Clyde no era alguien a quien le gustase llamarse a sí mismo alguien cobarde pese a que reconocía lo fácil que se podía sorprender y que habían muchas cosas de las cuales lograban asustarlo, más que el hecho de no reconocerse como alguien cobarde era el hecho de que no le gustaba que se lo recordaran, por lo que aunque había despertado agitado y completamente aterrado de aquella pesadilla logro reaccionar a tiempo para morder su brazo y evitar gritar el suficiente tiempo para que sus padres ingresaran a su cuarto a ver su estado.

Uno de sus padres tenía el sueño pesado así que no sería el problema, el otro… aquel padre con el que últimamente no se había llevado especialmente bien, aunque no tenía un sueño ligero bien podría haberse despertado por el instante de su grito aterrado que no alcanzó a ocultar, provocando que el moreno se volcase sobre su cama y diese la espalda a la puerta en un esfuerzo por fingir que dormía mientras mordía disimuladamente su mano para calmar los temblores de su cuerpo.

Pese a que estaba dando la espalda y aún se encontraba atribulado pudo escuchar como su puerta era abierta aunque por suerte la luz no fue encendida, fue cerca de un minuto el que duró fingiendo un sueño lo más natural posible aunque por dentro su corazón latía incluso más fuerte que en el momento que despertó ante esas grotescas imágenes que rompieron su sueño, si debía ser sincero no sabía que era lo que más le atribulaba en ese momento, no estar dispuesto a escuchar otro sermón más o recordar como Chandler había sido brutalmente golpeado frente a él.

- Lo que sea que le ocurrió para terminar así no es mi culpa, solo lo encontré así, solo eso.

Aunque la almohada impidió que moviese libre y cómodamente su cabeza el muchacho termino por ocultar su rostro en esta con severas intenciones de ahogar un grito, uno más cargado de frustración que de miedo ahora que finalmente sentía que su padre ya habría vuelto a su cama y finalmente podría lidiar con aquellas imágenes.

Chandler no le agradaba, era un idiota en todo sentido de la palabra, pero nunca imagino que terminaría así, si fuese por él, no le agradaría que nadie terminase así de dañado.

- Y aún así hice que Lincoln se rompiera el brazo.

La ironía de su pensamiento le hizo sonreír cínicamente, un breve instante antes de que aquella pesadilla volviese a pasar por su mente y sintiese como su estomago se revolvía, entre sus planes a futuro había pensado optar por medicina como una posible profesión, pero luego de ver aquello era incapaz de imaginarse en un hospital atendiendo esa clase de casos, nuevamente rio cínicamente, todo servía para distraerse, pero la imagen volvía a atacarlo, casi como si fuese una maldición que no le dejaba conciliar descanso alguno.

- No fue mi culpa, solo pasé por al lado, de hecho fui el bueno, llame a una ambulancia, esto si que no fue mi culpa.

Busco cerrar sus ojos nuevamente pero aquella imagen volvió por lo que en silencio se levantó de su cama, acercándose a un velador justo bajo la ventana de su cuarto desde el cual saco del primer cajón una radio, tomándola para llevarla hasta su boca mientras pulsaba el botón y hablaba lo suficientemente bajo para no despertar a nadie.

- Coronel malvavisco, coronel malvavisco, aquí soldado anteojos, responda coronel malvavisco.

No hubo respuesta, no hubo eco, sabía perfectamente que había quitado las baterías de aquel artefacto y que su parte receptora se hallaba descansando en el mismo cajón de donde había sacado lo que sujetaba en la mano, quedándose quieto por un momento sin bajar la radio de la altura de su boca.

- ¿Cuándo fue que me quede completamente solo?

Su mente sabía que debía devolver esa radio a su lugar, era tan simple como descender el objeto hasta que alcanzase la madera, pero lo único que descendió fueron las lágrimas del niño que se escurrieron por sus mejillas hasta comenzar a humedecer la madera pintada.

Esa noche, sería su cabeza contra él mismo y no había ningún peliblanco que le ayudase a distraerse y recobrar la paz.


Lincoln miraba el techo de su habitación, casi era una costumbre suya el pensar mirándola, era de un solo color el cual denotaba que no había sido mantenido a lo largo de los años presentando algunos signos de uso, podía contar con su mente las manchas de esta superficie y señalarlas con los ojos cerrados, era su centro de meditación y lo conocía perfectamente, ¿Era suficiente estar en ese lugar para lograr conciliar la paz? Absolutamente no.

Toda la situación con Chandler, no podía evitar pensarlo, el pelirrojo había sido uno de sus mayores enemigos durante bastante tiempo desde que los había enmarcado a él y a Clyde como los perdedores, era un estigma social que por suerte no importo demasiado el tiempo que les quedo en primaria desde que lo obtuvieron y en secundaría fue casi como si los estatutos sociales se reiniciaran, realmente el impacto en su vida del pelirrojo había sido ser un grano en el trasero, molestias ocasionales y ya, nada más grave que un par de patadas a su silla durante clase, insultos y algo de goma de mascar, ni siquiera él le deseaba terminar hospitalizado y salir en las noticias como alguien violentado al extremo de hacerle perder la conciencia.

Él lo había golpeado en la nariz y muy posiblemente fracturado, el sonido cuando su puño impacto con la cara del pelirrojo había sido el de un golpe seco, su nudillo le ardió el resto del día y el pelirrojo se perdió rápidamente, ese iba a ser su límite, cuando salió de eso haría borrón y cuenta nueva, todo lo que había hecho era darle un escarmiento a alguien que llevaba tiempo mereciéndolo, eso no podía significar que tres estudiantes, por odiados que fueran, fuesen expulsados, algo en su interior le hacía creer que eso estaba mal, la justicia no podía ser tan irracional, las coincidencias no podían ser tan absurdas, ¿Un golpe en la cara termine con la detención de tres personas y otra hospitalizada una temporada por lesiones graves? Absurdo.

Simplemente absurdo.

Quería creer que era absurdo.

Que su golpe no había sido el responsable.

Inconscientemente tomo su mano derecha con la izquierda como si la estuviese inspeccionando, revisando con la punta de su índice aquella zona de impacto que sentenció 4 vidas.

Cerro sus ojos y volteó su cabeza para mirar hacia la pared a su lado mientras tarareaba una canción que había aprendido recientemente, si no podía callar las voces en su cabeza que le decían que lo que había pasado no estaba bien y era su culpa, al menos debía ser capaz de opacarlas lo suficiente para descansar.


En una sala privada del hospital Chandler se hallaba aún bajo los efectos de la anestesia con el rostro cubierto, varias cirugías habían sido hechas ese día para compensar la brutalidad con la que se habían descargado esos adolescentes y ahora se hallaba en aquel silencio inducido, siendo observado por su padre quien lo miraba fijamente desde una silla a su lado, sentado con las piernas abiertas mientras apoyaba sus brazos sobre estas a modo de ser usados como soporte para su cabeza.

Mirarlo era doloroso, no necesitaba ser su padre para ver la magnitud del daño, pero por sobre eso, por sobre sus pensamientos y estigmas, ver a su único hijo en ese estado lo llenaba de una particular sensación: vergüenza.

Cada que hablaba con su hijo sus actos eran prosas de como demostraba ser un triunfador de la vida tal como él lo era, era el trato, no apoyaba en su totalidad los actos vandálicos pero si eso le enseñaba que la vida era un cruel juego donde no importan los sentimientos ni los pesares, donde el esfuerzo y la dedicación pueden ser fácilmente derrotados por los contactos y el dinero, era un mundo absurdo, si tenía que aprenderlo de una forma lo mejor era notando como él, con todas las ventajas y lujos de los que le colmo, podía pisotear a otros y salirse con la suya siendo que el día de mañana debería ser capaz de, sin importar la situación, ir con la frente en alto y usar el mundo a su favor.

Devorarse el mundo de ser necesario.

Lo sentía capaz, era su hijo después de todo, lo había hecho hasta la fecha inclusive, o quizás, todo fue una mentira muy bien elaborada.

Esas sensaciones de logro y poder, ¿No eran más que sueños e ilusiones con las que su hijo lograba sacarle ventaja y lujos? De no ser así, de ser realmente el rey de sus pares, ¿Cómo termino así?

Después de casi una hora observando en silencio a su hijo levanto el rostro, bajando sus brazos mientras se levantaba del asiento y se fijaba en el rostro cubierto del niño, una pelea de niños era aceptable, son niños, son idiotas, hay gente que solo aprende de esa forma, ¿Acaso su hijo era uno de esos? ¿Qué hizo para recibir tanto daño?

Esos tres niños, había cobrado varios favores para asegurarse de que no tengan salvación, el juicio sería en unos días pero sabía que no había posibilidad de que se salvasen, primero al reformatorio y luego a la cárcel directamente, se encargaría de que se pudrieran en algún rincón lleno de moho y desgraciados peores que ellos, ¿Serviría de algo en ese punto? Realmente no, su hijo ya había sido dañado y ahora su estado mental era un misterio, no sabía si el chico confiado con el que hablaba era un invento o realmente era su hijo, ¿Podía ser una decepción absoluta disfrazada de su hijo?

Solo el tiempo podría responderle esas incógnitas.

- ¿Pa… pá?

- El médico dijo que la anestesia debería haberte durado hasta mañana, no deberías estar despierto.

- No… me… siento… bien…

- Por supuesto, pasaste por varias cirugías, mencionaron que recuperándote un poco más te harán una cirugía reconstructiva de la cara o algo así, iré por alguien, no creo que debas estar despierto.

- Duele…

- Por supuesto que debe doler, ya vuelvo.

- No… te… vayas…

Chandler sentía su cuerpo extremadamente pesado, sus extremidades no reaccionaban como quería y aunque la reacción de su cuerpo era escasa, podía sentir como el dolor en su cuerpo comenzaba a crecer de forma lenta pero constante, como una pequeña molestia que no dejaba de incrementarse, aun así su vista se centro en el adulto a su lado quien se había volteado con rumbo al exterior de la habitación.

- Veré que no sea peligroso que hayas despertado tan pronto.

- Papá…

Aunque su voz era lenta y débil tenía la esperanza de que llegara a su padre, pero este abandono la sala sin darle mucha importancia.

No reconocía el lugar, no era su cuarto o un lugar conocido, podía entender que seguía en el hospital pero no tenia idea de cuanto tiempo estuvo inconsciente, en que hospital podía estar, que más había ocurrido, muchas dudas comenzaron a invadir su mente aun confundida por la anestesia la cual solo era interrumpida por el creciente dolor en su cuerpo, habían tantas dudas entre más se despertaba su cerebro, más incógnitas, quería cerrar los ojos y olvidarse de todo pero aquel dolor no le dejaba dormirse, le mantenía perfectamente consciente, con todas sus dudas y pensamientos invadiendo su mente que no lograba aclararse, aún estaba mareado pero no podía apagar su tren de pensamiento por lo que volvió a abrir sus ojos en búsqueda de algo conocido, algo que le lograse encontrar algo de calma, pero la realidad se hacía presente cada que sus ojos dejaban de darle oscuridad: él estaba solo.

La soledad le daba miedo.

No quería estar solo.

Quería a su padre.

- Papá…

Paso poco más hasta que alguien de bata azul se acerco a él y comenzó a revisarle, a la distancia, cerca de la entrada, podía ver de reojo a su padre mirándole las veces que no se interponía el cuerpo de quien le revisaba, pero incluso cuando su vista no era mala y la distancia no era tanta, Chandler era incapaz de observar la mirada de su padre.

¿Era porque seguía mareado de despertarse antes de tiempo o había algo más?

Una parte de él comenzaba a tener un pensamiento que intento apartar de su mente pero este no desaparecía por lo que opto por cerrar sus ojos una vez más.

Quizás… lo mejor era no notar la mirada de su padre en ese momento.

Al día siguiente

Lincoln había llegado temprano a la secundaria, más de lo usual, cuando su madre no le llevaba era una ruleta rusa ya que no siempre lograba tomar el autobús, por lo que comenzar a caminar temprano hacía la secundaría era una idea grata no solo para llegar temprano, sino que para poder pensar tranquilamente durante un tiempo del día lejos de familia, amigos, conocidos o lo que fuese, un espacio de tiempo en el mundo solo para él cuando Lynn decidía no acompañarlo, tampoco era una práctica que llevase demasiado tiempo haciéndola, pero comenzaba a creer que podría volverse un habito de seguir así.

En su mente rondaban varias ideas las cuales ninguna terminaba de agradarle, tenía cosas mejores en las que pensar pero sus pensamientos le traicionaban y terminaba observando su mano nuevamente, notando curiosamente que ahora no lucía tan pálida, su piel de nacimiento era ligeramente más pálida que la media de la zona, no lo suficiente para significarle un problema a la piel más que a la población normal pero si para notarlo si te detenías a pensarlo, ese rasgo suyo pudo notar que había cambiado ligeramente, su tono de piel se había oscurecido ligeramente, nada demasiado importante para notarlo, posiblemente nadie aparte de él lo notaría, era solo por todas las veces que había observado su cuerpo y se había preguntado por sus características únicas como el cabello.

¿Algo había realmente cambiado en él? Podría haber sido algo importante, sus hermanas mayores y su madre le habían dicho sufriría varios cambios ahora que estaba en esa edad, su gusto adquirido por el deporte podía ser uno, su irritación por sus hermanas más demandantes otro, ese puñetazo…

Antes de darse cuenta ya había llegado a la institución y estaba a pocos metros de llegar a la entrada, viendo de reojo que en ese momento un vehículo se detuvo frente al edificio aprovechando los pocos coches aparcados cerca ante la carencia de estacionamiento propio del lugar, notando como una persona familiar bajaba del vehículo ante lo que termino intercambiando miradas con dicho sujeto, deteniéndose ahora que se hallaba en esa situación.

El vehículo no duro demasiado allí antes de partir, tras notar que el vehículo se alejaba el moreno se quedo quieto, pese a la distancia notaba que no era una expresión de conformidad, incluso podía decir con certeza que el muchacho parecía cansado, aunque ya había pasado una cantidad considerable de tiempo desde la última vez que habían cruzado palabras podía reconocer esos gestos en su expresión y saber que algo no andaba bien con él, ¿Podía ser por esa complicada situación? Lincoln no estaba seguro y los pocos otros chicos que habían llegado a esa hora ya se hallaban dentro del establecimiento, como si les hubieran dejado tener aquel momento de soledad.

Clyde no se movía, no quería reaccionar, que Lincoln se voltease a verlo era algo extraño a esa altura de su situación, muchas habían sido las veces que lo había observado por la espalda al igual que los demás mientras se imaginaba que podrían estar haciendo o, en las ocasiones donde hablaban fuerte, pensar que harían luego de los planes en que se estaban metiendo, Zach había disminuido su contacto con él, de los demás llevaba mucho sin siquiera dialogar, ¿Por qué justo ese día Lincoln decidiría romper esa extraña ley del hielo entre ambos y observarle fijamente? La incomodidad le estaba superando y no tardo en jugar con sus manos junto a finalmente voltearse en un vago intento de cortar aquel contacto para el que no se sentía preparado.

Apenas había dormido luego de esa pesadilla, podía sentir el cansancio de sus parpados pidiéndole que descansase un poco más y pensaba que tal vez lo que veía no era la realidad, sino que una visión producto del sueño y el mal descanso que tuvo, quizás por eso comenzó a caminar pero entre más avanzaba al edificio más podía notar que el chico peliblanco seguía observándolo y cada vez parecía menos una ilusión hasta que estuvo a pocos metros de este, observando como le miraba fijamente con una expresión neutra, no podía distinguir felicidad, expectativa o molestia, como si observase a un completo desconocido.

Bien podía seguir caminando pero eso le haría inevitablemente quedar a una distancia en la que dos personas normalmente intercambiarían algún saludo cuando se conocían, era más interacción con el peliblanco de lo que había tenido en mucho tiempo, quizás le estaba esperando para volver a dialogar con él, ¿Pero por qué ahora? ¿Por qué después de lo que había ocurrido ayer? ¿Quizás temía por él y considerando todos los años que convivieron estaba preocupado por que fuese otra víctima? De ser el caso, ¿Por qué no le hablaba? ¿Por qué solo le miraba? ¿Acaso no era esa la razón?

Sin darse cuenta Clyde comenzó a temblar ligeramente, tenía demasiadas dudas y la información en su cabeza comenzaba a entremezclarse de maneras extrañas, todo con un solo eje central en forma del peliblanco que le observaba, quién tampoco sabía cómo reaccionar.

- Hola. - Pero en una búsqueda de finalmente escapar de su prisión mental, Lincoln fue quién se atrevió a cambiar el silencio por un saludo casual.

Ese hola significo un fuerte golpe para Clyde, la voz de Lincoln había sido neutra, no había sentido ningún compañerismo especial, claro que ya no eran amigos y por ende no podía contar con la familiaridad que usualmente tenían pero con todo el tiempo, que su primera interacción fuese un simple hola, era algo que Clyde sintió como una fuerte bofetada a su ya de por si débil ego.

- H..Hola.

Lincoln miraba los pequeños gestos de Clyde, realmente podía notar lo nervioso que se encontraba este, él siempre había sido alguien sumamente nervioso y no era nada nuevo para Lincoln, pero siempre sus nervios eran canalizados a algún suceso que le hubiese ocurrido recientemente o un gran evento futuro, y si tenía que imaginar cual caso sería ese, votaría por la primera opción, ¿La causa? Posiblemente él.

- (Pensando) ¿Tanto he cambiado que ahora le pongo nervioso?

Su mirada abandono el rostro de Clyde y bajo hasta su mano, notando que se estaba apretada en un puño el cual no recordaba cuando había formado.

Pensó que bien podía ser esa la principal razón, aunque no habían terminado en los mejores términos Clyde ya había tenido tiempo suficiente para meditar, había una distancia que se había formado entre ambos y no tenía real necesidad de conversar con él, solo necesitaba poder escapar de su prisión mental pero ver tan intimidado a Clyde era un duro golpe a su ser, ¿Le tenía miedo de forma inconsciente? Él no era alguien valiente de por si y generalmente ante las amenazas entraba en pánico, su brazo era la mejor prueba de ello, ¿Y ahora se había casi paralizado por un saludo? Quizás… su cambio era más grande de lo que había pensado camino a la escuela.

- Clyde, quería…

- C..Cierto, olvide que tenía que… hacer mi tarea, fue un gusto, adiós.

Sin lograr poner en orden todas sus ideas Clyde siguió avanzando, conversar era desde el principio algo opcional y aquellos ojos que le juzgaban se habían clavado en él, odiaba esa sensación, pero la incertidumbre era superior, definitivamente superior.

Además Lincoln lo había dicho antes, ya no eran amigos, la amistad se había acabado y él estaba demasiado nervioso con los sucesos del día anterior para explayarse con alguien así, un… desconocido.

Lincoln no hizo más además de ver como Clyde se internaba en la secundaria, aquello solo necesitaba ser un cambio de aires para no tener que seguir cuestionándose lo que estaba haciendo, pero aquel chico con quién en antaño le habría entregado su vida, ¿En serio todo se desvaneció ya? ¿Tanto para ni siquiera intercambiar una palabra entre ambos?

Por unos momentos sintió que la furia comenzaba a apoderarse de su juicio, retrocediendo asustado de sus propios pensamientos.

Aquella furia no era normal, había sido un acto sin mucho peso por alguien a quién el mismo había rechazado en el pasado, no tenía porque molestarse de aquel rechazo tan pronunciado a convivir de alguna forma con él.

- (Preocupado) ¿Qué me está pasando?

Sintiéndose más preocupado que antes el muchacho termino por dar media vuelta y finalmente ingresar al edificio, no quería seguir pensando en ello, en nada, solo quería dejarse llevar por alguna idiotez como lo hacía usualmente y superar la situación como tantas veces lo había hecho en el pasado, tenía los exámenes, tenía los partidos, a su familia, amigos, todo, tenía muchas cosas, tenía tanto… y aun así…

Con una gran molestia en su mente, solo podía rogar que el día comenzara una vez más mientras esperaba que, para variar, ese día no arruinase a nadie más.