Hola gente, les dejo esta nueva historia que he creado. Recordar que los personajes no me pertenecen y que estos son provenientes del mundo de los mangas y animé de Ranma 1/2. Esto es sin fines de lucro.

Advertencias:

Debo mencionar que esta historia contiene LEMON/SPICY, descubrimiento y situaciones moral y éticamente cuestionables que jamás deberían suceder en la vida real por lo que podría herir susceptibilidades. Es por ello por lo que quiero recordar que todo lo que se lea en esta historia es ficción y al igual que todas las narraciones, busca mantener al lector inmerso en la historia y entretenerlo (espero lograrlo), jamás es la intención que se use como un modelo o aspiración. Finalmente, esta es una historia más o menos larga, y que ya está terminada, así que no tengan el temor de que no la vaya a actualizar.

Sin más, los invito a leer LIBERACIÓN.

Cap 1

—¡Vamos, Ranma! ¿Por qué tienes esa cara de terror? —le preguntó uno de los chicos al lado de Ranma, riendo.

—¡Es cierto! —añadió otro, frunciendo el ceño—. No estás prestando atención al partido. Nuestro equipo está perdiendo, y eso no suele pasar cuando tú estás aquí.

Ranma soltó un suspiro cargado de preocupación y, mirando al suelo, explicó:

—Lo que pasa es que Akane está en clases de cocina. Seguro me hará probar algo que sabe horrible.

—¡Vamos! No puede ser tan malo… —replicó otro chico con una sonrisa burlona—. A mí me encantaría que una chica linda me ofreciera galletas o pasteles de esas clases —añadió, empuñando el puño y mirando al cielo con las mejillas sonrojadas—. Y me encantaría aún más si esa chica fuera la bellísima Akane Tendo —agregó, lanzándole una mirada pícara a Ranma.

Pero los comentarios no lograron apaciguar el temor de Ranma; al contrario, solo lograron irritarlo más. Con una mezcla de frustración y miedo, tomó aire y exclamó en voz alta:

—¡USTEDES NO ENTIENDEN! ¡CUALQUIERA PODRÍA MORIR SI PROBARA UN BOCADO DE LO QUE ELLA COCINA!

...

Precisamente en ese mismo instante, Akane se encontraba en la cocina, mezclando enérgicamente una masa de harina. De repente, un escalofrío le recorrió la espalda, llenándola de un intenso enojo. Era casi como si hubiera escuchado telepáticamente lo que Ranma le decía a sus compañeros, lo que la llevó a amasar con aún más fuerza y rapidez que antes. Sus compañeras la miraban con temor, incluso podían ver el aura enfurecida que emanaba de Akane.

Más tranquila ya, y después de haber terminado de amasar y añadir los últimos ingredientes, puso su creación en el horno mientras pensaba: Ya me estoy cansando de esto. Si esta vez no sabe bien, me daré por vencida. Deberé asumir y aceptar que no tengo habilidades ni talento para esto. Su mano subió hacia su mentón mientras se agachaba para mirar el horno encendido con su pan francés adentro. No luce mal, pero seguro sabe horrible… y aunque tuviera buen sabor, Ranma no querrá comerlo, pensó melancólica. Es un idiota, no sabe todo lo que me esfuerzo.

—¡MALDITO MALAGRADECIDO! —gritó de repente, con los puños cerrados con furia a los lados, llamando la atención de todo el salón. Akane se sonrojó y trató de hacerse la desentendida, como si eso fuera suficiente para disimular su arrebato.

—Mientras se cocina el pan, aprovechen para ordenar y limpiar el salón, niñas —dijo la maestra, a lo que las alumnas respondieron en coro:

—¡SÍIIII!

Cuando sonó el temporizador del horno de Akane, ella sintió el temor apoderarse de ella, logrando captar la atención de sus amigas.

—¿Qué pasa, Akane? —le preguntó Asami mientras se acercaba—. ¿Por qué tienes esa cara?

—Tengo miedo —confesó Akane, con los ojos fijos en el horno—. Tengo miedo de que esto también sepa horrible.

—Akane… —dijo Yuka, quien también se acercó al notar la situación. Le puso una mano en el hombro y le sonrió dulcemente—. No importa si sale mal. Pusiste todo tu esfuerzo y corazón en esto, y si no resulta, ¿qué importa? Sigues intentándolo, no es el fin del mundo…

—¿Es por Ranma, verdad? —agregó Asami, uniéndose a Yuka.

—No digas tonterías… A quién le importa lo que piense ese idiota… —refunfuñó Akane, arrugando la nariz y desviando la mirada.

—No es necesario que nos mientas, Akane. Antes de que apareciera Ranma, tú no tenías el más mínimo interés en la clase de cocina —continuó Yuka—. No te importaba si quedaba bien, mal, bonito o feo; solo lo hacías como cualquier otra tarea escolar. Pero ahora… parece que esta clase se ha convertido en una tortura para ti.

—¡Porque lo es! —dijo Akane, frustrada—. Ranma siempre se burla de cómo cocino, y cada vez que quiero que pruebe algo… solo se escabulle… —Las chicas se miraron asombradas; su amiga finalmente estaba admitiendo que él era, en efecto, el causante de su angustia. Akane, dándose cuenta de lo que acababa de decir, intentó negarlo—. No es que él me importe… es solo que él hace que mis debilidades se vean aún más grandes…

—Akane, no tienes que demostrarle nada —dijo Hiroko con energía—. Solo tienes que ser tú misma. Si a Ranma le gustas, tiene que ser por cómo eres, con tus defectos y virtudes.

—¡¿Y QUIÉN DIJO QUE QUIERO GUSTARLE A RANMA?! —alzó la voz Akane mientras se agachaba para sacar el pan francés del horno. Sus amigas se miraron entre ellas, como si se dijeran telepáticamente: Pero qué terca es… si hace un momento lo había reconocido.

—Las que hayan terminado, dejen enfriar el pan y cámbiense de ropa —interrumpió dulcemente la maestra.

Ya era hora del almuerzo y Akane, junto a su grupo de compañeras, salió del salón de cocina. Los chicos también habían terminado su clase de deportes, así que ambos grupos terminaron cruzándose en el pasillo. Los varones se lanzaron inmediatamente hacia las chicas en busca de un poco de lo que habían cocinado. La escena se convirtió en una especie de espectáculo cómico: los chicos trataban de embaucar a las chicas, mientras que ellas se mostraban difíciles, negociando con ingenio.

Al menos una vez a la semana, tal como ocurría en ese momento, las chicas parecían tener el control total sobre los muchachos. Solo los más guapos, los que intentaban ligar o se comprometían a realizar favores futuros, como hacer una tarea, comprar un helado o reemplazar a alguien en la limpieza, conseguían algo de comida. Aquellos que no tenían una novia entre las compañeras eran los que más tenían que esforzarse, mientras que los que sí tenían una novia a menudo gozaban de un acceso privilegiado a los manjares.

Mientras aquella batalla se desarrollaba, Akane alzó un grito de susto al ser abordada desde atrás por Kuno.

—¡MI DULCE AKANEEEEE! ¡ME HAS TRAÍDO TU COMIDA PARA QUE LA PRUEBE! ¡QUÉ AFORTUNADO SOY!

No terminó la frase cuando Akane y Ranma, quien apareció de la nada, golpearon juntos a Kuno. Él salió volando hacia el cielo, rompiendo parte del techo, mientras gritaba:

—¡TE AMO, AKANE TENDOOOO!

En menos de un segundo, Akane se dio la vuelta para seguir su camino, y a su vez tratando de ignorar a su prometido pero se encontró de bruces a Gosunkugi, quien la miraba muy de cerca con su extraña sonrisa.

—Je, hola, Akane. ¿Cómo estás? —dijo, extendiendo su sonrisa aterradoramente.

—Bi... bien —respondió Akane, aún con el susto visible en su rostro.

—¿Y tú qué quieres, Gosunkugi? —preguntó Ranma, que aún estaba detrás de Akane, con los brazos detrás de la cabeza.

—No te entrometas, Ranma, esto no te incumbe —sentenció Gosunkugi, logrando que Ranma arrugara la nariz y mirara a otro lado.

—Akane... eee, yo... me gustaría probar... ya sabes... lo que cocinaste... esta... mañana —intentó decir el flacucho muchacho, con la voz entrecortada, ruborizado, tocando sus dedos y desviando la mirada hacia abajo.

—Eeeee... —pronunciaba Akane, buscando una excusa rápida en su mente para evitar darle nada al muchacho. No tenía ganas de que nadie probara su seguramente desastrosa creación. Ya había escondido "aquello" en su bolso de escuela, envuelto desprolijamente en un mantel—. Lo siento, Gosunkugi, pero ya se lo di a alguien más —se le ocurrió decir mientras le sonreía nerviosamente.

—¿QUÉÉ? ¿Quién fue la pobre víctima? Ya siento lástima por esa persona —decía el chico de la trenza en tono burlesco, esbozando una sonrisa tenue y malvada hacia Akane. Parecía que estaba esperando una golpiza de su prometida, pero ella solo le lanzó una mirada de enojo que lo dejó helado, haciendo que su sonrisa cambiara de maliciosa a nerviosa.

La cara de decepción de Gosunkugi no se hizo esperar.

—Oh... qué lástima... me hubiera gustado probarlo —manifestó, con evidente desilusión.

—Creo que es lo mejor que pudo haberte pasado, flaco —comentó el chico de ojos azules con una sonrisa irónica.

Las amigas de Akane, al notar la evidente mentira de su amiga y la situación inusual, decidieron intervenir. Sabían perfectamente que Akane no había dado el pan a nadie y que era raro que no estuviera intentando convencer a Ranma para que probara su creación.

—¡Akane, vamos a almorzar! —dijo una de ellas, tomándola del brazo y llevándola hacia el patio. Era el momento de aclarar todo este extraño episodio.

¿A quién le habrá dado Akane lo que cocinó? pensó Ranma mientras observaba cómo su prometida era casi arrastrada por sus amigas. ¿Quién podría estar tan loco para probar algo hecho por Akane?

—¡Ran-chan! —exclamó Ukio con entusiasmo, deteniéndose frente a Ranma con un plato de okonomiyaki—. ¡Adivina qué! Preparé tu platillo favorito. Espero que te guste, lo hice con todo mi corazón. Vamos a comer juntos.

—Emmm, lo siento, Ukio, pero ya había quedado de almorzar con los chicos… tal vez en otra ocasión —respondió Ranma casi automáticamente, distraído con el pensamiento de la posible víctima de la cocina de Akane.

—¡Está bien! No te preocupes, será para otra ocasión —dijo Ukio con una alegría forzada que apenas disimulaba su decepción. No tuvo más remedio que unirse a su grupo de amigas para almorzar con ellas.

Ranma corrió para alcanzar a sus amigos, quienes se habían acomodado en el pasto bajo un árbol que brindaba una amplia sombra. A varios metros de distancia, el grupo de amigas de Akane, también bajo otro árbol, estaba al alcance de la vista. A pesar de la distancia, ambos grupos podían verse claramente, y la pareja de prometidos cayó inconscientemente en un juego de miradas furtivas en busca del otro.

—Oye, Ranma, supimos que Akane le dio lo que preparó en la clase de cocina a otra persona. ¿No es raro? Siempre trata de que tú seas el primero en probar lo que hace. ¿Acaso están peleados nuevamente? —mencionó Hiroshi.

—Es cierto... ¿a quién se lo habrá dado? —añadió Daisuke—. ¿No te causa intriga o celos?

—¿Por qué habría de sentir celos por algo así? —declaró Ranma—. Siento pena por esa pobre persona... Además, ¿a quién le importa lo que haga esa niña fea?

—¿Qué pasa contigo? Akane es una chica muy linda, solo mírala allá donde está sentada. Siento envidia de que seas su prometido —regañó Hiroshi—. Me encantaría tener una cita con ella —dijo mientras se sumergía en sus fantasías.

—Créeme, Akane es una niña odiosa, violenta y fea. Te darías cuenta si vivieras unos días bajo el mismo techo —respondió Ranma mientras probaba su comida de la cafetería.

—Hablando de eso... llevan mucho tiempo de prometidos y viviendo juntos —comentó Hiroshi, con curiosidad—. ¿Nunca ha pasado nada entre ustedes? Si hasta estuvieron a punto de casarse.

—¿Qué quieres decir? —preguntó Ranma, levantando una ceja.

—Ya sabes... ¿Alguna vez se han dicho lo que sienten, se han abrazado, besado...? —dijo Hiroshi con una sonrisa traviesa. Ranma, sorprendido, se atragantó con lo que estaba comiendo.

—¡¿QUÉ?! ¡¿CÓMO SE TE OCURRE?! —exclamó Ranma entre toses, con las mejillas ardiendo de vergüenza.

—Vamos, no te hagas el inocente... Es obvio que te gusta Akane —dijo Daisuke, dándole un empujoncito amistoso—. Es linda, fuerte, y muy decidida. ¿Nunca has pensado en cómo sería estar más cerca de ella? —añadió con una sonrisa cómplice. Ranma sintió un calor incómodo subiendo por su cuello, mientras trataba de calmar el latido acelerado de su corazón. Por suerte, no había nadie cerca para escuchar las tonterías de sus amigos.

—Si que lo has hecho, ¿verdad? —dijo Daisuke mientras le daba un codazo a Ranma—. Ánimo, no tiene nada de malo. Es tu prometida, ¿no? Al fin y al cabo, tienes derecho a imaginarla de todas las formas que quieras.

—Pero, Ranma... —intervino Hiroshi—. ¿Por qué no has avanzado con ella? ¿Será que de verdad no tienes interés en Akane? Eso me cuesta creerlo en verdad.

—No seas tonto, Daisuke. Es evidente que ambos sienten algo por el otro, pero parece que tú, Ranma, le temes a declararte. Cualquiera que no te conociera diría que eres un cobarde —expuso el chico.

—¿¡A QUIÉN LE DICES COBARDE!? —manifestó Ranma, enojado y aún sonrojado.

—Ranma, si no haces nada, difícilmente las cosas mejoren entre ustedes. Los chicos deben tomar la iniciativa en estas cosas. Akane podría aburrirse de ti —dijo Hiroshi con seriedad—. Aunque sea tu prometida, eso no significa que te pertenezca para siempre. Ella podría enamorarse de otra persona, como ese chico Hibiki que siempre la ronda —concluyó.

—Akane puede estar con quien le plazca —se limitó a decir Ranma, estoico. Se quedó pensando unos segundos, hasta que Daisuke intervino nuevamente.

—Ranma, no te preocupes. Tengo algo que podría ayudarte —dijo mientras rebuscaba en su mochila y sacaba una revista—. Mira esto, mi primo me la dio, y creo que podrías sacarle provecho —añadió, extendiendo sigilosamente una revista AV—. Ya la leí, así que te la traje.

—¿¡QUÉEE?! ¡¿Y POR QUÉ NECESITARÍA YO ALGO COMO ESTO?! —exclamó un alterado y aún sonrojado Ranma—. No necesito ni estoy interesado en eso.

—Esto, amigo mío, no son solo imágenes de autosatisfacción —agregó Daisuke con seguridad—. Hay artículos interesantes que ayudan a satisfacer a las mujeres. Contiene técnicas, consejos, posiciones, entre otras cosas esenciales y necesarias.

—No me digas... seguro tú ya has puesto en práctica todo lo que sale allí, ¿no? —dijo Ranma con tono burlesco e incrédulo.

—Pueesss... hace algunos meses estoy saliendo con una chica. Es un completo secreto para la mayoría —aclaró Daisuke con confianza—. No es de esta escuela. Hemos tenido unos cuantos encuentros cuando sus padres no están en casa. Mi primo me dio la revista cuando le conté sobre esta relación, y he puesto en práctica varias cosas desde entonces —remató, sintiéndose orgulloso y con aire de superioridad.

—¿En serio? —cuestionó Ranma, impresionado al descubrir que su amigo tenía una relación de esa índole.

—Wow, ya quisiera tener novia yo también —agregó Hiroshi riendo a carcajadas.

Ranma pensó por un momento y luego declaró con firmeza:

—De todas formas, no necesito una revista AV. Prefiero dedicar mi tiempo libre a entrenar. Además, si Akane llegara a ver esa revista, seguro me mataría. Y no hablemos del caos que podría armarse si los demás en la casa se enteraran —añadió, imaginando el escándalo que podría desatar el maestro Haposai.

Aunque un ligero atisbo de curiosidad por el contenido de la revista cruzó su mente, su orgullo le impidió mostrar el menor interés. Decidió cambiar de tema para evitar más discusiones incómodas.

Mientras tanto, en otro lugar, Akane y sus amigas estaban sentadas en círculo bajo un árbol, preparando sus almuerzos.

—Oye, Akane, nos dimos cuenta de que le mentiste a Gosunkugi y que no le ofreciste tu comida a Ranma como siempre —dijo Yuka, preocupada mientras se servía—. ¿Ha pasado algo?

—Pues... digamos que ya no quiero forzar a Ranma a probar mi comida —respondió Akane, llevando una porción de arroz a la boca con gesto pensativo—. Ya me ha dejado claro que no cocino bien y que no quiere probar nada de lo que hago.

—Ranma es muy cruel contigo —comentó Hiroko—. Siempre te critica, dice que eres fea, tonta, poco femenina, y un montón de cosas más.

—Hiroko... —interrumpió Yuka con un gesto de desaprobación, señalando que el comentario era inapropiado.

—Es verdad, Yuka —dijo Hiroko, insistiendo—. Todos hemos visto lo cruel que puede ser Ranma con Akane. Es una pena que alguien tan guapo y talentoso sea tan arrogante y desagradable.

—¡Oigan, no me importa lo que ese idiota piense de mí! —exclamó Akane, tratando de disimular su molestia.

Sus amigas la miraron con sorpresa, pensando:

¿Por qué miente? ¿Nadie le cree eso? ¿Por qué es tan testaruda? ¿Hasta cuándo va a seguir con esto?

Akane, incómoda, se mantuvo en silencio mientras sentía el peso de las miradas y pensamientos de sus amigas sobre ella.

—Estoy segura de que Ranma se comporta así contigo solo porque le da vergüenza declararse —dijo alegremente Sayuri, ignorando el comentario de Akane.

—Bueno, si ese es el caso, tal vez deberías declararte tú, Akane —sugirió Hiroko, arrugando la nariz—. Podrías acabar envejeciendo y nunca obtener nada de ese hombre.

—Yo he notado que Ranma se comporta de manera diferente con Akane —comentó Asami, observando la conversación con interés.

—¿Te refieres a las otras "prometidas" de Ranma? —preguntó Yuka.

—Sí. Normalmente, Ranma es bastante "amable" con ellas, pero con Akane es otra cosa —explicó Asami—, aunque a veces parece incómodo.

—Es frustrante que Ranma tenga tantas prometidas —dijo Akane, visiblemente molesta, mientras dejaba su comida a un lado—. Siempre están por todas partes, compitiendo por él, y muchas veces me veo envuelta en sus ridículas rivalidades... es agotador —añadió, imaginando cómo sería si Ranma rechazara a todas y la eligiera a ella. Esta idea había estado en su mente durante años, pero nunca parecía hacerse realidad. —Ellas parecen ser mejores que yo en todo —continuó—. Cocinan bien, son lindas, femeninas, y Ranma nunca les ha hecho ningún comentario negativo sobre sus cuerpos, como me hace a mí. Incluso me temo que son mejores luchadoras que yo.

—¡Oh, vamos! la Akane de antes, antes de Ranma, nunca se preocupó por eso. Siempre fuiste la más linda del salón, todos los chicos querían salir contigo —recordó Hiroko con entusiasmo—. ¿No recuerdas cómo se peleaban por ti? No creas lo que ese chico tonto diga sobre ti. Sigues siendo el amor platónico de varios en esta escuela, y Ranma es un idiota si no cree que eres linda.

Al escuchar tal halago, el ánimo de Akane se elevó instantáneamente.

—Em... gracias, chicas —respondió, sonriendo tímidamente.

—Volviendo al tema, Akane, aunque no estoy del todo de acuerdo, quizás sí sea una buena idea que te declares tú misma —dijo Hiroko con seriedad, mientras tomaba los hombros de Akane—. Así podrás confirmar si le gustas a Ranma o no. Y si no le gustas, al menos saldrás de la incertidumbre y podrás buscar a otro muchacho —añadió, guiñándole un ojo—. Te puedo ayudar a conseguir a algún hombre guapo e incluso mayor —se acercó a la oreja de Akane—. Como en los viejos tiempos —susurró, haciendo que Akane recordara al doctor Tofú y provocando el efecto deseado.

—Sabes que eso no tiene sentido —rió Akane, ruborizada por el comentario—. Ranma y yo estamos comprometidos, no puedo estar con nadie más que con él.

—Te equivocas, Akane. Mientras no estés casada, en teoría, podrías estar con quien tú quieras —dijo Sayuri con un tono y sonrisa traviesos—. Además, Ranma no tiene por qué enterarse — concluyó sonriendo coquetamente. Akane solo rió con cierta incomodidad.

Las chicas continuaron su conversación hasta que la hora de almuerzo finalizó y volvieron a clases.

Sonó la campana de salida y los estudiantes comenzaron a abandonar el colegio. Ranma y Akane se dirigían a casa como de costumbre: ella caminaba por la acera, mientras él avanzaba por la cerca que daba al canal. Ambos en silencio, a paso tranquilo. Ranma lanzaba miradas furtivas a Akane, pero ella no parecía muy animada; de hecho, había estado desalentada casi toda la tarde.

Ranma recordó la conversación que había tenido durante el almuerzo. Sabía que Akane y él casi siempre peleaban, pero era la única forma en la que sabía cómo acercarse a ella. Eso le hacía sentir seguro; siempre había contado con que su prometida reaccionaría ante él, especialmente cuando se trataba de enojo. Intentar otro tipo de acercamiento era riesgoso e inexplorado. Quizás sus amigos tenían razón: él realmente era un cobarde. Justamente en ese momento, preferiría verla echando fuego por los ojos a verla tan desanimada.

Bajó la mirada nuevamente hacia ella y mantuvo el enfoque por más tiempo. Akane es una mujer muy atractiva, pensó. Justo en ese momento, Akane levantó la vista y se encontró con la de Ranma, quien desvió rápidamente la mirada hacia el horizonte, tratando de ocultar su rubor.

—Oye Ranma, ya que es viernes, ¿te gustaría ver una película que me recomendó Sayuri? Me prestó el VHS por el fin de semana —dijo Akane, con una sonrisa que devolvió su habitual brillo. Ranma notó el cambio en ella y se sintió aliviado.

—¿Ah, sí? ¿De qué se trata? —preguntó Ranma con interés.

—Me dijo que trata sobre unos universitarios que fueron de excursión a las montañas y algo sobre una cabaña… —respondió Akane.

—¿Acaso no será una película de terror? Tú eres una gallina para esas cosas —Ranma ya sabía las consecuencias para la chica al ver películas de terror—. No podrás dormir nuevamente.

—No soy una gallina —refunfuñó Akane—. Es solo que… algunas escenas lucen muy reales —dijo avergonzada—. Además, todas las chicas ya la han visto y quieren que yo la vea, para así ir juntas a ver la segunda parte al cine.

—Pues bien, ¿qué se le va a hacer? —aceptó Ranma a regañadientes.

Apenas llegaron a la casa, Akane fue a su habitación a cambiarse de ropa. En ese momento recordó el "pan" que había horneado, lo sacó de su bolso y lo inspeccionó. No se ve mal, pensó. Agarró un trozo y lo probó, pero inmediatamente sintió unas increíbles náuseas y tuvo que escupir lo que tenía en la boca. ¡Qué horror! ¿Cómo es que me las arreglo para hacer de algo tan simple algo tan malo? pensó, impresionada de sí misma. Incluso podría apostar que, en vez de mejorar como suele ocurrir con la mayoría de las personas cuando intentan aprender algo, ella solo empeora. Volvió a envolver el pan, pero esta vez sería para botarlo a la basura. No puedo culpar a Ranma por no querer probar mi comida. De cierta forma, tiene razón… y mucha razón, razonó, sin embargo esa realidad solo empeoró la opresión que se había instaurado en su pecho desde esa mañana.

Ranma entró en su habitación para relajarse un rato antes de la cena. Mientras buscaba unos dulces que había comprado y no había podido comer durante el almuerzo, encontró algo inesperado en su bolso: una revista que no reconocía.

—¿Qué es esto? —se preguntó Ranma al descubrir que se trataba de la revista que Daisuke le había mostrado durante la tarde. —¡Maldita sea, Daisuke! —No podía creer que su "amigo" le hubiera metido esa revista en la mochila. Su primer pensamiento fue cómo esconderla hasta poder deshacerse de ella. Miró el reloj y escuchó los sonidos en la casa para asegurarse de que no se acercara nadie. Bueno, parece que tengo algo de tiempo... quizás no esté de más echar un vistazo, ¿no?, razonó para sí tratando de converserse que no habría nada de malo en descubrir lo que fuera que hablara la revista.

La revista mostraba un contenido llamativo, con imágenes aún más sugestivas y varios títulos de artículos que capturaban la atención. Ranma no pudo evitar sentirse intrigado y un tanto excitado ante el despliegue visual. Mientras hojeaba algunas páginas, la creciente estimulación le resultaba difícil de ignorar. Sin embargo, su inmersión en la lectura se vio interrumpida por el llamado que se acercaba de su prometida.

—¡Ranma, ya es hora de cenar! —anunció Akane antes de entrar en la habitación del chico. Ranma, a una velocidad increíble, escondió la revista en uno de los cajones de ropa del mueble que tenía a su lado, sin que Akane se diera cuenta de la maniobra.

—¿Ocurre algo? —preguntó Akane, notando que Ranma parecía exaltado y nervioso.

—¡¿QUÉ?! ¡NO, NADA! —rió Ranma con una sonrisa nerviosa, desvió la mirada para evitar que Akane notara su rostro enrojecido y el bulto evidente.

—…¿Ok? —respondió Akane, algo desconcertada por el comportamiento extraño de Ranma. —Entonces, vamos —añadió, saliendo de la habitación en dirección al comedor.

—Está bien, bajo enseguida —contestó Ranma, esperando a que Akane se alejara para ajustar la revista entre sus ropas y asegurar que no se viera.