Sentado en un banco del campus, Bokuto le daba vueltas a lo que él mismo había titulado "MISSIÓN AKAASHI". Casi se habían besado, y un fantasma fugaz pero más real que el futuro suspenso en estadística le golpeaba en la cara. Sentía un deseo intrínseco de acabar lo que nunca había empezado, pero la cara seria de Atsumu le miraba con una ceja alzada.
Y el problema en sí no era que él estuviera con Atsumu. Ya sabía que aquello tenía los días contados, porque ni el sexo parecía entretenido ya. Era como un trabajo y… Ni pensarlo tenía sentido. Por el contrario Akaashi salía con Osamu… Y Akaashi no iba a ceder a nada fácilmente. No era alguien fácil de convencer.
—Te va a salir humo de la cabeza — señaló Kuroo que venía desde el otro lado del parque. Le había estado observando desde lejos. Le parecía curioso todo lo que le había contado por teléfono la tarde anterior. Era emocionante, como volver a la adolescencia.
Bokuto estiró la mano y robó de las manos de Kuroo una bolsa de pipas que abrió de forma mecánica. Empezó a comerlas de forma compulsiva mientras refunfuñaba.
—¡Es que no sé qué hacer! — gritó Bokuto más para él mismo que otra cosa—. No me quito de la cabeza a Akaashi, como se levantó apartándose y aquella sensación casi de necesidad que teníamos los dos, yo sé que él también…
—Pero ¿es solo que quieres fóllatelo? O ¿hay algo más? — preguntó Kuroo pensado que a veces se daba. Alguien te atraía sexualmente y no podías evitarlo, pero era fácil de solucionar, un revolcón y hasta luego—. Ten en cuenta que si hay algo emocional atascado… Lo mejor es enfrentarlo.
Miró como Bokuto se metía varias pipas con cascara en la boca, dándole un poco de asco pensar en la textura de la cascara en la boca, mezclado con las semilla en sí.
Kotaro no podía dejar de gesticular nervioso, le miró de reojo algo incómodo por cómo le estaba presionado. Quería a Kuroo, mucho, se podía decir que era su mejor amigo, su alma gemela, pero a veces era tan práctico que le molestaba.
— Y ¿no te estarás montando una película? — preguntó de golpe Kuroo para ver enfadarse más a Bokuto, pero disimulándolo con su risa nerviosa.
— ¿Cuándo NO me monto películas? Pero es que es Akaashi — se quejó molesto. Estaba enfadado, pero con él mismo especialmente—. Supongo que las cosas con Atsumu estén tan mal no ayuda mucho…
—Termina con él de una vez por todas — se quejó Kuroo. Abrió la pipa y se la comió pensando con precisión cómo decirlo. No era que Bokuto se fuera a ofender, pero era como una montaña rusa—. No soy el tipo más romántico del planeta, pero si se va a acabar eventualmente ¿Para qué alargar la agonía?
Bokuto se apoyó contra el hombro de Kuroo y agarrarle la mano.
—Es fácil estar con alguien que no espera nada de ti — Miya le parecía la opción fácil. La zona de confort. La discursión sencilla —. Akaashi es más como la lucha contra mí mismo por ser alguien mejor cada día, porque él es especial…
Kuroo aguantó la risa. En el instituto atosigaba a Akaashi hasta para ir al baño, sin ser capaz de decirle todo lo que se le pasaba por la cabeza y… Pasaban los años y todo seguía ahí de estancadisimo.
— Llevas toda la vida con un miedo que te mueres por lo que sientes por Akaashi, no lo enfrentas y ahí está dándote en la cara a la que te despistas— dijo intentando ser lo más empático posible pero retándole —. Así que decídete, independientemente de Miya, o te lanzas a por Akaashi o lo dejas ir y te olvidas.
—¿Y si Akaashi Keiji solo es una excusa para no solucionar lo que pasa con Tsum-Tsum?
Bokuto agitó las manos al aire dejando que la mitad de la bolsa de pipas saltara por los aires y provocara la risa de Kuroo.
—No soy de los que le da vueltas a las cosas Bokkun — aclaró Kuroo. Él solía tomar las decisiones con claridad, viendo el mapa completo de la situación y sin miedo a las malas consecuencias. Perder no era una opción, porque hasta si fallaba en sus propósitos, siempre era capaz de sacar algo bueno —. Miya y tú, tenéis los días contados ¿Te gusta Akaashi? Mueve ficha, a lo peor te rechaza y nos vamos a bailar por ahí olvidándonos de todo como antes.
Bokuto se golpeó en la cara. Kuroo era el mejor, y en otra vida se casaría con él, lo tenía claro. Se sentía triste, e iba a echar de menos las cenas de Osamu, pero no podía reducir su vida sentimental por los adjuntos. Atsumu se tenía que ir y bueno… Realmente no podría nada por intentarlo con Akaashi. Después de todo, era Akaashi.
— No sé qué haría sin ti y las palizas que me metes.
—Mal vivir peor — se rió Kuroo, levantándose del banco y señalándole que era hora de moverse. Ya se habían saltado el entrenamiento de la mañana y más veía que no se saltaran las clases.
Bokuto continuó su día. En el aula de psicología social abordaban la temática sobre el género y la construcción social que suponía. El rpofesor planteaba un dilema a cerca de la percepción social de las construcciones de género y remarcaba la dinámica impensable de las mujeres usando pantalones tan solo hacía 50 años atrás. Así mismo plantaba de como en occidente la construcción social imposibilitaba a los hombres llevar un vestido, cuando al final del día solo era ropa y todo se reducía a un significado adquirido y no inherente.
Todo aquello era profundamente interesante, sin embargo la mente de Bokuto Kotaro rondaba en otro lado. Debía estar tomando nota, aunque no se mentía. Todo aquello era algo que en su mente se desdibujaba con facilidad, la percepción de género al final era una idea personal. Interpretarla más allá, era decidir por los demás, más allá de la percepción social ¿Era posible que redujera el concepto social a una irrelevancia? Era posible, Komi siempre se metía con él por aquello ¿Pero era él menos hombre por que de vez en cuando disfrutara jugando a maquillarse? No. Redundancias de percepción. Aquello añadido al tono aburrido de un profesor que no disfrutaba de la asignatura le mataba. Así que el Asunto de Akaashi le agobiaba más.
Y es que Akaashi Keiji, desaparecido desde que dejó el instituto, reaparecido por casualidad ¿Qué iba a pasar entre ellos? Estaba claro que quería intentar lo que fuera pero también sabía cómo era él. Lo que se salía de la norma… Akaashi si consideraría que era raro que se considerara hombre y se maquillase. Para él el significado de las palabras era exacto, le daba consenso a las cosas. Calculaba el proceso de forma lógica y añadiendo sus valores… Y no era que Bokuto Kotaro no tuviera valores pero era más flexible.
Por aquello se había levantado de golpe cuando casi se habían besado. No era un rechazo. Bokuto lo sabía, era Keiji siendo ordenado. Si existía Osamu ¿Podía existir también Kotaro? Bokuto levanto las manos con ganas de gritar, tenía que dejar de…
— Bokuto ¿Quiere compartir la reflexión que tanto le agobia? — preguntó el profesor con tono molesto. Dudaba que el alumno estuviera atendiendo.
—No, odio como expresa la concepción de género — se quejó Bokuto sin darse cuenta realmente de lo que decía —. No quiero hablarlo porque me molesta.
Se apoyó contra la mesa ignorando al profesor.
Aquel puñetero dese físico que le consumía ¿importaba de verdad que labios besabas cuando besabas? No era como que hubiera una respuesta real, pero sabía que para él SÍ. Aunque solo fuera deseo y no trascendiera a lo emocional, que por desgracia lo hacía.
Y luego estaba el punto ¿Y si acababa profundamente enamorado de Akaashi pero no era reciproco? Después de todo, salía con Osamu… Bokuto volvió a revolverse el pelo, pero intentó no ser tan intenso. Iba a intentarlo, iba a dar su mejor cara.
Atsumu, Atsumu tendría que despedirse de él. Bokuto negó con la cabeza ¿Le heriría? No más de lo que él le hería a él a diario. El timbre sonó y vio al profesor acercarse a la mesa donde se encontraba.
—Me gustaría que participaras si tienes ideas tan claras sobre lo que tratamos — intervino el profesor. Bokuto lo miró curioso —. No es un tema que me apasione, pero nuestras clases están abiertas al debate.
Miró como el profesor le anotaba varios títulos de libros relacionados con el tema y se lo entregaba. Bokuto lo miró sorprendido, quizá algún día…
Salió del aula decidido. Iba a intentarlo con Akaashi, y si salía mal ya lo solucionaría el Kotaro del futuro. Todas las opciones implicaban una postura incomoda, así que ¿Por qué no intentar la que las cosas salieran como más le gustaba?
Llegó a la cafetería en la que se había citado con Akaashi para reconocer a la camarera. Suzumeda le miraba con curiosidad desde el otro lado de la barra. La chica parecía amable, pero lejos de dejarle sentarse donde él quisera, le acompañó a una de las mesas más ocultas de aquel establecimiento.
— ¿Por qué aquí? — preguntó Bokuto un poco incómodo. Aquella mesa estaba apartada, de hecho parecía dedicada al personal de la cafetería y no para el público.
—Verás, esta es mi cafetería y no quiero que molestéis a mis clientes— mintió con completa seguridad en ella misma. Bokuto no cazaría una mentira ni aunque ella fuera la peor actriz del mundo, por suerte no lo era.
Ella solo quería que Akaashi se inspirase, que encontrase en Bokuto su musa. Siempre lo había sido y si bien Osamu le caía bien, no sabía conectar con Keiji de aquel modo que sacaba su lado creativo.
Bokuto miró el reloj inquieto, se le hacía extraño que Akaashi llegase "tarde". Ciertamente, habían pasado muchos años, y el chico que siempre llegaba puntual bien se podría haber convertido en un hombre que ya no llegaba diez minutos antes a todos los sitios ¿En cuantas cosas más sería distinto? ¿Seguiría teniendo un ritual de dejar lo que más le gustaba comer para el final? ¿Aún le gustaría la mostaza Karashi y el te chai?
—Oye Suzumeda — preguntó Kotaro sintiéndose algo apenado. El tiempo era imparable y la gente cambiaba sin más, lo que en parte era bueno porque te dejaba la oportunidad de conocerlos de nuevo, pero también se le hacía en parte muy desolador— ¿Akaashi sigue siendo el Akaashi de siempre?
La carcajada de Suzumeda le sorprendió. Bokuto la miró agobiado. Realmente estaba decidido a conseguir resolver sus emociones al respecto, pero debía admitir que estaba asustado.
— ¿Acaso sigues enamorado de él? — la pregunta era claramente retórica. No parecía creíble, había pasado tiempo, sin embargo la misma Suzumeda sabía qué era estar enamorada de un fantasma. Una imagen distorsionada de algo que ni siquiera existía, y lo complejo que podía ser dejar atrás aquello —. Akaashi, sigue siendo Akaashi.
Apenas decir aquello, el nombrado entraba por la puerta corriendo. Bokuto volvió a mirar el reloj, dándose cuenta de que era la hora exacta en la que habían quedado. Con el pelo alborotado y casi sin aliento, saludó a Suzumeda y se sentó frente al antiguo compañero de instituto.
Extendieron el temario de estadística sobre la mesa, y Akaashi empezó a leerlo con rapidez mientras Bokuto se comia unos rollitos de canela que Suzumeda había guardado para él. Siempre había sido así. El menor, sin haber dado el temario, lo leía y lo analizaba para luego poder explicárselo al mayor sin ningún problema. Su mente analítica comprendía los números con facilidad, le aburrían soberanamente, pero los entendía bien.
—Akaashi — aquella vocecilla de súplica que Bokuto ponía cada vez que quería la atención de Keiji puso los pelos de punta al segundo, haciéndole viajar en el tiempo. Levantó la mirada y aquellos ojos le hipnotizaron como tantas veces otras. Le detestaba, era "intoxicante" — ¿Te acuerdas cuando jugabas conmigo al vóley? Lo hacías todo tan fácil, para mí era un sueño y aunque ahora también está guay, siempre pienso en cómo me gustaba saber que siempre estabas ahí… Pienso mucho en ello últimamente.
—No te voy a mentir, no lo añoro demasiado — se rió con franqueza Akaashi para volver a centrarse en los apuntes que Bokuto había traído, que claramente no eran suyos. Eran pulcros y perfectos, muy lejanos a la letra desordenada de Kotaro—. Me gustaba, pero el pasado es algo en lo que intento no recrearme, además cuando os graduasteis no fue fácil para mí, aunque ya es agua pasada.
Keiji le indicó que se acercara. Kotaro respondió arrastrando la silla cerca del otro chico, que enseguida empezó a mostrarle de forma práctica los ejercicios de estadística que no le salían. Aun así, la mente de Bokuto no se centraba ¿Lo había pasado mal? ¿Por qué no podía viajar atrás en el tiempo y cambiar sus actos? A veces la vida era injusta, o su atención demasiado dispersa.
— ¿Me estás escuchando?
—No, es que pensaba en lo que has dicho y Me importas, ¿sabes? Siempre me has importado. Y siento que no te lo demostré lo suficiente en su momento — Bokuto y su mente ya ni siquiera podían pensar en el deseo, o las ganas de besar a Akaashi de nuevo o incluso si quería salir con él. Solo en que le habían dejado solo —. A veces, cuando no tengo algo delante de los ojos suelo olvidar que existe, incluso si es alguien tan increíble como tú.
La risa de Akaashi volvió a sonar en aquel espacio. Se sonrojó levemente y desvió la mirada. Su pensamiento evaluó hasta qué punto podía ser sincero sin que aquello se le fuera de las manos, aunque claramente ya sentía que estaba al borde del abismo.
Las manos de Bokuto, más pequeñas que las suyas, sujetaban el bolígrafo con fuerza y su mirada como siempre parecía despreocupada. Decía aquellas cosas con el corazón en la mano y siendo tan sincero, que le descolocaba.
—No fue culpa tuya que me sintiera solo, que solo estuviera allí Kaori y que te… os echase de menos a los demás — su voz sonó vulnerable, después de todo se sentía de aquel modo. Era como si le hubieran quitado la ropa en un auditorio lleno de gente.
—Lo siento, casi nunca pienso demasiado, lo que es pensar de verdad, y cuando lo hago parece que solo es para incomodarte — empezó a reírse Bokuto intentado restarle importancia a la situación. Extendió su brazo y lo posó sobre el hombro de Akaashi—. Pero si lo hubiera sabido, habría estado ahí.
La mano de Bokuto se deslizó desde su hombro, y bajó hasta su mano. Deslizó sus dedos, entre los de Keiji sin decir nada, sintiendo la calidez de estos sobre su piel.
La respiración de Akaashi se agitó, sintiéndose nervioso ¿Deseaba aquel contacto físico? Estaba más que claro que sí, pero ¿Y Osamu? ¿Y Atsumu? Su conflicto mental repasaba todas las posibilidades existentes en aquellas décimas de segundo. Activar así su mente, una práctica adquirida jugando al vóley con Bokuto Kotaro.
—No sé qué es lo que me pasa contigo… siempre me haces sentir…— Akaashi se quedó callado. Ni siquiera era capaz de mirar a Bokuto porque entonces su mente se pararía y no sería capaz de pensar. No tenía claro que con las palabras pudiera resolver aquel cálculo más complejo que las matemáticas del teorema de Fermat.
Una sonrisa de satisfacción apareció en la cara de Bokuto. Se acercó un poco a Akaashi, pero de forma sigilosa.
—Porque dejas que las cosas sean tal cual ¿no? — Los dedos de Bokuto se entrelazaron a los de Akaashi —. Siempre estuve y estoy enamorado de ti, por raro que sea… y volver a verte…
—Bokuto ¿Y Atsumu? — la voz de Akaashi sonaba desesperada. Aunque él sabía que quería decir ¿Y Osamu? Se giró a mirarlo mordiéndose el labio. Decir aquello había sido ridículo, no era que a Kotaro se le pudiera quitar algo de la cabeza así como así.
— A Atsumu solo le importa Atsumu — musitó molesto por que le recordara alguien que sentía que él le importaba menos que un tomate pocho.
Bokuto tragó saliva y alargó la mano, acariciando la mandíbula de Keiji, hundiendo los dedos en su pelo revuelto y con intención de besarle.
—Vale, vale, espera— mencionó Akaashi cerrando los ojos y pensando en cómo hacer las cosas mejor. Se adelantó acercándose y le abrazó.
Para él fantasear ya simplemente estaba entre la línea del bien y el mal. Pero besarle le abrumaba, era cruzar la línea. Sabía que no era como que Osamu y él tuvieran una relación con límites establecidos, pero en definitiva necesitaba comunicarse con él antes de que todo pasase.
Se separó de Kotaro, mirándole con su cara de perrito.
—Yo… No te inventas todo esto está pasado vale — empezó a decirle Akaashi preasumiendo que en la mente de Bokuto estaban pasado su película de terror más temida: el rechazo—. Pero yo si necesito hablarlo con Osamu, yo…
—Tienes que hacer las cosas bien — sonrió Bokuto. Era fastidioso pero le fascinaba, le fascinaba muchísimo. En resumidas cuentas, Suzumeda tenía razón: Akaashi seguía siendo Akaashi.
Keiji alargó su mano y enlazó sus dedos con los de Kotaro.
