Era otro día para la familia Heeler la cual estaba despertando mientras que Bluey se levantaba. Tomó el libro que le había robado a Muffin. Sin embargo, no contaba con que su prima la viera, esto era extraño en ella, nunca se levantaba temprano, al verla con el libro le gritó.

—¡Bluey ese libro es mío!

—Oh, vamos Muffin, lo tomé prestado —contestó feliz de salirse con la suya.

La Blue Heeler se sentó donde alguna vez sembró una semilla junto a su amigo labrador, el cual la saludo al verla sentada junto al árbol, el que estaba recargada.

—Hola, Bluey.

La Blue Heeler movía la cola en señal de emoción, no había visto al labrador en mucho tiempo, estaba feliz, por un momento se le había olvidado que su amado Border Collie estaba internado en el hospital de Brisbane. La chica se acercó al Labrador para entablar ahora una conversación con este mismo.

—¿Jean-Luc? —La chica se levantó de donde estaba dejando su libro recargado en el tronco del árbol.

—Mi familia se mudó a Australia, y yo aprendí a hablar el idioma —confesó Jean-Luc—. ¡Eso es genial!

—Y uh… Tengo que confesarte alg-

El Labrador fue interrumpido por un tono de llamada que provenía del teléfono celular de la Blue Heeler, y como este estaba personalizado sabía quién era.

—Oh… Dame unos segundos, mi novio me llama.

El Labrador sentía como su corazón se rompía en mil pedazos, estaba muy mal al saber que Bluey ya tenía novio y él finalmente podía entenderla solo para que le rompiera el corazón.

—¡¿Mackenzie?!

—Soy su mamá, Bluey.

—Oh, ¿Sucedió algo, señora Border Collie? —preguntó Bluey preocupado por su amigo.

—Ayer mi marido encontró a estar niña, no recuerdo, su nombre es una Poodle rosa.

—Así, es Coco, amiga de las dos —indicó.

—No sé qué tan amiga sea, pero dice mi esposo que estaba hablando mal de ti hacia Mackenzie.

—Sí, ella siempre lo quiso, pero nunca le intereso a Mackenzie tener algo con ella —respondió—, por favor, no dejen que le esté envenenado la cabeza de ideas que no son ciertas, no quiero que al rato Mackenzie me esté celado por cosas que nunca van a ser ciertas.

—Sí, yo creo que eso lo tendrás que hablar con él, aunque eso podría ser un poco mi culpa —informó a Bluey al respecto.

Esto era algo que el ángel de la muerte estaba usando a su favor, los celos eran parte de la familia de la madre de Mackenzie, ¿por qué debía perder la oportunidad en ello? Claro que no. Desde una distancia considerable, el ángel de la muerte vigilaba al ángel de la vida y a Mackenzie

—Mi hermano cree que al ayudar a Mackenzie a rectificar sus errores amorosos va a librarlo de irse del mundo que lo rodea.

El ángel de la muerte comenzó a manipular el recuerdo de Bluey para que los pies de Mackenzie comenzaran a arder como si estuviera caminando sobre fuego. Quería hacer que Mackenzie aceptara que no estaba destinado a ser feliz con Bluey, era su trabajo, pero esta vez haría cualquier cosa para que Mackenzie mismo quisiera estar lejos de Bluey.

Al día siguiente, Bluey se levantó para salir con dirección hacia donde estaba el riachuelo viendo que finalmente había salido una pequeña planta, entonces corrió hacia donde Jean-Luc acampó, no obstante, cuando llego vio que no había nadie ahí, Bluey con tristeza regreso a ver la planta que era el fruto de haberla sembrado cerca del riachuelo. Pero al caer la noche, su madre le explicó qué había personas que pueden llegar por un momento para ser parte de un momento importe de nuestra vida, pero que mientras estuviera con nosotros, esos momentos debes perdurar por siempre. Después de esto, Mackenzie iba a dejar el recuerdo cuando vio que Bluey estaba otra vez en el campamento, sentándose debajo del árbol, donde se oyó que su prima le reclamaba que tenía su libro, pero que lo había tomado, de pronto alguien más la saludo y entonces lo vio, el Labrador estaba delante de ello. Había algo extraño en este recuerdo.

—Oh, Hola, Jean-Luc —saludo.

—¿cómo estás, Bluey? —preguntó Jean-Luc.

—Estoy, bien, ¿qué tal el viaje? —replicó.

—Bien, eh… ¿Bluey?, yo quería saber si ¿tú quieres ser mi novia?

—¡Sí, Jean-Luc!

Los dos se abrazaron para terminar besándose, eso no era algo que nunca paso, ante los ojos sel Border Collie se abrieron, en cuento reaccionó sus ojos se cristalizaron para soltar lágrimas, Mackenzie se sentía desbastado. Se habían entregado el uno al otro por amor, pero esto lo hacía sentirse sucio, usando, creía que ella sentía lo mismo que él. De pronto alguien lo ataco lanzando. Lo hacía el cielo viendo que era el ángel de la muerte, pero también viendo que el ángel de la vida estaba borrando el recuerdo que acaba de ver. «¿nunca fueron la misma persona?», reflexionó Mackenzie cuando de pronto el ángel de la muerte lo golpeo de nuevo para que cayera a gran velocidad, haciendo que se estrelle en el suelo, formando un cráter en el lugar.

—¿Por qué crees que escrito está que las criaturas con raciocinio se deben casar para ser una sola carne? —indagó con una sonrisa siniestra.

—¡¿Y me lo dices ahora?! —reclamó para levantarse y empuñar su espada—. No me importa que Bluey se case con Jean-Luc, lo que me importa es volver a ver a las personas que amo y que creen que voy a salir del coma.

Mackenzie corrió con dirección hacia la muerte, empero la muerte también corrió hacia el Border Collie para defenderse con su ataque, entonces, los dos chocaron sus armas, el impacto hizo que un aro de polvo haciendo que se expandiera a su alrededor llevándose algunas plantas y arrancando pasto. De un momento a otro, Mackenzie dio un salto para dar una voltereta para intentar apuñalarlo, cuando el dolor de sus pies tumbándolo al suelo.

—Ja, ja, ja, Eso me agrada de los tontos como tú —se burló.