T2 - Capítulo 30 – La palabra de un dragón es ley
Hacía muy poco que había anochecido en aquel bosque, que quedaba al lado de las montañas que los dragones usaban para descansar en su migración. Un bosque conocido por ser el lugar de anidación de los fénix de Equestria. Un bello lugar, en el que incluso desde lejos se podían ver de vez en cuando a las majestuosas aves mágicas, volando por los cielos con sus estelas de fuego. Sin embargo, esa noche, en lugar de fénix surcando el cielo nocturno, había un grupo de cinco jóvenes dragones, que salieron volando velozmente desde allí. Completamente asustados, mientras agitaban velozmente sus alas para volver a la seguridad de las montañas.
Ajena a aquella peculiar vista, otra joven dragón se encontraba también en el bosque en ese momento. Una joven dragona de piel calipso, que se encontraba sosteniendo un pequeño polluelo de fénix, mientras otros tres pequeños polluelos estaban en sus hombros, divirtiéndose, picándole las mejillas a la princesa dragón.
"¡Ya dejen de picarme la cara o juro que los dejaré aquí a su suerte!" Gritó Ember, sonrojada mientras caminaba. Sabiendo que en realidad aquello era un farol, ya que no se atrevería a dejar a esos polluelos recién nacidos abandonados.
Momentos antes, cuando Ember estaba en las montañas, y no vio por ningún lado a Garble ni sus secuaces, ella inmediatamente asumió lo peor y se dirigió al bosque que quedaba allí cerca. Una vez llegó, ella escuchó gruñidos a lo lejos y se dirigió hacia esa dirección. Hasta que fue sorprendida por esos pequeños polluelos de fénix, que volaron hacia ella.
En cuanto lo pequeños polluelos vieron a Ember, se paralizaron, y apresuradamente dieron la vuelta para escapar. Pero lo hicieron tan de prisa, que uno de los pequeños chocó contra un árbol y cayó contra el suelo. Allí, Ember se apresuró a acercarse al polluelo, mientras el pequeño solo cerró sus ojos, pensando que esa dragona sería tan aterradora como los otros tres dragones que los habían ahuyentado de su nido. Sin embargo, el polluelo de fénix se sorprendió al ver que esa dragona lo tomó delicadamente entre sus garras y le habló suavemente.
Ember se sonrojó en aquel momento, pensando que aunque lo intentaba, su voz no sonaba tan tierna como ella esperaba, pero era lo mejor que podía hacer. Ningún dragón hablaba con ternura y ella, por supuesto, no era la excepción. Sin embargo, ella de todas formas hizo su mejor esfuerzo. Viendo que el pequeño polluelo debía de estar aterrado y confundido.
"Tranquilo, no te comeré." Dijo Ember, levantando al polluelo herido suavemente entre sus garras. "Supongo que eres demasiado pequeño para volar solo en la noche. Lo sabía, Garble y los demás debieron venir aquí a molestar a los fénix." Agregó Ember, desviando la mirada molesta. Por un segundo, olvidando su voz suave para volver a hablar con dureza, al recordar al bravucón dragón rojo.
En cuanto los otros polluelos vieron que esa dragona no tenía intención de hacerles daño. Todos volaron para también acercarse a Ember. Así fue como la joven princesa dragón se convirtió, contra su voluntad, en el transporte de esos polluelos. Con Ember volviendo a dirigirse hacia donde escuchó los gruñidos de dragón, y los polluelos felices de estar junto a su nueva protectora.
"¿¡Qué rayos!?" Dijo repentinamente Ember muy sorprendida, cuando repentinamente su cuerpo comenzó a brillar. "¿¡Papá nos está llamando!?" Preguntó Ember confundida, pensando en voz alta.
En ese momento, otra luz cercana apareció entre los árboles. Por lo que Ember comenzó a dirigirse hasta allí.
Mientras tanto, Dusk y sus amigas se sorprendieron tanto al ver a Spike brillar, que ninguno escuchó acercarse hasta allí a la princesa dragón. Fue solo cuando Ember estuvo completamente a la vista, que todos la escucharon y se quedaron sorprendidos de verla allí. Al igual que la propia Ember, quien se quedó impactada al ver al pequeño dragón morado junto a tres ponies, y más importante aún… ¿¡La princesa del Sol!?
"¿Princesa Ember?" Preguntó Spike sorprendido. Luego de un largo silencio en que nadie habló, debido a la sorpresa.
"¡Te dije que no me llamaras princesa!" Gritó Ember molesta. Finalmente logrando reaccionar, gracias a su enojo.
'¡Caaaw!' Todos se distrajeron cuando el padre y madre fénix finalmente vieron a sus polluelos en las garras de un dragón, chillaron ferozmente e incendiando sus alas, arrojándose furiosamente contra Ember.
Con una Ember tomada completamente por sorpresa, ella no pudo ni reaccionar cuando ya lo fénix estaba casi sobre ella, con sus picos abiertos para comenzar su furioso ataque para defender a sus crías. Sin embargo, fueron los propios polluelos que saltaron frente a sus padres, para impedir que ambos fénix lastimaran a Ember.
Los fénix se detuvieron impactados en el aire. Mientras que Ember, Spike y los ponies, vieron con asombro como los polluelos de fénix piaban indignados, defendiendo a Ember.
"Perdona, joven dragona." Dijo finalmente Celestia, sacando la voz al ver que todos seguían sorprendidos. "¿Tú has sido quien salvó a esos pequeños polluelos?"
Ember se quedó aún más impactada al ver que 'la temible Princesa del Sol', como se le conocía en las leyendas dragón, le hablaba directamente. Por lo que no pudo evitar tartamudear un poco.
"S-Sí…" Respondió tímidamente Ember. Hasta que abrió grande sus ojos al darse cuenta de algo muy importante… ¡No podía mostrarse débil! ¡Ella era hija del Señor Dragón! "¡N-No es lo que piensas! ¡Los salvé solo porque me dio la gana! ¡No porque me compadeciera de ellos!" Gritó Ember molesta, fingiendo estar indignada, desviando la mirada.
Aquel súbito cambio de actitud hubiera tenido un mejor impacto, si no hubiera sido porque uno de los polluelos se acercó a su mejilla y la acarició con su pequeña cabeza. Causando que Ember se sonrojada y se viera aún más tierna junto al polluelo.
"No me intentes intimidar, princesa pony. ¡Soy yo quien hará las preguntas!" Dijo repentinamente Ember, dándose cuenta que su intento por parecer malvada no funcionó. "¿Qué hacen ustedes aquí? ¿Acaso están con ese bebé dragón?" Agregó Ember, apuntando a Spike.
"¡No soy un bebé!" Gritó Spike molesto. Dando un paso hacia adelante para que Ember lo viera bien.
Fue solo en ese instante, al apuntar a Spike, que Ember vio su propia garra y se dio cuenta que sus escamas aún brillaban. Al igual que la del pequeño Spike, que estaba frente a ella.
"¿¡Qué estoy haciendo!? ¡Debemos irnos!" Dijo Ember asustada. Levantando su otra garra para que el polluelo que sostenía se alejara y volara con sus hermanos, de vuelta con sus padres. "¡Mi padre nos llama!"
"¿Tu padre?" Preguntó Spike confundido.
"¡Agh! Por poco lo olvido. No sabes nada sobre los dragones porque no te criaste como uno." Dijo Ember, desviando la mirada frustrada. "Cuando las escamas de un dragón brillan, es porque el Señor Dragón nos invoca. Es algo que no se puede evitar, y es muy raro que pase. Así que algo muy importante debe haber ocurrido para que mi padre invoque a todos los dragones."
"Oh… Eh… Yo…" Murmuró Spike nervioso. Mirando de reojo a Celestia y Dusk, sin estar completamente seguro de qué hacer.
En cualquier otra ocasión, Spike hubiera preferido volver a su hogar con Dusk y sus amigas. Sin embargo, por alguna extraña razón, Spike sentía que debía obedecer a Ember. Era algo extraño que sentía en su interior. En cuanto comenzó a brillar, él sintió que de verdad alguien lo llamaba y debía ir a algún lado.
"Ya veo… Tu eres hija del Señor Dragón Torch." Dijo Celestia, entrecerrando ligeramente sus ojos. En tanto que Ember, se puso firme al ver que la Princesa del Sol la miraba. Haciendo lo posible para no dejarse intimidar por Celestia. "Ember, te estaría muy agradecida si llevas a Spike contigo."
"¿¡Qué!?" Gritaron Dusk, Rarity y Rainbow Dash al mismo tiempo.
"El Señor Dragón ya vio a Spike, y creo que esa es la razón por la que ha invocado a todos los dragones." Respondió Celestia, hablando serenamente para tranquilizar a Dusk y sus amigas. "Lo peor que podría hacer Spike, es ignorar el llamado de su raza."
"Pero…" Murmuró Dusk temeroso. Bajando su mirada al recordar cómo Garble y los demás se burlaban y abusaban de Spike.
"Tranquilo, Dusk. Yo también iré, para protegerlo." Agregó Celestia, con una sonrisa tranquilizadora.
"¿¡Qué!?" Esta vez fue el turno de Ember de gritar sorprendida. "Yo… No creo que esa sea una buena idea." Agregó Ember, poniendo una mirada preocupada.
"No irá sola. ¡Yo también iré!" Dijo Dusk, dando un paso al frente, con una mirada firme.
"¡Eso es aún peor!" Gritó Ember preocupada. "Sé que esto es Equestria, pero no somos un centro turístico. Los dragones no nos juntamos con los ponies a tomar té, o lo que sea que ustedes hagan en sus reuniones."
"Dusk, creo que lo mejor es que me dejes esto a mí." Agregó Celestia, tocando a Dusk gentilmente. "Esto es un asunto delicado, y tal como dice la joven princesa dragón, lo mejor es que el Señor Dragón no los vea rondando aquí cerca ni a ti ni a tus amigas."
Entendiendo las sabias palabras de su maestra, Dusk bajó su cabeza resignado. Entonces Ember tomó a Spike entre sus brazos, abrió sus alas y se alejó volando de allí. Mientras Spike solo les dio una triste sonrisa de despedida mientras se alejaba de todos.
"Vuelvan a Ponyville. Me aseguraré de cuidar a Spike." Dijo Celestia con una pequeña sonrisa, despidiéndose también de su mascota, Philomena. Entonces Celestia abrió sus alas y voló, siguiendo a Ember y Spike.
"Vaya… Esto se complicó más de lo que pensé." Dijo Rainbow Dash, una vez ella, Rarity y Dusk se quedaron solos. Rompiendo el incómodo silencio en que se quedaron, luego que Spike y Celestia se fueran.
"Lo mejor será que volvamos a casa." Dijo Rarity, tocando a Dusk, al ver que este se había quedado en silencio, con su cabeza gacha. "Spikey-Wikey estará seguro con la princesa."
"Sé que estará seguro…" Dijo Dusk lentamente. Alzando su cabeza y mostrando que tenía una mirada llena de determinación. "Pero aún así, ¡Nunca abandonaré a mi hermano!"
Tras un corto vuelo, Ember y Spike llegaron a las montañas donde descansaban los demás dragones. Allí, ya se encontraban reunidos todos los dragones que habían volado en la migración. Todos brillando, mirando expectantes a su Señor Dragón, quien se mantenía silente, con sus ojos cerrados, como si esperara por algo. Una particular escena, que se vio aún más imponente dado que ya había caído la noche y habían varias rocas ardientes prendidas, como fogatas, gracias al fuego de los dragones. Lo que entregaba un ambiente muy ceremonial.
Ember aterrizó lentamente cerca de su padre, donde también estaba otro dragón cerca. Un dragón anciano, más grande que Ember, pero mucho más pequeño que el enorme Torch. Pero la característica más notable de aquel dragón, era lo arrugado que estaba su rostro y sus abultadas cejas, que alcanzaban a taparle los ojos. Además, cargaba consigo un montón de viejos pergaminos, que rodeaban varias partes de sus patas y cola.
"Llegas tarde al 'llamado'." Habló finalmente Torch, ligeramente de mal humor. Acercando su rostro hacia donde habían aterrizado Ember y Spike.
"Lo siento. Estaba… algo ocupada." Respondió Ember, mirando nerviosamente de reojo hacia atrás.
"No te lo decía a ti." Dijo Torch, moviendo ligeramente sus ojos para que su hija viera que a quién le hablaba, era al pequeño dragón morado a su lado. En ese momento, Torch hizo un pequeño gruñido al interior de su boca, y al instante, todos los dragones dejaron de brillar.
"¿¡Qué!?" Dijo Ember confundida, mirando a su lado. Sorprendiéndose al ver que su padre miraba fijamente al pequeño Spike. Quien por su parte, se mantuvo temblando mientras el Señor Dragón lo miraba intensamente.
"Jamás pensé que este día día llegaría." Dijo el dragón anciano, llamado Graytusk. Acercándose hasta donde estaba Spike, y mirándolo con detenimiento. Luego de unos segundos, miró de vuelta a Torch. "¿Está seguro que quiere seguir con esto, mi Señor Dragón? No hay forma de comprobar que este bebé dragón proviene de donde dice que viene."
"¿D-De Ponyville?" Murmuró Spike temblando. Creyendo que el Señor Dragón se lo comería por venir de un pueblo pony.
"No... Por venir del huevo que describiste." Respondió Torch de mal humor. "Debe haber una forma de comprobar tu origen, sin tener que recurrir a esos molestos ponies."
"Umm… Padre. De hecho…" Murmuró Ember, metiéndose en la conversación. Apuntando con preocupación hacia el cielo nocturno tras ella. "Hay alguien que quiere una audiencia contigo."
En cuanto Torch miró hacia arriba, vio un ser blanco que irradiaba una tenue luz mientras se acercaba. Al viejo dragón no le hizo falta ver el rostro de ese ser, pues lo reconoció inmediatamente desde lejos. Gruñendo al ver que Celestia había ido hasta allí. En tanto que el resto de los dragones, luego de voltearse a ver, quedaron con su respiración detenida al comprender quién se acercaba.
"Así que viniste a comprobar por ti misma que cumpla la promesa hecha por mi clan, ¿No es así, Celestia?" Dijo Torch de mal humor, una vez Celestia estuvo lo suficientemente cerca.
"Es todo lo contrario, Señor Dragón Torch." Dijo Celestia. Aterrizando cerca de Ember y Spike. "Vine aquí para decir que todo esto es un malentendido."
"¿Un malentendido?" Preguntó Torch alzando una ceja. Quién parecía estar más molesto a cada segundo. "¿Niegas que este bebé dragón nació del huevo que tú cuidabas?"
Celestia guardó silencio unos segundos antes de volver a hablar.
"No puedo negarlo. En efecto, Spike nació de 'ese' huevo." Respondió Celestia, cerrando sus ojos con leve pesar. Sabiendo que la mejor opción hubiera sido mentir, pero si Torch descubría que mentía, podría empeorar aún más las cosas. "Pero la promesa que los dragones hicieron, fue con otro propósito… Torch, no quiero que creas-"
"¡No intentes hacerme cambiar de opinión!" Bufó Torch molesto. "¡La palabra de un Señor Dragón es ley! ¡Y los dragones siempre cumplen sus promesas! ¡Sin excepción!"
Al ver que Torch comenzaba a enojarse, y que se negaba a romper la promesa de su clan aunque esta lo perjudicara, Celestia decidió quedarse en silencio unos segundos, para que Torch se calmara. Pensando que antes de continuar hablando, debía encontrar una manera de que Torch dejara por un momento su orgullo de lado. De lo contrario… podía perder a Spike para siempre.
"¡Escuchen, dragones! ¡Volvemos ahora mismo a la Tierra Dragón!" Gritó Torch, hablando fuerte para que todos lo escucharan. Al instante, todos los dragones comenzaron a murmurar confundidos, ya que lo normal era que la migración continuara en el día, no en la noche.
"Padre, ¿Por qué esto tan repentino?" Preguntó Ember, igual de confundida que todos.
"Porque mañana, a esta misma hora, habrá un nuevo Señor Dragón." Dijo Torch, frunciendo ligeramente su ceño.
"¿¡Qué!?" Gritaron Ember y todos los dragones al mismo tiempo. Todos en shock. En tanto que Celestia, cerró con pesar sus ojos. Dándose cuenta que no podría hacer cambiar de opinión a Torch tan fácilmente como deseaba.
En pocos minutos, todos los dragones ya estaban listos para retomar su viaje. Tiempo que Celestia aprovechó para intentar hacer que Torch cambiara de opinión. Al tiempo que Ember también llenó de preguntas a su padre, intentando entender el por qué de aquella abrupta decisión. Sin embargo, la testarudez de un dragón podía ser infinita, y Torch se mantuvo ignorando tanto a su hija como a la Princesa del Sol, pues su decisión ya estaba tomada.
Una vez todos los dragones estuvieron listos, juntos abrieron sus alas y emprendieron el último tramo de su viaje hacia su hogar, la Tierra Dragón.
Esta vez fue Celestia quien se ofreció a llevar a Spike, debido a que el pequeño dragón aún no tenía alas. Algo que Torch miró con desagrado, ya que no quería que un pony pisara sus tierras. Sin embargo, en cuanto Torch miró a Celestia para reclamar, esta vez fue el turno de Celestia de fulminarlo con la mirada. Mostrando que ella también podía ser igual de terca que él, si la ocasión lo requería. Y de ninguna forma se alejaría tan fácilmente de Spike.
Así, decenas de dragones comenzaron su vuelo bajo la luz de la luna. Guiados por Torch y Ember a la cabeza, mientras que casi al final, iban Celestia, Spike y algunos dragones rezagados, que volaban más lento que los demás, como el viejo Graytusk.
"Umm… Princesa…" Murmuró Spike, temeroso sobre la espalda de Celestia. Mientras ella y los dragones comenzaban a volar sobre el mar de Equestria. "¿Qué fue todo eso...? ¿¡Qué es lo que está pasando!?" Gritó Spike aterrado y confundido. Sin entender nada de lo que estaba sucediendo.
Celestia se mantuvo volando en silencio unos segundos, hasta que finalmente volteó su cabeza para mirar al bebé dragón.
"Spike, sé que te dije que un día encontré tu huevo abandonado y cuidé de él hasta que Dusk Shine logró abrirlo. Pero… esa no es toda la historia." Dijo Celestia mirando con preocupación a Spike. "Cuando naciste, esperaba contarte toda la verdad, pero con el pasar de los años… Comencé a pensar que quizás lo mejor sería que nunca la supieras." Agregó Celestia, desviando su mirada con ojos triste.
Esta vez fue el turno de Spike de permanecer silente unos segundos. Hasta que él levantó su vista y puso una muy seria mirada.
"Este es el momento… Dime la verdad." Dijo Spike con determinación en su mirada. Sintiendo por primera vez en su vida, que debía conocer su pasado, antes de seguir mirando hacia el futuro. En tanto que Celestia, volvió a levantar su vista, y le sonrió con una triste mirada.
"Hace miles de años, cuando yo aún era solo una potranca, Equestria estuvo al borde de la destrucción. Fue una época oscura, en que muchos de los antiguos reinos cayeron… Fue gracias a la unión de la Reina Amore, Starswirl, y varios de los antiguos aliados de los ponies, que aquella amenaza logró detenerse. Una victoria que trajo consigo muchos sacrificios..." Dijo Celestia, comenzando a rememorar el pasado. "Tras aquella oscura época, vino una era de paz, pero Starswirl se dio cuenta que si otra amenaza similar nos atacaba, podría ser el fin de nuestra especie. Es por eso, que comenzó a buscar nuevos aliados. Y cuando obtuve mi cutie mark, él supo exactamente quién sería un aliado poderoso para Equestria: los dragones… Ya en aquella época, quedaban muy pocos dragones antiguos. Aquellos temibles dragones que eran incluso más grandes y aterradores que el propio Señor Dragón Torch…"
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"¿¡Más grandes que Torch…!?" Gritó Spike con terror. "¿A-Aún existen esos dragones...?" Preguntó Spike, temblando con solo imaginarse a un dragón más terrorífico y grande que Torch.
"Los dragones que vivieron en la Primera Era de este mundo, se dispersaron y murieron en soledad hace mucho. Sin embargo, una nueva clase de dragones ya había comenzado a formarse en aquella época." Continuó hablando Celestia, entrecerrando sus ojos al recordar el pasado. "Dragones más pequeños, que crecían según su avaricia y su ego, pero que también entendían mejor el valor de la vida y, por lo mismo, eran menos violentos. Ellos comenzaron a ser mayoría, y en ellos, Starswirl vio una oportunidad… A pesar de ser menos salvajes, hay algo que todo dragón respeta ante todo, y son sus leyes ancestrales. Una de esas leyes, es venerar 'la llama eterna'."
"¿La llama eterna...?" Preguntó Spike confundido, hasta que se dio cuenta de algo importante. Entonces se volteó y miró hacia abajo, para ver el flanco de Celestia. Y finalmente lo entendió. "¡Es el Sol! ¡Lo que más veneran los dragones es al Sol! ¡Por eso Starswirl esperó hasta que obtuviste tu cutie mark para acercarse a los dragones!"
"Starswirl no podía saber que Luna y yo estábamos destinadas a mover la luna y el sol. Sin embargo, cuando lo vio, entendió que mi cutie mark podía servir para acercarnos a los dragones." Agregó Celestia con una triste mirada. "Aún así, subestimó la aversión que los dragones sienten hacia los ponies… Aquella vez, Starswirl y yo nos dirigimos al lugar que los dragones llaman el 'Brezal Marchito', la cuna ancestral de los dragones."
"¿La cuna ancestral de los dragones? ¿¡Donde queda eso!?" Preguntó Spike emocionado. Sintiendo que estaba aprendiendo más sobre su raza en un día, de lo que había aprendido en toda su vida.
"Lamentablemente ese lugar ya no existe. Ni siquiera yo lo conocí." Respondió Celestia con una mirada apenada, ya que sabía que no era la respuesta que Spike esperaba. "Quedaba más allá de las Montañas del Norte. Esa es la razón de la migración de los dragones. Ellos deben cruzar toda Equestria, ya que su cuna ancestral quedaba al Norte de Equestria y las actuales Tierras Dragón quedan al Sur."
"Oh… Es una lástima." Dijo Spike, apenado de no poder conocer la cuna de sus ancestros. "Pero… ¿Las montañas del Norte? ¿Por qué la cuna de los dragones sería un lugar tan frio? Se supone que los dragones amamos el calor." Preguntó Spike confundido. Una respuesta que tardó en llegar, ya que Celestia se mantuvo en silencio un rato, ligeramente tensa ante aquella pregunta.
"Los dragones culpan a los ponies de congelar su cuna ancestral." Respondió Celestia, con una voz sin emoción.
"¿¡Qué!? Eso no puede ser… ¡Los ponies jamás harían algo así!" Dijo Spike incrédulo. Sin embargo, al ver que Celestia mantenía su vista al frente, sin responderle, hizo que las dudas comenzaran a crecer en él. "Los… Los ponies no hicieron eso… ¿Verdad?"
"No lo sé. Aquello ocurrió mucho antes de mi Era." Respondió sinceramente Celestia. "Pero lo que sí sé, es que en la Primera Era, hubo mucha barbarie. Una época en que la muerte era pan de cada día y los dragones surcaban los cielos cazando ponies. Sin embargo, 'algo' ocurrió que hizo que los dragones dejaran de cazar ponies. Algo que los asustó tanto, que terminó con aquella bárbara tradición."
Un incómodo silencio quedo en el aire. Con Celestia manteniendo una mirada seria, pensando en lo afortunada que había sido de no nacer en esa época de caos. Y Spike, que mantuvo una mirada asustada, al imaginarse cómo debió ser una guerra entre ponies y dragones. Lo que causó que sinriera escalofríos.
"Cuando buscamos acercarnos a los dragones, Starswirl y yo llegamos a su antigua cuna ancestral, buscando formar una alianza con ellos… Cuando llegamos a esas tierras, lo primero que ambos vimos, fue a un grupo de jóvenes dragones jugando." Continuó contando su historia Celestia. "Esos dragones rodaban antiguos huevos de dragón fosilizados y los hacían explotar, lanzándolos desde lo alto y estrellándolos contra el suelo. Huevos antiguos que nunca se abrieron, que quedaron en aquella cuna ancestral, cuando esta se congeló… En ese momento, cuando estaban a punto de romper el más pequeño de los huevos que allí había, noté que aunque ese huevo estaba fosilizado, aún había algo de magia en él. Así que lo salvé, antes que esos dragones lo rompieran contra el suelo."
"¡E-E-Espera un segundo!" Gritó Spike asustado. Temiendo a dónde quería llegar Celestia con esa historia. "¡Eso pasó cuando tú eras solo una potranca! Acaso… No estarás diciendo…"
"Spike, eres solo un bebé dragón. Pero la realidad es, que tu huevo es más antiguo que yo." Respondió Celestia, con una pequeña sonrisa serena. Sabiendo que debía tranquilizar a Spike luego de aquella impactante revelación.
Spike se quedó con su boca abierta, congelado, por muchos segundos. Mientras que Celestia se quedó volando en silencio. Sabiendo que el pequeño bebé dragón necesitaba tiempo para digerir toda esa nueva información.
"Starswirl intentó dialogar con el Señor Dragón de aquella época. Mostrándole que yo era capaz de mover el Sol a voluntad." Continuó contando su historia Celestia, luego de haber estado un buen rato en silencio. "Aquello generó el efecto que Starswirl esperaba, e hizo que yo me ganara el respeto de la mayoría de los dragones. Pero también generó un efecto inesperado… Los dragones despreciaban al concilio de unicornios que logró mover el Sol a voluntad por primera vez, y ese odio hacia los ponies, les impedía verme a mí como un pony. La única forma en que me aceptarían, sería que yo no fuera un pony, y para ello, debía mostrar que aunque por fuera pareciera un pony, por dentro tenía el alma de un dragón. Y para ello, debía romper el huevo que había salvado antes de reunirme con el Señor Dragón."
"Mi huevo…" Susurró Spike, entendiendo a la perfección el dilema de Celestia. Ya que él mismo lo había vivido unas horas antes frente a Garble. Matar a un inocente para ser aceptado en un grupo.
"Le dije al Señor Dragón que no podía matar a un inocente, que eso iba contra mi naturaleza, ¡E incluso contra la propia Magia Antigua!" Continuó hablando Celestia, emocionándose un poco al recordar aquel triste suceso de su infancia. "Sin embargo, el Señor Dragón se burló y me dijo que ese huevo no estaba vivo. Que los huevos fosilizados eran solo rocas explosivas, sin nada dentro... Yo intenté explicarle que ese huevo aún tenía algo de magia, pero todos los dragones se burlaron de mí. Diciendo que yo era la perfecta muestra de lo tonto y débiles que éramos los ponies... Fue en ese momento, cuando todos se burlaron de mí, que el Señor Dragón lanzó un juramento como última burla hacia mí y Starswirl... Dijo que los dragones felizmente aceptarían una alianza con los ponies, ¡Incluso más! Juró que el propio Señor Dragón dejaría su trono… pero eso pasaría, solo el día que yo lograra hacer eclosionar ese huevo. Y esa fue la última gran burla de los dragones hacia los ponies, que rompió para siempre cualquier intento de alianza entre ambos pueblos..."
"Tras fracasar en nuestra misión, Starswirl trabajó día y noche sobre el pequeño huevo fosilizado, sintiendo, al igual que yo, que aquel huevo sí tenía una extraña magia en él. Sin embargo, los años pasaron, y ni yo ni Starswirl logramos hacer que ese huevo reviviera… El Señor Dragón tenía razón. Aquel era un huevo muerto, una roca sin vida… O eso creí, hasta que un día, un joven potrillo color lavanda logró finalmente hacer eclosionar aquel huevo."
"Wow…" Susurró Spike, sintiendo un escalofrío al descubrir finalmente su pasado. Tras eso, Spike se quedó por varios segundos en silencio. Con una mirada pensativa mientras iba digiriendo toda esa información. Poniéndola en orden, para ver si no se le escapaba nada. "Hay algo que no entiendo… ¿Por qué no supe de esto antes? Es decir, si se cumplió aquella promesa que dijo el Señor Dragón como burla, ¿No hubiera sido más sencillo ir inmediatamente con el actual Señor Dragón, para formar la alianza prometida? O quizás, ¿Pensabas que los dragones se habían olvidado de esa promesa?" Preguntó Spike, recordando que si esa promesa se hizo cuando Celestia obtuvo su cutie mark, debió de ser miles de años atrás, antes que la mayoría de los actuales dragones nacieran.
"Los dragones no son buenos para recordar cosas del pasado. Por eso mismo, es que solo un dragón en cada generación se encarga de guardar sus registros. Ya que los demás piensan que leer es una pérdida de tiempo." Respondió Celestia. Mirando de reojo al viejo Graytusk, el anciano dragón que volaba no muy lejos de ellos, quien siempre cargaba decenas de pergaminos consigo. "Sin embargo, si hay algo que los dragones nunca olvidan, es una promesa. Su palabra es ley, por toda la eternidad." Celestia guardó silencio unos segundos, y luego miró preocupada a Spike. "Recordarles la promesa, significa que los dragones serán aliados de los ponies desde ahora. Pero eso significa… que tú deberás quedarte con ellos."
"¿Quedarme con los dragones...? ¿¡Para siempre!?" Gritó Spike aturdido.
"Según sus leyes, los dragones jóvenes no puede abandonar las Tierras Dragón, hasta que sean adultos y puedan valerse por sí mismos." Dijo Celestia, volviendo a mirar hacia el frente. Pero manteniendo su mirada triste y preocupada, con un ligero brillo en sus ojos. Haciendo lo posible por no soltar una lágrima.
"Quedarme con los dragones… hasta ser un adulto…" Murmuró Spike impactado. Temblando ante la idea que la reunión que tuvo con Dusk y sus amigas hacía solo unas horas, pudo ser la última vez que los vería. "¡P-Pero eso no es justo! Si hablamos con el Señor Dragón, estoy seguro que-" En ese instante, Spike dejó de hablar.
Por un segundo, Spike estuvo a punto de decir que intentaran convencer a Torch que lo dejaran volver a Ponyville. Pero rápidamente se dio cuenta que eso sería inútil. Tal como dijera Celestia, para los dragones, su palabra es ley, y no la rompen por nada del mundo. ¡Incluso Torch estaba renunciando a su trono por cumplir una promesa que ni él mismo había hecho! Por supuesto que hacerlo cambiar de opinión, sería imposible.
En ese momento, Spike miró a Celestia y vio lo triste que era la mirada de la alicornio, a pesar que intentaba parecer firme. Entonces Spike entendió lo mucho que Celestia estaba dispuesta a sacrificar por él. Ella vio el nacimiento de Spike y supo que con eso podría formar su tan deseada alianza con los dragones, para mantener segura a Equestria. Sin embargo, ella no lo hizo, porque terminó encariñándose de Spike. Decidiendo que quería que Spike creciera feliz junto a Dusk y su familia, en vez de usarlo como una simple moneda de canje.
Spike se acercó al cuello de Celestia, y lo abrazó tiernamente. Mientras que Celestia, simplemente cerró sus ojos y finalmente soltó la lágrima que había intentado ocultar. Sabiendo que ya no podía ocultar más a Spike de su raza. Y si ambos querían evitar romper aquella antigua promesa, una que podría desencadenar una guerra, ambos debían aceptarla.
Mientras Celestia seguía volando, cerca de ella, un poco más abajo, volaba otro torpe dragón. Un dragón que en realidad, eran tres ponies disfrazados en un mal traje de dragón.
Horas antes, Dusk y sus amigas se habían vuelto a poner el traje de 'Crackle', y gracias a las alas de Rainbow Dash, pudieron volar mientras Dusk los mantenía estables en el aire, gracias a su magia. En tanto que Rarity, finalmente usó el hechizo para escuchar rumores, que había aprendido para chismorrear con las floristas de Ponyville, y así escuchar desde lejos lo que Celestia y Spike hablaban. De esta forma, los tres ponies pudieron enterarse de aquella reveladora conversación. Una revelación que hizo que casi cayeran al agua, debido a la sorpresa.
Luego de un largo viaje, todos los dragones, incluida Celestia y tres exhaustos ponies disfrazados, llegaron a las costas de las Tierras Dragón. Allí, habían varias decenas de dragones esperando. Todos muy confundidos al ver llegar a su Señor Dragón y a sus demás hermanos en medio de la noche.
La mayoría de los dragones que se habían quedado en las Tierras Dragón, eran los que eran muy ancianos o muy jóvenes para volar en la gran migración. Además de otros pocos grandes dragones que se quedaron para proteger su hogar. Allí, todos se reunieron cerca del Señor Dragón en cuanto este aterrizó. Llenando de preguntas a Ember, ya que no tenían el valor suficiente para preguntarle a su temible Señor por qué todos habían vuelto antes de la migración, y por qué el Señor Dragón los convocó con 'el llamado', haciendo que brillaran por algunos minutos.
Antes que Ember pudiera comenzar a responder las preguntas, un clamor de asombro y espanto, comenzó a crecer entre los más jóvenes de los dragones. Sorprendidos al ver que junto a sus hermanos, también aterrizó la única pony que todos conocían por las leyendas... la poderosa y temible Princesa del Sol.
"Vaya… Creo que llegamos justo a tiempo." Dijo Celestia con tranquilidad, una vez aterrizó. Mirando hacia el cielo nocturno y notando que ya era hora de 'hacer su trabajo'.
Luego que Spike bajara de su lomo, Celestia cerró tranquilamente sus ojos y comenzó a usar su magia. En pocos segundos, el cielo comenzó a volverse morado y rosa en uno de sus extremos. Aclarándose cada vez más, hasta que de un cielo naranjo comenzó a aparecer el Sol desde la lejanía del horizonte del mar. Alzándose lentamente hasta aparecer por completo en el cielo y teñir por completo el firmamento del bello celeste del día.
Aquello era parte de la rutina diaria de Celestia. Algo que había realizado durante cientos de miles de días. En tanto que los dragones, también habían visto el amanecer cientos de veces. Sin embargo, ver a Celestia frente a sus ojos, alzando el enorme astro de fuego incandescente, hizo que varios jóvenes dragones huyeran espantados de allí.
"¡Nunca te enfrentes al Sol ni a la Muerte!" Repitieron varios dragones asustados mientras huían. Algo que llamó mucho la atención de Spike. Quién noto que parecía un lema que todos los dragones conocían.
"¡Todos! ¡Reúnanse aquí!" Gritó Torch molesto, viendo que algunos dragones había empezado a huir asustados. "¡Hoy, una Era termina! Mi clan, ha protegido a nuestra raza durante más de mil años. Mis ancestros han cargado con la responsabilidad de cuidar a nuestra raza desde que los antiguos dragones se extinguieron. Sin embargo, cumpliendo con la promesa hecha por los Señores Dragones antes de mí, ¡Hoy, dejo de ser su Señor Dragón!"
Un gran clamor comenzó a crecer entre todos los dragones. Todos confundidos, sorprendidos, algunos temerosos, y otros pocos, muy intrigados y emocionados. Distintas emociones que llenaron aquella tierra en solo segundos. Pues tal como decía Torch, en efecto, una Era terminaba.
"P-Pero Gran Torch… Si ya no será más nuestro Señor Dragón… ¿Quién lo será?" Preguntó un tímido dragón, que se armó de valor para hacer esa pregunta frente al enorme dragón.
"Si mi clan ya no será el guardián de los dragones, tendremos que volver a las viejas costumbres…" Dijo Torch, mirando hacia abajo, a su lado. Allí estaba el viejo Graytusk, que llevaba consigo una larga y vieja caja de madera. Al abrirlo, todos pudieron ver que dentro había una especie de cetro de roca morada, con un enorme cristal de roca roja que brillaba, en su parte superior.
"Este es el 'Cetro de Heliotropo'." Dijo el viejo Graytusk. "El símbolo de poder de nuestro pueblo, que ha pasado de generación en generación entre los Señores Dragón. Remontándose hasta el Primer Señor Dragón."
"Solo el Señor Dragón tiene permitido tocarlo, porque una vez que un dragón lo toca, el cetro lo convierte en uno con todos los demás dragones… Su palabra se vuelve ley." Dijo Torch, tomando el cetro, que entre sus enormes garras, lució muy pequeño. En cuanto Torch lo tomó, la roca roja que tenía el cetro brilló, y todos los dragones presentes sintieron una especie de pequeña descarga eléctrica. Sintiendo que estaban conectados de alguna forma a dicho cetro. "No lo había tocado desde que mi padre me nombró su sucesor… Es una bonita reliquia." Agregó Torch, alzándolo, cerrando un ojo, y poniendo el cetro en linea con su visión y un volcán, que quedaba en una isla, frente a la costa donde estaban.
Luego de apuntar, súbitamente Torch estiró su garra y arrojó el cetro hacia aquel volcán. Todo ante la impactada mirada de todos los demás dragones, quienes quedaron con la boca abierta. Sin poder creer que Torch hubiera arrojado así como así una reliquia tan importante para los dragones.
"¡Je! ¿Quieren saber quién será el próximo Señor Dragón? ¡Mi trono es de quien lo quiera! ¡Pero tendrá que ganárselo primero! Todo el poder de un Señor Dragón está escondido allí… ¡En ese volcán! Quién traiga ante mi el cetro de vuelta, ¡Sera coronado como el nuevo Señor Dragón!" Gritó Torch con una sonrisa astuta, mirando a todos los dragones. "No tendré favoritos ni le impediré a nadie competir. ¡Todos los jóvenes dragones que me acompañaron en esta migración, competirán por igual por el derecho al trono!" Entonces Torch bajó su mirada y miró a Celestia, con una mirada más seria. "Solo el próximo Señor Dragón decidirá el futuro de mi raza." Agregó Torch, con un tono desafiante. Sabiendo que debía cumplir la promesa de sus ancestros, pero qué tipo de alianza tendrían ponies y dragones, sería algo que solo un verdadero dragón decidiría… ¡El próximo Señor Dragón!
Los dragones quedaron impactados por unos segundos… ¿Lo qué decía Torch era verdad? ¿¡Quién encontrara ese cetro sería el próximo Señor Dragón!? Aquello sonaba como una locura, pero… la palabra de un Señor Dragón era ley. Y eso significaba…
Tras salir de su estupor, los dragones comenzaron a mirarse mutuamente, hasta que uno dio un paso al frente. Al instante, todos comenzaron a correr frenéticamente hacia la orilla de la costa que miraba hacia ese volcán. Los primeros dragones en llegar al risco, abrieron sus alas y saltaron a volar en esa dirección.
Aquellos primeros dragones en volar, sonrieron al pensar que tenían la ventaja. Sin embargo, apenas volaron dos segundos, cuando dos enormes serpientes marinas surgieron desde el agua, mordiendo y golpeando a esos dragones, que inmediatamente cayeron al agua. En tanto que todos los otros dragones que habían alcanzado la orilla del risco, se frenaron en seco, deteniéndose justo antes de saltar.
"¡JAJAJA! ¿Creían que sería tan sencillo?" Se rio Torch, viendo con deleite cómo los jóvenes dragones que habían caído al agua, huían nadando aterrados de las serpientes marinas que querían devorarlos. "¿Lo han olvidado? Ese volcán es donde incuban nuestros huevos. Es un lugar lleno de trampas mortales para alejar a cualquiera que se acerque antes de la fecha de incubación."
Los dragones abrieron con sorpresa sus ojos al recordar lo que Torch les dijo. Dándose cuenta finalmente que aquel desafío no sería tan sencillo como pensaron. Ya que todos ellos habían contribuido con esas trampas, para que llegar al centro del volcán, fuera imposible en esa época del año.
Los dragones más astutos, corrieron de vuelta hacia sus cuevas. Dándose cuenta que necesitarían de sus armaduras para poder sortear todas las trampas. Mientras tanto, otros se quedaron intentando cruzar el mar tal como estaban, para no perder tiempo.
"Es una forma muy peculiar que tienes para elegir a tu sucesor." Dijo Celestia con cierta mirada de preocupación. Alzando una ceja y mirando de reojo a Torch. "¿No temes que si lo dejas a la suerte, el siguiente Señor Dragón podría ser alguien que no sea un buen líder?" Preguntó Celestia. Dándose cuenta que esa competencia podría ser un verdadero peligro para Equestria. Ya que el clan de Torch había mantenido la paz por siglos con los ponies. Pero si llegaba algún líder imprudente, podría causar que ese equilibrio se rompiera.
"No lo entenderías. Un dragón debe ser fuerte, y solo el más fuerte puede ser llamado un verdadero líder." Respondió Torch, con un pequeño gruñido. Pensando que solo la fuerza bruta era requerida para ganarse el respeto de sus pares.
"¡Padre! No te decepcionaré." Dijo repentinamente Ember. Quien había sido la primera dragón en darse cuenta del peligro, y había ido a buscar su armadura. La cuál estaba hecha de metal dorado, con un casco que cubría por completo su cabeza. "Nunca quise ser llamada princesa, ni tener el trono gracias a mi padre. Ahora, ¡Finalmente podré demostrar que soy digna para convertirme en una verdadera Señor Dragón!"
"¿De qué estás hablando? ¡Tú no competirás!" Dijo Torch, gruñendo y mirando seriamente a su hija.
"¿¡Qué!? ¿¡Por qué!?" Gritó Ember sorprendida y molesta. Quitándose su casco para mirar a la cara a su padre.
"Eres demasiado joven… Aunque lograras llegar hasta el cetro antes que todos, nadie jamás te respetaría como su nuevo Señor Dragón." Respondió Torch, diciéndole la segunda razón por la que no quería que su hija participa en es peligroso reto. Ya que la primera razón, era porque no quería que saliera herida. Pero por supuesto, su orgullo jamás le permitiría decir aquello. "Un verdadero dragón debe ser fuerte. ¡El más fuerte de todos! Tan fuerte como para lograr pasar todas la trampas mortales que rodean ese volcán."
"¡Ser fuerte no significa tener la cabeza llena de músculos!" Gritó Ember furiosa. "Puedo perder contra otros dragones en una tonta pelea de colas, ¡Pero te aseguro que mi espíritu y mi fuego interno es el más fuerte de todos los que están aquí! Soy veloz, inteligente y una líder nata. ¡Eso es lo que necesita nuestro pueblo para crecer! ¡No solo un tonto que piense que ser fuerte es golpear más fuerte que el otro!" Gritó Ember furiosa. Todo ante la mirada molesta de su padre, que solo se quedó en silencio.
Otra que se quedó miro atentamente aquella discusión, fue Celestia. Quien escuchó con interés el discurso de Ember, viendo el fuego en sus ojos, y comprendió que aquella joven dragona, en efecto, era alguien 'verdaderamente fuerte'. Y no solo eso, sino que, aunque la ni siquiera la joven dragona se diera cuenta, ella también tenía otra cualidad que no valoraba, pero que era muy importante en un líder. Una cualidad que Celestia vio en Ember cuando la dragona cuidó de los polluelos de fénix.
"Si disculpas mi intromisión, Señor Dragón Torch…" Dijo Celestia, hablando tranquilamente, como si fingiera recordar algo. "Creo recordar que dijiste que no tendrías favoritos en esta competencia, ni le impedirías a nadie competir... Que todos los dragones que te acompañaron en la migración competirían por igual por el derecho al trono." Dijo Celestia, repitiendo casi palabra por palabra lo que Torch había dicho en su discurso previo.
Tanto Torch como Ember abrieron sus ojos con sorpresa. Para luego cambiar radicalmente de actitud. Torch poniendo una mirada furiosa mientras que Ember puso una mirada de alegría.
"¡Es cierto! ¡Esas fueron tus palabras, padre! Gritó Ember con una sonrisa triunfal. Mirando a su padre con una mirada desafiante. "Un Señor Dragón siempre cumple su palabra… ¡Así que ni siquiera tú me impedirás competir!" Gritó Ember, volviendo a ponerse su casco y volando rápidamente hacia el risco, desde donde saltaban los demás dragones.
"Si un dragón violento llega a convertirse en Señor Dragón, puede ser peligroso para toda Equestria." Pensó Celestia, sonriendo mientras veía a Ember alejarse. "Pero esa dragona… Quizás sea nuestra mejor opción para mantener la paz entre ponies y dragones."
Mientras Celestia veía con esperanzas a la hija de Torch, el gran Señor Dragón miró a Celestia con furia. Odiando que aquella pony usara sus propias palabras en su contra, para permitir a su hija participar de esa peligrosa competencia.
"La palabra de un Señor Dragón es ley…" Dijo Torch enojado, mirando hacia Celestia y Spike. "Y mis palabras fueron que todos los jóvenes dragones que me acompañaron en esta migración, competirían por el trono… Eso incluye al pequeño dragón." Agregó Torch, mirando a Celestia con una sonrisa malvada. Decidiendo vengarse de Celestia, obligando a participar en esa competencia mortal al pequeño bebé dragón que tanto protegía.
Tanto Spike como Celestia quedaron sorprendidos ante aquella decisión. Spike poniendo una temerosa mirada, mirando hacia el barranco y viendo cómo las serpientes marinas atacaban a los dragones que volaban por el mar. Mientras que Celestia miró hacia Torch y entendió que aquello fue la venganza del Señor Dragón, y por su mirada, sería imposible hacerlo cambiar de opinión. Pues, como él mismo dijo, la palabra de un Señor Dragón era ley.
"Escucha Spike… Eres un dragón, y como tal, debes obedecer lo que diga el Señor Dragón." Dijo Celestia, agachándose para hablarle a Spike. Y sin que ni Spike ni Torch lo notaran, Celestia usó sutilmente su magia para rodear con un aura mágica casi invisible a Spike. "No puedes volar, así que deberás ir nadando hacia ese volcán."
"¿¡Quieres que vaya nadando hasta allí!?" Gritó Spike aterrado. "¡Las serpientes me comerán!"
"Las serpientes marinas solo atacan a quienes vuelan. Si nadas, estarás bien." Mintió Celestia, para tranquilizar a Spike. "Nada hasta la otra orilla, y espera allí hasta que la competencia termine. Ya habrás superado la primera prueba, y con eso bastará para cumplir con la orden del Señor Dragón." Agregó Celestia, dándole una sonrisa tranquilizadora a Spike, luego levantándose y mirando de reojo molesta a Torch.
Spike quedó con una mirada impactada, luego bajó su vista y comenzó a sudar. Él no tenía escapatoria, tanto Torch como Celestia le decían que debía competir… ¿¡Qué otra opción tenía!? Finalmente, Spike tragó saliva, decidiendo confiar en Celestia, y lentamente se acercó hasta el barranco de la isla.
Algunos momentos antes, luego que varios dragones se devolvieran a coger sus armaduras de combate, tres ponies disfrazados de dragón se quedaron mirando temerosos cómo varios dragones saltaban del risco, solo para ser golpeados o mordidos por las enormes serpientes marinas… Dusk y sus amigas habían sido empujados hasta el borde del barranco luego que la estampida de dragones los empujara. Allí, los tres estuvieron obligados a quedarse sin poder retroceder, ya que había tantos dragones reunidos, que se les hacía imposible caminar.
Luego de temblar de miedo por varios minutos, al estar rodeados de decenas de dragones, finalmente los tres ponies pudieron volver a respirar cuando el barranco quedó más despejado, luego que varios dragones saltaran a volar. En ese momento, lo más inteligente hubiera sido retroceder y esconderse. Sin embargo, en vez de eso, los tres ponies se quedaron congelados, con una mirada temerosa, mirándose entre sí.
Mientras los dragones se amontonaron para saltar, varios de ellos compartieron emocionados sus ideas, diciendo qué sería lo primero que harían al convertirse en el nuevo Señor Dragón. Allí, los ponies pudieron escuchar como varios de esos jóvenes dragones bromeaban sobre hacer que los eructos fueran el nuevo saludo oficial, o hacer que cada dragón pagara un nuevo tributo de gemas al nuevo Señor Dragón. Sin embargo, también hubo comentarios más aventurados, sobre expandir el territorio dragón, o volar para robar Equestria; incluso algunos pocos, reían siniestramente ante la idea de volver a las viejas costumbres de comer ponies.
"No puede ser… ¡De esta absurda competencia puede depender la paz de toda Equestria!" Pensó Dusk aterrado. Sabiendo que una guerra contra los dragones podría ser el fin de la vida de los ponies tal y como la conocían.
"Debemos asegurarnos que ninguno de esos violentos dragones se convierta en el nuevo Señor Dragón…" Murmuró Dusk. Sabiendo que intervenir en esa competencia podía significar por sí mismo un acto de guerra contra los dragones. Pero incluso así, el riesgo era necesario para conservar la paz.
"¿Estás bromeando? ¿¡Cómo pretendes hacer eso!?" Preguntó Rainbow Dash, casi en pánico.
"Incluso aunque pudiéramos hacer algo, no sabemos qué dragón podría ser el mejor para ser el nuevo Señor Dragón." Dijo Rarity asustada. Entendiendo lo que estaba en juego.
Repentinamente Dusk y compañía dejaron de susurrar cuando un pequeño dragón pasó por su lado, acercándose al borde del barranco. Era el pequeño Spike. Que había estado tan concentrado y nervioso al acercarse hasta el borde del barranco, que ni siquiera miró a su lado ni se dio cuenta que allí estaban sus amigos disfrazados.
"¿Eso es magia…?" Pensó Dusk confundido. Notando que una muy sutil aura rodeaba el cuerpo de Spike.
Antes que los ponies pudieran decirle algo a Spike, el pequeño bebé dragón cerró sus ojos, dio un gran suspiro, estiró sus garras hacia el frente, y saltó del barranco, cayendo en picada hacia el mar. Inmediatamente Dusk y compañía se acercaron al borde para ver si Spike estaba bien. Respirando aliviados al ver que el pequeño dragón salió del agua y comenzó a nadar hacia la isla volcán.
"¡Las serpientes se van a comer a Spike!" Gritó Rarity aterrada. Dispuesta a salir del disfraz para saltar y salvar a Spike.
"Espera… Mira con atención." Dijo Dusk entrecerrando sus ojos. Viendo detenidamente a Spike mientras nadaba. "Las serpientes no lo están atacando." Agregó Dusk, notando que las enormes serpientes marinas seguían asomándose y atacando cada vez que un dragón volaba sobre ellas. Sin embargo, ninguna había salido a atacar a Spike, que ya llevaba bastante rato nadando.
"¿Por qué no lo atacan?" Preguntó Rainbow Dash, aliviada pero confundida. Una pregunta que no tuvo inmediata respuesta, ya que Dusk se quedó unos segundos en silencio, mirando a Spike atentamente con una mirada pensativa.
"¡Ya lo tengo! ¡Esa es el aura mágica que rodeaba a Spike!" Dijo finalmente Dusk, abriendo con sorpresa sus ojos. Descubriendo el truco que usaba Spike. "Las serpientes marinas atacan a los dragones cuando ven sus sombras volar sobre el agua. Pero alguien puso en Spike un hechizo para ocultar su sombra. Y no solo eso, supongo que un hechizo de camuflaje se activa en la parte de su cuerpo que está sumergida bajo el agua. Así, es invisible para las serpientes marinas que lo ven desde abajo… Una magia tan avanzada, dejando un aura tan sutil… ¡Solo hay una pony capaz de hacer eso!" Dijo Dusk, moviéndose para ver hacia atrás y ver a lo lejos a su maestra, quien seguía charlando con Torch a lo lejos.
"¿Estás diciendo que la Princesa Celestia está ayudando a Spike en la competencia?" Preguntó Rarity sorprendida, quien también vio hacia donde miraba Dusk.
"Sí… Es extraño que la princesa interfiera con otros reinos, pero si está ayudando a Spike, seguramente es porque sabe el riesgo que corre toda Equestria si un dragón peligroso llega a hacerse con el trono." Respondió Dusk.
"Y entonces... ¿Qué hacemos ahora?" Preguntó Rainbow Dash. "La magia de la princesa puede ayudar a Spike a ocultarse de las serpientes marinas, ¿Pero qué hay de lo que está dentro del volcán? No creo que esta sea la única prueba que el Señor Dragón puso en la competencia."
"Sí, yo tampoco lo creo…" Dijo Dusk con una mirada pensativa. Entonces él levantó su cabeza y puso una mirada llena de determinación. "Seguiremos a Spike y nos aseguraremos que gane, por el bien de Equestria."
Dusk les contó su plan a sus amigas, y en pocos segundos, los tres saltaron con su disfraz de Crackle desde el barranco. Allí, justo antes de caer, Rainbow Dash usó sus alas para mantenerlos en el aire, casi tocando el agua. Luego, Dusk usó su magia para usar el mismo hechizo que Celestia usó para ocultar la sombra de Spike. Dusk sabía que sería más complicado usar al mismo tiempo un hechizo de camuflaje, tal como usó Celestia, pero mientras se mantuvieran en el aire, bastaría con ocultar su sombra.
Tras avanzar un poco sobre el agua, los tres ponies respiraron aliviados al ver que su plan funcionaba, y tal como le sucedió a Spike, las serpientes marinas no salieron a atacarlos. Así, Rainbow Dash dio su mejor esfuerzo para mantenerlos a todos en el aire y volar rápido para acercarse lo antes posible a Spike, quien ya llevaba avanzado más de la mitad del camino.
Cuando los ponies estaban cerca de alcanzar a Spike, Dusk se distrajo cuando la luz de un reflejo le molestó en un ojo. El potro levantó la vista y vio que ese reflejo era el de una armadura dorada. Una que portaba una joven dragona, la cuál caían haca el mar luego que una serpiente la golpeara en el aire.
Ember cayó fuertemente contra el agua, quedando inconsciente. Hundiéndose rápidamente, debido al peso de su propia armadura. No muy lejos de donde cayó, estaba Spike. Quien al verla caer y hundirse, se apresuró a cambiar de rumbo para ir allí.
Spike respiró hondo y rápidamente se sumergió. En tanto que Dusk y sus amigas también se apresuraron para volar hasta donde se sumergió el bebé dragón. Los ponies esperaron sobre el agua por varios segundos, esperando a que Spike volviera a salir. Hasta que finalmente, cuando los tres estaban a punto de desechar su disfraz para lanzarse al agua, Spike volvió a salir a la superficie, trayendo consigo a una inconsciente Ember, quien mantenía su armadura pero había perdido su casco.
"¡Ember! ¡Despierta!" Gritó Spike. Quien daba todo de si para mantenerse a flote tanto a él mismo como a Ember.
Cuando Spike sintió que sus fuerzas ya no daban más, un impulso lo levantó ligeramente del agua, e hizo que abriera con sorpresa sus ojos.
"¡Tranquilo Spike! ¡Estamos contigo!" Dijo Dusk. Quien se quedó detrás de Spike. Usando su magia para ayudar a Spike a mantener a Ember a flote.
"¡Dusk! ¡Chicas! ¿¡Qué hacen aquí!?" Gritó Spike feliz, pero también muy sorprendido.
Antes que Dusk pudiera responder, el potro se distrajo cuando vio una sombra aparecer debajo del agua. Haciéndose cada vez más grande y oscura.
"¡Cuidado!" Gritó Dusk. Usando su magia para darse impulso y empujar a Spike y Ember. Entonces, la cabeza de una enorme serpiente marina se asomó desde el agua. Alcanzando a morder la cola del disfraz de los ponies. Que no alcanzaron a evadir a tiempo luego de salvar a Spike.
Viendo que la serpiente marina mordía ferozmente a su presa, los tres ponies saltaron aterrados de su disfraz, cayendo los tres al agua.
"¡Naden!" Gritó Dusk aterrado. Viendo que la enorme serpiente marina aún estaba distraída comiendo el disfraz de 'Crackle'.
Sin perder tiempo, los ponies y Spike comenzaron a nadar velozmente. Con Dusk usando su magia para empujar a todos, para que nadaran con más impulso. Sabiendo que no podía teletransportarse hasta la orilla, dado que su magia no funcionaría bien en Ember y Spike, al ser dragones. Afortunadamente, la orilla de la isla volcán no quedaba muy lejos, y tras una agotadora carrera a nado a toda velocidad, todos llegaron a salvo hasta la orilla de la isla volcán.
"¡Caugh..! ¡Caugh..!" Tosió Ember. Despertando y escupiendo el agua que había tragado al caer. Entonces ella abrió lentamente sus ojos y vio con sorpresa a Spike y tres ponies. Todos tirados sobre la arena, respirando con dificultad mientras intentaban recuperar el aire. "Qué… ¿Qué fue lo que pasó…?"
Lo último que recordaba Ember, era estar volando sobre el mar, hasta que una sombra roja la golpeó de frente. Entonces oyó el rugido de una serpiente marina, que ella logró esquivar solo parcialmente, golpeándola y haciendo que todo se nublara.
"Es… ¿Estás bien? Pri… Ember." Preguntó Spike, respirando agitadamente. Recordando en el último segundo que a la joven dragona no le gustaba que la llamaran princesa.
"Tú… ¿Tú me salvaste?" Preguntó Ember confundida. Creyendo haber visto al pequeño dragón sumergiéndose para buscarla en el fondo del mar. Pero sin estar segura, ya que era lo último que recordaba antes de caer inconsciente. "¿Por qué harías algo así?"
"¿Por qué?" Repitió Spike, sin entender por qué le preguntaba aquello, que tenía una respuesta obvia.
"Si caía, soy una competidora menos por el trono. ¿Por qué salvas a tu competencia?" Volvió a preguntar Ember confundida. Entonces ella vio detrás de Spike y vio a los tres ponies, que ya se habían recuperado y se acercaban hasta ellos. "Ya entiendo… Casi lo olvido. Fuiste criado por ponies. No entiendes lo importante que es esta competencia." Agregó Ember, mirando con cierto desprecio a los ponies que se acercaron a Spike.
"¡Oye! ¡Ayudamos a Spike a salvarte la vida!" Dijo Rainbow Dash, muy molesta al ver la mirada de Ember. "No creas que-" Repentinamente Rainbow Dash dejó de hablar cuando Spike alzó una garra frente a su boca. Entonces ella miró a su amigo dragón y vio que el pequeño dragón se mantuvo serio, mirando fijamente a Ember.
"Es cierto que fui criado por ponies, pero no es por eso que te salvé. ¡Lo hice porque eso es lo correcto! Ser un pony o un dragón, ¿Qué importa? Ser malvado no significa ser fuerte." Dijo Spike seriamente, algo que sorprendió mucho a Ember. Ya que le recordó a lo que le había dicho a su padre minutos antes, sobre ser verdaderamente fuerte. "Sé lo importante que es esta competencia para todos los dragones. Pero, incluso si ganara, ¿Qué clase de Señor Dragón sería si dejo que otro dragón muera, solo por mi propio beneficio?" Agregó Spike, dejando a Ember muy impactada. Al igual que Dusk, quien vio lo maduro que era su pequeño hermanito en ese momento.
Ember bajó lentamente su mirada y miró sus garras. Por un instante, recordó la noche anterior, cuando esas filosas garras, en vez de lastimar, ayudaron a sostener a un pequeño polluelo de fénix... Ni ella misma se había explicado por qué a veces actuaba de esa forma. Por alguna razón, ella odiaba cuando Garble u otros dragones abusaban de los más débiles. La piedad y la compasión eran debilidades que un dragón no debía tener. Pero entonces… ¿Por qué ella sí las tenía? ¿Eso la volvía débil? ¿Por eso su padre no quería que fuera la siguiente Señor Dragón?
"¡Cuidado!" Gritó repentinamente Dusk. Haciendo que Ember saliera de sus pensamientos. Entonces todos vieron hacia arriba, y alcanzaron a esquivar en el último segundo una enorme roca que casi cae sobre todos ellos.
Los tres ponies y los dos dragones miraron hacia arriba y vieron que decenas de rocas volaban por los aires. Lanzadas por unas criaturas llamadas 'lanzapiedras', que eran grandes criaturas de piel dura, parecidas a los dragones, pero más tontas, robustas y sin alas. Los cuales tenían grandes colas puntiagudas, que usaban para coger rocas y arrojarlas a los intrusos, como si fueran catapultas.
Tras caer aquella enorme roca, todos escucharon un grito que se fue acercando más y más. Entonces todos vieron caer a un joven dragón rojo, que se estrelló contra la arena, con una gran roca encima de él, aplastándolo. Era Garble, quien cayó muy cerca de donde estaban Spike y los demás.
Apenas Dusk vio que cayó Garble, inmediatamente usó un hechizo de invisibilidad. Dándose cuenta que ya no tenían el disfraz de 'Crackle' para ocultarse.
"¿¡Eh!? ¿Eres tú, Spike?" Dijo Garble débilmente, sorprendiéndose al abrir sus ojos luego del golpe y ver a Spike allí, junto a Ember. Entonces Garble intentó mover la enorme piedra que tenía encima de su pecho, pero era demasiado pesada para moverla solo. "Ayúdame, Spike."
Spike inmediatamente dio un paso para acercarse, pero fue detenido en el acto por Ember, quien lo agarró de su brazo.
"¿Qué intentas hacer? ¿Ibas a ayudarlo? ¡Es Garble!" Dijo Ember molesta. "Ese tonto no dudará en apuñalarte por la espalda si tiene la oportunidad. Déjalo solo."
"¡Coff! Coff… Ayúdame." Dijo melodramáticamente Garble. Viendo con una mirada suplicante a Spike. "Por favor… hermanito."
En ese instante Spike bajó pensativamente la mirada, se quitó la garra de Ember de encima y la miró, lleno de determinación.
"Quizás Garble sea un bravucón, pero puede cambiar. Y no puedo dejarlo si tengo la oportunidad de ayudarlo." Dijo Spike. Acercándose finalmente a Garble y ayudándolo a mover la enorme roca, hasta que finalmente el joven dragón rojo quedó liberado.
"Huff… Muchas gracias Spike. Te debo una." Dijo Garble levantándose. Dándole a Spike una gran sonrisa. Una que cambió súbitamente, poniendo una malvada sonrisa. "Sí, claro." Dijo burlonamente Garble. Alzando su garra para darle un gran arañazo a Spike y aprovechar de sacarlo de la competencia.
El cambio de actitud tomó por sorpresa a todos, excepto a Ember. Quien se movió velozmente y detuvo a Garble justo antes que este le diera una mortal estocada a Spike.
"¡Sabía que era un error sacarte debajo de esa roca!" Dijo Ember. Usando toda su fuerza para detener la garra de Garble con sus propias garras. "Esa sombra roja que vi cuando volaba… ¡Fuiste tú quién me golpeó! ¿No es así?" Gritó Ember furiosa.
"Esta competencia no es para los débiles, princesa." Dijo Garble con una cruel sonrisa, usando su propia fuerza para intentar bajar su garra y terminar su ataque contra Spike. "Tú y ese pequeño dragón son demasiado débiles para estar aquí."
En ese instante, Garble movió su cola para golpear la arena. Arrojándola directamente a los ojos de Ember, quién quedó parcialmente cegada. Lo que le dio la oportunidad a Garble para tomar ventaja y poder deshacerse de dos de sus competidores en un instante. Sin embargo, Garble detuvo su plan súbitamente, quedándose paralizado por un segundo al darse cuenta de algo.
"¿Qué es eso?" Dijo Garble, olfateando fuertemente con su nariz. "¿Por qué huele tanto a pony aquí?" Agregó Garble, ligeramente nervioso. Mirando a su alrededor. Pensando por un instante que la Princesa del Sol aparecería nuevamente para terminar su trabajo, y lo enviaría al Sol para que muriera carbonizado.
Luego de unos segundos, mientras Ember se restregaba sus ojos para intentar ver nuevamente, Garble comprobó que Celestia no estaba allí. Entonces él olfateó fuertemente de nuevo y lentamente avanzó hacia donde estaban los ponies, a los que aún no podía ver debido al hechizo de Dusk.
Ni Dusk ni sus amigas movieron un solo músculo. Sabiendo que si lo hacían, el hechizo de Dusk desaparecería. Sabían que si Garble seguía acercándose, los descubriría, y no les quedaría otra alternativa que luchar. Sin embargo, en ese momento habían varios dragones sobrevolando el volcán. Y si los demás dragones veían también que había ponies en ese lugar, Dusk y sus amigas estarían en un peligro aún más grande.
"¡El olor a pony es por mi armadura!" Gritó Ember. Quien parcialmente logró abrir un ojo y corrió para interponerse en el camino de Garble. "Hace unos meses, robé esta armadura de un cofre que guardaba un navío pony." Mintió Ember, para que Garble volviera a enfocarse en ella. Poniéndose en posición de pelea. "Te he ganado en luchas otras veces, Garble. Incluso con un ojo, podré ganarte." Agregó Ember, mostrándole los colmillos a Garble y mirándolo con una fiera mirada.
Por un instante, Garble analizó la situación. Ember estaba vulnerable, y sería fácil deshacerse de Spike. Sin embargo, le podría tomar algo de tiempo, y en esa competencia no había segundo lugar. No podía perder tiempo.
"Como sea… Dejaremos esta pelea para otra ocasión, princesita." Dijo Garble burlonamente. Abriendo sus alas y volando lejos de allí.
"¡Ember! ¿Estás bien?" Preguntó Spike asustado. Corriendo hacia donde estaba la dragona. "Me salvaste a mí y a mis amigos… ¿Por qué lo hiciste?" Preguntó Spike sorprendido.
"Yo… No lo sé." Dijo Ember desviando molesta la mirada. Poniendo una mirada confundida mientras sentía una lucha en su interior. Sin saber por qué a veces actuaba impulsivamente, tal como lo había hecho. Actuando de una forma que le daría vergüenza a su padre… con compasión.
"¡Otra roca!" Gritó Dusk repentinamente. Notando que otra enorme roca caía en su dirección. Entonces todos miraron hacia arriba y se movieron para esquivarla. Con excepción de Ember, quien solo veía parcialmente por un ojo, y no pudo ver bien desde dónde caía la roca. Así que esta vez fue el turno de Dusk para ayudar, quien la empujó para salvarla de ser aplastada en el último segundo.
Ember miró sorprendida a Dusk. Luego abrió su boca para agradecer, pero aquellas palabras no podían salir de su boca, en especial si se las pensaba decir a un pony. Así que Ember simplemente desvió la mirada y se sonrojó, avergonzada por ser salvada por un pony y no poder ser capaz de agradecerle.
"Esto es malo… No podré volar y esquivar las rocas así." Dijo Ember restregándose sus ojos. Notando que poco a poco mejoraba su vista, pero pasarían varios minutos hasta que pudiera volver a ver con normalidad.
"Yo podría ayudarte." Dijo Spike, pensando en una brillante idea. Notando inmediatamente que a la orgullosa Ember no le gustaría recibir ayuda, así que cambió rápidamente su discurso. "Es decir, es trabajar en equipo. Tú puedes volar y llegar más rápido al interior del volcán,;y yo puedo ser tus ojos y guiarte en el aire, hasta que te recuperes por completo. Es un ganar-ganar para ambos."
Ember guardó silencio unos segundos, hasta que finalmente dio un gran suspiro de resignación.
"Ugh… Está bien. Supongo que no tengo alternativa." Dijo Ember de mala gana. Abriendo sus alas y agachándose para que Spike subiera a su espalda.
Antes de subir sobre Ember, Spike se volteó para mirar a Dusk y sus amigas.
"Dusk…" Dijo Spike débilmente, pero con una mirada llena de determinación. "No creo que-"
"Lo sé…" Interrumpió Dusk, adivinando lo que pensaba su hermanito. "Esta es una prueba para los dragones, y no quieres competir haciendo trampa… Tranquilo, no interferiremos más." Agregó Dusk, dándole una afectuosa sonrisa a su hermano.
Tras despedirse de Dusk, Spike les dio un fuerte abrazo a Rarity y Rainbow Dash, prometiéndoles que estaría bien. Luego Spike se subió a la espalda de Ember, y ambos alzaron el vuelo, volando directo hacia los feroces 'lanzarocas'.
"¿Estás seguro que estará bien solo?" Preguntó Rarity a Dusk, muy preocupada.
"Spike ha madurado más de lo que yo mismo me di cuenta. Estoy seguro que logrará pasar esta prueba." Dijo Dusk con una sonrisa de orgullo. "Además… Spike estaba en lo correcto cuando dijo que éramos prejuiciosos, al decir que todos los dragones eran salvajes." Agregó Dusk, recordando lo que dijo Spike cuando huyo de casa. Mirando hacia arriba, a Ember. "Además de Spike, también hay otros dragones de buen corazón." Terminó de decir Dusk con una sonrisa. Iluminando su cuerno y usando su teletransportación para salir de aquella isla junto a sus amigas. Confiando en que su hermanito estaba en buenas garras.
Por su parte, Ember y Spike volaron alrededor del volcán mientras decenas de rocas eran arrojadas por los aires. Spike tenía la misión de avisar cuando una roca se dirigiera hacia ellos, para que Ember la esquivara; al tiempo que debía encontrar la entrada hacia el interior del volcán, ya que entrar por el cráter superior era un suicidio, al estar lleno de trampas mortales que no podían evadirse.
Mientras volaba, Ember siguió restregándose sus ojos. Intentando quitar toda la arena que le nublaba la vista. Comenzando a ver mejor poco a poco. Sin embargo, estar pendiente de sus ojos hizo que a veces tardara mucho en reaccionar a las advertencias de roca de Spike. Por lo que finalmente Ember decidió cerrar sus ojos por completo y seguir ciegamente las instrucciones de Spike. Ella nunca se había sentido tan vulnerable en su vida. Sin embargo, por alguna razón, sentía que por primera vez, podía confiar en alguien al cien por ciento. Spike no era como otros dragones, y eso… quizás era algo bueno.
Finalmente Spike vio la entrada por una cueva y guio a Ember hacia ella. Una vez aterrizaron, Ember pestañeó varias veces, soltando varias lágrimas que pudo acumular mientras mantuvo sus ojos cerrados, y finalmente pudo abrir lo suficiente ambos ojos para comenzar a ver por su propia cuenta.
"No puedo creerlo… ¡Lo logramos!" Dijo Ember sorprendida. Aún restregando sus ojos y mirando a Spike. "Umm… Supongo que debo… darte las ggg… gra… gracias…" Agregó Ember desviando la mirada avergonzada. Ya que le costaba mucho decir la palabra gracias, sintiendo que agradecerle a alguien, significaba estar en deuda con ese alguien.
"¡No hay de qué! ¡Para eso son los amigos!" Dijo Spike sonriendo. Comenzando a caminar hacia el interior de la caverna. En tanto que Ember, puso una mirada sorprendida, y desvió la mirada con incomodidad antes de continuar su camino siguiendo a Spike. Repitiendo mentalmente la palabra 'amigo' una y otra vez, sintiéndose confundida al respecto.
Al interior de la caverna, Ember y Spike se sorprendieron al ver que ya algunos pocos dragones habían llegado hasta allí. Pero muchos habían quedado varados allí mismo, atrapados por las trampas. Paredes que se cerraban y dejaban atrapados a quienes se acercaban, explosiones de fuego que carbonizaban a quien osara pasar cerca, filosos cristales que llegaban a cortar las duras escamas de un dragón, y puntiagudas estalactitas que caían inesperadamente si no se tenía cuidado. Al menos una docena de dragones estaban atrapados o heridos en esa zona. Competidores que ya no podrían seguir compitiendo, si no fuera por Spike. Quien nuevamente se acercó a ayudarlos.
"¿¡Qué acaso no aprendiste nada con lo que pasó con Garble!?" Gritó Ember sorprendida y molesta, al ver que Spike nuevamente corría a ayudar a otros. "¡Los dragones no se ayudan entre sí!"
"¡Claro que pueden!" Gritó Spike mientras intentaba empujar una pared que tenía atrapado a otro joven dragón que estaba todo mareado. "Garble es un bravucón, pero eso no significa que toda nuestra raza sea malvada… ¡Tú y yo somos la prueba que un dragón puede ser bueno! Y también puede usar su fuerza para proteger y ayudar a los demás." Dijo Spike, dando todo de sí para empujar aquella pared de roca.
Ember se quedó quieta unos segundos, con una mirada inquieta. Como si en su mente tuviera un gran debate. Hasta que finalmente ella gruñó molesta y se acercó a Spike para ayudarlo. Así, ambos dragones ayudaron al resto de dragones lastimados que había en aquella caverna. En donde tuvieron varias reacciones muy dispares. Donde los dragones que ayudaban, los miraban extrañados y salían huyendo del volcán. Otros se quedaban inmóviles, sin saber cómo reaccionar. Y otros los empujaban sin decir nada y continuaban su carrera hacia el cetro. Sin embargo, lo que más sorprendió a Ember, es que algunos pocos sonrieron, dejaron su orgullo de lado, y les agradecieron a ambos por su ayuda. Lo que hacía que un grato sentimiento llenara el corazón de la dragona.
Finalmente, ambos pasaron la gran caverna y llegaron a una parte del volcán donde había decenas de caminos. Un gran laberinto donde se debía escoger una ruta, sin saber el destino ni qué otros peligros allí habría.
"¿Qué ruta debemos escoger?" Preguntó Spike temeroso. Sin saber qué hacer. En tanto que Ember se quedó unos segundos en silencio. Siempre pensando un poco antes de actuar, pues si había algo que la caracterizaba, era que ella era de las dragonas más listas de su tribu.
"El cetro de Heliotropo... Es un cetro que fue heredado desde el primer Señor Dragón… Eso significa que no fue hecho en estas tierras." Murmuró Ember, pensando en voz alta. "La actual Tierra Dragón es una zona de rocas volcánicas… Significa que el cetro podría oler como una roca distinta de todas las que hay aquí."
"El Brezal Marchito... la cuna de los dragones, quedaba al Norte de Equestria." Dijo Spike con una mirada pensativa. Recordando la historia que le contó Celestia. "¡Eso significa que el cetro debe ser la roca que huele más parecida a las gemas de Equestria!"
"Eso tiene sentido. Pero estamos en medio de un volcán. El olor a azufre es muy fuerte como para diferenciar olores." Dijo Ember, suspirando resignada.
"No lo sé, yo tengo bastante experiencia oliendo gemas de Equestria. Después de todo, me crie allí." Dijo Spike con orgullo, comenzando a oler la entrada de los distintos caminos, para ver si descubría algo. "Incluso a veces, ayudo a Rarity a buscar cierto tipo especial de gema."
"¿Ayudas a los ponies a buscar gemas?" Preguntó Ember, confundida y un poco molesta. "Eso no es… ¿Cómo si fueras su mascota?"
"Claro que no. La ayudo a buscar gemas para sus vestidos, y yo me quedo con las que están quebradas, pero que saben igual de bien." Respondió Spike sin dejar de oler. Sin fijarse en la expresión incómoda que tenía Ember. "Yo no soy una mascota, soy su amigo. Soy amigo de todos en Ponyville. Aunque sea un dragón, todos me tratan como si fuera un pony más… ¡Todos son muy amables! Deberías ir algún día." Agregó Spike, deteniéndose súbitamente cuando su nariz captó un leve olor familiar. "¡Creo que ese es! Ese camino huele un poco como las montañas de Equestria." Dijo Spike apuntando hacia uno de los caminos.
"Así que tienes cientos de amigos… Eso significa que yo no soy nada especial, solo uno más entre cientos." Dijo Ember, mirando hacia el suelo con una mirada molesta.
"¿Qué? No, claro que no. Cada amigo es especial." Dijo Spike confundido. Nervioso al ver la molesta mirada de Ember.
"Ya me extrañaba que usaras la palabra amistad tan a la ligera, ¡Ese es el problema con los ponies! Te engañan con esa cosa llamada amistad, para que hagas trabajos para ellos. ¡Tal cómo tú me engañaste para que volara contigo!" Dijo Ember muy molesta, como si por un instante hubiera tenido nuevamente una lucha interna, pero esta vez, ganó su orgullo y terquedad como dragón. "Por poco casi caigo en la trampa de la amistad… ¡Ni siquiera tú mismo te das cuenta que tus amigas te usan!"
"¡Mis amigas no me usan! Yo hago cosas buenas por ellas porque quiero hacerlas felices. ¡Eso hacen los amigos!" Gritó Spike, preocupado por Ember.
"¡Basta! ¡En esta competencia no hay amigos! Solo habrá un ganador, un cetro y un Señor Dragón." Gritó Ember molesta. "Desde ahora, cada uno irá por su cuenta, ¡Esa es la forma dragón!"
"Tú… ¿No crees que seamos amigos?" Preguntó Spike con mucha pena, mirando asustado a Ember. A lo que Ember respondió desviando la mirada y guardando silencio unos segundos. Entonces ella apretó fuerte sus ojos, y gruñó molesta.
"Tal vez si esto fuera Tierra Pony, pero aquí, es Tierra Dragón." Dijo Ember pasando al lado de Spike y abriendo sus alas. "Aquí no hay amigos." Agregó Ember, volando y alejándose de allí. Dejando a un pobre Spike con su corazón herido.
"Bien… Valió la pena la espera." Dijo repentinamente una voz masculina, que sorprendió a Spike e hizo que se volteara. Sin embargo, fue demasiado tarde. Una cola roja lo golpeó fuertemente y lo estrelló contra una pared.
Spike abrió sus ojos con dolor y vio que quién lo había atacado por sorpresa fue Garble. Quien sonreía malvadamente, mirando el camino por donde había volado Ember.
"Todo este rato he caminado en círculos por este laberinto, siempre llegando a donde mismo comencé." Dijo Garble, mirando a Spike y sonriendo. "Justo cuando iba a intentarlo de nuevo, llegaron ustedes y encontraron la respuesta. Fue una suerte que trabajaran en equipo, hasta que Ember te rompió el corazón, ¡Jajaja! Recuérdalo enano, somos dragones, y nosotros no tenemos amigos." Agregó Garble burlándose. Abriendo sus alas y entrando por el mismo camino por el que Ember había entrado.
Lentamente Spike se levantó, con su espalda adolorida luego del golpe. Y entonces puso una mirada llena de determinación.
"Te equivocas… ¡Ella no es como tú!" Gritó Spike. Apresurándose para correr y seguir a Garble.
Tras un largo camino, en que Spike dio todo de sí para correr a toda velocidad. Spike llegó a lo que parecía ser el centro del volcán. Un lugar abierto, en cuyo fondo había un enorme lago de lava brillante. En el centro de todo, había un gran cristal rojo, en donde había quedado clavado el Cetro de Heliotropo. Hasta allí se llegaba por un delgado camino de rocas, en donde si se caía, se corría el riesgo de estrellarse en aquella lava que brillaba incandescente, como Spike jamás había visto antes. Una lava que parecía mucho más caliente y mortífera que en las que Spike y los demás dragones saltaron en Equestria el día previo.
A pesar de la imponente vista, lo que más llamó la atención de Spike, fue el camino de rocas, en donde habían dos jóvenes dragones luchando en igualdad de condiciones. Ambos tomados de los hombros, intentando empujar al otro para hacerlo caer. Uno era el salvaje Grable, que sonreía siniestramente, sintiendo que poco a poco empujaba a su rival. Y la otra era Ember, quien mantenía su mirada fiera, sudando al ver que aunque fuera por poco, Garble tenía un poco más de fuerza que ella en aquella lucha.
"¡Ember!" Gritó Spike sin pensarlo dos veces. Corriendo hacia donde estaban los dos dragones, tomando impulso y saltando de frente para golpear con su cabeza a Garble en el estómago. Quien cayó al piso por el sorpresivo golpe.
"¿¡Spike!?" Dijo Ember. Muy sorprendida de ver que el pequeño dragón la había ayudado.
"¡Ve por el cetro! ¡Yo detendré a Garble!" Gritó Spike, viendo que Garble tenía una mirada furiosa y comenzaba a levantarse nuevamente.
Si algo había aprendido Spike, era que era obvio que jamás le ganaría a Garble por la fuerza. Así que tendría que usar lo que tenía a su favor, algo que sí tenía igual de fuerte que Garble. Y aunque no pudiera ganarle, al menos ganaría tiempo.
Spike nuevamente tomó impulso para lanzarse de cabeza contra Garble. Algo que el dragón rojo anticipó esta vez. Poniendo sus garras hacia el frente para detener el impacto de Spike. Sin embargo, en el último segundo, Spike levantó su cabeza, abrió grande su quijada y mordió con todas sus fuerzas el brazo de Garble.
"¡GAAAHHH!" Gritó Garble en pánico. Agitando su brazo con dolor mientras Spike ponía toda su fuerza en su boca, para no soltar su presa.
"¡Cogge Embegg! ¡Ge pog eg jecro!" '¡Corre Ember! ¡Ve por el cetro!' Fue lo que gritó Spike, con su boca llena del brazo de Garble. Viendo que a pesar de su grito, Ember se había quedado paralizada un segundo. Aún shockeada al ver al pequeño dragón sacrificarse por ayudarla.
Tras salir de su sorpresa, Ember se volteó a ver el cetro, y comenzó a correr hacia él. Sin embargo, solo alcanzó a dar unos pocos pasos antes de detenerse. Ella bajó su mirada confundida, mirando al piso mientras escuchaba a Garble maldecir, agitando a Spike para que lo soltara… ¡El cetro estaba ahí! ¡Frente a ella! ¿Qué importaba Spike? Ella misma lo había dicho, un dragón no tiene amigos.
"¡Maldito enano!" Gritó Garble furioso. Usando toda su fuerza para jalar de Spike por la cola. Hasta que finalmente los dientes de Spike no aguantaron más y Garble lo pudo sacar de su brazo.
Mientras sostenía a Spike por la cola, quien estaba totalmente exhausto con su boca abierta y adolorida, Garble lo miró con furia y se acercó lentamente hasta el borde del camino. Sosteniendo a Spike sobre el enorme lago de lava volcánica.
"Esta es la última vez que te metes en mi camino, Spike… Ahora aprenderás lo importante que es para un dragón tener sus alas, jeje..." Se burló Garble siniestramente, mirando a Spike con furia mientras lo sostenía en el aire. "¿Ves ese lago de lava? Ninguno de los dragones de esta isla se baña allí, porque esa lava derrite todo lo que toca. Bueno, supongo que lo verás por ti mismo… Hasta nunca, hermanito."
"¡Déjalo en paz!" Gritó Ember súbitamente. Siendo esta vez ella quien embistió a Garble. Causando que los tres dragones cayeran al suelo. Con Spike a un lado y Ember encima de Garble, usando todo su peso para impedir que el abusivo dragón rojo se pusiera de pie.
"¡Ember! Tú…" Dijo Spike, confundido y aún mareado. Sintiendo que apenas si podía ponerse de pie.
"¡Eres un tonto! ¡No podrás detener a Garble por tu cuenta!" Gritó Ember, forcejeando con Garble. "¡Ve por el cetro! ¡Yo lo detendré!"
"Ember…" Dijo Spike débilmente. Sabiendo lo que Ember estaba sacrificando con tal de ayudarlo.
"¡Solo ve!" Gritó Ember con todas sus fuerzas. Quien estaba dando todo de sí con tal de evitar que Garble se levantara.
Sabiendo que no podía desaprovechar el sacrificio de Ember, Spike puso una mirada seria y corrió hacia el cetro.
"¡No! ¿¡Qué haces!?" Gritó Garble espantado, usando todas sus fuerzas para intentar sacarse de encima a Ember. "¿¡Vas a entregarle el trono a ese bebé dragón!? ¡No es un verdadero dragón! ¡Es un debilucho!" Gritó Garble en pánico, viendo que Spike ya casi llegaba hasta el cetro.
"Te equivocas… Él no es ningún debilucho… ¡Es más dragón de lo que tú jamás podrás ser!" Gruño Ember forcejeando. "Además… Si tengo que elegir entre un tonto bravucón como tú y él… ¡PREFIERO QUE GANE MI AMIGO!" Gritó Ember con furia, con tal fuerza que logró finalmente inmovilizar por completo a Garble. Un grito lleno de emoción. Pues ese grito estaba lleno de enojo contra Garble, por mostrarle a Spike lo peor de los dragones; con culpa contra sí misma, por demorarse tanto en entender lo que era la verdadera amistad; con alivio, al lograr cambiar finalmente su paradigma sobre cómo debía de actuar un verdadero dragón; y principalmente, con orgullo, al admitir que finalmente tenía un verdadero amigo en el que confiar.
Ante el cetro, los ojos de Spike brillaron al ver aquella magnífica roca, que era el símbolo del poder en los dragones. Entonces él estiró su garra, y con todas sus fuerzas jaló del cetro, hasta que logró desprenderlo del cristal en el que había quedado clavado. Causando que los ojos de Spike brillaran y una salvaje magia roja rodeara su cuerpo por un instante. Entonces, Spike alzó en alto el cetro y una gran onda de magia salvaje y roja se extendió por toda la isla, cubriendo la Tierra Dragón por completo. Causando que, tal como cuando Torch hizo 'el llamado', todos los dragones se sintieran conectados mágicamente por un instante. Sintiendo un escalofrió que hizo que todos los dragones se paralizaran por un segundo y comprendieran algo aunque no lo vieran con sus propios ojos… había un nuevo Señor Dragón.
"No puede ser cierto…" Dijo Garble incrédulo. Levantándose finalmente, luego que Ember saliera de encima suyo. Caminando lentamente hacia donde estaba Spike. "¿¡De verdad eres el nuevo Señor Dragón!? ¿¡Tú!?" Repitió Garble, como si no pudiera creerlo.
"Arrodillate ante tu nuevo Señor." Dijo Ember sonriendo. Hincando una rodilla para hacer una pequeña reverencia. "¡El Señor Dragón Spike!"
Garble miró anonadado como Ember se arrodillaba. Entonces él volvió a mirar a Spike, quien por alguna razón se veía muy serio, mirándolo directamente a los ojos.
Ni el mismo Spike lo entendía, pero al tocar el cetro, se sintió lleno de confianza y poder. Como si súbitamente se diera cuenta que cargaba con el peso de decenas de generaciones de honorables Señores Dragones. Algo que lo llenó de orgullo, e hizo que por un instante, todos sus temores desaparecieran. Sintiéndose verdaderamente el amo de todos los dragones.
"Arrodillate…" Dijo Spike seriamente, con una fuerte y firme voz. Apuntando su cetro hacia Garble. Con sus ojos brillando fugazmente por una llama roja. Misma llama mágica que lo había rodeado al tocar el cetro, y que había tocado a todo dragón que había en esas tierras.
Al ver el cetro, y ver la fiera mirada de Spike, que mantenía aquella penetrante llama mágica, a Garble le ocurrió todo lo contrario que a Spike. Todo su orgullo y valor desaparecieron. Sintiéndose pequeño e insignificante ante su Señor Dragón. Garble no sabía qué magia actuaba sobre él, y tampoco podía negarla. Él simplemente no podía desobedecer al portador de ese cetro… Era como si ante él, no estuviera solo Spike, sino todos los antiguos y poderosos Señores Dragones que estuvieron antes que él.
Garble bajó lentamente la cabeza y de mala gana hincó una rodilla en el suelo, de igual forma que Ember. En tanto que Spike, al ver sometido a Garble tan fácilmente, solo con una palabra suya, hizo que abriera con sorpresa sus ojos, y todo ese poder y orgullo desbordante que sintió por un segundo, desaparecieron. Volviendo a ser el Spike de siempre.
"Yo… ¿¡Yo soy el nuevo Señor Dragón!?" Gritó Spike sorprendido e incrédulo. Volviendo a hablar como el joven bebé dragón que era.
"Así es." Sonrió Ember. Acercándose hasta Spike. En tanto que Garble, también abrió con sorpresa sus ojos al ver que todo ese poder que sintió dentro de Spike desapareció. Como si todo hubiera sido una ilusión. Y nuevamente viera que el nuevo Señor Dragón, solo era un bebé.
"No eres digno del poder del cetro… ¡No eres digno de ser el Señor Dragón!" Gritó Garble furioso.
Entonces Spike volvió a poner una mirada seria y apuntó nuevamente el cetro hacia Garble. Aquello hizo que Garble inmediatamente se paralizara del miedo. Él no quería volver a sentir esa sensación de sentirse pequeño e insignificante. En especial, no si era frente a Spike.
"Debes obedecer al Señor Dragón." Dijo Spike, hablando con normalidad, pero mirando seriamente a Garble. "Y tu Señor te ordena que vuelvas a tu hogar y le pidas perdón a cada dragón con el que has sido un bravucón."
"¿¡Qué!? Un verdadero dragón jamás pide disculpas." Gruñó Garble.
"La palabra del Señor Dragón es ley." Dijo Ember sonriendo. "Quizás así aprendas que ser un verdadero dragón no significa lastimar físicamente a los demás, ni herir sus sentimientos."
"¡Los dragones no tienen sentimientos!" Gritó Garble frustrado y furioso .
"Claro que los tienen. Hmm... Quizás debas escribirlo para que no lo olvides…" Dijo Spike con una mirada pensativa y luego mirando a Garble con una sonrisa traviesa. "De hecho, te ordeno que escribas un poema, donde expreses tus verdaderos sentimientos."
Garble se quedó con la boca abierta y una mirada incrédula por varios segundos. Como si alguien lo hubiera congelado.
"Es un chiste, ¿Verdad?" Preguntó Garble nervioso.
"Claro que no lo es. La palabra de un Señor Dragón es ley." Respondió Spike sonriendo. "Quién sabe, quizás te guste."
Por un segundo, Garble pensó en salir huyendo, e incluso, pensó en lanzarse y atacar a Spike, al ver que se burlaba de él. Sin embargo, apenas tuvo ese pensamiento, la gema roja del cetro brilló tenuemente, y por un instante, Garble recordó aquel aterrador sentimiento de pánico que le hizo sentir la magia del cetro. Aquello hizo que un escalofrío recorriera la espalda del dragón rojo.
"C-Como ordene… mi Señor…" Dijo Garble impotente, apretando con rabia sus dientes. Abriendo sus alas y volando de vuelta por el camino que habían llegado. Decidiendo irse lo antes posible, antes que a Spike se le ocurriera darle otra ridícula orden.
Apenas Garble desapareció, Spike y Ember se miraron mutuamente y ambos estallaron en risa. No pudiendo para de reír luego de ver al feroz Garble siendo intimidado tan fácilmente. Pero lo cierto era que Garble no tenía opción, todo dragón sabía que la palabra de un Señor Dragón era ley.
"Bien, basta de risas." Dijo Ember secándose una lágrima de risa. "Debemos volver a tierra firme para proclamar tu coronación oficial."
"¡Oh, sí! Sobre eso…" Dijo Spike. Acercándose a Ember y depositando el cetro en sus garras. "Creo que no será necesario." Agregó Spike con una sonrisa.
En cuanto Spike le pasó el cetro a Ember, una nueva ola de magia roja rodeó a Ember. Y tal como sucediera con Spike, una nueva onda expansiva de magia roja voló lejos del cetro.
"¿Qué? ¿¡Qué hiciste!?" Gritó Ember impactada. Justo cuando el brillo de magia en sus ojos desaparecía. "¡Solo un Señor Dragón puede tomar el cetro!" Agregó Ember asustada. Estirando su garra para intentar devolverle a Spike el cetro.
"Ya lo sé. Por eso es que te lo entregué a ti. Tú debes ser la próxima Señor Dragón." Dijo Spike, rechazando el cetro.
"Spike, ¡Ya tocaste el cetro! ¡La magia de nuestra raza corre en ti ahora! ¡No puedes devolverlo!" Gritó Ember casi en pánico, sintiendo que Spike no entendía la gravedad de la situación.
"Lo entiendo, yo también lo sentí cuando toqué el cetro." Dijo Spike viendo su garra. Recordando la poderosa sensación de sentirse más fuerte y grande que cualquier otro dragón. "Pero siento que esa sensación se desvaneció cuando te di el cetro… Esa magia puede correr en mi, pero quien posea el cetro siempre será el verdadero y absoluto líder de los dragones." Agregó Spike sonriendo. Sintiendo que en parte se alegraba haberse quitado todo ese poder de encima. "Además, tu padre lo dijo: Quien encuentre el cetro y lo traiga de vuelta, será coronado como Señor Dragón. La competencia aún no termina."
Ember se quedó mirando el cetro durante varios segundos. Con una mirada llena de indecisión.
"¿Estas seguro de esto?" Preguntó Ember, mirando insegura a Spike.
"Aún tengo mucho que aprender sobre los dragones. ¡Hasta hace dos días atrás ni siquiera sabía que algún día me crecerían alas!" Se rio Spike, luego poniendo una mirada más melancólica. "Además, no puedo gobernar por cien o más años. Después de todo, tengo una familia a la cual debo volver en algún momento." Agregó Spike con una tierna sonrisa. Recordando a 'su verdadera familia'.
"Yo… no estoy segura de esto…" Dijo Ember preocupada, mirando el cetro en sus garras. "Siempre quise ser la próxima Señor Dragón, pero ahora, luego de esta competencia… ¡Ni siquiera sé cómo debo guiar a los dragones!"
"Cuando nos conocimos y viste que seguía a Garble, dijiste que tuviera cuidado de a quién elegía como ejemplo a seguir." Dijo Spike, acercándose a Ember y tocándola amablemente. "Ahora sé a quién debo seguir como ejemplo. Y no solo debo ser yo, ¡Si no todos los dragones! Tú podrás unir a los dragones, y con tu guía, podrán darse cuenta que trabajar juntos nos hace más fuertes, y que esa fuerza la debemos usar con sabiduría, y no con crueldad."
Tras el discurso de Spike, Ember volvió a mirar el cetro, pero esta vez su mirada cambió a una llena de determinación. Un fuego brilló en sus ojos al aceptar finalmente su destino.
Tras un rápido vuelo de vuelta, Ember y Spike volvieron hasta la Tierra Dragón. Donde ya la mayoría de los dragones también habían vuelto de la competencia, al sentir aquel escalofrío mágico en sus cuerpos. Allí también se sumaron todos los otros dragones que no habían participado de la competencia. Además de Celestia, quien seguía al lado de Torch.
"¡Allí está Spike!" Gritó Rarity llena de emoción. Apareciendo mágicamente de la nada, saludando desde el suelo a Spike, que se acercaba junto a Ember.
"¡Rarity, no!" Gritó Dusk, quien junto a Rainbow Dash, también se movieron para callar a Rarity. Y al moverse, al igual que la unicornio blanca, también se desvaneció el hechizo de invisibilidad que había sobre ellos.
Varios minutos antes, cuando Dusk y sus amigas volvieron a la Tierra Dragón, Dusk inmediatamente usó un hechizo de invisibilidad. Ya que al teletransportarse desde tan lejos, hizo que Dusk no pudiera calcular bien y reaparecieran en en una explanada rodeados por decenas de dragones. Y allí permanecieron inmóviles bajo el hechizo de Dusk. Sabiendo que si se movían, serían descubiertos. Afortunadamente, aunque los dragones olían olor a pony cerca de donde los tres ponies aparecieron, ningún dragón le dio importancia, ya que atribuyeron aquel olor a Celestia allí presente. Sin embargo, cuando Rarity se movió por la emoción de volver a ver a su querido Spikey-Wikey, los tres ponies quedaron totalmente expuestos. Siendo vistos por decenas de dragones. Quienes quedaron con la boca abierta al ver que entremedio de ellos, habían tres pequeños ponies.
Celestia quedó tan asombrada como el resto de los dragones al ver aparecer allí a Dusk y sus amigas. Pero su veloz mente hizo que ella inmediatamente usara su magia para teletransportar a los tres ponies junto a ella. Cubriéndolos parcialmente con su melena etérea, como si intentara ocultarlos de los ojos de todos los dragones.
"¿Qué hacen esos ponies aquí?" Dijo Torch gruñendo. Viendo con desagrado a Dusk y sus amigas.
"Son amigos de Spike." Dijo repentinamente Ember, finalmente aterrizando al lado de su padre, junto a Spike. "Y cualquier amigo de mi amigo, está a salvo en mi reino."
"¿Tu reino? ¡Jojojojo!" Se rio ruidosamente Torch. Con cierto orgullo, pero también, con cierta burla. "Veo que has vuelto con el cetro. Y como dije, quien volviera con el cetro, se convertiría en el próximo Señor Dragón. Pero, ¿De verdad crees que eres digna de ser el próximo Señor Dragón?" Gruño Torch, mirando con desagrado a su hija. "Siempre lo he dicho, un verdadero dragón debe ser fuerte, y tú aún-"
"¡SILENCIO!" Gritó Ember molesta, volando velozmente frente a la cara de su padre y apuntando el cetro hacia su rostro. Causando que Torch, por primera vez en años, retrocediera asustado su cara. Tanto por la fiera mirada de su hija, como por el intenso brillo rojo de la gema del cetro. "Yo soy fuerte, y lo he demostrado en esta competencia. Soy la más digna de portar este cetro y de liderar a nuestra raza."
"¡Hum! ¿Eso crees? Muy bien, veremos qué dice nuestra raza…" Gruño Torch, mirando seriamente a su hija, y luego volteándose para ver a los demás dragones. "¿Creen que esta insignificante dragona podrá ser tan grande e imponente como yo algún día? ¿Creen que esta joven dragona es digna de ser su nueva líder?"
Ante la pregunta de Torch, todos los dragones comenzaron a susurrar entre ellos, mirándose mutuamente, sin saber qué responder. En el fondo, todos sabían y sentían que Ember era la legítima Señor Dragón al portar el cetro. Ese escalofrío que sintieron, se los había dicho. Sin embargo, Torch también generaba la misma sensación al ser un antiguo portador del cetro. Ambos tenían esa magia corriendo por sus cuerpos. Era como si dos jefes discutieran, y les pidieran elegir quién era el mejor.
Sorpresivamente, el primero en hablar y arrodillarse, fue un pequeño bebé dragón que estaba cerca del grupo de ponies.
"La respuesta es no." Dijo Spike arrodillado, con su cabeza gacha. Una respuesta que dejó helada a Ember. "Ember no será igual de grande e imponente que tú. Pero sí será una gran líder. Una que estoy dispuesto a seguir." Agregó Spike, levantando su cabeza, sonriéndole a Ember.
"Yo… yo también creo que será una gran líder." Dijo repentinamente otro dragón, también arrodillándose. Uno que al verlo Ember, reconoció que había sido uno de los dragones que ella y Spike ayudaron a salir de las trampas en la competencia.
Tal como aquel dragón, los primeros en decir 'yo la apoyo' y arrodillarse, fueron aquellos dragones con los que Ember había sido compasiva, y que vieron en ese extraño gesto, la grandeza de un líder. De unos pocos dragones arrodillados, pasaron a decenas y cientos, hasta que todos los dragones que estaban a la vista, se inclinaron ante Ember. Lo que causó que Ember temblara de emoción, pero pusiera una firme mirada para mantener su figura orgullosa.
"¡Joajajaja!" Rio repentinamente Torch. Esta vez riendo sin nada de burla, si no que simplemente, riendo al sentirse lleno de orgullo. "El cetro puede darte el poder, pero el trono solo te lo puede dar tu tribu. Y eso… te lo has ganado. Señora Dragón Ember." Agregó Torch, finalmente arrodillándose también ante su nueva líder, su testaruda y amada hija.
Viendo a todos sus súbditos arrodillados ante ella, incluyendo a los tres amigos de Spike y a la mismísima Princesa del Sol, quienes también se arrodillaron por respeto, Ember infló su pecho de orgullo y no pudo evitar soltar un poco de humo de su nariz por sentir que ese era el mejor momento de su vida. Finalmente lo había logrado, era la nueva Señor Dragón, y no por ser una princesa, ¡Si no porque se lo había ganado!
"Bien, y ahora, su nueva Señor Dragón les ordena… ¡A celebrar!" Gritó Ember. Acompañado de la algarabía de todos los dragones. Quienes corrieron para sacar sus mejores comidas y bebidas, y celebrar aquel evento único en la vida. La nueva Era del nuevo Señor Dragón.
Mientras comenzaban los festejos, Ember aterrizó junto a Spike y le agradeció por ser el primero en apoyarla. Cosa que Spike respondió dándole un gran abrazo. Algo que incomodó a Ember, quien no estaba acostumbrada a las muestras de afecto. Pero de igual forma, soportó aquel abrazo por parte de su pequeño nuevo amigo.
"He cumplido con la promesa de mi clan." Dijo Torch seriamente, acercando su rostro a Spike y los ponies. "Ahora mi hija comienza una nueva Era, lejos de las ataduras de viejas promesas. Y tú, pequeño dragón, también has ganado un lugar entre los tuyos. Desde ahora, vivirás con nosotros, tu raza."
En ese momento Spike miró a Celestia con una mirada nerviosa. Una que fue devuelta por Celestia con una triste sonrisa. En tanto que Dusk y sus amigas pusieron miradas preocupadas.
"Yo… Agradezco que me den la bienvenida." Respondió Spike con una pequeña reverencia. "Y con gusto, aceptaré vivir con mi raza, como leal súbdito de la Señora Dragón Ember."
"¡Spike, no!" Gritó Dusk asustado, intentando acercarse a Spike. Siendo detenido por Celestia, que por alguna razón, parecía que no quería que los ponies se alejaran de su lado. "¡Princesa! Escuché lo que tú y Spike hablaron, sobre que los dragones jóvenes no pueden vivir fuera de la Tierra Dragón, ¡Pero no podemos dejar que obliguen a Spike a quedarse!"
"Dusk, no me están obligando… Yo quiero quedarme." Dijo Spike con una triste sonrisa. Algo que dejó en shock a Dusk, Rarity y Rainbow Dash.
"¿D-De qué estás hablando?" Tartamudeó Dusk nervioso y asustado. "Tú… ¿De verdad crees que ellos son tu familia? Que… ¿Que tú y yo no somos hermanos?" Preguntó Dusk al borde de las lágrimas.
En ese momento Spike se acercó a Dusk con una tierna sonrisa, y le dio un fuerte golpe en el costado.
"¡Auch!" Dijo Dusk adolorido, sobándose donde Spike lo golpeó.
"Le he enseñado varias cosas a los dragones sobre compasión y amistad. Pero ellos también me enseñaron a no ser tan cursi, jeje." Se rio Spike. Con sus ojos brillosos por las lágrimas. Mostrándole a Dusk que hizo eso para romper la tensión del momento. Entonces Spike miró a Dusk con una tierna mirada. "Lamento haber dicho que no eras mi hermano. Tú eres mi familia, Dusk, y siempre lo serás." Dijo Spike sonriendo. "Pero ahora que estoy aquí, quiero aprender un poco más acerca de los dragones. Aún hay muchas cosas que no sé sobre mí mismo, y quiero conocerlas… Te prometo que encontraré la forma de volver a casa pronto, pero por ahora, quiero quedarme aquí un poco más y cumplir con las leyes de mi pueblo."
Dusk miró con asombro a su hermanito. Sorprendido nuevamente de su madurez. Entonces ambos se dieron un gran y cálido abrazo. Soltando pequeñas lágrimas al entender que estarían alejado por un tiempo, por primera vez en sus vidas, pero a pesar de estar separados, nunca dejarían de ser hermanos. Un abrazo al que rápidamente se sumaron Rainbow Dash y Rarity. Siendo esta última la que estalló en llanto, llenándo a Spike de besos y lágrimas.
"Cuidaré bien de Spike." Dijo Ember, acercándose a Celestia. Quien miraba enternecida aquella escena de despedida. "Y sobre la alianza de ponies y dragones... No es algo que pueda garantizar aún, ya que debo convencer a mis súbditos. Sin embargo, me aseguraré que como primer paso, los dragones comencemos a ser más amistosos con los ponies. Y creo que Spike nos ayudará mucho con eso." Agregó Ember. Sonriendo al ver a Spike rodeado de amigos. Aunque la cola de Celestia le interrumpía parcialmente ver bien a los ponies.
"Se lo agradezco, Señor Dragón Ember." Dijo Celestia sonriendo. Inclinando ligeramente su cabeza en señal de respeto.
Tras terminar de despedirse, Celestia se acercó a los tres ponies, y usando su poderosa magia, los tres se teletransportaron desde la Tierra Dragón, y aparecieron en un instante a las afueras de Ponyville.
"Vaya… Sé que todo salió bien al final. Pero… no puedo sentirme feliz." Dijo Rainbow Dash con una triste sonrisa. Mirando hacia su querido pueblo y poniéndose triste al pensar que habían salido de allí en busca de Spike, y de igual forma, habían terminado volviendo sin él.
"Sí… Lo sé." Dijo Dusk, sintiendo un vacío en el estómago. Feliz de ver que su hermano había crecido, pero triste por alejarse de él.
"Esto no es una despedida, si no un hasta pronto. Y como él mismo Spike dijo, cuando esté listo, encontrará la manera de volver con nosotros. Y estoy segura que él podrá encontrar la manera." Dijo Celestia sonriendo, intentando animar a Dusk y sus amigas. "Recuerda, Dusk. Spike y tú tienen un lazo único e inquebrantable. Además…" En ese instante Celestia acercó su cuerno al de Dusk y una pequeña flama verde se iluminó por un instante en la punta de cuerno de Dusk. "Desde ahora podrán escribirse cartas cada vez que lo deseen."
"¿Eh? ¿¡Es el hechizo que usas para recibir las cartas de Spike!? Pensé que solo un alicornio podía soportar la magia de un dragón." Dijo Dusk sorprendido.
"Bueno… No solo tú practicas tus hechizos, Dusk. Yo también me entreno para mejorar los míos a diario." Respondió Celestia con una pícara sonrisa. Entonces ella recordó algo y súbitamente puso una mirada más seria. "Dusk, quiero que me prometas que no volverás a acercarte a los dragones sin avisarme antes."
En ese momento, Dusk abrió grande sus ojos al recordar algo que llamó fuerte su atención en los momentos finales de su estadía en la Tierra Dragón… Desde que él y sus amigas aparecieron frente a los dragones, Celestia en todo momento los mantuvo a su lado, casi pegados a ella. Como si quisiera ocultarlos de la vista de todo dragón.
"Princesa… ¿Temías que los dragones nos atacaran solo por ser ponies?" Preguntó Dusk inseguro.
"No creo que los dragones los hubieran atacado sin razón. Menos aún, viendo que yo estaba allí." Respondió Celestia con una pequeña sonrisa. Luego abriendo sus ojos y mirando fugazmente el flanco de Dusk. "Pero hay peligros de los que es mejor alejarse…"
En la Tierra Dragón, la noche ya comenzaba a caer lentamente, y los dragones seguían festejando por su nuevo Señor Dragón. Sin embargo, en ese momento, la festejada se había alejado del centro de la celebración y se encontraba caminando junto a Spike. Caminando por la costa de aquella enorme isla.
"¿Qué te parece tu primera celebración como un verdadero dragón?" Preguntó Ember, sonriendo divertida.
"¡Es lo mejor!" Dijo Spike sonriendo. Con su boca llena de esmeraldas y rubíes, que Ember había aceptado compartir en agradecimiento con Spike por su ayuda, y que eran parte del enorme tributo que cada dragón daba a su nuevo Señor Dragón.
Desde la orilla, ambos dragones vieron a lo lejos la pequeña isla que había servido como centro de la competencia para elegir al nuevo Señor Dragón. Una isla que se encontraba ligeramente iluminada mientras caía la noche. Gracias a los incandescentes lagos de lava que habían en aquel gran volcán.
"Es una locura que tu padre tuviera todas esas trampas listas en ese volcán." Dijo Spike mientras veía el volcán.
"Todos ayudamos a poner esas trampas. Cada año las renovamos y cambiamos." Respondió Ember. "En esa isla se incuban los huevos de dragón. Por eso está lleno de trampas, para evitar que los ladrones los roben."
"¿¡Hay quienes roban huevos de dragón!?" Preguntó Spike sorprendido y algo asustado.
"¿Recuerdas cuando te conocí en las montañas de Equestria? Todos pensamos que eras uno de los huevos robados, pero no era así. Resultaste ser un huevo mucho más antiguo e importante." Respondió Ember, con una pequeña sonrisa triste. Entonces ella miró al horizonte y puso una mirada más seria. "Hace algunos años, unos sucios piratas llegaron a nuestra tierra desde el Este, y se robaron alguno huevos. Por eso ahora los huevos están tan protegidos."
"Oh… Es una pena." Dijo Spike, bajando su cabeza apenado. "No sabía que había piratas en estas aguas."
"No los había, ni los hay ahora. Ningún ser es tan tonto como para acercarse a nuestras tierras sin arriesgarse a ser carbonizado." Respondió Ember, molesta al recordar. Soltando humo por su nariz. "Ese sucio pirata no era normal… Esa 'tormenta', no era normal…" Agregó Ember, desviando preocupada su mirada.
"¡Hey, Spike!" Gritó repentinamente una voz femenina desde lejos. Era una joven dragona que era solo un poco más grande que Spike. De escamas color naranja ocre, y ojos celestes.
"Creo que Smolder te llama." Dijo Ember, apuntando con su mirada hacia atrás.
"Sí. Parece muy interesada en mis historias sobre Equestria." Dijo Spike sonriendo. Despidiéndose de Ember y corriendo hacia donde estaba la joven dragona naranja.
Luego que Spike se fuera, Ember voló hacia una de las cuevas que quedaban en lo más alto de aquellas tierras. Aquel era el hogar del viejo Graytusk, el único dragón escriba de esas tierras, encargado de cargar con toda la historia de su raza. Y como tal, aquella cueva era la única que en vez de tener guardados grandes tesoros de oro y gemas, tenía guardados varios pergaminos y libros. Que era lo que más atesoraba aquel viejo dragón.
Al entrar, Ember vio que el anciano estaba dormido profundamente. Siempre envuelto por decenas de viejos pergaminos en todo su cuerpo.
"¡Despierta anciano!" Gritó Ember. a quien, al igual que su padre, no le gustaba perder el tiempo. Causando que el anciano dragón saltara del susto. "Vine aquí para que asegurarme que escribas mi nombre en los pergaminos de la historia. Para que nadie olvide que este día YO me convertí en la nueva Señor Dragón." Dijo Ember con orgullo.
"¡Oh! Sí, sí. Por supuesto, mi venerable Señor Dragón." Dijo el anciano. Apresurándose a buscar un libro. El libro más antiguo que allí había. "Aquí está!" Dijo Graytusk al encontrar lo que buscaba.
El libro que tomó el anciano dragón era tan antiguo, que en cuanto lo abrió, varias hojas se soltaron y cayeron por el suelo.
"¿Hm? ¿Qué es esto?" Preguntó Ember. Tomando una de las hojas que había caído y viendo que allí había dibujada una extraña estrella.
"Eso… Eso… ¿Qué era eso...?" Dijo el anciano dragón. Rascándose su cabeza mientras intentaba agitar su cerebro para recordar. "¡Oh, ya lo recuerdo! Esa es la 'fade star', la estrella que desaparece. Símbolo de terror, y enemigo de los dragones."
Por varios segundos, Ember miró aquel dibujo, sintiendo la extraña sensación que lo había visto antes en algún otro lado. Sin embargo, al no poder recordarlo, Ember se rindió y le devolvió la hoja al anciano. Sin lograr recordar que ese mismo día, ella había visto esa extraña estrella de seis puntas en el flanco de cierto pony lavanda.
# Fin del capítulo 30
