Regresaras algún día.
Capitulo 10
El camino hacia la boutique favorita de Elisa fue muy tranquilo para la pequeña pelirroja, sin embargo, los niños estaban un poco inquietos, en especial Zaid, a quien Elisa se esforzaba divertidamente por mantener quieto.
Melissa, en cambio, solo miraba por la ventanilla, observando cómo cada palmera de la costa se alejaba.
- Da la vuelta, Driscoll- ordenó la pelirroja mayor. El joven siguió de inmediato sus órdenes mientras miraba por el espejo retrovisor la imagen de Elisa con Zaid en brazos.
El niño le dedicó una tierna sonrisa a su madre. Le causó una inmensa alegría sentir de nuevo la sonrisa de su madre. Noah prefirió pasar el tiempo leyendo algunos recortes que había encontrado en los compartimientos del coche. Artículos sobre inventos recientes. Elisa imaginó de pronto que su pequeño podía tener el mismo interés que el tío Alistear Cornwell.
Los ojos del joven se posaron discretamente en el otro lado del asiento y vio a la pequeña arrugar la nariz con ternura. Volvió a mirar hacia delante mientras conducía en una dirección diferente por orden de Elisa.
Melissa pareció reconocer que no era la misma ruta.
-¿A dónde vamos?- preguntó la niña, mirando confundida la nueva ruta. Elisa optó por mirar por la ventana.
-Primero iremos a un lugar, esto es importante- explicó Elisa.
"¿Qué tan importante puede ser para su madre que ir de compras?", pensó Melissa.
Elisa decidió no decirle nada a su hija para evitar una confrontación debido a la actitud caprichosa que había estado tomando últimamente.
Después de un rato, quedó claro que el lugar era un hospital. La niña entrecerró los ojos para asegurarse de que su visión no la engañaba.
-¿Un hospital? ¿Por qué hemos venido a un hospital?- preguntó la niña. Elisa colocó a su hijo a su lado y le indicó al joven que se detuviera.
El joven se detuvo frente a la entrada del edificio, bajó del auto para abrirle la puerta a Elisa y luego ayudó a su hijos a salir del vehículo.
Melissa, todavía seguía desconcertada por el repentino cambio de ruta, pero termino por seguir a su madre hasta la recepción.
Elisa condujo a los niños al interior del edificio. Rápidamente fue recibida por una de las enfermeras que estaban allí.
-Señora Elisa Stevens, ¿podemos ayudarla en algo, señora?-
¿Por casualidad está aquí el Dr. Klein?-
-Actualmente está en asesorando una cirugía, señora, pero déjeme acompañarla a una habitación más apropiada, le haré saber enseguida que esta esperándolo.
-De hecho, me gustaría que agregar una cita. - hablo Elisa.
-¿Una cita, señora? ¿Tiene una cita programada?- pregunto la mujer
-Me temo que no, sería una cita improvisada.
-Oh, por supuesto. Bueno, no hemos tenido muchas consultas el día de hoy, seguro podemos darle un lugar ¿Quién sería el paciente?
-Mi hija.
Los ojos de Melissa se abrieron de par en par al escuchar su nombre. ¿Había oído bien?
Iría a la consulta, esperaba que no fuera por el insignificante colapso que había sentido unos momentos antes de salir.
-Por supuesto, señora. Entonces permítame acompañar a su hija a una consulta. Usted también vendrá, ¿no?
-Por supuesto.
La enfermera guió a la mujer hasta una lujosa sala de espera.
-Quiero que la examine bien, sobre todo el mentón. No quiero que haya ninguna herida.
-No se preocupe, señora. La examinaré muy bien.
-Perfecto.
-Ven aquí, pequeña. La enfermera guió a Melissa, a una aula continua donde solo era dividida por una cortina blanca, la niña que continuaba con la mirada desconcertada imagino que tarde o temprano, sabría de su malestar.
No imagino que su madre la llevaría a un hospital por un golpe tan insignificante.
-te ves muy tensa. La dulce enfermera le habló mientras le tomaba el pulso a la pequeña.
-No es eso. Simplemente no pensé que me traería a este lugar.
-Tu madre se preocupa por ti. Es lógico que haya corrido hasta aquí cuando nuestros hijos resultaron heridos.
- No es gran cosa.
La enfermera anotó la temperatura y el pulso de la pequeña en una hoja de papel.
Luego levantó con cuidado la barbilla de la niña para conseguir un mejor ángulo para la lesión.
- Oh, este golpe ya no se ve tan mal. ¿Puedo preguntar?
La pequeña hizo una mueca incómoda al recordar ese suceso.
- Entiendo, no te preocupes, pero tienes suerte, no hay infección, la inflamación ha parado y supongo que tampoco hay dolor, ¿verdad?
- No, en realidad no.
- Parece que se ocupó bien.
- Mis tías también son enfermeras, estaban conmigo cuando la maestra...
- Ah, ya veo, ¿una pelea no es así? No te preocupes, yo también solía pelear mucho cuando me molestaba, pero no digo que eso sea correcto.
La amable mujer le dedicó una dulce sonrisa que hizo que Melissa se sintiera cómoda con su presencia, le recordaba en cierta medida a su tía Candy.
-Mis felicitaciones a tus tías, han hecho un gran trabajo con ese moretón. Mañana ya no tendrás esa marca, cariño.
-Gracias-la sonrisa de Melissa iluminó el consultorio.
Esa enfermera era muy amable y carismática, igual que su tía Candy. Melissa estaba a punto de bajarse de la camilla cuando de repente apareció esa molestia.
La niña soltó un gemido de dolor, más intenso que antes. Elisa escuchó el chillido de su hija desde el otro lado de la cortina. Impulsivamente, apartó la cortina y la miró.
-Mel, cariño.
-No se preocupe, señora Stevens, le revisaré de inmediato.
-Oh, Dios. - Expreso la pelirroja mayor del los nervios al ver a su hija quejarse.
-¿Desde cuándo tienes esa molestia?- le preguntó la enfermera.
-Esta mañana fue la primera vez.
-Muy bien, voy a presionar. Me dirás qué parte te duele más, ¿de acuerdo? La pequeña asintió y Elisa no se movió ni un milímetro de su lugar.
Soltó un quejido más fuerte.
- Es la parte en el vientre- aclaró la mujer.
-¿Qué quiere decir?-
-Nada señora, está bien, al parecer el dolor que siente su hija es normal-
- ¿Normal? ¿Pero qué está tratando de decir?... Oh".
Los ojos de Elisa se abrieron de sorpresa, cómo era posible que pasara tan pronto, y la invadió la nostalgia.
- Te daré unas pastillas que aliviarán el dolor, pero necesito hablar un momento con tu mamá. ¿Está bien? -
La pequeña asintió, enseguida tomo el medicamento y se fue a sentarse a donde sus hermanos se encontraban.
- ¿Qué edad tiene?-
-11, casi los 12 - dijo Elisa.
- Ya veo, a veces tiende a aparentar menos. Pero su hija está entrando en una nueva etapa -
- Lo sé perfectamente -
- Debe comprenderla, no será muy fácil criar a una adolescente, debe tener en cuenta que esto le generará varios cambios de humor.
-Una de ellas ya se dio y es el golpe que trae ella, Debería hablar con ella, hacerle saber lo mucho que la ama. -continuo la mujer
Por un momento Elisa se sonrojó de rabia, cómo era posible que una enfermera que al parecer nunca había tenido hijos quisiera darle consejos sobre maternidad, ella sabe perfectamente lo que conlleva ese asunto, por Dios lo vivió, sin embargo no es lo mismo porque ahora ella era la madre y con el asunto de Tom ahora se le hacía difícil.
«No tendrá por qué sentirse mal, ahora está conmigo y no la dejaré sola» se prometió a sí misma la pelirroja.
Después de la consulta, y tras haberle dado a Melissa una pastilla para calmar sus cólicos, Elisa continuó con el plan de ir de compras.
Ahora añadiría algo más a la lista; quería prepararse hasta que llegara el momento.
El muchacho se había despertado después de las diez, por lo que había dormido lo suficiente, se percató que las cortinas de la ventana seguían cerradas. Tom se dispuso a abrirlas de par en par y observó la maravillosa vista del océano, las gaviotas revoloteando sus alas sobre las palmeras.
El aire fresco de esa mañana era inigualable, el joven Steven También se percató de que su esposa no estaba en la habitación, no le extrañó, buscaría una oportunidad con ella, estaba seguro de que Elisa seguía enamorada y la noche anterior fue una confirmación de lo mucho que lo extrañaba como él a ella.
Una sonrisa se dibujó en su rostro, se había despertado con el ánimo por las nubes, fue a darse una ducha y prepararse para salir de la habitación lo primero que pensó fue a encontrarse con ella.
Las criadas de la mansión entraron poco después a la habitación de la pareja para ordenarla, no había pasado mucho tiempo desde que había llegado Elisa con sus hijos.
Melissa subió a su habitación acompañada de algunas criadas cargando su nuevo guardarropa.
Tom la observó subir la elegante escalera,
-Tu madre, cariño.
La pequeña levantó la mirada, encontrándose con la de su padre.
-En el jardín. -señaló la niña.
El joven se atrevió a salir en dirección al jardín.
Elisa acariciaba una de las rosas que habían plantado recientemente, era la famosa Dulce Candy.
Tom se quedó un momento en el umbral de la puerta, admirando a su esposa desde lejos, su hermoso cabello rojo suelto, dejando libres sus hermosos rizos, la brisa traía su exquisito perfume.
Elisa no se dio cuenta que su esposo la admiraba desde lejos, los pequeños Noah y Zaid llegaron corriendo con su madre ofreciéndole una flor tropical que habían encontrado entre los rosales.
-Mamá, mira
-Ay, Zaid -dijo la pelirroja con melancolía. -Tú la cortaste, amor -regañó dulcemente a su pequeño.
-Le dije que no lo hiciera.
-Pero hay muchas, entre los rosales, por allá. -El pequeño señaló el lugar donde las había encontrado.
-Bueno, creo que es hora de entrar y prepararnos para recibir a nuestros invitados -cargó al pequeño en brazos y tomó la mano de Noah, guiándolos hasta la entrada de la mansión.
Cuando levantó la mirada con una sonrisa en el rostro, vio a su flamante esposo mirándola con la misma sonrisa y los ojos brillantes.
Elisa correspondió ese gesto de la mejor manera.
-Papá, mira -el pequeño Zaid le mostró a su padre la flor que había encontrado.
-Ay, es muy hermosa, campeón, como tu madre.
Elisa se sonrojó al escucharlo decir ese cumplido. Hacía tiempo que no lo veía y escuchaba así.
Tom no quitó la mirada de encima de su esposa.
-Qué hermosa - Tom se acercó un poco más a ellos y acarició lentamente el rostro de Eliza, la chica comenzó a temblar de emoción y una sensación electrizante comenzó a invadir su columna vertebral.
-Tenemos que prepararnos, Tom. ¿Verdad mi amor? - Miró al pequeño en sus brazos.
-¡Sí! Mamá dice que tendremos visitas.
-¡Oh, sí! - Tom le respondió a su pequeño con una gran sonrisa.
-Una amiga viene de visita, me gustaría presentarte, así que espero que puedas venir conmigo, cariño. -Dijo tocando tiernamente la mejilla del vaquero, ese toque suyo, ese simple toque hizo que su corazón ardiera al sentir su piel rozando la suya.
«Dios cuánto anhelaba un simple toque»
La sonrisa del vaquero se extendió aún más después de ver a su esposa caminar hacia la sala principal.
Iba a conquistarla de nuevo, claro que sí.
-Señora, los invitados están por llegar,
- Perfecto, lleve a los niños a vestirse.
- Sí, mi señora
- ¿Mi padre ya llegó?
- Todavía no, mi señora, pero su madre está en el cuarto de costura.
- Muy bien, por favor avísele.
La criada asintió y llevó a los niños a vestirse apropiadamente.
Elisa se quedó un momento con Tom en el pasillo
- Lleva a Melissa a que le hagan un chequeo. Los ojos de Tom abrieron como platos al oírla y pronto imaginó lo peor, Comenzó a divagar en que había algo mal con su hija.
- Antes de que te alteres, la lleve a que le revisen el moretón. Tuvo una excelente atención, no hubo heridas graves, sin embargo, hay algo más...
El corazón del vaquero comenzó a latir con preocupación. - ¿Qué? ¿Qué le pasa a nuestra pequeña? Comenzó a preocuparse más.
Elisa lo tranquilizó, acariciando su mejilla. - ¿Es eso Tom? Ya no es nuestra niña pequeña.
Esas palabras no pudieron haberle sonado más irreales al vaquero. Tenía una idea de lo que Su mujer quería decir con eso, algo que Tom todavía no estaba preparado y se negaba rotundamente en aceptarlo.
-Ella nunca dejará de ser nuestra niña pequeña- dijo el vaquero, afirmando que se negaba a aceptar esta nueva etapa.
Elisa puso los ojos en blanco y se dirigió a la habitación de invitados para asegurándose de que todo estuviera en orden para cuando llegara su invitada.
Tom siguió a su esposa hasta esa habitación.
Elisa se acercó a la mesa de aperitivos y revisó que los panecillos que había pedido estuvieran hechos.
Tom no resistió más, cerró la puerta tras de sí y corrió a sujetar a su esposa por la cintura.
Elisa sintió las fuertes manos del Vaquero tocar su vientre mientras su cálido aliento acariciaba su cuello.
-Me tienes loco por ti. -Tom soltó un suspiro cálido en el cuello de la pelirroja, lo que hizo que ella se estremeciera al sentirlo de nuevo así. -Mi amor, no sabes cuánto te he extrañado -Le dijo en voz baja.
Elisa se dio la vuelta y sostuvo su rostro con sus cálidas y delgadas manos. El vaquero notó que ella todavía llevaba el anillo de casada, al igual que él.
-Mi amor... Se arrastró sobre ella, rogando como si de eso dependiera su vida el que lo tocara, que lo besara. Tom acercó aún más su rostro hasta que estuvieron nariz con nariz, sus respiraciones comenzaron a acelerarse hasta que se sintieron asfixiados por el deseo.
Los ojos de Tom miraron esos labios rosados que se moría por atrapar, Elisa notó la desesperación en su hombre quien tampoco se preocupo por esconder los suyos, sus manos dejaron de acariciar el rostro de Tom y los guiaron hasta poner sus brazos alrededor de su cuello y sus delicados dedos los enterró en su cuero cabelludo hasta quitarle el sombrero. El chico rozó sus labios con los de ella, sin más, ella lo acercó a su boca para ser besada, besada por él después de tanto tiempo.
El chico invadió esa pequeña boca rosada que era suya, le pertenecía solo a él, Elisa abrió más su mandíbula para permitirle entrar y explorar más profundamente con su lengua áspera, la estaba calentando, las manos del chico recorrieron toda la espalda de la pelirroja y Elisa lo acercó más a ella.
Tuvieron que separarse por un momento para recuperar el aliento pero sus miradas nunca dejaron de encontrarse.
-No sabes cuánto te extrañé. -confeso por fin ella en un susurró.
-Te he extrañado tanto, mi amor. No voy a permitir que estés lejos de mí nunca más. - se prometió él.
La sonrisa de la pelirroja iluminó el rostro de Tom.
Quería hacerlo, quería sentir a su hombre de nuevo, pero aún no era el momento. Su visita no tardaba en llegar y ella debía estar presentable. Seguramente cuando llegara la noche, compensaría esos deseos. Por ahora, era momento de recuperar la cordura.
Tom se separó de ella, todavía con su brazo sobre su cintura.
-Iré a ver a los niños - le dijo, depositando un breve beso en sus labios.
-Atiende a tu visita, cariño. Bajare enseguida.
El chico le sonrió y ella respondió.
En unos segundos, estaba sola en la sala, pero con una intensa sensación que ese hombre había provocado en ella, Elisa se abanicó un poco con la mano y fue a acomodarse la ropa.
Unos minutos más tarde, la señorita Campbell había llegado a la residencia de Leagan.
Estaba con Elisa tomando el té, ambas mujeres parecían estar riendo y charlando muy amenamente.
- ¿Cómo estuvo tu viaje? - preguntó la pelirroja tomando un sorbo de su taza de porcelana.
-Cansado, pero extrañamente interesante.-
-¿En serio?-
La mujer asintió tímidamente.
-¿Puedo saber el contexto de esa expresión?-
-Bueno...
la mujer pensó por unos momentos antes de dar su respuesta.
-Vi a un hombre en el tren, realmente atractivo.
-En serio.- La pelirroja notó el color rosado en las mejillas de la chica.
-Pero no te avergüences, ¿Qué puede pasar?- trato de animar y hacerla sentir cómoda y pudiera seguir relatando su historia
- Bueno, realmente no podría decir quién es porque no lo conozco, nunca lo había visto, pero era guapo.- Las mejillas de la chica se sonrojaron ante tal confesión.
Quería contarle más detalles sobre el hombre que había visto y que había captado su atención desde ese momento en el comedor, pero no quería que eso se entendiera como un asunto importante.
-Pero basta de eso. Mejor cuéntame, Elisa, ¿Cómo te has sentido? Escuché que llegó tu esposo.
La señorita Campbell era una jovencita dos años menor que Elisa, y a pesar de su encanto y belleza, la muchacha seguía soltera, no porque no hubiera un buen partido sino porque no quería casarse hasta encontrar al hombre adecuado, aunque tuviera que pasar por varias temporadas y ser considerada una solterona.
Jessica Cambell era una chica muy dulce y amable, algo que no se hubiera imaginado tener como amiga.
-Sí, llegó, ayer mismo.
-¡Qué emocionante! Y me atrevo a decir que te ves radiante, Querida.
Los pasos pesados del joven junto con los pequeños pasos de lo niños se acercaban
-Viene justo aquí.
Tom entró con los niños quienes corrieron en dirección a su madre.
Jessica Campbell había notado algo bastante familiar en los pequeños.
Levantó la mirada para ver al esposo de su amiga y sus ojos se abrieron de par en par.
Era el joven que había visto en el vagón comedor y momentos después en la estación. No pudo evitar sentirse un poco decepcionada ya que debía tenerlo presente, pues le había visto su anillo de bodas, pero nunca imaginó que él fuera el esposo de Elisa.
Se imaginaba que ella se hubiera casado con un hombre de su misma clase social, un duque, un banquero, un hombre con título y estatus, pero se sorprendió al ver que un joven apuesto y humilde terminó cambiando el corazón de su amiga haciéndola lucir más radiante.
-Cariño, te presento a la señorita Jessica Campbell, una conocida y amiga mía.
La mujer se puso de pie tímidamente y asintió con la cabeza al joven.
Tom ya había visto a la señorita Campbell en el tren, pero me temo que la impresión no fue la misma para el muchacho. Sin embargo, fue educado con la muchacha y la saludó cordialmente, levantándose el sombrero en honor a ella.
No era por ser grosero, pero la señorita Campbell no despertó ninguna preocupación en el joven vaquero, ya que no tenía ojos para nadie más que para la pelirroja que estaba a su lado.
Jessica pudo notar esto en él en el momento en que fueron presentados. Por un momento, se sintió estúpida y avergonzada. Pero ya le había dicho a su amiga algo relevante, tenía que pensar en alguna escapatoria si el tema volvía a surgir.
Elisa tampoco era estúpida; nunca lo fue. Era una mujer muy inteligente.
Y por supuesto, notó algo en la muchacha.
- ¿Cómo se conocieron? - pregunto intrigada la muchacha, y en cierto modo para evitar que el tema regresara.
- Es una historia divertida. - dijo Elisa un poco nerviosa.
- Soy el hermano de un archienemiga. Tom empezó a tocar el tema, Elisa apartó la mirada de su taza de te y lo miró con incredulidad.
La muchacha se sorprendió por esa declaración.
- Bueno, digamos que no me llevé muy bien con... Su hermana. - «Sigue siendo un poco difícil.» se confesó ella misma.
- Trabajé en el rancho Steve con mi padre. Manteníamos un establo de caballos y los vendíamos a mejor precio.- comenzó a relatar Tom -Me encantaba cuidar a los caballos. Tenía uno salvaje, un Mustang salvaje.
- Dicen que son los más salvajes del oeste.- aludió la muchacha.
-Lo son, por eso muchos de ellos fueron exterminados. Yo quería demostrarle al mundo que eran dóciles y nobles, que no merecían ser casados, ningún animal si me lo permites, así que rescaté a uno de ellos. Entonces, una princesa, pretenciosa y orgullosa, llegó a mi rancho para adquirir un nuevo ejemplar, y se enamoró tanto de aquel caballo salvaje que se aferró a él. Obviamente, yo no la dejé acercarse al caballo; era un caballo salvaje, y ella no era capaz de domarlo. Pero aquí, la señorita, que creía que lo tenía todo y podía hacer todo, decidió adquirir aquel caballo. Entonces, hice un trato con ella y su padre: si lograba domar aquel caballo salvaje, yo mismo se lo daría.
Obviamente, la señorita de aquel entonces, solo Leagan, dijo que no, que era una idea tonta y absurda.
Yo le dije: como quieras- Elisa puso los ojos en blanco ante el relato del vaquero.
- ¿Y qué pasó? -La chica siguió preguntando con interés, dejando a un lado sus sentimientos. Se sintió conmovida por la historia de amor entre ellos y no dejó de prestarle atención ni un momento.
-Bueno, después de tanto que rogo y ver que mi respuesta era la misma, la princesa accedió, y así fue que la tuve en mi rancho por un largo tiempo. Claro que después de eso, tuve que vender mi alma en caso de que algo le pasara a la hija de Raymund Leagan.
Ambas mujeres estallaron en risas ante el comentario sarcástico del hombre.
-A pesar de eso, la cuidé con mi propia alma. La ayudé a cuidar un caballo sin darme cuenta de que la estaba guiando a cómo llegar a mi corazón, y poco a poco, sucedió lo impensable. Me enamoré perdidamente de ella, y sé que ella también se enamoró de mí. No fui el único; el caballo salvaje se rindió al encanto de esta dama y logró formar un vínculo que sólo ella podía con ese potro salvaje, uno que hasta ahora me resulta difícil descifrar.
-Tal vez no seas tan experto en caballos como dices ser - le dijo con una sonrisa burlona mientras Tom se perdía en la mirada de su esposa.
La tomó de la mano y la guió hasta su pecho.
-Tal vez no, no solo domaste a ese caballo, terminaste domando este corazón salvaje, mi amor.
Elisa lo miró como anhelaba hacerlo. No había duda de que amaba a ese hombre, y nunca dejó de amarlo, mucho menos de desconfiar de él, haciendo que el tema de Grace fuera menos importante porque así era, y ella siempre lo ignoraba.
-Oh Tom.
-Qué romántico...
Los ojos de la señorita Campbell comenzaron a brillar, estaba tan cautivada por esta historia de amor que sentía que estos dos realmente estaban hechos el uno para el otro, era una unión tan única y especial que nadie se atrevería siquiera a intervenir o al menos con ella era así.
El señor Leagan, el padre de Elisa, había llegado a la mansión y fue recibido por uno de los lacayos de la mansión. Para su sorpresa, no había llegado solo, un hombre alto, delgado, de cabello negro y ojos oscuros, de rasgos bien definidos y vestido galantemente, entró acompañando al señor Leagan.
Se apresuró a entrar a la habitación de invitados y notó que estaba ocupada.
-Oh, Dios, no sabía que tendríamos visitas-dijo el señor Leagan, observando a la joven rubia sentada junto a su hija y su yerno.
- La señorita Cambell Padre - habló su hija dirigiéndose a la joven que la acompañaba, decidió presentarse el mismo antes de que hija prosiguiera hacerlo.
-Raymond Leagan, un placer, señorita Campbell, su padre tiene un negocio exquisito en el ferrocarril, ¿no es así?
La muchacha asintió tímidamente.
-Quiero presentarle al vicepresidente de Forks. James O'Sollivan, James, le presento a mi hija Elisa, a su amiga la señorita Campbell y a mi querido yerno, el joven Tomas Stevens.
-Es un placer, señoras, señor Stevens-el hombre le ofreció la mano al vaquero, quien no dudó en estrecharla con entusiasmo.
-Es Stevens, ¿verdad? ¿Del rancho de Stevens?-
-Sí, así es-asintió el muchacho.
-Qué suerte encontrarlo aquí, estoy muy interesado en comprarle ese terreno.-Los ojos del muchacho se abrieron de par en par ante la mención de la venta del terreno.
«¡Maldita sea!»
Elisa se puso de pie al instante, sin poder creer lo que estaba escuchando: ¿la venta de la parcela?
-¡Tom!
El padre de Elisa llegó a comprender lo que estaba sucediendo y rápidamente condujo al hombre a su oficina.
-Espero que podamos tomar una copa pronto, yo también tengo mis ojos puestos en su equino. Espero que pueda contar con su disposición, señor.
El hombre sacó una tarjeta de su elegante chaqueta y se la entregó al vaquero. Elisa se quedó atónita y pronto sintió que su visión se iba, Jessica trató de sujetarla para que no se desmayara.
-Disculpen damas.
El hombre salió de esa habitación triunfante, se dirigió a la oficina del señor Leagan, él había lanzado la primera carta.
Continuara...
¡Hola! :D
es un placer saludarles de nuevo, llego con una nueva actualización de este finc, creo que cada mes se ha vuelto algo tentativo pero trabajare mas en ello.
espero que este capitulo sea de su agrado asi como lo fue para mi escribirlo aunque cabe mencionar que me di muchos cocos de cabeza con este capitulo espero haya quedado a la altura ya que no me consideró muy buena en las escenas Ricolino. aquí solo fue una probadita de los deseos reprimidos de estos dos prometo que trabajare en ello.
les mando un cordial saludo a todas las personitas que gusten pasar a leerme que tengan un excelente día.
GeoMtzR: ¡Hola amiga bonita! :D Me sorprendió ver tu comentario como invitado hermosa jiji, espero que te encuentres muy bien, tranqui lo de mel tarde o temprano tenia que ocurrir jiji, espero manejarlo a la altura, muchas gracias por tu paciencia hermosa se que me he retrasado un poco espero de corazón que este capitulo sea de tu agrado. te mando un fuerte abrazo amiga bonita cuídate mucho.
manely: muchas gracias preciosa por regalarme un comentario, espero este también haya sido de tu agrado.
andre3456: sip, por fin XD aquí también te llego con el capitulo 10.
claro, claro ahora a elisa le toca aguantar a sus pequeños diablillos, siento que zaid es el mas tremendo de los tres, estos dos irán acortando esa distancia poco a poco o quizas mas pronto de lo esperado ;D
espero que este haya sido de tu agrado, un saludo.
Elena effe: Hello, beautiful welcome to this story, thank you very much for the opportunity, I hope you liked this chapter, best regards.
