T2 - Capítulo 34 – El primer paso

En el pueblo de Yakyákistán, la mayoría de los yaks se mantenían en un incómodo silencio luego que su líder, el Príncipe Rutherford, destruyera la cabaña que los ponies habían construido. Los yaks pensaban que su líder había exagerado al despreciar tan tajantemente todo lo que hicieron los ponies para tratar de replicar las costumbres de los yaks. Sin embargo, ninguno de ellos alzó la voz. Todos respetaban profundamente a su gran líder, que siempre los guiaba correctamente y los protegía de todo peligro. Pese a ello, hubo una joven yak que decidió arriesgarse e ir contra las órdenes de su gran príncipe.

Momento antes que el Príncipe Rutherford tirara abajo la cabaña de los ponies, Rarity había hecho unas hermosa bufandas, y había compartido una de estas con una joven yak, que la había estado observando con mucho interés. Aquella yak vio con mucha pena como el príncipe le quitó su bufanda y la arrojó lejos, por no estar hecha con lana yak, como indicaban sus tradiciones. Sin embargo, luego que el príncipe se fuera, y que todo se calmara un poco, la joven yak aprovechó para escabullirse, y se puso a buscar la bella bufanda que le habían prestado.

Luego de mucho buscar, finalmente la joven yak encontró la bufanda cerca del gran muro del pueblo. Aquella joven yak tenía un lindo pelaje café claro, bien cuidado; vestía una manta color verde que llevaba en su espalda; y, como la mayoría de los yaks, tenía dos grandes trenzas que colgaban de su melena, hasta casi tocar el suelo. La única diferencia notable con los otros yaks adultos, era que aquella yak tenía unos grandes y vivaces ojos, que no lograban ocultarse por completo por su pelaje.

"Príncipe no querer bufanda, pero Yona creer que ser muy linda bufanda." Dijo la joven yak con una gran sonrisa. Tomando entre sus pezuñas la suave bufanda, sonriendo al ver el lindo diseño que tenía. Abrazándola con su cara, como si fuera un gran tesoro.

"¡Oh! ¡Encontraste la bufanda!" Dijo repentinamente Rarity. Quien también se había acercado hasta allí para buscar la bufanda que Rutherford arrojó. Aliviada al ver que la joven yak la había encontrado.

Al ver que alguien la había descubierto, la joven Yona saltó del susto, arrojó la bufanda y salió corriendo de donde estaba. Lamentablemente, la joven yak solo alcanzó a dar dos pasos antes de tropezar con sus dos enormes trenzas de cabello, que hicieron que Yona cayera y rodara velozmente. Golpeando fuertemente contra la gran barrera de madera que rodeaba el pueblo.

Aquel sector de la muralla, estaba justamente ubicado a uno de los costados de los montes que bordeaban aquel valle. El golpe de la joven yak hizo que la nieve acumulada en ese monte se soltara, y con una gran avalancha cayó en picada sobre la indefensa yak.

"¡Cuidado!" Gritó repentinamente Shining Armor. Usando su magia justo en el último segundo para poner un escudo sobre Yona, salvándole de quedar aplastada por aquella avalancha de nieve. "¿Estás bien?" Preguntó Shining preocupado, corriendo hacia donde estaba Yona, aliviado de ver que Yona estaba sin daño aparente.

"Tú… ¡Tú salvar a Yona!" Gritó la joven yak emocionada, abrazando a Shining.

Tras recibir el fuerte abrazo de la joven yak, Shining Armor sonrió. Aliviado de ver que aquella niña estaba a salvo. Sin embargo, su cara cambió rápidamente al miedo, al darse cuenta que, al usar su magia, su hechizo de invisibilidad había desaparecido por completo.

"¿Shining Armor? ¿Qué haces aquí?" Preguntó Rarity, que junto a sus amigas, se acercaron corriendo al ver la situación.

Shining Armor quiso responder en el acto, pero finalmente se quedó en silencio al ver que, además de las amigas de Dusk, todo el alboroto de la avalancha había también atraído a muchos yaks. Muchos de ellos reconocieron a Shining Armor y sabían que el Príncipe Rutherford le había prohibido el acceso al pueblo. Por lo mismo, muchos de los yaks se quedaron murmurando entre ellos, viendo que ese pony había desafiado a su líder.

Un par yaks, que parecían ser de los más grandes de los yaks del pueblo, se acercaron lentamente a Shining, y se pararon frente a él con amenazantes miradas, o al menos así creyó Shining Armor, ya que no podía verlos a los ojos por su pelaje. Por lo mismo, Shining se quedó en shock al ver que esos yaks, en vez de gritarle o pisotearlo, por entrar al pueblo sin autorización, lo abrazaron y rieron fuertemente.

"Tú salvar joven Yona, ¡Tú ser héroe!" Dijo el enorme yak sonriendo, abrazando con fuerza a Shining.

Al ver que Yksler, el enorme yak que era guardia del propio Príncipe Rutherford, abrazaba al pony blanco, todos los demás yaks también se acercaron y agradecieron a Shining Armor por su heroísmo.

"Pony blanco salvar Yona, ¡Yo muy agradecida!" Dijo la joven Yona sonriente. Apresurándose a acercarse a Shining, pero tan apurada estaba, que por poco casi tropieza nuevamente con sus enormes trenzas.

"¡Oh, querida! Eso es un problema. Déjame ayudarte." Dijo Rarity, quien estaba cerca. Acercándose a Yona, tomando sus trenzas, y dándoles una pequeña vuelta, atando cada trenza en círculo, con un pequeño moño, para que ya no tocaran el suelo.

La joven yak movió su cabeza con sorpresa y puso una enorme sonrisa de agradecimiento al ver que sus trenzas ya no le estorbaban. Yona abrió su boca para agradecer, pero ese agradecimiento quedó en el aire cuando ella, y todos a su alrededor, se distrajeron al ver una gran sombra que oscureció fugazmente el valle.

Ponies y yaks se voltearon extrañados al ver aquella sombra, y sus ojos se abrieron con sorpresa al ver que aquello había sido la sombra de un gran dragón. No solo uno, ¡Eran decenas de dragones! Todos volando frente al Sol, acercándose velozmente hacia el pueblo.

"¿Esos son dragones?" Preguntó Rainbow Dash sorprendida. "Pensé que la migración ya había terminado. ¿Los dragones siempre vienen por esta zona?" Preguntó Rainbow Dash, mirando de reojo a un yak a su lado.

"No… Dragones no aparecer nunca por estas tierras…" Respondió el yak confundido. Sin dejar de ver con preocupación a aquella horda de dragones, que ya sobrevolaba el pueblo.

Sin previo aviso, un par de dragones bajaron en picada, volando muy cerca del pueblo, abrieron sus bocas, y lanzaron grandes llamaradas, quemando parte del techo de algunas cabañas. Causando que los yaks que las habitaban salieran corriendo.

"¿¡Los dragones están atacando a los yaks!?" Gritó Shining Armor confundido y asustado. Iluminando su cuerno con magia, para defender a los ponies y yaks que estaban a su alrededor.

Repentinamente, otra figura bajó del cielo, una dragona. Esta dragona era más pequeña que los dos dragones que habían lanzado las llamaradas. Tenía escamas color turquesa y grandes ojos rojos. Además, llevaba consigo un cetro con una piedra roja, símbolo de que ella era la nueva 'Señor Dragón'.

"¡Escúchenme yaks!" Habló fuertemente Ember, la líder dragón. Volando justo en medio del centro del pueblo, mirando molesta hacia todos los yaks que la miraban. "Ustedes recibieron en sus tierras al enemigo de los dragones. ¡Es nuestro derecho que nos lo entreguen! Si no lo hacen, aténganse a las consecuencias." Agregó Ember, apuntando amenazadoramente con su cetro a todos los yaks que estaban al alcance de su vista.

Los yaks mantuvieron silencio absoluto, y no se movieron ni un de donde estaban. Simplemente se quedaron viendo fijamente a aquella dragona que los amenazaba… Ninguno de los yaks sabía de qué estaba hablando aquella dragona, pero, aunque lo hubieran sabido, la actitud hubiera sido la misma. Pues si había algo a lo que un yak jamás reaccionaba, era a una amenaza, ¡Ellos eran un pueblo fuerte! ¡Y nadie podía amenazarlos!

"Bien… Ustedes lo han querido." Dijo luego de un rato Ember. Tomando el silencio de los yaks como muestra de complicidad con su enemigo. "¡Ataquen!" Gritó Ember, mirado a sus súbditos y apuntando con su centro al pueblo.

Al instante, la mayoría de los dragones que habían estado volando esperando órdenes, se abalanzaron contra el pueblo. Algunos lanzando llamaradas desde lejos, quemando los techos de las cabañas, mientras que otros dragones, quisieron divertirse un poco más y aterrizaron en el pueblo, para destrozar con sus propias garras aquellas cabañas.

"¡No lastimen a nadie! ¡Solo destrocen el lugar!" Gritó Ember, recordándoles a los más violentos de sus súbditos, la orden que les había dado antes de llegar allí. Después de todo, ella no era una sanguinaria, y no quería acabar con la vida de ningún inocente, solo con la de un pony malvado.

Los dragones más brutos lamentaron que su Señor Dragón no les permitiera lastimar a esos bobos yaks. Sin embargo, aunque hubieran querido, pronto descubrirían que no era tan simple como esperaban. Los yaks rápidamente corrieron a embestir a todos los dragones que se atrevieron a aterrizar en su pueblo. Lanzándolos por los aires antes que ellos siquiera pudieran reaccionar.

Ember abrió sus ojos con sorpresa al ver que fue un error que los dragones aterrizaran en el pueblo. En el aire, los dragones eran superiores, pero en tierra, la fuerza de los yaks no tenía igual. Ember abrió su boca para ordenarles a los dragones en tierra que volvieran al aire, pero justo en ese momento, un grito la distrajo.

"¡Lo encontramos! ¡Ahí está!" Gritó repentinamente un dragón que había estado volando sobre el pueblo. Apuntando justamente donde estaba un pequeño grupo de yaks, reunidos junto a varios ponies.

"Es él…" Susurró Ember sorprendida. Enfocando su vista hacia donde estaban los ponies. Comprobando que efectivamente allí estaba la marca que tanto había buscado.

La mayoría de los dragones inmediatamente se lanzaron contra aquel grupo de ponies y yaks, incluso antes que la Señor Dragón se los ordenara. Todos sabían cuál era la misión. No era destrozar el pueblo, si no llevarse al portador de aquella marca maldita… el potro que en su flanco tenía el dibujo de una estrella rosada de seis puntas.

Shining Armor se sorprendió al ver que súbitamente varios dragones aterrizaron cerca de donde estaba, y lo miraron con grandes y malvadas sonrisas. No había duda, los dragones lo miraban directamente a él, ¿¡Él era su objetivo!? ¿¡Por qué!? Shining se preguntó confundido en su mente. Sin embargo, pese a su confusión, Shining simplemente puso un semblante serio e iluminó amenazadoramente su cuerno. Si esos dragones iban a por él, les daría pelea.

Varios dragones corrieron y se abalanzaron sin pensarlo contra el grupo de yaks y ponies en el que estaba su objetivo, pensando que solo eran un grupo de debiluchos. Sin embargo, rápidamente comprenderían que enfrentar a un yak en tierra, era más difícil de lo que esperaban. Varios dragones salieron volando por los aires cuando los yaks que estaban cerca de los ponies los embistieron, golpeándolos con sus grandes cuernos, impidiéndoles acercarse.

"No saber qué pasar, ¡Pero yaks defender su tierra!" Dijo uno de los yaks al lado de los ponies. Deteniendo con sus cuernos a un dragón que había logrado acercarse.

"¡Sí! Yona estar en deuda con pony por salvar, ¡Yaks defender amigos!" Dijo la joven Yona, al lado de Shining. También mirando amenazadoramente a los dragones.

Shining sonrió al ver el valor de aquella joven yaks, pero rápidamente se distrajo al ver que un dragón había aterrizado detrás de él sin que nadie lo notara, y se abalanzó contra él.

"¡Te tengo!" Gritó el escurridizo dragón, saltando sobre Shining. Sin embargo, Shining rápidamente dio un salto para esquivarlo y con un ágil movimiento, usó su magia para lanzarle un rayo al dragón. Quien fue golpeado directamente y empujado hasta el gran muro del pueblo.

"¿Están bien?" Preguntó Shining preocupado, viendo a la pequeña yak y a las amigas de Dusk. Verificando inmediatamente que no hubieran sido heridas por su ataque ni por el dragón.

Al ver que todos estaban bien, Shining suspiró aliviado y luego puso una mirada preocupada. Aquel ataque lo confirmaba, ÉL era el objetivo de los dragones. Eso lo dejaba en una posición muy complicada, pues sabía que en ausencia de Dusk, él debía permanecer junto a sus amigas para protegerlas, pero si él era el objetivo, necesitaba justamente hacer lo contrario.

"Ouch… Eso dolió…" Dijo repentinamente el dragón que había sido golpeado por la magia de Shining. Sobándose su cabeza luego de haberla golpeado contra el muro.

"Mi rayo debió haberlo desmayado… ¿¡Cómo puede estar aún consciente!?" Pensó Shining sorprendido. Hasta que se dio cuenta de algo importante, y abrió con sorpresa sus ojos. "Los dragones son resistentes a la magia…" Recordó Shining, dándose cuenta que la situación era más peligrosa de la que había pensado inicialmente.

Antes que aquel dragón pudiera reincorporarse, rápidamente Rainbow Dash voló hacia él y le dio un fuerte golpe. Seguida por Applejack, que corrió y le dio otro fuerte golpe con sus patas traseras. Haciendo que el dragón huyera asustado volando, no queriendo recibir más fuertes patadas.

"Shining, nosotras podemos defendernos. Tú cuida de la pequeña yak." Dijo Applejack, quien junto a sus amigas, miraron con miradas determinadas al hermano de Dusk. Ellas se dieron cuenta que Shining estaba preocupado por ellas. Así que rápidamente le demostraron que ellas nos serían un peso para él y que podían defenderse juntas.

Shining sonrió al ver lo fuerte de espíritu que eran esas yeguas, pero su sonrisa se esfumó al sentir que algo agarraba su cabeza. Shining intentó mirar hacia arriba y vio que un dragón había volado sobre él, y ahora sostenía fuertemente su cuerno con su garra. Shining intentó usar magia, pero el fuerte agarre del dragón sobre su cuerno lo hacía muy difícil de hacer.

En solo un instante, otro dos dragones volaron encima, agarraron las patas de Shining, y lo elevaron, intentando llevárselo volando.

"¡Shining!" Gritaron las amigas de Dusk, intentando volver a donde estaba Shining. Pero alrededor suyo habían llegado muchos más dragones para empujar más a los yaks, haciendo que todos estuvieran mucho más apretados y no pudieran moverse bien.

"¡Yona no dejar que feos dragones llevarse amigo!" Gritó Yona, agarrándose fuertemente de Shining, para servirle como ancla a tierra y que los dragones no se lo llevaran.

En el aire, Ember vio que sus súbditos habían capturado a su presa, que ahora estaba en el aire indefenso, pero sin poder salir de allí, debido a una yak que no lo soltaba. Ember vio alrededor suyo y vio que en tierra los dragones estaban perdiendo la ventaja, y con cada minuto, más yaks iban acercándose hasta allí. Si no salían de allí pronto, los yaks podrían dar vuelta la situación.

"¡Llévense también a la yak enana! ¡Levanten a los heridos! ¡Vámonos de aquí!" Ordenó Ember, alzando en alto su cetro. Ordenando al retirada.

Siguiendo la orden de su líder, otros dos dragones volaron sobre Yona y también la elevaron en el aire. Entonces, finalmente los dragones pudieron llevarse a Shining Armor, quien seguía pegado a la joven yak, solo que ahora ambos eran elevados en el aire, secuestrados por los dragones. Los demás dragones vieron que habían capturado a su objetivo, y todos abrieron sus alas y salieron huyendo de allí. Ayudando a levantar a los heridos que habían sido golpeados por los yaks.

Rainbow Dash voló rápidamente para ir a la siga de los dragones, pero cuando estaba por alcanzarlos, varios de ellos lanzaron llamaradas hacia atrás, generando una gran cortina de humo. Rainbow Dash se detuvo en el aire y se puso a toser por todo el humo a su alrededor, por lo que finalmente tuvo que aterrizar para poder recuperarse y volver a respirar bien. Cuando lo hizo, volvió a ver hacia el cielo, pero ya era demasiado tarde. No había rastro de los dragones, quienes se perdieron en las oscuras nubes de la helada Yakyákistan.

En el pueblo, todo era confusión. Aquel sorpresivo ataque de los dragones solo duró unos minutos, pero había dejado el pueblo casi totalmente destruido, con techos incendiados en todas partes. Aún así, la mayoría de los yaks no reaccionaron lamentándose ni enojándose. De hecho, muchos de ellos incluso sonreían un poco, ya que hacía mucho que no luchaban así, y habían tenido la gran oportunidad de golpear a muchos dragones, lo que les pareció divertido. Sin embargo, cuando todos se enteraron que los dragones habían secuestrado a Yona, todas esas sonrisas se esfumaron, y el enojo de los yaks comenzó a hervir en todos ellos.

Un ruido similar al de una avalancha se empezó a escuchar cada vez más fuerte, hasta que repentinamente las puertas del muro se abrieron de un golpe, y por ellas atravesó el Príncipe Rutherford, quien había corrido hacia allí a toda velocidad. Solo un poco más atrás, venían Cadance, Pinkie Pie y Dusk. Los cuatro habían escuchado las explosiones de las llamaradas, y habían corrido hacia allí a toda velocidad. Lamentablemente, llegando cuando ya todo había acabado.

"¡Contarme qué pasar!" Ordenó Rutherford furioso, mirando a sus guardias. Quienes entonces se acercaron y comenzaron a contar lo sucedido.

Misma situación sucedió con los ponies, ya que Dusk rápidamente se acercó a sus amigas y respiró aliviado al ver que todas estaban bien. Por lo mismo, no entendía por qué todas tenían miradas asustadas y preocupadas.

"¿Dónde está Shining?" Preguntó Cadance, preocupada al ver las miradas de las yeguas. Notando inmediatamente que su esposo no estaba allí.

Las chicas le explicaron a Dusk y Cadance lo sucedido, explicándole cómo no pudieron salvar a Shining de ser secuestrado por los dragones.

"...intenté seguirlos, pero el humo bloqueó mi camino." Dijo Rainbow Dash apenada, terminando de contar lo sucedido. Apuntando hacia el cielo, donde había perdido el rastro de los dragones.

Por inercia, todos los ponies miraron hacia donde Rainbow Dash apuntó, y por alguna razón, todos se quedaron mirando fijamente en esa dirección.

"¿Eh? ¿Qué pasa?" Preguntó Rainbow Dash confundida. Volteándose para ver qué era lo que todos estaban mirando.

En el cielo, un pequeño punto negro se iba acercando. Haciéndose cada vez más grande, hasta que se formó una extraña silueta que iba volando hacia allí.

"¡Dusk!" Gritó una voz infantil desde el cielo. Una voz que Dusk reconocería en cualquier lugar del mundo.

"¿¡Spike!?" Gritó Dusk sorprendido. Logrando finalmente identificar la figura que se acercaba. Era nada menos que su pequeño hermanito, quien extrañamente iba siendo cargado por otro dragón que Dusk también conocía… el granuja Garble.

Ambos dragones aterrizaron frente a los ponies, causando que los yaks rápidamente los rodearon y los amenazaron con sus cuernos. Dejando a Spike y Garble muy impactados.

"¡Esperen!" Gritó Dusk rápidamente. Abriéndose paso entre los yaks para acercarse a su hermanito. "Ellos no atacaron el pueblo, ¡Ellos no están con los otros dragones!" Entonces Dusk logró finalmente acercarse a su hermanito, y de inmediato le dio un fuerte abrazo. Tras un largo abrazo, finalmente Dusk volvió a pensar con claridad y se separó rápidamente del abrazo, sosteniendo a Spike por los hombros. "¡Spike! ¿¡Qué haces aquí!? ¿¡Qué es todo esto que está pasando!?"

"¿Qué hago aquí? ¿¡Tú que haces aquí!?" Preguntó Spike igual de sorprendido. "¡Envié a los dragones hasta aquí porque se suponía que tú no estarías aquí!"

"Espera… ¿¡Tú enviaste a los dragones aquí!? ¿Qué significa eso?" Preguntó Dusk muy confundido.

"Bueno… Es una larga historia…" Respondió Spike suspirando, mirando de reojo a Garble. Quien simplemente desvió la mirada molesto.

'Flashback de Spike.'

Cierta noche, en su estadía en la Tierra Dragón, Spike decidió ayudar al viejo Graytusk con su trabajo. El anciano dragón era el guardián de la historia de los dragones. Guardando viejos libros y pergaminos que casi siempre llevaba consigo, y que eran el único legado escrito de las viejas historias de los dragones.

Pese a la importancia de su labor, al resto de los dragones nunca les importó acercarse a leer esos viejos pergaminos. Los dragones preferían comer, buscar tesoros, o tomar relajantes baños de lava. A ellos no les importaba la historia, y por lo mismo, ninguno ayudaba al viejo Graytusk con sus labores. Sin embargo, para Spike, que había crecido entre libros, ayudar al viejo dragón con sus pergaminos, era lo más cercano a sentirse como en su propia casa. Imaginándose que estaba de vuelta en la biblioteca de Ponyville con su querido hermano Dusk.

"Este pergamino habla de la historia del gran Señor Dragón Valakas, ¿No debería estar en la letra 'Ve'?" Preguntó Spike, ordenando unos pergaminos frente a unos cofres, y viendo que ese pergamino estaba en el cofre de los pergaminos de la letra 'Ce'.

"¿Eh? ¡Oh, sí! Estás en lo correcto. Lo siento, es que mi vista no es tan buena como antes." Dijo el viejo dragón sonriendo, tocando sus cansados párpados. "Siempre confundo las letras, incluso cuando transcribo viejos pergaminos... Es una suerte que ahora tenga dos jóvenes ojos ayudándome, jeje." Rio el viejo dragón.

"¡No hay problema! ¡Me encanta ayudar! Además, soy un experto con los libros y pergaminos." Dijo Spike con orgullo. Equilibrando varios libros en su garra y hábilmente colocándolos en los cofres que les correspondían. "Es una suerte solo agruparlos por orden alfabético. Dusk me haría ordenarlos por tamaño, materia, número de páginas…" Agregó Spike suspirando agotado al recordar, pero sonriendo también al recordar las locuras de su hermano.

"Sí, he escuchado que los ponies tienen grandes bibliotecas. Hah… Es una pena que los dragones valoren más el oro y las gemas que los libros." Suspiró el viejo Graytusk. "Hace unos años, un joven dragón también se interesó mucho en ayudarme con los viejos pergaminos. Pero los demás dragones comenzaron a burlarse de él, y finalmente no volvió más…"

"Es una pena. Si algo te apasiona, no debes dejarlo, incluso aunque se burlen de ti." Sonrió Spike mientras seguía ordenando. Hasta que repentinamente puso una cara de miedo al creer que rompió un libro, pues una hoja cayó de él. Al tomarla, Spike puso una mirada sorprendida. "¡Hey! Yo conozco esta estrella... Jeje, quien diría que vería algo familiar en un viejo libro dragón." Sonrió Spike, al ver un dibujo familiar de cierta estrella en la hoja suelta de aquel libro.

"¿Hm? ¿A qué libro te refieres?" Preguntó el anciano, acercándose. Al ver el libro que sostenía Spike, y el dibujo de la estrella que tenía, el rostro del viejo dragón se puso pálido y su expresión cambió radicamente.

"Yo… ¡Yo no lo rompí! ¡Lo juro! ¡Estaba así!" Dijo rápidamente Spike asustado. Pensando que el cambio de mirada del anciano dragón se debía a que creyó que rompió el libro.

"Esa es la 'Fade Star', símbolo del enemigo ancestral de los dragones." Dijo el anciano Graytusk, con una seria mirada, mirando fijamente a Spike. "¿Donde viste esta estrella? ¿¡Quién tiene este símbolo!?"

Spike vio con miedo la temible mirada del anciano y tragó saliva nerviosamente, guardando silencio. No era necesario que el anciano lo dijera, Spike supo inmediatamente que si decía que esa estrella era la cutie mark de Dusk, pondría a su hermano en peligro.

"¿¡Quién!?" Volvió a preguntar el anciano. Solo que esta vez, Spike no esperó, y simplemente salió huyendo de allí.

Lo siguiente que pasó, fue que Spike intentó huir lo más lejos de allí, pero finalmente el viejo Graytusk dio el aviso a Ember, y ella logró atrapar a Spike. Entonces, ella volvió a preguntarle a Spike lo mismo que el anciano dragón quería saber, sin embargo, Spike siguió negándose a hablar. Viendo que no tenía otra opción, Ember usó la magia de su cetro para obligar a Spike a hablar. El pequeño dragón luchó contra la magia del cetro, pero todo dragón estaba obligado a obedecer ciegamente lo que su Señor Dragón ordenara si usaba la magia del cetro, y Spike no era la excepción.

El alma de Spike luchó con todas sus fuerzas para no decir el nombre de Dusk, pues si lo hacía, lo podía poner en mortal peligro.

"¡No digas Dusk Shine! ¡No digas Dusk Shine!" Gritaba en su mente Spike, mientras la magia del cetro lo obligaba a decir la verdad… A responder: '¿Quién tiene este símbolo?'

"S-Shining… Armor… Esa estrella es la cutie mark de Shining Armor…" Dijo finalmente Spike, hablando contra su voluntad.

Finalmente la mente del pequeño dragón logró ambas cosas: obedecer la orden de su Señor Dragón, y proteger Dusk. Pero en el proceso, su mente entregó a su otro hermano, quien justamente también tenía la misma estrella grabada en su flanco.

Con la magia del cetro de Heliotropo actuando sobre Spike, finalmente el bebé dragón fue obligado a decir que esa estrella era la cutie mark de Shining Armor, y que en ese momento, él se encontraba en Yakyákistan. Pues aquello fue lo que Dusk le escribió sobre Shining y Cadance en su última carta.

Al descubrir que alguien vivo poseía el símbolo ancestral de los enemigos de los dragones, Ember sabía que debía cumplir con las tradiciones de su raza, e inmediatamente armó una expedición para enfrentarse a ese peligroso enemigo. Ember decidió volar con los dragones más jóvenes y rápidos, aquellos que pudieran volar sin parar toda una noche, a gran altura. Esto, para volar sobre las nubes, rodeando Equestria, y así no alertar a las princesas del Sol y la Noche.

Luego de encerrar a Spike en una cueva, los dragones se alistaron para partir.

"Tú no irás. Tú te quedarás vigilando a Spike." Dijo Ember antes de partir. Mirando con una seria mirada a un joven dragón rojo, que justamente había sido uno de los más entusiasmados por ir a Equestria para luchar.

"¿¡Qué!? ¿¡Yo por que!?" Gritó Garble furioso, viendo que Ember lo apuntaba a él.

"¡Porque yo lo digo!" Gritó Ember molesta, sin darle una explicación.

"Esta misión es solo para buscar venganza contra un pony. No quiero que este tonto violento incite a otros dragones para que hagan una masacre contra otros ponies." Pensó Ember, sin decirle a Garble la razón de excluirlo de la misión.

Luego que Ember y su pequeño ejército partiera, Spike se quedó viendo impotente como todos se alejaban, y él sin poder salir de su cueva, que era resguardada por el molesto y cruel Garble.

"Genial… Todos van a divertirse, y yo debo quedarme cuidando del bebé…" Refunfuñó Garble desde la entrada de la cueva. Soltando humo por su nariz, por lo frustrado que estaba.

A Spike no le gustaba que lo llamaran bebé, sin embargo, no dijo nada para defenderse. En vez de eso, Spike puso una traviesa y siniestra sonrisa, al pensar en una forma de poder salir de allí.

"Tranquilo. No es tan malo que nos quedemos solo los dos… 'Gar-Gar'." Dijo Spike con una sonrisa burlona.

Apenas Garble escuchó a Spike, sus orejas se pusieron rojas de vergüenza.

"¡S-Solo mi hermana me llama así!" Gritó Garble, rojo de vergüenza.

"Lo sé. Smolder me lo ha dicho, pero creo que es un bonito apodo." Se burló Spike, acercándose más a Grable, manteniendo una sonrisa burlona. "Ella también me dijo que le leíste el poema que te ordené escribir, cuando fui Señor Dragón." Agregó Spike con una sonrisa cada vez más grande, mientras Garble se iba poniendo cada vez más rojo, con una mirada asustada. "Parece que te gustó tanto la poesía, que Smolder dice que hiciste unos bongos y cantas poesía cuando nadie te ve."

"¡Callate! ¡Callate! ¡Callate!" Gritó Garble aterrado, rojo de vergüenza a más no poder. "Haré lo que quieras, ¡Pero no le digas a nadie lo que acabas de decir!" Rogó Garble, poniéndose de rodillas. Olvidando por completo su orgullo.

"Bien… No le diré a nadie, si me dejas salir de aquí." Dijo Spike, feliz de que su plan funcionara.

Recuperando la compostura, Garble se puso de pie y miró amenazadoramente a Spike.

"O tal vez te haga callar para siempre esa pequeña boca tuya… Para mí, ese es mejor plan." Dijo Garble, alzando sus filosas garras amenazadoramente.

"¡N-No puedes! Ember te ordenó que me vigilaras. Si me lastimas, estarías desobedeciendo a tu Señor Dragón." Tartamudeó Spike, intentando no parecer nervioso.

Por un segundo, Garble analizó la situación, y finalmente desvió la mirada frustrado.

"Tienes razón… Pero por esa misma orden, es imposible que te deje huir. No puedo desobedecer la orden de un Señor Dragón… Aunque sea la molesta de Ember." Gruño Grable.

"Pero ella solo dijo que debías vigilarme. No dijo que no podía salir de aquí." Dijo Spike, pensando tan astutamente como su hermano mayor. "Si vienes conmigo, no la estarás desobedeciendo. Y así, tú también podrás ir con el resto de los dragones a la misión."

Así fue como finalmente Spike logró convencer al gruñón de Garble que lo dejara salir, y que lo llevara con él hasta el helado Norte de Equestria.

'Fin del flashback.'

"...Y así es como llegué aquí." Dijo Spike, luego de contar su historia.

Por varios segundos, Dusk se quedó mirándolo con una mirada perpleja y pensativa. La forma de huir de su hermano le pareció brillante, pero el origen de todo, seguía siendo un misterio.

"La estrella de seis puntas de mi cutie mark… ¿Representa la 'Fade Star'?" Dijo Dusk con una mirada confundida, pensando en voz alta. "Una estrella que se desvanece… En astronomía antigua, la única estrella que se desvanece es…" Murmuró Dusk, comenzando a unir piezas en un confuso rompecabezas.

"No sé por qué, pero por alguna razón, la estrella de tu cutie mark y la de Shining, representa a los enemigos de los dragones." Dijo Spike asustado. Viendo que Dusk simplemente se quedó murmurando cosas sin sentido.

"Claro que no lo sabes, porque no sabes nada de historia dragón." Gruño Garble, suspirando molesto. "Esa estrella es el símbolo de los enemigos de los dragones, porque hay una leyenda, que dice que hace miles de años un pony llegó al 'Brezal Marchito', la cuna ancestral de los dragones, y la congeló por completo." En ese momento, Garble tomó un poco de nieve del suelo y la dejó caer entre sus garras. "Según la leyenda, todo esto, el Norte del continente, era la antigua cuna de los dragones, hasta que ese pony con la estrella, lo congeló todo."

Todos los ponies se quedaron mirando sorprendidos a Garble. En especial Spike, quien luego puso una mirada pensativa mientras miraba al irritable dragón rojo.

"Es ridículo. Un solo pony no puede congelar todo un continente. ¡Ni siquiera un alicornio podría!" Dijo Cadance, levemente impaciente. "¡Todo esto es un malentendido! ¡Mi Shining no ha hecho nunca nada contra el pueblo dragón!"

"Dragones nunca escuchar. Ser seres violentos por naturaleza. No ser tan calmados y amables como yaks." Dijo Rutherford, acercándose hacia el centro de todo, para que todos lo vieran. "¡Única solución es guerra! ¡Yaks ir a guerra!"

Ante el grito de Rutherford, los demás yaks también gritaron y pisotearon, mostrando que todos estaban de acuerdo con su líder. Entonces, la mayoría de los yaks comenzaron a dispersarse. Listos para buscar sus armaduras y armas para ir a una guerra. Causando que gritos de emoción se empezaran a escuchar por todo el pueblo. Después de todo, ¡Qué mejor forma de terminar un Yicksluberfest que con una gran batalla!

"Príncipe Rutherford, no es necesario que vayan a la guerra." Dijo Pinkie Pie preocupada, acercándose al príncipe yak. "Sé que a los yaks les emocionan las batallas y romper cosas, pero ir a una guerra porque los dragones destrozaron el pueblo, ¿De verdad es correcto? Porque si recuerdo bien, al final del Yickslurbertfest ustedes-"

En ese instante Pinkie Pie se calló, debido a que Rutherford puso una pezuña en su boca para que no siguiera hablando.

"Pony rosa no arruinar este momento. Yaks ir a destrozar dragones, y será buen final para festival yak." Dijo Rutherford con una pequeña sonrisa. "Además, nueva líder dragon no despreciará a yaks. Dragones siempre despreciar a yaks, ¡Y eso cambiar hoy!" Gritó Rutherford, causando que los yaks a su alrededor también gritaran con emoción, listos para la batalla.

"Príncipe Rutherford, no podemos ir a la guerra." Intervino rápidamente Cadance, intentando razonar con el voluble líder yak. "Ellos tienen prisioneros a Shining Armor y a la pequeña Yona. Nuestra prioridad debe ser ponerlos a salvo."

"Hmm… Princesa pony tener razón, pero olvidar una cosa." Respondió Rutherford, apuntando hacia Spike y Garble. "Nosotros también tener dos prisioneros. Poder intercambiar, y luego ¡Ir a guerra!"

Sin querer discutir más con los ponies, Rutherford se dio la vuelta. Yendo a prepararse para la épica batalla que estaban a punto de tener. En tanto que Cadance se quedó con una mirada asustada, viendo que parecía que nada podría hacer para detener la guerra entre yaks y dragones.

Decidiendo no perder más tiempo, Cadance y los demás ponies salieron del pueblo para ir en búsqueda de los dragones. Acompañados por Spike y Garble, quienes iban muy bien vigilados por dos guardias yak, que ataron las garras de ambos, para impedir que escaparan antes del intercambio de prisioneros.

"¿De verdad nos intercambiarán como prisioneros?" Preguntó Spike, mirando preocupado a Dusk y Cadance, mientras caminaban por las heladas tierras del Norte. "Creo que Ember no se tomará muy bien el hecho que escapara y viniera hasta aquí." Agregó Spike, temiendo por su seguridad.

"Jamás te pondría en peligro, Spike." Respondió Cadance, mirando amorosamente a Spike para tranquilizarlo, y luego poniendo una mirada más seria. "Pero si los dragones ven que estamos contigo, quizás nos dará una posibilidad para dialogar y explicarles que todo es un malentendido."

"Hmm… No sé si quieran escucharnos." Respondió Spike bajando su cabeza desesperanzado, ya que sabía que hacer cambiar de opinión a Ember sería muy difícil. "Por cierto, ¿Cómo encontraremos a los demás dragones?"

"Rainbow Dash los vio irse en esta dirección." Respondió Dusk, mirando hacia las montañas cercanas. "Pienso que no deben estar muy lejos de aquí. Después de todo, según lo que nos contaste, los dragones volaron toda la noche, y luego de atacar el pueblo de los yaks, deben estar muy cansados. Más aún con este frio, ya que los dragones prefieren el calor. Así que lo más seguro es que estén escondidos en alguna cueva cercana, para recuperar energías."

"Aunque encuentren a los dragones, todo será en vano." Dijo repentinamente Garble, con una cruel sonrisa burlona. "Los dragones somos crueles por naturaleza, ¡Finalmente estamos volviendo a las antiguas tradiciones! El jefe de los yaks tenía razón, a los antiguos dragones nunca les importó comerse a los yaks, ¡Ellos eran solo comida! Nunca ningún yak ha sido digno de respeto por parte de un dragón… Bueno, exceptuando el Príncipe Ulysses, que fue el único yak que se pudo enfrentar a un dragón, ganándose el respeto de la antigua Señor Dragón Scintilla…" Agregó Garble, que durante su discurso cambió radicalmente su forma de hablar. Pasando de una mueca de burla, a una mirada pensativa, como si estuviera dando una clase de historia.

En ese instante, Garble dejó de hablar y se dio cuenta que Dusk y Spike lo miraban sorprendidos, mirándolo fijamente. Aquello hizo que Garble se avergonzara y desviara molesto la mirada. Molesto al darse cuenta que se había dejado llevar por una tonta vieja historia.

"Lo tengo… ¡Tú eras ese dragón que antes ayudaba al viejo Graytusk! ¿¡Verdad!?" Dijo Spike emocionado, apuntando a Garble. "Por eso sabes tanto de historia, como lo de la estrella y esa historia de los yaks. No me extraña que abandonaras al viejo Graytusk cuando otros comenzaron a burlarse de ti… Siempre quieres parecer alguien más rudo y cruel de lo que realmente eres."

"¡Agh! ¡Ya cállate!" Gritó Garble avergonzado. Rojo de vergüenza, alzando en alto sus garras atadas para amenazar a Spike.

"¡No mover! Tú ser prisionero!" Dijo molesto el guardia yak que sostenía las cuerdas que ataban a Garble y Spike. Tirándola para calmar a Garble. "Además, dragón rojo equivocarse. Gran Ulysses no ser príncipe yak, ser montaña que vigila valle." Agregó el yak, apuntando hacia atrás suyo, hacia donde estaba el pueblo.

Al ver hacia donde apuntaba el yak, Dusk entrecerró los ojos para ver bien la lejana montaña que quedaba al extremo opuesto de donde iban. Ahora que la veía bien, realmente aquella montaña parecía un gran yak, ya que era muy ancha, como el cuerpo de un yak, y con dos picos menores en uno de sus costados, que asimilaba la cabeza y los cuernos de un yak. En ese momento, Dusk recordó que esa mañana, en la fogata del pueblo, había escuchado parte de la historia de la fundación de Yakyákistan, cuando Rutherford les hizo el recorrido por el pueblo.

'...Y así es como se fundó nuestro gran pueblo, entre estas dos grandes montañas. Entre el 'Dos Cuernos' y el 'Escupefuego', que con los años, cambiaron sus nombres…' Recordó Dusk vívidamente lo que había oído. Entonces él abrió con sorpresa sus ojos al darse cuenta de algo. Volteó rápidamente su cabeza para ver frente de él, y miró con grandes ojos hacia la montaña a la que se dirigían.

"Podrá ser…" Murmuró Dusk con asombro. Pensando en una extraña y sorprendente idea.


Minutos antes, luego que Ember y sus dragones huyeran, la nueva Señor Dragón se dio cuenta que muchos de sus súbditos estaban exhaustos, incluyéndola. Tanto por la la batalla recién librada, como por volar toda la noche. Incluso, habían un par de dragones más cansados que el resto, pues eran los encargados de cargar al viejo Graytusk, que volaba demasiado lento. Graytusk era el único anciano en todo el grupo, quien le había rogado a Ember poder ir hasta allí, para ver con sus propios ojos cumplirse la antigua profecía del exterminio del enemigo de los dragones. Además, otro factor de agotamiento de los dragones, fue que ningún de los dos prisioneros que habían capturado hacían la labor más fácil, ya que la pequeña yak tenía mucha fuerza y luchaba continuamente con quienes la habían alejado de su hogar. Mientras que en el caso del unicornio, habían cuatro dragones intentando controlarlo, con dos de ellos apretando en todo momento su cuerno, para intentar bloquear su magia, que ha ratos de igual forma escapaba entre las garras de los dragones y golpeaba fuertemente a quienes lo rodeaban.

Viendo que no tenían más opciones, Ember vio una cueva cercana en una enorme montaña y guió a su pueblo hasta allí. Al aterrizar, varios de los dragones se arrojaron al suelo, totalmente exhaustos. Pese al cansancio, varios dragones gritaron con alegría, satisfechos por haber salido victoriosos en su misión y en aquella inesperada batalla.

Ya que Ember escogió dragones pequeños y rápidos para la misión, a excepción de Graytusk, la mayoría de ellos eran muy jóvenes. Por lo que, a pesar del cansancio, ellos celebraron de inmediato aquella gran aventura que estaban viviendo. Muchos de ellos comenzando a lanzar llamaradas al aire, gritando que la nueva era de los dragones estaba por llegar, donde nuevamente reinarían en el mundo.

"¡Volveremos a ser los más temidos!" Gritaron varios dragones. "¡La ley del más fuerte! ¡Los dragones mandan!"

Mirando a sus súbditos, Ember puso una mirada pensativa, y por más que lo intentó, no pudo compartir su alegría. Ella levantó su cetro y recordó cómo lo había ganado.

"Yo no gané mi trono por ser la más cruel ni la más fuerte…" Pensó Ember, recordando cuando Spike le dio el cetro de Heliotropo. Entrecerrando sus ojos al pensar en su primer y único amigo, a quién debió encerrar, para seguir las antiguas tradiciones de su pueblo. "¿De verdad éste será el camino correcto...?"

"¡Lo logramos!" Gritó repentinamente un dragón con júbilo. Un grito que hizo que Ember saliera de sus pensamientos.

Al ver hacia el dragón que había gritado, vio que estaba festejando porque finalmente había logrado separar a la pequeña yak de Shining Armor. Al parecer, la pequeña yak había dado todo de sí para no soltar a Shining y evitar que los dragones se lo llevaran, pero finalmente sus fuerzas se agotaron, y los dragones pudieron quedarse con el pony que buscaban.

Varios dragones que seguían conteniendo a Shining, se llevaron al unicornio hacia otro extremo de la cueva, mientras que aquellos que habían tenido que llevarse volando a la pequeña yak, la miraron con miradas amenazantes y crueles sonrisas.

"¿Qué haremos ahora con este yak?" Dijo uno de los jóvenes dragones, pasando su lengua por su boca. "Tal vez, deberíamos comerla…"

"Nah… Tiene mucho pelo." Se burló otro dragón, tomando las trenzas de Yona. "Es solo una inútil yak, arrojémosla a un volcán, para ver como se chamusca, jaja."

Ember sabía que esos jóvenes dragones difícilmente harían alguna de las cosas que decían, pero a ellos les encantaba fingir actuar crueles, como los dragones antiguos. A ellos les divertía ver la cara asustada de Yona, y empezaron a reírse y burlarse aún más de la pequeña yak. Por alguna razón, esa actitud irritó mucho a Ember, quien se apresuró para acercarse. Sin embargo, ella se detuvo al ver que alguien más se acercó hasta allí antes que ella.

"Ya basta, Backdraft. Nunca has comido nada más grande que un ratón. Y tú, Scorchy, ni siquiera te acercas a la parte honda de las piscinas de lava, ¿Y dices que quieres chamuscar algo? ¡Ja!" Se burló otro dragón. Una joven y pequeña dragona de escamas naranjas, que iba en su primera misión fuera de la Tierras Dragón. "Nuestra misión era atrapar a ese pony, no asustar a una pequeña niña yak."

"Ugh… Qué aburrida eres, Smolder." Dijo el dragón morado llamado Backdraft. Decidiendo irse, ahora que la diversión se había acabado.

"¿Estás bien, pequeña yak?" Preguntó Smolder, acercándose a la prisionera.

"¡Hmpf! Yo estar bien, yo no asustar fácil. Además… ¿Por qué dragona llamar pequeña a Yona?" Preguntó Yona, refunfuñando, a quién pareció molestarle más ser tratada como una bebé, que el susto de los otros dos dragones. Entonces ella miró atentamente a Smolder, puso una mirada de sorpresa y sonrió. "Tú ser muy pequeña para llamar a Yona 'pequeña', jajaja." Se rio Yona, viendo lo joven que era esa dragona.

Smolder se sorprendió por el repentino cambio de actitud de Yona. Entonces ella se sonrojó y desvió la mirada avergonzada.

"Sí… Eh… Supongo que sí. Probablemente tengamos la misma edad." Respondió Smolder rascándose la cabeza. "De hecho, soy la más joven de los dragones que vinieron… Supongo que solo quería sonar más genial." Agregó Smolder sonriendo avergonzada. Comenzando a reir junto a Yona, por lo absurda de la situación.

Smolder era la hermana menor de Garble. Alguien que se había hecho bastante cercana de Spike esa última semana. Por lo mismo, le había dolido mucho que su nuevo pequeño amigo 'traicionara' a los dragones. Aún así, cuando Ember pidió dragones rápidos y sigilosos para su nueva misión, ella no dudó en alistarse, para finalmente conocer nuevas tierras. En tanto que Ember, en un principio, dudó de aceptar a aquella joven dragona, sin embargo, Smolder ya había obtenido sus alas y oficialmente ya podía salir de la isla. Además, muy en el fondo, a Ember le gustaba que Smolder fuera más sensata que su hermano. Tal como acaba de demostrar ahora, que había ayudado a Yona. Con quien ahora charlaba animadamente.

Ember vio muy interesada lo fácil que Smolder y Yona comenzaron a charlar. Como si ambas niñas repentinamente hubieran olvidado en qué situación estaban, y solamente fueran dos niñas conociendo a un nuevo amigo. El corazón de Ember sintió una extraña calidez al ver a esa joven dragona reír con esa joven yak.

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"Aún en estas circunstancias, ellas pueden reír juntas…" Pensó Ember, con una leve sonrisa. Comparando en su mente a la pequeña y sonriente Smolder, con los enormes y gruñones viejos dragones que se habían quedado en Tierra Dragón. Mirando de reojo al viejo Graytusk, que solo se la pasaba leyendo pergaminos, sin relacionarse nunca con nadie. "La generación de Smolder… Ellos son el futuro… Quizás… ya es hora que los dragones dejen de pensar en ser temidos, y comiencen a pensar en… ser parte de este mundo." Pensó Ember, sin quitar la vista de Smolder y Yona, mientras su mente luchaba con esa revelación, que cambiaba para siempre el paradigma de lo que podía ser un dragón.

Mientras meditaba, la mente de Ember se distrajo al sentir el suelo en sus patas. Con curiosidad, ella se agachó y tomó un poco de la tierra de esa cueva.

"Esta tierra no está congelada… Esta es tierra volcánica." Pensó Ember con sorpresa. Reconociendo de inmediato aquella tierra que abundaba tanto en sus territorios.

Pensando en una brillante idea, Ember llamó a un par de dragones, y juntos se adentraron más en la cueva. Luego de caminar bastante por la cueva, que era más grande y profunda de lo que pensaban, los ojos de Ember brillaron al ver roca volcánica congelada, tal como había pensado que encontraría.

"Esto no es una montaña…" Dijo Ember, con una gran sonrisa. Mirando a los dragones que habían venido con ella. "Es hora de despertar a este volcán, para hacer más ameno este lugar."


Tras una larga caminata, adentrándose en aquella gran montaña llena de pequeñas cuevas, Dusk y compañía siguieron buscando a los dragones, con la esperanza que la teoría de Dusk fuese cierta. Sin embargo, todas las cuevas que habían visto hasta el momento, eran demasiado pequeñas, y no tenían ningún rastro que hubiera dragones allí.

"Dusk, ¿Qué tal si te equivocaste y los dragones no se escondieron aquí?" Preguntó Rainbow Dash, luego de volver tras inspeccionar sin éxito otra pequeña cueva.

"Pensé que podía estar equivocado, pero desde hace unos momentos que estoy seguro que ellos deben estar aquí." Dijo Dusk con una mirada seria. Alzando un casco para que su amiga se percatara de algo. "¿Te diste cuenta? Sigue nevando, pero, aquí hace menos frio." Agregó Dusk mirando a su amiga con una sonrisa llena de seguridad.

"¿Eh? ¡Tienes razón!" Dijo Rainbow Dash sorprendida. Solo entonces, notando ese sutil cambio de temperatura que allí había.

"¡Allí! ¡Miren!" Gritó repentinamente Spike, apuntando hacia una pequeña colina.

Todos se voltearon a ver y alcanzaron a ver dos siluetas de dragones, que rápidamente se alejaron, volando hacia más arriba en la montaña.

"¡Los encontramos! Esos deben ser los vigías. Estén atentos. Ya deben saber que estamos aquí." Dijo Dusk, mirando con preocupación a todas sus amigas. Entonces se percató de algo importante, y le pidió de favor prestada la manta a uno de los guardias yak.

"Lo mejor será que no vean mi cutie mark, hasta que resolvamos este problema." Pensó Dusk, colocándose la manta sobre su cuerpo.

No tuvieron que avanzar mucho, hasta que finalmente llegaron a una parte de la montaña, donde se veía una gran cueva. Allí, tal como adivinó Dusk, ya los esperaban varias docenas de dragones. Todos bloqueando la entrada a la cueva y mirando amenazadoramente a los yaks y ponies que habían llegado hasta allí.

"Soy la Princesa Mi Amore Cadenza. He venido hasta aquí para tener una charla diplomática con su líder." Gritó Cadance, dando un paso al frente.

Tras un par de segundos, los dragones abrieron paso, y tras sus filas, apareció Ember. Sosteniendo su cetro y mirando con frialdad hacia la princesa pony. Entonces, la Señor Dragón miró con atención a todos los presentes, y su fría mirada desapareció en un instante al ver que allí también estaban Spike y Garble.

"¿¡Qué hacen ustedes dos ahí!?" Gritó Ember molesta.

"¡Ser nuestros prisioneros! Venir a intercambiar prisioneros por orden de Príncipe Rutherford." Gritó el guardia yak que llevaba a Garble y Spike. Adelantándose para responder antes que Cadance. Ya que el Príncipe le había encargado en secreto que su prioridad no era la diplomacia, si no salvar a Yona.

Ember miró con enojo al enorme yak, y luego, con un simple gesto de su cabeza, le dio la orden a uno de sus súbditos para que trajera a la prisionera. En solo unos instantes, apareció Yona, quien al ver al enorme guardia yak, que justamente era su tío, no lo soportó más y corrió a sus brazos. Feliz de que hubieran venido por ella. En tanto que el guardia yak se acercó para abrazar a Yona, soltando en el acto a Spike y Garble. Entonces Garble se apresuró a tomar a Spike de una garra y se fue volando velozmente hacia donde estaban los suyos.

"¡Spike!" Gritó Dusk asustado. Viendo que Garble se había llevado a su hermanito. Entonces Dusk se adelantó y miró molesto a Ember.

"¡Liberen a mis hermanos!" Gritó Dusk furioso. Soltando unas pocas chispas de su cuerno.

"¿Tus hermanos?" Preguntó Ember confundida.

"Spike, el dragón. Y Shining Armor, el unicornio blanco." Respondió Dusk molesto. Describiendo a sus hermanos, para que no hubiera duda alguna. Ya que con cada segundo que pasaba, Dusk se sentía más molesto, al ver que perdía a su familia.

"El unicornio blanco no será devuelto." Respondió fríamente Ember. "Él tiene el símbolo de los enemigos de los dragones, y no-" En ese instante, Ember se calló al darse cuenta de algo.

Ember voló y aterrizó justo en frente a Dusk, mirándolo fijamente con una fría mirada. Misma mirada que puso Dusk, mirándola con enojo, sin siquiera pestañear. Entonces Ember se inclinó y le quitó velozmente la manta que Dusk tenía sobre su torso, revelando su cutie mark.

"Lo sabía… Sabía que había visto esa estrella antes." Dijo Ember seriamente. "Tú eres el pony que acompañó a Spike y se escabulló en mi domino."

"Soy el pony que te salvó de morir aplastada." Respondió Dusk, desafiándola con la mirada. Recordándole lo sucedido en la competencia del Señor Dragón. "Quizás ESE fue mi primer error."

"¿Eso es una amenaza?" Preguntó Ember, apuntando su cetro hacia Dusk. "Ahora tú también serás nuestro prisionero. Tú y y tu hermano, una familia maldita por su estrella."

"¡No! ¡Ya basta Ember!" Gritó Spike aterrado, corriendo hacia donde estaban Dusk y Ember.

"Déjala, Spike." Dijo Dusk, sin dejar de mirar molesto a Ember. "Quiero que me lleve con Shining, y ver que esté bien."

"P-Pero, Dusk…" Tartamudeo Spike asustado. Abrazando a su hermano, temiendo por su seguridad. Pues sabía que había algunos dragones que podían ser muy crueles.

"Tranquilo, te aseguro que todo estará bien." Dijo Dusk, finalmente suavizando su mirada, como si ese abrazo le hubiera hecho olvidar en un instante su enojo. Acariciando la cabeza de su hermanito.

Al ver a ambos hermanos abrazarse, Ember entrecerró sus ojos con molestia, perdida en sus propios pensamientos ante nuevos sentimientos que nacían en ella. Un conflicto en su interior que crecía y crecía.

"¡Dragones! ¡Este pony porta la estrella ancestral de los enemigos de los dragones!" Gritó Ember, alzando su cetro, para que todos sus súbditos la escucharan. "¿¡Qué debemos hacer con él!?"

"¡Acabar con su vida! ¡Destrozarlo!" Gritaron los dragones. Varios de ellos riéndose al ver que volvían a las viejas costumbres de sus ancestros.

"Otra pregunta… ¿¡Alguno de ustedes leyó la antigua leyenda de la estrella!? ¿¡Sabe alguno de ustedes POR QUÉ deberíamos acabar con este pony!?" Gritó Ember, esta vez, gritando más enojada.

Esta vez no hubo respuesta. Todos los dragones se miraron confundidos y se encogieron de hombros. Pues la verdad, ninguno de ellos había leído la leyenda.

"No importa la razón, ¡Así somos los dragones! ¡Nosotros destruimos todo y a todos!" Gritó un dragón. Causando que los otros dragones también gritaran, apoyando dicha respuesta. En tanto que Ember, al escuchar esa respuesta, apretó fuerte sus dientes y entrecerró enojada sus ojos. Sin embargo, no se volteó, y ninguno de sus súbditos pudo ver lo molesta que estaba, salvo Dusk y Spike.

"Vengan todos. Iremos a ver a tu hermano." Agregó finalmente Ember, curiosamente, con una voz mucho más calmada. Mirando a todos los ponies y luego volteándose para que la siguieran mientras volvía a la cueva.

Dusk, Spike, y los demás ponies se apresuraron a seguir a Ember. Al igual que Yona, quien, a pesar de los esfuerzos de su tío, se negó a irse, diciendo que no abandonaría al pony que la había salvado. Por lo que Yona y los dos guardias yak, también entraron a la cueva junto a los ponies. Seguidos también por los demás dragones, que los siguieron emocionados, pensando en el terrible castigo que podría tener planeada su líder.

Tras una larga caminata adentrándose en la cueva, todos se sorprendieron al ver lo cálido que allí estaba, volviendose más cálido mientras más bajaban en la cueva. Finalmente, los ojos de ponies y yaks se abrieron con sorpresa al ver iluminado el fondo de la cueva con un enorme lago de lava. En su centro, parecía haber una pequeña isla de tierra, desde donde se elevaba una gran columna de roca, y de esta caía lenta y continuamente lava, generando una pequeña cascada de lava.

"Fue difícil controlar a tu hermano, así que lo encerramos tras esa cascada." Dijo Ember, mirando tranquilamente a Dusk. Apuntando hacia la cascada de lava que quedaba en medio del lago de lava.

"¿¡Detrás de la cascada!?" Repitió Dusk asustado y sorprendido. Entonces volvió a mirar a Ember con enojo. "¿También quieres encerrarme a mí allí? ¿¡Todo porque mi cutie mark se parece a un dibujo que tienen en un libro antiguo!? ¡Ni siquiera sabes si esa leyenda es tal como la cuentan!"

"¡Las leyendas son ciertas! ¡Los dragones jamás mienten!" Dijo repentinamente el viejo Graytusk acercándose, sintiéndose ofendido. Entonces él se acercó más a Ember y la miró fijamente. "Los dragones siempre cumplen su palabra y sus pomesas."

"Ember, ¿Te has dado cuenta de la forma que tiene esta montaña?" Preguntó repentinamente Dusk, acercándose al otro lado de Ember, para paliar de inmediato las palabras del terco anciano dragón. "Es una gran montaña con dos anchos montes a sus lados, casi como si fueran alas… ¡Si lo ves desde lejos, esta montaña se ve como un dragón con sus alas abiertas!"

"¿Qué?" Preguntó Ember confundida. Sin entender por qué Dusk sacaba a relucir un tema tan intrascendente como ese, justo en ese momento.

"¡Yona!" Dijo Dusk, esta vez mirando a la pequeña yak. "Dime, ¿Cómo se llama esta montaña?"

"¿Huh? Esta ser antigua montaña 'Escupefuego'. Ser una de las dos montañas entre las que fundarse el pueblo yak luego de gran guerra." Respondió Yona, confundida por la extraña pregunta. Pero aprovechando la ocasión para mostrar orgullosa que ella sabía el origen de su pueblo. "Pero esos ser nombres antiguos. Yaks ahora llamarlos de otra forma. A montaña 'Dos cuernos' llamarla monte 'Ulysses', y a montaña 'Escupefuego' llamarla 'Scintilla'."

Al escuchar los nombres 'Ulysses' y 'Scintilla', Ember y Graytusk abrieron sus ojos con sorpresa. Aquel fue exactamente el impacto que Dusk quería generar. Su descubrimiento había sido correcto.

"Creí que Ulysses era un enorme yak que se ganó el respeto de los dragones, y que Scintilla era el nombre de una antigua Señor Dragón, que regaló estas tierras a los yaks." Dijo Ember, mirando al viejo Graytusk y alzando una ceja confundida.

"Yo… bueno…" Respondió nervioso Graytusk. Buscando entre los viejos pergaminos que tenía enrollados en su cuerpo, para poder leer de nuevo la historia y verificar los datos.

"La historia, contada de boca en boca, se va transformando. Más aún las leyendas antiguas." Dijo Dusk calmadamente, aprovechando que tenía la ventaja. "Para los dragones, Scintilla y Ulysses fueron antiguos seres que existieron, pero para los yaks, son solo los nombres de montañas… Es posible que los yaks se hayan equivocado, pero también puede ser que lo hayan hecho los dragones, y si fue así, tal vez también la historia que dice que mi estrella y la de mi hermano son símbolos de los enemigos de los dragones, también estén exageradas." Agregó Dusk, finalmente llegando al punto de todo su planteamiento. Si los registros de los dragones eran tan confusos, también debía de haber una confusión sobre su cutie mark… Que Ember se diera cuenta de eso, ¡Era la única chance para salvar a Shining y evitar una guerra!

Ember guardó silencio por varios segundos. Manteniendo una mirada molesta y a la vez, pensativa. En tanto que el viejo Graytusk miró furioso a Dusk, y volvió a acercarse a la dragona para susurrarle al oído.

"Yo he guardado la historia de nuestra tribu por años. Y decenas de dragones antes que mí." Dijo Graytusk molesto, sintiéndose profundamente ofendido. "¡Los dragones no se equivocan jamás! ¡Ese pony trata de engañarla! ¡Solo quiere salvar su pellejo para que no hagamos cumplir la antigua promesa!

"¿Debemos por siempre estar atados a las promesas de los antiguos dragones? ¿¡De qué sirve una promesa que no hace feliz a nadie!?" Murmuró Ember molesta, mirando al viejo dragón. "¿Y qué hay de la promesa que dice que debemos ser aliados de los ponies? ¿No debemos también cumplir esa promesa?" Agregó Ember, apuntando a Spike y luego mirando muy molesta cara a cara al viejo Graytusk. "Pero dos ponies portan la estrella de nuestros enemigos, lo que significa que debemos ir a la guerra contra ellos… Entonces, ¿¡QUÉ PROMESA DEBEMOS CUMPLIR!?" Gritó furiosa Ember, finalmente desquitando su enojo al ver que, pese a ser Señor Dragón, seguía atada por la palabra de dragones ya muertos.

"Y-Yo… No estoy seguro…" Tartamudeó Graytusk. Bajando su cabeza con una mirada perdida. Pues solo ahora se daba cuenta de aquella gran contradicción.

"¿¡Qué palabra vale más!? ¿¡La de los huesos de un extinto Señor Dragón!? ¿¡O la de su actual Señor Dragón!?" Gritó Ember. Volteándose para ver a los dragones que habían bajado hasta allí.

Los dragones vieron el fuego en los ojos de su líder, y no hubo pizca de duda. Todos alzaron sus garras y lanzaron llamaradas, como muestra que aprobaban lo que decía Ember. Ella era su líder, y su palabra era ley.

Viendo que su pueblo la apoyaba, Ember miró a Dusk y lo miró cara a cara, con una fiera mirada.

"Lo que dices es verdad… Pero no creas que no sé lo que planeas. No soy una tonta." Dijo Ember mirando fijamente a Dusk y apuntando con su cetro a la cascada de lava en medio del lago de fuego. "No escaparás tan fácil de aquí. Ya te dije dónde está tu hermano. Puedes ir por él y llevártelo, solo debes… ¡Caminar sobre la lava y atravesar esa cascada, como lo haría un dragón!" Agregó Ember con un gran grito.

Al instante, los dragones estallaron en risa. Viendo que su líder se estaba burlando de aquel pony. Pues aquello que le pedía, era imposible. Sin embargo, por alguna razón, Ember no rio, ni se volteó. Ella simplemente se mantuvo mirando fijamente a Dusk, con una desafiante mirada. En tanto que Dusk, abrió sorprendido los ojos al entender que lo que le pedían era imposible. Por un segundo, el también creyó que todo era un burla. Pero al ver la seria mirada de Ember, Dusk bajó lentamente su cabeza, y comenzó a pensar con una mirada preocupada.

"Debe haber algo más… Conozco poco a Ember, pero Spike dijo que no era una mala dragona. Que era una líder ruda pero justa… Quizás hay algo más…" Pensó Dusk, quebrándose la cabeza, pero no encontrando ninguna solución. "No puedo teletransportarme ni flotar, y menos crear un puente de roca. Ella dijo que debía caminar sobre la lava…" En ese instante, Dusk abrió grande sus ojos al comprender lo que Ember quería probar. Entonces él la miró con miedo, mientras que Ember se mantuvo mirándolo seriamente, sin siquiera pestañear.

Entendiendo que solo había una chance, Dusk se acercó hasta el borde del lago de lava, y usó su magia para congelar la lava frente a él. Su hechizó funcionó, pero en tan solo un segundo, el llameante calor de la lava derritió al instante el hielo, evaporándolo por completo. Dusk volvió a intentarlo, esta vez usando más magia, pero el resultado fue el mismo. Era imposible congelar lava hirviendo.

"Ambos lo haremos." Dijo repentinamente Cadance, acercándose a Dusk al ver lo que intentaba hacer. "Mi magia será más fuerte, pero aún así, dudo que soporte mucho." Agregó Cadance, mirando con determinación hacia la cascada de lava, decidida a salvar a su esposo a como de lugar.

"Solo congela la lava que está bajo mis cascos, yo correré lo más rápido posible." Dijo Dusk, también con una mirada determinada. Sabiendo que su plan era extremadamente arriesgado, pero no tenían otra alternativa.

Dusk se paró frente al lago, en posición de correr, mirando fijamente a la cascada de lava. Mientras que Cadance se paró detrás de él, iluminando su cuerno, para activar su magia apenas Dusk lo indicara.

"¡Ahora!" Gritó Dusk, corriendo y dando un salto de fe sobre la lava. Esperando que su magia combinada con la de Cadance, al menos lograra congelar la lava por un segundo.

Al caer en la lava, Dusk sintió que tocó algo duro, lo que significaba que era hielo y no lava. Sin embargo, no había tiempo para mirar. Dusk simplemente se mantuvo corriendo, usando su magia para congelar bajo sus cascos mientras Cadance hacía lo mismo. Ambos debían de tener una coordinación impecable, pues Cadance debía congelar exactamente donde Dusk pisaba, sin fallar.

Dusk sentía el calor en sus cascos, sabía que si se detenía un segundo, el hielo no aguantaría, aquello era literalmente una carrera por su vida. Mientras que atrás, al borde del lago de lava, Spike y sus amigas miraban con terror cómo corría Dusk; en tanto que los dragones, pusieron expresiones de asombro al ver a ese pony correr sobre lava, dejando una estela de vapor tras él. Pues apenas Dusk daba un paso, el hielo detrás de él se evaporaba al instante.

Finalmente, al llegar a la cascada de lava, Dusk sabía que él y Cadance no lograrían congelar al mismo tiempo el piso y la parte de arriba de la cascada. Así que al llegar al frente, Dusk dio otro salto de fe, esperando que Cadance comprendiera lo que necesitaban hacer. Al saltar Dusk, él y Cadance dejaron de congelar el piso al instante, y por un segundo congelaron aquella parte de la cascada. Sin embargo, el calor de la lava era tan intensa en esa parte, que el hielo solo duró medio segundo. Lo justo y necesario para que Dusk la atravesara sin quemarse. Con aquel acto, todos se quedaron con las bocas abiertas, sin saber si Dusk había sobrevivido, ya que solo podían ver la cascada de lava.

"¿¡Dusk!?" Dijo repentinamente Shining Armor, al otro lado de la cascada. Sorprendido de ver caer a su hermano allí. Y más aún al verlo atravesar una cascada de lava con un salto tan atrevido.

"¡Shining!" Gritó Dusk agotado. Saltando a abrazar a su hermano, aliviado de verlo a salvo.

"Tranquilo… Estoy bien." Dijo Shining, abrazando fuertemente a su querido hermano. Finalmente dándose naturalmente un abrazo de hermanos.

"Bien... Ahora debemos salir de aquí." Dijo Dusk. Exhausto, pero sabiendo que no podían perder el tiempo. "Para salir, tendremos que hacer lo mismo. Congelar al mismo tiempo, por un pequeño instante la cascada, y saltar hacia el otro lado… El único problema, es que no podré avisarle a Cadance cuando saltaré."

"Si Cadance está del otro lado, no hay de qué preocuparse." Dijo Shining con una sonrisa llena de confianza. "Somos los dos ponies más importantes en el mundo para ella. Ella no nos dejará solos." Agregó Shining, confiando ciegamente en su esposa.

Al otro lado de la cascada, Spike y las yeguas estaban con sus bocas abiertas. Aguantando la respiración sin saber si Dusk estaba bien. Misma mirada de asombro que tenían la mayoría de los dragones, que también estaban expectantes por saber qué había pasado. Las únicas que mantenían miradas distintas, eran Ember, quien luchaba por mantener una mirada firme, pese a que en su interior empezaba a culparse al pensar que había enviado a Dusk a su muerte. Y la otra que se mantenía firme, sin siquiera pestañear, era Cadance. La princesa pony estaba absolutamente inmóvil, con sus ojos ardiendo por mirar la cascada de lava sin pestañear, confiando con todo su ser en que Dusk y Shining volverían en cualquier segundo, y la necesitarían.

En una fracción de segundo, parte de la cascada se congelo, y Dusk y Shining saltaron a través de ella. Siendo el momento esperado, Cadance inmediatamente activó su magia para congelar el piso donde cayeron, justo antes que cayeran en la lava. Pese al alivió, no había un segundo de respiro. Shining y Dusk corrieron a toda velocidad, congelando sus pasos, mientras Cadance les daba soporte. Así, ambos hermanos unicornios llegaron finalmente de vuelta al borde del lago de lava, saltando a tierra firme y cayendo totalmente exhaustos.

De inmediato, Spike y las yeguas corrieron a socorrer a Dusk, mientras que Shining se acercó a su esposa y ambos se abrazaron. También agotados, pero felices de poder estar nuevamente juntos. Por su parte, los dragones guardaron absoluto silencio. Todos asombrados al ver algo que creyeron era imposible.

"Mi palabra es ley… Pueden irse." Dijo Ember, mirando seriamente a Dusk y los demás ponies. Luego volteándose para retirarse.

"¡M-Mí Señor Dragón! ¡No puede!" Gritó el viejo Graytusk. Corriendo con un pergamino en sus garras. "Ellos tienen la 'Fade Star', el símbolo de-" Graytusk se calló cuando Ember se volteó furiosa y le quitó el pergamino de las garras. Entonces Ember soltó una llamarada y quemó el pergamino.

"Las viejas historias dicen que un pony con esa estrella congeló todo el Norte de este continente…" Dijo Ember, mirando molesta al viejo dragón. "¿¡Un solo pony!? ¡Eso es imposible! ¡Míralos!" Agregó Ember, apuntando a los ponies exhaustos. "Una princesa y dos unicornios apenas sí pudieron congelar donde pisaban… ¿¡De verdad crees que un solo pony pudo congelar para siempre las antiguas Tierras Dragón!?"

El viejo Graytusk abrió tembloroso la boca para responder. Sin embargo, no pudo decir nada. Él simplemente no tenía respuesta para aquella pregunta.

"¡Oigan todos!" Volvió a gritar Ember, solo que esta vez, se volteó a mirar a todos los demás dragones. "Tomen toda la comida y gemas que hayan traído consigo... Hay algo que debemos hacer ahora mismo." Agregó Ember, con una mirada molesta. Comenzando a caminar hacia fuera de la cueva.

Por su parte, los dragones se miraron con miradas confundidas, sin entender qué planeaba su líder.

"¡Ahora!" Gritó furiosa Ember. Causando que todos los dragones saltaran asustados y comenzaran a seguir su orden.


Los yaks estaban ya listos para la guerra. Los ancianos y niños se habían resguardado en el refugio ancestral de los yaks, mientras los adultos vestían armaduras y preparaban catapultas, para atacar a las aladas bestias y hacerlos caer. Lo único que Rutherford y su ejército esperaban, era que sus guardias volvieran con la pequeña Yona, luego del intercambio.

Finalmente, los guardias de Rutherford aparecieron en la distancia, llevando consigo a una feliz Yona. Junto a ellos, venían los ponies, que al parecer, también habían logrado liberar al esposo de la princesa pony. Sin embargo, lo que dejó a Rutherford totalmente anonadado, fue ver que a su lado también venía la pequeña dragona turquesa, quien llevaba el cetro, símbolo del Señor Dragón. Caminando con su ceño ligeramente fruncido, mirando molesta hacia el suelo. Y tras ellos, venían decenas de dragones, todos ellos a pie, ninguno volando. Todos cargando un montón de grandes sacos.

"¡Preparen las catapultas!" Gritó Rutherford mirando a sus yaks. Luego se volteó, miró molesto a los dragones, y empezó a avanzar solo hacia ellos. "¿Por qué vienen hasta aquí a pie? ¿Se creen demasiado buenos como para atacarnos sin su mayor ventaja?" Gruñó Rutherford, gritándole a Ember.

Por su parte, al ver que Rutherford se acercaba, Yona y los yaks se detuvieron, al igual que los ponies. Mientras que la única que siguió avanzando fue Ember, para enfrentarse cara a cara con Rutherford. Apenas ambos se encontraron, Ember hizo la acción más increíble que Rutherford jamás hubiera imaginado. Algo que nunca, en ninguna historia, ni en el más loco cuento de fantasía yak, podría ocurrir… Ember se arrodilló frente a él.

"Principe Rutherford, yo…" Dijo Ember lentamente. Callándose repentinamente, como si le costara mucho abrir su boca. Entonces ella apretó fuerte sus ojos y se forzó a seguir hablando. "Yo… lamento haber atacado tu pueblo."

Un gran silencio quedó en el aire gélido de aquella congelada estepa. Los yaks quedaron anonadados al ver a un dragón, ¡Un Señor Dragón! Pidiendo perdón a un yak. Por su parte, los dragones que acompañaban a Ember, también abrieron sus bocas y ojos con asombro, sin poder creer lo que estaban viendo. Su gran líder… ¿¡Se estaba arrodillando ante una criatura inferior!?

"Sé que esto es humillante, pero… estoy dispuesta a hacer lo que sea, con tal de buscar la paz para mi pueblo." Dijo Ember hablando en voz baja, más hablando para sí misma que con Rutherford. Sintiéndose más humillada de lo que jamás se había sentido en su vida. Pero aún así, ella lo quería así. Era necesario. Si los dragones iban a cambiar, ella daría el primer paso. "Ya me cansé… Me cansé que todos crean que nuestra raza solo vive por la violencia. Me cansé de seguir encadenada al pasado. Me cansé de vivir aislada del mundo. Me cansé… de no mostrarle a mi raza, que podemos ser mejores."

Viendo a Ember arrodillada, escuchando cada palabra que decía, Rutherford se le quedó viendo en silencio. Lo último que dijo Ember, caló hondo en el corazón de Rutherford. Como si una estaca de hielo se le clavara y se diera cuenta que él también estuvo a punto de seguir ese mismo camino, contra dragones y ponies. Entonces Rutherford alzó la vista, y por un fugaz momento miró a Dusk.

'Eres un gran líder...' Eran las palabras que Dusk le había dicho. Palabras que Rutherford se tomó muy a pecho, pues un gran líder protegía a su pueblo, y aquello significaba dejar su orgullo de lado por el bien de su pueblo, y también… por el de los demás pueblos.

"¡Jojojojo!" Se rio repentinamente Rutherford, levantando a Ember por los hombros, para que dejara de estar arrodillada. "Dragona no debe arrodillarse, ¡Yaks felices que dragones quisieran unirse al festival!" Agregó Rutherford, señalando el pueblo.

"¿¡Eh!?" Dijo Ember confundida. Seguido por un '¿¡Eh!?' general de todos los que allí estaban presentes. Tanto yaks como ponies y dragones.

"Sí. Este ser último día del Yickslurbertfest. Es tradición que último día destruir viejas cabañas para construir nuevas." Rio Rutherford, tomando a una anonadada Ember por el hombro y apuntando hacia el pueblo yak, del cual aún salía un poco de humo debido al ataque dragón. "Así que yaks agradecer dragones por hacer todo más rápido."

Rutherford miró a Ember mientras la tomaba por el hombro. En tanto que Ember lo miró por varios segundos sorprendida y luego bajó su cabeza con una pequeña sonrisa. La joven dragón entendió lo que Rutherford hacía… Ambos escogieron la paz, en vez de la guerra.

Pese al acuerdo implícito entre sus líderes, los yaks y los dragones quedaron muy confundidos. Y quedaron aún más confundidos cuando Ember ordenó a sus dragones que entregaran la comida y joyas que habían traído consigo, como ofrenda a los yaks. Mientras que Rutherford ordenó abrir las puertas del pueblo para recibir a sus nuevos invitados.

En un principio, los yaks no paraban de mirar con rencor a los dragones, mientras los dragones hacían lo mismo con los yaks, más aún cuando Ember ordenó que ayudaran con la reconstrucción de las cabañas. Sin embargo, a medida que avanzaba el tiempo, lentamente yaks y dragones comenzaron a conversar entre ellos. A todos se les hacía muy extraño hablar con otras razas, más aún con una a la que casi fueron a la guerra. Sin embargo, la curiosidad pudo más que el rencor, y lentamente el dialogo comenzó a crecer entre ambos pueblos.

De mucha ayuda fue que Yona le presentara a todos a Smolder, diciendo que ella era una buena dragona. Mientras que la curiosa Smolder, comenzó prontamente a hacer preguntas muchas preguntas a los yaks, muy interesada en saber más sobre las tradiciones de otros pueblos.

Los ponies se dieron cuenta que los yaks y dragones rápidamente dejaron de lado su resentimiento, comenzando a creer la evidente mentira que Rutherford había dicho sobre el 'falso' ataque dragón. Viendo que tenían mucho más en común que incluso con los ponies, pues en vez de ser pequeños y adorables, siempre hablando de amor y amistad; yaks y dragones eran grandes y fuertes, y preferían ser más directos y hablar sin expresar tantos sus sentimientos.

Mientras caía la noche, las fogatas comenzaron a encenderse, gracias a las llamaradas de los dragones, y las risas comenzaron a escucharse mientras corría el alcohol y comenzaba el banquete. Todos sorprendidos de convivir por primera vez en un grupo tan grande y diverso. Algo que hizo que los ojos de Ember brillaran de emoción, viendo cómo varios de sus torpes dragones jóvenes, que siempre buscaban molestar a otros, ahora reían con jóvenes yaks y brindaban juntos. Todos comenzando a descubrir lo cálido que era abrirse a otros, en vez de cerrarse y aislarse.

"Yo nunca escuchar de un dragón que inclinarse ante yak." Dijo repentinamente Rutherford, acercándose a Ember. Aprovechando la ocasión para charlar lejos de sus súbditos. "Tú de verdad querer mucho detener guerra."

"¡Je! Sí… Lo de arrodillarme no va conmigo. Es algo que no pienso volver a repetir." Dijo Ember con una sonrisa pícara. Entonces ella se volteó para ver a sus dragones y puso una sonrisa más serena. "Alguien debía dar el primer paso… Las cosas deben cambiar, incluso aunque sean viejas tradiciones que nunca nadie ha roto antes." En ese momento Ember abrió grande sus ojos al recordar algo. "Hablando de tradiciones…"

Ember se paró frente a Rutherford y dio varios fuertes pisotones en el suelo. Aquello llamó la atención de Dusk Shine, que no estaba muy lejos de allí. Entonces Dusk puso una mirada de pánico al ver aquello.

"¡No! ¡Ember está tratando de hacer el saludo tradicional yak!" Pensó Dusk asustado, corriendo hacia donde estaban Ember y Rutherford. Recordando cómo la alumna de Cadance había fallado en hacer aquel saludos. "Solo un yak puede hacer el saludo correctamente! Si Ember lo hace, ¡Rutherford se enojará!"

Antes que Dusk pudiera detenerlos, Rutherford inclinó su cabeza, y entonces, para sorpresa de Dusk, ambos chocaron sus cuernos.

"¡Jojojo! ¡Dragona sí saber hacer saludo tradicional yak! ¡Tú sí tener cuernos!" Rio Rutherford, complacido con aquel saludo. "Torpes ponies intentar saludo… ¡Ellos no tener cuernos! ¡Ser tan tontos! ¡Jojojo!" Se rio Rutherford. Mientras Dusk simplemente puso una boba sonrisa de alivio.

"Oww… Entonces yo nunca podré hacer el saludo tradicional yak…" Lamentó Pinkie Pie. Acercándose allí con una triste mirada.

Rutherford se quedó viendo fijamente a Pinkie Pie, como si su cerebro estuviera cargando muy lentamente una información. Entonces él se despejó la melena de sus ojos, para poder ver directamente a Pinkie Pie.

"Pony rosa ser más que amiga. Sin ella, ponies no venir aquí y nada de esto pasar." Dijo Rutherford, apuntando a la gran fogata que todos compartían. Entonces Rutherford se volteó a buscar algo y luego volvió, parándose frente a Pinkie y hablando muy fuerte para que todos voltearan y lo vieran. "Pony rosa ser primera amiga de yaks fuera de fronteras de pueblo. Ella también ayudar a que ponies y dragones ser ahora amigos de yaks. Por eso, yo nombrar a pony rosa, ¡Embajadora de yaks con ponies!" Habló Rutherford solemnemente, colocando un enorme casco con cuernos sobre la cabeza de Pinkie Pie. Causando que los yaks pisotearan fuerte el suelo en señal de alegría. "Ahora pony rosa sí poder hacer saludo yak." Agregó Rutherford, golpeando con sus cuernos el casco de Pinkie. Haciendo que esta girara por la fuerza del golpe y cayera al suelo mareada.

"Yo… ¡Nunca me había sentido tan honrada!" Gritó Pinkie Pie totalmente mareada. Pero con una enorme sonrisa en su cara.

Mientras ponies y yaks celebraban, Ember puso una mirada pensativa, mirando hacia el suelo. Entonces ella alzó su vista con una determinada mirada, y se paró sobre una roca, para que todos la vieran bien.

"¡Dragones! Este día hemos compartido con yaks y ponies, algo por lo que nuestros ancestros no estarían orgullosos…" Dijo Ember seriamente, causando que los dragones pusieran miradas de asombro y confusión. "¿¡Y ESO QUÉ!? ¡Qué importa si nuestros ancestros eran unos tontos dragones sin cerebro que solo se dedicaban a la violencia. ¡Nosotros podemos ser mejores! ¡Nosotros SOMOS mejores!" En ese instante Ember hizo una pausa y habló más solemnemente. "Por eso decreto, que desde hoy, nuestra gran tribu será aliada de yaks, y también... de los ponies. Y no digo esto último porque esté atada a la palabra de algún viejo Señor Dragón, que juró que lo haría como burla hacia los ponies. Lo hago porque sé que es lo mejor para nuestro pueblo, y también, porque creo… ¡En la amistad de nuestros pueblos!" Agregó Ember, alzando en alto su cetro.

Esta vez fueron los dragones quienes celebraron a su líder. Lanzando llamaradas hacia el cielo. Celebrando la nueva alianza de sus pueblos. Pero principalmente, celebrando ese nuevo estilo de vida que estaban descubriendo. Compartiendo con otras razas, sin que siempre los miraran con desagrado o temor. Llamas de celebración lanzadas por 'la mayoría' de los dragones, pues, alejados del grupo principal, estaban el viejo Graytusk y un muy pequeño grupo de dragones. Todos mirando con desprecio a 'la nueva generación' de dragones.

"Y para nuestra nueva alianza, yo también he de designar un embajador." Agregó Ember, bajando su cetro y apuntando con él, al más pequeño de sus súbditos. Un pequeño bebé dragón de escamas moradas. "Spike, como embajador de nuestro pueblo, tienes autorizado salir de nuestras tierras, aunque aún no tengas tus alas."

"¿E-Embajador?" Tartamudeó Spike muy sorprendido. Hasta que súbitamente entendió lo que Ember le estaba dejando hacer. "Entonces, eso significa…"

"Que puedes volver a Equestria." Sonrió Ember, con una cálida sonrisa. "Aunque de vez en cuando, deberás volver y visitarnos, para entregar tus informes como nuevo embajador."

"Yo… Yo… ¡S-Será un honor!" Gritó Spike, intentando contener su alegría. Inclinándose solemnemente ante el honor del cargo que le habían encomendado. Entonces, él no pudo soportarlo más, y abrazó fuertemente a Dusk a su lado.

El pequeño bebé dragón había disfrutado su tiempo en la Tierra Dragón, pero lo cierto era que nunca había estado tanto tiempo separado de su hermano, ¡Y lo extrañaba demasiado! Además, ahora podía volver a la Tierra Dragón cuando quisiera, así que podía seguir conociendo a su pueblo, sin alejarse de su familia.

Con aquel nombramiento, yaks, dragones y ponies continuaron la celebración. Con Dusk y sus amigas abrazando fuertemente a Spike. Felices de finalmente volver a estar reunidos los siete.


Ya siendo de noche, dragones y yaks continuaron con su festejo. Incluso los yaks quedaron mucho más felices al descubrir que los dragones habían reactivado el viejo volcán Scintilla. Pue ahora, las tierras cercanas a ese volcán eran más cálidas, y con algo de esfuerzo, los yaks podrían cultivar allí su preciada vainilla. En vez de viajar por varias lunas para buscar en el Sur la esencia de vainilla que tanto usaban para sus pasteles.

Mientras las dos tribus celebraban, los ponies comenzaron a despedirse. Pues tenían un largo viaje por delante, y debían de volver pronto a la capital, llevando consigo las nuevas y emocionantes noticias.

Spike, Dusk y sus amigas abordaron el globo aerostático, mientras Cadance y Shining terminaban de despedirse de Rutherford y Ember. Una vez todos estuvieron a bordo, Dusk encendió la llama del globo, lentamente ascendieron en el frio de la noche. Alejándose de aquellas heladas tierras que les habían traído tantas emociones.

"¡Es maravilloso!" Dijo Cadance emocionada, dándole un cariñoso beso a Shining. "Ahora volvemos a Canterlot con la noticia que no solo logramos una alianza con los yaks, ¡Si no que también hicimos una alianza con los dragones! ¡Tía Celestia y Tía Luna estarán tan felices!"

Mientras Shining le daba otro beso a su linda esposa, el otro potro del grupo se mantuvo al borde del canasto del globo, mirando hacia lo lejos con una pensativa mirada.

'¿Debemos por siempre estar atados a las promesas...? ¿¡De qué sirve una promesa que no hace feliz a nadie!?' Eran las palabras que Ember había dicho en la cueva, cuando tuvo la revelación de rebelarse contra sus ancestros y sus tradiciones. Palabras que ahora Dusk recordaba, pues también se aplicaban a él.

Mientras Dusk tenía su mirada perdida, con sus pensamientos y sentimientos confundidos, cerca de él estaba su novia. Quien lo miró atentamente, sabiendo por su mirada perdida, que Dusk estaba sufriendo, sin saber qué hacer en su corazón. Entonces ella se acercó a su lado, y puso tiernamente su casco sobre el de él, que estaba sobre la baranda. Luego ella lo miró con una amorosa y tierna sonrisa. Dusk también la miró, con ojos brillantes, y puso un cálida pero triste sonrisa, mientras su corazón seguía confundido.

Pinkie Pie abrió su boca para hablar, pero ni una palabra salió de sus labios. Ella quería repetir lo que tantas veces le había dicho a Dusk. Que todo estaría bien, que debían cumplir su promesa, que debían velar por la felicidad de sus amigas. Sin embargo, al verlo a los ojos esa noche, por más que Pinkie Pie quería, ella no podía decirlo. Ella no podía mentirle a su corazón.

"Quédate conmigo, y nunca me abandones…" Dijo mentalmente Pinkie, sabiendo que tampoco era capaz de decir aquello en voz alta, por más que lo quisiera. Cerrando sus ojos y simplemente apoyando su cabeza en el cálido pelaje de su novio.

Dusk Shine entendió que no solo él era quien se torturaba con lo que sentía su corazón, si no también Pinkie. Entonces él apoyó su cabeza sobre la melena de Pinkie Pie, la abrazó, y ambos simplemente se quedaron disfrutando de aquella bella noche estrellada. Simplemente disfrutando aquellos segundos de felicidad y sonrisas.

Decidiendo alejar sus tristes sentimientos por un momento, Dusk se quedó mirando a lo lejos las dos grandes montañas que rodeaban el valle de Yakyákistan. Enormes montañas que ahora apenas si se veían, debido a lo lejos que ya estaban.

"Le dije a Ember que la historia de los yaks y de los dragones sobre 'Scintilla y Ulysses' eran distintas. Pero la verdad es, que ambas pueden ser verdad… ¿Qué pasa si los yaks les cambiaron los nombres a las montañas en honor a que Scintilla y Ulysses realmente existieron?" Pensó Dusk, entrecerrando ligeramente sus ojos. "Si es así, las leyendas de los dragones no serían mentira, ni exagerarían. Y de ser así… ¿Podría ser verdad que un antepasado mio pudo congelar todo el Norte de Equestria...?" Pensó Dusk, sintiendo un pequeño escalofrío de miedo. "Ahora tengo otra pista respecto a la estrella de mi cutie mark… Tendré que revisar mis libros de astronomía para recordar más acerca de la 'Fade Star'…"

Por alguna razón, tras pensar aquello, Dusk tuvo otro escalofrío. Pero solo entonces se dio cuenta que no estaba sintiendo escalofríos por el miedo, si no que por el frio. Entonces miró hacia arriba, y vio que le globo se tambaleaba extrañamente.

"¿Qué sucede? ¿Algo le pasa al globo?" Preguntó Shining, quien también sintió el extraño movimiento del globo. Acercándose al fuego del globo y viendo que este seguía bien encendido.

"No lo sé. Estoy volando el globo exactamente igual que como lo hice cuando vinimos." Dijo Dusk con una mirada confundida. "Antes no tuvimos esta turbulencia… Cherry Berry me dijo que no habría problema mientras volara el globo a máxima altura…" En ese instante Dusk abrió grande sus ojos al mirar a su alrededor, enfocándose en Rarity. Poniendo una mirada de preocupación al recordar algo importante.

'Seis pasajeros… Supongo que estarán bien si vuelan a la máxima altura, para no toparse con la tormenta. Estarán bien, siempre que viajen ligero.' Habían sido las palabras de precaución de la piloto de globos, gritándole a Rarity que no llevara equipaje extra. Precaución que Dusk olvidó por completo, pues, aunque no llevaban equipaje extra, ahora llevaban algo más pesado… ¡Tres pasajeros extras!

"¡El globo está volando demasiado bajo! ¡Se está acercando a la 'Tormenta del Norte'!" Dijo Dusk asustado.

Justo en ese instante, una gran y fugaz luz verde iluminó todo el cielo y cegó a todos momentáneamente. Siendo la aurora boreal más grande y brillante que se había visto en siglos en Equestria. Con ella, el viento se intensificó y agitó violentamente el globo. Llevándolo al centro de la tormenta. Todos gritaron de terror viendo que el canasto del globo giró violentamente, hasta que se volteó por completo, haciendo que todos cayeran.

"¡Chicas!" Gritó Dusk, perdiendo de vista a todos en el aire mientras caía. Su vista bloqueada totalmente por el blanco de la tormenta. Sus ojos aún dolían debido a la extraña aurora boreal que iluminó el cielo, y giraba tan rápido en el aire que ni siquiera estaba seguro hacia donde quedaba el suelo. Finalmente, Dusk perdió la consciencia cuando cayó a tierra, estrellándose contra la nieve...

Sin saber cuánto tiempo había pasado, Dusk lentamente abrió los ojos, con su rostro cubierto de nieve. Se levantó con su cuerpo adolorido luego de la caída y alzó la vista confundido.

Dusk no estaba seguro si seguía siendo de noche o ya había amanecido, pues la enorme aurora boreal seguía iluminando el cielo y, pese a que la tormenta había bajado su intensidad, aún era difícil ver lejos en la distancia. Él aún recordaba las palabras de Cherry Berry, quien le había dicho que la Tormenta del Norte, era una tormenta eterna que jamás paraba. Pero de ser así, ¿¡Por qué había aumentado y luego disminuido repentinamente su intensidad!? Casi como si la tormenta quisiera que el globo se volteara... Sin embargo, lo más extraño, era lo que estaba frente a sus ojos.

"¿Siempre ha habido una ciudad en esta parte de Equestria?" Murmuró Dusk confundido. Viendo la enorme ciudad de cristal que estaba frente a él.


Lejos, en la capital del reino, Luna vigilaba la noche desde el balcón del vigía. Usando el telescopio mágico que ella y su hermana tenían, para ver a grandes distancias y estar prevenida ante cualquier cosa extraña que ocurriera en su reino.

Repentinamente, alguien golpeó la puerta de aquella habitación. Luna levantó una ceja extrañada e indicó al visitante que podía pasar. Entonces la sorpresa de la Princesa de la Noche fue mayor, al ver que quien la visitaba a esa hora de la noche, era nada menos que Sunset Shimmer.

"¿Tú...? ¿Qué haces aquí?" Preguntó Luna, sorprendida.

"Meh… Acabo de llegar a Canterlot, así que vine a entregar el reporte de Cadance, sobre nuestro primer encuentro con los yaks." Dijo Sunset encogiéndose de hombros. Levitando consigo un informe escrito en papel mientras avanzaba por la habitación como si fuera la suya propia. "Sinceramente, no creo que esa alianza funcione." Agregó Sunset sonriendo apenada. Levitando una silla y sentándose junto a Luna en el balcón.

Luna alzó su cabeza con cierta molestia, viendo el exceso de confianza que tenía Sunset frente a ella. ¡Ella era una princesa! Y Sunset caminaba y charlaba con ella como si fuera cualquier pony, no, peor, ¡Como si ellas fueran amigas! Pese a aquella molestia inicial, Luna alzó una ceja confundida al darse cuenta de otro detalle.

"El último tren a Canterlot llegó hace horas... Pudiste entregarle el informe a mi hermana durante la tarde." Dijo Luna, con cierta curiosidad en su voz.

"Lo sé... Pero… Pensé que tú también eres una princesa, así que decidí reportarme ante ti." Respondió Sunset. Por alguna razón desviando la mirada, fingiendo desinterés.

"¿Me elegiste a mí?" Pensó Luna, abriendo sus ojos con sorpresa al darse cuenta de algo. Entonces ella también desvió la mirada, levemente sonrojada. "Lo hiciste porque te sentías sola… No tienes a nadie aquí a quien ver. Y sabes que… yo también estoy sola…"

Ambas yeguas se quedaron mirando hacia la nada en silencio. A ambas les avergonzaba verse a la cara, pues sabían que pensaban lo mismo y que habían sido descubiertas. Ambas se sentían solas, ambas odiaban estar solas, y a ambas les daba vergüenza admitir que se sentían solas. Ambas eran tan parecidas, que casi se podían leer la mente mutuamente. Pero lo que más les avergonzaba, era admitir que ambas decían que no les agradaba la otra, sin embargo, al mismo tiempo, sentían cierta feliz complicidad al estar cerca una de la otra.

"Bien… No pienso leer el informe. Demasiadas páginas." Dijo Luna, tosiendo para fingir que no le alegraba charlar con alguien esa noche. "Cuéntame, ¿Qué tal fue tu viaje hacia Yakyákistan? ¿Por qué crees que la alianza con los yaks no funcionará?"

"Si, supongo que es mejor que te lo cuente. El informe de Cadance tiene demasiados corazoncitos dibujados, jeje." Se burló Sunset, acercando su silla más cerca de Luna. "Creo que arruiné las cosas con el príncipe yak, con eso del saludo tradicional de su pueblo."

"¡Ugh! Ni me lo digas. Me pasó algo parecido la última vez que fue hasta allí." Dijo Luna, recordando su pasado, con una mirada divertida. "Creo que lancé lejos a toda la corte de yaks, porque intentaron saludarme golpeándome con sus cuernos."

"¡Sí! ¡Me pasó lo mismo! ¡Jaja!" Se rio Sunset. Causando que Luna también se riera.

Tras eso, Sunset continuó contando más detalles del viaje que había hecho con Cadance y Shining, contando algunas anécdotas graciosas, que Luna disfrutó, riendo cada vez más. Luego de terminar su última historia, en que Sunset le contó la vez que no pudo dormir debido a 'la feliz pareja' en su luna de miel, Luna rio tanto que hasta soltó una pequeña lágrima de risa. Tras una larga pausa, en que reinó el silencio entre ambas yeguas, Luna sonrió y abrió su boca para agradecer a Sunset su compañía. Sabiendo que sería vergonzoso, pero sintiendo la necesidad de ser sincera aunque fuera por un segundo. Sin embargo, fue interrumpida por Sunset, quien habló primero.

"Gracias por acompañarme esta noche… Creo que a veces, solo se necesita que alguien te escuche." Dijo Sunset con una triste sonrisa. Mirando hacia el cielo nocturno, ya que se sentía demasiado avergonzada como para ver a Luna a los ojos. "No sabes… Lo mucho que necesitaba que alguien solo quisiera sentarse conmigo a charlar…" Los ojos de Sunset brillaron y entonces ella los cerró y respiró hondo, para luego, finalmente ver cara a cara a Luna. "Sé que no somos amigas, pero de igual forma, gracias."

Por un fugaz momento, Luna recordó aquel tortuoso sentimiento de estar sola, encerrada en la luna. Toda su época de Nightmare Moon fue muy confusa, solo recordaba borrosas imágenes, pero lo que no olvidaba, ni podía sacarse aún de encima, eran los oscuros sentimientos que la rodearon. Aquella soledad infinita que se sentía como un hoyo negro en su corazón.

"Quizás… Somos demasiado parecidas para ser amigas." Dijo Luna con una pequeña sonrisa, recordando las distintas personalidades de las amigas de Dusk, y que por eso mismo, todas encajaban tan bien. "También, sé lo difícil que es hacer amigos. Más cuando tienes… un oscuro pasado…" Agregó Luna, bajando con tristeza su cabeza.

"Sí… Así es…" Respondió Sunset, también bajando con tristeza su cabeza. Recordando su último encuentro con Moondancer. Uno que aún hacía que le doliera su corazón.

Por varios segundos, ambas yeguas se quedaron en absoluto silencio. Un triste silencio que contrastó enormemente con las risas que habían tenido tan solo segundos antes de deprimirse, al recordar su pasado.

"Sí, bueno. Tampoco podríamos ser amigas aunque quisiéramos." Dijo Sunset levemente sonrojda, con una nerviosa sonrisa. Hablando rápidamente para romper aquel incómodo silencio. "Es decir, ambas amamos al mismo potro."

"Sí… Aunque, a diferencia de las amigas de Dusk, nosotras solo podemos soñar con el amor." Respondió Luna con una triste sonrisa. "También nos parecemos en eso."

"Yo no puedo, por la maldición de Discord." Dijo Sunset, con una triste mirada. Pero luego, mirando seriamente a Luna. "Pero en tu caso, no hay nadie que te lo impida. ¡Incluso eres una princesa! Si yo fuera princesa, haría una ley para que Dusk fuera mi novio, jaja." Se rio Sunset, intentando con todo su ser olvidar el hecho que jamás podría acercarse a quien amaba.

Ante lo que dijo Sunset, Luna simplemente guardó silencio. Desviando su mirada y poniendo una nerviosa y triste mirada… Luna no pudo evitar recordar la discusión que había tenido días atrás con su hermana. Lo que provocó que Luna cerrara sus ojos con dolor.

"¿Hmm? ¿Sucede algo malo?" Preguntó Sunset preocupada. Notando de inmediato que algo malo pasaba por la mente de la Princesa de la Noche.

Tras dudarlo un momento, Luna abrió su boca para contestar. Sin embargo, nuevamente fue interrumpida por Sunset, quien se distrajo con algo y habló antes que Luna.

"¡Wow…! Es la aurora boreal más brillante que he visto." Dijo Sunset, mirando sorprendida hacia atrás de Luna.

"¿Qué?" Preguntó Luna confundida. Volteándose para ver lo que veía Sunset.

Luna entrecerró sus ojos unos segundos, viendo lo que efectivamente era la aurora boreal más grande que había visto. Tiñendo todo el cielo del Norte con un hermoso verde esmeralda. Entonces, Luna abrió sus ojos casi en shock, y corrió de vuelta al telescopio.

"N-No puede ser…" Tartamudeo Luna tras ver largamente por el telescopio. Dando unos pasos hacia atrás con una cara de espanto.

Tras pestañear varias veces para despabilar, Luna puso una mirada seria, abrió sus alas y se dispuso a volar. Sin embargo, justo cuando había despegado, Luna recordó algo importante y se detuvo en el aire, volteándose para mirar a Sunset.

"Sunset, Yo… Necesito pedirte un favor. Uno... muy importante." Dijo Luna con una mirada asustada. Sabiendo que estaba a punto de enviar a Sunset a una misión sumamente peligrosa.

# Fin del capítulo 34