Hola a todos mis queridos lectores,

Antes de sumergirnos en el próximo capítulo de nuestra historia, quiero tomar un momento para agradecerles a todos por el increíble apoyo y los comentarios que han dejado hasta ahora. Cada review, cada favorito y alerta me motivan a seguir escribiendo y mejorando. Sus palabras significan mucho para mí y son una fuente constante de inspiración.

Espero que disfruten este capítulo, uno especialmente emotivo y crucial para la trama. ¡No duden en dejar sus impresiones al final!

Bella POV

Como la cobarde que soy no le pregunté nada a Jacob, sobre todo cuando lo vi llegar emocionado, por fin había podido contactar con Anthony Masen y pronto tendría una cita para hablar de negocios.

—Es fantástico Bella, él podría ser mi mentor y hacerme rico

—¿Y si lo de él solo fue suerte? — le pregunté, yo no estaba segura sobre ese negocio con ese hombre, no me gustaban los misterios, sentía que ese hombre ocultaba cosas y eso no era bueno cuando hablabas de dinero. Jacob volteo a verme con un gesto que me hizo sentir como una niña que no sabía nada.

—No fue suerte Bella, él tiene esa visión para los negocios, con esa reunión espero convencer a mi papá para invertir, estoy seguro de que cuando vea que puedo hasta cuatriplicar los ingresos me va a amar—dijo emocionado, estábamos en la cocina compartiendo un té.

—Él ya te ama Jacob, sin que cuatripliques ingresos—le dije. Jacob sólo negó con la cabeza.

—Del único que estoy seguro de que me ama es de Anthony—dijo con tristeza—y eso que lo único que me une a él es el cariño, porque ni la sangre ni apellido compartimos. —dijo en tono recriminatorio.

—Jacob, yo también te quiero, y ya hablamos de lo del apellido, él te ama como su padre, pero Edward es su padre biológico y eso no lo voy a cambiar—Jacob se paró enojado.

—Pero es que no estás viendo lo que implica Bella, te das cuenta de que Anthony no va a tener el derecho a parte de la empresa cuando yo no este, porque al fin de cuentas no es mi hijo

—Pero yo no quiero tu dinero, con el cariño que le tienes a Anthony basta—le dije. Se enojó aún más, dando vueltas en la cocina como león enjaulado.

—Pero a mí no me basta—me grito—Tony es mi hijo, yo lo crie, lo vi crecer, lo mantuve, quiero que también tenga mis ventajas, él lugar que como mi hijo le corresponde en la empresa de mi familia.

—Jake, es que no ves que lo que quiero evitarle son disgustos, tu familia nunca va a aceptar eso, si tu padre no le hace ninguna grosería es precisamente porque sabe que él no va a heredar nada de tu familia, ¿crees que le haría gracia que alguien que no es de su sangre se quedara con parte de la empresa?

—Precisamente por eso Bella—me dijo mientras se sentaba nuevamente a mi lado y tomaba mis manos—Por eso necesito hacer mi propia empresa, mi propio imperio, para que por fin Anthony tenga todo el derecho a reclamarlo como suyo—me sonrió coqueto—y quien sabe, tal vez también pueda tener un hermano con quien compartir ese imperio.

Saque mis manos de entre las suyas y me levante molesta —Ya te dije que no quiero más hijos.

—No conmigo querrás decir—me recriminó

—Con nadie

—Estoy seguro de que, si Edward te pidiera otro hijo, con gusto se lo dabas—dijo y yo voltee a verlo enojada.

—Pues fíjate que no—le dije enojada, odiaba cuando tocaba el tema de los hijos—no quiero más hijos, no sé si lo recuerdas, pero lo pase fatal cuando estaba embarazada de Anthony y no quiero volver a pasar por ello.

—Pero sería diferente Bella—Insistió—esa vez fue por que estabas demasiado triste para planear la llegada de un bebé…

—No insistas Jacob, no va a pasar—le paré en seco su argumento. Jacob solo me lanzó esa mirada negra enojado y se fue a la habitación dejándome sola.

Definitivamente la experiencia de tener a Anthony había sido demasiado para mí, amaba con toda mi vida a mi hijo, agradecía a Dios por darme un pedacito de Edward, porque Anthony significaba todo lo valioso para mí, por él había podido salir del agujero en el que me había sumergido.

Pero en el momento que me enteré de su existencia no lo había sentido así.

Yo quería morir cuando declararon que había altas probabilidades de que Edward había muerto en el mar, donde seguramente había caído la aeronave donde viajaba, porque eso tampoco lo sabían con certeza, pero por la ubicación en la que encontraron a Jacob eso fue lo que se dedujo, y yo no estaba dispuesta a existir en un mundo sin él, no me resignaba, pero ya había pasado más de tres meses desde que había sido el accidente, para mí era obvio que de haber sobrevivido ya hubiera aparecido. Estaba muerto y yo lo alcanzaría.

Me tomé todo el frasco de tranquilizantes que me había recetado el médico para poder dormir.

Desperté en un hospital con mi madre y Esme llorando a lado de mi cama, cuando se percataron de que ya había despertado me regañaron.

—¡¿Qué pretendías Isabella Swan?! — Me regaño mi madre con las lágrimas bañándole la cara.

No contesté, comencé a llorar desesperada, por no haber logrado mi objetivo.

—No puedes hacernos esto Bella—me dijo Esme—Yo sé más que nadie el sufrimiento por el que estas pasando, no puedes rendirte querida, Edward no lo querría—exploté ante sus palabras.

—Edward no puede querer nada Esme—le grité—él está muerto.

—No lo sabemos con certeza—me regaño

Pero no pude contestarle porque justo en ese momento entró la doctora, por su cara pude ver que lo que iba decir no iba ser fácil.

—¿Cómo te sientes Isabella?

—Mal, creo que es obvio—sabía que mi comportamiento era de una niña berrinchuda, pero estaba totalmente frustrada, yo ya no quería siquiera pensar en lo que había pasado y en lo que la vida me deparaba, porque yo solo veía oscuridad en mi futuro, yo no quería un futuro sin él.

—Tuvimos que hacerte un lavado de estómago para quitar todas esas pastillas de tu sistema—dijo cansada, podía ver en sus ojeras que seguramente les había dado un buen susto a todos, por un momento sentí vergüenza de mi comportamiento.

—Tengo noticias para ti—continúo diciendo—Tus análisis arrojaron un resultado positivo para embarazo, voy a necesitar hacerte un ultrasonido para ver cómo está el feto y de cuantas semanas estas. — dijo la doctora, pero yo no podía asimilar lo que estaba diciendo.

—¿Qué? —pregunté desconcertada. Observé en automático mi estomago alarmada, y pude ver que de hecho si estaba un poco hinchado, tratando de hacer memoria cuando fue la última vez que había reglado, recordé como había comprado unos tampones saliendo de la universidad, cuando yo aún era muy feliz, cuando Edward aún seguía en este mundo, entré en pánico, eso fue hace como 4 meses.

—Necesito checar mediante ultrasonido la salud de tu bebe, ya que con la reciente ingesta de medicamentos puede que haya causado algún problema. —continuó diciendo la doctora

Y después yo no podía asimilar nada, Esme estaba eufórica, ¡un bebe de Edward! Mi mamá también lo estaba, yo para nada estaba contenta, y menos cuando Esme me había dicho que ya tenía un motivo para luchar, para seguir adelante.

Yo no quería un motivo para luchar, ya estaba decidida a rendirme, quería rendirme, quería dejar de sentir ese dolor profundo en el pecho que me había ocasionado su ausencia. Y ahora este bebe me lo iba impedir.

Lloré y vomité todo el tiempo de embarazo, mi ginecóloga estaba preocupada por mi alarmante pérdida de peso, pero nada me caía, me habían dado un medicamento y otro para calmar las náuseas, remedios caseros, pero nada me hacía, lo único que hacía era vomitar todo lo que ingería.

Mi estado de ánimo fue de melancolía todos esos meses, odiaba al bebe que traía en el vientre por impedirme irme a reunir con su padre, anhelaba que el parto se complicara para que yo pudiera morir e ir a donde quiera que estuviera Edward.

Pero pese a todo, Anthony nació sano y sin complicaciones, él día que lo tuve en mis brazos lloré más aun, le pedía perdón a ese bebé que sobrevivió a mi comportamiento y me dio esperanzas, si Dios quiso regalarme un pedacito de Edward seguramente era porque aún había esperanza, seguramente no me iba dejar afrontar la maternidad sola, Edward regresaría.

Pero él no regresó.

Anthony resultó de un accidente, por supuesto yo no tenía planeado embarazarme, había olvidado tomarme las pastillas y Edward había usado condón en esos días, por si acaso, pero al parecer no había sido suficiente, y me alegraba de todo corazón que así haya sido, porque no podía imaginarme que hubiera pasado si Anthony no hubiera existido.

A veces me entretenía pensando en que hubiera pasado si él no hubiera desaparecido y descubríamos que estaba embarazada cuando me hubiera dado cuenta de que mi regla se había atrasado ¿Él se pondría contento? ¿O hubiera entrado en pánico?

Estaba segura de que hubiera sonreído y me hubiera dicho que todo estaría bien, que me amaba y que estaba feliz por iniciar nuestra nueva familia. Así debió de suceder. Pero él ya no estaba, pero por lo menos no me había dejado sola, me dejó una parte de él.

Desperté temprano, pero me quedé en la cama un largo rato, sintiendo el peso del día que tenía por delante. Había atiborrado mi día con actividades, a las 9 am tenía que acudir a la lavandería a dejar el traje de Jacob para que lo limpiaran, de ahí acudiría a mi terapia con la psicóloga, saliendo iría por Tony a sus prácticas de futbol, regresaría y lo invitaría a comer, llegaría hacer limpieza en la casa hasta que me agotara, pediríamos pizza para cenar y luego haría una hora de caminadora, para finalmente bañarme y irme a la cama y así no pensar que día era.

Pero no olvidé que día era, un día como hoy, pero hace trece años Edward desapareció. Mi cuerpo se resistía a levantarse, quería prolongar esos momentos de seminconsciencia donde el dolor aún no me había alcanzado por completo. Abrí los ojos lentamente, la habitación inundada de una tenue luz matutina que se filtraba a través de las cortinas, creando suaves sombras en las paredes.

Finalmente me levanté, arrastré mis pies hacia la cocina. El aroma del café no me trajo consuelo, sólo una amarga nostalgia. Jacob y Tony se movían a mi alrededor en la rutina de la mañana, yo trataba de funcionar y lo hacía eficazmente, pero mi mente seguía adormilada, negándome a pensar o sobre analizar algo, ya que eso me llevaría explotar en dolor, por lo que me sentía como si estuviera en el cuerpo de un robot, que se movía y reaccionaba como debía, pero no siendo consiente de nada.

Cuando por fin me quedé sola en casa dejé que mi mente fuera a donde quería ir.

Jacob y yo nos habíamos hecho amigos desde la preparatoria, inmediatamente habíamos hecho clic, él era divertido y amable, nuestra amistad se dio tan fácil, me sentía muy cómoda en su presencia, pronto lo veía a casi todas horas que podía.

Ya cursábamos el segundo año de preparatoria cuando lo conocí, nos encontrábamos en la cafetería principal de la escuela mientras almorzábamos, Jacob me estaba contando que estaba reparando una motocicleta, algo que le apasionaba, cuando lo ví.

Traía puesto su uniforme tipo militar y lentes de sol tipo aviador, estaba guapísimo, vi como unas chicas pasaron a su lado y algo le dijeron que él inmediatamente sonrió coqueto y ellas rieron entusiasmadas, reí ante lo fácil que caían ante una cara bonita, se veía inmediatamente en su porte la prepotencia de saberse atractivo, era arrogante. Por sus gestos buscaba a alguien. Jacob seguía hablando, pero yo no podía quitar la mirada de él, por mucho que me irritaba no podía dejar de mirarlo.

Entonces el volteo hacia donde me encontraba y sonrió resplandeciente, sentí como la respiración se me atoraba en la garganta, decidido, se acercó a nuestra mesa, antes de llegar se quitó los lentes dejando ver unos asombrosos ojos verdes, me guiño el ojo y me hizo la seña de silencio. Por mucho que yo quisiera decir algo su sola presencia me había deslumbrado y estaba embobada en sus gestos.

Con sigilo se colocó atrás de Jacob y rápidamente se agacho, le colocó un brazo rodeando su garganta y comenzó a hacerle una llave para que no pudiera desenredarse.

—No le creas nada, son puras mentiras—me dijo riendo el desconocido mientras Jacob trataba de quitárselo de encima, finalmente Jacob le propino un golpe en la mandíbula haciendo que lo soltara.

—¡Auch! —grito riendo el desconocido sobándose la mandíbula.

—Pendejo!—le grito Jacob—me asustaste!

Todos alrededor estaban pendientes de la interacción, yo también no podía evitar seguir cada movimiento que hacia el militar guapo.

Riendose tomó asiento en nuestra mesa. El militar se me quedó mirando con esa sonrisa torcida.

—Hola!—me saludo

—Hola—contesté demasiado de prisa, sentí como mi cara se ponía roja, me regañe internamente ¡Contrólate!.

—Bella, él es Edward—dijo Jacob—Ya te había hablado de él.

Si, lo había hecho, muchas veces, era el mejor amigo de Jacob, ahora recordaba que me había dicho que estaba en la preparatoria militarizada, quería ser piloto. Se habían conocido porque el padre de Edward trabajaba para su padre, era su médico particular.

—Así que tú eres la famosa Bella—dijo con su aterciopelada voz—Jake habla mucho de ti

—cosas buenas, espero

—Bueno, no me dijo lo hermosa que eres—me sonrió coqueto y yo como cualquier chica tonta me sonroje aún más. Odiaba inmensamente que mis mejillas mostraran mis sentimientos, pude notar como Edward noto mi sonrojo porque sonrió aún más.

—Y Jake no me dijo lo coqueto que eres—le respondí, él inmediatamente me sonrió ampliamente.

Pese a lo mucho que me había gustado había optado por evitarlo, no me gustaba cuando alguna persona me hacía perder el control sobre mis sentimientos, odiaba evidenciar mi admiración al sonrojarme constantemente. Ese día él había decidido sorprender a Jacob, quería ir a la playa, me invitaron, pero dije que no, Edward se vio decepcionado, pero era más mi vergüenza que mis ganas de ir a la playa. Si no lo veía no me sonrojaría a cada instante.

El lunes Jacob me dio los pormenores de su salida con Edward, habían ido a la playa, habían bebido cerveza, nadado, se la había pasado muy bien, me contó que Edward había olvidado ponerse bloqueador en la espalda, por lo que ahora seguro maldecía cualquier tacto por que la tenía a rojo vivo, y yo no pude evitar imaginarme la escena y la espalda de Edward.

A la semana siguiente Edward se volvió a aparecer en la escuela, esta vez ya no portaba el uniforme, traía un pantalón de mezclilla, una playera verde oscuro y el cabello lo traía despeinado, parecía como si hubiera pasado sus manos por el constantemente, cuando lo vi pensé en darme la vuelta y hacer como no lo había visto, pero no pude hacerlo porque Edward ya me había visto. Vi cómo empezó a correr hacia mí, con esa sonrisa deslumbrante, la playera se le pegaba al pecho dejándome sin aliento.

—Hola Bella—me saludó entusiasmado.

—Hola Edward—lo salude, mientras trataba de mantenerme tranquila para que mi sonrojo no hiciera acto de presencia—No he visto hoy a Jacob, creo que el día de hoy no tiene clase—le informé

—Qué bueno—dijo—por que vine a buscarte a ti

—¿A mí? —pregunté sorprendida y vi como pasaba su mano por su cabello nerviosamente, dejando su pelo más hermosamente despeinado.

—Quería saber si te gustaría salir conmigo—preguntó tímidamente—podríamos ir por un café o un helado, lo que prefieras—

Y por supuesto al darme cuenta lo que significaban sus palabras mi sonrojo hizo acto de presencia calentándome las mejillas.

Fuimos por un café y pasamos horas en él hablando de todo y nada, mi sonrojo pasó a segundo plano cuando noté que estaba muy interesada en cada palabra que decía, ya no me deslumbraba tanto sus ojos o su sonrisa, ahora lo que me tenía embobada era su sentido del humor, su entusiasmo por el colegio militar, su nerviosismo al elogiarme, su sentido de responsabilidad, su caballerosidad.

Me enamoré de inmediato.

Caminamos a mi casa, llegamos ya cuando se había hecho de noche, pensé que no había hecho una tarea que tenía que entregar al día siguiente, pero sólo se me ocurrió hasta que estábamos llegando, había pasado un día excelente con Edward que no había prestado atención a lo que debía hacer.

—Aquí es—le informé parándome frente a la puerta, la casa estaba oscura, mis padres habían salido esa semana.

—No hay nadie—dijo observando las ventanas

—No, mis padres salieron a visitar a mis abuelos, regresan en dos días

—¿No te da miedo quedarte tu sola? —preguntó.

Le sonreí —En realidad duermo con las luces encendidas estos días—dije riéndome, el riendo conmigo. Pero al final se puso serio, se me paró el corazón al tratar de adivinar el motivo.

—Bella, no sé cómo decirte esto—dijo nervioso, otra vez desordenando su cabello.

—Solo dilo—susurré y Edward no vio mis ojos, su mirada fue directo a mis labios y yo ya tenía el corazón en la garganta, haciendo que mis oídos se sintieron sordos ante el golpeteo fuerte de mi corazón.

—Me gustas Bella—dijo lentamente escaneando mi rostro midiendo mi reacción ante sus palabras—me gustas mucho y justo ahora quiero pedirte que seas mi novia, pero entenderé perfectamente si me dices que voy demasiado rápido—dejó de hablar esperando mi respuesta, pero yo ya me había perdido en cuanto dijo que le gustaba.

—No vas rápido—contesté, viendo como sus ojos se iluminaban de repente—Y si quiero ser tu novia

Su sonrisa se hizo imposiblemente grande, acarició mi rostro con el dorso de su mano acercándose lentamente, dándome la oportunidad de alejarme si lo deseaba, pero no lo deseaba, deseaba que me besara, en un ataque de osadía por mi parte, algo que jamás hacía, lo tomé del cuello de su playera y lo jale hacia mí para que me besara.

Sentí una corriente eléctrica en cuanto sus labios tocaron los míos, al principio el beso fue lento, conociéndonos, pero fue corto el tiempo que fuimos lentos; ya había tenido un novio antes, los besos al principio habían sido incomodos, emocionantes, pero incomodos, hasta que al cabo de unos días habíamos sentido que por fin habíamos encontrado un ritmo, pero con Edward no fue así, sentí la adrenalina de estar besándolo, sintiendo la suavidad de sus labios, pero en ningún momento hubo incomodidad, nos acoplamos inmediatamente, los primeros segundos lentos, pero de repente no sé qué me poseyó, pero la mano que aún tenía jalando su camisa tiró más fuerte de él, olvidé si traía algo en la manos y enrede mis manos en su cuello metiendo mis manos en la hebras de su cabello y sintiendo como no había ni un centímetro de separación entre su cuerpo y el mío.

El beso se descontroló cuando mordí su labio, él gruño excitado tomándome de la cintura y pegándome más a su cuerpo, su legua invadiendo mi boca, el beso termino cuando al pegarme más a su cuerpo noté que lo había excitado y gemí. Edward se separó de mí, los dos con la respiración agitada, seguía teniendo sus manos en mi cintura, pero ahora nuestros cuerpos separados por el largo de sus brazos.

—Lo siento—se disculpó avergonzado mientras quitaba sus manos de mi cintura.

Yo me sonroje al instante al darme cuenta lo que había pasado.

Edward me sonrió tiernamente y pasó una mano por mi mejilla

—Me encanta cuando te sonrojas—me dijo, y yo claro, me sonrojé más.

—Yo lo odio—le dije—no me gusta que mi cuerpo me traicione y manifieste por voluntad propia lo que estoy sintiendo.

—Bueno—dijo con una sonrisa enorme—ya somos dos a los que el cuerpo los traiciona manifestando por voluntad propia lo que estamos sintiendo—dijo riéndose de sí mismo.

Y yo por supuesto que no pude evitar que mis ojos se dirigieran a su entrepierna y me sonrojé y quité de inmediato mi mirada de esa parte al darme cuenta de que sus pantalones seguían abultados. Edward se rio al darse cuenta donde lo estaba mirando.

—¿Te veré el siguiente fin de semana? —preguntó mientras volvía acercarse a mí, acariciando mi rostro

—Si—le dije y volvió a besarme, esta vez de una manera tan tierna.

Intercambiamos números de teléfono y se marchó, pero antes nos habíamos vuelto a besar.

No dormí al intentar terminar la tarea, pero estaba con una sonrisa pegada a los labios porque había valido la pena. Edward ya me había mandado un mensaje de buenas noches y yo no podía con mi sonrisa de felicidad. Y al mismo tiempo estaba asustada por lo fácil que me había enamorado de él.

Al día siguiente la sonrisa seguía pegada a mi cara, y leía el mensaje de buenos días una y otra vez de Edward.

Buenos días hermosa, no dejo de pensar en ti y en tus labios, ¿qué voy a hacer si solo estoy pensando en ti? ¿Como se supone que sobreviviré una semana sin ti?

Le había contestado que sólo esperaba que, si sobreviviera, porque yo ya ansiaba besarlo otra vez.

La preparatoria militarizada se encontraba en la ciudad, aquí en Forks solo contábamos con la preparatoria normal, Edward se iba cada inicio de semana a Seattle donde estaba viviendo con una tía entre semana y regresaba los fines de semana con su familia, por eso no podría verlo tan seguido como hubiera querido.

Llegue temprano a la clase que compartía con Jacob, estaba volviendo a leer el mensaje sin poder quitarme la sonrisa del rostro.

—¿Con quién te mensajeas que estas sonriendo de esa manera? —me preguntó Jacob al sentarse a mi lado, sonreí más todavía emocionada porque tenía tantas ganas de contarle a alguien mi absoluta felicidad.

—Con mi novio—casi grité, y me emocioné más al decirlo en voz alta. Jacob se puso serio en un instante.

—¿Cuál novio? —preguntó desconcertado—No sabía que estuvieras saliendo con alguien

—Pasó ayer

—¿Ayer? —repitió mis palabras—¿Lo conozco?

—Siii—casi grité, emocionada— Es Edward—le dije sonriente, esperaba que él me felicitara, pero su rostro se tornó enojado.

—Vaya, el desgraciado se mueve rápido—dijo, y yo inmediatamente me alarme.

—¿Está mal? —pregunté seria.

Jacob sólo se me quedó mirando

—¿Pero ustedes no se habían visto o sí? Pensé que sólo se habían visto cuando vino la semana pasada, y sólo lo viste unas horas y después él se fue ¿Cómo diablos paso? —preguntó.

—Ayer vino y me invito a salir, estuvimos varias horas hablando, y al final de la noche se me declaró y yo acepté.

—Eso te vasto? —preguntó enojado—¿un día para aceptar ser su novia?

—Jacob, no entiendo—dije preocupada—es tu amigo, supongo que como es tu amigo puedo confiar en él.

—¿Si, pero no se te hace que fue muy rápido? —preguntó ya más calmado.

—Se que fue rápido, pero la verdad se sintió correcto—suspiré nerviosa por lo que iba decirle a continuación—me enamoré demasiado rápido Jake, todo en él se siente correcto.

Y Jacob solo se me quedó mirando y sólo me felicitó y me dijo que podría confiar en él, y que si algo pasaba él iba preferirme a mí.

Después todo fue idílico para mí, Edward me marcaba todas las noches para saber como había dio mi día, le contaba todo y él me describía lo que había hecho, de sus compañeros, de sus clases, nos fuimos conociendo y yo cada vez me enamoraba más de él.

Y nuestra relación física también avanzó muy rápido, ya teníamos dos meses de novios, estábamos en su casa, había conocido a sus padres y después habíamos subido a su habitación, comenzamos a besarnos y como siempre, yo me entusiasme demasiado, arrojando mis manos a su cuello y pegándome a él, y el correspondió a mi entusiasmo, acabamos acostados en su cama, él sobre mí, sentía deliciosamente su peso, pero para mí no era suficiente, él recorría mi cuello besando y chupando y yo recorría su espalda con mis manos sintiendo cada plano y curva de sus músculos, su pierna deliciosamente haciendo presión entre mis piernas y yo desvergonzadamente me frotaba contra ella, estábamos completamente vestidos, los dos con pantalones de mezclilla, me di de cabezazos mentales al no prever y ponerme una falda, mi blusa que era de botones solo se encontraba desabrochada hasta el inicio de mis pechos, pero Edward solo me besaba hasta el borde de esta y volvía regresar, besando clavículas, cuello y luego otra vez mis labios, sus brazos a cada lado de mi cabeza, sin acariciar ninguna parte prohibida, yo era la que de vez en cuando mis manos bajaban más allá de su espalda, pero sólo lo rozaba, hasta que rebasó el bordé de mi blusa y me besó muy cerca de mis pezones pero sobre la tela de mi blusa, traía un sujetador deportivo por lo que era muy difícil disimular que mi cuerpo de inmediato reaccionó, también mi pelvis, frotándome contra su pierna, y él siguió ahí y yo no soporte más, en un movimiento muy ágil de mi parte y hasta sorprendente para mí, logré sacar mi pierna de tal manera que Edward quedó completamente entre mis piernas, baje mis manos a su trasero y lo apreté contra mí, sintiendo deliciosamente su erección en mi centro, jadeamos al mismo tiempo.

—Bella, me estas volviendo loco—dijo entre gruñidos, mientras se frotaba más contra mi centro.

Pero esa vez tuvimos que parar porque su madre justo nos había llamado a comer, no volvimos a tener oportunidad de besarnos de esa manera después, pero Edward solo avanzaba lo que yo le permitía, en ningún momento por iniciativa propia había hecho algo, y es algo que me gustaba y al mismo tiempo me frustraba.

Me agradaba la idea de que fuera tan respetuoso, que en ningún momento me había tocado el pecho, por ejemplo, sólo porque yo me había frotado contra él, él lo había hecho, pero nada más. Pero al mismo tiempo era frustrante porque quería que enloqueciera igual que yo y sólo tomara lo que él quisiera.

La siguiente semana fui previsora, me invitó al cine y yo me llevé una falda y la blusa más escotada que pude encontrar. Pero en el cine nada pasó, vimos la película que era una comedia romántica, salimos a cenar, Edward estaba de excelente humor y yo estaba encandilada en su sonrisa. Cuando llegó el momento de dejarme en mi casa, se despidió de mi con un beso tierno, siempre sus manos en mi cintura, pero no permitió que me pegara a su cuerpo, a pesar de que yo intente lo de arrojar mis manos a su cuello, siempre hubo unos centímetros de separación entre nosotros, yo un poco desconcertada no dije nada.

Y comencé a pensar que Edward no me deseaba.

Al día siguiente me mandó un mensaje de buenos días, diciéndome que ya me estaba extrañando, pero yo no le creía, si apenas y me había querido tocar ayer.

Yo también te extraño

Fue lo único que le contesté, por la noche me marcó, pero le dije que no podía hablar por mucho tiempo, tenía mucha tarea.

—Claro, te dejo hacer tus cosas, te quiero Bella

—y yo a ti—contesté simplemente, la línea se quedó en silencio un momento antes de que me dijera buenas noches.

Al día siguiente en clase noté que Jacob me miraba de manera diferente, sentía que observaba cada movimiento que hacía.

Enojada le pregunté —¿Tengo algo en la cara o que tanto me miras?

Él inmediatamente levantó las manos en rendición.

—¡¿Qué rayos les pasa?!—preguntó, su pregunta en plural me alarmó, Edward le había dicho algo.

—¿De qué hablas? — le pregunté interesada.

—Edward muy alarmado me marcó hoy por la mañana, que algo te pasaba y no sabía que era, me preguntó que, si yo sabía que era, pero le dije que yo te notaba normal.

Me reí

—¿Estas bien? —me preguntó.

—Me dijiste que si algo ocurría te pondrías de mi parte—le recordé, Jacob abrió mucho los ojos y asintió. —Entonces, ¿me prometes que no le vas a decir lo que te voy a preguntar? —podía ver en sus ojos la intriga, lo prometió.

—¿Edward es virgen? —pregunté, después de haber estar dándole vueltas a nuestra situación fue la única conclusión a la que había llegado, que él era virgen y por eso le rehuia al contacto físico, yo era virgen también, pero Edward me atraía mucho, demasiado.

Jacob abrió los ojos desmesuradamente y luego soltó una carcajada. Me enojé ante su risa, y comencé a levantarme de mi lugar, la clase había finalizado hace mucho, se me iba hacer tarde para mi siguiente clase.

—Espera Bella, no te enojes—no le hice caso, seguí guardando mis cosas, aún más enojada y avergonzada por haberle preguntado eso a Jacob, pero no conocía en persona alguna otra persona que conociera a Edward, a quien más acudiría.

—¿Puedo preguntar por qué la duda?—me alcanzó y todavía la burla en su voz.

—Sabes que, olvídalo—le dije simplemente.

—No, no es virgen—dijo seriamente Jacob—mi risa no fue por ti Bella, es por la idea de que pienses que Edward es virgen, cuando ya le perdí la cuenta de cuan…

Dejó de hablar de repente y yo voltee a verlo espantada

—¡Es promiscuo! —grité alarmada. Su rostro mortificado

—No—dijo, metiéndose las manos en el cabello nervioso, por un momento se me hizo raro que hiciera ese gesto, nunca lo hacía, supongo que era algo que se le había pegado de Edward. — Estoy arruinando más esto para Edward, ¿puedo saber qué es lo que pasa? Digo, Edward no es un promiscuo, pero tampoco es un santo, ha tenido unas pocas parejas sexuales, nada serio.

Y entonces para sorpresa de todos comencé a llorar.

Lloré porque entonces, si Edward ya tenía experiencia, quería decir que no quería eso conmigo.

Jacob me consoló lo que pudo, preguntándome que era lo que pasaba, pero no le dije ya nada, ya me había avergonzado lo suficiente para avergonzarme aún más. Sólo lo hice prometerme que no le diría a Edward nada de lo que había pasado.

Esa noche Edward me marcó.

—No tengo nada—le contesté el teléfono, sin dejarlo decir ni Hola, ya me había tranquilizado y ahora lo único que me quedaba era enojo — En lugar de preguntarle a Jacob debiste preguntarme a mi

—Lo siento Bella—dijo con esa voz aterciopelada suya que me desarmaba de inmediato —Sólo que te he sentido un poco distante.

—Solo tengo mucha tarea Edward, te lo dije anoche

—¿Jacob te molesto?

—Sólo sentía que su mirada seguía cada movimiento que hacía hasta que me saco de quicio—le dije enojada.

—Lo siento, no lo vuelvo hacer, te preguntaré directamente las cosas a ti—me dijo, y yo estaba conteniendo las lágrimas, porque cada segundo que escuchaba su voz sentía el rechazo de su contacto.

—Tú también puedes preguntarme las cosas directamente Bella—me dijo, y alarmada supe que Jacob había roto su promesa.

—¡¿Jacob te lo dijo?! —grité enojada. La línea se quedó en silencio unos segundos.

—No, no me dijo nada, sólo me dijo que él te había notado normal, ¿entonces si pasa algo? —preguntó y yo me di de topes porque yo sola me descubrí. —¿Bella? —preguntó después de que la línea se quedó en silencio unos instantes.

Notaba la angustia en su voz.

—Sólo pasa que estoy muy ocupada Edward y estas llamadas tan tardes me distraen—dije conteniendo las lágrimas, no sé porque lo había dicho, pero me sentía muy vulnerable, teníamos muy poco juntos, y aun así, sentía que me había enamorado irremediablemente de él, sentía que ya lo amaba y eso era terriblemente pronto, y sentía que no era correspondida.

—Ok—dijo rápidamente—Lo comprendo Bella, no hay problema—dijo tranquilamente, y más me dolió el corazón al darme cuenta de que no le importaba de la manera que me importaba a mi—Si quieres a partir de hoy esperaré yo a que tú me marques, para no interrumpirte.

—¿Y si yo soy la que te interrumpo? —pregunté de repente angustiada, él estaba en el colegio militar, los horarios eran estrictos.

—Ya conoces mis horarios—dijo fríamente.

—ok—dije simplemente, tratando de escuchar algo en su voz que me indicara sus sentimientos reales.

Pero solo se despidió y me deseo buenas noches.

Al día siguiente fue peor, porque no tenía nada que hacer, más que ver el teléfono y desear escuchar su voz, siempre me marcaba a las 9:30 pm, ya eran las 10 pm y el teléfono seguía en silencio, sabía que él no me iba a marcar, que si quería escucharlo ahora me tocaba a mi tomar la iniciativa y marcar su número, pero fui cobarde y no le marqué.

Pero si me llego su mensaje de buenos días.

Te quiero, Buenos días, te deseo un buen día.

Ví que el mensaje me lo envió a las 4 de la mañana, yo no había podido dormir, solo veía el teléfono dudando si era buena idea marcarle a la 1am, al final decidí que no, me quedé dormida, y su mensaje lo vi hasta las 7 am , cuando me había levantado para ir a la escuela. No le contesté el mensaje.

Pero no pude dejar de pensar en Edward.

Esa noche tampoco tuve el valor de marcarle. Sin embargo, igual que ayer, tenía muy temprano su mensaje de buenos días, al cual tampoco contesté.

Sabía que no podía aplazarlo más, le marque esa noche.

—Hola! —contestó al primer timbrazo

—¡Hola! —dije un poco cohibida—perdón si hasta ahora pude marcarte

—No importa—dijo sin una nota de reclamo en su voz—¿Has tenido mucha tarea? —preguntó interesado.

—No mucha—dije sin pensar y de inmediato me di cuenta de mi error.

—ah—contestó simplemente y luego se hizo un silencio en la línea.

—Bella—comenzó y pude notar por el tono de su voz que diría algo que no quería escuchar. —¿Sigues interesada en nuestra relación? —preguntó, no pude notar ninguna angustia en su voz—¿Quieres terminar?

—¿Tú quieres terminar? —le pregunté angustiada.

—No—dijo inmediatamente—es lo que menos quiero, pero no importaría si es lo que tú quieres.

—¿Entonces no te importa? —pregunté

—Lo que quise decir, es que mis sentimientos no importan si los tuyos han cambiado—me dijo, ahora si podía notar una tristeza en su voz—Se que es difícil que no pueda verte más seguido, comprenderé si decides que ya no deseas más someterte a mis limitaciones.

—Sabes—dije amargamente—tus limitaciones no me importarían si cuando no tienes esas limitaciones de distancia no te mantuvieras alejado.

—¿De qué hablas? —preguntó, y yo me exasperé.

—La ultima vez, estuviste cerca, pero te mantuviste alejado todo el tiempo—le reclamé

—Bella, no lo entiendo, salimos juntos, te dediqué todo el día.

—Si—dije y de repente me cuestioné si realmente sería buena idea decirle que no había sido suficiente, que lo necesitaba mas cerca, muy cerca, tan cerca que estuviera dentro de mí, pero al mismo tiempo no quería que pensara que era una fácil, que llevábamos muy poco juntos y ya quería que me llevara a la cama. Decidí no decirle nada.

La línea se quedó en silencio.

—Bella necesito que me digas que está mal—me suplicó

—Yo—le dije, porque ya no lo soportaba, estaba locamente, imprudentemente enamorada de él, que más daba que supiera que una loca inestable estaba enamorada de él, mejor que me dijera que me alejara de él de una vez.

—¿Tu? —preguntó—¿Hay alguien más para ti? —preguntó.

—No hay nadie más que tu—le dije, pero no dije nada más.

—Quería decirte esto cara a cara—dijo Edward—Te amo Bella, sólo a ti, dime que esta mal para poder corregirlo, porque en serio no soportaré si decides que ya no puedes con esta relación, me está matando cada día que no me hablas, cada mensaje que no contestas, sé que es muy pronto, y no te estoy pidiendo que correspondas a mis sentimientos, pero por favor dame tiempo de ganarme tu cariño.

Y lloré, Edward al escucharme se angustió.

—¿Bella? No llores por favor, te juro que si no es lo que tu quieres hacer no va a pasar nada, tampoco te insistiré, no voy a imponerme.

—Es que no lo entiendes Edward—le dije un poco enojada y a la vez un poco aliviada, odiaba que se comportara de esa manera, que no insistiera, que sintiera que no podía exigir de mi algo, que no me pidiera cosas, que no se enojara conmigo.

—Hazme entender entonces Bella—me suplicó.

—¿Puedes amar sin desear? —pregunté. Edward no respondió.

—Eso me imaginé—dije con tristeza.

—Bella, no entiendo, ¿me he sobrepasado? ¿Voy muy rápido? — preguntó.

—No Edward—dije enojada—no vas rápido, yo también estoy muy enamorada de ti—sabia que mi tono no correspondía a mis palabras, pero sabía que lo que hablaba por mi ahora era frustración—demasiado, pero para mi el amor va acompañado del deseo y es frustrante no tener lo que deseo.

—¿Y que deseas? —preguntó

—A ti—casi le grité frustrada por que no sabia de que otra manera decírselo, sin verme tan obvia.

—Pero me tienes Bella—me dijo—soy tuyo.

Me quería reír porque no entendía, o no quería entender, ese pensamiento se me hizo doloroso

—Y yo soy tuya Edward—le dije con tristeza. No contestó. —Cuando algo es tuyo no necesitas preguntar para hacer lo que quieras con él.

—No necesitas preguntar para hacer lo que quieras conmigo Bella—me dijo.

—Ni tu tampoco Edward, lo que desees es tuyo.

Y la conversación murió ahí, le di las buenas noches, le dije que todo estaba bien, pero podía sentir su desconcierto, tal vez había dicho demasiado, tal vez yo era la que iba muy rápido.

Algo me despertó, abrí los ojos, pero todo estaba en penumbra, miré el reloj, eran las 2 am. Y escuche el ruido, algo había pegado en mi ventana.

Me levanté para ver que había sido, estaba justo por abrir la ventana cuando vi como una piedrita chocaba contra mi ventana, ya completamente despierta me asomé.

Edward se encontraba en mi patio a punto de aventar otra vez otra piedra, se detuvo y me sonrió.

—¿Puedo subir? —preguntó susurrando. Asentí y vi como escalaba por el árbol hacia mi ventana, lo tuve en mi recamara en un par de minutos. Estaba vestido con sus pantalones militares, pero sólo con una playera blanca, estaba guapísimo.

—¿Qué haces aquí? —pregunté desconcertada.

—Tomando lo que deseo, de lo que es mío—dijo y con eso me calentó la sangre. No dijo nada más, se acercó a mi en un pasó, me tomo de la nuca y me beso con intensidad, mordiendo mi labio inferior en el proceso, su otra mano tomo mi cintura acercándome más a él, no dejando ningún espacio entre nosotros. Jade al sentir su erección en mi estómago, el aprovecho para chupar mi lengua.

Dejo mi nuca y su mano se traslado a mi trasero, apretándome contra él, jade de nuevo, pero el tapó mis ruidos con sus besos, me hizo caminar hacia tras hasta que mis piernas chocaron con la cama y caímos en ella, Edward de inmediato se acomodó entre mis piernas, me tomó de la cadera con su mano derecha, mientras que su mano izquierda sostenía su peso, y apretó su erección contra mi centro.

Esta vez se sintió exquisitamente mejor, sus pantalones militares no eran tan rígidos como los de mezclilla por lo que podía sentir más perfectamente la forma de su cuerpo, mientras que yo sólo tenía puesto un minishort de mi pijama y no ofrecía barrera alguna, ya que era muy delgado.

Edward siguió frotándose deliciosamente en un vaiven, su mano dejó mi cadera para trasladarse a mi pecho, el cual solo estaba cubierto por una fina blusa de tirantes, sin sujetador de bajo. Los dos jadeamos cuando su mano sintió mi pezón erecto.

El me miró a los ojos, como pidiendo permiso, y yo solo le sonreí dándole a entender, que tenía permiso de hacer lo que quiera, rápidamente bajo el tirante de mi blusa y bajo su cara para llevar mi pecho a boca, grité de éxtasis, Edward inmediatamente dejo mi pecho para poner su frente a la mía.

—Bella—dijo mi nombre jadeando—si vamos a hacer esto, necesito que seas más callada, tus padres están aquí—dijo, yo sólo asentí y volvió a lo suyo, mi placer era tanto, sentía mi pecho en su boca, su lengua tocando mi pezón, mientras en mi centro podía sentir el roce de su erección sobre mi clítoris, sentía que una presión se acumulaba ahí.

No tarde mucho en sentir que todos mis músculos comenzaron a tensarse, sintiendo la acumulación en mi clítoris, lo que hizo que explotara fue el leve mordisco que Edward le dio a mi pezón, Edward me silencio con un beso.

Mi cuerpo se relajó en un instante y yo podía sentir mi sonrisa en la boca, completamente feliz y satisfecha, abrí los ojos sorprendida por la nueva sensación, sólo para ver adoración en los ojos de Edward y una enorme sonrisa.

—Te amo Bella—dijo y yo sonreí como tonta.

—También te amo Edward—dije. Y me volvió a devorar en un beso, pero sus manos estaban ocupadas tratando de bajarme el short del pijama, lo detuve.

Lo empuje para que se acostara en la cama, mi habitación seguía en penumbras, pero ya mis ojos se habían acostumbrado a la luz, así que podía verlo perfectamente, me puse encima de él, quitándome la blusa frente a sus ojos, él me devoraba con la mirada, y una vez desnuda de la parte de arriba le comencé a subir la playera, el inmediatamente entendió y en un movimiento ágil se la sacó por la cabeza y la arrojó fuera de la cama, empecé a acariciar sus músculos, el pecho, los abdominales, no era muy musculoso, pero estaba tonificado y me encantaba y al mismo tiempo ya no quería esperar más.

Me levante y me puse a un lado de la cama y bajé mi short junto con mi ropa interior, Edward no espero ni un segundo para levantarse también y quietarse rápidamente sus pantalones, no alcance a mirarlo porque inmediatamente pegó su cuerpo al mío, sintiendo directamente su erección en mi vientre.

—Lo siento—dije—no sabia que venias, no tengo protección.

—Pero yo si ¿aun quieres? —preguntó mientras mordisqueaba mi oreja, sólo asentí. De nuevo en un segundo ya lo tenia sobre mi en la cama, mis piernas de inmediato se abrieron a él. Pero en vez de sentir su erección penetrándome, un dedo fue el que se hundió en mí, gruño en mi oreja completamente excitado.

—Dios Bella! —gruño—te sientes tan estrecha—y podía sentir como un segundo dedo me invadía, mientras su erección se frotaba con mi pierna y yo sentía deliciosamente como me expandía y con la base de su muñeca estimulaba mi clítoris, tal vez era un buen momento para decirle que era virgen.

—Edward, tengo que decirte algo—dije jadeando, porque de nuevo sentía que estaba muy cerca del orgasmo

—mmm—simplemente murmuro, pero sus dedos llegaron a un punto que me hicieron retorcerme de placer, y exploté de nuevo, me agarré fuertemente de sus hombros para aferrarme del placer inmenso.

Todavía no bajaba de mi nube de placer cuando lo sentí separarse, vi cómo rompió un paquetito de aluminio y se puso el condón rápidamente, sus dedos fueron remplazados por su pene erecto que intentaba entrar en mí, la presión que ejerció para introducirse fue aumentando, yo abrí los ojos asombrada, se sentía enorme y algo incomodo.

Edward sintió mi tensión y paró de inmediato.

—¿Te está doliendo? —preguntó mientras me miraba a los ojos.

—¿Ya estas dentro? —pregunté, Edward sonrió.

—No, solo la punta—dijo y pude ver como su cara estaba tensa—y me estoy muriendo por introducirme completo—gruño y yo jade ante sus palabras—pero si te esta incomodando puedo ir despacio.

Yo sólo asentí, y sentí como se introdujo un poco más, después pensé que tal vez no había leído lo suficiente, y no sabía si lo que estaba sintiendo era normal, no debería de doler, ¿debería sentirse bien o no?

—¿Qué pasa? —preguntó Edward, —¿ya no quieres? —preguntó y pude sentir que se empezó a retirar, yo lo detuve de los hombros, si se salía no sabía si iba soportar que entrara otra vez.

—¿es normal que me duela? —pregunté. Edward me miró a los ojos.

—No, sólo si es tu primera vez—dijo—¿te duele mucho? —asentí.

—Es que es mi primera vez—dije, y pude ver la alarma en los ojos de Edward. —¿Te molesta?

—No—dijo de inmediato—solo desearía que me lo hubieras dicho antes, hubiera tal vez preparado algo romántico—sonreí.

—Esta siendo perfecto Edward, te amo

—Yo también te amo ¿Estás segura de que quieres continuar? — asentí—Entonces sí, esto tal vez te duela un poco, pero solo será la primera vez, en lo que tu cuerpo se acostumbra al mío—sólo asentí.

Me penetro por completo, pude sentir como se introdujo completamente, sintiendo el golpe en mi clítoris de su pelvis, gruño en el proceso

—No sabes lo deliciosamente que te sientes Bella—gruño en mi oído despertando en mi un deseo que no podía posible, la incomodidad de su intrusión estaba pasando mientras mi cuerpo estaba sintiendo más cosas. —Desee hacerte el amor desde el primer beso, hiciste que me pusiera duro con un solo beso—jadee ante su confesión—estoy loco por ti.

Mi cuerpo ya no soportaba su quietud, mi pelvis se movió por si sola intentando algo de fricción, aun me sentía muy llena, demasiado llena.

En cuanto sintió mi movimiento correspondió y se retiro lentamente para entrar otra vez muy lentamente. Dejé caer la cabeza hacia atrás cuando su pelvis volvió a chocar con la mía, haciéndome estremecer, se sentía raro, deliciosamente raro.

—¿Se siente bien? —preguntó, yo solo asentí, hizo un ruido de alivio, dejó caer un poco más su peso en mí, haciendo que el roce de su pelvis con la mía fuera deliciosa, salió de mi y volvió a entrar esta vez con más fuerza, ahora no sólo sentí el roce con mi clítoris, sentí como su pene toco una parte dentro de mi que lanzó una descarga eléctrica, abrí los ojos sorprendida.

—¿te está gustando? —preguntó, si jadee.

Y luego ya no hubo palabras, o preguntas, aumentó el ritmo llevándome al límite, sintiendo doble placer, en mi clítoris y en mi interior, el roce delicioso de su pelvis contra mi clítoris y su pene despertando algo en mi interior y de repente todo se juntó, mis músculos tensionándose y de repente dejándome ir en un placer completamente nuevo para mí.

Y lo que más disfruté fue ver cómo él perdió el control, como de repente se acomodó, de manera que sus brazos estaban extendidos, acomodándose en otro ángulo, tratando de llegar mas profundo, me penetro ahora sin ningún ritmo, sólo aceleró perdiendo el control y dejándose llevar por su propio orgasmo.

Fue mi parte favorita, su mueca de placer, como perdió el control, era lo que más anhelaba, quería ser la persona con la que perdiera el control, que sus sentimientos se volcaran en mí, sonreí al ver su cara de éxtasis.

Lo hicimos como tres veces esa noche, con la confesión de que talvez de castigo tendría que soportar no verlo hasta dentro de un mes.

Pero él no se arrepentía y yo tampoco. Y efectivamente lo habían castigado por escaparse, deje de verlo 1 mes completo, pero el me llamaba todas las noches y me enviaba mensajes.

Recordé esa época, de cómo se sentían sus brazos alrededor de mí, como se sentía solo estar sentados en el sillón viendo una película, como se sentía su cuerpo en el mío, como se sentía esa seguridad de que ese amor duraría para siempre.

Cuando finalmente acabo la preparatoria Jacob y Edward se habían ido al colegio militar, poco después mi padre falleció, Edward pidió un permiso especial para estar conmigo, sin él me hubiera hundido en la tristeza, estuvo una semana consolándome, besándome, abrazándome, dándome lo que necesitaba. Lo extrañe infinitamente cuando se tuvo que ir otra vez, pero al menos sabía que él seguía ahí para mí.

Ahora sabía que el ya no estaba ahí para mí. La realidad de esa frase siempre hacia que un dolor se instalara en mi pecho amenazando con ahogarme.

Me arrastre nuevamente a mi habitación, viendo en el reloj que ya pasaban de las 11 am, por lo que mi cita con la psicóloga ya había pasado.

Me puse lo primero que encontré, sentía que me estaba ahogando en mi propia casa.

Salí a la calle, intentando inhalar y exhalar, contando, evitando un ataque de pánico, después de tantos años pasando por lo mismo, estaba intentando pasarlo lo menos mal posible.

Al principio, fue horrible, Jacob se encontraba conmigo, Anthony llorando en la habitación y yo sin el ánimo de poder atenderlo, cuando se cumplió un año de que Edward había desaparecido Tony apenas tenía 4 meses de nacido y fui un desastre, esos últimos meses había vivido sólo para Anthony, sin pensar realmente en nada, sólo existiendo y atendiendo las necesidades de un recién nacido, el cual había salido muy demandante, lloraba mucho, no toleraba estar solo ni un instante, así que cuando me di cuenta que ya había pasado un año sin él, el golpe de realidad me dio duro.

Jacob estuvo a mi lado, atendiendo a Tony como pudo ese día, porque yo fui inútil, al final también me tuvo que llevar al hospital por que me dio un ataque de pánico cuando me di cuenta de que seguramente iban a pasar más años sin él.

Ahora que lo pensaba tal vez estaba siendo muy injusta con Jacob, tragándose todos mis desplantes, sabiendo que seguía enamorada de un fantasma.

Llevaba varios años controlando los ataques de pánico, pero seguía pesándome este día, como una losa pesada, como si mi vida actual fuera una farsa, una vida en lo que regresaba Edward, pero el pánico se debía a que sabía que él no iba regresar, iba morir viviendo una vida que no quería vivir junto a una persona que sólo toleraba y que quería como pudiera querer a alguien más.

Tratando de besar a Edward mientras beso a Jacob, era horrible cuando intentaba hacerlo, me partía el alma en mas de mis pedazos, y al mismo tiempo imaginaba que donde quiera que estuviera Edward estaría decepcionado porque no podía seguir mi vida sin pensarlo.

Pero no podía evitar seguir soñando con él, seguir anhelando su contacto, pero tenía que regresar a mi realidad, la cual me seguía doliendo demasiado.

Terminé caminando hacia una iglesia. Estaba sola, era un día entre semana, a Dios se le adoraba sólo los domingos, no los martes.

Me hinqué y miré hacia la cruz con Jesús mirándome directamente.

—¿Por qué me lo quitaste? —le reclamé. Y comencé a llorar descontroladamente, furiosa porque yo no me merecía esa pena, mi hijo no merecía haberse quedado sin su padre incluso antes de él lo supiera.

Recordé amargamente como hace trece años me encontraba perfectamente en mi habitación, intentando escribir un ensayo sobre algo cuando mi madre entró a mi habitación, para decirme que Esme me hablaba por teléfono, en ese omento supe que algo pasaba, la madre de Edward nunca me hablaba por teléfono, jamás.

Cuando contesté el teléfono Esme estaba llorando y yo no comprendía lo que decía, no quería entender lo que decía "la nave se desplomo" "no lo encuentran"

Colgué sin decir palabra y lo primero que hice fue marcar a su teléfono, ni siquiera me dio tono, se fue directo al buzón, y todo se fue al diablo, me desplomé.

Estaba en la cárcel de mis recuerdos, estaba enojada con la vida, me entregaría al diablo sin dudarlo con tal de tenerlo de vuelta, no le tenía miedo al infierno, mi infierno estaba en el hoy y ahora, sintiendo el dolor oprimiendo mi pecho, estoy llorando todo el tiempo, externamente parezco funcionar, pero mi alma lloraba todo el tiempo su ausencia, por el dolor de no ver su rostro, de escuchar su voz, mi realidad cada día llena de sus silencios, ese era mi verdadero infierno.

De repente sentí su presencia, podía sentir su olor, la electrizante sensación de su piel tan cerca de la mía.

—Por que los fantasmas son tan injustos? —pregunté a la nada—Juraste que volverías—le reclamé a la nada desesperada.

—y tú juraste que me esperarías—me contestó su voz enojada fuerte y clara.

Me paralice y voltee buscando al dueño de esa voz que conocía demasiado bien.

Edward POV.

Me presenté con el entrenador de Tony, le dije que estaba por inaugurar en un par de meses un centro deportivo comunitario, quería hacer una competencia deportiva para la inauguración.

Tony se encontraba a mi lado, me había dicho que si quería intentar competir en velocidad en los 100 y 200 metros.

—Claro señor Masen, si quiere llevárselo de una vez.

—Perfecto, vamos Tony—le dije mientras lo llevaba a la pista.

Pude ver como se le quedaba viendo a unos de sus amigos y a la chica que le echaba porras desde las gradas.

—¿Son tus amigos?—pregunté. El sólo asintió, pero pude ver tristeza en sus ojos.— ¿Ocurre algo?

Tony me observó un rato, supongo que midiendo si podía confiar en mí.

—Ella me gusta, pero ellos se gustan—dijo—aun no son novios, pero supongo que ya no tardan

—ah—dije desconcertado, ¿La historia se iba repetir? ¿Ahora mi hijo sería el villano en esta historia sin fin?

—Mi papa me dijo que fuera paciente, que ella me vería algún día, pero mi madre me dijo que no me interpusiera

—Creo que tu madre tiene razón—le dije—no te interpongas en la relación de tu mejor amigo, es un tipo de pacto, eso no se hace

—Si, eso me dijo mi madre—dijo cabizbajo—me dijo que tenia que disculparme con ellos, porque me enoje con ellos y me dijo que debo decirle a Sam lo que me está pasando, pero también prometerle que no me voy a interponer y esperar que quiera seguir siendo mi amigo.

—Si, deberías disculparte, pero si Sam es realmente tu amigo no va ser necesario dar tantas explicaciones, estoy seguro que lo sabe.

—¿Tu crees? Porque la verdad me estaba mortificando como exactamente le diría que me gusta su novia.—choque mi hombro con el suyo, era muy alto, ya casi era de mi estatura.

—Creo que Sam te perdonará de inmediato

Y vi como de repente su humor mejoró. Lo traje haciendo varios ejercicios en la pista, era rápido, incluso mejor de lo que yo era, debía admitir que el ejercicio que había hecho estos años en futbol le habían dado una buena base.

Traté de terminar antes de que Jacob se apareciera por ahí, Tony se fue contento, observé como fue a buscar sus amigos, como no tardo mucho en conseguir una sonrisa de su amiga y como su amigo le dio un zape en su cabeza jugando con él.

No, el jamás sería el villano, no lo iba permitir.

Me pregunté que hubiera pasado si yo hubiera sido más consciente de esa parte, Tony estaba enamorado de ella, no tenia la culpa, no era malo, sólo se pensaba enamorado.

Si yo me hubiera reservado las muestras de afecto para evitarle ese pesar a Jacob, tal vez las cosas hubieran sido distintas.

Pero no, mi hijo no era como él, él había actuado correctamente, Jacob era una basura humana que merecía lo peor de este mundo.

Me despedí del entrenador y me subí a mi camioneta para irme, justo a tiempo porque ví como Jacob llegó por Tony.

Lo observé de lejos.

—¿Por qué querías quitarme lo único valioso que yo tenía Jacob? —pregunté

Me reí al recordar como de alguna manera enferma mientras me encontraba en esa celda oscura también extrañaba su compañía, nuestra amistad.

Cómo me dolió en el fondo darme cuenta de que había sido él, que él me iba dejar morirme en esa celda.

Cuando caímos de la nave Jacob estaba muy herido, entre Ben y yo lo arrastramos hasta un lugar seguro, recuerdo lo preocupado que estaba por él, estaba perdiendo mucha sangre, tenía una herida muy fea en la pierna, yo me había quitado mi camiseta para hacerle un torniquete junto con un pedazo de madera que habíamos encontrado, esperando que pudiera sobrevivir en lo que alguien nos encontraba.

Pero para nuestra mala suerte cuando pudimos acercarnos a un poblado, vi que estaba resguardado por militares y estos llevaban un uniforme que esperaba nunca ver, ya no estábamos en china, estábamos en corea del norte.

No pudimos escondernos por mucho tiempo, habíamos intentado dar la media vuelta esperando ver cómo podríamos salir de ahí, estaba seguro de que no les iba hacer mucha gracia que militares americanos estuvieran en su territorio.

Terminaron atrapándonos, y encerrándonos a los tres en una celda, donde ninguno de los militares hablara inglés.

Pero pese a todo, lo que mas me preocupaba era Jacob, estaba muy mal.

Para mi sorpresa dos días después, el padre de Jacob apareció en el lugar, lo sacaron de la celda para llevárselo, pero a nosotros nos dejaron encerrados.

—Le diré a mi padre que también los saque de aquí—me había dicho, y yo tontamente le creí.

Cuando pasó una semana sin noticias yo tenia miedo de que Jacob hubiera muerto, de que no hubieran podido salir del país.

Cuando paso un mes yo ya no sabía que pensar, Ben decía que no creía ni una palabra de Jacob

—Siempre ha sido un mentiroso—

—Claro que no—lo había defendido, pero Ben se rio de mí.

—Sabes que quiere bajarte a la novia ¿no? Siempre te ha tenido coraje

—Se que le gusta Bella—había admitido por primera vez en voz alta, pero por alguna extraña razón, sentía que aun así él no me traicionaría. — pero no haría nada que me lastimara.

—Claro que lo ha hecho, sus peleas fuertes siempre fueron porque el intervino, a mi me contaba todas sus porquerías.

—¿Por qué nunca me lo dijiste? —pregunté enojado

—Lo intenté una vez—me dijo—pero siempre lo defendías.

Pero en ese momento no lo quise creer, después pasaron 6 meses y tenía demasiado tiempo para pensar, repasar cada gesto, cada palabra, cada cosa mínima y ahora lo veía con claridad, él había estado acechando mi vida, y por fin había tenido la oportunidad de quedársela.

Sólo esperaba que Bella no hubiera caído como yo en sus mentiras.

Pero me había equivocado también con ella, ella había corrido a sus brazos en cuanto yo no estuve, dejándolo criar a mi hijo como suyo, dejándolo quedarse con la vida que se suponía debía ser mía.

Me largué de ahí antes de que Jacob pudiera verme y aceleré sin rumbo.

La vi caminando, parecía caminar raro, como si realmente no fuera consciente de que estuviera caminando.

Su belleza siempre hacía que el hueco en mi pecho se agitara, que creciera, anhelando su cercanía, su contacto, sus besos, pero me regañe inmediatamente tratando de mantener bajo control los sentimientos por ella, mi necesidad de ella.

La seguí intrigado por donde iba vestida así, con un pans y una sudadera demasiado grande para ella.

Mi curiosidad se intensificó cuando ví como entró a una iglesia. Me estacioné cerca para seguirla. No sabía que fuera muy devota, en la investigación que me entregó mi agente no decía eso, que fuera a la iglesia a menudo. Mi arrogancia me hizo creer por un momento que podría ser por mi causa, hoy era el día oficial de mi desaparición. Había visto como mi familia había acudido también a la iglesia el día de hoy por la mañana y había ofrecido una ceremonia en mi memoria. ¿Bella haría lo mismo?

Entré y la encontré arrodillada frente a una figura de un Dios, podía ver su desesperación en su postura, sólo se encontraba ella, se me oprimió el corazón al ser testigo de su sufrimiento.

—Porque los fantasmas son tan injustos? —gritó de repente enojada—Juraste que volverías—le reclamó a la nada y yo no pude evitar contestarle.

—y tú juraste que me esperarías—noté que me había escuchado, y antes de que volteara me escondí detrás de un confesionario que se encontraba cerca. Ví como paso a mi lado sin poder verme, la noté desesperada buscando, salió de la iglesia y yo me quedé ahí, golpeando mi cabeza contra la pared por mi imprudencia.

Agradezco que hayan llegado hasta aquí, estaré leyendo sus impresiones, muchas gracias por sus reviews, trataré de actualizar el domingo o el siguiente lunes.