Capítulo 2
Por insistencia de la menor, Seishu había bajado a su pequeña para que está llegara hasta donde estaban Takemichi y Chifuyu.
—¡Tío Mishi! ¡Tío Uyu! (Tío Takemichi! ¡Tío Chifuyu!) — Los gritos de la menor hicieron que los dos voltearan, encontrándose con la imagen más adorable que podían presenciar.
Mery iba corriendo a toda prisa, o mejor dicho, a la velocidad máxima que le permitían sus piernitas, haciendo que las orejitas de su abriguito brincotearan al ritmo de su ardua carrera.
—¡Que adorable~! — Pensaron ambos al verla. Siendo Takemichi quien se arrodilló para recibir en brazos a la pequeña en cuanto ella llegó con él. —¡Hola nena~! — Saludo el rubio de farmacia, abrazando a la pequeña, cuidando no ejercer demasiada fuerza.
Chifuyu imitó la acción de su amigo y también se puso de rodillas, esperando su turno para abrazar a su autoproclamada sobrina, turno que no tardó mucho en llegar. —¡Hola princesa! — Saludo en cuanto la pequeña brinco de los brazos de Takemichi a los suyos.
—Mery, ¿mami te vistió o elegiste tú? — Le preguntó Takemichi a la pequeña mientras que esta, una vez terminado el abrazo con Chifuyu, parecía presumirles su conjunto.
—Mami ayuyo, yo eleyi. (Mami me ayudó, yo lo elegí.) — Dijo agarrando las orejitas de la capucha de su abriguito.
Hasta ellos llegó Seishu, mismo que llevaba consigo una mochila-pañalera verde agua, misma en la que obviamente llevaba pañales, una muda de ropa para su pequeña, tres biberones, comida para bebe, toallitas húmedas, en fin pese a que la mochila se veía pequeña, realmente tenía un buen espacio y Seishun además organizaba bien lo que necesitaba. —Mery no ha dejado de gritar por ustedes desde que salimos de casa. — En su rostro estaba posaba una cálida sonrisa, misma que era por, para y provocada por su pequeña. —Buenos días, perdón por la demora. — No llegaba tarde realmente, sólo que, para lo acostumbrados que tenía a los otros dos de estar 5 minutos antes, el hecho de que llegara justo a tiempo, según Seishu era un atraso.
Chifuyu negó con la cabeza. —De hecho, es bueno que no llegarás antes. — No lo había comentado, pero desde hacía bastante tiempo había notado que el menor de los Haitani parecía tener cierta fijación en su amigo, no era que estuviera celoso de Seishu, después de todo, Chifuyu estaba en una relación con Bajo, sin embargo sabía que Mery lloraba mucho con los α, sobre todo con aquellos que parecían no tener tres dedos de frente y tener su aroma libre en todo momento, Bajo era de los pocos α con los que ella parecía estar tranquila, Manjiro también era otro α con el que Mery no se alteraba, y era bien sabido que Manjiro no necesitaba liberar su aroma para imponer respeto, por lo que de todos los α era el que mejor mantenía su aroma "cubierto".
Seishu alzó una ceja, extrañado por el comentario. —¿Y eso?
Takemichi alzó en brazos a Mery, poniéndose de pie a la par que Chifuyu lo hacía. —Estaban aquí los Haitani. — Seishu se tensó al oír aquel apellido, no era que les tuviera miedo.
—Estaban buscando a Izana. — Añadió Chifuyu, haciendo que la incomodidad de Seishu se acentuará aún más.
—Tenían esos tres que andar juntos en algo… — Susurró Seishu.
Takemichi rió nervioso, al final del día, sólo Takemichi conocía la nada corta lista de parejas casuales que había tenido Seishu antes de embarazarse. Y en esa lista precisamente figuraban los Haitani e Izana, siendo Rindō con el que más encuentros tuvo, y no, Seishu no se sentía para nada orgulloso del sendero descarrilado que había tenido desde los 12 años.
—Bueno, ya se fueron, así que no debemos preocuparnos por ellos. — Comentó Takemichi, disipando el aire de incomodidad que se había plantado.
—¡Muy bien! — Chifuyu se estiró. —¡Hora de ir al parque! — Dijo con ánimo, siendo ovacionado por la pequeña de casi dos años, ocasionando que Seishu y Takemichi rieran.
—Si nos damos prisa alcanzaremos el autobús. — Dijo el de ojos verdes esmeraldas mirando su celular.
—¡Pues de una! — Chifuyu comenzó a caminar en dirección a la parada de autobús.
Justo como Seishu había dicho, la pequeña había abierto sus ojitos y en cuanto vió el carrusel, el sueño parecía haber desaparecido.
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Estaba tirado en el piso de su cuarto, estaba aburrido, no tenía nada que hacer y odiaba eso. —¿Cuánto tiempo más tardarás en volver? — Sin aquel chico de ojos azules su vida era monótona, por no decir que era completamente vacía, de repente todo de había vuelto escala de grises, era como ver una vieja película de los 70's. —Ya regresa, Kisaki. — Miró la pantalla de su celular, no habían notificaciones de ningún tipo. Eso era algo que él sabía, sabía que mensajes de aquel chico sólo llegaría si necesitaba que hiciera algo, de otra forma no había razón para que se comunicara con él. —¿Qué culpa tengo yo de haber nacido α?
Tetta Kisaki era un β, pero no uno del montón, sino uno que era mejor tenerlo de amigo que de enemigo, no era que Kisaki odiase a los α, sólo porque sí, les tenía resentimiento porque desde pequeño se tuvo que ver limitado y hasta humillado por la estúpida jerarquía social, y por supuesto eso le llevó a usar su gran intelecto en demostrar que los α, no eran más que basura privilegiada, por supuesto, reconocía que no todos eran imbéciles, pero eso no quitaba que estuviera a la defensiva con ellos.
—Tenía que engancharme de alguien a quien no le agrado del todo por mí segundo género… puta vida. — Dijo arrojando su teléfono, valiendole un comino su este de dañaba o no.
—¡Shuji! — Era la molesta voz del encargado del edificio. —¡Te llegó paquetería!
Ante aquel anuncio, el mencionado se sentó. —¿Ya llegaron mi Fleshlight Quickshot y el culo de silicona? — Se puso de pie, salió de su habitación y abrió la puerta, encontrándose con el hombre de avanzada edad, de una apariencia tan conservadora que si supiera lo que había en la caja que tenía en sus manos, seguro que hubiera tratado de linchar al chico como se hacía en los tiempos de la santa inquisición.
—Toma, lo dejaron en el recibidor. — Le entregó el paquete y se retiró.
Hanma miró la etiqueta, corroborando que era el paquete que había estado esperando, su calor estaba a la vuelta de la esquina, y ya no le apetecía meterse a la cama de cualquiera, no desde que conoció a Kisaki y para colmo de sus males, este no sabía que el más alto le traía ganas y no sólo de reventarle la cereza.
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El viaje en el autobús era largo, pero le venía de perlas a alguien, cierta pequeña que estaba plácidamente dormida en el regazo de su madre, acurrucadita, con respiraciones tan profundas y tranquilas que era fácil saber que la pequeña estaba en el quinto sueño.
Seishu miró a su pequeña y acarició con ternura la mejilla de la misma, haciendo que está sonriera incluso estando dormida.
—Oye, Inupi. — Takemichi iba sentado al lado de Seishu, por lo que su voz fue un tenue susurro, pues no quería despertar a la pequeña.
—¿Mm? — El rubio le miró.
—Si aún era muy temprano podías decirnos, pobre Mery, no ajustó su sueño. — Comentó sintiendo un poco de pena por la pequeña.
Seishu negó con la cabeza. —No te preocupes, es normal que ahorita se duerma. — Movió un poco a su niña, sólo para que está pudiera estar más cómoda.
—Mery tiene 22 meses, ¿no? — Chifuyu, que iba en el asiento de adelante se volteó para mirar a su amigos y de paso ser parte de la conversación. Seishun asintió. —Los bebés en esa etapa deben dormir entre 11 y 14 horas al día, y su siesta de la tarde. — Nuevamente Seishun asintió.
—¿Entonces es normal que Mery aún tenga sueño? — Takemichi no tenía mucha noción de lo que se debía hacer o no con un bebé, aún siendo un Ω, habían cosas que desconocía y el principal motivo de eso era que aunque tenía sus temporadas de celo, en lugar de desprender un aroma que dijera "inseminenme", era más uno que evocaba a que cuidaran de él, lo cual hasta cierto punto le suponía un problema porque eso significaba que no despertaba deseo sexual, y eso le preocupaba porque su novia, Hinata era una α, si ella no llegase a sentir deseo sexual por él, entonces muy probablemente le terminaría votando, lo que él no sabía era que si su celo y el calor de ella se daban en fechas cercanas y encima se quedarán solos, lo más probable sería que terminarán haciéndolo, porque el calor de ella haría que su cuerpo pidiese a gritos ser tomado. Pero ese era un dato para otro día.
—Sí, aunque por el momento estará durmiendo un poco más unos días. — Un leve suspiro de la pequeña les hizo voltear a verla, sin embargo está seguía sumergida en su sueño.
—¿Y eso? — Preguntó Chifuyu.
—Hace una semana tuve mi celo. — Las mejillas del rubio se tornaron rosas, no era que nadie en todo el jodido planeta supiera de los calores y los celos, sin embargo él aún no se acostumbraba a pasar por ello.
—Oh, ya veo, obviamente Mery no puede estar cerca de ti mientras estés en ese estado. — Comentó Chifuyu, y la razón era obvia, nadie con dos dedos de frente iba a manosearse ni meterse dildos delante o en presencia de un infante, eso era abuso infantil.
—El primer celo que tuve después de que ella naciera fue horrible. — Seishu acarició el cabello de su pequeña. —Entre el desespero que provoca el celo y el llanto de ella no podía…
Habían pasado seis meses desde el nacimiento de Mery, y cuatro desde que la había registrado, al ser Seishu menor de edad, la custodia de la nena estaba legalmente en manos de sus padres, Linda y Hiroto, sin embargo la responsabilidad como tal la tomaba Seishu, porque eso debía hacer y eso quería hacer, él había sido el que decidiera el nombre de su pequeña, siendo este Esmeralda Inui, "Mery" era la forma cariñosa en la que él comenzó a llamarle cuando está lloraba por aparentemente nada, y así fue como empezó a llamarle no sólo él sino todos en casa y su nombre de pila era solo usado cuando reprendía a la pequeña, siempre cuidando no gritarle y mucho menos ponerle una mano encima.
Al tener la pequeña en esos momentos seis meses aún estaba encima de su madre la mayor parte del tiempo, ni que decir que Seishu producía bastante leche y tenía que estar usando extractores y por ello a veces no podía tener a su pequeña sobre él como ella tanto deseaba, pero no había pensado que iba a pasar por esa situación tan desagradable.
Los llantos de Mery habían hecho que Linda corriera a toda prisa a la habitación de su hijo apenas llegó del trabajo.
—¡¿Qué pasó?! — Preguntó asustada al entrar a la habitación de su hijo, notando el fuerte aroma del celo. —Seishu…
Su pequeña nieta estaba en la cuna llorando mientras que Seishu estaba de rodillas frente a su cama, con la respiración agitada. —Mamá… — El chico volteó a ver a su madre. —Creo… que estoy… lastimando a Mery… — La temperatura le impedía hablar bien, pero aquel nudo en su garganta era el que verdaderamente le complicaba el habla, porque se había percatado que por más que trataba de ocultar su aroma, este no disminuía en lo más mínimo y de hecho pasaba lo contrario se hacía más fuerte, su aroma no era desagradable realmente, pero para su pequeña era demasiado como para que su cabecita doliera al punto que por el llanto se marcarán sus venitas en las sientes, de seguir así podría tener problemas en su salud.
Linda entendió rápidamente y sacó a su nieta de la cuna. —Voy a llevarla a mi cuarto, para que puedas atenderte. — Su tono era tan suave, tan cálido y comprensivo que el corazón de Seishun sintió un poco de paz. La mujer salió de la habitación y llevó a su nieta a la propia, colocando a la nena en la cama. —Ya, ya, todo está bien mi vida, mami necesita unos días, verás que pronto estarás en sus brazos. — Dijo acomodando las almohadas de su cama de tal forma que la pequeña no pudiera rodarse por la cama. —Mi niña, tranquila, todo está bien. — Encendió el humidificador, usando aceite de Lavanda, mismo que hizo que el llanto de la pequeña cesara un poco, más no lo detuvo del todo, pues la pequeña quería estar con su madre, pero en ese momento era imposible. Linda salió de su habitación para ir con su hijo, encontrándose con la imágen de antes, el chico seguía hincado frente a su cama. —Sei, no puedes tomar supresores ahora, debes de tener tu celo como otras veces.
El chico negó con la cabeza, sentía su cuerpo más caliente, pero se negaba hacer algo, ese ya no era su cuarto, ahí también descansaba su pequeña, no quería "ensuciar" el lugar en el que su pequeña se sentía segura. —No voy a hacerlo aquí… — Si algo tenía era que era terco.
Linda se acercó a su hijo. —Entonces te llevaré a la habitación de huéspedes. — Como su nombre indicaba, era una habitación para recibir visitas, aunque rara vez tenían vistas que se quedaban a pasar la noche, técnicamente era una habitación sin uso y quizás, dada la situación de tener a una pequeña en casa, podrían usar esa habitación como un cuarto de juegos para la pequeña, aunque, a como estaba las cosas en ese momento, la idea de volverla un "satisfying room" para Seishu y Akane seria lo mejor, después de todo, ambos eran Ω, un lugar en el cuál pudieran relajarse sin preocuparse de que la pequeña se encontrara con algún rastro raro era buena idea.
Seishu negó. —Iré sólo, no quiero que Mery se quede sola. — Trató de ponerse de pie, su madre no dijo nada por unos segundos.
—¿Necesitás algo? — Realmente no sabía cómo ayudar a su hijo, hasta donde ella recordaba, el primer celo de él fue pesado, porque aún era pequeño, por lo que el chico tuvo que masturbarse más de una vez para poder calmar un poco aquel deseo sexual que para alguien de su edad era demasiado agresivo. Después de ello, no volvió a enterarse de algún celo de su hijo y lo adjudicó a que este salía de casa y el día que nació su nieta se enteró que el chico había estado tomando supresores desde entonces, por lo que desconocía si el chico tenía dildos, masturbadores o si quiera lubricantes.
Nuevamente Seishu negó, sentía su entrada emanar su propio lubricante, por lo que no creía necesitar algo y por obvias razones no iba a pedirle a su madre que le trajera un dildo, ni de pedo le pediría eso, ya suficiente mal rato les hizo pasar aquel día en el hospital.
—¡Ma! ¡Maaaa! — El llanto de Mery llamó la atención de ambos, pero Seishu fue el primero en sentir una urgencia por ir a ver qué tenía su pequeña, lastimosamente sabía que de acercarse a la pequeña su aroma haría que esta llorara más.
—¡Descuida, yo me haré cargo! — Linda salió de la habitación y fue a atender a su nieta, cerrando la puerta para que el llanto de ella no hiciera que Seishu se preocupara las de lo que ya estaba.
El chico era madre primeriza, el deseo de estar cuidando a su pequeña y atender las necesidades de está era lo que hacía que el chico dudara de atender su celo, habían varias cosas en su contra, la primera, no saber cómo sobrellevarlo, la segunda, sentir que el corazón se le partía por no poder estar con su pequeña y más aún sabiendo que su aroma asustaba y lastimaba a su hija.
Poco a poco comenzó a sentir su entrada humedecerse más y ni qué decir de su falo, la ropa le estaba sofocando. —¡Demonios! — Con culpa y todo, se levantó a como pudo y se dirigió a la habitación antes mencionada, cerrando la puerta detrás de sí, en la habitación había una cama con sábanas limpias, subió a la cama y comenzó a retirarse la ropa, misma que estaba ligeramente mojada a causa de su sudor. —Sólo son tres días… y en esos tres días sólo hay horas en las que el celo es fuerte… sólo debo estar tres días lejos de ella… — De sus ojos empezaron a escapar algunas lágrimas. No quería estar lejos de su hija, y no sabía si había otra manera de sobrellevar el celo.
Cuando había cumplido 11 años se le llevó al hospital ahí fue donde se le hizo un exámen de sangre, resultando en que su segundo género era Ω, aquello le cayó como balde de agua helada, no odiaba a los Ω, no tenía una mala imagen de ellos, pero saberse uno era como abofetearlo, porque eso significaba que cualquier cosa que hiciera se la iban adjudicar al primer α, que estuviera cerca de él y eso le molestaba, por otro lado, estaba enamorado de Shinichiro Sano, un β, y si era él era un Ω eso significaba que podía tener hijos con él, claro a una edad adulta.
Lamentablemente, a las dos semanas de haberse hecho el examen su primer celo se presentó, el uso de dildos estaba totalmente fuera de posibilidad, por ley y porque el chico ni siquiera sabía cómo tocarse, fueron tres días en los que se vio obligado a tocarse sin querer hacerlo realmente, le fue insoportable, sentía culpa, pero no podía dejar de hacerlo, dejar de masturbarse antes de terminar le supondría un dolor en sus testículos nada agradable, sumado a que parecía que el calor en su cuerpo aumentaba sin más y aquello llegaba a ser insoportable para él
Aquello le había sido horrible, por lo que había optado por usar supresores cada que su celo comenzaba, evitando así tener que lidiar con ello. Ahora se daba cuenta que no había sido lo más inteligente de su parte, pero lo hecho hecho estaba, ahora estaba desnudo, sudoroso, tocándose como aquella vez, en contra de su voluntad y encima con culpa, a diferencia de la primera vez, ahora su cuerpo conocía lo que era la estimulación anal, y debía atender su entrada, pues esta parecía estar palpitando, anhelando un trozo de carne caliente como los que ya habia probado antes, y que ahora tenía que saciar con su dedos lo mejor que pudiera.
—C-creo que puede entrar otro… — Con su mano derecha estaba pellizcando uno de sus pezones, mientras que con la izquierda dilatada su entrada, misma que ya había recibido uno de sus dedos pero que pronto le empezó a dar posibilidad de un segundo, haciendo que Seishu introdujera junto a su dedo medio, el dedo anular. —Aahh~. — Se mordió el labio para evitar gemir tan alto, no quería que fuese más obvio lo que estaba haciendo. —D-debí haberme hecho de un dildo… — Ahora se arrepentía de sólo haber tenido vida sexual en compañía, dejó sus pezones y tomo su miembro, comenzando a masajear de arriba abajo, haciendo que un escalofrío le recorriera todo el cuerpo, haciendo que el ritmo de estimulación entre sus trasero y su falo fueran desincronizado, haciendo que su cuerpo recibiera el placer que no podía disfrutar del todo, pero que parecía dejarle respirar y manejar un poco mejor el calor de su cuerpo.
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Habían pasado los tres días, al igual que antes, no tuvo el deseo de tener algo en su trasero o de tocarse el pene todo el tiempo, sin embargo su aroma no disminuía por más que lo tratará, no salió de la habitación salvó para ir al baño, a horas en las que realmente nadie le podía ver, a su vez podía oír los llantos de su pequeña así como de los intentos de su familia para calmarla y aquello le apretaba el corazón al punto de hacerle llorar y pedir perdón a su hija.
La comida le era dejada en frente de la puerta, pues como ya se había dicho, este estaba evitando a todos en su casa. Cuando su celo paso por completo, Seishu recogió las sábanas y se dirigió al cuarto de lavado, así mismo se limpio un poco y se encargó de limpiar la habitación en su totalidad, todo mientras su familia no estaba, pues Akane había ido a la Universidad y sus padres habían ido al pediatra para el chequeo de Mery.
—Ya está limpio aquí… — Dejo la puerta de aquella habitación abierta, entró a su habitación por ropa limpia, y después se dirigió al baño, se despojó de su ropa dejándola en una esquina, como si aquello tuviera algo malo, abrió la llave de la regadera dejando que el agua recorriera su cuerpo para comenzar a lavar su cabello y su cuerpo, de forma inconsciente se frotó con demasiada fuerza, su piel que era bastante clara se tornó rojiza, pero no le dió importancia, se quitó el jabón de encima para después meterse a la tina, misma que había preparado antes con algunas sales de baño.
Un largo y tranquilo suspiro escapó de sus labios, seguía sin poder ocultar su aroma, pero ya no era fuerte, era más suave, aunque no sabía si ya podía acercarse a su hija, se tomó un buen rato dentro de la bañera, hasta que por fin salió de la misma, retiró el tapón dejando que el agua se fuera mientras hidrataba su piel se secaba un poco el cabello y se vestía, tomó la ropa sucia y salió del baño, había decidido ponerse un pijama azul, aún tenía el cuerpo ligeramente sensible y las pijamas eran lo suficientemente holgadas como para sentirse agusto, se dirigió de nuevo al cuarto de lavado para poner a lavar la ropa y sacar las sábanas y tenderlas.
Regresó a su habitación, y tomó uno de los peluchitos de su hija, se sentó en la cama y comenzó a llorar, la sensación de culpa en ningún momento se había ido, ¿debía sentirse culpable? No lo sabía pero lo que sí sabía era que su desinformación había generado malestar en su hija y que nuevamente toda su familia arreglara lo que él arruinaba, porque eso era lo que sentía, que arruinaba las cosas o que incluso Mery estaría mejor lejos de él y a la vez ese pensamiento lo aterraba porque no quería que su pequeña estuviera lejos de él, por ello mismo el día que nació la pequeña, con lágrimas les suplicó a sus padres que no permitieran que el servicio social infantil se la quitará.
—¿Sei? — La voz de su madre le hizo alzar el rostro, en sus brazos llevaba a Mery, misma que tenía sus ojitos hinchados, pues le habían aplicado unas vacunas y naturalmente había llorado por las inyecciones. —¿Cómo te sientes? — Se acercó a su hijo, sentándose a su lado, apenas había hecho aquello cuando la pequeña en sus brazos abrió sus ojitos, mirando después de tres días a su madre.
—¡Ma! — Estiró sus bracitos y comenzó a llorar de nuevo.
—Mery… — Le llamó en un suave susurró, tomando a su pequeña, aún no miedo de que su aroma le hiciera llorar, sin embargo fue todo lo contrario, en cuanto tuvo a la menor en sus brazos está comenzó acurrucarse, llorando tanto por las inyecciones como por la ausencia de su madre. —Perdón mi vida… perdón. — Susurró en la coronilla de ella, abrazándola con cuidado y dulzura.
Mery se agarró con fuerza de la pijama de su madre, como si tuviera miedo de que la apartaran de él o que él se alejara de ella, era una bebé y no entendía porque mamá no le había visto en tanto tiempo, porque para ella había sido mucho tiempo sin ver a su mamá.
—¿El celo les afecta a los bebés? — La duda de Chifuyu era auténtica.
Seishu asintió. —Aunque tratas de ocultar tu aroma no puedes, y este se vuelve muy fuerte, al menos a Mery la hacía llorar demasiado. — Dijo mirando a su hija para después mirar a Chifuyu. —Esos fueron los dos primeros celos, en estos últimos Mery no ha llorando, pero no duerme, dormita, pero si oye algún ruidito abre los ojos y se da la sentada.
Chifuyu asintió con la cabeza. —Entonces ahorita lo que hace Mery es reponer lo que no durmió durante…
Seishu sonrió. —Tres días, mi celo dura tres días.
Takemichi miró a los otros dos asintiendo con la cabeza, definitivamente debía investigar mucho con respecto a los bebés y los celos durante la maternidad, porque ya estaba comprometido con Hina, y si está quería que él fuera el que llevará a los cachorros él no se oponía y debía saber que hacer, en caso de que fuera Hina quien tuviera a los cachorros debía seguir sabiendo qué hacer. —Espero que disfrute el parque aunque sea un poco. — Añadió, pues creía que la pequeña estaría durmiendo la mayor parte del tiempo.
Seishu soltó una risa nasal. —Tranquilo, que en cuanto vea el carrusel, pilas le van a sobrar. — Conocía a su pequeña lo suficiente como para saber que si había algo que le gustara, por mucho sueño que tuviera no se dormiría.
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—Vas muy bien, aunque eso no significa que aún puedas dejar el medicamento. — Comentó la doctora mientras leía los estudios de su paciente.
—Ya sé, es un tratamiento de por vida. — Respondió la chica sin emoción alguna, no era que fuera indiferente, sólo, no sentía nada.
La doctora la miró por unos segundos. —No en todos los casos, no des por sentado algo que aún está en proceso.
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Tal cual había dicho Seishu, poco antes de llegar al parque este había despertado a su hija, y al entrar al mismo lo primero que la nena empezó a buscar era aquella atracción llena de colores y animales, desde los reales hasta los de fantasía.
Era un carrusel de dos pisos, era familiar por lo que adultos y niños podían subir a él sin ningún problema, cosa que los otros dos aprovecharon para subir junto a Seishu y Mery.
—¡Tiiiii~~~! (¡Sííí~~~!) — Celebraba la pequeña al ser subida por su madre a lo que era un caballito de mar, Seishu estaba sujetándola a la vez que le tomaba algunas fotos, mismas que mandaba al grupo familiar.
—¡Mery! ¡Mery! — Le gritó Chifuyu para que la nena de cabellos negros le viera. —¡Sonrían! — Dijo ganándose la atención de Seishu, mismo que quedó retratado con su nena en aquella foto.
Takemichi soltó una risa, realmente Seishu era más fotogénico cuando lo agarraban desaprevenido. —¡Mery! — Le llamó, la nena volteó a su izquierda, pues en el cangrejo que estaba a su lado se encontraba Takemichi montado. —¡¿Quieres que vayamos a los columpios?! — Eran columpios voladores, de baja altura, por lo que si podían subir bebés, siempre y cuando alguien subiera con ellos, porque no faltaba el maldito irresponsable que dejaba que los niños se fueran por ahí solos.
La pequeña volteó a ver a su madre, Seishu le sonrió. —¿Quieres ir? — La pequeña asintió. —Entonces dicelo a Takemichi. — Comentó acariciando el cabello de la pequeña.
La nena rápidamente volteó con Takemichi. —Tí. (Sí.) — Respondió, sonriendo tímidamente.
Takemichi sonrió. —¡Muy bien, en cuanto bajemos del carrusel iremos a los columpios!
En ese mismo parque estaban un chico de casi 18 años y una pequeña de 7, misma que iba tomada de la mano del mayor.
—¿Segura que está todo bien? — Preguntó el pelinegro a la niña, está asintió. —Kaede, no te guardes las cosas, sabes que puedes decirme lo que sea. — Detuvo su andar, mirando a la pequeña.
—Siento que te estoy haciendo perder el tiempo. — Comentó recordando lo que muchas veces la madre de él le había dicho.
Hajime soltó un suspiro. —¿Por qué va a ser una pérdida de tiempo estar con mi hermana? — Preguntó mirando a la menor. —Escucha. — Dijo agachándose para quedar a la altura de la niña. —Kaede, no voy a pedirte que disculpes a mi madre, porque ciertamente se ha pasado. — Tomó a la pequeña de los hombros. —Pero si te voy a pedir que confíes más en mí, ¿de acuerdo? — La pequeña de cabellos oscuros con reflejos verdes asintió.
Hajime sonrió. —Bien, entonces vamos. — Dijo poniéndose de pie y extendiendo su mano, misma que fue tomada por la menor. —¿Quieres ir a algún juego en específico?
Kaede lo pensó un momento. —Carrusel. — Hajime asintió y fue junto a su hermana a dicho juego.
El carrusel se detuvo, y todos los que habían subido bajaron, dejando así que la fila que se había hecho de gente, pudiese avanzar para disfrutar de aquella atracción. Entre la gente que bajó del carrusel, iban Seishu, su hija, Takemichi y Chifuyu, justo como Takemichi había prometido a la pequeña, se dirigieron a los columpios, como él había sido el de la brillante idea, Mery quería subirse con él, claro que le daba pena decirlo, era gracioso porque literalmente ella conocía a Takemichi desde antes de nacer, pues del embarazo del rubio los únicos ajenos a la familia Inui, de la cuál ni los padres del chico sabían del embarazo hasta el día del parto, eran Shinichiro, quien había dejado la carrera de enfermería para trabajar lo que realmente le gustaba, las motos y que eventualmente se hizo de su taller y ya estaba por abrir otro, y Takemichi, quien cuando notó que Seishu no se veía por ningún lado fue a visitarlo hasta que este salió y finalmente le contó de su situación. Chifuyu se enteró dos semanas antes del parto, por lo que su voz no le era muy familiar a la pequeña los primeros meses.
Takemichi era un completo cegatón para muchas cosas, menos para las necesidades de los demás, motivo por el cuál notó que la pequeña solía mirarle por momentos, aquello le causó demasiada ternura, entendía la timidez de la pequeña, y sabía a la perfección que Seishu no le negaría si le pedía dejar que la nena subiera con él a dicha atracción, al final de cuentas, no sería la primera vez, antes Seishu había dejado que Takemichi subiera con la pequeña a las resbaladillas del parque que está cerca de la casa de los Inui y también la había dejando bajo su cuidado una que otra vez, cuando Seishu aún no se hacía de un horario para su trabajo de medio tiempo.
—Inupi. — Le llamó Takemichi.
—¿Si?
El chico le sonrió. —¿Dejarías que Mery suba conmigo al columpio? — Sabía la respuesta, pero lo hacía meramente para que Mery se sintiera con la confianza de ir con él.
Como era de esperar, Seishu lo entendió, miró a su pequeña, misma que parecía estar pensando en darle los bracitos a Takemichi, pues tenía sus manitas cerradas en puñitos mismo que por momentos alejaba de su pechito pero luego regresaba, aquella pequeña acción que les enterneció a los tres, pues Chifuyu también estaba viendo cada acción de la menor. —Por su puesto. — Ni bien dijo aquello cuando su pequeña extendió sus brazos a Takemichi, haciendo que este sonriera y le tomara en brazos. Una vez que tuvo a la pequeña caminó más rápido para poder subir a los columpios.
A Chifuyu se le resbaló una gotita de sudor en la nuca. —A veces siento que Takemichi se emociona más que la misma Mery. — Comentó con burla, aunque hasta cierto punto, él era igual.
Seishu lo miró con cierta burla. —¿No te mordiste la lengua? — Añadió en el mismo tono burlón que el de ojos azules.
Chifuyu rió al sentirse atrapado. —Bien, bien, vamos nosotros también. — Dijo empujando a Seishu, cosa que era meramente por diversión, ya que el de ojos verdes no se estaba oponiendo en lo más mínimo.
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En el carrusel estaban el par de hermanos, Kokonoi Hajime y su hermana Kaede Takano, eran medios hermanos y aún están en proceso el cambio de apellido de la menor, pero eso no impedía que Hajime se llevará lo mejor posible con su hermana.
Kaede de había subido a un unicornio en el segundo piso del carrusel, Hajime subió a un pegaso, precisamente a la derecha de ella, la vista era bastante preciosa, podía ver casi todo el parque, tanto por la altura como por la suavidad del movimiento, miró a su hermana, está también parecía estar maravillada con la vista, era de las pocas veces que veía brillo en los ojos de ella, sacó su celular y le tomo una foto, definitivamente haría un álbum de su hermana.
Por supuesto, tomó otra en la que ambos salieron, era una buena manera de inmortalizar ese momento. —¿Qué te parece, Kaede?
La menor miró el unicornio en el que estaba montada. —Bonito… — Susurró.
Hajime se dió por satisfecho al menos por ese momento, sabía que no era fácil que Kaede saliera del estrés postraumático, pero haría tanto como estuviera en sus manos. —Bueno, ya dice algo más que "perdón, no me dejes", creo que empezar a buscar ayuda profesional no le debería asustar ahora… — Metió su celular a su bolsillo, mirando algo o mejor dicho a alguien, del montón de gente que había abajo, sus ojos se posaron en un chico de cabellos rubios, mismo que parecía estar siendo enojado, pero en lugar de molestarse se le veía feliz. —Normalmente mi vista no es muy buena a la distancia…
—¿Hermano?
Hajime miró a la menor. —Si, perdón. — No sabía si ella le había llamado en más de una ocasión.
—Mira… — Señaló un par de mariposas, una azul y otra negra, mismas que revoloteaban en el techo del carrusel. Hajime las miró, no parecía que las mariposas estuvieran perdidas, sino que daba la impresión que estaban jugando. Aquel par de insectos bajó y revoloteó alrededor de ambos para después perderse de la vista de ellos. —¿Qué fue eso?
Hajime sonrió. —Las mariposas negras simbolizan el cambio, la transformación, y las azules simbolizan la prosperidad, el que revolotearan cerca de nosotros significa que eso nos va a venir, cambios y prosperidad. — Ahí donde lo veían, el chico tenía un gusto por el esoterismo y su fuerte era la lectura del tarot, claro que eso no era algo que él fuera por la vida presumiendo porque había gente que no creía y otros que se traumaban con las lecturas.
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Parecía que el tiempo se había vuelto loco, en un abrir y cerrar de ojos ya se había ido gran parte de la mañana, pero la pequeña parecía tener mucha energía aún.
—¿Dónde le quitamos las baterías? — Preguntó Chifuyu a modo de burla, pues la pequeña andaba de aquí para allá con Takemichi.
—Les dije. — Comentó Seishu, mientras veía como su hija sonreía y reía, haciéndole sonreír también.
—¡Iiaa! (¡Mira!) — La pequeña señaló un puesto con muchos peluches.
Takemichi estaba a sólo unos pasos detrás de ella. —¡INUPI! — El mencionado volteó hacia él. —¡IRÉ CON MERY A ESE PUESTO, ¿ESTÁ BIEN?! — Seishu sonrió y asintió, dejando así que Takemichi alzará en brazos a la nena y caminará hasta el puesto que la chiquita había señalado.
Seishu y Chifuyu se sentaron en una de las bancas cercanas. —Se nota que conoces a tu hija. — Comentó Chifuyu.
Seishu sonrió. —Y aún así siempre termino aprendido más de ella. — Ladeó un poco la cabeza mirando a la distancia a su hija.
Chifuyu sonrió, él siempre había creído que Seishu era demasiado inexpresivo, pero después notó que era todo lo contrario, como todos, tenía sus secretos, pero no era para nada una mala persona. —Me pregunto si Baji y yo podremos ser así con nuestros hijos. — Miró al cielo, fantaseando con tener cachorros con el amor de su vida.
Seishu le miró. —Chifuyu, eres un δ, ¿cierto? — El contrario asintió. —Para que puedas tener hijos tu vientre debe madurar y para ello… — Las mejillas de Chifuyu se tornaron rojas, para que un δ, pudiese tener hijos debía madurar su vientre y esto se lograba por medio de tratamiento médico o que le rellenaran como pavo mínimo unos tres años, el tratamiento médico era caro y encima tardado, a eso se le sumaba que no todos los cuerpos responden favorable o negativamente al medicamento por lo que era una apuesta, por decirlo de alguna manera, por lo que la segunda era la más viable. —Con razón no respondes las llamadas, pues si andas brincando en la banana.
Chifuyu se cubrió la cara. —¡En mi defensa, en esos momentos sólo somos él y yo!
Seishu comenzó a reír. —Está bien, no tiene nada de malo. — Ver a Chifuyu sonrojado era algo que pocas veces podía ver, porque el chico siempre había sido alguien tan seguro de sí mismo que nada de lo que hacía, por muy raro que fuese, le avergonzaba, porque estaba tan bien con sigo mismo que le valía la opinión de otros. —¿Cuánto tiempo tienen juntos? — Le gustaba molestar a sus amigos, pero no incomodar, por lo que optó por cambiar un poco el tema.
Chifuyu se destapó la cara, seguía con las mejillas rojas. —Nos conocimos cuando yo estaba en segundo de secundaria y él estaba repitiendo año, así que… tenemos tres años de conocernos y un año y 9 meses como novios… — Y ahí su rostro se coloró aún más, porque justo habían cumplido tres meses de novios cuando tuvieron relaciones sexuales por primera vez, lo cuál, realmente no era malo.
—Al principio creía que Baji era un enojón. — Confesó Seishu. —Después ví que no, sólo es medio imprudente.
Chifuyu rió ante el comentario. —Baji es realmente amable, sólo que no lo demuestra a todos, en ese sentido se parece mucho a ti. — Seishu sintió sus mejillas arder un poco. —Oye, Inupi…
—¿Si?
Chifuyu jugó un poco con sus dedos. —No es mi intención molestarte ni nada. — Dejó sus dedos quietos y miró a Seishu. —¿No sé te antoja? — Seishu alzó sus cejas, pues no estaba muy seguro de entender la pregunta del contrario. —Ya sabes, tener pareja… que te acomoden la matriz. — Ya lo último lo dijo a manera de joder.
Las mejillas de Seishu se tornaron rosas. —Si te soy honesto…
¡Traz!
Aquel sonido de vidrios hizo que la pequeña Mery diera un salto en los brazos de Takemichi.
—¡Tranquila, todo está bien! — Afirmó el de ojos azules, acariciándole el cabello a modo de reconfortacion, pues al andar de aquí para allá, la capucha de su abrigo se había bajado y ahora su cabellito estaba expuesto. Mery le miró y después volvió a ver al frente.
Aquel puesto que la nena había señalado era una especie de gotcha con botellas de vidrio, mismas que al romper toda la hilera en vertical se ganaba uno de los peluches, el premio por romper las 17 botellas era un par de conejitos, si se rompían 15 el premio era un chango con overol, si se rompían 12 un cojincito, y si sólo rompían 10 o 5 un dulcero pequeño, ya si deplano solo rompían 1, una paleta de cajeta.
El que estaba tirando en ese momento iba en su botella #16, y para decir que su vista era mala, había estado acertando a la primera, cabe destacar que solo tenían tres tiros demás, es decir, 20 balines en total.
—¡Una más! — Pensó Kaede al ver la concentración tan habitual de su hermano, al menos, habitual desde que ella lo conocía.
¡Traz!
—¡A eso le llamo buena puntería! — Dijo animada la encargada del puesto. —¡Aquí tienes! — Dijo entregándole un par de conejos.
—Toma. — Hajime le entregó el par de peluches a su hermana, las mejillas de esta se tornaron rosas, ambos peluches eran preciosos y el hecho de que su hermano los ganará para ella los hacían más valiosos a su parecer.
Justo cuando Kaede alzó la mirada, notó entre la gente a una pequeña de enorme orbes esmeraldas, un trajecito de conejito blanco, pero lo que le llamo la atención fue el cabellito ondulado negro, mismo que se mecía suavecito con la brisa del viento, no lo entendió, sólo caminó hasta donde estaba la pequeña, claro, llegando hasta donde estaba Takemichi con Mery en brazos, Mery por su parte había estado siguiendo con sus ojitos verdes aquel par de peluches, por supuesto que entendía que aunque le gustarán no podía exigirlos, vamos que su madre le enseñó que no se podía tener todo, además, también entendía que esos conejitos ahora le pertenecían aquella chiquilla que extrañamente se acercó a ellos. Si hubo un peluche que llamase más su atención, sin duda fue el de color melocotón. Sus ojitos no se apartaron de él, no hasta que la niña de cabellos negros y ojos medianamente rasgados se acercó a ellos.
Kaede había notado que aquellos ojitos verdes miraban el conejito melocotón, y, por extraño que pareciera, tenía ganas de obsequiarselo. —¿Está bien si lo hago? — Eran un regalo de su hermano, ¿sería malo si le daba uno a esa bebé?
Hajime siguió a su hermana, más no se acercó del todo, no era tonto, sabía que su hermana era muy noble, por lo que no tardó en entender las acciones de la misma. —¿Y bien? — Sabía que Kaede le daría uno de los peluches, porque así era ella, y eso le parecía tierno y bueno, que Kaede no endureciera si corazón pese a las que había pasado, era buena señal.
Kaede miró el peluche y después a Mery, sin preguntar o decir algo, extendió el conejito a la pequeña.
—¿Eh? — Takemichi se sorprendió por la acción de la pequeña desconocida.
—T-toma… — Dijo Kaede, moviendo un poco el conejito para que Mery se animará a tomarlo.
Mery por su parte dudó y miró a Takemichi, para su mala suerte este estaba igual que ella, sin saber qué hacer.
Hajime estaba entretenido viendo aquello, más no tuvo el corazón para ver si su hermana se las apañaba por sí sola, por lo que llegó hasta ella, notando así las facciones de la bebé a la que Kaede le estaba dando el conejito. Los ojos de Hajime se abrieron con sopresa, más de una vez se había encontrado con bebés adorables, pero en ese momento, aquella pequeña le pareció la bebé más hermosa y adorable que sus ojos hubiesen visto, sus ojitos verdes esmeralda, sus mejillas redonditas y rositas, sus cabellitos negros ligeramente rizaditos.
Kaede miró a su hermano, más no alejó el conejito de Mery. —Hermano… — Susurró creyendo que quizás esté se molestaría.
Hajime volteó a verla. —¿Se lo estás obsequiando? — Preguntaba por mera diversión, Kaede sólo asistió, el chico dirigió la mirada hacia la bebé. —Adelante, tómalo. — Dijo en un tono suave, casi como si estuviera arrullando a la pequeña. —Es tuyo. — Kaede asintió con la cabeza, acercando más el conejito a Mery.
La pequeña miró dudosa el peluche, después miró a Takemichi, por norma, a quien veía era a su mamá, pero Seishu no estaba ahí, así que la siguiente figura autoritaria que tenía cerca era aquel rubio de farmacia. Esto sólo para saber si estaba bien que lo tomara o no.
Takemichi miró la duda en la carita de la pequeña, cosa que le generó ternura. —¿Qué haría Inupi en esta situación? — Conociendo a su amigo, este trataría de declinar el obsequio, pero… ¿como rechazar el detalle de otra pequeña? Eso era algo que ni Seishu haría. —Supongo que no tendría nada de malo… — Miró al pelinegro y después a la pequeña. —¿Segura? — Le preguntó a la pelinegra de 7 años, está volvió a asentir.
Hajime miró Takemichi, algo no le agradó del todo con respecto al chico, más no supo porque aquel chico le generaba cierto rechazo, más no la pequeña que tenía en brazos. Decidió ignorar al chico y se dirigió a la bebé. —Está bien, Kaede quiere que lo tengas. — Le sonrió con dulzura a la pequeña.
Mery miró al chico, sus mejillas se pusieron más rositas y de forma inconsciente le sonrió, generando un sonrojo en el rostro de Hajime, Mery miró una vez más a Kaede y el conejito que le extendía, después volvió a ver a Takemichi. —¿Edo? (¿Puedo?)
Takemichi sonrió, ya habían confirmado el par de pelinegros que estaba bien, así que, él no veía el problema. —Sí. — Dijo sonriéndole con total confianza.
Mery volteó a ver a Kaede y extendió sus bracitos para tomar el conejo color melocotón, una vez que lo tuvo en sus manitas, Kaede lo soltó, dejando así que Mery lo abrazará. —¡Ashiash! (¡Gracias!)
Kaede y Hajime sonrieron enternecidos por la reacción de la nena. —Bien. — Habló Hajime. —¿Vamos a la montaña? — Le preguntó a su hermana, está asintió. El chico sonrió y miró de nuevo a la bebé. —Nos vemos luego pequeña. — Se despidió de Mery, Kaede por otra parte se despidió de Takemichi y Mery moviendo su manita, para después seguir a su hermano.
Takemichi y Mery también se despidieron de Kaede con un gesto manual, una vez que ambos hermanos se perdieron entre la gente, Takemichi caminó hacia donde estaban Seishu y Chifuyu, ambos estaban sentados en una banca con lo que parecían ser unas cajas de comida, al final del día, ya era hora de comer algo.
Seishu notó el peluche que llevaba Mery. —¿Y eso? — Preguntó recibiendo a su pequeña en brazos.
—Elushe. (Peluche). — Mery alzó el conejito, presumiendolo a su madre y a Chifuyu.
Chifuyu rió. —¡Qué bonito! — No era por quedar bien, de verdad el conejito le parecía hermoso.
Seishu soltó una leve risa. —Si, mi vida. — Le dió un beso en la coronilla a su pequeña. —¿Cómo lo obtuviste? — Le preguntó a su pequeña, está inmediatamente miró a Takemichi.
—¡Eso es trampa! — Chilló con burla el chico. Seishu y Chifuyu rieron. Takemichi le sacó la lengua a Mery, ganándose una risita por parte de esta. —Se lo regaló una niña en el puesto de gotcha. — Dijo sentándose al lado derecho de Seishu.
—¡Primero a comer, y luego el chisme! — Dijo Chifuyu, pasándole una caja con una hamburguesa y papas fritas a Takemichi.
Seishu abrió la mochila y sacó un tupper térmico, en el cual llevaba pollo asado con pimientos en trocitos, así como un biberón de agua, más la pequeña se negó a tomarlo. —¿Quieres leche? — Preguntó sentado a su hija en sus piernas, la menor asintió, haciendo que su madre sacará el segundo biberón de leche, ya que la pequeña se había terminado uno. —Toma. — Lo destapó y entregó a su hija, está de llevó el biberón a la boca, tomando un poco de leche, aparentemente no estaba haciéndole caso a las papas, sin embargo Seishu sabía que se le antojarían y no iba negarle un poco de aquello, pero primero se aseguraría de que comiera bien.
—Mami… — Señaló una de las papas de la comida suya.
Seishu sonrió. —Primero come pollito y después te doy una, ¿si? — La pequeña hizo un pequeño puchero, ella quería papita, pero mami le había dicho que le daría papita si comía pollito, por lo que optó por comer pollito, no sin antes dejar que su mami le limpiará las manitas.
