Capítulo 6: Mini paseo
El gran padre creador estaba sentado en su escritorio leyendo un aparente interminable documento, estaba aburrido de eso ya, suspiro con cansancio y descuidadamente soltó el pergamino. Miró a su alrededor y notó a uno de sus hijos menores sentado en la silla frente a su escritorio leyendo un libro -¿Miguel?- preguntó desconcertado
-¿Eh?, sí padre- él menor dejó su libro en su regazo para prestarle total atención.
Inevitablemente sonrió al notar con detalle lo mucho que había crecido y lo educado que es. Su vestimenta había cambiado gracias a la incorporación de nuevos ángeles, ya no usaban simples túnicas anchas deformes y mangas largas, su hijo usaba una túnica blanca más ajustada y sofisticada, cuello en "V" con detalles dorados bordados a su alrededor y en las mangas. Lo admiro un poco más y luego lo recordó, ese día había solicitado la presencia de sus hijos menores porque deseaba pasarlo con ellos, desde que los menores nacieron no había podido estar con los tres a solas, busco con la mirada a los dos que faltaban, no los veía por ningún lado, "¡los había perdido!" estaba entrando en pánico -¿Miguel y tus hermanos?- preguntó casual, ocultando su preocupación.
Su hijo sonrió divertido adivinando acertadamente que su padre había olvidado que estaban ahí y que pensaba que había perdido a los dos menores, ¡no en su guardia!, desde que le informaron en la mañana que pasarían el día con su padre asumió la responsabilidad de vigilarlos gracias al historial que tenía el par. Joel y Azrael le pidieron que los vigilara y estuviera atento antes de ir a ver a su padre, sin embargo, él ya se había predispuesto a eso -Padre- habló finalmente -están durmiendo debajo de tu escritorio-
Ese lugar no había mirado -Claro, claro- murmuró aliviado, se agacho junto a su hijo quien le indicaba donde estaban. Sonrió al verlos durmiendo tranquilamente, Samael tenía entre sus brazos a su hermana que era casi una cabeza más baja y la cubría protectoramente con sus tres pares de alas casi por completo -se ven muy dulces- su hijo asintió -¿Crees que debamos despertarlos?-
-mmm… yo creo que sí padre… ¿Quién sabe cuánto más dormirán?- sacó un bolso que tenía debajo de su silla -Además ya es hora de que coman algo-
Su progenitor lo observó algo desconcertado mientras sacaba unas botellas con jugos y agua, frutas y galletas -Realmente trajiste muchas cosas-
-Sí- asintió con orgullo -tomé varias cosas de la cocina, ya que tienen gustos distintos… A Samy le gustan más las galletas y el jugo de manzana, a Sally le gusta más la fruta y tomar agua- Le explicó a su padre.
-Eres muy atento, mi pequeño guerrero- le revolvió el cabello divertido, las mejillas de su hijo se tiñeron de dorado -Guarda todo de nuevo, tengo una idea-
-Por supuesto padre- comenzó a guardar todo nuevamente, incluido su libro y las hojas con los lápices que habían usado sus hermanitos- ¿Iremos a otro lugar?-
-Así es- Le tocó la frente a su hijo con su dedo índice -Los llevaré a un lugar nuevo que estaba reservando para ustedes, un pequeño jardín- Con delicadeza tomó en sus brazos a sus hijos menores, sus estrellitas como les solía decir -Miguel, cierra tus ojos- el rubio de ojos oscuros obedeció, sintió extraño su cuerpo y luego una suave brisa en su rostro -Abrelos mi pequeño-
-Wooooo- al abrirlos quedó asombrado, estaban en un prado debajo de un gran árbol, había flores, arbustos y más árboles por doquier, frente a él una laguna con agua cristalina y quieta -Esto es hermoso padre-
-Gracias hijo mio- dejo a sus pequeños sobre el pasto, seguían durmiendo sin problema, al tocar el suelo volvieron a juntarse y quedar en la misma posición provocando que su padre y su hermano sonrieran ante tanta ternura -Es hora de despertar mis estrellitas- no funcionó, al contrario, su hija se acurrucó aún más en su hermano y oculto su cabeza en las alas de él -Samael, Salael… Despierten- esta vez usó un tono más autoritario, pero nada.
-Son un caso perdido padre- se quejó Miguel -Deberías tirarlos al agua- sugirió.
Su padre levantó una ceja -Supongo que es una broma-
-Claro… claro- rió con algo de nerviosismo, no era una broma -mmm… ¡ya se!- De su bolso sacó un frasco con una pasta verde oscura, busco entre las plumas de su hermano sus cabezas, con una sonrisa y bajo la atenta mirada de su padre lo abrió. Inmediatamente ambos se levantaron con cara de asco y casi vomitando.
-¿Qué es eso hijo?-
-Un ungüento que me dio Rafael- respondió mientras la cerraba -Es apestosa, pero efectiva, originalmente sirve para tratar heridas, por eso me la dio- sonrió con algo de malicia. sus hermanos menores seguían girando y asqueados, haciendo arcadas.
-Tranquilas mis estrellitas- jalo a ambos junto a él para que se sentaran -Tranquilos, respiren… boten… respiren… boten- ambos se fueron calmando poco a poco -¿Se sienten mejor?- no respondieron, estaban mirando en diferentes direcciones emocionados.
-¡¿Qué es este lugar padre?!- Preguntaron prácticamente gritando llenos de emoción al mismo tiempo.
-Es un jardín que cree exclusivamente mis hijos-
-Woooooooo… es hermoso padre- dijo Samael mientras brillaba con una gran sonrisa en su rostro.
-¡Hay flores de distintos colores!- su pequeña estaba emocionada -Amo las flores, gracias padre- lo abrazó con dulzura y le beso la mejilla. Eso fue inesperado, pero bien recepcionado
-Todo por mis pequeños-
-¿Dónde estamos padre?- Preguntó Miguel analizando los alrededores -Este lugar no está alrededor del castillo-
-Eres muy observador mi pequeño guerrero- Le acaricio la mejilla y se levantó con su hija en brazos -Estamos en los terrenos bajo el castillo, pero separados de los otros ángeles, aquí he estado probando cosas nuevas. Es un lugar oculto, protegido de la vista por un escudo… cuando sea el momento dejaré que los demás puedan verlo y visitarlo cuando deseen, por el momento es sólo nuestro-
-Es genial padre- Samael abrazó su pierna, ya que no alcanzaba su pecho y aún no aprendía a volar.
Su padre se sentó frente a él y le acarició el rostro -Miguel, tú tenías algo para tus hermanos… ¿No es así?-
El aludido se aproximó -Sí, les traje una merienda- sacó nuevamente de su bolso las botellas, frutas y galletas -Ya es hora de que coman algo- sus pequeños hermanos sonrieron al ver la comida y de forma coordinada lo abrazaron, Samael casi le llegaba al hombro y su hermana sobre la cintura.
-¡Eres el mejor Mike!- exclamaron al mismo tiempo, mientras frotaban sus cabezas en él.
-Si… si… ahora sueltenme y coman algo- les ordenó avergonzado. Tal y como le había comentado a su padre, Samael comenzó a comer las galletas y el jugo de manzana, su hermana tomó el agua y las uvas -Padre, también traje comida para ti-
-Gracias mi pequeño- Tomó una naranja, en realidad no necesitaba comer, pero lo hacía por sus hijos -Estoy muy orgulloso de ti Miguel, eres un excelente hermano mayor y se nota que has crecido correctamente-
Las mejillas de su hijo se pusieron doradas, le gustaba que su padre lo elogiara, trataría de seguir el camino correcto para enorgullecer a su padre aún más.
Los cuatro comieron tranquilamente admirando el paisaje, era relajante.
-Padre- su hija lo llamó con dulzura -¿Podemos entrar al agua?-
Él la observó con duda preguntándose si sería seguro realmente, miró la laguna, no recordaba haberla hecho profunda aunque sus dos hijos menores eran muy bajitos y no estaba seguro si sabían nadar realmente, discretamente con la mirada le pidió ayuda/consejo a Miguel, era vergonzoso pero su hijo los conocía mejor y parecía tener buen criterio.
-Ustedes no saben nadar- Les recordó su hermano mayor -Además sus túnicas son nuevas y las arruinaran si las mojan-
-Le pregunté a padre, no a ti- el amor expresado anteriormente por su hermana había desaparecido en esa frase. Miró a su padre con los ojos más irresistibles y manipuladores que pudo -Padre… hace calor… y el agua se ve calma… Además yo sé que con tu magia puedes cambiar esta linda túnica que hizo Jophiel- Se dio una vuelta para mostrarla, era distinta a la de sus hermanos. Su color era azul claro, como uno de sus ojos, la parte superior tenía un corte circular en el pecho, las mangas eran traslúcidas ajustadas en los hombros y ancha en las mangas con brillos pequeños plateados como estrellas, se ajustaba en la cintura con una cinta plateada y en la parte inferior había flores de diferentes tamaños hechas de una tela un poco más oscura distribuidas aleatoriamente -Por favor padre… Es cierto que con Samy no sabemos nadar… pero… debemos aprender en algún momento y Mike podría enseñarnos-
A Samael le gustaba esa idea, así que se unió al petitorio de su hermana -Sí padre, por favor, déjanos entrar al agua… Sally tiene razón… Mike podría enseñarnos a nadar o al menos flotar… No podemos no saber hacer eso, es irresponsable que aún no sepamos-
-Ajá, ajá… por favor… papá- la menor uso la palabra comodín y tomó sus manos.
Suspiro derrotado -De acuerdo- finalmente acepto, con su magia cambio la túnica de los tres a una más simple y corta de color blanco -Miguel enseñales a nadar o a flotar al menos, por favor-
Su hijo lo miró decepcionado, había cedido con demasiada facilidad, pero no se podía negar -Sí, padre- Miro a sus hermanos -Pero me obedecerán- les advirtió con el ceño fruncido y los brazos cruzados, ambos asintieron -bien, primero deben sacarse las coronas y Sally debes amarrar tu cabello-
-Sí- respondieron al mismo tiempo, las coronas de los menores eran iguales pero de distinto color (dorada para él, plateada para ella), tenían la forma de hojas entrelazadas, pero a diferencia de sus otros hermanos ambos eran los únicos que de ellas colgaban delgadas cadenas con cristales translúcidos, ese había sido un regalo de Jophiel y Ariel. Las coronas con forma de hojas entrelazadas era un regalo de Ezequiel para cada uno de los príncipes celestiales y el padre creador. Los aceptaron sólo para que el Arcángel herrero no se sintiera mal.
Una vez preparados siguieron a su hermano mayor hasta el agua -entraré primero para ver qué tan profundo es- les explicó, al entrar el agua le llegaba a los talones, avanzó hasta que el agua le llegó al cuello a varios metros del centro, conociendo la profundidad aproximada volvió por sus hermanos -tomen mis manos- ambos lo hicieron, avanzaron hasta que el agua estaba por sobre la cintura de su hermana -les enseñaré a flotar primero-
-¡Siiii!- gritaron ambos emocionados.
-no necesitan gritar por todo- se quejó -Samael… tú primero-
-¿Por qué va primero?-
-Porque soy mayor-
-Eso es preferencia-
-Arch, de acuerdo… Salael primero-
-¿Queeee? Eso no es justo… ella se queja y cambias de opinión, eso si es preferencia-
-Nuestro hermano ya habló, debes aceptarlo Samy-
-Tú, debes aceptar que me dijo a mi primero-
-Naah-
-Seeh-
-Naah-
-Seeh-
-Naah-
-Seeh-
La paciencia del joven guerrero se estaba perdiendo con esa "tonta" discusión -¡Es suficiente! no les enseñaré nada si siguen con esto-
Ambos se paralizaron y bajaron la cabeza -Perdón hermano-
-Bien… Decidan con "piedra, papel y tijeras", quien gané será el primero, pero sólo tendrán una oportunidad y no quiero más discusiones- Les advirtió con severidad, a pesar de ser sólo un poco mayor, era estricto y debía serlo, ya que conocía perfectamente al par.
-¡Piedra, papel y tijeras!- Salael saco tijeras y Samael papel.
-Jiji… el destino me favorece hermano-
-Hmp-
-Bien, Sally ven aquí- su hermana menor se acercó a él -Observa bien Samy, después harás lo mismo-
-Sí-
-No te austes, de acuerdo, estaré a tu lado siempre- con un suave movimiento dejó a su hermana de espaldas en el agua, por intuición ella agarró su mano y se estremeció un poco -relájate, todo está bien- le hablaba con suavidad mientras la hacía flotar de espaldas -Lo haces muy bien, ahora te soltaré- y lo hizo, ella siguió flotando parecía algo nerviosa pero trataba de disfrutarlo -Samy es tu turno- su hermano se acerco y como ya había visto como era lo hizo sin problemas y más confiado. Él comenzó a avanzar con sus hermanos de la mano para que se acostumbraran al movimiento -Bien, ahora muevan sus piernas alternadamente- ambos lo hicieron y él los soltó para que avanzaran por sí mismos -muy bien, con sus manos se direccionan y también los ayuda a avanzar… están nadando de espalda- le comentó con orgullo -Esto es lo básico y no deben olvidar que siempre debe haber alguien más… ahora pónganse de pie, deberían tocar fondo-
Ambos lo hicieron y abrazaron a su hermano agradecidos -Muchas gracias Mike-
-No es nada- les dijo con las mejillas doradas mientras los acariciaba -Ahora deben hacerlo por sí mismos-
-¡Siiii!-
Su padre los observaba orgulloso y complacido desde la orilla, amaba que sus pequeños se llevaran tan bien. Lamentablemente no había pasado tanto tiempo con ellos, a diferencia de sus hermanos mayores que fue él quien los crió solo, por quien sabe cuanto tiempo hasta que creó a Galin para que lo ayudara. Con los del medio también se involucró pero ya no tanto porque les asignó a los mayores uno de su hermanos para que lo ayudaran en su crianza mientras él planificaba la expansión del universo y a los menores, bueno prácticamente los veía en las comidas y ocasionalmente lo visitaban en su oficina.
Una vez que Miguel se aseguro que dominaban relativamente bien el nado de espalda, les enseñó a nadar de frente y hasta ahí llego no se arriesgaría a enseñarles a nadar bajo el agua. Nado con ellos por quien sabe cuanto tiempo, asegurándose que tocaran el fondo en caso de cualquier cosa.
La primera en salir del agua fue su hermana, quien recorrió el prado mientras dibujaba las plantas que veía y recolectaba algunas hojas para enseñarselas a Rafael después.
-Mike, tengo hambre… ¿Tienes más galletas o fruta?- Le preguntó su hermano de repente.
-Creo que me quedan algunas frutas… salgamos de aquí Samy- Ambos salieron del agua y al verlos su padre invocó un par de toallas lo suficientemente grandes para que los cubriera completamente, los secó a ambos a pesar de las típicas protestas de "yo puedo sólo, ya estoy grande" y los visitó con las túnicas que traían.
-Es hora de regresar mis niños-
-Ohhh… Pero aún no he explorado padre- Se quejó el menor antes de morder la pera que le dio su hermano.
-Podemos explorar otro día… ¿Qué les pareces?- Le pregunto con una sonrisa.
Ambos hermanos se miraron con inseguridad -No lo se padre… casi nunca tienes tiempo para nosotros- esta vez fue Miguel quien habló, Samael asentía.
Ese comentario lo desconcierto y avergonzó un poco, él no se había percatado de que sus hijos notaban su ausencia -Les prometo que pronto-
-¿Cuándo?- esa era su pequeña -Dinos un día concreto padre- exigió sería.
Él parpadeó, se sentía acorralado por su retoños -En cuatro días volveremos- les prometió -y con sus otros hermanos-
-Noooo- fue la respuesta automática de los tres.
-No nos malinterpretes padre, pero queremos pasar tiempo contigo los tres- Le explicó Miguel -Venir con nuestro hermanos, es lo mismo que estar en casa pero al aire libre-
-Así es papá- nuevamente su hija con esa cara tierna y esa palabra que sólo ella usaba y lo derretía -Puede que sea egoísta, pero sólo te queremos a ti para nosotros… nuestros hermanos siempre cuentan historias del pasado contigo y lo bien que lo pasaban y nosotros sólo te vemos para las comidas-
-Así, no es justo- Samael pisoteó el pasto molesto.
Suspiro agobiado -Bien, bien… En cuatro días sólo vendré con ustedes. Llegaremos después del desayuno y traeré suficiente comida para que estemos hasta la cena… ¿Les parece?- Los tres sonrieron complacidos, le habían ganado a su padre, el ser más poderoso del universo.
