Hola a todos, muchas gracias por pasar. Ténganme paciencia, es mi primer Fanfiction y soy pésima para resumir, haré mi mejor esfuerzo para desarrollar a los personajes. Sin más ¡Por favor pasen y disfruten!
Aunque la historia será ambientada en la época victoriana, es una historia ficticia que no tiene relación con personas reales o eventos históricos.
CAPÍTULO 1 - Las promesas deben cumplirse.
Punto de vista normal
Tokio, Japón. - Presente…
En una habitación sin ventanas, fría y blanca, estaban sentadas cuatro personas. Dos de ellas eran jefes de jefes dentro de la jerarquia de la policia, peces gordos, ambiciosos y prepotentes, capaces de hacer cualquier cosa con tal de recibir su parte. Las otras dos eran un abogado gordinflón y su clienta, una hermosa mujer de cabello negro azabache, vestida con el uniforme anaranjado de la cárcel de la estación de policía.
-¿Entiende la situación en la que se encuentra, señorita Ayuzawa?- le preguntó el inspector a Misaki Ayuzawa, tratando de conseguir su atención. -Por lo consiguiente, la víctima Tora Igarashi a declarada que no presentar cargos, pero exige su confinamiento en una clínica especializada en enfermedades mentales y el juez ha aprobado la demanda. En el cuál deberás permanecer al menos un año o hasta que veamos un cambio positivo.
Misaki quedó inmóvil y callada, con la mirada apagada y perdida en una esquina de la habitación.
-Mi cliente entiende perfectamente y acepta los cargos en su contra. -dijo el abogado, con una sonrisa cómplice. -Entendemos que esto será lo mejor para ella y para la víctima. Si me permite decirlo, este caso a llegado demasiado lejos. Pero no se preocupen, yo mismo cooperaré con la prensa y me atreveré a conocer el estado mental de la acusada para limpiar el nombre del único hijo de la importante compañía Igarashi Inc.
Los dos hombres junto al abogado se levantaron y se estrecharon las manos con miradas cómplices. Uno de ellos abrió la puerta e hizo una señal para que entraran los policías por la acusada. La esposaron y se la llevaron tranquilamente por la puerta principal del Primer Edificio de Justicia. En cuanto se abrieron las puertas, los periodistas y las cámaras se abalanzaron sobre ellos y los rodearon para evitar que pasaran.
Un grosero reportero le pegó en los labios con el micrófono. -Del noticiero, Detective Ayuzawa, ¿Es verdad que intento asesinar al único heredero de Igarashi Inc?
-Detective Ayuzawa ¿Es cierto que toma pastillas y drogas para tranquilizarse?
Los policías se miraron satisfechos, apenas hacían esfuerzo para evitar a los reporteros.
-¿Va a renunciar a su cargo como comandante de la policía de la ciudad de Tokio?-le dijo otra reportera. -Muchos afirman que es lo mínimo que debe hacer después de atentar contra la vida del joven Igarashi.
-¿Acepta los cargos…
-¿Que pasará con las demás víctimas que la señalan…?
-¿Se declarará culpable de la muerte de sus subordinados…?
La mente de Misaki se apagó. Llegó un momento en que los reflectores, los micrófonos y todas las voces y el ruido se apagaron. Su vista veía, pero todo parecía fuera de sí, como si estuviera en un sueño. Perdió la noción del tiempo y no se dio cuenta de cuando la subieron a la patrulla y se la llevaron.
-¡Su atención por favor!- Grito uno de los dos hombres que estaban en la sala con Misaki. Los reporteros corrieron como estampida para tomar su lugar y lograr la mejor vista. -Soy comandante en jefe y les voy a aclarar la situación de la acusada.
-¿Señor, que pasará con el caso?-Le preguntó uno acercándole el micrófono como todos los demas. -¿La detective irá a prisión?
El hombre puso su mejor cara de humildad y decepción. -Como Jefe y Comandante de las fuerzas policiales de Japón, me llena de vergüenza comunicarles que la acusada Ayuzawa Misaki, Comandante y Jefa del departamento policial de la ciudad de Tokio, primer oficial, excelente estudiante siendo la primera de su promoción y de la mujer. . . que su nombre era sinónimo de orgullo y honradez, fue encontrado culpable de los cargos que se le imputan.
Los reporteros se estallaron en un montón de preguntas. Con las manos, él hombre les indicó a todos que guardaran silencio.
-Ella acepta toda la culpa y responsabilidad y ha presentado formalmente su renuncia. -dijo -El joven y único heredero de la disnastia Igarashi, conocido por su sencillez y humildad a declarado no presentar cargos contra la ex comandante, para no ensuciar más el nombre de la policía de Tokio, pero si pide que se le haga una evaluación mental, por la seguridad de todos.
-¿Que pasará con ella?- Le grito un reportero. -¿Dónde se la llevarán?
-Esa información es privilegiada. -dijo.- No me queda más que decir, que en el nombre de toda la policía les pedimos disculpas y que sigan confiando en nosotros, a pesar de que esta mujer a ensuciado de una manera tan desastrosa el significado de ser un policía.
…
La patrulla se estacionó enfrente de un enorme edificio blanco que se encontraba en medio del bosque, justo a las orillas de la ciudad. Los dos policías bajaron a Misaki sin que ella pusiera la menor resistencia y la metieron. Ahí, un guardia vestido de blanco, con una macana y pistola eléctrica atorados en la cintura, los esperaban pacientemente y los guió hacia arriba, a través de los largos pasillos, atravesando puertas de hierro que se abrían y cerraban automáticamente.
Finalmente llegaron a una habitación que estaba al final del pasillo. El guardia les abrió la puerta y se quedó afuera. Uno de los policías empujó a Misaki, que cayó de rodillas en medio de la habitación y retomó su puesto aún lado de la puerta junto a su compañero.
La habitación se quedó en silencio, solo se podía escuchar la lluvia a través de la diminuta ventana con barrotes que estaba por encima de la cabecera de la cama. Pasaron unos instantes, hasta que finalmente una voz burlona se hizo presente en la habitación.
-Te dije que nos volveríamos a muy pronto. -Le dijo una voz que ella reconocía muy bien. -Te dije que me iba a vengar por lo que me hiciste y aquí estoy, siempre cumpliendo con mi palabra.
Tora Igarashi estaba parcialmente sentada en la cama individual frente a ella, con las piernas cruzadas y con un cigarro en la mano.
-Te advertí que no te metieras conmigo, pero siempre eres tan terca…
Misaki no se inmutó, mantuvo la mirada en el suelo.
Tora el miro de mala gana. -¿Misaki? ¿Me estás escuchando, maldita perra?
Se levantó y caminó lentamente alrededor de ella, cuando de la nada, la tomó de los cabellos y la jaló con fuerza para que alzara la mirada.
-¿Que te pasó Misaki?- le preguntó mirándola fijamente a sus apagados y sobrios ojos ambares. -Antes ya hubieras saltado sobre mi para matarme. ¿Dónde quedó esa mirada asesina con la que me sacaste el ojo? -preguntó irónico-¿Acaso esto es todo lo que puedes soportar? Así no es divertido.
Ella se le quedó mirando donde antes estaba su ojo derecho y sonriendo con suficiencia.
-¿De que te ríes perra?
Misaki no le respondió, en cambio le escupió en donde tenía la herida del ojo derecho. Tora la miro con ira y el abofeteo fuertemente. Misaki cayó de costado y comenzó a reír a carcajadas sin importarle el golpe recibido en la mejilla derecha.
Un policía le pasó un pañuelo a Tora.
-Maldita, haber si te sigues riendo. -la amenazo y acto seguido la acomodo en el piso y se sentó a hocajadas sobre ella. Con una mano tomó sus muñecas esposadas y las colocó arriba de su cabeza mientras que con la otra sacó una daga que traía escondida en el pantalón.
Misaki forcejeó, tenía en mente muchas formas de safarce y quitárselo de encima pero se detuvo cuando él le puso el filó de la daga en el cuello. Un hilo de sangre brotó de la herida, pero no lo suficiente para hacerle más daño.
-Asi Misaki, así te quiero. -Su cara se contorsiono imaginando las cosas que le aria de ahora en adelante, teniéndola completamente a su merced. Por que ella ya no seria la policía más respetada que todo el mundo admiraba. Con un poco de esfuerzo, mucho dinero y amigos dentro de la policía, había reducido a cenizas todo el mundo que Misaki construyó a lo largo de los años. Convirtiendola ante los medios y el mundo, en una policía psicópata que abusaba de su poder para traficar drogas mientras utilizaba a sus propios subordinados.
¿Y cuál es el mejor lugar para guardar su nuevo juguete? El Hospital Psiquiátrico que manejaba un pariente. Era el lugar perfecto. Él podría entrar y salir cuando quisiera y tener el silencio absoluto del personal si no querían tener un "accidente".
Tora lamio la sangre que tenía la daga. -Podría pagarte con la misma moneda… ¿que dices Misaki? Para que estemos igual.- Acerco peligrosamente la daga al ojo derecho de Misaki. -No… no puedo hacer eso, de las cosas que más me gustan de ti son tus ojos, tus grandes y expresivos ojos ambares, siempre me han recordado a los de una fiera, quizás a los de una pantera negra…
Misaki chasqueó la boca. -No me hagas reír. -Dijo finalmente, sin cambiar su expresión sería e indiferente -La única manera en la que tú y yo estemos a mano es que asesine a tu prometida, a uno de tus padres y como no tienes hermanos, escogeré a otra persona que te importe, si es que alguien como tú puede querer a alguien.
Tora río con ironía. -¿Y como planeas hacer eso? ¿Al menos ya viste donde te encuentras?- La soltó y le señaló la habitación con las manos. -Este es tu nuevo hogar ¿no te parece maravilloso? -Se levantó y recorrió la habitación señalando los pocos muebles. -Aquí es donde vivirás por el resto de tus días.
Misaki, sin levantarse, pasó la vista por la lúgubre y fría habitación, en este solo estaba la cama individual, una mesita con una silla de hierro, y del otro lado un inodoro sin tapa con un lavabo de aluminio.
-Si, ya se lo que estás pensando, y déjame decirte que no te permitirá hacer nada que complique tu estadía en este lugar. -dijo- daré la borden para que te quiten todo lo de fierro y que pueda ser peligroso, y si te portas bien, dejaré que conserve el colchón.
Misaki se enderezó, aún sentada en el suelo. -¿Y cree que eso me va a detener? -preguntó.
-Aunque no lo creas linda.- le dijo con una amplia sonrisa. -De todas formas no creo que quieras salir de este lugar. Estos días me he dedicado a crear evidencia en tu contra para que te culpable del accidente de tu jefe y tu compañero. Así que pronto te imputarán cargos por homicidio premeditado. Así que sí, creo que estarás en este lugar una buena temporada.
Misaki sabía de lo que él era capaz, así que cada palabra de lo que dijo no la sorprendería.
-Estás cometiendo un grave error.
-Enserio, a mi no me lo parece.
Misaki prosiguió .-Tu peor error es no asesinarme ahora mismo que tienes la oportunidad.
-¿Y por que haría esa tontería, ahora que te tengo en la palma de mi mano?
-Por que voy a asesinarte. -le dijo con voz gelida.
Tora se río de su respuesta. -¿Enserio? ¿Y como planeas hacer eso? Este es uno de los mejores Hospitales a nivel internacional y aquí la seguridad no es ningún chiste. Y aparte te tendré la mayor parte del tiempo drogada, para que no vayas a cometer ninguna estupidez.
Misaki ignoró sus palabras. -Quizás no sea hoy ni mañana. - le dijo sin perderle de vista.- no importa cuanto tiempo me tome, te prometo que buscaré la forma de salir de este lugar e iré por ti, así sea que te siga hasta los confines del infierno, te mataré, tienes mi palabra.
Hubo un silencio espantoso. Los policías se miraron entre sí, inconcintamente asustados. Tora se quedó parado dándole la espalda con la vista en la diminuta ventana.
-Traigan al guardia. -Ordenó. Uno de los policías le habló y el guardia que también trabajaba como enfermero se apresuró a entrar.- Inyéctela.
El guardia dudó antes de actuar pero obedeció, saco una jeringa y un frasco. Tomó a Misaki sin que ella se resistiera y la inyectara en el brazo. Ella vio pocas posibilidades de salir y vio que no tenía sentido luchar, tenía cuatro hombres que podía inmovilizarla si se lo proponían. Eran dos armados con pistolas, un guardia con macana, y tranquilizantes ya Tora, capaz de apuñalarla si así lo quería.
-¿Cuánto tiempo tarda en hacer efecto? -le preguntó Tora sin moverse del lugar.
-Es un nuevo medicamento, varía un poco en actuar en cada persona, pero por lo general tarda menos de cinco minutos.
-Mis hombres le darán indicaciones para renovar esta habitación, espero que sigan mis órdenes al pie de la letra para evitar conflictos. -dijo - Ahora lárguense todos y estén atentos a lo que diga.
-Si señor. -Respondieron los tres hombres antes de salir.
Tora se mantuvo pasible y sereno sin moverse de su lugar, mientras Misaki comenzaba a sentir los efectos del medicamento. Poco a poco sentí como todas sus extremidades se estaban adormeciendo hasta que ya no pudo sostenerse y cayó de espaldas. Si embargo no estaba dormida, sus ojos veían perfectamente pero no podía gesticular ninguna palabra, más que gemidos y ruidos apagados.
Tora dio media vuelta y se paró a su lado, mirándola con placer. Se agachó y la carga estilo princesa para acostarla en la cama. Se subió encima de ella y se sentó a horcajadas.
-No puedo creer que después de todo este tiempo finalmente te voy a hacer mía. -dijo desabrochándole la camisa anaranjada. - si solo me hubieras echo caso cuando te perseguí.
Tora le abrió la camisa y vio fascinado sus grandes pechos cubiertos por el sostén negro.
-Sabes, a mi me gusta el sexo rudo y apasionado. -dijo quitándose la camisa blanca y desabrochándose el pantalón negro de vestir. -Me gusta sentir a la mujer pelear y gritar… ahora mismo me siento como si lo fuera a hacer con una muñeca. Pero no importa, después de todo eres tú de quién estamos hablando así que no arruinemos el momento. Y en cuanto a las esposas… -dudo antes de responder. -mejor te las dejaré puestas.
Le acomodó los brazos por encima de su cabeza.
Le tomó el rostro que estaba mirando aún lado y le beso con fuerza la boca, Misaki ni siquiera podía controlar su propia boca para abrir o cerrarla, así que Tora aprovechó y deslizó su lengua dentro de la de ella, explorando todos los rincones y perfilando. sus dientes.
Salió de su boca para besarle el mentón, bajó hasta su herida y le lamió la sangre de la herida en el cuello.
-No llores linda. Puedo hacerlo mejor. - bajo el sostén liberando sus grandes pechos. Tora miró con asombro y excitación las areolas. -Siempre supe que eran rosadas. Me duele un poco que no hay duros pero podemos remediarlo. -Con los pulgares rozó dolorosamente la herida del cuello y con la sangre pintó los pezones de Misaki para después pellizcarlos. -Asi Misaki, está funcionando. -Dijo jadeante. El acto seguido tomó uno con la boca, lamiendo y succionando salvajemente mientras que con la mano libre masajeaba y pelizcaba el otro. No tardó demasiado tiempo, unos minutos después se apartó y literalmente le arrancó los pantalones con todo y su ropa interior. El también se quitó el resto de su ropa. Para posicionarse sobre ella completamente desnuda.
Tora acarició con brusquedad sus pliegues para descubrir que estaba totalmente seca.
-Linda, tienes que mojarte un poco o te va a doler. -Le dijo acariciándola e introduciendo los dedos con brusquedad. - Maldición, ya no puedo más…- Sin esperar más, se acomodo y embistió su polla dentro de la vagina de Misaki. -Mierda estás tan seca, me vas a arrancar el pene. -Se quejó sacándolo despacio y le gritó al guardia para que entrara.
Este entró sin saber exactamente a dónde mirar.
-¿Qué mierda pasa? ¿Por qué esta tan seca? ¿Acaso el medicamento le afecta el tener relaciones?
-No, no señor. -Hablo lo más rápido que pudo mientras tartamudeaba. -El medicamento no tiene nada que ver con eso. -finalmente la vio a los ojos, mirándolo con infinita tristeza y rabia. -Ella no quiere hacerlo, la está, la está forzando. -dijo la última frase en un susurro, pero lo suficiente para que Tora lo escuchara.
Tora le dio un puñetazo mandándolo de bruces al suelo. -Tráeme un frasco grande de vaselina. Rápido.
El guardia lo miro asustado pero obedeció, no tardo en regresar. Se la dio destapada y salió rápidamente.
Tora tomó un poco y comenzó a frotarse la polla con la vaselina. -Será mejor que lo guardes bien para la otra que venga. -Agarro otro poco y la metió dentro de ella.
Misaki sollozó. Tora le acarició la mejilla con el pulgar. -Ya voy linda, no estes triste.-
Tiro el bote al piso, le abrió las piernas y la penetró de una sola estocada. Misaki cerró los ojos con fuerza, mientras sentía como Tora le desgarraba una y otra vez. Con brutalidad y salvajismo, no le importó ver la sangre que se derramaba de la vagina de Misaki. -Así… justo así… -gimió emocionado.
Misaki estaba completamente consciente, no podía moverse pero podía sentir cada cosa que Tora le estaba haciendo. La única manera en que podía liberar su odio y furia era a través de sus lágrimas, que no dejaban de salir de sus ojos enrojecidos. Tora se metió entre sus brazos para fingir que ella lo estaba abrazando. Mientras tomaba su cuello y lo devoraba con ferocidad.
Aumentó el ritmo de las embestidas. -Ya casi… ya casi… -le gimió al oído, para correrse dentro de ella sin detenerse. -Eso fue perfecto. -dijo jadeando mientras le lamía el cuello. - tú nunca me decepcionas.
Desgraciadamente, ahí no termina la noche. Tora la violó hasta probar diferentes formas y posturas, todo dependiendo de como acomodaba a Misaki, que no tenía poder alguno sobre su cuerpo. La mordió y el golpe por todos lados y la arañaba en la espalda y el trasero cada vez que se venía dentro de ella. Y así continuo hasta casi acabarse el frasco de vaselina.
En algún momento, Misaki cerró los ojos e hizo que su mente abandonara parcialmente lo que estaba sucediendo. No se castigó a sí misma por no haber puesto más resistencia ni se arrepintió por no haber matado a este mal nacido cuando tuvo la oportunidad.
Era fiel a sí misma y sabía que siempre había obrado haciendo lo correcto.
Jamás en su vida se había arrepentido de nada. Siempre había vivido su vida como quería y ahora ella misma elegiría su final.
Misaki asistió como su último y único propósito, asesinar a este hijo de puta, sin importarle la sangre que derramaría en el camino.
Aún con el imbecil meneándose encima de ella, Misaki se quedó mirando las gotas de lluvia que golpeaban el vidrio de la ventana, con sus ojos llenos de rabia.
Muchas gracias por leer. Nos vemos en el próximo episodio. Agradezco críticas constructivas :)
