Capítulo II
-¿Cómo es que no ha despertado?-
-¿Será que no ha comido bien?-
-¡Oye! Ella come muy bien-
-Ya… JunPyo, solo es un comentario-
-¿Estará embarazada?- dijo una voz femenina. Luego solo hubo silencio.
Parecía escuchar voces conocidas, aún mantenía los ojos cerrados, la luz le lastimaba, así que empezó a abrirlos poco a poco, le dolía un poco la cabeza pero no era grave.
-¡No estoy embarazada! Me operé hace años…- dijo tranquilamente. Había tenido una pesadilla en donde había despertado en la misma cama con su amor de secundaria, menos mal era un sueño, sino la que se le armaría si JiHoo se hubiera enterado, ¿pero quiénes eran los que hablaban sin parar? Hacía tiempo que nadie los visitaba. Al fin pudo abrir completamente los ojos enfocando a los que allí se encontraban. Seis pares de ojos la miraban fijamente, sus rostros tenían el ceño fruncido y se notaban algo desconcertados. Sin embargo, fue ella la que se alteró más al ver de nuevo al Hombre con el que despertó esa mañana, no hablaba, solo la miraba, ladeó su cabeza un poco en cuanto la vió.
- ¿Te…te operaste?- preguntó y después rio nervioso. -No lo sabía- el que estaba a su lado le dió un codazo.
-¡Estúpido! Acaba de despertar y le preguntas eso. Sé más prudente- JunpYo se sobó el brazo haciendo un puchero.
-¡Oye! ¡No seas bruto!-
-Tú lo eres al preguntar esas sandeces- JanDi los miraba sin poder creerlo. ¿Qué hacían todos ellos allí?, ¿Dónde estaba su familia? Dió un vistazo y se sentó de un golpe al darse cuenta que seguía en la misma habitación en la que había despertado. Entonces… ¿seguía dormida? ¿Qué estaba pasando?
-¿Cariño cómo estás? Me asusté mucho cuando te desmayaste-
-Mejor di que casi traes a toda la guardia nacional- JunPyo le golpeó la cabeza mientras el otro se sobaba reprochándole con la mirada.
La Mujer que estaba ahí le tocó la frente y después le sonrió amablemente.
-Está bien- dijo para tranquilizarlos, la miró con ternura, -¿Te sientes mejor? Tal vez has estado bajo mucho estrés por la competencia, solo quedan unos días. Deberías descansar hoy y ya mañana regresar a los entrenamientos-
-¿Competencia?- dijo abriendo los ojos completamente confundida.
- ¡Oye cariño! ¿Has olvidado todo? ¿Sufriste un golpe en la alberca o algo así?- le decía JunPyo mientras le tomaba la mano suavemente. Ella la quitó sutilmente, se sentía extraño recibir caricias de otro hombre que no fuera su esposo.
-Si, creo que si- dijo pensando en que todo era tan surrealista. Necesitaba respuestas.
-Verán, ustedes están aquí, lo cual es agradable, pero… a la vez extraño, aún así, tengo una competencia no sé de qué jejeje y pues… no recuerdo cómo llegué aquí, quiero decir ehh, no recuerdo nada antes de desmayarme-
-¡Vaya! Si te golpeaste muy fuerte. Creo que es mejor que nos vayamos para que descanses. Nos vemos, tengo algunos pendientes, mañana llega mi prometido y… quiero estar lista- JanDi frunció el ceño, se supone que GaEul se había casado con Yi Jeon mucho antes que ella, y ya tenían tres hijos. ¿cómo es que… aún estaban comprometidos?, ¿estaría aún en Suecia? ¡Que confuso! Asintió levemente la cabeza.
-Hasta pronto JunPyo, les veo mañana –
-Claro, ahí estaremos-
- yo también me voy, cuídense y cualquier cosa me llaman. Que te mejores JanDi-
-¡Gracias WooBin!- ambos salieron y JanDi se quedó de nuevo sola con JunPyo que le sonreía. Luego sacó su celular y marcó un número.
-¿Si? ¿Doctor Chan?, ¡Gracias! Le espero-
-¿Qué haces? Ya estoy bien, no necesito un doctor, en realidad solo, necesito acomodar mis ideas-
- lo llamé desde que te desmayaste, ya está cerca, no está demás que te revise un médico-
-No es necesario, solo dile a JiHoo que me dé mi medicamento- JunPyo se puso serio y la miraba como si tuviera dos cabezas.
-¿JiHoo?-
-Si, bueno él…- La interrumpieron unos golpes en la puerta.
-¡Adelante!- habló JunPyo en voz alta. Una mujer con gorro blanco y delantal se asomó cautelosamente.
-Amo, el doctor está aquí-
-Hazlo pasar, ¡rápido!- El Médico los saludó y procedió a revisar a JanDi quien hacía todo lo que le solicitaban para la revisión.
- ¿Y entonces? ¿Qué es lo que tiene?- le preguntó JunPyo al Médico.
-Al parecer todo está en orden, tal vez solo fue un shock por alguna impresión fuerte que haya experimentado. Solo necesita reposo y comer bien-
-¿Seguro? ¿No hay nada malo? Ha estado diciendo cosas raras-
-Está bien, Señor Gu- le palmeó el hombro y le sonrió de forma comprensiva. – Solo déjela descansar, estará bien, cualquier cosa, tiene mi número- luego dirigiéndose a JanDi le dijo;
-Cuídese Señora Gu, tómese el día libre, mañana puede volver a sus actividades normalmente, con permiso – El Médico se retiró haciendo una reverencia y salió de la habitación. JanDi estaba con el ceño fruncido y las manos juntas e inquietas. ¿Señora Gu?, ¿Le había dicho, Señora Gu? Levantó la vista y JunPyo seguía mirándola. ¿Qué era todo esto? ¿Acaso…? El se acercó a ella para abrazarla y ella se alejó un poco…
-Ehhh, cariño, ¿podrías traerme algo de comida? Muero de hambre, ¿por favor?- El detuvo sus intenciones pero sonrió ante su petición.
-Es bueno que quieras comer, regreso enseguida- dijo, y salió apresurado. JanDi sacó el aire que estaba conteniendo.
-¿Qué es esto? ¿Qué está pasando? ¡Me estoy volviendo loca! Se revolvió el cabello y se paró de la cama. Comenzó a caminar dando vueltas por todo el lugar estrujándose los dedos. Revisó los detalles de la habitación, ¡Claro! Estaba en el cuarto de JunPyo, lo recordaba de la secundaria, era la Mansión Gu, estaba segura, se asomó por la ventana y ahí estaba la enorme fuente blanca de querubines. Siguió buscando y encontró en el buró de la cama una fotografía de ella misma con un vestido blanco abrazada a JunPyo portando un elegante traje negro.
-¡Me casé con JunPyo!- dijo en voz baja y se tapó la boca.
-¡Me casé con JunPyo!- volvió a decir como para reafirmar lo que veía.
-Soy la esposa de JunPyo…- dijo con una voz apenas audible.
-Soy… la esposa.. de JunPyo…- volvió a decir un poco más fuerte.
-¡Me casé con JunPyo y soy su esposa!- dijo ya casi gritando.
-¡Soy la esposa de JunPyo!- gritó completamente eufórica, comenzó a reír fuertemente y a dar vueltas con el cuadro abrazado al pecho.
-¡No lo puedo creer! Mi deseo se cumplió, ¡se cumplió! Jajajajajaja- volvió a reír fuertemente. Saltaba y seguía dando vueltas, la vida por fin le empezaba a sonreír. Así la encontró JunPyo que había regresado con una bandeja de aperitivos, quedándose parado en la puerta petrificado al ver a JanDi gritando y dando vueltas sobre sí misma completamente fuera de sí y riéndose a carcajadas.
-Llamaré de nuevo al doctor- dijo. JanDi al verlo corrió hacia él y le quitó la bandeja de las manos, la puso en la cama y empezó comer con las manos sin detenerse, tragaba con dificultad y volvía a meterse comida. JunPyo no se movía de su sitio, la veía incrédulo y algo preocupado.
-Ni se te ocurra llamarlo- dijo JanDi cuando vio que él estaba sacando su teléfono para llamar de nuevo al Médico.
-¿No entiendes que hoy es el mejor día de mi vida? ¡Estoy tan feliz, me siento tan feliz- se acostó en la cama con los brazos abiertos dejando la bandeja de comida a un lado, su pecho subía y bajaba tratando de controlar su cuerpo que seguía temblando de emoción-
-¿JanDi? ¿Seguro te sientes bien?- Ella se sentó para mirarlo y le hizo ademán de que se sentara junto a ella. El obedeció y se sentó lentamente mirándola contrariado.
-Nunca me había sentido mejor- le dio un beso corto en los labios.
- ¡Que bueno! Yo tengo que ir a Shinwa pero quédate a descansar, te veré en la noche- le devolvió el beso y salió dejándola sola. JanDi se metió de nuevo entre las sábanas, se sentía tan libre y sin preocupaciones. Volvió a ver su bandeja de comida y empezó a comer nuevamente, todo era tan delicioso, las frutas estaban frescas, no recordaba cuando fue la última vez que pudo comer así, casi siempre dejaba las mejores frutas para… de pronto dejó de comer…
-¡Oh no!- dijo con angustia. Debido a la euforia, había olvidado que ellos no existían. El hambre se le quitó y comenzó a llorar.
- Yuna, Hyeon, ¡perdón! ¡Perdónenme! ¡Siento haberlos olvidado! ¡Lo siento! ¡Lo siento! – repetía una y otra vez, mientras abrazaba dos peluches que había encontrado entre las almohadas. Había olvidado a sus hijos, y eso le estrujaba el corazón sintiéndose egoísta por haber pensado solo en sí misma. Cuando sintió que ya había sacado todas las lágrimas y que ya no podía llorar más, decidió salir de la cama, se duchó y pensó en que tenía que entender que esta era su vida ahora, y aceptar que ellos no estaban en ella. No era posible tenerlo todo en la vida, se le haría difícil acostumbrarse a no verlos, pero era una cosa por otra. Lo que además, le hizo darse cuenta que ella no tenía hijos en esta realidad. Se preguntaba por qué. Necesitaba saber todo de su vida en este plano o lo que sea que fuera donde se encontraba, para empezar la fecha. El ama de llaves tocó la puerta.
-Adelante- contestó JanDi
-Aquí tiene lo que me pidió- JanDi corrió hacia ella y casi le arrebató los periódicos de la mano.
- Si, gracias-
-¿Necesita algo más?-
-¡No! Puede irse, Gracias- le dijo sin mirarla y comenzando a ver los periódicos. Al parecer era el día siguiente al de la discusión que tuvo con JiHoo. El día anterior había sido la inauguración del centro deportivo, eso no había cambiado, la única diferencia era que…
-¡Oh Por Dios!- se tapó la boca sin poder creérselo. Ella estaba parada frente a la Alberca Olímpica cortando un listón, todos le aplaudían. Lo más impresionante era ver su Nombre con letras doradas en lo alto de la Alberca.
-Soy una Leyenda, Por Dios, soy Famosa, logré mi sueño, ¡lo hice!- Nuevamente no pudo contener las lágrimas, la cosas solo se ponían mejor y mejor. El teléfono del buró comenzó a sonar. Respondió aún mirando el periódico.
-¿Hola?-
- Hola, JanDi. Me dijeron que te desmayaste. ¿Estas bien?-
- ¿Yi Jeong?-
-Si soy yo, ¿Qué pasa, no me reconociste?-
-No perdón, aún estoy un poco mareada- le mintió. Cómo decirle que desde que JiHoo y ella se casaron, no volvieron a saber de él, nunca perdonó a JiHoo. Se casó con GaEul y se la llevó a vivir a Suecia, solo sabían de él por WooBin, que nunca abandonó a JiHoo. Era raro volver a escuchar su voz.
-Entonces aún no te sientes bien-
-Me tomé el día, solo debo descansar-
- ¡Ah que bien! Entonces, te dejo y sigue descansando –
-¡Gracias Yi Jeong! Y… ¡Oye! Me dió gusto escucharte de nuevo-
-¿De qué hablas? ¡Si hablamos ayer antes de la inauguración! Jajajaja-
-¡Ah si! Es cierto, que tonta jejeje, bueno, gracias por preocuparte-
-¡Cómo no hacerlo! Eres nuestra amiga. Bueno, descansa, nos vemos mañana-
-Si, hasta mañana- Tenía una gran sonrisa en el rostro. En esta realidad, todos sus amigos estaban con ella, suponía que se debía a que era esposa de JunPyo, y que su traición nunca sucedió. Se preguntaba qué sería de él, cómo era su vida en esta realidad. Pero por otro lado, prefería no saber, y mucho menos encontrárselo, no sabía su reacción al volver a verlo. Solo esperaba que no se llevaran mal. ¿Dónde estaría? Tal vez en la clínica del abuelo, decidió pasar solo para saciar su curiosidad. Llamó al chofer y le dijo que la llevara. El auto se estacionó frente a un centro comercial.
-Llegamos Señora- le dijo el chofer.
-No, creo que se equivocó. Este no es el lugar-
-Esta es la dirección que usted me dió-
-Pero, no puede ser aquí- bajó del vehículo y puso sus manos sobre sus caderas, miraba hacia todos lados buscando el Nombre de la clínica del abuelo Seok, pero no había más que comercios y casas. Y el Lugar donde debía estar la Clínica, lo ocupaban unas puertas de cristal que llevaban a más comercios y una sala de cine.
-¡No puedo creerlo! JiHoo vendió la clínica- repitió para sí misma. De algún modo se sintió decepcionada, ese lugar era especial para JiHoo, y también para ella, se preguntaba que lo había motivado a deshacerse de ella.
- ¿Nos vamos Señora?-
-Si, vámonos-
Regresó a la Mansión pensando que en esta nueva realidad, todo lo que la unía a JiHoo, simplemente se había desvanecido, no tenían nada en común, ni lugares que significaran algo para ambos. No había nada. Al llegar, JunPyo ya la esperaba en la sala de estar.
-¿Dónde estabas? Llevo rato esperándote. Tienes 10 minutos para cambiarte esos harapos-
-¿Qué? ¿Por qué?- JunPyo volteó los ojos y se acercó a ella. Le tomó los hombros y le besó la frente.
- Aún no alcanzas mi inteligencia. Hoy es nuestro aniversario tontita. No podemos no hacer nada. ¡Vamos, apresúrate!- Ella hizo un puchero y se soltó de su agarre.
-Tú eres el tonto. Así estoy bien, ¿para que quieres que me arregle más?-
-JanDi… ¿no tienes ropa? Tienes que verte genial. Vamos a cómprate algo-
-¡No, espera! Seguro hay algo. Voy a cambiarme entonces- había olvidado lo especial que era JunPyo con la ropa y la apariencia. Visitaba lugares muy sofisticados, así que suponía que ella siempre tenía que vestir igual de elegante que él. Bueno, eso no era malo, ¿no? Solo tenía que acostumbrarse a vestirse bien. Abrió su armario y casi se le salen las pupilas. Había una cantidad interminable de ropa elegante para toda ocasión, zapatos de todos los estilos y accesorios para cada conjunto. Estaba simplemente maravillada, , ¿Cómo iba a escoger entre tanta ropa hermosa? Ese armario era el sueño de cualquier mujer.
-¡Dios! Es como si fuera alguien de la realeza- Al fin escogió un bonito vestido corto color beige de cuello alto y hombros descubiertos, con un pequeño escote en el pecho, mangas largas y entallado de la cintura, que además acentuaba sus caderas. Era un vestido elegante y sobrio. Pensaba que a JiHoo le habría gustado por no ser ostentoso, se le veía hermoso. Se dejó el cabello suelto en ondas y un maquillaje sutil para resaltar sus facciones. Zapatillas del mismo color y un pequeño bolso de mano. Se veía realmente hermosa. Cuando se sintió satisfecha dió un largo suspiro en el espejo de vista completa que había en la habitación.
-Muy bien JanDi- le hablaba a su propio reflejo.
- Aquí empieza tu nueva vida. Es hora de vivirla al Máximo. Solo necesitas un requisito- y se apuntó con el dedo. Sonrió ampliamente y dijo con determinación.
-Ser Feliz-
Bajó con una renovada alegría, le ofreció su mano a JunPyo, quien la besó de forma educada. Enroscó su brazo con el de él y le susurró al oído.
-No es el vestido que esperaba, es muy sencillo para mi gusto, pero debo admitir que se te ve hermoso- Ella sonrió satisfecha. Y recordó algo que siempre le decía su esposo en la otra vida. Caminó junto a JunPyo sintiéndose una Reyna de belleza. Llegaron a un restaurante muy elegante, pero ellos tenían un lugar reservado para que nadie los molestara. JunPyo se veía guapísimo en ese traje, además su toque aristocrático lo hacía ver aún más atractivo. La mesa estaba adornada con velas altas y flores. La vajilla estaba puesta y ella se sentía como en un sueño. El Mesero llevó un vino y les sirvió las copas. JunPyo levantó su copa mientras la miraba intensamente.
- Quiero que brindemos por un año más juntos, gracias por seguir a mi lado- JanDi sonrió aunque tenía la duda de cuánto tiempo llevaban juntos, así que prefirió seguirle la corriente.
-Si, brindemos por eso. Aunque el simple hecho de que estemos aquí me produce felicidad-
-Lo sé, nunca podrías dejarme- ella volteó los ojos, su arrogancia seguía intacta. La luna nunca dejará a la estrella, ¿recuerdas? Jajajaja todavía recuerdo cuando te di ese collar-
-¿ah si?- JanDi no tenía idea de a qué se refería. – Me gustaría que volvieras a contar la historia, es bonito escucharla-
-¿En serio? Siempre te has quejado de ese día-
-Ah…. Jajajaja- rió nerviosamente - bueno es que, creo que es importante y a veces es bueno recordar-
-Vaya, ok. Bueno, está bien-
-Habíamos ido a Esquiar, pero te quejaste de que siempre te dejaba atrás, es que siempre me ha gustado competir, lo sabes, así que te fuiste enojada y terminaste yéndote con JiHoo, obviamente yo estaba furioso, pero ya había mandando a hacer la cadena y ahora no sabía cómo dártela. Cuando me reuní con el F4 se los dije, así que JiHoo nos engañó a ambos, me citó en un mirador para tomar café y a ti te dijo lo mismo. El no fue claro, y pues… ahí estábamos los dos, en una cita no cita jajajaja, tu rostro era un poema. Yo traía puesto mi abrigo y ahí tenía el collar, así que oportunamente te dije que había frío y te puse la gabardina, tu curiosidad fue más grande cuando sentiste la cadena en el bolsillo y la sacaste burlándote de que yo usaba cosas de chicas, te dije que eras una idiota para no darte cuenta que la cadena era tuya, me miraste con ganas de matarme, pero al final te la quedaste-
-Quiere decir… que gracias a JiHoo es que me diste la cadena… ¡Que idiota!-
-Jajajajajajaja, ¿lo ves? Siempre es lo mismo- contestó alegremente, su risa la contagió y ambos empezaron a reír. Los Meseros llegaron con la comida, JanDi no sabía por dónde empezar, todo se veía delicioso. Además parecía una cena para 10 personas no dos, aún así decidió probar un bocado de cada cosa. Cuando ya no pudo más soltó el plato, y aún faltaba el postre.
-No creo soportar el postre, estoy que reviento- le hizo saber a JunPyo. Él había dejado de comer desde hace rato y la miraba estupefacto.
-Es que, parecía que no habías comido en años jejeje, siempre estás a dieta, pensé que lo dejarías todo-
-¿Ah si? Ehh bueno, es que hoy no quise despreciarte, es nuestro aniversario ¿no?-
-Si, así es. Bueno, lástima que no comerás postre, yo lo haré por ambos. ¡Mesero!- gritó y de inmediato retiraron todo y regresaron con dos platos que traían un apetecible Bingsu. JanDi recordó que era el postre favorito de JiHoo, solo se daban el lujo de comprarlo una vez al año en su cumpleaños, pero ella terminaba dándole su parte a regañadientes porque él no quería abusar, aunque a ella no le molestaba en absoluto, porque lo hacía a propósito para terminar embarrándole toda la cara. Era divertido. Y ahora tenía uno para ella sola, sería extraño comerlo completo.
-¿Que pasa? ¿Estas pensando en que no lograrás comerlo?-
-Creo que aún me queda espacio- dijo sonriendo. Probó una cucharada y sabía a Gloria, estaba exquisito. Agradecía no tener que compartirlo, esta nueva vida le estaba dando todo de lo que carecía en la otra. Cuando terminaron JunPyo la llevó a caminar por lugares hermosos, incluyendo el Río Han, las luces de colores en el agua eran un espectáculo increíble. JanDi no quería que terminara el día, temía que todo fuera un sueño, y al despertar, volviera a la realidad de su triste vida. Aunque si así fuera, atesoraría esos bellos momentos. Regresaron a la Mansión y JunPyo se preparó para la gran noche. El cuarto estaba lleno de pétalos de rosas y la cama tenía un gran corazón formado con flores. Había velas aromáticas por toda la habitación que le daban una iluminación tenue y romántica. JanDi estaba fascinada.
-¿Te gusta?- le preguntó.
-¡Si, es hermoso!- sus ojos de pronto se llenaron de lágrimas. JunPyo no entendía que le pasaba.
-¿Estás bien?-
-¡Si no te preocupes! Es la emoción- La verdad era, que se sentía mal por desear estar con otro hombre, de algún modo pensaba que estaba traicionando a su esposo. Pero, en esta realidad, JunPyo era su esposo, así que técnicamente no estaba traicionando a nadie. Pero aún así, no dejaba de sentir culpa y remordimientos. Además de que aún no sabía cuál era su posición en esta vida, tal vez solo necesitaba saber que él también estaba bien. Eso podría aliviar un poco su malestar. Trató de pensar que si ella al estar separada de él, hizo que viviera una mejor vida, tal vez él también estaba mejor sin ella. Eso esperaba.
-Deja esas lágrimas, mejor vamos a disfrutar- le dijo JunPyo seductoramente. Y comenzó a besarla. Al principio no correspondió con entusiasmo, su cuerpo temblaba debido a los nervios, pero poco a poco se dejó llevar y pronto tomó confianza. JunPyo a pesar de ser un déspota, la estaba tratando gentilmente. Nunca había podido estar con él durante su noviazgo, así que para ella, esto era nuevo. En su interior, cada beso y cada caricia, las recibía con el fin de ir borrando poco a poco su pasado tormentoso, quería realmente olvidar todo e iniciar de nuevo en esta realidad que se le presentaba. Estaba segura que sería feliz de ahora en adelante. Ya nada podría salir mal, pues todo lo que alguna vez deseó y anheló, ahora lo tenía. Tenía la vida Perfecta. Solo quedaba disfrutar de ella.
A la mañana siguiente, despertó con la luz del sol traspasando la ventana. Se sentó de golpe para ver si todo había sido un sueño, pero, ahí estaba ella, entre las sábanas de seda de su cama de lujo. Aún estaba en la habitación de JunPyo, y por lo tanto, seguía en la Mansión Gu. Suspiró de alivio.
- No fue un sueño entonces, todo es real- Dijo en un susurro. El ruido del agua cayendo, le indicaba que JunPyo seguramente estaba en la ducha. Se tocó la cabeza pensando en que no tenía idea de lo que haría a continuación. En ese momento su ahora esposo, salió de la ducha con una toalla amarrada a su cintura, no tenía el cuerpo marcado de JiHoo, pero tampoco era malo lo que veía.
- ¿Quieres que te lleve? Hoy no tuve reuniones temprano así que tengo tiempo- le preguntó mientras se secaba el cabello con una toalla.
-Ehhh si, solo espérame me doy un baño-
-¡Claro! – Salió renovada y sin idea de saber a dónde iba. Decidió ponerse algo casual. Bajó a desayunar y JunPyo la miró de arriba abajo con una ceja levantada.
- ¿Tienes una reunión antes de entrenar?- !Diablos! había olvidado que ahora era una gran nadadora activa, seguramente iba a entrenar todas las mañanas. Pensó en algo rápido.
- Tengo una entrevista, arriba está mi mochila de entrenamiento- JunPyo levantó los hombros y siguió comiendo. Ella arrugó la nariz, qué maleducado, ni buenos días y no la espero para desayunar.
- Debes apresurarte, te dije que tenía tiempo pero no abuses-
- Que maleducado- dijo mientras se servía una buena porción. El la miraba nuevamente como si fuera una alienígena.
- Parece que tu desmayo te abrió más el apetito, casi nunca comes en las mañanas, sobre todo ahora que se acerca la competencia-
- Ash deja de criticarme, tengo hambre- dijo sin soltar la cucharada de comida. Él volvió a levantar los hombros y se paró de la mesa dejando los platos sucios sin levantar, ella iba a decirle algo cuando llegó la servidumbre y de inmediato limpiaron toda el área. Ella cerró la boca sin decir nada, nuevamente había olvidado que JunPyo era millonario y tenía servidumbre, él no hacía cosas cotidianas como levantar sus platos o lavar la vajilla. Terminó de comer y subió nuevamente para preparar las cosas para entrenar, le emocionaba saber que volvería a nadar, aunque se sentía un poco oxidada, pero en esta realidad, aún conservaba su cuerpo atlético. JunPyo entró sin tocar y fue directo hacia el armario, su rostro endurecido le Indicaba que había sucedido algo.
- ¿Que pasa?-
-Pasa, que el inútil de mi asistente, olvidó decirme que habían cambiado el lugar de la reunión, y ahora será un cóctel, debo cambiarme de ropa. ¡Qué idiotas! – Ella ya estaba lista así que se sentó en el tocador a retocarse mientras esperaba a que se cambiara su marido. El celular sobre la cama comenzó a vibrar. JanDi hizo caso omiso pero quien hablaba parecía muy insistente porque volvía a sonar una y otra vez, ya le estaba fastidiando.
- ¡Oye, tu celular está sonando!- le gritó para que la escuchara.
- Contesta y dile a quien sea que esté hablando, que estoy muy ocupado y que no estaré disponible, que llame más tarde- respondió JunPyo alterado. JanDi levantó los hombros y fue a buscar el aparato para contestar.
-¿Hola? Si, mire por el momento JunPyo no está disponible, puede llamarle después cuando se desocupe-
-Jajajajaja- se escuchó una risa del otro lado de la línea. JanDi abrió los ojos y tragó fuerte. Podría reconocer esa risa de entre miles, era única. La había escuchado tantas veces en público y también en la intimidad. De pronto se había quedado sin habla, las manos le comenzaron a sudar y estuvo a punto de que el aparato se resbalara de su agarre.
- Dile a JunPyo que ni piense que voy a creerme eso, escuchaste ¿JanDi?- la pronunciación de su nombre hizo que de pronto su corazón empezara a latir con fuerza. Ahí estaba, su pasado, hablándole a través de una línea. Un sudor frío le recorrió la frente, su cuerpo ya no reaccionaba y los ruidos a su alrededor desaparecieron.
-¿JanDi? ¿Sigues ahí?- volvió a decir. Su pulso era cada vez más acelerado, al igual que su transpiración, de forma involuntaria levantó el pulgar y oprimió el botón rojo. Aún no estaba lista para enfrentarlo.
