El Diario de un Hada

Capitulo II


-Ya basta, Hilda, dinos qué tienes. Mira, ya el niño está preocupado.

-¡Oye!- Se quejó David al ver que Frida lo señalaba.- Bueno, sí estoy preocupado, ¡pero no soy un niño!...bueno, sí lo soy pero…

Mientras David se ahogaba en sus propias explicaciones me di cuenta de que mis amigos no habían pasado desapercibido mi comportamiento. Era verdad que casi no había hablado en clase y ni comido bien a la hora del almuerzo. El asunto de los "detalles" en el origen familiar me tenían ocupado el cerebro más que nunca.

Siendo sincera, no deseaba comentarles qué era lo que me tenía así por más que entendiera sus buenas intenciones.

Imagina decirles a tus amigos más cercanos que posiblemente el origen de tu familia materna incluye: ladrones de niños para fines diversos (incluye sirvientes, por simple malicia o para criar pareja romántica ¡Dios!), incestuosos, o técnicamente: demonios…y si bien nada se había corroborado, el solo hecho de ser una posibilidad hace que me dé comezón.

-Bien, dinos ya, jovencita. - Dijo Frida con esa voz de mando que tanto le encanta.

Los miré a ambos. Sabía que no me iban a dejar en paz nunca; así que utilice mi último recurso: ganar tiempo.

-Miren, les prometo decirles todo, pero denme un día más. Mañana les comento que es lo que me preocupa, ¿va?

-¿Por qué no ahora?

-Solo, quiero corroborar algo importante, pero luego, lo sabrán todo; ¿Estamos?

-Bien, pero ni un día más. - Dijo David fingiendo coraje.


-Kaisa, necesito tu ayuda.

Ella me miró con pereza desde su escritorio y ladeó la cabeza.

-Es raro verte dos días seguidos aquí.

-Si, lo sé, mira, es por el tema de ayer.

-No veo mi libro.

-Si, aun no lo termino. De hecho, quería pedirte un enorme favor.

Es día saliendo de la escuela, me despedí de Frida y David con la excusa de tener deberes en casa, sin embargo, en vez de casa me dirigí a la biblioteca. Mi madre ya me había prometido visitar a la tía Astrid el fin de semana y después de leer algunos puntos en el libro de Kaisa, necesitaba saber si alguien podía ayudarme a definir que era real y que no en lo que había leído. Consideré necesario calmar mis dudas para poder dormir en paz. Quizá el exceso de sombras (ya no solo eran solo dos personas, había visto grupos de tres y de cuatro) y la pesadilla que había tenido, eran algún indicador de dejar todo esto de lado.

-Quisiera ver si puedo hablar con alguna de las tres brujas.

-¿Para preguntarle sobre el origen de las hadas?- dijo mirándome y sonriendo.

Asentí con seriedad.

-Esas brujas son especiales, no es como si pueda irlas a ver así como así y me den una audiencia.

Le miré más intensamente poniendo ojos brillantes.

-Oh no, no, no.-

-Por fi…-

Ella me miró un momento, bufó, sonrió y me jaló las mejillas.

-Eres un bombón. Un bombón chantajista.- luego me revolvió el pelo.

-No te prometo nada.


Esa noche, salí de casa a las 7:30 en punto rumbo a la biblioteca. Le había dicho a mi madre que quería comprar unos artículos para la escuela que se me habían pasado. La realidad era que me había llegado un mensaje de Kaisa diciéndome que, increíblemente, una de las brujas me recibiría 10 minutos que tenía libres de su apretada agenda.

Corrí como alma que llevan las hadas por las calles de Trollberg hasta llegar a la entrada de la biblioteca. Una vez enfrente, miré a sus altas ventanas y sí, allí estaban esas sombras de nuevo, acechantes. Cada ventana tenía dos y tres.

El zumbido en mis oídos volvió y todo se estaba oscureciendo a mi alrededor.

Sentí manos que me agarraban de los hombros, manos heladas. Mi cuerpo tembló y comenzaron los murmullos…

Eres tú…eres…tú…

-¡Dejen de hacer eso!- Grité.

Me daba la impresión de que les molestaba que yo estuviera allí.

-Pasa, Hilda.- Dijo Kaisa abriendo la puerta.- Entré con prisa sin mirar atrás.


La gran sala de las brujas. Se nota a leguas que es una sala de juicio: techo alto, paredes grises, todo en penumbras, banquillos a los costados y el alto estrado donde se colocan como reinas. Aunque ahora solo hay una de ellas; aquella cuyo cabello le cubre el rostro. Melinda he escuchado que se llama.

-Jovencita, considérese afortunada de que le esté recibiendo y agradézcale a Kaisa que, al parecer, le tiene mucho aprecio para pedirme este favor.

-Si, ella es una gran amiga.

-Como sea, tiene diez minutos para exponer su tema en lo que termino de pegar estas hojas a mi libro de hechizos edición 1823; no vuelvo a prestar un tomo de nuestra sección ¡jamás! Lo juro.

Así era, la bruja me estaría escuchando mientras, con una brochita que mojaba en un bote, humedecía las orillas de unas hojas arrancadas, para colocarlas en un libro muy viejo.

-Bueno, yo…quiero saber…

-Ajá.

-Sobre los orígenes reales de las hadas. De donde provienen y eso.

-¿Qué de dónde vienen las hadas?- Dijo enfatizando ridículamente la pregunta. Luego preguntó sin voltearme a ver - Y dígame, jovencita, ¿Por qué quiere saber algo como eso?-

-Amm…¿Cultura…general?- Ni de broma le diría la verdad.

-Hay muchas cosas alrededor del origen y comportamiento de las hadas, y muchos no son bonitos de contar. Así que primero, lo primero, ¿Qué edad tienes?

-Casi 16.

-Y con 16 ¿quieres decir?

-12.

Por fin me ha volteado a ver. Luego hizo una mueca, bajó la mirada y puso su palma sobre el libro que estaba reparando, el cual brillo en verde. Inmediatamente agarró otra hoja para repetir el proceso.

-Las hadas vienen de las estrellas, algunas de las gotas de roció matutino en primavera y unas más nacen de los frutos de las cerezas. Listo. Ve a tu casa.

Ahora quien frunció el ceño fui yo.

-No juegue conmigo, señora. Soy pequeña pero no soy tonta. Quisiera que me diga si es verdad que las hadas secuestran niños... o si son ángeles caídos.

La bruja se detuvo y me miró con los ojos (bueno, ese único ojo que se le ve entre el cabello) con mucha seriedad. Dejó de mojar la hoja con pegamento.

-¿Se puede saber de dónde has sacado esa información, jovencita?

-Si puedo elegir, sería mejor que no.

-¿De dónde?

-De un libro.

Melinda frunció el ceño y apretó los dientes. Luego dio un fuerte golpe en el estrado con su puño que retumbó en las paredes y grito:

-¡KAISA!

-Dígame, señora.- Dijo apareciendo de entre la oscuridad.

-¡¿Le has dado acceso a esta mocosa a nuestra sección de la biblioteca?!

-No, señora, ningún ser que no sea una bruja puede entrar, solo le presté un libro.

-¡¿Y se puede saber quién te autorizó a prestar cosas de esa sección?!

-Yo no sabía que no se podía, en ninguna cláusula está establecido que…

-¡Déjate de tonterías! ¡Bien sabes que esa sección…AAARGH! ¡Estoy reparando el último que prestaron a un humano! ¡Sin contar el desastre que armó con la información que obtuvo!

Yo estaba asustada mirando de un lado a otro por los nervios. Miré a Kaisa pero ella estaba seria e inamovible. Sin un ápice de temor.

-Si desea establecer como nueva regla la imposibilidad de prestar cualquier lectura de la sección a seres no brujos, el sistema de gestión marca que debe informar a todas las partes involucradas para…

-¡Ya…! ya cállate, mocosa inútil. Conozco esa porquería de sistema. Mi verdadera duda es, ¿le diste un libro así a una niña de 12 años? ¿Qué tienes en la cabeza?

-Hilda es muy madura para su edad y realmente parecía necesitarlo.

-Bien, veamos si eso es cierto- Y fue cuando volví a ser parte de la plática- tú, si quieres respuestas, mocosa metiche, primero dime la verdad, ¿Por qué quieres saber de las hadas?

Decidí responder sin miedo parte de la verdad.

-Porque tengo un pariente que vive en Tofoten y hace poco le visité. Las hadas son atractivo turístico, pero hay muchos misterios alrededor de ellas, el principal es que han secuestrado niños, lo cual sinceramente no creo, pero el libro que me prestó Kaisa lo menciona casi como un hecho. Eso y otras cosas…

-Imagino que te has bebido todo lo que viene en ese tomo, ¿cierto?

-Si.

Me miró con enojo. Le sostuve la mirada. Hubo silencio.

-Bien, si lo has leído, no hay remedio. Todo lo que viene en el libro, técnicamente, es cierto. Retírate que ya se me acabó el tiempo.

-¿Qué hacen con los niños que raptan?

-En el libro viene.

-Es decir que sí hacen todas esas cosas, los usan de sirvientes y para solventar sus soledades y para…

-A ver criatura del señor, las hadas, los humanos, los sirenos, los troles, los elfos, todos somos iguales. Hay bueno y malos. Algunas hadas hicieron cosas dudosas y quedaron plasmadas. No todas las hadas hacen cosas malas.

-Lo entiendo, señora, pero también dice que las hadas no pueden tener hijos sanos y que por eso suelen recurrir a la sustitución. Y que en su lugar dejan un ser…

-Un changeling.- La bruja suspiró.- Si, es verdad.

Sentí un dolor en el pecho. -Aun…¿lo hacen?

-No lo sé, no soy bióloga de hadas. Si ya es todo, me retiro. Te has pasado de tus diez minutos.

-Una cosa más, señora. ¿Cuál fue el pecado contra natura por el cual…?

-El tiempo se acabó, niña.- Dijo la bruja.-Quiero mi libro a primera hora mañana o habrá consecuencias.- Melinda chasqueo los dedos y yo aparecí cayendo de trasero en la banqueta fuera de la biblioteca.

De mejores lugares me han corrido.


Kaisa se encontraba en el lugar sitio hacía menos de un minuto, había estado Hilda; en el centro de todo. Desde lo alto del estrado, Melinda observaba con mucho enojo a la bibliotecaria.

-¿Se puede saber en qué estabas pensando cuando le diste una lectura así a esa niña?

-Si puedo elegir, sería mejor que no.

-¡NO JUEGUES CONMIGO, KAISA! Se bien que te das ínfulas de rebelde, pero te puedo deshacer con solo mover mi dedo y me estoy hartando de tus tonterías. Las historias de los orígenes de los seres mágicos, incluyéndonos, son muy delicadas, por eso le damos a los humanos versiones sutiles, para que no se nos vaya a desatar una catástrofe como la ocurrida en Salem. ¿Sabes cuantos seres murieron? ¿Cuántas mentes tuvimos que borrar? Aun tenemos locos como esa desquiciada de Victoria Van Gale que quieren sacar las cosas a la luz. Esta infracción te puede costar todo, Kaisa, así que quiero una explicación. ¿Acaso estás enamorada de la niña que no puedes negarle nada? ¿O que diablos te pasa?

-Esas costumbres ya están vetadas, señora.

-Pues contigo no parece. Y estoy esperando mi respuesta.

Kaisa guardo silencio. Se tomó de las manos y desvió la mirada hacia la derecha.

-¿No lo ha notado?

-¿Qué cosa?

-No, veo que no lo ha notado. ¿No siente algo raro en Hilda?

-Solo que nos ha dado muchísimos problemas junto contigo y esos otros mocosos. Si tú caes por esto, date por enterada que ese remedo de bruja llamado Frida, se va contigo.

-Creo que Hilda es mitad hada.

El semblante de la bruja se trastocó a uno de duda e incredulidad. Luego, como alguien que descubre un aroma en el aire, comenzó a mirar de un lado a otro y olfatear. Cerró los ojos.

-¿Lo siente?

-Hay algo, aunque está cubierto de muchas capas. Perfume, sudor, humano…- Abrió los ojos.

-Si, si se detecta algo, Kaisa, pero no creo que sea suficiente para determinar que ella sea un hada o un híbrido. Si me hubieras dicho antes, la hubiera examinado bien y corroborado tu teoría.

-¿Y el interés que tiene por el tema?

-Ese sí es un buen punto.- La bruja mayor caminó de un lado a otro con la mano en el mentón.-Supongamos que tienes razón y ella es algo hada, de ser así, o es un changeling y está a nada de volverse un monstruo, o le quedan poco tiempo de vida.

-Pero usted misma dijo que ella es un ser que da mucha guerra, esta llena de energía; no está enclenque como dicta la historia en ambos casos.

-Sin contar, Kaisa,-interrumpió Melinda ya interesada en el tema- que nunca llegan a esa edad. Si es un hada y está sana y no es un changeling y no esta muriendo, entonces las hadas lo consiguieron.

-¿Hibridar con éxito?

-Si. Lo han buscado desde hace siglos. Desean más que nada abandonar su aburrido mundo. Es lindo, ¿sabes? pero para visitar dos días. De allí es lo más parecido al purgatorio. Irónico, ya que al final son descendientes de los ángeles expulsados.

-¿Ese es su origen? ¿Las hadas son demonios?- Kaisa estaba realmente impactada.

-La mitad. La historia completa se puede deducir en el libro que le diste a la niña, pero requiere una correcta interpretación.

-A qué se refiere, señora.

-Al pecado contra natura.- La bruja dudo en seguir hablando.- Antes de continuar. Quiero que traigas de nueva cuenta a Hilda, busca el pretexto que quieras. Después de corroborar que, en efecto, tiene sangre de hada, ya veré que procede. Ahora retírate, la libraste por ahora y ¡por el amor de Hecate!, deja de prestar nuestros libros. Escribe la cláusula de prohibición y hazla vigente antes de que desates otra cacaería de brujas.


La segunda noche del día en que empecé a escribir este diario, no supe si dormí. Al llegar a casa sin ningún elemento escolar, mamá intentó regañarme, pero vio mi semblante triste y solo me abrazó preguntándome qué me pasaba.

Yo aun tenía la esperanza de que, si bien las hadas habían cometido fechorías horribles (¡robar niños!) estaba segura de que mi familia no hacía esas cosas. No podían mis abuelos, mi tía Astrid. No podían. Todo era un malentendido.

-Nada, mami. Me peleé con Frida por una tontería, mañana la resuelvo.

Al llegar a mi cuarto lo primero que vi fue el libro en mi escritorio. Sus letras doradas parecían relucir:

La Historia Detrás de las Hadas, era el título.

Yo ya no quería leerlo. Ante lo dicho por Melinda, de que todo era verdad, solo me quedaba una cosa más para dejar este tema de lado y tratar de olvidar: hablar con tía Astrid. Ella me diría que eran historias antiguas, que ya no ocurría o que eran prácticas de muy, muy antaño.

Eso tenía que ser.

Esa noche dormí con los ojos entrecerrado, aun no sé por qué. Vi que muchas personas que supe que eran hadas solo porque sí, estaban alrededor de mi cama. Me veían con amor, lo pude notar, pero luego fue una mirada vacía, oscura. Luego, sonriendo, extendieron sus manos hacía mí y se fueron acercando. Yo no me podía mover y la garganta me dolió de un grito que di, gritó que no tuvo sonido alguno. Sentí que muchas manos me agarraban de cada extremidad, de hombros, del cabello. Todos me jalaban, todos me querían llevar.

Sentí demasiado frío.

No pude decir que soñé con la familia, mas bien con lo que muchos suelen llamar

"Esta noche, el diablo me quiso llevar"


Viene la plática con la tía y el desflore de todo.

Saludos a todos y gracias a los que leen.

Lobo Hibiky