Capítulo 6: Navidad en Familia.

Llegó el día antes de Nochebuena, Niles y CC estaban en el aeropuerto de Heatrow con sus maletas en un carrito esperando a Stewart y sus nietos. Llegaron la noche antes a Londres desde Nueva York y pernoctaron en un hotel no muy lejos del aeropuerto para estar allí a la mañana siguiente temprano cuando llegara el avión desde Zurich. Un par de horas después de su llegada tenían billetes para Edimburgo y Stewart para ir a Nueva York.

Habían pasado las últimas semanas muy bien, CC y Niles estaban cada vez mejor, ya no se ocultaban de nadie…excepto de Maxwell, Fran y los niños cuando se ponían juguetones durante la jornada laboral, pero sólo porque les daba morbo y les divertía. Noel se había trasladado a Nueva York y retomó su relación con Umbert para la felicidad de CC que nunca había visto a su hermano y a su amigo más felices. Niles estaba feliz sólo viéndola feliz.

CC también estaba ilusionada porque le comentó a Maxwell antes de salir de Nueva York, sobre un guión muy interesante que estaba leyendo y que si estaba tan bien como creía se lo pasaría tras la Navidad cuando terminara de leerlo, evidentemente, era el guión de Niles y le creó tanta expectación que estaba segura de que no se negaría a producirla. Además también estaba deseando ver a sus sobrinos, se escribía con ellos y les contó los planes, días antes había hablado con ellos por teléfono y estaban muy ilusionados, especialmente cuando supieron que los padres de Niles tenían un perro labrador, un gato y dos caballos, les gustaban mucho los animales, CC, en principio, quería llevarse a Chester, pero eran muchas horas de avión para el pobre perrito que sufrió mucho la última vez que lo llevo a Suiza y se lo dejó a Fran, que se lo quedó encantada.

Estaban en la puerta por donde debían salir, Niles estaba apoyado en el carrito y CC a su lado, expectante, cuando de pronto vieron aparecer a Stewart con sus nietos, el mayor, Stewie empujaba el carrito con las maletas con su abuelo a su lado y su hermano iba caminando delante de ellos, Stewie pronto sería tan alto como su abuelo, era un chico atlético, le encantaba hacer deporte, tenía el pelo castaño casi rubio y lo llevaba un poco largo y alborotado, tenía los ojos azules y era un chico muy guapo, Preston también era un chico alto y atlético, unos años menor, tenía el pelo rubio y ojos verdes como su padre, también era bastante guapo, cuando Preston vio a CC gritó:

-¡Tía Claire! – Corrió y se colgó de su cuello, que lo abrazó con fuerza y lo levantó mientras el niño rodeada su cintura con sus piernas. Lo besó repetidamente mientras Niles y Stewart los miraban, Stewie era menos efusivo, pero porque estaba en esa edad en la que a los niños empieza a darles vergüenza que los adultos los besen en público. Ambos niños sonreían y se les formaban hoyuelos en las mejillas.

-¿Cómo estás cariño? – Preguntó dejándolo en el suelo. – Estás enorme, dentro de nada no podré cogerte así o acabaremos en el suelo. – Y era cierto, el niño apenas tenía 8 años pero por su estatura mucha gente creía que tenía por lo menos 10, a su hermano le pasaba lo mismo estaba muy alto. – Ven aquí Stewie y saluda a tu Tía Claire. Cada vez estás más alto y más guapo, como tu hermano, me hacéis sentir vieja.

-Hola Tía Claire. – Dijo el chico. – No eres vieja.

-Si es que tengo que quererte a la fuerza. – Lo besó y el chico se incomodó y ella le limpió las manchas de pintalabios de las mejillas. – Hola papá, ¿Cómo estás?

-Muy bien, gatita. ¿Cómo os fue el viaje?

-Muy bien, llegamos anoche y apenas hemos notado el cambio horario y ¿vosotros qué tal?

-Muy bien, Tía Claire. – Dijeron los niños al unísono y se quedaron mirando a Niles que les había dejado su espacio para que se saludaran.

-Chicos, éste es Niles, el abuelo y yo os hemos hablado de él.

-Sí, el mayordomo. – Dijo Stewie.

-¿Cómo dices? – Dijo CC. – Es mi novio y te referirás a él como Niles. – Los niños parecían asustados porque su tía no solía regañarlos. – Mayordomo o Criado, sólo lo llamo yo. – Niles y CC se echaron a reír y Niles dijo:

-Tranquilos chicos, vuestra tía y yo nos queremos mucho, pero siempre estamos así, no os extrañe que yo la llame bruja o demonio. Pero estamos siempre de broma.

-Ya os acostumbrareis a sus cosas. – Dijo Stewart sonriendo, los niños ya estaban más relajados.

Estuvieron hablando un rato mientras Niles acomodaba las maletas de los niños en su carrito, con ayuda de Stewie, y una maleta extra que les dio Stewart con los regalos de Navidad, la cual CC facturaría como equipaje de mano porque sabía los regalos que podía haber comprado su padre, los suyos los mandaron semanas antes por correo a casa de los padres de Niles y los recibieron días antes, los dejaron en la habitación de invitados que prepararon para ellos.

Cuando terminaron de organizar las maletas, acompañaron a Stewart a su puerta de embarque, su avión salía en una hora y tenía que facturar su equipaje. Se despidió de sus nietos y les advirtió que se portaran bien.

-Obedeced a Niles, sus padres y la Tía Claire. Portaros bien y sed educados.

-Sí, abuelo. – Dijeron con seriedad.

-No te preocupes, papá, serán buenos chicos o me llevaré de vuelta a Nueva York sus regalos de Navidad y los cómics de Spiderman y Batman que les he traído.

-¿Te has acordado de los cómics? – Preguntó Preston ilusionado.

-Por supuesto, amor. Niles los lleva en su equipaje de mano, os los daremos para que os entretengáis en el avión a Edimburgo, son sólo dos horas, pero así no se os hará muy largo.

-Eres la mejor, Tía Claire, gracias. – Dijo Stewie.

-De nada, Stewie.

-Llámame Stewart, Tía Claire, ya no tengo 5 años.

-Ya eres todo un hombrecito, a veces se me olvida… Stewart.

Besó a su sobrino en la mejilla y Stewart dijo:

-Como ya eres casi un hombre, confiaré en que serás un buen chico y cuidarás de que tu hermano también se comporte correctamente.

-Por supuesto. – Stewart abrazó a sus nietos, a su hija y a Niles, les deseó Feliz Navidad a todos y paso a facturar su equipaje.

CC, Niles y los chicos fueron a su puerta de embarque, estuvieron facturando su equipaje, los niños llevaban cada uno una maleta grande con ropa y una mochila donde llevaban regalos para su tía y su novio y los padres de Niles, Stewart los llevó a comprarlos antes de ir al aeropuerto de Zurich.

CC y Niles compraron billetes en primera clase para todos, Peter, el hijo del amigo de Niles, les consiguió una muy buena oferta para los 4, Niles quiso pagarlos y CC prefirió no discutir con él y agradecérselo esa noche en su jacuzzi.

Estaban en el avión charlando y los cómics no fueron necesarios, Niles les cayó muy bien y estuvieron preguntándole por los planes de esas vacaciones, Niles les dijo que sus padres tenían una habitación para cuando iban allí sus sobrinos con unas literas y que podrían ayudar con los caballos si les gustan, su padre seguía convaleciente.

El vuelo se pasó en un suspiro, cuando llegaron a Edimburgo, recogieron sus maletas y fueron al vestíbulo del aeropuerto en busca de un taxi, cuando escucharon:

-¡Niles! – Allí saludándolos con la mano había un hombre bastante parecido a Niles, pero de ojos color miel y unos años más joven. Niles dejó un momento el carrito de las maletas y corrió a abrazarlo.

-¡Julius! ¿Cómo estás hermano? ¿Qué haces aquí?

-Estoy bien. Maman me dijo que viniera a recogeros. Ya veo que estás muy bien, preséntame.

-Por supuesto. – Se acercaron a donde estaban CC y los niños junto al equipaje. – Éste es mi hermano, el doctor Julius Brightmore, el mejor dentista de Escocia, ella es CC Babcock, el amor de mi vida, y éstos son sus sobrinos, Stewart y Preston.

-Encantado chicos. Feliz Navidad. – Les estrechó la mano y los niños sonrieron. – Bonitos dientes, lo siento, deformación profesional. – Los niños rieron. – Y Señorita Babcock, es usted más bonita que en las fotos que nos mandó Niles…

-Gracias, pero llámame CC.

-Hecho, CC. Bueno, vamos, tengo el coche aparcado en el parking.

Salieron, Julius insistió en empujar el carrito, por el camino le contaban como fueron sus respectivos viajes y Julius les estuvo diciendo que él y su hijo Ben estaban ayudándolos con los caballos desde la caída de Alistair, el padre de Niles y Julius. Estaban en el coche de camino a la casa cuando Niles preguntó:

-¿Papá está mejor?

-El día después de Navidad le quitan la escayola, lo está deseando, ya sabes cómo es, no soporta estar quieto, ¿Te puedes creer que coge las muletas y va al establo para supervisar que Ben y yo seguimos sus instrucciones?

-Nunca cambiará… Entonces sigue bien.

-Sí, la fractura no fue grave y fue limpia y sin desplazamiento… Lo único que con su edad ha tardado más de lo previsto en soldar, pero por lo demás ambos están bien.

-Lucy y los chicos siguen bien, espero.

-Sí, CC, chicos os cuento. – Dijo Julius. - Ben termina este curso el instituto y quiere ser veterinario, esperamos que con sus notas consiga una beca, aunque podemos permitirnos pagarle la universidad, Marguerite tiene ya 11 años, está deseando verte y el pequeño Andy tiene casi nueve años y está deseando que llegues para enseñarte sus nuevas medallas de fútbol, estará encantado de que vengáis vosotros, ¿Os gusta el fútbol?

-Sí señor. – Contestó Stewart.

-Llamadme Julius. – Sonrió por el retrovisor. – No sabía que en Estados Unidos fuerais aficionados al fútbol, no me refiero al fútbol americano.

-Nosotros tampoco. – Dijo Preston. – Vivimos casi todo el año en un internado en Suiza y allí jugamos al fútbol, al baloncesto, al balonmano, al hockey hielo y hay un campo de polo, pero aún somos pequeños para eso, solo juegan los chicos mayores. Nos tienen todo el día estudiando, haciendo deberes o haciendo el deporte que queramos.

-Vaya, no lo sabía, bueno, entonces os divertiréis con Andy y Marguerite. Si hace buen tiempo podréis jugar en el patio junto al establo o ir al parque.

-Eso es genial. – Dijo CC. – Temía que os pudierais aburrir.

-Contigo y el Tío Noel no nos aburrimos nunca.

-¿Noel? – Preguntó Julius.

-Es mi hermano, este año se está trasladando de apartamento en Nueva York y no ha podido venir, pero esta primavera seguro que podrá ir a veros.

Pasados unos 20 minutos de charla, llegaron a la casa de los padres de Niles. Cuando aparcó Julius y mientras bajaban el equipaje, salió la madre de Niles de la casa. Era bajita delgada y, a pesar de tener cerca de 80 años, seguía siendo atractiva, se notaba que de joven fue muy guapa, tenía los ojos color miel como Julius y el pelo plateado.

-¡Niles, cherie!

-¡Maman! – La mujer era ya mayor pero estaba muy ágil y corrió a abrazar a su hijo, que la hizo levantar los pies del suelo.

-Cuidado que me tiras. – Dijo agarrando sus mejillas y besándolo. – Estás muy guapo, ¿Qué tal el viaje? ¿Cómo estás?

-Todo ha estado muy bien, y yo estoy muy bien, muy contento de verte y ansioso porque conozcas a alguien… - CC se acercó a ellos. – Maman, ésta es CC, CC ella es mi madre, Marguerite.

-Por fin te conozco, cherie.

-Es un placer, Señora Brightmore. – CC tendió la mano para saludarla.

-No, aquí no tienes que ser tan estirada, ven aquí. – Y la abrazó y la besó. – Llámame Marguerite, eres preciosa, más bonita que en las fotos que mandó Niles.

-Gracias, Marguerite, es todo un placer conocerla por fin.

-Además eres encantadora.

-Eso lo dices porque no la conoces tan bien como yo.

-¡Niles! – Gritaron ambas mujeres a la vez.

-¡Eh! ¡Sois dos contra uno!

-Y que sea la última vez que eres grosero con tu novia.

-Está bien, Maman. – Besó la mejilla de su madre y dijo: - Venid chicos. – Estaban ayudando a Julius con las maletas mientras Niles saludaba a su madre. – Maman estos son Stewart y Preston los sobrinos de CC, chicos ésta es mi madre, Marguerite Brightmore.

-Bonsoir, Madame Brightmore, comment allez-vous? – Dijeron los niños muy educadamente a la vez.

-Vaya, ¿Sabéis francés?

-Oui, madame.

-Me encantará teneros aquí. – Los niños sonrieron. Cuando Marguerite vio que iban a seguir ayudando con las maletas dijo: - Dejad eso, Niles y Julius se encargarán, venid conmigo los tres para presentaros a Alistair, está en la sala de estar, contadme chicos, ¿dónde habéis aprendido francés? Tenéis muy buen acento.

-Vivimos casi todo el año en un internado en Suiza, allí además de inglés aprendemos francés, italiano y alemán. – Dijo Preston.

Marguerite estaba admirada. Les dijo que le encantará charlar con ellos en francés si querían practicar. Los niños estaban encantados charlando con Marguerite mientras iban a la sala de estar, CC iba tras ellos observando a sus sobrinos y pensando que ojalá su abuela biológica fuera la mitad de cariñosa que la madre de Niles.

Julius y Niles dejaron las maletas en el vestíbulo y fueron a ver a Alistair. Cuando llegaron estaba feliz saludando a CC y los niños. Hizo el gesto de levantarse de su sillón cuando vio a su hijo mayor. Era un hombre alto y robusto con el pelo canoso y ojos azules, cuando lo vio sonreír, CC imaginó que en algunos años Niles sería igual que él.

-Hola, papá, ¡no te levantes! – Dijo Niles acercándose a abrazarlo. - ¿Cómo estás?

-Perfectamente, los médicos son unos alarmistas, seguro que hace dos semanas que me podrían haber quitado esto…

-Papá, no seas cabezota, los médicos saben lo que tienen que hacer…

-Vale… ¿Y tú cómo estás?

-Muy bien.

-Me lo imagino y lo entiendo…eres un cabrón afortunado… es una mujer preciosa, inteligente y encantadora… De veras, ¿Qué le has hecho?

-Insultarla durante años y seguirle el juego hasta que nos encontramos en mis últimas vacaciones de verano.

-Así que por eso no viniste, truhan…

-No vine porque hubiera tenido que ir a ver a la Tía Agnes, sabes que no nos soportamos.

-Te entiendo, sé que estuvo casada con mi tío favorito y desde que él murió, tus tíos y yo nos ocupamos de ella, pero a ninguno nos gusta, pero sabes que el Tío Gregory nos hizo prometer que no la dejaríamos sola cuando él muriera… No podemos romper nuestra promesa.

-Lo sé, pero a mí no me hizo prometer nada…

-Tenías 10 años cuando murió, eso hubiera sido demasiada responsabilidad para un crío de esa edad.

-Además no creo que estemos obligados mucho más tiempo, tiene casi 98 años y cada vez tiene más achaques.

Los niños estaban jugando con Dora, la perra labrador de Alistair, que cuando vio a Niles saltó como loca y fue a saludarlo, le lamió la cara y casi lo tumba.

-Tranquila, chica, ve con los chicos. – La perra obedeció al momento.

-Aún no consigo que me obedezca tan rápido. – Dijo Alistair. – Y no se alegra tanto al verme.

-Es normal, a mí me ve poco y prefiere que no le regañe, además yo fui el que la encontró en aquella caja junto a la basura…

-¿La abandonaron? – Preguntó Preston. - ¿Por qué? Es una perrita muy buena y cariñosa.

-Hay gente mala, cariño. – Dijo CC. – Por suerte también hay gente buena como Niles y sus padres.

-Estaba aquí de vacaciones y fui a dar un paseo y me encontré una caja, dentro había una camada de perritos, sólo dos estaban vivos, los llevé al veterinario, que se quedó con su hermano, un cliente había perdido a su perro después de 15 años con él y quería un cachorro y lo llamó por si le interesaba adoptarlo, ahora está en una granja preciosa.

-Eso es genial. – Dijo Stewart. - ¿Cómo es que os quedasteis con ella?

-Yo me encariñé con ella, es adorable, lloró cuando intenté dejarla en la consulta y el veterinario decía que parecía que me había elegido a mí, me hubiera gustado llevármela a Nueva York, pero era muy pequeñita, la traje aquí y la perra que tenían mis padres, Cookie, estaba muy mayor, le vino bien tener una cachorrita cerca, así que aquí se quedó. – Niles miró alrededor. -Por cierto, ¿donde está Candy?

-¿Candy?

-Mi gata. – Dijo Marguerite. – Creo que estará echando la siesta en la cocina.

-¿Se pelea con Dora? - Preguntó Preston.

-Para nada, es algo vieja y se encariñó con Dora, la cuidaba y cuando creció Dora la seguía como si fuera su madre, se pasan casi todo el día juntas. – Dijo Alistair. - ¿Os gustan los animales?

-Mucho. – Dijeron los dos niños.

-Cuando llegue mi nieto Ben le diré que os lleve a ver a Princess y a Buster.

-¿A quién?

-Mis caballos, ¿No os lo ha contado Niles?

-Sí, pero no sus nombres.

-Seguro que os gustarán, son muy buenos. ¿Os gustan los caballos?

-Mucho. – Dijo Preston. – En el campamento de verano al que nos manda nuestra madre lo único que nos gustan son las clases de hípica.

-Pues entonces no os aburriréis aquí.

Julius les dijo que tenía que ir a la clínica a recoger a Lucy, su mujer y sus hijos y vendría con ellos para almorzar todos juntos. Niles y Marguerite acompañaron a CC y los niños a sus habitaciones para deshacer sus maletas.

-Niles, espero que no te importe. – Dijo Marguerite. – Os he puesto a CC y a ti en habitaciones separadas. Ya sabes, mientras no os caséis no dormiréis juntos aquí.

-Maman, ¿Estás de broma? – Marguerite estalló en carcajadas.

-Claro que sí. – Dijo entre risas. – La cara que has puesto… - Todos empezaron a reír. Marguerite abrió una puerta. – Aquí dormiréis vosotros. – Se dirigió a los niños. – No es muy lujosa, pero aquí es donde se quedan a dormir mis nietos en invierno, es muy calentita, en verano duermen en la buhardilla, ahí les instalamos unos futones y están muy fresquitos, si os vinierais en verano podréis dormir allí los 5.

-Es una habitación genial. – Dijo Preston.

-Gracias, ma petite. – Dijo Marguerite. – ¿Necesitáis ayuda para deshacer la maleta?

-No, gracias. – Dijo Stewart.

-Muy bien, tenéis el armario y la cómoda vacíos, podéis usar todo el sitio que necesitéis. Hay perchas en el armario y hay un lavabo aquí. – Abrió una puerta y había un pequeño cuarto de baño. – ¿Está bien?

-Genial, muchas gracias. – Dijeron los dos a la vez.

-Bueno, os dejamos instalaros, vuestra tía y Niles estarán en la habitación de aquí al lado.

Los acompañó a la habitación contigua a la de los niños y vieron que estaban allí los regalos de Navidad que mandaron semanas antes.

-Ahí los dejamos, después podéis ponerlos junto al árbol, lo montaremos tras el almuerzo, como cada año. Enséñale tú la habitación, Niles, el baño de esta habitación está estropeado, tendréis que usar el del pasillo de aquí al lado.

-Está bien. Gracias, Maman. – Dijo Niles.

-Cherie. – Dijo mirando a CC. – Tus sobrinos son un encanto, pero los veo un poco tristes, ¿Los tratan mal en el internado o echan de menos a su madre? – CC suspiró.

-Es una historia un poco larga, después del almuerzo te contaré todo lo que quieras saber, en el internado los tratan bien, son estrictos, pero son muy cuidadosos con el tema del acoso escolar, y son buenos chicos, no tienen problemas graves allí…a su madre la echan poco de menos, la ven muy poco y ella no es cariñosa con ellos, los tuvo porque en caso de divorcio les sacaría más dinero a sus ex maridos… el único cariño que reciben es por parte de mi padre, mi hermano Noel y yo. Si los ves un poco tristes debe ser porque se preguntan por qué su madre y su abuela materna no son como tú.

-Después hablaremos, querida, quiero que me cuentes lo que necesite saber sobre ellos para no meter la pata.

-No te preocupes, difícilmente meterás la pata, por su actitud, creo que les gustas mucho.

-Ellos también me gustan.

-Lo que te gusta es que te han hablado en un perfecto francés. – Dijo Niles. Su madre le dio una colleja aprovechando que estaba agachado abriendo su maleta. - ¡Ay!

-Pues no digas estupideces.

CC se rió mientras Marguerite empezó a regañar a Niles y a preguntar si los hombres Brightmore maduraban en algún momento de su vida.

-Bueno, chicos, voy a ver si Alistair está bien y si no está intentando poner la mesa en el comedor sin ayuda… me tiene harta, ya me ha roto dos vasos y tres platos. Voy a preparar el almuerzo.

-¿Quieres que te ayude, Maman? – Preguntó Niles.

-No, instalaros y bajad cuando acabéis.

-Está bien.

Se quedaron a solas y mientras CC estaba sacando cosas de su maleta Niles la abrazó por detrás y le besó el cuello.

-Niles…

-¿Qué? – Siguió besándola.

-Para… los niños están en la habitación de al lado y dentro de poco estarán en la casa tu hermano, tu cuñada y tus sobrinos. – Se dio la vuelta en sus brazos. – No querrás que nos encuentren haciendo algo…

-La verdad es que no…porque no podríamos rematar la faena. – Movió las cejas sugerentemente. – Pero estaba deseando besarte… te lo advierto, esta noche no pienso parar…

-Pero calladitos.

-Muy calladitos.

-Pues venga, Niles el silencioso, guarda tus cosas y asegúrate de que los regalos estén bien.

-CC, quería preguntarte, ¿crees que conseguirás convencer a tu hermana para que te deje a los chicos este verano?

-No lo sé, mi padre me ha dicho que habló con ella hace unos días y le preguntó por los planes para el verano, los padres de ellos este año le han dicho que la semana del 4 de julio que es cuando los tienen no se los pueden llevar con ellos y ella dice que los mandará al campamento todo el verano. ¿Quieres que nos los quedemos todo el verano?

-Todo ha empezado muy bien, se les ve buenos chicos.

-No es amor de tía, mis sobrinos son muy buenos, demasiado para la madre que tienen, yo también lo estoy pensando, me gustaría llevarlos tras el fin de curso a Nueva York, en agosto podríamos venir aquí, si a tus padres no les importa, claro. O podríamos llevarlos a ver Londres o la universidad de Oxford y les podrías contar tus batallitas de cuando coincidiste en clase con Oscar Wilde.

-Muy graciosa, bruja. Pero es buena idea, en Nueva York podrían pasar tiempo con nosotros y con Noel y tu padre, si anda por allí, también podrían conocer a los niños de Max y quizás se lleven bien. En agosto podríamos volver y después los podríamos llevar de nuevo a Suiza.

-A ver si puedo organizarlo para entonces, me haría ilusión pasar con ellos un verano completo, aunque me gustaría tenerlos siempre conmigo...

-¿Quieres que estemos siempre contigo, Tía Claire? – No se dieron cuenta, pero Stewart estaba en su puerta. - ¿Por qué no se lo pides a nuestra madre?

-Ven aquí. – Se sentó en la cama y le hizo un gesto y el niño se sentó a su lado. – Esto debe quedar entre nosotros, tu hermano aún es muy pequeño y no lo entenderá. ¿Recuerdas cuando empezaste a ir al internado? – El niño asintió. – Me empecé a plantear solicitarle a tu madre que me dejara quedarme con vosotros, pero yo sola no podía y aún no ganaba suficiente dinero para manteneros a los dos. Ahora soy socia de Maxwell y gano bastante más dinero.

-Entonces, ¿Podrías quedarte con nosotros?

-Ojalá, pero tendría que convencer a vuestra madre y vuestros padres… y un juez tendría que aprobarlo y es difícil que lo hagan y no por dinero, algunos jueces a veces piensan que es mejor que los niños estén con sus madres.

-Pero nosotros no estamos con ella…y nos gustaría estar contigo y el Tío Noel y el abuelo.

-Lo sé, quizás cuando seáis un poco más mayores si hay una revisión de la custodia, si os preguntan vuestra opinión, podríais hablar y decir con quién queréis vivir.

-Yo lo tengo claro, yo quiero estar contigo. – Abrazó a su tía.

-Vamos, cariño.

-Tía Claire, ¿Quién puede pedir la revisión de la custodia?

-¿A qué te refieres? – Preguntó Niles.

-¿La puedo solicitar yo?

-Nunca he escuchado un caso en el que un niño pida la revisión de su propia custodia. – Dijo Niles. Stewart lo miró extrañado. – Estudié derecho en Oxford.

-Guay. ¿Me podrías representar?

-Chico, no aceleres. Eso sería un caso muy complicado y tendría que consultar documentación legal en Nueva York.

-Pero, ¿podría ir al juez y pedirle vivir con la Tía Claire?

-Cariño. – Dijo CC. – Niles no está especializado en derecho de familia, seguro que puede buscar información, pero cuando volvamos podemos ver si hay algún precedente, pero no te prometo nada.

-Pero si hay posibilidad, ¿Nos ayudarás a conseguirlo?

-Por supuesto. Pero como te ha dicho Niles, no será fácil.

-Me da igual, yo quiero estar contigo, con vosotros dos, ver al Tío Noel y al abuelo siempre que quiera y poder ir a un colegio normal.

-Los hijos de mi socio van a uno estupendo… pero antes de pensar en eso hay que ser realista. No sabemos si será posible, intentaré convencer a tu madre que os deje veniros conmigo este verano, quizás después de Navidad podamos investigar esa posibilidad, pero no debes olvidar que no es algo fácil.

-¿El abuelo no puede hacer nada?

-No lo sé, después de Navidad estará unos días en Nueva York, si puedo verlo podría consultar con él.

-¡Hazlo Tía Claire!

-Ya veremos, ahora, no lo olvides, ni una palabra a tu hermano.

-Te lo prometo.

-Bien, ¿A qué habías venido?

-A por los cómics. En el avión no los leímos y era para tenerlos en el cuarto por si queremos leer antes de dormir.

Niles les dio los cómics y el chico lo abrazó y fue a su habitación.

-Creo que le caes muy bien tú también.

-A mí también me cae bien. ¿Has terminado de deshacer la maleta?

-Sí, vamos abajo.

Cuando llegaron estaban allí ya Julius con su mujer y sus hijos saludando a Preston y Stewart.

-Bueno, tú debes ser la famosa CC Babcock, yo soy Lucy Brightmore, la esposa de Julius, éstos son mis hijos, Ben, Andy y Marguerite. – Dijo Lucy, una mujer alta y esbelta, morena y con ojos verdes, su hija se parecía a ella era alta para su edad y bastante delgada, en cambio Ben y Andy eran más parecidos a su padre, Ben era rubio y tenía los ojos de su madre y Andy también era rubio pero tenía los ojos de su padre. – Encantada de conocerte. – La abrazó y la besó en la mejilla. – Cuñado, tu hermano tenía razón es preciosa.

-Hola, cuñada. – Dijo Niles agobiado mientras lo abrazaban y besaban sus sobrinos. – Chicos, ¿conocéis a Stewart y Preston?

-Sí. – Dijo Ben. – Estábamos esperando para saludaros, los vamos a llevar al establo a ver a Princess y Buster.

-Vale, tened cuidado.

-Sí, Tía Claire.

Los niños salieron a ver a los caballos y echarles de comer.

-¿Estarán bien? – Preguntó CC.

-Tranquila, querida. – Dijo Lucy. – Mi Ben no dejará que les pase nada, además esos caballos son muy mansos y Ben los maneja mejor que nadie.

-Lucy tiene razón. – Dijo Alistair. – Ese chico será un gran veterinario, tiene un don para tratar a los animales.

CC sonrió. Los adultos se encargaron del almuerzo, mientras CC, siguiendo instrucciones de Marguerite, charlaba con Alistair, para que no intentara ayudar a poner la mesa, Niles ayudaba con la comida y Julius y Lucy ponían la mesa. Marguerite envió a Niles a buscar a los niños, CC quiso ir con él, a ella también le gustaban mucho los caballos, estuvo distrayendo a Alistair contándole que tiene un par de caballos en Estados Unidos, en un establo de alquiler en el campo. Cuando llegaron al establo, los chicos estaban entretenidos cepillando a los caballos y poniéndoles comida en sus comederos. Niles se acercó con CC y estuvieron también acariciando a los caballos y dándoles unas manzanas. No tardaron en volver a la casa, Niles les dijo que era mejor no hacer esperar a la abuela.

Cuando llegaron se lavaron bien las manos y fueron al comedor.

-Venga, comamos antes de que se enfríe. – Dijo Julius.

-Huele muy bien… - Dijo Preston.

-Ya verás que sabe mejor. – Le dijo Andy sentado a su lado. - Grand-mère es la mejor cocinera del mundo.

-Gracias, hijo… - Dijo su madre falsamente ofendida.

-Lo siento mamá, pero es cierto.

-No te lo niego… estaba bromeando, cariño. – Le guiñó un ojo a su hijo y rieron.

-Bueno, voy a servir ya el almuerzo. – Dijo Marguerite.

Les sirvió un delicioso estofado de carne con verduras. Preston y Stewart comieron con ganas y vaciaron su plato en pocos minutos.

-Chicos, tenéis buen saque. – Bromeó Alistair.

-Estaba muy bueno, señor Brightmore. – Dijo Stewart.

-Es lo mejor que he comido en mi vida. – Dijo Preston relamiéndose.

-Me alegro que os guste. – Dijo Marguerite. - ¿Queréis repetir?

-¿Podemos? – Preguntaron los dos a la vez.

-Claro que sí. – Dijo Marguerite. Les rellenó el plato y ellos le dijeron.

-Muchas gracias, madame Brightmore.

-Llamadnos Alistair y Marguerite. – Dijo Alistair.

Después cuando terminaron todos, Marguerite mandó a Niles a buscar el segundo plato, empanada de pescado al horno. Repartió porciones para todos y se la comieron con ganas.

-¿Os ha gustado la comida? – Les preguntó la pequeña Marguerite a sus nuevos amigos.

-Estaba todo buenísimo. – Dijo Stewart. – No recuerdo la última vez que comí algo tan bueno.

-Pues espero que tengáis sitio para el postre.

Entonces Marguerite fue a la cocina y volvió con una deliciosa tarta de queso.

-Tarta de queso… - Dijo Preston mirando embobado.

-¿Te gusta? – Preguntó Julius. El niño asintió con energía.

-Es mi favorita, pero en el internado de postre solo nos ponen fruta, que me gusta mucho también, pero de vez en cuando me gustaría comer un postre de verdad.

-Ya probaréis los postres de Maman mientras estéis aquí. – Dijo Niles. – Si podemos llevaros a Nueva York en algún momento os prepararé el que más os guste.

-¿De verdad? – Preguntaron ilusionados.

-Claro, aquí os lo pueden decir todos, me quedan muy bien los postres de Maman.

Entonces el mismo Niles sirvió el postre. Los cinco chicos dieron buena cuenta de sus porciones de tarta de queso.

-Vaya… - Dijo Preston. – Es la mejor tarta que he probado. Gracias Marguerite.

-De nada, cherie. Ha sobrado bastante, si esta noche os coméis toda la crema de verduras, os guardaré dos trozos para el postre. – Los niños la miraron ilusionados y prometieron comerse toda la cena que le pusieran. Entonces Marguerite miró a Julius y lo vio mirándola con ojos suplicantes. – Está bien, el resto te la guardaré en un tupper para que te la lleves… no lo sabéis, pero Julius es como un ratón, le encanta el queso en todas sus variantes…

-¿Hay algo mejor que un buen queso?

-Nada, en el internado nos ponen unos quesos muy ricos. – Dijo Stewart.

-¿Cómo es vivir allí? – Preguntó Andy.

-No está mal, pero me gustaría ir a un colegio normal y no compartir habitación con los chicos que van allí.

-¿Son malos contigo? – Preguntó Andy.

-No, pero somos tres en el mismo dormitorio y uno de ellos ronca y parece una locomotora antigua, es difícil dormir hasta que te acostumbras al ruido.

Todos rieron y CC pensó que era estupendo que conocieran a chicos que no fueran niños ricos. Parecía que estaban superando un poco su timidez.

Cuando terminaron el almuerzo, Alistair y Marguerite les dijeron a sus nietos y a sus invitados que era el momento de que decoraran la casa. Tenían la costumbre de no adornar su casa hasta el día antes de Nochebuena y, desde que sus nietos tuvieron edad para ello, los dejaban decorar toda la casa ellos mismos. Julius y Niles sacaron los adornos del desván y metieron en la casa el árbol que su madre tenía en su pequeño invernadero, era grande y natural, mientras los niños adornaban todo, Alistair los dirigía y Niles y Julius vigilaban por si necesitaban ayuda y para que Alistair no hiciera tonterías porque no se fiaban de él. Mientras, CC y Lucy fueron con Marguerite a ayudarle a lavar los platos y tomar un té y charlar en la cocina.

-Bueno, cherie. Cuéntame, ¿Cómo es posible que esos niños hayan comido como si llevaran meses a pan y agua? – CC, sonrió ligeramente con tristeza.

-En el internado comen bien, muy bien, todo comida sana y equilibrada, mi hermana no lo ha hecho pero yo me informé de ello. Ese ansia por comer, creo que se debe a que no comen comida casera desde hace años…creo que ni recuerdan lo que es la comida casera. – Entonces les contó brevemente la historia de sus sobrinos y su relación con sus padres. Les pidió que los pequeños no se enteraran de esa conversación y que no los miren con lástima.

-Por supuesto, CC. – Dijo Lucy. – Por cierto, viendo lo que te quieren, ¿No has pensado en pedir su custodia?

-Obsesivamente… pero hace tiempo lo consulté con el abogado de mi padre, pero dijo que sería un proceso largo, costoso y con pocas posibilidades de éxito. Aunque hoy he tenido una conversación con Stewart y estoy pensando en investigarlo mejor.

-Deberías intentarlo. Ojalá te los pudieras quedar y traerlos aquí de vez en cuando.

-Sería todo un sueño para ellos. En pocas ocasiones los he visto tan contentos, ¿Habéis visto lo contentos que estaban por ayudar a decorar la casa? Creo que es la primera vez que adornan un árbol de Navidad.

-Eso es triste. – Dijo Marguerite.

-Lo sé, pero hasta que cumplieron los 6 años y pasaban las fiestas con su madre, sé que mi hermana contrata a alguien para que decore su casa, y cuando mi padre los recoge del internado en Navidad se los lleva de viaje y se alojan en hoteles, creo que es la primera Navidad normal que han tenido en su vida…

-Son unos buenos chicos… y tienen unos modales en la mesa que ya quisiera que mis hijos se porten así, comen con la boca cerrada y dicen por favor y gracias por todo. Te juro que me dieron ganas de besarlos cuando dieron las gracias con esa enorme sonrisa por repetir el estofado.

-No me ciega el amor, son un encanto. Siempre han sido un poco tímidos pero creo que estar aquí con los chicos les vendrá bien.

-Sí. – Dijo Marguerite. - ¿Y tu madre los ve?

-Creo que los vio cuando nacieron y en muy contadas ocasiones… a sus hijos nos veía porque no tenía más remedio y sólo para quedar bien, la mayor parte del tiempo durante mi infancia intentó convertirme en una mujer florero como ella, con mi hermana funcionó, pero yo me parezco demasiado a mi padre. Nunca me soportó porque, palabras textuales, "Te pareces demasiado a tu puñetero padre".

-Permíteme que te diga, cherie. – Dijo Marguerite. – Pero creo que has salido muy bien para la madre que has tenido. Creo que esos niños se parecen a ti más de lo que piensas.

-Gracias, yo he ejercido más de madre con ellos que su propia madre… creo que se parecen a mi padre y a mi hermano Noel, más que a mí, se han visto obligados a madurar muy rápido como mi padre que se hizo cargo de la empresa que fundó mi abuelo cuando era muy joven, pero tienen la sensibilidad de Noel.

Entonces escucharon pasos de alguien corriendo y aparecieron Preston y Andy con las mejillas sonrojadas y muy contentos.

-¡Venid, todas! ¡Niles va a probar las luces del árbol de Navidad! – Dijo Preston emocionado.

Fueron al salón y estaba todo completamente decorado y el árbol estaba preparado para que encendieran las luces. Niles y Julius encendieron las luces y los niños aplaudieron emocionados. Les había quedado precioso. El resto del día lo pasaron en la casa tomando chocolate caliente y galletas, Julius, Lucy y sus hijos se fueron antes de cenar, al día siguiente tenían algunas revisiones de ortodoncias por la mañana temprano y en Nochebuena visitarían a los padres de Lucy, se despidieron de ellos hasta la tarde del día de Navidad, los chicos quedaron en ir a la pista de hielo del centro comercial que había por allí cerca. Después de cenar, se acostaron temprano, los niños estaban agotados. CC los arropó, Preston estaba dormido en cuanto se acostó. Stewart quería hablar con su tía antes de dormir.

-Tía Claire.

-¿Qué, cariño?

-Me gusta mucho estar aquí, los padres de Niles son muy simpáticos y Niles me gusta mucho, ojalá pudiéramos quedarnos contigo para siempre y ojalá te cases pronto con Niles.

-¿Te gustaría que nos casáramos?

-Claro, es divertido y le gusta Batman. Además estás feliz cuando él está cerca y yo quiero que seas feliz.

-Te quiero mucho, Stewie. – El niño la miró fastidiado. – Y no me mires así, porque serás mi pequeño Stewie aunque tengas 60 años. Y ahora duerme que has tenido un día muy largo.

Se abrazaron y CC lo besó en la mejilla y Stewart le devolvió el beso. Pocos segundos después estaba dormido. CC volvió a su habitación, se cruzó con Alistair que iba a su habitación.

-¿Ya están dormidos?

-Como troncos, entre lo que han madrugado hoy y que han cogido dos aviones, por no hablar de la emoción de venir aquí, estaban agotados.

-Son unos chicos geniales. Marguerite me ha contado lo que le contaste a ella y a Lucy, si hay posibilidad de que te quedes con ellos, dínoslo, declararemos a tu favor, cuenta con nosotros. Se ve que te adoran.

-Gracias, Alistair, lo tendré en cuenta, aunque espero que no sea necesario.

-Eso sería ideal, intentaré que tengan unas buenas Navidades, he conocido a suficientes niños ricos que crecen en internados para saber lo que puede llegar a afectarles, por lo menos haremos que se diviertan y Marguerite seguro que consigue que cuando se vayan de aquí estén más gordos y más altos.

-Seguro que sí, siempre han comido muy bien y de todo y les ha encantado la comida de Marguerite, me parece que no recuerdan la última vez que comieron comida casera. Ahora creo que no debo entretenerte no es bueno que estés con las muletas de pie tanto tiempo.

-Estás igual que mi mujer y mis hijos…pero contigo no discutiré. – Le guiñó un ojo.

CC se rió y se desearon buenas noches y se despidieron hasta el día siguiente. Niles estaba poniéndose el pijama cuando entró CC.

-¿Ya se han dormido?

-Como troncos, estaban agotados. Me he cruzado con tu padre en el pasillo. Te dije que le conté a tu madre la situación de los chicos, ella habló con él, me ha prometido que hará que pasen una buena Navidad y que si necesito testigos para un posible juicio que cuente con ellos, espero que eso no sea necesario. Quizás si los niños exponen su deseo de vivir conmigo el juez lo tenga en cuenta…o mi hermana dé su brazo a torcer y me los deje sin recurrir a los tribunales.

-Ojalá lo haga.

-He llegado a considerar pedirle que, ya que los padres de los niños ni preguntan por ellos, no les diga nada de que viven conmigo, yo les pagaré el colegio y todo y que ella se quede con el dinero que les pasan sus exmaridos…quizás mi padre la pueda convencer de ello, después de todo sólo los tuvo para sacarles dinero.

-Puede ser. No sé tú, bruja, pero yo estoy cansado, no recordaba que los niños poniendo adornos Navidad pueden ser agotadores.

-Yo también estoy cansada. Me pongo el pijama y vamos a dormir ya.

-Ok, mientras iré al baño.

Cuando volvió Niles, CC llevaba puesto un pijama de seda de aspecto masculino de color rojo con un filo blanco. Niles se la quedó mirando.

-Satanás…¿pretendes matarme?

-¿De qué hablas, anciano?

-Estás muy sexy y no estoy en condiciones para nada esta noche.

-Eres un viejo verde… Pero si me he traído este pijama porque es el más discreto que tengo y resulta que ¿también te pone cachondo?

-Tú me pones cachondo con todo lo que te pongas.

-Eres un caso…

-Por cierto…y el camisón tan bonito que te pusiste anoche, ¿Dónde está?

-En el armario…me lo pondré la noche de Navidad… como un regalo de Navidad tardío para ti.

-Está bien…pero esperaré impaciente esa noche.

Se acostaron y se besaron hasta quedarse dormidos abrazados.

El día de Nochebuena lo pasaron tranquilamente en casa, los chicos se entretuvieron cuidando a los caballos con Niles y jugando en el patio con Dora, hicieron un muñeco de nieve, ayudaron a Marguerite a preparar galletas caseras para merendar, se divirtieron mucho con ella y Alistair, porque el hombre intentaba robar alguna galleta y su mujer le regañaba como a un niño, CC también se divirtió con eso, Niles le contó que su padre era bastante goloso y le encantaban las galletas de Navidad de su madre, pasaron un rato muy divertido todos juntos en la cocina. Niles y CC los llevaron por la tarde a pasear por los alrededores, Dora fue con ellos. Cenaron muy bien, Marguerite preparó una cena estupenda y los niños disfrutaron tanto como el día anterior, fueron muy educados e insistieron en ayudarla a recoger la mesa, estaban acostumbrados porque en el internado debían recoger sus bandejas y dejarlas donde las recogían los empleados de las cocinas. Marguerite les dio las gracias y les prometió que la ayudarían de nuevo a preparar galletas cuando se terminaran las que prepararon esa mañana. Esa noche también fueron a dormir temprano.

A la mañana siguiente, el día de Navidad, Niles y CC estaban dormidos abrazados, cuando antes de las 7 de la mañana se abrió la puerta de su habitación y Preston corrió a despertar a su tía.

-¡Tía Claire! ¡Despierta! – Gritó subiéndose a la cama y casi saltando encima de ella.

-¿Preston? ¿Estás bien? ¿Pasa algo? – Dijo confusa.

-No Tía Claire, todo está bien. Quería ser el primero en decirte ¡Feliz Navidad!

-Mi niño… - Lo abrazó y lo besó con ternura. – Feliz Navidad a ti también. – Niles, que estaba junto a CC se despertó.

-Buenos días. ¿Qué hora es? – Preguntó aún somnoliento.

-Casi las 7, Niles. ¡Y ya es Navidad! ¡Feliz Navidad!

-Feliz Navidad, pequeño. Y Feliz Navidad, amor. – Le dio un beso suave a CC en los labios y un abrazo a Preston. - ¿Tú hermano está despierto?

-No, yo lo iba a despertar, pero quería ser el primero en felicitar la Navidad a Tía Claire.

-Bueno, ve a despertarlo, a esta hora mis padres seguro que están en la cocina, cuando terminemos de desayunar abriremos los regalos.

-¿Habrá otra vez tortitas para desayunar? – Preguntó Preston.

-No lo sé, quizás prepare gofres belgas o tostadas francesas con canela.

-Llamaré a Stewie, ¡Me muero de hambre!

Salió corriendo y su tía y Niles se quedaron un momento en la cama.

-Me ha dado un susto cuando se ha subido a la cama, creía que estaba enfermo o algo así.

-Enfermo no, pero histérico sí, será mejor que nos levantemos, o vendrá de nuevo.

-Sí, voy un momento al baño, ¿Nos vestimos o aquí abrís los regalos en pijama?

-Siempre abrimos los regalos en pijama, sólo ponte la bata si tienes frío.

-Está bien. – Le dio un beso en los labios y fue al baño. Cuando salió Niles entró y cuando salió bajó a la cocina y todos lo estaban esperando.

-¡Feliz Navidad, hijo! – Dijeron sus padres a la vez. – Vamos a desayunar. – Dijo Alistair cuando Niles se sentó en la mesa entre CC y él. – Hay que abrir regalos.

-Feliz Navidad, Niles. – Dijeron los niños. – Marguerite ha preparado unos gofres buenísimos. – Dijo Stewart.

-La comida de mi madre siempre ha sido la mejor del mundo.

-Eres un pelotillero…

-Soy sincero, Maman.

-Niles tiene razón, eres la mejor cocinera que conozco, Marguerite. – Dijo CC.

-Gracias, hija.

Comieron con ganas, los gofres eran deliciosos, los niños fueron una vez con su abuelo a pasar la Navidad a Bruselas y decían que eran mejores los gofres de Marguerite. Cuando terminaron, los niños corrieron al salón, con su tía de la mano y una enorme sonrisa.

-¡Vamos, Tía Claire! ¡Corre! – Decía Preston emocionado.

-Tranquilo, cariño.

Niles llegó detrás de ellos seguido de sus padres.

-Están muy emocionados. – Dijo Alistair. – Me recuerdan a Julius y a ti a su edad.

-Sí, aunque son un poco más obedientes que vosotros, no había manera de que esperarais hasta después del desayuno. – Dijo Marguerite.

-Su abuelo les advirtió que debían obedecer vuestras normas, supongo que les dijo que no les dejaría volver si recibía una sola queja.

-Pues están haciendo caso a la perfección. – Sonrió Marguerite, ella y Alistair se sentaron en el sofá y los niños en la esponjosa alfombra junto al árbol, esperando a que Niles, les repartiera los regalos a todos, allí estaban también los de Julius, Lucy y sus hijos que llegarían esa tarde a almorzar y abrir sus regalos.

Una vez repartidos, empezaron por abrir los regalos que les hicieron Marguerite y Alistair. A Niles le regalaron una edición antigua de los sonetos de Shakespeare.

-Maman, papá ha debido costaros una fortuna. – Dijo Niles.

-No te preocupes, nos lo consiguió Lester. – Alistair le guiñó un ojo. – Además sé que siempre has querido una edición antigua.

-Gracias. – Dijo y abrió el segundo regalo de sus padres, una cena para dos en los próximos días en un restaurante bastante elegante de Edimburgo. – Vaya, es un restaurante genial, os habrá costado un dineral también.

-Tranquilo por eso, hijo. – Dijo Marguerite. – Sabes que si no pudiéramos no os lo hubiéramos regalado, a Julius y Lucy le hemos regalado lo mismo a canjear en San Valentín, pero como no estaréis aquí, Preston y Stewart seguro que no les importa quedarse con nosotros una noche.

-Claro que no. – Dijo Stewart. – Mira Tía Claire, Niles, mira lo que nos han regalado Marguerite y Alistair. – Les enseñaron una equipación completa de la selección de fútbol de Escocia con camiseta, pantalón y calcetas y un balón de fútbol para cada uno.

-Vaya, papá, tirando para casa…

-Pensé en comprarles la de Inglaterra…pero ¡qué leches! Soy escocés y quería que se llevarán un recuerdo de Escocia…y no estaría bien regalarles una botella de whisky. – Todos rieron histéricamente la ocurrencia de Alistair.

-¡Muchas gracias! Nos gustan mucho, y seguro que nos están bien. – Dijo Stewart.

-¡ Muchas gracias! – Repitió Preston. – Los balones son geniales. Seguro que podremos jugar mucho con ellos en el colegio.

-Me alegro de que os gusten. Después os las probáis para ver si la talla es correcta. – Dijo Marguerite y luego miró a CC y le dijo: - Abre tu regalo, cherie, no sólo tienes la cena.

CC abrió el regalo y sacó un libro antiguo también.

-Niles nos dijo que tu libro favorito de pequeña era Peter Pan, es la segunda edición. Le preguntamos cosas sobre ti para saber qué regalarte.

-Vaya, es maravilloso. Muchas gracias. No sé qué decir. Debe ser carísimo, está en muy buen estado.

-Como le dijimos a Niles, lo compramos en la librería de viejo de Lester, no tenéis que preocuparos por lo que gastamos. Es un buen amigo desde hace 40 años, nos hace precio especial.

-Muchas gracias. – Repitió CC y abrazó a sus suegros. – Por todo.

-De nada, querida.

-Y ahora abrid vuestros regalos. – Dijo CC. Niles los llevó al sofá y Alistair dijo:

-Vaya, hay muchos.

-Hay de nuestra parte, de parte de Stewart y Preston y de parte del padre de CC.

-Abridlos. – Dijeron los niños.

Abrieron los de Niles y CC primero, le regalaron a Alistair un elegante juego de gemelos y alfiler de corbata en oro blanco con un bonito diseño y adornados con ónix.

-Ésto sí que es demasiado, chicos… - Dijo el hombre.

-Sé que te gustan los gemelos, papá y queríamos comprarte unos elegantes, puedes reservarlos para ocasiones especiales.

-Muchas gracias, hijos, son preciosos.

-Chicos, os habéis pasado. – Dijo Marguerite sacando un elegante vestido de diseño, con una etiqueta de Chanel colgando.

-Eso ha sido cosa mía. – Dijo CC. – Por eso Niles llamó a Julius para que le preguntara tus medidas a Alistair. – Dijo mirando al hombre. – Espero haber acertado con la talla.

-Se ve perfecto y es tan bonito y elegante.

-Póntelo para la misa de Año Nuevo, Maman. Serás la envidia de todas las cacatúas que van a la iglesia. – Marguerite solía ir a la iglesia y aunque era creyente, no le caían muy bien las beatas. Empezó a reír.

-Sabes un punto a favor para que se convierta en mi vestido favorito.

-¡Abrid los nuestros! – Dijeron los niños.

Les regalaron a Marguerite un pañuelo de seda que, casualmente, pegaba muy bien con el nuevo vestido y a Alistair unos guantes de cuero muy buenos, Niles les dijo que trabajaba bastante en el establo y pensaron que sería un buen regalo, acertaron porque los suyos estaban un poco estropeados y eran de la talla perfecta. También les llevaron una caja de bombones de chocolate suizo.

-Muchas gracias chicos, son unos regalos estupendos.

-Abrid los regalos del abuelo. – CC contestó.

-Será mejor que todos dejemos los regalos del abuelo para el final. Abrid vosotros nuestros regalos.

Los abrieron y se sorprendieron bastante. CC les compró varios libros que le pidieron y unas ediciones especiales de sus cómics favoritos, a Preston le compraron unos patines nuevos para jugar al hockey hielo porque los suyos se le estaban quedando pequeños y a Stewart un batmovil de juguete para montarlo, le encantaba montar maquetas de coches. Sabía que debía dejarla en casa de su abuelo como las demás que tenía, porque no podía llevársela al colegio, pero como a casa de su madre apenas iban, preferían dejar sus juguetes en el enorme piso de su abuelo en Nueva York donde cada uno tenía su propia habitación decorada a su gusto, cuando su abuelo los llevaba allí disfrutaban de sus juguetes, porque en el internado estaban prohibidos, excepto el material deportivo.

-Son unos regalos geniales, Tía Claire. – Dijo Stewart. – Muchas gracias. – Dijeron los dos.

-Aún hay más. – Dijo Niles. – Yo quería regalaros algo para que jugarais mientras estéis aquí. – Les dio dos enormes cajas. Las abrieron y gritaron:

-¡Trineos! ¡Gracias, Niles! – Gritaron a la vez y lo abrazaron.

-Mis sobrinos tienen trineos y durante estos días van a una colina cercana a jugar con ellos, no es lo mismo que esquiar pero es divertido.

-Nos encantará deslizarnos con estos trineos. ¿Los habéis mandado desde Nueva York?

-No, se los encargamos a Julius, después hicimos cuentas. – Niles les guiñó un ojo.

Después intercambiaron regalos CC y Niles. Ella le regaló a Niles un traje muy elegante con camisa y corbata a juego y unos zapatos muy caros.

-Gracias, cariño, pero…¿Cuándo me pondré un traje tan elegante? Y estos zapatos…

-Para la próxima fiesta que organice Maxwell en su casa, no volverás a servir nada en esas fiestas, porque irás como mi pareja y debes vestir adecuadamente.

-¡Dios! Soy tu muñeco Ken.

-Y que no se te olvide.

-Déjala que te compre lo que quiera, hijo. - Dijo Alistair. – Tiene buen gusto.

-Si quieres para el año que viene te compro un conjunto completo para ti, Alistair.

-Si es así, espero que aguantes a mi hijo hasta entonces. – Dijo Alistair, todos rieron menos Marguerite.

-¡Alistair Brightmore! – Le regañó su esposa. - ¿Cómo se te ocurre?

-Estoy de broma, querida.

-Además, espero que esto dure muchos muchos años. – CC besó a Niles y se dispuso a abrir su regalo.

-¡Oh, Niles! Es preciosa. – CC vio dentro de la pequeña cajita una pulsera de oro una cadena fina y discreta con un pequeño colgante con la forma de copo de nieve.

-¿Un copo de nieve? – Preguntó Marguerite el verla.

-La llamo Reina de las Nieves cariñosamente. – Dijo Niles. – También la llamo reina de los vampiros o bruja… pero no pude encontrar una brujita o un murciélago… hubiera sido por encargo y no llegaría a tiempo para Navidad.

-Es perfecto, me encanta. – Lo besó.

-La otra opción era un corazón y sé que no te gustan esas cursiladas.

-¡Qué bien me conoces, mayordomo! Ahora abramos los regalos del abuelo. Empezad vosotros, chicos.

Stewart recibió un caro juego de gemelos y alfiler de corbata.

-Vaya… - Dijo sorprendido.

-Papá supongo que viendo que ya eres mayor, sabes que necesitarás algo así dentro de poco.

-Me gustan mucho, es un regalo de persona mayor. – Stewart sabía que a su nieto le encantaba que le regalara cosas de "chico mayor" como él decía. – Vas a tener que guardármelos tú, Tía Claire, en el colegio no me fío tenerlos, me los vayan a intentar robar. Además no creo que me dejen llevarlos, porque no está permitido llevar joyas con el uniforme escolar.

-Tienes razón. Son muy estrictos. Se los daré a tu abuelo para que los ponga en tu habitación.

Después Preston abrió el suyo y era un caro reloj digital deportivo de tamaño juvenil. El año anterior le regaló uno igual a Stewart, éste a diferencia de los gemelos podía tenerlos en el colegio porque no era de oro.

-Vaya, ¡qué reloj tan bonito! – Dijo Alistair.

-Es como el de Stewie, como es resistente al agua podemos tenerlos todo el día puesto y no preocuparnos por si hay algún ladrón.

-¿Hay muchos robos allí? – Preguntó Marguerite.

-No es por los empleados. – Dijo Preston. – Es que hay algunos chicos un poco envidiosos o a los que les gusta molestar a los demás cuando presumen de las cosas que tienen, nosotros intentamos no hacer eso, así no nos molestan.

-Vaya… - Dijo Alistair. – Sabía que a veces los niños ricos eran fastidiosos, pero no tanto.

-Son los menos. – Dijo Stewart. – Aunque ese es uno de los motivos por los que no dejan llevar juguetes, joyas o cómics, sólo libros. Para que no haya conflictos con esas cosas.

-Supongo que en ese colegio llevan mucho tiempo lidiando con chicos fastidiosos. – Dijo Alistair. – Ya saben lo que tienen que hacer.

Después los niños insistieron en que Niles abriera el regalo del abuelo. Entonces sorprendido vio que le había regalado un espectacular reloj de pulsera, un Patek Philippe auténtico. Cuando se lo enseñó a sus padres se quedaron impresionados. CC y sus sobrinos no se sorprendieron tanto, Stewart Babcock solía hacer regalos impresionantes.

-No sé si puedo aceptar esto, es demasiado caro.

-Hazlo o lo ofenderás.

-Sí, el abuelo es muy generoso con la gente a la que quiere. – Dijo Preston.

-A ti debe adorarte, hijo. – Dijo Alistair. Marguerite seguía sin hablar.

Entonces CC abrió el regalo de su padre y se echó a llorar.

-¿Qué te pasa, Tía Claire? ¿No te gusta? – Preguntaron los niños preocupados.

-No, chicos, me encanta. – Entonces les enseñó un elegante broche de diamantes y oro blanco de estilo Art-Decó. – Esto perteneció a mi abuela paterna, yo la adoraba y pasaba los veranos con ella en Londres. Éste era su broche favorito, se lo regaló mi abuelo cuando nació mi padre. Creía que cuando murió se lo quedó mi Tía Muriel.

-Es precioso, tiene una nota, cherie. – Dijo Marguerite.

-Pone: "Gatita, tras muchos años he convencido a tu tía para que me dé este broche… más bien he tenido que cambiárselo por uno de Cartier más caro… tu tía es tan sentimental como una piedra, en fin, sabía que tu abuela hubiera querido que fuera para ti. Seguro que te quedará tan bien como a ella, eres su vivo retrato y fuiste su nieta favorita, te lo mereces más que nadie de nuestra familia. Te quiero. Papá."

-¡Qué bonito! – Dijo Marguerite. – Tu padre es un hombre muy detallista.

-Lo es. Bueno abrid vuestros regalos.

Entonces Alistair y Marguerite abrieron los regalos que les mandó Stewart y casi se desmayan. A Alistair le regaló un magnífico Rolex y a Marguerite un collar de perlas muy elegante y discreto con pendientes a juego. Les dejó una nota dentro de cada caja donde les agradecía su hospitalidad con su hija y sus nietos y les advertía que no aceptaría esos regalos de vuelta.

-Os dije que el abuelo es muy generoso. – Dijo Preston.

-Ya, pequeño. – Dijo Alistair. – Pero esto es demasiado.

-Guardadlos para ocasiones especiales. – Dijo CC.

-Eso está claro. – Dijo Alistair. – Vamos a guardarlos en la caja fuerte en cuanto se los enseñemos a Julius y Lucy. Hablando de ellos, el resto de regalos son los suyos.

-Menos éste. Feliz Navidad, Alistair.

-¿Por qué lo has hecho, cariño? Sabes que me gusta ir yo mismo a comprar tus regalos y este año no he podido.

-No importa, ábrelo. – Era un regalo bastante grande. Lo abrió y sonrió de oreja a oreja.- Sabía que necesitabas una nueva y la encargué para ti hace meses, aunque sé que aún no puedes usarla, pero sabes que Ben puede usarla mientras te recuperas del todo. - Le había regalado una nueva silla de montar.

-Es justo la que quería comprar antes de caerme.

Alistair besó a su mujer y después fueron a cambiarse y quitarse el pijama. Noel les daría sus regalos a Niles y CC a la vuelta y a sus sobrinos se los mandó al colegio directamente, siempre les regalaba libros y tenía la costumbre de mandarlos allí porque nunca les prohibían tenerlos en su habitación. Tras guardar sus regalos en sus habitaciones, Niles y Marguerite fueron a la cocina para empezar a preparar el almuerzo de Navidad y los niños, CC y Alistair fueron al establo para atender a los caballos y guardar la silla de montar allí, esa mañana no hacía muy mal tiempo.

Stewart y Preston pasaron un gran día de Navidad, Julius, Lucy y sus hijos llegaron a la hora del almuerzo, antes abrieron sus regalos y les dieron los suyos, Niles y CC les regalaron a Julius y Lucy una estancia de una semana en un hotel con spa de lujo en la Costa Azul para cuando quisieran con el vuelo incluido, les encantó, Lucy casi se emocionó, Niles le llevó a su sobrino mayor un casco integral y una chaqueta de cuero para moto, sabía que su hermano y su cuñada le habían comprado un scooter para cuando empezara el año siguiente la universidad, lo agradeció mucho. A la pequeña Marguerite, CC le llevó un vestido de vestir muy bonito, estaba en una edad un poco difícil y le costó encontrar un vestido que no fuera demasiado de niña o demasiado de adulta, pero a la niña le gustó muchísimo y a sus padres también, si no le quedaba bien podían ir a Londres a la tienda de la marca allí, ella podría conseguir allí el cambio de talla, Niles sabía que a su sobrina le gustaban las Barbies, pero las que no iban vestidas de princesa, le compró una pelirroja vestida de esquiadora, también, por sugerencia de CC, le llevaron un pack con varios vestidos para Barbie de distintos estilos, al pequeño Andy le regalaron un nuevo juego de Lego, un castillo que aún no había llegado a Europa y se volvió loco de alegría, no sólo era aficionado al fútbol, le encantaban los legos, CC le llevó un coche teledirigido. Julius y Lucy le regalaron a Niles unos libros de James Bond que sabían que le gustaban y que comentó que no tenía y un suéter bastante bonito, a CC un bonito jersey de cachemir bastante caro y muy esponjoso y suave, Lucy esperó a verla para calcular su talla, Lucy tenía buen ojo para eso y acertó de pleno. También llevaron regalos para Preston y Stewart, les llevaron libros sobre leyendas escocesas y del ciclo artúrico y un juego de Mahjong, ellos se pusieron muy contentos, era uno de los juegos de mesa permitidos junto al ajedrez, uno de los mejores amigos de Stewart era de Shanghái y seguro que les enseñaría a jugar.

Después disfrutaron de la deliciosa comida casera de Marguerite y Niles y los niños estuvieron un buen rato en el patio jugando al fútbol con uno de los balones que Alistair y Marguerite le compraron a los niños, después fueron a una colina cercana para estrenar los trineos con Ben que era un chico muy responsable, pasaron una tarde genial, habían un montón de niños estrenando sus trineos. Cuando empezó a nevar volvieron a la casa de Marguerite y Alistair a tomar un chocolate caliente con galletas. Esa noche Noel y Stewart llamaron a CC y sus sobrinos por teléfono y les alegró oír a los niños tan felices. Pasaron un gran día de Navidad.

El resto de las vacaciones, tanto Niles como CC y los niños lo pasaron muy bien, el día antes de Nochevieja, Niles y CC disfrutaron de su cena regalo de Marguerite y Alistair. Los chicos se quedaron en casa de Julius y Lucy y cuando los recogieron al día siguiente les contaron encantados que lo pasaron muy bien, que después de cenar estuvieron viendo una película y que después entre todos, incluido Ben, estuvieron montando el castillo de Lego de Andy. Lucy le dijo a CC que estaba encantada de tenerlos allí, que estaban muy bien educados y que podían ir allí cuanto quisieran.

Alistair por fin fue liberado de su escayola y en dos días estaba como si no hubiera estado meses con la pierna escayolada. El resto de las vacaciones fueron maravillosas, los niños se divirtieron y los adultos también, Niles y CC llevaron a los 5 niños un día a hacer turismo a Londres, prometieron repetir el plan si iban allí el próximo verano.

Lamentablemente llegó el último día de vacaciones de Navidad. Stewart fue a buscar a sus nietos a la casa de los padres de Niles. Quería agradecerles personalmente su hospitalidad. Cuando llegó su hija, su novio y sus nietos ya habían hecho la maleta, él y los niños cogerían un vuelo directo de Edimburgo a Suiza. Le encantó ver a sus nietos felices con una enorme sonrisa contándole lo bien que lo pasaron y que Marguerite era una gran cocinera y que se lo pasaron muy bien jugando con los sobrinos de Niles y ayudando a Alistair con sus caballos y jugando con Dora, su perra. Les agradeció sinceramente que los acogieran tan bien, le dijeron que no fue ninguna molestia, también le agradecieron los regalos que le mandaron, que no era necesario, Stewart les dijo que sí y que no era nada, aún así, Marguerite y Alistair le dijeron que en verano fuera allí con sus nietos si podía y que lo invitarían a una buena comida casera. Stewart no se pudo negar.

Niles y CC se despidieron de Marguerite y Alistair, CC estaba llorosa y emocionada, prometió volver cuando pudiera y reservarles entradas para el próximo estreno, había decidido que sería la obra de Niles y quería que sus padres estuvieran presentes, además de pagarles el vuelo para que pasen con ellos una temporada en Nueva York, le dijo a Marguerite que la llevaría de compras. Niles les prometió escribir y llamar más a menudo y visitarlos en cuanto tuviera tiempo libre.

Llegaron al aeropuerto de Edimburgo y se despidieron allí de Preston y Stewart, que no querían separarse de su tía y de Niles, Stewart les dijo a sus nietos que haría todo lo posible para que estuvieran todo el verano con ellos.

-En cuanto vuelva de Berlín, iré a Los Ángeles a hablar con vuestra madre.

-Gracias, abuelo. – Dijo Stewart mientras Preston abrazaba a su abuelo.

-Tía Claire. – Dijo Stewart en un momento que se quedaron a solas mientras su hermano iba al baño. - ¿Buscarás la manera de que nos quedemos contigo?

-Sí, cariño, no será fácil, pero lo intentaré.

-Te quiero, Tía Claire. – Abrazó la cintura de su tía y apoyó la cabeza en su hombro, intentando ocultar una lágrima traicionera. – Te echaré de menos. A Niles y su familia también.

-Yo también te quiero, amor, os echaré mucho de menos a los dos. Hablaré con tu abuelo de ello, haré todo lo que pueda, te lo prometo.

Besó su mejilla y en ese momento llegaron Stewart y Preston, Niles estaba facturando su equipaje y el de CC mientras tanto.

-¿Qué te pasa, Stewie? – Preguntó Stewart.

-Nada, que echaré de menos a la Tía Claire.

-Yo también. – Dijo Preston y se abrazó también a su tía.

Por fin se despidieron y Niles y CC estaban en el avión de camino a Londres para coger el Concord a Nueva York. CC no paraba de llorar.

-Tranquila, amor, dentro de nada volveremos a verlos.

-Lo sé, pero me rompe el corazón verlos irse de nuevo allí. Ojalá hubiera podido llevármelos conmigo.

-Sí, a mí también me hubiera gustado llevármelos a Nueva York. Cuando venga tu padre allí podremos ver qué hacer.

-No las tengo todas conmigo, ¿y si nos toca un juez ultraconservador y no me quiere dar la custodia por estar soltera?

-Tiene fácil solución. Nos vamos a Las Vegas, yo me visto de Elvis, tú de Marilyn y nos casamos antes del juicio. – CC estaba estupefacta.

-¿Casarnos?

-¿No te gustaría?

-Sí, pero no así…

-Pues sin disfraces, no importa.

-No quiero decir eso…

-¿Entonces con disfraces? – CC le dio un golpe juguetón en el brazo.

-No seas idiota… Quiero decir que nos casemos porque queremos hacerlo, no por obligación para conseguir un fin.

-Yo nunca me casaría contigo obligado por las circunstancias…siempre será por amor, por lo menos por mi parte.

-Te quiero, Niles.

-Yo también te quiero, CC. – Se besaron dulcemente y pasaron el resto del viaje haciendo planes para cuando llegaran a Nueva York.