Mackenzie al darse cuenta de que el ángel de la vida no se encontraba ahí, este sabía que era un indicio de que el ángel de la muerte estaba allí.

—Hola, Mackenzie… —El aire se volvió frío haciendo que el Border Collie le diera escalofríos—. ¿Qué es lo que quieres?

—Nada, solo vengo por alguien que no se decidió decirle a su amada lo que sentía por ella. Solo se escondía y se dejaba ver como un amigo, ¿no es así? O ¡¿si Mackenzie?! —Usando su hoz lanzó al aire al Border Collie.

Mackenzie entendía a qué se refería a su relación con Bluey, en realidad la muerte quería llevarse a Mackenzie por evitar todos los días de su actual adolescencia los sentimientos que estaba comenzando a sentir por aquella Blue Heeler que se había robado su corazón desde que la conoció por primera vez. El Border Collie comenzó a descender. Más recordó que tenía la espada con la que podía hacerle frente, no tenía que huir de la muerte, sino que tenía que enfrentar le para que no se lo llevara.

—Puedes decir lo que quieras, no me importa, ella me ama y yo a ella, solo necesito salir de aquí para compartir mi felicidad con ella y ser felices juntos. —Empuñando su espada logró rasgar una de sus mejillas, esto hizo enfurecer a la muerte—. No te sientas tan fuerte, sin la armadura es más fácil que te apuñale, pero solo por esta vez has ganado. —Justo en ese momento, la muerte le rasgó el pecho a Mackenzie como venganza por lastimarle la mejilla. El Border Collie estaba listo para atacar cuando la muerte desapareció delante de sus ojos.

—Oh, genial, ya se fue, a este paso no podré regresar con Bluey. Bueno, tendré que ser paciente —comentó Mackenzie, jalando de sus orejas.

Mackenzie vio que Bluey no podía estar en comunión con la naturaleza, mientras que él tenía una sanguijuela.

—¡Ah! ¿Qué es eso? —preguntó aterrada.

—Solo es un gusano —respondió su padre.

En ese momento Bandit le quitó el gusano a su hija para fingir comérselo haciendo reír a su hija menor.

—Sí, no te preocupes, solo quieres beber tu sangre –recalcó Mackenzie.

—Tal vez deberíamos regresar, en el parque no hay gusanos —dijo Bluey mientras intentaba escapar, hasta que—: Oh, pero tampoco hay muchos de esos.

Bandit les señaló un lagarto originario de Australia (No encontré información de la especie). Los cuatro siguieron su camino: Bluey con cuidado bajo no quería resbalarse tomando la rama de un árbol intentando bajar—. El suelo aquí es muy diferente al del parque de juego —decía Bluey hasta que resbaló—. ¡Ah…!

Bluey impactó con el suelo, su padre fue corriendo a ver que estuviera bien, pues puede que se haya lastimado.

—Bluey, ¿estás bien? —indagó.

—Mi rodilla.

—Oh, bien, sí, tendré que rebanar esa pierna —bromeó.

—¡Ay, no! —Bluey se levantó y salió corriendo de donde estaba sentada.

Bandit le guiño el ojo a Bingo para que se termine riendo.

—Ven, no necesitas dos —comentó Bandit.

Los tres alcanzaron al Border Collie, que ya estaba cerca del arroyo.

—¡El arroyo! —exclamó Mackenzie, alegre de encontrar el arroyo.

—Oh, el arroyo es hermoso —expresó Bingo al ver el arroyo.

—De hecho, es más bonito de este lado —señaló Bandit—. Solía jugar ahí cuando era niño.

Mackenzie vio por un momento la herida que le había hecho la hoz del ángel de la muerte, no le gustó haber perdido, aunque no estaba sangrando, sentía un poco de frío, esto no era bueno, porque en el cardiograma mostraba que Mackenzie podía irse de este mundo tarde que temprano. Pero debía seguir adelante.

—«Sí, tan solo Calypso estuviera aquí» —medito.

En ese momento llegó el ángel de la vida mostrándose como Calypso para hablarle a Mackenzie.

—Aquí estoy Mackenzie. No temas. —El ángel de la vida cerró la herida de Mackenzie, poniendo la mano en la zona afecta, para que los doctores no creyeran que Mackenzie estaba muriendo.

—Gracias, creí que esto sería una victoria para él —argumentó el Border Collie.

—Debes tener cuidado.

—Creí que podía hacer frente.

—No, aún debemos buscar los demás elementos para que no pueda llevarse tu alma, esto solo es una advertencia, puede ser que nos dé tiempo para buscar los demás elementos —informó Calypso.

—Bien, entonces, debo seguir viendo los recuerdos.

—Sí, pero tiene que ver con el sentimiento que te haga sentir, aparecerán los elementos.

—Gracias, por la información, ahora debo ver el recuerdo.

Mackenzie siguió viendo cómo todos comenzaban a caminar entre las rocas que tenía el arroyo, mientras que Bluey iba con mucho cuidado de no caerse al suelo, pues ella no le gustaba estar ahí—. Algunas son puntiagudas —mencionó Bluey al sentir que perdía el equilibrio—, Cuidado Bluey ten cuidado con las que se mueven.

—¡Ah! —Bluey cae al agua, porque la piedra en la que estaba equilibrada se movía—. ¡Ah! Comí un poco de lodo, ¿qué me va a pasar?

—Nah, te hará bien —respondió su padre.

Mackenzie estaba riendo porque recordó este mismo recuerdo donde él pasó tiempo de calidad con los Heeler.

—Ja, ja, ja, Ay, Bluey, siempre había sido algo… especial, pero me alegra mucho que ahora le guste estar en el arroyo.

El recuerdo seguía y Mackenzie vio como en el pasado había saltado una pequeña cascada que era parte del arroyo.

—El arroyó es hermoso y ya no estoy tan asustada. —Bluey estaba feliz de saltar entre las piedras.

—Oigan, creo que estoy aprendiendo a disfrutar —respondió Bluey mientras que Mackenzie saltaba la cascada—. Buen punto.

—¡Jah! —gimió Mackenzie al momento de saltar la cascada del arroyo.

—Buen trabajo Mackenzie —le coqueteó.

—¿Estas listas bingo? —preguntó su padre.

—Sí.

Entonces, una vez que los 3 estaban del otro lado de la cascada, era turno de Bluey, más no estaba tan segura de lo que iba a hacer.

—Está muy lejos.

—Bien, a la cuenta de tres. Uno, dos, tres, ¡vamos!

—¡Está muy lejos!

—¡Vamos Bluey! Solo debes saltar de un borrego a otro.

Mackenzie estaba feliz, tenía fe en que Bluey iba a lograr saltar.

—¿Cómo olvidar que me encantaba tener borregos en Nueva Zelanda? Bluey nunca los había hecho tal acto, por eso no sabía a lo que se refería.

Bluey se volvió a levantar para decirle que ellos no saltaban borregos, dejando al Border Collie confundido con una cara de 'en serio', su padre le dio aliento para que ella pudiera saltar. Cosa que con mucho miedo hizo porque el arroyo le parecía hermoso, esto hizo que todos se alegran por ella, Bandit los llevó a otra parte del arroyo, Bluey disfrutaba mucho del arroyo junto a su padre, Mackenzie y Bingo viendo cómo los renacuajos chocaban con sus patas todos reían y Bandit se había echado en las aguas del estanque. Bluey ve con otros ojos el arroyo.

—¿Todavía quieres regresar al parque? —preguntaría Bandit.

Entre los tres pasaron un tiempo agradable en el arroyo, siendo así que hacían saltar piedras en el estanque y armaron barcos para jugar a las carreras de barcos como lo habían hecho antes. De pronto, se les ocurrió la idea de cerrar la cascada para hacer su nuevo spa, entre todos le hacían pedicura y manicura a Bandit, además de que Bingo le embarró barro en la cabeza.