Capítulo 20 – Hechizo de amor

Mientras Cadance terminaba de arreglarse para la boda, cubriendo su melena con un velo, no podía evitar poner una mirada preocupada. Sabía que en solo pocos minutos ella subirá al altar para casarse con el potro que amaba, sin embargo, su mente no la dejaba sonreír, pensando en dónde estaría Dusk Shine. El potro que ella había cuidado desde que era potrillo y que en ese mismo momento se encontraba desparecido.

Luego que 'Celestia' hiciera que las ayudantes de Cadance y las amigas de Dusk abandonaran la habitación, en aquel cuarto solo quedaron la Princesa del Amor, Celestia, y su mayordomo, Sweet Creme. Estas dos últimas en completo silencio, mientras veían a una preocupada Cadance darse los últimos toques para su boda.

Justo cuando Cadance suspiraba preocupada, luego de terminar de arreglarse. Un súbito escalofrío recorrió su espalda. Con su habilidad para sentir el corazón y los sentimientos de quienes la rodeaban, Cadance tuvo un súbito escalofrío al sentir que alguien la miraba con celos, deseo y también, con mucha, mucha maldad en su corazón.

"En verdad te ves hermosa… Ahora lo entiendo. Ahora sé por qué los ojos de todos estarán puestos en ti en vez de mí." Dijo 'Celestia', acercándose desde atrás a Cadance. Sonriendo con una extraña sonrisa.

Al escuchar ese extraño comentario, Cadance se volteó y miró a quien creía que era su tía. Quien en ese momento tenía un extraño e intenso brillo verde en sus ojos.

"¿Tía?" Preguntó Cadance, mirando preocupada a 'Celestia'. Pensando por un segundo que aquella maldad que sintió podía venir de su tía. Pero desconfiar de su tía era algo tan descabellado, que su cerebro le impidió creer aquella locura.

"Supongo que tendré que cambiar mi apariencia para la boda. Después de todo, es un día importante, y debo destacar." Dijo la falsa Celestia con una siniestra sonrisa. Haciendo que su cuerno brillara de color verde y un fuego verde cubriera su cuerpo completamente. Entonces, en tan solo un instante, una copia perfecta de Cadance apareció, mirando con una cruel sonrisa a la verdadera Cadance. "Ahora yo seré la hermosa novia a la que todos mirarán." Agregó la falsa Cadance, hablando con una perfecta copia de la voz de la alicornio rosa.

Tan impactada quedó Cadance al ver aquello, que le tomó un segundo poder reaccionar. Sin embargo, ese segundo fue crucial para que no alcanzara a reaccionar a tiempo. Ya que en cuanto ella vio que la criatura que había estado a su lado no era su tía, sino la impostora que tanto habían buscado, su cuerpo fue paralizó por una magia externa.

Con su cuerpo paralizado, rodeado de un aura verde. Cadance pudo apenas mover sus ojos hacia un lado, y ver que quien había usado magia de inmovilización en ella, había sido Sweet Creme. Quien ahora también tenía un brillo verde en sus ojos.

"No te preocupes por la boda, querida. Yo tomaré tu lugar." Dijo Chrysalis, transformada en Cadance. Mirando fijamente a la verdadera Cadance mientras la hipnotizaba para dormirla. "Pronto, la novia perfecta se convertirá en la asesina perfecta. Que llenará este reino con miedo y terror, jaja…" Agregó Chrysalis con una malvada sonrisa, mientras Cadance caía en un profundo sueño. Impedida siquiera de poder defenderse, luego de haber sido engañada y tomada por sorpresa por quien creyera, era su queridísima tía Celestia.

Habiendo caído en la oscuridad del sueño hipnótico de Chrysalis, Cadance perdió la noción del tiempo y la realidad. Hasta que sintió que alguien la tocaba y la llamaba.

"Cadance… ¡Cadance!" Llamó Celestia, moviendo a su sobrina para que despertara.

Solo unos segundos atrás, en las antiguas minas de Canterlot, la verdadera Celestia había quedado impacta al ver que los cambiantes habían enviado a otro prisionero a ese lugar, asu propia sobrina, la Princesa Cadance. Entonces Celestia se apresuró a despertarla, para que saliera del trance en el que seguramente Chrysalis la había puesto.

Una vez Cadance despertó, se sintió desorientada y confundida. Sin embargo, tras unos segundos, logró recordar lo sucedido. Entonces Cadance vio a Celestia, se levantó de un salto y se puso inmediatamente en guardia. Apuntando su cuerno cargado de magia a Celestia. Recordando que había sido la misma Celestia quien la había traicionado.

"¡Aléjate de mí!" Gritó Cadance furiosa. Lista para atacar a Celestia.

"Cadance, soy yo, la verdadera yo." Dijo rápidamente Celestia asustada. Imaginándose que su sobrina había sido atacada por Chrysalis, disfrazada como ella. "Quien te atacó fue un cambiante. Debes confiar en mí."

Tras las palabras de Celestia, Cadance la miró fijamente. Entonces la alicornio rosa se concentró en sentir el corazón de Celestia. Así, ella pudo notar la genuina preocupación y cariño que solo la verdadera Celestia podía tener hacia ella.

Una vez Cadance se tranquilizó, le pidió a su tía que le explicara qué había pasado y dónde se encontraban. Tras una rápida explicación, Cadance entendió el gran peligro en el que estaban todos, y junto a su tía se dispusieron a salir rápidamente de allí, para detener la invasión de Chrysalis.

Para su mala suerte, Cadance no podía teletransportarse dado que no sabía a qué profundidad estaban las minas de cristal, y Celestia seguía impedida de usar magia, debido al collar que le había puesto Chrysalis. Así, la única opción que les quedó, fue que Cadance rompiera el collar con su cuerno, dado que su magia también se esfumaba al acercarse al collar.

A Cadance le tomó mucho tiempo romper sin magia el collar de piedras, lastimando su propio cuerno en el proceso. Sin embargo, aquello no importaba, lo único que importaba en ese momento era salir de allí lo antes posible y alertar a todos del peligro en el que estaban. En especial a su novio, quien podía ser engañado por la cambiante que en ese momento la imitaba.

Una vez Celestia estuvo liberada, se acercó a Cadance y se concentró. La mente de la alicornio blanca luchó por tener un poco de esperanza, pese a que sabía que llegarían al castillo a enfrentar una batalla en clara desventaja. No sabían con exactitud el tamaño del ejército de Chrysalis, ni cuantos impostores había en el castillo. Además, Cadance había lastimado su cuerno, y ella misma tenía una grave herida en su costado, que le hacía difícil incluso estar de pie. Con esos antecedentes, Celestia temía por lo que vendrá, sin embargo, ellas debían dejar sus preocupaciones de lado y simplemente ir a enfrentar a los cambiantes, antes que el daño que hicieran fuera irreparable.

Ya habiendo estado antes en las minas en su juventud, y conociendo a la perfección cada rincón de su castillo, Celestia pudo usar su poderosa magia para teletransportarse junto a Cadance y todos los capullos con ponies capturados, hasta uno de los pasillos principales del castillo. En cuanto aparecieron, dos guardias reales saltaron de miedo ante la sorpresiva aparición, y quedaron aún más en shock al ver a dos de las princesas alicornios heridas, llegando con varias docenas de enormes capullos verdes.

"¿¡Dónde está Shining Armor!?" Preguntó rápidamente Cadance. Acercándose a uno de los guardias y mirándolo con una mirada asustada.

"L-La boda… Ya comenzó…" Tartamudeó el guardia, apuntando hacia el salón principal. Sin comprender lo que sucedía.

Sin perder tiempo, Celestia se acercó a Cadance y ambas volvieron a teletransportarse, apareciendo justo frente a las puertas del gran salón. Allí, Cadance vio con horror como todos los invitados ya estaban en el salón, todos viendo con espanto hacia el altar. Y allí, en medio del altar, estaba su novio. Quien parecía haber atacado a la falsa Celestia, dándole la espalda a la falsa Cadance, protegiéndola.

"¡SHINING!" Gritó la verdadera Cadance aterrada. Viendo el peligro en el que estaba su novio.

Sin darle tiempo para reaccionar, y ante el horror de Cadance, la falsa Cadance se movió rápidamente y apuñaló ferozmente a Shining Armor. En ese momento, Cadance se puso pálida y sintió como si el tiempo se hubiera detenido, viendo cómo asesinaban ante sus ojos a su amado novio.

Ver aquella escena hizo que Cadance, al igual que todos en el salón, quedara en shock por un instante, viendo aquel horrible y malvado acto. Sin embargo, al ver que esa cruel escena le sucedía al pony que ella más amaba, hizo que ella fuera la más afectada de todos. Por un instante, Cadance perdió sus demás sentidos, y sus ojos solo pudieron ver a Shining sangrando, mientras él cerraba sus ojos. Ella no pudo siquiera escuchar la cruel burla que Chrysalis dijo mientras miraba a Celestia. Lo único que Cadance escuchó, fue el débil palpitar del corazón de Shining, que repentinamente dejó de sonar.

Al sentir que Shining moría, Cadance finalmente pudo salir de su espanto y fue la primera del salón en salir del shock.

"¡SHINING!" Gritó Cadance con horror. Llorando y corriendo velozmente hacia donde estaba su amado. Sin importarle que el cuerpo de Shining Armor aún estaba siendo sostenido por los cascos del enemigo. En lo único que se enfocaron los ojos de Cadance fue en Shining Armor, en correr a socorrerlo, y tenerlo entre sus casco.

Tras el grito de Cadance, fue el turno de Celestia de reaccionar. Al ver de lo que era capaz la malvada Chrysalis, Celestia apretó fuerte sus dientes para soportar el dolor en su costado, y obligándose a olvidar el dolor por un segundo, Celestia abrió sus alas y se lanzó volando a atacar a Chrysalis.

Viendo que Celestia venía a atacarla, Chrysalis sonrió malvadamente, soltó el cuerpo de Shining y voló hacia el techo del salón para que Celestia la siguiera. Así, mientras Cadance llegaba junto al moribundo unicornio blanco, los gritos de espanto comenzaban a inundar el salón, y Chrysalis y Celestia comenzaron a luchar sobre el gran salón, volando y lanzándose poderosos rayos de ataque una contra la otra.

En ese preciso segundo en que el caos y el miedo empezaba a esparcirse entre todos los invitados, quienes comenzaron a salir del shock en el que estaban, fue que Dusk, Luna y Sunset llegaron al gran salón. Los tres se habían apresurado a perseguir a Shining Armor, sabiendo que el unicornio blanco corrió hacia allí porque sabía que algo malo estaba a punto de pasar. Sin embargo, ninguno de ellos se imaginó la horrible escena con la que se encontrarían.

Al ver hacia el altar del salón, Dusk vio como Cadance se apresuraba a tomar a Shining Armor entre sus cascos, mientras este no se movía en absoluto. Aquello hizo que a Dusk le diera un escalofrío como nunca había sentido, imaginándose que lo peor podía haber ocurrido. Entonces, por primera vez en su vida, a Dusk no le importó lo que estuviera haciendo la Princesa Celestia ni nadie más en el salón. Él solo activó su magia y se teletransportó inmediatamente hacia el altar.

Por su parte, algo similar sucedió con Luna, solo que esta vio cómo su hermana volaba por el salón, con una grave herida en su costado, luchando contra una oscura criatura que adivinaba, era la malvada Chrysalis. Sin perder tiempo, Luna abrió grande sus alas y se lanzó inmediatamente a volar para ayudar a su hermana.

Así fue como la única de los tres que quedó parada en la entrada lateral del salón, fue Sunset Shimmer. La siempre analítica unicornio se quedó pasmada ante la horrible escena que vieron sus ojos, pero al mismo tiempo, se tomó un segundo para analizar todo a su alrededor para comprender bien qué sucedía antes de actuar. Fue en ese instante que la mirada de Sunset se enfocó en la falsa Celestia, aquella que había sido embestida por Shining Armor momentos antes, y que ahora se ponía de pie, luego de salir de su aturdimiento.

Por un segundo, las miradas de Sunset y la falsa Celestia se cruzaron, y al hacerlo, la falsa Celestia sonrió malvadamente y abrió su boca. Lanzando un agudo chillido que resonó en todo el salón e hizo que la mayoría de los ponies se tuvieran que tapar sus oídos.

Apenas la falsa Celestia hizo aquel chillido, docenas de falsos invitados se rodearon de fuego verde por todo el salón, revelando sus verdaderas identidades. Docenas de cambiantes aparecieron entre la multitud, y rápidamente se lanzaron contra los demás invitados. Acercándose a sus cuellos con sus afilados dientes, atacándolos con sus duros cascos de quitina, todo para generar aún más caos y miedo en la multitud.

Como si todo aquel salón hubiera sido condenado a ser una zona de sacrificio, los cambiantes bloquearon las puertas principales del salón, para que nadie escapara a su primer ataque. Pues todo eso era solo el comienzo de la que sería su gran invasión para apoderarse de todo el reino. En ese momento, dos cambiantes se lanzaron velozmente contra Sunset para atacarla y bloquear también la puerta lateral. Sin embargo, la hábil unicornio usó su magia para golpear fuertemente a ambos cambiantes y arrojarlos lejos de ella.

Al haber agitado su cuerno, Sunset inadvertidamente hizo que su capucha cayera, revelando nuevamente su rostro. Un rostro que mostró a una yegua luchando por mantener la calma, pese a que en realidad también estaba asustada ante la gran escala del ataque en el que estaba.

Si hubiera sido la antigua Sunset, ella hubiera ido inmediatamente con Dusk, o quizás hubiera luchado para salvarse solo ella misma. Sin embargo, tras haber sido alumna de Cadance, Sunset sintió por primera vez que debía dejar de lado sus propias preocupaciones, y centrarse en ayudar a los demás. Así, Sunset miró a su alrededor, y vio cómo los ponies cerca suyo estaban siendo atacados. Entonces, en medio de esa multitud, sus ojos se fijaron en cierto grupo de ponies. Cinco yeguas y un pequeño bebé dragón, quienes veían aún en shock lo que sucedía a su alrededor.

"¡Ustedes!" Gritó Sunset Shimmer asustada, pero con voz de mando. Mirando a Spike y sus amigas. "¡No se queden ahí paradas! ¡Debemos ayudar a los demás!" Gritó Sunset, odiando pedirle ayuda a aquellas yeguas, pero sabiendo que no podía detener a un ejército ella sola.

Al escuchar el grito de Sunset, Rainbow Dash, Rarity, Fluttershy, Applejack, Pinkie Pie y Spike salieron del estado de shock en el que habían estado, y miraron impactadas a Sunset Shimmer. Una yegua que todas habían esperado nunca volver a ver, y que ahora aparecía ante ellas pidiéndoles ayuda. Aquello dejó a las cinco yeguas aún en más shock de lo que habían estado segundos antes. Sin embargo, el pequeño Spike había sido testigo del verdadero corazón de Sunset y cómo en realidad no era tan malvada como a ella le gustaba aparentar. Con ese antecedente, Spike puso una mirada seria y corrió hacia donde estaba Sunset, para ayudarla a luchar contra los cambiantes del salón. Por su parte, al ver a Spike corriendo, las cinco yeguas de Ponyville salieron de su aturdimiento, y al igual que el dragón, pusieron miradas serias y corrieron para pelear también contra los cambiantes. Odiando seguir una orden de Sunset, pero sabiendo que había algo mucho más grande en juego: Salvar el reino.

Mientras el caos continuaba debajo del salón, Chrysalis volaba sobre todos, lanzándose rayos mutuamente contra Celestia y chocando de cuando en cuando, golpeándose una a la otra cada vez que lograban encontrarse en el aire. Incluso con la llegada de Luna, parecía que aquello no preocupaba a Chrysalis en absoluto, quien simplemente siguió riendo malvadamente mientras luchaba sola contra ambas alicornios al mismo tiempo.

Si hubiera sido una pelea entre Chrysalis y ambas alicornios en otro momento, quizás hubiera sido una pelea más justa, incluso con ventaja de las alicornios. Sin embargo, habías tres factores que hacían que la pelea fuera desigual. El primer factor era que ninguna de las hermanas alicornios estaba en su total potencial. Celestia estaba herida en su costado, lo que le hacía difícil volar, e incluso respirar a ratos. En cuanto a Luna, ella seguía siendo más fuerte que un unicornio normal, pero ella seguía sin recuperar todo su poder. El segundo factor que afectó la lucha, era que Chrysalis se encontraba en su mejor momento. Ella estaba en su forma completa, con más poder del que jamás había tenido, y aquello hacía que su poder fácilmente igualara e incluso superara a la de una alicornio. Y finalmente, el tercer factor, fue uno que Celestia descubrió mientras peleaba. Con cada pequeña pausa que Celestia y Luna hacían para recuperar el aliento, Chrysalis sonreía y aspiraba fuertemente. Pero lo que Chrysalis hacía no era respirar, sino alimentarse. Comer todo el miedo, horror y confusión que salía de los ponies atacados en el salón. Con cada ataque de sus soldados, todo ese amor que los ponies habían tenido, se había transformado en oscuros sentimientos, y la Reina Cambiante se alimentaba de aquellos terribles sentimientos, haciéndose más fuerte con cada bocado que daba, como si aspirara el propio terror que reinaba en el aire.

"Delicioso…" Dijo Chrysalis luego de aspirar y comer todo ese amor transformado en miedo que había en el aire. Volviéndose cada vez más fuerte.

En esa pequeña pausa en que Chrysalis se alimentó y sonrió malvadamente, Celestia y Luna se mantuvieron en el aire, respirando agitadamente, notando cómo su energía se agotaba mientras la de Chrysalis aumentaba. Ambas sabían que era cosa de tiempo antes de ser derrotadas, pero aquello no les importó. Como guardianas del reino, ambas estaban dispuestas a dar sus vidas por sus queridos ponies. Y si esta era su última pelea, seguirían luchando hasta que sus cuerpos no dieran más. Así, ambas alicornios reanudaron su ataque, mientras la cruel risa de Chrysalis llenaba el salón, sabiendo cómo terminaría aquella batalla.

En medio de todo el caos, justo en el altar del salón, otro importante evento ocurría. Allí, Dusk había llegado justo antes que la falsa Celestia hubiera dado la señal de ataque cambiante. Al llegar al altar, Dusk se acercó temblando donde Cadance sostenía a Shining.

"Su corazón no late…" Susurró Cadance llorando de impotencia. Tocando el pecho de Shining, justo en la herida, que había llegado hasta su corazón. Iluminando su cuerno con magia para intentar detener el sangrado que tenía Shining.

"Shining…" Susurró Dusk, comenzando a llorar. Poniéndose pálido mientras sentía que un vacío crecía en su estómago. "Él… Él está…" Tartamudeó Dusk, sin atreverse a pronunciar la palabra 'muerto', como si al decirlo, todo aquello se volvería real, y dejaría de ser solo una cruel pesadilla.

Respirando agitadamente, sintiendo que estaba a punto de entrar pánico, Dusk desvió su mirada. Al hacerlo, vio que la mitad de los presentes veían aterrados cómo Celestia y Luna luchan contra Chrysalis, mientras la otra mitad veía aterrada el cuerpo moribundo de Shining. Y entre esos que miraban hacia el altar, estaban los propios padres de Dusk y Shining. Su padre, Night Light, sosteniendo a su madre, Twilight Velvet, quien se había desmayado al ver a su hijo mayor ser asesinado en el que debió haber sido el día más feliz de su vida. Al ver a sus padres, Dusk abrió su boca y respiró agitadamente, lanzando chispas de su cuerno al tiempo que sentía que perdía el control de sus emociones.

En ese preciso momento, Dusk salió del oscuro trance en el que comenzaba a entrar, al tener que taparse sus oídos ante el chillido que hizo Thorax, disfrazado de Celestia. Luego, vio con horror cómo decenas de invitados en el salón se transformaron en cambiantes, lanzándose a atacar a los demás presentes. Entonces, Dusk vio que un numeroso grupo de cambiantes, que habían estado disfrazados en primera fila, sonrieron siniestramente y se lanzaron a atacar el altar.

En el último segundo, Dusk Shine lanzó un hechizo de escudo, que los encerró a él, Cadance y Shining Armor en un escudo mágico. Una poderosa barrera de color lila transparente que los resguardó del ataque, contra el que los cambiantes chocaron como si fuera un muro. Entonces los cambiantes se levantaron y comenzaron a golpear fuertemente el escudo de Dusk, haciéndolo temblar con cada golpe.

Viendo la fuerza de los golpes de todos esos cambiante, Dusk tuvo que concentrarse aún más en mantener el escudo. Sabiendo que no podía arriesgarse a desaparecerlo para contraatacar a los cambiantes, pues podía poner en riesgo Cadance y Shining.

"El escudo mágico es mi mejor hechizo. Espero que con eso pueda impresionar a los guardias y me dejen unirme a la guardia real." Había dicho un joven Shining Armor muy orgulloso. El día antes de ser aceptado como aspirante a guardia real.

"Wow… ¡De verdad que eres fuerte, hermano!" Dijo aquella vez Dusk. Impresionado con el fuerte escudo invocado por su hermano mayor.

Al recordar aquel recuerdo, Dusk cerró sus ojos y una lágrima corrió por su mejilla.

"Yo solo perfeccioné mi teletransportación para huir de los problemas. Tú perfeccionaste tus escudos, porque jamás huías de nada…" Susurró Dusk mientras lloraba. Luchando por mantener arriba su escudo. Sabiendo que su hermano podría hacer un escudo mucho más fuerte que el de él. "Shining… Aún tenemos mucho que hablar… Por favor, no nos dejes…" Lloró Dusk, mirando de reojo a Shining, quien tenía su pecho brillando con magia rosa, mientras Cadance luchaba por cerrar su herida.

"Cadance cerró su herida. Ella… Ella está usando su magia para poner su cuerpo en estasis." Pensó Dusk, entendiendo lo que Cadance intentaba hacer. Pero sin estar seguro si aquello funcionaría, ya que todo indicaba que Shining ya estaba muerto. "Pero no hay magia que pueda sanar un corazón muerto, y sin un corazón… En el momento que Cadance deje de usar su magia, el cuerpo de Shining morirá."

Mientras Cadance usaba su magia y sostenía a Shining, ella secó sus lágrimas con uno de sus cascos, y puso una pequeña sonrisa. Obligándose a calmarse, dándose cuenta que su magia curativa se vería afectada si ella estaba emocionalmente débil. Así, ella decidió hablarle a Shining como normalmente lo hacía, como si solo estuvieran ellos dos solos. Conversando como normalmente lo harían.

"Sabes amor, Spike me contó que cree que él y Dusk tienen un lazo mágico especial." Dijo tiernamente Cadance, mientras acariciaba el rostro de su amado. "Que él puede hacer que su hermano lo escuche cuando ambos están en peligro… Yo le creo. Yo creo en la magia del amor. Creo que cuando dos almas están unidas por un lazo único tan especial, sus sentimientos pueden cruzar el tiempo y el espacio. Incluso superar a la muerte." En ese momento Cadance no pudo soportarlo más. Apoyó su cabeza sobre el pecho de Shining y comenzó a llorar nuevamente. "Tienes que despertar Shining. Lo prometiste, dijiste que estarías conmigo por siempre y para siempre… Sniff… Recuerda tu promesa, amor mío…" Lloró Cadance, mientras sus lágrimas caían en el pecho de Shining Armor.


'Flashback de Cadance y Shining.'

Años atrás, Dusk Shine era un joven potrillo que aún no entraba a la Escuela de Magia. Pero quienes sí iban a la escuela, eran Shining Armor y Cadance. Ambos asistían a la Academia de Canterlot, una prestigiosa academia para yeguas y potros jóvenes, distinta a la Escuela de Magia, que recibía solo potrancas y potrillos, y que se enfocaba solo en la magia. La Academia de Canterlot se enfocaba en estudios superiores de distintos ámbitos, para preparar a los jóvenes ponies para el mundo laboral. Una escuela con un ingreso más accesible que la Escuela de Magia, pero de todas formas, igual de elitista que la futura escuela en la que estudiara Dusk Shine.

Allí, por azares del destino, Shining Armor y Cadance entraron cuando tenían la misma edad, ambos estudiando en el mismo grado. Sin embargo, parecía que ambos vivían en mundos paralelos, a años luz de distancia.

La Princesa Mi Amore, o simplemente Cadance, como le decían sus amigas, había ingresado tardíamente a la Academia. Habiendo pasado su infancia lejos de la capital, estudió magia junto a la Princesa del Sol, hasta que decidió ingresar a la Academia y estudiar con ponies de su edad. A la joven princesa, solo le bastó un día para volverse la pony más popular de la Academia. Siendo una princesa alicornio, hizo que todos los jóvenes hijos de nobles y adinerados de Canterlot, quisieran acercarse a ella y la elogiaran por todo lo que hacía.

Para Cadance, fue una alegría ver cómo todos los ponies de allí se le acercaban y buscaban su compañía. Sin embargo, con el paso de los años, creció su talento innato para sentir los corazones de quienes la rodeaban. Lo que finalmente le sirvió para darse cuenta de que muchos de quienes la rodeaban, solo estaban con ella por razones egoístas, y que tras las falsas sonrisas, habían escondidas envidias y celos. Por dichas razones, Cadance finalmente redujo su grupo de amigos, y a pesar de su popularidad, ella solo confiaba en un grupo muy reducido de ponies.

Además de su título como princesa, habían poderosas razones por las que Cadance ganó mucha popularidad. La primera, fue que año tras año la belleza de Cadance solo crecía, volviéndose una hermosa y elegante yegua. Además, su linda personalidad hacía que todos pudieran confiar fácilmente en ella, para que los ayudara con sus problemas, en especial, problemas de tipo amoroso.

Fue en esa época que Cadance descubrió su talento para sentir y compartir los verdaderos sentimientos de quienes la rodeaban, y su habilidad para hacer que esos buenos sentimientos afloraran más fácilmente en los ponies. Así, Cadance ayudó a muchas parejas en conflicto, a que olvidaran sus diferencias y recordaran el amor que se sentían. También a sus amigas, ayudándolas a reconocer qué potros sentían verdaderos sentimientos hacia ellas, y quienes solo estaban con ellas para disfrutar del momento. Por dichas razones, Cadance se volvió la yegua más popular de la Academia, y fue reconocida por el apodo de 'Princesa del Amor'.

Por otra parte, quien también había ingresado tardíamente a la Academia de Canterlot, fue Shining Armor. El joven potro no había podido ingresar a la Escuela de Magia de potrillo, dado que su familia no era noble ni de grandes recursos. Sin embargo, luego que su padre consiguiera un importante trabajo ayudando al consejo académico de Canterlot, logró un cupo para ingresar a aquella prestigiosa academia. Algo muy importante para Shining, ya que graduarse de una academia era uno de los requisitos para poder ser un Guardia Real, el cuál era su sueño.

Afortunadamente, a pesar de no haber estudiado en una escuela de magia desde potrillo, Shining Armor nunca se rindió ni dejó de esforzarse por aprender. Así, junto a sus padres y su abuela, estudió magia de forma independiente. Aprendiendo todos los hechizos básicos que debía aprender un unicornio, centrándose en uno en particular.

"Debo practicar mis escudos." Dijo Shining Armor mientras entrenaba su magia. Mirando de reojo su propia cutie mark, que era la de un escudo con una estrella en su centro. "Algún día seré guardia, y protegeré a todo el reino con mi escudo."

Así fue como Shining Armor aprobó para ingresar a la Academia de Canterlot, pero a diferencia de Cadance, su ingreso no fue bien recibido por los demás alumnos de su grado. Rápidamente Shining Armor se volvió una paria en su clase, siendo despreciado por los hijos de los nobles, quienes no podían soportar que un simple campesino que no venía de una buena familia, pudiera estar a su altura y estudiar con ellos.

Parecía que la única que no miraba con desdén al recién ingresado unicornio de la familia Shine, era la joven Princesa Cadance. La alicornio rosa grabó en su mente la primera vez que cruzó miradas con Shining Armor. Por alguna razón, ella sintió que su corazón se detuvo un instante y que todo a su alrededor se volvió color de rosa. Mismo sentimiento que sintió Shining Armor al ver a la bella alicornio, quedándose boquiabierto al verla. Sin embargo, al ver que se le había quedado mirando como un tonto, todos los potros alrededor de Shining lo empujaron y comenzaron a burlarse de él y de lo bobo que se veía. ¿Atreverse a ver directamente a los ojos a la yegua más bella de la Academia? Era un privilegio que no le darían a ese simple campesino.

Viendo como había sido ridiculizado frente a esa hermosa yegua, Shining Armor se puso rojo de vergüenza y salió huyendo. En cuanto a Cadance, ella simplemente vio alejarse a aquel potro y luego bajó su mirada, tocando sus mejillas y sintiendo que ella también estaba sonrojada por alguna razón.

"¿Te sucede algo Cadance?" Preguntó Diamond Rose. Una de las pocas amigas cercanas que tenía Cadance en la Academia. Una yegua de pelaje blanco y melena rosa.

"Yo… No estoy segura…" Respondió Cadance, con una mirada confundida.

Desde ese día, Cadance buscó a Shining Armor con la mirada, para ver si aquel extraño sentimiento se volvía a repetir cuando cruzaran sus miradas. Sin embargo, por más que lo buscó, parecía que Shining Armor era tan tímido, que cada vez que ella busca encontrar su mirada, él se sonrojaba y desviaba rápidamente la mirada.

Al ver a ese gran potro blanco, poniéndose colorado y torpe con solo una mirada, hizo que Cadance se divirtiera, y que día tras día fuera cogiéndole más afecto, pese a que ni siquiera había cruzado palabra alguna con él. Algo que difícilmente podría pasar, dado que Shining Armor siempre huía cuando ella se le acercaba, y quienes siempre rodeaban a Cadance, le hacían imposible estar a solas con aquel tierno unicornio blanco.

Para Shining, aquel primer año en la Academia fue horrible, y pensar que aún le quedaba otro año más allí, no hacía más que deprimirlo. Afortunadamente, Shining parecía no ser el único paria de la Academia, y consiguió unos pocos amigos que estaban en una situación similar a la de él. Un grupo de potros de familias más humildes que las de los nobles, potros que se juntaban en secreto a jugar juegos de mesa y de rol. Aquello hizo que la popularidad de Shining bajara de cero a números negativos, al juntarse con los nerds de la clase. Sin embargo, pese a todas las burlas, a Shining poco le importaba. Él simplemente estaba enfocado en aprobar sus cursos en la escuela, para así poder ingresar a la Academia de Guardias Reales.

Con cada burla, con cada zancadilla, con cada golpe que los otros ponies del salón le daban a Shining, él simplemente se mantenía firme y mostraba una mirada inexpresiva. Sin darles el placer a aquellos bravucones de mostrar tristeza o vergüenza. El único momento que Shining perdía su temple y salía huyendo avergonzado, era cuando Cadance estaba presente y veía cómo se burlaban de él. Aquello no pasó desapercibido para los bravucones, quienes comenzaron a molestar más a Shining cuando se acercaba a Cadance.

Por su parte, la alicornio rosa hizo lo posible para ejercer su influencia y que dejaran de molestar a Shining Armor. Sin embargo, parecía que mientras ella más lo intentaba proteger, los demás más lo molestaban, como si el hecho que a ella le agradara Shining, incrementara sus celos aún más. Así fue como Cadance se lamentó al descubrir que la única forma de proteger a Shining Armor, era precisamente no acercándose a él.

"Él tiene un corazón hermoso. Lleno de integridad, bondad y valor. ¿¡Por qué sus corazones están tan cerrados que no pueden verlo!?" Se lamentaba Cadance en silencio. Lamentando que los demás ponies no tuvieran esa capacidad que tenía ella de sentir los corazones de los demás.

Sin darse cuenta, Cadance fue enfocándose más en lo que sentía el corazón de Shining. Notando su fuerza al no dejarse intimidar por las burlas de los demás, y cómo su corazón latía como loco cuando ella lo miraba. Comenzando a notar que él gustaba de ella, pero de una manera distinta a lo que todos los otros potros sentían por ella. Lo que sentía Shining Armor era más intenso, y mucho más sincero que lo que los otros potros sentían. Y sin que ella se diera cuenta, ella comenzó a sentir lo mismo, aún sin entender qué era exactamente ese sentimiento que jamás había sentido en ella.

Fue finalmente en una pijamada que Cadance tuvo con sus dos mejores amigas, antes de ingresar a su último año en la Academia, que la alicornio rosa descubrió la verdad.

"Buck Withers podría ser mi pareja ideal, ¿No les parece? Es capitán del equipo de polo, y es taaaan apuesto…" Dijo Lemony Gem, la amiga de Cadance. Una yegua de pelaje amarillo y melena azul.

"Ya te lo dije, no creo que sea tu pareja ideal." Respondió Cadance, divertida con que sus amigas siempre creyeran estar enamoradas de los potros más atractivos, sin mirar más allá. "He sentido como ustedes dos realmente se sienten cuando están juntos. Y Buck no siente verdadero amor por ti, y con el tiempo, te darás cuenta que tú tampoco sientes verdadero amor por él."

"Cadance, tú siempre nos dices que lo que sentimos no es verdadero amor. Pero entonces, ¿Cómo se siente el verdadero amor?" Preguntó Diamond Rose, la otra amiga de Cadance.

"Hmm… No lo sé, es algo que solo lo siento." Respondió Cadance con una mirada pensativa. Recordando que en lo que llevaba de vida, no había visto a más de diez parejas enamoradas que podía decir sinceramente que se amaban realmente el uno al otro. "Cuando veo a una pareja que está realmente enamorada, puedo sentir cómo sus corazones laten en sincronía, emocionados cuando se ven el uno al otro. Puedo sentir que emanan un aura de felicidad que solo ellos dos sienten, como si solo existieran ellos dos en el mundo. Siento…"

En ese momento, Cadance abrió grande los ojos al comprenderlo. Lo que había sentido al ver a Shining Armor cuando se encontraron sus miradas, era lo mismo que habían sentido al ver a aquellas pocas parejas que verdaderamente estaban destinadas a estar juntas, solo que su sentimiento había sido mucho más intenso, porque no sentía el corazón de alguien más, sino que por primera vez había sentido el de ella misma.

"Él es el elegido… ¡Es el que mi corazón eligió! Y yo… ¡Yo soy la yegua que él amará con todo su corazón! ¡Nuestros corazones se conectaron y no me di cuenta hasta ahora!" Dijo Cadance sorprendida, comprendiendo lentamente el alcance de sus propias palabras. Entonces ella agarró una almohada, la abrazó fuertemente y comenzó a reírse, llena de dicha como nunca había sentido. "¿Así se siente el deseo de un corazón? Jajaja…" Rio Cadance, abrazando fuertemente la almohada. Disfrutando de la alegría de descubrir que estaba enamorada, y que desde ese día, haría lo posible para seguir a su corazón y que ese lazo que le mostraba el destino, se volviera un gran y verdadero amor real.


El siguiente año escolar comenzó rápidamente, y lamentablemente para Cadance, su último año en la Academia de Canterlot no empezó como esperaba. Aquel verano, Shining Armor había aprobado las pruebas para entrar a la Escuela de Instrucción de la Guardia Real. Y aunque él aún debía graduarse antes de ser formalmente aceptado como un cadete de la guardia, desde ya debía cumplir con entrenamientos y estudios extras. Así que Shining Armor comenzó a asistir cada vez menos a la Academia, lo que hizo que Cadance tuviera aún menos oportunidades de acercarse a Shining.

Además de su entrenamiento, otro punto que hizo que Shining evadiera lo más posible la Academia, fue que justo ese año, su hermano menor, Dusk Shine, ingresó a la Escuela de Magia. Una noticia que rápidamente se hizo conocida en toda la Academia, y que por supuesto, le trajo problemas a Shining Armor. Al ser acusado de ser el hermano mayor de un tramposo, quien había engañado a los jueces de la prueba, usando magia que era imposible que un potrillo tuviera. Eso hizo que Shining Armor fuera acosado aún más en la escuela, y se alejara aún más de sus compañeros.

Todo eso hizo que el plan de Cadance para acercarse a Shining ese año, se fuera al drenaje. Ella no podía ir simplemente con Shining Armor para intentar ser su amiga y conocerlo más, no cuando el pequeño Dusk ya había sido acusado de ser favorecido injustamente por Celestia para entrar en la Escuela de Magia. Cadance sabía que si ella se acercaba más a Shining, podrían empeorar los rumores, y empezarían a decir que ella misma había usado sus influencias para hacer que Shining fuera aceptado en la Escuela de Instrucción de la Guardia Real injustamente.

Aún así, sabiendo que no podía acercarse a Shining frente a todos, Cadance no se dio por vencido y luchó por acercarse en secreto a quien creía que podía ser su pony especial. Confabulándose con sus amigas para que la ayudaran a reunirse con él a solas. Aprovechando cada vez que Shining estaba a solas en la Academia, para inventar excusas y que ambos se pudieran reunir. Sin embargo, en cuanto Shining Armor estaba a solas con Cadance, se ponía a balbucear como un bobo y salía huyendo. Aquello hizo que la emoción de Cadance por descubrir si estaba realmente enamorada o no, fuera mermando. Y con cada semana y cada mes que pasaba, iba poniendo más en duda si lo que sintió aquella vez que se vieron por primera vez, efectivamente era un lazo de amor del destino, o solo había sido algo unilateral, pensando que Shining no gustaba de ella.

Por su parte, desconociendo todos los planes y sentimientos que Cadance tenía por él, Shining Armor simplemente huía de sus propios sentimientos. Tal como adivinara Cadance, Shining había caído flechado al ver a Cadance por primera vez. Y con cada gesto amable de la alicornio, con cada dulce palabra de aliento, Shining fue cayendo más y más enamorado de ella. Sin embargo, con un autoestima mermada día a día, sabiendo que para los nobles de Canterlot, él nunca sería digno de estar a su altura, Shining prefería huir, pensando que ella jamás lo vería como alguien digno de estar junto a ella.

"Lucharé por ella. Algún día me convertiré en Guardia Real del castillo, quizás llegue a sargento algún día. Y cuando eso pase, le mostraré a Cadenza que soy un potro digno de estar con ella." Dijo Shining Armor emocionado. Un día que él y sus pocos amigos nerds jugaban 'Ogros y Mazmorras' en el sótano de la Academia.

"Sí… y vivirán en un castillo de cristal y serán felices por siempre… ¡Sé realista!" Dijo Poindexter. Uno de los amigos de Shining. Un potro delgado, de pelaje blanco, que usaba gafas. "Estás mirando demasiado alto. La Princesa Cadenza está en otro nivel."

"No lo desalientes. Yo creo que debes luchar por ella, ¡Pero debe ser ahora! ¡Es tú último año aquí!" Dijo Gaffer, también amigo de Shining. Un potro de melena verde y pelaje naranja, con manchas blancas en sus patas y hocico. "¿Entrar a la Guardia Real y volverte sargento? ¿¡Cuántos años piensas esperar antes de declarártele!? ¿Crees que Mi Amore esperará tanto tiempo? Quizás podría, pero al menos debes darte a conocer, ¡Ella debe saber siquiera que existes!"

Tras escuchar a sus amigos, Shining Armor tuvo que aceptar que tenían algo de razón. Él deseaba con todo su corazón mostrarle con hechos concretos a Cadance que él era digno de estar con ella, pero sus estudios en la Academia terminarían antes de que lo lograra. Y para esa fecha, alguien tan perfecta como Cadance, ya habría encontrado a otro potro del cual estar enamorada.

Así fue como Shining Armor se armó de valor, y junto a sus amigos, decidió un día participar del show de talentos de fin de año, y cantar una canción escrita por él mismo. Sobre una hermosa yegua rosa que le había robado el corazón y que amaba en secreto con todo su ser.

Para Cadance, escuchar aquello fue como un flechazo al corazón, lo más tierno y hermoso que escuchó en su vida. Sin embargo, los celos de los demás potros hicieron que ellos se burlaran de la actuación de Shining y sus amigos. Una burla que fue creciendo entre la multitud y que hizo que Shining y sus amigos abandonaran avergonzados el escenario. Y pese a que Cadance buscó a Shining para decirle que su actuación realmente la había conmovido, Shining simplemente se fue de la Academia, pensando que no quería ser visto por Cadance luego que toda la Academia se burlara de él.

Así fue como ambos terminaron su último año en la Academia de Canterlot y terminaron, lo que creyeron, fue su última oportunidad para declararse al pony de sus sueños. Ya que desde el siguiente año, Shining Armor comenzaría con sus clases a tiempo completo en la Escuela de Instrucción de la Guardia Real; y Cadance tendría que enfocarse en su estatus como Princesa Real, y olvidarse de ser una adolescente normal.


Aquel verano, cada alumno de último año de la Academia debía hacer una práctica de la profesión que elegiría, y así terminar finalmente con su carrera elegida antes de la graduación. Para sus profesiones, Shining obviamente pasó su verano con la Guardia Real, dando todo de sí para algún día convertirse en un digno guardia del castillo, que protegería a su amada princesa. Por su parte, al tener ya saber su destino escrito en piedra desde potrilla, siendo una princesa, Cadance tuvo la opción de disfrutar aquel último verano como una adolescente normal, y se dedicó a ser niñera, descubriendo así su amor por cuidar potrillos, junto a su inmenso instinto maternal. Así, ambos pasaron aquel verano sin volverse a ver, pero siempre recordando dolorosamente en sus sueños, que habían perdido la oportunidad de conocer al que podía ser su pony especial. Sin embargo, como si el mismo destino se negara a alejar a aquellos dos corazones, fue justamente el hobby de Cadance por ser niñera, lo que pudo hacer que ambos ponies enamorados pudieran reunirse nuevamente.

A principios de aquel año, justo antes del baile y ceremonia de graduación, Cadance fue contactada para servir de niñera del pequeño Dusk Shine. Un potrillo que desde el primer momento le robó el corazón a Cadance por lo tierno que era. Y antes incluso de conocer a Dusk, Cadance se emocionó mucho al saber que nuevamente podría ver a Shining Armor, luego de no haberlo visto desde el show de talentos.

Por su parte, Shining Armor quedó sin habla al ver que la niñera de su hermanito era nada menos que Cadance, la yegua más popular de toda la escuela y quien le había robado el corazón hacía dos años. En cuanto él vio a Cadance, ella lo saludó con una dulce sonrisa, mientras que él, teniendo ya la compostura y mirada seria que debía tener un guardia, simplemente se derritió, balbuceó torpemente y salió huyendo de allí. Tal como lo hiciera cuando él veía a Cadance en la Academia.

Aquel balbuceo hizo que Cadance sonriera al recordar lo tierno que se veía Shining al ser así de torpe, y la emocionó al reconocer que a pesar del tiempo, Shining seguía sintiendo algo por ella en su corazón. Sin embargo, Cadance también se dio cuenta que el destino le estaba dando una nueva y última oportunidad para estar junto al potro que podía ser su pony especial, y esta vez, las cosas debían ser diferentes. Así fue que, para su baile de graduación, Cadance tomó una arriesgada decisión, y rechazó a todos los potros que se ofrecieron a ser su pareja, decidiendo ser la única yegua en ir sola.

El día siguiente, siendo la noche del baile de graduación, Cadance esperó a que Shining Armor se presentara. Sin importarle si finalmente era ella quien se declaraba, ella estaba dispuesta a tomar aquel riesgo y decirle lo que sentía a Shining. Sin embargo, por más que Cadance esperó, Shining no apareció. Fue entonces que Cadance entristeció al comprender que para Shining, la Academia nunca fue un buen lugar, y que por supuesto, odiaría ir a un baile de graduación y estar junto a todos aquellos ponies que se habían burlado de él.

Justo cuando el baile estaba por terminar, estando Cadance siempre sola, sin haber bailado ni una sola vez, fue que finalmente Shining Armor apareció. Él había luchado consigo mismo por ir a aquel baile. Sabía que si iba, simplemente sería el hazmerreír de todos por ir sin pareja, además de ser siempre el centro de las burlas de su curso. Sin embargo, un fuerte deseo le hizo ir una última vez a aquella academia. El deseo de ver en el baile a su amada Cadance. Para nada le importaba verla de lejos, ni si ella estaba bailando con otro potro. Lo único que finalmente motivó a Shining a arriesgarse al ridículo, fue ver en un baile a la hermosa Cadance.

Al entrar Shining al salón, los ojos de él y Cadance finalmente se encontraron de nuevo, tal como lo habían hecho el primer día que se conocieron. Con la gran diferencia que esta vez, ambos se acercaron lentamente uno al otro.

Viendo que ambos se quedaron parados, mirando de frente el uno al otro, Cadance suspiró con una pequeña sonrisa, sabiendo que tendría que ser ella quien rompiera el hielo, dado que Shining era demasiado tímido.

"¿Vas a hablarme esta vez o de nuevo vas a balbucear?" Le preguntó coquetamente Cadance. Queriendo disfrutar de ver sonrojarse a Shining, antes de pedirle que bailara con ella.

"Te amo." Fue lo que respondió inmediatamente Shining, con una mirada seria. Como si ni él mismo se hubiera dado cuenta de lo que acababa de decir.

En cuanto Cadance escuchó aquello, puso una mirada de asombro, su labio tembló y se puso roja como nunca se había puesto.

"¿¡Qué es esto!? Era yo quien tenía que hacer que él se sonrojara, ¡No él!" Pensó Cadance sonrojada. Tapando su boca y bajando avergonzada su mirada. Ya que no era correcto que una princesa luciera así de nerviosa frente a tantos ponies.

"Yo… Yo lo siento." Dijo repentinamente Shining, desviando avergonzado su mirada. "Es solo… que al venir aquí, me prometí que finalmente te diría lo que pienso, pero… esas palabras… salieron de mi boca en cuanto te vi." Agregó Shining, rojo de vergüenza. Entonces él suspiró, y tomó todo su valor para finalmente declarar sus sentimientos. "Cadance, sé que es primera vez que tenemos una conversación tan larga, pero necesito decirte mis sentimientos antes que esta noche termine. Desde que te conocí, sentí que no podía dejar de pensar en ti, como si una fuerte magia me dijera que tú eras la elegida, que no podría ser feliz si no estaba contigo. Por años pensé que era un amor imposible, y el año pasado, pensé que había perdido mi oportunidad. Pero ayer, cuando volví a verte, finalmente lo entendí. Sé que quizás nunca esté a la altura de una princesa como tú, pero yo no me enamoré de la princesa, ¡Yo me enamoré de Cadance! La yegua más dulce, tierna, linda y compasiva que he conocido. Y yo… Yo sé que quizás sea una locura y que soy un don nadie en este momento, pero, lo único que puedo ofrecerte, es mi amor. Mi total y absoluto amor por ti, y solo por ti." Agregó Shining, finalmente abriendo su corazón.

Rodeados por una multitud, que había estado sorprendida de ver al nerd del salón frente a la yegua más popular de la escuela, todos los ponies estallaron en una sonora carcajada. Burlándose nuevamente de aquel bobo potro que cayó enamorado de un amor imposible. En cuanto a Shining, tal como en la academia, él no se inmutó ante las burlas. Hacía mucho tiempo había aprendido a ser alguien valiente y fuerte, y su único gran temor, siempre había sido que la yegua que amaba pensara que era un bobo. Pero ya no más, finalmente se dio cuenta que había algo que lo asustaba más que el que Cadance pensara que era un bobo, y era el de no ver a Cadance y que ella jamás supiera lo que él verdaderamente sentía. Finalmente había declarado sus sentimientos, y sin importar lo que pasara, ya se había quitado ese gran peso de encima, y podría mirar al futuro sin remordimientos.

Mientras las risas llenaban el salón, estas se silenciaron rotundamente cuando Cadance tocó el rostro de Shining y lo besó tiernamente. Algo que sorprendió al unicornio blanco, quien abrió sus ojos con sorpresa, y luego los cerró y le devolvió el beso a aquella hermosa yegua.

Mientras ambos se besaban, los cuernos de ambos se tocaron fugazmente y lanzaron un gran brillo. Liberando inadvertidamente parte de la magia de Cadance, haciendo que todos en el salón se sintieran emocionados y dichosos entre sí. Siendo solo una pequeña muestra de lo que realmente sintieron Shining Armor y Cadance en ese momento, mientras sus labios se tocaban. Besando y siendo besado por el pony que su corazón tanto había deseado. Besando al alma que sabían que estaban destinadas a amar por el resto de la eternidad.


Desde aquel día, Shining Armor y Cadance se volvieron oficialmente novios, y cualquiera pensaría que desde entonces todo iría mucho más fácil para ellos, pero no fue así. Siendo Cadance una princesa, y Shining un cadete de la Guradia Real, ambos tuvieron que esconder su romance. La noticia de que una princesa había besado a un potro común y corriente, se había vuelto el rumor más comentado en todo Canterlot. Los paparazis acosaron a Cadance por semanas, para intentar tomar una fotografía de ella junto a Shining Armor. Por tal motivo, ambos continuaron viéndose en secreto, alejados de los ojos de los demás, para que ninguno de los dos tuviera problemas ni comenzaran falsos rumores que los desacreditaran.

Pese a que ambos tenían muy poco tiempo para verse, y que al hacerlo, debían hacerlo en el más estricto secreto, ambos lograron hacer que su amor creciera día tras día. Disfrutando de la compañía del otro y descubriendo juntos lo compatibles que eran, y cómo realmente estaban destinados a amarse el uno al otro.

Shining aprendió a amar a Cadance, tanto como su princesa como su novia. Sabiendo que aunque tuvieran diferentes opiniones de vez en cuando, él debía obedecerla ante cualquier orden que ella diera, al ser ella una princesa. Incluso teniendo que soportar escuchar cómo sus compañeros guardias hablaban de lo sexy que lucía Cadance, sin saber que su novio estaba allí presente. Por su parte, Cadance también aprendió a amar el lado complicado de Shining, divirtiéndose cuando él se ponía celoso cuando le decía lo tierno que era su hermanito Dusk Shine. Riéndose con lo celoso que se ponía Shining, cada vez que ella le mostraba un relicario en el que guardaba una foto de Dusk.

Aquellos pequeños problemas fueron muy fáciles de superar para la enamorada pareja, cuyo amor creció con los años. Divirtiéndose y fantaseando sobre cómo sería formar una familia juntos, tener muchos hijos y vivir en un castillo de cristal. Soñando con esa loca fantasía imposible, que siempre les divertía mucho imaginar.

"No sé si me gustaría tener muchos hijos. Los hermanos pueden ser un fastidio." Dijo un día Shining Armor, poniendo una cara pensativa mientras abrazaba a su novia. Ambos ocultos en uno de los jardines del palacio.

"¡Jeje! Solo lo dices porque estás celoso de Dusk." Se rio Cadance. "Uno, dos, cinco, no me importa cuántos hijos tengamos. Siempre que ambos estemos juntos." Agregó Cadance con una tierna sonrisa, besando a Shining. "Aunque para eso, aún falta mucho tiempo, jeje."

Mientras Cadance y Shining disfrutaban pensando en su futuro, desde no muy lejos, en una de las ventanas del castillo, ambos estaban siendo observados por Celestia. La alicornio blanca se había asegurado que ningún guardia se acercara a los enamorados, para que así disfrutaran su momento juntos. Sin embargo, Celestia no pudo evitar escuchar la conversación que ambos tuvieron, y al hacerlo, ella puso una triste mirada.

A partir de ese día, por alguna razón, Cadance empezó a tener menos tiempo para ver a Shining Armor. Teniendo siempre una excusa para no reunirse con él. Una distancia que se volvió enorme, cuando sorpresivamente Shining fue elegido para ir de guardia a la frontera norte. Una designación que lo tomó completamente por sorpresa.

Estando en la helada frontera norte, Shining continuó escribiéndole cartas a Cadance. Cartas que no fueron respondidas en ningún momento, algo que hizo sospechar a Shining que algo malo podía estar pasando entre ellos. Así fue como Shining investigó quién había dado la orden de mandarlo a la frontera norte. Pensando que quizás fue el viejo Capitán de la Guardia o la propia Princesa Celestia, quienes querían evitar que él estuviera junto a su amada Cadance. Sin embargo, su corazón casi se quiebra al descubrir que quién había dado tal orden, no había sido otra más que la propia Cadance.

Tras terminar su larga estadía en el Norte, Shining Armor finalmente volvió a la capital del Reino, y su primera acción, fue visitar a Cadance en privado.

"Shining… M-Me alegro verte. ¡Supe que te ascendieron a teniente! Espero que tu guardia en el norte haya… haya sido fructífera." Dijo Cadance una vez ella y Shining estuvieron a solas. Hablando más formalmente de lo que hacía normalmente. Poniendo una nerviosa sonrisa al ver a Shining nuevamente, luego de tantos meses.

Sabiendo que Shining era lo suficientemente inteligente como para descubrir que había sido ella quien lo había enviado al Norte, Cadance sabía que esa charla sería densa. Sabía que luego de evadir por tanto tiempo aquel momento, finalmente él la recriminaría por no responder sus cartas y por apartarse de él por tanto tiempo. Ella entendía perfectamente el odio que Shining debía tener por ella en ese momento, y estaba preparada para aceptarlo.

"Cadance…" Dijo Shining con una seria mirada. Repentinamente agachándose y levitando una pequeña caja frente a él. Abriéndola frente a Cadance y mostrando que era un hermoso anillo dorado de bodas. "¿Quieres casarte conmigo?"

Rompiendo completamente con lo que Cadance había esperado, la alicornio rosa quedó en shock. Luego su labio tembló ligeramente y miró con ojos lloroso a Shining.

"¿Por qué haces esto…? Sabes que he intentado alejarte de mí estos meses. He sido distante contigo… ¡Deberías querer terminar nuestra relación! ¿¡Por qué me pides que me case contigo!?" Gritó Cadance llorando. Dándose cuenta que su querido Shining Armor seguía amándola, a pesar de lo cruel que ella había intentado ser con él.

"No me interesa si me mandas a la luna, te lo dije en la Academia, tú siempre tendrás mi amor absoluto." Respondió Shining, siempre con una seria mirada. Aún manteniendo flotando frente a Cadance el anillo de bodas. "No sé por qué me enviaste al Norte, ni sé por qué no has respondido mis cartas, pero lo único que sí sé es que te amo, y confío plena y absolutamente en ti. Y en mi tiempo lejos, aprendí que no puedo vivir lejos de ti, y que quiero pasar el resto de mi vida junto a la yegua que amo."

Al escuchar la respuesta de Shining, Cadance tapó su boca mientras se emocionaba y lloraba aún más. Por más que no debiera, ella amaba a ese potro con todo su corazón, y no podía negarlo.

"Te amo Shining…" Dijo Cadance con una triste sonrisa. "Y es por eso… que no puedo aceptar tu propuesta." Agregó Cadance, dándose la vuelta y saliendo corriendo del salón. Dejando a un desconsolado y confundido Shining Armor solo en el salón.

Después de aquel día, Cadance se tomó un descanso de sus deberes reales, y se encerró en su habitación por días. Por su parte, Shining luchó por días consigo mismo, sintiendo enojo, confusión, tristeza, todo envolviendo un corazón roto, que le decía que sin su amada, nada tenía sentido, ni siquiera la vida. Así, fue que un día Shining no pudo soportarlo más y fue hasta la habitación de Cadance, noqueó con su magia a dos guardias que custodiaban la habitación de la princesa, e irrumpió en su habitación.

"¿Por qué?" Preguntó Shining Armor al borde de las lágrimas. Mirándo a Cadance directamente, con una mirada de súplica. "Si ya no me amas, lo entiendo. Si no soy digno de estar junto a una princesa, lo entiendo. Pero necesito saberlo, ¡Quiero que me lo digas! ¿¡Por qué no quieres casarte conmigo!?"

Habiendo pasado varios días sola, Cadance había podido calmar su lastimado corazón. Y pese a que la pena seguía apretando su pecho, ella finalmente tuvo la fuerza para poder darle una explicación a su amado. Después de todo, él se lo merecía.

"Shining, ¿Por qué quieres casarte conmigo?" Preguntó Cadance. Mirando con una triste sonrisa a su novio.

"Porque sé que estamos hechos el uno para el otro. Porque nos amamos por sobre todas las cosas. Porque quiero que formemos una hermosa familia y tengamos muchos hijos. Y porque quiero estar a tu lado hasta el último de mis días." Respondió Shining Armor. Finalmente quebrándose y mirando con dolor a su amada.

"Es por eso que no puedo casarme contigo." Respondió Cadance, intentando sonreír mientras sus ojos se llenaban de lágrimas. "Shining, yo… no puedo tener hijos. No puedo darte la familia que tanto esperas." Agregó Cadance llorando, causando que Shining se pusiera pálido.

En ese momento, Cadance le explicó a Shining una conversación que ella tuvo con su tía Celestia meses atrás, justo antes de mandar a Shining a la frontera Norte. Aquella vez, Celestia le explicó a su sobrina que como seres inmortales que eran las alicornios, para ellas les era imposible tener hijos. Aquello iba contra la magia antigua y el orden natural de las cosas. Por eso, la misma Celestia no había tenido hijos en sus cientos de años de vida.

Al escuchar aquello, Shining sintió un vacío en el estómago. No por él, sino por Cadance. Por años, ellos habían soñado con tener una familia, en especial Cadance. Ella amaba a los potrillos, y desde que fuera niñera, ella había soñado con algún día ser madre. Shining entendió el impacto y dolor que aquella noticia tuvo que tener en Cadance, y entendió por qué ella intentó hacer que él terminara con ella.

Shining se acercó a su novia y la abrazó tiernamente, mientras esta lloraba. Un amargo llanto que la alicornio liberó al sentir el dolor de no poder cumplir su más anhelado sueño, además del dolor de no poder cumplir con el deseo del potro que tanto amaba.

"Cadance, eso no me importa. Yo quiero estar contigo." Dijo Shining amorosamente mientras abrazaba a su novia.

"No lo entiendes, ¡Soy inmortal! No solo no puedo tener hijos, te estaría condenando a vivir una vida con alguien que no envejecerá junto a ti. Con alguien que no podrá estar a tu lado por siempre como iguales." Dijo Cadance, sintiendo el verdadero peso de ser una alicornio. La maldición de vivir una vida eterna en completa soledad.

"Cadance, te dije que quería formar una familia contigo, ¡Pero podemos ser solo nosotros! Seremos una familia de dos, eso es igual de hermoso." Dijo Shining, acariciando el cuello de su amada. "Incluso, si algún día queremos tener hijos, podemos adoptar. ¡Eso no tiene que ser un impedimento para nuestra felicidad!"

"Shining, tú-" Dijo Cadance llorando, hasta que fue detenida por el casco de Shining. Quien dejó de abrazarla y la miró de frente, con una tierna y cariñosa sonrisa.

"Y sobre tener una novia inmortal, créeme, no es un problema que mi esposa sea eternamente joven, jeje." Sonrió Shining, secándole a Cadance las lágrimas de sus mejillas. "Y no te preocupes por mí, prometo no morir ni te dejarte sola jamás. No importa si debo abrirme paso por el mismo infierno y luchar con la propia muerte. Prometo estar siempre contigo. Desde hoy, mi corazón es solo tuyo, y nunca te abandonará." Agregó Shining, tomando tiernamente el casco de Cadance y poniéndolo sobre su pecho, para que ella sintiera el latido de su corazón. El corazón que ahora le entregaba.

Quedándose sin palabras ante aquel gesto, Cadance soltó una lágrima y besó tiernamente a Shining. Decidiendo que no le importaba el futuro, lo único que quería era estar siempre con ese potro, y darle su amor por el resto de su vida.


Unas semanas después de que Cadance aceptara la propuesta de matrimonio de Shining, Celestia caminaba por los pasillos de la biblioteca del castillo, yendo hacia la sección prohibida. Buscando a su sobrina, dado que llevaba días desaparecida de sus labores reales.

Una vez Celestia llegó allí, tal como temía, vio que Cadance estaba allí. La alicornio rosa había revuelto toda la sección prohibida de la biblioteca, habiendo leído cientos de libros y descartándolos en el suelo. Y justo en ese momento, Cadance estaba leyendo otro libro, con su ceño fruncido, ya que parecía que en ese libro tampoco estaba lo que buscaba.

"Adivino que aceptaste la propuesta de matrimonio de Shining Armor." Dijo Celestia, sin acercarse a su sobrina. Solo viéndola mientras esta mantenía su mirada fija en su libro.

Ante la pregunta de Celestia, Cadance no se inmutó. Ella simplemente se mantuvo leyendo, pasando hoja por hoja, frustrada al no encontrar el hechizo que quería. En tanto que Celestia, puso una triste mirada, adivinando lo que debía estar pasando por la mente de su sobrina… por la mente de una alicornio inmortal enamorada.

"Por eso te lo advertí, sabía que esto solo te traería sufrimiento." Dijo Celestia con una triste mirada. Recordando lo hermoso que era el amor, pero lo doloroso que podía llegar a ser imaginar perderlo. "Dime, ¿Es esto lo que buscas?" Agregó Celestia, levitando unos pergaminos que parecían ser muy viejos.

Al ver que Celestia tenía lo que podía estar buscando, Cadance miro seriamente los pergaminos, se acercó a Celestia, y comenzó a leerlos. En tanto que Celestia, sabía que era un peligro dejar a su sobrina leer esos pergaminos, pero quería que fuera ella misma quien decidiera que no era correcto usarlos.

"Este es un hechizo de inmortalidad. Sin embargo, aunque lo uses, no podrás hacer que Shining Armor se vuelva inmortal como tú." Dijo Celestia con una triste mirada, mientras Cadance leía silenciosamente aquel pergamino. "Convertir a un ser mortal en inmortal, solo hará que crees un monstruo." Agregó Celestia, con una mirada llena de dolor al recordar algo de su pasado.

"No es el hechizo que busco." Dijo repentinamente Cadance. Devolviéndole los pergaminos a su tía y volviendo a la pila de libros a buscar lo que quería. En tanto que Celestia, miró con asombro a Cadance. Ella había estado segura que Cadance estaba buscando ese hechizo para lograr volver inmortal a su amado, todo para evitar un cruel destino que era imposible evitar. Pero entonces…

"Cadance, ¿Qué es lo que buscas?" Preguntó Celestia confundida. Sin entender lo que realmente buscaba su sobrina en aquellos libros.

Tras la pregunta de Celestia, Cadance dejó de buscar en los libros, dio un suspiró y miró hacia el suelo con una triste mirada.

"Sé que la magia alicornio es muy especial, por eso, estoy buscando un hechizo para traspasar mi magia alicornio llegado el momento." Respondió Cadance. Luego ella alzó su mirada y miró a su tía con una triste pero determinada mirada. "Cumpliré mis deberes como Princesa el tiempo que sea necesario. Pero llegado el momento, cuando Shining tenga que dejar este mundo, yo lo dejaré con él."

Ante la respuesta de su sobrina, Celestia abrió con sorpresa sus ojos. Entonces ella se acercó a Cadance y le dio un cálido abrazo. Ese abrazo dijo más que cualquier palabra que pudiera decir. Lo que pedía Cadance era una locura, pero lo que ella necesitaba no era que se lo dijeran, sino consuelo para apoyarla en una difícil decisión. En tanto que Cadance, entendió lo que aquel abrazo significó, y comenzó a llorar de impotencia.

"Lo amo tía. Yo… Yo no podré vivir sin él." Dijo Cadance entre lágrimas. "Yo no pedí esto… Yo nunca pedí ser inmortal… Yo nunca pedí ser una princesa…" Lloró Cadance, sintiendo que de nada servía todo su poder, si tenía que renunciar a todo lo que amaba y deseaba.

"Lo sé, querida Cadance… Lo sé…" Respondió Celestia, acariciando la cabeza de su querida sobrina. Entendiendo a la perfección la frustración que debía sentir su sobrina en ese momento.

Recordando las palabras que Shining Armor le había dicho cuando le pidió matrimonio, Cadance repitió exactamente aquellas mismas palabras.

"Shining… No importa si debo abrirme paso por el mismo infierno y luchar con la propia muerte. Prometo estar siempre contigo. Desde hoy, mi corazón es solo tuyo, y nunca te abandonará." Susurró Cadance, realizando el mismo juramento que había hecho Shining Armor. Justo cuando inadvertidamente la punta de su cuerno brillaba, lanzando una chispa mágica con la forma de su cutie mark, un corazón.

'Fin del flashback.'


De vuelta en el presente, todo se mantenía en un completo caos en el salón principal del castillo. Lo que debió ser una hermosa boda, se había convertido en el primer ataque de una invasión. Y en el altar, en vez de haber una pareja de novios, leyendo amorosamente sus votos; ambos novios estaban recostados en el suelo. La novia sosteniendo a su moribundo novio, quien solo se mantenía con vida por la poderosa magia alicornio rosa.

"Resiste, por favor…" Lloraba Cadance mientras usaba su magia en Shining. Sabiendo que ninguna magia podía revivir a los muertos, y que el corazón de Shining ya no latía. Pero de igual forma, sintiendo muy en el fondo, que Shining aún seguía con vida en alguna parte de su ser.

La magia para mantener a alguien vivo, siendo apuñalado su corazón, no existía. Aquel daño era demasiado severo, y Cadance bien lo sabía. Sin embargo, lo que Cadance aún no comprendía, era que lo que ella misma usaba en Shining, era una magia nueva, una magia que inadvertidamente ella y Shining habían logrado crear. Una que había logrado salvar milagrosamente la vida de Shining, al menos, por unos segundos más de vida.

Para crear un hechizo, se requerían de varios factores, y sin darse cuenta, Cadance y Shining los habían cumplido. Ambos habían hecho un fuerte juramento entre ellos. Ambos habían liberado su magia al declarar sus sentimientos, generando un lazo mágico único entre ellos. La poderosa magia alicornio de Cadance, pudo lograr que su deseo de entregarle su corazón a Shining, hiciera que la vida de Shining estuviera ligada a la vida de Cadance, lo que lo ayudó a sobrevivir. Todo eso hizo que ambos crearan un nuevo y único hechizo mágico de vida, sin embargo, todo aquello hubiera sido inútil sin un curioso y afortunado accidente que logró completar aquella poderosa magia de vida.

Sin darse cuenta, Chrysalis cometió un grave error de cálculo, que ayudó a que el corazón de Shining no hubiera muerto inmediatamente, a pesar de ser atravesado. Ya que antes de apuñalar a Shining Armor, la Reina Cambiante había apuñalado a Celestia, y parte de la sangre de la alicornio había quedado en la daga. Sin que Chrysalis lo supiera, la sangre de alicornio era uno de los pocos elementos en el mundo que contenía magia antigua, siendo las alicornios lo únicos seres vivos en tener dicha magia corriendo por sus venas, lo que explicaba su poder. Aquello hizo que la sangre de Celestia protegiera en parte el corazón herido de Shining.

Sin embargo, a pesar de todos esos factores a su favor, que habían logrado impedir que Shining muriera inmediatamente, el unicornio blanco seguía hundiéndose lentamente en la muerte, ya que su corazón no latía. Él necesitaba una chispa para despertar, una razón para vivir, y eso era lo que su amada Cadance debía darle.

Ajeno a todo el caos que ocurría en el mundo real, la consciencia de Shining se encontraba en un solitario y oscuro abismo. Uno que se iba haciendo cada vez más oscuro mientras caía en la muerte y su propia esencia dejaba de existir.

"¿Dónde estoy…? ¿Qué hago aquí…?" Pensó Shining Armor en la oscuridad, mientras su cerebro se apagaba y su alma abandonaba este mundo. Olvidando sus recuerdos, y lentamente, su propio ser. "Yo… ¿Quién soy…?"

En aquel último segundo antes de desvanecerse por completo, una muy pequeña pero brillante luz apareció en el oscuro abismo mental en el que desaparecía Shining. Acompañado de un cálido sentimiento y una dulce voz.

"Tienes que despertar Shining. Lo prometiste, dijiste que estarías conmigo por siempre y para siempre…" Dijo la dulce voz de Cadance llorando. Usando toda su magia para que su voz alcanzara a Shining Armor. "Recuerda tu promesa, amor mío."

"¿Promesa?" Pensó Shining Armor, olvidando ya su propio ser. Sin embargo, había una última cosa que aún quedaba por olvidar y que se negaba a hacerlo. "Es cierto… Yo lo prometí… Prometí que… ¡Prometí que siempre estaría a tu lado!" Gritó Shining en su mente, finalmente despertando, recordando que tenía una muy poderosa razón para vivir.

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"Te amo." Lloró Cadance en el mundo real. Tocando el rostro de su amado y besándolo. Justo en el momento en que sintió un cálido sentimiento como nunca antes había sentido, y tanto su cuerpo como el de Shining, comenzaron a brillar.

En ese instante, Chrysalis tomaba vuelo y golpeaba fuertemente a Luna, quien a su vez golpeó a Celestia, y ambas alicornios cayeron finalmente derrotadas, estrellándose contra el piso del salón. Con una malvada risa, Chrysalis miró hacia arriba sonriendo y aspiró nuevamente para comer el miedo del salón, lista para dar el golpe final a sus enemigos. Sin embargo, al comer el miedo del salón, un muy desagradable sabor llenó su boca. Aquel sabor era el del amor puro, un amor lleno de esperanza, fuerza y bondad que no debería de existir en aquel salón.

Confundida, Chrysalis bajó su mirada hacia el altar. Allí, Dusk Shine desvaneció el escudo con el que había estado protegiendo el altar, y a su lado, estaba Cadance de pie, mirando amorosamente a su novio, quien milagrosamente había despertado y también la miraba directamente, con una amorosa mirada. Tanto Cadance como Shining estaban envueltos en una brillante aura blanca y rosa, un aura tan brillante que cegó a algunos cambiantes que estaban cercanos a ellos.

"Eso… Eso es imposible…" Dijo Chrysalis sorprendida. Viendo que Shining Armor estaba de pie con vida.

Mientras tanto, en el altar, Cadance y Shining seguían mirándose mutuamente, como si por un instante olvidaran todo a su alrededor y solo existieran ellos dos en todo el mundo.

"Me salvaste." Dijo Shining sonriendo. Sintiendo que su corazón estaba más sano que nunca. Al tiempo que su cuerno se conectaba mágicamente con el de Cadance, y sentía cómo una magia más poderosa y cálida de la que jamás había sentido, comenzaba a crecer dentro de él.

"No fui yo, fue nuestro amor." Dijo Cadance sonriendo. También sintiendo que su magia crecía y crecía. Sintiendo una felicidad y calidez en su corazón que solo podía sentir al ver a su amado a los ojos. Y que ahora, al recuperarlo, solo hacía más fuerte aquel sentimiento.

"Yo… ¡YO TE MATÉ!" Gritó repentinamente Chrysalis furiosa. Lanzándose en picada para atacar a Shining y Cadance.

Aún ajenos al mundo exterior, solo perdidos en los ojos del otro, Shining y Cadance ni siquiera escucharon el grito de Chrysalis, y simplemente se besaron. Demostrándose su amor, tal como aquel primer beso en el baile de graduación, en el que habían descubierto que ese pony al que besaban, sería su pony especial por el resto de sus vidas.

Con el beso de Cadance y Shining Armor, la magia de amor que había estado contenida por siglos en el secreto linaje de Cadance, finalmente se liberó. Entonces una gran onda mágica se expandió desde los dos enamorados y se expandió por todo el salón.

Aquella onda tuvo dos efectos en los presentes. En aquellos ponies que habían estado llenos de terror y confusión, hizo que comenzaran a sentirse felices y sin miedo, luego que aquella cálida magia los golpeara. En tanto que a los cambiantes, que solo buscaban robar el amor de los demás y provocar el miedo, a ellos la magia los golpeó como una fuerte palmada en el rostro, que los dejó aturdido y confundidos. Y justamente, a quién pareció golpear más fuerte, fue a Chrysalis, quien fue golpeada por aquella magia justo antes de poder llegar a tocar a Shining y Cadance. Causando que Chrysalis golpeara fuerte el piso y rodara por el suelo golpeada.

Al ver a Chrysalis caer, Dusk Shine vio que algo muy importante se le había caído a la Reina Cambiante: su corona. Entonces Dusk Shine se apresuró a ir hasta donde estaba la corona, levantó fuerte sus cascos delanteros, cargándolos con magia, y con un fuerte pisotón aplastó aquella corona. En cuanto lo hizo, esta dio un fuerte estallido que hizo que Dusk fuera empujado y cayera de espaldas. Al tiempo que de la corona salió un humo negro, y un extraño ruido, mezcla de grito de terror y carcajada, salió de la figura de humo que se formó y se desvaneció en el aire. Como si la propia corona hubiera tenido vida propia y se hubiera esfumado.

Luego del golpe, Dusk levantó aturdido su cabeza, no estando seguro si la corona había escuchado había sido su imaginación o no. Luego vio sus cascos delanteros, y vio que parecían haberse quemado luego de aplastar aquella corona, incluso aunque protegió sus cascos con magia.

"Lo sabía, esa corona tenía magia oscura. ¡Eso le daba poder a Chrysalis!" Pensó Dusk. Sintiendo que su corazón se encontraba en extremo agitado luego de destruir aquella corona.

"Tú… ¿¡QUÉ HICISTE!?" Gritó repentinamente Chrysalis con terror. Levantándose luego de su caída y viendo cómo su preciosa corona había sido destruida. Entonces la Reina Cambiante levantó uno de sus cascos y vio cómo su apariencia comenzaba a cambiar. Aquellos agujeros que tanto había luchado por ocultar con su 'apariencia perfecta', volvieron a aparecer y llenaron sus cascos. "¡Mi poder! ¡Devuélveme mi poder!"

"Tú no tienes poder alguno aquí." Dijo Cadance, mirando fijamente a Chrysalis. Todo mientras sus ojos y los de Shining brillaban intensamente de blanco. Ambos siendo rodeados por una enorme aura rosa.

"Tú… ¿Qué fue lo que hiciste? Es… Es imposible revivir a los muertos, ¡No existe tal magia!" Dijo Chrysalis, mirando con odio a Cadance.

"El amor es más fuerte que cualquier magia." Respondió Shining, también mirando a Chrysalis fijamente.

"¿Amor? ¡No me hagas vomitar! El amor no puede salvarte, ¡El amor de nada sirve más que para alimentarse de otro! ¡Eso no es magia!" Gritó Chrysalis furiosa. Pensando que aquellos dos se querían burlar de ella.

"Tú crees en el poder del mal, del odio y del miedo." Respondió Cadance, mirando a Chrysalis y luego a su novio. Gesto que también hizo Shining, e hizo que la magia de ambos volviera a crecer y a ser más brillante aún. "Pero jamás comprenderás el poder del amor. Y por eso, le temes."

Al escuchar aquello, Chrysalis abrió con sorpresa sus ojos. Ella no podía tener miedo… ¡Jamás lo había tenido! Y sin embargo, allí estaba ella, parada completamente sola, incapaz de moverse al sentir aquella cálida magia, con su cuerpo temblando por alguna razón.

"¿Miedo? ¿¡Miedo!?" Pensó Chrysalis con furia. No queriendo aceptar que lo que decía Cadance, era cierto.

Entonces Chrysalis vio a su alrededor y vio cómo algunos ponies que la miraban, que ya habían olvidado su miedo gracias a la cálida magia de Cadance, ahora la veían fijamente. Mirándola con miradas de lástima. Miradas que hicieron que Chrysalis se irritara aún más. ¡Ella era una Reina! ¡Nadie podía tenerle lástima! ¡Ella era perfecta!

Con un naciente odio contra Cadance y Shining, Chrysalis abrió sus alas y con un grito de furia volvió a lanzarse al ataque contra ellos. Sin embargo, la magia que rodeaba a Cadance y Shining Armor brilló más fuerte que nunca. Haciendo que ambos ponies se elevaran en el aire al cruzar sus cuernos, y una onda aún más poderosa, de cálida magia de amor, salió disparada de sus cuerpos.

Cuando aquella nueva onda mágica golpeó a los cambiantes, esta vez los golpeó aún más fuerte, como un fuerte muro de concreto. Aquello hizo que la Reina Cambiante y sus soldados salieran fuertemente golpeados y disparados hacia el techo de cristal del salón. Rompiendo en añicos el techo y arrojando lejos del castillo a todos los cambiantes presentes. Una magia de amor puro que los golpeó tan fuerte, que dejaría en aquellas oscuras criaturas una marca de por vida. Una que les recordaría para siempre que el amor es más fuerte que cualquier cosa.

Luego que los cambiantes salieran volando por los aires, todos en el salón se miraron entre sí, sonriendo y abrazándose entre ellos. Tal como la primera onda mágica, la magia de Cadance y Shining hizo que los corazones de todos los presentes se llenaran de felicidad y olvidaran por completo la traumante situación que habían vivido minutos atrás, dejando atrás el miedo y el horror.

En tanto, Shining Armor y Cadance descendieron lentamente, y sus cuerpos dejaron de brillar. Mientras que a su lado, Dusk Shine dejó de mirar a los novios y enfocó su vista en la lejanía. Por alguna razón, quizás por haber estado cerca de la magia oscura de la corona al romperla, Dusk no fue afectado por completo por la magia de Shining y Cadance, que hizo que todos sonrieran y olvidaran sus problemas. Aquello hizo que Dusk se mantuviera viendo cómo los cambiantes habían sido expulsados lejos en el aire, y al hacerlo, sus ojos se abrieron con temor al ver que un lejano punto logró detener el impulso que lo había hecho volar, y con una llamarada verde, bajó de vuelta hacia el centro de la ciudad.

"Esto aún no ha terminado." Susurró Dusk, sabiendo que solo había un cambiante que podía ser lo suficientemente terca y poderosa como para haber forzado su caída en Canterlot.

Rápidamente Dusk tomó la corona aplastada de Chrysalis, la cuál ya no emanaba ningún aura oscura, y se apresuró a salir del salón.

"¡Dusk! ¿Dónde vas?" Preguntó desde lejos Applejack, al ver correr a Dusk. Estando junto a Spike y sus demás amigas en uno de los extremos del salón.

"¡Quédense aquí! ¡Volveré enseguida!" Dijo rápidamente Dusk. Atravesando las puertas y alejándose del salón.

Por su parte, las amigas de Dusk se miraron entre sí, y pusieron serias miradas. Logrando sobreponerse a la felicidad de la magia de Cadance y Shining, al ver que Dusk las abandonaba.

"¿Cuándo va a aprender? ¡Somos un equipo!" Dijo Rainbow Dash molesta. Apresurándose junto a sus amigas para abrirse paso entre la multitud, para seguir a Dusk.

Justo en ese instante, otra yegua cercana, una unicornio amarilla de melena roja y dorada, también vio a Dusk Shine correr, y miró atentamente cómo las cinco yeguas se apresuraban a ir tras él.

# Fin del capítulo 20