Capítulo 2
POV de Kenma
No podía creer todo lo que había pasado en tan solo unas semanas. Ya casi empezaría el torneo de Primavera, donde podríamos revivir la histórica Batalla del Basurero, había perdido mi consola de videojuegos, la había vuelto a encontrar, un gato bebé llegó inesperadamente al jardín de mi casa y se adoptó solo (aunque no me gustan los animales) y…había vuelto ella.
Nuestro primer encuentro fue inesperado y lleno de emociones. El abrazo largo y tendido que nos dimos, se convirtió en un constante recordatorio y objeto de bromas por parte de todos los miembros del equipo de voleibol: "Kenma, ¡no sabía que tenías novia!", "¡Kenma está tocando a alguien que no es la pelota o su consola!", "¡Kenma puede hablar con niñas!", "Kenma, ¿cuándo te vas a casar?", "¿Por qué no nos invitaste a tu boda?"... No entiendo por qué se sorprenden tanto.
Desde que conocí a Hikari cuando éramos niños, no es una exageración decir que mi vida cambió por completo. Pero eso no lo sabe nadie. Antes…antes mi introversión era mucho peor, podríamos decir. Habían pasado muchas cosas…y por eso siempre estaba encerrado en mi habitación jugando videojuegos- más que ahora- y no tenía amigos. No quería hablar con nadie, no quería que nadie me viera.
Mi papá estaba muy preocupado. Pero ella con su luz pudo salvarme, aunque suene muy cursi. Hikari solía venir a mi casa en muchas ocasiones por la amistad de nuestros padres, pero al principio yo no la consideraba mi amiga, sino que la veía como a un familiar, como a una prima alegre y dulce que venía de vez en cuando y con la que teníamos que pasar tiempo juntos. Claro, que eso fue solo al inicio. Poco a poco nuestra amistad fue creciendo y cambiando.
Al poco tiempo de irse al extranjero, Kuroo, quien ahora es mi mejor amigo y estamos en el mismo equipo, se mudó a su antigua casa. Como estaba volviendo a ser alguien muy antisocial y algo pesimista, mi papá le pedía a Kuroo que me invitara a jugar fútbol con los otros niños. Pero él siempre le decía que a mí eso no me gustaba, pero cuando me gustara algo, sería excelente en eso.
Kuroo me comprendía, se volvió mi segundo amigo en mi vida y me enseñó a jugar voleibol. Aunque no me gusta cansarme y por eso no me gustan los deportes, él me convenció de unirme al equipo de voleibol en secundaria, y seguí en preparatoria solo porque sí.
Quería renunciar el primer año, pero Kuroo me convenció otra vez que ayudaría mucho al equipo si me quedaba. Si no lo sigo practicando, probablemente mis compañeros no puedan seguir jugando. Gracias a su amistad, no seguí cayendo en una profunda desesperanza.
Aún así, pese a la amistad que tenía con Kuroo, no tenía muchos amigos. Nunca he sido bueno con las personas y se me hace difícil interactuar. Me preocupa mucho lo que piensen los demás de mí. Siempre estoy ansioso e incluso dejo mi pelo algo largo para que mi campo de visión no sea muy amplio. Me pone nervioso ver mucho. Y eso tiene una razón que solo Hikari conoce…la cual ella siempre aceptó sin importar lo complicado y decepcionante que fuera. Si no fuera por ella, y luego por Kuroo, mi introversión sería mucho peor, o probablemente yo ya no estaría aquí…
Me encontraba pensando en todo esto, cuando alguien tocó levemente mi hombre.
-Kenma, ¿quieres ir a comer? - me preguntó Hikari con una sonrisa.
Allí estaba ella de nuevo. Había entrado a mi clase con toda la normalidad del mundo. No me había dado cuenta que ya era la hora del almuerzo y todos mis compañeros ya estaban comiendo.
-Claro, vamos- Le dije sonriendo de vuelta.
Al salir por la puerta, no pude evitar escuchar el murmullo de mis compañeras. Siendo muy objetivos, a Hikari la consideran una persona muy hermosa. Tiene el cabello castaño, ondulado y largo que cae un poco más abajo de los hombros. Sus ojos son avellana, bajo el sol regala una mirada verde y sincera, y en la sombra una café miel decora su rostro lleno de vida, coronando unas mejillas levemente rosadas y una piel blanca como esas flores que hay en mi jardín.
Ella es alegre, dulce, sencilla. Siempre dispuesta a ayudar a los demás. Es muy inteligente, amable y contemplativa, pero eso despierta muchas envidias. Quisiera que los demás no murmuraran tanto. Que no juzgaran nuestra amistad. Ella es…alguien a quien admiro, con la que puedo ser yo mismo y tener momentos de paz, tranquilidad y felicidad. Ella es mi amiga aunque…en este último mes, empiezo a pensar mucho más en nuestra relación por los comentarios de toda la escuela, hasta del equipo.
-Kenma, esfuérzate mucho para que puedas dedicar la victoria a tu novia en el torneo de Primavera- me dijo Tora molestándo luego de una práctica.
No es que no la quiera...creo que la quiero...no, sí la quiero. Pero…es algo muy complicado.
En un afán por ya no seguir pensando - mi cabeza tiende a dar mil vueltas en pocos minutos- preferí disfrutar su compañía mientras buscábamos un lugar para comer.
