Hola, estoy muy contenta de que les este gustando esta historia también. Como dije, no será de muchos capítulos o tal vez si, jeje . No sé. Por otra parte, les comento que a partir de este capítulo estaré alternando los dos mundos de JanDi y quizás por eso se alarguen un poco. Aunque la historia principal es la de la JanDi 1 vamos a identificarla así. Ojalá les guste mucho como a mi. De La viuda negra ya quedan poquitos capítulos, así que por favor , comenten que final les gustaría y yo les diré si le atinaron o no jeje. Saludos y gracias.


Capítulo VI

Se acomodaba una y otra vez el cabello mientras tomaba de su botella de Soju. Todos la rodeaban sentados en la sala de estar, compartiendo lo que debía ser un motivo de alegría para ella. Sin embargo, se sentía diferente, fuera de lugar, sobre todo cuando contaban anécdotas de ella misma de las que no tenía memoria. Reía cuando ellos lo hacían, o fingía secar una lágrima cuando hablaban de algo triste. Además, aún no asimilaba el hecho de que GaEul tuviera tanto protagonismo para el F4. En su vida anterior, el trato que le daban, era de cordialidad, por ser su mejor amiga, y posteriormente, esposa de YiJeong. Un sentimiento de envidia la invadió, se había acostumbrado a ser el centro de atención para el F4, pero en este caso, ella solo era, la esposa de JunPyo. Al parecer, no mantenían una estrecha amistad. JunPyo la tenía rodeada de los hombros con su brazo, y de vez en cuando le acariciaba el cabello. Sin embargo, más de una vez lo sorprendió mirando a GaEul más de lo normal, especialmente cuando JiHoo estaba entretenido contando alguna historia. Era extraño que le pusiera atención, aunque no era justo decir que su amiga no merecía ser notada, pues encontró que podía ser muy graciosa, sin contar que su belleza era impactante. Se preguntó si su actual esposo guardaba algún tipo de sentimiento o admiración hacia su mejor amiga. No era algo difícil de creer tomando en cuenta que lo que hizo que JunPyo se enamorara de ella en su vida anterior, fue precisamente el haberlo enfrentado, y en esta realidad, quien hizo esa labor, fue precisamente GaEul. Desechó esos pensamientos cuando JunPyo le sonrió y le dio un beso corto. Bueno, estaban casados, así que seguramente se amaban locamente. JiHoo, por su parte, tomaba la mano de GaEul en todo momento, y como si fuera un hábito, se la besaba con frecuencia. Reían con complicidad y se jugaban pequeñas bromas entre ellos. Su amiga o ex amiga, más bien, ponía atención a todo lo que él decía sin perder detalle alguno, podía notarse a kilómetros, el gran amor y adoración que sentía por su ex esposo. Sentía como el pecho se le oprimía carcomiéndole con el deseo de ser ella la que estuviera recibiendo esas muestras de cariño. Tuvo el impulso de reclamar su lugar, porque Ella era la esposa, la madre de sus hijos, no GaEul. Pero no podía hacer nada más, se recordó que aquí ellos no eran nada, apenas unos conocidos, aunque eso no aliviaba su mal humor. Sin embargo, un sentimiento de culpa la invadió. En sus recuerdos, era JiHoo quien la miraba así, era él quien ponía toda la atención en ella, siempre fue ella su prioridad. Él estaba siempre ahí cuando lo necesitara, jamás pidió más de lo que ella pudiera ofrecerle. Una lágrima solitaria salió de sus ojos al darse cuenta de que hubo egoísmo de su parte, nunca se puso a pensar en que quizás, él también necesitaba ser escuchado, y sentirse amado. Era especialmente doloroso concluir que posiblemente, no fue él quien arruinó su vida, sino ella la que arruinó la vida de él. En esta realidad sin ella, él se veía tan feliz, tan pleno, tan radiante, siendo amado tan intensamente. Se mordió el labio inferior para evitar que el llanto fluyera libremente, en estos momentos ya era imposible soportar seguir viendo ese cuadro delante de ella, necesitaba un respiro.

-Voy al sanitario – le dijo a JunPyo. El sonrió y asintió levemente, para luego seguir inmiscuido en la plática. Ya en el sanitario, se miraba en el espejo una y otra vez. Se mojó la cara para borrar los rastros de lágrimas. No quería demostrar derrota o tristeza. Estaba donde quería, no había motivos para sentirse así, ella misma le pidió el divorcio, ¿porque ahora le dolía como el infierno haberlo hecho? Se quedó fija mirando su reflejo, por vez primera, delineó los detalles de su rostro. Era ella misma, pero se veía un rostro más afilado por estar mucho más debajo de su peso de lo que debería. Sus ojos se veían cansados y ahora especialmente tristes. Observó detenidamente su nariz, se dio cuenta que estaba diferente. La tocó varias veces y volteó los ojos al caer en la cuenta de que seguramente ya había pasado por el bisturí. Tenía, además, más pechos, y sus caderas estaban acentuadas.

-¡Maldita sea JanDi! ¿Qué había de malo con tu cuerpo? – se dijo así misma. Aunque siendo sinceros, no se veía mal, pero, esta no era ella. Resopló apoyándose en el lavabo.

-¡Hola! – escuchó que le dijeron. Se giró para ver a GaEul entrando al sanitario.

-¡Hola! – respondió de igual forma. La vio apretar los labios moviendo los ojos de manera incómoda. Pasó de largo y se metió en un cubículo para hacer lo suyo. Pensó en salir, pero a pesar de todo, extrañaba a su amiga. Así que rebuscó en su bolso pretendiendo que estaba retocándose el maquillaje. GaEul salió en silencio acercándose junto a ella para lavarse, no pronunció ninguna frase, ni siquiera la miró de reojo, era como si fuera común no hablar con ella. Carraspeó un poco para darse el valor de tomar la iniciativa.

-¡Gracias por organizar la velada! Todo ha estado excelente – Ella arrugó el entrecejo y volteó a verla con una sonrisa de incredulidad.

-¡Es bueno saber que te está gustando! – Volvió a girarse hacia el espejo para también retocarse el rostro, sacó el maquillaje traslúcido, pero al parecer no encontraba brocha porque la vio registrar dentro de su bolsa más de la cuenta. Se acercó a ella y le ofreció la brocha para polvo. Ella miró el objeto vacilante, pero sonrió inclinándose agradecida por el gesto.

-No solemos hablar mucho, ¿cierto? – le habló de nuevo. La realidad era que nunca se había sentido tan nerviosa frente a su mejor amiga. Pero en estos momentos, era como si de una celebridad se tratara, y ella fuera una fan que no podía controlarse ante su presencia.

-No realmente – le respondió sonriendo sin mirarla mientras seguía poniéndose maquillaje.

-Pero… nos conocemos desde hace mucho ¿no? – GaEul suspiró y volvió a sonreír. Volteó a verla y extendió el brazo para entregarle la brocha.

-Si, Nos conocemos desde hace mucho. ¡Gracias! - dijo señalando el objeto.

-Cuando quieras – contestó JanDi con más entusiasmo del que esperaba. Ella se puso seria y la miró directamente.

-Mira JanDi, yo estoy aquí por JunPyo, fue El quien me pidió organizar esta velada. No sé qué pretendes al tratar de mostrar amabilidad conmigo, pero no voy a caer en tus juegos nuevamente. Ya tuve suficiente, y si soy cordial contigo, quiero que te quede claro, que es únicamente por tu esposo y por los chicos. Sigue disfrutando de tu fiesta. ¡Con tu permiso! – terminó diciendo mientras salía del baño, dejando a JanDi congelada en su lugar. ¿Qué había sido eso? ¿GaEul la odiaba? Definitivamente no era lo que esperaba. Regresó al recinto, pero ya todos estaban esparcidos en los jardines. Fue directo hacia la mesa de licor y se sirvió un vaso generoso de Soju, necesitaba desahogar su decepción. Una figura se colocó junto a ella.

-¡No deberías de beber tanto! La última vez no pudiste controlarlo – Estaba enojada, triste, contrariada, así que escupió palabras ácidas con el primer osado que se presentó ante ella.

-¡Déjame en paz! Necesito embriagarme hoy, además, es mi cumpleaños –

-¡De acuerdo! Pero esta vez no voy a llevarte en brazos – JanDi abrió grande los ojos y giró el cuello tan rápido que casi lo rompe. JiHoo la miraba divertido, mientras bebía de una botella de Soju.

-Tú… pensé que lo había imaginado – le dijo avergonzada.

-Eres muy liviana, debo decir – iba a contestar algo, pero él se inclinó hacia ella despidiéndose mientras le guiñaba un ojo. Lo vió alejarse para ir al encuentro de sus amigos, que estaban iniciando una partida de golf virtual. Se sirvió otro vaso de Soju bebiéndolo rápidamente.

-¿Tendrá presente todo lo que le dije ese día? ¡No! Seguro ya no se acuerda. ¿Verdad? – hablaba consigo misma. JunPyo llegó junto a ella. Le quitó el vaso de entre las manos.

-No bebas tanto, amor. No toleras el alcohol, ¿lo olvidas? Aish, lo último que quiero es que hagas un espectáculo delante de mis amigos –

-¡Es Mi Fiesta!, puedo hacer lo que me venga en gana, y al que no le guste, que se largue, estamos en nuestra casa ¿no? - JunPyo arrugó las cejas.

-¿Qué te sucede? ¿Por qué estás enojada? – JanDi respiró hondo antes de responder.

-¡Lo siento! Yo soy el problema –

-¡Mira quiénes llegaron! Esto te pondrá muy feliz – dijo él. Desde la entrada venían su entrenadora y la chica que suponía era su mejor amiga en este plano. Traían paquetes de regalo en sus manos y sonriendo se acercaron a ella.

-¡Felicidades JanDi! Perdón por llegar tarde, hoy fueron las inscripciones de los nuevos talentos y debo decir que estaba abarrotado, ¡Gracias a ti, por su puesto! - dijo su entrenadora. Ella sonrió a medias. Su amiga le dió un abrazo fuerte para después darle su regalo. De algún modo, la presencia de ambas la relajó un poco, aunque aún sentía esa punzada por el rechazo de su mejor amiga. Comenzaron a charlar y después salieron al jardín donde todos estaban reunidos, viendo la partida de golf. Terminaron y se acercaron a JanDi.

-¿Por qué no quisiste jugar JanDi? – le preguntó WooBin

-No quería humillarnos, ¿no es cierto? - dijo YiJeong riéndose. Ella asintió dándole la razón a YiJeong.

-Realmente solo estaba viendo todos sus errores, hoy es mi cumpleaños y quería disfrutar divirtiéndome con lo mal que juegan, no sé por qué insisten en practicar ese aburrido deporte – dijo ella riéndose, sabiendo que sólo estaba bromeando. Pero todos se quedaron en silencio mirándola con el ceño fruncido.

-Bueno, es normal que la perfecta JanDi, se divierta burlándose de los demás – dijo GaEul en voz alta.

-La mesa está servida, ¡Vamos! – anunció JunPyo para que todos fueran a la mesa y olvidaran el bochornoso incidente.

-¡Oigan no, esperen, solo era una broma, yo no…! – decía JanDi, pero todos pasaban junto a ella sin escuchar lo que decía.

-¡Ya déjalo JanDi! Todos saben como eres, Tranquila – le decía su amiga.

-Lo que me extraña, es que te importe – comentó su Entrenadora - Normalmente cuando haces ese tipo de comentarios, siempre esperas que se ofendan y tiendes a reírte, ¿por qué te preocupa ahora? - volvió a decirle.

-Yo… solo bromeaba. No quería que nadie se ofendiera –

-¿En serio? – le dijo su amiga abriendo los ojos incrédula.

-Bueno, ya. ¡vámonos! Ni que hubiera sido algo grave, es tu cumpleaños, que se aguanten – la animó su entrenadora. JanDi sonrió a medias deteniéndose unos segundos. Una voz conocida la sorprendió.

-Por fin coincidimos en algo – escuchó que le decían. JiHoo pasaba junto a ella con las manos en los bolsillos de su pantalón, se había quedado rezagado recogiendo los palos de golf. Se acercó a su oído y le susurró para que solo ella lo escuchara.

-En verdad es un deporte aburrido – le dijo, después le sonrió. Ella no pudo evitar sonreír con él. Su sonrisa era contagiosa, y siempre lograba darle calidez, pero, sobre todo, él siempre lograba hacerla sentir mejor. Con más ánimo, caminó detrás suyo hacia el comedor. Se sentó junto a JunPyo y JiHoo junto a GaEul, que se encontraba frente a ellos. La comida burbujeaba en el centro y los bocadillos se veían deliciosos en el plato giratorio. Estaba indecisa de que probar primero, así que espero a que los demás se sirvieran. GaEul giró el disco, y puso una porción de carne en el plato de JiHoo, mientras él platicaba algo con WooBin quien se encontraba a su lado. Después puso algunas verduras y un guisado de sardinas. Había una ensalada de aceitunas y tomó una porción para dársela a JiHoo. JanDi de forma automática se paró de su asiento y puso su mano frente a la cuchara para evitar que GaEul la depositara en el plato.

-¡No le des eso! ¡No le gustan, además es alérgico! – gritó desesperada. Todos en la mesa la miraron, incluso JiHoo la veía detenidamente y con el ceño fruncido. Ella al darse cuenta de lo que había hecho, volvió a sentarse lentamente tomando agua de su vaso y riendo nerviosamente. Se hundió en el asiento queriendo desaparecer.

-¿De dónde sacaste eso? – le preguntó JunPyo en voz baja. GaEul seguía mirándola con extrañeza y continuó con su labor, pero ahora fue la mano de JiHoo quien la detuvo.

-¿Es… cierto? – le preguntó a su novio. El seguía mirando a JanDi, y sin voltear hacia su novia le respondió.

-Si, las aceitunas me causan inflamación, y suelo tener problemas para respirar – GaEul bajó la mano y volvió a depositar las aceitunas en su sitio.

-¡Oh, vaya! ¡No lo sabía! – dijo apenada. Él rompió el contacto visual con JanDi y sonrió amablemente hacia ella. Le dio un beso corto en los labios, y le acarició la mejilla.

-¡No te preocupes, ahora lo sabes! – Ese gesto se sintió como una bofetada. El hecho de que su novia hubiera metido la pata, solo provocó ternura en él. Cada demostración de cariño que veía entre ellos,

- se sentía como una patada en el hígado, por lo que comenzaba a sentir náuseas. Aún así, creía que estaban mejor así, separados y con otras personas, ya que juntos no lograron ser felices. El hecho de ser almas gemelas, no garantizaba que estuvieran destinados a estar juntos, esta realidad se lo estaba mostrando, pero no dejaba de ser doloroso comprobarlo. Porque, a pesar de todo, de la escasez económica, de la rutina, de las peleas, extrañaba a su esposo, realmente lo extrañaba, y verlo feliz con otra persona, era muy difícil de digerir, y sobre todo aceptar, que era lo mejor para ambos.

La cena terminó, y todos se fueron despidiendo, hasta que solo quedaban JiHoo y GaEul, que se encontraban en el salón, bailando muy pegados una melodía romántica mientras reían. La escena le produjo un malestar en el estómago, pero no pudo evitar mirar, la sutileza con la que le tomaba la mano y acariciaba su mejilla, se encontró concentrada en el movimiento de sus labios al susurrar palabras ininteligibles para ella, pero que, a su interlocutora, le hacían bajar la mirada y sonreír nerviosa. La melodía terminó haciendo que él depositara un beso en los labios de su amada, provocándole un sonrojo. Giró su cabeza para dejar de mirar encontrándose con el perfil de su esposo, que se hallaba igual, o más concentrado que ella, mirando a la pareja. Tenía las manos en los bolsillos de su pantalón, y la mandíbula apretada. Iba a llamarlo cuando lo vió relajar su rostro y dibujar una sonrisa.

- Es hora de irnos – escuchó la voz de JiHoo. Había dejado de bailar con su novia y estaban frente a ellos para despedirse.

-¡Gracias por venir amigo! – respondió sinceramente dándole un cálido abrazo.

-¡Gracias a ustedes por invitarnos! – contestó JiHoo.

-Señora Gu, espero haya pasado una excelente velada – dijo dirigiéndose a ella.

-¡lo fue! ¡Gracias! - respondió – de forma inesperada, él se acercó a ella y la abrazó. Su aliento en su oído fue algo que no pensó nunca volver a sentir, mientras le decía:

-¡Felicidades! - en un susurro que estremeció sus entrañas, provocándole un escalofrío. Se separaron y le sonrió haciendo una inclinación en modo de despedida. GaEul hizo lo mismo. Pero ella solo le extendió la mano.

-¡Gracias por todo! – dijo JunPyo dirigiéndose a GaEul

-No fue nada, y cuando me necesites cuenta conmigo- le respondió ella. El sonrió a su vez y se inclinó también para despedirlos. Una vez que cerraron la puerta, JunPyo la abrazó por detrás. No opuso resistencia, necesitaba mucho un abrazo. La giró hacia él y comenzó a besarla guiándola hacia la habitación. Una vez allí la recostó en la cama y apagó las luces, JanDi quería sentirse amada, así que correspondía todos sus avances. Cuando él comenzó a desabotonar su blusa, ella tomó su mano deteniéndola. Lo miró a los ojos mientras que él arrugaba el entrecejo.

-Dime algo que me guste escuchar antes de que hagamos el amor – Lo vió entrecerrar los ojos ante su pregunta.

-¿Algo que te guste escuchar? ¡No te entiendo! – JanDi comprendió entonces que su relación con JunPyo debía ser muy distinta a la que había tenido con JiHoo, y era muy obvio que sus costumbres eran otras. El pensamiento de culpa la invadió una vez más, al sentir que estaba traicionando su matrimonio, su integridad. Empezaba a odiar estar comparándolos, cuando ambos eran completamente distintos.

-¿Entonces… no hay nada especial antes de que estemos juntos? –

-¿Qué podría ser más especial que el hecho de hacer el amor? Ya deja de pensar. Quiero estar contigo antes de irme – le dijo besándola de nuevo. Cuando se separaron volvió a abordarlo.

-Pero JunPyo… nosotros… somos felices, ¿no? Estar juntos era lo que más anhelábamos –

-¿A qué vienen todas esas preguntas JanDi? ¿No quieres hacerlo? ¡Bien! ¡Solo dilo, y ya! – respondió ya un poco enojado, al tiempo que se levantaba de encima de ella. Lo tomó de los brazos para que no se fuera y trató de enmendar su error.

-¡Perdón! ¡no te vayas! ¡Discúlpame! Es sólo que esto de olvidar ciertas cosas no me tiene bien. ¿Empezamos de nuevo? – le dijo con súplica. El suspiró torciendo un poco los labios, volvió a besarla, esta vez con más cautela. JanDi disfrutaba del beso y de las caricias que recibía, tenía que repetirle a su cerebro, que estaba en otra realidad, una que ella misma pidió. Y estaba haciendo el amor con el hombre de sus sueños, que además, era su esposo. Debía repetirse hasta que se le quedará grabado, que su vida pasada ya no existía, por lo que era hora de comenzar a borrarla y crear nuevos recuerdos. Tenía la oportunidad de ser feliz, y era lo único que debía importarle. Cerró los ojos fuertemente para alejar la imagen de un hombre de cabellos rojizos, mirada de ángel y sonrisa cautivadora. Yoon JiHoo estaba a punto de ser sepultado en lo más recóndito de sus memorias.


Contemplaba el azul del cielo mientras flotaba libremente en la alberca. Había llegado desde muy temprano para entrenar. JunPyo había salido en el primer vuelo hacia Los Ángeles, le dijo que se verían en un mes. Hacer el amor con él había sido gratificante, él era un hombre impetuoso pero a la vez tierno. Tenía la vida que deseaba, era la mejor nadadora del país y además rica y famosa. Su casa era hermosa y tenía un esposo guapo, influyente y que la amaba. Entonces… ¿por qué aún no se sentía plena? Suspiraba pensando en que había deseado tanto esta vida, que no se puso a pensar que habrían consecuencias.

-¡Deja de holgazanear! – escuchó a su entrenadora. Sonrió y se incorporó de inmediato.

-¡Buenos días entrenadora Choi!-

-¡Buenos días! Llegaste temprano. Pensé que no te vería hoy, imaginé que tu esposo habría hecho su propio festejo y estarías desvelada –

-Nos acostamos temprano. Estábamos muy cansados –

-Pues ya que estás aquí. Te tengo un trabajo –

-¡Dígame! – dijo saliendo de la alberca. Si era trabajo estaba más que dispuesta. Tener la mente ocupada le ayudaría a dejar de pensar en su enredada vida.

-Necesito que vayas a la residencia de Monteverdi, debe firmar estos papeles para autorizar el presupuesto de los uniformes del equipo olímpico. Ya es en dos semanas y aún no tenemos nada. Así que como sabrás, esto urge – No podía ser, lo que menos quería era seguir encontrándoselo.

-¿Entrenadora Choi, podría mejor darme otra cosa que hacer? La verdad, ni siquiera sé dónde vive.

-¿Estas bromeando no? Monteverdi vive a dos cuadras de tu casa – se golpeó mentalmente al recordar que los F4 vivían en el mismo vecindario. Sólo que JiHoo vendió esa casa cuando fue desterrado y por eso lo había olvidado. Pero, en esta vida, El aún vivía ahí –

-Entrenadora… de verdad, puedo limpiar los baños, sacarla basura, lo que usted quiera –

-Jajajajajajaj Tú… ¿Lavar baños? Deja de bromear JanDi. Ni siquiera recoges la basura de tu casa. ¡Anda vístete y ve a hacer lo que te digo! Monteverdi tiene poco tiempo y su asistente me dijo que estará ahí hasta las diez. Así que apresúrate-

-Pero… entrenadora –

-¡Ve rápido! – derrotada se vistió y tomó su auto hacia la casa de JiHoo.

Recordaba muy bien el camino y también la casa. Se quedó unos segundos dentro del vehículo contemplando la vista majestuosa de la casa arquitectónica de la dinastía Silla con matices dorados que la hacía parecer un palacio de la época de Joseon. ¿Cuántas veces estuvo ahí? ¿Cuántas historias se llevaron a cabo en cada rincón de esa casa? Fue en esa casa donde su vida dió un giro inesperado. Y ahora estaba ahí de nuevo, después de mucho tiempo, cuando había pensado jamás volver a pisar ese lugar.

-Solo entregarás el documento y te irás – se decía así misma. Respiró hondo y bajó de vehículo. Levantó el puño para tocar la puerta, pero se abrió ante sus ojos de forma inesperada. Un sonriente JiHoo la recibió. Llevaba el cabello húmedo, con algunas gotas cayendo sobre su rostro. Vestía una sudadera blanca y unos pantalones vaqueros. Se mordió el labio inferior, estaba de más decir, que el hombre se veía sexy.

-¡Oh, pasa Jan Di! - recibí la llamada de que vendrías. Le dijo mientras le hacía espacio para que entrara. Caminó detrás de él y sus ojos no pudieron evitar girar en torno a todo el lugar. Estaba tal cual lo recordaba, solo algunos detalles adicionales se habían añadido para modernizar el sitio. Como esculturas que suponía eran del museo So, y algunas fotografías de JiHoo con su violín ya como profesional.

-¡Por favor siéntate! – le pidió señalando el asiento en el desayunador. El se metió a la cocina y se colocó un delantal.

-¿Ya desayunaste? – le preguntó.

-Bueno, vengo de la alberca así que… -

-Entonces, debes de tener hambre – le dijo mientras sonreía.

-La verdad es que… - quería rebatirle ella, no quería pasar mucho tiempo con él.

-Seguro no tienes prisa. Te mandaron conmigo, así que, está justificado tu tiempo, ¿No te molesta cierto? –

-¡No, la verdad no! –

-¡Discúlpame! Es que… no me gusta comer solo. GaEul tenía una entrevista de trabajo, espero le vaya muy bien – le decía mientras preparaba una ensalada, huevos estrellados y unas papas asadas –

-¿Puedo ayudar? – le preguntó. El la miró arrugando el entrecejo.

-No me mires así. Sé cocinar, ¿de verdad? –

-¡Si estás segura...! – le dijo. JanDi inmediatamente se puso un delantal y comenzó a ayudarle. Conocía esa cocina a la perfección, por lo que se movía con facilidad buscando los utensilios y los ingredientes para los platillos. Estaba tan ensimismada con sus labores, que no se percató de que él hacía rato de haber dejado la espátula a un lado y se encontraba apoyado en la barra con los brazos cruzados observándola. Al terminar sonrió satisfecha, pegó un salto cuando escuchó el sonido de un aplauso. Rió nerviosa y empezó a quitarse el delantal.

-¡Impresionante Señora Gu! nunca imaginé que sería tan hábil en la cocina -

-Yo… cocinaba en casa de mis padres –

-¡Increíble! – respondió. Bueno, entonces vamos a degustar sus artes culinarias. Siéntate en la mesa, yo serviré los platos - le ordenó. Ella obedeció apenada, pero al mismo tiempo, estaba orgullosa de haber causado una buena impresión. Poco a poco dejarían de verla como una arrogante presumida. Comenzaron a comer y JiHoo fue el primero en hablar.

-¡Mmm! Está delicioso. ¿Quién lo diría? Creo que te llamaré todos los días para que me ayudes con el desayuno – dijo riendo.

-¡Lo haré con gusto! Siempre que estés dispuesto a ayudar a la escuela de natación – El soltó una carcajada. Se escuchaba tan hermosa en sus oídos, que no pudo evitar reír con el.

-La señora Gu, sabe negociar – le dijo. Ella sonrió ante el comentario y levantó los hombros. Siguieron hablando de banalidades y compartían risas y puntos de vista durante la conversación. JanDi se sentía tan bien, era como haber vuelto a casa, antes del desastre. Cuando terminaron, él se ofreció a lavar los platos, pero JanDi insistió en ayudarle. Al final él sacó dos copas y sirvió un vino de su reserva. Se sentaron en una alfombra frente a la chimenea, ese día era especialmente frío y a JiHoo le gustaba ese tipo de rutina en días así.

-Entonces… ¿me muestras los documentos? – le pidió. Ella le pasó los documentos y un bolígrafo sin perder tiempo. Puso su mano en la barbilla para observar como revisaba los documentos. Sin que pudiera evitarlo, se perdió en cómo sus pupilas se movían de un lado a otro leyendo cada línea. El largo de sus pestañas era adecuado para sus ojos, y de vez en cuando, arrugaba las cejas, que estaban muy bien delineadas acentuando un rostro casi perfecto. El cabello se había secado y su rebelde flequillo adornaba su frente, cuanto deseaba tocarlo, pero tuvo que morderse los labios para mitigar sus impulsos. Tomó el bolígrafo y firmó el documento. Sin levantar la vista hacia ella, le dijo.

-Es extraño… - dijo. JanDi abrió los ojos asustada.

-¿Hay algo mal? ¿Quieres cambiar algo? – El levantó la vista pero su rostro mostraba seriedad.

-Nadie sabía sobre mi alergia, nunca se lo dije a nadie – Ella tragó saliva y desvió la mirada nerviosa.

-No voy a preguntar cómo es que lo sabías. Pero, empiezo a creer lo que me dijiste ese día. Tú de algún modo, sabes mucho sobre Mi –

-Creo que es intuición – le contestó bebiendo de su vino y mirando hacia las llamas de la chimenea.

Él la miró detenidamente, lo que hizo que ella se pusiera nerviosa.

-¿Por qué me miras así? – le preguntó.

-Desde que empecé a frecuentarte, tengo la sensación de que no somos tan ajenos el uno al otro. Al verte hoy en mi cocina moviéndote con tanta familiaridad, sentí como si no fuera la primera vez que lo hicieras, y tu parecías conocerla muy bien, nunca me preguntaste en donde encontrar las cosas, era como si, ya supieras donde estaban –

JanDi se reprendió a sí misma por haber sido tan obvia. Estaba tan emocionada de volver a cocinar para él en esa casa, que olvidó que para este JiHoo, era la primera vez que lo hacía. Tenía que tener más cuidado con lo que dejaba ver la próxima vez.

-Bueno, las cocinas se parecen, solo… adivinaba y me salió bien jeje – A pesar de su respuesta, él no sonrió y no le quitó la mirada de encima.

-¿Y ahora que…? – le preguntó. El bajó la cabeza volviéndola a subir antes de hablar.

-Hace unos días, tuve un sueño, fue antes de que nos viéramos por primera vez –

-¿Qué sueño? – preguntó intrigada. Él sonrió chasqueando la lengua. Bebió de su copa y fijó su mirada en el fuego.

-Es una tontería – dijo

-Puedes decirme – le insistió ella. Realmente quería saber.

-Bueno, yo estaba tocando el violín en medio de un camino de árboles, me veía muy joven, de quizás unos 17 o 18 años, parecía de la época escolar, aunque no llevaba uniforme. Estaba concentrado en la melodía hasta que de repente, sentí la mirada de alguien y dejé de tocar – El bajó la mirada y luego la puso en ella. JanDi sentía que sus pulsaciones se aceleraban, sus ojos no podían pestañear de la anticipación. Su mirada puesta en él, esperaba que terminara el relato.

-Eras tú – dijo sin quitarle la vista. JanDi estaba petrificada. Eso no había sido un sueño, era un recuerdo de su vida, del día en que lo conoció.

-¡Vaya! ¡Que extraño! – dijo ella bebiendo nuevamente de su copa.

-¡Te dije que era tonto! – volvió a decirle. Ella fingió una sonrisa. Si él supiera que no tenía nada de tonto, ese sueño era su realidad, la verdadera. Trató de comentar algo para aligerar la tensión que se había generado.

– Entonces, por eso no hiciste caso del espectáculo que hice el día que te conocí, y decidiste ayudarnos – El sonrió genuinamente, provocando un aleteo en su interior.

-Lo hice porque no fue tu culpa que el alcohol te hiciera daño. En todo caso, la culpa fue mía por haber pedido el vino. Lo cierto es, que vi un lado de ti, que nunca antes había visto, esa tenacidad y la voluntad de que, a pesar de las circunstancias, estabas abogando por los demás, enfrentándote incluso a mis desplantes y a mi desconfianza. Hay una fuerza en tu interior que no sabía que tenías, y eso fue lo que me dió la pauta para arriesgarme –

-¡Gracias! Estás ayudando a muchos niños –

-¡Me alegra! Bueno, no te quito más tu tiempo. Ya me acompañaste lo suficiente – Dijo poniéndose de pie y extendiendo la mano hacia ella para ayudarla a ponerse también de pie. Le entregó los documentos firmados y ella se inclinó en agradecimiento.

Caminaron hacia la salida cuando de pronto, sin esperarlo, un ladrido hizo que volteara. Sus ojos se agrandaron cuando vio venir corriendo hacia ella, a un perro grande de pelo negro. Vio como JiHoo se interponía para evitar que la atacara, pero el perro lo tiró al piso y pasó de largo subiéndose a su regazo, no pudo evitar sonreír cuando sintió como pasaba su lengua por su cara. Su corazón se llenó de alegría y unas lágrimas de felicidad llenaron sus ojos.

-¡No puede ser! – dijo, y abrazó al perro con toda su fuerza, a lo que él respondía moviendo la cola y lamiendola. Se sentó en el suelo accediendo a los cariños del animalito. De reojo pudo ver a JiHoo ponerse de pie mientras miraba la escena con incredulidad, se le veía contrariado.

-¡Matiac! ¡Déjala! ¡Ven conmigo amigo! – lo llamaba JiHoo. El perro obedeció, más sin embargo, regresaba con ella también.

-Creo, que le gustaste – dijo él.

-Si, eso parece – contestó ella sonriendo.

-¡Espera! Voy por una galleta, de otro modo, no va a soltarte – dijo, y fue hacia la cocina. JanDi aprovechó para hablarle al animalito en voz baja.

-¡Oh Bruno! Me reconociste cariño. Sabes que soy yo ¿verdad? Pero no entiendo, ¿Cómo es posible? ¡No importa, te extrañé precioso! ¿Estás cuidando a Papá? ¿Si? ¡Que buen chico! ¡sí que lo eres! ¡Te quiero! - decía mientras le daba besos. JiHoo volvió con la galleta y lo llamó de nuevo. El perro corrió enseguida hacia él.

-Es curioso, nunca es tan afectivo con desconocidos-

-¿Hace cuanto tiempo que lo tienes? – le preguntó

-Hace seis años. Me lo regalaron en mi primer concierto, y desde entonces me ha acompañado a todas mis giras. Estuvo un poco desorientado hace unos días, pero ya está bien. No quería que nadie lo tocara, y se veía triste. Solo… quería estar conmigo – JanDi meditó un poco, ¿acaso Bruno también había viajado con ella?

-Es un buen perro. Bueno, ahora si me voy, nos vemos después –

-¡Hasta pronto JanDi! -

Era tan extraño, sintió tanta alegría de ver al animal, ya no estaba sola. Por algún motivo desconocido, él había cruzado a esta realidad como ella, o eso parecía. El sueño de JiHoo la puso en duda, ¿acaso al llegar ella a esta realidad, había alterado algo en sus recuerdos? Decidió hacer una visita, necesitaba respuestas.


Tardó un poco en llegar al camino del mercado de artesanías y hierbas curativas. Por fin halló la tienda. La anciana estaba sentada en el mismo lugar acomodando sus plantas y hablándole a los transeúntes para convencerlos de que le compraran algo. Cuando llegó hasta ella, cruzó los brazos y le habló directamente.

- ¡Oiga, tengo varias preguntas que hacerle! –

- ¿Quieres que te sugiera alguna planta curativa, que enfermedad quieres curar? –

- ¡Nada de enfermedad! Usted me dijo que sabía que yo no era de aquí. Me dijo que podía perderlo todo –

La mujer la miró primero fijamente y después se levantó con prisa y se encerró en su tienda. JanDi corrió tras ella y comenzó a golpear la puerta.

-¡Señora, por favor! Necesito ayuda. ¡Estoy sola, por favor! No tengo a nadie, me siento perdida – dijo sollozando. La puerta se abrió lentamente. La anciana la miraba con pena.

-¿Qué es lo que quieres saber? – le dijo.

JanDi se limpió las lágrimas.

- Por favor quiero saber qué fue exactamente lo que me pasó, ¿Por qué estoy aquí? –

- Te contestaré lo que solo puedo contestar. Lo demás deberás descubrirlo tú misma –

- ¡Esta bien! – contestó. Y se adentró en la tienda de la anciana.


Mientras tanto en la realidad alterna…

Abrió los ojos poco a poco, había tenido una pesadilla, donde era pobre y estaba con dos niños y un sueño de hombre…

-¡Papá!, Mamá despertó – se escuchó la voz de una niña. Giró la cabeza y se horrorizó al ver que se encontraba en una pequeña recámara muy precaria, las sábanas no eran de seda y comenzaban a picarle. Pero lo más terrible, era que estaba rodeada de las personas que vió cuando se despertó la primera vez. No fue un sueño entonces. Se sorprendió de ver a su hermano, hacía años que no lo veía.

-¿Kang San? – dijo con la voz temblorosa.

-Si, aquí estoy. ¿Cómo estás? – Ella se soltó a llorar de forma estruendosa. Se tapó los ojos dando rienda suelta a su llanto.

-¡Ahhhh, me siento de la mierda! - Los niños abrieron los ojos asustados al igual que el hombre y su hermano.

-¡Desperté en esta pocilga y estos niños insisten en llamarme Mamá! -

-¡Niños! Hagan como que no escucharon eso. Su Madre aún no se encuentra bien – ambos asintieron vigorosamente ante lo dicho por su Padre.

-¿Dónde está JunPyo? ¡Llévenme con JunPyo! – decía entre sollozos

-¿Quién es JunPyo Papi? – preguntó el niño más pequeño.

-Es un antiguo amigo. ¿Por qué no van con el Tío Kang San? - sacó su billetera del pantalón y le dió unos billetes a su cuñado.

-El... los llevará a comprar helados - les dijo a los niños, y le pidió a Kang San que lo ayudara, a lo que este accedió gustoso.

-¡Vamos niños!, iremos con la Señora Cha, hace unos helados deliciosos –

-¡Si! ¡Nos vemos Papá! -

-¡No se alejen del Tío Kang! - les gritó cuando ya llevaban unos pasos adelante. JanDi seguía llorando. JiHoo se cruzó de brazos y volteó los ojos. Sacó un pañuelo de uno de los cajones y se lo pasó. Hizo una mueca cuando ella se sonó la nariz de forma escandalosa.

-No… Hip… entiendo… ¿Qué.. está... pasando? Ayer estaba en mi casa celebrando la inauguración de la Alberca Olímpica, y hoy despierto aquí ¡No sé qué sucede! –

-Lo que sucede es que desde tu encuentro con JunPyo, ya ves a nuestra familia como la catástrofe de tu vida – le respondió enojado. Ella lo miró.

-¿Mi encuentro con JunPyo? ¿El estaba aquí? – El entrecerró los ojos.

-Ni siquiera te molestas en disimular. ¿Tanto así quieres verlo? – caminó de rodillas sobre la cama y lo tomó de la camisa.

-¡Llévame con él! ¡Por favor! – El se soltó enojado.

-No tienes vergüenza. Ni siquiera nos hemos divorciado –

-Pero… -

-Si tanto quieres verlo, búscalo tú misma. Y como veo que ya estás mejor, me voy a trabajar. Si tienes hambre, baja a la cocina, dejé preparado tu desayuno. Te veo después – se dió la vuelta y salió dando zancadas cerrando la puerta con fuerza – JanDi solo cerró los ojos al escuchar el golpe. Suspiró derrotada.

-Estoy atrapada – necesito encontrar a JunPyo. Se paró de golpe y bajó rápidamente por las escaleras, abrió la puerta de la entrada, solo vio un desván y un camino rústico lleno de árboles.

-Pero ¿qué? – dijo abriendo los ojos y la boca, no podía creer lo que estaba viendo. La casa parecía estar en medio de un bosque. ¿Cómo diablos iba a encontrar a JunPyo así? Volvió a entrar pensando en que tendría que esperar al Adonis Furioso para pedirle su ayuda, aunque lo veía muy difícil. Su estómago rugió, a final de cuentas, tenía hambre. Comería algo primero y ya después pensaría la manera de salir de ese lugar. Cuando estaba por entrar a la cocina, la figura de un perro negro le impidió la entrada, era el mismo que le ladró cuando despertó. Estaba gruñendo, y la veía con muy malos ojos.

-Lo que me faltaba – pronunció

-¡Ven perrito!, no te haré daño… ¡anda perrito! ¿Tienes hambre? Yo puedo darte comida, sólo déjame pasar – pero en lugar de calmarlo, el perro comenzó a ladrar y a querer abalanzarse sobre ella, JanDi se asustó y comenzó a correr siendo perseguida por el melenudo. Regresó a su recámara y cerró la puerta con seguro. Se metió en la cama y se cubrió con las sábanas, el perro seguía ladrando.

-¡Animal del Demonio! – pronunció ofuscada. Luego frunció las cejas y se sobó el estómago

-Ay, tengo hambre, tan rico que olía. Bueno, es mejor no haber comido, quién sabe si el Adonis se lavó las manos antes de cocinar, podría tener gérmenes – dijo en voz alta. Se acostó en la cama mirando el techo

-JunPyo, ven a buscarme – dijo suplicante.

Al poco rato escuchó ruidos en la planta baja, se escuchaban risas y cánticos infantiles en lo que a ella le pareció, era un televisor. Los ladridos del perro habían desaparecido, parecía que ya se había ido. Su estómago seguía rugiendo, así que decidió armarse de valor y bajar por alimento. Abrió con cautela la puerta de la habitación, pero debido a que era de madera fue inevitable que rechinara. Volteó los ojos exasperada. Fue bajando lentamente las escaleras y pudo ver a los dos niños tirados en la alfombra mirando televisión y comiendo galletas con leche, a lado de ellos se encontraba echado el perro diabólico, quien al verla, comenzó a gruñir nuevamente.

Los niños voltearon hacia ella. El más pequeño se levantó y corrió hacia ella abrazándola por la cintura.

- ¡Mami! Por fin te levantaste –

La niña la veía con más recelo, no dijo nada y siguió viendo la televisión.

- ¡Tranquilo Bruno! – le dijo al perro acariciandolo para que dejara de gruñir. El perro obedeció y no se movió de su sitio.

- Si, ya estoy mejor! – le dijo al niño que seguía abrazándola.

- ¿Nos llevarás al parque? Ya faltamos a clases, si tienes tiempo de llevarnos ¿verdad? –

- Tal vez tu Mamá aún no se sienta bien Hyeon, yo puedo llevarlos –

El niño hizo un puchero

-Pero yo quería que Mami fuera con nosotros –

-Si campeón, pero… -

-Los llevaré – dijo JanDi. Era su oportunidad de salir y ver la manera de encontrar a JunPyo.

-¿Estas segura? Puedo llevarlos, no voy a trabajar hoy, así podrías quedarte a descansar – le dijo Kang San

-Lo haré. Los llevaré –

-Está bien. Pero los acompañaré, no creo que sea buena idea que vayas sola con ellos –

-Si, no hay problema – hallaría la manera de escabullirse y los niños quedarían al cuidado de su hermano. El plan parecía perfecto.

Comio rápidamente, lo que fue una lástima porque todo estaba delicioso. El Adonis sabía cocinar. Se fue a su cuarto para cambiarse de ropa. Torció la boca al ver lo que había en su armario.

-¡aghh! ¿Pero que son estos harapos? No hay nada decente aquí, y todo parece de segunda mano – decía mientras pasaba su mano buscando algo que ponerse. Al fin encontró unos Jeans y una blusa de manga larga de vestir, se maquilló con lo que encontró y se peinó lo más decente que pudo. Se puso unos zapatos negros de tacón bajo y se perfumó. Cuando bajó de las escaleras, sonrió satisfecha al ver la cara de asombro en las tres personas que la esperaban abajo.

-¡Woww! – dijeron los niños.

-¡Mama! Estás hermosa – dijo el niño. Su hermano también sonrió al verla. En ese momento se abrió la puerta principal y por ella entró el Adonis con una bata blanca de médico. Hizo contacto visual con ella por unos segundos, y ella pudo notar como la recorría de pies a cabeza. Lo vio vacilar y pasar saliva, pero no dijo nada, lo cual fue decepcionante. Se acercó a los niños, quienes al verlo corrieron a su encuentro.

-¡Papi! –

-¿Van a salir? – les preguntó.

-¡Mamá va a llevarnos al parque! – contestó el niño entusiasmado. Él volteó a verla de nuevo.

-¡Pues pensé que tú Madre iría a una cita! – Ella bufó ante el comentario. Ese Adonis era un insufrible.

-¿Se ve hermosa no crees? – le insistió el niño. El respiró hondo y le revolvió el cabello a su hijo.

-¿Iras con ellos verdad? – le preguntó a su cuñado, ignorando el comentario del niño. Lo que evidentemente molestó a JanDi, ¿es que acaso era de hielo?

-Si cuñado, no creo que JanDi esté todavía en condiciones de andar sola – El asintió en respuesta.

-Puedo llevarlos y después volver al hospital, solo vine por unas cosas que olvidé –

-¡Perfecto! – contestó Kang San

-Si quieres, pueden irse subiendo a la camioneta, mientras yo termino de recoger mis cosas –

-¡Si, vamos! – dijeron todos y salieron hacia el vehículo. JanDi permaneció de pie frente a él. ¿Así era siempre de indiferente? Su esposo la habría adulado y colmado de piropos. Y éste hombre parecía un iceberg sin sentimientos. Lo que tenía de guapo, lo tenía de insensible. Resopló al ver que solo pasaba de largo hacia lo que parecía una biblioteca. Ella se cruzó de brazos indignada. Al ver que seguía sin hablarle, bajó los brazos y se encaminó hacia la salida.

-¿Así te vas a ir? – escuchó que le decía, por lo que se detuvo. Se giró enfurecida dispuesta a replicarle si le reclamaba por su atuendo. Pero se quedó quieta al ver como él se acercaba lentamente sin quitarle la vista de encima. Su mirada era tan penetrante, que pareciera que podía leer sus pensamientos. De repente comenzó a sentir que le sudaban las manos, y su cuerpo comenzó a temblar ligeramente cada vez que él se acercaba más a ella. Cuando estuvo lo suficientemente cerca, él hizo un recorrido nuevamente a su rostro deteniéndose en sus labios. JanDi sentía que sus piernas habían perdido la fuerza. El ladeó un poco la cabeza y después su rostro quedó obstruido por un pequeño bolso de mano.

-¿No llevarás tus cosas? ¿Cómo te llamaré? – le preguntó. De algún modo se sintió decepcionada, furiosa le arrebató la bolsa y se la colocó en el hombro.

-Iba a buscarla – mintió. El sonrió de medio lado y JanDi comprobó que a pesar de ser una sonrisa irónica, era bella.

-Entonces, ¡Vamos! – le respondió invitándola a salir.

Se subió a la camioneta que para el gusto de JanDi era de personas de bajos recursos. Los niños jugaban atrás y su hermano escuchaba música con audífonos. Él no habló en todo el trayecto, lo que a JanDi le pareció incómodo. Lo miraba de reojo para asegurarse de que era el amigo de JunPyo. Sus facciones eran las mismas, muchas veces lo vio en las revistas de espectáculos así que era imposible que fuera otra persona parecida. Tenía los mismos rasgos, ¿Cómo terminó así? ¿Será que los engañó a todos? Su atuendo de Médico era lo que más la tenía contrariada. ¿Dónde estaba su violín? ¿Y su novia? Ella sabía que él tenía una novia y estaba próximo a casarse. ¿Por qué estaba con ella y con esos niños? Nada era coherente. El vehículo se detuvo.

-¡Llegamos! – le informo. Apago el vehículo y bajo para abrir las puertas traseras. Ella se quedó en el asiento esperando a que él le abriera la puerta, pero lo vio bajar a los niños y luego llevarlos de la mano hacia el parque de juegos, ni siquiera volteó hacia atrás.

- ¿Pero que le pasa a este energúmeno? – se preguntó. Kang Sang se acercó a ella

- JanDi… ¿no vas a bajar? – Vio por encima de la cabeza de su hermano, como él se giraba deteniéndose para mirarla con el entrecejo fruncido.

-¡Ya voy! Solo que pensé que mi supuesto esposo era más educado y amable – su respuesta causó que su hermano riera con ganas.

- JanDi… ¿Desde cuando te importan esas cosas? – Ella chasqueó la lengua y abrió la puerta del vehículo. Camino a pasos agigantados seguida de su hermano quien no podía soportar la risa. Se fijó en que su llamado "esposo" dibujó un atisbo de sonrisa en su rostro, para después seguir caminando con los pequeños. Se sentó en un banco frente a los juegos. Veía como él columpiaba a la niña mientras ella reía con alegría. Él se veía tan cariñoso y jovial con los niños, se preguntaba qué hacía que fuera tan frío e indiferente con ella. Estaba claro que estaba en un lugar en donde se supone que ella era su esposa, y esa mujer debió hacer algo que quizás lo había herido profundamente causando resentimiento en él. ¿Será que esa mujer había cambiado su lugar con ella? Abrió los ojos enormemente. Ella estaba usurpando su lugar, ¿estaría esa falsa JanDi con JunPyo, haciéndose pasar por ella? Se tapó la boca horrorizada. ¡No! Ella tenía que encontrar a su esposo. El debía creerle, y esa tipa debía regresar a su vida miserable y dejar de andar robándole su grandiosa vida. Lo vio venir hacia ella.

- Debo regresar al hospital – le dijo. Revisó su reloj de pulsera y apretó los labios.

- Vendré por ustedes para llevarlos a comer, solo me dan una hora, pero este parque está cerca, así que será más fácil. Por favor cuida a los niños y me llamas por cualquier cosa –

- No voy a llamarte. Está claro que estaremos bien – le contestó ácidamente. El levantó las cejas y lanzó un suspiro para apaciguar su enojo ante la respuesta que le dio.

-¡Bien! Kang San. Por favor quédate con ellos – le

Pidió. Él se quitó el auricular del oído y le sonrió.

- ¡No te preocupes cuñado, aquí voy a estar! – El asintió en respuesta. JanDi se cruzó de brazos.

-Te dije que no vamos a necesitar llamarte, por lo visto no me tienes confianza. ¿Qué tan difícil puede ser cuidar a unos niños jugando? – El entrecerró los ojos pero ya no respondió. Se alejó hacia el vehículo y se fue. JanDi sonrió, por fin tenía la oportunidad perfecta para irse. Esperó el momento ideal que se presentó cuando la niña se había caído de un juego y Kang Sang fue a auxiliarla. Pudo ver al niño acercarse a ellos para ver a su hermana, todos estaban entretenidos. Así que mirando hacia todos lados se paró del asiento y se encaminó hacia el lado contrario del parque. Necesitaba ubicarse para saber el camino hacia Gangnam-Gu, que era donde se encontraba su casa. Sacó el celular del bolso y activó el GPS.

-¿Qué? ¿25 kms? – tardaré horas en llegar – revisó si tenía dinero y se alivió cuando encontró una billetera. Esto debe ser suficiente para el taxi. Tomó uno y se dirigió hasta la dirección de la Mansión Gu. Al llegar respiró profundo. Se decepcionó cuando casi agota todo el dinero que llevaba en el taxi, pero se dijo que pronto ya no tendría que preocuparse por eso. Con altanería caminó hacia la entrada pero el guardia de la entrada le impidió el paso.

-¿Qué sucede Lee Jong? Soy yo, la Señora JanDi –

-¡Perdón!, pero no puedo dejarla pasar si una autorización – JanDi resopló disgustada.

-¿Qué no me reconoces? Soy la esposa de tu amo, así que hazte a un lado y déjame entrar a mi casa. Le dijo intentando entrar de nuevo, pero fue detenida nuevamente.

-¡Lo siento señora, debe irse! –

-¿Cómo te atreves a correrme de mi propia casa? ¡Se lo diré a JunPyo y seguro te despedirá! –

-¡Señora por favor! – le decía el guardia. Llamo a otro de sus compañeros y entre los dos la sacaron hacia la salida, cerrando la reja para que no pudiera volver a ingresar.

-¡No me iré! ¿me oyeron? – les gritó. - ¡No voy a moverme de aquí hasta que llegue mi esposo, y entonces conocerán su suerte! – gritó nuevamente. Se sentó en el suelo de la banqueta y enterró su cabeza entre las manos sollozando.

-¿Y ahora que voy a hacer? Esto es horrible. ¿Qué hice para que me pasara esto? – De repente un sonido raro la hizo reaccionar. El celular de su bolso estaba vibrando y sonando.

-Uy qué horrible música de plebeyos - dijo frunciendo la cara.

-¿Hola? –

-¡JanDi! ¿Dónde estás? -

-¡escuchó la voz preocupada de su hermano. Se limpió las lágrimas y pensó rápido en qué contestar –

-Ehhh, fui por unos helados, pero creo que me perdí –

JanDi, nos hubieras avisado! Hyeon dijo que iría a buscarte y supongo que no te encontró, porque tenemos rato buscándolo y no aparece, pensamos que estaba contigo -

-¡No! Él no está conmigo –

-¡Diablos JanDi ya nos preocupamos, Hyeon no aparece! JiHoo va a matarnos! –

-Se levantó de inmediato. ¿Cómo pudo perderse ese niño? Contó sus monedas y le alcanzaba justo para llegar de nuevo al parque.

- ¡Voy para allá! – dijo y colgó la llamada. Respiró hondo mientras volteaba de nuevo hacia la mansión.

-¡No me daré por vencida! Regresaré – dijo hacia el lugar. Hizo la parada a un taxi, y cuando se estaba subiendo, no se percató de que las rejas de la mansión se abrían para dar paso a una lujosa limusina negra que hacía su entrada con el heredero de Shinwa a bordo.