EpílogoI
5 años más tarde.
—Señor, La enccontraron. — Jacken pronunció temeroso.— el investigador Chong está esperando en su oficina.
Sesshomaru había dejado todo por ir. Llevaba 5 años contratando un investigador tras otro sin recibir ningun avance. Rin había desaparecido ese dia después de haber entregado a él, lo había dejado con una nota y alma destrozada.
Ella pensaba que a su lado no había futuro, pero eso era mentira, mientras ella aun lo amara había oportunidad de quererse. No iba a darse por vencido hasta convencerla.
Entró a su oficina donde un hombre joven, de unos 30 años lo esperaba. Chong era la eminencia en investigación, se había ganado su reputación con creces. Tenia contactos en los 5 continentes, si alguien había sido capaz de encontrarla era él.
El picaporte resbaló en su mano. Sus manos estaban sudando. 5 años esperando la noticia. Respiró profundo antes de entrar.
—Señor Taisho. —El sujeto se escuchaba de todo menos complacido.
Aquello lo puso de mal humor, no iba a permitir que hubiese venido solo para darle una pista.
¿La encontraste o no?— el investigador se había levantado en cuanto lo vió entrar y ahora caminaba casi en círculos, nervioso.
—Si — vaciló —es solo que otra vez dejó las palabras en el aire. El investigador cogio una bocanada de aire . Lo que encontré, temo que no va a gustarle.
Seshomaru entrecerró sus ojos, no tenía tiempo para perder. Era si o no
Y entonces el investigador le pasó un Sesshomaru casi se lo arrebato de las manos. Lo rompió. Había una foto de una mujer, tenía el pelo un poco más claro pero sus raíces eran oscuras, tenía una chaqueta larga. Su corazón martillero, era ella Rin. Debajo había otra fotografía y solo entonces entendió el nerviosismo del sujeto.
¿Cuando fue está foto? su voz amenazaba con quebrarse.
No había sentido aquella sensación desde que ella había terminado su relación en la juventud.
—Hace tres días.
Tres días.
Tuvo que respirar profundo antes de hablar.
—Muchas gracias Chong jacken le entregará su pago.
Respiró hondo.
—Dentro está su nueva información, se hace llamar...
Sesshomaru lo silencio con la mirada.
Tuvo que sentarse antes de volver a ver la foto.
Jacken había entrado esperanzado.
—Largate — le gritó.
El asistente vaciló, pero un segundo rugido hizo que saliera en bomba.
Sesshomaru estaba conteniendo el aliento. Se sentía pesado, el pecho le dolía al igual que aquella vez cuando había tenido 17 años y ella le había roto el corazón.
Le dolía aún más que con el disparo.
Le dolía más que cuando ella se había ido.
La volvió a mirar y comprendió que Rin ya no era suya.
Entonces por primera vez lloro, lo hizo por aún la amaba y sabía que estaba maldita mente condenado a amarla por el resto de su vida.
No podía evitarlo, se limpio los ojos con aspereza.
La observo una vez más. Se sintió tentado a buscar el nombre del hombre que lo había reemplazado, quiso buscar cada detalle de su vida actual, quería ir a reclamarla, decirle a quien estuviese ahora que él había sido primero . Que lo le importaba absolutamente nada. Que Rin era suya.
Pero ya no lo era.
Por el contrario, lo que hizo fue tirar el sobre en la trituradora. Y jurarse a si mismo no volver a buscarla.
La foto le costó más.
La observo por última vez antes de que se desarareciera desmoronada al igual que él
La imagen de su primer amor se desvaneció al igual que todas sus esperanzas de volver a ella..
Rin estaba embarazada y él ya no tenía derecho a arruinar su felicidad.
Rin.
Se aferró a la butaca antes de mirar al frente.
Aún recordaba lo difícil que había sido fingir esa despedida. Había sido aún más difícil firmar e ir después a casa de Helen a dejar los tres sobres. También recordaba lo duro que fue escribir esa nota, le había roto el corazón una vez más. Ella había sido la desgracia de su vida. Lo sabía por qué algunas veces se sentía tentada a buscar en la web noticias sobre el. Sabía que no había vuelto a casarse, tampoco tenía ninguna foto con Anabelle, en un principio había pensado que él se casaria con ella tiempo después, o que por fin encontraría a alguien con quién reacer su vida, por el contrario permanecía soltero.
Aquel día, después de salir de casa de Helen, había sacado el celular desechable que le había dado su abogado. Llamó al único número registrado y una hora después tenía una identidad diferente.
Al principio había viajado a Austria, se había quedado un tiempo en un pequeño pueblo cerca de un río, quería esperar un tiempo prudencial para poder rehacer su vida necesitaba tiempo y espacio para ella. Tal vez podría estudiar otra carrera o dedicarse al arte. Muchas posibilidades se abrirían para ella. Pero entonces su periodo no llego, ni ese mes ni el otro.
Rin recordó la historia del abuelo y de como era repardida la herencia Taisho y entonces tuvo miedo. Miedo, de que Sesshomaru se enteraste de su embarazo, que quisiera quitarle a su hijo, que se lo llevará a Japón por venganza.
No podía quedarse mucho tiempo, necesitaba salir de Europa, viajar a América u Oceanía. Que el cielo la ampararse, a cualquier lado a millones de kilómetros de él. Volvió a coger el desechable y tras un cambio radical de imagen viajó a Latinoamérica, a un pueblo de la Patagonia Argentina, allí nació Towa.
Poco después comenzó a trabajar como profesora de idiomas en la capital.
Cuatro años después ocurrió la casualidad más hermosa de su vida.
Philip.
Si hace un año le hubiesen dicho que estaría dando clases de arte en la Universidad de Las Artes de Argentina no se lo creería. Lo que había comenzado como una aventura, había terminado como una pasión. Disfrutaba el cambio de ambiente, el desafío del idioma. Le gustaba además la ciudad, las personas. Había llegado a pensar con nostalgia cuando le tocase partir.
Recogió su bolso y se preparó para salir. Se había apuntado a un intensivo de español en una academia cercana, aunque hablaba el idioma tenía una que otra debilidad y quería corregirlo.
Llegó temprano, siempre lo hacía. Su profesora , Madeleine como decía el folleto aún no llegaba. Se sentó en el escritorio a esperar, otros alumnos comenzaron a llegar.
A las 8:56. 4 minutos antes de comenzar la clase ella llegó.
Su segunda vida. Su nueva oportunidad.
La casualidad más hermosa se du vida.
Rin
EPÍLOGO II
El coro de aplausos resonó en el gran teatro, ovacion del público de pié hacia los músicos, las luces del recinto fueron encendidas. Los aplausos continuaban. El grupo en el escenario daba las gracias, algunos lanzaban flores. El concierto había terminado con una interpretación magistral de la sonata para piano n14 de Beethoven, o como era más conocida Moonlight sonata.
Ella se levantó de su asiento, artículo unas gracias en sus labios y la sintió profundamente en su corazón. Una lágrima broto de sus ojos. Una mano se unió ella, su hija lloraba incluso más que ella.
Este era su regalo de aniversario.
Su esposo había escogido cada canción del concierto, cada músico, cada detalle había sido analizado minuciosamente y entregado a sus hijas. Ellas lo habían llevado a cabo siguiendo las órdenes dejadas por él.
Incluso después de tantos años seguía llenándola de alegría.
—Como deseó que él hubiese estado aquí — la voz quebrada de su hija le rompía el alma.
—Tambien yo — le respondió con un abrazo.
Rin observo los asientos vacíos a su derecha .
—¿Ha respondió tu hermana?
La chica miro hacia los lados.
—No, lo último que dijo fue que tenía que hacer un último encargo de papá.
Rin suspiró.
-...
Cuando en su lecho de muerte, su padre, le había entregado sus últimos deseos, una carta especial para ella había sido entregada. Su padre, explícitamente le había dicho que aquella solo podría ser abierta después de que él hubiese fallecido.
El papel estuvo en el cajón de su escritorio por muchas semanas. Al principio se decía que estaba muy ocupada organizando el concierto, luego había admitido que no tenía el valor suficiente para leer lo que le había escrito. Temía las respuestas que pudiese encontrar.
Una de ellas era de que estaba segura de que Madeleine no era el verdadero nombre de su madre. Así como también sabía que Philip Taylor no había sido su padre biológico, eso último se lo habían confesado sus padres cuando había cumplido 10 años, a ella no le había importado. Phillip jamás había hecho diferencia entre ella y su hermana. De hecho, varias veces se había jactado ante su hermanita de ser la hija favorita.
Su ausencia dolía, dolía como mil cuchillos atravezandola, quemaba como el fuego y la ahogaba como el mar profundo.
¿Por qué alguien tan bueno había caído presa de la enfermedad? ¿Por qué ella no había podido hacer nada para ayudarlo ?
La carta había temblado en sus manos, una lágrima había caído en su dedo índice. Se apresuró a limpiarla antes de que manchara el inmaculado papel blanco. Tenía que abrirla ya. El concierto era en tres días. Si su padre tenía algún requerimiento final y si quería llevarlo a cabo, debía ser ya.
Mi pequeña ave, mi momento y mi eternidad. La niña más valiente que he conocido. La que me dio el privilegio de llamarme padre por primera vez. Porque si, nunca he pensado en ti de otra manera que no sea como mi hija, a pesar de saber que tu sangre no corría por mis venas, tu sonrisa y tu amor si lo hacía.
Sin embargo, siempre creí que tenías el derecho de saber quién era el hombre que presto su semilla para darte la vida, aquel que no conoce tu existencia, que ni siquiera sabe dónde está tu madre o si sigue con vida. Ese que aún tiene un lugar en su corazón.
Tu madre lo amo profundamente, fue difícil para mí hacerme un hueco en su vida. Pero el destino me ayudó cuando hice un intercambio en la universidad y me enviaron a dar clases en Buenos Aires y me apunté a la escuela de español más cercana a mi apartamento. Ese día nunca me imaginé encontrar a tu madre, al principio negó que me conocía. Estuve a punto de creeele, después de todo, su cabello era de otro color, sus ojos más claros, su figura más rellena, entonces días después te vi y vi a tu padre a través de tus ojos y ella supo que ya no podría seguirme negando quién era.
Si, mi para siempre, te pareces a él. Es algo que ya sabías y sin embargo, nadie te había confirmado. No juzgues a tu madre por no hablar de él, algunas heridas nunca cierran y algunos amores nunca terminan.
Yo hice un buen trabajo ayudando a sanar las heridas de tu madre, pero con el amor nunca pude, ella nunca dejó de amarlo, a pesar de que se que me ama a mi también.
Por eso, te pido que lo busques, entregale la invitación al concierto, cedele mi asiento, esa también es su sonata.
Te dejo su dirección, su nombre.
Suerte.
Con amor, tu padre.
Phillip siempre había sabido quien era su padre . Eso la había sorprendido. Había pensado que era un secreto inquebrantable de Madeleine. Detrás de la carta estaban un correo electrónico, varias direcciones marcadas como residencias y lugares de trabajo. Al final un nombre.
Sesshomaru Taisho.
Ese era el nombre de su padre.
Se deshizo de todo para buscar su celular, el apellido le sonaba de algún lado. Tenía idea de haberlo escuchado antes.
Puso el nombre en el buscador. No habían perfiles con ese nombre en ninguna red social .
En la información de Wikipedia decía que su familia era dueña de los bancos más confiables de japón y que tenían sucursales en más de 15 países.
Eso era imposible. Ella no podía ser hija de ese tipo de hombre. No porque tuviera tanto dinero, sino porque no veía posible que su madre hubiera pertenecido a ese círculo alguna vez.
Además en la web especificaba que vivía en Japón. Su madre no tenía ni idea de ninguna palabra en japonés, nada de sus costumbres. A veces ella y su hermana veían series en japonés y su jamás había hecho el ademán de entender ninguna palabra. Si era su hija significaba que había sido una aventura de una noche, pero eso contradecía a su padre, quien decía que su madre lo había amado profundamente. Madeleine o Lys, como la llamaban sus amigos cercanos, no podía haberse enamorado de esa manera de una aventura de una noche.
Siguió leyendo la información relacionada a su situación sentimental.
Divorciado. De su ex esposa solo aparecía el nombre. Riannette Whitehall. Nunca había escuchado ese nombre antes.
Decía que tras el matrimonio fallido de seis meses no se había vuelto a casar, aunque se le relacionaba frecuentemente con modelos inglesas.
No tenía hijos. Su fortuna pasaría a manos de su hermano y sobrinos, Hiromi y Kaito Taisho.
Cambio el buscador a Kaito Taisho. El perfil estaba como privado.
Ahora busco a Hiromi. Bingo. La chica tenía un perfil activo, influencer. El problema era que no entendía ni papas el japonés.
Sesshomaru no aparecia en ninguno de sus videos.
Desistió de ella y busco está vez a Riannette Whitehall, el mismo resultado que para Sesshomaru apareció. Nada.
O eso pensaba.
Apareció un enlace a una universidad.
La galería de esta universidad era de Londres. Tenía un cuadro con su nombre y el autor era nada menos que Philip Taylor. Clickeo en el enlace que llevaba a la foto. Era su madre. Madeleine.
Riannette era su verdadero nombre y Philip también lo sabía.
— ¿Que se siente estar a un día de tu jubilación?
El hombre cascarrabias la ignoró.
—Deberias dejar de jugar y hacer caso jovencita, ser la asistente del Sr Sesshomaru no es una tarea fácil de realizar.
—Tengo tiempo siendo su asistente, por si se te olvida — la joven lo siguió por la sala.
—No, siempre has tenido mi ayuda, por eso te ha resultado fácil .
—Tonterias —replico la joven
Jaken se lamentaba su vejez. No estaba complacido con su retiro y menos con dejar a su jefe en manos de una jovencita inexperta, por muy su sobrina que fuese.
—Estos bancos serán míos algún día.
—Y del joven Kaito— le recordó el anciano .
—Si y de mi hermano al que solo le interesa el hospital de madre.
— Te entregaré la clave del correo personal del señor —los ojos de la joven se iluminaron al recibir la noticia.
Hiromi, emocionada, lo abrió enseguida en su celular.
—Tiene que decirme que es importante y que no — le dijo al navegar por la bandeja de entrada.
—Todo es importante mocosa, solo unas cuantas personas poseen esa dirección, cualquier mensaje es de vital importancia.
—¿Incluso una invitación a un concierto?
El anciano ladeo la cabeza y echo a la joven a un lado.
La invitación estaba en inglés.
Clasical Music Concert
Eugene O'Neill Theater
New York
25-03
19:00
Organizado por Phillip Taylor y dedicado a su esposa Madeleine Lys Taylor bajo el nombre de.
Sonata de Placer y Venganza.
— Es dentro de 5 horas, piden que confirmemos la asistencia.
—¿Cu- cu- cuando enviaron esa invitación?
—Ayer, es imposible que llegue. Borremoslo.
— NO — chillo el anciano—. Si puede llegar, en Nueva York aún es de madrugada. Hay que avisale al Sr Sesshomaru de inmediato.
— Lo llamaré para decirle — respondió de mala gana.
—¿Defieme qué?
-*'
Towa había esperado exactamente 24h a que su correo fuese respondió.
¿Porque no había abierto la carta antes? Así habría tenido más tiempo de buscar a esta persona .
Decidida a cumplir con el último deseo de su padre, cogió sus cosas y fue hasta el aeropuerto. Si todo salía bien, tendría tiempo suficiente para ir y volver antes del concierto
—¿No piensa ir?
La pregunta de Jaken resonaba en su mente. Por qué Taylor le había enviado una invitación al concierto dedicado a su esposa. Que tenía el que ver con ellos.
— ¿Irás a un concierto? Hace mucho tiempo que no vamos a uno — su cuñada había interrumpido.
Está era una cena para despedir el último Ia de trabajo de Jaken, cualquier otra cosa quedaría para otro día.
— No lo creo. Es en el otro lado del mundo.
—Nueva York — dijo Inuyasha.
—Solo es un pase para una persona madre —agregó Hiromi.
—Entiendo
— Lo que sea — mencionó su sobrina —. Busqué en la web. Dice que falleció hace tres meses, por lo que no es una invitación del tal Phillip. Era profesor de historia del arte de la universidad de las artes de Nueva York. Todo el gremio universitario ha sido invitado.
Eso concordaba con lo que recordaba del sujeto, aunque si había cierta sorpresa en que no continuase con su carrera de pintor.
—Un momento, ese Philip es el mismo que hizo la pintura de.. —Kagome le dio un codazo. Ese nombre estaba prohibido en esa casa —... Ella.
Inuyasha estaba pensando lo mismo que él.
¿Podría ser ella la responsable de esa invitación?
Al correo donde había llegado era antiguo y personal, ella definitivamente lo conocería. Pero también tenía su número de teléfono, a pesar de que tenía un número de teléfono nuevo, no se había deshecho del anterior, ese seguía activo y lo revisaba cada tanto. Ella nunca le había escrito ni llamado.
¿Porque ahora Philip lo invitaba a su concierto?
¿Asistiria ella?
¿Quien le había enviado esa invitación?
—¿Que más dice ? — escucho a su cuñada preguntar.
— No dice mucho más, solo menciona el nombre de su esposa Madeleine y que tiene dos hijas — respondió su sobrina.
Dos, había tenido otra.
—Disculpen — la Sra Kaede se asomaba desde la puerta —. Se que están en la cena, pero, hace un rato llegó una jovencita que dice querer verlo.
—¿A quien quiere ver ?—inquirio Jaken
—Al señor Sesshomaru.
— ¿Quien es, su nombre?— continuó Jaken.
—Dice llamarse Towa — respondió Kaede alterada de los nervios.
Ese nombre.
—No conocemos a nadie con ese nombre. ¿Como es posible que dejen entrar a toda clase de personas a esta casa? Dile que vuelva otro día.
—Dile que se retire.
No quería siquiera pensar en conocer a esa niña.
—Sesshonaru — abogó Inuyasha por la chica —puedes solo ver qué quiere.
— No.
Kaede lo miró mortificada .
— Sr. La joven dice que no se irá hasta que hable con ella.
— ¿Donde esta ? — inquirió.
—En el gran salón.
Sesshomaru se levantó dispuesto a decirle que se fuera. Y otras cosas...
Y entonces la vio.
La jovencita se le había escqabullido a Hojo y había entrado en el comedor.
Sus expresivos ojos habían hecho contacto con los suyos, una ola de reconocimiento lo invadió. Se sentía como si hubiese conocido a esta chica de toda la vida.
Esa forma del mentón, la nariz, la redondez de sus labios. La había visto antes o era solo si imaginación.
— Yo... Yo... Siento mucho interrumpir— pronunció nerviosa en inglés con acento claramente americano —. Es que necesito hablar con Sesshomaru — declaró, con los puños apretados.
Esos ojos. Avellana clara. Se parecían a los de Hiromi. Si tuviera el cabello más largo y oscuro se parecería a su sobrina. En cambio llevaba el cabello corto y de un color que le quitaba la respiración. Igual al suyo. Plateado.
—¿Que quieres? — jacken, sin lentes, había preguntado.
La jovencita apretó más los puños.
— Hablar con Sesshomaru.
—Jovencita irrespetuosa, como vienes a esta casa a interrumpir y a hablar sin la más mínima muestra de respeto — Jaken estaba indignado.
— Towa — pronunció Kagome —. ¿Ese tu nombre? — se había levantado para cruzar el comedor y situarse a su lado.
Towa asintió. Los cálidos brazos de la mujer le infundieron calma.
— Cariño llevemosla a una sala más privada — Kagome le habló a su esposo.
—Vayamos al estudio — le respondió Inuyasha.
— Te esperaremos allí, tomate tu tiempo — esto se lo dijo a su cuñado. Eran pocas las veces en las que lo veía no saber que hacer. Está era una de ellas.
El estudio era del tamaño de la sala y cocina de su casa. Le había agradado la idea de un salón pequeño, pero ya había sabido en cuanto vio la fachada de la casa que allí nada sería pequeño ni sencillo.
Bebió un poco de agua que la mujer le había ofrecido.
—Soy Kagome y él es Inuyasha, es el hermano menor de Sesshomaru. Sesshomaru es..
—Quien estaba en la cabecera de la mesa.
—Si, aveces es un poco... difícil.
Inuyasha bufó.
—Aveces siempre.
—¿Ya comiste? — Towa asintió —¿Quieres darte un baño?
—No tengo tiempo para eso. Debo regresar a Nueva York en el vuelo de las 7:55.
Inuyasha miro su reloj.
— Son las 7:20 tendrías que estar abordando ya si es que quieres irte.
Towa tembló, por eso debería de estar hablando en este momento con Sesshomaru y no con ellos dos.
—Estoy segura de que algo podrá hacerce si pierdes el vuelo. Inuyasha trata de ser de ayuda y ve a hablar con tu hermano, dile que Towa sólo va a decir lo que tiene que decir y se irá.
Sin embargo no fue necesario. Sesshomaru había entrado al estudio y cerrado la puerta tras de él.
—Si está tan apurada pudo venir otro día — se sentó justo frente a ella.
Kagome puso su mano sobre la mano temblorosa de ella. Como era posible que una desconocida le transmitiera esa enorme cantidad de tranquilidad.
—La estás asustando — regaño a su cuñado —. Vamos Towa. ¿Quieres hablar a solas con el o prefieres que nos quedemos?
La idea de quedarse a solas la aterró. Esto no era como se lo había imaginado, además sus reacciones eran naturales, una desconocida irrumpía su casa con exigencias. Y ahora ella le iba a decir que era su hija. ¿Le creería?
—Quedense.
— Como lo desees. Dinos Towa, porque has venido desde nueva York a hablar con Sesshomaru.
La mención de la ciudad americana hizo que Sesshomaru se inclinase hacia adelante.
No quería escuchar lo que ella tenía que decirle, no quería mirarla a los ojos, ni ver cuánto su expresión le recordaba a ella. No quería ni siquiera en pensar la posibilidad de que lo que estaba soapechando fuese cierto.
Su cuerpo estaba helado, la sangre fría parecía estancada, estaba conteniendo la respiración, expectante a las palabras de la joven.
—Eres un tonto, no podemos tener tantos hijos.
—Si, tendremos seis.
—Imposible.
—Dudas de mi capacidad.
—No, dudo de la mía.
Él había sonreído.
—Te verás hermosa embarazada.
—Me pondré gorda.
—Mas de ti para mí — la había besado hasta que no quedarán dudas de su amor por ella.
—¿Como quieres que se llame?
— Towa.
—Un nombre en japonés.
—Significa para siempre, eternidad. Lo mismo que durará mi amor por ti.
Towa decidió comenzar respondiendo la pregunta que Kagome le había hecho.
—Vine porque el Sr Sesshomaru no respondió el mail que le envié — decidió utilizar la formalidad para no verse grosera. En algún lugar había leído que a los japoneses le importaba mucho el respeto y las jerarquías —. Era una invitación a un concierto, ese es el motivo por el que debo regresar al aeropuerto tan pronto como pueda.
—Viniste desde tan lejos solo a invitarlo a un concierto —bufo Inuyasha que permanecía parado detrás del asiento de su hermano.
— Fue el último deseo de mi padre. Philip Taylor. Porque aunque mi sangre no corría por sus venas, toda mi vida me trató como si fuese su verdadera hija.
Sesshomaru tragó en seco. Cerro los ojos por un segundo y luego la miró. Todas sus heridas parecieron abrirse.
—¿Sabes quién es tu padre?— Kagome preguntó. Aunque todos en la sala sabían la respuesta.
Towa asintió.
—Antes de morír, él me dio una carta, me dijo que la abriese después de su muerte —los ojos de Towa habían comenzado a llenarse de lágrimas, Kagome le dio un leve apretón en su mano para que continuara—. Yo no tuve el valor de abrirla hasta hace tres días. Si lo hubiese hecho antes tal vez habria tenido más tiempo, habrías podido...
—El hubiera no existe — la interrumpió Sesshomaru —. No te lamentes de cosas que ya no puedes cambiar.
Towa lo miro, su tono de voz habia cambiado, ya no era tan arisco como hace unos minutos.
— Él me dijo que quería que estuvieras en su concierto, dijo que la sonata también te pertenecía.
La Sonata de placer y venganza. Esas palabras las había plasmado ella en la nota que le dejó. La primera y única vez que le había hecho el amor como Kamui.
—¿Es Sesshomaru tu padre?— Kagome preguntó.
—Si.
Era su hija. Suya. Towa, la eternidad de su amor. Le había colocado él nombre que él había elegido. Se había llevado con ella una parte suya. Una parte pura y sin corromper. Había vivido con una parte suya y él no había tenido nada de ella. Nada mas que un último beso.
¿Que habría hecho de haberlo sabido? ¿Como no se había dado cuenta de que Taylor se había casado con ella ? ¿Por qué no lo había buscado en cuanto se dio cuenta de que estaba embarazada? ¿Por qué había destruido ese maldito sobre?
La respuesta era simple, ya no lo amaba. Él mismo se había encargado de conseguir todo su odio.
—Madeleine es Rin — repuso Inuyasha.
—Creo que sí. Cuando busque su nombre decía que había estado casado con Riannette Whitehall, la busque y aparecío un cuadro que mi padre, que mi padre, Philip, había pintado. Era mi madre.
—¿Ella sabe que estás aquí?— inquirió Sesshomaru. Ella, seguía sin ser capaz de pronunciar su nombre.
—No, solo le dije que iba a hacer un último encargo de mi padre.
Por supuesto que no lo sabía. Ella había desaparecido de su vida con la intención de no volver nunca.
—Decidi venir a buscarlo por las palabras que mi padre escribió. ¿Me equivoqué al venir?
—Towa, cariño, hiciste lo correcto — aseguro Kagome.
—Si eres mi hija tendrás mi apellido y todo lo eso conlleva.
Kagome casi lo fulmina con la mirada.
—No vine por un apellido — Towa se levantó —. No vine por dinero, o por lo que sea que pienses. Solo estoy aquí porque mi padre dijo que te concedía su asiento. Yo me hice la tonta idea de que tal vez aún la amabas y que podrías apoyarla. Veo que me equivoqué.
Towa salió disparada hacia la puerta.
—No.
Sesshomaru le había cortado el paso y ahora estaba parado frente a ella. Era incluso más intimidante de esa manera.
—No quise ofenderte — se pasó una mano por la cabeza y se masajeó las sienes —. Me acabo de enterar que tengo una hija de 18 años — él que supiera su edad la sorprendió —. No puedes tener más de eso.
Towa asintió.
— Hace una hora no sabía que existías, no sabía siquiera si tú madre estaba con vida. Ella... ¿Está bien?
—Esta triste.
—No, no llores— le acarició la mejilla para limpiar la última lágrima que habia brotado. Towa se quedó quieta—. Te pareces mucho a ella.
—¿Aún la quieres? ¿ Vas a ir al concierto?
— Por lo pronto tengo que llevarte al Eugene O'Neill antes de las 7.
Kagome e Inuyasha habían abordado el avión privado con ellos. Por supuesto, el vuelo comercial la había dejado. Sesshomaru ni siquiera hizo el intento de llegar al aeropuerto internacional de Tokio . En cambio se habían ido a uno privado, donde los esperaban para despegar.
Kagome e Inuyasha habían abordado el avión privado con ellos. Por supuesto, el vuelo comercial la había dejado. Sesshomaru ni siquiera hizo el intento de llegar al aeropuerto internacional de Tokio . En cambio se habían ido a uno privado, donde los esperaban para despegar.
Kagome se había sentado a su lado.
—Si tienes sueño puedes ir a dormir. Hay dos habitaciones en el fondo.
—Me quedaré aquí.
Sesshomaru se había sentado frente a ellas. Inuyasha en cambio se había ido hacia atrás.
—¿Conociste a mi madre?
—Si, lo hice. No como tu tío , como inuyasha, ellos estudiaron juntos en Londres, eran mejores amigos. Cuando se casó con Sesshomaru vivieron un tiempo en Tokio, allí fue donde nos conocimos.
—Una vez le dije que fuéramos a Londres, me dijo que no le gustaba. Ella trata de discimularlo pero a veces el acento británico se le escapa. Riannette Whitehall es británica.
—Es ella quien debe contarte su historia — declaró Sesshomaru.
En eso estuvo de acuerdo. Era Lys quien tenía contarte su verdad. Porqué le oculto a Sesshomaru y su existencia y porqué se escondió de todos. Tendría más familia, abuelos, tíos, primos.
— ¿Y la tuya?
Sesshomaru resopló.
—No quieres oírla.
—Pero...
—Towa, tu mamá. Rin — pronunció con amargura—, no quiere verme. Le hice daño, mucho daño. Tanto que decidió cruzar el atlántico bajo otro nombre para que no fuese capaz de encontrarla. Créeme que la busque y la encontré.
Aquello era algo que nadie sabía.
—... Mi informante me mostro fotos de ella junto con una carpeta con su nombre actual, su ubicación, trabajo, horarios. No quise abrirlo.
—No sabíamos que la habías encontrado — mencionó Kagome.
— Si, hace poco más de 14 años.
Towa dejo de respirar. Para ese entonces ya vivían con Philip.
—Destrui el archivo completo. ¿Sabes por qué? — ella negó con la cabeza — Rin estaba embarazada.
—De Setsuna.
—Es así como se llama —no había sido una pregunta —. Si hubiese abierto ese archivo, me habría dado cuenta de tu existencia y no hubiese habido absolutamente nada que me impiese ir a buscarte. Me habría enojado Towa, te habria traído conmigo y habría hecho sufrir aún más a tu madre. No abrír ese correo fue la mejor decisión que he tomado en mi vida.
—No estás enojado.
—Estoy molesto, se me quitó la posibilidad de ver crecer a mi hija. Pero no puedo juzgar su decisión. Como te dije no era una buena compañía.
—¿Y ahora?
—Ahora eres libre de decidir cuanto tiempo quieres pasar en América y cuanto en Japón. Eres mi hija y me gustaría que quieras pasar algún tiempo conmigo.
"*"
—Towa dice que está en el lobby legó tarde y no quiso distraernos con su llegada.
—Esta niña. Vayamos con ella.
Rin bajo las escaleras sintiendo una inmensa paz. Philip había sabido como la calmaba la música y este concierto había sido su catarsis.
Setsuna corrió hacia su hermana.
— ¿Donde estabas ? ¿Por qué estás vestida de esa manera?
Towa la ignoró.
—Madre.
—Towa cariño— la recibió con un abrazo, el olor de ese perfume—. Pensé que no vendrías.
Se vio obligada a soltarla cuando un par de personas se acercaron a ellas, les agracieron por su invitación, recordaron algunas anécdotas de Phillip y se retiraron. Después de ellos llegó otro grupo, cuando menos lo supieron, se vieron envueltas en la avalancha de saludos y felicitaciones a sus hijas. Entre profesores, músicos y alumnos. Todos tenían algo que decir y recordar
—Estoy agotada — dijo Setsuna.
—Yo aún más — replicó Towa
Setsuna entrecerró los ojos.
—Llegaste tarde al concierto, no ayudaste con los últimos preparativos. No puedes estar tan cansada como yo — replicó su hermana.
—Estaba siguiendo las directrices de nuestro padre — se excusó.
—¿Que directrices eran esas que te tomaron dos dias ?
— Ir a Japón a buscar a alguien.
Setsuna se llevó las manos a la boca.
—¿A tu padre?
Towa abrió los ojos como platos.
—¿Como?
— Es lógico, mamá y papá son anglosajones aunque lo nieguen el acento a veces los delata. Y tu en cambio tienes rasgos asiáticos. Si fuiste a Asia tiene que ser por tu padre o familia paterna.
Su hermana de 14 años era más lista e intuitiva de lo que pensaba.
—Mama también tiene los ojos como los míos.
—No me repliques. Dime ¿Está aquí?
—No lo sé. No quiso entrar conmigo. Dijo que me esperaría en el auto.
Rin dio gracias al cielo cuando el último de los patrocinantes salió. Por fin estaban solas solo con el personal del teatro a quien les dio las gracias y se despidió.
Sus hijas estaban sentadas fuera de los camerinos.
—¿Terminamos?— inquirió Setsuna a quien noto inquieta.
Towa estaba igual o peor, cuando la había visto en el lobby se había percatado de que algo le pasaba.
—Asi parece. ¿Que opinan de ir a cenar y que Towa nos cuente el motivo de su retraso ? —sugirió Rin.
—De hecho. Mamá, debo contártelo antes de salir.
Rin ladeó la cabeza.
—¿Qué hiciste?— preguntó con alarma.
Towa le entrego la carta que Phillip habia escrito para ella.
Leyo las primeras palabras con una mediana sonrisa.
— Phillip siempre te considero como su hija ¿lo sabes no?
—Si.
—Con respecto a lo otro, es completamente cierto. Ya no miro al pasado con dolor. Ya no hay rastros de heridas en mí. Phillip fue mi bálsamo, mi luz, mi paz. Y cuando tú llegaste — miro a Setsuna —, supe que los cuatro podríamos ser una familia. Supe que podía dejar de huír. Me di cuenta que podía vivir sin la sombra del pasado. Ame, Amo — se corrigió — a Philip con todo mi corazón, espero haberselo demostrado. Tu padre — le hablo a Towa—. Fue un amor puro que se tiño de mentiras y venganza. No había forma de salvarlo. Yo no pretendo que entiendas el por qué le oculte tu existencia o por qué desaparecí como lo hice.
—Pero lo hago. Te entiendo. Él me explico porque lo hiciste.
La nota tembló en sus manos, Towa lo había buscado.
—¿Que te dijo ?— no era necesario que le aclase a quien se refería.
— Me dijo que si hubiese sabido de mi existencia me habría llevado con él y entre otras cosas eso te habría hecho sufrir aún más. Dijo que te fuiste porque él te causo mucha daño.
—Solo eso.
—El sabía de Setsuna — Towa consideró eso importante.
—¿Como?
De todas las cosas que Towa podría haberle dicho, está es la nunca se hubiera esperado.
— Alguien a quien contrato te encontró. Le mostró un par de fotos tuyas embarazada. Dijo que sólo vio las primeras fotos y luego eliminó todo lo demás porque descubrió que eras feliz.
Rin dejo escapar todo el aire, tanto tiempo con miedo de encontrárselo y el la había encontrado y decidido dejarla tranquila. No sabía porque aquello le producía un deje de decepción.
—Fuiste a Japón, supongo — pronunció con serenidad.
La jovencita asintió.
—Fui porque no respondió a la invitación del concierto.
—Esta aquí — concluyó.
—Dijo que esperaría en el auto. Inuyasha y su esposa también vinieron.
Rin suspiró, sabía que ese momento tarde o temprano llegaría. Levantó la mirada y allí estaba, parado al final del pasillo, su primer amor, su primer tormento , su más grande alegría y más grande desdicha. Mil momentos vinieron a su mente, millones de palabras y centenares de besos. Su piel recordó cada caricia, cada rocé. Su olor, su sabor...
—Ahora entiendo porque eres tan alta — el comentario de Setsuna a su hermana la había devuelto a la realidad.
Ella era incapaz de hablar.
—Rin —pronunció él.
—Sesshomaru — respondió ella.
— Te ves hermosa.
—Tu te cortaste el cabello — fue lo único que se le ocurrió decir. La larga melena había desaparecido y ahora llevaba el cabello corto.
—El cabello largo ya no va con mi edad.
Silencio.
—Ella es Setsuna — repuso al percatarse de que él estaba observando a su hija menor—. A Towa me parece que ya la conoces — él se había quedado fijamente observandolas—. Yo... Lamento no
—No. No te disculpes. La decisión que tomaste, fue la correcta. Es solo que, es igual a tí.
Setsuna era igual a ella, su cabello negro, sus ojos del mismo color. De baja estatura. Ver a Setsuna era verse en el espejo de hace más de 20 años.
—Ya nos lo han dicho — repuso Setsuna —. Towa es igual a tí.
—¿Tuviste la oportunidad de escuchar el concierto? —pregunto Towa.
—Si. Las piezas...
Rin supó lo que quiso decir, cada pieza fue un momento de su historia.
—Igual para mí.
Cada pieza del concierto había estado reprentada por un capítulo de su vida. Las había sentido todas y cada una de ellas.
Towa miro a su teléfono.
—Es hora de irnos.
Los cuatro caminaron en silencio hacia la salida. Sus hijas la tomaron cada una de un brazo. Sesshomaru había salido detrás de ellas.
Este era el final.
La sonata al fin había terminado.
De ahora en adelante quizás podrían ser amigos lejanos, tal vez se comunicarían de vez en cuando para hablar sobre Towa. Quizás su hija decidiera pasar una temporada en Japón. Tal vez Setsuna se uniera a su viaje.
En su futuro podría crear su propia galería. Ahora que podia salir del anonimato un montón de posibilidades se abrían a su paso.
Y entonces una pregunta salió de los labios de Sesshomaru.
—¿Quieres un chocolate?
Espero que está historia les haya gustado. Gracias por llegar hasta aquí. Gracias a quienes me acompañaron desde el principio y a quienes se unieron en el camino.
La sonata finalmente concluyó.
Mil gracias de nuevo.
Sum
