Anteriormente:
-Saca tu teléfono.-ordenó-quiero que tengas mi número personal.-
Esa frase me descolocó, ruborizándome hasta las orejas. Entre el manojo de nervios, saqué mi teléfono móvil y se lo extendí. Con un agarre seguro lo tomó y comenzó a escribir en él.
-¿H-hay algún m-motivo en particular?-
Externé. Que tonta, claro que lo había...era mi psiquiatra y yo un ente psicótico en emergencia.
-La verdad sí…- pausó-Me recuerdas mucho a alguien que solía conocer.-
Mis latidos retumbaron en mi caja torácica por la respuesta que no me esperaba para nada. Lo vi con los ojos abiertos como platos y balbuceé un par de monosílabos inentendibles.
Él sonrió y me regresó mi teléfono.
-En ese número contesto más rápido, puedes enviarme también un texto si te sientes mal. Nunca lo olvides, no estás sola.-
Agradecí nerviosamente y me bajé del auto, cerré la puerta suavemente para evitar dañar el precioso vehículo.
Inspiré.
Ya no estaba sola, y que mejor, tampoco estaba mal acompañada.
¿Acaso esa no era una buena razón para vivir?
Me removí entre las sábanas, desprendiendo un poco del olor a suavizante que impregnaba la delicada tela satinada. Los rayos del sol se hacían presentes mediante pequeños destellos que las persianas permitían escapar, reflectando en mi piel blanquecina.
Abrí los ojos despacio, con pesadez; me costó separar las pestañas que estaban pegosteadas por legañas, solo de los vértices. Percibí tener los párpados hinchados como el día que desperté en el hospital, entumecidos.
Me sentía con resaca, o creía sentir eso. Jamás me había embriagado…o bueno. Una vez lo hice, pero terminé perdiendo la consciencia, ¿black out le llamó Kiba? Nunca aprendí a beber.
Me llegó en un milisegundo la imagen del rostro de Kiba. Abrí los ojos nuevamente, al són de una punzada en el corazón.
Mejor no voy. ¿A qué voy?, no me encuentro bien.
Sacudí mi cabeza.
Voy a ir. No puedo ser codescendiente conmigo toda la vida, ya no.
El sentimiento que me acompañó mientras me incorporaba de la cama, por primera vez no fue tristeza o vergüenza. Me sentía molesta, inundada de una sensación de rechazo y pesimismo.
Agradecí el gesto de mi hermano, con un poco de vergüenza, al apoyarme a descender del auto. Internamente agradecí también que el día de ayer nadie hubiese notado mi escapada, porque se hubiera añadido a la lista de estupideces inconscientes que hacen que mi familia se preocupe.
Es verdad que Neji era muy sobreprotector conmigo, sin embargo, realmente cercanos no éramos. ¿Qué sabía yo de sus logros o aspiraciones? ¿de sus sentimientos? Lo mismo que el sabía de los míos: un poco más que nada; afortunadamente así, por diferentes lenguajes del amor, nos hacíamos saber que nos queríamos.
Se volvió al vehículo, cerro la puerta con firmeza y asintió como despedida antes de ponerse en marcha. Me quede un momento mirando los pastizales prolijamente recortados de la entrada frontal de la universidad; el ambiente olía a sol, a lo que huelen las sabanas después de colgarse al aire libre, a lo que olería el verano si tuviera un aroma.
Los alumnos pasaban, reían, charlaban; algunos caminaban con prisa para ganar unos minutos antes del inicio de las clases. Diminutas mosquillas volaban cerca de los arbustos, los autos circulaban por la avenida.
Miré mis uñas, que aún conservaban el esmalte ahora un poco maltrecho que supongo mamá me había arreglado durante mi estancia intrahospitalaria. Sonreí, melancólica.
Que pequeña era mi existencia comparada con el mundo gigante, con la perfecta creación. Nada de eso se iba a detener si yo me hubiese ido.
Suspiré, con la mente un poco más en calma, y emprendí mi camino al interior del edificio.
Mi mente estaba en blanco cuando mi mirada conectó por un milisegundo con los ojos de una chica, con la que no había cruzado palabra jamás pero me era conocida, pues habíamos compartido un par de veces clases. Al contacto visual, ella jadeo en voz alta, con sorpresa.
-¡Hinata!- antes de que me diese cuenta, la chica me había envuelto en un abrazo firme, corto. Se separó de mi. -Que gusto nos da que hayas vuelto, verdaderamente,-volvió a envolverme, de manera más suelta.-nos alegra a todos.-
Me sonrojé ligeramente. Habia estado demasiado inmersa en mi situación personal como para pensar en que probablemente, la gente había notado mi ausencia y que de las especulaciones que se formaron, tal vez alguien hubiese dado en el clavo del por qué había estado hospitalizada.
-G-gracias…Guren.-Su nombre salió con un tinte de duda, queriendo confirmar que le pertenecía a la chica de ojos obsidiana, que aunque siempre me habían parecido intimidantes, ahora me miraban con suavidad, como si tuviese cuidado para no herirme.-Me alegra volver.-
Sonreí amablemente, a lo que ella apretó mis manos en las suyas devolviéndome la sonrisa rápidamente para posteriormente marcharse. Me quedé con un sentimiento de extrañeza después de recibir tanta amabilidad de una casi completa extraña.
Me reproché por mis pensamientos. Ella solo trataba de ser amable.
Pasé la clase de derecho internacional privado, sin leer el ambiente a mi alrededor, concentrada en plasmar todo lo que pudiese en mi libreta con mi bolígrafo de gel con glitter. Quería regularizarme lo más rápido posible para concluir mi último semestre a tiempo.
Sentía de vez en cuando miradas sobre mi espalda, aunque tal vez solo era mi ansiedad; Para ser sincera preferia que fuese una parte del trastorno a qué realmente me estuvisen observando.
A la hora de terminar la sesión, guardé mis útiles en mi bolso y alcé la mirada por primera vez en toda la hora de clase, encontrándome con un par de siluetas conocidas mirándome desde el marco de la puerta.
Vislumbré fugazmente el empaque de mi postrería favorita en sus manos y se me aguaron los ojos. Sentía mucha vergüenza.
Percibí como se acercaban a mi mientras yo me escondía detrás de mi flequillo. Dejaron sobre mi banco el pequeño domo de cartón blanco, con el nombre de la tienda en color cereza y un precioso lazo azul cielo adornándola; dentro, lo que parecía ser una tarta de chocolate con pistache, -mi favorita-.
Alcé los ojos, rogando porque todo el parpadeo que había hecho segundos antes hubiera logrado disipar mis lágrimas, solo para encontrarme con los ojos ligeramente brillantes de Temari frente a mi, francamente avergonzados.
-Disculpame, Hina. Fui una idiota desconsiderada.-
Negué con la cabeza, permitiendo que se derramara una lágrima de mi ojo izquierdo. Me estaba conteníendo todo lo que podía para no berrear en público y poner más en evidencia mi lábil estado mental. Sentía que mis mejillas ardían.
Me tomó de la mano Tenten, que estaba junto a ella con un semblante enternecido. Les sonreí apretando los labios.
-Disculpame a mí, por no poder c-controlarme.-
Al momento que la frase salió de mi boca, supe que ellas no sabrían que también me refería a lo que me había dejado en el hospital; aquello que no queria mencionar por su nombre. Me vieron con lo que interpreté como compasión, para no pensar en la palabra lástima. Tal vez yo misma era la que me tenía lástima e interpretaba lo mismo para todos hacía mi persona.
-¿L-lo comemos afuera?- pregunté, con un tono ligeramente más animado. Ambas asintieron contentas.
La mañana había transcurrido tranquila, en lo que habíamos degustado el postre Tenten y Temari me habían confesado que la versión oficial en la universidad era que había sido víctima de un atropello que me dejó malherida, y por ello varios desconocidos o poco conocidos me habían tratado tan amablemente.
Historia que si me preguntan, carecía un poco de coherencia pues no solía salir de casa y cuando lo hacía, lo hacía en mi vehículo por lo que no era muy probable que me atropellasen. Pero probablemente nadie se pondría a darle tantas vueltas como yo.
¿Pensamientos obsesivos, no? Eso me había dicho la doctora Tomoki. Vislumbré en mi mente la piel tersa adornada de diminutos y casi imperceptibles vellos delicados del cuello del doctor Uchiha, que se engrosaban haciendose más oscuros sobre su barbilla. Perfectamente recortados.
-…Me recuerdas a alguien que solía conocer.-
Su voz grave retumbó en mi cabeza, y me descubrí apenada. ¿Era profesional decirle algo así a tus pacientes?
Mi teléfono sonó en forma de notificación. Lo tomé y se aceleró mi corazón antes de voltearlo, como si fuese una clase de presentimiento.
"Mamá móvil: Hina soy hana m prestas tu i pad,. Gras iaaas te kiero."
Sonreí de manera genuina por primera vez en varias horas. Mi hermana menor era brillante, pero tenía pésima ortografía cuando escribía en las redes. Según ella, eso en su generación era "cool"
Me guardé el teléfono en el bolsillo trasero de mis pantalones y tomé el iPad para llevárselo a mi hermanita.
Bajé las escaleras con rapidez, balanceandome en las puntas de mis pies que solo estaban cubiertas con calcetines. Se comenzaba a vislumbrar el panorama amplio de la iluminada sala de estar de la casa. Noté como se abrían paso a mi visión dos tazas sobre la mesa de cristal del centro, así como dos pares de jeans sentados en el sofá.
En cuanto llegué abajo, muy tarde como para regresar y calzarme zapatos para verme más presentable, me encontré con los ojos grisáceos de mi hermano clavados en los míos. Junto a ellos, un par de oscuros ojos almendrados de semblante tranquilo me miraban también.
Observé sus marcadas facciones, sus orejas perforadas y su lacio cabello recogido en una cola de caballo. Me sonrió con hospitalidad, como si me dejara ver que no le molestaba mi presencia en calcetines que acababa de interrumpir su conversación.
-Ha pasado tiempo, Hinata.-
Sentí mis mejillas ligeramente tibias y asentí con una sonrisa sutil, pero genuina; Shikamaru siempre había sido amigo cercano de mi hermano, desde que eramos pequeños; a medida que había transcurrido el tiempo, se había convertido en un hombre sereno, formal y profesionista, con esa inteligencia que lo caracterizaba siempre intacta, por lo que comprendía que mi hermano y él se entendieran de maravilla.
Increible que siendo una persona tan completa, fuese amigo de…
Sentí como si me hubieran golpeado la boca del estómago y las nauseas inmediatamente se apoderaron de mi cuerpo; Corrió una ya bien conocida electricidad por mi espalda y percibí como mi saliva se espesaba siendo más dificil de tragar.
-S-si me disculpan…-
Caminé rapido al baño, tratando de que no fuese lo suficiente como para levantar sospechas.
Inmediatamente cerré la puerta tras de mi y puse el seguro, recargando el iPad sobre la tapa cerrada del escusado. Recargué mis manos sobre el lavamanos y seguido de una inevitable arcada que me generó dolor en mis heridas del abdomen, escupí franca saliva, clavando mis ojos en el grifo de metal que me devolvía mi reflejo distorsionado.
Levanté mi mirada, temblorosa por encontrarme con mi reflejo en el espejo y cerré los ojos por inercia. Me dolía mirarme, me avergonzaba.
Sacudí la cabeza y con un suspiro, me armé de valor para encontrarme conmigo misma.
Hebras de mi cabello negro caían como cascada sobre mis hombros descubiertos, reflejando azul, tan lacias y brillantes como eran las de mi madre. Mi flequillo reposaba sobre mis cejas, grácil. Mis ojos grandes, ahora fruncidos por el miedo y ahogados por las lágrimas, dejaban ver un poco el color grisaceo claro, con un peculiar reflejo lila que no había visto fuera de los que llevaban mi apellido. Mi nariz pequeña y respingada, tatuada naturalmente con un centenar de pecas, estaba enrojecida y humeda, conectando un hilillo de moco transparente que caía por mi arco de cupido, con mis labios rosados y carnosos.
Por primera vez, veía alguien bonita mirándome de frente. Tenía ganas de abrazar ese reflejo, a esa mujer delicada y femenina que me miraba de vuelta, decirle que valía la pena una y otra vez. Cerré mis ojos con coraje, las lágrimas caían sin parar sobre mis manos y el lavabo.
Me pedí perdón frenéticamente por todas las veces que permití que ese hombre me hiciese sentir fea, cotidiana, sin valor, sin ninguna caracteristica sobresaliente. Por todas las veces que permití que me hiciera "bromas" que sepultaban mi autoestima, que me ignorara, que me violentara de una y mil maneras. Incluso cuando lo hizo la primera vez y jamás pude hacer que parara.
Por todas las veces que cedí, y por lo mucho que envenenó mi consciencia al punto de terminar odiándome, culpándome y despreciándome justo como él lo hacía. Tanto que quise erradicarme de este mundo.
Me quise matar, me quise morir. Esas eran las palabras a las que tanto le había huído estas semanas, pero ahora, les hacía frente pisotéandolas.
¿Cómo pude odiar tanto a la única persona que siempre tuve que amar? ¿qué acaso nunca me tuve compasión?
Tocaron la puerta de manera suave, haciendome sobresaltar. Avergonzada, tomé la toalla de manos tratando de borrar mis lágrimas con rapidez como si estuviese escondiendo una escena del crimen. Me di un ultimo vistazo en el espejo esperando que no fuera tan notorio todo lo que había sentido allí adentro por un par de minutos, para finalmente abrir la puerta.
-Quiero hacer pis-
Sonreí temblorosa. Mi hermana hacía un bailecito con urgencia, casi saltando.
-P-pasa Hima.- la pequeña castaña entró y me pasó el iPad insistentemente para poder alzar la tapa del escusado.
Lo tomé y antes de poder retirarme, mi hermana empezó a contarme cosas de la escuela emocionada, sin vergüenza alguna de ella estar haciendo sus necesidades; entendí que no quería que me fuera en ese momento, por lo que solo me volteé para darle privacidad.
¿Me habría extrañado? Agradecí a Dios que era muy pequeña como para entender lo que había pasado, dándome cuenta que era la persona con la que más comoda me sentía en toda esta situación. Sonreí pensando en que ella no me estaba juzgando, por ahora; no hasta que creciera y se diera cuenta de todo mirando en retrospectiva.
En lo que ella continuaba con su alegre verborrea, a veces divagando entre varios temas, agradecí por su inocencia y por su vida. Mi hermana, aunque pequeña, era hermosa e inteligente, era un orgullo para mi verla crecer.
Sentí un toque suave en mi espalda, por lo que volteé, encontrando que ya había terminado. Sus ojos me miraron abiertos, dulces, tenía una gran sonrisa en el rostro.
Apuntó al dispositivo que tenia abrazado sobre mi pecho.
-¡M-manéjalo con cuidado! T-te lo presto 45 minutos…los niños no deben tenerlo mucho tiempo.-advertí con tono paternalista. Sonrió amplio y se fue corriendo hasta perderse en el pasillo.
Decidí, como si fuese un vislumbro de esperanza, que mi vida iba a depender, de ser un ejemplo digno para que mi hermana siempre fuera consciente de su valor. Iba a luchar contra todo y por todo, para dejarle ese legado. Mi vida, anteriormente sin sentido, ahora se iba a tratar de volverme tan fuerte que ella pudiese tomar inspiración de mi para protegerse ante el mundo.
Abruptamente, me sentí invencible, llena de motivación. Tenía algo a que aferrarme ahora.
-¿Pensando mucho?-
Me giré, encontrándome con la sonrisa de lado de Shikamaru. Avergonzada, apagué rápidamente las luces del baño y cerré la puerta tras de mi.
-Vamos por una caminata. Tu hermano fue abducido por tu padre para una junta de negocios del Imperio Hyuga.-
Miraba con profundo interés mis tennis blancos en lo que caminábamos, tratando de no pisar una que otra florecilla que se había desprendido de los arboles que estaban en el parque central de la ciudad.
Un olor penetrante hizo que tuviera comezón en la nariz. Volteé a ver a Shikamaru, que recién había encendido un cigarrillo.
-¿Gustas?- me miró curioso, a lo que negué apenada con las manos. Se rió de manera audible, con un melodioso tono masculino.-Me imaginé, incluso si aceptabas no te daría. Neji me mata.-
Reí sutil por lo verdadero del enunciado, podía imaginar la escena con naturalidad.
Pasamos un momento más recorriendo el lugar en silencio, el intenso sol del mediodía ahora apenas y vislumbraba uno que otro rayo de luz mientras se escondía tras las nubes, conforme daba paso al precioso naranja pincelado del atardecer.
-Hinata-
-¿E-eh?-miré al amigo de mi hermano con curiosidad, me miró de vuelta por el rabillo del ojo.
-No es tu culpa. Nada.-
¿Mi culpa?
-No te traje aquí para sacar al sol los demonios que te acechan, para que sepas. Ni para saber el cuento completo; ni siquiera para preguntarte como estás por que sé que esa respuesta es mucho más compleja de lo que probablemente quieras conversar.- probó su cigarro, inspirando de manera profunda para posteriormente sacar el humo hacia el lado contrario a donde yo estaba.-Solo quiero que sepas, que yo y, basicamente todo el mundo, sabe que no te mereces esto.-
Se detuvo frente a mi y tomó uno de mis hombros con firmeza, cosa que disipó un poco la tristeza que se iba construyendo a medida que hablaba.
-Sería muy problemático de tu parte si pensaras que no me doy cuenta ahora de lo que estaba pasando, porque lo conozcolo suficiente para imaginar de lo que fue capaz para ocasionar todo esto. Y en el momento que tengas la fuerza suficiente y quieras tomar cartas en el asunto, soy tu mano derecha, futura colega.-
Me acercó una tarjeta entre su dedo índice y medio. La tomé con delicadeza.
"Bufete jurídico Nara" leí en el pequeño cartón impreso, mientras sentía mis cejas encorvarse con angustia. Lo miré a él, con un gesto de preocupación combinado con incertidumbre. El asintió tranquilo, corroborándome que todo estaba bien, que todo estaría bien más adelante.
-G-gracias Shikamaru.- enuncié, en un suspiro de lo que quedó de mi voz. Él asintió nuevamente.
-Te llevo a casa, antes de que se haga tarde.-
Caminamos hacia el lugar donde él había aparcado el auto. Me sentía un poco cohibida ya que él y yo nunca habíamos estado solos sin la presencia de Neji, pero agradecí internamente que existiesen personas buenas, entendía que no tenía que temer de una persona tan cercana. Abrí la puerta del copiloto disponiéndome a subir al vehículo, cuando a lo lejos, visualicé una mirada penetrante que se posaba sobre mi.
Al final de la calle se encontraba el Doctor Uchiha, también a punto de subir a su auto. Su elegante gabardina oscura contrastaba con lo pálido de su piel, y lo hacía ver estilizado en conjunto con su alta estatura.
Su mirada se posó un par de segundos en Shikamaru, su expresión parecía tener inconformidad. En cuanto nuestros ojos se encontraron nuevamente, me dirigió una sonrisa sobria y sentí su mirada atenuarse, antes de adentrarse a su vehículo.
Con velocidad, me terminé de incorporar al auto de Shikamaru, abroché torpemente mi cinturón de seguridad y miré de la manera más fija que podía al poste de luz que estaba justo enfrente del parabrisas, haciendo tiempo en lo que mi corazón dejaba de retumbar y se disipaba un poco el calor de mis mejillas.
-Con que Uchiha, eh.- entonó juguetón el castaño mientras ponía el auto en movimiento. Volteé a verlo avergonzada.
-¿L-lo conoces?-
-De toda la vida. ¿Es tu pretendiente?-
Negué de la manera más efusiva que pude sabiendo que todos los colores se me habían subido a la cara. Shikamaru entonó una carcajada.
-¡E-es mi terapeuta!-
-Bueno, eso no está peleado con ser tu pretendiente.-aclaró su garganta.-es un loco, pero un excelente psiquiatra. Bueno, dicen que todos los psiquiatras están locos así que eso hace sentido, si me lo preguntas.-
Negué nuevamente con mi cabeza.
-El doctor Uchiha se me hace bastante e-ecuánime, jamás pensaría en él…como un l-loco.-
-Bueno, debe estarlo un poco para que siendo el psiquiatra legista con el que colaboramos en el bufete, atienda un caso que se sale por completo de su área de trabajo; eso o hay algo, o alguien que le interese lo suficiente como para regresar a la psiquiatría clínica…-
Enmutecí, perdida en la última oración. ¿Yo interesarle? No creo. Mi corazón resonaba en mis oídos, mientras me apretaba la blusa a nivel del pecho con la intención de callarlo, con miedo a que el golpeteo fuese tan fuerte que fuese audible.
En cuestión de minutos, llegamos al frente de mi residencia. Agradecí a Shikamaru por todo y me despedí de él con la mano en lo que se alejaba con su auto bajo la poca luz que quedaba del atardecer.
Introduje la llave de la manera más silenciosa que pude, entrecerrando los ojos en sufrimiento cada que la llave crujia mientras le daba vuelta. Abrí la puerta encontrando directamente la mirada de mi padre sobre mi, quien estaba tomando el té junto a Neji.
-¿Cómo te fue, hija?-
Había cerrado los ojos esperando el regaño por haberme ido sin avisar, por lo que su sereno tono de voz coloreado de un tinte de curiosidad me sorprendió. Abrí mis ojos lentamente y balbuceé un poco antes de encontrar que decir.
-Me comentó Neji que el joven heredero de la familia Nara te invitó a charlar sobre tu futuro como abogada. Es una gran estrategia de negocios que el apellido Hyuga, que está a punto de incurrir contigo en el ambito legal, se uniera al que sería en cambio su mayor rival de no existir la oferta.-
Asentí confundida y volteé a mirar a Neji, quien me veía con complicidad mientras daba un sorbo de té. Shikamaru, como era de esperarse, no había dejado ningún cabo suelto para que pudiese irme sin problemas un rato de la casa.
-A-así es padre. La familia Nara es muy prestigiosa y preparada en el ámbito jurídico y legal, esperemos se llegue a más acuerdos en un futuro cercano.-
Con cada frase que salía de mis labios intentaba con todo mi ser no tartamudear. Mi padre se sonrió, satisfecho, para seguir conversando con Neji; dándome a entender que la charla había terminado.
Subí a mi habitación, me retiré el bolso que llevaba encima y las zapatillas deportivas. Fui a la habitación de mi hermana, quien se encontraba tomando la siesta y le retiré el iPad que reposaba sobre su pecho, para posteriormente cubrirla con su edredón.
Tomé una ducha, me puse la crema especial para las cicatrices con esperanza que a largo plazo difuminara lo más posible la que tenía sobre el inicio de la frente, y antes de quitarme la toalla para cepillar mi cabello, tomé el iPad dispuesta a hacer el ejercicio que me había mandado el doctor. Sin embargo, lo sentí como "trampa" por querer hacerlo digital, por lo que tomé una hoja, un bolígrafo y comencé a escribir.
¡Holaaaaaaaa! Después de mil años.
Increíble como siempre prometo que voy a subir y luego desaparezco por 4 años. La verdad soy una cosa bárbara de irresponsable Diosssssss.
Pero con todo y larga espera, aquí está. Y ahora sí prometo (espero poder cumplirlo) terminarlo algún día, pronto, actualizando sin un intervalo de 4 años de por medio. Bueno, como buen spoiler, el siguiente capítulo ya está escrito muajaja.
Cuando me refería a longfic nunca pensé que iba a hacer esta gatada lol, pero evidentemente las cosas van lentito, sin prisa. Creanme que me encantan los fics descriptivos, por eso le meto luego mucha paja jaja. Disculpenme. También, se que algunas descripciones mentales son repetititvas, pero quiero plasmar un poco de realismo sobre los trastornos, ya que en la vida real son así. Repetitivos, sin descanso, sin cese.
Gracias por su follows y favs a todxs, ahora si que sin dedicatoria en especifico porque pues me desaparecí y no sé nadota jaja.
y respondiendo a reviews:
Yunan WM: Que linda retroalimentación, muchas gracias por agarrarle el sentido a ciertos detalles, eres muy observadorx!. Agradezco tu amabilidad y tu manera de comentar tan acertada y te deseo un excelente mes. Un abrazo.
Azkipi: Realmente que análisis tan bárbaro, jajajajja, andas como el Sasuke leyendo a través de mi almaaaaaa. Siento que en este punto todavia hay misterio, pero mínimo ya está claro que el Kiba era malo malo y que si, Sasuke puede que vea cosas de su propia vida reflejadas en ella! Ahorita está todo enmarañado, pero prometo desglosarlo más adelante poco a poco. Muchas gracias por comentar, te mando un abrazo.
Espero verlos pronto, los quiero!
C.D
