CAPÍTULO V

Sus ojos estaban fijos en la pareja que estaba demostrándose cariño frente a ella. Cuando al fin se separaron, los vió venir hacia ellos. JanDi sentía que empezaba a sentirse enferma de nuevo.

-¡Yi Jeong! Por fin te veo- dijo él dirigiéndose a su amigo, mientras que el aludido se ponía de pie para darle un cálido abrazo. Después puso sus ojos en ella y se inclinó con respeto.

-Señora Gu- le dijo- volvemos a encontrarnos- JanDi también se inclinó y asintió aún sin hablar.

-Me da gusto verla mejor. La medicina le asentó bien- le dijo mientras sonreía.

-Si, Gracias- contestó entrecerrando los ojos al ver como lograba ponerla roja de vergüenza, parecía divertirse con su sufrimiento.

En ese momento quería que se la tragara la tierra o viceversa. A los pocos minutos, llegaron los demás, quienes de inmediato se acercaron a saludarlo. Todo parecía igual, pero se notaba un ambiente distinto. Sobre todo, porque todos rodeaban a JiHoo y a GaEul con gran entusiasmo y se notaba un trato especial con ella, como si fueran grandes amigos. Tal vez era por el hecho de ser novia de un F4, y no cualquier F4, había enamorado nada más y nada menos, que al segundo de los herederos más ricos de Corea después de JunPyo, quizás eso les daba la confianza de tener más acercamiento con ella. Y hablando de JunPyo, no había regresado aún, lo que empezó a desesperarla. Se sentía desprotegida, era como si se hubiera divorciado y estaba frente a la nueva pareja de su marido, mientras que ella seguía sola. De pronto se escuchó la voz de JunPyo.

-¡Oye Lavandera!- JanDi volteó los ojos. ¿Cómo era posible, que incluso en esta realidad, JunPyo siguiera llamándola así? Se supone que ya eran esposos. Iba a contestarle cuando GaEul se le adelantó.

- ¿Y ahora qué quieres JunPyo?- contestó con fastidio. JanDi abrió grandes los ojos. ¿Qué pasó? ¿En qué momento GaEul se convirtió en lo que era ella? ¿Por qué nombraba a GaEul con ese apodo? Otra cosa más que tendría que descubrir por sí misma. Además, era raro ver la familiaridad con la que se dirigía a JunPyo.

- Solo quería invitarte el fin de semana a la Mansión Gu, ¡Claro! Si JiHoo está de acuerdo-

- ¿Para que quieres que vaya?- le preguntó JiHoo.

-¡Cálmate! No es nada malo. Es solo que voy a festejar el cumpleaños de JanDi, pero necesito el toque femenino para una fiesta adecuada-

-Cuenta conmigo- le dijo ella.

Un escalofrío le recorrió la espalda cuando vió como JiHoo pasaba su mano de forma protectora por su espalda y se acercaba a ella para hablarle en el oído. Sin embargo al estar cerca, pudo escuchar lo que le decía, no es que fuera entrometida, pero era inevitable… Aunque sinceramente hubiera preferido no tener que oír nada.

-¿Estás segura? Me han comentado que la esposa de JunPyo no ha sido muy amable contigo- le decía con preocupación. ¿De qué hablaba? ¿Cómo que no había sido amable? Era su Mejor Amiga, ¡Por Dios!.

-¡Está bien! Quiero ayudar- El le sonrió tiernamente y le dio un beso corto en los labios. JanDi sintió que se le descomponía el estómago nuevamente, se cruzó de brazos y volteó la cara.

-¿Y entonces?- preguntó JunPyo.

-¡Ahí estaré!-

-No esperaba menos de ti Lavandera. Bueno, es hora de Jugar Golf. JiHoo esta vez voy a ganarte-

-Eso lo veremos. Dijo él riendo-

Y así, inicio nuevamente el juego. JiHoo era muy hábil, y con paciencia, le enseñaba a GaEul Como tirar, estando con él, sus tiros mejoraron mucho. El la ayudaba en todo momento, y no perdía el tiempo para abrazarla o darle algún beso. Se notaba el gran amor que le tenía. ¿Por qué era tan cariñoso? GaEul mejoraba y ella fallaba. JunPyo se acercó a ella cuando estaba completamente distraída viendo como GaEul saltaba de alegría por haber hecho un buen tiro, mientras El la felicitaba por su logro.

Concéntrate!- la reprendió -¿Qué sucede contigo? Vamos a perder- le dijo. Olvidó que competían contra ellos, pues solo pensaba en por qué El dejó de ser así con ella. Mientras veía como se ponía detrás de GaEul abrazándola para mostrarle como tomar el bastón, recordó cuando eran amigos y le enseñó algunos trucos para jugar tenis, un día que fue a visitarlo a la Universidad.

Tenía la raqueta en alto para golpear la bola cuando saliera disparada del simulador, cuando sintió que se ponía detrás de ella y le tomaba los brazos. Un escalofrío le recorrió el cuerpo y su corazón se aceleró de anticipación. Le levantó las manos mientras le decía;

-Esta es la altura a la que debes golpear- Luego le tomó las manos y su cuerpo comenzó a temblar.

- Así es como debes sostener la raqueta- le decía. Aunque JanDi sabía que él solo estaba siendo amable para ayudarla a mejorar, Su voz se escuchaba muy sensual en su oreja. Podía sentir sus labios muy cerca, y eso la estaba desconcentrando. Cuando salió la bola disparada, intentó golpearla, pero al estar desconcentrada, solo abanicó la bola y dió un giro completo que la hizo tambalear. Casi cae al suelo, pero fue atrapada por unos brazos fuertes. Sonrió cuando él la veía divertido mientras la sostenía y le decía que volviera a intentarlo.

Le encantaban esos momentos con él. Así que varias veces regresó para sus clases de tenis. Solo se tenían el uno al otro, pero eran felices así. Después dejó de hacerlo cuando volvió a ser novia de JunPyo, y en ocasiones, extrañaba sus momentos juntos. Al ver cómo se comportaba con GaEul, recordó que así era él con ella. ¿Qué los hizo cambiar tanto? Su lado tierno y amable se disipó con el día a día. Aunque ese lado lo veía siempre cuando se trataba de los niños, mientras que con ella, el trato era amargo.

-¡Aish, JanDi!. Estás jugando muy mal- le dijo JunPyo cuando volvió a tirar la bola con imprecisión. - Mejor paremos esto, no quiero quedar en vergüenza. No debiste embriagarte anoche, tus reflejos no están al cien por ciento- le decía mientras recogía su equipo y el de ella.

-¡Perdón! Si, es mejor que vaya a descansar. Pero tú puedes quedarte si quieres- le sugirió.

-¡No! Esta es una competencia de parejas, y es obvio que vamos a perder. Mejor vamos a algún lado a divertirnos, tú mañana regresas a los entrenamientos y yo me iré después de tu cumpleaños-

-¿Te vas?-

-JanDi, sabes que solo vine para supervisar la Empresa y verte a ti, alguien tiene que cuidar nuestra casa en California, es allá donde vivimos-

-¿Cómo? ¿No vivimos en Corea?-

-Pero, JanDi ¿tienes amnesia? Desde que hice el viaje a USA ya no volví. Tú te fuiste conmigo e ingresaste a la escuela de natación de Norteamérica, pero cuando te consolidaste como nadadora, decidiste regresar a Corea para representar al País, y pues, pasas más tiempo acá que conmigo. Acaso no recuerdas que allá fue donde nos casamos?- JanDi no podía con tanta información. ¿Qué clase de egoísta era para haber abandonado primero a su familia y después a su esposo por su carrera de natación? Entonces, probablemente por eso no tenían hijos. Ellos prácticamente no vivían juntos.

-¡Lo siento, JunPyo! El golpe en la cabeza me ha hecho olvidar ciertas cosas-

-Ya lo he notado. Bueno, ¡Vámonos!-

Se despidieron de todos y regresaron a casa.


JanDi sólo pensaba en que en esta realidad, ella era una ególatra, egoísta. Todavía no entendía por qué GaEul, al parecer, no era su Mejor amiga, y todos insinuaban que no era muy amable con ella. Tenía tantas preguntas. Se quedó pensativa en el trayecto a casa, JunPyo no habló en todo el camino, lo cual agradeció pues no sentía ánimos de nada.

-JunPyo…- lo llamó cuando estaban sentados en la sala viendo una película. JanDi le pidió que no salieran, se sentía mal y quería ordenar sus ideas.

-Mmm…- contestó él medio adormilado.

-Desde el golpe que me di, hay cosas que se me han olvidado, puedes decirme, ¿Por qué le dices Lavandera a GaEul?- le preguntó. JunPyo empezó a reír.

-¿En serio no lo recuerdas?- Ella negó con la cabeza.

-Jajajaja pero si fuiste Tú la que le puso ese apodo-

-¿Qué?- contestó JanDi con los ojos abiertos de la sorpresa. El se acomodó frente a ella para comenzar el relato.

-Estábamos en la escuela secundaria y nos gustaba molestar chicos, los famosos F4 intocables e inalcanzables jajajaja, tú por supuesto, eras mi novia en ese entonces.

-¡Espera! ¿Yo era tu novia? ¿Cómo, cómo entre a la escuela?-

-JanDi…- le dijo con los ojos abiertos sin poder creer que ella no recordara. Ella lo miraba con súplica. – Está bien- Tus Padres eran dueños de una Lavandería que después tuvo mucho renombre, así que estudiabas natación por tu cuenta. Cuando fuiste seleccionada para representar a Seúl, Mi Madre decidió que debías hacerlo bajo el nombre de Shinwa, así que te ofreció una beca en nuestra escuela, con la condición de que dijeras que tu entrenamiento lo habías llevado a cabo con nosotros, además de que a tus Padres se les dió una fuerte cantidad de dinero, con lo que pudieron ampliar su negocio y ser personas pudientes. El caso es, que apenas entraste al Colegio todos te perseguían, pero pues obviamente solo yo podría ser el novio de la mejor nadadora del Estado, incluso JiHoo se fijó en ti, pero claro, no dejé que siquiera fueran amigos, ese ermitaño es demasiado guapo y podías enamorarte de él, lo mantuve alejado, por si acaso. La cosa es que GaEul trabajaba en la lavandería de tus padres, y un día que fue a hacer una entrega a la escuela, impidió el suicidio de un chico reprimido y perdedor. El momento fue grabado y salió en las noticias, desprestigiando a la escuela, así que para evitar eso, mi Madre no tuvo más remedio que becarla. Entró a nuestra escuela y por azares del destino nos conoció. A ti no te cayó muy en gracia, y un día que la abordaste con tus amigas, le echaste en cara su pobreza, y que además, era la empleada de tus padres. Desde ese momento, la llamaste Lavandera. Claro, que pues al ser tú mi novia, pues adopté el apodo. Por órdenes tuyas le dimos la tarjeta F4, pero ella salió airosa de esa etapa, me agradó mucho su determinación y su fuerza, pero fue JiHoo quien ganó su corazón, y pues, desde entonces, son novios. Ahora sigo diciéndole así, pero es de cariño. Todos la apreciamos, excepto tú, por su puesto, siempre le has tenido recelo por el cariño que le profesamos todos. JanDi estaba estupefacta. Era obvio que esa historia había sucedido también en esta realidad, pero tuvo sus alteraciones, y alguien tenía que llenar el espacio de la chica que cambió al F4. Pero en este caso, no había sido ella, sino su Mejor Amiga, GaEul.

-Solo te haré una pregunta… -

-Dime-

-¿Por qué no tenemos hijos?- El abrió los ojos sorprendidos y luego sonrió negando con la cabeza.

-Fue un acuerdo que tomamos cuando nos casamos. Dijimos que los hijos serían un obstáculo en nuestras carreras, así que pensamos que estaría bien si prescindíamos de ellos, de hecho por eso me quedé contigo, GaEul es más de hogar-

-¿Cómo dices?- JunPyo sonrió nervioso.

-Quise decir, que eres muy diferente a ella y está bien que JiHoo sea su novio y muy pronto su esposo. Porque ellos si piensan tener hijos, es algo que no les preocupa. En cambio nosotros, tenemos mucho que arriesgar, tu carrera se desmoronaría con un hijo, y yo pues… no podría estar viajando todo el tiempo si tuviera ese compromiso. ¿Si me explico?- JanDi sentía ganas de llorar de la impotencia. Estaba tan sorprendida de lo diferente que era ella en esta realidad. Su egoísmo era inmenso. Empezaba a odiar a esta JanDi. Él se dio cuenta de su estado de ánimo y la jaló hacia él para abrazarla.

-Deja de pensar en esas cosas que ya pasaron. Somos felices y es lo que cuenta. Anda, vamos a dormir que mucha falta nos hace- le dijo para tranquilizarla mientras le daba un beso en la coronilla. Tal vez JunPyo tenía razón. La realidad era muy diferente a como la conocía, pero al menos, era feliz, y tenía todo lo que siempre había deseado. Si la JanDi de esta realidad era un ser arrogante y egoísta, ella no lo era, así que solo tendría que ajustar algunas cosas y entonces tendría la vida perfecta. Con estos pensamientos se fue a la cama, pensando en que no podía desperdiciar la oportunidad que las estrellas, o lo que sea, le estaban dando.


Practicaba como si la vida se le fuera en ello. Quería ganar en las Olimpiadas, era lo que más había anhelado en la vida, y ahora ese sueño podría convertirse en realidad, así que por eso estaba entrenando duro para lograrlo. En un rato de descanso su entrenadora le dijo que iría a recibir los equipos que habían llegado para la escuela de natación. Equipos patrocinados por el Señor Monteverdi, que ahora sabía, no era otro que JiHoo. Salió de la piscina hacia los vestidores, se cambiaría para ayudar a su entrenadora, estaba en su naturaleza ser servicial. Cuando salió lo vió. Estaba ahí parado hablando con una persona de limpieza. Iba vestido de forma casual, con ropa deportiva y tenis, su cabello lo tenía amarrado en una coleta. ¿Por que tenía que verse tan bien? Decidió que ya no se intimidaría ante su presencia. En este mundo, ellos solo eran dos conocidos, no tenían ninguna relación y ambos estaban comprometidos, así que, no había motivo para estar nerviosa. Giró su cabeza en su dirección y al verla mostró una amplia sonrisa. ¿Por qué tenía que sonreír? Era su arma letal, eso la desarmaba por completo, y una vez más, su incontrolable corazón lanzó palpitaciones más rápidas. Despidió a la persona con la que hablaba y fue a su encuentro.

-Nos volvemos a ver- le dijo cuando la tuvo cerca. El seguía sonriendo y la miró de arriba abajo, algo que hizo que se le erizara la piel.

-Veo que ya dejaste de entrenar, Señora Gu- JanDi volteó los ojos.

- Puedes dejar de decirme Señora Gu?, me haces sentir mayor. Dime JanDi- El sonrió más ampliamente.

- Mmm no creo que a JunPyo le agrade la idea, pero si tú quieres, entonces, JanDi, es un placer volver a verte- Ella asintió satisfecha y sonrió con él.

- Entonces, ¿qué te trae por aquí, Señor Monteverdi?- el arrugó las cejas divertido.

- Si yo voy a llamarte JanDi, entonces tú dime JiHoo, Monteverdi es para los que no me conocen-

-De acuerdo, JiHoo, ¿Qué estás haciendo aquí?-

- Bueno, quería asegurarme de que los suministros llegaron en buen estado, y al mismo tiempo ver los entrenamientos, pero creo que llegué tarde- dijo señalando su atuendo.

- Si, en realidad no hemos terminado pero quise venir a ayudar- El alzó una ceja incrédulo.

- La señora Gu hará un trabajo de plebeyos?- Ella abrió la boca ofendida y puso sus manos en sus caderas.

-El trabajo es para todos, siempre que sea honrado, no se me caerán las manos por hacerlo- El torció la boca aún sin estar convencido pero asintió alegremente.

-Si no tienes problema, entonces ¡vamos! – le dijo. Así que ambos fueron a recibir los suministros. JanDi Y JiHoo se sintieron cómodos ayudando a recibirlos, contarlos y acomodarlos en la bodega. Platicaban y reían de banalidades y cosas cotidianas. El le platicaba de su vida como concertista y ella de su experiencia como nadadora, claro que sólo tenía recuerdos de su vida anterior, por lo que trataba de omitir todo lo relacionado con él.

- Debió ser una gran sensación ganar ese campeonato, ya me imagino la emoción de tus padres y de tu esposo- le decía mientras acomodaba una caja en la parte alta del almacén. Obviamente, él se refería a su esposo en esta realidad, cuando la verdad era que ese campeonato lo ganó gracias a él y fue el único que estuvo con ella ese día.

Sentía los nervios colapsados. Había entrenado mucho para ese día. Al mismo tiempo estaba ansiosa por estar en el agua. Sentía que iba a vomitar en cualquier momento. Corrió fuera de la alberca. Estaba muy nerviosa, le faltaba la respiración. Estaba a punto de perder el conocimiento cuando sintió una mano cálida en su hombro.

-JanDi- escuchó que le dijo. Ese simple toque hizo que se tranquilizara. Las pulsaciones empezaron a volverse regulares. Se giró hacia él y se dejó abrazar.

-Tengo miedo- dijo contra su pecho. El le acarició la cabeza con ternura.

- Está bien Nutria. Tú naciste para esto. Todo estará bien. Solo tienes que hacer lo que te gusta. ¿Acaso te arrepientes de ser una nadadora?-

-¡No! Es lo que más amo- la separó un poco para verla a los ojos.

-Entonces hazlo- le besó la coronilla y la animó para que regresara a la alberca. Se separó de él a regañadientes, junto a él se sentía tan reconfortada y segura. Se alejó un poco, miró hacia atrás y lo vió sonriéndole. Regresó con él y volvió a abrazarlo.

-¿Qué pasa ahora?- le preguntó.

-No te vayas. No me dejes sola-

-Nutria, aquí estoy, no me iré a ningún lado. Solo quiero verte competir, ver cómo le rompes la cara a todos esos nadadores novatos. Enséñales cómo se hace- Ella rio fuerte y asintió con más ánimo. Se dió la vuelta y después de darle una última sonrisa corrió hacia la alberca justo cuando iban a dar el disparo de inicio.

Esta de más decir, que ese día ganó su primer trofeo. Ambos fueron a festejar a un parque de diversiones. Ese día, fue uno de los más felices que recordaba junto a él. Recordó con nostalgia que terminaron tumbados en la playa mirando las estrellas con el trofeo entre ellos. Éstando ahí le dijo, que si seguía así, algún día la iban a elegir para representar a Corea en las Olimpiadas, y se traería la medalla de Oro. En ese momento se permitía soñar con esas cosas. Obviamente eso ya no sucedió. Se preguntó si el que ella no realizara su sueños fue en realidad culpa de su matrimonio fallido, o en realidad, ella renunció para culparlo. Estaban poniendo la última caja. JanDi había cambiado lugar con él y estaba en la punta de la escalera. Al ser más pequeña tuvo que estirarse un poco más quedando de puntillas. JiHoo sostenía las escaleras abajo, sin embargo, la caja era muy grande, por lo que fue muy difícil colocarla debido a que el espacio era muy estrecho. Al fin logró ponerla en su sitio, pero al regresar su pie, no pisó bien y resbaló. Todo su cuerpo se vino abajo, pensó que moriría en ese instante, por lo que cerró los ojos esperando el golpe mortal. Pero no fue así, el golpe no llegó y en cambio sentía un cuerpo cálido debajo de ella y unos brazos rodeándola.

-Auch- escuchó un quejido. Se giró tan rápido que su rostro quedó muy cerca del de su salvador. El tenía los ojos cerrados soportando el dolor de la caída y ella se preocupó.

-Lo siento, perdón. ¿Estás bien?- El abrió los ojos pero no hablaba, estaba quieto mirándola fijamente. JanDi pudo ver su rostro de cerca. Su corazón empezó a latir con fuerza, se sabía ese rostro de memoria, su pestañas cortas, sus cejas largas y pobladas. El color café oscuro de sus ojos, en donde tantas veces se perdió, y que podían leer sus sentimientos. El contorno de sus labios gruesos y rosados que saboreó y mordisqueó infinidad de veces. Ahí estaba su amigo, su esposo, su amante tan cerca de ella, si acortaba la distancia podría besarlo. Hasta ese momento no se había dado cuenta, de lo mucho que lo había extrañado.

- ¿E…estás bien?- le preguntó él claramente nervioso. Su pregunta la hizo reaccionar. Había olvidado que él no tenía idea de nada. Este JiHoo, no era su esposo. Se ruborizó al darse cuenta de que él la ha de haber visto como una loca acosadora, mientras le hacía una inspección exhaustiva a su rostro.

-¡Si, gracias! – dijo levantándose de encima suyo. Después le extendió la mano para ayudarlo a ponerse de pie. Ambos se sacudían el polvo y los restos de la escalera que debido a la caída se había roto.

-mmm Fue una caída muy aparatosa- le dijo mientras sonreía aún nervioso. El no lo sabía, pero se veía adorable de ese modo.

- Sí que lo fue- reafirmó ella.

- Bien, entonces aquí terminó nuestro trabajo- informó él

-Así es- contestó JanDi. Lo curioso es que seguían parados frente a frente y ninguno se atrevía a dar el primer paso a la salida.

- Señor Monteverdi- le hablaron desde la entrada – ya está aquí su novia-

-¡Oh que bien!- dijo él con alivio.

- ¡Salvado por la campana!- pronunció JanDi entre dientes.

-¿Dijiste algo?- le preguntó él.

-No, Nada-

- Bueno, entonces. Nos vemos luego. Con permiso. ¡Ah! Y cúrate esa herida en el pecho- dijo y salió de allí junto con su entrenadora, quien la miró con el ceño fruncido.

-¿Te lastimaste?-

-No es nada, no se preocupe- la entrenadora asintió no muy convencida y siguió a JiHoo a la salida. JanDi buscó un espejo y se dió cuenta de que tenía una herida justo en el escote de su blusa. ¡Diablos! Solo se había puesto su playera sport, había olvidado ponerse la sudadera.

-¡Pervertido!- gritó. Mientras ella estaba entretenida con su rostro, seguro él ya había observado la herida en su escote. Bufó indignada, más sin embargo, una emoción se situó en su vientre, e involuntariamente sus labios se curvaron en una sonrisa.


Llegó el día de su cumpleaños y JunPyo la mandó de compras para que no viera nada de lo que se estaba preparando. Le pareció aburrido, ella quería ayudar. GaEul había llegado desde temprano a la Mansión Gu, hubiera querido quedarse para platicar con ella, volver a ser las amigas que eran. Le hacía falta platicar con alguien. Le llamó la atención un puesto de hierbas curativas. Tal vez había algo para su dolor de estómago. Últimamente le dolía mucho, quizás se debía a las tantas dietas a las que su yo de este mundo se sometía. Estaba eligiendo una en particular y le preguntó a la vendedora el costo.

-Esa está en descuento niña, apenas 150 wones- le contestó la anciana.

-Mmm voy a llevarla- le dijo mientras rebuscaba en su bolso.

-Tú no eres de aquí- le dijo la anciana mirándola detenidamente.

-¿Cómo Dice?-

-Llegaste con las estrellas, vienes de otro lado, ten mucho cuidado, el mundo que dejaste puede cambiar o desmoronarse, podrías perderlo todo- JanDi sentía latir su corazón muy rápido. Pagó la hierba a la anciana y se fue de ahí lo más rápido que sus pies le permitieron. ¿Qué quiso decir con eso? ¿Cómo supo que ella no era de este mundo? El mundo que dejó… hasta ese momento no se había puesto a pensar que podría estar pasando en su verdadera realidad. ¿JiHoo le habrá dado el divorcio? ¿Quién estaba con ellos? ¿Será que la JanDi de esta realidad estaba en ese mundo con su familia? De solo pensarlo se le revolvió el estómago.


En otra realidad…

Abrió los ojos lentamente por la luz que le molestaba. Miró a su alrededor y vio que estaba tirada en el piso.

-¡Auch!- Pronuncio mientras se sobaba el hombro debido a la mala posición en la que se encontraba. ¿Qué hacía en el piso? ¿En el piso? ¿Dónde estaba la alfombra? Se puso de pie asustada, no reconocía el lugar. ¿En qué pocilga había despertado? Las cortinas se veían corrientes y los muebles rústicos desprendían un olor a árbol muy desagradable. El llanto de un niño hizo que se pegara a la pared asustada. ¿Qué había sido eso? Un Perro grande se coló por la entrada de la cocina y comenzó a ladrarle. Pero en que pesadilla estaba? Tenía que despertarse.

-Shhh , fuera fuera- le decía. Una niña como de unos seis años bajó corriendo las escaleras.

-Mamá, fui a buscarte y no estabas, ¿estabas haciendo el desayuno?-

-¿Qué? ¿Quién eres tú?- decía JanDi con los ojos muy abiertos por el espanto. Estaba a punto de salir corriendo cuando vió bajar al hombre más hermoso que hayan visto sus ojos, traía una camisa sport que dejaba ver su cuerpo marcado. Se tapó los ojos al ver que venía solo en calzoncillos. Traía en brazos a un niño como de unos tres años. Al pasar junto a ella pronunció y seco -!Buenos días!- sin mirarla. Bajó al niño y se metió a la cocina. Los sentó en un desayunador mientras abría las alacenas y prendía la estufa, los niños hablaban entre ellos y se andaban molestando mientras esperaban sus alimentos.

- Tengo que ir al hospital. Yo llevaré a los niños hoy- Luego la volteó a ver pero parecía molesto. Al ver que no respondía levantó una ceja.

-¿Escuchaste?- JanDi asintió vigorosamente. No entendía por qué ese Dios griego estaba enojado con ella. Pero, ¿Qué hacía allí? ¿Dónde estaba JunPyo? Se pellizcó el brazo para después morderse el labio y no gritar del dolor. Definitivamente no era un sueño. Estaba despierta.

- Por lo visto sigues con la misma idea de anoche – le dijo- Supongo que irás al Centro Deportivo- Su estómago rugió cuando sintió el olor de los panqueques que estaba preparando. Espera, se quedó mirando con detenimiento el rostro angelical del hombre. Lo reconocía, era el amigo de JunPyo. Monteverdi, el violinista. ¿Qué hacía él allí? Y en esa casa tan precaria, con dos niños y cocinando, ¿no se supone que era millonario?

-Eres Monteverdi- logró decir. JiHoo levantó la vista hacia ella mirándola como si fuera un extraterrestre, lo mismo hicieron los dos niños y el perro.

-Mamá, ¿estás bien?- le preguntó la niña más grande. ¿Mamá? ¿por qué la había llamado así? Su corazón comenzó a latir muy rápido, ella una noche antes había deseado tener una familia, hijos y un esposo amoroso. ¿Se habrá cumplido? No podía ser… tenía que ser una broma, volvió a mirar a su alrededor y a las personas que la miraban fijamente.

-Esto es imposible- dijo asustada y después miró a JiHoo y le preguntó.

-¿Tu, tu eres mi esposo?- Y antes de que él contestara cayó desmayada en el piso nuevamente.