T2 - Capítulo 35 – La ciudad perdida

Dusk Shine seguía mareado luego de haber despertado. Era confuso recordar lo último que había pasado, solo podía recordar que caía del globo junto a Shining, Cadance, Spike y sus amigas, perdiéndolos de vista en la tormenta, hasta que se estrelló contra la nieve. Sin embargo, en ese instante, lo que más lo confundía, era la brillante y enorme ciudad de cristal que se veía no muy lejos de donde estaba.

Dusk dio un par de pasos para ir en dirección de la ciudad, pero se detuvo en el acto y sacudió su cabeza.

"No… Antes de resolver el misterio de esa ciudad, debo encontrar a las chicas." Pensó Dusk, volteándose para intentar buscar con la vista alguna señal de sus hermanos y sus amigas. Sin embargo, el viento comenzaba a agitarse nuevamente, como si la tormenta de nieve, que por un momento había amainado, quisiera volverse intensa nuevamente.

Justo antes que Dusk iluminara su cuerno para que sus amigas pudieran verlo desde lejos si es que estaban cerca, se distrajo al ver algo moviéndose en el aire. Dusk entrecerró sus ojos para intentar ver mejor, pero por la nieve en el aire apenas si podía diferenciar que era alguna criatura intentando volar con mucha dificultad en esa tormenta.

Por un segundo, Dusk sonrió ante la tonta idea que aquello podía ser un pegaso. Pero ningún pegaso estaría tan loco como para intentar volar en esa tormenta. Ningún pegaso excepto… Repentinamente la sonrisa de Dusk se desvaneció al darse cuenta que él precisamente conocía a la única pegaso tan temeraria como para atreverse a intentar volar con ese clima.

Repentinamente esa criatura que volaba, no pudo más contra la tormenta, y al no poder estabilizarse por los fuertes vientos, dio una voltereta en el aire y comenzó a caer en picada. Al instante, Dusk corrió asustado hacia donde caía esa temeraria criatura, iluminando su cuerno, para alcanzar a atrapar con su magia a aquella pegaso con las alas congeladas.

"¡Rainbow Dash! ¿¡Cómo se te ocurre volar con esta tormenta!?" Gritó Dusk asustado. Con una mezcla de alivio y enojo luego de haber atrapado a su amiga antes que se estrellara contra la nieve. Viendo que, aparte de estar algo mareada y con un par de plumas de sus alas congeladas, parecía estar en buen estado.

"¿Qué? ¿Dusk?" Murmuró Rainbow Dash mareada. Hasta que sacudió su cabeza, miró a Dusk, y sus ojos se iluminaron. "¡Dusk! ¡Estás bien!" Dijo Rainbow Dash, saltando para abrazar a Dusk.

Con el abrazo de la pegaso, Dusk no pudo evitar olvidar todo su enojo y sonrió aliviado. Por su parte, Rainbow Dash se mantuvo abrazando por un buen rato a Dusk, hasta que repentinamente se avergonzó por su súbito estallido de emoción y se separó rápidamente de él, con sus mejillas sonrojadas.

"M-Me alegro estés bien, jeje…" Se rio Rainbow Dash torpemente, avergonzada. Entonces ella volvió a mirar al cielo y estiró sus alas. "Uno menos, faltan los demás." Agregó Rainbow Dash, lista para volver a volar, con una mirada llena de determinación.

"No irás a ningún lado, ¡Mira tus alas!" La detuvo rápidamente Dusk, tomando una de las alas de su amiga y mostrándole que tenía varias plumas congeladas. "Es peligroso para una pegaso volar con tanta nieve. ¿Es que acaso no te lo enseñaron en la escuela de vuelo?" Agregó Dusk, sintiendo que volvía a enojarse con su amiga por lo irresponsable que estaba siendo.

"¡Claro que lo sé! ¡No soy tonta!" Replicó Rainbow Dash molesta, moviendo su ala para que Dusk la soltara. "Pero ¿Qué quieres que haga? No puedo solo esperar aquí sin saber si mis amigas están bien."

Ante la respuesta de su amiga, Dusk suspiró cansado y cubrió su cara con su casco.

"Por supuesto. Ella es la pony más leal de todos. No puedo pedirle que abandone a sus amigos." Pensó Dusk resignado. Sabiendo que en su afán de ayudar a sus amigas, Rainbow Dash a veces simplemente actuaba sin pensar.

"Tranquila, los encontraremos. Confía en mí. Pero no puedes ponerte en riesgo a ti misma en el proceso." Dijo Dusk, con una tierna sonrisa, para calmar la situación. Entonces él iluminó su cuerno y usó un hechizo para generar un poco de calor. "Acércate, necesitas descongelar tus alas. Así podrás calentarte mientras caminamos y buscamos a las demás."

Rainbow Dash miró sorprendida a Dusk, luego miró su cuerno y se quedó mirando el costado del potro por varios segundos. Finalmente ella bajó su cabeza con vergüenza y lentamente se acercó al lado de Dusk, abriendo sus alas para recibir de mejor forma el calor que irradiaba del cuerno del unicornio, como si el potro lavanda se hubiera convertido temporalmente en una pequeña estufa.

"¡Eso es! Acércate más, así no sentirás tanto frio. Ahora, debemos buscar a los demás." Dijo Dusk, acercándose aún más a Rainbow Dash, para que quedaran tocándose costado con costado. Haciéndole una señal para que ambos comenzaran a caminar y se mantuvieran así de juntos mientras lo hacían.

Tal como esperaba Dusk, la pegaso sintió que la magia que Dusk irradiaba calentaba sus congeladas alas y el resto de su cuerpo. Sin embargo, de lo que Dusk no se percató, era que lo que más se había calentado en la pegaso habían sido sus mejillas. Sintiendo una mezcla de vergüenza y felicidad al estar tan pegada a Dusk mientras caminaban.

Al cabo de unos minutos, Dusk y Rainbow Dash notaron dos figuras borrosas no muy lejos de donde estaban buscando, no pudiendo verlas bien debido a la tormenta. Ambos se apresuraron para ver si era alguno de sus amigos. Al acercarse, ambos suspiraron aliviados al ver que eran Fluttershy y Spike. Ambos dándoles la espalda al mirar hacia el otro lado, al parecer, también intentando buscar con la vista a alguno de sus amigos.

"¡Fluttershy!" Gritó Rainbow Dash feliz. Llegando corriendo desde atrás.

"¡EEP!" Gritó asustada Fluttershy, dando un gran salto. Siendo tomada totalmente por sorpresa.

"¡Dusk!" Gritó Spike feliz, saltando también, pero para abrazar a su hermano.

"Me alegro que estén bien." Dijo Dusk sonriéndole a su hermano y luego mirando a Fluttershy, quien había caído de cara asustada contra la nieve, mientras Rainbow Dash la ayudaba a levantarse, pidiéndole disculpas por asustarla. "Supongo que solo están ustedes dos, ya que estaban buscando a alguien más con la vista, ¿No es así?" Agregó Dusk, mirando de nuevo a su hermano.

"Eh… Bueno, sí, estamos solo nosotros dos. Pero en realidad, no estábamos buscando a los demás aún." Respondió Spike un poco avergonzado. "En realidad, estábamos verificando que no hubiera ningún monstruo de las nieves cerca."

"¿Monstruo de las nieves?" Preguntó Dusk incrédulo. "Eso no existe."

"Bueno, no estoy tan seguro…" Respondió Spike, comiéndose nervioso sus uñas. "Los dragones contaban historias de esta parte del Norte. Decían que ni siquiera ellos se acercaban acá, porque el lugar estaba maldito. Que a veces las sombras cobraban vida aquí." Agregó Spike, recordando las historias de terror que había escuchado en su estadía en la Tierra Dragón. "Y también, Fluttershy dice que cuando despertó, vio una gran sombra que le rugió. Así que salió huyendo lejos, hasta que chocó conmigo."

"Uh-huh…" Afirmó la tímida pegaso amarilla. Mirando temerosa hacia Dusk.

"Tranquila. Prometo que me encargaré de cualquier monstruo que aparezca." Respondió Dusk, suspirando y sonriéndole a su amiga para tranquilizarla. Tocando afectuosamente su mejilla. Algo que hizo que Fluttershy abriera sus ojos con sorpresa, se sonrojara, y tímidamente cerrara sus ojos y sonriera más tranquilamente.

"Bien, dos menos. Aún queda por buscar a Pinkie Pie, Rarity, Applejack, Cadance y Shining." Dijo Dusk, mirando con confianza a sus amigas. Con una esperanza renovada al ver que ninguna de sus amigas estaba lastimada.

Afortunadamente, la tormenta había hecho que nevara mucho, lo que hizo que caer del globo no fuera mortal. Pero esa misma tormenta los congelaría a todos si no se daban prisa en salir de ella, y Dusk sabía que el tiempo estaba en su contra.

Listo para renovar su búsqueda, Rainbow Dash volvió a pegarse al lado de Dusk con sus alas abiertas, ya menos avergonzada de acercarse tanto a él. Mientras Spike aprovechó para subirse al lomo de su hermano y evitar caminar un rato. Entonces, solo quedó Fluttershy, que miró intrigada a Rainbow Dash, al ver que estaba tan pegada a Dusk.

"Acércate, Fluttershy. Estarás más cálida si te acercas a mi magia." Dijo Dusk sonriendo.

Fluttershy se sonrojó y dudó varios segundos. Entonces ella se acercó tímidamente y también se paró al lado de Dusk. Luego ella dudó otro segundo, y desviando la mirada, también abrió sus alas y pegó su cuerpo al de Dusk.

"Eh, no es necesario que te pegues tanto. Rainbow Dash lo hace porque tiene congelada sus alas." Dijo Dusk, levemente sonrojado. Viendo que Fluttershy había imitado la misma pose que Rainbow Dash y ahora estaba pegado al cuerpo de dos yeguas, una a cada lado.

"Y-Y-Yo también congelé un poco mis alas hace un rato." Respondió tímidamente Fluttershy. Sonrojada a más no poder, sin ser capaz de ver a la cara a Dusk.

"¡Oh! Está bien." Respondió Dusk sonriendo. Sintiéndose tonto al ver que no se había dado cuenta que su amiga también tenía las alas congeladas.

Mientras todos caminaban, Rainbow Dash miró de reojo a Fluttershy y puso una picara sonrisa. Una que hizo que Fluttershy se sonrojara aún más y nuevamente desviara la vista.

"Soy la única temeraria para intentar volar en una tormenta. Por eso mismo, sé reconocer cuando un ala tiene plumas congeladas..." Pensó Rainbow Dash riendo pícaramente. Divertida al ver lo atrevida que había sido su amiga al mentir para acercarse más a Dusk.

Los minutos pasaban y parecía que la búsqueda se hacía cada vez más difícil. El viento se agitaba cada vez más, y la nieve que caía parecía nublar cada vez más la vista. Afortunadamente, una luz de esperanza brilló ante los ponies cuando todos vieron a lo lejos una tenue luz azul. Rápidamente todos corrieron hacia ella, siempre pegados a Dusk, para no perder el calor que emanaba de su magia. Mientras la luz se iba haciendo más grande, pudieron finalmente reconocer la fuente, y todos suspiraron aliviados al ver quién era.

"¡Rarity!" Gritó Spike emocionado. Saltando velozmente del lomo de Dusk para ir a abrazar a su musa.

La luz no era más que la magia de Rarity, quien mantenía una firme cara concentrada con sus ojos apretados por el esfuerzo, para dar lo mejor de sí y funcionar como faro para que sus amigas pudieran encontrarla. Junto a ella, estaba Applejack, quien se mantenía abrazando a Rarity, para no perder tanto calor en aquella fría tormenta.

Rarity rompió su concentración y apagó su magia cuando súbitamente Spike abrazó su casco.

"¡Spikey-Wikey!" Dijo sorprendida la unicornio blanco. Agachándose para darle un fuerte abrazo a su pequeño dragón favorito. Luego ella y Applejack miraron hacia atrás y sonrieron aún más al ver que Dusk, Rainbow Dash y Fluttershy también estaban allí, sanos y salvos.

"Fue muy listo usar tu magia como faro, pero fue algo arriesgado." Dijo Dusk, acercándose más a Rarity. "Si nadie venía en esta dirección, incluso con la luz, no las habríamos encontrado."

"Lo sé. Pero… Tenía fe que me encontrarías." Respondió Rarity, con una gran sonrisa, sonrojándose levemente. "Además, debíamos quedarnos aquí por si Shining volvía."

"¿Shining Armor estaba con ustedes?" Preguntó Dusk sorprendido. "¿Dónde está ahora?"

"Los tres caímos cerca, así que pudimos reunirnos rápidamente." Respondió Applejack. "Pero él seguía muy preocupado por Cadance. Dijo que lo esperáramos aquí y luego se fue corriendo en esa dirección." Agregó Applejack, apuntando hacia su derecha. "Dijo que si no volvía en unos minutos y aún no encontrábamos a los demás, que lo siguiéramos en esa dirección."

"Shining estaba muy preocupado… Dijo que sintió una magia extraña cerca de Cadance cuando caímos del globo, pero yo no sentí nada." Agregó Rarity con una mirada insegura, tocando su cuerno. "Estábamos a punto de ir en esa dirección, cuando ustedes llegaron."

"¿Una magia extraña?" Repitió Dusk, igual de confundido que Rarity. Pues él tampoco había sentido ninguna magia extraña en el globo antes de caer.

Por unos segundos Dusk se quedó pensativo, intentando recordar exactamente todo lo sucedido antes de caer del globo. Mientras lo hacía, otra que se quedó muy pensativa fue Rarity, viendo muy sorprendida lo cerca que estaban Fluttershy y Rainbow Dash de Dusk.

Repentinamente Dusk salió de sus pensamientos cuando sintió un leve empujón. Dusk alzó la vista y vio que Raity se había pegado junto a él, tal como lo hicieran sus dos amigas pegasos. Por lo que ahora, tenía a tres yeguas pegadas piel a piel contra él.

"Lo siento… Yo también quería calentarme un poquito. Y bueno… Veo que tú estás bastante caliente." Dijo Rarity con una tierna pero coqueta mirada. Lo que hizo que Dusk se sonrojara profundamente.

"Sí. ¡La magia de Dusk es lo mejor!" Agregó Spike sonriendo. Saltando sobre el lomo de Dusk nuevamente para también aprovechar de calentarse con su magia. Sin percatarse que su querida Rarity había dicho lo último con un pequeño doble sentido.

"Oye, si quieres calentarte, ¿Por qué no usas el mismo hechizo que Dusk?" Murmuró Rainbow Dash a su amiga unicornio. Quien tampoco entendió el juego de palabras de su amiga.

"¡Shht! ¡Tú calla!" Chistó Rarity molesta, sonrojándose.

Mientras Dusk se sentía un poco ahogado, con Spike en su espalda y tres de sus amigas luchando por ver quién se pegaba más a su lado, Applejack simplemente se quedó donde estaba. Mirando a sus amigas con una cara de regaño mientras veía que todas luchaban por estar al lado de su ex novio.

"Sabes, también deberías acercarte." Dijo repentinamente Dusk. Mirando a Applejack y notando que ella instintivamente se había tocado su casco por su pecho para intentar calentarse, debido al frio que hacía.

"¡Nah! Estoy bien. No hace tanto frío." Respondió Applejack. Volteando su cabeza para que Dusk no la viera a la cara.

En ese instante, Applejack vio que un aura rosa rodeó sus cascos, y contra su voluntad, jalaron de ella. Hasta que finalmente, ella quedó pegada también al lado de Dusk, al igual que sus amigas.

"Mentirosa." Respondió Dusk, dejando de usar su magia. Mirando a sus ex novia con una pícara sonrisa. Pues ya sabía perfectamente cuando su ex novia mentía e intentaba hacerse la fuerte.

"Hmpf… Cállate." Respondió Applejack, bajando su sombrero para ocultar su rostro, y que así Dusk no viera su pequeña sonrisa ni sus mejillas sonrojadas.

Justo cuando las amigas de Applejack comenzaban a reír, repentinamente todos se quedaron tensos y en silencio. Un extraño ruido, parecido a un rugido de extrañas bestias, empezó a escucharse cerca. Un extraño y tenebroso ruido que fue haciéndose cada vez más fuerte, pues se iba acercando.

"E… Ese es el monstruo." Tembló Fluttershy, recordando la sombra de la que había huido.

"¿El monstruo de las nieves? ¡Eso no existe!" Pensó Dusk intentando pensar racionalmente. Sin embargo, recordó también la historia que Spike le contó que contaban los dragones, sobre extrañas sombras que habían allí en el Norte helado. Un pensamiento que lo hizo dudar.

Súbitamente, el ruido se hizo más fuerte y una enorme sombra apareció cerca de ellos. Una sombra que parecía ser la de una enorme bestia con muchos cuernos, que se iba acercando más y más, con un terrible rugido. Un ruido tan horrible que parecía sacado fuera de este mundo. Un ruido tan ensordecedor que…

"Espera… Yo conozco ese ruido…" Pensó en voz alta Dusk, con una mirada confundida. Justo cuando la enorme sombra de lo que parecía ser un enorme animal gruñendo, finalmente llegó frente a ellos.

Ante los ponies, apareció la pony rosa más alegre del mundo. Llevando consigo un ruidoso y abultado yovidófono, el cuál iba tocando con una gran sonrisa.

"¡Pinkie Pie!" Gritaron todos al mismo tiempo. Con una mezcla de alegría y sorpresa, viendo que la enorme sombra no era más que Pinkie cargando aquel ostentoso y ruidoso instrumento musical de los yaks.

"¡Dusk! ¡Chicas! ¡Sabía que las encontraría más rápido con el poder de la música!" Gritó Pinkie Pie con una enorme sonrisa. "Fue una suerte encontrar aquí el yovidófono que arrojé cuando íbamos camino a Yakyákistan." Agregó Pinkie sonriendo. Entonces ella miró atentamente a todos, sonriendo por un par de segundos en silencio, y luego, inclinó levemente su cabeza con una mirada confundida, como si estuviera esperando algo. "Es una fortuna ver a todas mis amigas tan… TAN… juntas."

Por un instante, nadie entendió la confusión de Pinkie, hasta que repentinamente las chicas se dieron cuenta de su error e inmediatamente se separaron del cuerpo de Dusk, al que tanto había luchado por quedar pegadas piel con piel.

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"¡Jajaja! Solo bromeo. No estoy celosa." Dijo Pinkie Pie sonriendo. Aprovechando que su novio estaba solo, para acercarse y darle un pequeño beso en la mejilla. Entonces ella caminó un par de pasos más y, dándole la espalda a Dusk, puso fugazmente una sonrisa más triste. "Además… Supongo que tendré que acostumbrarme…" Murmuró Pinkie Pie, pensando en voz alta. Un comentario que Dusk no alcanzó a oír.

"¿Dijiste algo?" Preguntó Dusk confundido.

"¡Nada!" Respondió la siempre sonriente Pinkie Pie. Volteándose y volviendo a sonreír con normalidad. "Entonces… ¿Solo falta encontrar a Shining y a Cadance?" Preguntó Pinkie rápidamente, para cambiar de tema. Mirando a su alrededor y notando que los únicos que faltaban, eran la pareja real.

"Al parecer, Shining fue en esa dirección." Dijo Dusk, apuntando hacia donde Applejack le había dicho que Shining fue en busca de Cadance. "Creo que hacia allá queda la ciudad que vi antes… Lo más seguro es que Shining fuera a buscar a Cadance allí."

"¿Hay una ciudad en esta parte de Equestria?" Preguntó Rarity confundida.

"Eso parece…" Respondió Dusk con su ceño levemente sombrío. Recordando aquella misteriosa ciudad y que Shining había sentido una extraña magia justo cuando cayeron del globo en ese lugar.

Antes que Dusk pudiera seguir enredado con sus pensamientos, la tormenta pareció volverse más intensa. Lo que hizo que todos temblaran, y automáticamente se acercaran a Dusk para calentarse un poco más con su magia.

"Si hay una ciudad hacia allá, deberíamos ir antes de morir congelados." Dijo Applejack, mientras sus dientes comenzaban a temblar.

Rápidamente Dusk, Spike y las yeguas se apresuraron a ir en la dirección que Shining había ido. Un camino que se hizo cada vez más dificultoso a cada minuto, ya que la tormenta se hizo más fuerte, complicando ver hacia donde iban y haciendo que ya ni siquiera la magia de Dusk fuese capaz de calmar el frio. Finalmente, no les quedó más opción que correr, ya que si la tormenta seguía aumentando, las palabras de Applejack podrían volverse una aterradora verdad y de verdad podrían morir congelados.

Tras correr, por fin Dusk y las yeguas divisaron una luz a través del nebuloso viento de la tormenta. Entonces aceleraron el paso. Corriendo y corriendo hasta que… súbitamente la tormenta y la nieve desaparecieron.

"¿Eh?" Dijo Rainbow Dash perpleja. Deteniéndose en seco al ver que repentinamente ya no estaban pisando nieve.

Todos tuvieron la misma actitud que la pegaso, mirando hacia el suelo y viendo que ya no pisaban nieve, si no más bien un piso liso, como una gran baldosa. Al levantar la vista, vieron que no había rastro alguno de la tormenta. De hecho, el cielo tenía una extraña tonalidad azul clara, como el cielo nocturno que está a punto de amanecer, y atravesando dicho cielo, una brillante aurora verdosa, que parecía estar iluminándose lentamente cada vez más. Aquello era suficiente para sorprender a todos, sin embargo, eso quedo en segundo plano al ver que ante ellos había una enorme ciudad, con cientos de casas y jardines. Todas las construcciones parecían estar hechas de variados cristales de distintos colores, y mucho más adelante, parecía alzarse una gran torre dentro de un castillo, que quizás fuese tan grande como el mismo castillo de Canterlot.

Dusk había visto desde lejos aquella ciudad, pero ahora que la tenía enfrente, no podía evitar quedarse con la boca abierta, al igual que sus amigas. Definitivamente él hubiera sabido antes si existía tal peculiar y hermosa ciudad en Equestria. Incluso la debió haber visto cuando volaban hacia la tierra de los yaks… ¿¡Esa enorme ciudad había aparecido allí de la noche a la mañana!?

"¡Jejeje! ¡Qué divertido!" Se rio Pinkie Pie detrás de sus amigos. Causando que todos salieran de su estupor y se voltearan a verla.

Al voltearse, todos vieron como Pinkie Pie saltaba hacia atrás y hacia adelante repetidamente, y cada vez que saltaba hacia atrás, su melena se cubría de nieve. Luego ella volvía a saltar hacia adelante, pisando el piso de baldosas de cristal, se sacudía la nieve, y volvía a repetir el proceso. Riéndose ante aquel peculiar fenómeno, sin entender por qué pasaba, pero como siempre, aprovechando para divertirse.

Rainbow Dash se acercó hasta donde estaba Pinkie. Entonces ella también asomó su cabeza un poco hacia atrás, y rápidamente retrocedió sorprendida.

"Aquí no nieva, ¡Pero un paso hacia allá aparece la tormenta de donde veníamos!" Dijo Rainbow Dash muy sorprendida.

Dusk se acercó hasta donde estaba la pegaso celeste y también extendió su cabeza, comprobando que también le cayó nieve por un segundo. Entonces él alzó su casco y muy lentamente comenzó a estirarlo hacia adelante, como si quisiera tocar un muro invisible.

"¡Aquí está!" Pensó Dusk muy sorprendido. Deteniendo súbitamente su casco, justo antes que a este le comenzar a caer nieve. "Es una barrera mágica muy sutil, pero aquí está… ¿¡Pero cómo!? ¿Cómo puede haber una barrera mágica tan delgada, pero al mismo tiempo, tan poderosa como para rodear a toda una ciudad?" Pensó Dusk casi en shock. Dándose cuenta que ningún unicornio, ni siquiera un grupo de poderosos magos unicornios, sería capaz de tal hazaña.

Repentinamente todos se distrajeron cuando unas campanas se escucharon a lo lejos, justo cuando la luz de la aurora que recorría el cielo parecía brillar con más intensidad, tanto que el cielo parecía estar iluminado por la luz del día. Entonces, Dusk y los demás empezaron a escuchar ruido de movimiento, mientras las puertas de las casas comenzaban a abrirse.

Instintivamente, Dusk corrió a ponerse frente a sus amigas y se quedó en posición de guardia. Aún no sabía qué era ese extraño lugar al que habían llegado, por lo que debía de estar prevenido para proteger a sus amigas de cualquier extraña criatura que allí habitara. Si no era cuidadoso, las poderosas criaturas que habían creado aquella poderosa barrera mágica, podrían atacarlos en un ataque de ira, por estar siendo invadidos por Dusk y sus amigas.

Aquel pensamiento de Dusk solo duró un par de segundos. Ya que lo primero que todos escucharon con claridad, fue el sonido de la risa. Cientos de ponies sonrientes comenzaron a salir de sus casas, dichosos de comenzar un nuevo día en su maravillosa y hermosa ciudad. Todos saludándose amablemente, charlando con sus vecinos y riendo por cada comentario que decían. Si Dusk tuviera que decirlo, probablemente aquel era el pueblo más sonriente y feliz que había visto en su vida, pues ni siquiera en Ponyville había visto que todos y cada uno de sus habitantes se despertaran con tanta alegría y motivación para comenzar el día. Y aquel no era un pequeño pueblo, ¡Era una enorme ciudad! ¡Cientos de ponies riendo y sonriendo al unísono!

"Son solo ponies…" Susurró Dusk pensando en voz alta. Aún asombrado de ver que allí no parecía haber peligro alguno, pero aún más impresionado al ver la enorme cantidad de ponies que allí había. Una cantidad de ponies probablemente más grande que la cantidad de ponies que vivían en Canterlot y Manehattan juntas, que eran las ciudades más grandes de Equestria, ¡Miles de ponies! Pero… ¿¡Cómo era eso posible!? Mientras las calles comenzaban a atestarse de ponies felices, la gran pregunta que comenzó a generarse en la mente de Dusk Shine fue: ¿¡Cómo era posible que una ciudad tan enorme no estuviera cartografiada en los mapas de Equestria!?

"¡Qué divino! ¿Qué champú usarán esos ponies para que sus pelajes brillen así de espectacular? ¡Debo saberlo!" Dijo repentinamente Rarity, con sus ojos brillando de emoción.

Como Dusk y sus amigas estaban al borde de la ciudad, aún veían desde lejos a todos esos felices ponies que salían de sus casas, pero al poner más atención, Dusk y sus amigas también pudieron comprobar lo que el agudo ojo de Rarity notó de inmediato. En efecto, todos esos ponies parecían brillar de una manera muy peculiar, y al enfocar más su vista, Dusk se percató de otra cosa. Entre ellos solo habían ponies de tierra, lo que dejaba otra gran duda. Si no había unicornios entre ellos, ¿Quién había creado aquella poderosa barrera que los separaba de la tormenta?

Mientras la cabeza de Dusk se llenaba de más y más incógnita, a lo lejos, finalmente uno de aquellos misteriosos ponies miró en dirección hacia donde estaban Dusk y los demás. Aquella yegua, que parecía algo mayor, detuvo su caminar en seco y se los quedó mirando con una cara de mucho asombro. Entonces, esa yegua puso una enorme sonrisa, le indicó a un potro más joven que pasaba a su lado que viera también en esa dirección, quien también puso una cara de gran asombro al ver a Dusk y los demás. Mientras esos dos ponies apuntaban hacia Dusk y sus amigas, más y más ponies comenzaron a mirar hacia ellos, hasta que finalmente, una enorme estampida de ponies comenzó a correr en dirección de Dusk y los demás.

Nuevamente Dusk se puso en guardia, con su cuerno listo para usar su magia y defender a sus amigas de cualquier peligro. Sin embargo, se sentía confundido al ver que todos esos ponies que corrieron hacia ellos, lo hacían con enormes sonrisas, gritando de alegría, como si él y sus amigas fueran alguna especie de celebridad.

Rápidamente, todos esos ponies rodearon a Dusk y compañía, llenándolos con decenas de preguntas. Todos queriendo conocer a esos recién llegados. Siempre sonriendo y sin pizca de desconfianza o miedo en sus caras, como si conocieran a Dusk y los demás de toda la vida.

"¡Hola! ¡Bienvenidos!"

"¿Vienen de fuera? ¡Verdad!"

"¡Es increíble! ¡Son nuestros primeros visitantes desde… ¡Nunca!"

"¡Miren sus pelajes! ¡Son tan opacos! ¡Jajaja!"

"¡Increíble! ¡Un dragón! ¡No veía a uno desde que era una potranca!"

"¡Esas dos tienen alas! ¡Eso sí que es extraño!"

"¡Ellos son la señal que esperábamos! ¡Ya casi es el momento!"

"¡Los invitaré a mi casa! La bisabuela cocinó un delicioso pastel que les encantará"

"¡No! ¡Mejor a la mía! ¡Quiero que conozcan al resto de mi familia! Además, yo los vi primero."

Aquel último pony que habló fue precisamente la primera yegua que había visto al grupo de Dusk. Aquella era una yegua que Dusk rápidamente notó que tenía ciertas particularidades comparado a la mayoría de los otros ponies que allí habían. Primero, era su edad, ya que era una yegua algo anciana, y que justamente parecía ser la única anciana que Dusk alcanzaba a ver en ese enorme grupo de ponies, los cuales eran todos muy jóvenes. La otra cosa que caracterizaba a aquella yegua, era que su pelaje no brillaba tanto como el de los demás, aunque sus ojos y melena si lo hacían.

"Espera un momento… ¿De verdad es pelaje lo que tienen?" Pensó Dusk sorprendido, al darse cuenta de ese detalle. Girándose para ver a todos los ponies jóvenes que lo rodeaban, viendo que más que pelaje, sus cuerpos parecían estar hechos de… "¿Cristal?"

Como si ninguno de los ponies presentes quisieran discutir ni por un segundo, todos simplemente se encogieron de hombros y se despidieron sonriendo de Dusk y los demás, como si todos hubieran sido amigos de toda la vida. Lo que dejó un incómodo sentimiento en Dusk y sus amigas. Pues era cierto que ni él ni sus amigas rechazaban la amistad, y siempre estaban dispuesto a hacer nuevos amigos, pero aquellos ponies los saludaban como si fueran parte de sus familias. ¿No deberían conocerse primero antes de confiar ciegamente en un desconocido? Era la pregunta que pasaba por la mente de todos en ese momento.

"¡Hola! Mi nombre es Amethyst Maresbury. ¿Cuáles son sus nombres?" Preguntó aquella yegua anciana, una vez la multitud comenzó a dispersarse. Colocándose unos anteojos para ver mejor a Dusk y sus amigas, siempre sonriéndoles en todo momento.

Tanto Dusk como sus amigas se quedaron inmóviles y en silencio por varios segundos. Como si aún les costara asimilar todo lo que estaba pasando a su alrededor.

"¡Hola Amethyst!" Dijo repentinamente Pinkie Pie, con una gran sonrisa. Quien parecía ser la única del grupo que compartía esa enorme sonrisa que todos los de esa ciudad tenían. "Mi nombre es Pinkie Pie. Y ellos son Dusk Shine, Spike, Rarity, Apple-¡Hmpf!" Repentinamente Pinkie Pie fue silenciada cuando Dusk jaló de ella y le tapó la boca. "¡Puaj…! ¿Por qué me tapas la boca?" Preguntó Pinkie confundida.

"Yo… No estoy seguro…" Respondió Dusk, igual de confundido. Mirando de reojo a Amethyst, quien simplemente se lo quedó viendo con una cálida mirada que irradiaba amabilidad.

"Ellos no deberían confiar tan rápido en nosotros. Somos extraños en una ciudad extraña. Y ellos… ¿¡Simplemente sonríen y se pelean por quién va a recibirnos y a presentarnos a sus familias!?" Pensó Dusk muy confundido e inseguro. "Ellos deberían desconfiar de nosotros, pero en cambio, ellos actúan tan extraño, que ahora soy yo quien desconfío de ellos..."

"¡Jajaja! ¡Qué cara más extraña!" Dijo repentinamente Amethyst Maresbury. Comenzando a reír mientras apuntaba a la cara de Dusk. Todo mientras las amigas de Dusk se miraron entre sí confundidas, sin entender a qué se refería. Lo que hizo que Amethyst comenzara a reír aún más, apuntando esta vez al rostro de las demás yeguas.

"¿Qué? Es normal que todos tengan esas miradas de confusión. Todo esto es muy sospechoso… Esta ciudad es extraña." Respondió Spike, quien entendía a la perfección las dudas que pasaban por la mente de Dusk y los demás. "Es lógico que tengamos un poco de miedo de ir a la casa de un desconocido, en una ciudad que nunca habíamos visto antes, ¡Y que ni siquiera aparece en los mapas!" Agregó Spike, que sin ser experto en cartografía como Dusk, sabía al igual que cualquier pony, que esa mega ciudad en el Norte en la que estaban, no debería de estar allí.

Por un segundo, Amethyst puso una expresión de sorpresa y ladeó un poco su cabeza, como si ahora ella estuviera confundida.

"¿Sospechar? ¿Miedo? ¿Qué cosa es eso?" Preguntó Amethyst, con una ligera mirada de confusión. Una que dejó a Dusk y su grupo aún más confundidos. "¡Venga! Vamos a mi casa. La abuela mayor prepara el mejor chocolate caliente del reino. Allá podrán seguir inventando palabras raras y poniendo caras chistosas, ¡Jajaja!" Agregó Amethyst, empujando suavemente a Pinkie Pie y los demás para que comenzaran a caminar.

Dusk y sus amigas continuaron mirándose entre sí con miradas confundidas, a excepción de Pinkie, que simplemente siguió a la sonriente anciana sin dudar. Por lo que los demás decidieron seguir también a Pinkie, para ver si en la casa de Amethyst podían encontrar más respuestas sobre aquella extraña ciudad, y ver si habían ponies más 'normales' con los que quién hablar en su familia.


En otra parte de aquella enorme ciudad, Shining Armor se encontraba llegando al centro de esta. Pese a estar allí por primera vez, para Shining era fácil decir que aquel lugar al que llegaba era el centro, ya que justamente allí había un enorme castillo, y quien diseñara la ciudad, se había preocupado de hacer que todos los caminos principales de la ciudad guiaran hacia dicho lugar. Allí, había un enorme castillo hecho completamente de cristal blanco, que parecía brillar casi con luz propia, por los destellos que se reflejaban de la aurora del cielo.

"Esto… ¡Es una locura!" Pensó Shining con una mirada de incredulidad al ver el imponente castillo frente a él. "Estuve meses apoyando a la Guardia del Norte en mi entrenamiento, ¡Y esta ciudad no debería de estar aquí!" En ese instante, Shining bajó su mirada, sacudió su cabeza y nuevamente puso una mirada seria y concentrada. "Si alguien o algo tiene a Cadance, debe estar aquí." Pensó Shining, continuando su camino hacia el castillo.

Aquel enorme castillo no solo había llamado la atención de Shining por su colosal tamaño, si no que también había ido hasta allí al sentir una leve aura mágica que parecía emanar desde aquel lugar. Un aura que se hacía más intensa conforme Shining se acercaba al castillo, lo que llevó a Shining a pensar que aquel podía ser el rastro mágico de su amada, o tal vez el de su captor.

Caminando con determinación bajo el castillo, atravesando varios pilares que eran la base de este, Shining redujo su velocidad al ver que habían ponies allí cerca. Cinco ponies vistiendo armaduras, por lo que Shining rápidamente concluyó que debían ser guardias de aquel castillo. En un primer segundo, lo que más llamó la atención de Shining, fue el pelaje cristalino de aquellos ponies, uno que no era para nada normal ver en otros ponies de tierra. Sin embargo, lo que terminó llamando más la atención al capitán de la guardia real de Canterlot, era ver que todos esos guardias estaban profundamente dormidos.

"Probablemente son los peores guardias del mundo…" Pensó Shining con una mirada molesta. Pues, él jamás hubiera aceptado tal acto de negligencia si ellos fueran sus subordinados.

Pese a molestarle la ineptitud de esos guardias, Shining agradeció que estuvieran dormidos, para así poder seguir su camino hacia el castillo. Sin embargo, justo cuando comenzaba a caminar más tranquilamente, la aurora en el cielo pareció iluminarse más, asemejándose a la luz del día, y unas campanas comenzaron a sonar sobre el castillo.

Los guardias dormidos abrieron sus ojos rápidamente, y se levantaron lentamente, estirando sus cascos para reactivar sus músculos. En cuanto que Shining miró hacia todos lados intentando buscar donde esconderse, sin encontrar un lugar. Entonces, iluminó su cuerno para teletransportarse, sin embargo se contuvo en el último segundo al ver algo que llamó su atención.

No muy lejos de él, justo debajo del centro del castillo, había algo hecho de cristal, que giraba sobre su propio eje, flotando levemente en el aire. Algo que por alguna razón, emanaba una enorme cantidad de aura mágica.

"¿Qué es eso?" Pensó Shining distraído. Dándose cuenta inmediatamente que el rastro mágico que lo había guiado hasta allí, debía provenir de aquella cosa.

"¿Eh? ¿Quién eres tú?" Preguntó repentinamente uno de los guardias que había despertado. Notando la presencia del unicornio blanco.

Shining rápidamente se distrajo y se congeló, viendo que había sido descubierto.

"Soy un intruso intentando escabullirse en su castillo… No importa lo que diga, definitivamente desconfiarán de mí." Pensó Shining nervioso, poniendo una mirada seria. "Quizás tenga que defenderme de sus ataques." Pensó, poniéndose en guardia, con sus cascos muy firmes en el suelo.

"¡Hey, Lancelot! ¿Aún sigues aquí? Pensé que ya estarías desayunando con la abuela." Preguntó desde lejos otro pony, vistiendo el mismo tipo de armadura. Acercándose hasta donde estaban los demás, seguido de otro gran grupo de entre quince y veinte ponies con armadura.

"¡Oh! ¡Hoy las abuelas harían heno frito! ¿Verdad?" Preguntó el guardia que se había acercado a Shining. Volteándose e ignorando por completo a Shining mientras se acercaba con una gran sonrisa a los recién llegados.

Por su parte, Shining se quedó congelado con una mirada incrédula… ¿De verdad esos eran guardias del castillo? ¡Ni siquiera se preocupaban por que un intruso estuviera en su castillo!

Luego que ambos grupos de guardias se saludaran y rieran juntos, uno de los recién llegados finalmente se percató de la presencia de Shining Armor. Quien seguía pasmado viendo la indolencia con la que actuaban esos supuestos guardias de palacio.

"¡Wow! ¡Alguien nuevo! Espera… ¡Tienes cuerno! ¿¡Vienes desde fuera de la ciudad!?" Preguntó el guardia que había reparado en la presencia de Shining.

"¡Oh, sí! Casi lo olvido. Cuando despertamos, este chico estaba merodeando por aquí." Respondió sonriente el primer guardia que había charlado con Shining. Acercándose junto a todos los demás guardias que estaban junto a él.

Por un segundo, Shining se asustó, lamentando su error. Ya que, por su descuido, ahora se encontraba rodeado por un gran grupo de ponies, lo cual haría más difícil su escape. Sin embargo, de inmediato Shining vio que no había pizca de amenaza por parte de esos guardias. Todos simplemente sonreían y lo miraban como si fuera algún divertido espectáculo de circo.

"Ustedes… ¿Son guardias de este castillo?" Preguntó finalmente Shining. Con una voz que apenas si podía encubrir su incredulidad.

"¡Claro! ¡Los mejores guardias que podrás encontrar!" Respondió quien parecía ser el capitán de la guardia, con una gran sonrisa. "Por cierto, ¿Quieres entrar al castillo?"

"Ajá…" Murmuró Shining pasmado. Viendo cómo los guardias sonreían orgullosos, pese a que para Shining, eran solo un puñado de ponies que no se tomaban su trabajo en serio. "Espera, ¿Me estás invitando a entrar al castillo?" Agregó Shining casi en shock. En ese instante, el sentido del deber de Shining se apoderó de él, comenzando a hablar como si estuviera entrenando a un nuevo recluta. "¡Ni siquiera sabes quién soy! ¡Podría ser alguien que planea atacar a quien sea que vive aquí! ¡O intentar apoderarme del castillo! ¿¡Qué tan negligentes pueden ser como guardias de palacio!?" Gritó Shining Armor exasperado.

"¿Hm? ¿Atacar? Eso es… ¿Cómo hacer algo malo?" Preguntó uno de los guardias confundo. "¿Por qué harías algo… ¿malo?"

El enojo de Shining rápidamente desapareció para dar paso a la incredulidad. Era como estar hablando con un montón de potrillos que no sabían la diferencia entre el bien y el mal. Por lo que el capitán de guardia dentro de Shining volvió a esconderse, y Shining volvió a centrarse en su misión.

"C-Cómo sea… Estoy buscando a una yegua, ¡Una princesa alicornio! Creo que cayó por aquí." Preguntó Shining, volviendo a ponerse serio. "¿Alguno de ustedes la ha visto?"

"¿Qué cosa es un alicornio?" Preguntó el mismo guardia, con una mirada aún más confundida. Lo que hizo que Shining se golpeara su rostro con su casco.

"¿Ni siquiera saben lo que es un alicornio? ¿¡Qué clase de reino de ponies es este!?" Pensó Shining frustrado. Dándose cuenta que esos pseudo guardias no le serían de mucha ayuda.

"Si ustedes no la han visto, creo que seguiré buscando." Dijo finalmente Shining, desviando la mirada molesto. Listo para continuar su búsqueda. Sin embargo, apenas alcanzó a dar dos pasos, cuando algo volvió a llamar su atención. Aquel extraño objeto de cristal que giraba en el centro de esa pequeña plaza y del cuál irradiaba aquella gran aura mágica.

Shining se acercó lentamente hasta aquel objeto, mientras los demás guardias caminaron tras él, aún fascinados por aquel nuevo visitante. Al acercarse, Shining abrió grande sus ojos al entender que no solo era la magia que emanaba lo que le había llamado tanto la atención, al verlo de cerca, vio que 'eso' que giraba, levitando con magia propia, era un corazón de cristal. Un corazón de cristal que Shining había visto muchas veces antes.

"La cutie mark de Cadance…" Susurró Shining con asombro. Entonces, sin dejar de mirar el corazón de cristal flotante, habló en voz alta para que los guardias lo escucharan. "¿Qué es esto?"

"Eso, amigo mío, es el 'Corazón de Cristal', el objeto más valioso de todo el reino." Respondió el capitán de la guardia con una mirada llena de orgullo. Hablando como si aquel fuera un discurso memorizado hace mucho, y que no había podido decir hacía mucho tiempo. "El Corazón de Cristal es un poderoso objeto mágico, lleno de magia antigua, que protege a toda esta gran ciudad de…" En ese momento el guardia se quedó en silencio y puso una leve mirada confundida. "¿De qué nos protegía…?"

Sin ver la reacción en la cara del guardia de cristal, Shining se mantuvo mirando fijamente el cristal. Que fuera un objeto hecho con magia antigua explicaba que la magia que irradiaba fuera tan intensa. Entonces, Shining se volteó y miró al capitán de los guardias.

"¿Puedo tocarlo?" Preguntó Shining alzando una ceja. Pues si era el objeto más valioso del reino, ya era negligente que estuviera allí a la vista de todos, pero… ¿Los guardias serían tan ineptos como habían sido hasta ahora y lo dejarían hacer algo tan temerario? Shining necesitaba poner a prueba a aquellos guardias.

A diferencia de otras veces, el capitán de la guardia no respondió inmediatamente, en cambio, se vio sorprendido ante la pregunta.

"Yo… Supongo que sí." Respondió el capitán de la guardia, rascándose su cabeza con una leve mirada confundida. "Es decir, es un objeto valioso, creo que no sería lo correcto, pero… No entiendo qué malo podría pasar." Agregó el capitán, encogiéndose de hombros.

"Podría robármelo, destruirlo… ¿¡Cómo pueden ser tan descuidados!?" Pensó Shining, desviando molesto la mirada. Volviendo a enfocarla en el corazón de cristal que levitaba frente a él.

Shining se acercó y tocó el Corazón de Cristal, en cuanto lo hizo, este dejó de girar y el piso bajo sus cascos brilló.

"Esta es otra magia… ¡Es magia unicornio!" Pensó Shining sorprendido, mirando el piso debajo de él. Pensando inmediatamente que debía de ponerse en guardia para defenderse de un posible ataque. Sin embargo, justo en ese momento, algo desvió su atención.

En cuanto el Corazón de Cristal dejó de girar, Shining pudo ver que dentro de este no era todo cristalino como se veía desde lejos. En su interior se arremolinaban una gran cantidad de pequeñas nubes oscuras, como si dentro de este objeto de cristal hubiera una enorme tormenta que solo podía verse al ver el Corazón de Cristal de cerca.

"¿Qué es eso?" Pensó Shining entrecerrando sus ojos para ver mejor. Sintiendo por alguna razón un escalofrío al ver aquellas nubes de oscuridad, en las que por un segundo, le pareció ver rostros de ponies.

Antes que Shining Armor pudiera reaccionar, el piso bajo él brilló aún más, lo que hizo que Shining saliera de su distracción y volviera a enfocarse en lo importante. Alguien había usado un hechizo allí. Uno que Shining apenas pudo reconocer y no alcanzó a reaccionar.

"¡Es un hechizo de-!" Gritó Shining, al tiempo que simplemente se esfumó de allí. Dejando a todos los guardias con miradas muy sorprendidas.

"¿Q-Qué acaba de pasar?" Preguntó sorprendido uno de los guardias, mientras todos guardaban silencio.

Por varios segundos, los guardias pusieron miradas confundidas y algo temerosas. Hasta que repentinamente sus pelajes brillaron. Entonces, las dudas y confusiones se borraron de sus mentes y los guardias simplemente volvieron a sus quehaceres, como si nada hubiera pasado.


Ajenos a lo ocurrido en el centro de la ciudad, Dusk Shine y sus amigas seguían a Amethyst hacia su hogar. Al poco andar, la anciana yegua finalmente le indicó a Dusk y los demás que habían llegado a su destino, su hogar. Una enorme casa de dos pisos hecha completamente de cristal morado. Rápidamente Amethyst abrió la puerta y empujó sonriendo a los demás ponies para que se apresuraran a entrar.

"Amethyst, ¿Eres tú? ¡Sabía que volverías! ¡Tú nunca te pierdes mi sabroso chocolate caliente especial!" Dijo una voz femenina desde la cocina. Entonces, asomó la cabeza una joven yegua sonriendo, quien lucía un peinado algo anticuado. Además, esta yegua, a diferencia de Amethyst, como la mayoría de los ponies de la ciudad, tenía un pelaje que parecía estar hecho de cristal.

"¡Jamás me lo perdería!" Respondió Amethyst sonriendo y acercándose a la joven yegua de cristal. "Pero en el camino, encontré nuevos amigos, y quería que también probaran tu delicioso chocolate caliente."

"¿Nuevos amigos?" Preguntó la joven yegua sorprendida. Mirando detrás de Amethyst y sorprendiéndose aún más al ver al extraño grupo que conformaban Dusk y sus amigas. "¡Ohhh…! ¡Pasen! ¡Pasen! Ya toda la familia debe de estar sentada. Y donde comen cien, pueden comer siete más, ¡Jajaja! Por cierto, mi nombre es Coral." Se apresuró a decir la joven yegua de cristal, guiñándoles un ojo amigablemente. Con el mismo entusiasmo mostrado por la vieja Amethyst. Empujando a Dusk y los demás para que siguieran a Amethyst y fueran al comedor.

Por un segundo, Dusk pensó en preguntar a qué se refería 'Donde comen cien, pueden comer siete más', pero decidió ignorarlo, pensando que debía de ser algún refrán local. Sin embargo, al llegar al comedor, entendió que no lo era. Allí, en el comedor, efectivamente habían casi cien ponies. Todos sentados en una enorme mesa, charlando y bebiendo tazas de chocolate caliente.

"¿Toda la ciudad está aquí?" Susurró Dusk muy sorprendido. Pensando en voz alta.

"¿Hm? ¡Por supuesto que no! ¡Esta es solo mi familia!" Respondió Amethyst con una sonrisa. Quién había alcanzado a escuchar lo que dijo Dusk.

Tal como en la ciudad, decenas de ponies miraron con asombro a los recién llegados, y en pocos segundos saltaron a amontonarse y saludarlos, con enormes sonrisas, como si todos fueran los mejores amigos desde siempre. Causando que Dusk y sus amigas nuevamente se sintieran incómodos, a excepción de Pinkie Pie, que sonreía y conversaba con todos, y Rarity, que no paraba de halagar el bello pelaje de cristal que tenían esos ponies. Finalmente, la joven yegua que los había recibido, calmó a todos para que volvieran a sus asientos, y rápidamente llevó unos asientos a Dusk y sus amigas para que se sentaran.

"Deben perdonar a mi familia, pero son los primeros invitados que recibe la ciudad desde hace siglos. ¡Todos están muy emocionados!" Dijo la joven Coral, mientras tomaba una gran jarra de cristal y servía chocolate caliente a sus nuevos invitados.

"Al decir… Hace siglos… Es solo una forma de decir, ¿Verdad?" Preguntó Dusk alzando una ceja, mientras bebía del chocolate caliente. Pensando que la respuesta era obvia, pero aquella ciudad era tan extraña, que no pudo evitar preguntar aquello en tono de broma.

"¿Qué? ¡Oh, sí! Por supuesto, quizás me equivoqué." Respondió Coral. Luego poniendo una mirada más pensativa. "Puede que sean miles de años, no estoy segura."

"¡Pfft…! ¡Coff! ¡Coff! ¿Q-Qué dices?" Tosió Dusk, quien justo había estado bebiendo del delicioso chocolate y no pudo evitar escupirlo. Manchando de chocolate el rostro de la vieja Amethyst, que estaba sentada frente a él. Quien simplemente se limpió y puso una pequeña sonrisa. "No hay ciudades tan antiguas en Equestria." Agregó Dusk, seguro de si mismo. Pensando que aquella yegua le debía de estar jugando una broma, pero por alguna razón, había algo que lo inquietaba, y en su mente empezó a crecer la pregunta: ¿Y si no es una broma? Aún así, ¿Qué ciudad de Equestria no recibiría visitantes en más de mil años? ¡Debían de estar jugándole una broma!

"¿Equestria? Oh… Ya lo recuerdo, ese es el nombre del reino exterior, ¿Verdad?" Preguntó Amethyst frente a Dusk, terminando de limpiarse el chocolate que tenía en su cara, lo que hizo que Dusk volviera a beber rápidamente para ocultar su vergüenza por haberle escupido. "No, este reino no es parte de Equestria. Este reino es independiente, este es el Imperio de Cristal."

Por segunda vez, Dusk no pudo aguantar por el asombro y escupió nuevamente el chocolate a Amethyst. Quien nuevamente quedó sorprendida, pero esta vez puso una sonrisa más nerviosa y forzada luego de quedar sucia nuevamente.

"¡Coff! Lo… Lo siento." Se disculpó rápidamente Dusk secándose la boca. Entonces, bajó su mirada y puso una mirada de concentración absoluta. Era como si hubiera caído la pieza del rompecabezas que le faltaba. Ahora sabía dónde estaba y por qué aquel lugar parecía tan extraño, pero… ¡Era imposible que estuvieran en ese lugar!

"¿Qué es el Imperio de Cristal?" Preguntó Spike, que por más que intentaba, no recordaba ningún reino llamado así en los mapas que había visto con Dusk en el castillo.

"El Imperio de Cristal fue… es uno de los reinos más antiguos del continente. Es incluso mucho más antiguo que el nacimiento del Reino de Equestria…" Respondió Dusk con una cara muy confundida y temerosa.

"Pero ese reino desapareció hace más de mil años junto a todos los reinos antiguos…" Pensó Dusk sintiendo un escalofrío de miedo. "¿¡Qué está pasando!? ¿Volvimos en el tiempo? ¿Acaso siempre estuvo aquí?" Pensó Dusk muy confundido.

El flujo de pensamientos de Dusk se detuvo cuando todos en la mesa se empezaron a reír. Entonces él levantó la vista y vio que todos lo apuntaban.

"¡Qué cara tan graciosa hiciste! ¡Jajaja!" Se rio Coral. Volviendo a acercarse a Dusk con una jarra de chocolate caliente. "Ten querido. Espero que esta vez no lo escupas sobre mi nieta, ¡Jajaja!"

"Jeje, sí, lo tendré en cuenta…" Se rio avergonzado Dusk, sorbiendo nuevamente de su chocolate. Entonces su cerebro hizo 'clic' cuando algo que dijo esa yegua no tuvo sentido. "Espera… ¿Eres abuela?" Agregó Dusk confundido, volviendo a mirar detenidamente a la joven yegua de cristal que lo atendía.

"Claro." Respondió la yegua de cristal sonriendo orgullosa. "Todos los que están sentados en esta mesa son mis nietos, bisnietos, y tatara-tatara-tatara nietos, jajaja."

Tanto Dusk como sus amigas se quedaron congeladas, como si sus cerebros se hubieran desconectado por unos segundos.

"Por cierto, ¿Qué tal el chocolate caliente?" Preguntó casualmente la vieja Amethyst aprovechando ese segundo de silencio. "Les dije que la abuela mayor Coral preparaba el mejor chocolate caliente del mundo, jajaja."

"¡PFFFTT!" Esta vez fueron todas las amigas de Dusk las que escupieron sus chocolates en el rostro de Amethyst. Como si con ese comentario finalmente sus cerebros se hubieran conectado y comprendieran el peso de lo que estaban presenciando. En tanto que Amethyst quedó cubierta de chocolate nuevamente, quedándose esta vez inmóvil, sin sonreir.

"¿¡Cómo puedes ser TÚ nieta de ELLA!?" Preguntó Spike asombrado, apuntando a la vieja Amethyst y luego apuntando a la joven Coral. "Es obvio que Amethyst es mucho más viej-¡Hmph!"

"¡No se le pregunta la edad a una yegua!" Dijo Rarity, apresurándose a taparle la boca a Spike, para que no insultara a sus invitados. Aunque lo único que dijo el pobre Spike, fue lo que todos pensaban.

La joven Coral se había apresurado a ayudar a limpiar el rostro a Amethyst, viendo que ella no se había limpiado inmediatamente luego que le escupieran chocolate por tercera vez. De hecho, Amethyst se veía con una sonrisa temblorosa, como si estuviera luchando entre seguir sonriendo o finalmente mostrarse enojada como se sentía. Algo que llamó la atención de Dusk, ya que por primera vez parecía ver que uno de los ponies de esa ciudad no sonreía con normalidad.

"Me veo muy bien para mi edad, ¿No es así? ¡Jajaja!" Se rio Coral, luego de ayudar a Amethyst. Mirando a Dusk y su grupo, divirtiéndose con sus divertidos rostros de asombro. "De hecho, fui una de las fundadoras de este reino."

"¿Fundadora?" Preguntó Applejack confundida, girándose para mirar a Dusk. Quien por su parte, solo se quedó inmóvil, impactado, al entender rápidamente lo que eso significaba. "Eso significa que…"

"Tengo más de dos mil años. ¿Tres mil quizás? Quien sabe, después de un tiempo dejas de contarlos, jaja." Respondió Coral con una sonrisa y una pose juvenil, digna de una potranca que posa para una foto.

"¿¡QUÉ!?" Gritaron las amigas de Dusk al unísono, muy impactadas. Al instante que lo hicieron, instintivamente Amethyst cubrió su rostro, asustada por ser escupida una cuarta vez con chocolate.

"¿Qué pasa querida? Ahora tú tienes un rostro gracioso." Preguntó amorosamente Coral, mirando a su nieta menor.

"¿¡Eh!? Yo… No estoy segura que pasa…" Respondió Amethyst muy confundida. Esforzándose para volver a sonreír. "Creo que me siento rara… ¿No feliz? Jeje…"

"Eso es enojo por escupirte, y miedo de que lo hiciéramos de nuevo… ¿Es que acaso ni siquiera conoces el nombre de esos sentimientos?" Pensó Dusk. Llegando poco a poco a nuevas conclusiones al escuchar los extraños comentarios de la vieja Amethyst.

"¿Te sientes rara?" Preguntó Coral con una mirada pensativa. "Hmm… Quizás estás igual de cansada que Golden Quill."

"¿Quién es Golden Quill?" Preguntó Pinkie Pie. Quien ya se había memorizado los nombres de las decenas de ponies allí presentes, y no recordaba haber saludado a ningún 'Golden Quill'.

"Es mi esposo. Somos los dos únicos miembros de la casa sin cristalizar." Respondió Amethyst, recuperando su habitual sonrisa. "Vengan conmigo, los llevaré a verlo."

Amethyst invitó a sus nuevos invitados a seguirla. Spike y las chicas se levantaron y la siguieron de inmediato, en tanto que Dusk fue el último en levantarse, y en cuanto lo hizo, simplemente se quedó de pie, con su cabeza gacha y una mirada de absoluta confusión.

"¿Qué pasa? ¿No irás con la pequeña Amethyst y los demás?" Preguntó amablemente Coral, viendo que Dusk se había quedado atrás mientras todos los demás ya habían ido a otra habitación.

El hecho que aquella joven yegua aún llamara 'pequeña' a la anciana Amethyst, hizo que Dusk tuviera un escalofrío de incomodidad. Nada de lo que pasaba en esa ciudad, y nada de lo que había escuchado, parecía tener sentido, y eso lo incomodaba de sobremanera.

"¿Qué significa ser cristalizado?" Preguntó finalmente Dusk, levantando su cabeza, mirando seriamente a Coral. "Hace unos momentos Amethyst dijo que ella y su esposo eran lo únicos sin cristalizar."

"Pues esto." Respondió Coral sonriendo. Golpeando su mejilla y causando un suave ruido cristalino, como el obtenido al golpear una copa de cristal. "Supongo que ya te diste cuenta que nuestros pelajes son distintos al de Amethyst." Imitando a Coral, el resto de ponies de cristal sentados en la mesa se divirtieron tocando sus rostros, riéndose al escuchar sonar tantos cristales al mismo tiempo. "Esto es lo que nos da juventud eterna. ¡Por eso el Imperio de Cristal es un paraíso en la tierra para nosotros!" Agregó Coral sonriendo.

"Un paraíso en la tierra…" Pensó Dusk inquieto, con una mirada pensativa. "Un reino con juventud eterna, donde nadie se enoja, donde nadie llora, donde nadie se asusta, donde nadie sospecha de nadie… De verdad es la definición de un paraíso, pero… ¿Por qué se siente tan anti natural?" Pensó Dusk, recordando por alguna razón las lecciones de Zecora y cómo ella le había enseñado que no había que temerle a la muerte, y que todo era parte del ciclo de la vida.

"Espera un segundo." Dijo repentinamente Dusk, dándose cuenta de lo que implicaba tener al lado suyo a alguien con más de mil años de antigüedad. "Si en verdad tienes más de mil años, debes conocer a la princesa-"

"¡AHHH!" Repentinamente el grito de Amethyst desde una de las habitaciones sacó a Dusk de sus pensamientos.

Rápidamente Dusk corrió hacia donde había visto que la anciana yegua y sus amigas habían ido. Al llegar, se detuvo en seco ante lo que vio. Aquella parecía ser la habitación de alguien, en el centro de ella, había una cama con un viejo potro anciano durmiendo en ella. Al borde de esta cama, estaba Amethyst, finalmente expresando con su rostro algo muy alejado de una sonrisa… Una profunda cara de miedo mientras sus ojos se empapaban de lágrimas al llorar. Frente a la cama, estaban Spike y sus amigas, todos con caras pálidas al ver a Amethyst llorar.

"¿Qué pasó?" Preguntó Dusk asustado. Temiendo por el repentino estallido de emoción de la anciana Amethyst, pero primero temiendo por la seguridad de sus amigas, acercándose a ellas para ver si todas estaban bien. Por su parte, las amigas de Dusk no respondieron, ellas parecían aún estar paralizadas, con sus miradas fijas en el anciano potro recostado en la cama.

"¡Despierta Golden!" Gritó Amethyst entre llantos, sosteniendo el casco del potro anciano en la cama, quien simplemente se mantenía inmóvil, con sus ojos cerrados. "¡Por qué no te mueves!"

"Él… Él está muerto…" Murmuró débilmente Applejack. Siendo la primera en lograr salir de su estupor. Causando que a Dusk también se le helara la piel, volteándose nuevamente para ver al potro anciano en la cama.

Dusk iluminó su cuerno y tocó con su magia el cuerpo inerte de Golden por varios segundos. No había duda, su magia no detectaba pizca de vida en él.

"¿¡Qué es esa cosa morada que brilla!? ¿¡Qué cosa es estar muerto!?" Gritó desesperada Amethyst, con una mirada llena de confusión y miedo. Sin entender nada de lo que pasaba. Pues en el fondo, era primera vez que en sus recuerdos vivía tal dolor.

"¿Qué sucede?" Preguntó repentinamente Coral, asomándose a la habitación. Quien había sido seguida por varios de los miembros de su familia, que también se asomaron, para ver por qué allí había tanto alboroto.

Parecía que por más que mirara la escena, ni Coral ni los miembros de su familia podían entender la situación. Por lo que Applejack se giró y la miró.

"N-Nosotras entramos aquí junto a Amethyst para conocer a Golden Quill, pero cuando entramos, vimos que no se movía." Dijo Applejack muy nerviosa. "A-Al principio pensamos que estaba dormido, pero luego de tocar y ver que no respiraba, nosotras…"

"Al parecer, Golden Quill está muerto. Lo estaba antes que llegaran las chicas a la habitación." Interrumpió Dusk, notando que Applejack aún estaba muy afectada por lo sucedido. Enfocando su vista en Coral, para ver atentamente su reacción.

"¿Muerto? ¿Qué es eso?" Respondió Coral con una pequeña sonrisa y una leve mirada de confusión. "Hmm… Esa palabra… ¡Espera! Eso… Eso es lo que pasaba antes… antes de…" Respondió Coral, como si le costara mucho recordar. Por primera vez, dejando de sonreír.

En cuanto Coral dejó de sonreír, tanto su pelaje como el de los familiares que estaban junto a ella brillaron por un segundo, y al instante, esas miradas de confusión desaparecieron por completo, siendo reemplazadas por simples miradas inexpresivas.

"¡Oh! No se preocupen, Golden solo debe estar dormido." Respondió Coral volviendo inmediatamente a sonreír. "Ese es el problema con los no cristalizados, les encanta hacer bromas, ¡Jajajaja!"

"¡Abuela mayor! ¡Golden no se cristalizó!" Gritó Amethyst entrando en pánico. Viendo que nadie la ayudaba. "¡Él no se mueve! ¡No se mueve! ¡Debió cristalizarse! ¡Algo malo pasó!"

"¿Quién quiere otra taza de chocolate caliente?" Preguntó sonriente Coral, mirando a Dusk y los demás. Como si para nada hubiera escuchado a su nieta menor.

Viéndose totalmente desamparada, Amethyst cubrió aterrada su rostro y se puso a temblar y llorar. Que, junto a la escena de los demás ponies de cristal, sonriendo como si nada de eso estuviera pasando, hizo que Dusk y los demás retrocedieran temblando ante la terrorífica situación.

"T-Tranquila… Todo estará bien." Dijo finalmente Dusk, armándose de valor, acercándose a Amethyst para consolarla. Poniendo amablemente un casco sobre su hombro.

"Tú… ¿¡Qué fue lo que le hiciste a mi esposo!?" Gritó Amethyst, volteándose y mirando con furia a Dusk. Lo que hizo que Dusk se paralizara y retrocediera asustado. "¡Tú usaste esa luz rosada en Golden! Esta mañana Golden se movía y hablaba, pero desde que llegaron a esta ciudad, ¡Todo se ha vuelto raro!" Gritó furiosa Amethyst, esta vez viendo con furia no solo a Dusk si no también a Spike y las amigas de Dusk. "Todo esto que siento, ¡No me siento feliz! ¿¡Qué es lo que me hicieron!? ¡Qué le hicieron a Golden Quill!?"

La boca de Dusk se abrió temblorosamente para responder, pero en el último segundo se detuvo al ver la mirada de Amethyst. Ella estaba descontrolada, no había palabra que pudiera consolarla ni calmarla en el estado en el que estaba. Además, ¿Qué podían decir para arreglar la situación? Tal parecía que esos 'ponies de cristal' ni siquiera sabían los conceptos de la muerte, ni la ira, ni el miedo, ni la pena. Todo era muy complejo de explicar, y si Dusk no podía usar su magia, que al parecer tampoco conocían, para calmar a Amethyst, solo había una opción.

"Lo siento." Dijo Dusk con una triste mirada. Iluminando su cuerno y activando su magia.

Al instante, Dusk, Spike y todas sus amigas estaban fuera de la casa de Amethyst. Dusk usó su magia para teletransportarlos a todos lo más lejos posible, que, al ser seis ponies más un dragón, el alcance fue fuera de la casa, a medio camino del lugar por donde habían llegado por primera vez a aquella ciudad.

"Dusk, ¿Qué hiciste?" Preguntó Fluttershy, asustada al entender lo que Dusk hizo. "Amethyst estaba aterrada. Debemos explicarle que no es nuestra culpa."

"Amethyst estaba demasiado alterada, y si toda su familia reaccionaba igual, podía haber sido muy peligroso para todos." Respondió Dusk con una triste mirada. Aunque en ese momento, recordó las sonrisas de Coral y de los otros ponies de cristal que habían estado en la habitación. Ellos ni siquiera reaccionaron a la muerte de Golden ni al llanto de Amethyst… ¿De verdad habrían reaccionado de forma iracunda como Amethyst?

"¡Chicas! ¡Escóndanse!" Dijo repentinamente Rainbow Dash, empujando a sus amigos para que se ocultaran detrás del muro de una casa cercana.

Una vez todos estuvieron al amparo de la sombra del muro, Rainbow Dash apuntó a lo lejos. Al mirar hacia donde apuntaba la pegaso, los demás pudieron ver a lo lejos que Amethyst había salido corriendo de su casa. Al parecer, estaba reuniendo a todos los ponies del sector para contarles algo. Al esforzar su vista, Dusk pudo ver que algunos de los ponies con los que hablaba Amethyst, tenían solo sus melenas brillantes, no sus pelajes, tal como ella. Y en cuanto Amethyst hablaba con ellos, todos ellos ponían caras de espanto. A diferencia de los ponies con pelaje totalmente cristalino, que simplemente lucían levemente confundidos y seguían sonriendo.

Tras reunir un gran grupo, todos los ponies que había reunido Amethyst se separaron en distintas direcciones. Todos mirando cuidadosamente hacia todos lados, buscando algo… A los culpables de la muerte de Golden Quill.

"Quédense atrás. Por ahora debemos escondernos." Dijo Dusk Shine, volteándose para ver a sus amigas. Empujándolos a todos más hacia la sombra, ya que un pony de cristal se acercaba hacia allí.

Al llegar al callejón, Dusk vio que quién miró en esa dirección era uno de los ponies con pelaje de cristal, quien simplemente se quedó viendo desde lejos sin alcanzar a ver a Dusk y sus amigas. Aquel pony se quedó mirando por un largo rato, siempre manteniendo una gran sonrisa, como si lo que estuviera haciendo fuera solo un juego. Entonces, llegó otro pony joven, que no tenía su pelaje hecho de cristal, que a diferencia del primero, sí tenía una mirada preocupada y asustada. Finalmente, ambos ponies se fueron, sin alcanzar a ver que Dusk y sus amigas estaban escondidos en las sombras.

"Esto es muy peligroso. Aquí probablemente vive más de un millar de ponies." Dijo Dusk con una mirada pensativa. "Si todos comienzan a buscarnos, definitivamente nos encontrarán."

Tras pensarlo un momento, Dusk usó su magia en Spike y sus amigas, usando un hechizo de invisibilidad sobre ellos.

"Mientras no se muevan, nadie los verá." Dijo Dusk, quien ahora era el único visible del grupo. "Iré fuera del límite de la ciudad para ver si la tormenta ya se calmó. Quizás Shining y Cadance volvieron a donde cayó el globo y nos están buscando allí." Agregó Dusk, iluminando nuevamente su cuerno para teletransportarse.

"Quisiera averiguar qué sucede aquí, pero ante todo, quiero mantener a Spike y las chicas a salvo. Y mientras más nos alejemos de esta extraña ciudad, mejor." Pensó Dusk, mientras usaba su hechizo de teletransportación.

Al instante, Dusk apareció al borde de la ciudad, justo por donde él y sus amigas habían llegado. Allí, él estiró su casco e inmediatamente sintió la fina pero intensa capa de magia que separaba la ciudad del exterior. Dusk rápidamente la atravesó y no pudo evitar sorprenderse pese a que sabía lo que pasaría. Tras pasar el campo de fuerza, la tormenta de nieve seguía tan intensa como antes de entrar a la ciudad, y al mirar a su espalda, Dusk pudo ver la ciudad tras él, sin embargo, sabía que desde dentro de esta, nadie podía verlo, ya que la tormenta no se veía desde dentro de la ciudad. Otro de los efectos mágicos que a Dusk le pareció fascinante, pero que ahora necesitaba dejar de lado para concentrarse en una nueva tarea.

Dusk miró a su alrededor, intentando ubicarse para ver hacia que lado debía de ir, esperando que Shining y Cadance estuvieran de vuelta donde todos cayeron.

"Si Shining no ha vuelto, debe aún de estar buscando a Cadance en la ciudad." Pensó Dusk, comenzando a caminar. "Si es así, deberé volver a la ciudad para buscarlo. Pero no quiero arriesgar a mis amigas. Y por otro lado, tampoco puedo hacerlas salir de la ciudad y que se expongan a esta tormenta… ¿¡Qué debo hacer!?" Pensó Dusk muy preocupado, sin saber qué curso de acción tomar.

Dusk había alcanzado a dar solo dos pasos fuera de la ciudad, cuando súbitamente se detuvo al ver algo en el suelo nevado. Frente a él, había varias huellas de cascos, todas caminando en esa dirección. Las huellas de un gran grupo de ponies.

Dusk se quedó pensando unos segundos, hasta que entendió que esas eran las huellas que él y sus amigas dejaron al ir hasta la ciudad. Entonces, Dusk abrió grande sus ojos y levantó preocupado su mirada, viendo hacia la tormenta. Luego volvió a bajar rápidamente la mirada, nuevamente enfocándose en las huellas. La mirada del potro lavanda cambió a la de una profunda confusión.

"No pueden ser nuestras huellas. Llevamos horas dentro de la ciudad. Con la intensidad de esta tormenta, la nieve ya las habría tapado." Pensó Dusk muy confundido. Hasta que repentinamente algo chocó contra su espalda y lo hizo caer contra la nieve.

"Ouch… Eso dolió…" Dijo Rainbow Dash sobándose su cabeza. Quien había volado velozmente y había sido quien había chocado contra Dusk.

"¿Rainbow Dash? ¿Qué haces aquí?" Preguntó Dusk, levantándose y también sobándose su adolorida espalda. "Te dije que esperaras escondida."

"¡No es mi culpa!" Refunfuñó la pegaso molesta. "Te fuiste hace más de una hora. Obviamente no pude esperar. Pensé que te podía haber pasado algo malo."

"¿Una hora? ¿De qué estás hablando? No llevo ni siquiera cinco minutos fuera de la ciudad." Respondió Dusk molesto. Hasta que lo que él mismo dijo, hizo que abriera los ojos con sorpresa.

"Espera un segundo… Es imposible…" Pensó Dusk, al tiempo que una loca teoría comenzaba a formarse en su cabeza.

Justo en ese instante, Applejack atravesó el campo mágico mientras Dusk y Rainbow Dash se le quedaron viendo confundidos.

"¿¡Qué están haciendo ustedes dos aquí!? ¡Llevamos horas esperándolos!" Dijo Applejack molesta.

"¿Eh? ¿De qué estás hablando? Acabo de salir de la ciudad." Respondió Rainbow Dash confundida.

"Volvamos a entra a la ciudad… ¡Ya mismo!" Dijo repentinamente Dusk asustado. Empujando rápidamente a sus dos amigas para que todos atravesaran la barrera mágica.

Al volver a la ciudad, los tres ponies miraron sorprendidos el cielo, viendo que la aurora que lo iluminaba se había apagado notoriamente, asemejándose más al cielo nocturno. Similar al cielo que habían visto cuando llegaron por primera vez a la ciudad.

"¿Qué está pasando?" Preguntó Applejack confundida, rascándose la cabeza. "Cuando salí de la ciudad parecía estar atardeciendo, pero ahora el cielo está totalmente oscuro, como si fuera de noche."

"Solo saliste unos segundos, pero aquí dentro fue como si hubieran pasado un par de horas." Respondió Dusk con una mirada asustada. "De alguna forma… aquí el tiempo avanza de… una manera distinta."

"¿Qué?" Dijo Rainbow Dash confundida. Poniendo una mirada pensativa hasta que finalmente lo entendió. "¡Oh…! ¿¡Quieres decir que acá avanza el tiempo más rápido que afuera!?"

"Sí, y no lo hace de forma continua…" Respondió Dusk cayendo sentado, como si estuviera agotado. Poniendo una mirada de pánico. "Dijiste que tú me esperaste por una hora aquí antes de salir a buscarme, pero para mí solo fueron unos minutos. En cambio, Applejack esperó por varias horas, pero para nosotros fueron segundos…"

"¿¡QUÉ RAYOS PASA EN ESTE LUGAR!?" Gritó Dusk en su mente, al borde del colapso mental. Sintiéndose inútil al ver que con cada descubrimiento, aquel lugar parecía más y más extraño, como si ni siquiera siguiera las leyes de la física ni del sentido común.

Lentamente la luz de la aurora en el cielo comenzó a brillar más, asemejándose a un amanecer. Aquello hizo que Applejack se asustara y levantara a Dusk para que recuperara la compostura.

"Ya está amaneciendo. Debemos volver con los demás." Dijo Applejack, mirando seriamente a Dusk.

Aquello hizo que Dusk volviera en sí y que su mente volviera a enfocarse en lo que realmente importaba, mantener seguras a sus amigas.

Las puertas de las casas de los ponies de cristal comenzaban a abrirse, repitiendo el mismo ritual del día anterior. Todos saliendo sonrientes de sus casas, saludándose alegremente entre todos. En tanto que Dusk usó rápidamente su magia para teletransportarse a él y sus dos amigas de vuelta al callejón donde debían de estar los demás.

Con un destello, los tres ponies aparecieron de vuelta en el callejón, mientras que, al ver quienes eran, Fluttershy, Rarity, Spike y Pinkie Pie se apresuraron a ir hasta ellos y abrazarlos, causando que el hechizo de invisibilidad desapareciera.

"¿¡Dónde han estado!? ¡Estuvimos toda la noche esperándolos!" Dijo Rarity con unas pequeñas lágrimas en sus ojos. Regañando a Dusk mientras lo abrazaba.

"Aunque no me crean, solo me fui unos minutos." Respondió Dusk con una sonrisa nerviosa.

"¡Con que ese era el destello que vi! ¡Eran ustedes!" Dijo repentinamente una voz detrás de Dusk y sus amigas.

Al voltearse, el grupo de Dusk vio que quién los veía era uno de los tantos ponies con pelaje de cristal que habitaban aquella ciudad. Tal como Coral, un pony que parecía estar hecho completamente de cristal, quien mantenía una alegra sonrisa mientras miraba a Dusk y sus amigas.

"¡Oigan todos! ¡Aquí están! ¡Yo los encontré!" Gritó aquel potro de cristal. Apuntando a Dusk mientras le gritaba a todo el mundo para que fueran hasta allí. Gritando con una enorme sonrisa de alegría, como si hubiera ganado un juego. "Ayer, toda la ciudad los estuvo buscando. ¿Por qué salieron huyendo de la casa de Coral?" Preguntó el pony de cristal, volviendo a enfocar su mirada en Dusk y sus amigas.

Por un instante, Dusk pensó inmediatamente en teletransportarse nuevamente y huir con sus amigas. Sin embargo, algo que dijo aquel pony de cristal le llamó fuertemente la atención.

"Tú… ¿No sabes por qué huimos?" Preguntó Dusk confundido. "¿Amethyst no te dijo por qué?"

"¿La pequeña Amethyst?" Preguntó el joven pony de cristal con una leve sonrisa confundida.

"Sí, ella estaba furiosa con nosotros." Dijo Applejack preocupada.

"P-Pero nosotros no hicimos nada malo." Agregó Fluttershy tímidamente.

"¿Furiosa? ¿Qué es eso?" Preguntó repentinamente la misma Amethyst. Quien llegó hasta allí junto a decenas de ponies que también llegaron atraídos por el grito del joven potro de cristal.

La anciana Amethyst se quedó mirando a todos desde el frente del callejón. Con una enorme sonrisa llena de amabilidad. Una que distaba mucho de la mirada furiosa que le habían visto la última vez que la vieron. Por su parte, Dusk y sus amigas se quedaron congelados, nuevamente sin entender nada de lo que pasaba.

"T-Tú… ¿Recuerdas lo que pasó ayer?" Preguntó tímidamente Dusk. Intentando comprender qué era lo que pasaba por la mente de esos extraños ponies de cristal.

"Pues claro." Respondió sonriente la anciana yegua. "Ayer los invité a tomar chocolate caliente con la abuela mayor Coral, y luego, simplemente huyeron sin decir nada."

Por varios segundos, Dusk se quedó en silencio. Era obvio que aquella yegua no recordaba lo sucedido, o al menos, no todo. Ella podía recordar haber conocido a Dusk y las demás, pero no podía recordar cuando se enfureció y dejó salir sus sentimientos de miedo.

Dusk dudó sobre qué hacer a continuación. Lo más sensato era no intentar hacer que Amethyst recordara lo sucedido, sin embargo, los misterios sobre esa ciudad estaban carcomiendo la mente de Dusk, y él simplemente ya no podía soportar más misterios.

"Tú… ¿No recuerdas lo que sucedió… con Golden Quill?" Preguntó Dusk lentamente. Sabiendo que se estaba arriesgándose al recordar el momento de la muerte del esposo de Amethyst.

"¿Hm? ¿Alguien dijo mi nombre?" Dijo repentinamente la voz de un potro que se acercó a Amethyst y se quedó a su lado.

Aquel potro tenía el mismo color de pelaje y melena que los que recordaba Dusk haber visto en el difunto cuerpo del anciano Golden Quill en la cama de Amethyst, pero tenía dos grandes diferencias. La primera era que este potro era mucho más joven que el anciano Golden Quill que habían visto el día previo; y segundo, era que este potro brillaba tanto como la mayoría de los ponies de cristal de la ciudad, con un pelaje que parecía estar hecho completamente de cristal.

"Hola cariño." Dijo la anciana Amethyst, dándole un pequeño beso en la mejilla al joven Golden Quill. "Parece que de alguna forma Dusk y sus amigas saben tu nombre, aunque ayer no alcanzaron a conocerte."

"Oh… Sí, es una pena que no pudiera conocerlos ayer. Si los hubiera conocido antes, me hubieran visto anciano, como era antes de la cristalización, jajaja." Se rio el joven potro de cristal. Dando un paso y acercándose a Dusk. "¡Mucho gusto! Al parecer ya lo sabes, pero mi nombre es Golden Quill, el esposo de Amethyst Maresbury. Un placer." Dijo el joven potro sonriendo.

Dusk Shine se paralizó al tener frente a él al joven potro de cristal sonriéndole, estirando un casco frente a él para saludarlo, con decenas de otros ponies de cristal tras este, igual de sonrientes. Finalmente, la templanza de Dusk se rompió y este volvió a caer sentado con una mirada perdida.

"Jeje… Jeje…" Se rio torpemente Dusk Shine mientras uno de sus ojos temblaba. "¿¡QUÉ RAYOS PASA EN ESTE LUGAR!?" Gritó Dusk histérico, sin ya poder contener solo en su mente lo que pensaba.


Cadance se encontraba durmiendo apaciblemente en una cómoda cama del castillo. Mientras su conciencia retornaba, lo primero que captó, fue que alguien acariciaba su melena y cantaba una dulce canción.

"¿Tía Celestia?" Fue lo primero que pensó Cadance aún dormida. Sin embargo, aquel pensamiento fue descartado de inmediato, pues su tía Celestia, aunque la mimaba y abrazaba cuando era una potranca, jamás le había cantado mientras la acariciaba.

Entonces, la confusa mente de Cadance buscó en lo más recóndito de su memoria. Una figura que no era más que una difusa silueta sin forma. Alguien que también la había acariciado hacía muchos años y quien también le había cantado mientras la sostenía en sus cascos.

"Mamá…" Murmuró débilmente Cadance, mientras comenzaba a abrir sus ojos.

Al volver lentamente sus sentidos en sí, Cadance notó que aquella no era su habitación. Lo otro que notó, era que quien la acariciaba no tenía el cálido tacto de su madre, si no que eran unos cascos más fríos y rígidos.

Al percatarse de eso, Cadance finalmente reaccionó, abrió por completo sus ojos y dio un salto para ver quién le había estado cantando. Al hacerlo, Cadance se sorprendió de ver a una hermosa yegua unicornio, de pelaje morado y melena color celeste. Sin embargo, lo que más destacaba en aquella yegua, era su pelaje que brillaba como si estuviera cubierto completamente de cristal.

"¿Q-Quién eres…? ¿Dónde estoy?" Preguntó Cadance confundida. Mirando hacia todos lados y luego volviendo a enfocarse en la yegua frente a ella.

"Lo siento, no quería asustarte, querida Guardiana." Respondió la yegua de cristal con una amable sonrisa y una leve reverencia. Poniéndose de pie y mirando a Cadance con una sonrisa llena de la más pura y absoluta bondad. "Mi nombre, es Radiant Hope, y ahora mismos estás en lo más alto del Castillo de Cristal… Específicamente, en el salón de la Guardiana del Imperio."

"¿Guardiana del imperio? ¿Q-Qué imperio?" Preguntó Cadance aún más confundida.

En ese instante, la vista de Cadance se distrajo al ver que tras aquella yegua llamada Radiant Hope, había una estatua de una alicornio. Sin embargo, para sorpresa de Cadance, aquella alicornio no era ninguna de las tres alicornios que todos en Equestria conocían.

"Amore…" Susurró Cadance sorprendida. Finalmente sabiendo dónde estaba, pero sin poder creer que ella de verdad estuviera allí.

# Fin del capítulo 35


*Nota del autor*

Lamento la larga pausa de la historia, pero lamentablemente tuve muchos asuntos que resolver en mi vida en general. Pero, aunque no tengo el mismo tiempo que antes, estoy determinado a seguir publicando la historia de Dusk Shine. Así que gracias por la espera, y como siempre, si comentan, se los agradecería, ya que así puedo saber que los lectores todavía siguen la historia y les gusta :)

Hasta el próximo capítulo ;)