Disclaimer: Avatar: Last Airbender no me pertenece.
Por otro lado, este es un semi AU, es decir, es el mismo universo, aunque las cosas ocurrirán de forma ligeramente (o muy) diferentes.
Hay muerte de personajes.
Prólogo
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Zuko se siente confiado. Lo ha estado haciendo bien, y si bien ninguno de sus ataques ha dado limpiamente en el blanco, también es cierto que han sido efectivos a la hora de agotar a su oponente… y al mismo tiempo, él tampoco ha recibido daño directo, además de algunos mechones de cabello o pedazos de su túnica chamuscados. Su respiración también está bien; larga, lenta y profunda (un poco agitada, sí, por el ejercicio y los nervios de estar batiéndose a duelo con Azula, pero nada fuera de lo normal), tal como le enseñaron sus maestros…
Seguramente por eso hace lo que hace.
Él y su gran boca. Y su incapacidad de ganar un duelo como corresponde.
Mantenerse al día con Azula es algo con lo que nunca soñó, y ahora que está sucediendo, se embriaga con la sensación de poder y control con la que no está familiarizado.
-¿Qué sucede, Azula, no hay rayos?- la torea, pensando en que puede totalmente con ella-, ¿o es que temes que pueda desviarlos?
Entonces todo cambia.
Azula sonríe. Pero en el mal sentido. Esas sonrisas que ponía justo antes de lanzarlo a él y a Mai a la fuente del patio, o cuando creía que sería una excelente idea arrojar una piedra al estanque de los patos-tortuga para espantarlos…
Zuko siente su sangre congelándose en las venas.
Los ojos dorados de Azula dejan de mirarlo por un instante. Zuko puede advertirlo porque no los ha perdido de vista ni por un segundo. Ella busca algo, y su expresión vuelve a cambiar cuando lo encuentra. Y él solo necesita un momento para darse cuenta, porque él mismo ha tenido en mente su ubicación dentro del patio de Palacio desde que éste se convirtió en un campo de batalla.
Katara está a varios metros, respetando el espacio justo que requiere un Agni Kai para llevarse a cabo sin lastimar a nadie (más), pero lo suficientemente cerca como para ayudar a su compañero por si cualquier cosa comenzara a salir remotamente mal, como ha tenido que hacer con más frecuencia de lo que alguno de los dos le gustaría. Lo suficientemente cerca como para percibir que algo cambia en la postura de Azula, que hace variar el ya enrarecido ambiente que envuelve el duelo.
Se siente como un espécimen bajo el escrutinio de un depredador. Su instinto de supervivencia le alerta del peligro con un golpe frío en la espalda, que recorre todo su sistema nervioso.
El aire se llena de una estática electrizante.
Para Zuko, por su lado, todo ocurre a la velocidad del rayo. Literalmente.
Azula, dentro de la creciente impaciencia y desasosiego que Zuko puede ver en su semblante (algo tan inusitado como previsible), la ve rearmar su postura a una que conoce bien, porque ambos estuvieron entrenando para lograrla durante algunos meses, solo para que ella lo dominara con una irritante perfección justo antes de su viaje al Templo aire.
Por supuesto, él no puede lanzar rayos. Pero sí aprendió a redirigirlos bajo la tutela de sus maestros.
Casi puede ver la energía recorriendo el cuerpo de su hermana y salir en forma de un brillante rastro azul luminoso por la punta de sus dedos. Pero no en dirección a él.
Zuko corre lo más rápido que puede hacia el blanco elegido cobardemente por la princesa, como si su vida dependiera de alcanzarla.
Katara abre grandes sus ojos azules cuando toma conciencia de la artera estrategia.
El rayo impacta con un sonido agudo y quebradizo, pero sordo y contundente al mismo tiempo, provocando que Zuko jadee en un espasmo violento.
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Hasta ahí. Una escena conocida, pero solo hasta cierto punto. Espero que tengan deseos de saber qué pasará a continuación.
