Capítulo 52 – Valor

Luego de hacer huir a Pinkie Pie, Dusk cerró fuerte sus ojos y se sostuvo la cabeza. Él había estado demasiado asustado y preocupado mientras Pinkie le había hablado, estaba tan confundido que no pudo prestarle atención al verdadero estado de ánimo de su amiga, quien al parecer lo necesitaba en ese momento, y él, en vez de brindarle su apoyo, la había hecho huir. Y aunque Dusk se daba cuenta de su grave error e intentaba pensar en su amiga, una parte de su mente seguía torturándolo sobre lo que había descubierto sobre él mismo… lo que le había dicho Zecora y que seguía revolviéndole el estómago.

"Quizás las cebras no le tengan miedo a… ¡Eso! Pero los ponies somos muy distintos." Murmuró Dusk mientras intentaba tranquilizarse. "Y si eso no fuera suficiente para hacerme sentir mal, ¡Ahora me siento mucho peor por lo que le dije a Pinkie Pie!" Agregó Dusk cerrando sus ojos con frustración.

Hacia solo unos instantes, Dusk había llegado a su máximo nivel de estrés y le había gritado a Pinkie que dejara de preocuparse porque sus amigas le ocultaban algo y porque no la invitaban a una fiesta. Pinkie no lo sabía, pero había una razón detrás del comportamiento de sus amigas, pero él había estado tan mareado con su propia desdicha, que lo único que había hecho fue gritarle a la pony más feliz del mundo que dejara de actuar como una loca.

Mientras Dusk seguía odiándose a sí mismo por lo que acababa de hacer, otro recuerdo vino a su mente. Una conversación que había sucedido el día anterior con Applejack…

"Cuando Trixie dijo que podíamos estar locas, recuerdo que Pinkie grito muy enojada…" Había dicho Applejack en la fiesta, cuando ella recordaba la única vez que había visto a Pinkie Pie gritarle furiosa a alguien.

"Pinkie… ¿¡Qué fue lo que hice!?" Susurró Dusk muy preocupado, pensando en el daño que le pudo haber provocado a su querida amiga con tan solo una palabra. "¡Debo ir tras ella!"

Mientras Dusk corría de vuelta al camino del bosque para intentar seguir el rastro de Pinkie Pie, la pony rosa se encontraba en un lugar en el que a ninguno de los ponies que la conocía se les ocurriría buscar: 'El Antiguo Castillo de las Dos Hermanas', el derrumbado castillo que quedaba en medio del bosque Everfree. Allí, Pinkie Pie llegó luego de correr para alejarse de Dusk y de la pena que sentía, sin embargo, por más que corrió, solo logró alejarse del potro lavanda, pues la pena que sentía en ella seguía fuerte y dolorosa resonando en su mente, haciendo que llorara sin parar.

Una vez Pinkie llegó a las ruinas del salón principal del castillo, ella cayó exhausta al piso y cubrió su rostro mientras secaba sus lágrimas con su casco. De la festiva pony que todos conocían, poco quedaba, pues sus ojos eran un mar de lágrimas, y su melena y cola habían perdido toda su esponjosidad, haciendo que se viera mucho más triste y desolada. Ella había soportado la tristeza de sentirse excluida por sus amigas, luego la pena al descubrir que la engañaban, y el dolor al sentirse traicionada, pero nada de eso se comparó al gran dolor que sintió cuando Dusk le gritó que era una loca. Eso la había herido profundamente, la palabra que ella más odiaba en el mundo, se la había dicho el potro que ella más amaba, quien había jurado que estaría allí para ella cuando necesitara llorar, pero ahora ella estaba sola, abandonada con su pena y dolor mientras el sombrío eco del antiguo castillo hacía que su llanto reverberara por todo su alrededor.

Al escuchar el eco de su propio llanto, por un segundo Pinkie Pie sintió como si estuviera rodeada por otros ponies que también lloraban junto a ella, pero ella sabía que eso no era verdad, que ella estaba completamente sola allí. Y al sentir que ella estaba rodeada por voces invisibles, Pinkie cubrió sus orejas mientras su mayor miedo comenzaba a apoderarse de ella.

"Ayuda… No quiero estar sola…" Susurró Pinkie Pie mientras lloraba sentada en el piso y se cubría sus orejas, luego apretando fuerte sus dientes al darse cuenta que nuevamente hacía aquello que más odiaba: hablar sola.

"No estás sola." Dijo repentinamente Dusk, quien se encontraba cerca de Pinkie y la veía con una triste y dolorosa mirada. Pues ante sus ojos estaba lo que él más temía, su feliz amiga llorando por su culpa, lo que hizo que Dusk se sintiera como basura con él mismo por haber provocado aquello.

"¿¡Dusk!?" Dijo PInkie Pie sorprendida, girando su cuello para ver al potro que había aparecido atrás de ella. "¿Q-Qué haces aquí?" Agregó Pinkie, aún sorprendida de ver que Dusk la encontrara en ese lugar tan desolado.

"Cuando huiste, seguí hasta el camino principal. Desde allí solo habían dos ruta:, para el pueblo o para el antiguo castillo. Y sé que no quieres que nadie te vea llorar, así que supuse que vendrías aquí." Dijo Dusk suavemente, dando lentamente un paso más cerca para quedar frente a su amiga y estirar un casco hacia ella. "Pinkie… Lamento haberte hecho llorar. Tú me necesitabas, ¡Querías decirme algo! Pero yo… estaba tan distraído que no me di cuenta. Yo de verdad lo lamento."

Al escuchar las palabras de Dusk, Pinkie bajó su cabeza con una mirada confundida. Ella aún podía escuchar como Dusk le había gritado 'esa' despreciable palabra cuando ella se encontraba sumamente frágil, además, él había hecho que se alejara cuando ella solo buscaba su consuelo, por lo que a Pinkie le hubiera gustado hacer que Dusk explicará por qué había actuado de esa forma con ella. Sin embargo, las emociones dentro de Pinkie eran un caos, y por primera vez en años ella no lloraba como siempre lo había hecho, escondida en su habitación, por lo que antes que nada, Pinkie solo apoyó lentamente su cabeza en el casco de Dusk para sentir el tierno calor de su piel, y comenzó a llorar, ventilando finalmente toda su pena, miedo e inseguridad acumulada que había sentido ese día.

Mientras Pinkie se afirmaba en su casco y lloraba, Dusk se acercó más a su amiga y la abrazó, sin decir ni una palabra, solo acariciando suavemente la melena de Pinkie para que ella desahogara su pena. Mientras en el interior, Dusk se sentía como la más baja escoria de los ponies por haber hecho llorar a tan dulce y cándida yegua.

Luego de varios minutos, finalmente Pinkie calmó su llanto y se separó lentamente del abrazo de Dusk.

"Tú… prometiste que estarías allí cuando necesitara llorar…" Dijo lentamente Pinkie Pie mirando a Dusk, aún con lágrimas en sus ojos.

"Lo sé… Fui un tonto." Respondió Dusk con dolor en su corazón por haber traicionado algo tan sagrado como lo era la confianza de su amiga. "Ibas buscando consuelo, y yo te grité. Yo… lo siento mucho. ¡Prometo jamás volver a herirte como lo hice!" Agregó Dusk inclinándose y cerrando fuerte sus ojos, jurándose a sí mismo que no volvería hacer llorar a Pinkie nunca más.

Al ver a Dusk, Pinkie vio como aquel potro realmente sufría por verla llorar, y al verlo tan arrepentido, el corazón de Pinkie le decía que debía perdonarlo, pero en su mente Pinkie aún podía escuchar cuando él le gritó que era una 'loca', aquella palabra que tanto le dolía y le asustaba. Entonces Pinkie cerró sus ojos y se dio cuenta que Dusk sabía que la había herido, pero él aún desconocía ese detalle, y ella no podía culpar a Dusk por eso, pues había sido ella misma quien había ocultado de él y de sus demás amigas aquella parte de su pasado y… de su futuro, por lo que luego de meditarlo, Pinkie decidió que Dusk necesitaba saber la verdad.

"Dusk… Hay algo que debo contarte." Dijo Pinkie Pie temerosamente mientras su melena lisa ocultaba parte de su triste rostro. "Yo hui porque me gritaste, es cierto. Pero… lo que realmente me dolió… fue que me llamaras loca…"

"De verdad lo lamento mucho. Yo no pienso que seas una loca. Es… es solo que estaba molesto y confundido, y-." Dijo Dusk volviendo a disculparse, pero Pinkie lo interrumpió para que no siguiera hablando.

"Yo sé que no piensas eso de mí." Dijo Pinkie con una triste mirada. "Pero hay una razón por la que yo odio esa palabra…"


'Flashback de Pinkie Pie.'

La pequeña Pinkie Pie se encontraba en la habitación que compartía con sus hermanas, jugando un nuevo juego que ella misma había inventado, el cual tenía unas reglas tan raras y enredadas, que ni las hermanas de Pinkie, ni la propia creadora del juego, estaban seguras de entender todas las reglas. Pero aquello era lo de menos, después de todo, lo que importaba era divertirse, ya que ese momento del día era uno de los pocos en los que las hermanas estaban completamente solas en la casa, y era cuando ellas podían ser ellas mismas, sin seguir ninguna de las estrictas reglas que les imponían sus propios padres y el resto de los ponies que vivían en su 'Comunidad'.

La familia de Pinkie Pie vivía en una antigua y muy conservadora comunidad de ponies de tierra, los cuales vivían bajo estrictas reglas de convivencia, siguiendo costumbres que los ponies de tierra usaban desde hacía miles de años. Una comunidad en donde ni la magia de los unicornios, ni la ciencia actuales tenían cabida. Todos en esa cerrada comunidad vivían solo de la tierra, como lo habían hecho desde siempre sus ancestros, viviendo de lo que ella les daba, con ropajes antiguos y cumpliendo leyes y hábitos de vida que para la mayoría de los ponies de Equestria habían quedado en desuso hacía cientos de años.

Ese día Pinkie reía junto a su hermana mayor Limestone Pie, y su hermana menor Marble Pie. Las tres hermanas eran muy parecidas entre sí físicamente, las tres de similar tamaño y con sus melenas alisadas y bien peinadas, gracias al trabajo de su madre. Sin embargo, a diferencia de sus hermanas, en que ambas tenían sus pelajes y melenas de distintos tonos de grises, Pinkie tenía un colorido tono gris en su pelaje y melena. Además, a diferencia de Pinkie, sus hermanas ya tenían sus propias cutie marks, Limestone tenía una cutie mark de una lima con dos rocas, mientras Marble tenía tres canicas de roca. En tanto que la otra hermana mayor de Pinkie, Maud Pie, no se encontraba en casa ese día, de hecho, llevaba días fuera de su hogar, por alguna razón desconocida para la pequeña Pinkie Pie.

"¡Oye! ¡Eso es trampa!" Dijo Marble mientras aplaudía y daba saltos, justo cuando vio que Limestone ocultaba una roca en su boca mientras ella hacía equilibrio estando de pie sobre solo uno de sus cascos.

"¡No es trampa…! Al menos eso creo." Respondió Limestone molesta, pero luego confundida, ya que con las locas reglas del juego de Pinkie Pie, ella ya no estaba segura si el objetivo del juego era conseguir más rocas o deshacerse de las rocas.

"¡Sí, es trampa!" Respondió Pinkie sonriendo. "A menos que antes hayas dado dos vueltas y hubieras dicho un trabalenguas. En cuyo caso, significa que no es trampa y que todas tenemos diez segundos para coger todas las rocas que queramos."

Al escuchar aquello, Limestone puso una mirada pensativa y luego saltó sobre un montón de rocas que había en medio del salón para intentar agarrar todas las que pudiera.

"¡Volviste a hacer trampa! ¡Tú no hiciste nada de lo que Pinkie dijo!" Dijo Marble enojada, pero viendo que su hermana la ignoraba, ella también saltó sobre el montón de rocas y ambas empezaron a quitarse piedras mutuamente, cosa que Pinkie Pie también hizo para sumarse a la lucha por el control de las piedras.

En ese instante, la puerta de la habitación se abrió, y tras esta apareció la mamá de las tres potrillas, Cloudy Quartz, quien dejó una alforja de viaje al lado de ella y entrecerró sus ojos con disgusto al ver como sus tres hijas luchaban en el piso mientras jugaban a un tonto juego. En cuanto las tres potrillas vieron que su madre había aparecido en la habitación, las tres se congelaron y rápidamente se pusieron de pie, estáticas, formadas una al lado de la otra.

"¿¡Qué es esto!? ¿Aprovechan que ni su padre ni yo estamos en casa para hacer un desorden?" Dijo Cloudy Quartz molesta con sus hijas por el desorden que habían causado. "Ustedes saben lo exhausta que llego luego de volver de mi retiro espiritual, ¡Y vuelvo y las encuentro luchando en el piso!"

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Al escuchar que su madre las reprendía, las tres potrillas cerraron fuerte sus labios y se miraron de reojo, sabiendo que su madre siempre se irritaba con facilidad, por lo que lo mejor era quedarse calladas. Entonces, mientras el silencio reinaba, Pinkie Pie abrió su boca para escupir una piedra que ella también había escondido en su boca. Al hacerlo, sus otras dos hermanas no pudieron evitarlo y se pusieron a reír por lo que acaba de hacer su hermana.

"¡BASTA!" Gritó su madre muy enojada al ver que sus hijas reían. "Hace un segundo se estaban peleando, ¿¡Y ahora se están riendo!? Yo… ¡Yo no quiero ver que vayan cambiando así de actitud tan fácilmente! ¡Lo odio! Un pony que se respeta debe ser constante, sin cambiar de emoción de un segundo a otro."

"¿Te refieres a ser indiferentes como Maud?" Preguntó Limestone, mirando molesta a su madre.

Al escuchar el nombre su otra hija ausente, Cloudy Quartz miró furiosa a Limestone, quien también le devolvió la mirada enojada. Entonces la madre se dio la vuelta y se retiró enojada de la habitación.

Luego que su madre se hubiera ido, las tres hermanas volvieron a actuar como siempre lo hacían cuando sus padres estaban en casa, controlando sus propias emociones para no ser de 'humor cambiante', ya que eso era algo que a su madre parecía irritarle de sobremanera. Así fue como Limestone volvió a su habitual ceño fruncido, y Marble a su tímida mirada.

Para Cloudy Quartz, su hija Maud era un ejemplo a seguir para sus demás hermanas, al menos cuando aún estaba en casa, ya que ella siempre era calmada y no mostraba en su rostro emoción alguna, y eso era algo que Cloudy Quartz siempre les había inculcado a sus hijas. Sin embargo, para sus otras tres hijas, ser indiferente era algo muy difícil de hacer, por lo que, para evitar ese 'humor cambiante' que ella odiaba, cada una de sus hijas buscaba intentar mantenerse siempre de un mismo humor, lo cual finalmente había hecho que cada una acentuara una sola emoción predominante en ellas. A pesar de eso, aunque en Limestone predominaba la irritabilidad, y en Marble la timidez; en Pinkie Pie parecía que era imposible conseguir un sentimiento que la definiera y que hiciera que su humor fuera constante. A pesar de que sus padres estuvieran presentes, Pinkie seguía riendo si estaba feliz, triste si se sentía deprimida, y parecía no asustarse con las reprimendas de su madre, por lo que Cloudy Quartz constantemente se irritaba por su personalidad cambiante.

Mientras Cloudy Quartz charlaba con su marido, Igneous Rock, sobre su último viaje de su retiro espiritual, ella guardó algunas cosas en su alforja, lista para realizar una última visita a alguien antes de poder descansar completamente en su hogar.

"Iré a visitar al Tío Fuzzy, ¿Alguien me quiere acompañar?" Preguntó Cloudy Quartz desde la puerta de la casa.

"¡Yo iré!" Dijo inmediatamente Pinkie Pie, quien había estado asomando su cabeza desde su habitación esperando a que su madre hiciera esa pregunta, ya que ella siempre iba a visitar a su tío luego de un retiro espiritual.

Por unos instantes, Cloudy Quartz se quedó mirando fijamente a su hija. Tal parecía que esa hija suya era la única a la que le interesaba acompañarla a visitar a su tío, y si hubiera dependido de Cloudy Quartz, ella hubiera preferido que cualquiera de sus otras hijas fuera en lugar de Pinkie Pie. Sin embargo, ella tuvo que aceptar ir con Pinkie, ya que no podía obligar a sus demás hijas a ver a su peculiar tío si no querían, y siempre era mejor que su hermano viera que ella no era la única interesada en visitarlo y que al menos una de sus sobrinas se interesaba en él.

Luego de una larga caminata, en donde Pinkie y su madre tuvieron que atravesar todo el pequeño poblado de su comunidad, las cuales eran todas casas muy parecidas entre sí, con todos sus habitantes vistiendo similares anticuadas ropas, fue que ambas llegaron hasta una pequeña casa que quedaba bastante alejada del resto de la comunidad. Una vez llegaron a la casa de su tío, los atendió una yegua muy malhumorada que los llevó hasta la habitación de su tío. Luego la madre de PInkie Pie hizo que Pinkie esperara afuera mientras ella sacaba una llave y entraba sola a la habitación.

"Espero que sea uno de esos días en que sí puedo ver al tío Fuzzy." Pensó la pequeña Pinkie Pie expectante, sabiendo que había veces en que su madre no lo dejaba ver a su tío. "No entiendo por qué el tío Fuzzy está encerrado si es tan divertido…"

Pocos segundos después, Cloudy Quartz abrió la puerta de la habitación nuevamente y le dio la señal para que Pinkie entrara, lo que la potrilla rosada hizo con mucho entusiasmo. Al entrar en la habitación, Pinkie vio que la habitación de su tío seguía tal como la recordaba, una muy pequeña habitación en donde no había casi nada, solo una cama repleta de pequeños peluches de felpa, y una pequeña mesa al lado de la cama, pero lo que más sorprendía a Pinkie siempre, era ver la ventana de la habitación, la que por alguna razón tenía barrotes.

"¡Hola-Hola! ¿¡Qué no es acaso mi sobrina favorita!?" Dijo repentinamente un potro adulto de pelaje lila grisáceo y una melena naranja muy esponjada. Este era Fuzzy Quartz, el hermano mayor de Cloudy y tío de Pinkie Pie, quien saltó frente a Pinkie con una enorme sonrisa en su rostro, tomándola entre sus cascos y dándole un fuerte y cariñoso abrazo.

"¡Hola tío Fuzzy!" Saludó Pinkie, sonriendo ante el gran abrazo de su tío. "Vine porque quiero que termines de contarme la historia de la última vez."

"¿La historia de la última vez? Hmm… Qué será…" Dijo el tío Fuzzy con mirada pensativa. "¿Es la historia de cuando conocí a esos extraños ponies acuáticos? ¿O tal vez la historia de cuando estuve en las praderas y bailé con esas extrañas cebras?"

"No… Esas ya me las has contado muchas veces." Dijo Pinkie sonriendo. "¡Es la historia de cuando viste ese arcoíris y caminaste sobre él!"

"Oh… sí, esa." Dijo Fuzzy sonriendo, pues sabía perfectamente que esa era la historia preferida de su sobrina, pues la pequeña Pinkie nunca había visto un arcoíris antes. "Pues empecemos. Era un hermoso día cuando había empezado mi aventura para recorrer el mundo…"

Mientras Fuzzy contaba su historia, contándolas con lujo de detalle y haciendo mímica para divertir más a su pequeña sobrina, Pinkie sonreía con grandes ojos mientras usaba todo el poder de su imaginación para soñar con lo hermoso que debía de ser un arcoíris. Mientras tanto, Cloudy Quartz solo se sentaba al otro extremo de la habitación, sin quitar la vista de su hermano mientras hablaba, y de cuando en cuando, bajaba triste su mirada con nostalgia.

Así pasaron la tarde los tres ponies, hasta que la luz del atardecer se dejó ver por la pequeña ventana de la habitación, entonces la yegua malhumorada que los había dejado entrar a la casa, les avisó que ya era hora de que se fueran. Tras el aviso, Cloudy Quartz se puso de pie y tomó a su hijita para retirarse y volver a su hogar.

"Casi lo olvido." Dijo Cloudy Quartz cuando estaba a punto de retirarse, sacando desde su alforja una pequeña bolsa. "Te traje los dulces que tanto te gustan. Pero recuerda, solo debes comer uno al día, de lo contrario se acabarán, y no son fáciles de conseguir." Agregó Cloudy, mirando con una mirada seria a su hermano.

"Sí, lo sé. No te preocupes." Respondió Fuzzy sonriendo y despidiéndose de su hermana y de su querida sobrina.

Luego de aquel día, pasaron varios días en lo que Cloudy Quartz no visitó a su hermano, pues era temporada de cosecha de rocas, la época más ocupada del año, por lo que ella y su marido pasaban todo el día arrastrando rocas para que estas se impregnaran de los valiosos minerales que las fortalecían. Tanta era la demanda en esa época del año, que incluso sus hijas ayudaban en la cosecha en ese momento, lo que era causa de depresión para la pequeña Pinkie Pie, que cada vez que debía arrastrar rocas con su cabeza, se deprimía mucho al sentir que ella quería hacer mucho más con su vida, como salir a recorrer el mundo y ver los arcoíris, como lo había hecho su querido tío Fuzzy.

Pese a esa depresión que sentía Pinkie Pie en esa época, aquel día en particular lo cambiaría todo, pues mientras trabajaba, ella vio por primera vez un arcoíris y sintió una explosión de alegría que alborotó de un manera muy especial tanto su melena como su corazón; lo que la había llevado a querer compartir ese sentimiento con su familia y hacer una fiesta para celebrarlo.

"¡Sorpresa!" Había gritado Pinkie Pie con entusiasmo cuando vio que sus padres y hermanas entraban al silo donde había armado una fiesta sorpresa.

En ese instante, las caras de todos fueron de absoluta sorpresa y confusión, principalmente en la de su madre, quien pareció estar horrorizada por un segundo. Entonces su marido le había tocado gentilmente el hombro para tranquilizarla, y le señaló el flanco de Pinkie Pie, en donde brillaba su nueva cutie mark, entonces ambos sonrieron al ver la bella fiesta que había armado su hija y que ella finalmente había descubierto su talento especial, y al hacerlo sus padres, Limestone y Marble también sonrieron al ver que sus padres aprobaban lo que veían.

Ese fue uno de los momentos más felices de Pinkie Pie, en donde casi toda su familia celebró junta y rieron con su pequeña fiesta sorpresa, y solo cuando sus hermanas se acercaron a felicitarla por su cutie mark, fue que Pinkie se dio cuenta que la tenía, lo que hizo que Pinkie estuviera aún más feliz de lo que estaba. Y tan feliz estaba Pinkie Pie, que ni siquiera notó la mirada de preocupación que su madre ponía cada vez que su pequeña hija no la veía…

Al día siguiente de la fiesta, Pinkie le había insistido a su madre en ir a visitar a su tío para mostrarle su nueva cutie mark, por lo que luego de mucho insistir, finalmente Cloudy Quartz cedió y, luego que Cloudy intentara en vano alisar la loca melena de su hija, la cual se había mantenido muy esponjada e imposible de alisar luego que su hija obtuviera su cutie mark; ambas fueron nuevamente hasta la lejana casa a las afueras de su rústica y aislada comunidad.

"Es una pena que el tío Fuzzy no haya podido ir a la fiesta." Dijo Pinkie Pie mientras caminaba junto a su madre, justo cuando pasaban por el medio del pueblo.

"No hables tan fuerte." Dijo Cloudy Quartz un poco preocupada mientras miraba de reojo a los lados. "Escucha Pinkie. Ayer fue una ocasión especial. Ayer con tu padre estábamos felices de ver que obtuviste tu cutie mark. Pero en nuestra comunidad, las fiestas son pocas. Solo celebramos ciertas ocasiones y… la sobriedad es la marca que caracteriza a nuestra comunidad, tal como lo hicieran nuestros antepasados que disfrutaban la vida solo con cosas sencillas."

"Pero… yo quiero que todos los ponies se diviertan tanto como lo hicimos nosotros ayer." Dijo Pinkie Pie con una tímida sonrisa.

"Si tu cutie mark apareció para hacernos felices a todos, entonces puedes hacernos felices a todos a nuestra manera." Dijo Cloudy sonriendo. "La fiesta de ayer fue bonita, pero es mejor mantenerla en secreto. Y para la próxima vez, podrás celebrar como lo hacemos todos aquí en la Comunidad."

"Pero… Aquí las fiestas son muy aburridas." Dijo Pinkie Pie frunciendo el labio. "¡Todos son muy aburridos aquí! Deberían ser más como el tío Fuzzy. Él es el único divertido y lo tienen encerrado."

Al escuchar aquello, Cloudy Quartz se detuvo en seco y miró muy enojada a su hija.

"¡Vas a hacer las cosas como yo te digo! ¡Y no quiero que pienses en tu tío como un modelo a seguir!" Dijo Cloudy Quartz mirando con fiereza a Pinkie, quien solo se encogió con miedo al ver tan molesta a su madre.

Luego de esa discusión, ninguna de las dos volvió a hablar en lo que siguió de camino, pero en la mente de Pinkie, ella comenzó a sentir rencor hacia su estricta madre. Ella no solo le estaba diciendo que no quería que ella disfrutara de las fiestas, ¡Sino que parecía que no quería que nadie se divirtiera en las fiestas! Y ese rencor contra su tío Fuzzy… ¿¡Por qué ella mantenía encerrado al único pony que de verdad sonreía en todo el pueblo…!? Aquella fue una pregunta que Pinkie se había hecho muchas veces, pero ahora, con el rencor que sentía, en su mente la imagen de su madre se estaba volviendo la de una gruñona que no quería que nadie fuera feliz.

Finalmente ambas yeguas llegaron hasta la casa a las afueras de la comunidad, y nuevamente repitieron el mismo ritual, con la yegua amargada guiándolos hasta la habitación, y Cloudy Quartz sacando la llave y entrando primero sola a la habitación para ver a Fuzzy. Sin embargo, a diferencia de la vez anterior, esta vez Cloudy Quartz se quedó mucho rato sin salir de la habitación, por lo que Pinkie acercó su oído a la puerta, y se sorprendió al escuchar el llanto de su tío.

En ese preciso instante Cloudy Quartz abrió la puerta y la cerró rápidamente tras ella.

"Lo lamento, pero no podrás ver a tu tío hoy." Dijo Cloudy Quartz con una mirada seria.

Pinkie Pie miró con desilusión a su madre y abrió su boca para replicar, sin embargo su madre no le dio la opción y solo la tomó firme del casco para que ambas salieran rápidamente de allí. Mientras ambas volvían a su hogar, ambas volvieron a caminar sin decirse palabra alguna. Con Cloudy Quartz perdida en su propio dolor, y Pinkie Pie sintiéndose aún más molesta con su madre, quien ahora había hecho llorar de alguna forma a su querido tío.

Una vez llegaron a su casa, Cloudy Quartz rápidamente se unió a su marido para seguir ayudando con la cosecha de rocas, pero a diferencia de otros días, Cloudy le ordenó a su hija que se quedara en casa, como si por alguna razón ni siquiera fuera capaz de verla en ese momento. Al estar sola en la casa, Pinkie miró desde la ventana con resentimiento a su madre, luego ella giró su cabeza y vio la alforja que su madre había dejado sobre la mesa. Entonces a Pinkie se le ocurrió una grandiosa idea.

Luego de correr a su habitación, y aprovechando que sus hermanas estaban trabajando con sus padres, ella abrió su escondite secreto, en donde guardaba una bolsa llena de caramelos, luego ella volvió hasta donde estaba la alforja de su madre y sacó la llave de la habitación de su tío Fuzzy. Saliendo a escondidas por la puerta trasera, Pinkie comenzó a correr para volver a visitar a su querido tío.

"Quizás el tío Fuzzy está triste porque se le acabaron los caramelos y la gruñona de mamá no le quiere dar más." Pensó la ingenua potrilla rosa mientras corría, pensando en lo feliz que se pondría su tío cuando la viera con una bolsa grande de caramelos.

Una vez llegó a la alejada casa, Pinkie sonrió por su suerte al ver que la puerta estaba entreabierta, por lo que no tendría que toparse con esa gruñona yegua. Entonces Pinkie caminó silenciosamente hasta llegar a la habitación de su tío, luego utilizó la llave de su madre y entró en la habitación.

"¡Yay! ¡Hola Pinkie! ¡Qué feliz me hace verte hoy!" Dijo el tío Fuzzy con una enorme sonrisa, saltando como siempre lo hacía para recibir a su querida sobrina. Algo que le sorprendió un poco a Pinkie, ya que no había pasado tanto tiempo desde que ella lo había escuchado llorar con su madre, pero ahora su tío estaba feliz, sin pizca de haber estado triste hacía solo minutos atrás.

"¡Yo sabía que estarías feliz de verme!" Dijo Pinkie sonriendo y mostrándole a su tío la bolsa con caramelos que había traído consigo. "Traje estos caramelos para que no lloraras más."

"¿Llorar? ¿Por qué lloraría? ¡Soy el pony más feliz del mundo!" Respondió Fuzzy confundido, riéndose.

"Pero… yo te escuché llorar." Dijo Pinkie Pie confundida. "Quizás… ¿Fue por algo malo que te dijo mamá?"

"Cloudy es una bobita, pero jamás me haría llorar." Dijo Fuzzy sonriendo, dejando aún más confundida a Pinkie Pie. "Dime, ¿Quieres que te cuente otra historia?" Agregó Fuzzy sonriendo, notando que por alguna razón su sobrina parecía confundida.

"No… ¡Ya sé! ¡Juguemos a algo!" Dijo Pinkie Pie emocionada, decidiendo no darle importancia a lo que creyó escuchar antes.

"¡Gran idea!" Dijo Fuzzy emocionado, tomando varios de sus animales de felpa que tenía en su cama y sentándolos alrededor de la pequeña mesa. "Podríamos tener una pequeña fiesta de té. ¡Mira! ¡Esta podría ser tu hermana gemela!" Agregó Fuzzy sonriendo mientras tomaba un peluche de color rosa, que en efecto se parecía un poco a la pequeña Pinkie Pie.

"Es una buena idea, pero…" Dijo Pinkie con una sonrisa traviesa mientras volvía a usar la llave para abrir la puerta de la habitación. "…sería más divertido jugar afuera."

Al ver la puerta abierta, la sonrisa de Fuzzy se congeló por un instante, y luego su boca se empezó a abrir con sorpresa.

"¿J-Jugar afuera?" Dijo Fuzzy nervioso, con una mueca extraña, como si intentara sonreír a pesar de lo nervioso y temeroso que estaba.

"¡Sí! Será divertido. Nunca jugamos afuera." Dijo Pinkie con una enorme sonrisa, saltando de la emoción al igual que lo hacía su tío cada vez que la recibía.

Mientras la puerta seguía abierta, Fuzzy solo se quedó quieto, como si muchas cosas vinieran a su mente en tan solo un segundo, luchando contra su propio miedo e inseguridad.

"E-Está bien… Podemos jugar afuera esta vez." Dijo finalmente Fuzzy con una sonrisa nerviosa.

Luego que su tío aceptara, Pinkie y él salieron lentamente de la habitación, con Pinkie Pie yendo adelante para asegurarse que la yegua amargada de la portería no estuviera cerca y arruinara su salida secreta. En tanto, Fuzzy caminaba muy lentamente, pues en su mente seguía la incertidumbre de si lo que hacía estaba bien o no.

Finalmente Pinkie y Fuzzy salieron de la casa sin ser vistos, y luego de muchos años, finalmente Fuzzy pudo volver a pisar la tierra y sentir el viento correr por su melena. Todo eso Fuzzy lo había visto y sentido hacía años, mientras viajaba por el mundo, pero desde hacía un par de años que él se había privado de aquello y se había encerrado en su habitación… para su propia seguridad y la de todos a su alrededor.

Una vez afuera, Pinkie tocó a su tío y corrió para que este lo alcanzara, entonces Fuzzy comenzó a trotar lentamente, sintiendo el roce de la tierra y el césped en sus cascos, y entonces comenzó a reírse fuertemente y a correr rápido mientras una alegría que creía olvidada volvía a él. Así Fuzzy atrapó a su sobrina y ambos siguieron riendo y jugando a las atrapadas, rodando por el césped y viendo hacia el hermoso cielo azul.

"Esto… Esto es real, ¿Verdad?" Preguntó repentinamente Fuzzy, por un segundo temiendo que todo aquello fuera una ilusión, como tantas otras que solía tener.

"¡Claro que es real!" Dijo Pinkie sonriendo, sin entender por qué su tío hacía una pregunta tan rara.

Entonces Fuzzy se giró rápidamente para ver a Pinkie y la tocó, como si al tocarla quisiera verificar algo.

"Gracias." Dijo Fuzzy sonriendo, pero rápidamente se giró y vio hacia otro lado. "Le acabo de dar las gracias, ¡No tienes que repetirlo!"

Al ver hacia donde miraba el tío Fuzzy, Pinkie Pie se quedó confundida al ver que no había nadie allí.

"Ni me lo digas, ya sé que debo volver." Dijo Fuzzy, esta vez mirando hacia otro lado, en donde Pinkie volvió a comprobar que no había nadie más allí.

"¿Tío?" Preguntó Pinkie confundida.

"¡No! No podría irme, no ¡No! No sería correcto." Agregó Fuzzy enojado, mirando hacia otro espacio vacío. "¡Ya cállense!"

"¡Tío! ¿Con quién hablas?" Gritó Pinkie un poco asustada, viendo que su tío actuaba extraño.

Ante el grito de Pinkie, Fuzzy se giró para verla, y vio que su pequeña y amada sobrina estaba asustada… por su culpa.

"Yo… Yo lo siento." Dijo Fuzzy cerrando fuerte sus ojos. "Ya es tarde… lo mejor es volver." Agregó Fuzzy con una mirada de dolor, caminando lentamente de vuelta a la casa que lo albergaba.

Luego de eso, ambos volvieron en silencio hasta la casa de donde habían salido, en donde la yegua amargada había vuelto a aparecer y vio con espanto como Fuzzy se encontraba fuera de su habitación, por lo que reprendió a Pinkie Pie, tomó a Fuzzy por un casco y lo llevó de vuelta a su habitación, mientras Fuzzy solo se dejó guiar, con su mirada perdida y triste mientras no podía olvidar el rostro asustado de su querida sobrina.

Sin entender mucho lo que había sucedido, Pinkie Pie tuvo que entregarle la llave de su madre a la yegua encargada del lugar y luego volvió a su casa, feliz de haber pasado un agradable rato junto a su querido tío, pero confundida al no entender qué había sucedido al final.

El día siguiente llegó, y Fuzzy se encontraba solo en su habitación, como de costumbre. Sin embargo, a diferencia del día anterior, esta vez él se encontraba con la mirada perdida, tapándose sus orejas mientras temblaba y se tambaleaba de un lado a otro.

"Las voces… ¿¡Por qué no se callan!? ¡Déjenme solo!" Gritó Fuzzy horrorizado al sentir que nuevamente perdía el control de sí mismo. "Yo no las escuché por tanto tiempo… ¿¡Por qué las vuelvo a escuchar ahora!?" Gritó nuevamente el potro asustado.

"Hola tío." Dijo repentinamente una voz que Fuzzy reconoció.

Al levantar la vista, Fuzzy vio que frente a él se encontraba su sobrina Pinkie Pie, tal como la viera el día anterior, la cual, de alguna forma había entrado en su habitación pese a que la puerta seguía cerrada con llave.

"¿Cómo entraste?" Preguntó Fuzzy temblando mientras las voces seguían gritando en su cabeza y sentía que se apoderaban de sus emociones, tanto que él ya casi no podía controlarlas.

"Escucha a las voces…" Susurró repentinamente la imagen de Pinkie Pie con una perturbadora sonrisa.

"¡CÁLLATE! ¡Es tu culpa! ¡Nosotros estábamos bien hasta que tú nos sacaste de aquí!" Gritó Fuzzy furioso, sintiendo que su propia personalidad se dividía y perdía ante una fuerza desconocida que vivía en él.

Entonces la mirada de Fuzzy cambió, y nada quedó del brillo de sus ojos, solo quedó una mirada llena de furia mientras alguien distinto se apoderaba de sus acciones.

"Sí… ¡Es tu culpa!" Gritó Fuzzy saltando sobre Pinkie y poniendo sus cascos con fuerza sobre su cuello.

Mientras Fuzzy forzaba todo su cuerpo para apretar apretar con fuerza a Pinkie, la verdadera personalidad de Fuzzy volvió a él, y vio con horror lo que él estaba haciendo.

"¡NO!" Gritó Fuzzy espantado y alejándose del peluche rosa que había estado ahorcando, un peluche que se veía muy distinto en la mente rota de Fuzzy. Pues él, veía en el piso a su querida sobrina, inmóvil, porque él la había ahorcado. "¡No! ¡No! ¡No! ¡No es real!" Gritó Fuzzy mientras las voces seguían gritando en su cabeza, sin ya saber si todo lo que sucedía era real o no.

Mientras Fuzzy respiraba agitadamente, se tapaba sus ojos y orejas con horror ante lo que acababa de hacer. Lo que había hecho era tan horrible, que no había nada más que él pudiera hacer.

"No… NO puedo escapar… No puedo escapar…" Susurró Fuzzy mientras sus ojos se volvían a apagar y su mente rota tomaba una decisión irreversible. "Solo hay una forma de escapar de todo… De salvarlos a todos de mí…"

No muy lejos de allí, la verdadera Pinkie Pie desayunaba junto a toda su familia. Ella le había tenido que contar a su madre que había robado la llave de la habitación de su tío, por lo que su madre la castigó severamente y ahora Pinkie tendría que pasar toda una semana encerrada en su habitación, sin siquiera poder hablar nada en la mesa. Aquello último fue lo que Pinkie lamentó más que nada, pues una de las cosas que más odiaba era el silencio, pero finalmente aceptó su castigo, pues sabía que este hubiera sido mucho peor si ella le hubiera contado a su madre que además de robar la llave, había hecho que su tío saliera de su habitación.

Repentinamente Pinkie dejó de comer su desayuno cuando su cuerpo empezó a temblar sin control, y sus ojos empezaron a parpadear rápidamente.

"¡Pinkie! ¿Qué te pasa?" Preguntó Marble un poco asustada, quien estaba sentada en la mesa al lado de Pinkie.

"N-No lo sé, creo que es una de mis extrañas señales." Respondió Pinkie un poco sorprendida, ya que ella sabía que su cuerpo a veces reaccionaba misteriosamente para avisarle de algún acontecimiento.

"¡Deja de decir estupideces!" Dijo Cloudy Quartz reprendiendo a su hija. "Y recuerda que estás castigada, así que silencio."

"Hmm… tú cola también está como loca." Agregó Limestone, sin poder evitar sentirse curiosa al ver que la cola de Pinkie se movía sin control. "Está girando como loca hacia la derecha."

"¿Gira hacia la derecha? Eso es nuevo." Dijo Pinkie Pie pensativa mientras seguía temblando. Con tantas señales que Pinkie recibía a menudo, ella ya reconocía algunas, pero esa señal de: cuerpo tembloroso, parpadeo rápido, y cola girando a la derecha sin control, era nueva para ella. "Me pregunto qué significará…"

"¡Dije silencio!" Volvió a decir la madre de las potrillas, con un tono más autoritario, que hizo que todas guardaran silencio.

Luego de terminar de tomar desayuno, Pinkie se dirigió a su habitación, pero en el camino, nuevamente comenzó a temblar y su cola a agitarse hacia la derecha. Al ver ese extraño comportamiento, la madre de Pinkie se irritó de sobremanera, se acercó rápidamente a su hija y la agarró bruscamente.

"¡Deja de hacer locuras!" Gritó Cloudy Quartz, enojada, pero principalmente, asustada.

"L-Lo siento, no puedo evitarlo." Dijo Pinkie apenada mientras no paraba de temblar. "No sé por qué es esta señal… Quizás sea porque al tío Fuzzy no le gustaron los caramelos que le di."

"Espera… ¿¡Entraste a ver a tu tío ayer!?" Preguntó Cloudy Quartz asustada.

"Eh… sí… yo le hice una visita sorpresa y salimos a jugar." Dijo tímidamente Pinkie Pie, ya que en su descuido había admitido que había usado la llave robada para ver a su tío.

Al escuchar eso, Cloudy Quartz puso una mirada preocupada, luego miró con temor hacia la puerta y salió corriendo. Después de ver a su madre correr, Pinkie sintió que su pinkie sentido se intensificaba más, como si le estuviera diciendo que a donde iba su madre era de dónde provenía la señal que sentía, así que aprovechando que no había nadie más en casa, Pinkie también salió corriendo, persiguiendo a su madre.

Mientras corría, repentinamente Pinkie se estremeció fuertemente, sus temblores cesaron, su cola se tranquilizó, y su pinkie señal desapareció por completo. Eso hizo que Pinkie sonriera con alivio al ver que esa extraña señal había finalmente desaparecido, sin embargo, por alguna razón, ella comenzó a sentirse muy triste, como si su alma hubiera sabido el verdadero significado de aquella pinkie señal de emergencia y ahora llorara. Luego de eso, Pinkie siguió corriendo, sin saber que al encontrarse a su madre descubriría la verdad de aquella misteriosa señal, y que ella… no la había descubierto a tiempo.

Dos días después fue el funeral del tío Fuzzy, al cual solo asistió la familia Pie, ya que ningún otro en la rústica comunidad en que vivían quería estar presente en el funeral de un lunático, pues su alma podía contagiarles algún mal a sus cosechas. Luego de terminado el funeral, el padre de Pinkie se retiró a su hogar junto a Limestone y Marble, en tanto Cloudy Quartz se quedó allí, al lado de la tumba, en un triste silencio, mientras a su lado se quedó Pinkie Pie, quien también estaba en silencio, pero uno diferente al de su madre, pues su mente de potrilla no podía entender lo que había pasado, ni por qué su tío ya no estaba con ellos.

"¿Por qué tío Fuzzy hizo algo tan horrible…?" Susurró Pinkie con una mezcla de tristeza y confusión. "Él era feliz."

Al escuchar las tristes palabras de su hija, y ver su mirada perdida, Cloudy aprovechó que ambas se encontraban a solas, y acarició dulcemente a su hija.

"Tu tío estaba enfermo. Tú lo veías feliz, pero en realidad él sufría mucho." Dijo Cloudy con tristeza. "Es por eso que él estaba encerrado en una casa, para que no hiciera nada contra los demás ni… contra él mismo."

"¿Estaba enfermo? P-Pero se veía bien, ¡No tenía ninguna herida!" Dijo Pinkie asustada. "Si me hubiera dicho, ¡Yo podría haberlo ayudado a sanar!"

"A veces hay heridas que no se ven. Y enfermedades que no tienen cura… en especial en el pueblo donde vivimos…" Dijo Cloudy con tristeza, con un dejo de resentimiento en su voz. "Yo sabía que no era correcto, pero cuando iba a mis retiros espirituales… era todo una farsa. Lo que en realidad hacía era ir a la gran ciudad y traía medicina, que está prohibida en nuestra comunidad."

Luego que su madre dijera aquello, Pinkie recordó los 'caramelos' que su madre siempre le daba a su tío, y entonces recordó que ella le había dado caramelos de verdad, y el peso de la culpa cayó en ella.

"¡Es mi culpa! ¡Yo le di caramelos de verdad!" Dijo Pinkie comenzando a llorar.

"No, no es tu culpa. Tu tío tenía una enfermedad muy grave y… era cosa de tiempo, la medicina solo ayudaba hasta cierto punto." Dijo Cloudy abrazando a su hija. "Él siempre fue un gran hermano, pero en un momento de su adultez, al igual que tu abuelo, él comenzó a escuchar voces que no existían, a ver cosas que no habían, y… a hacer cosas que no debía. Pero debemos recordarlo como el pony feliz que siempre estuvo con nosotros, y que siempre nos protegió de todo…"

Al decir aquello último, Cloudy recordó la carta que ella encontró al lado de su hermano, en donde decía que se quitaba la vida para proteger a su familia de él mismo. Luego Cloudy recordó cuando ambos eran jóvenes y como su hermano siempre la protegía de los rufianes que la molestaban.

"Tú tío te quería mucho, tanto como yo te quiero." Dijo Cloudy llorando mientras miraba directo a los ojos de su hija y sentía que ella ya había visto esos dulces ojos antes. "Es por eso que me asusta pensar… lo que puede pasar…" Agregó Cloudy llorando, mientras se asustaba al recordar que cada vez que veía a Pinkie tan feliz, haciendo fiestas y diciendo locuras, ella veía reflejado a su querido hermano cuando joven.

Pinkie no tuvo necesidad de leer la mente de su madre para entender lo que ella sentía. Por primera vez su madre la abrazaba con sus verdaderos sentimientos, con ese inigualable amor de madre, que temía por el futuro de su querida hija. Y Pinkie entendió lo terrorífico que podía ser el futuro.

'Fin del Flashback.'


"El nombre científico es Trastorno esquizofrénico de tipo bipolar. Es una enfermedad mental que genera alucinaciones, y cambios de personalidad…" Dijo Pinkie Pie con una mezcla de miedo y tristeza luego de contar su historia. "Es un trastorno que no tiene cura, que suele aparecer en la adultez y… es hereditario." Dijo Pinkie casi en un susurro.

Al escuchar aquello, Dusk quedó sin palabras. Una de las cosas que Dusk se había preguntado hacía un tiempo, era cómo Pinkie reconocía la pinkie señal de algo que moriría, y ahora esa pregunta finalmente tenía respuesta. Pero lo que más sorprendió y asustó a Dusk fue descubrir porque Pinkie sabía tanto sobre psicología… ¡Ella lo había estudiado porque temía que lo que le sucedió a su tío algún día le sucederá a ella!

"Por eso temes estar sola… Crees que hablar sola es uno de los primeros síntomas de…" Dijo Dusk con voz temblorosa, no pudiendo terminar su frase, sintiendo que ahora sentía un desconocido y terrible miedo por el futuro. "Eso… eso no te pasará a ti."

"Puede ser que jamás pase… Pero la verdad es que nadie puede asegurarlo." Respondió Pinkie tristemente. "Ahora sabes cuál es mi mayor miedo… Es el futuro. Es despertar un día estando sola, sin siquiera poder reconocer a mis amigas, ni saber qué es real y qué no lo es." Agregó Pinkie con una mirada aterrada.

Ante la respuesta de Pinkie, Dusk abrió su boca para responder, pero aunque su corazón gritaba que a su amiga nunca le pasaría aquella desgracia, su mente racional le decía que él efectivamente no podía asegurarlo, pues habían cosas que no estaban en su control. Y al darse cuenta que había algo que podía dañar a su amiga y que él no podía hacer nada para evitarlo, Dusk comenzó a respirar agitadamente, sintiendo una impotencia como nunca antes había sentido.

Repentinamente Dusk abrió grande los ojos al repetir la palabra 'control' en su mente mientras recordaba lo que le había dicho Zecora sobre la ilusión del control. Por más que él lo quisiera, había cosas que él no podía controlar, ni con sus amigas, ni… con él mismo. Y pese a que Zecora le había revelado cierta información que su mente se había negado a aceptar, con esto que acaba de revelarle Pinkie, ahora un nuevo pensamiento comenzaba a romper el paradigma de lo que él creía entender sobre las cosas.

"Pinkie, tienes razón… Hay cosas que no puedo controlar, pero… quizás eso no sea tan malo." Dijo Dusk mirando hacia el piso y luego a su amiga con una mirada algo asustada. "Creo que ya que te has abierto conmigo, lo justo es que yo también te diga porque estaba tan molesto y confundido cuando llegaste a hablar conmigo. Es… porque yo… vi mi propia muerte."

Al escuchar aquello, Pinkie abrió grande sus ojos y se puso pálida.

"¿De qué estás hablando?" Dijo Pinkie Pie asustada.

En ese instante Dusk nuevamente sintió su estómago revuelto debido al sentimiento que había sentido desde que había visto aquella 'pesadilla', la cual solo ese día, Dusk había descubierto que no era una pesadilla, sino una visión.

"Los ojos de una cocatriz no solo convierten en piedra a su presa, también… pueden hacer que su presa tenga la maldición de ver su propia muerte." Dijo Dusk con temor, mientras Pinkie recordaba lo ocurrido en la pijamada de Fluttershy y se tapaba la boca con horror. "Cuando me despetrifiqué, no recordaba bien lo sucedido, pero con el paso de los días, ese recuerdo se ha hecho levemente más vívido… La imagen que vi aún no es del todo clara, pero sí recuerdo ver un par de aterradores y profundos ojos negros, un gran resplandor y… un grito desgarrador. Pero más importante que la imagen, es lo que siento al recordar ese instante… Sentí como mi vida se escapaba de mi cuerpo, mientras mi cuerpo se helaba y el dolor decrecía mientras exhalaba por última vez…" Agregó Dusk recordando la incómoda y terrible sensación que lo había atormentado esos días al despertar, la de sentir que moría. Un sentimiento que su propio cuerpo mortal rechazaba y le hacía sentir nauseas cada vez que él lo recordaba.

"Eso… Eso no puede ser. ¡Quizás sea solo una mala pesadilla!" Dijo Pinkie Pie acercándose a Dusk y tocándolo asustada.

"No es una pesadilla, Zecora me lo ha confirmado… Para las cebras no es algo tan devastador de conocer, de hecho es un ritual que hacen sus chamanes, pues para ellas la muerte es solo parte de la vida. Pero para mí no lo es. Es difícil pensar que algún día no muy lejano, podría simplemente dejar de existir." Dijo Dusk confundido y atormentado, hasta que se dio cuenta que había dicho algo que no debía, ya que Pinkie ahora lo miraba más asustada luego de escuchar aquello último. "Sí… olvidé decirlo… En mi visión yo… no era un pony anciano…" Agregó Dusk con una triste sonrisa, sabiendo que aquello podía asustar a sus amigas.

Al escuchar aquello, Pinkie abrazó rápidamente a Dusk y se puso a llorar.

"Eso no es cierto. ¡No dejaré que eso pase!" Dijo Pinkie llorando y sintiéndose más asustada de lo que se había sentido nunca.

Viendo a su amiga tan asustada, Dusk abrazó a su amiga y sintió una extraña sensación de asombro, pues por primera vez creía empatizar por completo con otro pony, y se sorprendió al darse cuenta que uno puede estar más asustado por lo que le puede suceder a un ser querido que con lo que le pasa a uno mismo. Pues tanto él como Pinkie sabían ahora que sus futuros eran inciertos, sin embargo, a pesar del miedo que cada uno sentía por su propio destino, lo que de verdad les dolía y asustaba más, era el hecho de no poder hacer nada para ayudar al otro.

"El destino no está escrito en piedra… La visión puede cumplirse, o puede que no, solo el tiempo lo dirá." Dijo Dusk acariciando dulcemente a su amiga para que se tranquilizara. "Es tal como sucede contigo. Nuestros futuros son inciertos, pero no por eso-" Agregó Dusk hasta que se detuvo al entender algo vital.

Finalmente Dusk lo entendía por completo. Había situaciones que escapaban de su control, pero él no podía vivir su vida sufriendo porque él no pudiera controlar aquellas cosas, él simplemente debía aceptar que estas ocurriesen o no ocurriesen.

"Simplemente debemos aprovechar nuestras vidas… sin temor al mañana, solo vivir el hoy." Dijo Dusk sonriendo y mirando a Pinkie, sintiendo como si hubiera despertado de una largo sueño y finalmente pudiera sonreír nuevamente al alejar sus temores sobre la incertidumbre del futuro.

"Vivir sin temor al mañana…" Repitió Pinkie aún un poco asustada, mirando la sonriente cara de Dusk, con esa sonrisa que siempre la reconfortaba en sus momentos de flaqueza.

"Así es, solo disfrutar el hoy." Dijo Dusk sonriendo y mirando de reojo hacia alrededor del antiguo castillo. "Y si tienes miedo, recordar lo que cierta pony rosa una vez me dijo aquí mismo… Que juntos somos más fuertes." Agregó Dusk sonriendo cálidamente, mientras Pinkie abría con sorpresa sus ojos al ver que Dusk aún recordaba lo que ella misma le había dicho aquella noche que vencieron a Nightmare Moon.

Entonces Pinkie pareció recuperar algo de vida en sus ojos, y pese a que su melena y cola seguían lisas, sin rastro de su esponjosidad habitual, ella sintió que un peso dentro de ella se aliviaba, y abrazó fuertemente a Dusk, sintiendo que finalmente todos sus miedos se desvanecían. Ahora ambos guardaban un triste y cruel secreto, ambos tenían fuertes razones para ver con temor sus propios futuros, y eso no había cambiado, pero lo que sí había cambiado es que ahora ambos sabían que ninguno de los dos estaba solo, y que ambos lucharían por vivir sus vidas al máximo sin temor.

Luego de estar varios minutos abrazados en completo silencio, solo sintiendo el calor y afecto del otro, Pinkie levantó su cabeza y vio a Dusk, a su amado Dusk, que siempre la salvaba de sus peores temores y que ahora compartía una promesa de vida con ella…

"Vivir y disfrutar la vida, sin temor al mañana…" Pensó Pinkie Pie mientras miraba a Dusk. Esas palabras se grabaron a fuego en ella, y ahora ella lo había decidido, no quería esperar más, quería disfrutar su vida al máximo, y eso solo pasaría si ÉL estaba a su lado.

"Dusk…" Dijo Pinkie Pie sonrojada, sabiendo que había tomado la decisión final, la decisión más importante de su vida, la de saber a qué potro quería tener a su lado en su vida para siempre.

"¡Oh no!" Dijo repentinamente Dusk, que justo en ese instante miró hacia el cielo a través del destruido techo del castillo, y vio que ya era muy avanzada la tarde. "¡Debemos irnos! ¡Casi lo olvido!" Agregó Dusk un poco asustado, recordando que sus demás amigas le habían encargado una muy importante misión, y que con todo lo sucedido ese día, por poco casi lo olvida.

Entonces Dusk se separó del abrazo y miró hacia la puerta del antiguo castillo, pero entonces puso una mirada pensativa, luego miró de nuevo a Pinkie y le estiró un casco para que ella lo tomara.

"Acércate a mí, creo que intentare algo nuevo." Dijo Dusk con una sonrisa.

Al ver que ella había perdido su oportunidad de declararse, Pinkie suspiró un poco frustrada, luego puso una gran sonrisa, tomo el casco de Dusk, y se lanzó a abrazar a Dusk tan fuerte como pudo, haciendo que el potro se sonrojara, pues para el hechizo que planeaba hacer, era necesario que ambos estuvieran juntos, pero no era necesario que estuvieran así de juntos. Sin embargo, Dusk se mordió el labio y se calló, ya que la verdad era que a él le encantaba ser abrazado por su suave y tierna amiga. Entonces Dusk cerró sus ojos y se volvió a concentrar.

"La magia controla el aura alrededor de las cosas, pero para ir más allá, debo entender que en realidad… el control no existe." Pensó Dusk concentrándose, recordando los ejercicios mentales que había estado practicando con Zecora y sintiendo que por fin la última barrera de restricción se liberaba, la de sus propias ideas preconcebidas, y por fin podía ver más allá de lo que la magia normal de un unicornio podía lograr. "Nadie golpea un río hasta someterlo, debes rendirte ante la corriente y usar su poder como si fuera tuyo…" Pensó Dusk recordando lo que le había dicho Zecora.

En ese instante el cuerno de Dusk se iluminó con un enorme destello, y Dusk y Pinkie desaparecieron del antiguo castillo en medio del bosque Everfree, reapareciendo al instante afuera del granero de Sweet Apple Acres.

"¡Wow…! ¿¡Usaste la teletransportación desde tan lejos!?" Dijo Pinkie asombrada luego de ver donde estaban.

"S-Sí…" Dijo Dusk mareado y exhausto, tanto que casi cae al suelo, pero fue sostenido justo a tiempo por Pinkie Pie. "Lo siento… Funcionó, pero creo que acabó con toda mi reserva mágica…" Agregó Dusk aún mareado, satisfecho por haber roto sus propios límites, pero dándose cuenta que también tenía sus inconvenientes.

"Espera aquí, buscaré a Applejack para que nos ayude a volver al pueblo." Dijo Pinkie un poco preocupada al ver tan mareado a Dusk.

"No te preocupes, solo necesito descansar un momento." Dijo Dusk rápidamente, hasta que se dio cuenta que él podría aprovechar aquel inconveniente para lograr su plan. "Espera, sí… creo que necesito un poco de ayuda. Ve por Applejack, creo que está en el granero." Agregó Dusk apuntando a Pinkie exactamente a donde quería que fuera.

Pinkie rápidamente corrió hacia el granero y abrió la gran puerta para llamar a su amiga.

"¡SORPRESA!" Gritaron sorpresivamente las mejores amigas de Pinkie Pie: Applejack, Rarity, Fluttershy y Rainbow Dash, todas con una enorme sonrisa en sus caras, lanzando globos y confeti ante la celebrada de la fiesta: Pinkie Pie.

Ante el grito de sus amigas, la pony rosa se quedó paralizada, sin entender qué era lo que sucedía.

"Q-Qué está pasando…" Dijo Pinkie con sus ojos muy abiertos, tan confundida que no estaba segura sobre qué preguntar primero.

"Es una fiesta sorpresa para ti, ¿Qué parece?" Dijo Applejack sonriendo.

"¡Cielos! ¡Te demoraste mucho en traerla! Ya estaba a punto de salir a buscarlos." Agregó Rainbow Dash mirando a Dusk.

"Sí, lo lamento. Hubo… algo que nos demoró." Dijo Dusk sonriendo avergonzado, caminando lentamente detrás de Pinkie, ya que aún seguía un poco mareado por su agotamiento mágico.

Mientras Dusk entraba al granero, Pinkie seguía con sus ojos anonadados, viendo alrededor del granero, en donde sus amigas habían adornado hermosamente el granero con decenas de globos, lienzos y serpentinas, además de varias mesas llenas de comida y pasteles.

"Esta… Esta es una fiesta… ¿Para mí?" Dijo Pinkie Pie lentamente, mientras su mente aún intentaba procesar la sorpresa.

"Sí, es por eso que no queríamos que tú hicieras una fiesta hoy." Dijo Fluttershy con una sonrisa avergonzada. "Incluso tuvimos que inventar esas tontas excusas."

"¡Sí! Por poco casi arruinas la sorpresa." Agregó Rarity sonriendo y luego mirando con detenimiento a Pinkie. "Por cierto, ¿Ese es un nuevo look?" Preguntó Rarity curiosa al notar que ahora su amiga rosa tenía su melena alisada.

"Tú siempre haces fiestas para nosotros, así que ayer se nos ocurrió hacerte una fiesta sorpresa." Susurró Dusk cerca de Pinkie, ya que veía que su amiga seguía sin decir una palabra.

Al descubrir la verdad de todo, y viendo a sus amigas tan felices y preocupadas por ella, Pinkie bajó su cabeza y cerró sus ojos.

"Cómo pude desconfiar de mis amigas…" Pensó Pinkie sintiéndose culpable, pero al mismo tiempo muy aliviada. "Ellas jamás me traicionarían… Ellas… ¡Ellas siguen queriendo ser mis amigas!"

"Eh… Pinkie, ¿Estás bien?" Preguntó Fluttershy preocupada, al ver que su amiga ocultaba su rostro y que unas lágrimas caían al piso.

"¡Sí! Yo… ¡Estoy más feliz de lo que puedas imaginar! ¡Jeje!" Dijo Pinkie Pie levantando su cabeza para ver a sus amigas, quienes se sorprendieron al ver que lloraba, pero no era un llanto de pena, sino que ella lloraba de felicidad, con una enorme sonrisa y un gran gozo en su corazón al descubrir que sus amigas aún la querían, y mucho.

Luego Pinkie se volvió a agachar y comenzó a temblar de emoción, entonces repentinamente su melena y cola estallaron, volviendo a ser como normalmente eran, y Pinkie dio un gran salto con la sonrisa más grande que había tenido en su vida.

"¡Ahora, que empiece la fiesta!" Gritó Pinkie llena de felicidad.

Así fue como comenzó la fiesta para Pinkie Pie, con todos sus mejores amigos reunidos allí, tal como en la fiesta del día previo, solo que esta vez también estaban presentes los miembros de la familia Apple, ya que la fiesta era en su hogar, y también Scootaloo y Sweetie Belle, quienes habían sido invitadas a la fiesta por Apple Bloom.

Mientras Spike y Big Mac hablaban animadamente entre ellos, ya que tal parecía que Spike se había enterado que el potro rojo era fanático de cierto juego de mesa que él también amaba; en otro sector, estaban las Cutie Mark Crusaders, planeando algunas cosas secretas entre ellas. Mientras en el centro de todo se encontraba Dusk, quien conversaba con sus cinco amigas, charlando sobre cosas triviales para no tener que admitir el por qué él y Pinkie se habían demorado tanto en llegar allí. En tanto, en otro rincón, se encontraba la abuela Smith, al lado del tocadiscos para escuchar bien la música, sentada en una silla y viendo fijamente a Dusk Shine, sonriendo al ver como el potro lavanda se sonrojaba levemente cada vez que alguna de sus amigas se le acercaba demasiado.

Durante un momento de la fiesta, Dusk levantó en alto su cabeza para ver alrededor, y sonrió al ver cómo todos sonreían y reían juntos mientras charlaban, bailaban y jugaban entre ellos. Y mientras lo hacía, sin quererlo sus ojos se fijaron en los de Pinkie, quien sin darse cuenta, también había hecho lo mismo, como si quisiera guardar muy bien en su memoria ese feliz momento, hasta que sus ojos se encontraron con los de Dusk. Al encontrarse los ojos de ambos, ambos ponies sonrieron, sintiendo que ambos pensaban exactamente lo mismo:

"No importa lo que nos depare el futuro, lo importante es atesorar los momentos que estemos juntos…"

La fiesta continuó y las yeguas nuevamente insistieron en bailar con Dusk, pero esta vez al son de la música. Y tal como en la fiesta anterior, cada yegua tuvo su turno para bailar con Dusk, aunque los bailes fueron más torpes que los del día anterior, ya que cada vez que Dusk bailaba con alguna de las yeguas, 'misteriosamente' siempre chocaba con Scootaloo o Sweetie Belle o Apple Bloom, haciendo que Dusk se acercara más a su pareja tras el choque, lo que hacía que él se sonrojara mucho. Y así sucedió con Applejack, Rainbow Dash, Fluttershy y Pinkie Pie.

"¿Sucede algo malo?" Dijo Rarity sonrojada, pero intentando parecer tranquila, luego que una de las potrillas por quinta vez golpeara a Dusk mientras bailaban, haciendo que Dusk se acercara peligrosamente al rostro de Rarity.

"N-No pasa nada." Dijo Dusk completamente rojo al tener tan cerca a su amiga, y más avergonzado aún al ver que todos lo veían bailando de esa forma. Aunque lo que él no veía era que sus demás amigas solo veían con ojos molestos a su rival, pese a que todas habían tenido su momento bailando con Dusk.

"¡Jejeje! Son idénticos…" Se rio la abuela Smith mientras recordaba algo de su pasado al ver tan sonrojado al pobre Dusk cada vez que una yegua se le acercaba mucho.

Repentinamente la música se detuvo y todos miraron hacia el tocadiscos, en donde estaba Spike, tambaleándose y apuntando hacia donde estaban los demás.

"¡Alto ahí! ¡Hic!" Gritó Spike apuntando a cierta yegua blanca y acercándose lentamente mientras tambaleaba.

"¿Qué sucede? ¿Otra vez se emborrachó psicológicamente?" Preguntó Dusk un poco molesto.

"N-Nope." Respondió Big Mac agachándose un poco avergonzado, mientras levantaba su vaso con ponche. "Él bebió de mi ponche."

"¿¡Qué!? ¿¡Por qué le diste de beber de tu ponche a Spike!?" Preguntó Applejack molesta, sabiendo que la sidra especial que bebía Big Mac era muy fuerte, incluso para ella.

"Él dijo que normalmente bebía ese tipo de ponche." Respondió Big Mac apenado. "Además, solo bebió un sorbo."

"¡TÚ!" Volvió a gritar Spike, acercándose finalmente a su objetivo, tomando el suave casco blanco de su amada y mirándola directo a sus hermosos ojos. "Yo… ¡Yo te amo!" Agregó Spike en un grito, antes de besar a su amada y caer inconsciente por la borrachera.

En el granero, todos se quedaron sorprendidos por la repentina declaración de Spike, pero nadie estaba más sorprendida que Sweetie Belle, la yegua a la que se le acababan de declarar, y que Spike en su borrachera había confundido con su hermana mayor.

"Oh… Es tan vergonzoso… Los problemas de ser tan hermosa." Dijo Sweetie Belle sonrojándose y tapándose la cara avergonzada. Luego ella vio de reojo a Dusk y supo que su visión sobre ver a Spike y Dusk peleando por su amor, se volvería realidad. "Por favor Dusk, no te enojes con Spike. Yo… ¡Yo tengo amor para los dos!" Dijo Sweetie Belle melodramáticamente, mientras Dusk solo se la quedó mirando confundido.

Viendo que Spike nuevamente había caído inconsciente, Dusk decidió dar por terminada su participación en la fiesta y retirarse con Spike en su lomo.

"¡Nos vemos mañana!" Se despidió Dusk con una sonrisa. "No lo olviden, mañana es una noche muy especial." Agregó Dusk sonriendo, sabiendo en el fondo que sus amigas no olvidarían la importante fecha del día siguiente, después de todo, la habían esperado con ansias desde hacía meses.

"Nunca más tomaré ponche… lo juro…" Murmuraba Spike en el lomo de Dusk mientras ambos se retiraban hacia la biblioteca.

En tanto, Big Mac se retiró apenado a su habitación, ya que se sentía culpable por haber emborrachado al pequeño dragón; mientras las tres potrillas se retiraron a la casa, para charlar sobre la impactante revelación de amor de Spike hacia Sweetie Belle, quien seguía con su ego en las nubes por aquella situación. Así fue que en el granero solo se quedaron las cinco yeguas y la abuela Smith, las primeras quedándose a ordenar todo dentro del granero, en tanto que la abuela solo se había quedado mirando sonriendo mientras Dusk se alejaba de allí.

"¿Por qué sonríes tanto abuela?" Preguntó Applejack notando lo risueña que estaba su abuela ese día.

"Es solo que no había notado lo parecido que es el joven Dusk con el abuelo Apple." Respondió la abuela sonriendo, recordando con cariño a su querido esposo, quien ya no se encontraba entre ellos.

"¿De verdad?" Preguntó Applejack curiosa, quien no había alcanzado a conocer a su abuelo.

"Sí, él era tan tímido con las yeguas como lo es Dusk, jeje." Respondió la abuela Smith riéndose mientras recordaba su juventud. "Tu abuelo me gustaba mucho, y cada vez que me le acercaba, él se ponía todo nervioso y no sabía qué hacer, jeje…. Que buenos tiempos."

"Sí, parece ser idéntico a ese torpe de Dusk, no se entera de nada." Agregó Rainbow Dash suspirando, quien, al igual que sus otras amigas, se habían acercado hasta donde estaba la abuela para escuchar su historia.

"No importaba cuanto le coqueteara, no importaba los regalos que le hiciese o los halagos que le hacía. Parecía que él nunca se daba cuenta de mis sentimientos." Agregó la abuela Smith sonriendo con añoranza.

"Y entonces… ¿Cómo es que terminaron juntos?" Preguntó Rarity con curiosidad, emocionada por esa charla de amor de la abuela.

"Bueno… pues un día simplemente lo detuve, lo miré a la cara y le dije que me gustaba." Respondió la abuela riéndose al recordar. "Hay algunos potros tan cabeza dura que no se dan cuenta de lo que alguien siente por ellos si no se los gritan a la cara, jeje."

"¿¡De verdad hizo eso!?" Preguntó Fluttershy sonrojada. "Y… ¿Qué pasó después?"

"¿Después? Bueno, él se puso todo rojo y me confesó que él también había estado enamorado de mí desde hacía mucho tiempo. Pero que era tan tímido que temía decírmelo y romper nuestra amistad." Dijo la abuela Smith mirando hacia el cielo con una sonrisa. "Fue la época más feliz de mi vida… muy feliz…" Agregó la abuela sonriendo, cayendo suavemente dormida al recordar tan feliz memoria.

Al ver que la abuela Smith había caído dormida, Applejack les indicó a sus amigas que guardaran silencio y todas continuaron ordenando el granero intentando hacer el menor ruido posible. Finalmente las cinco yeguas terminaron de ordenar, se despidieron, y cada una tomó su ruta para su hogar: Rainbow Dash volando hacia su casa en las nubes, Fluttershy yendo a su cabaña en los claros del bosque, Rarity caminando lentamente con su hermanita hacia el pueblo, mientras Pinkie se adelantaba con sus saltos para llegar pronto a su casa, y Applejack caminando a su casa que quedaba al lado del granero, mientras Big Mac se encargaba de acostar a la abuela. Y aunque las cinco yeguas caminaban en direcciones distintas, sin saberlo, las cinco yeguas tenían una meta en común, una meta a la que habían decidió que debían llegar de una vez por todas.

"Mañana es un día importante… quizás el día más importante del año. Si no es mañana, ¿Cuándo será? Yo… yo no puedo esperar más… ¡Yo necesito decírselo!" Pensó Rarity con determinación.

"La abuela tiene razón… ¡Ya no puedo dudar más! Yo ya había tomado la decisión, solo faltaba el momento adecuado… ¡Y mañana será ese momento especial!" Pensó Applejack decidida.

"¿Cuánto más debo esperar? Si no soy firme, jamás podré lograr nada. Yo… debo dejar mis miedos atrás y… ¡Y tener valor! ¡Mañana es el día!" Pensó Fluttershy suspirando e inhalando fuerte para armarse de valor.

"Esta es la carrera más importante de mi vida, ¡Y no pienso perderla! Yo esperaba este momento, ¡Finalmente la ocasión es la correcta y yo estoy lista!" Pensó Rainbow Dash con una mirada llena de seguridad.

"¡Debo vivir el momento! Iba a hacerlo hoy cuando me abrazó, pero si no es hoy, ¡Definitivamente será mañana! ¡En la fiesta más importante de todas!" Pensó Pinkie Pie sonriendo con una mirada determinada.

Y sin que lo supieran, las cinco yeguas gritaron al mismo tiempo en sus mentes una misma consigna llena de determinación:

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"¡MAÑANA EN LA GRAN GALA DEL GALOPE, LE DECLARARÉ MIS SENTIMIENTOS A DUSK SHINE!"

# Fin del capítulo 52