Akane se quedó en silencio por un momento, con los ojos llenos de lágrimas y un rostro que no reflejaba una emoción positiva. Ranma sintió una punzada de preocupación al notar que su prometida parecía vacilar, estaba molesta y frustrada cuando desvió la mirada para perder el contacto visual con él.

—N… no tienes que acceder si no quieres… —comentó él, cabizbajo—. Si no deseas, hablaré con nuestros padres y me aseguraré de que te dejen tranquila, que jamás te molesten con este asunto.

Akane soltó su agarre y Ranma se sintió devastado.

—Si no quieres continuar con esto… o conmigo… t… t… tam… también l… lo… entendería —trató de decir, apenas audible, mientras evitaba que las lágrimas cayeran de sus ojos—. Tú decides, haré lo que quieras. Quizás necesitas un tiempo para pensarlo un poco —agregó, levantándose de la camilla decidido a darle un tiempo de tranquilidad a su prometida para que evaluara correctamente lo que quería.

—¿Cómo sé que esta vez no te vas a acobardar o arrepentir? —preguntó Akane, con la voz quebrada interrumpiendo el paso de su prometido—. ¿Cómo sé que no me dejarás nuevamente por una cura para tu maldición o que simplemente me dejarás plantada otra vez?

Ranma sintió el peso de las palabras de Akane y el dolor de las decisiones pasadas. Su corazón se rompió al ver la angustia en sus ojos, sintiendo el abismo entre ellos, un abismo que parecía inquebrantable y doloroso.

—Lo lamento, Akane. Fui un estúpido. No supe reconocer ni aceptar mis sentimientos porque mi orgullo me decía que mostrar emociones me haría débil. Pero ahora me doy cuenta de que lo único que realmente me ha hecho débil es verte en peligro.

—¿Por qué quieres casarte conmigo ahora, Ranma? —preguntó ella, ahora entre la molestia y la desconfianza—. ¿Estás seguro de que no te sientes obligado a hacerlo por compromiso o culpa? ¿Te sientes tan culpable por lo que ocurrió que crees que debes enmendarlo? Tal vez piensas que estás enamorado de mí solo porque me entregué a ti, y las emociones del momento nublan tu juicio. Pero, ¿qué pasará cuando todo vuelva a la normalidad? Es probable que tus sentimientos sean los mismos de siempre y termines completamente arrepentido.

Ranma sintió una punzada en el pecho. El dolor y la ira reflejados en el rostro de Akane le atravesaban profundamente.

—¿Crees que soy un mocoso que no sabe lo que quiere? —escupió Ranma, afectado por las palabras.

—Hace poco más de tres semanas, podría decirse que sí eras un mocoso que no sabía lo que quería. Jamás mostraste interés romántico hacia mí, siempre decías que era fea, marimacho, plana, que mi carácter y cocina son terribles, y ahora ¿te quieres casar conmigo? Nunca te lo hubieras planteado si no hubiese sido porque casi me mata una de tus prometidas y porque ahora toda nuestra familia sabe que estuvimos juntos —exclamó escupiendo rabia—. Tú no te quieres casar conmigo..., solo estás cediendo a la presión.

—¿Cómo puedes decir algo así? —replicó Ranma, molesto y herido—. Siempre supe que me casaría contigo tarde o temprano. No me di cuenta antes de mis sentimientos porque era estúpido y orgulloso. Y perdóname si tuvo que pasar esto para que finalmente pudiera decirlo en voz alta, Akane. Pero no me nació un amor por ti hace un mes; yo te amo desde hace mucho tiempo. No sabes lo que ha sido estar más de tres semanas rogando por tu vida, deseando que hubiera sido yo el que estuviera en tu lugar, con pesadillas cada hora donde morías y yo no podía hacer nada, arrepintiéndome cada minuto que pasé sentado en esa maldita silla, lamentando no haberme casado contigo las otras dos veces que pudimos hacerlo, con la certeza de que si tú perdías la vida, yo no tendría intención de continuar con la mía. —Las lágrimas comenzaron a acumularse en los ojos de Ranma obligándolas a quedarse allí, y su voz se volvió temblorosa.

—Cuando nuestros padres dijeron que debíamos casarnos debido a todo lo que había ocurrido entre nosotros, no podía estar más de acuerdo, pero no fueron ellos los que me impulsaron a tomar esa decisión, había barajado la idea del matrimonio desde que supe que mejorarías y te salvarías. Estoy decidido a casarme contigo porque quiero protegerte, quiero vivir mi vida a tu lado, quiero tener hijas contigo, Akane. Te amo con mi vida y no soporto la idea de casi perderte de nuevo. Por favor... cásate conmigo..., no porque nuestros padres quieran imponerlo, sino porque me amas tanto como yo te amo a ti.

Akane quedó pasmada ante la declaración de Ranma; las lágrimas comenzaron a rodar por sus mejillas, llenas de una mezcla de alegría y temor. Ella también lo amaba, pero la sombra del miedo a ser plantada nuevamente frente al altar la mantenía atrapada en un torbellino de emociones. Pocas personas en el mundo podían decir que se habían quedado con el vestido de novia puesto, y a ella no le había pasado una, sino dos veces. La idea de enfrentar nuevamente el rechazo era aterradora y muy vergonzosa.

—¿Qué es lo que estás pensando, Akane? —preguntó Ranma, su voz llena de preocupación, dolido por el silencio de su prometida que parecía estar evaluando un montón de posibilidades. Su corazón se apretó al ver su angustia.

—Yo... no quiero otra boda fallida, Ranma —respondió ella, sus palabras entrecortadas por los sollozos—. No quiero que me vuelvan a mirar con lástima ni sentir vergüenza de nuevo, tampoco quiero que me vuelvan a mirar tus otras prometidas felices y burlescas por ser una perdedora que no se logró casar contigo, fingiendo que no me importa cuando, por dentro, desearía que la tierra me tragara y no volver a ver a nadie ni que nadie me volviera a ver.

Su voz temblaba, y Ranma sintió cómo la tristeza y el miedo de Akane lo atravesaban como un puñal. Se acercó un poco más, buscando consolarla.

—Entonces… —murmuró Ranma, su mano temblorosa por la osadía de a acariciar suavemente la mejilla de su prometida para limpiar las lágrimas que se deslizaban por su piel, sintiendo algo de alivio por al parecer entender la verdadera preocupación de su compañera—. Si no me equivoco... ¿Tienes miedo de que algo pase durante la boda y no terminemos casándonos?

Akane asintió, dejando que más lágrimas de aquellos recuerdos fluyeran, y él sintió su corazón se romperse aún más al ver su vulnerabilidad.

—Tienes una enorme voluntad y siempre consigues lo que quieres, aunque te cueste trabajo. Pero en esas dos ocasiones no hiciste nada por continuar la boda; dejaste que todo se arruinara. Si realmente hubieras querido casarte conmigo, jamás habrías permitido que nada te lo impidiera.

Tuvo que darle un punto a su prometida; era verdad, pero, ¿quién podría culparlo? Tenían solo 16 años y prácticamente recién comenzaban a conocerse. Ambos eran testarudos, y él siempre había creído que Akane no sentía nada por él, mientras que él mismo se negaba a aceptar sus propios sentimientos. A casi dos años de su primer encuentro y después de todo lo que habían vivido, la situación era completamente distinta. Esta vez no se sentía obligado a hacerlo; más bien, era su propia decisión.

—Tienes razón… —dijo en respuesta, llamando la atención de Akane—. No hice nada en ese entonces, y probablemente, si nuestros padres nos hubieran obligado a casarnos hace cuatro semanas, también me habría negado, como siempre.

Akane sintió que su corazón se apretaba ante la confesión, y, en un arrebato de sufrimiento, apartó la mano de Ranma de su rostro.

A pesar de la tormenta de emociones que los envolvía, a Ranma se le escapó una pequeña risa traviesa ante la reacción arrebatada propia de su Akane.

—La diferencia, amor —agregó, mientras su mano regresaba insistente a la suave mejilla de Akane, acariciando delicadamente su labio inferior. Se recostó a su lado, acercándose a sus labios—. La diferencia es que ahora sabemos que este amor es correspondido, y que esta vez soy yo quien quiere casarse contigo por voluntad propia. Que nuestros padres insistan me resulta irrelevante. Te quería proponer matrimonio, aunque no en estas condiciones, claro está.

La besó, sintiendo el sabor salado de sus lágrimas, ahogando los hipos que se escapaban de su compañera para ser reemplazados por sonoros besos muy húmedos.

—Quería proponértelo en una cita o hacer algo bien cursi, porque sé que eso te gusta —dijo en sus labios, intentando aligerar el ambiente. Akane rio ante el comentario, y él sintió que su corazón se llenaba de esperanza, su prometida volvía a mirarlo con amor.

—Si lo que te preocupa no es el hecho de casarte conmigo, sino que algo o alguien nos interrumpa la boda, puedes estar segura de que esta vez no dejaré que nada ni nadie se interponga entre nosotros. Pase lo que pase, te haré mi esposa, y si tengo que golpear a cada loco que intente impedirlo, lo haré —prometió, sellando su declaración con un suave y dulce beso.

—¿Estas seguro?... —preguntó ruborizándose

—Por supuesto, bonita —respondió con tono que infundía seguridad y promesa —. Y recuerda amor... esta vez... ya no hay prometidas. Ukió ya prometió no interferir, Kodachi tiene orden de alejamiento y Shampoo jamás podrá volver a Japón sin que la apresen, ahora está en China donde al parecer, por lo que supe, su bisabuela terminó drogándola para que se casara con Mousse ya que se negaba a hacerlo por las buenas... al fin recibió un sorbo de su propia medicina. —soltó una pequeña risa con una nota de satisfacción —Y finalmente... yo me encargaré luego de todos los babosos que te siguen el rastro. No hay nada que temer preciosa...

Los temores que habían nublado la mente de Akane se desvanecieron por completo. Ahora, atreviéndose a mirarlo nuevamente, sus ojos ya no mostraban duda, sino un amor desbordante. Sin pensar demasiado, dejó que sus emociones tomaran el control, envolviendo sus brazos alrededor del cuello de Ranma. Con una determinación impulsada por sus sentimientos, se colocó a horcajadas sobre él, iniciando un beso apasionado que parecía intensificar el calor entre ellos. Cada gesto transmitía lo mucho que lo amaba y lo necesitaba.

Ranma, sorprendido por el inesperado movimiento de Akane, perdió brevemente el equilibrio, terminando recostado sobre la camilla, aunque una de sus piernas seguía anclada al suelo. Su sonrisa se ensanchó, deleitándose con la situación. Estaba justo donde quería estar. Esta era su Akane, aquella mujer que, para su fortuna, demostraba un inesperado apego al contacto físico e íntimo, algo que lo hacía sentir increíblemente dichoso.

Si alguien le hubiera dicho hace un mes que Akane sería una mujer fogosa, llena de pasión y sin miedo a mostrarse vulnerable en ese aspecto, él lo habría negado casi de inmediato. Pero hoy, viéndola encima suyo, con el rostro enrojecido y sus ojos reflejando un deseo que él compartía, Ranma no podía estar más feliz de haberse equivocado. Era asombroso cómo ambos habían logrado ocultar sus verdaderos sentimientos durante tanto tiempo, reprimiendo lo que realmente querían expresar. Sin duda, habían sido unos completos idiotas, perdiendo innumerables oportunidades por temor a lo que el otro pensaría.

De repente, Ranma interrumpió el beso, sin dejar de mirarla a los ojos, donde el deseo ya desbordaba. Ahora que ambos habían aclarado algunos puntos, el ambiente entre ellos se sentía más ligero, pero la intensidad y el calor se hizo presente, a la espera de ser liberado.

—¿Qué dices, amor? —preguntó, buscando la respuesta en su expresión. Pero antes de que pudiera obtenerla, Akane volvió a atacar sus labios de forma descontrolada, mientras sus manos comenzaban a acariciar su pene por encima de la ropa. La excitación había resurgido en ella, ahora que su prometido había aclarado todo y se había declarado de una forma inesperadamente romántica.

—¿Akane? —logró murmurar entre los besos, la confusión y la emoción luchando en su pecho mientras su pene resultaba deliciosamente estimulado. Una combinación realmente exquisita.

—Dime que tienes preservativos contigo —gimió, acercándose más y rozando su entrepierna con la de él—. Por favor.

Ranma estalló en una risa a carcajadas, desconcertando un poco a Akane.

—Sí, me metí unos cuantos cuando fui a casa —respondió con una sonrisa traviesa—. Pero no te meteré "nada" mientras no me respondas. O empezaré a sospechar que solo me estás usando.

Se levantó para quedar sentada sobre él, una posición que Ranma aprovechó para depositar sus manos en sus muslos y acariciarlos suavemente. Desde arriba, Akane lo miró con una expresión seria.

—Sí, quiero casarme contigo —contestó, logrando que la sonrisa de Ranma se ampliara de forma radiante. Intentó incorporarse para besarla, pero Akane lo interrumpió colocando una mano sobre su cuello, empujándolo nuevamente hacia abajo con algo de violencia. Mantuvo la mano en su cuello, ejerciendo una pequeña presión que dejó a su prometido inmóvil por la impresión.

—Sí… me casaré contigo, pero te dejaré una cosa en claro, Ranma… —su voz se volvió peligrosa—. No habrá una cuarta vez. Si me fallas de nuevo, me aseguraré de que te arrepientas toda tu vida. Japón se te hará pequeño para esconderte, y jamás podrás volver dormir tranquilo… ¿me oíste? —susurró, su mirada intensa atravesándole.

—¿¡ME OÍSTE!? —preguntó, alzando la voz mientras soltaba el agarre de su cuello para tomar dolorosamente su rostro entre sus manos y elevar su mirada.

Ranma asintió rápidamente, con los ojos muy abiertos y la respiración agitada, sintiendo una mezcla de temor y emoción.

—¡Bien! —respondió, dejando de apretar sus mejillas para iniciar pequeñas y dulces caricias en su rostro, mientras esbozaba una sonrisa tierna, totalmente contrapuesta a la mirada asesina de hacía unos segundos. La escena le recordó mucho a la personalidad rápidamente cambiante de su padre, Soun. Al parecer, la menor de las Tendo había heredado la habilidad de alternar emociones con la misma facilidad; de tal padre, tal hija, pensó.

Mientras se reponía de la amenaza, Akane movió las caderas, sintiendo dudas y excitación. Luego de lanzar una mirada intensa a la entrepierna de su prometido, comentó:

—Creo que estás más que listo para ponerte ese preservativo.

Ranma salió de su estupor, tomando plena conciencia de la dureza de su erección que se apretaba contra el trasero de Akane. ¿Cómo es que me excita tanto algo así? se preguntó, atónito. ¿Me excita que Akane sea violenta conmigo? Recordó aquel momento cuando ella lo había golpeado tras confesarle que la había manoseado, y su cuerpo había reaccionado de la misma manera. La sensación de ser dominado al parecer lo encendía de una forma que no alcanzaba a comprender del todo. ¿Será que soy masoquista? O tal vez, lo que realmente le atraía era la idea de que Akane lo sometiera. Eso podría explicar por qué disfrutaba tanto molestarla y llevarla al límite, como si buscara inconscientemente ese delicado equilibrio entre su furia y su pasión.

Antes de que pudiera profundizar más en sus pensamientos, Akane lo arrastró de nuevo al presente con un beso ardiente, haciendo que el fuego dentro de él volviera a consumirlo por completo.

Casi a ciegas, Akane comenzó a desabotonar desesperadamente la camisa de su prometido, sus manos recorriendo su pecho y abdominales con hambre, sin separarse ni un instante de sus labios. Él, sintiendo la intensidad del momento, extendió una mano en busca de su bolsillo, sacando impaciente uno de los preservativos. Luego, colocó sus manos en las nalgas de Akane, empujándola suavemente hacia su abdomen para aliviar la presión de su erección.

Ella continuó moviendo sus caderas a pesar del cambio de ubicación, buscando más roce que no lograba apaciguar la necesidad de sentir placer.

—Apúrate —gimió antes de morderle el labio, su urgencia evidente en cada movimiento.

Ranma bajó lo justo su pantalón y ropa interior, permitiendo que su erección se alzara en toda su extensión. Aunque Akane no dejaba de besarlo, lo que le impedía ver con claridad, logró sacar el preservativo del empaque y colocárselo. Con su miembro ya protegido, tomó las caderas de Akane, guiándola de nuevo hacia su pelvis.

—No deberíamos demorarnos mucho... podrían interrumpirnos de nuevo —dijo mientras le levantaba la bata, exponiendo su trasero. Luego, deslizó la pantaleta a un lado, dejando al descubierto la entrada húmeda de su vagina, la cual fue presionada inmediatamente por su pene. Los pequeños movimientos iniciales que realizó la desesperaban.

—Entonces haz que llegue rápido —retó Akane, mordiendo esta vez su cuello.

—Lo tomaré como un desafío —respondió, gimiendo lascivo. Acto seguido, hizo una estocada profunda, llenándola por completo de una sola vez.

El gemido de Akane fue tan dulce y audible que Ranma casi temió que alguien estuviera pasando cerca de la habitación y hubiera escuchado el excitante sonido.

Comenzó a penetrarla con fuerza, sus movimientos rápidos y profundos, casi desesperados. En cada retirada, Akane movía las caderas firmemente apoyadas por las manos de su compañero, buscando que su clítoris rozara contra el pubis de Ranma, asegurándose de que su pene no se saliera completamente, solo para luego retroceder con rapidez, acortando bruscamente la distancia y provocando otra estocada dura y sonora. Repetían el ciclo sin descanso, alejándose solo lo suficiente para volver a unirse con más ímpetu.

Los besos se convirtieron en lengüetazos jadeantes, sus bocas chocando sin ritmo, mientras sus lenguas lamían labios, mejillas y orejas. Sus manos ahora apretaban con firmeza las nalgas de su prometida cuando jadeante le lamió desde clavícula, ascendiendo por su cuello hasta llegar detrás de su oreja donde depositó un beso y un bufido. El gesto provocó en Akane un gemido desgarrador, al tiempo que un orgasmo repentino la atravesaba con fuerza.

Ranma, consciente de que el escándalo ahora sí podría ser muy audible, le cubrió la boca con una mano para amortiguar sus eróticos gemidos.

—Diablos, Akane… —murmuró tratando de alertarla, sin estar seguro de si ella era capaz de escucharle en su éxtasis.

La chica quedó jadeante y agotada, desplomándose sobre el cuerpo de su prometido. Con rapidez, Ranma retiró la mano de su boca y la colocó con suavidad en su cabeza, cuidando de no tocar la zona de la herida. Entonces, la hizo rodar sobre la camilla, acomodándola boca arriba manteniendo sus piernas abiertas encantadas de acogerlo a él entre ellas.

Acallar a Akane le había distraído un poco, pero al levantarse, Ranma no pudo evitar contemplar el panorama que se desplegaba ante él. Su pene seguía duro dentro de su prometida, la conexión entre ellos tan palpable y visualmente impactante que lo dejó sin aliento. La imagen de esa unión, con sus cuerpos entrelazados, resultaba increíblemente excitante, un símbolo del deseo ardiente que compartían.

—Aún faltas tú —comentó Akane, con una voz convulsiva y cargada de lujuria, mientras tomaba sus propios muslos y los alzaba, brindándole una mejor vista de su intimidad. Su mirada era provocativa, llena de desafío y pasión—. ¿Te gusta si me muestro así? ¿Crees que es suficiente para que te corras?

—Mierda, Akane —gimió en aprobación, ayudándola a mantener los muslos alzados mientras realizaba estocadas profundas y contundentes, sin dejar de observar cómo su pene entraba y salía de esa vagina húmeda, que lo recibía con una ansia desesperada, apretándolo en un abrazo cálido y envolvente.

Se centró en las sensaciones y en la obscena escena que transcurría frente a sus ojos. Realizó una, dos, tres estocadas lentas y violentas antes de correrse intensamente, sin logar contener efectivamente algunos bufidos rebeldes, y temió por un momento que hubiera apretado un poco más fuerte de lo que debería los muslos que ayudaba mantener alzados.

Jadeando, le regaló una sonrisa a su prometida mientras sus caderas se movían para liberar su pene del cálido y acogedor interior de Akane. Su miembro se irguió alzándose en toda su extensión, aun pulsando con la energía del sexo recién realizado.

Era todo un espectáculo digno de venerar: Ranma la observaba con una sonrisa satisfechamente traviesa, su pecho agitado subía y bajaba mientras intentaba recuperar el aliento. Sus labios, hinchados y rosados por los besos apasionados, tenían un brillo seductor que reflejaba la intensidad del momento. Pequeñas zonas rojas adornaban su cuello, evidenciando las mordidas juguetonas y feroces que ella le había dado, marcas de un deseo compartido y salvaje.

La camisa de Ranma, abierta y desordenada, caía de un lado, revelando sus abdominales firmes y definidos que aún se contraían levemente por la excitación. En su piel, pequeños rastros dejaban claro cuán intensamente había disfrutado el contacto de las manos de Akane, quienes habían apretado su carne con fervor. Su pantalón, ajustado, cubría su cuerpo hasta la cintura, dejando a la vista solo la erección protegida que lentamente comenzaba a remitirse, un recordatorio palpable de su reciente unión.

—Extrañé mucho coger contigo estas tres semanas, amor —declaró, su voz aún cargada de deseo, resonando en el aire como un eco de la pasión que todavía ardía entre ellos.

Estirando los brazos hacia él como una niña pequeña solicitando que la alcen, le sonrió con dulzura, y Ranma, acudió de inmediato para fundirse en un beso romántico que hablaba más que mil palabras. Se recostó a su lado, y ella se acomodó para quedar frente a su prometido, su rostro iluminado por una calidez y rubor obtenidos de su unión que le hacía ver preciosa y que solo él podía provocar. Con una ternura infinita, Akane comenzó a repartir pequeños besos por todo su rostro, cada toque suave como una pluma, llenando el aire con risitas y susurros de ambos.

Se dejó llevar por el cariño que ella le ofrecía. Mientras tanto, retiró el preservativo de su miembro y, una vez acomodados sus pantalones, comenzó a abotonar su camisa, tarea a la que su prometida se unió inmediatamente, sus movimientos eran lentos y despreocupados, disfrutando de la tranquilidad del momento, disfrutando de un pequeño y nuevo placer que se manifestó en ese simple e íntimo acto de cubrir a Ranma de su desnudez.

Terminada su tarea, volvió a alzar su mirada con dulzura, y él, sintiendo el deseo de acariciar su belleza, le acarició la mejilla con un gesto suave, protector y de devoción. Al parecer, adoraba acariciarle el rostro.

—Dijiste "hijas" —comentó Akane inesperadamente, su voz envolviendo la atmósfera como un suave susurro—. Dijiste que querías tener hijas conmigo.

—Sí… —respondió él, cortando la frase con un beso —. Me gustaría tener hijas contigo.

—Siempre pensé que querrías varones.

—Mmm, la verdad es que después de vivir contigo, he visto cómo tu padre las ama incondicionalmente a ustedes tres y cómo ustedes lo aman de la misma manera a él. Siempre se tratan con respeto y cariño. No puedo decir lo mismo de mi padre y de mí. Creía que nuestra relación era normal hasta que los conocí a ustedes —rió flojo de su propio comentario —. Si tengo descendencia, me gustaría que nuestra relación sea más como la tuya con tu padre que como la mía con el mío.

—Suenas algo celoso, Ranma Saotome —se burló ella con ternura, su mirada brillando con complicidad.

—¿Y cómo no estarlo? —reconoció de inmediato con una sonrisa—. Mi padre me vendió por comida, me dejó sin comer, me sometió a entrenamientos horribles y sin sentido. Puedo apostar que tu padre jamás hizo algo así. Sé que mi viejo hizo lo mejor que pudo, y lo estimo por eso, pero... ¡vaya que se pasó de los límites a veces! —rió de buena gana—. Quizás por eso me atrae la idea de tener niñas. Quiero que me amen como lo hacen ustedes, no que me vean como alguien con quien deben pelear todo el tiempo.

—No tiene que ser así, podrías tener una buena relación padre-hijo sin llegar a esos extremos —respondió Akane con una sonrisa.

—Sí, pero si tengo un varón, tendré que llevarlo en un viaje interminable, sin ti, para entrenarlo y convertirlo en el mejor luchador del mundo, un hombre entre hombres, y no podrías vernos nunca más —añadió, fingiendo dramatismo mientras contenía una risa.

A Akane se le borró la sonrisa en un instante, y de un salto se sentó bruscamente sobre la camilla —¡¿QUÉ DIJISTE?! —gritó, con la furia creciendo en su interior de solo pensar en que Ranma se llevaría un hijo suyo lejos de ella.

Ranma soltó una carcajada, disfrutando el momento y, antes de que ella pudiera reaccionar más, la atrajo hacia él nuevamente, abrazándola con fuerza —Es una broma, Akane. Jamás podría separar a una madre de su hijo, ni a un hijo de su madre. No sé cómo mi padre pudo hacerlo, ni cómo mi madre lo aceptó... Supongo que son el uno para el otro.

Akane, avergonzada por haber caído en la trampa, escondió su rostro en el pecho de Ranma. —¡Idiota! —espetó, su voz amortiguada por la tela de la camisa, pero el calor en su tono aún presente.

Ranma rio un poco más, divertido por su reacción. —Te amo demasiado como para dejarte. Y, sinceramente, necesitaría de tu ayuda para criar a un niño. Si no, seguro que acabaría siendo igual que mi padre, y tú tienes que evitar eso —dijo, dándole un beso en la coronilla, con una sonrisa aún en los labios. —Y hablando de hijos... ¿Cuándo te gustaría casarte? ¿Qué tal en dos semanas? ¿O en nuestro cumpleaños?

Akane levantó la mirada, su rostro lleno de preocupación —¡Eso es muy pronto! —exclamó, casi sin poder creer lo que proponía.

—La última vez no te importó casarte de un día para otro —le recordó Ranma, con una sonrisa traviesa.

—Es que... —Akane dudó por un momento, mirando hacia otro lado.

—¿No estás segura de casarte conmigo y solo me dijiste que sí hace un rato para acostarte conmigo? —preguntó Ranma, medio en broma, medio curioso.

—¡CLARO QUE NO! —protestó Akane, enfadada y algo ofendida por la insinuación—. Suena estúpido, lo sé, pero... no creo que mi cabello crezca lo suficiente para ese entonces —respondió, avergonzada por la superficialidad de la preocupación.

—Oh —respondió Ranma, comprendiendo el punto, mientras su mano acariciaba suavemente la espalda de Akane—. A mí no me molesta cómo te veas, y realmente encuentro que no te vez para nada mal, pero entiendo que toda novia quiere sentirse hermosa el día de su boda… Podemos dejarlo para después de la escuela, o cuando tú te sientas completamente cómoda —aseguró, su voz llena de ternura, queriendo hacerle sentir que todo estaba bajo control, que no había de apurar tanto las cosas.

Akane sonrió, una expresión de alivio y gratitud reflejándose en su rostro. Sus ojos brillaban con amor mientras se acercaba más a él, buscando su calor. —Gracias, Ranma. Te amo tanto... Para cuando acabemos la escuela me parece buena fecha…—susurró, acurrucándose en su pecho como si ese fuera el único lugar donde podría sentirse completamente segura. Sus labios rozaron la piel de su clavícula mientras repetía con voz suave—. Te amo mucho…

Cerrando los ojos, Akane se dejó envolver por la paz que seguía al éxtasis de hacer el amor, la calma que solo podía encontrar a su lado. Cada respiración la hundía más en ese estado de relajación, como si el mundo se hubiera reducido a la calidez de su cuerpo y el latido constante del corazón de Ranma.

Él la observó, sintiendo el peso de sus propios párpados hacerse más intenso. Con un gesto cariñoso, estiró la sábana, cubriéndolos a ambos mientras la rodeaba con su brazo, protegiéndola incluso en sus sueños. Sus labios nuevamente rozaron suavemente la coronilla de Akane, dejándole un beso que llevaba consigo la promesa de un amor profundo y sincero.

—Yo te amo más —susurró, sus palabras deslizándose en el silencio de la habitación mientras sus ojos finalmente se cerraban. El cansancio que había acumulado durante esas tres largas semanas se disolvió, y Ranma se permitió caer en un sueño profundo, con el cuerpo de Akane acurrucado a su lado, sintiendo que, por primera vez en mucho tiempo, todo estaba en su lugar.

Pasaron un par de horas cuando un golpe en la puerta los despertó. Ukyo había llegado como de costumbre, trayendo comida para Ranma, pero al ver a Akane despierta, sus ojos se abrieron de par en par por la sorpresa. Se disculpó reiteradas veces por lo ocurrido, sus palabras llenas de genuino arrepentimiento y vergüenza. Su incomodidad era palpable, pero intentó suavizar el momento prometiéndole a Akane que, en su boda, trabajaría gratis para ellos, sirviendo okonomiyakis a todos los invitados como muestra de su sincero pesar.

Más tarde, una enfermera apareció en la habitación, anunciando que debía hacerle las curaciones a Akane, como lo había estado haciendo cada tres días. Pero antes de comenzar, lanzó una mirada de desaprobación hacia Ranma, regañándolo por estar en la camilla de la paciente en lugar de la silla. Él se encogió de hombros con una sonrisa culpable, pero se apartó obediente. La enfermera procedió a retirar el apósito de la herida, solo para quedarse boquiabierta al notar que estaba completamente curada. Hasta la última vez que había revisado, la herida aún requería mucho cuidado, y ahora parecía como si no hubiera existido. Aunque desconcertada, la enfermera no se mostró demasiado sorprendida; después de todo, Akane había ganado la reputación entre el personal del hospital como la "paciente milagrosa". Con sumo cuidado, retiró las puntadas, aún impresionada por el suceso.

Al día siguiente, los médicos hicieron una última revisión, corroborando lo que ya parecía evidente: Akane estaba completamente sana y fuerte, como si nunca hubiera estado al borde de la muerte. La joven milagro del hospital estaba lista para volver a casa. Durante esa tarde, su familia llegó para recogerla, trayéndole algo de ropa y toda la alegría que acompañaba su recuperación. El bullicio de los Tendo llenaba el aire cuando salieron por las puertas del hospital, pero Ranma y Akane se quedaron atrás, caminando a un ritmo más tranquilo.

Ranma, con el rostro relajado, parecía experimentar un alivio profundo al salir finalmente de aquel lugar donde sabía que ya no debía volver. Se detuvo por un momento, cerrando los ojos para inhalar profundamente, como si con ese simple gesto se quitara el peso de semanas de preocupación. Al abrirlos de nuevo, buscó la mano de Akane, entrelazando sus dedos con los suyos, y le dedicó una mirada cargada de ternura, una mirada que decía más que mil palabras. Estaba tranquilo, sereno, muy diferente al Ranma inquieto del día anterior cuando Akane había despertado. Las ojeras que antes marcaban su rostro habían desaparecido, y el descanso profundo que había logrado al dormir a su lado lo había dejado mucho más recuperado.

Sin embargo, Akane, ante el gesto público de afecto, no pudo evitar que un leve rubor cubriera sus mejillas. La incomodidad la invadía ligeramente, no por el contacto en sí, sino por la nueva dinámica en la que ambos se desenvolvían. Era un territorio desconocido, uno en el que las muestras de cariño ya no eran algo que se escondía tras excusas o peleas. Ahora, todo el mundo sabía de su relación, y lo más sorprendente era que a Ranma ya no parecía importarle que los demás lo notaran. No había más vacilaciones ni el viejo temor a ser visto en una luz diferente; él tomaba su mano con una confianza apabullante, sin la más mínima intención de ocultar lo que sentía por ella.

Akane lo miró de reojo, intentando acostumbrarse a la idea de que este era el Ranma que estaba dispuesto a mostrarse tal cual era, sin las barreras que solía levantar entre ellos. Su pecho se apretó de nervios y emoción a partes iguales. La normalidad de su afecto, expuesta ante el mundo, era un cambio abrupto, pero también uno que la hacía sentir más segura a su lado.

—Qué lindos se ven ambos —comentó Nabiki con su tono burlón, mientras sostenía su cámara, grabando la adorable escena sin perder detalle.

Akane sintió cómo la vergüenza se apoderaba de ella, su rostro encendido por la atención no deseada, pero Ranma, imperturbable, no mostró ninguna señal de incomodidad. Quiso soltarse de su agarre, pero él la sostuvo firmemente, como si con ese simple gesto quisiera transmitirle seguridad. Le sonrió, su mirada calmada y decidida.

—Recuerda… ya todos saben todo… —murmuró lo suficientemente alto como para que solo ella pudiera escucharlo, llevando la mano de su prometida a sus labios para dejar un beso suave y breve, lo que provocó un suspiro de sorpresa por parte de Akane.

Nabiki, al bajar la cámara, soltó una bufido de decepción.

—Mmm, ya no es tan divertido molestarlos si no se avergüenzan de ello —comentó con un toque de fastidio, antes de reanudar su paso hacia el hogar. Pero antes de irse, se detuvo unos segundos, girando lo justo para esbozar una sonrisa maliciosa—. Por cierto, cuñadito… ¿ya le comentaste a Akane que empezarán a dormir juntos en una misma habitación? En la que, por cierto, se instaló mucho aislante de sonido —remató, dejando la bomba y marchándose con toda la tranquilidad del mundo.

El cuello de Akane giró bruscamente, sus ojos grandes y llenos de sorpresa, encontrándose con la mirada nerviosa de Ranma, quien de inmediato supo que ella esperaba una explicación.

Ranma intentó mantener la calma antes de poder explicar.

—Bueno… tu cuarto y cama fueron destruidos —explicó con torpeza—. Y… tu padre está de acuerdo con que estemos juntos… también quiere evitar que estés sola cuando duermas porque según él prefiere que esté para evitar cualquier otro desastre, y realmente creo que son solo escusas para mantenernos juntos y darles pronto un heredero… —Aclaró en voz baja, cada palabra sonando como una súplica para que ella entendiera. —Lo del aislante creo que es solo una broma de Nabiki…

Pero antes de que el alivio pudiera asentarse, la voz de Nabiki llegó desde la distancia, clara y divertida.

—Yo fui la que pidió el aislante —gritó sin molestarse en mirarlos—. No quiero que cuando esté en casa me despierten sus gemidos.

Esta vez, tanto Ranma como Akane sintieron el calor en sus rostros subir como nunca antes. El rubor se apoderó de ambos, mientras Ranma murmuraba entre dientes, avergonzado y enfadado.

—Maldita seas, Nabiki… —refunfuñó, tratando de ocultar su sonrojo.

—¡De nada, cuñadito! —respondió ella, divertida.

Ranma respiró hondo, intentando calmarse mientras apretaba la mano de Akane, esta vez buscando apoyo.

—No le voy a dar en el gusto… —murmuró, con irritación, más para sí mismo que para ella. Las palabras salieron cargadas de determinación, un mantra que se repetía en su mente. —No va a lograr incomodarme.

Akane, sintiendo la frustración que emanaba de él, le devolvió el apretón de manos con firmeza, un gesto que hablaba más que mil palabras. Su mirada se encontró con la de Ranma, y en ese instante, ambos supieron que compartían el mismo sentimiento: estaban en esto juntos. Era una batalla de voluntad, no solo contra las provocaciones de Nabiki, sino también contra sus propios temores e inseguridades.

—Aunque deberías agradecerle a la familia Kuno —comentó Nabiki, aprovechando la situación para soltar más información—. Si bien fue mi idea, son ellos los que están enviando muchos regalos y dinero para que quites la demanda en contra de Kodachi. No quieren que una integrante de su familia tenga antecedentes o algo así, y dicen que la orden de alejamiento es suficiente. Yo, en lo personal, digo que deberías mantener las cosas como están hasta que nos den suficiente dinero para remodelar más cosas —declaró con desparpajo, como si hablara de un negocio cualquiera.

Ranma, al escuchar aquello, no pudo contenerse.

—Pues dile que se vaya al demonio —espetó, el tono de su voz endureciéndose con cada palabra—. Que regalen todo lo que quieran, no voy a levantar la demanda.

Nabiki se encogió de hombros, sonriendo con esa tranquilidad que la caracterizaba.

—Me parece fantástico, cuñadito —respondió, complacida ante la reacción, sabiendo que, al menos por ahora, la situación estaba bajo su control.

—Debiste haberme advertido de eso —le reprendió Akane, frunciendo el ceño con una mezcla de molestia y confusión.

—Hay muchas cosas que aún no te he dicho, amor —respondió Ranma con un tono que intentaba suavizar la situación, esbozando una sonrisa a medias, tratando de disculparse—. La escuela, los exámenes que no realizamos, lo de la universidad, cómo tu padre tuvo que ser internado unos días en el hospital cuando te vio tan demacrada y se descompensó, o la vez que te llegó el período durante tu inconsciencia... creí que te estabas desangrando al ver la mancha de sangre y alerté a todo el personal médico, solo para que luego me explicaran que era algo completamente normal y sano. También está la conversación... bueno, más bien discusión que tuve con nuestros padres sobre cómo no quiero que se entrometan más en nuestra dinámica ni nos incomoden. Ah, y la relación entre el doctor Tofú y tu hermana... son tantas cosas, Akane... pero te lo contaré todo poco a poco, lo prometo.

Akane lo miró boquiabierta, tratando de asimilar tanta información de golpe. —Oh, por todos los cielos... —susurró, abrumada ante tantas revelaciones inesperadas.

Ranma sonrió, dándole un beso rápido en los labios. —No hay prisa, lo sabrás todo —le aseguró con suavidad, mientras la tomaba de la mano e incitaba a seguir su camino de regreso a casa.

….

Con toda la familia en casa, el ambiente estaba impregnado de un aire festivo. Habían preparado una gran cena de bienvenida para la menor de las Tendo, decorando la mesa con esmero y llenándola de platillos que sabían que a Akane le encantaban. Poco a poco, la joven comenzó a asimilar la nueva situación en la que se encontraba. A medida que la tarde avanzaba, la sensación de bochorno que la había acompañado durante el día se desvanecía, convirtiéndose en un cómodo sentimiento de pertenencia.

Estar junto a Ranma se volvió cada vez más natural. Tomarlo de la mano, abrazarlo y recibir uno que otro beso en la mejilla se convirtió rápidamente en una segunda naturaleza. Ranma, por su parte, parecía haberse adaptado a esta nueva dinámica sin esfuerzo. Durante esas tres semanas que pasó en el hospital, vigilando a Akane con una devoción casi palpable, no había tenido reparos en demostrar lo mucho que la amaba y lo preocupado que estaba por su bienestar. No le importaba si entraba un médico, una enfermera, un amigo o un familiar; él nunca le soltó la mano ni dejó de acariciarle la mejilla si eso era lo que necesitaba. Su única preocupación en ese momento era la salud de su prometida, y eso era evidente para todos a su alrededor. A lo largo de la cena, las muy sutiles miradas cómplices y las sonrisas entre los miembros de la familia confirmaron que todos eran conscientes de esa conexión. No se sintieron acosados ni presionados, pero sí era evidente que todos estaban, en mayor o menor medida, muy felices de que la pareja de jóvenes finalmente estuviera junta. Nadie, a excepción de Nabiki, hacía comentarios que los hiciera sentir incómodos, pero aún así, los comentarios de su hermana eran bastante mas suaves de los que solían ser antes.

Al final del día, Ranma y Akane se dirigieron a su nuevo cuarto, tomados de la mano. Al cruzar el umbral de la puerta, sintieron una ola de tranquilidad que los envolvió. Esa habitación, recién remodelada y que efectivamente estaba insonorizada, simbolizaba una nueva etapa en sus vidas que jamás creyeron que llegaría de la forma en que lo hizo.

A partir de ese momento, se sintieron libres. Libres de la muerte que había acechado a Akane, de las prometidas molestas y de las miradas curiosas que los juzgaban. Eran libres de entregarse el uno al otro sin reservas, de ser ellos mismos sin miedos ni preocupaciones. Al fin podían expresar su amor de manera auténtica, sin la sombra de la duda o la incomodidad. Podían hacer el amor y mostrar al mundo la profundidad de ese sentimiento que habían anhelado durante tanto tiempo, ahora compartido sin temor ni vergüenza.

A pesar de todo lo que habían enfrentado, los desafíos que parecían interminables finalmente los habían llevado a este momento. Los exámenes que les impidieron disfrutar de unas vacaciones con sus familias eran solo un eco lejano, y los malos entendidos provocados por revistas y preservativos en sus bolsillos eran ahora motivo de risas nerviosas. Las reacciones furiosas de las prometidas y el peligro de la muerte que había acechado a Akane solo habían fortalecido su vínculo. Ahora, sentían una libertad indescriptible, como si cada peso que llevaban se desvaneciera.

Se recostaron en la cama, abrazados, disfrutando de la calidez y tranquilidad que solo la cercanía del otro podía brindarles. El ambiente era sereno, y sus cuerpos se ajustaron naturalmente, encontrando consuelo en la conexión que habían construido. Esa noche no hubo necesidad de palabras pomposas ni de gestos apasionados. Simplemente, se dedicaron a dormir, a descansar de todo el caos que habían atravesado.

Justo antes de que el sueño los envolviera por completo, ambos compartieron una mirada, un entendimiento silencioso. Sin decir nada más, concordaron finalmente que todo lo vivido, todo lo superado, todo lo que ocurrió para que ellos pudieran disfrutar de ese preciso momento, fue una liberación.

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Fin

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Hola gente, este es el final de esta historia que he escrito con mucho cariño . Aunque no lo crean, comencé a escribir liberación el 17 nov 2021 (lo corroboré en los datos del documento) y recién hoy 29/09/2024, terminé de publicarla. estuve muuucho tiempo bloqueada y sin saber como continuar el relato. De hecho, se me ocurrió el fanfic "Nuestro Camino" hace unos meses y se me hizo mas o menos fácil escribirlo y esa fue mi primera publicación. En ese momento, me dije a mi misma que esta historia merecía un final y quería que ustedes se deleitaran con ella. Es así como volví a retomar esta idea y me forcé a terminarla.

Técnicamente, esta es la primera historia que escribí. Durante el transcurso de su creación (y de los años), la fui modificando un montón de veces, escribiendo, reescribiendo, borrando, modificando hasta lo que es ahora.

Espero de corazón que les haya gustado tanto la trama como las escenas Lemon/spicy. Me disculpo si para algunos fue demasiado explícito, pero quería ser explícita a propósito, déjenme saber en los comentarios si les gustó que fuera de esa forma porque tengo otras ideas en mente para escribir sobre nuestra pareja favorita.

No comenté nada antes en ningún capítulo porque no quería que se perdiera la inmersión en la historia, ya que es algo que me suele suceder cuando leo otros fanfics. *Ojo que no digo a otros autores que lo dejen de hacer, a cada persona le acomodan cosas distintas, de seguro que habrá más de alguno que sí le hubiera gustado que yo interviniera un poco mas realizando comentarios después de los capítulos (jijijij😝).

Quiero pedir perdón por la demora de la subida de los últimos dos capítulos, pero estuvimos de fiestas patrias en el mejor país de Chile, y prácticamente fue una semana entera de festejos. Me he apurado para lograr publicar estos últimos capítulos dentro de este mes de septiembre.

Debo confesar, y como podrán entender, no soy escritora, solo soy una persona con una imaginación demasiado activa, es por ello que realmente no cuento con muchos recursos narrativos a la hora de formar mi relato, es por ello que me ayudo mucho de los diccionarios de sinónimos/antónimos y me atreví a usar Chat GPT para que me ayude con temas de gramática, fluidez, coherencia, lógica, etc. pero la historia, la trama, las escenas sexuales y la idea general de los párrafos/diálogos son mías y de mi imaginación, pero que los iba sometiendo a corrección párrafo por párrafo con IA. Es por ello que pido disculpas a la persona que ha comentado en la página de Facebook "Fanfics y Fanarts de Ranma Latino", que le encantaba mi forma de escribir, porque realmente ChatGPT me ayudó muuucho en esa área. La herramienta se transformó en mi editor por así decirlo. Si pudieran leer el borrador, de seguro esta bella persona no pensaría de la misma forma 😅.

Habiendo dicho esto, me gustaría invitar a todas aquellas personas que tienen una buena historia en sus mentes, o que tienen una idea de alguna trama que les gustaría que existiera, que se atrevan a escribir tal como lo hice yo que me atreví. No nos priven de esos posibles relatos exitosos que esperan salir a la luz. Y si no saben escribir, o cuando están leyendo, no se convencen de lo que está plasmado en la pantalla (como me pasó a mi todo el tiempo) usen la IA como si fuera su editor de libros para que los ayude a redactar mejor sus ideas y así tenemos más historia increíbles por leer. **Obviamente sin hacer trampas, la idea no es que la IA haga todo el trabajo😅, es solo un apoyo. Aunque les advierto, que no es fácil usar ChatGPT. Me pasó muchas veces que la app tendía a continuar la historia por si sola, redirigirla, o a veces cambiar los sentidos de los diálogos, y en las escenas lemon me suavizaba mucho algunas cosas.

Para finalizar, quiero agradecer a la dinámica #sextember5 del año presente 2024, de la página de facebook "Fanfics y Fanarts de Ranma Latino" que me permitieron ser parte de la participación de este año.

Agradezco también a todos aquellos que comentaron en algún momento de que les gustaba lo que leían, en especial a aquellos que dejaban su post en cada capítulo ya sea en la plataforma o en la página de Facebook. Ustedes eran mi motivación para continuar escribiendo y los responsables de lograr esbozarme una sonrisa de felicidad.

Muchos saludos y cariños a todos. No se olviden de dejarme su comentario si les gustó Liberación 😛