Disclaimer: Los personajes de Final Fantasy pertenecen a Square-Enix. Tan solo los inventados son de cosecha propia ^^
Hola a todos, si es que queda alguien, jeje. Llevo mucho tiempo queriendo hacer una re-edición de esta historia, sobre todo de los primero capítulos, que son horribles, jeje. No sé hasta dónde llegaré pero me apetecía mucho, simplemente por el hecho de que me hace "sentir bien" disfruto con ello. Es un hobbie que abandoné hace mucho tiempo y me gustaría reanudar.
En este primer capítulo intentaré hacer una introducción de los personajes más acorde con lo sucedido en el juego. También quiero suavizar el personaje de Seifer y de Kramer en estos primeros capítulos, que creo, no viene a cuento algunas de las escenas y comportamientos. Y también algunos errores como el hecho de que ya son Seeds y no estudiantes. Bueno y varias cosas más que ya iréis viendo.
Seguramente los últimos capítulos tenga muy pocas modificaciones.
Espero que os agrade esta nueva edición de la historia.
CAPITULO 1
Hacía ya cinco meses que la temida lucha contra la bruja Artemisa había acabada, por fin la tranquilidad reinaba en el jardín de Balamb.
Durante estos meses, las cosas no habían sido fáciles que digamos, el Director Kramer junto con Edea y Laguna, habían luchado para hacer entender al resto de jardines y en especial a Esthar, que Rinoa no implicaba ninguna amenaza, ellos se ocuparían de formarla y entrenarla para que el nuevo poder adquirido fuese utilizado para bien. No permitirían que Rinoa se corrompiese como había ocurrido en el pasado con otras brujas.
Parece que Esthar y Galbadia, ambos en contra del poder que albergaba esa muchacha, les habían dado una tregua, seguían sin estar de acuerdo pero en las últimas reuniones mantenidas con los altos cargos de ambos sitios, habían llegado a un acuerdo. Cada seis meses, Rinoa sería evaluada y pasaría una serie de pruebas para cerciorarse de que no era ninguna amenaza para la humanidad.
La era de las brujas, tal y como la conocían hasta el momento, había cambiado, para siempre.
Rinoa se encontraba recostada en la barandilla de una de las pasarelas que daba a esos hermosos patios ajardinados. La primera vez que entró en el jardín, éste le abrumó, le pareció enorme pero a la vez, consiguió sentirse a salvo en él. Y ahora que llevaba unos meses viviendo allí, le parecía majestuoso, todo era armonioso y acogedor.
Una brisa algo fresca de finales de marzo la acarició, observó cómo los alumnos iban y venían por allí, otros descansaban o estudiaban y otros reían y charlaban en grupo animadamente. Después de meses estaba consiguiendo adaptarse a todo aquello. El peso que había recaído sobre ella, sin pedirlo ni buscarlo, la sobrepasaba, nunca pidió adquirir un poder como el que ahora poseía, ni siquiera sabía controlarlo y tenía un miedo atroz a perder el control como había pasado con otras brujas.
Sabía que desde el jardín, llevaban meses intentando llegar a un acuerdo con Esthar y Galbadia, que como bien había deducido ella, estaban en contra de que albergase en su interior, tal poder. Así que cuando Edea, Kramer y Laguna la informaron de que habían conseguido llegar a un acuerdo, ese peso que venía soportando estos meses, desapareció en cierta manera. Tal vez podría llevar una vida medianamente normal, aunque Edea ya le había advertido que ahora debía empezar un duro entrenamiento para canalizar correctamente ese poder, por supuesto ella le ayudaría en todo.
Y así había sido, Edea la estaba ayudando mucho, se había convertido en una especia de madre para ella y los demás. Tampoco era de extrañar ese cariño especial que les tenía, ya que cuando eran pequeños, fue esa mujer la que cuidó de todos ellos. A ella por su parte, no hacía tanto que la conocía pero en pocos meses había conseguido hacerla sentir como en casa, confiaba en ella y agradecía toda esa ayuda que la estaba brindando para conseguir hacer ver al resto del mundo, que la nueva bruja de Balamb jamás sería una amenaza, sino todo lo contraría, ahora tenían una aliada, que con el tiempo sería casi invencible pero para ello debía hacerse Seed y empezar a formar parte de ese grupo de soldados con los que salvó el mundo.
Cuando Kramer se lo propuso, no puso objeciones, le gustaba la filosofía de esos soldados de élite y creyó que podría encajar con ellos y el hecho de que Squall y los demás estuviesen a su lado de ahora en adelante, la había acabado de convencer. Por supuesto, su padre, el general Calway, no estaba de acuerdo, siempre había creído que Squall la había convencido de ello, lo cual no era cierto pero Kramer había intentado hacerle ver que si su hija se hacía Seed estaría protegida, las cosas habían cambiado y aunque no lo aceptase, Rinoa ya no sería la misma jamás.
Squall caminaba tranquilo por el patio, a pesar de que aún estaba acostumbrándose a su cargo de comandante, el cual nunca pidió, se sentía bien. Tras finalizar la batalla de Artemisa, decidió hablar con Kramer y pedirle que aceptaría seguir siendo comandante del jardín de Balamb con la condición de que siguiese en activo, no quería dejar las misiones, era un Seed y no permitiría quedarse tras una mesa de despacho, no con tan solo 18 años. El director lo barajó durante unos días y tras comentarlo con Shu, decidieron que así fuera. Shu ayudaría en todo lo que pudiera a Squall y así éste tendría más disponibilidad para salir al campo de batalla. Además Squall era de los mejores Seed, Kramer no perdería esa oportunidad.
Junto al comandante se encontraba ese vaquero de metro ochenta y tres y ojos azules, que no dejaba impasible a las estudiantes del jardín. Hacía ya unos meses que Irvine había decidido pedir el traslado al jardín de Balamb, no le gustaba demasiado el trato de su jardín hacia Rinoa y además quería estar cerca de sus amigos, con los cuales se crió y ahora había recuperado.
Kramer no había puesto objeciones, era un francotirador excepcional y el hecho de que fuese un Seed que se había desarrollado sin el poder de los GF's, ayudó aún más a esta decisión.
Desde que la guerra de la bruja había acabado, los jardines tomaron la decisión de no utilizar más ese poder. Esto había llevado a un cambio en los entrenamientos de los Seeds, ahora el combate cuerpo a cuerpo era la prioridad y la ayuda de la magia, por el momento, no estaría disponible. Así que los entrenamientos se habían endurecido e Irvine se había convertido en una pieza clave en el jardín, ayudaba en las nuevas estrategias de combate y a desenvolverse al jardín con la utilización de más armamento y tecnología.
Mientras caminaban bajo el agradable sol de marzo, apareció una Selphie llena de energía, como siempre. La chica llegó hasta ellos y saludando a ambos, se colgó del brazo de Irvine, esté la miro como embobado y después, carraspeó nervioso. Squall no pudo esconder una pequeña risa, le costaba ver a ese vaquero tan nervioso ante la presencia de la pequeña Selphie.
Estaba más que claro que ambos se atraían pero aún, ninguno sabía porque, no habían dado el paso de empezar a salir. Selphie pasaba gran parte del tiempo con él y muchas veces le hacía al vaquero comentarios tan directos que hasta un niño de tres años entendería lo que sentía, pero Irvine, o no se daba cuenta o simplemente le daba un miedo terrible empezar una relación con ella.
A lo lejos pudieron divisar a Rinoa que los esperaba en la pasarela del patio, junto a ella acababan de aparecer Quistis y Zell. Ambos parecían contentos, Quistis seguía siendo instructora, la verdad que le encantaba aquel cargo pero durante estos meses le había comentado a Kramer que la gustaría participar más activamente en misiones, el director se alegró de escuchar aquello, siempre había considerado a Quistis una de las mejores Seed del jardín, era calculadora y conseguía mantener la mente fría hasta en las situaciones más complicadas.
Zell por su parte, seguía siendo el mismo de siempre, de todos ellos, seguramente había sido el más optimista, siempre tenía una sonrisa y eran pocas las veces que conseguía venirse abajo. En estos meses había propuesto empezar a dar clases de artes marciales y defensa personal. Si ya no podrían utilizar la magia, el artista marcial era uno de los mejores cuerpo a cuerpo, así que Kramer aceptó sin objeciones.
Squall miró a Rinoa mientras se acercaba a ella y la sonrió, después miró al resto y pensó en lo mucho que había cambiado desde que todo aquello empezó. Le estaba costando acostumbrarse al hecho de que ahora, tenía gente a su alrededor que le importaba y por la que lucharía sin dudarlo.
Tal vez una de las cosas que más le estaba costando asimilar era el hecho de que tenía padre. Laguna le llamaba casi todos los días y charlaba un rato con él de cosas sin importancia. A Squall le costaba bastante seguir la conversación, ya que jamás nadie le había preguntado qué tal el día o qué tal había ido el trabajo, pero Laguna lo entendía y no dejaría que el carácter taciturno de aquel muchacho lo hiciese apartarse. Había recuperado a su hijo, después de años, podían estar junto, simplemente tenía que tener paciencia y dejarle su espacio.
Y en cuanto a Rinoa, era la segunda cosa, que con seguridad, no sabía muy bien cómo llevar. Sin duda era la situación más atípica que estaba viviendo. A menudo sentía que no tenía el control, ya que jamás había vivido aquello y eso le hacía estar inquieto bastante a menudo. Ella era como un chute de energía continua, era tan alegre, activa y llena de vida, que a veces le abrumaba, en el buen sentido de la palabra, claro. Le encantaba tenerla cerca, después de las jornadas de trabajo en el despacho o después de alguna misión, ahí estaba ella, esperándolo con su mejor sonrisa. Squall la miraba con devoción y se preguntaba cómo podía mantenerse así, con el peso que desde ahora y para siempre, debería cargar.
A veces Rinoa le reprochaba ese carácter algo frío y distante que mantenía con ella pero no podía evitarlo, no es que no le gustase, es que simplemente no sabía cómo actuar pero estaba poniendo de su parte para intentar cambiar.
En estos meses con ella, las cosas entre ellos habían avanzado de manera cauta, por así decirlo. Tal vez otras parejas, en ese tiempo, hubieran avanzado más pero ellos, sobre todo el, no podía. Rinoa lo entendía, sabía cómo era y lo mucho que había sufrido, así que igual que Laguna, ella entendía que debía dejarle espacio, aunque eran varias las ocasiones en las que se sentía rechazada, sabía que no era así pero no podía evitar pensarlo. Así que bueno, podía decirse que la pareja más famosa del jardín, también tenía sus altibajos.
Cuando todos estuvieron juntos, fue Squall quien se acercó a Rinoa y pasó el brazo por su cintura, se sorprendió a él mismo de que aquel gesto, hubiese salido de manera tan natural. Rinoa levantó la vista hasta él y sonriéndole, besó su mejilla. Estuvieron un rato charlando de todo un poco, cosas sin importancia y todos se dieron cuenta de lo agradable que podía ser aquello. Todo había acabado y por fin sus vidas volvían a la normalidad. Todos ellos habían encontrado esa familia que jamás tuvieron.
Se despidieron hasta la hora de cenar y quedaron en verse en la cafetería, antes de que Rinoa se alejase de allí, Squall la cogió de la mano y la preguntó si le gustaría acompañarle a un sitio. Ésta lo miró con cierta incertidumbre y sonriendo, aceptó.
No tardaron demasiado en llegar a Balamb, era su tarde libre, así que no desaprovecharían aquellas horas de desconexión.
- ¿Dónde vamos? –preguntó la pelinegra divertida-.
- Bueno, es una tontería pero me gustaría enseñarte uno de mis sitios favoritos en la playa –contestó el con algo de vergüenza-.
Rinoa, le sonrió y cogiéndole de la mano corrieron hasta la entrada del jardín.
Anduvieron un rato hasta llegar a la bonito playa de Balamb, eran las cinco de la tarde y la brisa acariciaba con delicadeza a la pareja. Squall la guió hasta el final de la playa, en el lado derecho y tras escalar una par de peñascos, consiguieron llegar a una alta piedra plana por la que se podía caminar hasta el borde y desde la que se veía el horizonte y toda la playa.
Rinoa se quedó un rato callada y de pronto, como si de una niña se tratase, corrió hasta el borde y se sentó con sus piernas estiradas y las palmas de sus manos apoyadas en el suelo.
- ¡Esto es precioso, Squall! -exclamó con una enorme sonrisa mientras cerraba los ojos y dejaba que el sol de marzo calentase su cuerpo-.
Squall la vio correr hasta el borde y una sonrisa se dibujó en su cara, era tan espontanea, a veces la envidiaba, nunca dudaba en mostrar sus sentimientos y eso le encantaba de ella. El chico llegó hasta ella y sentándose tras su espalda, la hizo recoger sus piernas para poder abrazarla por detrás. Rinoa suspiró ante tal agradable gesto y se recostó en su pecho. La besó varias veces en el cuello y en la mejilla, para después, apoyar su barbilla en la pequeña cabeza de la chica.
- Rin… -la llamó de manera cauta-.
- Mmmm… -acertó a decir ella-.
Squall sonrió y continuó, necesitaba decirle todo lo que había sentido todos estos meses estando a su lado. Sabía que muchas veces ella se sentía rechazada por él y solo quería decirle que para nada era cierto. Él, la necesitaba y mucho.
- Te quiero -dijo por fin el joven-.
Sintió como el cuerpo de Rinoa se tensaba tras escuchar aquellas palabras tan importante y tras una pausa, la chica se giró. Sus ojos, más abiertos de lo normal y un gesto algo indescifrable, pensó Squall.
- Yo... bueno… y yo… también –acabó diciendo Rinoa con algo torpeza ante la sorpresa-.
Squall agachó la cabeza y no pudo evitar la risa, estaba muy graciosa con ese gesto de niña pequeña que no entiende muy bien que está pasando. Sabía que era muy raro que el hubiese soltado aquello de repente, pero lo necesitaba tanto, que no quiso adornarlo de ninguna manera, simplemente lo soltó.
- Lo sé, Rin, sé que me quieres, me lo llevas demostrando cada día desde que acabó la guerra -dijo acariciando su rostro-. Pero yo necesitaba decírtelo con palabras, simplemente. Sé que a veces me comporto contigo de manera seria y… borde -dudó al elegir la palabra-, pero quiero que sepas que ahora mismo eres lo más importante para mí, gracias a ti estoy consiguiendo cambiar, tengo amigos y familia, he recuperado a Eleone, aún ni me lo creo, ni si quiera era consciente de lo mucho que la echaba de menos -dejó escapar una risa seca recordando tiempo atrás-. Y no te voy a negar que a veces no sé muy bien cómo gestionar todo esto, pero contigo a mi lado, lo estoy consiguiendo, así que… gracias. –acabó diciendo el joven.
Rinoa se perdió momentáneamente en esos hermosos ojos azules y tras unos segundos se abalanzó a su cuello. Éste la rodeó con sus brazos y juntos se reconfortaron, estuvieron un rato en silencio, abrazados y viendo como el sol se ponía en el horizonte. Ahora, la chica entendía porque ese sitio era el favorito de Squall, la puesta de sol era preciosa y la paz y tranquilidad que se respiraba en aquel lugar, era como un bálsamo.
- Voy a estar a tu lado ¿vale? –susurró Squall apoyando su mejilla en la cabeza de ella-. Sé que esto que te está pasando no es fácil, tu poder, tu entrenamiento, las evaluaciones en Esthar… yo voy a estar ahí, contigo, pase lo que pase ¿me oyes?.
Rinoa asintió con una especia de ronroneó y se acurrucó más contra su pecho. Sabía de sobra que estaría con ella, no tenía ninguna duda pero oírselo decir la reconfortaba del todo y la hacía sentir muy segura. En ese momento, la joven se giró y buscando los labios de Squall, lo besó. Éste la correspondió sin dudarlo y pronto se encontró a Rinoa sobre él a horcajadas, sus manos se posaron en su cintura y siguió besándola. Sintió como ella profundizaba aquel beso y sus brazos rodearon su cuello. Le encantaba besar a esa mujer, sentir ese pequeño cuerpo entre sus brazos y verla estremecerse en cada beso.
- Me encanta hacer esto -dijo ella rompiendo el beso pero aún contra los labios del chico-.
- Creo que será mejor volver sino quieres que te "coma" aquí mismo -contestó él con media sonrisa algo traviesa-.
Rinoa no pudo evitar sonrojarse ante este último comentario, a veces Squall podía resultar demasiado sexy y no estaba muy acostumbrada a aquello. Las muestras de cariño entre ambos no habían ido más allá de besarse y acariciarse, nunca habían hablado del tema de acostarse, aunque habían sido varias las ocasiones en las que habían decidido parar de mutua acuerdo. Rinoa se moría de ganas de acostarse con él pero quería darle tiempo, aunque últimamente parecía que Squall tenía las mismas ganas.
El chico sonrió al verla tan inocente y besándola una última vez, la ayudó a levantarse.
En cuanto el sol se ocultó del todo, la brisa del lugar hizo que la piel de la joven se erizase, se abrazó a ella misma y enseguida sintió como Squall colocaba la chaqueta de cuero sobre sus hombros. Juntos, decidieron volver al jardín. Cuando bajaron de aquella piedra vieron a Seifer a lo lejos, estaba junto a sus dos compañeros, Viento y Trueno y parece que juntos, estaban entrenando en la playa.
Seifer, tras varias deliberaciones, había sido readmitido en el jardín, tenía un año entero por delante para demostrar lo que valía y volverse a examinar para ser Seed y parecía que se lo estaba tomando muy en serio. Al chico le costó hacerles ver que no era un traidor, realmente había sido poseído y en ningún momento supo lo que hacía. Squall fue el último en dar su brazo a torcer y Cid no readmitiría a Seifer en el jardín si Squall no estaba de acuerdo, ahora era el comandante y cualquier decisión importante debía ser aprobada por el.
- Parece que se lo está tomando en serio -apuntó Squall mientras veían a lo lejos al grupo de Seeds-.
- No sé, me cuesta tanto confiar en él -contestó la joven-.
- Algún día me tienes que contar que pasó entre vosotros, no me hace mucha gracia que en el pasado fueseis pareja ¿sabes? –dijo de manera despistada intentando quitar hierro al asunto-.
Rinoa lo miró desde su posición y sonrió.
- ¿Estas celoso comandante? -dijo de manera divertida mientras clavaba uno de sus dedos en las costillas de Squall-.
Éste se apartó y se retorció levemente al sentir las cosquillas.
- No es eso…
- Lo sé -interrumpió ella, era broma-. Bueno, en realidad nunca fuimos pareja, lo conocí hace un par de años, él era un fanfarrón y yo bueno, me gustaba llevar la contraria a mi padre, -sonrió al recordar aquellos tiempo-, me divertía con él y me ayudó en bastantes ocasiones. Pero un día dejó de ser divertido, simplemente.
- ¿Estabas enamorada? -preguntó el joven perdiendo la mirada en la lejanía, no sabía porque pero necesitaba saber aquello aunque la respuesta no le llevase a ninguna parte-.
La pelinegra bajó la cabeza y suspiró.
- No, creo que no, cuando te conocí, me di cuenta de que no -explicó con calma-.
Squall notó como su voz se apagaba con la última frase. No quiso insistir mas en la historia, seguramente más adelante conseguiría que ella le contase lo que los hizo separarse. Ahora todo eso le daba igual, simplemente quería disfrutar de esa nueva vida que estaba empezando a vivir junto a ella y los demás.
Bueno pues hasta aquí este este primer capítulo introductorio de la historia. Espero que os haya gustado, si es que alguien lee estas historias aún, jeje.
Un saludo!
