Los personajes de Inuyasha pertenecen Rumiko Takahashi, yo solo los tomó prestados para poder dar forma a la trama la cual si me pertenece. Todo sin lucro y solo con el afán de entretener. Cualquier parecido a la realidad es mera coincidencia o referencia.
35. Ukulele
Kagome puso su mochila sobre su escritorio y al verla volvió a sonreír como cuando la recibió, hace dos días, Kouga se la había entregado, Inuyasha se la mandaba como obsequio.
Era una mochila de cuero amarillo tipo bandolera, con dos correas frontales con hebillas y una correa larga para que se la pudiese colgar, además, le había escrito una nota:
"Espero que te guste, recuerdo que hace tiempo tenías una parecida, pero se estropeó, esta es de piel, debe durarte mucho más".
Inuyasha lo recordaba, fue cuando comenzaban a ser amigos y ella trabajaba en la constructora. La mochila que solía llevar era de material era sintético y un día, comenzó a partirse, hasta que no tuvo de otra y debió tirarla, fue una lástima porque a ella le fascinaba.
—Linda mochila— Kagome alzó la mirada y se topó con Hitomi—. Si no me equivoco es de "Abbey & Lennox" una tienda en Londres— una de las mejores tiendas de artículos de piel.
—Sí, mi novio me la regaló— respondió con una amplia sonrisa.
—Ahora lo recuerdo, fue de viaje allá, ¿alguna vez usted ha visitado Londres?
—Aún no, espero pronto hacerlo.
—Imagino que, con él, pero si le surgiera una oportunidad, ¿aceptaría ir por trabajo?
—Ya la tuve una vez, debí rechazarla— de pronto esa conversación hizo que la felicidad que sentía se esfumara y no por recordar aquello, sentía que la pregunta iba con otra intención.
—¿Por qué?
—Asuntos familiares y ahora estoy enfocada en esto.
—Seguramente si tuviese alguna oportunidad que no implicara muchos días podría ir.
Kagome le observó interrogante, al verlo sonreír recordó la conversación que tuvo con Inuyasha el día anterior.
. . . . . .
No le extrañaba que Kouga le hubiese contado con detalle lo qué pasó en esa cena a Inuyasha, no es que no quiera que él se enterase, pero no quería preocuparlo.
—Pequeña, dime la verdad, ¿te sientes cómoda con él cerca?
—No— siempre sintió una vibra extraña con él, y luego de la cena no quería tenerlo cerca—. Pero no puedo dejar botado este proyecto, en verdad me gusta y casi no lo veo.
—Prométeme que no le aceptarás nada, no estarás a solas con él.
—Lo prometo— obvio que no lo haría.
Continuaba preguntándose cuándo fue que le pusieron algo a sus bebidas, la primera copa la tomó de una bandeja donde había más, la segunda y tercera se las sirvieron en la mesa, las copas parecían limpias, la única posibilidad que quedaba era en el refresco que le llevó el asistente de Hitomi, pero en ese momento ya se comenzaba a sentir rara.
—Pon el número de Sesshoumaru en marcado rápido.
—¿Por qué?
—Él conoce mucha gente, si necesitas ayuda te la dará rápido, por favor, estaré más tranquilo.
—Está bien.
. . . . . .
El ambiente se fue volviendo denso, Hitomi no dejaba de sonreírle a Kagome con esa excesiva amabilidad, lo que provocaba que la chica quisiera escapar, imploraba que él no le dijera que la mandarían allá y él la acompañaría.
—¿Ya vieron lo que publicó Inuyasha?— la pregunta rompió el silencio, una de las becarias se lo preguntó en voz alta a su grupo de amigas, las cuatro muchachas al verlos los saludaron y se dirigieron a la máquina de café.
—¿Qué cosa?— preguntó otra emocionada por el nuevo chisme.
—Están en Nueva York, fueron a una panadería donde venden panes rellenos de muchas fresas, etiquetó a su novia y puso "esto le encantaría a mi amante de las fresas".
—Que envidia, su novia debe ser realmente hermosa como para que no la cambie por Kikyou— dijo decaída—. Yo realmente creí que estaban saliendo, las fotos de ellos dos juntos son muy lindas.
—¿Creen que sea hija de algún empresario importante?
—Tal vez hija de un político.
—Algo de eso debe ser, por eso se esconde, ellos cuidan mucho su imagen.
—En verdad que ese actor es muy popular entre las chicas, ¿qué opina usted?— dijo Hitomi.
—¿Qué opino?, ¿respecto a qué?— preguntó confundida Kagome.
—Está saliendo con el joven Okamiyama, alguna opinión debe tener sobre Inuyasha, ¿usted aceptaría esconder su relación?
Kagome le vio con sospecha, ¿acaso él sospechaba algo?, ¡¿Y si el día de la cena ella le habló sobre Inuyasha?!, ¡¿Él se dio cuenta que le intentaba llamar a Inuyasha?!
—Dependería de las circunstancias— respondió con calma.
—Higurashi, la doctora Tama te espera en su oficina— interrumpió un chico—. Dijo que era importante.
—En seguida voy, con permiso Kagewaki-san— jamás se había alegrado tanto de tener que ir a verla.
—Vaya, nos vemos luego.
Aquel día, Kagome se sintió agradecida de estar en casa. El amanecer trajo consigo una intensa nevada, cubriendo el jardín con un manto blanco, mientras el frío parecía abrirse paso hasta su interior. Unos cólicos terribles la mantenían en su cama; hacía mucho que no los sentía tan fuertes. Con esfuerzo, se colocó un parche para aliviar el dolor y se envolvió en su suéter cobija, acurrucándose en la cama con la esperanza de encontrar algo de consuelo. Estaba por comenzar a ver una película en su celular cuando recibió un mensaje de Rin con el enlace a un video. Curiosa, lo abrió, y el rostro familiar de Inuyasha apareció en la pantalla.
La grabación mostraba una entrevista en Hawái, en un colorido "Luau" bajo el cielo estrellado. La música tradicional y los bailarines acababan de retirarse, dejando a la vista una mesa rebosante de comida exótica, donde Inuyasha, Kikyou y una presentadora conversaban animadamente.
—¿Sabe tocar el ukulele?— preguntó la presentadora a Inuyasha cuando él tomó uno.
—Un poco, a mi novia le gusta.
—¿Podría tocar algo?
—Hace tiempo que no practico— porque lo que ellos no sabían, era que solo aprendió lo suficiente para sorprender a Kagome.
—No se fije en eso, lo hará bien.
—De acuerdo, es una canción que todos conocen y ya que estamos aquí puede ser muy ¿cliché?, pero a mi novia le encanta.
En cuanto comenzó a tocar, Kagome supo que canción era y sus ojos se llenaron de lágrimas, ese día estaba sensible y solo con escuchar a Inuyasha tocar "Somewhere Over the rainbow", no pudo controlar más su llanto.
Al otro lado de la pantalla, la presentadora también se limpió discretamente una lágrima.
—Fue precioso. Muchas gracias, Inuyasha. Su novia es una chica muy afortunada —dijo con una calidez que se notaba sincera, antes de proseguir con la entrevista—. Dígame, ¿alguna vez ha visitado estas islas con ella?
—Todavía no, pero espero traerla pronto. —Inuyasha sonrió, con un brillo especial en los ojos—. Estoy seguro de que le encantará este lugar, especialmente la comida.
—¿Sabía que Hawái es un destino perfecto para las parejas en su luna de miel? —comentó la presentadora con una sonrisa insinuante.
—Entonces sin duda estará en los primeros lugares de nuestra lista —respondió él, con una risa baja.
Kagome dejó caer el teléfono en su regazo, cerrando los ojos mientras las lágrimas rodaban por sus mejillas. La idea de casarse con Inuyasha, de vivir ese futuro juntos, parecía tan cercana, tan real. Ya compartían un hogar, y pensar en el siguiente paso no le parecía descabellado. Se imaginó un pequeño bebé llenando sus días de alegría, con la sonrisa traviesa y los hermosos ojos dorados de su padre. La calidez de esa fantasía hizo que, por un momento, el dolor de los cólicos se desvaneciera, dejando solo un anhelo sereno en su pecho.
. . . . . .
Ese día, se cumplían dos meses desde que Inuyasha y Kagome salían formalmente. Kagome volvía de un día de trabajo y aunque hubiese deseado festejar ese día con su novio, no sería posible, él le dijo que tenía una sesión de fotos y su visita se pospondría dos semanas. Entró al pequeño apartamento que rentaba y le extrañó oler a comida, dulce y exótica, se asomó a la sala y se encontró a Inuyasha vistiendo lo que parecía un taparrabos o falda.
—¿Qué es todo esto?— preguntó Kagome con los ojos brillando de sorpresa, su sala parecía un Luau.
—Aún no te puedo llevar a Hawái, así que Hawái vendrá a ti.
—¿Y ese taparrabos?
—Quise que se viera más real, es un short.
—Ya me había emocionado— comenzó a reír al ver que Inuyasha se había sonrojado.
—Ven a comer y para que lo sepas, se llaman "malo", no taparrabos.
—Alguien estuvo investigando.
Kagome se acercó a la mesa de centro en su pequeña sala, donde una variedad de platillos cuidadosamente dispuestos captaba toda su atención. Había algo que parecía un "poke bowl", con pescado fresco, aguacate y una mezcla de coloridas verduras, al lado de unos "musubi" de "SPAM" perfectamente formados, y varios postres exóticos, desconocidos para ella, pero que desprendían un aroma dulce y tentador.
—¿De dónde sacaste todo esto? —preguntó, incrédula, con una sonrisa divertida en los labios.
—Tengo mis contactos —bromeó, intentando sonar misterioso, pero la leve curva de su sonrisa lo traicionaba.
Kagome rodó los ojos con cariño antes de acercarse y plantar un beso suave en su mejilla. El calor de su piel bajo sus labios hizo que sonriera un poco más.
—Eres un tonto —susurró, su voz llena de afecto—. Un tonto adorable.
Ambos se acomodaron en el sofá, relajados, cada uno tomando su respectivo plato. Kagome probó el poke bowl, cerrando los ojos mientras un suspiro de pura satisfacción se escapaba de sus labios.
—Esto está increíble —murmuró antes de mirar hacia un vaso con un líquido tropical junto a su plato—. ¿Es piña colada?
—Nah, es piñada, sin alcohol, no planeo emborracharte... todavía— dijo con un toque de picardía, logrando que su novia riera divertida.
Estaban por comenzar a disfrutar de un delicioso postre de coco, cuando Kagome logró ver que detrás de uno de los cojines de su sofá, había un pequeño instrumento de madera, parecido a una guitarra.
—¿Es un ukulele?
—Ya lo descubriste…— Inuyasha exhalando profundamente, haciendo una pausa para armarse de valor—. He estado aprendiendo hace poco. No soy muy bueno aún, pero... espero no hacerlo tan mal.
Kagome lo miró con ternura, emocionada por la idea de que él había preparado algo especial. Inuyasha tomó el ukulele con manos un poco temblorosas y comenzó a tocar "Can't Help Falling in Love" con notas dulces que resonaban en la sala.
El corazón de Kagome se aceleró al reconocer la melodía. Cada acorde, aunque sencillo, estaba lleno de sentimiento. Cuando terminó, ella no pudo contener su emoción. Dejó a un lado el plato con su postre y con una sonrisa brillante, se lanzó sobre él.
—¡Gracias! —exclamó, abrazándolo con fuerza mientras ambos caían suavemente sobre el tatami. Kagome lo besó, su risa entremezclándose con la calidez del momento—. Me encantó. ¡Es perfecto!
Inuyasha, sonrojado pero satisfecho, envolvió sus brazos alrededor de ella, correspondiéndole el beso, pronto la intensidad de aquella muestra de cariño aumentó y con ello el calor. Kagome sentía que su suéter ya no era necesario para el frío, se separó un poco y ella misma se lo quitó, quedando en una camiseta de tirantes blanca, se sonrojó al sentir la mirada llena de deseo de su novio sobre sus senos.
—Kag…— intentó articular algo, pero su mente estaba nublada por la excitación, aunque ya había visto antes a su novia con escote, esta vez era diferente, se sentía diferente, los ojos de ella brillaban con deseo.
—Quiero hacerlo, ¿no quieres?— preguntó con un leve temor a ser rechazada.
—Más que nada— ya había perdido la cuenta de todos los sueños húmedos que tuvo con su novia como protagonista—. Pero no traje condones.
—Si es por eso— se levantó y fue rápidamente al baño, al volver le mostró una pequeña caja—. Los compré hace días por si…— se sonrojó al tener que admitir que ella deseaba ese encuentro—. Cuando me di cuenta de que quiero hacerlo contigo.
—Ven aquí— le tendió la mano para invitarla a que se volviera a sentar—. Te prometo que no muerdo.
—¿Y si quiero eso?— con una mirada decidía le tomó la mano y se sentó a horcajadas sobre Inuyasha.
—Entonces, haré lo que me pidas— le acarició la mejilla y la besó de nuevo.
Inuyasha comenzó a subir la falda de su novia hasta la cintura, necesitaba sentir el contacto de su piel, pero gruñó frustrado al sentir sus mallas, le fascinaba cómo se veían las piernas de Kagome con ellas, pero en ese momento le eran un gran estorbo.
—Oye, no las rompas— le regañó cuando escuchó que sus mallas eran rotas.
—Debiste quitártelas antes— en ese momento no tenía la paciencia para quitárselas correctamente.
Kagome rió al escucharlo frustrado, ella realmente no estaba enojada, ya deseaba poder sentir las grandes y fuertes manos de Inuyasha acariciando cada rincón de su piel. Soltó un suspiro cuando su novio comenzó a besarle el cuello y tomándola del trasero, la pegaba más a su dura entrepierna. Ella misma comenzó a buscar un contacto más profundo, contoneando sus caderas con insistencia.
—Pequeña, si quieres sentirme más tú debes ayudarme con el short— bien él podía quitárselo, pero deseaba que ella lo hiciera, solo imaginar sus delicadas manos cerca de esa parte necesitada hacia qué su excitación aumentara.
La chica le vio con determinación, llevó sus manos al resorte del short y sin dejar de besarlo, comenzó a bajárselo, Inuyasha levantó sus caderas para ayudarla en su labor. En el momento que Kagome se levantó un poco y sus pechos quedaron a la altura de su rostro, el chico no desaprovechó la oportunidad, enterró su rostro entre ese par de montículos suaves. Le quitó la camiseta y con manos desesperadas le desabrochó el sostén.
—¡Inuyasha!— gritó Kagome apenas sentir la boca de su novio succionar uno de sus pezones, no tenía idea de lo bien que se sentiría aquella calidez.
—Saben mejor de lo que soñé— confesó, aprovechando esa nueva postura, coló sus manos bajo las pantis de su novia y comenzó a quitárselas.
—No es justo que solo tú te diviertas— con dificultad logró alcanzar el miembro de Inuyasha que ya sobresalía de su bóxer.
Las manos suaves y cálidas de Kagome, acariciándolo, le estaban llevando a Inuyasha al límite, sabía que, si ella seguía así, pronto se correría y era algo que no quería hacer en las manos de su novia.
—Kag— le tomó ambas manos y ella le vio confundida—. Me encanta lo qué haces, pero ahora mismo desde sentir otra parte de tu cuerpo rodeándome.
Inuyasha recostó sobre la manta a su novia, la imagen de ella, con su piel roja por sus besos, la respiración agitada, sus ojos brillando de deseo por él y sus piernas abiertas, era una imagen que quería mantener por siempre en su mente. No aguantando más, él mismo se terminó de quitar su bóxer, tomó su miembro para colocarse un condón y una vez cubierto por esa protección de látex, lo llevó a la entrada húmeda de la chica, la fue penetrando con lentitud mientras la veía a los ojos, quería perderse en esa laguna chocolate que eran sus ojos.
La calidez y humedad de Kagome fueron rodeando el miembro necesitado de Inuyasha. No pudiendo más con la espera, Kagome hizo el intento de levantar sus caderas para alentar la penetración, pero sus caderas fueron detenidas por las manos de su novio.
—No, quiero disfrutar de esto un poco más.
—Por favor, quiero tenerte por completo.
—¿Tanto así me deseas?— no solo la torturaba a ella, esa deliciosa tortura también era para él.
—Inu… te necesito…
Kagome soltó un suspiro cuando lo sintió salir un poco y no pudo contener un grito cuando fue penetrada de una sola y profunda embestida. Al sentir el cuerpo de su novia temblar bajo suyo, Inuyasha sonrió satisfecho, orgulloso, su novia había tenido su primer orgasmo.
—¿Todo bien?— preguntó con un tono de diversión.
—Te sientes tan bien— confesó mordiéndose sus labios—. Eres tan grande y cálido…
—¡Mierda, Kagome!— se inclinó a besarla con desesperación, el no correrse al penetrarla había sido una gran proeza y al escucharla decir aquello, solo incrementó la lujuria en él.
Los gritos y gemidos de Kagome no tardaron en escucharse cuando Inuyasha la tomó de las caderas y comenzó a penetrarla una y otra vez. La chica llevó sus piernas a cintura de él, quería que fuera más rápido, más fuerte, más profundo.
—Por favor…
—Un poco más— llevó su boca al cuello de ella, le daba pequeños mordiscos que no le dejarían marca.
El ambiente en la sala estaba cada vez más cargando de pasión, deseo, lujuria y amor. Los dos amantes querían disfrutar y alargar lo más que pudiesen ese encuentro, deseaban hacer gozar al otro hasta la locura.
—¡Inu!— con sus caderas Kagome buscaba un contacto más profundo, quería que fuese más rápido, quería pedírselo pero no lograba pensar en algo más que los besos y caricias que Inuyasha le regalaba.
—Mírame, quiero ver tus ojos— logró pedir, con cada embestida, el interior de su novia se hacía más estrecho, envolviéndolo a la perfección—. Me fascinas… eres jodidamente deliciosa— la ayudó a levantar sus caderas que buscaban un contacto más profundo.
Kagome enterró sus manos en la manta, pronto tendría otro orgasmo y no quería dejar insatisfecho a su novio, no quería decepcionarlo.
—Abrázame y no dejes de verme, córrete para mí.
Con solo sentir las uñas de Kagome clavarse en su espalda, su interior contraerse y apresarlo con fuerza, fue suficiente para que Inuyasha la siguiente con su propio orgasmo.
Por un rato, solo se escucharon las respiraciones intentando volver a la normalidad. Una vez su respiración se calmó lo suficiente, Inuyasha salió del interior cálido de novia, se quitó el condón y se acostó a espaldas de ella, abrazándola posesivamente, no quería soltarla, no quería que ese fuese otro de sus sueños. Pero sabía que no era un sueño, porque había sido mucho mejor.
—Fue grandioso— estaba encantada, no quería que esa burbuja de intimidad se reventara.
—Tú eres grandiosa— le dio un pequeño beso en su hombro, amaba sentir el calor del cuerpo de su novia junto a él, se sentó para tomar una cobija y cubrirlos y lo vio, aunque poca, había sangre en la manta—. Kag, ¿tú nunca habías…?— estaba confundido, ella no mostró signos de dolor o incomodidad y actuó tan desenvuelta con él.
—No con un chico— dijo con un sonrojo cuando se percató lo que Inuyasha veía—. ¡Tampoco con una chica!— se apresuró al ver la cara de confusión de su novio—. ¡Deja de verme así!— se giró para no verlo, comenzaba a sentir tanta vergüenza.
—Perdona si te incomodé, es solo que… pequeña, no parecías nerviosa.
—¡Claro que estaba nerviosa!, es que tú me das seguridad y realmente quería que esto pasara… que pasara contigo— casi todas las noches tenía sueños y fantasías con su novio como protagonista.
—Debiste decirme, ¿qué tal si me dejaba llevar y te lastimaba?— le acarició una pierna y besó su cuello.
—Estoy bien, supongo que pasó porque tú eres más grande a lo que suelo usar— apretó sus piernas cuando la otra mano de Inuyasha acarició uno de sus senos.
—¿Tienes con lo que te diviertes aquí?— la mano que había tenido en la pierna de su novia, subió hasta su entrepierna, sintiéndola aún mojada, comenzó a acariciarla y sonrió orgulloso cuando ella soltó un suspiro.
—En mi cuarto— respondió con dificultad, los dedos de Inuyasha eran maravillosos, pero quería sentir algo más grande dentro de ella.
—¿Piensas en mi cuando los usas?— ella asintió—. ¿Qué imaginas?— se pegó más a ella, su miembro comenzaba a ponerse duro y enterrarse entre los glúteos de su novia.
—Que… mientras me ducho me sorprendes y me haces el amor…
—¿Qué más?
—Mientras duermo me despiertas con el mejor sexo oral… ¡Carajo Inu!— gritó al sentir que su clítoris era acariciado, llevándola al clímax.
—Me encanta que seas tan sensible— llevó sus dedos a la boca, probando el sabor de su novia—. Y deliciosa— sonrió de lado al verla sonrojarse—. ¿Me has imaginado usando tus juguetes contigo?
—Muchas veces— confesó.
—Creo que podríamos cumplir tus fantasías y darles un buen uso, pero luego, porque te necesito de nuevo, ya— la besó al mismo tiempo que volvía a penetrarla, iba a sacarle provecho a ese fin de semana.
Rin había invitado a Kagome a comer a su casa, extrañaba poder convivir con alguien más que no fuese su suegra y Sesshoumaru, además, quería ponerse al día con su cuñada y amiga, confirmar que todo iba bien entre Inuyasha y Kagome, no le había preguntado a ninguno de ellos sobre los chismes que surgieron, quiso darles su espacio, no presionar nada.
—Me alegro de que todo vaya bien entre ustedes, me preocupe cuando vi todos esos artículos y fotos.
—Ya lo solucionamos, pero te confieso que si fue complicado.
—Sessho entró en crisis por un momento cuando se enteró que Inu había comprado un boleto de regreso, lo iba a ir a ver, pero no había vuelos disponibles.
—Respecto a usar su tarjeta, comprendo por qué no quieras usarla, pero podrías comprar cosas que ambos le puedan sacar provecho.
—¿Una cafetera nueva?— Rin negó—. ¿Qué tal una máquina para hacer bebidas helados?, a los dos nos gustan.
—Se más creativa— le sonrió pícaramente—. Algo que tú uses y él pueda disfrutar.
—¿Te refieres a lencería?
—¡Bingo!, los dos ganan, espera ¿nunca te has puesto algo sexy para él?— preguntó al ver el sonrojo en Kagome.
—Si lo he hecho— solo había sido una vez, en el último halloween.
—Entonces hagamos algunas compras— se levantó de la silla y fue por su laptop a la sala—. Se la tienda perfecta para pedir las cosas o quieres ir al centro comercial.
—No, en línea está bien.
—Te sugiero esta página— dijo al escribirla en el navegador—. Hay ropa de todo tipo e Inuyasha no sospechará cuando le llegue el cargo.
—¿Cómo es que tú sabes todo esto?— su amiga le sonrió y lo supo, ella usaba esa ropa para Sesshoumaru, suspiró derrotada, era algo que no quería saber.
—Mira este— señaló un conjunto de encaje negro con guantes—. Creo que este es mejor— abrió la imagen a un camisón de encaje blanco—. Pero con el rojo sí que lo dejarías sin habla, ¡vaya!, alguien ya despertó— dijo al escuchar el llanto de su hija—. Ya vengo, tú busca algo lindo y sexy.
Kagome comenzó a ver la ropa, ¿qué debía elegir?
14/10/2024
Bueno, lamento la demora con esta historia, pero con lo del Flufftober no había tenido mucho tiempo para editarla.
Deseo que esto les haya gustado y disfrutado.
