¿Cómo se unió Buggy a la tripulación de Roger?
One Piece pertenece a Eiichiro Oda
Este fic participa en la actividad "Multifandom 5.0" del Foro "Alas negras, palabras negras"
Tabla nº9: Personajes
Prompt: personaje en la niñez
Advertencia: Este fic contiene una escena de muerte y violencia
Buggy esperaba escondido en la esquina de una casa viendo cómo el tendero atendía a un hombre y su hijo. En el momento en que el tendero le dio la espalda, corrió hacia el puesto de verduras, cogió una manzana y salió corriendo.
— ¡UN LADRÓN! ¡DETENED AL LADRÓN! ¡ME HA ROBADO UNA MANZANA! — gritó el tendero.
Buggy corrió más rápido intentando despistar a todos las personas que empezaron a perseguirle, ciudadanos y los policiales locales del pueblo e intentando esquivar las manos de las personas con las que se encontraban y querían atraparle.
Finalmente, pudo despistarles, huyó del pueblo y se escondió detrás de un tronco.
Mordió la manzana y empezó a llorar.
…..
Buggy había nacido en la Grand Line siendo un esclavo. Sus padres eran esclavos del propietario de un circo que actuaba como maestro de ceremonias.
— Damas y caballeros, ante todos ustedes, ¡los payasos! — los anunció su amo.
Salieron Buggy y otros payasos sonriendo y haciendo tonterías para hacer reír a su público. Los payasos iban y venían con monociclos, haciendo sonar bocinas, lanzándose globos de agua y montando un castillo humano entre ellos para luego caerse. El público se desternillaba de risa.
Buggy actuaba junto a los demás niños haciendo los mismos papeles de los adultos, a una escala menor.
Finalmente, el número de los payasos terminó y se anunció a la funambulista.
Los payasos se retiraron dando paso a una mujer de pelo azul recogido con un moño y un tutú con diferentes tonos azulados, cuando Buggy pasó por su lado esta le guiñó un ojo y él le sonrió a su madre, esperando ver su número.
Cuando entró dentro de la carpa fue agarrado del cuello por uno de los guardaespaldas de su amo y puesto dentro de una jaula, desde allí pudo ver a su madre empezando a andar por la cuerda floja sujetando su péndulo.
Viendo el número de su madre y escuchando los aplausos que recibía, por un momento se olvidó de que estaba encerrado en una jaula.
….
— Bien, bien, bien. Hoy hemos tenido récord de vendas. — contaba su amo los billetes que generaron las vendas. — ¡Quizás debería contratar un maestro de ceremonias y quedarme sentado en este sillón mientras me viene el dinero! ¡Pero no! ¡Nada paga ser el protagonista del show y recibir todos los aplausos del público! — celebraba.
Mientras tanto, Buggy estaba con sus padres, la funambulista y el lanzador de cuchillos, en su jaula comiendo un trozo de pan seco.
….
— ¿Habéis oído al amo? — les preguntó su madre a él y a su padre. — Hemos batido récord de ventas… Cuando estoy en la pista, en la cuerda floja, me olvido de que soy una esclava y soy simplemente una artista, una funambulista.
— Sí. A mí también me pasa cuando estoy delante del disco y con mis cuchillos. — respondió su pareja. — Estuviste brillante, cariño. — le acarició la cabeza a su hijo.
Sin embargo, ambos padres estaban preocupados. No querían que su hijo fuera un esclavo toda su vida. Pero imaginaban que su amo no lo liberaría. ¿Qué podían hacer para que su hijo obtuviera su libertad?
….
A la mañana siguiente, desayunaron el mismo pan seco de siempre y los sacaron de sus jaulas para entrenar. Todo el mundo tenía que ensayar sus funciones y prepararse físicamente para lo que su número requería. El lanzador de cuchillos tenía que entrenar su puntería, la funambulista tenía que tener mucho músculo en sus piernas para poder aguantar su peso en la cuerda floja y practicar su equilibrio y los payasos debían preparar sus acrobacias y monerías. Esa misma noche, el circo volvía a abrir sus puertas. Pero, además, había otra presión para no fallar. El más mínimo error era severamente castigado. Recordemos que todos los artistas de circo eran esclavos.
A cambio, recibían un vaso de agua, sopa aguada y pan seco. Otros esclavos también los maquillaban y cosían y limpiaban los vestuarios.
….
— Damas y caballeros, ante todos ustedes, ¡el lanzador de cuchillos! — anunció el maestro de ceremonias.
El lanzador de cuchillos entró saludando al público y sonriendo. Todos los focos le iluminaban el rostro. Lo acompañaba su ayudante, una chica de trece años, que iba vestida con ropa muy ceñida y corta, quien también saludaba con una enorme sonrisa.
El padre de Buggy ató a su ayudante por las muñecas y los tobillos en el círculo giratorio y empezó a girarlo. A continuación, se puso delante y enseñó al público un cuchillo. Apuntó y lo lanzó dando al lado de la pierna de la chica. El público hizo silencio de la tensión por ver si la joven saldría herida o no.
Buggy y su madre veían el número desde su jaula.
— Tu padre siempre está espectacular cuando hace su número. — susurró su madre. — Recuerdo cuando era su ayudante y compartíamos focos y aplausos.
— ¿Fuiste su ayudante? — preguntó Buggy sorprendido.
— Sí, antes de que la mujer barbuda y el forzudo tuvieran a su hija. El amo no quería comprar más esclavos y algunos teníamos que hacer más de un número. — le respondió con un tono de tristeza. — Ojalá pudiéramos compartir foco los tres. Podríamos soñar juntos y alejarnos de esta horrible realidad.
Finalmente, vieron a su padre saludar al público y recibir sus aplausos.
— Damas y caballeros, les presento a… ¡los payasos!
La jaula de Buggy y su madre se abrió y una mano cogió al niño por el cuello vigilando que no se le arrugara el traje ni se le quitara el maquillaje. Siempre eran vestidos y maquillados antes del espectáculo, pero los volvían a meter a su jaula para evitar que se escaparan o rebelaran.
— Buena suerte, cariño. — le deseó su madre preocupada.
Buggy fue puesto al lado de los otros payasos segundos antes de que los focos los iluminaran y entraran saludando y sonriendo a la pista.
Cuando el lanzador de cuchillos y su ayudante volvieron a la parte de atrás del círculo, los tiraron a sus jaulas.
— Estuviste brillante, cariño. — la funambulista le besó los labios.
…
— Mira lo que te han hecho… — dijo su madre apartando el pelo de su nuca enseñando unas marcas de dedos en el cuello de Buggy. — Desgraciados… — lo abrazó.
— Estuviste brillante en tu actuación, hijo. — le felicitó su padre, quien le puso una mano en su hombro. Después puso un poco de agua de su ración en su mano y la pasó por las marcas de dedo de Buggy. — ¿Estás muy cansado o quieres que te entrene?
— No, quiero que me entrenes. — le pidió Buggy.
— Bien, come y lo haremos. — Buggy comió su ración a toda prisa. Le sonaron las tripas y se sonrojó. Sus padres le dieron su ración. Su padre se sacó su zapato. Nunca dejaban las armas al alcance de los esclavos. — Recuerda que tienes que tener siempre el brazo doblado hacia arriba en forma de ele y, cuando lances el cuchillo, el brazo tiene que quedar completamente extendido hacia adelante.
Buggy asintió y tomó el zapato.
Él admiraba mucho a sus padres y quería aprender todos sus números. El de su madre no lo podía hacer, porque para eso tendrían que estar en la cuerda floja y no podían salir de su jaula. Pero sí que podía practicar el lanzar cuchillos, como su padre, aunque tuvieran que sustituir los cuchillos por los zapatos.
Buggy lanzó el zapato.
Acertó el centro de la diana que él y su padre habían hecho dentro de su jaula.
Recibió los aplausos de sus padres.
….
Después del desayuno, era hora de volver a entrenar.
Buggy estaba con los otros payasos practicando su número.
Su padre estaba en el círculo giratorio con su ayudante.
Su madre, a punto de caminar por la cuerda floja. Dio unos primeros pasos. El péndulo le tambaleó y se le cayó al suelo.
El maestro de ceremonias se enfadó.
— ¡IDIOTA! ¡INÚTIL! ¡SERÁS DESGRACIADA! — sacó un látigo y empezó a azotarle las piernas desde las alturas. Quería tirarla y azotarla bien. — ¡Poned un colchón en el suelo para cuando caiga! ¡No puedo arriesgarme a perder a la funambulista!
Obedecieron.
Los azotes en las piernas tiraron a la madre de Buggy abajo, cayendo encima del colchón.
Antes de que pudiera recuperarse de la caída, su amo la agarró del brazo y la desnudó delante de todos.
— ¡Atadla! — ordenó.
Sus guardaespaldas obedecieron.
Empezó a azotarla. Con cuidado de no dar en sitios que quedaban al descubierto con el vestido de las funciones. Destinaba los azotes en el trasero y la parte baja de la espalda, que quedaba cubierta por el body.
— ¡MAMÁ! — Buggy corrió hacia su madre, pero fue detenido por dos payasos adultos. — ¡SOLTADME! — intentó zafarse.
— ¿No ves que, si vas ahí, el amo te azotará a ti también? ¿Crees que tu madre podría perdonárselo alguna vez? — le contestaron.
Buggy se giró hacia su padre. Estaba pálido y le habían inmovilizado y quitado sus cuchillos. Pero seguía mirando fijamente a su mujer. También vio que habían inmovilizado al hombre forzudo con cadenas para que no se revelase.
Lo único que pudo hacer Buggy fue ver cómo azotaban a su madre hasta caer desmayada.
….
— Damas y caballeros, ante todos ustedes, ¡la funambulista! — exclamó el maestro de ceremonias esa misma noche.
A duras penas, la mujer subió a la cuerda floja. Todavía le palpitaban las heridas de esa misma mañana. Su marido y su hijo le habían puesto su agua para curarla, pero agua sólo no servía de nada.
El péndulo le pesaba más de lo normal, las heridas de la espalda le palpitaban. Lo único que había comido era el trozo de pan seco y el vaso de agua que le dieron al mediodía.
Al siguiente paso le tambaleó el pie, se le abrieron las heridas, se le movían las piernas. El siguiente paso, le resbaló el pie.
Se precipitó al vacío.
Se oyeron gritos de horror por parte del público. La gente salió corriendo de allí.
Buggy abrazó a su padre llorando.
….
— Mamá era una gran persona. Pero no te preocupes, ahora está en un lugar mejor. — le decía su padre mientras él le acariciaba el pelo. Buggy lloraba desconsoladamente en su regazo. — Tenemos que descansar. — le pidió su padre en tono suave. — Si no estás bien descansado, el amo mañana te azotará. Y mamá desde el cielo no se lo perdonaría jamás.
Buggy asintió y obedeció.
….
— ¡MALDITA DESGRACIADA! ¡INÚTIL! ¡ESCORIA! ¡AHORA POR CULPA DE ESA IMBÉCIL BAJARÁN LAS VENTAS DEL CIRCO! — blasfemaba su amo.
Buggy vio cómo su padre apretaba los puños de rabia.
— Ahora tendré que buscar otra funambulista y cambiar de lugar. Y si sale en los periódicos, que, seguro que saldrá, que ha muerto una artista de mi circo, tardaré años en volver a recibir las mismas ventas que ahora.
…
A la mañana siguiente, durante un entrenamiento, el lanzador de cuchillos le lanzó un cuchillo a su propio amo. Desgraciadamente, uno de sus guardaespaldas lo vio y se puso delante para protegerlo. Salió mal herido.
Se hizo un silencio con una tensión que podía cortarse con un cuchillo.
El forzudo empezó a golpear con sus pesas a todos los guardaespaldas que se acercaban para reducirle.
Unos payasos desataron a la ayudante del lanzador de cuchillos para que pudiera luchar y no fuera un blanco fácil al estar atada en el círculo giratorio.
El maestro de ceremonias se asustó. Como sus esclavos lo alcanzaran, lo matarían. Corrió a su despacho y con un caracolófono llamó a la base de la Marina más cercana.
— ¡OIGA! ¡MIS ESCLAVOS SE HAN REVELADO! ¡MANDEN SOLDADOS A ABATIRLOS! ¡ME DA IGUAL SI LOS MATAN!
Después, sacó una pistola y salió a atacar a los esclavos que se revelaban con lo primero que pillaban.
Sujetó la pistola con la mano temblorosa y disparó.
Dio en la espalda del lanzador de cuchillos.
Lo mató al instante.
— Venga, si os portáis bien. Y dejáis de revelaros, os perdono la vida. Ya he llamado a la Marina. Estáis perdidos. Os pondrán recompensa si sobrevivís y escapáis. — dijo con voz temblorosa.
Los esclavos se abalanzaron hacia él.
Su amo empezó a disparar a diestra y siniestra.
…
Buggy estaba paralizado en su lugar viendo cómo luchaban los esclavos contra su amo y sus guardaespaldas.
Él era un niño pequeño, no sabía qué hacer y ayer había visto morir a su madre.
Alguien lo agarró y levantó del suelo.
— ¡TENGO UNO! ¡TENGO UNO! ¡TENGO A UNO DE LOS NIÑOS! — gritó un secuaz de su amo.
Buggy le mordió la mano y este tuvo que soltarla.
En ese momento, Buggy vio cómo impactaba un cuchillo en el pecho del hombre. Buggy se giró hacia su padre. Quién le sonrió. En ese momento, se oyó un disparó y vio como su padre caía al suelo y las palabras de su amo en perdonarles la vida si paraban su acto de rebelión, pero los esclavos siguieron luchando.
Buggy escapó levantando la tela de la capa y corrió todo lo que sus piernas le permitieron.
…
A la mañana siguiente, Buggy leyó en el primer plano del periódico como habían abatido a los esclavos y estaban en búsqueda y captura los supervivientes. Sí, Buggy sabía leer, sus padres fueron personas libres que capturaron y convirtieron en esclavos y se conocieron y enamoraron en la carpa. Por lo que, tuvieron la oportunidad de aprender a leer. Como él nació esclavo, sus padres fueron quienes le enseñaron a leer en los tiempos muertos que no había entrenamiento ni actuación dentro de la jaula.
Buggy se levantó y se coló en un barco para huir todo lo que pudo de la isla donde fallecieron sus padres.
…..
Buggy se enjugó las lágrimas y se durmió en el claro del bosque que era su escondite.
A la mañana siguiente, Buggy tenía hambre y decidió volver a robar al pueblo para poder comer.
Vagando por las calles del pueblo buscando a su víctima, vio a un niño pelirrojo de su misma edad y con un sombrero de paja. Vio que iba solo, o parecía ir solo.
Se acercó a él en silencio y le robó la cartera.
Empezó a correr.
— ¡CAPITÁN! ¡CAPITÁN ROGER! ¡ESE NIÑO ME HA ROBADO EL DINERO! — señaló el niño pelirrojo. — ¡SEÑOR RAYLEIGH!
Unos hombres que estaban mirando el mostrador de otra tienda se giraron hacia el chico que señalaba su grumete. Roger corrió disparado hacia el pequeño ladronzuelo.
….
El Oro Jackson desembarcó en la orilla de la playa de una isla, lejos del puerto. Como eran piratas no podían desembarcar en un puerto porque corrían el riesgo de que la Marina retuviera el barco.
— ¡Una nueva isla, una nueva aventura! — exclamó Roger. — ¡Vamos! — saltó del barco, seguido de Shanks.
— Espera, Roger. — Rayleigh también saltó del barco. — Tengo que vigilar no te metas en líos.
— Bffff. — bufó Roger, pero después habló animadamente con su segundo de a bordo mientras Shanks corría a su alrededor.
— Yo también iré a comprar. Necesitamos comida. — comentó el cocinero separándose del trío.
El capitán, el segundo de a bordo y el grumete llegaron al pueblo y dieron un paseo.
— Que sitio tan animado. Hay muchas tiendas. Y de todo tipo. — comentó Roger.
— Mira, una tienda de espadas y también se puede afilarlas. — le señaló Rayleigh.
— Que bien, podré afilar a mi Ace. — Roger puso la mano en la empuñadura de su espada.
— ¿Podemos ir a la juguetería? — Shanks señaló el escaparate de la tienda.
Roger vio que una tienda estaba casi al lado de la otra.
— ¿Por qué no vas a la tienda de juguetes y si ocurre algo nos llamas? Toma. — le dio unos billetes. — Cómprate algo que te guste.
Roger y Rayleigh entraron a la tienda y Shanks estuvo viendo el escaparate por si había un juguete que le llamara la atención. En ese momento, notó que alguien rozaba su cuerpo y Shanks tuvo un mal presentimiento, tocó el sitio donde guardó el dinero que le dio su capitán y padre adoptivo y notó que los billetes ya no estaban; vio un niño de su misma edad con el pelo azul corriendo.
— ¡CAPITÁN! ¡CAPITÁN ROGER! ¡ESE NIÑO ME HA ROBADO EL DINERO! — señaló el niño pelirrojo. — ¡SEÑOR RAYLEIGH!
Roger se giró hacia su grumete y vio al niño peliazul corriendo. El pirata salió en su búsqueda. Gracias a su haki de observación supo en todo momento dónde estaba el niño y prever lo que tenía pensado hacer.
….
Buggy miró detrás de él. No sabía que ese niño iba acompañado de hombres adultos que tenían muy mala espina. Si lo hubiera sabido, no le habría robado. Pero ya no podía echarse atrás. Miró detrás de él. Suspiró aliviado. Menos mal. Ese hombre con bigote ya no lo perseguía. Se giró y siguió corriendo. Necesitaba salir del pueblo y llegar a su claro. Allí estaría a salvo.
De repente, chocó y cayó al suelo.
Se asustó al ver el hombre bigotudo delante de él.
Roger extendió la palma de su mano y Buggy le dio su dinero y salió corriendo.
Roger le dejó irse sin tomar más represalias en el asunto.
….
Buggy siguió caminando buscando un sitio donde conseguir comida. Sólo comió una manzana ayer. Vio un puesto de comida callejera. Le sonaron las tripas. Lastimosamente, no podía permitírselo. Si robaba dinero, tendría que huir para que no lo pillaran y no podría esperar en el puesto de comida. Tampoco podía cocinar en su claro, los pueblerinos pillarían su escondite viendo el humo.
Finalmente, vio una tienda de verduras, entre ellos mazorcas de maíz. Se le hizo la boca agua.
Esperó al lado de la tienda a que atendieran a unos clientes para estar ocupados y robar.
Así lo hizo.
— ¡AL LADRÓN! ¡DETENED AL LADRÓN! — exclamó la tendera.
Buggy corrió más rápido girando una esquina, despistando a sus perseguidores. Pero vio que delante tenía algunos pueblerinos que le estaban esperando.
— Te dejamos vivir aquí porque eras huérfano. Pero no paras de robarnos. Ya es hora de que recibas una buena lección. Siempre hemos visto que huyes en esta dirección. Así que, te hemos estado esperando. — dijo uno de los lugareños.
…..
Roger, Rayleigh y Shanks volvían al barco contentos por sus compras y porque los adultos afilaron sus armas.
— Debemos avisar a Gaban, que también afile sus hachas. — celebró Roger.
— Espero que el cocinero haya tenido tiempo de comprar víveres. Tardaremos bastante en volver a desembarcar. — pensó Rayleigh en voz alta.
— ¡Ahí en el suelo hay alguien! — señaló Shanks hacia adelante.
Roger y Rayleigh se fijaron en la dirección que decía Shanks. Efectivamente, ahí había alguien. ¡El niño que había robado a Shanks antes! Estaba golpeado en el suelo y desmayado. A su lado había una mazorca de maíz pisoteada.
— Rayleigh — lo llamó Roger muy serio. — Ve al Oro Jackson y trae al médico.
Silvers Rayleigh se fijó en que su capitán estaba muy enfadado. Su capitán era impredecible. Podía convertirse en un verdadero ogro si alguien atacaba a uno de los suyos. Pero no había cruzado palabra con ese niño. Sin embargo, no prefirió preguntar. Sabía que su capitán tenía un sentido de la justicia muy marcado y que unos adultos dejaran a un crío golpeado hasta el punto de quedar desmayado era uno de ellos.
— ¿Creéis que lo han atacado por robar? — Shanks cogió la mazorca de maíz pisoteada.
Roger y Rayleigh no respondieron, pero supieron que se trataba de eso.
…
Roger fue de nuevo al pueblo.
— Disculpe, ¿sabe qué le ha pasado al niño de pelo azul que deambula robando por este pueblo? — preguntó en la tendera.
— Sí, unos hombres del pueblo le han dado una lección para que deje de robar. — respondió la mujer sin fijarse mucho con quién hablaba.
A Roger se le encendieron los ojos de furia.
…
Finalmente, Roger regresó al barco con las llamas del pueblo detrás de él.
— ¿Has quemado el pueblo? — preguntó Gaban.
— Yo sólo he golpeado hasta quedar desmayados a los hombres que apalizaron al chico. Lo que pasa es que después, otros pueblerinos descubrieron que yo era Gol D Roger y me dispararon. Yo sólo esquivé las balas. Llamaron a la Marina, pero, solo han traído unos soldaditos. Al abrir fuego y yo esquivar sus ataques, el pueblo se quemó. Ya están noqueados. Y ahora, hay que irnos, que cuando Garp lo sepa vendrá y, aunque me encantaría recibirle, — preparó los puños, — ahora tenemos un muchacho herido y no hay que marearle.
…
Buggy abrió los ojos. Le dolía todo el cuerpo. Vio un vaso de agua y un poco de pan a su lado. Se lo comió. Se abrió la puerta y entró el médico de la banda. Buggy se asustó. No se sentía cómodo con adultos.
— Veo que ya tienes mejor aspecto. Tranquilo, el agua y el pan son para ti. Déjame que te haga un chequeo.
En un principio, Buggy no quiso, pero el hombre le transmitió confianza y se dejó hacer.
— Ya estás prácticamente curado. Llevas tiempo comiendo y mal viviendo. Menos mal, que eso ya se ha terminado.
— ¿Por qué?
— El capitán quiere que te quedes en el barco. Es bastante insistente y no acepta nunca un no por respuesta. E imagino que no tienes otro sitio adónde ir.
— ¿Dónde estoy? — preguntó Buggy sin responder la explicación del otro hombre.
— En el Oro Jackson, el barco del pirata Gold Roger.
"¿Pirata?". Buggy se asustó.
— Bueno, los pueblerinos fueron quienes te golpearon y los piratas han sido los que te han salvado y curado. No lo olvides nunca. — el hombre se encogió de hombros.
Buggy asintió y volvió a tumbarse en la cama.
Llamaron a la puerta.
— ¿Podemos pasar? — preguntó Roger abriendo la puerta sólo dejando ver su cabeza.
— Sí. Pero poco rato, el chico tiene que dormir.
Roger entró muy feliz.
— ¿Quieres formar parte de nuestra tripulación como grumete? Por cierto, ¿cómo te llamas? Uy, perdón. Yo me llamo Gol D Roger. Mucho gusto.
— Buggy.
— Muy bien, Buggy. ¿Formarás parte de mi tripulación?
Buggy asintió. Roger sonrió todavía más.
— Yo soy Silvers Rayleigh, el segundo de a bordo. ¿Sabes luchar? — preguntó otro hombre rubio y más serio que el anterior.
— Sí, con cuchillos.
— Oh, interesante. Ya nos lo enseñaras cuando te cures. — celebró Roger.
Entró Shanks, el único grumete de la banda.
— Yo soy Shanks, grumete de la tripulación de Roger. Que bien que haya un chico de mi edad. No puedo estar con muchos otros niños. — Shanks lo abrazó. — Ahora tengo un nuevo hermanito.
Buggy lo abrazó algo en shock. Desde que murieron sus padres, no había recibido un abrazo.
— Ahora tienes que descansar. — lo animó Roger.
Todos salvo el médico abandonaron la habitación.
Buggy se durmió.
Desde que se descubrieron los orígenes de Shanks y cómo se unió a la tripulación de Roger a través de la película One Piece Film Red, salieron muchas teorías sobre la unión de Buggy a la tripulación, que si era un D, que si era hijo de Xebec, etc, fruto de querer una relación de hermandad entre el hijo de un D y el de un Dragón Celestial.
Y aunque esa teoría me gusta, pienso que la amistad entre un D y un dragón celestial ya se ha dado con Shanks y Roger y Shanks y Luffy.
Por lo que, la otra cara de la moneda que nos falta es una amistad entre un dragón celestial y un esclavo. A raíz de aquí, salió este fic.
Espero haber estado a la altura de los pasados de personajes que hace Eiichiro Oda.
Hasta la próxima
