El pequeño niño de prominente nariz y piel pálida se llamaba Severus. Éste miró al árbol en la colina a donde a veces iba a pasar el rato para alejarse de su horrible hogar y pretender que era huérfano, pues asumía que su vida sería más sencilla así, sin oír las peleas de sus padres o sin que su papá lo golpeara porque estaba enojado con algo que no era culpa del niño o su madre.

Esta vez el árbol estaba ocupado por alguien que en lugar de sentarse mirando las nubes, esperando el tiempo pasar, estaba mirándolo a cierta distancia como si esperara a que el árbol le crecieran piernas y se fuera. Eso sería divertido, pensaba el niño, claro que ni siquiera lo pensaría mucho, sabe que hay momentos donde la magia puede salirse de control sin que uno quiera y si a un árbol le crecen piernas su padre definitivamente le echará la culpa a él, incluso si no fuera el culpable.

Volviendo a la niña... Su falda y peinado le indicó que era una niña. Su cabello era castaño, más oscuro que el chocolate pero a la vez se veía algo rojizo. Muy diferente al de su padre que es más claro, bueno, al menos lo que queda de su cabello.

Esto era nuevo para él, no sabía qué hacer así que se quedó en silencio algo molesto por todo el asunto, hasta que ella lo notó y decidió que era lo suficientemente bueno para hablarle.

—¡Hola! ¿Dónde vives? ¿Cómo te llamas? ¿Siempre vienes aquí?

Ni siquiera logró responder nada, pues la molesta niña empezó a hablar de sí misma, de sus increíbles padres, de su bonita casa y su maravillosa vida. Él desvía la mirada, sin entender por qué eso le molestaba, sus ojos vieron una pequeña bolsa de cuero en un lado del árbol, como si el lugar no estuviera lo suficientemente descuidado— ¡¿esos eran un arco y una aljaba?!

También había una lonchera. Su estómago gruñó de repente, lamentando que su papá lo haya castigado sin comer porque lo oyó a su madre preguntarle sobre magia. Al menos esta vez no fue un golpe.

—¿Tienes hambre? —preguntó ella que de algún modo oyó su estómago rugir desde la distancia—. ¡Lo siento, mi sándwich estaba tan rico que lo acabé así que no puedo darte nada!

Las mejillas de Severus se sonrojaron. ¡¿Se estaba burlando?!

—No te pedí nada —él gruñe.

Está decidido: La odia y se lo hace saber con su mirada, pero ella no se da cuenta de su mirada de odio. Por eso debe ser que aún no se aleja.

—¿Quieres verme disparar a ese blanco?

¡Qué chica tan presumida! Él no pudo evitar pensar. Pero se quedó por alguna razón.

No fue una pérdida de tiempo. Sonrió cuando ella falló el primer intento y luego otro… Y otro. Decidió quedarse sentado cerca solo porque pensó que sería divertido verla hacer el ridículo.

Para su sorpresa, ella no tardó mucho a pesar de sus fallos iniciales, la niña acertó al quinto intento. Eso le hizo fruncir el ceño. Ella festejó dando un salto.

—¿Ves? ¡Lo hice!

—Fallaste muchas veces.

—¡Aun puedo hacer las siguientes, lo sé! ¡Mi papá me enseñó bien!

No le gustó eso. Le hacía sentir… Extraño. La forma en que hablaba de sus padres le molestaba.

Con un plan en mente, él sonrió con malicia después del segundo acierto y su festejo de la niña presumida. No iba dejarla con su puntuación de tres seguidas. No quería verla mirándole petulante, como si fuera mejor que él solo por controlar un arco.

Observó las manos de la niña con cuidado, sin perder de vista sus dedos y desvió la flecha sin problemas apenas ella la soltó.

La niña jadeó, negando que eso debiera pasar, que había practicado mucho y que antes pudo hacerlo bien.

—Oh. Qué lástima —fue todo lo que dijo el niño antes de levantarse, darle la espalda y dejarla preguntándose por qué había fallado.


Aquí me tienen comenzando nuevo fic cuando apenas acabé uno hoy mismo. Pero aprovecharé a ver si el karma positivo me llega que últimamente necesito mucho. (?)

En un mundo ideal todos mis personajes favoritos tienen ship crossover por más extraña que vean la combinación.

Sí, también aparecerán de adultos, no será solo un fic de romance de niños~~