12, Kale se da cuenta que la ropa de Petra ocupa su propio lugar en el armario, cómo las tareas domésticas son divididas entre ambos, cómo se despiden al terminar de desayunar y se reencuentran para almorzar, pero no le da importancia hasta que Petra le pide comprar cosas para la cena, está pagando cuando la mujer que le atiende habla.

-Me alegra que tú y tú novia se hayan mudado, son una pareja tan encantadora-Kale agradece confundido, por un segundo, piensa en decirle que Petra no es su novia y no viven juntos pero se frena al notar que si viven juntos.

Al menos no nos llamó los tragicos amantes del distrito 12