CAPÍTILO 8
Lentamente podía sentir como mi vida tocaba fondo.
Esta mañana, me sentía viva, como no me había sentido en años. Luego de asegurarnos que Weis estuviera bien de salud, un gran alivio recorrió mi ser, me alegraba que no padeciera alguna enfermedad. Además, confirmé la cooperación del coronel Stain en todo el asunto del niño, el riesgo de separarnos ahora era mínimo.
El resto de la semana nos la tomamos con calma, hacia bastantes años que no tomaba vacaciones, una completa violación de las regulaciones del ejército, lo sé, pero cualquier cosa que me mantuviera ocupada y lejos de Chilli era bienvenida. Y por fin, luego de años, me mandaron un mes entero de vacaciones, agradecí que no fueran los seis meses completos que tenía acumulados.
Había olvidado como relajarme. Todas las mañanas hacia ejercicio con Weis, mi régimen de entrenamiento se había disminuido, ya que el chico obviamente no podía seguir el ritmo de un adulto. Hacíamos cardio, estirábamos y ejercitábamos músculos. También, empecé a enseñarle karate, no mentiré al admitir que lo hice por una razón egoísta, ya me recordaba mis tiempos de niñez con papá, mamá y Chilli, haciéndome sentir felicidad, una que no había sentido años.
Me sentí algo culpable por sentir que me aprovechaba, pero saber defensa personal no le haría daño, ¿verdad? Una mañana lo vi mover una gran rama, y tarde un rato en recordar que su abuelo o su padre le habían enseñado esgrima, quizás estaba retomando sus viejas lecciones. Me sentí menos culpable desde entonces, sabiendo que no le molestaba la práctica.
No es malo ser un poco egoísta de vez en cuando.
Pasaron los días y llegó el fin de semana, aparte de lo ya mencionado, no hacíamos mucho más, empezaba a aburrirme, y lo mismo Weis, por mucho que me asegurara que disfrutaba leer.
Hoy en la mañana, papá nos dijo que iríamos al centro comercial, para variar el ambiente. Me emocioné, realmente lo hice. Estaba considerando comprarle a Weis su propia decoración de cuarto, me parecía incorrecto de durmiera en la habitación donde vienen a quedarse sus primas, quería que tuviese algo propio. Quizás se enoje porque gaste dinero en él, pero no me importa, él lo había perdido todo, se merecía su propio espacio.
Empecé a imaginar que necesitaba, desde su cama hasta armario y decoraciones, quizás uno o dos caprichos no hicieran mal. También consideré comprarle una espada de espuma o de madera, para que practicara esgrima, o quizás su propio gi de karate, para estar los dos a juego. Me perdí en mis fantasías toda la mañana, todo iba de maravilla... hasta que mi frágil castillo de naipes fue derribado por el viento de mi propio padre.
No había viaje al centro comercial, fui cruelmente emboscada, y aquí estaba yo, sosteniendo a un niño como escudo para evitar que Chilli se acercara.
No fui capaz de abrazarla, falle en referirme a ella como hermana, no estuve para ella cuando más lo necesitaba, y carecí de fuerza de voluntad para estar con mi sobrina en sus primeros cinco años de vida. Realmente ni siquiera merezco el título de hermana, Chilli merecía a alguien mejor.
"Bueno, estoy seguro de que todos tenemos cosas que decir, ¿Por qué no pasamos a dentro y hablamos?" Dijo papá, sacándome de mis pensamientos. Lentamente empecé a avanzar, ignorando todo lo demás.
"Bandit, podrías llevar a los niños a jugar, tengo algunas cosas que hablar con mis hijas." Papá lo dijo, sellando así mí destino.
Le entregué el chico a Bandit y los vi alejarse, crucé miradas con Weis antes de desaparecer dentro de la casa. Mientras observaba con nerviosismo verlo alejarse de mí, sentí una pata en mi hombro.
"Vamos cariño, es hora." Dijo papá mientras me guiaba hacia la cocina. Me cogió de la pata y con ternura paternal la masajeaba mientras caminábamos. Por un momento me relajé, recordando que papá siempre estuvo a mi lado en mis momentos más difíciles.
No recuerdo que pasó después, o cuando llegamos a la cocina. Chilli ya tenía organizada la mesa, con tres sillas salidas. Cuando llegamos, noté a Chilli algo nerviosa, estaba sacudiendo levemente la cola, y apretando el pulgar dentro de la pata, cosas que hacía cuando estaba nerviosa o algo le molestaba.
"Tomemos asiento." Ordenó papá, y nosotras obedecimos.
Los tres estábamos sentados a la cabeza de la mesa, yo estaba frente a Chilli, mientras que papá estaba sentado a la cabeza de la mesa, entre nosotras, como siempre lo había hecho.
"Muy bien, primero que todo, Brandy, lamento haberte mentido." Empezó papá. Solo pude soltar un resoplido, pensando que ya era demasiado tarde para disculparse. Pude sentir que lentamente estaba pasando de nerviosa a algo enojada, o quizás irritada.
"¿Qué, La engañaste para que viniera?" Chilli se dio cuenta, o más bien se acordó que yo no vendría voluntariamente a esta casa.
"Sabes papá, realmente tenía planes para hoy, iba a comprarle cosas a Weis, gracias por arruinarlo." Dije dejando salir algo de mi enojo, no quería empeorar la situación, más de lo que ya era, pero un aparte dentro de mí quería dejar salir todo, mientras que la otra parte quería que saliera corriendo, como siempre lo había hecho con los temas familiares.
"¿Crees que visitar a tu hermana arruinaría un día de compras?" Dijo papá algo sarcástico, sin mirarnos a Chillo o a mí, abrí la boca para responderle, pero él continuó. "El centro comercial no va a ir a ningún lado, puedes ir luego. Es más, podrías ir con Chilli y Bandit, ellos podrían-"
"No hagas planes sin mi consentimiento, ya no soy una niña." Le interrumpí, lentamente empezaba a perder el control de mí misma, simplemente quería salir, correr, seguir evitando el asunto. Iba a decirle que no podía decidir por mí, pero...
"Entonces deja de comportarte como una, y enfrenta le realidad. No criamos a una cobarde." Dijo Mort. Dejó de ver hacia el frente y me miró directo a los ojos, con el ceño fruncido. Chilli lo miró con la boca y ojos muy abiertos. ¿Yo?
Me paré lo más rápido que pude, arrastrando la silla con el cuerpo, haciendo bastante ruido. Sentía como mi respiración crecía y se aceleraba. Mi pecho se movía como las olas, subiendo y bajando salvajemente. Apreté los puños y los dientes, mirando furiosa a mi padre, luego a Chilli, y luego a mi padre otra vez.
"Me voy." Dije de manera automática. Quería arreglar las cosas con Chilli, y a la vez quería meter mi cabeza en un agujero y enterrarla. Empecé a moverme, iba a salir, pedir un taxi y pasar la noche en un hotel.
"¿Vas a abandonar al chico?" Frené en seco al escuchar a papá recordarme de la existencia de Weis, me había olvidado por completo de él. Sentí un gran peso en el pecho, y la culpa comenzaba a pesarme, recordado las palabras que Weis me dijo hace solo unos días.
"Lo dudo, tú al menos puedes verlos tomando un taxi."
Esa vez sentí que me habían golpeado con un martillo en la cara, simplemente porque no podía argumentar en contra.
Pensé en Weis. Había perdido todo, desde sus padres, hasta su hogar. Quizás no amigos, pero aun así dolía pensar que toda una vida se iba al traste. Él y yo éramos bastantes parecidos, sin amigos y solitarios. ¿Qué derecho tenía yo de huir mientras yo tenía la oportunidad de verlos? Si lo hacía, no podría verlo a la cara otra vez, y no quiero separarme de mi primer amigo en mucho tiempo.
No sé cuánto tiempo estuve pensando, pero me giré para ver a Chilli de pie, lista para salir corriendo tras de mí. Ella siempre se preocupó por mi bienestar, y yo siempre le escupía en la cara esa generosidad.
Respiré hondo y me dirigí a la mesa nuevamente, más calmada que antes. Al sentarme, papá me cogió de la pata para tranquilizarme, o asegurarse que no escapara otra vez. Chilli se sentó, y papá hizo lo mismo por ella. Mire hacia abajo, avergonzada de mi comportamiento hasta ahora.
"Bueno," empezó papá. "ya que estamos más calmados todos, vamos a resolver nuestros asuntos en familia, de manera civilizada." Chilli asintió, y algo más tarde también lo hice. "Bien, ¿Quién quiere hablar primero?"
"Yo." Respondí. "Chilli... lamento haberme alejado estos últimos cinco años, yo..." Me corté en seco, ¿Cómo diablos le explicaba que me dolía ver a Bingo? Solo pude apretar mis patas en frustración, quería hablar, peor era más difícil de lo esperado.
"Brandy," Dijo Chilli, "Lamento no haberte buscado estos cinco años. Se que tu discapacidad te mortifica y, quería ayudarte, pero no sabía cómo hacerlo. No sabía si lo correcto era darte tiempo o buscarte más activamente, y entre más pasaban los años, más insegura me sentía, lo siento."
Chilli terminó con un suspiro, mirándose las patas, que las tenía apoyadas en la mesa. Esa última palabra me dolía, ¿Por qué se disculpaba ella? No era su culpa, era mía.
"No tienes que disculparte Chilli, fui yo quien se distanció, no tu. Quería estar sola... o quizás no, no lo sé."
Chilli abrió la boca para responder, pero escuchamos unos pasos en nuestra dirección. Nuestras orejas se movieron y, no pasó mucho tiempo hasta cuando Bandit entró a la cocina. Al entrar, frenó en seco al vernos a los tres, en el pesado ambiente. No habíamos llorado, pero seguíamos agitados luego de mi intento de fuga.
"¿Ah... todo bien?" Preguntó él.
No, pensé para mis adentros.
"Tan bien como se ve, lo estamos arreglando, ¿Verdad niñas?" Respondió papá por nosotras. Simplemente asentí mientras Chilli le daba una cálida sonrisa. Al verlos tan unidos, recordé que estaba algo celosa de mi hermanita por encontrar a alguien que la amara tanto como él, pero la tranquilidad de saber que por lo menos había alguien para ella en todo momento era mucho mayor que mis sentimientos egoístas.
"¿Qué haces aquí, se están divirtiendo allá arriba?" Preguntó Chilli con una pequeña sonrisa.
"Si, solo vine por algo de helado." Dijo torpemente Bandit, mientras evitaba el contacto visual con Chilli.
Todos nos dimos cuenta, pasó algo y muy probablemente ese algo era Weis.
"¿Helado?," empezó Chilli. "Es muy temprano para helado, ¿No crees?"
Bandit estaba mirando en el refrigerador, tenía toda la cabeza dentro.
"Ya casi es medio día, no esta tan mal." Miré la hora en mi celular, y apenas era alrededor de las diez. Chilli debió de sospecharlo, ya que claramente no era medio día.
"Bandit."
"Está bien," Dijo Bandit, sonando derrotado. "Perdí una apuesta con Weis y le debo helado a los tres niños de arriba." Terminó mientras sacaba un frasco de helado casi lleno.
"¿Qué apuesta?" Ahora fue mi turno de preguntar, estaba algo perdida.
"Les dije que, si Weis me ganaba en ajedrez, les daría helado a los tres."
"Aww, lo dejaste ganar." Dijo Chilli, su rostro ahora estaba más feliz de cuando entró Bandit a la cocina, supuse que todos nos relajamos bastante.
Bandit desvió la mirada.
"…No."
"Espera, ¿¡Te ganó!?, Bandit, solo han pasado unos minutos." Chillo lo miraba estupefacta, y solté un ligero resoplido al verla completamente perdida y extrañada.
"¡HAHAHA!, ten cuidado Bandit, es un pequeño zorro astuto, a mí me custra ganarle a veces." Papá estaba completamente feliz por toda la situación, lo cual ayudó a relajarme aún más.
"Hubiera sido útil una advertencia." Dijo Bandit, algo ofendido, pero con una gran sonrisa en su hocico. Poco después se fue con el helado, y los tres regresamos a un incómodo silencio.
"¿Dónde nos quedamos?" Fue papá quien rompió el silencio. Respiré profundamente y me armé de valor.
"Chilli, como decía, no fue tu culpa." Chilli iba a decir algo, pero la ignoré y continúe. "Si me hubieras perseguido para ayudarme, te aseguro que te habría evitado con más fuerza." Le dije sin pensarlo mucho, pero lo que dije era la verdad, la evité por estos últimos cinco años y, estoy segura de que, si me hubiera buscado, habría terminado diciendo algo que la lastimara de verdad.
Chilli se quedó en silencio por unos segundos, pero luego me dio una sonrisa condescendiente.
"Entonces si me estabas evitando." Fue más una afirmación que una pregunta. No había acusación en su tono de voz, solo tristeza.
"Si." Le dije, mirándola a los ojos, con seriedad. Sentía que me temblaban las piernas, me sentía débil, pero también sentía como me quitaba una carga de encima.
"Ya veo." Fue la única respuesta de Chilli. Mirando la mesa y algo triste.
¿Qué más se supone que debo decir? Nos quedamos en silencio una vez más, y sinceramente empezaba a darme ansiedad, estábamos progresando, creo, pero no avanzábamos. Chilli no es estúpida, ella ya debía de sospechar que la estaba evitando.
Nuestras orejas se movieron, y capté pasos, solo que más rápidos y suabes que los de la última vez. Bluey entró corriendo a la cocina, tenía una gran sonrisa, pero nos ignoró a su madre y a mí.
"Abuelo, ven rápido." Fue directo donde papá, tomándolo de la pata y jalándolo. Papá levantó una ceja, pero se paró.
"¿Qué paso?" Preguntó él.
"Nuestro primo no deja ganar a papá, ¡Te necesitamos!" Y así como entró, se fue, llevándose a papá con ella.
Ahora Chilli y yo estábamos completamente solas, ambas evitamos mirarnos, hasta que Chilli habló.
"Brandy, ¿Te parece si vamos a un lugar más privado?" Levanté una ceja ante la petición de Chilli, ya estábamos completamente solas.
Chilli no esperó mi respuesta, y se puso de pie, caminando hasta la puerta, me miró e hizo un gesto con la cabeza para que la siguiera.
No tenía nada que perder, así que la acompañé. Salimos de la casa por la puerta trasera, y pude admirar el inmenso jardín. Estaba bien cuidado, las flores junto a la valla florecían con vibrantes colores, el gran árbol junto a la casa había crecido y un pequeño cobertizo estaba al final. Se veía bien, pero lo que llamó mi atención fue…
"Veo que le compraste un trampolín a las niñas." Dije con una pequeña sonrisa en mi rostro, sentí algo de nostalgia al respecto.
"Si, nosotras tuvimos uno de pequeñas y nos divertíamos mucho en eso, así que les compre uno." Chilli igualó mi sonrisa y ambas nos detuvimos a ver el jardín por unos momentos.
"Aunque," Dije. "el nuestro no tenía red de seguridad."
"No, jaja, recuerdo las veces que nos caímos de eso jugando a las luchas." Ambas soltamos una pequeña risita. Recordando mejores tiempos, tiempos donde éramos una familia unida. Nuestra risa se apagó poco a poco.
"¿Es aquí donde quieres hablar?"
"No, es ahí." Respondió Chilli señalando el cobertizo al final del jardín.
Nos pusimos en marcha y entramos. El cobertizo era un caos, me dio algo de coraje verlo tan desorganizado, había desde plantas en macetas hasta todo tipo de herramientas de jardinería. La luz se filtraba por un tragaluz del techo, dándole un ambiente algo místico al reflejar la luz en pequeñas motas de polvo que bailaban en el aire. Lo que más llamó mi atención fue una pareja de gnomos de jardín y un soplador de hojas algo viejo.
Mientras admiraba el lugar, Chilli cerró la puerta y el mundo se encogió ante mis ojos. A pesar de luz, ahora parecía sombrío y solitario. Ella se sentó en el suelo, y yo la imité, la hora había llegado.
Chilli tomó aire, y mentalmente me preparé para la charla.
"Hermana," empezó ella, y el simple hecho de usar esa palabra hizo que un escalofrío recorriera mi espalda, no era digna de ese título. "Yo… te he extrañado por estos últimos cinco años, me duele que no estuvieras aquí, me duele que las niñas apenas y conozcan a su tía, y me duele sentir que hice algo para que me odiaras." Terminó ella con la respiración agitada y los ojos empezaban a humedecerse.
"Chilli," No me atreví a llamarla hermana. "No hiciste nada malo, y ten por seguro que no te odio. Estoy orgullosa de la mujer en la que te convertiste, estoy feliz de que tengas un marido amoroso y estoy encantada de que tengas dos hijas grandes y sanas, pero simplemente no tenía la fuerza para acompañarte en esos cinco años, yo…" Me contuve y mi respiración se agitó, mi boca estaba abierta pero no salía nada.
"¿Tu…? Brandy, si tienes algo que has estado guardando, solo dímelo, estamos solas y prometo no juzgarte, por favor." Chilli estaba suplicando la verdad, y entre más lo pensaba, más me agitaba.
"Cuando nació Bingo, simplemente no pude soportar estar cerca," Chilli se estremeció visiblemente, pero continué. "Era tan malditamente parecida a mí que era como ver al niño que siempre quise, pero nunca podré tener. No lo soportaba, me… dolía y pensé que lo mejor era mantener la distancia por un tiempo, pero ese tiempo se convirtió en semanas, luego meses y al final años."
Levante las rodillas y acuné mi cabeza dentro, no tenía el derecho de ver a mi hermana, ella merecía a alguien mejor. Sentí una pata tocarme el hombro, pero me alejé con brusquedad, no había terminado.
"Y yo…" Levanté la cabeza templando, y con las lágrimas escurriendo por mi rostro vi a mi hermana menor directo a los ojos. "Cuando tuviste tu aborto espontaneo, una parte de mi fue feliz." Por fin se lo había dicho, Chilli estaba claramente horrorizada de oírlo, parecía triste y decepcionada, volví a enterrar mi cabeza entre mis rodillas, gimiendo mientras lloraba, y continué. "Fue por menos de un segundo, pero se lo que sentí. Pensé que teníamos algo más en común, que tendría a alguien para compartir mis penas, pero tan rápido como llegó ese pensamiento se fue, luego solo sentí asco de mí misma y empecé a alejarme."
No podía ver el rostro de Chilli, pero podía imaginarlo, quería que me gritara, que me maldijera o que incluso me diera un apaliza, algo.
"¿Fue por eso por lo que desapareciste unos meses luego de perder a mi hijo?" En lugar de enojarse, ella simplemente hizo una pregunta. Chilli sonaba rota, pero tenía el derecho de saber la horrible hermana que tenía.
"Si, esos meses me metí de llena en mi trabajo para alejarme, solo tenía el consuelo de saber que Bandit estaba ahí para ti. Cuando me calmé y supe que te estabas recomponiendo, sentí que todo regresaría a la normalidad. Cuando nació Bluey estaba feliz por ti, pero una vez más sentí algo de celos, y con Bingo… Simplemente fue demasiado, temí que si permanecía cerca haría o diría algo de lo que me arrepentiría el resto de mi vida, así que me alejé, diciéndome a mí misma que era por nuestro bien."
Se lo había dicho todo, todo lo que reprimí por una década. Estaba llorando y sollozando, esperando alguna reacción, pero no pasó nada. No sé cuánto tiempo pasó, pero finalmente sentí algo, esperaba un puño o empujón, pero lo que sentí me dejó en shock. Chilli me estaba abrazando. Traté de zafarme, pero no tenía la fuerza, estaba completamente destrozada.
"¿Qué haces?, Suéltame" Le dije casi en un susurro, pero ella simplemente reforzó el abrazo. "Merecías a una mejor hermana, lamento que me tuvieras a mí."
"No quiero una mejor hermana, quiero recuperar a mi hermana que tanto me cuido cuando éramos niñas, y siempre estuvo para mi cuando mamá nos dejó." Me dijo Chilli, pero sus palabras solo me hirieron más, mamá estaría avergonzada de mí, ella me había criado mejor que esto.
Quería separarme, escapar, huir… pero en su lugar le regresé el abrazo a mi hermana, y una presa dentro de mí se rompió. Lloré como nunca lo había hecho, ambas nos abrazamos con más fuerza y lloramos, perdidas en la noción del tiempo.
Ignoramos el mundo a nuestro alrededor, disfrutando el cálido momento que habíamos aplazado durante años, pero como siempre, todo lo bueno debe llegar a su final. Lentamente rompimos el abrazo y nos secamos las lágrimas, pequeñas sonrisas se asomaron por nuestros hocicos y, por primera vez en años, me sentía libre, como si hubiera perdido un gran peso.
"¿Y ahora qué?" Pregunté. Había perdido diez años de mi vida con mi hermanita, no sabía cómo recuperarlo.
"Podemos simplemente hablar por un rato, creo que papá logrará distraer a las niñas y al niño por un poco más." Me respondió Chilli, aun secándose las lágrimas del rostro.
Una parte de mi estaba preocupada por Weis, pero creo que podrá resistir unos cuantos minutos más.
"Bueno, no tengo mucho que decir, me concentré en mi trabajo hasta ahora, ocupándome. No se me viene nada destacado en los últimos años."
"¿Ah no, que hay de mí nuevo sobrino?" Dijo ella con una sonrisa juguetona. Y era verdad, lo más destacado esta última década fue justamente la llegada de Weis.
"Bueno, pasó hace una semana. Lo encontré en el viejo muelle y estaba perdido, él… perdió a toda su familia hace poco." Le dije, luego de pensar por un momento que rebelar. Si bien confiaba en mi hermana, decirle o no era la decisión de Weis.
"Pobrecito, pero ¿Dónde estaba antes de llegar al muelle? No veo a un niño de su edad caminando por un bosque solo."
"Nosotras hacíamos eso, ¿Recuerdas?" Le respondí tratando de evadir el tema.
"Si, jaja, pero sabes a lo que me refiero. Nosotras vivíamos ahí, él no."
"Él… tiene sus circunstancias." Le dije, desviando la mirada.
"Está bien, confío en tus decisiones, y me alegra que por fin lograras adoptar. Papá nos contó de tus dos procesos de adopción y lamentamos que no funcionaran."
"Si, papá se involucró esta vez." Dije, pero eso solo pareció preocuparla un poco. "No te preocupes, Stain también ayudó, todo estará bien." Le dije con unas sonrisa segura, lo hecho, hecho estaba.
"Está bien. ¿Qué hicieron esta semana, como pasaron el tiempo?"
Di un rápido resumen de la semana, omitiendo en gran medida los primeros días, cuando no sabíamos cómo terminarían las cosas. Le conté nuestra rutina, el ejercicio matutino, las clases de defensa personal y que a Weis le gustaba leer. También le dije lo mucho que ayudaba en casa.
"¿Le estas enseñando karate?" Me dijo Chilli luego de que terminara el rápido resumen.
"Si, recordé a papá y mamá enseñándonos karate y boxeo, así que pensé que le gustaría, y parece que tenía razón." Compartimos una sonrisa nostálgica recordando nuestra infancia, cuando aún estaba mamá.
"Bluey también practica karate, sabes."
"¿De verdad, también le estas enseñando?" Pregunté curiosa.
"No, está en una clase con algunos amigos de la escuela, ya es cinturón amarillo." Dijo mi hermana con orgullo.
"Me alegra oírlo, espero que lo disfrute tanto como nosotras, pero basta de las dos, estoy segura de que tienes más historias para contar que yo."
"Bueno, ¿Por dónde empezar?" Comenzó mi hermana a relatar estos últimos cinco años. Bluey y Bingo no habían tenido problemas para adaptarse a sus escuelas, eran bastante sociables y enérgicas. También me contó algunas travesuras de las niñas en casa, así como algunos juegos algo locos que involucraban a toda la familia, y a veces hasta los vecinos.
Me sentía feliz solo de escucharla hablar de sus hijas. No mentiré, me dolía no ser parte de esos recuerdos, pero aún no era demasiado tarde para ser parte de ellos. Como dijo Weis, solo tengo que tomar un taxi, o venir en mi moto.
"Hablando de la escuela, ¿Ya decidiste donde inscribirlo este año?" Chilli me preguntó de repente, sacándome así de mis pensamientos.
¿Escuela? No lo había pensado en lo más mínimo, Weis ya tenía una carrera profesional, e incluso más. Nunca pensé en inscribirlo a una.
"Yo…" Me llevé una pata a la nuca avergonzada del fracaso de madre que era, no había pensado en algo tan básico como el estudio. "Él es bastante inteligente, no creo que la necesite, puede hacer un examen para obtener los títulos necesarios."
"Sé que se ve maduro para su edad, pero noté lo nervioso que estaba con Bluey y Bingo. ¿Acaso les tiene miedo a otros niños?" Preguntó Chilli con un tono sorprendido por mi respuesta de evitar la escuela.
Si. Pensé, quedándome en silencio.
"Si ese es el problema, con más razón necesita ir a la escuela. La mejor amiga de Bingo era igual de tímida, y ahora son casi inseparables." Dijo ella sonriendo al recordar lo buena que era su hija con los demás. Bingo era igual a su madre, extrovertida y sociable, al parecer.
"No lo sé Chilli, tiene una mala experiencia con los niños… voy a pensarlo." Le prometí, pero quizás tenga que consultarlo con Weis, o incluso con papá.
"Siempre puedes inscribirlo en la escuela de Bluey y Bingo, así al menos estará con alguien que conoce."
"¿Crees que se lleven bien? Tengo mis dudas." Le contesté algo insegura. Si bien no esperaba una pelea, algo podría pasar. Puede que no con Bluey, pero si con algún otro niño.
"Vi a Bluey feliz cuando arrastró a papá arriba." Me aseguró Chilli con una gran sonrisa.
Bueno, ella conoce a Bluey como la huella de su pata.
"Hablando de papá, creo que ya es hora de ver como están." Dijo entre risas. Le respondí con una igual. Aún teníamos los ojos algo rojos, pero ya nos habíamos calmado lo suficiente como para regresar con el resto de la familia.
Lenta pero seguras nos pusimos de pie como hermanas, nos arreglamos un poco y salimos del cobertizo. Puse una pata frente a mis ojos, ya que el sol me daba justo a la cara, sin nubes a la vista y con algo de calor.
Nos dirigimos a la casa, y en el trayecto sentí cómo Chilli me agarraba la pata y la apretaba. Puse una cálida sonrisa en la cara y devolví el apretón.
"Estoy feliz de tenerte otea vez, hermana mayor."
"Yo igual, hermanita."
Al llegar a la casa escuchamos ruidos provenientes de la cocina. Curiosas nos dirigimos al origen del ruido y lo que encontramos me dejó con un mal presentimiento.
La mesa estaba siendo preparada para una partida de Monopoly. Bandit, papá y Weis estaban armando el tablero. Bluey y Bingo estaban ayudando o haciendo preguntas del juego, las cuales Weis estaba respondiendo sin perder la vista del tablero.
"¿Qué está pasando aquí?" Preguntó Chilli completamente desconcertada.
"Familia, ¡Vamos a jugar al Monopoly!" Gritó Bandit emocionado.
"¡Si!" Lo confirmaron Bluey y Bingo.
"¿…Por qué?" Esta vez fue mi turno de preguntar.
Bandit desvió la mirada, mientras que papá tenía una sonrisa de completa lastima dirigida a mi cuñado, como si insinuara que no supiera lo que se le venía encima.
"Bandit no pudo ganarme ni una vez, así que eligió este juego para intentarlo." Respondió Weis con su ya conocida cara inexpresiva. Perlo logré ver los inicios de una sonrisa traviesa.
"¿Elegiste un juego tan complicado para ganarle a un niño?" Chilli se acercó a Bandit y le susurró, pero alcancé a escucharla.
"No te preocupes cariño," Dijo mientras le besaba la frente. "Lo venceré y recuperaré el honor de nuestra casa." Terminó con un guiño.
No pude evitar sonreír ante la vista de la familia reunida. No obstante, aún tenía una última cosa que hacer antes de pasar página. Me acerqué a Bandit y lo abracé. El pobre se puso rígido de la sorpresa, pero lo ignoré y decidí apretar más fuerte.
"Bandit, gracias por estar ahí para mi hermanita cuando yo no tuve la fuerza. Gracias." En cuanto se lo dije, se relajó y me regresó el abrazó.
"Para eso está la familia, no lo olvides. Después de todo, eres parte de la nuestra." Me respondió en un suabe susurro a mi oreja. Resistí el impulso de llorar, quería agradecerle, pero las palabras sobraban.
Al separarnos miré a mi hermana, ella parecía encantada de la escena. Me giré y me dirigí hacia papá y Weis, ambos mirándome con curiosidad.
"¿Cómo te fue cariño?" Preguntó papá.
"Estupendo, lo arreglamos." Le respondí. Lo pondría al corriente más tarde.
"Me alegra escucharlo." Me dijo Weis con una sonrisa, le correspondí agitándole un poco la cabeza, despelucándolo un poco.
"En parte fue gracias a ti. Lo hablaremos luego." Le aseguré mientras él se arreglaba la cabeza.
Y así fue como terminó mi mañana. Pedimos comida tailandesa para el almuerzo y empezamos el juego. La tarde fue tan caótica como la mañana, pero no la cambiaría por nada del mundo.
