Capítulo 54 – La noche más inesperada

Ajeno al bullicio del interior del castillo, Fluttershy aún se encontraba en los jardines reales. Luego de cerrarle la boca por error al pobre jardinero que allí trabajaba, y ver que ninguno de los bellos animalitos del jardín se acercaba a ella, Fluttershy había dejado caer su cabeza con pena y resignación.

"¿Hm? ¿Por qué tan desanimada?" Preguntó repentinamente el jardinero con mucha curiosidad, ya que era raro ver a uno de los invitados de la Gran Gala estar tan alejado de los grandes salones del castillo, pues cuando los ponies llegaban a acercarse a los jardines reales, solo lo hacían por los alrededores, sin adentrarse tanto como lo había hecho esa pegaso amarilla tan finamente vestida.

Luego de suspirar deprimida, Fluttershy levantó su cabeza y miró con una triste mirada al viejo jardinero.

"Yo quería acercarme a los pequeños animalitos del jardín, pero… parece que ellos me temen." Respondió Fluttershy con mucha pena, bajando nuevamente su cabeza mientras sentía que sus sueños se habían roto. "Yo amo a los animales, y siempre soñé con estar aquí y ver a todas las exóticas y bellas especies que aquí viven, pero… si ninguno quiere acercarse o incluso verme, quizás… quizás yo no sea tan buena con los animales como pensaba." Agregó Fluttershy bajando aún más su cabeza.

Luego que Fluttershy hablara, el viejo jardinero se enterneció al darse cuenta que aquella pegaso de verdad estaba dolida por no poder acercarse a los pequeños animalitos del jardín, animales que siempre eran ignorados por los demás invitados de la Gran Gala del Galope. Entonces el jardinero puso una mirada pensativa, luego sonrió y decidió ayudarla.

"Escucha cariño, los animales que viven aquí no son como los animales silvestres que probablemente conoces. Estos animales son mucho más tímidos, criados para vivir aquí, por lo que son muy tímidos con los extraños, y más aún en esta fecha, en que el castillo se llena de extraños y el ruido de los salones los molesta." Dijo el jardinero tocando el hombro de Fluttershy, haciendo que esta levantara su vista. "Te enseñaré un truco para que ellos se acerquen. Pero si ellos confían en ti, dependerá solamente de ellos."

Entonces el jardinero se aclaró la garganta y comenzó a silbar dulcemente, tal como Fluttershy lo había escuchado antes de llegar allí, un silbido tan dulce que parecía extraño escucharlo venir de aquel viejo jardinero.

No pasó mucho tiempo, mientras el jardinero seguía silbando, hasta que las cabezas de varios animalitos se asomaron tímidamente de entre los árboles y arbustos. En cuanto vieron quién estaba allí, los animalitos tuvieron miedo al ver a esa desconocida pegaso amarillo, sin embargo, a ellos les atraía tanto el dulce silbido del jardinero, quien era él único que los acompañaba a diario en aquellos jardines, que finalmente todos comenzaron a acercarse lentamente hasta donde estaban ambos ponies.

"Un flamenco… un conejo de angora… ¡Y un walabí!" Pensó Fluttershy abriendo grande su boca de emoción y felicidad al ver que los animalitos finalmente se acercaban, pero rápidamente cerró su boca y se quedó inmóvil, queriendo evitar que los animalitos nuevamente huyeran de ella.

Una vez los animalitos rodearon a ambos ponies, estos se quedaron viendo tímidamente a Fluttershy, pues era una completa desconocida para ellos. Entonces el jardinero, sin decir nada, le indicó con los ojos a Fluttershy que intentara acercárseles, lo que Fluttershy aceptó tímidamente, tragando fuerte saliva y acercando muy lentamente un casco hacia la misma pequeña ardilla roja que había huido de ella la primera vez y que ahora se había acercado hasta allí.

"Ellos son más tímidos que los animalitos que viven cerca de mi cabaña…" Pensó Fluttershy sorprendiéndose un poco mientras lentamente iba empatizando más con los sentimientos de aquellos tímidos animalitos, usando su habilidad innata para entender el corazón de los pequeños seres.

"Yo los entiendo… Sé lo difícil que es conocer a alguien nuevo y confiar en él. Yo soy igual que ustedes." Dijo tímidamente Fluttershy, abriendo su corazón y mirando con bondad, y algo de preocupación, a los pequeños animalitos, extendiendo tímidamente un casco hacia ellos. "Por favor… no tengan miedo, yo solo… quiero ser su amiga." Agregó Fluttershy dulcemente, decidiendo en el último segundo no tocar a aquella bella ardillita, esperando a que ella decidiera acercarse, y así no forzarla ni hacerla sentir incómoda.

Luego de un par de segundos, la pequeña ardilla olió tímidamente el casco de Fluttershy y luego la miró fijamente. Al mirar esos grandes ojos color aguamarina, la ardillita sintió que en esa mirada no había pizca de maldad y que aquella pony solo guardaba bondad en su corazón. Entonces la ardilla se acercó al casco de Fluttershy y se dejó acariciar dócilmente por la tímida pegaso, y al instante, luego que la ardilla comprobara que no había peligro alguno, los demás animalitos también hicieron lo mismo, acercándose felices a Fluttershy, oliéndola y jugando con su melena y cola, lo que hizo que Flutterhsy riera de la emoción al ver que los animalitos finalmente confiaban en ella.

"Te lo dije, los animales saben en quien confiar. Reconocen un corazón bondadoso cuando lo ven." Dijo el jardinero con una gran sonrisa, quien en realidad nunca había visto a ningún pony ganarse tan rápido la confianza de los animales del jardín, ni siquiera él mismo, a quien le había tomado semanas ganarse aquella confianza cuando los conoció.

Entonces, sabiendo que los tímidos animalitos del jardín estaban en buenos cascos, el jardinero se retiró lentamente con una sonrisa en su boca mientras veía sonreír a aquella bella pegaso al jugar con los pequeños animales.

La noche siguió avanzando y Fluttershy disfrutó como nunca lo había hecho al estar rodeada de tan exóticos y tiernos animalitos, quienes ahora habían formado un círculo alrededor de ella, turnándose para ser acariciados por los suaves cascos de la yegua. Entonces Fluttershy comenzó a recorrer más el jardín, pues la confianza con los animalitos llegó a tal punto, que ellos la invitaban a conocer sus madrigueras, y en algunos casos sus propias crías, lo que maravilló aún más a la tierna pegaso al ver la nueva vida floreciendo en aquel bello jardín. Y a cada lugar que ella iba, todos los animalitos la seguían y se arrojaban sobre sus cascos para que ella les siguiera haciendo cariño, ya que muy pocas veces algún pony se acercaba a acariciarlos tan tiernamente como ella lo hacía, pues la experiencia de Fluttershy le había enseñado los puntos de cariño más efectivos en los pelajes y plumas de cada animal y ave, por lo que los animalitos se peleaban por ser el consentido de Fluttershy y ser acariciados y mimados por más tiempo, lo que la bondadosa pegaso hacía con mucho gusto, sintiendo el amor que aquellos animalitos sentían por ella, lo que la llenaba de gozo.

"Esto es como mi sueño… No… ¡Es más maravilloso de lo que pude imaginar!" Pensó Fluttershy riendo mientras los animales habían hecho que cayera de espaldas al suelo y apretaban tiernamente sus cabezas contra el pelaje de Fluttershy para expresarle su confianza y cariño, quedando rendidos por completo ante sus caricias. "Esta… ¡Esta es la noche perfecta!" Pensó Fluttershy con la más grande sonrisa que había tenido esa noche, pero en cuanto se sintió completa consigo misma, la imagen de un potro lavanda apareció en su mente, y entonces su sonrisa se esfumó.

Aquel momento con los animalitos era uno que Fluttershy jamás olvidaría de su mente, pero se dio cuenta que ella no quería vivir ese momento sola, ella quería compartirlo con alguien especial, con el potro que había cambiado su vida y del cual se había enamorado lentamente hasta finalmente caer rendida por él. Y si ella quería estar completamente feliz, necesitaba estar junto a su querido Dusk Shine.

"No… Esta noche no es perfecta… Yo… ¡Aún tengo algo muy importante que hacer! ¡Yo me prometí a mí misma que lo haría esta noche!" Dijo Fluttershy con una mirada seria, poniéndose de pie al recordar que tenía otra importante meta que cumplir.

Sabiendo que debía cumplir la promesa autoimpuesta que se había hecho y que no podía dejar pasar aquella noche sin cumplirla, Fluttershy vio una última vez a aquellos lindos animalitos, y aunque todo su cuerpo le gritaba que siguiera disfrutando de las caricias de esos tiernos animalitos, su corazón hizo que finalmente Fluttershy entendiera que debía dejar de lado a los animalitos por cumplir un nuevo sueño, y si la noche era perfecta, quizás en algún momento volver allí a compartir nuevamente con los animalitos, pero esta vez junto al potro que amaba. Entonces Fluttershy acarició una última vez a los animalitos y se despidió con una triste sonrisa.

"Lo siento. Me encantaría quedarme, pero debo ver a alguien muy importante para mí." Dijo Fluttershy dulcemente, girándose y comenzando su camino de vuelta al castillo. Sin embargo ella no alcanzó a dar dos pasos, ya que algo detuvo sus cascos.

Al darse la vuelta nuevamente, Fluttershy se sorprendió de ver que los animalitos se habían agarrado a sus cascos, todos con miradas de miedo y pena al ver que aquella dulce yegua los abandonaba. La yegua que los había acariciado como nadie, la yegua que parecía entender sus sentimientos, la yegua que querían que siguiera con ellos para siempre... Entonces los animalitos se pusieron a llorar y siguieron sosteniéndose fuertemente de los cascos de Fluttershy para que no los abandonara.

"Oh, oh…" Dijo Fluttershy preocupada, sintiéndose conmovida al ver llorar a esos tiernos animalitos, y también preocupada al darse cuenta del gran problema en el que se había metido, pues ahora… ¿¡Cómo podría irse de allí sin lastimar a sus queridos animalitos…?

Mientras eso ocurría en los jardines reales, una gran ovación se escuchó en uno de los grandes salones, específicamente en el pasillo al lado del designado salón VIP de la Gran Gala, en donde varios ponies aplaudieron sorprendidos al ver la agilidad con que Rainbow Dash había impedido que una bandeja con bocadillos cayera al piso. Y aunque eran varios ponies los que le aplaudían, los ojos de Rainbow Dash se habían quedado fijos solo en uno de ellos, en el potro que había dejado caer accidentalmente aquella bandeja.

"Tú… ¡Tú eres Soarin!" Dijo Rainbow Dash llena de asombro al ver frente a ella al vice capitán de los Wonderbolts, un potro de pelaje celeste pálido y melena color azul oscuro, quien al igual que la capitana del equipo, vestía su característico uniforme.

"Y tú eres Rainbow Dash, te recuerdo. Eres esa pegaso que hizo esa increíble explosión sónica en la competencia de Cloudsdale." Dijo Soarin, recordando a Rainbow Dash al ver su particular melena arcoíris.

"Sí, bueno, no fue algo tan complicado, jeje." Dijo Rainbow Dash con falsa modestia, sonrojándose ante el halago de uno de sus ídolos.

"Sigues siendo tan rápida como te recuerdo, ¡Gracias por salvar mi bandeja de bocadillos!" Dijo Soarin con una enorme sonrisa, tomando la bandeja de bocadillos que Rainbow Dash sostenía y rápidamente comiendo aquellos deliciosos dulces. "Estaba tan hambriento…" Agregó Soarin con su boca llena, sonriendo mientras se acercaba al guardia que resguardaba el salón VIP.

Al ver que Soarin le dejaba de prestar atención y se dirigía al salón VIP, Rainbow Dash bajó con tristeza su cabeza y se dio la vuelta, resignada a que ese pequeño momento sería todo lo que conseguiría de los Wonderbolts esa noche.

"¡Hey, chica!" Dijo repentinamente Soarin dándose la vuelta para mirar a Rainbow Dash. "¿Te gustaría entrar al VIP? Estoy seguro que a Spitfire le gustará verte aquí." Agregó Soarin sonriendo.

Luego de escuchar aquello, la boca de Rainbow Dash se abrió lentamente llena de asombro mientras a duras penas se contuvo de gritar de la emoción.

"Eh… Disculpe, pero creo que ella no está en la lista..." Dijo el guardia que vigilaba el acceso al salón VIP, mirando de reojo a Rainbow Dash y molestándose porque no quería admitir su derrota si dejaba entrar a esa yegua luego de haberle negado el acceso.

"¿Qué no lo sabes? ¡Ella es uno de los nuestros!" Dijo Soarin sonriendo y apuntando al emblema de los Wonderbolts en su uniforme. "La necesitamos para el cierre de la Gran Gala. No querrás decirle a la princesa que el espectáculo aéreo se arruinó porque se te olvidó anotar un nombre en la lista, ¿Verdad?" Agregó Soarin acercando su cara al guardia para asustarlo un poco.

El guardia estaba casi seguro que lo que decía Soarin era falso, pero aunque hubiera una mínima posibilidad de que eso fuera cierto, el decidió aceptar esa posibilidad, ya que de ninguna forma quería arruinar el espectáculo final y que la princesa lo reprendiera por ello. Así que finalmente el guardia se tuvo que tragar su orgullo y agachó su cabeza mientras dejaba libre paso para que Rainbow Dash entrara al salón. En tanto que Rainbow Dash, luego de sacarse el asombro por la genial forma en que Soarin había logrado que ella entrara, avanzó felizmente hacia donde estaba Soarin y antes de entrar al salón, le sacó la lengua al guardia, no pudiendo aguantar burlarse de él ya que finalmente había podido entrar al salón VIP.

Una vez dentro del salón, si Rainbow Dash hubiera puesto mayor atención, hubiera visto que en aquel salón habían ponies vestidos aún más elegantes que en los demás salones, incluso dignatarios de otras naciones que habían sido invitados para aquella ocasión. Sin embargo los ojos de la pegaso solo se centraron en dos ponies, los pegasos que vestían el uniforme oficial de los Wonderbolts: Soarin, quien iba frente a ella; y Spitfire, una yegua de pelaje amarillo y melena anaranjada, capitana de los Wonderbolts, que justamente se acercaba hasta donde estaban ellos dos, lo que hizo que el corazón de Rainbow Dash se acelerara.

"¿Dónde estabas Soarin? Sin ti aquí, he tenido que lidiar con todas las charlas de los fans del lugar..." Dijo Spitfire una vez llegó donde estaban.

"Sí, bueno, quería buscar algo para comer." Respondió Soarin aún comiendo vorazmente de su bandeja de bocadillos. "Además, invité a alguien que podría interesarte." Agregó Soarin señalando con sus ojos a Rainbow Dash.

"¿Y tú eres…?" Preguntó Spitfire levantando una ceja al ver a Rainbow Dash, pensando que aunque a ella no le gustaran muchos los vestidos de gala, debía admitir que aquella pegaso se veía bien en ese bello vestido.

"¡Y-Yo soy Rainbow Dash! Yo… Yo fui quien hizo la Rainplosión sónica en Cloudsdale." Respondió rápidamente Rainbow Dash, queriendo ocultar en vano su nerviosismo.

A Spitfire le tomó unos segundo recordar, pero al hacerlo, ella abrió grande sus ojos y se acercó con una enorme sonrisa a Rainbow Dash.

"¿¡Tú eras esa yegua!? ¡No lo puedo creer! No te reconocí con ese vestido." Dijo Spitfire emocionada. "Apenas pudimos hablar aquella vez porque tenías que irte. Es increíble, una civil me ganó volando en caída libre, ¡Tienes agallas chica!" Agregó Spitifire golpeando juguetonamente a Rainbow Dash.

En el instante que Spitfire tocó a Rainbow Dash y la elogió, la pegaso celeste apretó fuerte sus labios mientras internamente gritaba como una potrilla descontrolada de emoción.

"Creo que ella puede ser un buen reemplazo para Fleetfoot." Dijo Soarin repentinamente, finalmente terminando de comer sus bocadillos.

"¿Reemplazo?" Preguntó Rainbow Dash, sin estar segura si había escuchado bien.

"Sí. Resulta que Fleetfoot se torció una ala en el último entrenamiento, y eso complicó el espectáculo que tenemos que hacer para el gran final de la Gala." Respondió Soarin sonriendo. "Pero si terminamos el show con esa Rainplosión sónica tuya, creo que sería un buen final alternativo para el show de esta noche."

"Sí, no es mala idea…" Agregó Spitfire con una mirada pensativa y luego mirando de reojo a Rainbow Dash. "¿Qué dices? ¿Crees que podrías repetirlo?"

"¿¡M-Me están invitando a volar con ustedes!?" Preguntó Rainbow Dash anonadada, que rápidamente señaló hacia enfrente suyo para que Soarin y Spitfire volteasen y mirasen hacia otro lado.

En cuanto ambos Wonderbolts se distrajeron, Rainbow Dash mordió uno de sus cascos para ahogar el grito de emoción que sentía, y se puso a saltar de alegría, pero rápidamente volvió a la compostura cuando Soarin y Spitfire volvieron a verla.

"¡Ahem! S-Sí, creo que podría hacerlo." Dijo Rainbow Dash seriamente, manteniendo una fachada de tranquilidad mientras internamente sentía que explotaría de la emoción.

Luego de eso, Soarin y Spitfire invitaron a Rainbow Dash a ir hasta una ventana para ver hacia el exterior y comenzaron a explicarle en qué consistiría la rutina, los movimientos que harían y en qué momento tendría que entrar para realizar el gran final. Y mientras conversaban sobre aquellos detalles, más ponies se fueron acercando al ver que los grandiosos Wonderbolts ya comenzaban a preparar su gran rutina, y al hacerlo, Soarin y Spitfire comentaban el grandioso espectáculo que había hecho Rainbow Dash en la competencia de Cloudsdale, y como esa misma noche, todos verían con sus propios ojos aquella espectacular explosión sónica que solo algunos pegasos lograban hacer.

Sintiéndose el centro de atención, Rainbow Dash comenzó a integrarse rápidamente a las conversaciones y a contar anécdotas sobre otras tantas piruetas que había realizado en sus entrenamientos. Fue así que la noche avanzó y Rainbow Dash sentía que su sueño se había cumplido, sin embargo, llegó un momento en que todos se emocionaron y sonrieron al escuchar una pirueta que Rainbow Dash había practicado en secreto, y en ese instante, mientras Rainbow Dash veía las sonrisas y escuchaba las palabras de aliento de todos esos ponies, ella se dio cuenta que faltaban las sonrisas de sus amigas, y en especial la de cierto potro lavanda, que si estuviera ahí, sería el primero en apoyarla y felicitarla, como siempre lo hacía, siempre estando a su lado... Entonces Rainbow Dash se dio cuenta que a pesar de haber logrado conocer a sus ídolos, quería estar con alguien más al mismo tiempo, con ese torpe y lindo potro llamado Dusk Shine que le había robado su primer beso y su corazón.

"Disculpen, creo que debo retirarme un momento." Dijo repentinamente Rainbow Dash, recordando su importante misión para esa noche. Comenzando a abrirse paso entre los ponies que la rodeaban para salir de allí.

"¡Espera! ¿¡A dónde vas!?" Dijo Spitfire sujetándola desde atrás. "Ya falta poco para que empiece el espectáculo, ¡Necesitamos repasar hasta el último detalle de la rutina para que todo salga perfecto!"

"S-Sí, lo sé. Volveré enseguida, solo tardaré unos minutos." Dijo Rainbow Dash nerviosa. Habiendo aprendido en ese corto lapso de tiempo que Spitfire era una perfeccionista y que no quería dejar nada al azar.

Tras eso, Rainbow Dash comenzó a caminar nuevamente para salir del salón VIP, y mientras lo hacía, se dio cuenta que Spitfire y Soarin la seguían. Entonces Rainbow Dash aceleró el paso, y detrás de ella Soarin y Spitfire también lo hicieron. Finalmente Rainbow Dash salió corriendo velozmente muy nerviosa mientras ambos Wonderbolts le siguieron el paso.

"¡Ya les dijimos a todos que terminaríamos el espectáculo con la Rainplosión sónica! ¡No quieras huir!" Gritó Spitfire mientras perseguía a Rainbow Dash.

"¡No estoy huyendo! ¡Solo necesito estar unos minutos a solas!" Gritó Rainbow Dash en respuesta mientras huía, completamente aterrada al darse cuenta que si no se alejaba de los Wonderbolts, no podría reunirse a solas con Dusk para declararse…

Mientras Rainbow Dash huía por los pasillos del castillo, en otra parte del castillo, en el gran salón de baile, todos se habían quedado anonadados al ver quién había entrado.

"¡P-Princesa Celestia!" Dijo Pinkie Pie muy sorprendida, al ver que el pony que le había hablado y le había dicho que su baile era divertido, ¡Era nada menos que la princesa regente de todo el reino de Equestria! "¿U-Usted quiere conversar conmigo?" Repitió Pinkie Pie aún sorprendida, ya que luego de su baile, todos los demás ponies del salón se habían burlado y alejado de ella.

"Claro, aunque siempre asisto a estas fiestas, la verdad es que nunca tengo el placer de charlar mucho con los invitados, dado que debo saludarlos a todos uno por uno en la entrada." Dijo Celestia sonriendo. "Afortunadamente conseguí un reemplazo por unos minutos." Agregó Celestia con la misma sonrisa, pero entornando sus ojos para evitar reírse al recordar la broma pesada que acababa de jugarle a Dusk para que la reemplazara.

"Yo… ¡Yo lo lamento! ¡No sabía que había que saludar antes de ingresar a la fiesta!" Dijo Pinkie Pie rápidamente, haciendo una reverencia, pensando que había cometido un grave error y que quizás la princesa venía a reprenderla a ella y sus amigas por no saber aquello.

"Tranquila, de hecho me alegra que no lo hicieran. Así podemos conversar de una mejor manera." Agregó Celestia, tocando gentilmente la cabeza de Pinkie Pie para que no la reverenciara. "Hace mucho que quería platicar contigo. Quería pedirte algunos consejos."

Al escuchar aquello, Pinkie Pie abrió grande sus ojos y su vista quedó en blanco mientras su cerebro repetía lo que escuchó para ver si había entendido bien.

"Usted quiere consejos… ¿De mí?" Preguntó Pinkie Pie confundida.

"¡Por supuesto! Según lo que me ha contado Dusk Shine en sus cartas, tú eres la pony más festiva que conoce, toda una experta en fiestas y celebraciones." Respondió Celestia sonriendo. "Yo siempre asisto a estas Galas, pero la verdad es que siempre pienso que son algo…"

"¿Demasiado elegantes?" Dijo Pinkie Pie, intentando suavizar lo que en realidad pensaba.

"¡Aburridas!" Dijo sinceramente Celestia, haciendo que Pinkie Pie se riera al escuchar a la princesa admitir que su propia fiesta era aburrida.

Entonces ambas yeguas se rieron un instante, con Celestia rápidamente recuperando su compostura habitual.

"Bueno… Creo que hay muchas cosas por cambiar. Podríamos empezar por la música y luego…" Dijo Pinkie Pie con una mirada pensativa, sintiéndose sorprendentemente cómoda a pesar de estar hablando con la grandiosa e imponente princesa Celestia.

Con Pinkie Pie dando sus consejos sobre cómo alegrar la Gran Gala, y Celestia escuchando atentamente y aportando algunas locas ideas, ambas yeguas se dieron cuenta que en cierto aspecto ambas eran muy parecidas… Muchas veces mostrando en la superficie una imagen de ellas mismas que no era real para que los demás se sientan felices a su alrededor, pero en el interior ambas tenían espíritus alegres y juguetones. Aquello hizo que ambas pudieran conversar fluida y cómodamente, y se relajaran y rieran de vez en cuando.

"¿Así que Dusk te dijo eso cuando descubrió tu cuarto secreto?" Dijo Celestia levemente sorprendida, luego que la conversa derivara en Dusk y algunas anécdotas que Pinkie tuvo con él.

"Sí… él dijo que estaría ahí para mí, siempre que lo necesitara…" Dijo Pinkie Pie con ojos soñadores, sonrojándose ante aquel recuerdo. Y fue solo en ese instante que Pinkie Pie se dio cuenta que, sin darse cuenta, se había abierto demasiado con la princesa y le había contado cosas que a nadie más le había contado. "L-Lo que quiero decir es… ¡Que Dusk es un muy buen pony! ¡Jeje!" Agregó rápidamente Pinkie Pie, levemente avergonzada.

La Princesa Celestia muchas veces tenía ese efecto en los ponies, la de generar un aura de confianza que hacía que se abrieran por completo cuando conversaban con ella, por eso se decía entre los ponies que a ella nada se le escapaba. Además, ese dicho también se decía por la otra gran habilidad que tenía Celestia, una habilidad obtenida por miles de años de experiencia, la de observar a sus ponies, descifrar cada palabra, cada gesto, para saber lo que en verdad pensaban sobre algo. Y fue así que Celestia no solo sintió el gran amor que Pinkie sentía por Dusk, sino que también intuyó que Pinkie Pie guardaba algo especial para aquella noche, y que seguramente tenía que ver con Dusk.

"Hmm… ya veo." Dijo Celestia entrecerrando ligeramente sus ojos mientras su mirada analizaba a la tierna Pinkie Pie. Entonces ella suspiró y sonrió con una mirada pensativa. "Bien, creo que es hora de volver a mi puesto. Creo que necesito liberar a Dusk para que… disfrute de la fiesta." Dijo Celestia sonriendo, adivinando que a su querido Dusk le aguardaban muchas sorpresas para aquella noche.

Luego que la princesa se despidiera de Pinkie, la pony rosa suspiró y tocó su corazón, sintiendo que había recuperado su alegre espíritu justo en el momento preciso, ya que antes que la princesa llegara, ella había comenzado a deprimirse luego de las burlas de aquellos ponies del salón, pero afortunadamente, luego de aquella alegre conversación, todo parecía haberse solucionado.

"Me pregunto si la princesa habrá notado que estaba deprimida y por eso se acercó a mí…" Pensó Pinkie Pie, sonriendo un poco al darse cuenta que ahora sabía que la princesa y ella eran más parecidas de lo que nadie se imaginaba.

"Disculpa… Tú… ¿¡Conoces a la princesa!?" Preguntó repentinamente un potro al lado de Pinkie Pie.

Al girarse para ver quién le hablaba, Pinkie Pie se sorprendió al ver que muchos de los ponies del salón estaban ahora parados al lado de ella, mirándola con ojos de asombro.

"¿De qué hablabas con la princesa?" Preguntó una yegua muy elegante, mirando con curiosidad y asombro a Pinkie Pie.

"Eh, bueno… Ella quería pedirme algunos consejos." Respondió Pinkie Pie confundida, sin entender por qué ahora todos le ponían tanta atención.

Luego que Pinkie Pie dijera aquello, los ojos de todos los presentes se abrieron con asombro, y rápidamente empezaron a murmurar entre ellos: '¿Escuchaste? ¡La princesa Celestia le pide consejos!' '¡Debe ser una yegua muy importante!' '¡Es la consejera privada de la princesa!'… Y como un fuego en un pastizal, los rumores de 'la consejera de la princesa' se esparcieron velozmente por el gran salón, lo que hizo que todos los ponies se acercaran a ver e intentar charlar con tan importante yegua.

"¿Qué crees que debamos hacer para ganarnos la aprobación de la princesa Celestia?" Preguntó un potro muy elegante, mientras todos a su alrededor asentían, pues todos querían ganarse el favor de la princesa.

Al escuchar aquella pregunta, los ojos de Pinkie Pie brillaron de emoción, sabiendo que esta era su oportunidad para hacer la fiesta que siempre había soñado.

"Lo único que tienen que hacer… ¡Es comenzar a divertirse!" Gritó animadamente Pinkie Pie, corriendo hacia donde estaba la orquesta y dándoles instrucciones para que tocaran una música más animada.

Con el cambio de música, los ponies elegantes del salón se vieron perplejos, sin entender cómo una música así podía estar sonando en una fiesta tan elegante como aquella, sin embargo, nadie dijo nada, pues aquello era una sugerencia de 'la consejera de la princesa', y así mismo, nadie dijo nada cuando la yegua rosa comenzó a bailar y a invitar a todos para que bailaran junto a ella.

Pese a su renuencia inicial, los ponies del salón lenta y tímidamente comenzaron a imitar el baile de Pinkie Pie, haciendo algunas locas y un poco ridículas poses, pero todo era válido si con eso lograban ganarse el aprecio y favor de la princesa. Sin embargo, lo que ninguno de esos ponies se esperó, es que conforme pasaba el tiempo, ellos realmente comenzaron a disfrutar de aquel loco baile y aquella música tan sencilla y espontánea. Y la alegría de Pinkie Pie comenzó a contagiar los corazones de aquellos rígidos ponies y pronto las risas sinceras de todos se empezaron a escuchar por todo el salón, haciendo que el corazón de Pinkie Pie se sintiera lleno de gozo al ver lo que había logrado.

"¡Esta es! ¡Esta es la fiesta que siempre quise!" Pensó Pinkie Pie mientras bailaba en el centro de la pista de baile y todos seguían sus pasos riéndose entre ellos.

Mientras lideraba el baile, Pinkie Pie sintió que podría pasar así toda la noche, celebrando junto a todos esos nuevos amigos, llena de la satisfacción de haber enseñado a divertirse a esos serios ponies, compartiendo, bailando y riendo todos juntos hasta que todos en la Gran Gala se reunieran y gritaran que habían pasado la mejor noche de sus vidas… ¡Ese sueño podía cumplirse! ¡Estaba a su alcance! Pero entonces… ¿¡Por que ella sentía que algo faltaba!?

En ese instante, mientras Pinkie bailaba, ella se imaginó estar bailando con su pareja, con Dusk Shine, quien le sonreía amorosamente incluso sabiendo su lado más oscuro… Porque él no solo había visto a la Pinkie Pie que todos amaban, él había visto su otra faceta, la que ocultaba su pasado y su futuro, y aún así, él estaba ahí para ella… y siempre lo estaría.

"Lo siento… Creo que debo irme." Dijo repentinamente Pinkie Pie, dejando de bailar súbitamente.

En cuanto Pinkie Pie dejó de bailar, la orquesta dejó de tocar, y todos los ponies que habían estado sonrientes bailando también se detuvieron, mirándose todos confundidos, como si por un instante hubieran sido atrapados por un embrujo de sonrisas y ahora volvieran a la realidad y se dieran cuenta lentamente de lo vergonzoso y poco elegante que era bailar de ese modo.

"¡N-No! ¡Esperen! ¡Q-Qué suene de nuevo la orquesta!" Dijo rápidamente Pinkie Pie, sintiendo que la atmosfera alrededor de ella cambiaba rápidamente y que el aburrimiento y seriedad querían volver a imponerse en ese salón. "¡Yo sigo aquí! ¡Qué siga la fiesta!" Gritó Pinkie Pie con una nerviosa sonrisa.

Al escuchar que la fiesta continuaba, la orquesta volvió a tocar y los ponies del salón lentamente volvieron a bailar y a olvidar sus inhibiciones, y así la alegría volvió a sobreponerse a la aburrida atmosfera. Pero pese a que la alegría volvía, había una pony que no estaba del todo alegre a pesar de que bailaba con todos.

"Estoy atrapada aquí…" Pensó Pinkie Pie con una nerviosa sonrisa mientras bailaba, dándose cuenta que ahora ella era el motor de esa alegría fiestera, tal como había deseado, pero sin ese motor, la fiesta moriría. "¿¡Cómo podré ir con Dusk!?" Pensó Pinkie Pie asustada de lo que ella misma había provocado…

Mientras la fiesta comenzaba en la pista de baile, no muy lejos de allí, en un pasillo de la parte lateral del castillo, otro tumulto de ponies se amontonaba frente a un pequeño e improvisado puesto de manzanas.

Minutos antes, mientras Applejack estaba desesperada por encontrar el camino hacia la puerta principal, su maleta con los dulces de manzana de la abuela se había abierto súbitamente, dejando a todos los presentes boquiabiertos al ver tan extraña situación. Y en esa situación fue que cierto pony elegante le había preguntado bastante confundido de qué se trataba eso.

"¿Te estás robando comida de la cocina o algo así?" Había preguntado aquel potro elegante, empezando a ver con desagrado a Applejack.

"N-No, yo no he robado nada. Estos dulces…" Dijo Applejack rápidamente intentando justificarse. "Estos dulces los hizo mi abuela en la granja…" Agregó Applejack, diciendo aquello último más despacio y con la cabeza agachada, ya que recordaba los finos bocadillos que habían en las mesas de los salones, y su confianza aún estaba algo menoscabada al sentir que su comida estaba fuera de lugar en una fiesta tan elegante como aquella.

"¡Por supuesto que no es comida de la cocina! ¡Solo mírala! ¿Crees que los cocineros reales harían bollos y pies de manzana?" Agregó otra yegua que también lucía de alta alcurnia, viendo con desagrado los productos del pequeño puesto de Applejack.

Tras haber escuchado lo que más había temido oír, lo que confirmó todos sus temores, Applejack solo apretó fuerte sus labios y desvió la mirada mientras sus mejillas se sonrojaban de vergüenza.

"¡Oh! Gastronomía rural, ¡Qué maravillosa idea! Siempre quise probar comida típica de campo, es tan exótica." Dijo repentinamente un potro blanco, quien parecía destacar de entre todos los demás ponies que allí había en elegancia, vistiendo un fino traje de etiqueta y un monóculo en uno de sus ojos. "¿Qué opinas Fleur? ¿Te gustaría probar uno de estos bollos de manzana?" Preguntó el potro mirando a su acompañante, una yegua blanca delgada y hermosa, de melena color rosa, quien se apegaba mucho a aquel elegante potro.

"Sabes que estoy a dieta, querido Fancy. Pero… Creo que podría hacer una excepción." Respondió la bella yegua, llamada Fleur de Lis, mirando coquetamente al potro, y luego mirando a Applejack. "¿Son productos naturales?"

"Eh… S-Sí, hechos cien por ciento con manzanas de mi propia granja…" Respondió Applejack un poco sorprendida, ya que ella, como buen representante del elemento de la honestidad, pudo reconocer que aquella pareja genuinamente parecía interesada en sus dulces de manzana.

Sin embargo, aquello no había sido lo que más había sorprendido a Applejack. Lo que más le había sorprendido era que en cuanto aquel potro hizo aparición, todos a su alrededor habían guardado silencio y escuchaban atentamente lo que decía. Todo mientras murmuraban entre ellos y se preguntaban si él realmente era el famoso aristócrata 'Fancy Pants', y aunque Applejack nunca había escuchado ese nombre, entendió rápidamente que él debía ser alguien muy respetado.

"Bien, entonces creo que me llevaré dos bollos de manzana." Dijo Fancy Pants, acercando su casco a su traje y sacando seis monedas doradas. "¿Bastará con esto?" Preguntó Fancy Pants, dejando las monedas sobre el pequeño mostrador del puesto de manzanas.

Al ver el dinero, Applejack abrió grande sus ojos, no solo porque aquellos bollos de manzana solo costaban una moneda cada uno, sino porque aquellas monedas tenían unas pequeñas incrustaciones de brillante, algo que Applejack nunca había visto pero que solo podía significar que valían mucho más. Sin embargo, pese a que la ambición comenzaba a crecer en la mente de Applejack, ella rápidamente alejó ese pensamiento, pues ese potro no solo estaba siendo demasiado generoso, sino que también la había salvado cuando los demás ponies se disponían a burlarse de ella, así que Applejack decidió recompensar aquel bondadoso gesto.

"No se preocupe, la casa invita." Dijo Applejack sonriendo, recuperando finalmente toda su confianza y empujando las monedas para que aquel potro las recuperara.

"¿Qué dices? Insisto. Comida gratis sería un pésimo negocio, créeme. Yo sé de eso." Dijo Fancy Pants sonriéndole amablemente a Applejcak mientras volvía a empujar las monedas para que la yegua naranja las tomara.

"¡Oh, por Celestia! ¡Estos bollos son deliciosos!" Dijo repentinamente Fleur de Lis, quien había probado tímidamente aquel exótico y rural bollo de manzana, y ahora comía con una sonrisa en la cara ante su delicioso sabor.

Luego de ver la genuina reacción de felicidad de aquella bella yegua al comer aquel dulce, los demás ponies miraron con ansia los demás dulces que habían en el pequeño puesto de manzanas, y todos rápidamente se acercaron para también probar aquellas exóticas delicias rurales. Ante la avalancha de clientes, Applejack rápidamente se posicionó detrás de su pequeño puesto y comenzó a vender rápidamente los distintos dulces de manzana que la abuela había preparado para aquella ocasión mientras los ponies hacían llover las monedas doradas en su pequeño mostrador, vendiéndose todo al doble o triple de su valor ya que Applejack ni siquiera había dado precios, los ponies simplemente habían tomado como referencia lo que Fancy Pants había pagado. Además, otro factor que elevó los precios, fue un fenómeno que Applejack desconocía hasta ese instante, pues parecía que todos esos ponies elegantes competían en alcurnia y en demostrar quién podía desligarse más fácilmente de monedas en aquellos simples dulces, solo para mostrar sus altos estatus, por lo que los precios de todos los dulces subieron cada vez más y Applejack se asombraba al ver tantas monedas que ya había perdido la cuenta. Y lo mejor de todo, era que a pesar de todo el dinero que gastaban esos ponies ricachones, todos quedaban fascinados y muy satisfechos por lo pagado luego de probar aquellos sabrosos dulces, dado que, tal como dijera Fancy Pants, aquellos dulces hechos completamente de manzanas cosechadas naturalmente, de verdad daban un sabor único y delicioso.

"Tres bollos de manzana… Dos pedazos de pie de manzana… Dos manzanas acarameladas… ¡Un pie de manzana entero!" Contaba Applejack en su mente al ver irse los productos, y rápidamente convirtiéndolos en ganancia y en su equivalente en reparaciones para la granja. "Puerta nueva para el granero… Un arado nuevo… Más granos para las gallinas… ¡Silla nueva para la abuela!"

Más pronto de lo que Applejack pudo siquiera imaginarse, los productos finalmente se acabaron, dejando a Applejack con una enorme pila de monedas sobre el mostrador de su pequeño puesto. Entonces ella se quedó viendo asombrada todo lo que había ganado en pocos minutos.

"Esto es mucho más de lo que esperaba… Esto… ¡Esto es perfecto! ¡Mucho mejor de lo que jamás pude imaginar!" Pensó Applejack maravillada mientras su imaginación volaba y se imaginaba a ella misma nadando en monedas mientras de fondo la casa de la granja se encontraba remodelada completamente, todo nuevo y con su familia disfrutando de grandes comodidades.

Mientras disfrutaba de su fantasía, la sonrisa de Applejack lentamente se fue desvaneciendo mientras una pregunta aparecía en su mente.

"Yo gané mucho dinero, pero… ¿De verdad el dinero es lo más importante esta noche…?" Pensó Applejack, lentamente recordando que ella tenía algo más importante que hacer que buscar dinero esa noche. Lo que ella quería buscar era el amor, algo más esquivo y difícil de encontrar, pero que finalmente había encontrado, y ahora necesitaba decírselo al potro a quien amaba.

Decidida a que ahora que había cumplido uno de sus sueños, ella debía cumplir con su otro sueño para poder hacer una noche perfecta, Applejack intentó desarmar su puesto para volver a transformarla en una maleta y guardar todo el dinero allí, pero debido al peso de las monedas sobre el mostrador, el puesto no lograba desarmarse por completo.

"¿No puedes desarmar tu puesto? No te preocupes, yo podría hacer que alguien lo desarme y guarde tus ganancias." Dijo Fancy Pants repentinamente, quien se había mantenido expectante a que Applejack terminara de vender sus productos y ahora veía que la yegua naranja parecía querer irse. "Después de todo, si la negociación resulta bien, deberás confiar en mí, ya que seremos socios." Agregó Fancy Pants con una astuta sonrisa.

"¿Eh? ¿A qué se refiere?" Preguntó Applejack confundida.

"Bueno, he estado pensando y reconozco un buen negocio cuando lo huelo, o en este caso, cuando lo saboreo, jeje." Se rio Fancy Pants elegantemente, luego mirando seriamente a Applejack y sonriendo. "Me gustaría que hiciéramos negocio juntos, y así poder vender tus deliciosos dulces de manzana por toda Equestria."

"¿¡P-Por toda Equestria!?" Repitió Applejack asombrada ante lo que escuchaba, dándose cuenta que su ambición se había quedado corta con lo que pasaba en la realidad y ahora estaba ante un negocio que podía cambiar su vida y la de su familia.

"Sí, podríamos empezar con una sucursal en Canterlot… Invertir unas pocas miles de monedas para empezar y luego, ya veremos." Agregó Fancy Pants, sacando rápidamente sus cuentas en la mente, y pronosticando que aquel podía ser un negocio muy lucrativo. Todo mientras la pobre Applejack se quedaba anonadada al escuchar 'unas pocas miles de monedas'.

"¡Espera, Fancy! No es justo. Yo también quiero participar de esta empresa." Dijo repentinamente otro potro elegante, interesándose en el negocio que proponía Fancy Pants y queriendo quitárselo antes de perder contra el aristócrata. Entonces el potro elegante se giró para mirar a Applejack. "Conozco a Fancy Pants, seguramente te pedirá regalías por el veinte por ciento. ¡Yo te prometo regalías por el veinticinco por ciento y una inversión mayor a la de él en cinco por ciento!"

"¡Yo aumentaría la inversión en dos por ciento y prometería un retorno de capital al negocio del doscientos por ciento en el primer año!" Agregó un tercer inversionista interesado, comenzando a mejorar la oferta.

Entonces los tres potenciales inversionistas comenzaron a discutir como tiburones de los negocios que eran, discutiendo en términos financieros que Applejack poco entendía, y que solo se mareaba de escuchar esos conceptos tan complicados. Pero lo que sí entendía la yegua, era que esta era la oportunidad de su vida, y que no podía moverse de ahí hasta que 'los tiburones' dejaran de negociar.

"Pero eso… ¿¡Cuánto les llevará!?" Pensó Applejack asustada, dándose cuenta que estaba atrapada y que si todo seguía así, no podría reunirse con Dusk Shine…

Tanto ajetreo había tenido Applejack en aquellos alejados pasillos del castillo, que se había olvidado por completo de Rarity, a quién había dejado abandonada en la puerta de entrada del castillo, completamente en soledad hasta que cierto potro se acercó a ella al verla llorar.

"Por favor, no llores." Había dicho una tierna voz al lado de la bella unicornio blanco, lo que había hecho que Rarity levantara su cabeza y se sorprendiera al ver quién le hablaba.

Ante ella estaba el potro más apuesto que jamás había visto, una semental alto y fornido, un unicornio elegante y con impecable postura, de pelaje blanco que brillaba con la luz de la luna, melena larga y dorada, con unos hermosos ojos azules, vistiendo la parte superior de un fino traje de gala, quien además le extendía un pequeño pañuelo para que ella pudiera secar sus lágrimas. Si Rarity tuviera que describirlo en pocas palabras, era como ella se imaginaba que debía ser un príncipe de cuentos de hadas.

"¿Q-Quién es usted?" Preguntó Rarity, no pudiendo evitar sonrojarse un poco al ver que se había quedado mirando fijamente a ese potro demasiado tiempo. Entonces ella tomó el pañuelo que aquel potro le ofrecía, y se secó elegantemente sus lágrimas.

"¡Oh! Perdona mis modales. Yo soy el príncipe Blueblood." Dijo el potro blanco, haciendo una pequeña reverencia y mostrándole un casco a Rarity para invitarla a que se levantara.

"¿¡Un príncipe!? No puede ser verdad, debí escuchar mal, no hay príncipes reales… ¿O sí los hay?" Se preguntó Rarity asombrada mientras sostenía el casco de Blueblood y se levantaba.

Al levantarse, Rarity por poco cae de nuevo al piso debido a que había olvidado que había roto uno de los tacos de sus zapatillas de cristal. Entonces ella iluminó su cuerno y usó su magia para reparar su bella zapatilla rota.

"No es un arreglo perfecto, pero al menos aguantará toda la noche." Pensó Rarity sonriendo, feliz de haber aprendido ese pequeño hechizo de unión, algo que afortunadamente había previsto al hacer unas zapatillas de un material tan delicado.

"Vaya… Además de hermosa, usted es muy hábil, señorita…" Dijo Blueblood galantemente, con su perfecta sonrisa.

"Rarity." Respondió la yegua, sonrojándose nuevamente ante el halago.

"Y dígame, señorita Rarity, ¿Qué hace una bella dama como usted aquí afuera? Pensé que ya todos los invitados a la Gala estarían adentro y que yo sería el último en llegar." Dijo Blueblood mirando a Rarity con curiosidad.

"Oh, bueno, yo…" Respondió Rarity, deteniéndose al recordar que la anterior pareja se había burlado de ella por no tener invitación. "Yo olvidé mi invitación en mi casa, así que iba a volver para buscarla, jeje." Mintió Rarity mientras comenzaba a retirarse, lamentando no poder hablar más con ese caballeroso potro, pero era mejor irse y que el potro creyera esa mentira, a admitir que no tenía invitación y pasar vergüenza nuevamente.

Cuando Rarity se giró para retirarse, Blueblood la tomó rápidamente del casco y la acercó a él, sorprendiendo y sonrojando mucho a Rarity.

"No tema señorita. Venga conmigo." Dijo Blueblood acercando mucho a Rarity a su cuerpo y haciendo que la acompañara hasta la puerta del castillo.

Una vez llegaron a la puerta, el guardia nuevamente se paró frente a la puerta y los miró fijamente.

"¿Sus Invitaciones?" Preguntó el guardia seriamente, enfocando su vista principalmente en Rarity, pues no quería tener que explicarle nuevamente que no podía entrar sin invitación.

"Esta es su invitación." Dijo Blueblood sacando su propia invitación.

Luego de ver solo una invitación, el guardia se dispuso a preguntar dónde estaba la otra invitación, pero antes que eso pasara, Blueblood sacó una medalla con el emblema de un sol en él y la mostró al guardia.

"Y esta es mi invitación. Soy sobrino de la Princesa Celestia, y este emblema lo demuestra. El castillo es como mi segundo hogar, ¿Acaso piensas impedirme el paso a mi propio hogar?" Dijo Blueblood mirando con cierto desprecio al guardia.

Al ver el emblema de la princesa Celestia, el guardia intentó ocultar el hecho que se había asustado, y finalmente dejó pasar a ambos unicornios.

"No puedo creerlo… ¿¡De verdad es el sobrino de la princesa!? ¡Un príncipe real!" Pensó Rarity mientras su corazón se aceleraba al pensar que estaba ante un verdadero príncipe, como en los cuentos de hada que leía de pequeña.

Mientras caminaban, Blueblood vio de reojo a Rarity y sonrió orgulloso, ya que su título siempre tenía ese efecto en las yeguas. Un título que era verdadero, pero que en realidad era algo más honorario que de verdadera importancia, ya que en realidad solo las princesas reales gobernaban el reino, sin embargo, como muestra de aprecio hacia los nobles, la princesa Celestia siempre otorgaba el título honorario de príncipe a los hijos de las familias nobles del reino. Y ya que en aquella generación solo habían nacido yeguas y él era el único potro, actualmente él era el único en el reino en ostentar aquel título honorario, lo que lo llenaba de orgullo.

"Parece que este año cerraré el trato rápidamente… Fue una suerte encontrar a una bella yegua apenas llegué a la Gala." Pensó Blueblood con una sonrisa traviesa, ya que la verdad era que él siempre iba solo a la Gala, pues gustaba de conquistar hermosas yeguas en su camino. "Después de todo, nadie se puede resistir a mis encantos." Sonrió Blueblood vanidosamente.

Luego de avanzar al salón principal, Blueblood se detuvo al ver que Rarity se había quedado quieta viendo algo. Al seguir la vista de la yegua, Blueblood se sorprendió al reconocer al potro que veía: era Dusk Shine, el estudiante de su 'Tía' Celestia, quien por alguna razón había tomado el lugar de la princesa y estaba a cargo del saludo protocolar a los invitados.

Al reconocer a Dusk Shine, Blueblood frunció el ceño, ya que a él nunca le había agradado aquel potro lavanda, pues sin ser de noble cuna, por alguna razón la princesa lo tenía en alta estima, algo que ni a él, ni a las familias de nobles de Canterlot les gustaba.

"Ven, vamos a comer algo, creo que nos saltaremos el saludo protocolar." Dijo Blueblood, empujando a Rarity para que fueran a otro pasillo.

"¿Eh? P-Pero yo…" Dijo tímidamente Rarity, sin dejar de ver a Dusk, ya que ahora que ella estaba dentro del castillo, quería acercarse a Dusk. Sin embargo, se dio cuenta que sería muy descortés abandonar a Blueblood tan prontamente luego que él la ayudara a entrar, así que Rarity finalmente solo desvió la mirada y siguió a Blueblood.

Aquella mirada de Rarity a Dusk no pasó desapercibida por Blueblood, quien inmediatamente encontró inconcebible que los ojos de aquella bella yegua no estuvieran fijos en él, y se hubieran desviado para ver a ese simple y bobo unicornio lavanda.

"¿¡Qué fue eso!? Yo tengo encanto, belleza, galanura… ¿¡Por qué ella miró tan fijamente a ese tonto de Dusk Shine!? ¿¡No le basta con robarse la atención de mi 'Tía', que por derecho debería ser mía!?" Pensó Blueblood comenzando a enojarse. "Tranquilo Blueblood… No exageres, ahora demuéstrale a esta yegua que tú eres mil veces mejor que es torpe potro lavanda." Respiró Blueblood para tranquilizarse, fijando su vista en Rarity, tomando como desafío personal enamorarla.

"¿Te gustaría un recorrido por el castillo? Lo conozco a la perfección, y sería un honor que tan hermosa dama me acompañara esta noche." Dijo Blueblood usando todo su encanto y sonriendo con su perfecta sonrisa.

"¡Por supuesto! El honor sería mío." Respondió Rarity sonriendo, cayendo rendida ante aquel rostro tan apuesto, y pensando que no estaría mal recorrer un poco el castillo, tal como siempre había soñado.

Tras eso, Blueblood llevó a Rarity por varios pasillos, conversando sobre 'sus importantes tareas' como príncipe de Equestria, exagerando mucho para impresionar a la yegua, y siempre hablando sobre sus atributos y logros, a lo que Rarity sonreía sinceramente, ya que era emociónate descubrir lo que un verdadero príncipe hacía en la vida real.

Así fue como llegaron a una gran puerta que llevaba al exterior, hacia uno de los tantos jardines del castillo. Entonces ambos ponies se quedaron de pie frente a la puerta, esperando que el otro la abriera. Le tomó un par de segundos a Blueblood entender que, ya que quería impresionar a esa yegua para demostrar que él era mucha mejor opción que Dusk, él tendría que ser quien abriera la puerta, algo que normalmente no hacía, pues sus parejas siempre lo hacían por él.

"Por aquí." Dijo galantemente Blueblood, mientras 'se esforzaba' y abría la puerta, un acto que Rarity encontró de lo más caballeroso, e hizo que la yegua le sonriera sinceramente, lo que dejó un poco sorprendido a Blueblood, pues era un tipo de sonrisa que ninguna yegua le había dado antes jamás.

Luego de eso Blueblood invitó a Rarity a oler las rosas más bellas del jardín, y cortó una para ponérsela en su traje, pero mientras Blueblood aún tenía la rosa en la boca, una loca idea que nunca se le había ocurrido antes pasó por su mente, y finalmente le dio la rosa a Rarity.

"Una hermosa rosa que combina con tu bello rostro." Dijo Blueblood galantemente, pero internamente pensando que esa rosa luciría mejor en él.

"¡Es hermosa! ¡Muchas gracias!" Dijo Rarity, nuevamente con una gran y genuina sonrisa de agradecimiento, sonrojándose ante el regalo.

"¿Qué es esto…? Su sonrisa… Me hace sentir raro…" Pensó Blueblood confundido, mientras se sonrojaba al ver la bella sonrisa de Rarity.

"C-Creo que he hablado mucho de mí… ¿Por qué no me cuentas algo de ti?" Dijo Blueblood levemente nervioso, sorprendiéndose consigo mismo, ya que era la primera vez que de verdad le interesaba saber más de una yegua.

Entonces Rarity sonrió y comenzó a charlar sobre su vida, sobre su trabajo, su hermanita, sus amigas, y a contar algunas anécdotas divertidas, lo que hizo que ambos rieran y comenzaran a conversar alegremente, con Blueblood comenzando a abrirse y también contando anécdotas chistosas, mientras Rarity comenzaba a maravillarse al pensar que los príncipes de verdad existían.

"No solo es apuesto, es elegante, divertido, galante… Es el potro con el que siempre soñé desde potrilla…" Pensó Rarity emocionada, sintiendo que por más que buscaba, no podía encontrarle un defecto a Blueblood. Hasta que ella salió de sus ensoñaciones al descubrir el único defecto de Blueblood. "Su único defecto… es que no es Dusk Shine." Pensó Rarity con una triste sonrisa, sintiendo que a pesar que Blueblood era el potro perfecto, ella no podía dejar de pensar en Dusk, porque él había hecho crecer un amor en ella, y este ahora era tan grande que ningún otro potro podía sacarlo de ella.

"Esta noche fue perfecta… Pero lo siento, creo que debo irme." Dijo Rarity luego que Blueblood terminara de contar una divertida historia.

Al escuchar que Rarity se iba, otro extraño sentimiento nació en Blueblood, pues normalmente era él quien dejaba a las yeguas, nunca antes una yegua le había dicho que tenía que irse de su lado. Entonces todas esas nuevas emociones que Blueblood había sentido, se empezaron a intensificar en su pecho, y Blueblood tuvo una revelación, a él ya no le importaba esa tonta competencia contra Dusk, ahora él había descubierto algo maravilloso que ya no podía dejar ir.

"¡Rarity, no puedes irte!" Dijo Blueblood asustado, tomando tiernamente los cascos de Rarity junto a los suyos y mirándola con grandes y sinceros ojos enamorados. "Creo que te amo." Y aunque pudiera parecer imposible en el pelaje de Rarity, la unicornio blanco se puso pálida de la sorpresa…

Con las cinco yeguas de Ponyville teniendo sus propios problemas para escapar de sus respectivas situaciones luego de haber cumplido sus respectivos sueños, él único que permanecía sin cumplir su sueño era Dusk Shine, quien seguía arriba de la escalera del salón principal, con su casco adolorido luego de tener que saludar a tantos ponies, y con su garganta seca, luego de tener que explicarle a cada uno por que ÉL estaba saludando en vez de la princesa.

"Esto no es como me imaginaba que pasaría mi noche en la Gran Gala…" Suspiró Dusk cansado luego de terminar de saludar a una pareja, y esperar que la siguiente se acercara.

"Y dime… ¿Cómo te imaginabas pasar esta noche?" Preguntó repentinamente una voz familiar desde atrás de Dusk, lo que hizo que él saltara de la sorpresa y se sorprendiera al ver a su maestra.

"¡Princesa Celestia! ¡Por fin volvió!" Dijo Dusk sorprendido, y algo aliviado.

"¿Por qué esa cara? ¿Acaso pensaste que te dejaría aquí toda la noche?" Preguntó Celestia sonriendo, entrecerrando ligeramente sus ojos.

Ante aquella pregunta, Dusk solo se quedó callado y analizó el rostro de su maestra, un rostro que conocía a la perfección. Y así Dusk pudo reconocer que en la mente de su maestra, de verdad había existido la opción de dejarlo allí toda la noche, lo que hizo que Dusk solo sonriera nervioso, aliviado de que no eligiera esa opción.

"Ya puedes irte, debes disfrutar de la Gala antes que termine. Ya podremos hablar más tarde." Dijo la princesa relevándolo de su puesto, para alegría de Dusk, y de los demás invitados, que sonrieron al ver que ahora podrían ser saludados por la princesa en persona. Entonces Dusk se dio la vuelta, y decidió ir con sus amigas para disfrutar de la fiesta antes de volver junto a su maestra.

"Y por cierto, Dusk… " Agregó repentinamente Celestia, antes que Dusk se alejara, haciendo que él se volviera a girar para mirarla. Entonces Celestia se calló un momento, y luego sonrió. "No es nada, ve con tus amigas. Estoy segura que están impacientes por verte." Agregó Celestia sonriendo, arrepintiéndose de lo que iba a decir.

"Creo que a mi pequeño Dusk se le viene algo muy importante por delante..." Pensó Celestia sonriendo, mientras recordaba su conversación con Pinkie Pie, y su sexto sentido le advertía que algo importante podría sucederle a su querido Dusk esa noche.

Luego de despedirse de su maestra, Dusk se alejó del salón principal y comenzó a caminar por los pasillos del castillo, hasta que repentinamente sintió que alguien lo jalaba de un lado y le cubría la cabeza con un saco, haciendo que todo se oscureciera. Después de ese sorpresivo acto, Dusk sintió que alguien lo cargaba y se lo llevaba de donde estaba. Y mientras eso pasaba, Dusk se quedó perplejo, sin entender qué sucedía ni cómo debía actuar.

"¿Es esta otra broma de la princesa?" Dijo Dusk en voz alta para que su captor lo escuchara, sin embargo nadie le respondió, su captor solo siguió moviéndose mientras cargaba con él.

Al no obtener respuesta, Dusk empezó a tener serias dudas sobre si aquello era una broma, así que intentó moverse, sin embargo solo entonces se dio cuenta que un hechizo inmovilizador actuaba sobre él, lo que lo asustó aún más. Antes que Dusk pudiera pensar en algo más, repentinamente su captor se detuvo y bajó a Dusk hasta el suelo, y entonces le quitó el saco que llevaba sobre su cabeza.

En cuanto Dusk pudo ver de nuevo, tuvo que enfocar un poco los ojos, ya que aquel lugar era muy oscuro, totalmente distinto a los iluminados pasillos del castillo en donde había estado antes de ser secuestrado. Allí, lo único que iluminaba el rededor eran unas pequeñas antorchas sobre las paredes. Aquel lugar era parte del castillo, se notaba por las paredes a su alrededor, sin embargo no era ningún lugar conocido por Dusk, lo que lo sorprendió, ya que él había pasado gran parte de su infancia recorriendo los pasillos y salones del castillo.

Una vez su vista se acostumbró al cambio de luz, Dusk se sorprendió al descubrir quién era su captor, o mejor dicho, captores, ya que eran dos las culpables, dos yeguas que él conocía de su tiempo viviendo en el castillo.

"¿Sweet Creme y Sweet Caramel?" Preguntó Dusk sorprendido y confundido, al reconocer a las dos hermanas gemelas, las mayordomos de elite de las princesas. "¿Qué están haciendo…? ¿¡Y dónde estamos!?"

"Este es uno de los pasillos secretos del castillo. Muy pocos ponies conocen de él, así que no importa cuánto grites, nadie te escuchará." Dijo la gemela de melena roja, Sweet Caramel, mirando con una amenazante mirada a Dusk Shine.

"Sí, ¡Así que más vale que no te resistas y nos des lo que queremos!" Dijo la yegua de melena azul, Sweet Creme, mirando de la misma forma amenazante a Dusk.

"¿¡Qué haces Creme!? ¡Se supone que yo sería el policía malo y tú el policía bueno!" Susurró Sweet Caramel, regañando a su hermana.

"¡Oh, es verdad! Lo siento." Se disculpó Sweet Creme sonriendo.

"Uh… ¿Qué sucede?" Preguntó Dusk alzando una ceja, aún sin entender qué planeaban esas dos yeguas.

Durante su infancia, Dusk había visto a ambas hermanas estar junto a sus padres mientras aprendían el oficio de mayordomo real, por lo que se habían visto varias veces en el castillo, e incluso habían jugado juntos algunas pocas veces, sin embargo, por algún motivo, un día ambas hermanas dejaron de hablarle y se distanciaron de él, por lo que desde esa fecha, Dusk solo las había visto ocasionalmente cuando la Princesa Celestia solicitaba su presencia. Sin embargo, pese a no conocerlas tan bien, lo que sí sabía Dusk, era que ambas eran en extremo leales a la princesa, por lo que a Dusk le asombraba que ambas estuvieran haciendo algo así a escondidas de la princesa.

"Esperen… ¿La princesa les pidió que me hicieran esta broma?" Preguntó Dusk, sospechando nuevamente que esa podría ser la razón de todo eso.

Al escuchar aquello, ambas yeguas se giraron para ver a Dusk con fuego en sus miradas.

"La Princesa Celestia es la pony más magnífica y sensata de todos los ponies del mundo. Ella nunca se rebajaría a hacer algo como una broma." Dijo Sweet Creme con un tono de voz frio, sintiendo que acababan de insultarla personalmente.

Al ver la cara de furia de Sweet Creme, Dusk se mordió los labios y desvió la mirada, pues había olvidado que las bromas entre él y la princesa eran algo que nadie en el castillo sabía, pues era un lado que la princesa no mostraba a los demás. E incluso si Sweet Creme alguna vez vio a la princesa haciéndole una broma a Dusk, en su mente ella tenía en un pedestal tan alto la imagen de Celestia, que para ella era imposible pensar en que su adorada princesa hiciera algo tan vulgar.

"Esto no es una broma." Dijo Sweet Caramel, tranquilizándose y mirando a Dusk seriamente. "Te trajimos aquí, porque queremos ofrecerte un trato."

"¿Un trato? ¿Qué clase de trato?" Preguntó Dusk, volviendo a mirar confundido a las gemelas.

Tras decir eso, Sweet Caramel le dio una señal a su hermana, y la yegua de melena azul se dio la vuelta para buscar algo, y luego levitó con su magia una enorme bolsa, casi tan grande como el porte de Dusk. Luego Sweet Creme dejó caer la pesada bolsa, y en cuanto cayó se escuchó el sonido metálico de su interior, y tan abultada estaba la bolsa, que al caer se abrió, mostrando que estaba llena de monedas de oro.

Al ver la enorme cantidad de monedas, Dusk se sorprendió al ver tan grande tesoro ante él.

"Esto es todo lo que mi hermana y yo hemos ahorrado por años desde que comenzamos nuestro servicio en el castillo." Dijo Sweet Caramel, sin dejar de mirar seriamente a Dusk. "Y esto puede ser todo tuyo."

Mientras la yegua de melena roja hablaba, Dusk veía la enorme cantidad de dinero y se imaginaba todo lo que podría hacer con eso, ya que desde que se había mudado a Ponyville, su estilo de vida había cambiado mucho. Y habiendo crecido en el castillo, era cierto que Dusk extrañaba algunos lujos que ya no tenía, ya que el empleo de bibliotecario no pagaba muy bien. Pero si él tuviera ese dinero, podría disfrutar de muchos lujos, no solo él, sino Spike y sus amigas.

"Y ustedes… ¿Por qué me darían todo esto?" Preguntó Dusk saliendo de sus ensoñaciones, dándose cuenta que no podía ser gratis.

"Solo tendrías que hacernos un pequeño favor…" Dijo Sweet Caramel sonriendo y frunciendo el ceño. "Tienes que prometer no volver a ver a las princesa… Nunca más."

"¿¡Qué!?" Dijo Dusk asombrado ante lo que le pedían. "¿¡Por qué no quieren que vuelva a hablar con la princesa Celestia!?"

"¡Tenemos nuestras razones!" Dijo rápidamente Sweet Creme, apretando sus labios al recordar que esto era por el bien de su amada princesa.

"Dije princesas, no solo la princesa Celestia. Esto también incluye a mi… ¡A la princesa Luna!" Agregó Sweet Caramel sonrojándose levemente, pensando en que casi dice 'mi princesa', debido al respeto y gran afecto que le tenía a su querida jefa, la princesa de la noche. "Supongo que podrías seguir juntándote con la princesa Cadenza, pero no podrías volver a hablar ni a escribirte con ninguna de las otras dos princesas."

"Yo… Yo no podría hacer eso. La princesa Celestia es mi maestra. Y la princesa Luna…" Dijo Dusk seriamente. "Yo… no quiero dejar de ver a la princesa Luna." Agregó Dusk sonrojándose, ya que cada vez que pensaba en la princesa Luna, siempre recordaba el beso que le había dado.

"¿¡Y si duplicamos esta cantidad!?" Dijo Sweet Creme ansiosa, acercando su cara a Dusk para mirarlo fijamente. Pensando en que tendría que prometer los sueldos de toda su vida para cumplir tal promesa, pero si con eso lograba alejar al potro que influenciaba tanto en la vida de sus queridas princesas, entonces lo valía.

"No lo haría ni por todo el dinero de Equestria." Dijo Dusk, mirando seriamente a Sweet Creme, haciendo que esta retrocediera un poco asustada.

Al ver que su soborno no había dado resultado, ambas hermanas se miraron de reojo y asintieron al aceptar que tendrían que usar otro plan: la amenaza.

"Sabes… Te lo vuelvo a repetir. Estamos solos aquí, no te puedes mover, y nadie nunca te encontrará aquí." Dijo Sweet Caramel poniendo una mirada amenazante. "Si no haces lo que te pedimos, tendremos que usar la fuerza para convencerte." Agregó la yegua mientras ella y su hermana iluminaban sus cuernos para amenazar a Dusk con su magia.

"En realidad, sí puedo moverme." Dijo Dusk sonriendo, moviendo sus cascos para mostrar que hacía bastante rato que se había liberado del hechizo inmovilizador que le habían lanzado, lo que dejó boquiabierta a ambas yeguas.

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Viendo que Dusk se había liberado de su hechizo, ambas yeguas usaron su magia al mismo tiempo para realizar nuevamente el hechizo, sin embargo, con un rápido destello de magia del cuerno de Dusk, él volvió a liberarse. Y al ver que Dusk se liberó nuevamente, ambas yeguas repitieron el proceso una y otra vez, siempre con el mismo resultado. Todo mientras Dusk permanecía inmóvil, con sus labios apretados, solo moviendo sus ojos, al ver como las gemelas se enojaban al ver que su hechizo era anulado tan fácilmente.

"Recuerden que soy alumno de la princesa Celestia. Si quieren usar un hechizo contra mí, no será tan fácil." Dijo Dusk con una nerviosa sonrisa, no queriendo molestar más de lo que estaban a ambas yeguas.

Al ver que su plan de emergencia también falló, ambas yeguas le dieron la espalda a Dusk y comenzaron a susurrar entre ellas.

"¿¡Qué hacemos ahora, hermana!?" Preguntó Sweet Creme, un poco asustada.

"Hmm… ¡Espera! Tengo una idea." Respondió Sweet Caramel con una mirada pensativa, y entonces se acercó más a su hermana para susurrarle su plan.

Mientras tanto, Dusk simplemente se quedó allí, esperando a que ambas yeguas volvieran a hablarle, ya que comenzaba a tener algo de compasión por ambas yeguas al ver que su plan no había funcionado.

"Son más divertidas de lo que esperaba… ¿Me pregunto por qué dejamos de hablarnos cuando éramos potrillos?" Pensó Dusk, comenzando a reírse de la situación, ya que se daba cuenta del loco plan de las yeguas, y sin importar lo que le ofrecieran, nada haría que él abandonara a las princesas.

"Vaya… es una pena que nuestra magia no funcione contigo…" Dijo repentinamente Sweet Caramel, entrecerrando sus ojos y hablando con un tono de voz más suave. "Creo que si la magia no funciona, tendremos que atarte con esta cuerda…" Agregó Sweet Caramel, balanceando juguetonamente una cuerda cerca de su boca y luego acercándose a Dusk.

"Sabes que también podré desatarme con mi magia, ¿Verdad?" Dijo Dusk con una sonrisa llena de confianza, sin embargo aquella sonrisa se esfumo al sentir que Sweet Caramel lo abrazaba y pegaba su cabeza al lado de la de él mientras pasaba la cuerda por detrás de su espalda. "E-Eso no funcionará…" Agregó Dusk muy nervioso, sonrojándose al tener tan cerca a la yegua de melena roja.

"¿Qué pasa? ¿Estás nervioso por algo?" Preguntó Sweet Creme acercándose también a Dusk y mirándolo con la cara más inocente que tenía, haciendo que Dusk se sonrojara aún más.

"N-No estoy nervioso… ¿P-Por qué estaría nervioso?" Dijo Dusk desviando la mirada, con sus mejillas aún sonrojadas.

"Pues a mí me pareces nervioso." Dijo Sweet Creme tiernamente, colocando su cabeza sobre el pecho de Dusk, lo que hizo que Dusk se pusiera aún más rojo. "Lo ves, tú corazón late muy rápido… definitivamente estás nervioso por algo." Dijo Sweet Creme mirando desde abajo a Dusk con sus grandes ojos.

Luego de ver a Sweet Creme, Dusk nuevamente desvió la mirada, decidiendo no hablar más, ya que todo lo que decía, lo volvían en su contra y hacía que él se sonrojara más y más.

"Sabes, lo conversé con mi hermana, y decidimos que hay más de una forma de convencer a un potro…" Dijo Sweet Caramel, alejándose un poco de Dusk para que pudiera verla completamente.

La yegua de melena roja se quedó viendo a Dusk con una seductora mirada, y lentamente comenzó a quitarse su traje de criada.

"¿¡Q-QUÉ ES LO QUE HACES!?" Preguntó Dusk rojo de vergüenza, desviando la mirada rápidamente, no entendiendo porque si los ponies normalmente no usaban ropa, resultaba tan erótico ver a una yegua sacándose la ropa.

"Si haces lo que te pedimos… podríamos cumplir todos tus deseos." Dijo Sweet Creme con una mirada coqueta, moviendo con su casco la cabeza de Dusk para que no desviara la mirada. "Lo que sea…" Agregó Sweet Creme seductoramente.

"Eh… Bleh… Uh…" Balbuceó Dusk mientras su cerebro dejaba de funcionar adecuadamente luego de escuchar esa frase tan sugerente.

"¿Qué dices hermanita? Parece que esta noche podríamos quitarle la inocencia a cierto potro." Dijo Sweet Caramel sonriendo coquetamente, reconociendo que aquellos nervios que Dusk mostraba eran porque seguramente nunca había estado antes con una yegua.

"Creo que así es hermana. Pero solo sí él promete hacer lo que le pedimos." Dijo Sweet Creme con una tierna sonrisa. Entonces ambas hermanas se abrazaron y miraron intensamente a Dusk Shine, una con una mirada seductora, y la otra con una inocente y tierna mirada.

Al ver a ambas hermanas gemelas ante él, en tal posición, con su ropajes sueltos, el corazón de Dusk se aceleró a mil por segundo, sintiendo que estaba en alguna loca fantasía erótica de algún cuento, pues en qué mundo podría ocurrir que dos hermosas hermanas gemelas le estuvieran coqueteando y prometiendo que harían 'lo que sea' que él les pidieras… Entonces Dusk recordó a los cuatro potros que habían tirado de su carruaje esa noche, y con absoluta certeza Dusk se dio cuenta que cualquiera de ellos mataría por estar en su posición.

Mientras Dusk seguía pensando en lo loca que era toda esa situación y en lo excesivamente nervioso que estaba, ambas hermanas se acercaron lentamente a Dusk y, una a la vez, se acercaron y besaron dulcemente a Dusk en sus temblorosos labios... En cuanto Dusk recibió los besos, su mente sintió que explotó por lo acelerado que estaba su corazón y cómo estaba reaccionando su cuerpo, pero...

"¿Eh?" Pensó Dusk repentinamente, abriendo grande sus ojos al darse cuenta de algo mientras ambas yeguas lo besaban. "Esto… No se siente como esperaba…"

No había duda, el cuerpo de Dusk había reaccionado como el de cualquier otro potro al tener a dos yeguas coqueteándole, más aún al ser ambas yeguas tan hermosas. Sin embargo, dejando de lado la reacción de su cuerpo y su acelerado corazón debido a sus nervios, Dusk se percató que tras el beso… él no sintió nada. Al menos nada parecido a lo que había sentido en sus anteriores besos.

"Cada vez que me ha besado una de mis amigas… incluso con la princesa Luna, yo… yo he sentido una felicidad que llena mi corazón, un gozo como nada más me hace sentir." Pensó Dusk confundido. "Siento el cariño de ellas, la pasión cuando lo hacen, siento que mis emociones se alocan y mi corazón se aloca al compartir ese…"

"Amor…" Susurró Dusk luego de descubrir porque a pesar de tener a dos bellas yeguas besándolo, él no se sentía cómodo.

"¿Dijiste algo?" Preguntó Sweet Caramel, sin dejar su fachada y manteniendo su vista coqueta hacia Dusk.

"Yo… no podría estar con ustedes… con ninguna de las dos, porque… porque yo ya estoy enamorado." Dijo Dusk sin pizca de duda, con sus ojos muy abiertos al darse cuenta de lo fácil que salían aquellas palabras de su boca.

Al escuchar aquellas palabras, ambas mayordomos se congelaron y se miraron confundidas, como si no supieran qué hacer, pues nunca se les ocurrió que Dusk les diría eso. Y viendo que la confusión era mutua entre ambas, las dos hermanas dejaron su fachada y nuevamente le dieron la espalda a Dusk y comenzaron a murmurar entre ellas.

"Él… ¿Él ya está enamorado de alguien?" Susurró Sweet Caramel, pensando que la mirada de Dusk no daba lugar a dudas, y tan enamorado estaba que incluso se resistió a los encantos de ambas hermanas combinadas.

"¡Espera! Quizás eso nos pueda servir." Susurró Sweet Creme, quien era un poco más tímida que su hermana y ahora que había soltado su fachada, se sonrojaba por lo que le había hecho a Dusk. "Si él se vuelve pareja de una yegua del pueblo en donde vive, entonces tendrá menos tiempo para escribir y reunirse con las princesas."

"Eso podría funcionar…" Agregó la gemela de melena roja con una cara pensativa.

Mientras ambas gemelas susurraban entre ellas, ajeno a aquello estaba Dusk, quien solo se había quedado inmóvil, con la mirada fija en la nada mientras su mente se daba cuenta de lo que realmente le importaba esa noche.

"Yo amo a mis amigas. Sería el potro más feliz del mundo si pudiera estar con cualquiera de ellas ahora mismo." Pensó Dusk lentamente volviendo a la realidad y sonriendo. "No puedo perder más tiempo aquí, yo… ¡Quiero disfrutar de la Gala junto a ellas!"

Entonces Dusk usó su magia, y con un silencioso ¡Poof! se teletransportó lejos de allí. Justo en ese instante, ambas mayordomos había decidido cuál sería su nuevo plan y se giraron para ver a su prisionero y ofrecerle un nuevo trato, sin embargo se sorprendieron al ver que Dusk Shine había desaparecido.

"¡No puede ser! ¡Se escapó!" Dijo Sweet Creme frunciendo el labio molesta.

"No te preocupes, ya lo atraparemos de nuevo." Dijo Sweet Caramel con una mirada llena de determinación. "Y la próxima vez, tomaremos medidas más drásticas para asegurarnos que Dusk no vuelva a molestar a nuestras queridas princesas…"

Entonces ambas hermanas chocaron cascos, jurando que cumplirían aquella promesa.

"¿Se divirtieron?" Dijo repentinamente una tercera voz femenina, que hizo que las gemelas se paralizaran. Entonces ambas hermanas se giraron lentamente para ver quién estaba detrás de ellas, y ambas se quedaron paralizadas al ver quien era aquella pony, quedándose pálidas y sin palabras al darse cuenta del problema en el que se habían involucrado.

# Fin del capítulo 54


**Nota del autor**

A todos quienes aportaron sus nombres para los hijos de Dusk, muchas gracias :) entre todas las sugerencias, salieron algunos nombres muy geniales ;) Pronto más preguntas y encuestas ;D

Además, descubrí que esta es la historia de MLP en español con más 'follows' en fanfiction, y la tercera con más 'favoritos' lo que me hace muy feliz. Gracias por su apoyo! :D