Regresaras algún día
Capitulo 11
Elisa respiró profundamente mientras su amiga la señorita Campbell volvía a sentarse. Notó que la pelirroja lucía algo mareada, por lo que discretamente la tomó del brazo para ayudarla a que tomar asiento junto a ella. Había visto que de repente estaba un poco pálida. Sin embargo, Elisa intentó recuperarse, No iba a permitir que nadie viera su debilidad. No era una mujer débil, ¡no!, en lo absolto ella era elocuente,capaz y aunque arrogante mujer, se prometío que llegaría al fondo de todo esto.
Al ver a su amiga recuperarse, todo parecía estar relativamente normal, otra vez .
Los pequeños miraron a su madre algo preocupados, pero ella les dedicó una dulce sonrisa que alivió sus corazones y luego alzó la vista hacia Tom. Su mirada era penetrante, esa impresionante mirada que podria hacerlo temblar en cuestión de segundos, que si ella quisiera podía tenerlo en sus pies, pero no, Tom no era esa clase de hombre, él tambien contaba con armas para defenderse, sin embargo en esos momentos parecia tratar de descifrar si era de enojo o de neutralidad lo que expresaban sus ojos, era una combinación excesivamente adictiva que lo envolvió en una corriente eléctrica por todo su cuerpo.
—Cariño, ¿puedes llevar a los niños al jardín un momento, por favor? — le sugirió que llevara a los pequeños a pasar un buen rato en el jardín lejos del ambiente que se hubiera podido generar después de la intervención de ese desafortunado huésped.
Tom miró a su esposa con atención, queriendo encontrar en sus ojos las respuestas a sus inquietudes. acaso, ¿Ella lo quería fuera de su vista ante lo sucedido?, pero la mirada de su esposa parecía neutral.
Él conocía ese comportamiento y podría haber respondido a su pregunta. El chico se acercó nuevamente a donde estaban sentadas ambas mujeres. Se inclinó levemente ante la señorita Campbell para despedirse y le dijo que había sido un placer conocerla justo despues de tomar su mano con gentileza, Elisa solo trató de disimular su incomodidad con un gesto sofisticado y tomando un sorbo de su taza de té. El vaquero tomó a Zaid en brazos, llamando a su otro pequeño para que lo siguiera, dejando a las dos mujeres solas en la habitación.
—¿Todo en orden, Elisa?— No pudo evitar preguntarle a su amiga si algo la había molestado ante la ligera reacción que tuvo por la visita de ese misterioso hombre que a simple vista pudo reconocer que era atractivo. Sin embargo, sus ojos cristalinos se posaron en los de su amiga.
Elisa le devolvió la mirada con una expresión más tranquila y su postura se había recuperado por completo.
—Claro querida, no tienes por qué hacerme ese tipo de preguntas.— Dijo con su tono habitual, aunque quería disimular su incomodidad por aquel gesto que Tom le dedicó a su acompañante, tenía algo más en mente que aclarar con su esposo. Él solo le sonrió a su amiga, podría parecer que ella era la misma, sin signos de debilidad, pero ya no podía engañarse más. ¿Qué acaba de pasar?...
—Bueno… es que… te veías un poco pálida y no pude evitar preocuparme— dijo Jessica con sinceridad, por impulso no dudó en tomar la mano de su amiga entre sus dedos en señal de confianza, Elisa no sabía cómo responder a eso, lo único que pudo hacer fue retirar su mano lo más lentamente que pudo para que no pensara que era una grosera.
—¡Tonterías! Te puedo asegurar que todo está en orden, pero no arruinemos este almuerzo, querida amiga, por favor.— Volvió a invitar a la señorita Campbell a continuar con su reunión como si nada más estuviera sucediendo.
Los niños corrían por el patio principal alrededor de la fuente, mientras Tom caminaba pensativo. ¿Cómo podía ser tan descuidado y no pensar en eso? A decir verdad, no era que no hubiera pensado en eso. Había una razón por la que hizo lo que hizo, y sí su caprichosa esposa iba a darle pelea, él se aseguraría de poner bien en claro sus razones sobre el asunto.
—Por favor Reymundo, ya hemos tenido esta conversación una y otra vez, tú sabes lo que es mejor para ti y tu familia— insistió el hombre de traje perfectamente alineado con un puro entre sus labios que el señor Leagan le había ofrecido unos momentos antes.
—Entienda señor O'Sullivan, no dudaría que es una oferta tentadora y que bemeficiaria por completo nuestras carencias sin embargo, con la forma en que se han dado los negocios últimamente, no puedo garantizar la cantidad que me pide— dijo el señor Leagan, rechazando una vez más la propuesta del hombre, un acuerdo que traería más turismo a la zona y por ende convertiría a los hoteles de la familia Leagan en los más ricos de toda la Florida, sólo tenía que invertir cierta cantidad para el cruce ferroviario que atravesaría las ciudades más metropolitanas del país, y las familias más ricas de América tendrían acceso exclusivo.
Lo que Reymundo se ve obligado a hacer es dar marcha atrás porque la ruta del ferrocarril tendría que atravesar Lakewood Fields y las tierras de su yerno que Tom ingenuamente y por impulso puso a la venta sin pensarlo dos veces,y por si fuera poco dichas tierras a su vez pertenecen a su hija Elisa, y no puede aceptar algo que su hija no esta ni por enterada, y no le caera muy engracia tales movimientos.
Lo último que quiere es involucrar a Elisa en este asunto,considerando actualmente su estado de salud, por otro lado, la insistencia de James se ha vuelto cada vez más imposible de persuadir.
—Ese vestido te queda espectacular, mi amor— Los ojos de Sarah brillaron ante la imagen de su nieta luciendo un elegante vestido de fiesta que acababa de comprar para la gala de Nochebuena que se celebraría en unos días.
La mirada de Melissa no lucía muy emocionada en comparación con las criadas y en espcial su abuela, lo único que deseaba era que esa irritable pasarela terminara pronto.
—Qué horror, mi niña, quita esa cara, hasta parece que te están sometiendo a una tortura— dijo la elegante mujer acercándose a su pequeña nieta quien la miró con una expresión insufrible lo que provocó que Sarah respondiera con un gesto de paz, la tomo de los brazos para admirarla mejor con ese vestido escarlata.
—Te ves hermosa, mi niña— decía orgullosa de su elegante gusto.
—¿Esto es realmente necesario, abuela?— cuestionó Melissa soltándose del agarre de su abuela para darse la vuelta y mirarse nuevamente en el espejo.
—Pero claro cariño, te estás convirtiendo en toda una dama, y no puedes andar por ahí con jeans y botas, es inaceptable— dijo mientras sacudia la cabesa de un lado a otro en gesto de negacion, mientras regresaba acomodando las de mas prendas sobre la cama, otros vestidos elegantes y otros más casuales para la mansión y perfectos para el clima de Florida.
Melissa observaba atentamente a su abuela, no se podía negar que Sarah Leagan siempre ha tenido un don exquisito para el estilo y la elegancia, hacía que su apariencia se viera y resaltara, su madre tenía la misma esencia, sin embargo Mel no podía sentir lo mismo o incluso compartir algo similar, ella siempre había preferido estar cómoda, nunca vio la importancia de usar un vestido bonito, su tía Candy podía entenderla mejor y en esos momentos realmente la extrañaba, tenía un profundo dolor que no podía desahogar con nadie más que con su tía pecosa.
—Muy bien cariño, nos quedaremos con ese vestido para lagala— dijo con un sutil movimiento de mano que le indicaba a las mujeres desvestir ala pequeña para guardar con mucho cuidado el vestido, estas rapidamente atendieron su tarea —puedes usar cualquiera de los que tengo preparados para ti para esta tarde cariño—dijo la mujer dirigiéndose nuevamente a su nieta quien resignada le dio una cálida sonrisa mientras asentía con la cabeza.
Sarah levantó el mentón de su pequeña nieta para mirarla a los ojos, y de esa manera hacerle entender que ella era una jovencita de familia sofisticada y acaudelada, debía comportarse como una señorita de su circulo podria hacerlo, con gravia devota, ella era una Leagan una Andly después de todo.
Melissa recibió su mensaje de la manera más cálida, y le dedicó esa sonrisa que la satisfazo de orgullo para finalizar Sara depositó un beso fraternal en la frente de la pequeña pelirroja y salió de la habitación de su nieta con pasos finos, Mel la observó alejarse hasta perderse de vista con el sonido de la puerta al cerrarse, se miró nuevamente al espejo y pensó en lo que realmente necesitaba ahora, quería sentirse ella misma pero al mismo tiempo complacer a su familia, no pudo evitar pensar en la calidez que le brindaba su madre cuando aun estaban en el rancho, antes de su partida, no sabía cuánto habían cambiado las cosas, le aterraba pensar en cosas como el abandono, no podía dejarse llevar por ese pensamiento, no de ella, ¡no!
La tarde caía en la residencia de los Leagan. La reunión del señor Leagan había terminado, y la visita de Eliza había concluido. Había acompañado a su amiga hasta la salida, donde un sofisticado coche que la esperaba para llevarla a su mansión.
Eliza regresó al salón principal, donde se encontró con su padre quien iba acompañado una vez más por aquel individuo de hacía unos momentos.
—Padre- llamo Eliza.
—Mi querida Eliza —Raymund se detuvo para saludar a su hija, que caminaba en dirección contraria —. ¿Tu visitante ya se ha despedido, querida?
—Sí, padre, acaba de irse. — le dijo mietras sentia la mirada de aquel hombre sobre ella.
—Muy bien, querida. El señor j.O'Sullivan tambien se retira —dijo el señor Leagan, dando unos pasos a su costado para dejarle ver a su hija, Eliza no podía apartar la mirada de aquellos deslumbrantes ojos azules que poseía aquel hombre. Sin duda, eran los zafiros más penetrantes que había visto, en su interior sentia que ya los conocía, que los habia visto de alguna parte.
el esbelto hombre saludó la señora Stevens, con una serena reverencia y tomando su suave y delicada mano para depositar un casto beso sobre el dorso de esta. Había pasado tanto tiempo desde la última vez que la había visto que el invadiente deseo de tomarla por la cintura y estrecharla contra su cuerpo era todo una tortura.
—Fue un placer, señora Stevens –le dolía decir esas palabras. Cómo detestaba a aquel vaquero de cuarta que tenía el privilegio de llamarla su mujer, de tenerla para él, de hacerla suya cuantas veces quisiera. «Maldito tipo», maldijo en nombre de Tom mentalmente.
Elisa se limitó asentir con la cabeza para corresponder tal gesto y se soltó de su agarre. Había sentido una sensación algo familiar, pero no lograba descifrar qué era en ese momento.
El hombre reanudó su paseo con el señor Leagan, y Eliza se quedó de pie viéndolo salir por el marco de la puerta principal. «Esos ojos», se repitió como si fuera a poder descifrar lo que sentía hace apenas unos momentos.
La partida de James no pasó desapercibida para los ojos del vaquero, que observaba desde los establos. Había llevado a sus hijos a conocer los caballos que tenían sus abuelos. si acaso eran más impresionantes que los que tenían en casa, pero eran muy pocos comparados con los que tenía su padre en el rancho.
—Niños, vamos adentro.
—Ay papá, un momento más, por favor.
—No, Zaid, debes prepararse para ir a cenar —dijo Tom, bajando a su pequeño de la puerta donde se había colgado para ver al pequeño potrillo que estaba al otro lado—. Vamos, muchachos.
Los niños desanimados asintieron, caminando a cada lado de su padre, aunque la mirada del pequeño Zaid cambió de repente a una mirada pícara que le dirigió a su hermano Noah que estaba al otro lado de Tom , Al ver esos ojitos maliciosos, noah ya se podía esperar de qué se trataba, y sin duda, tomarían desprevenido a su padre. Noah lo dudó por un segundo, pero al final se dejó guiar por su hermano menor. Ambos niños soltaron a su padre y corrieron hasta llegar a la mansión. Tom no tuvo tiempo ni de pensar en lo que les gritaría, y solo los siguió, quienes entre risas y respiración agitadas continuaron corriendo hacia la mansión.
- ¡Mami! ¡Mami! yo le gané a Noah- dijo eufórico el pequeño Zaid mientras se lanzaba a los brazos de Eliza.
- ¿Qué dices, cariño? Estás rojo.- dijo la pelirrojo, preocupada al ver que la emoción y el cansancio de su pequeño lo pusieran rojo.
- No es cierto, Zaid, hiciste trampa, te dejaste ir antes- dijo Noah, tratando de recuperar el aliento.
- Bueno, sea lo que haya pasado, fue papá quien perdió- dijo entre risas agitadas mientras veía a su padre apenas cruzar el portón de la mansión. Eliza vio llegar a su esposo como si le hubieran quitado el aire.
- ¿Así es como los cuidas?- dijo frunciendo el ceño, a lo que Tom respondió encogiéndose de hombros y sonriendo burlonamente, lo que hizo que su esposa frunciera aún más el ceño y lo mirara con enojo.
Esa mirada furiosa no la pudo detener, esa mirada solo provocaba que él la tomara y la guiara hasta una habitación completamente sola y le quitara todo ese berrinche con besos y caricias que solo él le puede dar.
- No te enojes con papá, mami, fue idea mía- dijo Zaid con sus ojos brillantes y una sonrisa traviesa, Eliza miró a su pequeño y como por arte de magia borró esa expresión, reemplazándola por una de angustia,
- No bebe, pero se pudieron haber lastimado— dijo ella haciendo aun lado los cabellos rebeldes que invadian la frente del pequeño — ¡TOM! - volvio a mirar a su esposo y él solo se dispuso a voltear los ojos, otra reprimenda mas por parte de ella y juraba que la dejaria sin aire ante sus besos.
- Ya ya, vayan a sus habitaciones, niños- dijo Tom tomando al pequeño Zaid de los brazos de su madre y dándole la indicación a Noah de que se llevara a su hermano con él. Ambos niños corrieron fuera de la vista de sus padres no sin antes recibir un pequeño gritillo de su padre -¡Sin correr!- dijo, sin embargo los niños ya subían las escaleras rumbo a su habitación.
Una vez más, Tom y Eliza se quedaron solos en el pabellón. La mirada de Tom se posó en la de su mujer, necesitaba hablar con ella.
-Aquí no- dijo Eliza, leyendo con claridad lo que su mirada de su vaquero intentaba decir. Ella también necesitaba esa aclaración. Tomó la mano de Tom y lo condujo a una pequeña habitación alejada de las áreas principales, cerrando la puerta tras ella una vez que estuvo segura de que nadie, ni siquiera una criada, pudiera estar cerca y escucharlos. Si iba a haber gritos, se aseguraría de que fueran solo para sus oídos.
— Me imagino que... estuviste muy ocupado este último año, ¿no?- habló finalmente, mirándolo mientras se movía hacia el otro lado de la habitación.
—¿Qué querías que hiciera, Eliza? —dijo él, ya abatido por la situación. Sabía que era su culpa; había actuado de manera imprudente, pero estaba realmente dolido por su partida y tenía miedo de perderla a ella o a alguien más de su familia.
En el corazón del vaquero todo se volvió más sombrío desde que Eliza se fue, y ahora que la tenía nuevamente cara a cara, no sabía cómo expresar lo que realmente sentía, el oxígeno asfixiante de la desolación.
—¿no planeadas consultarme antes? - Ella trato de buscar sus ojos para mirarlo como si de esa manera lo pudiera obligarlo a responder, que le dijera algo, que no fuera lo que ya era evidente, no queria creer eso de él, Tom no seria capaz él no tenia esa naturaleza, necesitaba comprenderlo. —No, claro que no, de lo contrario esto no estaría sucediendo ahora. - Dijo, llevándose las manos en el pecho para tratar de calmarse.
Un momento de silencio se hizo presente en la habitación.
ambos respiraron profundamente. La tensión entre ellos se habia estabilizado.
— No quiero creer que hiciste esto a mis espaldas, Tom. - Dijo Elisa, tomando asiento en uno de los sofás al lado de la ventana. Tom continuó mirando a través de esta.
— No quise avisarte, en todo caso, dime cómo podría hacerlo, si no supimos más de ti. - Elisa miró confundida a su esposo que seguía sin quitar la vista de la ventana.
Era lo mismo que le había dicho Melissa, aún quedaba ese vacío de no saber qué había pasado con su correspondencia.
—Ese no es el punto, Tom. Hiciste esto a mis espaldas, ¿por qué? — cuestionó de nuevo. Necesitaba saber su razón o mejor dicho, necesitaba escuchar de sus labios que todo esto tenía que ver con ese fatídico día.
— No necesito recordarte la razón, cariño- dijo para defender su punto, para deshacerse de una vez por todas de esa frustración que lo estaba matando por dentro. No quería pasar por eso otra vez.
—Es por ese día, por ese accidente. Por favor, Tom, hasta tu sabrías que es ridículo.
—No solo eso, Eliza,
—Entonces, ¿de qué se trata? ¿A qué estás jugando? — lo desafió una vez más. Tom estaba entrando en una nueva crisis. Tenía que gritarlo. Necesitaba hacerlo o todo dentro de él se derrumbaría. Se giró para mirarla, se acercó a donde estaba sentada y la abrazó con fuerza para levantarla de su asiento, obligándola a mantener contacto visual con él.
—No podía soportarlo más, Eliza. No podía soportar el hecho de que estuvieras lejos de mí, que yo no supiera nada de ti y que todo esto sucediera por mi culpa. —decia Tom abtido por la culpa, todo lo que quería en ese momento era poder remediar su error, no iba permitirse en uir y evadir el problema lo efremtri a como diera lugar.— Tome quizas la decisión mas cobarde.
— Si eso es cierto, tengo que asumir que Lucien está involucrado en esto, o de lo contrario el Sr. Sullivan no estaría interesado en comprarte el caballo. —dijo eliza tratando de entender, que si se trataba de aquel accidente su vaquero pudo a verse tentativo en vender al caballo que el mismo le había obsequiado tiempo atrás .
Tom no nego que incluso habia puesto en veta a lucien solo para no tener que correr el mismo riesgo con alguno de sus hijos, él haia quedado bastante afectado por el casi perder a Eliza que tan solo imaginar que alguno de sus hijos corrieran el mismo destino lo aterraba, y se vio asi cuando vio a su Melissa tratar de montarlo.
Tenia que decirle como se sentía al respecto, de la locura que intentaba hacer su hija y qie era obvio que no lo permitiría, supuso que asi le quitaria la tentación a Melissa.
—Tom! esto es muy apresurado, — decia la pelirroja ante el relato de su marido, entendia ahora la razon de vender a lucien, pero asu vez no iba permitir romperle el corazón a su pequeña después de todo comprendia que ella tan solo buscaba encontrar algo de su madre en el cimarrón, sus recuerdos .
—Aun asi no creo que sea necesario seguir con esto, Tom no puedes venderselo a Sr. O'Sullivan.
— ¿Qué fue lo que hiciste?
una pequeña voz quebradiza y a su vez asombrada se escuchó de pronto , el corazón de Eliza comenzó a estremecerce al ver a su hija de pie con los ojos critalinos al punto de derramar lagrimas, Tom desvio la mirada hacia la puerta y de la misa forma, su pecho se estrujia.
continuará...
creo que por ahora le dejamos hasta aqui, jiji, un saludo a todas las hermosas personitas que se han aventurado en leerme y acompañarme en esta historia que he venido atrasando un poco.
tuve algunos problemitas con mi laptop pero estoy resolviendo eso, mientras tanto tuve que volver a escribir este capitulo y tomado algo de lo que ya tenia escrito este fue el resultado jiji espero que les haya gustado mucho este capitulo .
les mando un cordial saludo y muchas bendiciones .
ya estamos en el mes del terror jiji. un salutode a todos y todas .
GeoMTzR:
Hola preciosa Geo ¿como estas? espero de corazón que bien hermosa.
un poquito tardada pero aqui ta el esperando capitulo espero de corazón que haa sido de tu agrado hermosa.
si yo también, originalmente tenia pensado algo así con respecto a la invitada de elisa pero decidi llevarlo para otro lado jiji.
almenos por parte de la señorita jessica esperemos no haya conflictos jiji.
siiiii lo de Melissa pobrecita tarde o temprano debe pasar aun no ocurre completamente pero en cualquier momento jiji apenas va entrando para aquella etapa difícil, solo espero poderlo manejar a la altura .
hermosa te mando un fuerte abrazo y un cordial saludo amiga, gracias mil gracias ppr seguirme en esta historia y tener fé en mi me motivas mucho.
Elenaeffe
Hello beautiful reader, how are you? I hope you are doing well and welcome to my story. I hope you are enjoying it and I invite you with all my heart to follow me on this adventure.
Don't worry, that time will come, I assure you. James is evil and also resentful. We'll see what this villain will do.
Thank you very much for accompanying me in this story. I send you a cordial greeting and a big hug.
