Nami despertó de golpe cuando su teléfono vibró sobre la mesita de noche. Alargó la mano, aún medio dormida, y entrecerró los ojos para leer el mensaje en la pantalla iluminada.
"Buenos días, tienes tiempo hoy?"
Frunció el ceño. ¿Quién en su sano juicio enviaba mensajes a estas horas? Miró la hora: faltaban casi dos horas para que sonara su alarma. Nami suspiró pesadamente y dejó caer el teléfono de vuelta a la mesa, decidida a ignorar el mensaje y seguir durmiendo.
Sin embargo, quince minutos después, otro mensaje hizo vibrar su teléfono.
"Todavía estás dormida? Estás ocupada?"
Nami gruñó y, aunque trató de no darle importancia, el sueño ya se le había esfumado. Se dio la vuelta en la cama, maldiciendo al remitente. Sabía perfectamente quién era. Luffy... pensó con frustración, al tiempo que el sonido de otro mensaje interrumpía sus pensamientos.
"Aún no tienes tiempo libre? Quería salir a desayunar, pero no es divertido ir solo"
—¿Qué le pasa? —susurró enojada, más a sí misma que a nadie. El hecho de que un extraño fuera tan insistente la descolocaba. En otro momento, habría lanzado una respuesta cortante o simplemente bloqueado su número, pero con Luffy... algo la detenía.
Miró la pantalla, aun debatiendo qué hacer. Escribió un mensaje rápido y casi sin pensar: "Lo siento, aún tengo mucho trabajo, pero te escribiré cuando tenga tiempo."
Envió el mensaje y apagó el teléfono, tratando de retomar el sueño. Sin embargo, el daño ya estaba hecho; su mente estaba completamente alerta, y el café se convirtió en su única solución para lidiar con la mañana.
Sentada en su mesa de cocina con la taza en mano, Nami abrió de nuevo el chat. Para su sorpresa, Luffy no había insistido más. Tal vez al fin había captado la indirecta. Un pequeño suspiro de alivio escapó de sus labios. Se permitió un momento de calma, pero entonces llegó otro mensaje.
"Mira, por poco olvido tomar una foto. Ya que no pude salir, pedí esto a domicilio."
El mensaje estaba acompañado de una imagen desenfocada de unos panqueques desbordando crema batida y fresas aplastadas.
Nami miró la foto y una pequeña sonrisa involuntaria se asomó en sus labios. Aunque se negó a admitirlo, la imagen la hizo sentir un poco menos molesta. Le tentaba la idea de salir y compartir algo tan mundano como el desayuno, pero su instinto de distanciarse seguía fuerte.
Escribió otro mensaje, esta vez más distante: "Lo lamento, pero necesito que entiendas que tengo una vida muy ocupada. No puedo solo salir y dejarlo todo. Si hay algo importante que quieras decirme, puede ser por mensaje."
Esperaba que eso pusiera fin a la insistencia de Luffy. Pero, apenas unos segundos después, su teléfono vibró de nuevo.
"No ocurre nada en especial, solo quiero hablar y agradecerte en persona. ¿Podemos encontrarnos, por favooooor? (。‿‿。)"
Nami se recostó en su silla, mirando la pantalla con una mezcla de incredulidad y... ¿curiosidad? Ese tonto emoticón que Luffy había incluido en su mensaje no ayudaba a que lo tomara en serio. Pero no, no cedería tan fácilmente.
Ignoró el mensaje y apagó el teléfono nuevamente. Se preparó para ir a la oficina sin imaginar si quiera lo terco que el pelinegro podía llegar a ser.
Tres días después había desarrollado un tic nervioso cada que escuchaba sonar su teléfono.
Los textos y fotografías se seguían acumulando y aunque trataba de ignorarlos la mayor parte del tiempo, de repente terminaba cediendo para encontrar un montón de mensajes inconexos cuya única correlación podía ser Luffy.
"¿Qué tal un café rápido?"
"¿Qué se necesita para encender una vela? Que esté apagada. Disculpa, sé que es un chiste muy tonto"
"¡Vi algo que te hubiera gustado ver!" (acompañado de una imagen borrosa de un parque lleno de flores).
"En serio me gustaría agradecerte en persona..."
Cada mañana se despertaba con una docena de mensajes, y aunque intentaba convencerse de que no le afectaba, los textos se colaban en su mente. Apenas se molestaba en responder cosas como "Sigo muy ocupada" y "Ya te dije que no es necesario que me des las gracias". Sabía que podía decirle a Luffy que dejara de escribir, que no quería verlo ni hablar con él, pero... -Solo es una persona muy agradecida- se repetía cada vez que la idea se le cruzaba por la mente
Una tarde, mientras estaba sentada frente a su computadora en el trabajo, su teléfono vibró nuevamente. Esta vez fue un mensaje diferente.
"¿Seguro que estás ocupada todo el día? Si quieres, puedo ayudarte con algo, ¡soy muy bueno en eso!"
Se levantó para tomar agua, mirando de reojo su teléfono sobre la mesa. -¿Qué estoy haciendo?-, pensó. -No debería ni siquiera considerar esto.- Sin embargo, la presencia constante de Luffy en su vida, aunque solo a través de mensajes, comenzaba a derrumbar su resistencia.
Mientras tanto, en otra parte de la ciudad, Luffy miraba con impaciencia su celular. Zoro y Sanji lo miraban con expresión de resignación desde la mesa del restaurante donde se encontraban.
—Oi, ¿cuánto tiempo piensas seguir con esto? —preguntó Zoro, apoyando la cabeza en una mano—. Si no te contesta, es porque no quiere verte.
Luffy lo miró con seriedad, apretando los labios en una mueca.
—No es eso, sé que tiene mucho trabajo —respondió mientras escribía un nuevo mensaje.
Sanji se encendió un cigarrillo y exhaló lentamente el humo, observando la situación con cierto aire de aburrimiento.
—Quizá podrías dejar de acosarla con mensajes cada dos minutos —dijo Sanji—. Las chicas necesitan espacio, Luffy.
Luffy, sin embargo, estaba convencido de que su insistencia no era el problema.
—No, ella es diferente —dijo, enviando otro mensaje antes de girarse hacia sus amigos—. Solo necesito que me responda. No es gran cosa, ¿verdad?
Zoro rodó los ojos, apoyando los codos sobre la mesa.
—O tal vez simplemente no quiere verte. Ya te lo dije antes.
Luffy lo ignoró, concentrado en escribir otro mensaje.
"Hola. ¿Seguro que no tienes tiempo hoy?"
Apenas envió el mensaje cuando Sanji se inclinó hacia él con una expresión seria.
—Escucha, Luffy. Si sigues presionando tanto, vas a asustarla. Dale espacio.
Luffy se cruzó de brazos, manteniendo su habitual determinación.
—No estoy presionando. Solo quiero verla para darle las gracias. ¿Qué tiene de malo?
—Lo malo —intervino Zoro, cortante—, es que no te das cuenta de que ya la agradeciste más de una vez. Déjala tranquila un rato.
Luffy no dijo nada, solo hizo un mohín mientras miraba con insistencia su teléfono sobre la mesa como si con solo desearlo fuera capaz de lograr que Nami le contestara. Zoro y Sanji voltearon a verse, sin decir nada en voz alta se preguntaban si Robín había hecho lo correcto. Incapaces e olvidar la insistencia sobre encontrar a la joven y la necedad de Luffy por no olvidar el tema.
Tres días antes, en el restaurante de Zeff.
Luffy, Zoro y Sanji estaban sentados en una mesa al fondo del restaurante. El lugar estaba bastante tranquilo, solo se oía el murmullo de los comensales y el sonido de platos en la cocina. Zoro y Sanji miraban a Luffy con frustración. Era la enésima vez que discutían el mismo tema.
—Oi, ¿cuánto tiempo más vas a insistir con esto? —preguntó Zoro, cruzándose de brazos—. Es peligroso, Luffy. No deberías ir a Rain Diners a ciegas.
—Sí, escúchalo por una vez —añadió Sanji, encendiendo un cigarrillo—. No tenemos idea de quién es esa chica. Podría meterte en problemas si sigues insistiendo.
Luffy, con el ceño fruncido y los brazos cruzados, se negó a ceder.
—Quiero agradecerle a la mujer que me ayudó ese día, pero no sé cómo encontrarla —dijo con seriedad.
Ambos soltaron un suspiro exasperado, acostumbrados a la testarudez del capitán. Entonces, la puerta del restaurante se abrió y una figura conocida apareció: Robin.
Con la calma que la caracterizaba, Robin se acercó a la mesa y tomó asiento con elegancia.
— ¿Qué está pasando aquí? —preguntó con una sonrisa serena.
— ¡Robin! —Luffy la saludó con entusiasmo, su rostro iluminado como si acabara de ver la solución a todos sus problemas—. Quiero agradecerle a la chica que me ayudó, pero no sé cómo contactarla.
Robin arqueó una ceja, observando la expresión decidida de Luffy.
— ¿Por qué no solo la llamas por teléfono?
Luffy hizo una mueca y se rascó la cabeza con incomodidad.
—Porque Sabo perdió el número.
—Oh, ya veo... —Robin sonrió de manera misteriosa mientras sacaba su propio teléfono móvil y, para sorpresa de todos, empezó a buscar algo en la pantalla—. Afortunadamente, yo también lo tengo.
Zoro y Sanji intercambiaron miradas de incredulidad. ¿Cómo era posible que Robin tuviera el número de esa chica y ellos no supieran nada?
— ¿Desde cuándo lo tienes, Robin? —preguntó Sanji, medio molesto y medio asombrado.
—Desde el día que la llevé a casa, claro —respondió ella con tranquilidad, extendiéndole el teléfono a Luffy—. Aquí está.
Luffy se lanzó hacia la pantalla como si fuera su tesoro más preciado y anotó rápidamente el número en una servilleta. La emoción brillaba en su rostro.
— ¡Gracias, Robin!
Robin observó la escena con un leve aire de satisfacción viendo a Luffy salir corriendo a la terraza para hacer la tan ansiada llamada, mientras Zoro y Sanji se cruzaban de brazos, aún sin saber si debían preocuparse más o menos.
— Oye, ¿estás segura de lo que haces? —murmuró Zoro, frunciendo el ceño—. Pensé que Sabo tenía sus motivos para no darle ese número a Luffy.
Robin se encogió de hombros con una sonrisa.
—Sabo es demasiado protector cuando se trata de su hermano. Pero Luffy tiene derecho a tomar sus propias decisiones —respondió. Luego, observó a Luffy con una mirada suave—. Además, no creo que esa chica sea peligrosa.
Sanji bufó, apagando su cigarrillo con un gesto brusco.
—¿Y cómo puedes estar tan segura? No sabemos nada de ella, Robin.
Robin sonrió enigmáticamente y sacó una carpeta de su bolso, mostrándola a los dos hombres.
—En realidad, ustedes no saben nada de ella. Yo, por otro lado, me aseguré de recopilar algo de información.
Ambos se inclinaron para mirar los papeles. La cronología de los eventos, la llamada a la policía, la dirección del apartamento... todo estaba ahí. Pero mientras leían, la expresión de confusión en sus rostros se hacía más evidente.
—La llamada a la policía se realizó veinte minutos antes de que Luffy contactara a Sabo —explicó Robin, señalando un punto clave en el informe—. A menos que sea vidente, ella no hizo esa llamada. Y, de hecho, no tiene relación con Rain Diners.
Zoro parpadeó, procesando la información.
—Pero... estaba en Rain Diners ese día —insistió.
—Así es. —Robin asintió—. Pero vive en otro lado. De hecho, no tiene antecedentes ni conexiones con nadie peligroso. Solo estaba en el lugar equivocado en el momento...más afortunado, al menos para Luffy.
Sanji dejó escapar un largo suspiro, cruzando los brazos.
—Entonces, ¿por qué no se lo dices a Luffy y acabamos con esto?
Robin negó con la cabeza, sonriendo con malicia.
—¿Dónde estaría la diversión en eso? Después de todo, es la primera vez que parece interesarse en algo más que no sea comida y aventuras ¿Quién diría que sería esa chica?.
Ambos la miraron con incredulidad, si hubiera dicho que el cielo es verde se habrían sorprendido menos. Luffy, interesado en una chica... No era algo que pudieran concebir. Pero, al ver la expresión decidida de su capitán, comenzaron a preguntarse si Robin tenía razón.
Luffy regresó a la mesa, aún con una gran sonrisa.
— ¡Le voy a escribir ahora mismo!
Sanji lo observó con el ceño fruncido.
—Luffy, escucha. No hagas nada estúpido, ¿entendido?
Luffy simplemente levantó el pulgar, completamente decidido a contactar a la misteriosa mujer. Robin, mientras tanto, seguía observando con una sonrisa tranquila, satisfecha de haber lanzado la chispa que podría cambiar algo en la dinámica del capitán.
Y desde ese día los mensajes no habían menguado
Aunque Zoro y Sanji insistieran en lo contrario, Luffy pensaba que, Nami solo necesitaba un pequeño empujón para aceptar la idea de encontrarse.
Nami, por su parte, había comenzado a desarrollar una rutina extraña en torno a los mensajes de Luffy. Aunque intentaba ignorarlos, cada mañana se encontraba mirando el teléfono, esperando que vibrara de nuevo.
Estaba en su oficina, terminando un reporte, cuando el sonido familiar de su teléfono la distrajo. Sabía perfectamente quién era. No podía evitarlo. Su dedo temblaba ligeramente cuando desbloqueó la pantalla.
"¿Seguro que no puedes verme hoy? Ya casi es fin de semana. ¡Estoy libre todo el día!"
Nami soltó un suspiro, dejando el teléfono a un lado. ¿Cómo podía tener tanta energía y persistencia? se preguntaba. Pero algo en la manera en que Luffy le escribía no parecía... amenazante. Era como si realmente no entendiera el concepto de dar espacio, pero tampoco quería intimidarla. Simplemente quería verla.
Se levantó de su escritorio, caminó hacia la ventana y se quedó mirando el cielo gris de la ciudad. Había estado reflexionando todo el día sobre los mensajes de Luffy. No podía negar que la curiosidad empezaba a ganarle. Se había acostumbrado tanto a recibir sus mensajes que, de alguna manera, se habían convertido en parte de su rutina diaria. Y aunque su instinto seguía diciéndole que mantuviera las distancias, otra parte de ella —una que normalmente no escuchaba— empezaba a bajar la guardia.
Nami finalmente decidió escribirle de vuelta.
"Luffy, este sábado está bien. Podemos vernos al mediodía." y adjuntó la dirección de un café que estaba cerca de su departamento.
Envió el mensaje antes de poder cambiar de opinión. Su corazón latía con fuerza, y una sensación de alivio mezclada con ansiedad la invadió. Ya está hecho, pensó. No había vuelta atrás.
El teléfono vibró casi al instante. Nami ni siquiera había tenido tiempo de dejarlo a un lado cuando la respuesta de Luffy apareció en la pantalla.
"¡Genial! Nos vemos el sábado entonces. ¡Va a ser divertido!"
Nami sonrió sin querer, contagiada por el entusiasmo que irradiaba Luffy incluso a través de sus palabras. Dejó el teléfono sobre la mesa y se recostó en el sofá, tratando de relajarse. Pero sabía que la idea de verlo cara a cara estaba rondando en su mente. El sábado llegaría antes de lo que imaginaba, y aunque no lo admitiera, una pequeña parte de ella estaba emocionada.
-ooo-
Ya sé lo que piensan ¿Dos actualizaciones este año? crucen los dedos para que sean tres, (no tengo remedio) La verdad es que escribir el reencuentro es algo que ansió demasiado, he rescrito este capítulo tantas veces que perdí la cuenta, aunque al final fue más corto de lo que tenía proyectado originalmente creo que integrar de esta forma los eventos ayudó a expresar mejor lo que tenía en mente (Aun sufro bastante para hacer retrospectivas y cambios de escenarios, pero vamos mejorando) Quiero agradecer infinitamente a los nuevos followers que se unieron con la ultima actualización, ya somos 16 personas leyendo esto 3 como siempre, comentarios constructivos o destructivos son bien recibidos. Les envio mucho amor
