T2 - Capítulo 18 – El pozo de las mentiras
Aislada de todos los preparativos para la boda, Celestia se encontraba sola en su habitación, decidida a quedarse aislada allí hasta que empezara la boda. Después de todo, sabía que ella había sido el objetivo del ataque del invasor la noche anterior, y por su culpa, su querida mayordomo había salido lastimada. Por esa razón, Celestia no quería estar cerca de nadie más, para no exponer a nadie al peligro. En lo único que podía confiar en ese momento, era en que Shining Armor y el resto de la guardia real pudieran capturar al invasor antes que empezara la boda.
En ese momento, Celestia se encontraba mirando a la nada, mientras su mente divagaba en el ataque de la noche anterior y en el tormentoso pasado que la perseguía. Entonces, repentinamente Celestia salió de sus pensamientos al escuchar unos ruidos frente a la puerta de su habitación.
"Lo siento, nadie puede acercarse a la princesa. Son las órdenes." Dijo la voz de uno de los guardias desde el pasillo. Frente a la puerta de la habitación de Celestia.
"¡Pero debo verla! Yo… ¡Necesito verla!" Dijo una voz femenina asustada. Una que bien conocía Celestia.
Al reconocer la voz de quién intentaba entrar a su habitación, Celestia se acercó rápidamente a la puerta y la abrió.
"¡Sweet Creme!" Dijo Celestia sorprendida, viendo que dos de sus guardias impedían el acceso a su mayordomo. Entonces algo más llamó la atención de la alicornio. Viendo que su mayordomo tenía una venda en su cabeza, producto del ataque del día anterior. Eso hizo que Celestia entrecerrara los ojos, sintiéndose culpable. "Está bien sargento, pueden dejarla pasar." Agregó Celestia, mirando amablemente a sus guardias.
Los guardias asintieron ante la orden, e inmediatamente abrieron paso. Entonces Sweet Creme avanzó rápidamente y entró en la habitación. Mientras que Celestia cerró la puerta con su magia luego que la unicornio entrara.
"¡Princesa Celestia! ¡Me alegro tanto que esté bien!" Dijo Sweet Creme emocionada. Aprovechando que ambas estaban solas para acercarse y abrazar a la Princesa del Sol.
Ante aquel gesto, Celestia abrió sus ojos con sorpresa y miró emocionada a su querida mayordomo. Nuevamente centrando su atención en la venda que la unicornio tenía en su cabeza.
"No Sweet Creme, soy yo la que está feliz de ver que estás bien." Dijo Celestia, agachándose un poco para quedar cara a cara con la unicornio. Mirándola tiernamente. "Perdóname por ponerte en peligro."
"No fue su culpa princesa." Dijo Sweet Creme sonriendo, para que Celestia no se preocupara. Luego poniendo una mirada triste al recordar algo. "Yo… lamento no haber visto quién me atacó. Lo único que recuerdo de anoche es estar revisando los documentos reales, y luego… todo se nubló."
"No te preocupes por eso." Dijo Celestia con una triste sonrisa. "Lo único que importa es que tú estás bien."
En ese instante Sweet Creme se quedó mirando fijamente a Celestia, notando la triste mirada que tenía la alicornio.
"Princesa… ¿Usted sabe quién era el invasor?" Preguntó con curiosidad la mayordomo, mirando atentamente a Celestia.
Ante la pregunta de la mayordomo, Celestia simplemente bajó su mirada y cerró sus ojos con dolor. Entonces su mente viajó cientos de años atrás. A un pasado que a ella siempre le dolía recordar…
'Flashback de Celestia.'
Más de novecientos años atrás, unas pocas décadas después que Celestia hubiera desterrado a Nightmare Moon a la luna, la ciudad de Canterlot era muy distinta a como lo sería en la época de Dusk Shine y sus amigas. Luego que las hermanas alicornio hubieran cambiado su morada desde el bosque Everfree hasta su nuevo castillo, poco a poco ese lugar había ido creciendo. En sus inicios, allí solo estaba el castillo real, pero con el paso de los años, varias familias se mudaran también allí, fundando lo que sería conocida como la gran ciudad de Canterlot.
Las primeras en ir allí, fueron las antiguas familias de noble linaje, que siempre deseaban estar lo más cerca posible de la realeza. Y justamente, desde una de las casas más acaudaladas de los alrededores del castillo, salió corriendo la joven Crystal, una yegua de pelaje blanquecino y melena color azul, tan larga que cubría parte de su cara. Ella provenía de la noble familia Lis, una antigua familia cuyo emblema era la Flor de Lis. Un clan familiar que estaba orgulloso de ser una de las familias unicornio más antiguas del reino.
La joven Crystal había crecido en una gran familia, con muchos hermanos. Con una madre que estaba orgullosa de cada uno de sus hijos. De todos, menos de ella… Para su desgracia, y pese a que en la familia Lis siempre buscaban mantener su linaje, uniéndose en matrimonio solo con grandes familias unicornios; Crystal había nacido con un pequeño rasgo recesivo en su familia, que la había hecho nacer como una pony de tierra en vez de una unicornio. Lo que la llevó a ser despreciada por su propia familia, desde el mismo momento en que nació.
Pese a ser despreciada, y que su propia madre muchas veces intentara ocultar su mera existencia, para no ser burla de las demás nobles familias del reino, Crystal luchó siempre por intentar sobresalir, pese a sus grandes limitaciones. Tanto era así, que pese a no ser una unicornio, ese día corría para presentarse a las pruebas para entrar a la Escuela de magia de Canterlot. Su madre le había prohibido ir, para que no avergonzara a su familia, sin embargo, la joven yegua estaba decidida a demostrarle a su madre y a su familia que ella podía ser alguien importante, pese a no ser una unicornio.
Para consternación de Crystal, pese a la fuerza de su voluntad, en cuanto los jueces de la prueba mágica vieron que una simple pony de tierra quería estudiar magia, estallaron en risa y se burlaron de la joven Crystal. Una burla que compartieron todos los demás unicornios que estaban a su alrededor. Algo que finalmente rompió el corazón de la joven yegua, que no tuvo más remedio que salir huyendo de allí mientras todos a su alrededor se burlaban de la ingenua pony de tierra.
Fue en esa huida, con sus ojos llenos de lágrimas, que la joven Crystal vio cómo la mismísima princesa Celestia bajaba de su carruaje a las afueras de su castillo. Acercándose a las puertas de su enorme palacio, mientras todos sus guardias y demás ponies alrededor la miraban embelesados. Misma mirada que puso la joven Crystal, viendo a aquella diosa que lo tenía todo: inmortalidad, poder, respeto… todo lo que ella no podía tener ni tendría jamás.
En ese instante, Crystal no pudo soportarlo más, y sin importarle lo que dirían los demás, se acercó corriendo hasta donde estaba Celestia. Abriéndose paso entre todos los ponies que se habían acercado a ver la llegada de la princesa, corriendo hacia ella hasta que sus guardias la detuvieron, a escasos pasos de la alicornio.
"¡Princesa! ¡Princesa!" Gritó Crystal entre lágrimas. Rogando para que la princesa pudiera escucharla.
Para su fortuna, Celestia alcanzó a oír a la joven yegua. Entonces ella le indicó a sus guardias que la dejaran avanzar. Sin perder tiempo, Crystal se acercó llorando hasta Celestia y se arrojó sobre sus cascos, humillándose ante ella.
"¡Princesa! Por favor… ¡Enséñeme magia!" Lloró Crystal, suplicándole a la princesa que cumpliera su único y más grande sueño.
Al escuchar la petición de aquella pony de tierra, los guardias se miraron extrañados, riéndose ante la ridícula petición que estaba pidiendo aquella pony de tierra. Mismas risas que los ponies de más atrás, que vieron aquello y alcanzaron a escuchar, no pudieron contener; estallando en risas y burlas hacia la joven yegua. En tanto que Celestia, simplemente miró con tristeza a la pony que suplicaba en sus cascos.
"Querida, no hay nada de malo en ser una pony de tierra. No tienes un cuerno para usar magia, pero puedes hacer cosas que ningún unicornio puede." Dijo Celestia, acariciando tiernamente la melena de Crystal.
"¡No! ¡No! ¡Todos en mi familia son unicornios! ¡Todos en esta ciudad son unicornios! ¡Debo aprender magia! No tengo amigos, mi familia me odia. Ellos… Ellos me ven como un gusano, una sucia oruga a la que ni siquiera quieren mirar… ¡Por favor, ayúdeme! ¡Por favor!" Lloró desesperada Crystal. Segura que sin magia, su vida de nada servía.
Ante el llanto de la pequeña yegua, el corazón de Celestia se enterneció como hacía años no lo hacía. De hecho, nadie se había acercado a ella de esa forma, ni había llorado así frente a ella. Al menos no desde antes que su hermana Luna estuviese con ella. Entonces Celestia se agachó y abrazó tiernamente a aquella yegua, viendo reflejada a su propia hermanita en aquella pequeña yegua desesperada.
"Tranquila… Recuerda que una pequeña oruga puede llegar a convertirse en una hermosa mariposa algún día." Dijo Celestia mientras abrazaba a Crystal. "Yo… Yo te ayudaré… Lo prometo." Agregó Celestia. Diciendo las palabras que deseaba tanto haber dicho a su hermana, antes de que cayera en la oscuridad…
Así fue como desde ese día, Crystal Lis se convirtió en la primera alumna de la Princesa Celestia. Un título que causó conmoción en todas las familias nobles que vivían en el antiguo Canterlot. Y dónde más causó conmoción, fue en la propia familia Lis.
Desde ese día, la madre de Crystal cambió por completo el trato con su hija. Mimándola y dándole siempre la mejor comida y los mejores vestidos a su queridísima hija, que había logrado convertirse en alumna de la mismísima princesa Celestia. Un trato radicalmente distinto al que su madre había tenido antes con ella. Al igual que sus hermanos, quienes dejaron de verla con desprecio, para comenzar a mirarla con envidia. Miradas que lejos de molestar a Crystal, la hicieron sentir única y especial
"Lo sabía… ¡Sabía que este día llegaría!" Pensaba Crystal, sonriendo mientras caminaba por Canterlot. Ya no con la cabeza gacha, sino orgullosa. "Sabía que algún día todos dejarían de mirarme en menos. ¡Sabía que algún día todos me amarían, como aman a la princesa!"
Cuando Crystal llegaba a sus lecciones de magia con Celestia, se entregaba por completo a ellas. Sabiendo que la sabia princesa lograría hacer que ella pudiera hacer magia, y así finalmente poder destacar, pese a no ser una unicornio. En tanto que Celestia, viendo la obvia limitación mágica de Crystal, es que optó en primera instancia por enseñarle pociones e historia de la magia. Recalcándole a Crystal que habían muchas formas de hacer magia, y que había que ir paso a paso.
Así fue como Crystal fue aprendiendo los secretos de la magia de la mano de Starswirl el Barbado. Leyendo los libros de aquella leyenda de la magia. Aprendiendo cómo mezclar decenas de ingredientes para crear distintas pociones mágicas, que Starswirl había aprendido de la misteriosa Mage Meadowbrook. Además de aprender sobre los viajes de Starswirl, y como había recorrido la antigua Equestria hasta convertirse en el poderoso hechicero que todos conocían. Libros a los que muy pocos ponies tenían acceso, pero que gracias a la biblioteca privada de Celestia, Crystal pudo leer.
Mientras leía los libros de Starswirl, una gran fascinación se adueñó de Crystal al aprender sobre los grandes misterios que ni siquiera esa gran leyenda de la magia pudo resolver. Algunos de esos misterios hablaban sobre portales mágicos a otros mundos, a los que Starswirl jamás se atrevió a ir. Mientras que otro de los grandes misterios que Starswirl jamás pudo resolver, fue el que él mismo llamó como 'el pozo maldito'. Un misterioso pozo de aguas oscuras que Starswirl descubrió en uno de sus viajes. Un pozo lleno de magia tan oscura, que ni el mismo Starswirl se atrevió a tocar.
Así pasó el tiempo, y la fascinación de Crystal con la magia no hizo más que aumentar. Al igual que su amor incondicional hacia Celestia, a quien veía como una diosa que había llegado al mundo para salvar a los ponies, y en especial, para salvarla a ella.
Con cada clase que Crystal tenía con Celestia, la pony de tierra buscaba escusas para rozar su cuerpo y tocarla de alguna manera. Sintiendose emocionada cada vez que la alicornio la veía a los ojos. Amando cada gesto, cada palabra, cada mirada que le daba la Princesa del Sol. Un amor que fue volviéndose una obsesión para la joven Crystal, quien comenzó a pasar sus noches soñando con la princesa. Despertándose emocionada al pensar que cada día tendría una clase junto a su diosa, la pony más perfecta de todos, su amada maestra que la había salvado de la oscuridad.
"Esto es para ti, Crystal." Dijo Celestia, un día que ambas estaban comenzando una clase. Entonces Celestia le entregó un pequeño collar dorado, en cuyo centro estaba grabada la imagen de una bellota. "Este collar absorbe magia alicornio, y hará que puedas usar magia, siempre que yo lo recargue." Agregó Celestia, acercándose para colgar el collar sobre el cuello de su alumna. Mientras que Crystal se deleitaba con el simple hecho de tener los cascos de su amada maestra sobre su cuello.
"Espera… ¿¡Dijiste que podría usar magia!?" Preguntó atónita Crystal, luego de salir de sus ensoñaciones.
Entonces la pony de tierra corrió hacia un estante, tocó su collar y cerró sus ojos con fuerza, para intentar levitar un libro. En tanto que Celestia sonrió al ver lo emocionada que estaba Crystal, y se acercó hacia ella.
"No funciona…" Dijo Crystal con enorme decepción. Al abrir sus ojos y ver que no había movido con telekinesis ningún libro.
"No te apresures. Por eso es que hemos estado repasando todo este tiempo historia de la magia y sus fundamentos." Dijo Celestia, sonriéndole a su alumna. "Al igual que un unicornio potrillo, debes usar los fundamentos y aprender poco a poco como liberar la magia de tu collar."
Tras escuchar a su maestra, Crystal volvió a cerrar sus ojos y se concentró. Recordando los tres principios básicos de la magia: concentración, imaginación y poder. Hasta que finalmente su collar brilló, y uno de los libros del estante brilló y voló lejos. Algo que solo duró unos segundos, ya que en cuanto Crystal vio que había logrado usar magia de verdad, perdió la concentración.
"¡Lo hice! ¡Lo hice! ¡Por fin pude hacer magia!" Gritó Crystal emocionada, al borde de las lágrimas, admirando su nuevo collar mágico. Entonces ella lo miró fijamente. "¿Por qué tiene el emblema de una bellota?"
"Jeje, me pareció gracioso." Respondió Celestia con una pequeña risita. "Creo que a los demás unicornios no les gustaría que este entregando objetos que pueden usar magia alicornio. Así que si alguien pregunta, diremos que es magia 'acorn' (bellota en inglés), jeje." Dijo Celestia, disfrutando de su pequeño juego de palabras. "Además, tú eres como una pequeña bellota. Una semilla acorn que quizás algún día, pueda convertirse en 'a-li-corn'." Agregó Celestia, mirando tiernamente a Crystal y dándole un abrazo. Sintiéndose agradecida con Crystal, luego que ella la ayudara a superar su pena tras perder a Luna.
En tanto que Crystal, por primera vez, se sintió inmune ante el tacto de Celestia. Y en su cabeza solo una cosa se repitió una y otra vez.
"Ser… una alicornio…" Susurró Crystal. Abriendo sus ojos llenos de emoción ante aquella posibilidad.
Tras ese día, Crystal se obsesionó con la idea de algún día convertirse en una alicornio. Practicó más duro que nunca sus estudios, en especial los hechizos mágicos con su nuevo collar mágico. Así, Celestia siguió impartiendo sus enseñanzas. Tan cegada con que podía convertir a Crystal en una gran estudiante, que algún día pudiera compartir con ella como lo hizo su querida hermana, que la alicornio blanca no se dio cuenta de la oscuridad que iba creciendo en el corazón de Crystal.
Un día, Celestia llamó a Crystal a su habitación. Allí, la princesa le mostró a Crystal una antigua poción que Starswirl había probado con ella hacía años, cuando ella aún era una joven yegua estudiante del gran mago. Aquella poción solo se podía completar al mezclarse con magia alicornio, una poción que permitía a quien la bebiera, poder ver eventos del pasado.
Al beber la poción, Celestia conectó su magia con la magia del collar de Crystal, para que así su alumna también pudiera ver el pasado. De esa forma fue como Celestia le mostró parte de su pasado a Crystal. Algunos recuerdos de cuando Celestia era joven y recibía clases del mismísimo Starswirl el Barbado; cuando gobernaba junto a su hermana Luna, y las veces que ambas compartían felices, antes que la oscuridad se apoderara del corazón de su hermana.
"Eres la primera pony a la que le muestro parte de mi pasado." Dijo Celestia con una voz melancólica, una vez el efecto de la poción terminó y ambas volvieron a la realidad. "Yo… he perdido tanto estos años… A mi maestro, a mi hermana… Sé que todos piensan que soy de piedra, y que nada me afecta. Pero la verdad es que cada noche recuerdo lo que he perdido…" En ese instante Celestia miró a la joven Crystal y sonrió con tristeza. "Pero ahora veo un futuro por delante. Aún tengo mucho que dar, y de eso me di cuenta gracias a ti, Crystal."
Tras decir eso, Celestia abrazó a su alumna. Agradecida con haber encontrado una pony tan dulce en quien depositar su confianza. En tanto que Crystal se sonrojó ante el abrazo de su maestra y sonrió extasiada ante las palabras de la princesa.
"Soy la única a la que la princesa le ha mostrado su pasado…" Pensó Crystal deleitada, mientras abrazaba a su amada princesa. "Yo soy especial… Y ella lo sabe..." Pensó Crystal, mientras su trauma de haber sido despreciada toda una vida, hacía que ahora su ego la llenara de orgullo y soberbia desmedida…
A los ojos de Celestia, Crystal era solo una inocente yegua que había sufrido mucho en su infancia. Para ella, Crystal siempre sería una pequeña potranca perdida a la que debía ayudar. Y su amor por su alumna la fue cegando de lo que realmente estaba creando. Una pony que comenzó a menospreciar a otros, por creer que no eran tan especiales como ella.
La primera vez que Celestia vio que algo malo podía estar ocurriendo con Crystal, fue una vez que su alumna no llegó a su clase. Algo que de inmediato llamó la atención de Celestia, ya que Crystal nunca faltaba. Entonces Celestia se dispuso a salir del castillo para buscar a su alumna, sin embargo, en el camino se detuvo, al ver que Crystal estaba en medio de uno de los jardines del palacio. La joven yegua estaba caminando de un lado a otro mientras veía su propio reflejo en un pequeño estanque. Con la magia de su collar, Crystal había hecho aparecer en su lomo unas alas de luz, similares a las de un pegaso, y en su frente había hecho aparecer también un cuerno de luz, dándose así la apariencia de una alicornio. Sin embargo, lo que más sorprendió a Celestia, fue escuchar hablar a Crystal con su propio reflejo. Con su magia, Crystal había cambiado su voz para que sonara como la de Celestia, y con ella, Crystal le hablaba a su propio reflejo y se decía a sí misma lo especial que era y lo mucho que la amaba.
Aquello hubiera asustado o al menos preocupado a cualquier otro pony, mas Celestia, cegada por su amor por la joven Crystal, simplemente vio a una potranca jugando a ser como su maestra. Sin darse cuenta que aquella admiración que Crystal tenía por ella, se había convertido hacía tiempo en una obsesión.
A pesar de aquel extraño comportamiento, Celestia no volvió a notar nada extraño después de eso. Al menos, hasta el día en que Celestia decidió contarle a su querida alumna una idea que había estado planeando durante un tiempo.
"¿¡Quiere hacer su propia escuela de magia!?" Dijo aterrada Crystal. Luego que terminada su clase, Celestia le contara su sueño de ser maestra.
"Creo que es una idea que podría funcionar." Dijo Celestia sonriendo. "La Escuela de magia de Canterlot es muy buena, pero he pensado que yo también podría dar algunas clases privadas, y así ayudar a ponies que lo necesiten, como tú."
"¡No! ¿¡Por qué querrías hacer algo así!? Gritó Crystal asustada.
"Crystal… ¿Es que acaso no te gustaría compartir con más ponies de tu edad?" Respondió Celestia, sorprendida por la reacción de su alumna. "Muchos ponies sin amigos podrían venir aquí para aprender magia juntos. Incluso tus hermanos podrían aprender tanto como tú."
"¡No! ¡NO! ¡No puedes enseñarles a otros! ¡Yo soy especial! ¡YO!" Gritó Crystal histérica, mirando llena de pánico a Celestia, viendo como su mundo se desmoronaba.
Al ver a su alumna entrar en pánico por algo así, hizo que por primera vez se levantara el velo que cegaba los ojos de Celestia. Por primera vez Celestia vio a Crystal tal como era, una pony llena de traumas, a quién le aterraba ser una más del montón. Una pony que soñaba con ser especial, y que para lograr su meta, no necesitaba cosas como la amistad. Por primera vez, Celestia vio oscuridad en el corazón de su alumna, y aquello la asustó.
Desde ese día la relación de Crystal y Celestia sufrió un quiebre, uno que Celestia no pudo arreglar por más que lo intentó. La alicornio cambió su enfoque en la enseñanza, dejando de lado las lecciones de magia para intentar enseñarle a su alumna el valor del compañerismo y la amistad. Sin embargo, Crystal se rehusaba a aprender tales cosas. Desde aquel día, la yegua de tierra se volvió taciturna, fingiendo que escuchaba a Celestia, pero con su mente divagando, temerosa de ya no ser la única alumna de Celestia, temerosa de ya no ser especial…
Un día, Crystal simplemente faltó a su clase con Celestia. Por más que la alicornio esperó, esta vez Crystal no se presentó. Fue entonces que Celestia fue hasta las afueras del castillo, y se paralizó al ver lo que estaba ante sus ojos.
En la puerta del castillo se encontraba Crystal, nuevamente usando su magia para aparentar ser una alicornio. Con el agregado de que ahora ella también había hecho que su magia hiciera a su melena ondear lentamente y que cambiara de color, imitando la melena de Celestia. Allí, Crystal miraba furiosa a dos guardias, obligándolos a hacerle reverencia con su fuerte magia alicornio, la que en realidad era la misma magia de Celestia, guardada en su collar.
"¿¡Cómo se atreven a mirarme a la cara!? ¡Soy la princesa Crystal Lis! ¡Deben hacer una reverencia!" Gritó Crystal. Disfrutando de que aquellos dos guardias, los mismos que se habían burlado de ella cuando lloró para que Celestia le enseñara magia, ahora estuvieran doblegados, totalmente subyugados ante su poderosa magia.
"¡Crystal!" Gritó Celestia aterrada, impactada ante lo que veía. Un grito que hizo que Crystal inmediatamente soltara a los guardias y mirara a Celestia. Una mirada sorprendentemente inexpresiva, como si ella no entendiera que acababa de hacer algo malo.
Tras eso, Celestia llevó a Crystal hasta su salón de estudios. Una vez allí, la princesa le pidió explicaciones a Crystal por lo sucedido, pero por más que insistió, Crystal no respondió. Ella simple dijo que lo había hecho porque esos guardias se lo merecían. Todo con una mirada que mostraba que no había una pizca de arrepentimiento en sus acciones.
"Crystal… Desde hoy, tomarás un descanso de tus clases de magia." Dijo finalmente Celestia, mirando muy preocupada a su querida alumna. "Debes aprender que hay cosas más importantes que la magia, y que los demás ponies son tan importantes como tú."
Justo en ese momento, antes que Crystal pudiera reclamar, el collar mágico de Crystal comenzó a brillar tenuemente. Lo que era una señal de que su energía mágica casi se agotaba, y que necesitaba recargarse.
"Ya no recargaré tu collar." Agregó Celestia, aprovechando de darle una lección a su alumna. "La magia no lo es todo en este mundo, y creo que es algo que debes recordar, para así volver a valorar a los demás."
Para Crystal, el reto inicial de Celestia fue algo que pareció no afectarle mayormente. Sin embargo, en cuanto su maestra le dijo que ya no podría usar magia, Crystal se puso como loca. Ella rogó, se enojó, gritó y lloró ante su maestra para que la perdonara y recargara su collar mágico. Sin embargo Celestia se mantuvo firme, deseando con todo su ser que aquello le sirviera de lección a su alumna para que cambiara de actitud.
Sin ya clases de magia, Crystal se mantuvo yendo al castillo y a la biblioteca personal de Celestia, solo que esta vez, tal como en sus inicios, ella no tuvo más opción que centrarse en los libros de magia, en especial, en los que ya había leído de Starswirl el Barbado. Sin que Celestia lo supiera, la obsesión de Crystal le hizo imposible ver sus errores y lo que Celestia intentaba enseñarle. En lo único que se enfocó la joven yegua, fue en buscar una manera de demostrarle a su maestra que ella aún era digna, para que así siguiera amándola como su querida alumna.
Pensando que de alguna forma debía demostrarle a Celestia que aún era digna para poder usar su magia, un día Crystal se escabulló en un cuarto cerrado en la biblioteca del castillo, en donde se guardaban libros de magia oscura y demás reliquias valiosas que debían estar resguardados. Allí, Crystal pudo usar lo último que quedaba de magia alicornio en su collar mágico, para abrir el candado de un viejo baúl sellado por la misma Celestia. Dicho cofre guardaba los únicos dos objetos que Celestia guardaba que tenían poderosa magia oscura, y que nadie debía tocar. El primero era un viejo libro, cubierto con unas cadenas negras y un cerrojo abierto. Aquel libro había sido el que Luna había abierto el día que se transformó en Nightmare Moon. Sin embargo, desde que Luna lo abriera, aquel libro había perdido toda su magia oscura, y sus páginas simplemente estaban en blanco.
Al no notar ninguna magia proveniente de aquel viejo libro, la atención de Crystal se centró en el otro objeto del cofre. Una corona, que Crystal inmediatamente notó que emanaba una fuerte aura oscura.
Al leer los libros de Starswirl, Crystal pudo identificar aquella corona como la del viejo rey loco Orión. Un antiguo monarca de la ya desaparecida ciudad de las nubes de Tombuctú, donde vivían los ahora extintos pegasos de ojos brillantes. Uno de los grandes reinos antiguos de los ponies, que existió desde antes de la fundación de Equestria, y que llegó a su fin misteriosamente cuando su rey enloqueció.
Habiendo encontrado lo que buscaba, Crystal tomó aquella corona maldita y huyó del castillo esa misma noche. Determinada a demostrarle a su maestra que ella era digna de seguir siendo su alumna.
Tras días de no tener noticias de Crystal, Celestia comenzó a asustarse. Entonces fue tras los pasos de Crystal, indagando en su habitación hasta que descubrió lo que su alumna había estado leyendo. La única pista que Crystal dejó atrás, fue el viejo diario de Starswirl, junto a un mapa, en donde la misma Crystal había marcado un punto al Sur del bosque Everfree.
Temiendo por el bienestar de su querida alumna, Celestia no perdió tiempo y voló hacia el lugar que estaba marcado en el mapa. Un vez allí, Celestia inmediatamente sintió un escalofrió como nunca antes había sentido. Aquel lugar era una enorme y oscura caverna. Una que incluso desde fuera se podía sentir que emanaba una muy extraña sensación. Una que hacía que todo alrededor estuviera completamente en silencio, dado que ni siquiera los animales se acercaban allí.
Mientras se adentraba en aquella caverna, Celestia tuvo que iluminar su cuerno para ver mejor. Sin embargo se sorprendió al ver que su magia comenzaba a menguar a medida que se adentraba en la caverna.
"Esta caverna… ¿De qué roca está hecha?" Pensó Celestia preocupada, sintiendo que la caverna estaba hecha de algún tipo de piedra mágica que bloqueaba su magia.
Pese a no poder iluminar bien su cuerno, aquello no fue necesario, ya que al adentrarse, Celestia vio que un extraño brillo verdoso provenía desde lo profundo de la caverna. Al estar más iluminado de lo esperado, Celestia pudo ver que aquella caverna cubría un enorme lago oculto, de lo que parecía ser una extraña y viscosa agua color verde, que era la que emitía aquel brillo espectral. Y en medio de aquel estanque, había un enorme árbol marchito, que extendía sus raíces por debajo de todo aquel sucio estanque de agua estancada.
Fue en ese instante que Celestia recordó los diarios de Starswirl, y entendió rápidamente por qué sentía aquella extraña aura en ese lugar. Ese pozo era uno de los lugares que su maestro había descubierto en su juventud, el llamado 'pozo maldito'. Un pozo que de alguna forma emanaba magia oscura de él, con un aura tan tóxica que ni siquiera el propio Starswirl se atrevió siquiera a tocarla.
"Este estanque… Es el opuesto total al Árbol de la Armonía…" Pensó Celestia asustada, sintiendo por primera vez en su vida una sensación tan incómoda. "En vez de entregar luz… Pareciera como si aquel árbol y el estanque quisieran absorber todo lo que tocan, como un enorme abismo sin fondo."
En ese instante Celestia se distrajo al ver un movimiento cerca de aquel estanque, en unas rocas que se alzaban y servían como mirador a aquel lugar. Allí, Celestia finalmente encontró a Crystal, quien parecía estar con la mirada perdida, sin siquiera percatarse de la llegada de su maestra.
"¡Crystal!" Gritó Celestia asustada, viendo lo cerca que estaba su alumna de caer de aquellas rocas.
Solo con el grito de la princesa, fue que Crystal salió de sus pensamientos y pudo mirar a Celestia. Entonces la alicornio se asustó aún más al ver que Crystal estaba llevando en su cabeza la corona del rey Orion, uno de los objetos malditos que Starswirl había encontrado y encerrado hacía años. En tanto que Crystal, estaba con una mirada extraña, con sus ojos con un leve brillo rojo y una mirada perdida, que parecía luchar entre mirar a Celestia o no, como si no supiera si aquello estaba sucediendo realmente o solo era una alucinación.
"Princesa… Viniste por mí." Dijo Crystal con una gran sonrisa, pero con una voz que parecía la de alguien enfermo. "Sabía que me amabas."
"Crystal, ¿Qué estás haciendo? Debemos salir de aquí ahora." Dijo Celestia, caminando muy lentamente hacia donde estaba su alumna. Sabiendo, por la mirada de Crystal, que ella no se encontraba bien mentalmente en ese momento.
"Vine aquí para demostrarte que soy digna de ser tu alumna… Que soy digna de ser una princesa alicornio." Dijo Crystal, siempre mirando alrededor de Celestia y nunca mirándola a los ojos. Como si estuviera hablando más consigo misma que con su maestra. "Vine aquí para descubrir la verdad de este pozo mágico… Investigar lo que ni siquiera Starswirl el Barbado pudo lograr…" Agregó Crystal con la mirada perdida. Apuntando al pozo frente a ella y sonriendo.
"Crystal, no tienes que probar nada. Ven conmigo." Dijo Celestia asustada. Sintiendo que la mente de su alumna estaba siendo corrompida, tanto por la corona maldita que usaba, como por la magia oscura de aquel lugar.
"He estado experimentando... Parece que este pozo absorbe todo lo que cae en él." Dijo Crystal, como si no hubiera escuchado a Celestia. Siempre con la mirada perdida. "Le he arrojado algunos insectos, y he visto como del pozo nacen algunos mosquitos… Parece que le gusta mucho la materia orgánica." En ese instante Crystal se agachó y tomó lo que parecía ser una piedra brillante, la cual repentinamente comenzó a temblar, como si estuviera asustada.
"¿Eso es un mimicker?" Preguntó Celestia. Reconociendo que aquella roca en realidad era una criatura mágica, una que tenía la habilidad de transformarse en otros objetos, pero que en su forma normal, lucían como simples rocas.
"Sí… hay muchos de esos por aquí cerca… Al pozo le gustan mucho." Respondió Crystal, arrojando al pequeño mimicker al estanque. Con una gran sonrisa, como si estuviera alimentando a una mascota.
En cuanto el mimicker tocó el estanque, la criatura comenzó a disolverse, y el estanque brilló de un tenebroso color verdoso. Todo mientras Celestia se espantó ante lo que acababa de ver. Su alumna había cruzado una línea de la que no podía volver, ella acaba de sacrificar una criatura inocente solo por diversión.
"Estás loca…" Susurró Celestia aterrada. Temblando al ver a alguien tan querido para ella, cayendo en la locura. "Crystal… Por favor, quítate esa corona y ven conmigo…" Rogó Celestia con lágrimas en sus ojos. Aún queriendo negarse a abandonar a su alumna y verla así de loca.
"Ir… ¿Contigo?" Dijo Crystal, mirando hacia la nada. Hasta que por un segundo, pareció que salió de sus alucinaciones y logró mirar fijamente a los ojos a Celestia. "Tú me amas, ¿Verdad?" Preguntó Crystal, con una débil voz.
"¿Qué?" Preguntó Celestia confundida.
"¿¡TÚ ME AMAS!?" Gritó Crystal furiosa, cambiando en un parpadeo sus estados de ánimo. Pasando de la timidez a la furia. "¡Sé que me amas! ¡Tú me diste este collar!" Agregó Crystal llorando de pena, y luego riendo con loca alegría. Mostrándole el collar dorado con la bellota que Celestia le había dado para que pudiera usar magia. "Dime que me amas… ¡Dime que soy especial y única para ti!"
Tras el grito de Crystal, Celestia guardó silencio por un instante. La alicornio quería llorar de impotencia al ver ante sus ojos cómo había enloquecido su alumna. En tanto que en su mente, no dejaba de recordar su enfrentamiento con Luna, y sentía que la historia se estaba repitiendo. Sin embargo, ella reprimió sus sentimientos e hizo todo lo posible para mostrarse serena y no alterar aún más a Crystal.
"Por supuesto que te amo. Eres mi querida alumna." Dijo Celestia con una tierna mirada, no pudiendo evitar soltar unas pocas lágrimas. Extendiéndole un casco para que Crystal lo tomara. "Por favor, ven conmigo. Volvamos juntas a casa."
Tras las palabras de Celestia, fue el turno de Crystal de guardar silencio. Quien simplemente se quedó mirando inmóvil el casco de Celestia. Entonces Crystal comenzó a llorar, al tiempo que una enorme sonrisa se formaba en su boca.
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"Eres una mentirosa… Todo eso de ser una princesa, todo fue un engaño…" Lloró Crystal, mientras su mirada comenzaba a perderse nuevamente.
'Ven… Ven…' Escuchó Crystal que una voz la llamaba. Entonces ella se volteó y miró hacia el pozo, de donde creyó escuchar aquella voz. 'Ven… Ven… Yo te haré especial…' Dijo la voz en el pozo, en la mente de Crystal.
Habiendo perdido totalmente el juicio, Crystal cerró sus ojos y se lanzó hacia el estanque de magia oscura.
"¡NOOO!" Gritó Celestia desesperada, sin alcanzar a reaccionar. Corriendo hacia donde había caído Crystal y viendo cómo su alumna se hundía en aquel oscuro pozo de aguas verdes.
Tras eso Celestia intentó usar su magia, pero nuevamente comprobó que por alguna razón su magia no funcionaba correctamente allí. Entonces corrió de aquella pendiente en la que estaba y se acercó al borde del estanque. Luego ella se dispuso a meter su casco para nadar e intentar buscar a su alumna, sin embargo, su cuerpo entero tembló ante aquella idea. Starswirl lo sabía y ella también podía sentirlo. Aquel pozo de magia oscura solo absorbía cosas. Si ella ponía un casco en aquel pozo, sería su fin, no habría forma de salir. Aquella magia que emanaba era tan tóxica, que ella apenas si podía respirar allí, mucho menos nadar.
Sintiéndose completamente impotente, Celestia cayó al suelo y golpeó con fuerza sus cascos al borde de aquel estanque. Llorando al perder a la pony que había logrado sacarla de su depresión, luego de perder a su hermana. Su querida alumna, la pony que tanto la había amado, y que sin darse cuenta, la había llevado a la locura.
Sin tener a nadie que la consolara en todo el mundo, Celestia lloró allí hasta quedar sin lágrimas, sabiendo que nuevamente había perdido a un ser amado.
Por trecientos años, Celestia nunca más volvió a pisar aquel pozo de magia oscura. No solo porque la atmosfera allí fuera casi tóxica, sino también porque le había costado años olvidar el sufrimiento que pasó con su querida alumna. Algo que la marcó de por vida y le hizo prometer jamás volver a tener un pony como estudiante.
Durante todo aquel tiempo, muchas cosas pasaron en la vida de Celestia, por lo que la mente de la alicornio luchó por olvidar lo ocurrido aquel día, obligándose a olvidar aquel oscuro lugar. Hasta un terrible día, en que el destino decidió que ella debía volver a aquel oscuro lugar…
Un día, Aspen, el Rey de los ciervos, llegó al palacio de Celestia. En aquella época, Aspen aún se preocupaba por las demás criaturas fuera de su reino, y eso incluía a los ponies. Fue entonces que el Rey ciervo le informó a Celestia de una preocupante situación que estaba ocurriendo al Sur del bosque Everfree, en un pequeño poblado de ponies. Allí, había escuchado el rumor que decenas de ponies habían comenzado a desaparecer sin dejar rastro. Un rumor que Aspen decidió informar de inmediato a su amiga.
Sin perder tiempo, Aspen y Celestia se dirigieron al poblado mencionado por Aspen. Una vez allí, ambos regentes se sorprendieron al encontrar un pueblo fantasma. Tal como se hubiera enterado Aspen, aquel poblado estaba lleno de casas y tiendas, pero no había ningún pony a la vista. Sin embargo, lo más extraño, era que en la mayoría de las ventanas de las casas del pueblo, habían lienzos blancos y velas prendidas, incluso algunas pancartas que decían: 'Los muertos siguen vivos' o 'El cielo está en la tierra', frases que ni Celestia ni Aspen entendieron qué podía significar en ese momento.
Luego de buscar y verificar que no había nadie en ese pequeño pueblo, Aspen le mostró a Celestia unas huellas de cascos que parecían muy recientes. Entonces ambos comenzaron a seguirlas, esperando dilucidar aquel misterio.
Fue mientras caminaban, que Celestia comenzó a asustarse al ver hacia donde comenzaban a dirigirse… A la misma oscura caverna que ocultaba aquel tétrico lago de agua estancada, en donde había perdido a su querida alumna.
Justo cuando ambos estaban por llegar a aquella caverna, Aspen y Celestia vieron que a lo lejos, dos ponies caminaban directamente hacia la entrada de la caverna, con lo que parecían ser unos enormes mosquitos volando sobre sus cabezas. Aquellos ponies caminaban como si aquellos mosquitos no los molestaran en absoluto, de hecho, incluso sonreían mientras los miraban de reojo y seguían acercándose hacia la entrada de la caverna. Fue entonces que Celestia y Aspen se paralizaron al escuchar voces alrededor de aquellos ponies, voces que no vinieron de ninguno de aquellos dos ponies.
"Esos… ¿Esos mosquitos están hablando?" Susurró Aspen sorprendido y confundido. Sin estar seguro de lo que había oído.
En tanto que Celestia, no respondió en absoluto. Ella simplemente se quedó paralizada viendo como aquellos dos ponies entraban sonrientes a aquella caverna, atraídos por las voces de aquellos mosquitos. Mismas voces que parecían también provenir del interior de aquella oscura caverna. Decenas de voces alegres que llamaban a aquellos dos ponies a entrar a la caverna. Entonces, un escalofrío recorrió la espalda de la alicornio, comprendiendo que algo muy oscuro y siniestro debía de estar ocurriendo en aquella tenebrosa cueva.
Al perder de vista a los ponies que iban delante de ellos, Celestia y Aspen se apresuraron y corrieron hacia la cueva. Allí, Celestia se detuvo un instante, llena de temor al recordar lo que había sucedido allí hacía años. Pero sabiendo que debía investigar lo que allí ocurría, Celestia respiró hondo y finalmente entró junto con el ciervo al interior de la caverna.
"¿Qué lugar es este? Yo… Nunca había sentido una magia tan oscura como esta…" Susurró Aspen mientras avanzaba por la oscura cueva. Notando inmediatamente que aquel lugar podía ser peligroso.
Tras adentrarse en la cueva, Celestia y Aspen finalmente pudieron ver el lago de agua verde que se ocultaba allí, manteniendo tenuemente su siniestro brillo verde en todo el lugar. Entonces Celestia y Aspen se paralizaron al escuchar nuevamente voces. Esta vez provenientes de mismo estanque de agua tóxica que estaba delante de ellos.
"Ven… Ven querido mío… Estaremos juntos de nuevo…" Dijo una voz femenina, que parecía ser la de una anciana.
"Te extraño mamá… Ven…" Dijo otra voz proveniente del lago. Solo que esta vez parecía ser la de un joven potro.
En ese instante, desde el mismo mirador del que había caído Crystal hacía años, se asomaron los dos ponies a los que habían estado siguiendo al entrar a la cueva. Una yegua y un potro, ambos ancianos, sonriendo con alegría al escuchar esas voces, acercándose al borde de aquel pequeño mirador.
"Ya voy querida…" Dijo el potro anciano, con una mirada que parecía hipnotizada.
"Pronto nos volveremos a ver, hijo mío…" Dijo la anciana con la misma mirada perdida. Empujando al anciano, causando que ambos cayeran en el oscuro estanque de agua verde.
"¡Nooo!" Gritó Celestia, aterrada al ver aquello.
Nuevamente la alicornio había intentado usar su magia para salvar a aquellos ponies. Sin embargo, tal como sucediera en el pasado, parecía que las rocas de aquella caverna bloqueaban su magia.
Tanto Aspen como Celestia se horrorizaron al entender finalmente lo que allí sucedía. De alguna forma, los mosquitos de aquel oscuro estanque, se habían acercado hasta aquel pueblo de ponies, y habían disfrazado sus voces como las de los difuntos de aquellos ponies. Engañándolos para que fueran hasta ese oscuro lugar lleno de magia oscura, y cayeran en aquel pozo, como si lo estuvieran alimentando.
"Tenemos que destruir este lugar." Dijo Aspen temeroso, poniendo una firme mirada. Instintivamente comprendiendo que aquel lugar era en extremo peligroso.
En ese preciso momento, la cueva comenzó a temblar levemente, y el agua en aquel lago comenzó a formar olas, proveniente de su centro, donde estaba aquel enorme árbol marchito. Entonces aquél árbol comenzó a trisarse, y desde su interior comenzó a salir una espesa masa oscura y viscosa, que brotó por todas las fracturas de aquel árbol, cayendo dentro del lago de agua verde. Mismo que por decenas de siglos había alimentado las raíces de aquel oscuro árbol.
Toda aquella masa viscosa que cayó en el lago, pareció que se hundiría en él, como todo lo que este tocaba. Sin embargo, la masa oscura hizo todo lo contrario. El lago comenzó a drenarse justo en dirección hacia donde había caído aquella masa oscura, como si fuera esta la que estuviera absorbiendo al lago en su lugar. Y para terror de Aspen y Celestia, aquella masa oscura comenzó a acercarse lentamente hacia donde estaban ellos.
Finalmente, aquella masa oscura tocó la orilla del lago, una vez hubo absorbido casi la mitad del agua de aquel estanque. Entonces aquella masa comenzó a hacer algunos ruidos ininteligibles mientras lentamente comenzó a tomar forma. Formando cuatro patas, un torso, un cuello y una cabeza. Creando la forma de lo que parecía ser un ser cuadrúpedo, tal como Aspen y Celestia, solo que todo su cuerpo parecía estar formado por aquella viscosa masa oscura que se había derramado de aquel árbol.
Lentamente la criatura formó lo que parecían ser rasgos faciales, además de dos brillantes y tétricos ojos blancos, que aparecieron repentinamente en su cara, mirando fijamente a Celestia y Aspen. Quienes por su parte, se habían quedado paralizados ante la extraña y aterradora situación que estaban viviendo. Finalmente, dos pupilas verdes aparecieron en el centro de aquellos aterradores y brillantes ojos blancos que tenía aquella amorfa criatura. Entonces la criatura comenzó a hacer diversos y desagradables sonidos con su nueva boca, como si luchara por aprender a utilizar sus nuevos músculos.
A Celestia y Aspen no les hizo falta activar su magia para sentir y saber que estaban parados ante una criatura oscura, que había sido engendrada por la magia oscura de aquel lugar. Todos sus instintos les gritaban que debían huir de inmediato de allí. Sin embargo, Celestia solo alcanzó a dar un paso hacia atrás antes de ver algo que la detuvo. Un brillo dorado proveniente del cuello de aquella criatura.
"Es… Es el collar de Crystal…" Susurró Celestia impactada. Reconociendo el collar de oro con el símbolo de la bellota 'acorn' que estaba en el centro. "Eres… ¿Eres Crystal…? ¿¡Eres Crystal Lis!?" Gritó Celestia asustada. Mirando fijamente a aquella abominable criatura salida del oscuro pozo.
"Cryssss…. Alll… Lisss…" Repitió la criatura, siendo finalmente capaz de pronunciar una palabra.
"¡Celestia! ¡Cuidado!" Gritó repentinamente Aspen. Intentando activar su magia, pero teniendo el mismo problema que Celestia para usarla.
Entonces Celestia vio que decenas de mosquitos, los mismos que habían atraído a los ponies que habían seguido, comenzaron a atacarla. Lanzándose sobre su cuerpo, picándolo con sus narices de aguja, y quitándole unas pocas gotas de su sangre.
Pese a que Aspen y Celestia lograron aplastar a varios de esos mosquitos, varios de ellos lograron su cometido. Y una vez lo lograron, estos volaron hacia la criatura amorfa que estaba parada frente a ellos, como si esos mosquitos la obedecieran.
En cuanto la criatura amorfa tuvo a los mosquitos ante ella, esta los agarró con fuerza con una de sus patas, y rápidamente se los comió, probando por primera vez una comida con su nueva boca. Entonces la criatura nuevamente volvió a cambiar, causando que su forma pareciese más un verdadero cuerpo que una masa viscosa con forma. Al cambiar el cuerpo de la criatura, Celestia pudo la piel de la criatura, que parecía una especie de caparazón, como la de un insecto. Además, pudo ver que la criatura llevaba una corona oxidada sobre su cabeza. Pero el cambio que más impactó a Aspen y Celestia, fue que un cuerno apareció en la frente de aquella criatura, uno con una forma retorcida, muy distinto al de Celestia. Luego, dos enormes alas, similares a las de un insecto, aparecieron en la espalda de la criatura. Y finalmente, varios dientes afilados, con la que la criatura finalmente pudo sonreír, causando que Aspen y Celestia temblaran al ver aquella tétrica sonrisa.
"Crysss-allll-lisss… Primerrra… caer…" Dijo la criatura con una voz más definida. Una aterradora voz femenina. Finalmente siendo capaz de expresarse mientras su cerebro seguía evolucionando y aprendiendo a una velocidad vertiginosa.
"¿Q-Qué…? ¿Qué cosa significa eso?" Preguntó Aspen aterrado. Sorprendido con que aquella criatura pudiera comunicarse.
"Yo no eella… Ella solo… primera en caer…" Respondió la criatura, lentamente comenzando a hablar de manera más entendible.
Mientras la criatura hablaba, mantenía su vista fija en Celestia. Quien por su parte, miraba aterrada los ojos verde y brillantes de aquella criatura, intentando comprender 'qué' era lo que estaba ante sus ojos. En tanto que la criatura, al ver la mirada espantada de Celestia, sonrió, como si disfrutara ver el terror en la cara de la alicornio.
"Pozo… mucho tiempo… Nací en oscuridad… Con años, poco a poco cayeron… plantas… mosquitos… insectos… serpientes…" Continuó hablando la criatura, repasando los inicios de su propia existencia. Hablando mejor con cada segundo que pasaba. "Por fin, cayó un pony… Crysss-allll-lisss… Eso… Eso fue…" Dijo la criatura, haciendo una pequeña pausa, antes de poner una retorcida sonrisa. "¡Tan delicioso…!"
"Crystal Lis… ¿Era el nombre de tu antigua alumna?" Dijo Aspen espantado, volteándose para mirar a Celestia. Entonces el ciervo quedó impactado al ver el rostro de su amiga.
Celestia nunca había sentido tanto miedo en su vida. Tal parecía que la criatura oscura que acababa de nacer ante sus ojos, hablaba como si fuera el mismo estanque de magia oscura hablando. Un ser viviente sin conciencia que había vivido por siglos allí, quizás incluso más vieja que la propia Celestia. Un ser que, tal como descubriera Crystal antes de enloquecer, absorbía todo lo que tocaba, y de alguna forma, lo asimilaba, hasta finalmente tomar conciencia de sí mismo, y crear a la tenebrosa criatura que estaba ante ellos.
"Sabiendo lo delicioso que eran los ponies, tuve que comer más…" Dijo la oscura criatura, ya logrando hablar con palabras más complejas. "Tuvieron que caer decenas de ponies, hasta que… finalmente pude obtener un cuerpo. Pero… aún falta… Aún no soy… perfecta." Agregó la oscura criatura, sacando de su boca una lengua como la de una serpiente, y saboreando sus labios mientras miraba fijamente a Celestia.
En ese instante el cuerno de la criatura brilló, y una fugaz llama verde rodeó su cuerpo. Instantáneamente, la criatura frente a ellos se transformó, tomando la apariencia de la anciana pony que había caído minutos antes en aquel pozo. La única diferencia con la anciana yegua original, era que esta copia tenía los brillantes y malévolos ojos verdes de la criatura oscura; además que parte de su cola y una oreja, no se alcanzaron a transformarse por completo.
"Esa forma de transformarse… Es como la de un mimicker…" Susurró Celestia espantada, luego de ver transformarse a la criatura. Fue entonces que Celestia recordó cómo su alumna había pasado días experimentando en aquel pozo, arrojándole esas criaturas llamadas mimickers, que tenían la capacidad de transformarse en otros objetos.
Al ver la aterrada mirada de Celestia, la criatura, con la forma de la anciana pony, sonrió perversamente. Disfrutando de sentir el miedo de la alicornio ante ella.
"Estos… son sentimientos… El miedo… es tan delicioso…" Dijo la criatura, hablando con una voz que era una mezcla entre su propia voz y la de la anciana.
Activando nuevamente su magia, la criatura oscura volvió a transformarse. Solo que esta vez se transformó en el potro que había caído junto a la anciana. Y tan solo un segundo después, la criatura volvió a transformarse, cambiando de aspecto decenas de veces a gran velocidad. Transformándose una por una en las víctimas que habían caído en las oscuras aguas de ese pozo, y que ahora formaban parte de ella.
Tanto Aspen como Celestia se espantaron al entender que todos esos ponies en los que se transformaba la criatura, habían sido sus víctimas. Lo que hizo que ambos se sintieran espantados y asqueados al ver lo oscura y malvada que podía ser esa criatura.
"¿Cómo es posible…? ¿Pudo romper el Gran Tabú sin consecuencias?" Susurró Aspen, espantado ante lo que veía.
Antes que Celestia pudiera decir cualquier cosa, la criatura oscura finalmente se transformó en el último pony que quedaba en su catálogo. La primera víctima pony que había caído en el pozo oscuro. La criatura que al absorberla, le había dado la primera luz de conciencia propia. La criatura que, por ser la primera criatura pensante que caía allí, fue la base para formar su esencia. Tanto así, que sin darse cuenta, la obsesión por ser reconocida, por buscar ser más importante que los otros, e incluso, por buscar el amor de Celestia, se había impregnado en la esencia misma de aquella criatura, formando su alma.
"Crystal…" Susurró Celestia espantada, con lágrimas en sus ojos, al ver nuevamente ante sus ojos a su antigua alumna.
Tal como sucediera con sus otras transformaciones, la criatura oscura no había logrado convertirse en una copia perfecta de la pony original. Esta copia mantenía los ojos verdes de la criatura, al igual que su malévola sonrisa. Además, parte de su casco derecho no se había transformado por completo. Aún así, hubo algo que hizo que la imitadora se pareciera mucho a la original ante los ojos de Celestia. Y aquello fue que la criatura aún llevaba en su cuello el collar dorado original que ella le había regalado a su querida alumna.
"Tú me amas, ¿Verdad?" Dijo la criatura, imitando la voz de Crystal Lis. Solo que esta vez, logró imitar a la perfección la voz de la pony que suplantaba.
Al escuchar aquello, la temple de Celestia finalmente se rompió. Causando que ella retrocediera rápido unos pasos, completamente aterrada, con lágrimas en sus ojos.
Aquello fue demasiado para la princesa Alicornio. No solo estaba viendo a su antigua alumna muerta, sino que Crystal le había hecho esa misma pregunta justo antes de saltar en aquel pozo oscuro. Escuchar aquello, viéndola a los ojos, y escuchando nuevamente su voz, hizo que Celestia comenzara a llorar mientras volvía a sentir toda la culpa que había estado cargando por años, por no ser capaz de salvar a su alumna.
Al ver a la alicornio caer en shock por el espanto, la criatura oscura no pudo evitar sonreír malvadamente, disfrutando del miedo de Celestia. Descubriendo que el miedo basado en el amor perdido, tenía un sabor aún más delicioso.
"Una pequeña oruga puede llegar a convertirse en una hermosa mariposa…" Dijo la criatura con la voz de Crystal, usando las memorias del pasado de Crystal. Recordando lo que le había dicho Celestia a su alumna cuando se conocieron. Entonces la criatura usó su magia de transformación para hacer aparecer su retorcido cuerno original y sus alas de insecto en la forma de Crystal Lis. "¡Mírame! ¡Por fin soy una alicornio!"
"¡Basta!" Lloró Celestia. Sintiendo un dolor en su pecho al ver como esa criatura usaba los recuerdos de Crystal para atormentarla.
"Amor… Miedo… Culpa… Desesperación… Son tan deliciosos…" Dijo la criatura, deleitada con su nuevo alimento. Mirando hacia arriba mientras su cerebro seguía recordando y evolucionando. "Quiero más…"
Con un fugaz destello verde, Crystal desapareció, y ante los ojos atónitos de Celestia y Aspen, apareció el viejo maestro de Celestia, Starswirl el Barbado. La criatura oscura pudo copiar nuevamente de forma incompleta a su objetivo, sin embargo, fue lo suficientemente buena como para lograr copiar el rostro del anciano unicornio, además de su característica capa y sombrero. Tal como la Crystal original lo había visto cuando Celestia le mostró su pasado, al usar la poción alicornio.
"¿Por qué me abandonaste? Jamás fuiste por mí." Dijo la criatura mirando a Celestia. Imitando perfectamente la voz del anciano unicornio.
"No… Yo…" Dijo Celestia con una voz suplicante. Sabiendo que quien estaba ante ella no era verdaderamente su maestro, pero de igual forma, no podía evitar sentir la culpa por jamás saber qué había pasado con su querido maestro.
Al sentir la culpa y desesperación de Celestia, el falso Starswirl no pudo evitar cambiar radicalmente su rostro y sonreír malvadamente. Saboreando extasiado aquellos deliciosos sentimiento. Sin embargo, la criatura no lograba satisfacer su sed. Entonces la criatura miró fijamente a Celestia y sonrió perversamente.
Al ver los crueles ojos de la criatura oscura, Celestia inmediatamente supo lo que planeaba.
"No, por favor." Suplicó Celestia. Sabiendo que había alguien en quién la criatura se podía transformar y que definitivamente le rompería el corazón.
En ese instante la criatura volvió a usar su magia, y el destello verde volvió a envolver su cuerpo, transformándolo. En tanto que Celestia, inmediatamente movió su cabeza y tapó sus ojos con su casco. No queriendo ver a quién sabía que la criatura quería imitar.
"Hermana, ¿Por qué no quieres verme?" Dijo la copia de Luna, con una amable voz.
"No… Por favor…" Lloró Celestia. Sin atreverse a abrir sus ojos para ver a la criatura transformada en su hermana. Pero el solo hecho de volver a escuchar la dulce voz de Luna, hizo que Celestia quedara al borde del colapso.
"¡Ámame hermana! ¡Ámame a mí y solo a mí!" Gritó la falsa Luna. Esta vez con una voz que fue una mezcla de la voz de Luna y de Crystal.
"¡YA BASTA!" Gritó Aspen furioso. Abalanzándose sobre la criatura oscura, para alejarla de su amiga, al ver lo mucho que estaba sufriendo.
Sabiendo que su magia no funcionaba bien en esa cueva, Aspen se arriesgó y lanzó lo único de magia blanca que cargaba con él: el agua del manantial del Árbol de la Armonía, la cuál cargaba en el corazón de cristal que llevaba en su cuello.
En cuanto aquella agua tocó el cuerpo de la criatura oscura, su transformación en Luna se deshizo, volviendo a su apariencia original, y puso una cara de dolor, como si aquella agua de luz blanca la hubiera quemado. Al ver una luz de oportunidad, Aspen aprovechó de atacar a la criatura oscura y se abalanzó sobre esta con sus cuernos. Una embestida feroz que golpeó de llenó a la criatura y la atravesó directo en su pecho, donde el agua la había golpeado. Sin embargo, para sorpresa de Aspen, sus cuernos no atravesaron carne ni piel como había esperado, sino que más bien, fue como golpear un muro de lodo.
Al sentir aquella extraña sensación, Aspen alejó velozmente su cabeza, temeroso que aquella oscura criatura también lo absorbiera. En tanto que la criatura, quedó con algunos agujeros en su pecho, en donde Aspen la había atravesado. Sin embargo, aquellos agujeros se fueron desplazando por su cuerpo, alejándose de su pecho, como si su cuerpo se hubiera vuelto viscoso nuevamente.
"Jeje… Aún no estoy en mi forma completa… Pero ya llegará el día, en que seré yo quien los apuñale. Solo que mi puñalada será por la espalda, jaja…" Dijo la criatura oscura, riéndose mientras lentamente retrocedía de vuelta a lo que quedaba de aquel oscuro lago de aguas verdes. Siempre mirando fijamente a Celestia. "Ya no soy una oruga… Pero tampoco soy una mariposa aún… Por ahora, solo soy una crisálida, jeje…" Rio la criatura oscura mientras se hundía lentamente en el pozo oscuro. Usando una última vez la frase de la oruga y la mariposa que Celestia había usado con Crystal. Todo para atormentar a la alicornio una última vez antes de irse.
"¡Debemos salir de aquí!" Dijo Aspen aterrado ante lo que habían visto. Mirando a su amiga a su lado, y notando inmediatamente que la alicornio parecía estar en shock.
Sin perder tiempo, Aspen ayudó a Celestia a levantarse, y ambos comenzaron a salir rápidamente de aquella maligna cueva.
"Crysss-allll-lisss… Crysss-allll-lisss…" Comenzó a repetir la voz de la criatura desde el fondo de la cueva. Repitiendo lo que fueran sus primeras palabras, al intentar pronunciar el nombre de la que fuera su primera víctima y ahora fuera la principal fuente de su esencia: 'Crystal Lis'. "Crysss-allll-lisss… Crysss-allll-lisss… ¡Chrysalis! ¡CHRYSALIS! ¡Jajaja!" Se rio siniestramente la voz desde lo profundo de la caverna, disfrutando de su nuevo nombre. Justo cuando Aspen y Celestia lograban escapar.
Notando que en el exterior su magia había vuelto a la normalidad, Aspen cargó furiosamente su magia en sus cuernos, cargando una enorme llamarada verde, y disparó aquel potente fuego en la entrada de la caverna. Entonces la entrada de la cueva se bloqueó, y tan poderosa fue la magia aplicada por el ciervo, que la propia caverna comenzó a derrumbarse y hundirse sobre sí misma.
Luego que el polvo del derrumbe se disipara, y que Aspen recuperara el aliento, luego de usar toda su magia; Aspen se volteó a mirar a Celestia. La alicornio seguía en estado de shock, con sus ojos hinchado de tanto llorar, mirando al suelo con la mirada perdida.
Al ver a su amiga en tan mal estado, Aspen se dispuso a darle unas palabras de aliento. Sin embargo, se detuvo al ver que algo se había quedado atorado en una de sus astas. Entonces el ciervo vio que luego se golpear a la criatura oscura en su pecho, el collar dorado que esta llevaba, se había quedado enganchado en él.
Luego de sacarse el collar, Aspen se acercó a Celestia y en silencio se lo mostró, sabiendo que aquel collar debía ser importante para ella. Al verlo, Celestia finalmente pudo salir de su estado de shock. Entonces ella tomó lentamente el collar y lo abrazó, volviendo a llorar al recordar a su alumna, a Starswirl y a Luna.
"Es mi culpa… Todo es mi culpa…" Lloró amargamente Celestia, finalmente logrando volver a hablar.
Mientras la alicornio lloraba, Aspen se quedó allí acompañándola. Él jamás había visto a su amiga en tan mal estado, a pesar de que ella había pasado por otras desgracias en su vida, ella nunca se había quebrado. Sin embargo ahora, parecía que finalmente Celestia no pudo más, y finalmente su dolor la superó.
"Espero que se recupere… No quiero pensar en que esto la haya afectado de una manera irreversible…" Pensó Aspen preocupado. Sin darse cuenta que toda esa situación sería el gatillante para que semanas después Celestia cometiera una locura, una que terminaría con su amistad para siempre.
'Fin del flashback.'
De vuelta en el presente, Celestia miraba con cuidado el antiguo collar dorado de Crystal, que ahora sostenía en su casco. De alguna forma, la capacidad que le había impregnado Celestia al crearlo, para absorber magia, había hecho que este absorbiera parte de la magia que había caído en aquel pozo oscuro. No la magia oscura que emanaba naturalmente de este, pero sí parte de la magia mimicker que había caído en el pozo. Fue por esta razón que aquel collar con la bellota, ayudaba a Celestia a transformarse tan fácilmente. Algo que había usado algunas veces en el último tiempo, siendo la última vez para disfrutar de un tiempo libre como 'Golden Feather', junto a su alumno.
En ese instante Celestia dejó de recordar el pasado al notar que su mayordomo, Sweet Creme, también miraba atentamente aquel collar.
"Es un bonito collar." Dijo Sweet Creme, sonriéndole a la alicornio.
"Sí… Era de alguien muy especial." Dijo Celestia con una triste sonrisa.
Justo en ese instante, nuevamente un alboroto se escuchó detrás de la puerta de la habitación de Celestia, uno que inmediatamente llamó la atención de Celestia y su mayordomo. Celestia guardó el collar en un cajón y se acercó rápidamente a la puerta.
"¿Qué es lo que sucede aquí?" Dijo Celestia, abriendo la puerta. Viendo que sus guardias estaban reteniendo por la fuerza a Spike y las amigas de Dusk Shine.
"¡Princesa! ¡Es Dusk! ¡El impostor era Dusk!" Gritó Spike, luchando para acercarse a la princesa mientras los guardias se lo impedían. "¡Shining Armor atrapó al impostor en el cuartel de la guardia!" Agregó Spike nervioso. Mostrándole a la princesa el emblema de capitán de la guardia que Shining Armor les había pasado. Uno que sorprendió a los guardias al reconocerlo.
Sorprendida al escuchar que el impostor cambiante se había atrevido a suplantar a Dusk, Celestia puso una mirada seria y le indicó a los guardias que permitieran a las amigas de Dusk acercarse. Entonces Celestia recordó algo importante, y rápidamente tomó un pergamino, escribió una carta, y la envió con su magia a su 'equipo especial', que también estaba tras la búsqueda del invasor.
"Guardias, vuelvan a sus puestos en la guardia. Yo iré personalmente a solucionar esto." Dijo Celestia rápidamente.
"P-Pero princesa, nuestras órdenes son-" Dijo el guardia tímidamente.
"¡Es una orden!" Dijo Celestia seriamente. Mirando a sus guardias con una mirada que dejó en claro que no debían contradecirla. Entonces Celestia miró a las amigas de Dusk e intentó mirarlas más amablemente, pese a que en el interior estaba asustada por lo que podía suceder. "Ustedes vuelvan a sus habitaciones. Les prometo que averiguaré qué pasó con Dusk Shine." Agregó Celestia, mirando de la misma forma seria a las amigas de Dusk. Sabiendo lo peligroso que podía ser aquel invasor, por lo que no podía dejar que las amigas de Dusk se involucraran.
Saliendo rápidamente de su habitación, Celestia se alejó y trotó hacia donde Shining Armor tenía cautivo al prisionero.
"¡Princesa! ¡Espere!" Gritó Sweet Creme, corriendo detrás de Celestia.
"¿Sweet Creme?" Dijo Celestia sorprendida, deteniéndose. "Debes volver a-"
"¡No! ¡No quiero estar sola!" Dijo Sweet Creme, lanzándose para abrazar el casco de Celestia. Fue entonces que la alicornio notó que su querida mayordomo temblaba de miedo. "Después del ataque… No me siento segura en ningún lado, solo con usted… Por favor… No me deje sola." Agregó Sweet Creme, casi al borde de las lágrimas, temblando de miedo.
En ese instante Celestia volvió a mirar la venda que su mayordomo tenía en su cabeza. Entonces Celestia acarició su cabeza y entendió lo asustada que debía estar.
Decidida a no perder más tiempo. Celestia concentró su magia, y en vez de correr, decidió teletransportarse junto con Swert Creme en frente del cuartel de la guardia. Una vez allí, Celestia abrió las puertas del cuartel y entró junto a la mayordomo. Allí, vio que el cuartel estaba bastante oscuro, solo alumbrado con unas pocas antorchas.
Tras acostumbrarse al cambio de luz, Celestia inmediatamente distinguió la forma de Shining Armor y Applejack, ambos habiéndose volteado al ver que alguien había entrado allí. Y luego de ver al capitán de la guardia y a la yegua campirana, los ojos de Celestia se posaron en quien era el prisionero: Dusk Shine. Quien tenía sus ojos llorosos mientras era contenido por la magia de Shining Armor.
"Princesa… Por favor, ayúdame… Shining Armor se volvió loco." Dijo 'Dusk', mirando a la princesa alicornio y llorando por piedad.
"No te atrevas a querer engañarme con la forma de mi alumno." Dijo Celestia con una fiera mirada. Furiosa al ver que aquella criatura ahora quería saborear su miedo. "Muéstrame tu verdadera cara, Crystal Lis… No… ¡Chrysalis!" Dijo Celestia, mirando seriamente al falso Dusk.
Al ver que su actuación no había rendido frutos, el falso Dusk borró su careta y sonrió malvadamente.
"¿Mi verdadera forma?" Sonrió el falso Dusk.
En ese instante, la magia cambiante del falso Dusk brilló nuevamente en su cuerno, causando que nuevamente se transformara. Sin embargo, a diferencia de cuando se había transformado en Applejack, esta vez la transformación fue más lenta y con cambios más notorios. El cuerpo del falso Dusk creció, obteniendo la altura de la misma Celestia. En tanto que su pelaje cambio de lavanda a negro, y todo pelo desapareció de su piel, siendo reemplazado por lo que parecía ser una dura piel de insecto. Sus patas se llenaron de agujeros y en su lomo apareció una coraza color verdoso. Dos alas con agujeros, similares a las de un insecto, aparecieron en su costado, y en su frente su cuerno cambió, volviéndose retorcido y puntiagudo, mientras su melena cambiaba de color a un azul verdoso. Finalmente dos enormes ojos verdes y brillantes se enfocaron en Celestia, mientras una cruel y tenebrosa sonrisa se formaba en su boca.
"Esta es mi verdadera forma, princesa…" Dijo el falso Dusk, ahora transformada en la Reina cambiante. "Tomó cientos de años, pero al fin logré la perfección, jejeje…" Se rio perversamente la Reina cambiante.
"Es… ¡Es ella!" Gritó Sweet Creme aterrada, reconociendo a quién la había atacado la noche anterior. Entonces ella corrió detrás de Celestia, afirmando fuertemente uno de sus cascos mientras temblaba a más no poder.
"Salgan todos de aquí. Debo hablar con… 'Ella' a solas." Dijo Celestia seriamente, mirando a Shining Armor y a Applejack.
Por un segundo, Shining Armor dudó de dejar a la Princesa a solas con tal espantosa y temible criatura. Sin embargo, la mirada de Celestia no dejaba lugar a dudas. Además, con una sola palabra, la Princesa había logrado que finalmente el impostor mostrara su verdadera apariencia. Así que lo más seguro era que si alguien podía lograr hacer hablar a esa criatura para que revelara la ubicación de Dusk, era justamente Celestia.
Shining Armor dejó de usar su magia de retención, y él junto con Applejack salieron del cuartel.
"No… No puedo moverme, princesa…" Dijo tartamudeando Sweet Creme, con sus patas tan temblorosas que ni siquiera podía caminar. Mirando con cara de espanto a la Reina cambiante. "Por favor… no me deje sola…" Agregó Sweet Creme, manteniendo su firme agarre en el casco de Celestia.
Viendo que su querida mayordomo parecía estar más traumada de lo que esperaba. Celestia volvió a acariciarla, esperando que se tranquilizara un poco. Deseando que aquello fuera solo temporal, y que su pobre mayordomo no hubiera quedado traumada de por vida. Así fue que Sweet Creme, Celestia, y Chrysalis se quedaron a solas en aquel oscuro cuartel.
"Supongo que dejé una fuerte impresión en ella, ¡Jajaja!" Se burló Chrysalis, viendo temblar de miedo a la joven mayordomo. "Debes sentirte afortunada… Pude haberte cortado la garganta en vez de solo golpearte, ¡Jajaja!" Agregó Chrysalis, asustando aún más a Sweet Creme.
"¡Donde está Dusk Shine!" Dijo Celestia fuertemente, sin inmutarse. Parándose entre Sweet Creme y Chrysalis, para que la Reina cambiante dejara de atemorizar a la joven mayordomo.
"Vaya… En realidad lo querías mucho, ¿No? ¡JAJAJAJA!" Se rio Chrysalis, sin amedrentarse ante la fiera mirada de Celestia.
Al escuchar la cruel risa de Chrysalis, Celestia recordó lo cruel que podía ser aquella criatura y de lo que era capaz de hacer. Entonces Celestia se llenó de temor y enojo hacia aquella cruel y oscura criatura. Sentimientos que hicieron que su melena se alzara, como si allí hubiera una ventisca, y sus ojos flamearan, con la mirada más amenazante que ella jamás le había dado a nadie. Una mirada que recordó fugazmente a su alter ego oscuro Daybreaker, por lo amenazante que era.
"¿¡DONDE-ESTÁ-DUSK-SHINE!?" Gritó Celestia furiosa. Usando la voz real de Canterlot, causando que su voz retumbara en todo el cuartel. Acercándose aún más a Chrysalis y mirándola cara a cara con una mirada asesina. Como si por primera vez, Celestia pensara en romper el Gran Tabú si es que Chrysalis le había hecho algo a Dusk.
No muy lejos del castillo, algún tiempo antes que el impostor fuera capturado por Shining Armor, una pareja de ponies bastante peculiar caminaba por las calles de Canterlot. No era que alguno de esos dos ponies fuera en extremo demasiado peculiar, sino más bien porque ninguna de las dos se esperó algún día estar caminando en compañía de la otra.
Aquellas dos ponies eran la Princesa Luna y Sunset Shimmer, el 'equipo especial' de Celestia. La primera vistiendo una capa que cubría gran parte de su cuerpo, además de una capucha que cubría su cabeza. Mientras que Sunset Shimmer caminaba a su lado, con una mirada que demostraba que para nada se sentía cómoda en esa situación. Una mirada idéntica a la que tenía la Princesa de la noche a su lado.
Desde que se descubriera que había una criatura cambia-formas rondando el castillo, Celestia ordenó que nadie entrara al castillo sin ser inspeccionado, dado que aquel día sería la gran boda de Shining Armor y Cadance. Sin embargo, aún estaba la posibilidad que el cambia-formas rondara fuera del castillo. Así que, luego que Celestia le contara lo peligrosa que podía ser aquella criatura oscura llamada Chrysalis, fue que Luna se ofreció a buscar al cambiante en las calles cercanas al castillo.
Sabiendo lo peligrosa que podía ser Chrysalis, Celestia tuvo muchas aprensiones con dejar que su hermana patrullara sola las calles de la capital. Pero luego de mucho dudar, finalmente Celestia cedió, solo que con una condición, que Sunset Shimmer la acompañara.
"Si mando a todos mis guardias a buscar al cambiante en las calles de la ciudad, solo generará temor y alarma en los ponies. Por eso es mejor que vaya un grupo pequeño." Dijo aquella mañana Celestia, luego que Luna se ofreciera a buscar al cambiante fuera de los muros del palacio.
"Eso lo entiendo, pero lo que no entiendo es, ¿¡Por qué quieres que vaya junto a Sunset Shimmer!?" Respondió Luna, incómoda con la petición de su hermana.
"No es que desconfíe de tu poder, Luna. Es solo que no sabes de lo que esa criatura es capaz." Respondió Celestia, mirando con preocupación a su hermana. "Sunset es la alumna de Cadance y una de las unicornios más hábiles del reino. Si Chrysalis se encuentra con solo una de ustedes, podría intentar engañarlas y apuñalarlas por la espalda. Pero si se enfrenta a dos de las ponies más fuertes del reino, estoy segura que no podrá atacarlas por sorpresa."
Así fue como se formó aquella pareja de patrullaje. Dos ponies que habían luchado por semanas para no verse cara a cara, incluso fingir que no estaban en el mismo salón las pocas veces que aquello ocurría. Y sin embargo, allí estaban ahora ellas, juntas una al lado de la otra, en un largo e incómodo silencio que había perdurado desde que salieran a patrullar las calles aquella mañana, en busca del impostor que atacó el castillo.
"Disculpe, ¿Es usted la Princesa Luna?" Preguntó repentinamente una joven yegua mientras Sunset y Luna patrullaban. Parándose junto a Luna para intentar ver mejor su rostro.
"Yo… No. No lo soy…" Respondió Luna rápidamente, ocultando aún más su rostro bajo su capucha. Entonces ella aceleró el paso para alejarse rápidamente de aquella yegua. Mientras aquella yegua simplemente se quedó mirándola confundida.
Al ver la reacción de Luna, Sunset simplemente suspiró cansada y se apresuró para seguir a Luna. Aquello se había repetido toda la mañana.
Dado que Luna aún no se había mostrado públicamente ante todos sus súbditos, era imperante para Luna seguir manteniendo oculta su apariencia. Pese a que era sabido por todos los ponies del reino que la hermana de Celestia, la Princesa de la noche, había vuelto al reino; no muchos ponies la habían visto realmente como era. A excepción de algunas pocas fotos borrosas y algunos ponies que la habían visto en la Gran Gala del Galope, la mayoría de los ponies de Canterlot seguían confundidos sobre cómo lucía realmente la Princesa de la noche.
"Es inútil que sigas ocultando tu rostro. Tu altura y tu figura delatan que eres una alicornio." Dijo Sunset con una voz cansada, una vez alcanzó a Luna. Por primera vez, hablando con ella desde que salieran juntas aquella mañana. "Simplemente deberías mostrarles a todos cómo eres. Después de todo, sigues siendo una princesa. Todos te amarán sea como sea que luzcas." Agregó Sunset, encogiéndose de hombros.
"Aún no recupero todo mi poder… No quiero que ellos piensen que soy más débil que mi hermana y que no valgo como princesa para protegerlos." Respondió Luna con una triste mirada. Entonces ella miró fijamente a Sunset, entrecerrando ligeramente sus ojos. "Tú misma lo dijiste, ¿Recuerdas? 'Solo soy una alicornio incompleta'." Agregó Luna, recordándole a Sunset lo que le había dicho cuando casi se baten a duelo en Ponyville.
Ante las palabras de Luna, Sunset abrió grande sus ojos y desvió la mirada apenada. A ella le hubiera gustado decir que había dicho eso aquella vez solo para intentar provocarla, pero Sunset sabía que una simple excusa no perdonaría el daño que ese comentario dejó en Luna. Entonces Sunset cerró molesta sus ojos, dándose cuenta que parecía que por más que lo intentara, jamás escaparía de su pasado. Y así fue como el incómodo silencio que había rodeado a amabas yeguas durante la mañana, volvió a establecerse entre ellas.
Justo en ese momento, un destello cegó momentáneamente a ambas yeguas. Entonces ambas sacudieron su cabeza y vieron que una yegua se les había acercado y les había tomado una fotografía, sin siquiera avisarles.
"Eres la Princesa Luna, ¿Verdad? ¡Gracias a Celestia! ¡Mi suerte está mejorando!" Dijo la yegua que había tomado la fotografía. Acercándose más a Luna para intentar fotografiar su rostro debajo de su capucha. "Es una ridiculez que no dejen entrar a la boda del siglo a la mejor periodista de Equestria. Pero al menos contigo, conseguiré mi primicia." Agregó la yegua, tomando una tras otra fotografías de Luna.
Aquella yegua entrometida, no era nadie más que Nosey News. La molesta reportera del diario de Canterlot que, frustrada por no poder entrar al palacio, aprovechó de haberse encontrado de casualidad con Luna, para tomar fotografías de su cara, y así ser la primera en publicar una clara foto de su rostro. Incluso, si tenía suerte, poder conseguir una entrevista exclusiva con la misteriosa y esquiva Princesa de la noche.
"¿Son ciertos los rumores que dicen que fuiste desterrada por tu hermana? ¿Qué se sintió volver a Equestria después de tantos años? ¿Qué tan cierto es que una yegua llamada Twilight Sparkle te salvó a ti y a Celestia la noche de tu regreso?" Preguntó velozmente Nosey News. Tomando sin parar fotografías de Luna. Mientras que la alicornio, lo único que pudo hacer, fue intentar ocultar su rostro bajo su capucha. Nerviosa de ser vista en su actual forma.
"¡Oye tú!" Dijo repentinamente Sunset Shimmer molesta. Usando su magia para levitar y quitarle la cámara fotográfica de los cascos a Nosey News. "Deja en paz a mi amiga. Ella no es la Princesa de la noche, y no le gusta que le tomen fotografías."
Al ver que le quitaban su cámara, Nosey News vio molesta a Sunset y luego miró de nuevo a Luna. Estando completamente segura que aquella alta pony encapuchada sí era la princesa. Esta era una primicia que no podía perderse.
"¡Devuélveme mi cámara! ¡Soy periodista! ¡Es mi derecho y deber informar! ¡Libertad de prensa!" Gritó Nosey News, saltando molesta para intentar atrapar la cámara que Sunset levitaba sobre su cabeza.
"¿Ah sí? Pues también es mi derecho y libertad deshacerme de aquellos ponies que considero molestos." Dijo Sunset con una malvada y amenazadora sonrisa. Aplastando la cámara con su magia.
Al ver aquella amenazante mirada, el valor de Nosey News se esfumó en un segundo. Entonces ella retrocedió y corrió rápidamente, para alejarse de aquella intimidante yegua. En tanto que Sunset, al ver alejarse a la molesta reportera, borró rápidamente aquella mirada amenazante y suspiró con frustración.
"Huff… Sé que no debo amenazar a los demás ponies. Pero a veces es imposible olvidar las viejas costumbres con ponies así de molestos." Dijo Sunset Shimmer, con una triste sonrisa. Mirando de reojo a Luna. "Aunque debo admitir, que me sigue divirtiendo un poco cuando asusto a un bravucón así de fácil, solo con la mirada, jeje."
Tras esas palabras, Sunset comenzó a caminar para continuar con su patrullaje. En tanto que Luna se quedó quieta unos segundos, simplemente mirando sorprendida a Sunset mientras caminaba. Entonces ella salió de sus pensamientos, y rápidamente comenzó a caminar para alcanzar a Sunset.
Por varios minutos, ambas yeguas continuaron silenciosamente su caminata, hasta que finalmente, Luna rompió el hielo.
"Gracias… por ayudarme con esa reportera." Dijo Luna lentamente. Un poco avergonzada al pensar que le estaba dando las gracias a Sunset Shimmer por algo. "También… Lamento que tuvieras que mentir y decir que eras mi amiga."
"No fue nada." Respondió Sunset sin mirar a Luna. Siguiendo con su caminata. "Supongo que yo también te debo una disculpa. Después de todo dije que eras mi amiga, y… bueno, es sabido que nadie querría ser mi amiga." Agregó Sunset con una mirada melancólica.
"Lo sé… Yo también pienso siempre lo mismo de mí. Cuando has cometido tantos errores en el pasado, ¿Cómo es que alguien querría ser tu amigo…?" Dijo Luna, con la misma mirada melancólica de Sunset. "Supongo que al menos, en eso somos parecidas."
"Supongo…" Dijo Sunset con una triste mirada. Entonces ella se detuvo, bajó su mirada, y por alguna razón cambió radicalmente de actitud. Poniendo unos enormes ojos de cachorrito embelesado, acercándose a Luna y tomando afectuosamente un casco de la alicornio entre los suyos. "¡Ya sé! Ya que somos tan parecidas, ¡Podemos ser amigas!" Dijo Sunset Shimmer, mirando con una tierna mirada a Luna.
Por su parte, Luna se impresionó al ver aquella amorosa mirada en Sunset. Sin embargo, luego de la sorpresa inicial, Luna simplemente quitó lentamente su casco y le dio a Sunset una pequeña sonrisa traviesa.
"Ni en un millón de años." Respondió sinceramente Luna, sonriendo.
En ese instante Sunset borró aquella boba mirada que tenía y comenzó a reírse sinceramente.
"Jajaja, sí, sabía que dirías eso. Es natural pensarlo, sinceramente yo también pienso lo mismo de ti." Respondió Sunset, con una pequeña sonrisa luego que Luna descubriera su broma. "Imaginé que si Cadance estuviera aquí, me hubiera dicho que te preguntara algo así. Pero dudo que ella entienda como nos sentimos nosotras. Somos muy distintas y a la vez muy parecidas, como el Sol y la Luna. Creo que estamos destinadas a nunca llevarnos bien la una con la otra."
"En eso sí tienes razón." Agregó Luna, suspirando con una sonrisa.
Tras haberse sincerado, el ambiente entre ambas yeguas finalmente se relajó. Ambas sabían que nunca llegarían a ser mejores amigas, y nunca intentarían tal aberración. Sin embargo, al menos ahora entendían que la una se sentía exactamente igual que la otra. Lo que hizo que ambas pudieran relajarse más, sonreír, y conversar sin estar tan tensas entre sí.
"Además de nuestras personalidades, hay otra poderosa razón por la que no podríamos ser amigas. Y esa razón se llama: Dusk Shine." Dijo Sunset mirando traviesamente a Luna. "Ambas competimos por el amor del mismo potro. Y a diferencia de las amigas de Dusk de Ponyville, yo no podría ser amiga de una rival."
Al percatarse que Sunset sabía su 'amor secreto' por Dusk, Luna se sonrojó profundamente. Luego poniendo una mirada pensativa al pensar en cómo la astuta Sunset había logrado enterarse de su más grande secreto. Sin darse cuenta que para Sunset, al igual que todos los que vivían en el castillo, era muy obvio darse cuenta de aquello. Solo bastaba ver cómo Luna reaccionaba cada vez que oía hablar de Dusk, o cómo se volvía como loca cuando Dusk iba al castillo.
Al ver sonrojarse a Luna, Sunset sonrió triunfante, divertida de avergonzar un poco a una de sus rivales en el amor. Sin embargo, en ese instante ella pensó en Dusk, y fue el turno de la unicornio amarilla de sonrojarse y ponerse nerviosa.
"Ahora que por fin estamos a solas. Yo… Hay algo que siempre he querido preguntarte…" Dijo Sunset sonrojada. Intentando ocultar su nerviosismo mientras miraba a Luna. "En los viajes que has tenido al mundo de los sueños, tú… en los sueños de Dusk… Él… ¿Alguna vez ha soñado conmigo?"
Ante la pregunta de Sunset, Luna se detuvo sorprendida. No solo por la pregunta que le estaban haciendo, sino por ver lo nerviosa que estaba Sunset al preguntar aquello. Sunset sabía perfectamente que Dusk no podía recordarla, debido al hechizo que ella misma usó en Dusk para contener la maldición de Discord. Sin embargo, el preguntar aquello, era una clara señal que Sunset aún guardaba una secreta luz de esperanza en su corazón de que Dusk no la hubiera olvidado por completo, al menos, en su subconsciente.
En ese instante Luna desvió la mirada y recordó algunos sueños que había visto tener a Dusk en algunas de sus visitas. En un par de sueños en particular, Luna recordaba ver a Dusk corriendo, persiguiendo a una yegua sin rostro. Una yegua a la que Dusk le gritaba que le dijera su nombre pero que nunca se lo decía. Una yegua con los mismos colores de pelaje y melena que Sunset Shimmer. Una muy pequeña y borrosa señal, que mostraba que la mente de Dusk aún se rehusaba a olvidar por completo a la que fuera su primera amiga y su primer amor.
"No… Dusk no puede soñar contigo. Él te ha olvidado por completo." Dijo Luna cerrando sus ojos. Sin estar segura de por qué le había dicho que no a Sunset. ¿Tal vez fuera porque aún eran rivales en el amor? ¿Tal vez era para que Sunset no cometiera una locura? ¿O tal vez era para proteger a Sunset y no darle falsas esperanzas? Quizás… Eran todas esas juntas.
Por su parte, al escuchar la respuesta de Luna, Sunset bajó su cabeza y puso una triste sonrisa.
"Ya veo… Jeje, mi hechizo es tan fuerte como esperaba." Dijo Sunset con una pequeña sonrisa. Pese a que sus ojos brillaron al borde de las lágrimas, pensando que la posibilidad de volver a estar con Dusk se volvía casi ínfima.
Justo en ese instante, un pequeño destello apareció ante Luna y Sunset. Uno que sorprendió a las yeguas y que molestó fugazmente a Sunset, pensando que era nuevamente la periodista sacándoles fotografías.
"Es una carta de mi hermana." Dijo Luna sorprendida, viendo que tras el destello, había aparecido un pergamino flotando ante ella. Entonces Luna rápidamente tomó el pergamino y lo leyó. "Dice que atraparon al impostor cambiante, pero que Dusk Shine está desaparecido."
"¿Dusk? ¿¡El impostor capturó a Dusk!?" Dijo Sunset asustada. Temiendo por el único pony al que de verdad le importaba en todo el mundo.
"La carta no dice nada más. Seguramente mi hermana la escribió apurada." Dijo Luna, igual de nerviosa que Sunset, pero ocultándolo de mejor manera. "Lo mejor será que volvamos al castillo, y-" En ese instante Luna se calló al ver la calle que estaba delante de ella.
No muy lejos de donde estaban Luna y Sunset, caminaba Sweet Caramel, la mayordomo personal de Luna. Por alguna razón, la mayordomo de melena rojiza caminaba con la mirada perdida, como si no estuviera segura de a dónde ir.
"¿Qué sucede?" Preguntó Sunset confundida, sin entender por qué Luna se había quedado mirando a su mayordomo tan atentamente.
"Sweet Caramel debería estar cuidando de su hermana. Ella no se separó de ella en toda la noche." Dijo Luna con una mirada de sospecha. "¿Qué es lo que está haciendo aquí sola? Ella nunca se separaría de su hermana si sabe que fue herida."
Entendiendo la sospecha de Luna, Sunset puso una mirada seria. Entonces ambas comenzaron a seguir sigilosamente a Sweet Caramel. Pensando que si estaba actuando extraño, quizás era porque estaba relacionada de alguna forma con la desaparición de Dusk.
Lentamente siguieron a Sweet Caramel por las calles cercanas al castillo. Hasta que llegaron a un pequeño callejón, en donde no circulaba ningún pony.
"¡Ya basta! No tenemos todo el día." Dijo repentinamente Sunset, quien estaba impaciente por saber el paradero de Dusk. Entonces Sunset corrió rápidamente hacia Sweet Caramel, y justo cuando esta se volteó asustada al escuchar pasos detrás de ella, fue que Sunset la empujó con su magia contra la pared y la sujetó fuertemente.
"Q… ¿¡Qué estás haciendo!?" Dijo Sweet Caramel asustada, viendo que Sunset la miraba con una mirada asesina mientras la retenía con su magia. En ese momento la mayordomo levantó la mirada y abrió con sorpresa sus ojos al ver que Luna también se le acercaba. "¡Princesa!" Agregó la mayordomo, con una mezcla de alivio y sorpresa.
"¿Qué haces aquí sola, Sweet Caramel?" Preguntó Luna, una vez llegó donde Sunset la retuvo. Mirando de reojo molesta a Sunset, por haber actuado tan bruscamente con su mayordomo.
"Yo… Yo tenía que salir del castillo. Todos están actuando raro, en especial los guardias. Como si todos fueran sospechosos de algo." Dijo Sweet Caramel, con una mirada confundida.
En ese momento Luna y Sunset se miraron sutilmente, entendiendo que la mayordomo no sabía que todos los guardias en el castillo estaban así de alertas por buscar al 'impostor' que había atacado el castillo. Aquello era porque Celestia no quiso que todos en su castillo entraran en pánico. Así que la información de que un invasor que podía cambiar de forma había atacado el castillo, era información que solo las princesas y la guardia real sabían. Además de Sunset Shimmer, que fue informada por la misma Celestia.
"No deberías estar aquí afuera. Deberías estar cuidando a tu hermana." Dijo Luna, mirando a su mayordomo con una mirada de sospecha.
"Eso… Eso no es necesario. Sweet Creme despertó esta mañana y dijo que se sentía mejor. Dijo que tenía miedo de estar sola, y que necesitaba advertirle a la princesa sobre un ataque." Respondió Sweet Caramel, que por alguna razón, desvió la mirada, mostrando cierta incomodidad.
"¿Qué sucede?" Preguntó Luna. Notando inmediatamente que su mayordomo estaba preocupada por algo.
"Yo… No sabría cómo explicarlo…" Respondió Sweet Caramel, intentando en vano ocultar su preocupación.
"Confía en mí." Dijo Luna, acercándose y tocando la mejilla de su mayordomo. Notando el miedo que su querida mayordomo intentaba ocultar.
Al sentir el tacto de su amada princesa, y ver su mirada de preocupación, Sweet Caramel finalmente dejó de intentar aparentar fuerza, y puso una mirada de miedo, casi al borde de las lágrimas.
"Ayer pasé toda la noche vigilando la enfermería del castillo, ya que no quería que nadie molestara a mi hermana. Ni siquiera dejé pasar a los guardias, que insistían con despertarla para hacerle preguntas sobre el invasor que la atacó. Así que no pude hablar con ella hasta hoy en la mañana, que despertó." Dijo Sweet Caramel con una mirada confundida. Entonces ella guardó silencio por unos segundos, y luego miró a Luna con ojos llorosos. "Con mi hermana hemos estado juntas desde siempre. Y ella ayer… Ella habla como siempre, se ve igual que siempre, actúa igual que siempre, pero el vínculo de gemelas que siempre hemos sentido la una con la otra…" Nuevamente Sweet Caramel se calló, bajó su cabeza y miró asustada a Luna. "Sé que es una locura, pero esa yegua… ¡Ella no es mi hermana!"
En ese momento, Luna y Sunset abrieron con sorpresa sus ojos. Entendiendo perfectamente que lo que Sweet Caramel decía, podía no ser una locura. Y sí aquello era cierto, significaba que todos estaban en más peligro de que pensaban.
"No es solo uno…" Susurró Luna aterrada.
De vuelta en el castillo, en el cuartel de la guardia, Celestia se había quedado mirando amenazantemente al prisionero, para que le dijera dónde estaba Dusk Shine. A Celestia no le hizo falta usar magia para ello, lo único que hizo falta fue saber que su querido alumno estaba en peligro mortal, para que la Princesa del Sol estallara en ira y diera una fulminante mirada mortal a la Reina cambiante. Mirándola con una mirada asesina que jamás le había mostrado a nadie más, y que dejaba muy bien en claro lo que estaba dispuesta a hacer Celestia con tal de salvar a su querido alumno.
Fue en ese instante, al darle esa fulminante mirada asesina a Chrysalis, que Celestia abrió grande sus ojos al ver algo que no debería haber visto. Por solo una fracción de segundo, al amenazar con su mirada a Chrysalis, fue que por un instante los ojos de Chrysalis mostraron temor, pero en tan solo un instante, volvieron a mostrar su normal exceso de confianza.
Celestia conocía muy bien los ojos de aquella oscura criatura, nacida en aquel pozo de magia oscura. Y muy bien sabía que ese ser jamás había experimentado el miedo.
"Tú… No eres Chrysalis…" Susurró Celestia confundida.
En ese preciso instante, Celestia sintió un fuerte dolor en su costado, algo que se clavó y se hundió profundamente en su piel. Con un gran grito de dolor, Celestia cayó al suelo, sin entender qué la había lastimado.
"Te dije que algún día te apuñalaría por la espalda…" Dijo la voz de Sweet Creme. Quien ya no temblaba de miedo, en cambio ahora, miraba a Celestia tirada en el suelo y sonreía malvadamente mientras sostenía una daga dorada.
Al ver aquella daga con atención, Celestia vio que era el collar de Crystal Lis. Mismo que ella había estado mirando minutos atrás, y que la falsa Sweet Creme había aprovechado tomar de la habitación de Celestia cuando esta se distrajo, y que con su magia, moldeó para afilar una de sus puntas. De esta forma, el otrora collar quedó con la forma de una daga, completamente ensangrentada.
Tras ver con qué había sido atacada, Celestia se volteó con dificultad, debido a la herida en su costado, y vio la cruel sonrisa que tenía su mayordomo al verla. Sin embargo, lo que más la asustó fue ver que los ojos de Sweet Creme también habían cambiado, volviéndose verdes y brillantes. Con una mirada asesina y malvada que verificó lo que Celestia no alcanzó a descubrir a tiempo. La que la había atacado era la mente maestra de todo, la verdadera Reina cambiante: Chrysalis.
En ese instante la falsa Sweet Creme usó su magia cambiante para quitarse su disfraz. Liberando una fugaz llama verde que la transformó casi igual a cómo se había transformado la falsa Chrysalis. Solo que esta verdadera Chrysalis era aún más imponente y terrorífica, con alas más grandes que su imitación y sin ningún agujero en sus patas. Además de vestir partes de una armadura verde en sus cascos y su cuello, con sus ojos aún más brillantes de un color verde amarillento, y una corona sobre su cabeza, una que no había tenido su contraparte falsa.
Tras la transformación de la verdadera Chrysalis, la falsa Chrysalis se acercó a ella y se inclinó ante su reina. Luego la falsa Chrysalis se levantó, y ambas criaturas cambiantes miraron a Celestia y sonrieron malévolamente, dichosas que su plan hubiera resultado. Y quien sonreía más dichosamente, era la verdadera Reina cambiante, quien disfrutaba en éxtasis al ver lastimada a Celestia frente a ella.
"Son… ¿Son dos?" Preguntó Celestia asustada. Con una cara de dolor al aún sentir la puñalada de Chrysalis.
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"No somos dos… ¡Somos cientos!" Se burló la verdadera Chrysalis mientras la falsa retrocedía, para darle espacio a su Reina. "Un ejército completo listo para acabar contigo y tu reino, con solo una orden mía, jaja." Agregó la Reina cambiante, disfrutando de saborear el terror de Celestia al descubrir la verdad.
En ese momento Celestia abrió con terror sus ojos al comprender que el ataque de la noche anterior no era solo un ataque de venganza contra ella, sino una invasión a gran escala para destruir su reino. Entonces ella apretó fuerte sus dientes para soportar el dolor en su costado, y rápidamente usó su magia para intentar defenderse y atacar a Chrysalis. Sin embargo, en cuanto lo intentó, una extraña sensación, que no había sentido en siglos, le hizo imposible usar su magia.
"¿Reconoces esto?" Dijo Chrysalis, sonriendo perversamente al ver que Celestia había intentado usar su magia. Entonces la Reina cambiante le mostró a Celestia una especie de collar, que más parecía un grillete gigante, hecho completamente de pequeñas piedras. "Está hecho de las rocas de la caverna donde nací. Pensaba hacer un trono con las pocas rocas que quedaban, pero mejor decidí usarlas como arma contra mis enemigos, jeje" Rio Chrysalis, levitando el collar y sellándolo alrededor del cuello de Celestia. "No podía dejar nada al azar. Como te dije, he planeado esto por siglos, desde mi nacimiento. Ahora… Acabaré con tu reino, y formaré el mío sobre las cenizas del tuyo, ¡Jajaja!"
"Tú… ¿¡Por qué haces esto!?" Dijo Celestia aterrada, sintiéndose indefensa al ver que la situación no hacía más que empeorar, y que si no hacía algo, todos sus queridos ponies estarían en peligro.
"¿Por qué lo hago? Simple, es por amor." Dijo Chrysalis, acercándose a Celestia y acariciando su rostro, mientras sonreía cruelmente. "Tendré tu amor, y el de tu hermana, y el de tu alumno, y el de todos los que te aman. Y lo tomaré por la fuerza, ¡Jajaja!"
"¿Tomar el amor por la fuerza? ¿¡De qué estás hablando!?" Preguntó Celestia espantada. "Esa obsesión por ser amada… ¿¡Acaso proviene de Crystal Lis!?"
"Quien sabe, lo único que sé es que así nací. Con una sed inmensa de amor." Dijo Chrysalis con una pequeña sonrisa burlona. "He enseñado a mis súbditos a alimentarse de distintos tipos de amor. Pero siempre les he dicho, que el amor más delicioso, es cuando ese amor se transforma en miedo. Cuando descubren que han sido engañados por su ser amado... Ese sabor… ¡Mmmm! No tiene comparación." Agregó la Reina cambiante, pasando la lengua por sus labios como si estuviera disfrutando de un delicioso manjar.
"¿Tus súbditos?" Dijo Celestia, mirando hacia la falsa Chrysalis, quien miraba atentamente a su Reina desde unos pasos detrás. "¿Ustedes se alimentan de amor?"
"Así es. Aunque te contaré un pequeño secreto…" Respondió Chrysalis, acercándose al oído de Celestia. "Podría alimentar a mi súbditos de otras formas, pero prefiero el amor, porque es divertido engañar y robárselo a los ponies, jeje…" En ese instante la boca de Chrysalis se abrió cerca de Celestia y absorbió parte de los sentimientos que emanaban de ella. "Mmmm… Sí… Esto es preocupación, ¿Verdad? Supongo que será un pequeño aperitivo antes de absorber todo tu amor."
"¿Dónde están Sweet Creme y Dusk Shine?" Preguntó Celestia, sintiendo un leve mareo cuando Chrysalis 'se comió' parte de sus emociones. Que en ese momento giraban en torno a la preocupación que sentía por el paradero de su alumno y su mayordomo.
"No te preocupes, lo verás con tus propios ojos…" Dijo Chrysalis, mirando fijamente a Celestia. Usando su magia para adormecer lentamente a la alicornio. "En las cuevas, nunca nadie los encontrará… Y tú… Te guardaré en un capullo como mi postre personal, jeje…" Agregó Chrysalis, logrando que Celestia cayera profundamente dormida.
Tras eso, Chrysalis volvió a usar su magia, solo que esta vez, rodeó a Celestia en un círculo de fuego verde, y con una fuerte llamarada, Celestia desapareció de allí. Quedando solos Chrysalis y la falsa Chrysalis.
"Lo has hecho bien, súbdito mío." Dijo Chrysalis, viendo a su imitadora con una seria mirada. "¿Cuál es tu nombre?"
"Yo… Yo no tengo nombre, mi reina. Solo existo para servirle." Respondió con miedo la falsa Chrysalis. Sabiendo que aquella pregunta era una trampa, ya que a la Reina no le importaban los nombres de sus soldados.
"Bien dicho. Ahora dime…" Dijo Chrysalis con una amable sonrisa. Acercándose a su súbdito y súbitamente ahorcándolo con su casco. "¿¡Por qué te transformaste en una forma incompleta de mí!?" Gritó Chrysalis furiosa. Viendo que aquel cambiante había escogido transformarse en una forma incompleta de ella, cuando aún tenía esos agujeros en su cuerpo. "¡Yo soy el punto cúlmine de la evolución! ¿¡Acaso te estás burlando de mí!?" Gritó Chrysalis furiosa. Recordando cómo las heridas que le hizo Aspen siglos atrás, al atravesar su pecho, habían bajado hacia sus patas luego de seguir evolucionando. Pero aquellos agujeros en su piel se quedaron por siglos en su cuerpo, pudiendo sanar solo en los últimos años, al completar su forma perfecta.
"¡N-No es eso, mi Reina!" Respondió con dificultad la falsa Chrysalis, mientras era ahorcada sin piedad por la verdadera Reina cambiante. "Yo no me atreví a transformarme en su forma completa, porque jamás podría imitar su perfección, mi Reina…"
Al escuchar la excusa de aquel soldado, Chrysalis se mantuvo ahorcándolo otro rato. Después de todo, solo era uno más de sus súbditos, a ella poco le importaba si moría o no. Sin embargo, la vanidad de la reina se sintió halagada con la excusa del soldado cambiante, lo que hizo que finalmente la Reina lo soltara.
En cuanto la Reina cambiante soltó a la falsa Chrysalis, la imitadora tomó su cuello y respiró con dificultad. Entonces la falsa Chrysalis se transformó, finalmente mostrando su verdadera apariencia. Siendo un cambiante de menor tamaño, un simple soldado que seguía las órdenes de su Reina. Aquel cambiante era del tamaño de un pony normal, de piel dura y negra, muy similar a un insecto de gran tamaño, con la forma de un pony. Pero lo que más diferenciaba a los súbditos de su Reina, además de su tamaño, era que estos tenían sus ojos completamente azules, sin pupila alguna.
"De prisa." Dijo Chrysalis, usando su magia para transformarse. Solo que esta vez, se transformó en una copia exacta de Celestia. "Hay una boda a la que debemos asistir." Agregó la falsa Celestia, con una siniestra sonrisa llena de malvado emoción. Como si en lo profundo de su fracturada alma, una parte de ella sintiera éxtasis al finalmente convertirse en la magnánima Princesa del Sol.
Sabiendo que no podía arriesgarse a enojar a su Reina nuevamente, el cambiante siguió el plan que ya le había dicho su Reina, y entonces fue el turno de él para transformarse. Esta vez fue el turno del soldado cambiante para transformarse en una copia de Sweet Creme.
Sonriendo al ver que su plan seguía yendo a la perfección, Chrysalis comenzó a caminar para salir del cuartel. Seguido unos pasos por detrás por el soldado cambiante.
"Mi… Mi nombre es Thorax…" Susurró débilmente el soldado cambiante para sí mismo, para que la Reina no lo escuchara. Pues pese a que a la Reina cambiante no le gustara que sus súbditos tuvieran nombres, él, al igual que la gran mayoría de cambiantes, si tenían nombres en secreto. Un símbolo de individualidad que la Reina cambiante jamás aprobaría.
'Podría alimentar a mi súbditos de otras formas, pero prefiero el amor, porque es divertido engañar y robárselo a los ponies…' Fueron las palabras que había dicho la Reina Chrysalis, y que ahora, por alguna razón, Thorax no podía quitar de su cabeza.
"¿No necesitamos robar amor para vivir? Pero entonces… Nosotros podríamos…" Pensó Thorax, antes de darse cuenta que aquello era un pensamiento de traición. Lo que hizo que sacudiera su cabeza para alejar esos pensamientos. "¡No! ¡En qué estoy pensando! ¡La Reina es perfecta! Mi única misión en la vida es seguirla, ¡Jamás dudaré de mi Reina!" Pensó el soldado, decidido a jamás dudar de las decisiones de su perfecta Reina. Pese a que aquella pequeña chispa de duda que había nacido ese día, no haría más que crecer con el tiempo.
# Fin del capítulo 18
