Si Lincoln debía definir su vida en ese momento eso sería con la palabra pereza, los exámenes se acercaban, los partidos también, se había estado esforzando en no descuidar ninguno de los dos aspectos ya que conocía bien los requerimientos que sus padres le tenían a Lynn para participar en tantas disciplinas deportivas o a Lola con sus concursos, los pasatiempos y clubes requerían buenas clasificaciones y en ese momento solo podía lamentarse sobre su escritorio mientras veía con cansancio la tarea de historia recién terminada.

- Creía que esa cosa no se iba a terminar.

Dos golpes en la puerta llamaron su atención, levantando su cabeza lo suficiente para que su rostro quedase mirando hacía esta.

- Lincoln no esta disponible, si quiere deje su mensaje.

- No seas idiota Linc. - La voz de Lola resonó por el cuarto. - Prometiste que jugaríamos hoy.

- Oye, tengo mucha tarea, eso es primero.

- Me llevas postergando desde hace una semana, ¿Qué acaso necesito agendar contigo con un mes antelación para poder jugar?

- De hecho no sería una mala idea.

La pequeña se quedo en silencio por un momento, Lincoln solo podía intentar imaginar el rostro enojado de la pequeña por esa broma nivel Luan.

- ¡Tonto!

Pero lejos de la respuesta que el muchacho realmente esperaba siendo esta una iracunda Lola intentando derribar su puerta para arrastrarlo hasta su cuarto pudo escuchar los fuertes pasos de la diva alejándose de su habitación, algo preocupado Lincoln se levantó de su asiento, abriendo lo suficiente la puerta para ver a su hermanita dirigirse enojada por la escalera hacía el primer piso.

- ¿Qué le pasa?

Una extraña sensación había comenzado a surgirle cuando sus hermanas, sobre todo las menores, le hacían peticiones irracionales, sentía que más que preocuparse, le fastidiaba, aun sentía remordimiento y ganas de ir tras ella pero sabiendo toda la tarea de matemáticas y el proyecto de ciencia que aún no podía terminar, cortesía de la maravillosa idea de sortear parejas al azar y, obviamente, terminar con el idiota de su compañero del puesto trasero, estaba atrasado, aunque de la forma en que lo veía esto era otro síntoma de su estado mental, pues durante su molestia y recuperación sus hermanas si bien le apoyaron, pero a quienes sintió realmente cercanos era a sus amigos y si tenía que pasar la tarde con alguien, no negaría que preferiría hacer el idiota con Rusty o Liam a ser el esclavo de Lola.

Lola.

La situación con ella era especialmente molesta, muy posiblemente buscaría que se pusiese su traje de mayordomo que ya comenzaba a quedarle algo corto, no solo era molesto sino que realmente sentía pesadez de que la niña no entendiese que él necesitaba hacer su tarea, practicar y salir con sus amigos, al menos cuando estaba Clyde ella los molestaba a ambos y en ocasiones el moreno se envalentonaba en soportar por su cuenta a sus hermanas, algo que los demás no lograban soportar.

Lo peor era pensar que si no le hizo una escena ahí arriba y ella se dirigió hacia el primer piso, era muy probable que no lo hiciese solo por frustración, algo que sintió en forma de que, una vez más, sintió como alguien golpeaba la puerta, pero este era un golpeteo más fuerte y desde una posición mucho más alta.

- Lincoln, déjame entrar jovencito.

- (Susurrando) Aquí vamos de nuevo.

Con algo de fastidio Lincoln abrió la puerta dejando pasar a su madre, esta le dio un rápido vistazo a su hijo y su escritorio, enfocándose principalmente en su rostro y en el cuaderno abierto.

- Lola me dijo que la estabas molestando.

- Ella no sabe soportar una broma y estoy terminando mi tarea.

Rita suspiro y se dejo cargar sobre el marco de la puerta.

- Escucha Lincoln, entiendo que tengas tus objetivos y todo, pero siento que te estas alejando de tus hermanas.

- ¿Entonces no puedo hacer mi tarea por cumplir sus berrinches?

- No dije berrinches, y no estoy hablando de ahora, pero ciertamente te he visto convivir poco con ellas últimamente, Lola la verdad no me dijo que la molestaste, solo que quiere jugar contigo y tú te negaste otra vez, y por tu expresión puedo notar que tenías intención de salir una vez terminaras tu tarea.

- ¿Cómo lo…?

- Por favor, no eres mi primer hijo en entrar en la adolescencia, el primer varón si, pero no el primero en general. - Rita se inclino para llegar al nivel de Lincoln. - Hijo, se que pasaste por muchas cosas, pero tanto como algunas cosas las cambiaste para bien, hay cosas buenas que no son necesario cambiarlas, el cariño a tu familia es algo que no debería cambiar.

Lincoln desvió la mirada, abriendo los labios en un intento de pronunciar algo que murió en su boca.

- Mi niño, si tienes inquietudes puedes hablarlo conmigo, no estoy enojada ni te estoy castigando.

- Es que… no creo que lo entiendas.

- ¿Y por qué dices eso?

- Porque eres mi mamá, otra de las chicas, yo… comienzo a sentirme algo incomodo con tantas cosas… femeninas.

- Lana no es para nada femenina.

- E..Ese no es el punto, no lo sé, entre más he pasado con los chicos últimamente, aquí comienza a sentirse incomodo y papá no ayuda mucho.

- Mmm… ¿Quieres tener un espacio para chicos?

- Se podría decir.

- ¿Y por eso prefieres estar con tus amigos?

- Por eso me incomodan los juegos de Lola.

- Mmm… ciertamente esto es algo que deberías hablar con tu padre y no conmigo. - Rita se levanto y acarició un poco el cabello de su hijo.

- (Incomodo) Mamá.

- Jeje, solo aprecio que me lo dijeras, no tengo problema con que quieras eso, pero aun así no me gusta que apartes a tus hermanas solo por encontrar sus gustos incomodos, ¿Puedes prometerme eso?

- Creo que puedo.

- Eso es suficiente por el momento entonces, podrías preguntarle a Lola si quisiera acompañarte en algún juego que te guste a ti o invitarla a salir, recuerda que eres el mayor y tú también puedes pedirle alguna actividad.

- (Serio) Mamá, hablamos de Lola.

- Uy, el nene le tiene tanto miedo a su pequeña hermanita que no se atreve a pedirle algo para divertirse juntos.

Aquella expresión y la forma en que hablo su madre había golpeado de forma precisa en su psique, realmente había logrado enfadarlo con esa declaración.

- Lola no me da miedo.

- No lo parece, ¿No quieres que interceda por ti con ella mejor? Seguro puedo llegar a un trato.

- Yo puedo tratar con ella, no te preocupes madre.

Ese último "madre" fue con un tono cargado de voz, Rita podía sentir la molestia en su hijo pero lo dejo pasar al notar que se levanto de su asiento y salió del cuarto en búsqueda de Lola, quedando con una sonrisa calmada una vez este le dio la espalda.

- Todos caen con lo mismo, ¿Serán los genes de Lynn o los míos?

No se quedo a pensar demasiado, al menos había aplacado el problema de la relación entre sus hijos por el momento y se merecía una buena taza de té como celebración.

Lincoln al final si termino jugando con su hermana, algo que termino llamando la atención de Lana y lenta pero consistentemente, se convirtió en un día de diversión familiar, algo de lo que el peliblanco no se quejó.

Al menos hasta el día siguiente en la mañana.

- ¡La tarea de matemáticas!

Esa mañana fue un tormento para Lincoln ya que mientras se preparaba para ir a la secundaria intentaba resolver como podía dicha tarea que no había realizado como se había programado originalmente, dándole ciertas miradas de muerte a su madre cada tanto quien solo le devolvía una sonrisa nerviosa, cuando llego a la escuela el muchacho corrió hacía su casillero y posterior a la clase intentando aprovechar los minutos que le quedaban antes de que comenzasen para tratar de terminarla, de hecho agradecía al menos haber salido más temprano de lo usual y que su madre en una suerte de disculpa apresurara a sus hermanas para llegar antes, pero eso no quitaba el hecho de que ahora estaba atrasado y desesperado.

- Si termino los primeros ejercicios antes de que inicien las clases, puedo terminar antes de que Bolhofner comience con la segunda fila siempre y cuando…

Su pensamiento en voz alta se detuvo cuando vio que, pese a la hora, no era el primero en llegar al salón, esa distinción no pertenecía a otro que su "agradable" compañero del asiento trasero.

- ¿De nuevo hablando solo? La esquizofrenia es poderosa en ti anciano.

- (Fastidiado) Genial.

Chandler era un fastidio en varios niveles y lo que menos necesitaba en ese preciso instante era ser distraído mientras terminaba la tarea que no pudo terminar ayer, aunque la peor parte de todo era que estaba obligado a hablarle durante el día para comenzar el proyecto que les habían dejado para la clase de ciencia, solo que no era la hora ni el momento, su calificación de matemáticas peligraba después de todo, así que ignorando sus comentarios y su risa Lincoln se posiciono en su lugar y saco su cuaderno, comenzando a resolver los problemas que habían dejado la semana anterior.

- ¿El nerd no termino la tarea? El mundo definitivamente se puso al revés.

- (Voz seca) ¿Y el bully se está escondiendo en esta pocilga en vez de estar fastidiando en los pasillos? Que extraño está el mundo.

- No tengo porque merodear por ahí si ya encontré al tonto principal.

- Aja.

Lincoln realmente buscaba concentrarse en su tarea por lo que intento visualizar a Chandler como una de sus hermanitas cuando buscaba más atención de la que podía ofrecer, era una asociación extraña pero funcional en situaciones como esa usando una mínima parte de su cabeza para responder monosílabos que mantuviesen hablando al chico como si realmente estuviese prestando atención, si era descortés no le importaba, mientras el pelirrojo se mantuviese distraído de hacerle algo más molesto como patear su silla o intentar hacer alguna agresión física que no le llevase a alejarse de su tarea podía vivir con ello.

Resolvió fácilmente los primero ejercicios, agradeciendo que no estaban realmente complicados, pero cuando iba a comenzar con los últimos sintió la primera patada en su silla.

- Oye tonto, deja de responder como si no me ignoraras.

- Sabia que era muy bueno para que durara.

- ¿Disculpa?

- Nada, solo quiero terminar mi tarea e ignorarte me dejara hacerlo antes.

- ¡¿Ignorarme?! ¡¿Qué no sabes quién soy?!

- ¿Un dolor en el trasero?

Era curioso, cuando era menor había visto a Chandler como una figura de autoridad, rodeado de gente, imaginando su lujosa vida, sus increíbles fiestas de cumpleaños, hubiese hecho lo que fuera por ir, y lo hizo, aunque aprendió una buena lección en ese entonces y fue el punto en que el pelirrojo pareciese que lo tomo como una ofensa personal en contra suya, pero quizás era porque había ganado algo de confianza gracias a los entrenamientos y algunos partidos, o quizás por el hecho de que ahora tendía a verlo solo sin sus amigos o lacayos, realmente no le importaba en ese punto, pero ese pelirrojo al que le temía ya no parecía existir, ahora solo lo veía como alguien molesto y ya.

- ¡¿Quién te crees cabeza de hisopo?!

- Alguien que si no dejas terminar su tarea en paz te va a dar un buen golpe.

- Oh, ohh, ahora el anciano piensa que puede revelarse, no me hables así bastardo, no sabes con quien te metes.

- (Molesto) En serio, déjame terminar mi puta tarea Chandler.

- ¿Sabes qué? - Chandler se levanto de su asiento y tomo el cuaderno de Lincoln, arrojándolo lejos. - Ahí esta tu tarea nerd, ve por ella, vamos. - Se acerco al cuaderno de Lincoln y comenzó a aplaudirle como si estuviese tratando con una mascota suya. - Vamos, vamos, venga, no seas tímido.

Lincoln siempre se creyó a si mismo con alguien bastante tolerante en general, un hueso duro de roer antes de llevar al limite y sentía que por eso habían abusado de su confianza más de una vez, le había pasado con McBride, sentía que le había pasado con algunas de sus hermanas antes, pero Chandler, un sujeto al que no le debe ni respeto ni nada, pensar en tener que soportar eso fue algo que, simplemente, era demasiado.

- ¿Por qué esa cara? ¿Qué no quieres tu cuaderno? Vamos Loud, se un buen chico y…

Dos pasos bastaron para cerrar la distancia antes de que Lincoln usase toda su fuerza en girar su torso y empuñar su mano, tal como le había enseñado Lynn para defenderse en casos extremos.

El único problema de ello es que su hermana se lo había enseñado cuando lo consideraba alguien totalmente débil, no a un chico que llevaba un tiempo entrenando un deporte que requiere algo de fuerza.

Minutos después, inicio de clases

Bolhofner entro al salón de forma usual, paso asistencia y comenzó las clases con la única diferencia que iniciarían revisando la tarea que les había dejado la semana pasada. Al entrar vio que estaban casi todas las cabezas por lo que suponía ya habían llegado todos, aunque se detuvo frente al pizarrón, cerca de la esquina más cercana a la puerta, pues noto algunas manchas oscuras repartidas por el piso que llamaron su atención.

- ¿Alguien derramo alguna gaseosa o algo aquí?

Nadie respondió, aunque pudo notar que el chico peliblanco se estremeció ligeramente.

- ¿Fuiste tú Loud?

- No señor.

- ¿Entonces por qué actúas sospechoso?

- Por nada.

- Claro… en fin, me contactaron de enfermería que su compañero McCann sufrió un accidente esta mañana, algo sobre que le fracturaron la nariz o algo así, por lo que en vez de iniciar con la revisión de la tarea de la dirección me obligaron a hablarles sobre los programas anti-bullying.

- Pero señor. - Jordán se levantó. - Él único que actúa como bully aquí es Chandler.

Varios comenzaron a hablar entre sí, murmurando cosas apoyando el comentario de la chica.

- Si, si, como digan, igualmente tengo que hacer esto o los de dirección me van a molestar bastante, así que mientras antes terminemos con esto antes podré revisar sus tareas.

- A mi me encanta ser concientizado sobre el bullying, podría escuchar todo el día sobre eso. - Dijo un pelinegro al fondo del salón.

- Si, claro, buen intento, serás el primero al que revisare.

- ¡Nooooooooo!

Mientras la mayoría del salón reía, Lincoln vio su mano, abriendo y cerrándola lentamente, recordando la sensación que había sentido minutos antes y recordando aquella grotesca escena mientras el pelirrojo no dejaba de sangrar y gritar de dolor, si había sido un golpe afortunado o había aplicado bien la técnica era indiferente, pues sabía que esto no terminaría bien para él.

Enfermería, en ese mismo momento

Chandler apenas podía controlar sus deseos de seguir llorando, tanto el dolor como el ardor eran muy grandes y la señora que atendía seguía revisándolo, le habían dicho que lo llevarían al hospital hace algunos minutos, que llegaría una ambulancia por temas protocolares, pero nada de eso le importaba, pues solo quería que el dolor acabase.

- Señor McCann, hemos ya conversado en reiteradas veces que no debe juntarse con esos chicos problemáticos de octavo grado, su historial de primaria no era malo pero desde que se les comenzó a ver juntos su historial no deja de ir a peor, ¡Y ahora esto! - Hablaba la directora caminando de un lado a otro visiblemente molesta.

Chandler no sabía como habían asociado el golpe al grupo de octavo cuando él no había dicho nada, pensaba en que podría decir el nombre de Lincoln y verlo sufrir las consecuencias, ¿Pero que ocurriría después? Lincoln era un nerd, un idiota, su reputación decaería hasta el suelo si supiesen que ese perdedor de un golpe lo mando llorando a la enfermería y posiblemente al hospital, algo que él realmente no quería pese a que pudiesen aliviarle el intenso dolor que sentía ya que eso si era algo de lo que su padre se enteraría y si se enteraba que un simple niño, peor que eso, un simple perdedor lo había hecho, eso le aterraba aún más.

Quería pertenecer a ese grupo, pero si usarlos como chivo expiatorio le ayudaba a sobreponerse la situación prefería emplear esa posibilidad, después de todo eran tres, si el comunicado a su padre le llegaba podría distorsionar lo suficiente la historia para que sonase a una pelea totalmente desigual y quizás su padre lo entendería, quizás le diría que tiene que mejorar pero no lo decepcionaría totalmente, ya después podría arreglárselas alejándose de ese grupo, podría volver a escalar a la cima sin usar su reputación como base, no le quedaba otra opción.

- …y con todo esto, ¡Ahg! Esos niños, esos tres me van a sacar canas.

- Directora, no creo que deba seguir atormentando al niño.

- Esto también es en parte disciplina para él, espero que te sea una buena demostración de lo que unas malas amistades pueden causarte en la vida señor McCann, además la ambulancia no tardará en llegar.

- ¿No puede ayudarme la enfermera aquí?

- Cariño. - La enfermera intento sonar lo más dulce posible. - Lo siento pero esto es una fractura, necesitan atenderte como corresponde y aquí no puedo.

- (Incomodo) Pero el hospital...

- Te cubre el seguro escolar, a tus padres no le costara nada. - La directora se llevo su mano y apretó el tabique sobre su nariz. - Si es que no nos demanda por lo ocurrido.

- Directora Ramirez. - La enfermera hablaba con la boca entreabierta y con un claro tono acusador. - Eso no se menciona frente al estudiante.

- Mmm… ¿Ups? Por favor no le digas eso a tu padre corazón.

Para suerte o desgracia de Chandler finalmente llego un paramédico para escoltarlo al hospital y atender debidamente su herida, ahora no era solo que le doliese su cabeza, sino que el solo pensar que su padre saliese de su ocupada vida para visitarlo en el hospital era suficiente para sentir nauseas y estar a nada de vomitar, algo que no paso desapercibido para el personal que le atendió y comenzaron a hacerle otros estudios, entre más tiempo pasaba en ese lugar, Chandler se sentía cada vez más paranoico y temeroso, temiendo ver a una única persona, aquella que finalmente termino apareciendo después de estar en el hospital por un par de horas.

- Chandler.

- P..Papá…

- ¿Usted es el padre? - Se acerco la doctora.

- Así es.

Mientras ambos charlaban, Chandler observaba fijamente a su padre, su postura y sus reacciones, pero sobre todo su rostro, un rostro tan serio y frívolo que sentía un escalofrió cada vez que se centraba en su mirada, ni siquiera pensó en decirle algo o intentar explicarse, una vez que su padre termino de hablar con la doctora este se acerco a su hijo y solo dijo una palabra.

- Vámonos.

El viaje fue en completo silencio, Chandler lo miraba de reojo cada pocos minutos mientras conducía camino a casa pero su padre ni siquiera desvió la mirada por una fracción de segundo hacía este, finalmente cuando llegaron a casa el niño intento dirigirse en silencio y a paso rápido a su habitación pero en el momento que ambos atravesaron la puerta, el padre volvió a hablar.

- ¿Quiénes fueron?

Si no conociera a su padre, podría pensar que habían sido palabras dichas con una indiferencia total, un tono de voz gélido y carente de cualquier emoción, pero Chandler conocía ese estado en su padre, era su forma de lidiar con sus sentimientos más peligrosos y era el momento para el que había planificado antes, la historia que había construido en su mente para sofocar aunque fuese un poco el disgusto de su padre en su contra, pero aunque intentaba abrir su boca para hablar las palabras simplemente no lograban salir y se quedaban en su garganta, como si tuviese una bola atorada en está impidiéndole que el aire pudiese evacuar provocando que sus ojos comenzaran a llenarse de lágrimas, símbolos de debilidad que sabía perfectamente que su padre aborrecía totalmente.

- No me hagas repetirlo una tercera vez, ¿Quiénes fueron?

- T..T..Tr..Tr..Tres…

- ¡¿Fueron tres?!

Su grito fue acompañado de un golpe contra una de las paredes, golpe que hizo eco por toda la enorme y vacía casa.

- S..Si.

Y solo lograban romper un poco más el corazón del niño.

- ¡¿Quiénes fueron?!

- T..Tres… chi… chicos d..de o..o..o..octavo… la… la directora l..los co… conoce.

Como si el exabrupto anterior no hubiese ocurrido el hombre volvió a su estado de silencio y calma agresiva, dándose media vuelta y abriendo la puerta.

- Quédate aquí Chandler, no saldrás en el resto del día.

- Papá… yo…

- Ni una palabra más, tendré que ir a resolver este problema por ti.

La indiferencia inundo aquellas palabras las cuales solo fueron seguidas por el golpe de la puerta al cerrarse, no pudo explicarse, no pudo hablar más, sus piernas cedieron y aunque luchaba por encerrar aquel caudal de emociones Chandler simplemente era incapaz de dejar de llorar, sintiendo como esas últimas palabras se repetían en su cabeza tal como el golpe a la pared se expandió por toda la casa, no pudo explicarse, no pudo hablar más, no pudo proteger la única cosa que realmente le importaba mantener y para lo que había soportado tanto durante todo ese tiempo.

Finalmente su castillo de arena se había derrumbado.

Él había decepcionado a su padre.

Chandler se tomo algunos días de licencia para recuperarse por ordenes del hospital, pero aun así el chico no quería volver, el día del incidente su padre no le volvió a hablar y lo poco que se habían comunicado durante ese tiempo se resumía que tendría que volver a la escuela en breve y de que ya se había encargado, cuando lo mencionaba el niño no terminaba de imaginar a que se refería, pero el primer día al volver se pudo enterar rápidamente, no porque alguien se lo dijese, más bien, había tenido su pequeño momento de fama en aquellos días de ausencia, enterándose finalmente de lo ocurrido.

Con un largo prontuario a sus espaldas y la presión de su padre, los tres bullys de octavo grado habían sido expulsados.