Una vez más, Lincoln agradecía lo mucho que Lily le ayudaba en la escuela, especialmente con todo eso relacionado a las matemáticas. De hecho, y con cierta sorpresa, Lincoln ha sido testigo de cómo Lily suele tener charlas bastante intensas sobre las clases con el profesor de matemáticas, quien parece tenerle mucho aprecio a la rubia por su vasto conocimiento en aquella materia. Con cierta vergüenza recordó que tuvo que confirmar aquello después de pensar que aquel hombre de mediana edad parecía coquetear con la pequeña rubia. Aquella fue una charla incomoda, bochornosa y al final del día muy ofensiva para aquel profesor quien con asco mencionó como Lily era de la misma edad que su hija e insinuarle que le coqueteaba a tan pequeña mujercita era completamente desagradable.

En cualquier caso, lo interesante era como Lily sabía tanto sobre matemáticas, pues parecía dominar ya con soltura la mayoría del temario de aquella escuela, pues nada la tomaba por sorpresa y todo le era fácil de resolver. Aquello era cierto para algunas otras áreas de estudio, pero en particular las matemáticas le parecían impresionantes, más que nada porque era donde Lincoln mas flaquezas tenia.

—Lily, tengo una pregunta.

—Soy toda oídos— comentó ella, rodeando el brazo del ahora mas peliblanco que castaño en un abrazo casual.

—¿Por qué eres tan buena en matemáticas?

—Soy una chica lista, Lincoln. Una pequeña genio diría yo.

—No lo dudo, en verdad que no. Es bastante entretenido escuchar como tú y el profesor Hamilton hablan de vez en cuando sobre cosas avanzadas de matemáticas.

—Si, yo recuerdo tu cara de confusión cuando hacemos eso. En verdad entiendes muy poco de matemáticas, ¿verdad?

—Estoy bastante seguro de que mi nivel es apropiado, pude verlo en los resultados de las últimas pruebas escolares. Aunque es por poco, estoy por encima del promedio en esa área según la base de datos del edificio B. En parte es gracias a ti, por cierto. Pero tú, por otro lado, estas muy por encima del promedio.

—Lo sé. Te lo dije, Lincoln, soy una chica lista. Además la mayor parte de mis estudios estuvieron a cargo de mi hermana mayor, y con lo estricta que es supongo que es normal que tenga buenas notas.

—Ya veo. Tiene algo de sentido.

—No le digas nada al señor Hamilton, pero yo de hecho estoy certificada con el examen AP, así que técnicamente estoy graduada de los estudios de matemáticas que se ven en la universidad.

—¿En serio? Eso es genial, parece que es verdad lo que decías. ¿Hace cuanto que hiciste ese examen?

—Poco más de dos años.

—Si tienes ese examen, ¿Por qué sigues tomando las clases del profesor Hamilton?

—Pues, porque son parte de la retícula.

—Pero podrías hablar con los del edificio A para que revisen eso, ¿no es así? Si estas acreditada podrían quitarte las clases de matemáticas y podrías concentrarte en otras cosas, o tener más tiempo para ti.

—Estoy bien así, no me interesa tener más tiempo, y es buena idea repasar esos conocimientos. Es imposible que los olvide, pero no está de más tomar precauciones.

—Oye, sé que no es algo que me incumba pero, ¿Cómo va todo con tu familia?

—Todo va bien. Hablé con mamá y papá y les expliqué porque hice lo que hice.

—¿Qué fue lo que respondieron?

—Regañaron a mi hermana mayor— entre risas suaves y algo nerviosas, esa fue la respuesta de la chica—, se lo merecía. Hace poco también vinieron de visita, se quedaron dos días porque querían ver donde vivía y a qué escuela asistía.

—Es bueno saber que hiciste las paces con ellos y que al fin les dijiste donde vives.

—No, en realidad hicimos las paces después de que llegaron a mi casa. Yo no tenía pensado decirles nada hasta que aceptaran mi decisión.

—Ya veo. No pensé que serias tan terca, pero es gracioso saberlo. ¿Cómo supieron donde vivías?

—Fue mi hermana mayor, ella era quien sabía sobre todo esto.

—Pensé que ustedes no mantenían el contacto por la discusión que tuvieron.

—Y tenías razón, yo me fui de casa sin decirle nada a ella. Mis padres ni siquiera estaban en casa, llegarían una semana después porque mi hermana les pagó unas vacaciones en Europa. Pero aunque hubiera huido hasta el fin del mundo, mi hermana me hubiera encontrado fácilmente.

—Es bueno saber que pese a todo ella se preocupa por ti.

—Si, supongo que sí, además tuvo la delicadeza de no meterse en mi vida personal. Indagó mi dirección y mi escuela, nada más. Esta vez no molestó a mis conocidos ni instaló aparatos raros en mi casa sin darme cuenta.

—¿Qué?

—Nada. Solo divagaba.

—Está bien. Es bueno saber que hiciste las paces con tus padres, aunque no parece que lo hayas hecho con tu hermana.

—Sigo molesta con ella, aunque también me visitó junto a mamá y papá, no se quiso disculpar conmigo. Es una necia de primera, seguía diciendo que ella tenía la razón. Al final solo me hizo enojar mas verla. Sin importar que, le voy a demostrar que yo puedo seguir mi propio camino y que da igual lo que ella quiera. Ya me canse de que esté controlando todo lo que hago.

—¿Qué opinan tus padres de eso?

—Pues, no están muy convencidos, sigue sin gustarle la idea de que me haya ido tan lejos de casa y aunque ellos jamás me obligarían a hacer algo que no quiero, siguen estando del lado de mi hermana mayor en ese sentido. Ellos también creen que debería hacerle caso y tener un futuro asegurado gracias a ella.

—No los puedes culpar, ellos solo quieren lo mejor para ti.

—Lo sé, por eso no me molesta que ellos crean eso, al menos no son tan necios como mi hermana para creer que sus razones son siempre las mejores. Cuando les expliqué todo entendieron porque me enojé con ella y hasta me dieron la razón en ese tema, y aunque no les gustó lo que hice cuando nos peleamos, al final decidieron que me dejarían hacer lo que yo quisiera. Amo a mis padres.

—Es bueno saber eso. Aunque aun eres joven, ellos parecen entender que necesitas cierta independencia.

—No es así exactamente, pero al menos no me obligaron a abandonar la escuela para volver con ellos a casa. Aunque están planeando visitarme muy seguido, quizá hasta buscar la forma de que mi hermana esté conmigo. No creo que se mude, pero la posibilidad existe.

—Si algo así sucede, o si tu familia te visita de nuevo alguna vez, me gustaría conocer a tu hermana, parece alguien respetable.

—Lo pensaré— comentó de forma graciosa la rubia, poniéndose de pie para acompañar a Lincoln fuera del edificio al que entraron para devolver cierto material de estudio que tomaron prestado.

—Por cierto, Lily, estuve hablando con Anna— sin que él lo notara, la pequeña rubia frunció un poco el ceño ante el nombre pronunciado—, creo que ella tiene razón. Me has ayudado mucho, así que me gustaría agradecerte. ¿Te gustaría salir a algún lado conmigo?

Lily apretó un poco más fuerte el abrazo en el que sostenía la siniestra del hombre, aunque no fue exactamente por la sorpresa. Su sobresalto se debió a otra sensación. Pero no lo pensó mucho, dio su respuesta con rapidez, feliz de pensar en cómo podría tener una cita con quien ella consideraba algo parecido a su hermano mayor.

—Claro que si, Lincoln. Seria genial ir a algún lugar contigo. ¿Tienes algo en mente?

—No, en absoluto. Creo que primero deberíamos planear bien la fecha, ya sabes, para no tener problemas.

—No creo que sea tan difícil, tenemos los mismos días libres, Lincoln.

—Lo sé, Lily, pero que tenga uno o dos días libres en el trabajo no significa que tenga ese tiempo libre para hacer algo más. Casi siempre tengo pendientes que resolver en esos días.

—Ya veo. Entonces no hay problema, no es necesario que salgamos a ningún lugar.

—Pensaré en algo, dame un par de días. En verdad te debo mucho por toda la ayuda que me has dado con las clases, así que me gustaría hacer algo por ti. Y como no soy mejor que tú en nada referente a la escuela, quizá llevarte de paseo sea algo entretenido. Aunque, si prefieres que te compre algún regalo, lo entenderé.

—No necesito nada, prefiero tener una cita contigo.

—¿Cita? ¿Tendremos una cita?— preguntó entre risas al mismo tiempo que subía al auto, teniendo que esperar a que su pequeña acompañante suba también para escuchar su respuesta.

—¿No será una cita? Me gustaría que fuera una.

—Me halagas, Lily. Pero no creo que sea una buena idea que alguien de tu edad se vea en una situación así con alguien de mi edad.

—¿Por qué no? Solo quiero una cita contigo, no quiero que sea romántica ni nada parecido.

—Oh, te referías a eso— replicó él, bastante avergonzado por asumir cosas que no debía.

—Si, en casa solía ver un programa, era algo así como un reality show, donde hacían que familiares que pelearon hagan las paces. Y muchas veces los hermanos solían tener citas en las que pasaban un rato juntos para relajarse y poder hablar con más confianza. Yo no tengo hermanos, así que pensé que sería lindo tener una cita contigo, eres como un hermano mayor después de todo.

—¿De verdad crees eso?

—Claro que si, eres igual de lindo conmigo que mi hermana mayor, a veces me haces recordarla.

Con suspicacia, Lincoln alzo una de sus cejas, notando como la relación de Lily con su hermana parecía ser mucho más compleja de lo que creía, pues no dejaba de sorprenderle como hablaba de ella de formas tan diversas. Algunas veces con cierta molestia, otras con mucha admiración y algunas con cierta nostalgia. Sabía que su hermana mayor era algo así como una genio, o algo parecido, pero también parecía ser alguien muy compleja en su comportamiento, pues Lily solía describirla de formas que muchas veces parecían contradictorias, casi como si hablase de personas diferentes.

—Hablando de ella, ¿Qué edad tiene tu hermana mayor?

—Mmm. Creo que tiene veinte años, o algo así.

—¿No estás segura?

—Ella es mayor que yo por dos o tres años, pero no sé exactamente cuánto. Nunca pensé que saber eso fuera importante, además a ella ese tipo de temas le parecen irrelevantes.

—Bueno, al menos se qué edad aproximada debe tener. Pensé que sería mucho mayor, la haces sonar como alguien muy madura y llena de experiencia.

—Bueno, ella es muy madura y tiene mucha experiencia… creo. Además, aunque ella es como yo en eso de hablar con otras personas, su trabajo la hace conocer y relacionarse con muchísimas personas, así que ha pasado por muchas cosas y ha escuchado otras tantas.

—No sé qué tan impresionante sea saber sobre experiencias ajenas, pero supongo que al menos es tan lista como para aprender de ellas.

—Claro que lo es, es la más lista. No hay nadie en todo el mundo más lista que ella, no tengo la menor de las dudas.

—Puedo creer eso. Oh, ya se, ¿Qué te parece una película? Ya sabes, para pasear. Antes o después de eso podría invitarte a comer, o cenar.

—¡Sí! Eso suena genial, es lo que hacen en las novelas que mi hermana mayor veía antes. Esas cosas románticas en lugares tranquilos y silenciosos.

—¿No dijiste que la nuestra seria una cita no romántica?

—Entonces podemos tener una cita romántica, pero solo si va a ser como las de esas novelas. Salimos de noche, te portas como un caballero, me dices un montón de cosas bonitas y durante la cena hablamos de nosotros, para que al terminar empecemos a coquetear después de tomar vino en nuestras copas finas que un mesero muy educado nos trajo.

Sin darse cuenta en qué momento pasó, Lily había comenzado a utilizar algunas expresiones corporales algo exageradas y sin duda fuera de lugar tomando en cuenta que seguían dentro del auto, donde el espacio era poco. Pero eso le pareció encantador a Lincoln, quien vio en aquella conducta a una pequeña niña soñadora que por lo visto no tenía experiencia en ese tipo de cosas y esperaba que él, como un buen hermano mayor, le enseñara.

—Entonces debería llevarte a un restaurante cerca de una playa para cenar, ¿cierto?

—¿Lo harías?

—Claro, después de cenar podríamos quitarnos los zapatos y caminar por la arena, después nos acercaríamos a la orilla para dejar que las olas mojen nuestros pies y bajo la luz de la Luna nos daríamos un beso apasionado antes de ir juntos a la cama.

—¡Oye!— reclamó la rubia, completamente sonrojada y dándole un suave golpe a Lincoln en el brazo, no solo sintiéndose avergonzada por las cosas que el hombre le decía, sino también por haber notado los gestos que él hacía, lo que dejaban claro como él se estaba burlando de ella.

—Vamos, eso sería muy romántico, tienes que admitirlo. Sería justo como en esos programas para adolecentes.

—No te burles de mí.

—No lo hago.

—Claro que si lo haces. Mírate, te estás riendo de mí.

—No me puedes culpar, Lily, tú fuiste la que empezó con eso.

—Solo te burlas porque eres demasiado viejo y estas amargado.

—No te burles de mi, enana, no soy tan mayor aun. Ya no soy un niño, pero de ninguna manera soy un viejo tampoco.

—Esas canas dicen lo contrario, señor Lincoln.

—Tienes suerte de que esté manejando, enana, o te daría tu merecido por burlarte de mi hermoso cabello blanco. Y ya te dije que no son canas.

—Claro señor Lincoln, lo que usted diga. Cuando lleguemos a casa le daré sus pastillas para la demencia senil.

—Enana, te daré tu merecido cuando lleguemos a tu casa.

—Abuelito Lincoln, deberías prestar más atención, acabas de pasarte mi casa.

—¿Qué? Demonios, es tu culpa por distraerme, enana.

—Es tu culpa por ser anciano.

Con una enorme sonrisa en su rostro, Lily siguió discutiendo con Lincoln y burlándose de él por aquel peculiar color de cabello, mientras él solo le devolvía alguno que otro comentario desatinado. Eso la hacía sentir como una niña pequeña otra vez, jugando con sus hermanas y pasando el rato haciendo y diciendo tonterías. Aun no sabía que es lo que ocurrió con los hermanos menores de Lincoln, pero sabía que si estaba separado de ellos era por alguna tragedia, no podía concebir la idea de que alguien tan cariñoso y amable como Lincoln abandonara a su familia. Él era, sin lugar a dudas, el hermano mayor que nunca tuvo y que no sabía que quería hasta conocerlo.