Capítulo 2: Cena Romántica
Es un día atípico de verano cuando afuera llueve a cántaros, no como de costumbre. En Brisbane uno no espera mucho las lluvias. Es un lugar siempre soleado y el buen tiempo es una de las características más atractivas de la ciudad. A alguien como a Bandit Heeler casi se le olvida de que existía la lluvia, a pesar de que parecía ser lo único interesante que ocurría en casa. Cada noche había dormido felizmente junto a su esposa. Cada mañana se despertaba antes para prepararle el desayuno. Cada día planificaban lo que harían juntos. Esta vez había despertado en una cama vacía. Parecía como si todas las crisis que nunca sufrió se juntaron para pasarle factura al mismo tiempo. Por primera vez el jefe de la casa estaba insatisfecho y sus ánimos eran nulos para levantarse.
Bandit miró por la ventana al cielo gris. Podía observar cómo el viento se dispersaba entre las ramas desnudas, haciendo crujir unos pocos folletos que se aferran desesperadamente mientras que otros se perdían en la nada. Es apropiado, piensa, que incluso el cielo esté pintado de apatía, invadido por enormes montículos grises que borran cualquier indicio del brillo rojizo del sol. Constantemente escuchaba el repiqueteo de la lluvia en los cristales de las ventanas. La lluvia era demasiado ruidosa. La habitación estaba demasiado fría y vacía.
Finalmente, el Heeler azul toma la decisión de levantarse y, con un poco de esfuerzo, se pone de pie mientras se estira y al mismo tiempo suspira. Cuando llega a las puertas principales, no puede evitar detenerse, queriendo escuchar el golpeteo de la lluvia contra el techo del pórtico. Él no había escuchado esto desde hace mucho tiempo. Con el terreno vacío, desprovisto de cualquier parloteo o algarabía, es singularmente el único sonido que inunda sus oídos.
Al llegar a la cocina, Bandit preparó su café matutino. Mientras esperaba, sacó su celular y revisó si su esposa le había enviado algún mensaje. Ya habían pasado 3 días de su viaje. Por supuesto que habían hecho video llamadas, pero la comunicación era un poco tediosa debido a las nueve horas de diferencia. Chilli prefería hacerlo durante las mañanas, ya que sería bien entrada la noche donde ella estaba y, por lo general, era cuando ya estaba libre de su trabajo. A Bluey y Bingo no les molestaba levantarse un poco antes con tal de poder hablar con su progenitora. En las pocas llamadas que hicieron, su madre les hizo saber lo bien que se encontraba y que se lo estaba pasando de maravilla, además de mencionar que las extrañaba. Si bien sus hijas se alegraron por ella, Bandit se mostraba algo angustiado, ya que deseaba hablar con su esposa a solas, pero hasta ahora no había tenido suerte. Para más inri, Chilli solía enviarle mensajes cortos en los breves períodos de tiempo libre, el más reciente era el que había recibido hace tan solo media hora: Chilli se disculpaba, asegurando que había tenido un día muy ajetreado y difícil, por lo que decidió irse directamente a la cama, además de pedirle a Bandit que se lo comunicara a las niñas y recordarle que las llevara con Nana, algo que habían planificado juntos. Una y otra vez él miraba aquel mensaje mientras suspiraba.
El repiqueteo de la lluvia golpeando la ventana y el suave retumbar en la distancia continuaron haciendo su ruido. La cafetera había terminado. Bandit se sirvió el café y buscó algo en la alacena con lo que pudiera acompañarlo. De la nada, su teléfono sonó. Él se giró y rápidamente lo tomó, creyendo que se trataba de su esposa, pero, todo lo contrario, era un mensaje perteneciente a uno de sus contactos.
Bandit
Al Heeler azul le tomó un rápido vistazo al nombre y la foto del perfil para verificar que se trataba de Wendy.
Bandit, estás ahí?
Aquel encuentro fortuito que tuvieron un par de noches atrás todavía resonaba en la cabeza del Heeler azul. Constantemente intentaba olvidarlo, pero ¿Cómo? No se trataba de algo fácil de ignorar y seguir como si nada, su vecina lo había besado con pasión y lujuria, incluso podía jurar que todavía sentía su sabor en la boca. Curiosamente, desde esa noche no se habían visto ni intentaron interactuar. Cada vez que él salía al patio, ella no estaba. Al principio creyó que ella se había ido de casa, pero no fue así, perfectamente podía ver como encendía las luces durante la noche. Quizás la poca actividad fuera de su hogar era para evitar encontrarse con él. Seguro ella aún sentía vergüenza por lo sucedido y no se atrevía a verlo ni hablarle. Él, por su parte, no le guardaba ningún tipo de desagrado ni enfado, incluso estaba dispuesto a dialogar con ella, si es que tenía oportunidad.
Bandit estuvo a punto de dejar su teléfono, pero finalmente respiró hondo, lo tomó y lentamente fue escribiendo.
Wendy
Qué sucede?
Su respuesta tardó unos momentos.
Solo quería saber cómo estabas.
Bandit no tardó en responderle.
Estoy bien.
Y tú?
En menos de un minuto obtuvo varias respuestas
También estoy bien.
Bueno… algo así
Estás ocupado?
Bandit frunció el ceño ante eso. Por un lado, presentía que se trataba de una manera para morder el anzuelo. Pero por otro, se había molestado en devolverle el mensaje, cosa que no habría hecho si no estuviera interesado. Estaba considerando cómo responder cuando aparecieron otros mensajes.
Sé que quizás no es el mejor momento, pero necesitaba hablar con alguien.
Se trata de Judo.
Eso le dio una mala sensación. Fue así como se percató también de la ausencia de Judo. Bluey y Bingo habrían ido a jugar con ella si se la hubieran topado. No creyó que Wendy fuese capaz de esconder a su propia hija con tal de no acercarse a él mismo. A eso había que sumarle lo que ella le comentó las noches anteriores. ¿Era posible que su vecina todavía tenía problemas con el padre de su hija?
Finalmente, Bandit decidió responder.
Qué ocurre?
Los siguientes mensajes de texto los recibió casi instantáneamente.
Hoy se supone que podré volver a verla.
Pero temo que las cosas salgan mal.
Estoy asustada.
No sé qué hacer.
Aparentemente, era posible quedarse sin palabras mientras se enviaban mensajes de texto.
Conociendo a Wendy, probablemente se sentiría mortificada en ese momento, pero ¿Cómo ayudarla? La situación estaba un poco delicada como para verse en persona, o al menos eso pensaba Bandit. Si estuvieran juntos hablando del tema, probablemente él le acariciaría la mejilla para tratar de consolarla. Ella de seguro caería en ello, deseando mucho más.
Ambos permanecieron en silencio durante un largo rato hasta que Bandit salió de su ensoñación.
Trata de calmarte.
Escucha
Todo va a salir bien.
Wendy le cuestionó aquella última respuesta.
Cómo estás tan seguro?
Bandit se tomó su tiempo para responder.
Si haces lo correcto, lo verdadero, todo saldrá bien.
Además…
Si algo malo pasa, puedes recurrir a la justicia.
Wendy volvió a cuestionarle.
Bandit
Lo último que quiero es convertir esto en una batalla.
Tampoco quiero perjudicar a Judo
Ella no tiene la culpa de lo que está ocurriendo ni merece pasar por todo ese proceso.
Bandit se puso firme. Sus dedos volaron sobre su teléfono.
Por supuesto que no!
Pero tú tampoco tienes por que soportar ese tipo de cosas.
Judo merece estar contigo el tiempo acordado.
No es justo que te la quiten.
Wendy tardó un poco más en responder.
Lo sé.
Pero Judo también tiene derecho a ver a su padre.
Ahora era Bandit quien cuestionaba las respuestas.
Y a ti no?
En serio.
Cuanto más vas a seguir así?
Wendy volvía a tardarse en responder.
Solo el tiempo que sea necesario.
O hasta que Judo crezca lo suficiente.
Bandit resopló. Decidió soltar todo lo que pensaba.
Mira.
Sé que solo quieres lo mejor.
Pero estas no son las maneras.
Todo esto no es bueno ni para ella ni para ti.
Vas a privarte de muchos momentos con ella?
Qué va a pasar cuando te la quiten en un día especial?
Cuál es el límite?
No hubo contestación, lo que indignó aún más a Bandit.
Si es así como quieres resolver las cosas, entonces haz lo que quieras.
Wendy no respondió durante varios minutos. Bandit estuvo esperando una respuesta. Cualquier respuesta era mejor que ninguna. Esperó, pero no llegó nada.
Bandit se mordió el labio y se sintió un poco culpable por reñir a Wendy. Podría haber sido un poco más amable al respecto, pero se mantenía firme con sus comentarios. Su desesperación comenzó a crecer cuando los mensajes seguían sin llegar. Empezó a creer que se había sobrepasado. Podía imaginarse la cara de su vecina mientras leía sus mensajes: los ojos tristes, expresión contrita. Esto iba exactamente a donde él no quería que fuera. Estaba seguro de que ella se arrepentía de haberle dado su número. Se odiaba a sí mismo por haberle dicho eso último y no sabía cómo remediarlo. Parecía incapaz de hacer nada más que mirar el teléfono desconcertado, deseando que esto no estuviera sucediendo.
Bandit escribió un mensaje extenso, sólo para borrarlo y empezar de nuevo.
Wendy?
No obtuvo respuesta.
Wendy
Por favor, no te enojes.
Mientras escribía, apareció un nuevo texto.
Enojarme?
Cómo podría enojarme?
No lo sé
Quizás por discutir con un idiota.
Oh, vamos.
En serio?
Cómo podría alguien discutir contigo?
Eres alguien muy dulce.
Bandit sonrió.
Eres todo lo contrario a cierto sujeto.
Cierto sujeto testarudo.
Una duda invadió a Bandit.
Es ese sujeto alguien especial?
Wendy respondió casi al instante.
Mucho.
Bandit tragó y apretó una mano, luego se relajó.
Pero no dijiste que él era manipulador y desagradable?
Sí.
Y es probable que eso sea todo lo que alguna vez será.
No se sorprendió, pero sí se quedó helado.
Es arrogante, desdeñoso, sarcástico y, a veces, francamente cruel.
Él no siempre fue así. Solíamos llevarnos bastante bien.
No sé qué hice para que me desprecie, pero últimamente cada vez que hablo con él me trata como si fuera una mosca en su sopa.
Hubo una pausa.
Por qué sigues hablando con él?
Porque es el padre de mi hija.
Pero y si no lo fuera?
Por qué sigues soportándolo?
Esa era la pregunta, ¿Era ese sujeto realmente tan especial para ella que preferiría que le gruñera antes que hacerle algo en absoluto? ¿Cómo era posible que una mujer bastante fuerte y segura de sí misma como ella pudiera soportar ese aparente desprecio? ¿Había algo más que solo los intereses de su hija?
Las dudas de Bandit parecieron clarificarse tras los siguientes mensajes.
No lo sé…
Supongo…
Sigo esperando que vuelva a ser como eran las cosas.
Hay un hombre bueno y amable enterrado bajo toda esa maldad.
Lo he visto.
Una comprensión lo golpeó como una tonelada de ladrillos. Wendy vivía en una mentira todos los días. Pensó en decirle lo que pensaba respecto a eso, pero no quería hacerla sentir aún peor. Creyó que la había lastimado bastante. En su lugar decidió desviar la conversación hacia algo más positivo.
Bueno…
Te agradezco que me hayas contactado para contarme tus dudas.
Gracias a ti por escucharme.
Lamento que nuestra primera vez chateando sea por problemas personales.
No-no.
Está bien.
Siempre que tengas un problema aquí estaré para escuchar.
Tal vez no sea bueno resolviendo problemas.
Pero sí soy bueno para alegrar tu día.
Oh, bueno.
Tendrás que ser mi principal fuente de entretenimiento de ahora en adelante.
No lo era ya?
Estoy devastado.
Wendy envió emojis de risa.
Un día de estos deberíamos hacer video chat y podrás usar títeres con calcetines o algo así.
Definitivamente te arrepentirías de eso.
La conversación empezó a escalar positivamente. Fue entonces cuando Bandit recordó lo de la noche pasada. Creyó que no era el momento más oportuno, pero aun así sentía la necesidad de hablar con Wendy sobre el tema y disipar unas cuantas dudas, además de aclararle un par de cosas.
Wendy
Sobre la otra noche…
Bandit no alcanzó a enviar el siguiente mensaje, ya que su vecina respondió rápidamente.
Debo irme.
Parecía que Wendy hablaba en serio, ya que dejó de estar activa. ¿Se trataba de alguna mentira para evitar hablar sobre ese tema? O ¿Se retiró por el asunto relacionado a su hija? Difícil saberlo. La extraña sensación de incomodidad nuevamente rodeó a Bandit, como si estuviera destinado a sentirla.
Más tarde
La noticia del pronóstico decía que llovería todo el día, lo que hizo que todos los residentes estuvieran en alerta. Afuera, el fuerte viento hizo que las hojas y ramas de los árboles volaran hacia un lado. Curiosamente, se podía ver a algunos niños saltando en los charcos de agua con sus impermeables, sonriendo y riendo alegremente, pareciendo no importarles nada más que sentir las gotas de lluvia goteando sobre ellos, como si no fueran a resfriarse al día siguiente.
En la casa de la familia Heeler, el patriarca y sus hijas estaban reunidas para el desayuno. El aroma agridulce del café y el sonido eléctrico caliente de la tostadora enmascaran un poco el ambiente gélido.
Las niñas habían tenido el raro lujo de dormir hasta tarde esa mañana. Bandit no tenía planes particularmente urgentes para sacar a ninguna de las dos de la cama. Eso no quería decir que no tuviera planeado un día completo por delante, solo que era difícil que pudieran hacer algo afuera debido al clima, aunque eso no significaba que no planeara aprovechar el día para realizar algunas actividades domésticas.
Hablan mientras Bandit les sirve la comida, poniéndose al día con las actividades de Chilli. Es prácticamente tranquilo, hasta que Bluey cuestiona por qué su madre no las llamó. Se supone que es un sondeo: quiere saber si ocurrió algo malo, pero intenta decirlo con la suficiente naturalidad para que parezca una pequeña charla.
—"Bluey, ya te lo dije", Bandit pudo sentarse, "Ella estaba cansada".
—"¿Tanto como para ignorarnos?", preguntó con una voz de inexpresiva, mientras sus ojos brillaban.
—"Ella no las ignoró", aseguró mientras le daba un mordisco a su tostada y no se molesta en tragarla antes de seguir hablando. "Simplemente necesitaba descansar después de trabajar mucho".
—"¡Pero no es justo!", la mano de Bluey golpeó la mesa, haciendo tintinear la vajilla, "Tenía mucho que contarle", su labio tembló.
Bandit había aprendido a evitar ciertos temas con Bluey, y la posibilidad de que Chilli no estuviera presente o no pudiera comunicarse con su familia era el principal de ellos. Irónicamente, el día que fueron al parque él les había inventado varias excusas sobre la ausencia de su madre y ellas lo aceptaron, mientras que aquí, a pesar de que les decía el motivo real, ellas seguían insistiendo en saber más. Pudo ser que el día gris le jugó en contra, ya que las niñas no tenían algo con que entretenerse o distraerse.
Después de tragar, Bandit echó un vistazo rápido hacia la cara de su hija mayor, casi esperando unos ojos vacíos, y siente alivio cuando nota una mirada preocupante, pero no al borde de lagrimear.
—"Yo sé que sí…", empieza a explicar, "Pero tienes que entender que a veces las cosas no salen como nos gustaría. A mí también me hubiese encantado hablar con ella, pero también entiendo que su trabajo es complicado y debo dejarla descansar"
Bandit se distrajo cuando la actitud de Bluey cambió y la expresión se convirtió en algo más comprensible. Se arriesgó a mirar a Bingo. No se había dado cuenta de su nerviosismo o quizás lo había ignorado. Se quitó las migas de las manos y se cruzó de brazos.
—"Bingo, ¿Qué pasa?"
Bingo inclinó la cabeza. "La extraño"
El abrupto comentario de Bingo lo había tomado por sorpresa. Pasaron un par de segundos antes de que recuperara la compostura y, respirando hondo, juntó sus manos con una sonrisa algo forzada.
—"Ella también te extraña".
—"Y ¿A mí?", preguntó Bluey entrometiéndose.
—"A las dos por igual", aclaró seriamente, "Ahora, entiendan que por esta vez no podrán hablar con mamá, pero eso no significa que pasará lo mismo todos los días. Quizás mañana tendrán mucho más tiempo para hablar".
—"¿De veras?"
—"Por supuesto", tomó un sorbo de jugo. "Ahora, ¿Qué les parece si después de desayunar vemos alguna película?".
Bingo exclamó en júbilo, a diferencia de Bluey, quien respondió con un "Aburridooo"
—"¿Tienes alguna mejor idea?", objetó Bandit.
Bluey miró por la ventana y sonrió; Siempre le encantó la lluvia. Le gustaba la idea de salir a la calle para poder saltar en los charcos de agua.
—"¡Hay que ir afuera!"
—"¿Es una broma?", Bandit no se mostró sorprendido, sabía que Bluey tenía las ideas más disparatadas.
—"¿Qué tiene de malo?"
—"Está todo mojado", hizo hincapié Bingo
— "¡No te preocupes Bingo, yo te protegeré!", exclamó como si fuera a derrotar a algún tipo de monstruo furioso.
— "Te vas a resfriar", le cuestionó Bandit.
— "Soy una superheroína. No me enfermaré", dijo con orgullo. "Vamos, hay que aprovechar ahora que no hay lluvia".
—"Va a llover", dijo Bandit, mirando hacia el nublado cielo gris.
—"No es cierto", se burló Bluey, "No seas tan negativo".
—"No estoy siendo negativo", regresó su mirada a sus hijas, "Sólo sé que va a llover".
— "¿Cómo? ¿Tienes alguna clase de poder telepático avanzado?"
Bandit dejó escapar una risita. "Sí, así es. De hecho, aproveché esa habilidad hace años trabajando como pronosticador del tiempo en las noticias locales".
Los ojos de Bingo se abrieron por un momento antes de que una sonrisa apareciera en su rostro. "¿De veras?".
Él le devolvió la sonrisa. "Así es".
— "Bueno, señor pronosticador, yo sé que no va a llover debido a mi poder especial ¡Se llama suerte!", aseguró Bluey mientras cruzaba los brazos y ponía una mirada desafiante.
Solo pasaron unos pocos segundos para que los tres sintieran la primera gota golpeando el cristal de la venta. Luego otra. Luego otra. Él la miró, tratando de contener su mirada de regocijo.
— "Parece que mi poder es superior al tuyo", se burló un poco mientras Bluey se encogía de hombros.
— "¡Haz que deje de llover!", pidió Bingo.
— "Lo siento, Bingo, así no es cómo funciona", tomó otro trago de jugo, "Yo solo puedo saber cuándo lloverá. El que la lluvia se detenga o siga no depende de mí".
Bingo exclamó fascinada con un "Ohh"
— "¡Pero no podemos quedarnos aquí todo el día!", se quejó Bluey. "¿No podemos ir a ver a la abuela?"
— "No con este clima", señaló Bandit.
— "¿Qué? ¿El señor pronosticador tiene miedo de mojarse?", soltó a modo de burla.
—"Soy el señor del clima, para ser más exactos", aclaró.
Para sorpresa de los tres, un golpeteo se escuchó en la puerta de entrada. Mientras Bandit caminaba para atender, se preguntaba quién podría ser capaz de venir a su casa con la tormenta que azotaba fuera. Las niñas, quienes lo seguían, hacían sus propias suposiciones sobre la persona detrás de la puerta, entre ellas se decantaban más por alguno de sus tíos.
Al abrir la puerta, Bandit reaccionó absorto. Bluey y Bingo se asomaron, sorprendiéndose.
—"¡Judo!", exclamó Bluey y su amiga corrió para abrazarla.
—"¡Hola!", Wendy dejó escapar un suspiro de felicidad tan pronto como entró en casa, sosteniendo una bandeja con domo.
—"¡Wendy! ¿Qué estás haciendo aquí?", preguntó extrañado.
—"Judo tenía ganas de ver a Bluey, así que aproveché para venir y saber cómo estabas", explicó, manteniendo una sonrisa.
—"Pues… estoy bien", se rascó la nuca con un claro nerviosismo, luego se giró un momento para ver como Bingo se unía al abrazo de Bluey y Judo. "Por lo que veo ya resolviste ese problema"
Wendy asintió. "Así es"
Mientras Bluey y Bingo guiaban a Judo a su cuarto, Bandit y Wendy se sentaron en la cocina y aprovecharon para hablar un momento. Wendy se pasó un buen rato contándole a Bandit como había sido el encuentro con el padre de Judo. Él no hizo más que escucharla y, a diferencia de lo que pensaba, no terminó en algo pernicioso. Por la manera en que su vecina relataba lo ocurrido, no se mostraba nada melancólica ni molesta. Por supuesto que hubo algún que otro momento donde eximía su frustración con aquel sujeto, pero no más que eso.
—"Vaya, entonces todo bien", soltó Bandit después tan larga plática.
—"En parte te lo debo a ti"
—"¿A mí?", se señaló a sí mismo.
—"Sí…", agachó la cabeza y empezó a jugar tímidamente con sus dedos, "Al principio tenía mucho miedo de lo que pudiera pasar, pero…", alzó la mirada hacia él, "Hablar contigo me ayudó a calmarme un poco".
—"¿Ah sí?"
—"Tenías razón con lo que me dijiste por mensaje, es solo que…", resopló, "Intentaba ignorarlo. Fue muy duro para mí leer todo eso".
—"Ohh…", Bandit miró hacia un lado, lamentándose.
—"Pero me hiciste recapacitar", reconoció y ambas miradas se cruzaron, "Cuando fui a verlo, antes de entregarme a Judo, me dijo que se la llevaría ni bien regresara de sus asuntos, ya que no confiaba mucho en mí", se acomodó y dejó escapar una pequeña risa mientras proseguía, "Fue ahí cuando me enojé y le dije que ella estaría muy bien conmigo y que no se le ocurriera faltarme el respeto o yo misma tomaría represalias"
—"Wow…"
Wendy dejó escapar otra risa. "Debiste ver su cara en ese momento", hizo una imitación que le valió la risa de Bandit.
—"Vaya, realmente me hubiera gustado ver eso", dijo lacónicamente.
—"Debo darte las gracias. De algún modo me motivaste", confesó, "No sé cómo lo haces, pero siempre sabes cómo decir cosas graciosas y serias al mismo tiempo".
—"Ese es mi trabajo", le guiñó el ojo. "Entonces… ¿Qué pasará ahora?"
—"Él estará fuera del país por unos días, así que por ahora disfrutaré de todo el tiempo que tenga disponible con Judo", declaró.
—"Pero… ¿Qué pasará cuando él vuelva?", preguntó preocupado.
—"No quiero pensar en eso por ahora", manifestó mientras se inclinaba hacia Bandit y apoyaba sus manos con las de él, "Solo quiero pensar en cosas bonitas".
Bandit estuvo observando por un momento aquellos ojos cautivadores de Wendy que sentía que lo llamaban, hasta que una bofetada mental lo hizo volver a la realidad. Se sacudió la cabeza y apartó sus manos de ella. Ahora que estaban juntos, creyó que era el momento apropiado de tener esa charla que no alcanzó a iniciar en la mañana.
—"Wendy…", inhaló y exhaló, "Creo que debemos hablar".
—"Bandit, te dije que no quiero pensar en eso por ahora", exclamó, creyendo que aún seguían en el tema del padre de su hija.
—"No me refiero a eso", aclaró, "Me refiero a… Lo que pasó la otra vez".
—"¿Qué cosa?", levantó una ceja, confundida.
—"Tú sabes bien…", intentaba mantenerse serio, pero se notaba un nerviosismo en su voz.
La mirada confusa de Wendy hizo desconcertar a Bandit. No sabía si ella trataba de hacerse la desentendida o realmente no entendía a lo que se estaba refiriendo. Él se inclinó un poco y murmuró "Me besaste".
Aquel comentario hizo que las mejillas de Wendy superaran el color rosa, pasando directamente al rojo remolacha mientras permanecía allí, completamente inmóvil.
—"¿Estás bien?", preguntó él, preocupado y a la vez un poco confuso por su reacción.
Wendy se llevó rápidamente las manos a su rostro, en un intento inútil de ocultar su sonrojo, mientras se inclinaba hacia Bandit.
—"No hay nada que hablar de eso", farfulló. "¿No recuerdas lo que te pedí que prometieras?"
—"Por supuesto que lo recuerdo", respondió por lo bajo, algo molesto, "pero necesito saber por qué lo hiciste".
Hubo un silencio tenso. El recuerdo de aquella noche, aunado a la expresión seria de Bandit y el deseo de éste por clarificar si había otras intenciones detrás, hizo que el comportamiento errático de Wendy solo fuera a peor.
Ella se inclinó un poco más frente a él y tomó sus manos brevemente entre las suyas.
—"Por favor, perdóname", dijo, ignorando la mirada desconcertada de Bandit. "No era mi intención. Yo... No sé qué pasó. Solo... Me dejé llevar por el momento y.…"
Wendy intentaba encontrar las palabras correctas, pero su evidente nerviosismo le jugaba una mala pasada.
—"Lo lamento mucho", ella le soltó las manos para ponerse de pie. "Pero ten por seguro que eso no significó nada", aseguró, aunque Bandit no se mostró convencido en sus palabras. "Solo hagamos de cuenta que eso nunca ocurrió. Empecemos de nuevo", extendió su mano derecha, "¿Amigos?"
Ella lo miró a los ojos con expresión suplicante, además de una contrición aparentemente sincera, y Bandit de repente se dio cuenta del ligero silencio. La conversación entre ellos había atraído a las niñas, quienes estaban asomadas y se escondieron rápidamente cuando hizo contacto visual. A pesar de no estar convencido del todo, pero reacio a dar aún más espectáculo, asintió lentamente.
—"Por supuesto", dijo estrechando su mano. "Amigos".
Cerca de ahí, las niñas cuchicheaban entre ellas sobre lo que acababan de ver.
—"¿De qué creen que estén hablando?", preguntaba Bluey con curiosidad.
—"Probablemente cosas de adultos", Judo hizo un gesto con la mano, como si no fuera importante.
—"¿Qué clase de cosas?", preguntó Bingo, igual de curiosa que su hermana.
—"Es difícil saberlo", exclamó Judo, "Papá siempre me dice que debo estar fuera cuando los adultos hablan a solas".
—"Hmm…", comenzó a deducir Bluey. "Pues parece que se están divirtiendo".
—"Eso es cierto", Judo le dio la razón, "Nunca había visto a mamá tan contenta".
—"¿De veras?", curioseó Bluey.
—"Así es", asintió Judo, "No sé por qué, pero cada vez que está con tu padre parece como si estuviera feliz".
—"Ohh", exclamó Bluey.
—"¡Es que a papá le gusta hacer felices a todos!", se expresó Bingo.
—"¿Desde cuándo se llevan tan bien?", inquirió Judo.
—"No lo sé", Bluey levantó ambas manos mientras fruncía los hombros, "Pero papá siempre se lleva bien con todos".
—"¡SÍ!", vociferó Bingo, "Es muy bueno haciendo amigos".
—"Pero ¿No les parece un poco raro?", soltó Judo.
Bluey y Bingo se miraron confusas y la primera preguntó "¿Qué quieres decir?"
—"He notado como se miran", comenzó a explicar, "No siento como si se miraran como amigos"
—"¿Entonces?", Bluey arqueó la ceja, sin comprender.
—"Yo creo que ambos se gustan", expuso Judo.
Aquel comentario hizo que las cachorritas Heeler se rieran un poco.
—"¡Que buena broma!", dijo Bingo para reírse de nuevo.
—"¡Hablo en serio!", Judo se puso seria.
—"Pero eso es imposible", manifestó Bluey, "Papá solo ama a mamá".
—"¿Y qué tal si también ama a mi mamá?", interpeló Judo.
—"No lo creo", insistía Bluey, "Papá solo tiene ojos para mi mamá".
—"¿Acaso te crees experta en el romance?", cuestionó Judo.
—"Por supuesto", presumió Bluey.
Bingo jadeó mientras exclamaba "¡Tengo una idea!". Acto seguido, hizo que Bluey y Judo se acercaran para susurrarles algo al oído. Las tres se reían entre dientes, pero se miraron entre sí y asintieron, como si estuvieran de acuerdo. Rápidamente fueron hasta la cocina, interrumpiendo la conversación entre Bandit y Wendy, la cual se había tornado bastante tranquila luego de olvidado el asunto de hace unos minutos.
—"¡PAPÁ!", vociferaba Bluey.
—"¿Qué sucede?", volteó para ver a su hija.
—"Se nos acaba de ocurrir una idea genial", exclamó bingo con emoción.
—"Eso también te incluye a ti, mamá", señaló Judo.
—"¿A mí? ¿Por qué?", Wendy se mostró curiosa.
—"¿De qué se trata?", preguntó Bandit.
Las chicas se miraron entre sí y sonrieron, luego soltaron la noticia.
—"¡Queremos darles una cena romántica!".
Tanto Bandit como Wendy se quedaron de piedra tras el anuncio.
—"¿Cena... Romántica?", Wendy preguntó tímidamente y estaba bastante segura de que sus mejillas estaban ardiendo.
—"¡Así es!", Bluey asintió. "Judo nos ayudará a preparar un restaurante elegante y queremos que ustedes sean nuestra primera pareja invitada", agregó luego.
Bandit estaba parpadeando ante Wendy con la boca abierta, estaba seguro de que algo entraría si no la cerraba.
—"¿Cómo… una pareja?", logró pronunciar.
—"¡Exacto!", exclamó Bingo.
Las reacciones incómodas de ambos adultos y la falta de respuestas convirtieron aquel momento en un silencio incómodo.
—"¿Qué pasa? ¿No les gusta la idea?", preguntó Bingo algo decepcionada.
Bandit se mordió el labio, y trató de mantener su compostura.
—"Sí. Es una buena idea, pero desgraciadamente Wendy ya debe ir…"
Wendy le interrumpió a mitad de camino. "Nos encantaría".
—"¿¡Qué!?", Bandit saltó de su asiento mientras las chicas gritaron en aprobación.
—"¡Genial! Esperen aquí. Nosotros les avisaremos. Mientras tanto prepárense", indicó Bluey para luego correr junto a Bingo y Judo al cuarto de juegos, dejando a los adultos a solas.
Wendy tenía una sonrisa en su rostro, caso contrario a Bandit, quien no se mostraba para nada contento ante lo que estaba pasando.
—"¿Qué crees que estás haciendo?", él siseó.
—"Llámalo mi buena acción del día", respondió ella.
—"¿Tú qué?", arqueó la ceja.
—"Es una buena oportunidad para que Judo pueda jugar con tus hijas y juntos podamos unirnos a su juego", aseguró con una sonrisa.
—"Estás completamente loca", dijo Bandit rotundamente.
Wendy se encogió de hombros. "No eres el primero en decirlo y no serás el último". Su expresión se suavizó ligeramente. "Mira, no quiero hacerte sentir incómodo. Si quieres, podemos inventar alguna excusa para que Judo y yo nos vayamos y tú puedas jugar solo con tus hijas. Tú decides."
Ella lo miró inquisitivamente y Bandit tomó una decisión.
—"Quédate", dijo con firmeza. "Pero no te aseguro que lo pases bien".
—"Lo entiendo", ella le dedicó una sonrisa encantadora y Bandit miró a otra parte, por un momento sintió que las comisuras de sus propios labios se contraían a cambio.
La cabeza de Bandit se inclinó. Estaba en una situación que jamás se esperaría o siquiera se habría planteado en la vida. ¿Debería estar haciendo esto?, se obligó a pensar, cosa que sólo fue seguido por un abrumador no, no debería.
Bandit detuvo rápidamente la deprimente línea de pensamiento. Considerando la última vez que sus hijas intentaron hacer una cena romántica, esta situación realmente no era tan terrible. Podría soportar un poco de incomodidad... O mucha.
Ambos permanecieron ahí, esperando el aviso de las niñas. Ninguno de los dos se dirigía la palabra. Definitivamente el silencio era quien gobernaba. Wendy se mostraba entusiasmada por el juego, caso contrario a Bandit, quien permanecía de brazos cruzados mirando hacia la ventana. Parecía estar perdido en sus pensamientos, con el ceño fruncido mientras sus manos temblaban ligeramente y algo dentro de él le decía que no era por el frío. Suspiró, pero antes de que pudiera apartar la mirada, de repente miró en la dirección de su vecina, como si sintiera que ella lo estaba mirando y su rostro con el ceño fruncido cambió a uno de sorpresa. Sus ojos se abrieron un poco, pero rápidamente los cubrió con su rostro neutral y luego miró hacia otro lado. Aunque los ojos de ella no mostraban ninguna otra emoción además de satisfacción, podría haber jurado que treparon por su cuerpo antes de encontrarse con su mirada.
"¡Ya pueden venir!", se escuchó por parte de una las niñas cuya voz parecía que le rascó un poco garganta.
—"Bien…", Bandit suspiró angustiado, "Aquí vamos".
Bandit comenzó a caminar hasta que fue detenido por un "¡Espera!" de Wendy.
—"¿Qué pasa?", se giró para mirarla.
—"Si vamos a actuar como una pareja, deberíamos ir juntos, ¿No crees?", cuestionó ella para luego levantar el brazo. "Vamos de la mano", pidió.
Bandit, acongojado, observó el brazo de su vecina para luego contemplar su rostro suplicante. Inhaló y exhaló mientras tomaba su mano y juntos caminaron hasta la entrada del cuarto de juegos. Allí se toparon a Bluey en un mostrador improvisado.
—"¡Bienvenidos al restaurante elegante!", les dio el recibimiento. "¿Cuáles son sus nombres?"
—"Romeo McFlourish", respondió Bandit y Wendy no pudo evitar reírse un poco.
—"Buen nombre", soltó por lo bajo como un cumplido, "Yo soy la señorita Julia de McFlourish", dijo dirigiéndose a Bluey.
—"¡Ah, camarera! Ven a saludar a nuestros invitados", arrulló Bluey.
—"Uh... Um. Buenas noches", susurró Judo, arrastrándose con cautela hasta la entrada.
—"Buenas noches", Wendy le devolvió el saludo, "Sus padres son unos santos absolutos al abrir su restaurante esta noche. A nosotros nos gustaría un lugar agradable donde pudiéramos pasarla bien durante nuestra cita".
Bandit la miró, asombrado por su extraordinaria y casual elocuencia.
—"Camarera, querida", comenzó Bluey, "Por favor lleva a nuestros invitados hasta su mesa, ¿Quieres?"
—"Por supuesto", susurró.
Cuando entraron, el lugar era ciertamente otra cosa: las mesas, las velas parpadeantes, la música suave y la lluvia cálida de fondo que se veía través de las puertas abiertas del patio eran cosas que ninguno se esperó. Ambos se sentaron frente a frente en la mesa que Judo les había señalado. Wendy comenzaba a mostrar nervios nuevamente, mientras que Bandit seguía en su pequeño mundo privado de mortificación.
Bandit era muy consciente de las miradas comprensivas que tanto él como Wendy atraían de las niñas o de lo agitada que se mostraba su vecina, pero que hacía todo lo posible mostrar por mantenerse recta. Bandit Podía ver a Bluey y Bingo a lo lejos hablando claramente de ellos, mientras Judo se mantenía cerca, lanzando sonrisas comprensivas a su madre.
El Heeler azul ni siquiera estaba seguro de por qué estaba haciendo esto. Al principio había sido solo para complacer a sus hijas, ahora era una extraña mezcla de vergüenza y pura terquedad. Agarró los utensilios con fuerza, tratando de alejar todos sus pensamientos.
Judo regresó con el menú, y la cena progresó... tan bien como se podía esperar. Mejor, en realidad. A pesar de que las cosas no salieron mal en ningún momento, Bandit no podía evitar sentirse confundido y ligeramente sospechoso de las motivaciones de Wendy. ¿Hacía todo esto con el objetivo de unirse al juego con su hija? O ¿Había algo más detrás? Ella se había ofrecido a irse después de todo, parecía completamente dispuesta a unirse a una cena falsa con tal de que todas las niñas tuvieran un poco de diversión. Lo que había hecho era a la vez la cosa más arrogante y generosa que jamás había visto.
Bandit tuvo que admitir que Wendy había causado una buena impresión. La cena con una de sus vecinas no era algo que se pudiera rechazar a la ligera y, a medida que avanzaba la cena, se sentía cada vez más contento de no haberlo hecho. Wendy era una buena compañía; empezaron con cosas simples para terminar hablando de comida, política, su país, sus amigos, etc. Bandit tenía un suministro aparentemente interminable de anécdotas tan absurdas que, o era muy propenso a exagerar, o su grupo inmediato de amigos y familiares eran todos tan impulsivos y ridículos como él. Posiblemente ambos. A Wendy no le importaba cuál era la verdad cuando sus historias la hacían reír tanto que sentía que las lágrimas se acumulaban en las comisuras de sus ojos.
A lo largo de la noche se hicieron numerosas preguntas sobre sus pasatiempos o cosas favoritas. La amabilidad de Wendy le hizo a Bandit sentirse cálido y su cara parecía como si estuviera en llamas. Sus bromas ligeras le ayudaron a ella a calmar un poco sus nervios y sus hombros tensos comenzaron a relajarse a medida que se sentía más cómoda. Una vez roto el hielo, había mucho de qué hablar. Solo detuvieron la conversación cuando alguna de las niñas se acercaba para preguntarles si necesitaban algo antes de continuar donde lo habían dejado.
Después de consumir los platillos propuestos por las niñas, Bandit creyó que era el momento para retirarse, algo que Wendy negó, asegurando que aún había una sorpresa.
—"¡Camarera!" gritó Wendy, y Judo apareció a su lado casi de inmediato, lo que no era de sorprender, ya que la habían visto cerca, escuchando a escondidas todo lo que podía.
—"Por favor tráiganos el postre", dijo sonriendo. "Este caballero se lo merece".
—"Ahora mismo, señorita", dijo Judo y le dedicó a Bandit una mirada fría mientras se alejaba apresuradamente.
Judo regresó poco después con la bandeja con domo que Wendy trajo cuando ingresó en la casa. La había dejado en la cocina y no la había abierto hasta entonces, bien porque se distrajo tanto con la charla del inicio al punto de olvidarlo o le pareció buena idea guardarla para este momento ni bien les avisaron del juego. Al destapar el domo, se pudo contemplar lo que era: Wendy había preparado una deliciosa tarta de cerezas y se aseguró de servirle a Bandit la porción más grande.
—"Aquí tienes, Bandit", dijo, sonriéndole cálidamente, "Hice esto solo para ti".
Bandit podía saborear la tarta incluso antes de llevársela a la boca. Pero antes de darse el gusto, se volvió hacia Wendy: "¿Tengo que agradecerte por esto?"
Wendy sonrió con complicidad y asintió con la cabeza. "Disfrútalo."
Bandit miró la tarta por un momento y luego volvió a mirar a Wendy. "Gracias", dijo en voz baja.
Bandit descubrió, para su gran sorpresa, que se estaba divirtiendo más que en mucho tiempo. Su vecina tenía un don natural para la conversación fácil que a él siempre le había faltado, lo que la llevaba a debatir sobre todos y cada uno de los temas. Terminó despotricando sobre mucha gente durante unos buenos minutos mientras él escuchaba atentamente, sin intentar interrumpir. Era encantadora e ingeniosa y.… bueno, le recordaba a Chilli, en cierto modo. El mismo tipo de buen humor alegre y descuidado, la misma sonrisa fácil. Aun así, a pesar de la extravagancia de Wendy, había una seriedad detrás de ella, algo que le recordaba las partes más sobrias de sus momentos de genuina consideración y gravedad que ocasionalmente terminaban juntos.
Cuando terminó la cena, Wendy estaba completamente relajada y riéndose de cada uno de los chistes de Bandit.
—"Gracias por traerme aquí. Es un lugar encantador"
Bandit hizo juego con su cálida sonrisa. "Ni lo menciones".
El Heeler azul miró la hora y no se había dado cuenta de que se pasaron toda la tarde jugando. Cuando él y su vecina se pusieron de pie, se empezó a escuchar jazz de fondo en un tocadiscos viejo, pero bien cuidado. Ambos voltearon para ver a las niñas junto al objeto anteriormente mencionado. Las tres les sonreían, quizás como una clara señal para que se divirtieran aún más.
—"Baila conmigo", Wendy extendió sus brazos a su vecino, quien se sobresaltó.
—"Soy… un bailarín terrible", respondió nervioso, pero ella se inclinó ante él y le mostró dónde colocar sus manos.
Ellos bailaron. Bandit fue mediocre en el peor de los casos, tanto así que estuvo a punto de caerse varias veces.
—"¿Estás tratando de hacer que te atrape?", dijo Wendy, estabilizándolo una vez más.
Bandit se rió. "No. Realmente soy así de terrible".
—"¿Puedo?", preguntó Wendy. Sus brazos lo rodeaban, manteniendo a Bandit en equilibrio.
Bandit inclinó la cabeza hacia atrás y encontró su frente con la de ella. "Por supuesto", susurró.
Wendy e veía tan hermosa de cerca. Siempre fue así. Su rostro era tan suave, claro y bonito incluso cuando estaba cubierto por una expresión de enojo que Bandit recordaba, pero no pudo reunir el coraje para decirle eso.
El nivel de ruido estaba volviendo a la normalidad y las niñas parecían satisfechas, luciendo sonrisas indulgentes; a todos les gustaba un final feliz.
Habían pasado un par de horas. Ya era bien entrada la medianoche. La lluvia había cesado. Las niñas se habían quedado dormidas en el sofá de la sala. Bandit había ayudado a Wendy a llevar a Judo a su casa sin despertarla. Luego de eso, ambos permanecieron de pie frente al patio, un silencio floreció entre ellos por primera vez desde que las niñas les presentaron la propuesta. Wendy maldijo en silencio su incapacidad para encontrar las palabras adecuadas en situaciones importantes, y también maldijo al hombre frente a ella por aparentemente perder su lengua simplista en el peor momento posible.
Wendy se aclaró la garganta. "Yo... bueno..." Ella se rindió. "Debo irme", dijo, un toque más formal de lo que le hubiera gustado. "Tus hijas hacen buenos juegos".
Bandit sonrió. "Gracias".
—"Buenas noches, entonces", dijo Wendy y se giró para dirigirse a su casa.
Bandit tenía la mano en el pomo de la puerta cuando, para su sorpresa, Wendy volvió a hablar:
—"Eh... ¿Bandit?"
Bandit soltó la manija y se giró. Wendy todavía estaba allí de pie, arrastrando ligeramente los pies y luciendo inusualmente cohibida.
—"Mira", dijo, "No soy muy buena en este tipo de cosas, así que voy a ser sincera contigo, ¿Vale?", Soltó una risita nerviosa. "La verdad es que… venir aquí fue mi idea", confesó, "Le pregunté a Judo si quería venir a ver a Bluey y por supuesto que aceptó. Pero la verdad es que… Tenía muchas ganas de estar contigo".
Bandit arqueó una ceja inquisitivamente. Sintió que sus mejillas se calentaban ligeramente al recordar el comienzo de la cena que ahora parecía tan lejana.
—"Cuando me dijeron sobre ese juego", continuó Wendy, "yo simplemente… no sé, creo que mi sentido del drama se apoderó de mí. A veces es algo impulsivo y, a decir verdad, me sorprende que me aguantaras por tanto tiempo".
Bandit se arrepintió ahora de estar parado en la puerta bien iluminada, porque estaba seguro de que ahora se estaba sonrojando furiosamente. ¿Acaso Wendy estaba tratando de decepcionarlo suavemente, diciéndole que había llevado las cosas demasiado lejos y que se había hecho una idea equivocada? Abrió la boca para hablar, pero olvidó lo que iba a decir cuando ella se acercó a él y vio que su cara estaba tan roja como la suya.
—"Lo que estoy tratando de decir…", suspiró, "Es que lo pasé genial esta noche y si así es una cena falsa contigo, entonces me encantaría ver cuál es una cena real".
—"Oh", dijo Bandit. No fue la respuesta más inteligente, pero Wendy estaba muy cerca y su corazón latía muy rápido. Ella indirectamente le estaba invitando a algo.
—"Entonces, ¿Hay alguna posibilidad de que podamos repetir algo así?", preguntó Wendy. "Claro, como amigos", aclaró, "Si quieres, puedes venir a cenar a mi casa y te daré un vistazo a mis nuevas mancuernas". Hizo una ligera mueca. "Vale, eso sonó mucho menos como una insinuación cuando lo dije en mi cabeza".
Bandit se rió. "Me encantaría", exclamó y una amplia sonrisa se dibujó en el rostro de Wendy.
Wendy le tendió la mano para estrecharla, pero Bandit, en cambio, tomó su mano, se la llevó a los labios y la besó suavemente. Wendy sintió una sacudida de placer recorrer su cuerpo, la sensación de aturdimiento de antes era tan intensa que la dejó de piedra.
—"Buenas noches, Julia", dijo, y le soltó la mano.
—"Buenas noches, Romeo", respondió ella, un poco aturdida por la inesperada oleada de deseo además de todo lo demás.
Él la lo vio alejarse hasta que fue tragada por la oscuridad antes de volverse hacia la puerta y entrar a casa. Wendy cerraba la puerta con una alegría vertiginosa hinchándose en su pecho mientras sostenía la mano que Bandit le besó.
