CAPÍTULO 5
Hoy fue un día de perros.
Había sido una mañana como cualquier otra. Me levanté, hice el desayuno y me alisté para salir a trabajar, ninguna novedad en ese frente. Los problemas surgieron cuando llegué al batallón donde trabajaba. Llegué hora y media antes de empezar mi turno, haciendo mi rutina en el gimnasio, para luego ir a mi puesto de trabajo en el Hospital Militar de Brisbane.
Al llegar todo fue normal, saludé a mis compañeros de trabajo y me preparé para atender a mis pacientes. El Hospital no solo brindaba servicios a los militares activos o en retiro, también a sus familias, por lo que el trabajo nunca escaseaba, por suerte.
Atendí dos de mis citas generales en la mañana, tenía más en la tarde, pero fue ahí donde las cosas dieron un giro de ciento ochenta grados. Decidí hacerle caso a papá y pedir la semana libre, una parte de mi quería estar as con Weis antes de que se fuera, y la otra sabía que entre más me acercara, más dolería separarse. Pero decidí armarme de valor e intentarlo.
Sorpresivamente al hablar con el coronel Stain, encargado del hospital, exclamó que ya era hora, haciéndome trabar todo el día sin parar. Hablé con mis compañeros para transferirles mis pacientes y cubrir turnos. Hice inventario y lo presenté lista para salir, pero fue entonces donde todo empeoró.
Verán, hice todo el trámite para dejar mi puesto por una semana, pero el permiso que me llegó fue por un mes entero. Acabábamos de iniciar febrero, por lo que prácticamente me estaban descartando por todo el mes.
Me quedé sin palabras, iba a quejarme, pero ya todo estaba aprobado. Llamé a papá para avisarle que llegaría tarde, y así fue.
Eran más de las diez de la noche, actualmente estaba saliendo de la ciudad, llegando a las zonas más rurales. Lo bueno de ir tarde, es que no hay tanto tráfico, y pude disfrutarlo. Amaba conducir mi moto, en todo el día, ese era realmente el momento donde más viva me sentía.
Al cabo de unos minutos llegué a casa, estacioné la moto en el pequeño garaje detrás de la casa y dejé el casco en una mesa. Quería tumbarme en mi cama y olvidarme del mundo. Entré en la casa y lo primero que vi fue a papá en la sala viendo la televisión, eso era extraño en él, a estas horas de la noche ya estaría dormido.
"Estoy en casa papá." Dije dirigiéndome a él para darle un abrazo.
"Hola cariño, ¿Qué pasó en el trabajo? Llegas bastante tarde."
"Pedí una semana y me dieron un mes, hurra." Le di el resumen del día, añadiendo el "hurra" más seco que jamás se ha escuchado.
"No me quejo." Dijo papá con una sonrisa y un abrazo. Nuestras colas se movieron de un lado a otro sin parar.
"¿Pasó algo mientras estaba fuera?"
"Nada especial, el chico y yo nos conocimos mejor, eso fue todo." Levanté una ceja esperando el resto del chisme, no es que no confiara en la respuesta de papá, pero considerando como trató a Weis ayer, quería asegurarme. "...Hablamos de su familia."
Nos sentamos en la sala y papá me dio el resumen de todo. En resumen, la familia de Weis fue hasta la gran guerra nobleza del Imperio Alemán, durante la segunda guerra, su familia se dividió en dos, los que abrazaron al führer, y los que no. Su abuelo fue de los que no y, a causa de eso, desertó del ejercito apenas tuvo la oportunidad, salvando a toda su unidad. También me contó cómo se conocieron sus padres entre otras cosas.
"Bueno, eso explica su forma de ser." Weis tenía una educación impecable, me atrevería a decir que ningún otro niño se comportaría así, pero no conocía a ningún niño.
"Las viejas tradiciones nos recuerdan y unen a aquellos que ya nos dejaron, supongo que su abuelo mantuvo todo eso de la nobleza para no olvidar a su familia." Dijo papá asintiendo. Yo también estuve de acuerdo, recordando todo lo que aprendí de mamá antes que nos dejara.
"Bueno papá, voy a descansar, mañana será otro día." Le dije mientras me paraba del sofá rumbo a mi cuarto. "Descansa."
"Siempre lo hago cariño."
Así nos despedimos y me fui a mi habitación. Al pasar por el cuarto de Weis pude escuchar sus ronquidos. Para alguien de siete años hace mucho ruido. La puerta estaba cerrada, así que el ruido de adentro se amortiguaba ligeramente, por suerte para el resto de la casa.
Llegué a mi habitación, me cambié el uniforme y tomé una rápida ducha. Mañana sería un día... complicado. Tendría que lidiar con convivir con Weis, e inconscientemente sentirme como una madre, solo para recordar que no es el caso. Suspiré mientras me acostaba, mirando la foto familiar que tenía en mi mesa de noche.
Extrañaba a Chilli, pero recordar a mis dos sobrinas era demasiado doloroso. No era justo con ellas, sabía que no tenían la culpa, pero aun así seguí añorando esa vida. Cerré los ojos, esperando soñar con aquellos años donde éramos una familia feliz. No fue el caso.
...
...
...
Abrí los ojos, tardando unos segundos en orientarme. Aún no había luz del sol, pero estaba acostumbrada a esta rutina. Miré mi celular para confirmar la hora y, en efecto, apenas y eran las cinco de la mañana. Me preparé para alistarme e ir a trabajar, pero recordé que estaría fura del trabajo por un mes.
Suspirando intenté cerrar los ojos y dormir nuevamente, pero fue inútil, estaba acostumbrada a madrugar y hacer algo productivo. Decidí levantarme y hacer mi rutina de ejercicio en casa. Estiré un poco y salí de mi habitación, pero en el momento que lo hice noté algo. La puerta del cuarto de Weis estaba abierta.
Se fue...
Ese fue el primer pensamiento que atravesó mi mente. Corrí hacia el cuarto, esperando verlo vacío. Al entrar pude ver a Weis mirando por la ventana, tenía su cabeza apoyada en su pata, inclinada. Intenté tranquilizar mi respiración, podía sentir mi pecho subir y bajar algo agitado. Me tranquilizó ver al chico en su cuarto, pero a su vez sentí algo de nostalgia saliendo de él.
Me acerqué a Weis para hablar, me pareció raro verlo despierto tan temprano.
"Buenos días Weis, ¿Qué tal tu mañana?" Dije con un tono amable.
"Buenos días Brandy." Respondió él sin apartar la vista de la ventana. Me acerqué para tratar de encontrar lo que sea que estuviese mirando, pero no vi nada fuero de lo normal. El silencio se prolongó por un tiempo.
"Qué haces despierto tan temprano, ¿Acaso no dormiste anoche?" Sabía que lo había hecho por los ronquidos.
"Dormí bien, como un tronco." Respondió él con un tono aburrido.
Recordé la noche de la araña, la vez que intenté abrazarlo, pero no tuve el valor de hacerlo. Sabía que algo le estaba pasado y que no iba a hablar del tema, no sin que presionara. Fue entonces que caí en cuenta que éramos más parecidos de lo que creía. Al igual que yo, Weis es de esos que no dicen nada y explotan en el peor momento posible.
"Weis," Le dije mientras lo tomaba de los hombros y lo obligaba a mirarme. "si quieres hablar de eso, estoy aquí para ti, te digo por experiencia que guardarte tus problemas solo te traerá problemas." Le dije mientras lo miraba a los ojos, no lo había notado, pero parecían algo muertos, carentes de vida.
"...Yo esperaba despertarme hoy en mi casa... en mi cuerpo." Lo dijo mientras seguía mirando al vacío. Armándome de valor, decidí darle un abrazo, tenía el cuerpo frio, llevaba por lo menos unos cuantos minutos fuera de cama.
"Lo lamento Weis, se lo duro que es perder una familia." Le dije susurrándole al oído, tratando de hacerlo sentir mejor, pero obtuve el efecto contrario.
"Lo dudo, tú al menos puedes verlos tomando un taxi." Esa declaración me sacudió físicamente, temblé un poco y accidentalmente apreté el abrazo. Weis debió de darse cuenta de lo que dijo porque su voz cobró su tono habitual. "Brandy, lo lamento, no quise decir eso."
Weis trató de separase de mí, pero lo tenía bien agarrado
"Está bien, no dijiste ninguna mentira." Esa declaración me dolió, pero él tenía razón, no tengo excusas para no haber visto a mi hermana en cuatro años.
Seguimos así por nos minutos más, hasta que finalmente lo solté, pude ver que tenía los ojos ligeramente aguados. Realmente era un buen perro. El ambiente seguía siendo algo pesado, por suerte una idea me vino a la mente.
"Weis, ¿Te gustaría acompañarme a mi rutina de ejercicio?" Le pregunté por cortesía, ya que tenía totalmente la intención de arrastrarlo si hacía falta. Se limpio los ojos con su pata, pero asintió sin protestar.
Pude sentir mi cola moviéndose. Sin decir más, salimos de la casa. Aún no había luz solar, pero se podía ver el horizonte a punto de cambiar de color.
"Ten en cuenta que técnicamente, soy un niño." Me recordó Weis justo cuando estábamos a punto de empezar. Todas las mañanas que permanecía en casa, hacía la misma rutina para no perder mi físico. Siempre me gustó estar en forma.
Iniciamos nuestro entrenamiento trotando por el camino de tierra, ajusté mi velocidad para acompañar al adulto en el cuerpo de un niño. Fue más lento de lo que acostumbraba, pero igualmente estuvo bien. Pasamos el gran árbol donde habíamos hablado hace unos días, y seguimos.
Normalmente cronometraba mi rendimiento, pero esta vez olvidé mi celular. No mucho después, empecé a escuchar la respiración entre cortada del niño, esa fue la señal para disminuir el trote y pasar a caminar. Por fin, la luz del sol empezaba a iluminar el paisaje. Me gustaba estar afuera a esta hora para ver el amanecer, era hermoso, sentir la briza fresca entrar en mis pulmones siempre fue apreciado.
Al cabo de unos minutos más, paramos. Yo estaba bien, apenas y empezaba a sudar, pero Weis tenía la lengua por fuera y el pelaje algo brillante del sudor. Se veía adorable.
"¿Crees poder seguir?" Le pregunté con algo de burla en mi tono.
"Claro, solo necesito unos minutos." Asentí y miré el paisaje nuevamente. "Brandy, ¿Mort te contó lo que hablamos ayer?"
"Si." Respondí en el acto. "Me habló de tu herencia." Asumí que todavía era un tema delicado, así que le confirmé que sabía de su abuelo.
"Bien... Recuerdas que les comenté hace un tiempo que los niños son las criaturas más crueles del planeta."
"Si." Lo recordaba, ese fue un comentario bastante inesperado.
"Cuando estaba en el colegio, recibí bullying por parte de mis compañeros debido a mi herencia alemana." Lo miré con la boca abierta, no podía creerlo. "Fue extraño, sinceramente, cuando entramos en la materia de la segunda guerra empezaron a hacerme comentarios racistas, llamándome nazi y cualquier tontería que se les ocurriera, desde entonces me mantuve como un lobo solitario."
No sabía que decir, quería decirle que lo lamentaba, pero no creí que sirviera de algo, fue hace mucho tiempo, por otro lado...
"Ya recuperé el aliento, podemos seguir." No pude evitar levantar una ceja, el comentario de antes vino de la nada y se mantuvo en nada. Iba a preguntarle, pero empezó a trotar nuevamente. Sin otra opción decidí seguirlo.
Seguimos sin decir nada. Al poco tiempo, llegamos a un claro junto al camino, había una pequeña pendiente que daba a un campo y se podía ver el bosque a lo lejos. La brisa matutina movía el césped como si fueran olas terrestres. Fue hermoso.
"El contraste con la ciudad es muy fuerte." Dijo Weis de repente, admirando la vista igual que yo.
"Lo es, no cambiaría vivir acá por nada del mundo." Compartimos una risa y nos pusimos a trabajar.
Empezamos haciendo lagartijas, seguido de abdominales, ayudé a Weis mientras sostenía sus pies. Aprovechamos un árbol cercano para apoyarnos sentados mientras aguantábamos, continuamos con posición de plancha por un minuto y finalizamos con sentadillas.
"Brandy, no puedo más, este cuerpo no puede seguir." Al terminar, Weis expresó su humilde opinión, si bien era cierto que tenía el cuerpo de un niño de siete años, estaba frente a una capitana del Real Ejército Australiano.
"¡Si aún tienes oxígeno en los pulmones para quejarte, puedes continuar, faltan dos repeticiones más!" Saqué mi sargento interior. Weis se puso firmo e hizo un tosco saludo militar, arreglaré eso más tarde, y seguimos la rutina.
Weis colapsó a mitad de la segunda repetición.
"Eres... un mostró... sin corazón." Dijo entre jadeos.
"Veo que aún puedes quejarte." Le lancé una mirada que lo hizo cerrar la boca y mirar hacia otro lado. Me reí entre dientes y lo cargué en mi espalda.
Reanudé el trote a casa, esta vez más rápido que antes, a pesar del peso extra, tardamos menos en llegar.
"Brandy, estas pegajosa." Weis soltó esas groseras palabras, así que lo solté cerca a la entrada de la casa. Calló como un costal de papas, pero no se quejó, se paró lento pero seguro. Compartimos un concurso de miradas hasta que empezamos a reír. Fue entonces que caí en cuenta de algo, me estaba encariñando con su compañía.
El sol ya iluminaba el paisaje, así que entramos a la casa. No esperaba ver a papá en la cocina haciendo el desayuno, pero no me quejaba, olía muy bien.
"Hola familia, espero tengan hambre."
"Buenos días Mort."
"Buenos días, papá."
Weis y yo lo saludamos al tiempo. Papá nos dijo que tomáramos una ducha, y eso hicimos.
Al parecer le gané a Weis, ya que fui la primera en llegar a la cocina. Abracé a papá y me senté en el comedor a esperar el desayuno. Encendí mi celular para revisar que no tuviese ningún mensaje de emergencia, pero no fue el caso, no había nada.
"Cariño, hoy voy a la ciudad por unas cosas." Dijo papá sacándome de mis pensamientos.
"Seguro, ¿Quieres que te acompañe?" Le dije sin apartar la vista del celular.
"No hace falta, no podemos dejar al niño solo." Tenía razón, por un momento me olvide de nuestro invitado temporal.
"Cierto. ¿Te ayudo con el taxi?"
"No ha falta cariño, estuve practicando. ¿Quién dice que perro viejo no aprende nuevos trucos?" Me respondía papá. Eso me hizo acordar que hace poco fue a la casa de mi hermana a pasar la noche. De repente, mi estado de ánimo se desplomó en segundos. "¿Todo bien cariño?"
"Si, lo mismo de siempre." Le dije.
"Eso no es bueno, ya sabes." Respondió papá mientras traía el desayuno.
No respondí, no podía hacerlo, tenía razón. Tanto esta mañana como ahora me di cuenta de que no podía seguir evitando el elefante en la habitación. Tal vez aprovecharía estas vacaciones para ver a mi hermana, unos regalos deberían de hacer felices a las niñas, quizás unos disfraces.
Pero claro, decir es más fácil que hacer.
El desayuno transcurrió en silencio. Weis llegó al rato y desayunamos sin más. Papá se despidió y salió cuando llegó el taxi. Por vez primera, estábamos solos Weis y yo. Honestamente no sabía qué hacer. Teníamos todo el día por delante pero aparte de juegos de mesa, realmente estar acá era aburrido.
Al parecer, Weis no pensaba como yo, poco después de ayudarme a organizar la cocina, empezó a leer, por lo que vi eran libros de historia, y así pasó un par de horas. Papá me escribió y comentó que almorzáramos sin él, que llegaría en la noche, y eso hicimos.
Afortunadamente no perdí el tiempo y el almuerzo estuvo antes de tiempo. Weis y yo nos sentamos a almorzar.
"Brandy," De repente Weis interrumpió el silencio en la mesa. "¿Recuerdas lo que te comenté esta mañana?" Asentí, asumiendo que se refiriera al abuso que sufrió en el colegio.
"Desde ese momento en adelante, siempre se me hizo difícil conocer a otros, aunque realmente nunca lo intenté otra vez. Mirando hacia atrás, estuve solo casi toda mi vida, sin amigos, como mucho, compañeros de trabajo, en el mejor de los casos. A pesar de todo mi familia siempre estuvo ahí para mí." Weis levantó la mirada de su plato y me dio una mirada penetrante. "¿Puedo preguntar que sucedió entre tu hermana y tú?"
Dejé de masticar y tragué. Weis fue bastante directo, pero si recordaba bien, sus padres estaban a punto de tener otro hijo. ¿Estará pensando en su hermana?
"Mi hermana logró tener dos hijas... y simplemente no pude ser lo suficientemente fuerte para soportarlo, así que me alejé." Aparté la mirada y apreté los cubiertos con fuerza. Mi hermana no tenía la culpa de nuestra relación, si tan solo yo-
"Creo que hiciste lo correcto." Dejé de apretar los cubiertos y miré al niño con los ojos muy abiertos. Era la primera vez que otro perro me decía eso. "Luego de algunos años, los idiotas que me hicieron bullying se terminaron disculpando, acepté sus disculpas, pero eso fue todo, no fuimos amigos otra vez. Se que no es justo comparar amistades con la familia, pero a veces es mejor darnos un tiempo que forzar el asunto."
"Creo que debí hace algo más por mi hermana." No estaba de acuerdo con Weis, si tan solo lo hubiéramos hablado, el asunto no hubiese escalado por cuatro años.
"Las palabras son viento. Si, a algunos perros les va bien hablar, pero no a todos. Y si el asunto se queda en palabras, en mi opinión, es lo mismo que no hacer nada. Que las acciones hablen por uno."
Weis reanudó su comida, y me sumergí en mi imaginación. Si lo hubiera hablado con mi hermana, ¿Habría hecho más que solo hablar? Nos vi a las dos hablando y abrazándonos, luego recordé a la pequeña cosita naranja que se parecía a mí. Dolía... dolía verla, estaba feliz por mi hermana, pero fui incapaz de verme en sus cumpleaños o actividades familiares, simplemente un vacío llenó mi imaginación.
"Brandy, lo siento si sobrepaso los límites, pero te lo digo como un amigo. Viví solo los últimos tres años de mi vida, creí que con videojuegos y series podría sobrellevarlo, pero no fue el caso. Aún tienes a Mort y una familia, no los pierdas." Terminó Weis mientras miraba su plato vació, miré el mío y, en comparación casi lleno, casi sin tocar y algo frio.
"...Lo tendré en cuenta, gracias Weis."
Y eso fue todo. Terminamos de almorzar y cada uno tomó su camino. Weis regresó a sus libros y yo me quedé pensando que hacer. De vez en cuando miraba al niño y llevaba casi una hora en la misma página.
De repente un recuerdo vino a mi mente, las pocas veces que tanto Chilli como yo hicimos algo juntas y lo disfrutamos. Una sonrisa se extendió por mi hocico.
"Weis, nos vemos en el lateral exterior de la casa, voy a enseñarte algo."
Weis rompió el contacto visual con la página del libro que había estado viendo por una hora. Simplemente asintió y salió de la casa.
Por mi parte fui a mi habitación y busqué entre mis cosas, hasta que encontré lo que buscaba.
Rápidamente tomé mi uniforme de karate y me vestí, no tardé mucho y al final, ajusté el cinturón negro con un fuerte apretón.
Ahora vestía una chaqueta blanca sin mangas de karate que decía "Ejército" en la parte de atrás, un parche de la bandera australiana en el pecho izquierdo, pantalón blanco y el cinturón negro. Últimamente no lo usaba mucho.
Salí de casa y encontré a Weis mirando los alrededores. Me acerqué sigilosamente por detrás, pensé en asustarlo, pero considerando cómo murió... descarté esa idea.
"Weis, gracias por esperar."
"No hay problema Bran-" Weis se cortó a la mitad de mi nombre cuando me vio, quedando completamente mudo y los ojos muy abiertos.
"¿Qué ocurre Weis, te comió la lengua el gato?" Le pregunté poniendo mis manos en mis caderas con una sonrisa de confianza.
"No, es solo que... no esperaba eso," Para mi sorpresa, Weis se recuperó bastante rápido. "Creí que eras médica."
"Soy médica Weis, pero también un soldado."
"Entonces tienes el increíble poder de herir y curar a tu antojo." Dijo Weis más como una afirmación que una pregunta. Y no lo iba a negar.
"Y viendo a donde irás, voy a enseñarte a defenderte." Estaba segura de esto, una vez traté a un niño herido por una pelea que escaló demasiado. Solo imaginar a Weis herido me dolió.
"Brandy, voy a un orfanato, no a prisión." Weis puso los ojos en blanco, abrí la boca para responderle, pero él continuó. "Además, puedo defenderme por mi cuenta."
"¿Sabes algún arte marcial o has estado en una pelea de verdad?" Ahora fue mi turno de levantar una ceja.
"...No he estado en una pelea, pero se esgrima, puedo defenderme de unos niños con un palo." Me quedé mirándolo en shock. "Se vería más natural golpear a otro niño con palo que usando movimientos de karate."
"Weis, ¿En qué mundo golpear a un niño con un palo se ve mejor que usando karate?" No podía entender su razonamiento, y algo dentro de mí no quería si quiera intentarlo.
"Los niños juegan con palos ¿No?, se vería más natural, un juego que escaló un poco en intensidad." Iba a protestar, pero se me vino a la mente las veces que jugué con Chilli a los caballeros, o cuando jugábamos a ser She Ra. Usábamos ramas como espadas, o incluso las hacíamos con cartón.
Sentí que mi estado de ánimo bajaba, y luego me sentí como una tonta. No sé en qué estaba pensando, exageré las cosas.
"Pero no me molestaría aprender algo de defensa personal." Estaba a punto de irme a cambiar, cuando Weis habló. Supongo que notó mi cambio de ánimo.
"¿De verdad?" Lo miré directo a los ojos con una sonrisa, sentí como mi cola empezaba a sacudirse. Esas palabras me hicieron... feliz. Recordé los tiempos en familia... Familia...
Weis se iría en unos días de mi vida, pero ya subconscientemente lo estaba viendo como familia. Forcé la sonrisa en mi rostro, me dolería verlo partir, pero hasta entonces me mentiría a mi misma, voy a ser feliz por una vez en mi vida.
"Weis, vamos a calentar." Y así iniciamos una clase improvisada de karate, repetimos los ejercicios de calentamiento de esta mañana, el pobre niño me dijo que no fuera tan intensa, pero sabía que él podía soportarlo.
Lo dejé medio muerto del cansancio y fui a por botellas de agua. Weis no dudó en tomar más de la mitad, el pobre sudó bastante.
Cuando recuperamos el aliento trabajamos en la flexibilidad, Weis me miró con asombro mientras hacia un split y tocaba el césped con la pelvis. Lo ayudé lo más que pude, pero aún estaba algo rígido, así que no pude ser exigente. Le dije que el truco estaba en usar los talones y tener la punta de los pies hacia arriba.
Luego hicimos ejercicio de puños, extendimos las piernas a la anchura de los hombros y bajamos la cadera, empezamos a dar puños al aire acompañados de gritos de guerra. Finalmente, le enseñé las patadas básicas, frontal, de lado y hacha. Le expliqué la importancia de siempre golpear con el empeine, girar la cadera y el talón del pie que se quedaba en el suelo.
Todo transcurrió en un abrir y cerrar de ojos, el sol había seguido su curso y ya empezaban las brisas de la tarde. En todo momento recordé las veces que hicimos esto mamá, papá, Chilli y yo. Tardes de diversión en familia.
"Veo que los dos se están divirtiendo." Escuchamos la voz de papá venir detrás de nosotros. Ambos nos giramos para verlo y una sonrisa no era lo único que tenía, también tenía una carpeta en las patas.
"¿Necesitas ayuda para entrar lo que sea que hayas traído?" Le pregunté, dijo que iba por unas cosas, pero no las veía por ningún lado.
"No traje nada grande, los dos entren, vamos a hablar." Le iba a preguntar del tema, pero giró sobre sus talones y entró a la casa. Compartí una mirada con Weis pero entramos justo detrás de él. Para el registro, Weis estaba muy cansado.
Nos adentramos en la casa, papá ya estaba sentado en la sala y nos hizo señas para que nos sentáramos. Lo hicimos.
"Muy bien, no sé cómo decirlo, así que lo mostraré." Dijo papá mientras sacaba de la carpeta que tenía papeles. No pude evitar levantar una ceja, extendí la pata para alcanzarlos, pero los pasó primero a Weis. Él estaba tan confundido como yo.
Empezó a leerlos, y su expresión pasó de confusión a asombro entre más leía.
"Mort, esto no puede ser, ¡Es imposible!" Weis terminó gritando, era la primera vez que lo veía alterado.
La respuesta de papá fue simplemente parase, tomar al niño por la nuca y pasarme los papeles.
"Charla de hombres, léelos mientras regresamos." Me extendió los papeles y eso hice. Los leí y, mientras más lo hacía, más mi cerebro dejaba de funcionar... no podía creerlo.
Nombre: Schwarz Cattle Weiß.
Edad y lugar de nacimiento: 18 de enero del 2011. Hospital Militar de Brisbane, Australia.
Raza: Schnauzer, negro con tonos grises y blancos.
Madre (Adoptiva): Brandy Cattle.
Padre: N/a.
Mis patas empezaron a temblar, el papel se hizo rápidamente borroso y sentí como mi respiración se aceleraba. Un calor creció desde el fondo de mi pecho, mis ojos empezaron a humedecerse...
Perdí la noción del tiempo.
Mort me llevó hasta su habitación, era la primera vez que la veía. Una cama doble centrada con una mesita de noche a cada lado. Arriba colgaba con orgullo la bandera australiana. Vi otra puerta diferente a la que entramos, supuse que era el baño, también había un armario y un sable en un estante encima de dicho armario. Los rayos crepusculares iluminaban con sus anaranjados rayos la habitación, fue entonces que caí en cuenta lo tarde que era.
Mort me descargó con cuidado sobre su cama, noté lo bien tendida que estaba con solo tocarla, y me miró directo a los ojos. Tenía muchas preguntas en ese momento.
"¿...Cómo lo hiciste?" Fue la primera pregunta que salió de mi boca.
"Tengo mis contactos." Mort dijo encogiéndose de hombros, como si hacer registros civiles fuera una trivialidad para él.
Respiré profundamente, pensando en las muy posibles consecuencias a las que Mort tendría que atenerse si esto era investigado.
"Mort, esto es-"
"Córtalo hijo, tengo muy buenos contactos, a partir de mañana estarás en el sistema de la nación. No te preocupes por las consecuencias."
Mort me interrumpió, diciendo semejante bomba sin inmutarse. Quería protestar, quería quejarme, sabía lo perjudicial que sería para Mort y Brandy si esto se exponía, pero todo lo que salió de mi boca fue...
"¿Por qué?"
Mort se sentó a mi lado miró sus pies y empezó a hablar.
"Escucha hijo, el deber de un padre es velar por la felicidad de sus hijos. En nuestro caso, mi amada ya no está en este mundo, así que me corresponde a mi asegurarme que cuando ya no este, mis hijas puedan seguir adelante." tomó aire y su voz se quebró un poco. "Mi hija Chilli logró encontrar la felicidad, y sé que cuando parta junto a mi amada, su familia estará ahí para ella, pero Brandy no tuvo tanta suerte. Ser estéril la afectó más de lo que esperaba."
Estaba callado escuchándolo, no sabía que decir.
"Cuando ya no esté en este mundo, ella estará sola, y como padre, no puedo permitirlo," Mort me miró directo a los ojos. "Me gustaría pedirte que le hicieras compañía cuando eso pase, solo eso pido."
...
"Mort, le estas pidiendo a un completo desconocido que cuide de tu hija."
"No hice lo que hice solo por bondad, sabes. Pasé más de veinte años en el ejército, se juzgar a los perros y vi como Brandy y tu conectaron."
Pensé en el registro civil, si lo que Mort decía era verdad entonces...
"Parece una oferta que no puedo rechazar."
"Jeje, no, no puedes." Mort se río con algo de condescendencia.
Era demasiado tarde para protestar. Ya estaba en el sistema registrado y Brandy figuraba como mi madre adoptiva.
En resumen, bailé en la palma de la pata de Mort. Por un lado, el problema más cercano de sobrevivir fue cubierto, el techo y la comida ya no serán un problema, pero, por otro lado.
"...No quiero olvidar a mi familia, o sentir que me aprovecho Brandy en ningún sentido." Me senté en la cama y enterré mi cabeza entre las piernas. Fue en ese momento que sentí una pata revolviendo el pelaje de mi cabeza.
"Te dije que podía juzgar a los perros. Y te aseguro que, a pesar de la perdida, olvidar a los seres que amamos es muy difícil."
Lo sabía, perdí a mi abuelo hace años, pero para mí los años que pasamos juntos fueron hace unos meses, aún los recordaba.
"Me duele no haber podido decir adiós." Eso era realmente lo que me dolía, no poder decirles que estaba bien y que no tendrían que preocuparse.
Mort dejó de sacudir mi pelaje y asintió, pero no dijo nada.
El tiempo pasó y la luz del sol se debilitaba con cada segundo que pasaba. Respiré hondo y me bajé de la cama en un salto.
El destino me dio una segunda oportunidad, no me permitió descansar en paz y me trajo a un nuevo mundo. Me dejó a las puertas de alguien que necesitaba compañía, y viéndolo de ese modo, Brandy no era la única. Yo tampoco quería segur solo.
Brandy, quien nunca pudo ser madre, y Weis, quien nunca quiso tener hijos, El destino tiene un curioso sentido del humor.
Regresé a la sala donde Brandy seguía con los papeles. Respiraba con fuerza y con los ojos rojos y aguados.
Seguí y paré justo frente a ella. Apenas me notó bajó los papeles y nos vimos directo a los ojos. Le compartí una sonrisa genuina.
"Parece que estaremos juntos por un tiempo." Brandy soltó los papeles y me abrazó con fuerza, quizás demasiada.
Regresé el abrazo tanto como pude mientras Brandy estallaba en llantos.
Mamá, papá, hermanita, véanme. Viviré esta nueva vida al máximo por ustedes.
Nota: Muchas gracias por leer hasta aquí, con esto concluye el primer arco de esta historia. Desafortunadamente no puedo prometer un calendario de actualizaciones, ya que carezco de la disciplina para sentarme x horas al día y escribir, suelo hacerlo cuando quiero y no pienso presionarme para sacar un capítulo con el que no me sienta cómodo. Dicho esto, agradecería cualquier opinión, critica o comentario de la historia, cualquier punto de vista es válido para mejorar y presentar un producto de mayor calidad. Sin más que decir, gracias por leer.
