La Blue Heeler no sabía que responder ante la pregunta del Raposero americano, estaba nerviosa, su amiga se dio cuenta de su estado de ánimo, entonces le preguntó.
—¿Bluey?, ¿qué pasa?
—No es nada.
—Vamos, somos amigas, me puedes contar —inspiró confianza.
—Bueno, es Mackenzie…
—¿Qué sucede con él? —preguntó Capitán.
—Él-él, ¡él está en coma! —exclamó Bluey llamando la atención a todos en el autobús. La Blue Heeler se quebrantó en llanto cuando confesó que su amado estaba en coma, no le gustaba la realidad que tenía que afrontar y que solo lo pudiera ver en sueños. Los dos enamorados la tomaron en sus brazos para darle consuelo.
—Trasquila, conozco a Mackenzie, sé que es fuerte y saldré del coma pronto, ya verás, solo hay que ser pacientes —expresó el Raposero a la joven Heeler.
—Debo tener fe en que él volverá con nosotros —contestó Bluey sonriendo mientras sus lágrimas caían.
—Bueno, nosotros iremos contigo al hospital para que no esté sola y de paso ver a nuestro amigo —manifestó Mia el apoyo a su amiga.
Ellos sabían que su amigo está entre la vida y la muerte, pero solo él debía decidir si viviría o moriría. Por su parte, el Border Collie sabía que tenía que estar con Bluey para ser felices juntos.
—Bueno, ¿ahora a dónde debemos ir Calypso? —preguntó Mackenzie.
—¿No quieres terminar el recuerdo? —indagó.
—Oh, bueno, no tiene nada de malo volver a recordarlo.
—Recuerda que tener 12 años es algo complicado y que tienes sentimientos escondidos por Bluey y que quisieras gritarles a los 4 vientos.
En ese momento vio a los dos cachorros jugando con las piedras que representaban los barcos de sus amigos mayores: cuando los dos ya no supieron con certeza cuál de los dos barcos había ganado, comenzaron a pelear, por eso, en un momento, los dos se sacaron la lengua para comenzar a reírse de sus actos, en ese momento sus amigos llegaron pidiendo disculpas porque los habían dejado solo, aunque a Mackenzie y a Bluey no le dieron mucha importancia estaban comprendiendo las palabras de Calypso, los cuatro amigos regresarán a las actividades que estaban realizando. En ese instante Bluey abraza a Mackenzie despidiéndose de él.
—Adiós, Bluey…
En ese instante bromeando le dijo a Mackenzie.
—Veo que te gustaba desde entonces.
—Creo que tienes razón.
—Bien, sigamos con los siguientes recuerdos.
En el plano terrenal Bluey y los dos tortolitos ya se encontraban bajando del autobús que los había dejado cerca del hospital, los 3 caminaron hacia el establecimiento donde entraron y preguntaron si podían visitar al Border Collie que estaba grave. La recepcionista los dejó entrar donde se encontraron a la madre del paciente.
—Hola, Bluey, ¿cómo estás? —saludo para abrazar a Bluey—. Bueno, veo que se turnan para quedarse con él —sonrió—. Sí, su padre por la noche y yo durante el día —anunció—. Eso es bueno, al menos sabemos que están al pendiente de él —se alegró Bluey—. Hola, señora Border Collie —saludo el Raposero—. Hola, Capitán, veo que no vienes solo —contestó al ver a Mia con él—. Hola, señora, soy novia de Capitán y amiga de Bluey y Mackenzie.
Mientras los dos chicos hablaban de su noviazgo con la señora Border Collie, la chica tomó la mano de su amado Border Collie, esperando a que este despertara o que al menos moviera por un momento su mano.
—Gracias, chicos por venir —agradeció la madre de Mackenzie.
—Es un placer, señora, pero creo que es hora de que volvamos a nuestros hogares y que… Bueno, veamos nuestros asuntos académicos —respondió Capitán.
—Sí, está bien chicos, nos vemos chicos.
—Bluey, nos tenemos que ir —anunció Mia.
—Oh, estaba bien, espero volverlos a ver —contestó Bluey soltando a su amada para abrazar a su amiga.
—Adiós.
—Adiós.
Entonces los dos enamorados se retiraron del hospital para volver a sus actividades cotidianas para era hora de volver a su hogar, no podían quedarse, ya que tenían asuntos escolares que resolver. Aunque las que se quedaban ahí eran la madre de Mackenzie y Bluey.
Nuestro querido amigo estaba caminando hacia el parque donde él y las Heeler habían jugado cuando eran cachorros, estaba contento de ver que estaban nuevamente en aquel parque donde solía jugar con ella.
—Je, je, je, como olvidar que Bluey tenía miedo de entrar al bosque y ver el arroyo.
El Border Collie veía cómo su yo del pasado estaba jugando mientras que Bluey estaban en los columpios y Bingo estaban en la fila esperando a que llegara su turno en subirse a la resbaladilla, pero pronto se cansaron de lo mismo. Fue que todos fueron con Bandit el padre de Bluey
—Papá, ¿puedes jugar con nosotras y Mackenzie? —preguntó la cachorra a su padre.
—Sí, ¿puede jugar? Papá de Bluey.
—Estamos aburriendo nos —decía Bluey.
—¿Se estaban aburriendo? Creí que a los niños amaban los parques —respondió Bandit.
—Sí, pero ya jugamos en todos los columpios.
—Bueno, jueguen otra vez.
Y así como lo dijo Bandit hicieron, Bluey volvió a jugar con el caballito, Bingo siguió formada para el columpio, mientras que Mackenzie daba vueltas y vueltas en el juego giratorio para después ir con Bandit para qué jugará con ellos.
—¿Ya juegas con nosotros?
—Ok, pero creo que soy un poco grande para pasear en el columpio. —Al escuchar esto, Bluey y Mackenzie chocaron los cinco.
En ese momento el Mackenzie del pasado y del presente dijeron lo mismo.
—¿Qué le parece si vamos al arroyo papá de Bluey?
—Hum…, Sí, los llevaré al arroyo. ¿Quieren ir allá?
—¡Sí! —gritó Bluey juntó de Bingo y Mackenzie, para reaccionar y decir—. Eso creo…
Mackenzie y Bluey subieron los barandales del parque para ir saltando en esto mismo, en una de esa Bluey se cayó.
—¡Oh, Ah! ¿Cómo haces eso?
—No lo sé, creo que solo es equilibrio —replicó dudoso.
—¡Vamos al bosque! —exclamó con alegría.
—¡Sí!
—Ah… de hecho, podría quedarme en el parque si no les importa —comentó Bluey.
—Ja, ja, ja, recuerdo bien esas palabras yregresé por ella diciéndole…
—vamos Bluey. —la animó—, el arroyó es hermoso.
—Tal vez debería…
—¡Vamos!
Tomados de las manos, Mackenzie jalo a Bluey hacia el bosque.
—Creo que si me hubiera dado cuenta de cómo agarre a Bluey se hubiera regresado corriendo al parque, ¿qué opinas Calypso? ¿Calypso?
