CAPÍTULO 3

"De hecho papá, hablaré con Weis mientras le muestro los alrededores." Fue la respuesta de mi amada hija cuando decidí abordar el problema del chico.

"¿Estas segura cariño? Puedo acompañarlos si gustan." Traté de persuadirla, pero sin éxito. Al final, terminó arrastrando al niño fuera de nuestra casa.

Me había quedado solo, para variar. Decidí terminar de secar los platos del desayuno. Tenía muchas preguntas en mi cabeza en este momento.

Mi hija había traído a un niño que, según ella, había encontrado en el muelle del lago. Al principio pensé que se había separado de sus padres, pero no dejó en claro en qué circunstancias, y eso me preocupaba.

A mi hija le incomodaba estar cerca de los niños. Gracias a eso, se había prácticamente aislado del resto de nuestra familia, pasando de su hermana menor y, por consiguiente, de sus sobrinas.

Todo había empezado cuando mi amada esposa nos dejó, ese día me juré a mí mismo que cuidaría la sonrisa de mis dos hijas, pasara lo que pasara.

Chilli fue un trabajo bastante fácil, había encontrado al amor de su vida bastante rápido, desafortunadamente para ella la vida muchas veces no es justa. Luego de un aborto espontaneo, su corazón se rompió en mil pedazos, fue gracias a Bandit que pudo recuperarse y superar su miedo a intentarlo nuevamente. Afortunadamente la segunda vez fue perfecto, y fui bendecido con una hermosa nieta, la cual amaba.

Para mi sorpresa, mi segunda nieta era la viva imagen de su tía, había heredado los colores de la familia, no podía haber estado más feliz ese día. Sabía que, si mi amada hubiese vivido lo suficiente, las amaría con todo su corazón.

Desafortunadamente, lo que para una de mis hijas fue uno de los días más felices de su vida, para la otra fue otro clavo en el ataúd, recordándole que no estaba destinada a ser madre.

La vida de Brandy había sido normal, todo hasta llegar a la universidad. Mi hija había decidido seguir los pasos de su madre. Se enlistó en la escuela de oficiales del ejército, y optó por convertirse en medica de combate. Fueron siete años largos y duros, donde había estado lejos de nosotros. Pero no mentiré, al verla graduada con su uniforme militar y la cruz roja en su uniforme de gala había soltado unas lágrimas. Era la viva imagen de su madre.

Todo empeoró de ahí en adelante.

Había conocido a otro chico durante su carrera, pero habían decidido mantenerlo profesional hasta que ambos terminaran su carrera. Y así fue.

Brandy nos presentó a su novio a Chilli y a mí. Seré honesto, olvidé el nombre del bastardo bastante rápido. Tras dos meses de noviazgo, mi hija llegó a casa llorando, y siendo un desastre. Traté de hablar, pero solo se encerró en su habitación.

Como padre, me dolió el corazón escuchar los llantos de mi hija y no poder hacer nada al respecto. Solo pude deducir que el bastardo le había roto el corazón, o fue a buscar más princesas, porque la mía no era suficiente para él.

Cuando Brandy se tranquilizó, hablamos. Me mostró los resultados de un examen médico, uno de fertilidad, y había salido como "estéril". Aun recordaba ese día, estaba esperando despertarme y que todo fuera una pesadilla, pero no fue el caso. Solo pude abrazar a mi rota hija, esperando poder juntar los pedazos.

Para colmo, el bastardo se había enojado con ella, acusándola de haberle ocultado esa información deliberadamente. No mentiré, casi salgo de la casa con mi confiable 9mm para buscar al idiota, pero brandy me frenó. Me contó que la discusión escaló y terminó rompiéndole la clavícula.

Esa era mi hija, sabía que las clases de boxeo y karate le serían útiles.

Fue suspendida del trabajo por una semana, por agredir a un compañero oficial. Usé mis conexiones para transferir al bastardo a otro país, lejos de mi hija.

"¡AAAAHHHHHHHHHHHH!"

De repente, un grito de agonía vino del exterior, sacándome de mis pensamientos. Fui soldado por más de veinte años, y reconocía el sufrimiento cuando lo escuchaba.

Corrí hasta la puerta y la abrí de golpe, buscando en todas direcciones la fuente del grito. Puede que mi vista no fuese como antes, pero reconozco a mi familia sin importar donde estén. A lo lejos, bajo un viejo árbol, estaba mi hija, abrazando lo que asumí era el chico.

Algo debió de haberles pasado. Estuve tentado a ir, pero me abstuve. Mi hija era fuerte, tenía que darle su espacio. Dijo que ella se encargaría, y como padre, debo de confiar en su determinación.

Regresé adentro y esperé. El tiempo pasó y pasó, hasta que la puerta se abrió. Mi hija y el chico entraron, el chico estaba algo sucio, como si se hubiese revolcado en la tierra. Mi hija, por otro lado, estaba en mejor estado. Ambos tenían los ojos rojos, habían estado llorando.

Los miré a ambos, intercambiando miradas. Fue el chico quien habló primero.

"Voy a limpiarme un poco, ya regreso." Brandy asintió, pero cuando el chico estuvo a punto de irse, lo frenó.

"¿Está bien si hablo con papá sobre lo que hablamos?" el chico me miró por unos segundos, hasta que le dijo que hiciera lo que creyera correcto.

El chico salió de la cocina. Brandy y yo nos sentamos en la mesa. No mentiré, estaba algo expectante de saber de qué habían hablado.

"¿Y bien querida, de qué hablaron?" Brandy se llevó una pata a la nuca, frotándosela. Parecía algo nerviosa.

"Bueno, ¿por dónde empezar?"

Brandy me contó la increíble historia de Weis y, creo prudente hacer énfasis en la palabra "increíble". Según mi hija, el chico era realmente un adulto, lo habían asesinado y despertó en el cuerpo de un niño de siete años... cerca a nuestra casa...

Lo primero que hice fue tomarle la temperatura a mi hija, quizás estaba enferma, pero eso solo la hizo enojar un poco. Me aseguró que estaba bien, y que ella tampoco lo había creído al principio, pero Weis se comportaba como un adulto y, me aseguró que ella le creía.

Si bien el chico no se comportaba como mis nietas Bluey y Bingo, decir que era un adulto en el cuerpo de un niño eran bastantes campos de largo. No tenía sentido.

"Puedes preguntarle cuando regrese, pero no lo presiones, recordó cosas bastante dolorosas hace poco."

"Entiendo, lo interrogaré con calma." le aseguré a mi hija. "Y, suponiendo que todo eso sea verdad, ¿Qué piensas hacer?" La miré directo a los ojos, buscando cualquier indicio de duda.

"...Nada."

"... ¿Perdón?, ¿cómo que nada?" Me quedé sin palabras.

"¿Qué puedo hacer? Según él, no tiene documentos de ningún tipo y no van a encontrar a sus padres, da igual lo mucho que busquen. En palabras de él, solo nos daría problemas si la policía nos atrapa con un menor sin identificación."

"Eso tiene bastante sentido, de hecho." Un pensamiento razonable, demasiado para un simple niño. ¿De verdad es un adulto? No podía creerlo. "Y ¿Cuál es tu opinión del chico... ¿adulto?"

"Bueno, es algo tonto pero tierno, tiene buenos modales y se abrió conmigo sobre su actual situación. Yo... también le conté sobre mi discapacidad, lo entendió bastante rápido, incluso se disculpó por haber abordado el asunto."

No podía creerlo, mi hija, de entre todos los perros se abrió hacia un completo desconocido. Ese tema era demasiado sensible, incluso para ser abordado con Chilli. Supongo que la apariencia infantil jugó a su favor. Por otro lado, mi hija estaba... sonriendo, una pequeña y sutil sonrisa que no veía hace años. Realmente conectaron.

"Brandy, ¿Qué te parece si adoptamos al chico luego de que entre al orfanato? Parece que te has encariñado con él." Juré proteger esa sonrisa, y por el todo poderoso, así será.

"Ya lo pensé, papá," Para mi sorpresa ya lo había pensado, y la pequeña sonrisa de felicidad fue reemplazada por una de melancolía, con una vista lejana. "Y te aseguro como médico, que van a poner a Weis bajo extrema vigilancia, no se lo van a dar a cualquiera, mucho menos a una madre soltera que ya falló dos procesos de adopción." Terminó con un suspiro.

"Brandy... quizás la tercera sea la vencida." Traté de empujarla, pero fue inútil.

"Los siento papá, pero no voy a ilusionarme, no otra vez." Soltó un suave suspiro. "Simplemente no está destinado a ser." Terminó con la cabeza gacha apoyada en sus dos patas. Mi pobre hija una vez más sufría en mi presencia, e impotente, no podía hacer nada.

Quería seguir presionando, pero el chico entró en la cocina, luciendo arreglado. Se acercó a la mesa y miró a mi hija.

"¿Todo bien Brandy?" Preguntó con su habitual expresión neutra.

"Si, todo bien," respondió mi hija mientras terminaba se secarse unas lágrimas. Al terminar, miró al chico. "¿Debo de preocuparme por algún desastre en el baño?" Preguntó con una leve sonrisa algo burlona.

Weis puso los ojos en blanco mientras negaba la acusación. Quería preguntarle a qué se refería, pero mi hija se paró y ayudó a sentar al chico en la mesa.

"Gracias Brandy, y siento la molestia."

"No es ninguna molestia, te lo aseguro."

Ambos compartieron una fina sonrisa, desafortunadamente para el momento, tenía muchas preguntas.

"¿Entones hijo... un adulto?" Fui directo al punto, nunca me gustaron los rodeos.

"Es libre de creerme o no Mort, Brandy me contó que nunca me creyó respecto a mi amnesia, así que eso me deja como un mal mentiroso." Tenía un punto, esa fue una mentira terrible, pero creíble, a fin de cuentas.

"No estoy muy seguro, pero pasaré de ese tema por ahora," dije mirándolo directamente a los ojos. "Brandy me contó su plan del orfanato y sus motivos, debo de admitir que me sorprende ese razonamiento."

"¿Qué más puedo hacer?, es mi única opción. Tuve la buena suerte de despertar en un país del primer mundo. Simplemente quedará como uno de esos misterios que no tienen solución." Dijo mientras se encogía de hombros. Entendía el motivo, pero si realmente era un adulto, le resultaría difícil convivir con niños. Fue en ese momento que se me ocurrió una idea.

"Ya que eres un adulto, ¿Crees que puedas convivir con niños de tu edad, o aparentar ser un niño de su edad, para el caso?" Ya sabía la respuesta por la mueca que puso, pero quería estar seguro.

"Admito que será complicado, pero no tengo por qué ser amigo de nadie, basta con compartir el espacio y mantener la distancia." Como militar, se lo que es estar en un lugar diferente y lleno de extraños. Puedo asegurar que el nuevo y misterioso va a terminar atrayendo atención, le guste o no.

"¿Acaso no te gustan los niños?" Pregunté, pero mi hija me cortó.

"Papá." Dijo en un tono de advertencia mirándome fija mente, pude verla por el rabillo del ojo, pero yo estaba concentrado en el muchacho.

"Los niños son las criaturas más crueles del planeta." Dijo el chico con un ceño fruncido.

"Parece que hay una historia ahí..."

"Weis, no tienes que responderle, no es un interrogatorio." Le dijo Brandy, solo para recibir una sonrisa burlona del niño.

"No hay problema Brandy, no hay nada que ocultar, y tu padre tiene razón, hay una historia ahí."

Hubo silenció. El chico confirmó mis sospechas, pero nada más. Rápidamente cambié de tema.

"Bueno, cuéntanos algo de ti, cualquier cosa." Weis se llevó la pata al mentón, pensando.

"Bueno, mi vida no es... o fue..." El chico se cortó y su mirada se distanció. Supongo que hablar del pasado duele en estas circunstancias, pero es necesario seguir adelante. Cuando mi esposa falleció, casi me rompo, pero tuve que seguir adelante por mis hijas y por mi esposa, es lo que ella hubiese querido.

"Chico, ni siquiera puedo imaginar por lo que estás pasando, pero te lo digo por experiencia. Es mejor hablar de ello que guardarlo para sí mismo. Sigue adelante, es lo que ellos hubiesen querido."

"Papá tiene razón Weis, me sentí mejor cuando te conté sobre mi infertilidad. Pocas personas saben de eso y realmente no me gusta hablar de ello, es doloroso, pero hablarlo puede aliviar el dolor."

Estaba orgulloso de mi hija, una lección importante de vida es, que cuando te caes, te levantas y continuas.

"Bueno, realmente no hay mucho que contar, fue una vida promedio. Padres amorosos, buena educación y sin dramas familiares." Weis logró abrirse un poco a nosotros. Necesitaba convencerlo de que se quedará con nosotros.

"Bueno chico, ¿Por qué no te quedas con nosotr-"

"No puedo Mort, solo les voy a traer problemas." Respondió Weis, diciendo lo mismo que mi hija. "Brandy no es un remplazo de mi madre, y no puedo ser el reemplazo de su hijo deseado." Terminó con un suspiro, y para ser honesto, su respuesta me enojó un poco.

"¿Disculpa? Nadie te está pidiendo ser el reemplazo de nadie."

"Lo sé, pero así es como me siento. Ahora que sé del problema de Brandy, me daría la sensación de estar aprovechándome de ella. No quiero vivir con esa carga en mi conciencia. Además, tampoco podría alejarme de la casa, tendría que vivir encerrado, no quiero perder mi libertad."

Una respuesta interesante, se notaba que sus padres le habían educado bien. Me tranquilicé un poco, podía respetar ese punto de vista, y me agradaba que tuviese a mi hija en buena estima.

"Entonces Weis, ¿Cuándo planeas irte?" Preguntó Brandy. Supongo que no quería darle más vueltas al asunto.

"Lo más pronto posible, realmente no quiero molestarlos. Ya me han ayudado bastante."

"Quédate unos días más, no es problema." Dije, Weis abrió el hocico para hablar, pero seguí. "Si de verdad ahora eres un niño, necesitaras algo de tiempo para adaptarte a tu nuevo cuerpo. Es mejor hacerlo en un entorno seguro, ¿no lo crees?"

"¿Están seguros de que no hay problema?"

"Te aseguro que no lo hay." Respondió Brandy antes que yo. Tenía esa pequeña sonrisa que amaba ver, y la que necesito proteger justo ahora.

"Bueno, está decidido." Dije, zanjando el asunto.

Lo lamento chico, soy un viejo terco que prioriza a su familia sobre todo lo demás. Eres posiblemente la única oportunidad de mi hija de experimentar la maternidad, así que lo lamento. Tengo una buena idea de que hacer, aún tengo contactos en el ejército y el gobierno, solo necesito algo más de información personal tuya.


La vida no era justa. Esta pobre criatura perdió a su familia y su vida en prácticamente un día. Por mi parte, el destino puso a un niño a mi alcance, solo para recordarme que no estoy destinada a ser madre.

Weis me contó sus razones para negar quedarse, quitando mi lado sentimental, tenía toda la razón. Si nos encontraban con un menor indocumentado, sería el fin de mi carrera y posiblemente termine en la cárcel. Era injusto, muy injusto.

Papá intentó persuadirle, pero Weis se mantuvo firme. Dolería verlo partir, pero esperaba que encontrara una vida feliz. Hasta el momento solo mencionó a su familia, y por su comentario de los niños, pude asumir que no se llevaba bien con ellos.

Papá salió de la cocina, dijo que ya regresaba, lo que nos dejó solos.

"Weis, lamento lo de papá. Te aseguro que solo tenía las mejores intenciones en mente." Le dije.

"Lo sé, y créeme, si fuera otra época menos moderna, sería factible, pero no es el caso." Me respondió con una sonrisa.

Ya lo sabía. Papá entró a la cocina con... ¿un ajedrez?

"Bueno, aún es domingo en la mañana. Podemos pasar el tiempo jugando un clásico." Estaba a punto de protestar, pero miré a Weis quien, por primera vez, mostraba interés. Parece que le gusta el juego. Nunca fui muy buena.

Papá sacó las piezas y armó el tablero. Era un clásico ajedrez de madrea, algo viejo pero muy bien cuidado. Recordaba a mamá y papá jugándolo hace años, y aún mantenía su encanto.

"Bueno, diviértanse." Para mi sorpresa, él quería que Weis y yo jugáramos. Prefería si él fuese quien jugara, iba a protestar, pero Weis tuvo el descaro de abrir su hocico.

"Gracias Mort, prometo ir fácil con Brandy." Eso fue todo, no iba a perder contra el pequeño idiota arrogante.

"Te haré comerte esas palabras Weis." Dije con una sonrisa competitiva, si bien no era muy buena, era decente. Nunca le gané a papá o mamá, pero pude ganarle unas cuantas partidas a Chilli.

"Lo espero con ansias, Brandy." Fue su única respuesta, teniendo una cara presumida.

Tiré una moneda para determinar quién iniciaba. Gané, así que empecé con las blancas.

Tanto Weis como yo estábamos concentrados en la partida, yo me tomaba mi tiempo para pensar, pero el movía bastante rápido. ¡Ha!, error de novato, hay que pensar mucho en este juego.

"Chico, tengo curiosidad, ¿Cómo se escribe tu nombre? Es bastante único." Papá le tendió a Weis un papel y un esfero. Era mi turno, pero Weis no apartó su mirada del tablero. Recogió el esfero y escribió su nombre. Terminé moviendo mi caballo y, volteé a mirar el papel con su nombre.

Schwarz Weiß

Para mi sorpresa, al igual que mi persona, Weis escribía en cursiva, con una letra bastante linda... de hecho, era bastante más linda que la mía.

"¿Cómo pronuncias esto?" Había una letra que no entendía.

"Schwarz Weiß. Es tu turno, por cierto." Miré al tablero nuevamente, solo para ver con horror como mi caballo ya no estaba en el tablero.

"Oh, que sorpresa, tienes una linda letra." Le dijo papá. Giré levemente mi cabeza para verlo por el rabillo del ojo. Vi que tenía el papel en la mesa y el esfero en una pata.

"Gracias, toda mi familia escribe en cursiva." Respondió Weis sin apartar su mirada del juego. No quería admitirlo, pero quizás si podía respaldar su arrogancia.

"Ya veo." Fue todo lo que dijo papá.

Traté de remontar la partida, pero fui inútil. Weis me dijo que me rindiera, pero lo llevaría hasta el final.

"Chico, por curiosidad, ¿Cuantos años tienes... o tenías?" Papá siguió con las preguntas. Moví mi rey y miré a mi papá, pero él solo seguía concentrado en Weis. Por otro lado, Weis solo tenía ojos para el tablero.

"Treinta y dos, aunque ahora no estoy seguro, quizás siete u ocho." Se encogió de hombros. "Jaque."

Regresé la mirada al tablero y, en efecto, era jaque. Moví mi rey nuevamente, ya casi no tenía piezas, solo seguía por pura terquedad.

"Bastante joven," Dijo papá. "¿Y cuándo es tu cumpleaños?". Quería decirle a papá que parase, que solo estaba incomodando a nuestro invitado, pero Weis pareció no importarle, respondió de todos modos.

"Dieciocho de enero. Jaque mate." Regresé mi mirada al tablare, y en efecto había perdido. Con desgana, tumbé mi rey. Vi a Weis con una sonrisa triunfal y una clara expresión de "te lo advertí". Rápidamente me paré y me estiré, dándole un golpe con mi dedo en la frente.

"Auch." dijo de la forma más seca que jamás había escuchado ante ese ataque. Aun así, su sonrisa se mantuvo. Odio perder.

"Revancha." Exigí.

"Cuantas veces quieras, Brandy."

Terminamos jugando toda la mañana, papá siguió con sus preguntas personales al chico. Me di cuenta de inmediato, había usado la misma táctica que usé con él. Mezcló temas personales con banalidades, hasta le preguntó por su sabor de helado favorito.

En resumen, Weis fue un adulto de pleno derecho, se graduó de economista en la universidad de Berlín, hizo una maestría en teoría económica y vivió solo los últimos tres años de su vida. Aparte de sus padres, parece que no tenía a nadie más, ni amigos ni familia lejana. Honestamente se parecía a mí.

Prometió hablarnos más de su pasado antes de irse. Hoy era domingo, así que fijamos la fecha de partida para el miércoles en la mañana. Hoy era domingo, así que era el único día donde podía convivir con el niño. Mañana, al igual que toda la semana, trabajaba.

Llegó la hora del almuerzo. Almorzamos pasta, fácil y rápida. Una vez más Weis se ofreció a lavar los platos, solo que esta vez lo permitimos. Sorprendido se puso patas a la obra, afortunadamente usamos una vajilla de plástico, se le resbalaron los platos una que otra vez.

Al terminar, Weis pidió ver la televisión mientras reposábamos, por reflejo papá puso una caricatura de gatos, pero Weis pidió ver las noticias. Terminamos viendo las noticias juntos... como una familia... creo que cuando Weis parta, me habré encariñado demasiado con él.

Las noticias fueron normales, para variar. Presté más atención de la usual por si salía alguna noticia de niños perdidos. Le creía a Weis, pero no está de más ser precavida.

Al terminar, noté que Weis parecía algo aburrido. Otra cosa que teníamos en común, no era una adicta al trabajo, pero fuera de mi horario laboral, no hacía nada especial, hacia ejercicio y pasaba tiempo con papá. No tenía amigos para salir y todos mis compañeros de trabajo tenían sus familias, no quería ser una rueda extra.

Weis tampoco tenía nada a su nombre, y no me parecía correcto usar mi celular frente a él, necesitaba una actividad que disfrutásemos los tres. Afortunadamente no pasó mucho tiempo y tuve la idea perfecta. Fui a la habitación de invitados y abrí el armario. Teníamos una colección de juegos de mesa para cuando venían mis sobrinas.

Ya habían pasado cuatro años desde que vi a la mayor, Bluey, justo cuando nació Bingo. No queriendo abrir viejas heridas, dejé de pensar en mi familia y agarré el juego de mesa que buscaba.

Entré a la cocina mientas Weis y papá seguían en la sala. Armé el tablero, distribuí tres fajos de dinero y preparé las cartas del tablero.

"¡Weis, papá, por favor vengan a la cocina!" Grité a todo pulmón. Quizás más fuerte de lo que debería.

No tardaron en llegar, y tanto Weis como papá abrieron los ojos de sorpresa.

"¿Monopoly?" Weis fue el primero en comentarlo.

"Si, parecías algo aburrido y no hay mucho que hacer. Disfrutaste el ajedrez así que pensé que te gustaban los juegos de mesa... Si te gustan, ¿verdad?" Puse una sonrisa algo tensa. Pero Weis terminó sonriendo.

"Si, aprecio el gesto Brandy."

Los tres nos sentamos en la mesa listos para un par de horas de diversión... solo para acabar en casi hora y media. Weis no tuvo la más mínima piedad con nosotros. Se pasó toda la partida con una expresión inexpresiva. Comprando y construyendo casi desde el inicio, el primero en caer en bancarrota fue papá, y yo no duré mucho más.

Exigí la revancha. Jugamos tres veces más, pero el resultado fue siempre el mismo. No tenía ningún sentido. Si no fuese por el hecho de que los tres nos turnamos para ser el banco, lo hubiese acusado de hacer trampa.

A estas alturas estaba segura de que Weis era un adulto. Hizo los cálculos increíblemente rápido. A veces sacaba mi celular solo para para estar segura, pero ni una sola vez Weis se equivocó.

Así fue nuestra tarde. Pese a perder varias veces, fue divertido.

Terminamos dándole al chico un cepillo de dientes, intentó negarse diciendo que solo lo usaría por tres días, pero insistimos. Era malo no mantener una buena higiene bucal, y para ser honesta le empezaba a apestar la boca un poco.

Terminamos despidiéndonos, e igual que la noche anterior, esperamos a escuchar sus ronquidos, más una hora por si acaso.

Papá y yo nos sentamos en la mesa de la cocina, tenía unas cuantas cosas que decirle.

"Papá, aprecio que quisieras que Weis se quedara, pero sabes tan bien como yo que es una mala idea."

"Lo se cariño, solo me aseguraba." le respondí con una sonrisa. Sabía lo mucho que papá velaba por mi bienestar y no podía agradecerle lo suficiente. "Brandy, si pudieses quedarte con el chico sin consecuencias, ¿lo harías?"

Cuando papá usaba mi nombre, era serio. Quería negarlo, pero no pude. Dentro de mi sabía muy bien la respuesta.

"Supongo que sí. Es como un sueño hecho realidad, pero él es un adulto, sería algo complicada nuestra relación. Pero sin duda lo ayudaría, lo necesita."

"Bien, solo quería estar seguro." levanté una ceja ante el comentario. "Brandy, mañana pide la semana libre, pasa tiempo con el niño."

"Papá, no es fácil pedir vacaciones de un día para otro, además soy médica, tengo mis responsabilidades."

"Solo hazlo, debes tener muchos días acumulados, casi nunca los pides y estoy seguro de que personal te presiona de vez en cuando para tomarlos."

No podía negarlo, tenía casi tres meses acumulados de vacaciones, por lo general no permitirían que esa cantidad se acumulara, pero siempre fui persistente y terca con mi trabajo, o bueno, esa era la excusa. Realmente no quería pedirlas y que papá reuniera a la familia. No tenía el coraje de ver a Chilli luego de cuatro años de evitarla.

"Voy a intentarlo, pero no hay promesa." Dije mientras suspiraba. "Sabes que si me encariño demasiado será más doloroso separarme de él ¿verdad?"

"Lo sé, pero hoy te vi feliz como no te veía en años, creo que valdría la pena intentarlo."

"...No hay promesas de que me den vacaciones." Reiteré.

Terminamos nuestra charla con un gran abrazo, ambos movíamos la cola en señal de felicidad. Papá tenía razón, disfruté mi tiempo con Weis, y será doloroso despedirme de él, siento que nos llevaríamos muy bien.

Entré a mi cuarto, mi simple cuarto. No mentiré, era bastante espartano, al igual que el cuarto que tenía en el batallón. Una cama, mesita de noche, un armario donde guardaba mis uniformes del ejército, baño y un cofre donde guardaba las cosas de mi infancia. Nunca me gustó guardar nada más de lo necesario.

Terminé sentada en la cama, mirando la foto de mi papá, mamá, yo y mi hermana que tenía en la mesita de noche, junto a las llaves de mi motocicleta y una lámpara de noche.

Nos veíamos felices los cuatro, sin preocupaciones del fututo o el tedio de ser adultos. Suspiré y aparté la mirada, me dolía recordar los días más sencillos, y mañana tenía trabajo.

No perdí el tiempo y me acosté, mañana sería otro día. Cerré los ojos y dejé que la oscuridad me reclamara.

...

...

"¡AAAAAAAAAHHHHHHHH!"

Abrí mis ojos de golpe en el momento en el que escuché el grito.

Mi cuerpo se movió de manera automática, como un reloj bien engrasado. Abrí el cajón de mi mesita de noche y saqué mi pistola Heckler & Koch USP 9mm, me aseguré de que tuviese el seguro puesto, con mi índice fuera del gatillo.

Corrí hasta la puerta de Weis, donde se escuchaban pequeños jadeos. Mi cerebro parecía no funcionar del todo en este momento, ya que entré a la habitación de una patada, estrellando la puerta con la pared.

Entré apuntando suavemente de un lado al otro, buscando al niño. Lo vi cerca a la pared del fondo, junto al armario de la habitación. estaba templando y con cara de pánico. Registré la habitación con la vista, pero no vi nada fuera de lo usual. Sin bajar la guardia, me dirigí donde el chico, mirándolo más de cerca parecía estar bien, solo algo asustado.

Rápidamente me agaché y toqué su hombro con mi ahora pata libre. Dejé la pistola en la otra pata, apuntando en diagonal al suelo.

"Weis, ¿Qué ocurrió?" pregunté mientras lo miraba a los ojos. Extendió su pata y señaló a la cama destendida mientras tartamudeaba.

"A.… a.… ara..." los temblores aumentaron.

"Weis, mírame a los ojos, todo estará bien, solo respira." Inhalé y exhalé lentamente, pare que pudiera copiarme. Terminamos respirando lenta pero concisamente hasta que Weis logró tranquilizarse lo suficiente como para poder hablar.

"Listo, ahora cuéntame que pasó."

"...Araña..."

"..."

"..."

No podía creerlo. Puse los ojos en blanco mientras me paraba. Me acerqué a la cama y en efecto, había una araña pequeña en la pared, cerca de la cabecera.

La agarré sin muchos ánimos y cara de pocos amigos, luego abrí la ventana y la tiré lejos. Quizás de manera algo más brusca de la que la pobre araña merecía, lo siento, pero estoy cansada.

"Listo, ya no hay araña." me giré para ver a Weis, algo enojada por el susto innecesario, pero entonces lo vi. El pobre niño estaba con la cara gacha y algo sonrojada. Su cola estaba caída y sin movimiento.

"Brandy, lo lamento tanto..." trató de disculparse. El enojo abandonó mi cuerpo como por arte de magia. "Yo... yo tengo-"

"¿Aracnofobia?" lo corté, adelantándome a la conclusión obvia.

"No del todo, es miedo en general a los insectos." Terminó sentándose y enterrando la cabeza en sus piernas dobladas. Me dolió verlo tan... vulnerable. No resistí y me senté junto a él.

"Tienes entomofobia."

"Si." Fue su simple respuesta. No era psicóloga, pero había tratado a soldados con algunas fobias peculiares. Extendí mi brazo para abrazarlo por la espalda, pero frené en seco, no sentí que tuviera el derecho a hacerlo. Lentamente retiré mi brazo.

"Entiendo." Fue mi igualmente simple respuesta. Pasamos unos minutos en silencio, Weis logró tranquilizarse lo suficiente como para dejar de temblar. Levantó la cabeza y me miró.

"Brady, lamento el susto innecesario."

"No tienes que disculparte chico, todos le tememos a algo." El tiempo siguió pasando.

"Si... por cierto, me gusta tu insecticida táctico." Al principio no entendía a qué se refería, así que seguí su mirada, solo para detenerme en mi pistola.

"..." No sabía que decir. "Ya es tarde, hora de regresar a la cama." Cambié de tema, no queriendo hablar de lo obvio.

"Brandy, no creo que hoy pueda dormir en esta habitación, en serio le tengo fobia a los insectos. ¿Puedo dormir en la sala?"

"Eso es inaceptable, eres nuestro invitado." le dije. Papá se enojaría sí nuestro invitado terminara en la sala. "Duerme en mi cuarto, yo dormiré acá esta noche, no hay problema."

"Si lo hay. Lo siento Brandy, pero dormir en la cama de una mujer que no conozco es aún más inaceptable que dormir en la sala." Intentó persuadirme. Fue algo tierno de escuchar. Por su apariencia a veces olvido que realmente es un adulto.

"Eres muy joven para tener las hormonas alborotadas, te lo aseguro."

"¡Brandy!" Me reí un poco de su expresión, ahora estaba totalmente rojo de la vergüenza.

"JAJAJA, tranquilo chico, es una broma." Le revolví un poco el pelaje de la cabeza, solo para verlo tratando de alejar mis patas de él. "Muy bien, por tu consideración y salud mental, dormirás en la sala esta noche.

Al final, ayudé a Weis a llevar las cobijas y una almohada al sofá, acomodé todo y le di las buenas noches.

Ya en mi habitación, estaba acostada y lista para mañana. Con la tontería estuve despierta cuarenta minutos. No perdí el tiempo y dejé que la oscuridad me reclamara nuevamente. No lo había notado, peor esa noche, dormí con una sonrisa en mi cara.