Capítulo 7: Ariel y Jophiel.
Los dos menores de la familia entraron corriendo al salón compartido del segundo piso, su hermano Leroy era el único ahí presente en ese momento -Tengan cuidado… se pueden caer- se levantó de su asiento preocupado. Ambos se aferraron a sus piernas con tiernas sonrisas -¿Qué hacen aquí?... Deberían estar en clases con Uriel- estaba sorprendido -Por favor… No me digan que se escaparon- se estaba angustiado.
Ambos se miraron -Tranquilo hermano- respondieron al unísono.
-Uri nos trajo y te mando esto- Samael sacó de su morral varios pergaminos.
El rubio mayor los revisó -No puede ser me envió mucha tarea- murmuró choqueado. De su generación era el único que aún estaba en formación y debía seguir recibiendo lecciones.
-No te preocupes hermano- la menor se subió al sillón para poder abrazar su cuello y besarle la mejilla. Sonrió genuinamente y le beso la mejilla de vuelta.
-Jooooh- conocía ese quejido de Samael, estaba inflando los cachetes -Ven aquí- lo levantó y le beso la mejilla también. Ambos lo abrazaron felices por varios minutos.
-Ley- lo llamo Samael -¿Puedes darnos algo de comer?... por favoooooor-
-Siiiiiii… Yo también tengo hambre Ley- apoyó su hermana aún colgada a su cuello.
"Ley" ese era el apodo que ambos hermanos le pusieron, erán los únicos que lo llamaban así, él y Joel no tenían apodo hasta que ellos comenzaron a nombrarlos distinto, Joel era "Joeh". Sin mucha dificultad, cargo a ambos, uno en cada brazo, los menores estaban acostumbrados a que los cargaran así, el único que no lo hacía era Miguel aunque lo había intentado pero aún la diferencia de altura no era suficiente.
Los sentó en taburetes frente a la barra que dividía la cocina del comedor pero se bajaron para acompañarlo en la cocina -No, no, no… Saben que tienen prohibido entrar en la cocina- Les dijo mientras los volvía a sentar en los taburetes.
-¡Sólo queremos ayudar!- Exclamó frustrado Samael, dramatizando.
-Gracias, pero esas son las reglas Samy- les dio la espalda mientras buscaba algo saludable que darles, encontró varias frutas así que las lavó y cortó en cuadros para los tres.
-¡Gracias hermano!- Agradecieron en conjunto cuando ya tenían la comida frente a ellos.
-De nada- se sentó con ellos sin notar las miradas cómplices de ambos niños.
-Ley- Comenzó a decir su hermana con dulzura -¿Puedes llevarnos con Ari y Joph?... Por favooooor… queremos visitarlas-
-Siiii Ley… llévanos… por fis… por fis- Rogó tiernamente su otro hermano.
Se sintió atrapado entre complacerlos y hacer lo que debía -mmm- estaba conflictuado -Lo siento, pero no puedo-
-¿Por quéeeee?- hablaban al mismo tiempo nuevamente, una costumbre bien arraigada, sobre todo cuando pedían algo.
Suspiro -primero- levantó su dedo índice para capturar la atención de ambos -Para poder llevarlos a cualquier lugar debo preguntarle a padre o a nuestros hermanos mayores- levantó el dedo anular -Segundo… estoy castigado- Eso no lo enorgullecía en absoluto -Padre me prohibió salir del castillo… sí él o Azy descubren que salí estaré en más problemas, así que lo siento… pero no puedo-
-No necesitas quedarte con nosotros- insistió Samael con un puchero.
-Sólo llevanos hermano… No diremos cómo llegamos… Samy y yo estaremos bien… además Padre está en una reunión con nuestros hermanos-
-De verdad que no puedo- Ambos pusieron cara de súplica, desvió la mirada, pero de nuevo estaban ahí suspiró con pesar -Está bien- se rindió -Pero… sólo por esta vez… prometan no pedirme nada como esto de nuevo-
-Siiiii… ¡Lo prometemos!- Ambos estaban entusiasmados. Samael entró a la cocina rápidamente y de un gabinete a ras de suelo sacó un frasco de galletas y lo guardó en su morral -Estamos listos-
"Debería ser más firme" pensó con algo de amargura mientras se dirigía a la salida con sus hermanos de la mano.
Llegar volando a la cabaña de las gemelas de la naturaleza, con ambos hermanos a cuestas fue más difícil de lo esperado, pero lo logró. Ambas estaban sentadas disfrutando de un té en el jardín, al verlos inmediatamente sonrieron y se levantaron para recibirlos.
Jophiel es la arcángel de la belleza y las plantas, la mayor de la gemelas, una de las más hermosas del cielo. Su cabello blanco contrastaba con su piel cobriza, sus ojos rosados demostraban amabilidad y dulzura. Su hermana menor era igual, sólo que el cabello es grisáceo claro y sus ojos lilas, la arcángel del arte y los animales es igual de deslumbrante que su hermana mayor.
-Buenas tardes mis príncipes- los saludaron ambas con una suave reverencia.
-¿Desean acompañarnos a tomar el té?- ofreció con amabilidad Jophiel.
-Gracias… pero sólo vine a dejar a mis hermanos- Después del arranque de valentía que tuvo para complacer a sus pequeños hermanitos, estar ahí expuesto lo ponía nervioso- Ellos querían verlas… ¿Eso no les molesta? ¿Cierto?-
-Por supuesto que no mi príncipe- respondió Ariel con solemnidad.
-Ley está castigado, pero aún así nos trajo… Es el mejor-
-Sally… no digas esas cosas por favor- Estaba apenado.
Ariel le sonrió y acarició la cabellera del rubio mayor -Sin dudas es un gran hermano mi príncipe… podemos cambiar la locación del té para que no esté tan expuesto y nos acompañe aunque sea un momento… Después de tanto sacrificio merece una recompensa-
El rubio se mordió el labio inferior -Lo siento… pero debo regresar antes de que mi padre o mis hermanos vuelvan a casa… en otra ocasión-
-Es comprensible- Jophiel se acercó a él -No se preocupe, nadie sabrá que estuvo aquí-
-Nosotras los iremos a dejar después- acotó su gemela.
-Muchas gracias- Les agradeció -Portense bien… por favor… y no las molesten-
Ambos hermanos lo abrazaron -Nos portaremos bien- le aseguraron -¡Gracias por traernos Ley, eres el mejor!- y con esas últimas palabras él se fue volando.
Con gracia ambas arcángeles los llevaron adentro, los sentaron en la mesa y les sirvieron un delicado té de jazmín, ellas sabían en parte la razón de la visita.
-¡Traje galletas!- Samael exclamó entusiasmado dejando el frasco en la mesa. Jophiel colocó las galletas en un plato de cristal con forma de hoja para que las sacaran sin restricción.
-El día de hoy hemos venido, no sólo a continuar con la lección, también les hemos traído unos regalitos para agradecerles por el accesorio de nuestras coronas- Samael tocó algunos de los cristales.
-y por la hermosa túnica que me regalaron… Las que hace padre son bastante feas- eso provocó que las gemelas y su hermano rieran un momento.
-Así que les hicimos algo- hablaron al mismo tiempo, Samael saco el morral dos pergaminos y dos prendedores para la ropa con forma de flor una rosada y otra lila, se las entregaron según el color de los ojos, al abrir los pergaminos vieron los dibujos, eran ellas.
-Es hermoso mis príncipes- Ambas estaban emocionadas con los ojos cristalinos. Era evidente que había hecho cada uno, Salael era mucho mejor en las manualidades, pero aún así amaban que ambos hubiesen hecho eso para ellas.
-Si no les molesta, los dejaré aquí a la vista de todos- Ariel los dibujos en una muralla al lado de la ventana principal, y cada una se colocó el prendedor en la ropa. Ambos hermanos estaban orgullosos del trabajo realizado y felices de que a ellas les gustara. Hablaron animadamente hasta que las galletas y el té se acabaron.
-Bien mis pequeños y dulces príncipes es momento de comenzar- Anunció la peli blanca.
Ambos se bajaron rápidamente de sus asientos -¡Siiiii!-
-Oh, espera hermana… antes deberíamos probarles "eso"-
La menor ladeó su cabeza curiosa -¿Qué es?-
Ariel le tocó la punta de su pequeña nariz con dulzura -Les hicimos unas túnicas especiales y combinadas para la ocasión- Los ojos de ambos brillaron con entusiasmo -iré a buscarlos- entró y salió rápidamente de su habitación. Jophiel ayudó a Samael y Ariel a Salael, sin que se vieran entre ellos.
-¡Adorables!- chillaron las gemelas al verlos.
-Joooh… quiero vernos- Samael se quejó inflando los cachetes.
-Cierren los ojos- Ambos lo hicieron, Ariel materializó un espejo y Jophiel los paró uno al lado del otro.
-Pueden abrir sus ojos mis dulces príncipes- dijeron ambas emocionadas. Al abrir los ojos vieron sus nuevas ropas y se emocionaron, era perfecto.
Samael tenía un sombrero de copas blanco con una cinta azul claro (como sus ojos) en el borde inferior de la copa, su corona dorada también estaba ahí y los cristales bajaban del ala del sombrero. Su túnica era blanca de cuello alto y ancho, mangas largas ajustadas en los hombros y más ancha en las muñecas, la parte inferior era en "A" y cubría sus pies, pero sin impedirle caminar. Todos los bordes tenían la misma cinta azul claro y en el pecho una estrella de nueve puntas bordada con hilo de oro y cristales pequeños.
La parte sobre la cintura de la túnica de Salael era del mismo azul claro que la cinta de su hermano, el cuello tiene un corte en "U" y solo los hombros están cubiertos con tul del mismo color, dejando los brazos blancos a la vista. De la cintura hasta la pantorrilla era en "A" con tul, comenzaba con el mismo color pero se degrada hacia la punta hasta llegar a blanco con pequeños cristales plateados que brillaban como estrellas.
Ambos estaban fascinados por las hermosas túnicas que les habían hecho las gemelas para la ocasión especial, a pesar de ser los menores de su familia, ambos se habían percatado de lo estresados y ocupados que estaban sus hermanos mayores y padre. Prácticamente los veían a todos sólo en la cena, en el desayuno y almuerzo solamente Miguel los acompañaba de forma permanente, sus otros hermanos se turnaban aleatoriamente. Durante el día ellos pasaban de arcángel en arcángel y en pocas ocasiones alguno de sus hermanos los cuidaba o les enseñaban algo, se sentían algo olvidados, así que idearon algo.
Querían al menos darles un minuto de relajo o de distracción, así que les pidieron a las gemelas de la naturaleza ayuda y después de pensar se les ocurrió algo simple, un baile. Así que en secreto aprendieron a bailar, un vals entre ambos era lo más apropiado, la gemelas les enseñaron inicialmente los pasos básicos del vals, luego idearon en conjunto una canción que cantarían mientras bailaban, luego aprendieron a tocar un instrumento con su magia y el último paso era unir todo. No resultó ser tan complicado, naturalmente tenían un buen ritmo en conjunto y cantaban muy bien, pero aún así practicaron por muchos días hasta alcanzar la perfección. Hoy era el día para regalarles ese pequeño momento, ensayaron una vez más, pero está vez con los trajes nuevos y como era de esperar no tenían problema alguno, todo fluía elegantemente.
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Después de regresar Leroy volvió al salón, pero está vez para estudiar y resolver los pergaminos que le había enviado la arcángel del conocimiento y sabiduría, Uriel, quien después de su creación se encargó de enseñarles a los cuatro menores de la familia. Estaba terminando el último pergamino cuando sus dos hermanos mayores de generación entraron.
Rafael lo primero que notó fueron los pergaminos dispersos en la mesa junto a varios libros -¿Qué haces hermanito?- le preguntó mientras examinaba uno de los pergaminos de la mesa.
-Uriel me envió tarea- respondió con tono lloroso -Pero ya estoy en el último pergamino-
-Realmente te envío bastante- comentó Gabriel al ver los casi 20 que habían, su hermano menor asintió con pesar.
-¿Qué te queda?-
-Unos ejercicios matemáticos Raf, la mayoría los pude resolver sin problemas, pero los últimos dos no tengo idea-
El sanador de la familia se sentó a su lado y extendió la mano hasta el pergamino -Deja que vea eso- Analizo el problema matemático y comenzó a resolverlo mentalmente, Rafael no sólo era un sanador también es el más estudioso e inteligente de los hermanos aunque se rumoreaba que su hermana menor también sentía cierto amor por el conocimiento -Creo que puedo entender porque no logras desarrollarlo… no te daré la respuesta… pero te explicaré para que lo termines-
-¡Gracias Raf!- abrazo a su hermano realmente agradecido, pero al notar como se tenso lo soltó inmediatamente -Perdón- se disculpó. Si bien compartieron la cama por muchos años, a su hermano le incomodaba el contacto físico como los abrazos, sobre todo los repentinos.
-No te preocupes y pon atención-
Mientras Rafael le explicaba a su hermano menor, Gabriel comenzó a revisar los otros pergaminos para corroborar las respuestas, en ese momento Azrael ingresó al salón.
-¿Qué hacen enanos?- les preguntó casual. Instantáneamente los tres inflaron levemente sus mejillas de forma infantil -¿Y esas caras?- pregunto divertido, les revolvió el cabello a cada uno.
-nooooo- se quejaron al mismo tiempo.
-ji ji- eso divertía al mayor, miró alrededor -¿Dónde están los más pequeños?-
-Mike está entrenando con Camael, debería regresar pronto- Le informó Rafael.
-Samy y Sally estaban con Uriel, yo mismo los dejé con ella- respondió Gabriel, estaba extrañado -Ya deberían estar aquí, me dijo que los había traído más temprano cuando fui por ellos-
Leroy se puso nervioso, no habían pensado en eso. Podía sentir las miradas de sus hermanos mayores sobre él, sin embargo, seguía como si nada desarrollando su ejercicio. Sintió que su hermano mayor se sentaba junto a él y tragó saliva.
-¿Qué haces Leroy?- le preguntó el pelinegro con un extraño tono curioso.
-Estoy terminando mi tarea- respondió sin mirarlo.
Azrael tomó el pergamino de la tarea -¿Esto te lo envió Uriel?- su hermano sólo asintió sin mirarlo -Entonces… ese par de revoltosos debió haber vuelto y entregarte esto- su hermano menor volvió a tragar saliva -¿Dónde están Leroy?- con su dedo movió la cabeza del menor desde el mentón para mirarlo directamente a los ojos -Contéstame- Exigió arrastrando sus palabras, colocándolo más nervioso aún.
-Azy… ellos….- No alcanzó a responder cuando una pequeña ave entró por la ventana que estaba abierta, dejó una nota en el regazo del mayor y se fue.
Azrael tomó la nota y reconoció tres letras distintas. Su pequeña hermana escribió: Zazy, con Sammy estamos con Ari y Joph, así que no te preocupes. La siguiente línea correspondía a Jophiel: Mi príncipe Azrael iremos a dejar junto a mi hermana a los pequeños príncipes un poco antes de la cena. La última indudablemente era de Samael: Azy, como Ari y Joph nos irán a dejar, las invite a cenar. Puedes, por favoooor, asegurarles un lugar. Un tic se formó en su ojo derecho -Misterio resuelto- anunció -Están con Jophiel y Ariel, ellas los traerán y Samael las invito a cenar- Se levantó abruptamente -Rafael sigue ayudando a Leroy… Gabriel ayúdame a preparar la cena-
-Pero si le toca a Rafael- se quejó su hermano.
-Él está ayudando a Leroy, así que ven tú… y sin quejas- camino hasta la puerta -Andando-
-ya voooooy-
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Lo primero que noto el padre celestial cuando se sentó en la mesa para la cena fue la ausencia de sus dos pequeñas estrellitas, por primera vez en días estaban todos reunidos en la cena sólo faltaban extrañamente ellos, quienes nunca debían ausentarse, y lo segundo fue que habían dos puesto adicionales -¿Dónde están Samael y Salael?... ¿Por qué no están aquí mis pequeñas estrellitas?- Pregunto a nadie en particular.
-Después de su clase con Uriel fueron a ver a Jophiel y Ariel- Respondió Azrael -Samael las invitó a cenar, así que deberían llegar pronto- Antes de que su padre dijera algo tocaron con la puerta con suavidad, Ariel entró y se reverenció, Joel se acercó a ella al darse cuenta que no entraba. Ella le susurró algo al oído, el rubio asintió asombrado y se dirigió a su padre a quien le transmitió la información también en un susurro. El creador asintió mirando a la arcángel.
-Mi señor- comenzó a hablar con su delicada pero firme voz -Lamentamos la demora- se disculpó- Pero los pequeños príncipes han estado preparando una sorpresa para todos ustedes y mi hermana y yo los hemos estado ayudando- les comunico con una sonrisa cálida -Espero no molestarlos y que disfruten de estos minutos. En el salón la arcángel materializó cuatros instrumentos musicales: piano, flauta traversa, violín y arpa. Ella se sentó en el taburete frente al piano y tocó unas suaves notas para indicarle a sus cómplices que entraran. Jophiel entró con los pequeños príncipes uno en cada mano con sus nuevas vestimentas combinadas, estaban evidentemente nerviosos, ni siquiera miraron a sus hermanos mayores y padre. Se pararon un frente al otro y la peliblanca se sentó junto a su hermana y comenzó a tocar la flauta traversa, con sus propias magias Samael a la distancia toco el violín y Salael el arpa, los cuatros instrumentos no tardaron en sincronizar un melodioso vals.
Ariel comenzó a cantar, lo que le indicaba a los menores que debían comenzar. Samael se reverencio elegantemente frente a su hermana y le extendió la mano izquierda, ella tomó la amplia falda de su túnica y le correspondió la reverencia con la misma elegancia y acepto su mano. Ambos se acercaron con la mano izquierda entrelazada, él colocó su mano libre en la cintura de su hermana y ella en el hombro de su hermano. Jophiel comenzó a tocar la flauta y los menores comenzaron a danzar, cada movimiento era elegante y preciso desde los simples desplazamientos hasta los diferentes tipos de giros. En un punto emotivo de la canción ambos comenzaron a cantarse uno al otro mientras que Ariel guardaba silencio, tal y como habían practicado después del último giro múltiple Salael se sentó en el suelo con su mano extendida con la palma hacia arriba y Samael arrodillado frente a ella con la mano extendida con la palma hacia abajo, pero sin tocarse. Ese fue el cierre, emocionadas su cómplices comenzaron a aplaudir con alegría, todo había sido hermoso, todos las imitaron y aplaudieron.
Realmente los sorprendieron, el padre se acercó a sus pequeños hijos con algunas lágrimas discretas, los levantó y tomó a ambos entre sus brazos -muy lindo mis estrellitas- beso sus mejillas con orgullo.
-¿Azy?... ¿Estás… llorando?- Le preguntó Leo a su hermano menor levantando una ceja extrañado.
-Por supuesto que no- respondió secándose las evidentes lágrimas.
-¿Joel?...¿Tú también?- el peliazul rodó sus ojos, "Estos dos realmente son muy sensibles" pensó mientras veía sus lágrimas, "igual que padre".
