T2 - Capítulo 36 – Sombras del pasado

Era una fría noche en Equestria, y se hacía más fría mientras más al norte se avanzaba. La mayoría de los ponies dormían cálidamente en sus camas a esa hora, sin embargo, surcando los cielos se encontraba una pony que normalmente siempre estaba despierta a esa hora, pues ella era la princesa de la noche, quien volaba velozmente para embarcarse en una misteriosa misión.

"¿De verdad será el Imperio de Cristal?" Pensaba Luna mientras volaba, guiada por las luces del norte. "Si lo que me dijo mi hermana es cierto… ¡Debo darme prisa! ¡Desearía poder llegar más rápido!" Pensó Luna frustrada. Molesta consigo misma por aún no haber recuperado todos sus poderes y así poder usar su magia a más distancia.

Hacia varias horas que había dejado Canterlot y aún le faltaba bastante distancia. Por lo mismo, aún no podía ver con sus propios ojos lo que sí había alcanzado a ver con el telescopio mágico que estaba en el balcón del castillo.

"¿Cuándo fue la última vez que visité el Imperio…?" Pensó Luna luego de sacudir su cabeza para dejar de pensar en su propia incompetencia. En ese momento, Luna cerró sus ojos y el primer recuerdo que vino a su mente fue una muy difusa imagen de su hermana, siendo Celestia solo una pequeña potranca, junto a otra alicornio adulta. Ambas sonriéndole.

La mente de Luna constantemente luchaba por olvidar la pesadilla de haber sido Nightmare Moon y haber estado encerrada por mil años. Por lo que en su afán de olvidar, curiosamente algunos de sus recuerdos más antiguos se podían ver con más claridad. En ese momento, los recuerdos que vinieron a su mente, fueron los primeros recuerdos que tenía de su vida…

'Flashback de Luna.'

Algunos miles de años atrás, Equestria era la nación más joven del mundo, con solo unos pocos años. Una nación que aún no tenía muy definidas sus fronteras dado que, años antes de colonizar por completo el continente, Equestria contaba solo de unos pocos poblados, que en el futuro formarían las grandes ciudades que tenía hoy en día. Además, en aquel continente, convivían aún muchos reinos independientes. De esos reinos, no había ninguno tan prospero como el Imperio de Cristal.

El éxito del Imperio de Cristal se explicaba por varios factores. Uno era ser la ciudad más antigua del continente. Otro factor, eran sus famosos cristales mágicos, que era la base de su economía, ya que tenían una gran variedad de usos mágicos que incluso podían usar criaturas que no usaban magia. Y finalmente, y más importante, era que aquel lugar era la residencia de la poderosa Reina Amore, un poderoso ser inmortal de gran poder mágico, que, al menos hasta unos años atrás, había sido la única alicornio conocida en el mundo.

En esa enorme ciudad, iba caminando torpemente un unicornio de pelaje gris y larga barba, que, para los estándares de moda de la ciudad, iba vestido graciosamente, usando una capa azul y un gran sombrero con cascabeles dorados.

"¡Auch! ¡No me jales la barba!" Dijo Star Swirl mientras la bebé que cargaba jalaba divertida de su barba. Una barba que aún no era del todo blanca, pues aún faltaban años para que se volviera del todo cana, como sería plasmada años después en los libros de historia. "Tranquila, ya casi llegamos."

"¡Star Swirl!" Gritó sorpresivamente una pequeña potranca de pelaje blanco y melena rosada. Saltando en el lomo de Star Swirl. Haciéndolo con tanta fuerza, que el pobre unicornio casi pierde el equilibrio, temiendo por un segundo que casi deja caer su valiosa carga.

"¡Uff…! Siempre con tanta energía, pequeña Celestia." Saludó con una sonrisa Star Swirl a la pequeña potranca. "¿Qué haces aquí? ¿No deberías estar en el castillo?"

"Mi 'Celesti-sentido' me dijo que venías, así que corrí a verte." Sonrió Celestia, bromeando.

"Así que Celesti-sentido, ¿Eh?" Se rio Star Swirl, alzando una ceja.

"Si es así, creo que yo también tengo ese 'Celesti-sentido'." Dijo desde atrás una suave y elegante voz femenina, acercándose hasta donde estaban Star Swirl y Celestia.

Al instante, el mago se volteó y vio a una alta y hermosa alicornio, de pelaje rosa pálido, una larga melena color rojo que degradaba hacia azul, que ondeaba y brillaba casi con vida propia, además, vestía una corona, brazaletes y una pechera con los emblemas del corazón. Aquella era la Reina Amore, quien probablemente fuera la pony a la que Star Swirl más respetaba en todo el mundo.

"Reina Amore." Dijo rápidamente Star Swirl, haciendo una pequeña reverencia.

"Es un placer verte, Star Swirl." Sonrió Amore, que siempre disfrutaba de la compañía del mago, pues adoraba que Star Swirl, al igual que ella, tuviera una pasión tan grande por la magia y el conocimiento. "Como decía, es extraño, pero por alguna razón sentí que venías hacia aquí, como si-" En ese instante, Amore se quedó callada por la sorpresa, viendo lo que Star Swirl cargaba.

"¡Un bebé!" Gritó Celestia llena de emoción. Acercándose más para ver a la pequeña potranca bebé de pelaje azul oscuro, que Star Swirl sostenía y tapaba con una manta.

"No es solo una bebé." Sonrió Star Swirl con picardía, mirando de reojo a la Reina Amore para ver su reacción. Entonces, el unicornio destapó el cuerpo de la pequeña potranca azul, revelando que no solo tenía un cuerno, sino que también tenía dos enormes alas. "Es una bebé alicornio."

Tal como esperaba Star Swirl, Amore se quedó con la boca abierta por la sorpresa, lo que divirtió mucho al mago. En tanto que Celestia al instante gritó de emoción, intentando tomar a la pequeña bebé con sus propios cascos, lo que finalmente logró cuando Star Swirl se lo permitió, luego de advertirle que tuviera mucho cuidado al cargar a la pequeña bebé.

"¿Dónde la encontraste?" Preguntó finalmente Amore, aún muy sorprendida. Sin dejar de ver como Celestia sostenía a la pequeña bebé alicornio.

"Meh… Es una larga historia. Una que involucra a unos malhumorados thestrals y una promesa que algún día tendrá que cumplirse." Respondió Star Swirl encogiéndose de hombros, como si no quisiera darle importancia. "En el camino hacia aquí, ella no paraba de llorar. Así que me puse estos cascabeles en el sombrero para distraerla. Solo así dejó de llorar." Agregó Star Swirl, agitando un poco su sombrero para hacer sonar los cascabeles, lo que hizo que la pequeña bebé alicornio riera.

"Ya me preguntaba por qué ese cambio de look..." Sonrió Amore, mirando de reojo al unicornio. "Deberías quedártelos. Lucen bien en ti." Bromeó Amore.

"¿¡De verdad!?" Preguntó Star Swirl levemente sonrojado, quien a veces no entendía el sarcasmo. Entonces él volvió a enfocarse en lo que importaba y sonrió emocionado. "¿¡No es increíble!? Hasta hace unos años, pensabas que tú eras la única alicornio. Luego apareció Celestia, y ahora aparece esta bebé. ¡Eso significa que puede haber aún más alicornios rondando por ahí!"

Lejos de la emoción de Star Swirl, Amore simplemente se quedó mirando atentamente a la bebé.

"No… No hay más alicornios. Ahora estoy segura." Sonrió Amore, acercándose a Celestia y sonriéndole a la bebé. Al hacerlo, la pequeña bebé alicornio sonrió.

"¿Cómo puedes estar tan segura?" Preguntó Star Swirl confundido.

"Solo lo sé. Es tal como te decía. En cuanto llegaste a la ciudad cargando a esta lindura, sentí, al igual que Celestia, que debía venir hasta aquí." Sonrió Amore, amando la sonrisa de la bebé. "Ahora que tengo a Celestia y a esta bebé junto a mí… No lo sé, es como si simplemente… Me sintiera completa."

"¡Yo también! ¡Supe que la quería desde el momento que la vi!" Sonrió Celestia, alzando a la bebé en el aire, amando su sonrisa.

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"¡Juntas por siempre!" Murmuró Celestia llena de felicidad, como si le estuviera contando un secreto a la bebé. Entonces ella acercó nuevamente a la bebé hacia ella para darle un cariñoso beso, amando el olor y la suavidad de la pequeña bebé alicornio. "¡Puede ser mi hermanita!"

"Sí… Lo es. Ella ya es parte de nuestra familia." Sonrió Amore, igual de dichosa que Celestia.

Por unos segundos, Celestia miró a Amore y su bella sonrisa. Su mente iba estableciendo los cánones de lo que era una familia, y si esa pequeña bebé era su hermanita, entonces había otra cosa que la mente infantil de Celestia aún no lograba comprender, y al ver allí a Amore, sonriéndole con su nueva hermanita, es que finalmente lo comprendió.

"Mamá…" Sonrió Celestia mirando a Amore. Quien, por su parte, quedó levemente en shock al escuchar que la llamaban madre.

Por un segundo, Amore pareció perdida en sus pensamientos. Entonces ella pestañeó rápidamente, como si hubiera vuelto a la realidad, y volvió a sonreír, solo que esta vez, con una sonrisa un poco más triste.

"Lamentablemente no soy tu madre." Sonrió Amore, abrazando a Celestia. "Pero te amo, y somos familia. Y nunca nadie va a cambiar eso."

Mientras las tres alicornios se abrazaban, Star Swirl miró desde atrás y puso una triste mirada. Él ya había tenido una conversación con Amore respecto a la crianza de Celestia. En efecto, Amore no era la madre de Celestia, ella solo la había encontrado por azares del destino, tal como él había encontrado a la nueva bebé alicornio. Y pese a que Amore actuaba como una madre para Celestia, la reina decidió que lo mejor sería que no la vieran como una madre, ya que al ser una alicornio, Celestia también sería inmortal, y Amore no quería que, siendo ambas seres inmortales destinadas a reinar por años, hubiera una diferencia de jerarquía entre ellas. No, Amore pensaba en el futuro, y quería que Celestia creciera sin que nadie estuviera por encima de ella, que incluso la desafiara si ella no hacía algo correcto.

"Por cierto, ¿La bebé tiene algún nombre?" Preguntó Amore, volteándose para mirar a Star Swirl.

"Sí… En la tribu que estaba, los ponies murciélagos la llamaban 'Luna'." Respondió Star Swirl sonriendo.


Los días pasaban tranquilamente en el Imperio de Cristal mientras la pequeña Luna crecía. Por su parte, Star Swirl decidió quedarse estudiando en el Imperio de Cristal por un tiempo indefinido. Tanto porque en aquella época el Imperio de Cristal era prácticamente el centro del conocimiento del mundo, y también para actuar indirectamente de niñera de ambas pequeñas alicornios.

A veces, el pobre Star Swirl debía de revisar una por una las carretas que llegaban a comerciar cristales mágicos al Imperio, ya que las pequeñas alicornios desaparecían y se escondían en alguna carreta, solo para que Star Swirl las buscara. Pese a todo, Star Swirl no podía enojarse con las pequeñas Celestia y Luna, que simplemente salían corriendo riendo, como si el poderoso mago unicornio fuera solo otro más de sus compañeros de juegos.

Aún así, había días en que cada uno de los ponies de ese particular trio de juegos, hacías cosas por su cuenta. En aquella época, las preocupaciones de las dos pequeñas alicornios iban en distintas direcciones debido a sus edades. Mientras Celestia se preocupaba por ser la única potranca de su edad en aún no tener una cutie mark, Luna estaba aún en la fase infantil de querer descubrir y aprender todo por sí misma. Por lo mismo, muchas veces Luna se escapaba para ver qué hacían la Reina Amore y Star Swirl en su tiempo libre. Tanto el mago como la reina ocupaban sus ratos de ocio en leer y estudiar, lo cual a Luna le parecía muy aburrido.

"¿Hechizos de tiempo?" Preguntó Luna confundida, luego de preguntarle a Star Swirl qué estudiaba.

"Así es. Es un campo de la magia no explorado." Respondió Star Swirl muy emocionado, dejando de lado el pergamino que escribía. "En realidad, he hecho bastantes avances en los últimos años, aunque… No sé si algún día podré publicar mis estudios." Agregó el mago, con una triste sonrisa.

"¿Por qué?" Preguntó la inocente Luna.

"Bueno… He llegado a un punto en que en teoría, creo que posible alterar el tiempo. Pero llegado a este punto, no sé si continuar… Podría ser peligroso." Respondió Star Swirl con una mirada más sombría. Pensando en qué pasaría si alguien de verdad llegara a alterar el tiempo, las consecuencias podrían ser horribles. En ese instante, Star Swirl se dio cuenta que estaba siendo demasiado sombrío frente a la pequeña Luna, así que cambió radicalmente de mirada y sonrió. "Quizás en vez de enfocarme tanto en los hechizos temporales, debí enfocarme más en hechizos dimensionales… Quién sabe, quizás en algún otro universo, sí lo hice, ¡Jajaja!" Se rio Star Swirl, para cambiar de tema.

"Umm… ¿Y qué estudia la Reina?" Preguntó Luna, quien, a esa altura, solo preguntaba por curiosidad, pero la verdad es que no entendía mucho de lo que hablaba Star Swirl.

"La Reina Amore está más interesada en hechizos de inmortalidad." Respondió Star Swirl, por un momento, desviando la mirada al recordar algo. "Supongo que para alguien inmortal, estar sola debe ser una enorme carga… No quiero ni imaginarlo…" Agregó Star Swirl, nuevamente con una mirada sombría. Entonces, nuevamente Star Swirl se dio cuenta que estaba hablando de temas que una pequeña potranca como Luna no podía entender, así que sacudió rápidamente su cabeza y volvió a sonreír. "Muchas preguntas por hoy, ¿Por qué no vamos a ver algunos de los espejos de la Reina?" Agregó Star Swirl, sabiendo que esa era una excusa perfecta para cambiar de tema, ya que Luna adoraba ver los espejos mágicos del castillo.

El Imperio de Cristal era famosos por sus cristales mágicos, pero algunos de estos eran tan especiales, que habían sido trabajados por la propia magia de la Reina Amore para crear reliquias únicas en el mundo. El proceso por el que un cristal mágico se llenaba de magia alicornio, cambiaba sus propiedades, y liberaba algún efecto especial, se llamaba 'cristalización'. En ese entonces, la cristalización de Amore había logrado hazañas que incluso a ojos de Star Swirl, no podían ser explicados de otra forma que como 'milagros mágicos'.

"¡Este es el que más me gusta!" Dijo Luna feliz, luego de llegar al salón de los espejos, y pararse frente al último espejo que había. "¡Hola!" Saludó Luna al espejo, con una brillante sonrisa.

Del espejo que estaba frente a Luna, curiosamente no se vio su reflejo. En su lugar, apareció la imagen de una anciana pony en un viejo estudio. Dicha pony tenía la peculiaridad de tener un cuerno más alargado y curvo, además de vestir unas ropas bastante extrañas. Aquella pony en el reflejo pareció sorprenderse por la presencia de la pequeña Luna, y simplemente respondió el saludo con una incómoda sonrisa.

"Ese es un 'Espejo visor', y se usa para contactar a nuestros aliados." Dijo Star Swirl, moviendo rápidamente a Luna para que saliera del frente del espejo, luego haciendo una pequeña reverencia para disculparse con la pony al otro lado del espejo. "Lamento la molestia, maestra Lotus Spirit." Agregó Star Swirl con una sonrisa nerviosa. Pensando si sería necesario escribir una carta de disculpa al embajador del 'Reino de Oriente'.

"¿Por qué no hay espejos visores en las casas de todos los ponies?" Preguntó Luna, llena de curiosidad.

"Porque los cristales mágicos especiales son muy raros de encontrar, en especial los que sirven para visores. Los más comunes son los cristales de recuerdos, que sirven para los 'Espejos de Recuerdos'." Respondió Star Swirl, apuntando al resto del salón, en donde habían decenas de otros espejos. Entonces, tanto Star Swirl como Luna pasaron frente a uno de los otros espejos, y en vez de ver su reflejo, vieron la imagen de la Reina Amore, sonriendo feliz mientras abrazaba a una muy joven Celestia. "Estos cristales guardan los recuerdos de los ponies, y así, puedes ver tus mejores recuerdos siempre que quieras… ¡Es una maravilla de la magia!" Agregó Star Swirl con ojos llenos de emoción. Pues siempre se maravillaba de lo extraordinaria que era la magia de Amore como para crear algo así.

"Ver recuerdos es aburrido." Dijo Luna, que a esa edad, poco valoraba recordar el pasado. "¿No hay más espejos de otro tipo?" Agregó repentinamente Luna, preguntando algo que nunca antes había hecho.

"Sí los hay. Pero hay algunos que son tan raros y especiales que la Reina los guarda en su habitación. De hecho, he escrito un pequeño catálogo con los que he visto, aunque no estoy seguro si la Reina me los ha mostrado todos… El 'Espejo de alerta' te muestra algún peligro cercano que te esté amenazando, sin importar la distancia. El 'Espejo del alma' puede mostrarte tu alma, independiente de cómo te veas por fuera. El 'Espejo del pasado' puede mostrarte cualquier imagen del pasado, siempre que algún ancestro tuyo haya estado allí para verlo. El 'Espejo del futuro' puede mostrarte una imagen de tu futuro, pero solo te mostrará una imagen hasta que ese futuro se cumpla. Y… creo que esos son los más especiales… Creo que la última vez la Reina estaba intentando crear un Espejo portal', pero no sé si logró hacerlo.

"Woow… ¡Un espejo que puede mostrar el futuro! ¡Quiero verlo!" Dijo Luna emocionada.

"No creo que la Reina lo permita. Además, es un espejo muy confuso. En mi caso, me mostró una imagen que no entendía, y solo la entendí hasta que sucedió." Respondió Star Swirl sonriendo, con una mirada pensativa al recordar.

"¿Qué viste?" Preguntó Luna curiosa.

"Heh… Me vi a mí mismo sosteniendo a una pequeña bebé de pelaje azul en mis cascos." Sonrió Star Swirl con amor, mirando a Luna. "No entendía la visión, así que salí en un largo viaje para intentar comprender lo qué significaba. ¿Cómo crees que te encontré? Jeje… Siempre me pareció curiosa la paradoja, pues si no hubiera visto la visión, no hubiera salido en tu búsqueda. ¿Qué es primero? ¿El huevo o la gallina?" Sonrió Star Swirl apasionadamente, pues justamente aquella paradoja lo llevó también a estudiar más sobre hechizos temporales.

"Ohh… ¡Me encontraste a mí!" Sonrió Luna encantada. Abrazando el casco de Star Swirl. Entonces, la pequeña mente de Luna se percató de un detalle muy importante. "Pero si esa visión ya se cumplió, entonces puedes ver de nuevo en el espejo para que te muestre otra visión."

En ese instante, Star Swirl puso una mirada sorprendida y se puso algo tenso. Entonces, al ver que Luna lo miraba atentamente, puso una mirada más serena.

"Lo hice…" Respondió Star Swirl, mirando tiernamente a Luna. "Pero hay cosas que deben llegar a su debido tiempo." Agregó Star Swirl con una triste sonrisa, acariciando la cabeza de la pequeña Luna.


Pocos meses después, llego un día en la vida de Luna que fue confuso para ella y para todos en el Reino, pues nadie allí había conocido nada más allá que felicidad y una vida pacífica en aquel brillante reino. Los días de paz se acabaron mientras los guardias se convertían en soldados, y en las ciudades, los rumores de imperios destruidos en cosa de días, se hacían cada vez más frecuentes. La propia Reina Amore y Star Swirl se fueron de la ciudad varias veces, llevándose muchos guardias consigo, y parecía que con cada incursión que hacían, volvían más heridos y con menos soldados.

Para la pequeña Luna, que no entendía nada del caos, la muerte y la guerra, eran días de mucha confusión y excitación, viendo cómo criaturas de decenas de razas que nunca había visto en su vida, se reunían junto a la Reina para intentar planear su defensa contra un enemigo invisible que Luna ni siquiera conocía.

Finalmente, llegó un día en que la Reina Amore reunió por última vez a su consejo de defensa. Para ese entonces, el consejo se había reducido a más de la mitad, pues la mayoría de sus líderes habían caído en batalla, y en la mayoría de los casos, junto a todas sus tribus, extinguiendo así por siempre razas de ponies y otros seres mágicos que ya nunca más volverían a pisar el mundo terrenal.

Aquel día, las sirvientas de palacio estaban demasiado asustadas como para prestarle atención a la pequeña Luna. Ella ya había estado sorprendida de ver a tantos seres en la ciudad, cientos, quizás miles de ponies y demás criaturas reunidas en la ciudad, esperando algo que todos sabían que estaba pronto a llegar. Al no entender qué pasaba, y tan curiosa como toda potranca de su edad, Luna siguió de lejos a Amore y los demás líderes de aquel ejército, sabiendo que ellos debían de tener la respuesta a todo lo extraño que allí estaba pasando. Así fue como Luna se escabulló detrás de una puerta sin que nadie la viera, y pudo ver y escuchar parte de lo que se hablaba en aquel consejo de guerra.

"Anugypt aniquilado, las grandes murallas de Trot han caído como naipes… ¡Incluso Cunabula ha desaparecido del mapa!" Gritó con desesperación una criatura dentro del salón, dando un fuerte golpe a la mesa. Aquella criatura vestía una túnica, y mientras que sus patas y cola se parecían a las de un león, su parte superior era la de un pony, aunque su melena se asemejaba más a una melena de león. "No podemos luchar contra esa criatura, ¡Es invencible!"

"Si nos damos por vencidos, así será. ¡Por eso debemos seguir luchando! No es solo por proteger a una raza, si no para proteger este mundo de armonía del caos." Respondió la Reina Amore, intentando levantar la moral de los pocos líderes y reyes que aún seguían con vida para pelear. "Las batallas que hemos librado no han sido en vano. La bestia está debilitada, ¡Este es el momento de derrotarla!"

"Sabes que viene hacia aquí, ¿Verdad?" Dijo Star Swirl, con una triste y preocupada voz. "Sabes lo que busca."

"Lo sé… Por eso, aquí será nuestra última defensa." Respondió Amore, con una triste pero determinada mirada. "Al igual que siento una conexión con ellas, aquel cruel monstruo puede sentir cuando estamos las tres juntas… Quizás, reunirnos por primera vez fue lo que la despertó en primer lugar…"

"No estoy de acuerdo con tu decisión." Dijo Star Swirl, poniendo una firme pero preocupada mirada. "Necesitas toda la ayuda posible. Yo debo-"

"Debes cuidar el futuro de este mundo. Ellas lo son y lo sabes." Interrumpió Amore, mirando con firmeza a Star Swirl, que simplemente bajó su cabeza. "Star Swirl, júrame que las protegerás, a toda costa."

"Yo… lo juro…" Respondió Star Swirl, con un profundo pesar en su corazón.

"¿Luna? ¿Qué haces allí?" Preguntó repentinamente Celestia desde el pasillo detrás de Luna. Causando que Luna saltara del susto.

"A… Algo malo está pasando…" Tartamudeó la pequeña Luna, que a su corta edad aún no podía entender del todo lo que hablaban los adultos en aquel salón. Pero de lo que sí estaba segura, era que era algo malo, pues nunca había visto a Star Swirl tan triste, ni a la Reina Amore tan asustada.

"¿¡Qué hacen aquí!?" Preguntó repentinamente Star Swirl, abriendo las puertas y descubriendo que allí estaban las dos pequeñas alicornios.

Antes que Star Swirl pudiera decir algo más, el cielo se oscureció repentinamente y todos se voltearon a ver hacia el balcón.

"¡Niñas!" Gritó Amore, corriendo para darle a las dos pequeñas potrancas el abrazo más cálido y fuerte que jamás les había dado. "Recuerden que las amo." Agregó Amore, con una bella sonrisa. Entonces ella se volteó y miró a Star Swirl con determinación. "Es ahora, ¡Vete!" Gritó Amore asustada.

Sabiendo que tenían poco tiempo, Star Swirl simplemente cerró sus ojos con frustración, iluminó su cuerno, y él junto a Celestia y Luna desaparecieron de allí. Al mismo instante, a una gran distancia, en las colinas lejanas del Imperio de Cristal, reaparecieron Star Swirl y las pequeñas alicornios.

"¡Star Swirl! ¿Qué hiciste? ¿¡Qué está pasando!?" Preguntó Celestia muy asustada, viendo que se habían alejado de la Reina y de su hogar.

"Debemos irnos." Dijo Star Swirl seriamente, sin responder. Tomando a Luna para que quedara sobre su lomo, y jalando de Celestia para que se alejaran lo más rápido posible.

"¿¡Qué pasará con la Reina Amore…!? ¿¡Qué pasará con mamá!?" Gritó Celestia en pánico. Sabiendo desde ya que algo muy malo estaba pasando.

"Ella estará bien, te lo prometo." Dijo Star Swirl, dando todo de si para mostrarse fuerte mientras seguía jalando de Celestia. "Ella estará bien. Porque si ella cae… Este mundo estará condenado." Susurró inconscientemente Star Swirl. Luchando con su propio dolor de alejarse del Imperio, de Amore y de sus amigos.

Lo último que recordaba Luna de aquel momento, era una estrella roja, como una especie de estrella fugaz cayendo en dirección al imperio, iluminando todo el horizonte con su caída.

Aquella no fue la última vez que Luna vería a Amore, pero en sus recuerdos, siempre guardaría fuertemente esa imagen como la representación de la poderosa reina que fue, con aquella bella sonrisa. Pues, cuando la volviera a ver, poco quedaría de aquella brillante figura que alguna vez fue.

'Fin del flashback.'

Como si hubiera despertado de un sueño, Luna súbitamente sacudió su cabeza luego de recordar tan vívidamente su pasado. Por un segundo, pensó que debía olvidarse del pasado y concentrarse en el futuro, sin embargo, como si el destino se burlara en su cara, tras volar durante horas, lo que vio ante sus ojos le hizo imposible olvidar el pasado.

Frente a Luna se encontraba la enorme ciudad de cristal que alguna vez vio más de mil años atrás, brillando como un faro en la noche en medio de las estepas congeladas del Norte. Si Luna hubiera visto aquella imagen luego de volver de su exilio, habría asumido que aquello era normal, sin embargo, ella había volado sobre esas tierras meses atrás. Había comprobado con sus propios ojos que no había ningún rastro del Imperio de Cristal allí y que solo quedaba la fuerte tormenta que siempre reinaba allí, solo que en los últimos meses, había aumentado de intensidad.

Luna aterrizó frente a los pilares que daban la bienvenida a la ciudad, y en cuanto los atravesó, se sorprendió de ver que la tormenta se desvaneció y ahora estaba ante el mismo Imperio de Cristal que recordaba de siempre.

"¿La barrera se puede atravesar tan fácil?" Dijo Luna sorprendida, pensando en voz alta. Volteándose para intentar sentir la invisible barrera mágica que los separaba de la tormenta.

Antes de ponerse a pensare en más misterios sin resolver, Luna recordó que debía apresurarse en su misión. Así que la alicornio azul abrió nuevamente sus alas y emprendió el vuelo, encaminándose hacia el Castillo de Cristal. Sin embargo, mientras volaba, algo distrajo a la alicornio. Un enorme grupo de ponies estaba reunido en una de las calles, y desde el aire, Luna pudo reconocer al único potro que ella reconocería en cualquier lugar.

"¿¡Dusk Shine!?" Exclamó Luna casi en shock.


Tras tocar el Corazón de Cristal y desaparecer, la visión y mente de Shining Armor se fueron a negro. ¿Algo lo había agotado? ¿Algo lo durmió? No estaba seguro. Lo único seguro era que lentamente recuperaba la conciencia, pero hacerlo no era mucho mejor que seguir inconsciente. Al abrir sus ojos, lo único que Shining vio fue oscuridad, un vacío absoluto de oscuridad eterna con la que ni siquiera podía ver su propio casco blanco frente a él.

"¿Por qué toqué ese corazón de cristal flotante? ¿¡Fui tan descuidado!? ¡Ahora moriré aquí!" Gritó Shining Armor desesperado. Sintiendo más miedo del que había sentido en su vida. "¡Cadance! ¿¡Dónde estás!?" Gritó Shining temblando, tapando su rostro mientras intentaba en vano calmarse mientras un extraño frio recorría todo su cuerpo.

En ese instante, Shining sintió que algo más rozaba su cuerpo, como una gélida brisa que lo atravesaba.

"¡Maldito corazón de cristal! ¡Maldito Dusk Shine y sus amigas! ¡Maldigo al destino que me abandonó!" Gritó Shining en aquella oscuridad, esta vez furioso. Cambiando radicalmente de sentimiento. "¡Todos son unos ingratos! ¡Estoy solo como siempre! ¡Todos se quieren alejar de mí!"

Por segunda vez, Shining sintió que otra gélida brisa lo atravesaba, esta vez, por el costado. Tras esto, Shining abrió con sorpresa sus ojos, y esta vez, las lágrimas no pararon de caer de sus ojos.

"¡Perdónenme todos! ¡De nuevo los he decepcionado!" Lloró Shining sin poder contener sus sentimientos ni sus lágrimas. "¡No quiero estar solo! ¡Por favor, perdónenme!"

"¿Qué eso…? ¡Hngh! ¿Hay alguien aquí? ¡Es imposible! ¡Hngh!" Dijo desde la oscuridad eterna una segunda voz. Una voz que parecía hablar con mucho esfuerzo, como si estuviera intentando contener algo muy pesado.

Ajeno a aquella voz, Shining Armor no se podía controlar. Él simplemente lloraba desconsoladamente sin saber por qué, como si nunca hubiera estado tan triste en su vida.

Repentinamente a lo lejos, una pequeña luz azul cristalina brilló tenuemente no muy lejos de Shining. Una brillante luz que se fue haciendo más brillante a cada segundo. Al ir iluminando todo a su alrededor, finalmente Shining Armor pudo distinguir lo que lo rodeaba. A su alrededor, habían decenas de sombras que ondeaban en círculos a su alrededor. Sombras de distintos tamaños y formas. Pero lo que más perturbó a Shining, fue que aquellas sombras parecían tener rostros de ponies.

Sin previo aviso, Shining sintió un gran escalofrío en su espalda, y entonces, vio que una de las sombras lo había atravesado desde la espalda, saliendo completamente por su pecho sin dañar su cuerpo, pero dejando su cuerpo muy frio.

"¡Ayuda! ¡Ayuda! ¿¡Qué son estas cosas!" Gritó Shining en pánico. Al borde de la desesperación.

"Yo no soy así… ¿¡Qué me está pasando!? ¡Tranquilízate! ¡Controla tus emociones!" Gritó en vano Shining en su mente. El desborde de emociones era demasiado para pensar con claridad. Por más que lo intentaba, no podía controlarse.

Sin previo aviso, un veloz rayo de luz dorado pasó al lado de Shining y golpeó directamente a la sombra que había atravesado a Shining. Al instante, la sombra se evaporó y sus restos cayeron como brea caliente en el suelo.

Como si Shining hubiera salido de un hechizo, sus pensamientos finalmente se aclararon y pudo volver a pensar con claridad sin que el miedo o la confusión que sentía lo dominaran. Entonces, Shining se volteó, pero poco alcanzó a ver. Decenas de rayos de luz dorado pasaron a su lado sin tocarlo, golpeando y derritiendo todas las sombras que habían estado rodeando al unicornio blanco.

Con la luz azul que se iba haciendo cada vez más brillante, Shining finalmente pudo reconocer algo más que las sombras en aquella inmensa oscuridad. No muy lejos de él, había otro pony. Un unicornio de pelaje gris y ojos verdes, que vestía una capa morada con borde blanco, además, tal como la realeza, vestía una corona con un collar, ambos de metal azul adornados con una joya dorada en forma de corazón en su centro, además de adornos del mismo metal azul en sus cascos. Aquel pony, usaba velozmente su magia para luchar también contra las sombras que lo rodeaban, derritiéndolas con su magia, por lo que estaba parado sobre un enorme charco de aquella brea negra que quedaba una vez las sombras desaparecían. Aquello era señal de la enorme cantidad de sombras que aquel pony había derrotado, e incluso en ese momento, a diferencia de Shining, las sombras que rodeaban a ese pony eran cientos de fantasmas oscuros que intentaban acercarse a él.

"¿Estás bien?" Preguntó aquel pony, con una muy elegante voz, viendo directamente a Shining. Entonces, él también pudo ver bien a Shining de cola a cabeza y puso una mirada de sorpresa. "¿Eres un unicornio?"

La luz azul que brillaba se hizo más brillante, y Shining finalmente pudo entender por qué. No era que la luz se hiciera más grande, era simplemente que era una chispa brillante que se acercaba hacia ellos. Entonces, la chispa de luz azul, que no era más grande que un balón, pasó entre medio de Shining y aquel unicornio gris. Al hacerlo, las sombras que atacaban al pony gris parecieron debilitarse, y este tomó la oportunidad para lanzar en un instante decenas de rayos dorados desde su cuerno, logrando finalmente derrotar a las sombras que los rodeaban.

Sorprendido de ver la gran habilidad mágica de aquel pony, Shining se lo quedó viendo atentamente. Sin embargo, volvió a distraerse cuando el reflejo de la luz azul, que ahora se alejaba, comenzó a ascender. La luz azul subió y subió hacia el cielo de aquel oscuro lugar, hasta que repentinamente desapareció.

"Ese debió de ser Golden Quill…" Murmuró el unicornio gris con una mirada pensativa. Al tiempo que iluminaba su cuerno para que la oscuridad no lo engullera a él ni a Shining. Por su parte, Shining intentó usar su magia de iluminación, pero, pese a que la sentía emanar desde su cuerno, este no brilló.

"Iluminar tu cuerno no servirá aquí, esta oscuridad no es provocada por la falta de luz." Dijo el pony gris, con una seria mirada. Caminando rápidamente hacia donde estaba Shining y parándose frente a él cara a cara. "¿Vienes desde fuera del Imperio de Cristal? ¿Llegaste a través de la tormenta?" Preguntó rápidamente el pony gris mirando fijamente a Shining, como si estuviera apresurado por obtener esas respuestas.

"S-Sí… Eso creo." Tartamudeó Shining. Un poco aturdido, debido a que aún no lograba entender lo que pasaba ni donde estaba.

El pony gris miró de inmediato hacia arriba, por donde había desaparecido la chispa de luz azul, y entonces iluminó su cuerno. Shining Armor de inmediato supo reconocer que aquel pony estaba a punto de teletransportarse, e inmediatamente su mente se despejó y usó su propia magia para contener en el suelo los cascos de aquel pony gris. Afortunadamente, la magia de Shining sí funciono esta vez.

"¡YA BASTA! ¡Basta de preguntas sin respuestas! ¡Basta de ponies misteriosos! ¡Necesito respuestas!" Gritó Shining muy molesto, lleno de frustración. "¿Qué es este lugar? ¿¡Qué eran esas sombras que destruiste!?" Gritó Shining mirando seriamente al pony gris. Decidiendo que no importaba si se batía a duelo contra ese unicornio, obtendría allí mismo las respuestas que necesitaba, una por una.

El pony gris pareció no inmutarse demasiado por la acción de Shining, él simplemente miró hacia abajo, viendo sus cascos inmovilizados por la magia rosa de Shining. Entonces él levanto su mirada y vio serena y fijamente el rostro enojado del unicornio blanco.

"Estamos en el interior del Corazón de Cristal." Respondió tranquilamente el pony gris. "Y esa 'sombras' que viste, son lo que yo llamo umbrums. Emociones negativas que habitan este lugar, que al mezclarse con antiguos recuerdos, se materializan y toman forma… Supongo que esa es la mejor definición."

"¿Emociones?" Repitió Shining incrédulo. Recordando cuando esas sombras lo atravesaron y cómo se sintió cuando lo hicieron.

"Y por cierto, no los destruí. Solo los contuve por un momento." Agregó el pony gris, indicándole con su mirada a Shining para que viera a su alrededor. Al hacerlo Shining vio que de la brea oscura que había quedado al destruir a aquellos fantasmas, nuevos rostros comenzaban a aparecer de la misma y comenzaban a levantarse nuevamente. En ese instante, Shining sintió un escalofrío al ver hacia lo más lejano del abismo, desde donde había nacido aquella brillante Luz. Allí ahora había una oscuridad absoluta, una que hizo temblar a Shining con solo mirar en esa dirección. "Estos son los pequeños, pero hay cuatro umbrums que no puedo controlar tan fácilmente. Por eso, lo mejor será que salgamos de aquí mismo antes que se recuperen." Agregó el pony gris, alzando un casco y poniéndolo frente a Shining para que lo tomara.

"Estaba restringiendo su movimiento con mi magia… ¿¡Cómo pudo soltarse tan fácilmente!?" Pensó Shining sorprendido, viendo que aquel pony había levantado su casco.

"¿Quién eres?" Preguntó Shining, mirando el casco del pony gris y luego mirándolo fijamente.

"Puedes llamarme Sombra." Respondió el pony gris, alzando con orgullo su cabeza.

Sin esperar respuesta, Sombra tomó el casco de Shining y activó su magia. Al instante, tanto él como Shining estaban de vuelta en la plaza debajo del castillo, frente al Corazón de Cristal. Shining sacudió su cabeza como si hubiera estado mareado por un instante y luego inhaló fuertemente. Agradecido de poder volver a respirar aire limpio y de sentir luz en su pelaje.

"R-Rey Sombra. N-No sabíamos que estaría aquí…" Dijo desde lejos uno de los guardias que Shining había visto antes de desaparecer. Acercándose él junto a otra decena de guardias.

Shining Armor vio atentamente a esos guardias y le sorprendió ver que no eran capaces de ver al Rey Sombra a los ojos. Ellos se mantenían sonriendo, pero era como si sus rostros lucharan por hacerlo, como si en verdad no quisieran estar de pie en ese lugar.

"Tranquilo, no hay problema." Respondió Sombra con una sutil triste sonrisa. "Vuelvan a sus labores. Yo volveré al castillo de inmediato."

Como si los guardias hubieran sido liberados de una gran presión, todos suspiraron, hicieron una reverencia y se fueron. Conforme más se alejaban de Shining y Sombra, sus rostros volvían a sonreír con normalidad.

Luego que los guardias se fueran, Sombra alzó la vista y miró hacia el cielo, con una mirada impaciente, como si necesitara ir a algún lado. Sombra dio dos pasos rápidos, pero al instante se detuvo y bajó su mirada. En su rostro se veía que estaba luchando entre tomar una u otra decisión. Finalmente, él se volteó, y esta vez fue su turno para usar magia en Shining, inmovilizando sus cascos. Dejando muy sorprendido a Shining.

"Ahora es mi turno de hacer preguntas." Dijo Sombra, acercándose a Shining y mirándolo fijamente. "¿Quién eres y cómo llegaste aquí?"


En el piso más alto del castillo, la recién despertada Cadance miraba aún confundida a la pony de pelaje cristalino parada frente a la estatua de la antigua reina alicornio.

"¿Amore? No, mi nombre es Radiant Hope." Dijo la pony lila de pelaje cristalino, mirando confundida a Cadance.

"N-No me refería a ti… Si no a la estatua." Respondió Cadance mirando de reojo a la estatua detrás de Radiant Hope. "Dijiste que ella era la Guardiana del Imperio, y al ver que todo aquí parece hecho de cristal, incluso tu pelaje, asumo que este es el Imperio de Cristal…" Agregó Cadance, mirando insegura a la pony de cristal.

"Así es." Respondió Radiant Hope sonriendo.

"Es imposible… Tía Celestia dijo que desapareció hace siglos." Pensó Cadance confundida, pero aún así, siguió con su hipótesis, que era la única que encajaba en todo.

"Eso significa que a lo que llamas Guardiana del Imperio, debe ser la antigua Reina Amore." Dijo Cadance, apuntando a la estatua. "En los libros de historia, ella aparece como una poderosa princesa unicornio, pero Tía Celestia me dijo que en realidad, ella fue una poderosa reina alicornio…"

"Y más cosas que me dijo Celestia, que no estoy segura si debo decir aún…" Pensó Cadance, recordando la conversación que una vez tuvieron ambas sobre el Imperio de Cristal.

En ese instante, Radiant Hope se volteó y miró atentamente la estatua de la alicornio.

"Reina Amore… ¿Ese era su nombre?" Murmuró Radiant Hope insegura. Bajando su mirada y poniendo una mirada confundida y algo triste. "Yo… Siempre la he conocido simplemente como 'Guardiana'…" Agregó la pony de cristal con una mirada pensativa.

Mientras Radiant Hope parecía estar lidiando con sus propios pensamientos, Cadance aprovechó para mirar todo a su alrededor. Aquella era una bella habitación con varios pilares, en que todo parecía estar hecho de cristal, a excepción de unas flores que estaban en el altar de la estatua de la alicornio. No muy lejos, había una ventana, por la cual Cadance alzó su cabeza para ver mejor y se sorprendió de ver una enorme ciudad que parecía estar a los pies de donde estaban.

"¿Cómo fue que llegué aquí?" Preguntó Cadance, tocando su cabeza mientras intentaba recordar lo último que sucedió antes de perder la conciencia.

"Caíste del cielo." Respondió Radiant Hope, dejando de mirar la estatua y volviendo a concentrarse en Cadance. "Ayer tuve una extraña sensación, como si alguien me estuviera llamando. Entonces salí al balcón del castillo y vi como la aurora en el cielo se iluminó fuertemente por un segundo. Lo siguiente que vi fue verte caer inconsciente desde más allá de las nubes. Por suerte, alcancé a agarrarte desde el balcón antes que cayeras contra el suelo."

"Con que eso pasó…" Murmuró Cadance con una mirada pensativa. Dándose cuenta que había algo en el relato de Radiant Hope que coincidía mucho con algo que ella sintió antes de caer. Justo antes de quedar inconsciente, ella también sintió una extraña sensación, como si algo o alguien la estuviera llamando desde algún lado.

Tras pensar unos segundos, Cadance se distrajo al ver que Radiant Hope se le había quedado mirando fijamente, con una tierna y adorable sonrisa, como si estuviera viendo algo muy encantador.

"¡Oh! Lo siento, no quería hacerte sentir incómoda." Dijo Radiant Hope con una torpe sonrisa. "Es solo… que eres muy bonita."

Cadance sonrió amablemente y se sonrojó levemente. Cada palabra que decía Radiant Hope se sentía tan pura, que Cadance también sintió una muy agradable sensación al ver y escuchar a aquella pony de cristal.

"Gracias. Tú también eres muy hermosa, Radiant Hope." Respondió Cadance amablemente. Entonces ella se fijó tanto en la amable mirada de Hope como en la de la estatua de la Reina Amore. "Tus ojos son tan amables como los de aquella estatua… De hecho, diría que tienen bastante parecido una con la otra."

"¿La Guardiana y yo? Jajaja, ojalá fuéramos parecidas." Respondió Radiant Hope sonriendo, volteándose para volver a ver la estatua, mientras Cadance también se acercaba a ella. "De hecho, tú y ella se parecen más… ¡Podrían ser hermanas!"

"Ella también es muy bonita. Pero no creo que nos parezcamos tanto, más allá de ser ambas alicornios." Dijo Cadance sonriendo.

"No lo digo por eso. Conozco a más alicornio, y te aseguro que ellas no se parecen tanto a la Guardiana como tú." Dijo Radiant Hope sonriendo. "De hecho, una de mis mejores amigas es una alicornio."

"¿Conoces a más alicornios?" Preguntó Cadance sorprendida.

Antes que Cadance pudiera preguntar algo más, unos pasos de cascos se empezaron a escuchar desde lejos, indicando que alguien se acercaba.

"¡Debe ser Sombra!" Dijo Radiant Hope asustada, volteándose para ver la puerta del salón. Entonces ella rápidamente empujó a Cadance. "¡De prisa! ¡Debes esconderte!"

Sin entender el por qué del miedo de Hope, Cadance fue empujada a la fuerza detrás de la estatua de la Guardiana, en tanto que Radiant Hope rápidamente volvió a parase frente a la estatua como si ella estuviera completamente sola. Justo en ese instante, la puerta se abrió de golpe, mostrando que había llegado una guapo y alto pony de pelaje gris y capa morada, que Cadance nunca había visto en su vida.

"¿Qué es esta sensación…?" Pensó Cadance al tiempo que veía al pony gris. Sintiendo un particular escalofrío.

"¡Hope!" Gritó Sombra, mirando seriamente a Radiant Hope. "¿Qué haces aquí?"

"¡N-Nada! Solo estaba visitando la estatua de la Guardiana del imperio." Tartamudeó Radiant Hope, con una sonrisa muy nerviosa.

Sombra miró atentamente a Hope y entrecerró lentamente sus ojos.

"Estás mintiéndome…" Dijo seriamente Sombra, corriendo para abalanzarse sobre Hope.

"No… ¡No! ¡Sombra, no!" Gritó Hope desesperada, al tiempo que caía de espaldas y Sombra se abalanzaba sobre ella.

Por un segundo, lo único que vio Cadance desde su ángulo de visión, fue a Sombra moviéndose sobre Hope mientras esta luchaba por soltarse y movía sus cascos mientras gritaba que la soltara.

"¡Suéltala ahora mismo!" Gritó Cadance aterrada. Saliendo de su escondite para enfrentar a aquel salvaje pony gris.

"¡No! ¡Jajaja! Ya… ¡Jajaja! ¡Ya basta Sombra!" Se rio Hope, llorando de la risa luego que Sombra se lanzara sobre ella para hacerle cosquillas. Algo que Cadance solo pudo ver una vez salió de su escondite.

Tal como ordenara Cadance, Sombra dejó al instante de hacer cosquillas a Hope. Sin embargo, no fue por la autoridad de la alicornio rosa, sino simplemente por la sorpresa de ver que había alguien más allí, y más aún al ver que no era cualquier pony.

"Una alicornio…" Dijo sorprendido Sombra, quedando con la boca semi abierta por la sorpresa.

"Aww… Arruinaste la sorpresa…" Dijo Radiant Hope poniéndose de pie. Poniendo una cara de puchero al ver que su sorpresa se había arruinado.

"¡Cadance!" Gritó alguien más desde la puerta. Una voz que hizo que Cadance se volteara inmediatamente, al tiempo que se iluminaban sus ojos.

"¡Shining!" Gritó de alegría Cadance al ver a su amado esposo allí. Corriendo hacia él para darle un gran beso.

Mientras los dos enamorados se besaban por la alegría de haberse vuelto a encontrar tras su repentina separación, Radiant Hope se los quedó viendo con una amorosa sonrisa. En tanto que Sombra aún seguía algo aturdido al ver que allí, en su castillo, volvía a haber una alicornio.

"T-Tú… ¿Tú eres una princesa alicornio?" Preguntó Sombra luego de un rato, algo nervioso. Justo en el momento que Shining y Cadance terminaban finalmente su largo beso. "¿Equestria sigue siendo gobernada por un alicornio?"

Antes que Cadance o Shining pudieran decir cualquier cosa, Radiant Hope saltó y le dio un cómico golpe en la cabeza a Sombra.

"¡Auch…! ¿Por qué fue eso?" Preguntó Sombra confundido, sobándose su cabeza.

"Antes de hacer preguntas como loco, démosles a nuestros invitados una recepción como corresponde." Dijo Radiant Hope, mirando seriamente a Sombra. "¿¡Sabes hace cuanto no recibimos visitas!?"

Sombra desvió sutilmente la mirada unos segundos, como si estuviera indeciso en seguir lo que le decía Hope. Sin embargo, finalmente él dio un gran suspiro y se rindió ante lo que le pedía la pony de cristal.

"Tienes razón…" Dijo Sombra con una pequeña sonrisa. Mientras Radiant Hope sonreía con orgullo, pues sabía que Sombra nunca se negaba a nada de lo que le pedía. "¿Quieren acompañarnos al salón comedor? Estoy seguro que allí podremos presentarnos formalmente y resolver todas las preguntas que tenemos mutuamente." Agregó Sombra, mirando amablemente a Cadance y Shining.

La princesa alicornio y su esposo se miraron mutuamente por un segundo. Ambos estaban llenos de preguntas, pero también era cierto que lo correcto en un castillo extranjero era seguir el protocolo. Además, aunque todo ese lugar era extremadamente extraño, no parecía que estuvieran en peligro. Shining había comprobado que Sombra no era alguien malvado, y Cadance vio el puro corazón de Radiant Hope, por lo que no estaría mal aceptar su invitación.

Tras aceptar la invitación, los cuatro ponies comenzaron a caminar por un pasillo. Con Radiant Hope sonriendo a más no poder, con Sombra intentando ocultar su nerviosismo, mientras Shining seguía maravillándose al ver el bello palacio de cristal, y Cadance mantenía una mirada pensativa, aún intentando recordar todo lo que había pasado antes de desmayarse, luego de caer del globo.

"¡Dusk Shine, Spike y las chicas!" Gritó Cadance repentinamente, recordando algo sumamente importante.

"Tranquila. Le dije a Applejack y Rarity que me siguieran con los demás en esta dirección." Dijo Shining con una pequeña sonrisa, tocando el lomo de su esposa para tranquilizarla. "En cuanto le dije a Sombra que no había caído del globo solo, él envió a unos guardias a buscarlos en la ciudad. Si están aquí, los guardias nos avisarán en unos minutos, si no es así, saldremos a buscarlos fuera de la ciudad de inmediato."

"Dusk es muy listo. Estoy seguro que él y sus amigas están bien." Pensó Shining, comenzando a mirar de reojo a Sombra. "Lo que más me preocupa, es el hecho que Sombra se asustó mucho cuando se enteró que habían más ponies aquí. Por eso él corrió de inmediato a verificar si esa pony de cristal estaba bien." Pensó Shining, mirando esta vez a Radiant Hope.

Cadance se sintió más aliviada al saber que ya estaban buscando a Dusk y sus amigas. Aquello hizo que el extraño peso que había estado sintiendo, finalmente se esfumara. Así, ella pudo concentrarse más en lo que ahora tenía frente a ella. Su vista inevitablemente se centró en el pony de capa morada que caminaba frente a ella. Aún no podía explicar aquel extraño escalofrío que sintió al verlo la primera vez. Con la habilidad de Cadance para sentir el corazón y sentimientos de quienes la rodeaban, ella sentía que había algo extraño en Sombra, pero no podía distinguirlo. Por un segundo, con lo primero que asoció aquella extraña sensación, era con lo que le hizo sentir alguna vez la cruel Reina Chrysalls, sin embargo, mientras Cadance más veía a Sombra, se dio cuenta que no era así, lo que sentía en Sombra era extraño, pero no era maldad. Entonces Cadance se fijó en la mirada de Sombra, y, aunque luchaba por ocultarlo, Cadance podía sentir en su corazón el miedo e impaciencia que él sentía en ese momento.

"Soy una princesa alicornio, y sí gobierno Equestria." Dijo Cadance mientras seguían caminando, mirando atentamente a Sombra. Recordando la pregunta que había puesto tan nervioso al elegante pony gris. "Pero no lo hago sola. Junto a mí gobiernan la Princesa Celestia y la Princesa Luna."

Como si hubiera caído un rayo, tanto Sombra como Radiant Hope se paralizaron en el acto.

"¡Conoces a Woona!" Gritó Radiant Hope llena de emoción. Volteándose para saltar frente a Cadance. Causando que la pony rosa quedara muy sorprendida mientras la pony de cristal la llenaba de preguntas.

Distraída por como estaba, Cadance no alcanzó a ver la reacción de Sombra, pero Shining Armor sí alcanzó a verla. A diferencia de Radiant Hope, las patas de Sombra temblaron y él cayó de rodillas. Entonces él cubrió su boca mientras sus ojos expresaban una gran emoción.

"Está viva…" Susurró débilmente Sombra, poniendo una gran sonrisa y cerrando sus ojos. Derramando una pequeña lágrima al tiempo que tocaba un pequeño papel que ocultaba detrás de su capa.

"¿Eh? ¿Estás bien?" Preguntó Cadance preocupada. Finalmente notando que detrás de Hope, Sombra había caído de rodillas.

"S-Sí… Estoy bien." Dijo rápidamente Sombra, poniéndose de pie y limpiando la lágrima que dejó caer, ocultando su rostro de Cadance. Entonces él se volteó y puso una radiante sonrisa. "Es solo que me diste la noticia más maravillosa del mundo." Agregó Sombra, finalmente dejando su mirada intranquila de lado y ahora caminando con una agradable y tierna sonrisa.

"¡Sí! ¡La mejor noticia del mundo!" Agregó Radiant Hope, tan feliz como siempre. Volviendo también a caminar para unirse al lado de Sombra.

Por su parte, Cadance volvió también a caminar mientras Shining también se apresuró para ir a su lado.

"Cadance, debes tener cuidado con la información que revelas." Susurró Shining a Cadance. "Sombra y Hope no parecen malos ponies, pero aún tenemos que estar seguros de qué es lo que sucede en este lugar."

"Lo sé. Es solo él estaba igual que tú y yo, pude sentirlo. Lo único en lo que él pensaba era en irse volando de aquí." Dijo Cadance sonriendo. "Su alma estaba llorando por saber si su amada estaba a salvo o no."


En uno de los barrios alejados del centro de la enorme ciudad que era el Imperio de Cristal, una gran multitud de ponies se agolpaba para ver a los recién llegados. La noticia de que un grupo de ponies 'opacos' junto a un pequeño dragón habían llegado el día anterior a la ciudad, había causado gran emoción. Todos habían querido invitar a esos nuevos amigos a sus hogares para compartir y reír juntos, sin embargo, quedaron decepcionados al descubrir que habían desaparecido de un momento a otro luego de visitar la casa de Coral y Amethyst. Afortunadamente, como siempre en esa perfecta ciudad, la decepción no existía, y ese extraño sentimiento simplemente desapareció al instante y todos buscaron al misterioso grupo de recién llegados como si estuvieran jugando al escondite. Por eso, la alegría los invadió cuando finalmente los encontraron. Incluso, la alegría dio paso a la risa al no entender porque el potro color lavanda de aquel grupo, gritaba con cara de loco en ese mismo instante.

Dusk Shine no entendía nada de lo que pasaba en aquella loca ciudad y ya poco le interesaba que todos pensaran que él estaba loco. Simplemente necesitaba externalizar sus emociones, ya que por más que intentaba, no entendía la extraña magia que rodeaba a los misteriosos ponies de cristal, capaz de aislar una ciudad, de alterar el paso del tiempo, los recuerdos, e incluso… doblegar a la propia muerte.

"Los ponies siguen llegando…" Murmuró Applejack mientras Pinkie Pie, preocupada por la estabilidad emocional de su novio, le daba 'amorosamente' varias cachetadas para que recobrara la cordura. "¿De verdad somos tan interesante?"

"La pequeña Amethyst quería asegurarse de que estuvieran bien, luego que salieran sin aviso de su casa." Dijo una joven yegua de pelaje cristalino color verde, que estaba muy cerca de Applejack y alcanzó a oírla. "Y todos queríamos ayudarla a encontrarlos." Sonrió la yegua de cristal.

"Yo también quería ayudar a la joven Amethyst Maresbury, pero también había otra razón." Dijo otro pony de cristal cerca, un joven potro de pelaje cristalino azul. "¡Hey, Smoky Quartz! ¿No decías que tu tatara- tatara- tatara- tatara - tatara- tatara- tatara nieto tercero estaba buscando a los recién llegados?"

"¡Oh, sí!" Respondió desde el medio del tumulto de ponies otro pony, al cual apenas si pudieron verle la cabeza debido a la gran multitud. "Star Arrow y los demás guardias estaban buscándolos por órdenes del Rey. Parece que en el castillo hay otro pony que viene desde fuera."

"¿¡Otro pony que vino desde fuera!?" Preguntó repentinamente Dusk Shine, alzando su cabeza. Con sus mejillas hinchadas luego de recuperar la cordura gracias al eficaz tratamiento de su querida novia. "¡Ese debe ser Shining Armor!"

"¡Dusk Shine!" Dijo desde el cielo una nueva voz.

Al alzar la vista, Dusk por poco vuelve a perder momentáneamente la cordura al encontrar allí a uno de los ponies que menos pensó que podría encontrar en ese extraño lugar.

"¿¡Princesa Luna!?" Gritó Dusk con asombro, viendo que la alicornio azul aterrizaba junto a él, al tiempo que los ponies de cristal que los habían estado rodeando, retrocedieron al ver a la alicornio allí. "¿Qué haces aquí?"

"Esa es la misma pregunta que les iba a hacer a ustedes." Respondió Luna, igual de sorprendida de ver allí a Dusk, Spike y sus demás amigas.

Antes que Dusk y Luna pudieran seguir conversando, el murmullo alrededor de ellos los distrajo. Al ver a Luna allí, todos los ponies de cristal empezaron a conversar entre ellos con miradas de asombro, siempre mirando a Luna. Mientras más ponies hablaban, el murmullo se hacía más notorio y Dusk pudo captar que había una palabra que se repetía: 'Guardiana del Imperio'.

"¿Por qué te están llamando Guardiana del Imperio?" Preguntó Dusk, mirando a Luna.

"No lo sé… No es primera vez que me ven. Al menos algunos de ellos han de recordarme, pero nunca nadie antes me llamó así." Respondió Luna, con una mirada igual de confundida que la de Dusk.

"¿Algunos han de recordarte? ¿¡Eso significa que sabes que estos ponies son inmortales!?" Preguntó Dusk con asombro.

"Sí… El Imperio de Cristal es… Un lugar bastante especial." Respondió Luna algo insegura, ya que solo ahora se daba cuenta de lo negligente que fue en su juventud, sin cuestionarse cosas básicas a las que debió poner mayor atención antes. "Siempre pensé que era producto de la poderosa magia de la Reina Amore, pero…" En ese instante Luna se calló y giró su cabeza para enfocar su vista en la gran calle que tenía frente a ella, la cual llevaba directamente hacia el castillo.

Los ponies de cristal, que estaban atentos a todo lo que hacía Luna, notaron por su mirada hacia dónde quería ir, e inmediatamente le abrieron el paso entre la multitud. Incluso, varios de ellos hicieron pequeñas reverencias.

"¿La Reina Amore?" Preguntó Dusk, cerrando un ojo y poniendo una cara pensativa mientras luchaba por recordar aquel nombre. "Ese… Ese es el nombre de la antigua princesa unicornio que gobernó el Imperio de Cristal, ¿Verdad?"

"No era una unicornio… ¡Hasta qué punto los nobles del reino alteraron la historia para deslegitimizar a los demás reinos!" Respondió Luna molesta, sin mirar a Dusk. Comenzando a caminar hacia el castillo. "Debemos ir al castillo. Allí encontraremos las respuestas que buscamos."

"Justamente íbamos hacia allá." Dijo Dusk mientras él y sus amigas se apresuraban para ir junto a Luna, mientras los ponies de cristal les abrían el paso. "Parece que Shining Armor está allí, o quizás sea Cadance."

"¿¡Cadenza también está aquí!?" Preguntó Luna sorprendida, deteniéndose un segundo y luego volviendo rápidamente a caminar. "¿Qué está pasando aquí? ¿Cómo fue que llegaron todos ustedes aquí?"

"Eh… Es una larga historia." Dijo Dusk apretando fuerte sus labios, mientras en su mente luchaba por controlarse, pero a esa altura, su cordura ya no soportaba más misterios. "Lo siento princesa, prometo contarte todo lo que nos ha sucedido hasta ahora, pero ¡DE VERDAD! Necesito obtener al menos algunas respuestas ahora, ¡Antes que mi mente explote!" Dijo Dusk apretando sus dientes y poniendo una mirada de loco por un segundo. "¿De verdad este el Imperio de Cristal? ¿No había desaparecido hace cientos de años atrás? ¿¡Qué tanto sabes de este lugar y la magia que lo rodea!?" Preguntó Dusk un poco histérico. Olvidándose de toda elegancia, acercando su cara a Luna y mirándola con una mirada de súplica, pues su cerebro necesitaba respuestas.

Luna miró atentamente a Dusk, se sonrojó sutilmente al tener el rostro de Dusk tan cerca y luego desvió la mirada, dando un pequeño suspiro.

"Aquí me crie los primeros años de mi vida, junto a Celestia." Respondió Luna, nuevamente recordando su pasado.

"Yo… Nunca leí nada de eso en los libros de historia." Dijo Dusk, intentando recordar sus clases de Historia Antigua. "Siempre pensé que tú y Celestia vivían entre los antiguos pueblos de unicornios hasta que se asentaron en el Castillo de las Dos Hermanas."

"Con el tiempo aprenderás que no todo lo que está escrito en los libros de historia es como fue en realidad…" Dijo Luna entrecerrando sus ojos. "Solo comenzamos a vivir en el Castillo del bosque Everfree luego de obtener nuestras cutie marks… Toda esa época fue muy caótica. Tras huir del Imperio de Cristal, no volvimos a saber de nuestro antiguo hogar durante muchos años, hasta que un día, ELLA nos contactó…"

'Flashback de Luna.'

Celestia y Luna caminaban juntas por los pasillos de su enorme nuevo castillo, 'El Castillo de las Dos Hermanas' lo habían llamado. Un palacio digno para que las recién embestidas Princesas de Equestria reinaran sobre sus nuevos dominios.

En un principio, ambas hermanas alicornio habían quedado maravilladas al saber que vivirían en aquel hermoso castillo, pero pronto se dieron cuenta que aquel lugar era demasiado enorme, y por lo mismo, a pesar de los muchos sirvientes y demás ponies importantes que allí había, a veces se sentía muy solitario, en especial para dos jóvenes ponies que aún incluso eran solo potrancas.

Aquel día, ambas hermanas estaban aburridas como de costumbre, y decidieron ir en busca de su querido profesor de magia. Al llegar a su habitación, se sorprendieron de ver que la puerta estaba entreabierta, ya que normalmente Star Swirl siempre era muy precavido y cerraba su habitación cuando estaba solo, para que nadie lo interrumpiera ni lo espiara en su trabajo.

Queriendo sorprender a su maestro, las traviesas potrancas abrieron silenciosamente la puerta y entraron a hurtadillas a la enorme habitación del gran mago del reino. Una habitación que parecía más una enorme biblioteca que un dormitorio donde descansar. Mientras se adentraban silenciosamente entre los grandes estantes llenos de libros, ambas alicornios alzaron sus orejas al escuchar la voz de su maestro desde el centro de la habitación. Tal parecía que estaba conversando con alguien.

"Ya lo hemos hablado, no puedes visitarlas, ¡Es demasiado peligroso que estén las tres juntas!" Dijo la voz de Star Swirl, con cierta preocupación en su tono de voz. "Me hiciste jurar que las protegería, y lamentablemente, hasta que sean mayores, la única forma de mantenerlas seguras, es que estén alejadas de ti. Si no tenemos cuidado, podría repetirse lo que pasó en el Imperio de Cristal."

"Ellas son como mis hijas. Las vi crecer desde que eran unas bebés, ¡Son mi única familia!" Dijo una voz femenina, que parecía estar llorando.

"Lo sé… Pero aún son muy jóvenes para entender todo por lo que pasamos y los problemas que acarrea su condición de alicornios." Respondió Star Swirl, con mucho pesar en su voz. "Si ellas te ven, querrán ir contigo, y no puedo dejar que eso pase."

Por un momento, reinó un triste silencio en la habitación, como si ambas voces supieran que habían llegado a un callejón sin salida, en que, a pesar de sus deseos, no podían hacer lo que querían.

"He seguido estudiando tu caso, incluso desde aquí. Pero no creo que haya solución posible a lo que me pediste aquel día…" Dijo Star Swirl, con mucha pena. "La inmortalidad es una bendición, pero esa misma bendición es lo que te impide ser madre… Es una ley natural de la vida."

"La inmortalidad no es una bendición… Es una maldición… La maldición de ser una alicornio." Dijo la voz femenina luego de un largo silencio, con una voz apagada. "Estoy condenada a vivir por la eternidad, y ahora ni siquiera tengo un reino que proteger. Solo una enorme y desolada ciudad fantasma…"

Mientras escuchaban, Luna no entendía mucho de lo que se hablaba, su mente estaba más enfocada en tratar de reconocer la voz femenina que hablaba, pues estaba segura que la había escuchado antes en algún lado. En ese momento Luna alzó su cabeza para preguntarle a su hermana si reconocía aquella voz, entonces, Luna se sorprendió al ver que Celestia tenía una mirada de shock y sus ojos llenos de lágrimas. Saliendo finalmente de su shock, Celestia se olvidó por completo de Luna y avanzó rápidamente desde su escondite hacia el centro de la habitación, a lo cual, Luna también la siguió rápidamente.

Ante ellas, efectivamente estaba Star Swirl como esperaban, pero no estaba solo, al menos no en teoría. Frente a él había un pequeño espejo apoyado en el suelo, que Luna especialmente conocía muy bien. Era un 'Espejo visor' y la imagen que reflejaba era la del rostro de alguien que habían creído que estaba muerta desde hacía años.

"¡Reina Amore!" Gritaron ambas pequeñas alicornios con lágrimas en sus ojos. Corriendo directamente hacia el espejo.

"¡Alto niñas! ¡Cuidado con el espejo!" Dijo Star Swirl asustado. Deteniendo a ambas alicornio antes que se abalanzaran y rompieran el espejo.

"¡Niñas! ¡Mis niñas queridas! ¡Cuánto han crecido!" Dijo Amore desde el reflejo en el espejo, también emocionada. Cubriendo su boca mientras lloraba.

"P-Pensamos que estabas muerta." Dijo Celestia, llorando de emoción.

"No, querida, yo… estoy bien, no te preocupes." Respondió Amore con una tierna sonrisa. Por un fugaz momento, mirando de reojo a Star Swirl, quien, por su parte, simplemente desvió la mirada, poniendo una mirada llena de preocupación.

"Les daré unos minutos a solas." Dijo Star Swirl forzando una pequeña sonrisa y soltando a las pequeñas alicornio. "Solo tengan cuidado de no tocar el espejo, es muy delicado, y también… tengan cuidado con lo que dicen." Agregó el mago alzando la vista, sutilmente mirando a Amore más que a las potrancas. Una mirada que Amore entendió, devolviendo también una seria y fugaz mirada antes de volver a sonreír a Celestia y Luna.

Por varios minutos, Celestia y Luna conversaron con Amore, contándole de sus aventuras en los últimos años, con los nobles de las tres tribus, el viaje de Celestia a la Tierra Dragón, como obtuvieron sus cutie marks… Casi toda la conversa se enfocó en las pequeñas alicornio, ya que cada vez que Celestia o Luna preguntaban algo a Amore, como dónde estaba o qué había sucedido aquel día, Amore simplemente evitaba responder y salía con una nueva pregunta para volver a enfocar la conversación en las jóvenes princesas.

Pasado los minutos, lentamente la imagen de Amore se fue haciendo más difusa, y el sonido que salía desde el espejo se entrecortaba a ratos. Aquello fue la señal para que Star Swirl volviera a entrar en la habitación.

"Esto es todo por hoy. El Espejo visor no está hecho para charlas largas, de lo contrario, el exceso de magia podría destruir el núcleo del cristal." Dijo Star Swirl, acercándose a Celestia y Luna para que se despidieran.

"¡Volveremos a vernos! ¿Verdad?" Gritó Celestia asustada una última vez, antes que la imagen de Amore se desvaneciera por completo.

"Sí, es una promesa." Respondió Amore con una tierna sonrisa. Entonces ella bajó su cabeza y puso una mirada más seria. Ya no hablando con Celestia y Luna, sino más bien, prometiéndose algo a sí misma. "Yo… recuperaré a mi familia, no importa lo que me cueste. Incluso… si he de romper las propias leyes de la naturaleza…" Agregó Amore con una extraña mirada apagada. Una mirada que Star Swirl alcanzó a ver y lo preocupó, pues reconoció la desesperanza y determinación en aquella mirada, y por propia experiencia sabía que no había nada más peligroso que alguien poderoso hubiera perdido toda esperanza…

Pese a la promesa de Amore, ella no volvió a usar el Espejo visor para contactarse con las princesas. Por más que Celestia intentó, Amore simplemente no activaba el espejo desde el otro lado. Tanto Celestia como Luna temieron que aquello fuera una señal de que a Amore le había pasado algo malo, una preocupación que también empezó a llenar a Star Swirl, por lo que un día, el mago se embarcó en un largo viaje para encontrarse con Amore. Obligando a Celestia y Luna que se quedaran en el castillo, pues era un viaje peligroso, y más peligroso aún, podía ser que las tres se encontraran juntas nuevamente.

Tras varias semanas de ausencia, un día Star Swirl finalmente volvió al castillo. Allí, les dijo a las jóvenes alicornios que no había podido encontrar a Amore. De hecho, lo más extraño, era que una gran tormenta mágica había aparecido de la nada en el Norte de Equestria, justo donde debían encontrarse las ruinas del Imperio de Cristal. Por más que Star Swirl lo intentó, no pudo luchar contra la gran tormenta y no pudo seguir avanzando. Desde esa fecha, aquella inexplicable tormenta sería llamada 'La Gran Tormenta del Norte', una tormenta eterna que hacía imposible acceder a ese punto específico del Norte de Equestria.

El tiempo pasó, y Star Swirl y las princesas siguieron con sus vidas, pese a que siempre estaban atentos de cualquier posible noticia sobre Amore o de la extraña tormenta que reinaba en el norte del continente. Finalmente, unos cuantos años luego de haber visto a Amore en el espejo la última vez, una noche Luna, en su nueva posición como Princesa de la Noche, corrió a despertar a Celestia y Star Swirl. Allí, Luna les mostró las extrañas luces que comenzaron a aparecer en el cielo nocturno del norte, iluminando el cielo con bellos destellos verdes y morados.

La mañana siguiente de la aparición de aquella misteriosa aurora boreal, Star Swirl empacó y se despidió de las princesas. Para su sorpresa, Celestia no puso oposición a su partida, a diferencia de Luna, que insistió en ir con él. Sin embargo, con la ayuda de Celestia, Star Swil convenció a Luna para quedarse también en el castillo.

"¿¡Qué haces Tía!? ¡Es la primera señal que tenemos de que la Reina Amore puede estar bien!" Gritó Luna molesta a su hermana, una vez Star Swirl ya se había marchado. "¿Es que acaso ya no te interesa saber si está bien?"

"No seas tonta, Lulú." Respondió Celestia, mirando molesta a Luna. Entonces ella usó su magia e hizo aparecer junto a ella una mochila de viaje. "Star Swirl jamás nos dejaría ir con él... Por eso, lo seguiremos por nuestra cuenta." Agregó Celestia, con una sonrisa llena de orgullo.

Ambas hermanas alicornio siguieron los pasos del viejo mago. Siempre cuidando de no acercarse lo suficiente para que Star Swirl se diera cuenta. Afortunadamente, ambas habían sido entrenadas por el propio Star Swirl, y Celestia especialmente era muy hábil en la magia, así que lograron pasar desapercibidas en aquel largo viaje hasta llegar al norte helado. Allí, ambas alicornios vieron por primera vez con sus propios ojos la gran tormenta que asolaba esas tierras.

Mientras Star Swirl avanzaba con esfuerzo atravesando aquella tormenta, a las princesas no les quedó más opción que acortar la distancia, dado que en aquella gran tormenta apenas si podían ver un poco hacia adelante. De hecho, en un momento pasó lo peor, y ambas perdieron por completo el rastro de su maestro.

Sabiendo que solo debían seguir el rastro dejado por Star Swirl antes de perderlo de vista, ambas alicornios apresuraron más el paso para intentar ver dónde estaba el mago. Avanzaron y avanzaron a ciegas entre la gran tormenta, hasta que súbitamente chocaron de frente contra Star Swirl, que se había detenido en seco.

"¡Celestia, Luna! ¿¡Qué hacen aquí!?" Preguntó Star Swirl muy sorprendido de ver a las jóvenes princesas allí.

"Te seguimos." Dijo Celestia, sobándose su adolorida nariz luego de chocar contra Star Swirl. "¿Por qué te detuviste en seco?"

"¡Oh! Lo siento. Me detuve porque hay una barrera mágica aquí." Respondió Star Swirl amablemente, tocando con su casco una pared invisible que allí había, al tiempo que iluminaba su cuerno para intentar entender qué tipo de barrera mágica era. Repentinamente Star Swirl abrió sus ojos con sorpresa y su sonrisa desapareció, volviendo a enojarse. "Espera un segundo, ¡No me cambies el tema! ¿¡Por qué me siguieron!? ¡Les dije que era peligroso!"

Repentinamente Star Swirl se volteó rápidamente al sentir que la barrera mágica estaba reaccionando. Entonces el mago bajó su casco y vio que la fuerte barrera se había vuelto mucho menos densa.

"Nos están invitando a entrar…" Susurró Star Swirl sorprendido. Dándose cuenta que algo o alguien estaba controlando aquella poderosa barrera mágica.

El mago unicornio se volteó nuevamente para ver a las dos jóvenes princesas. Su prioridad hubiera sido hacer que ellas volvieran a la seguridad del castillo, pero no podía decirles que se fueran solas en esa tormenta, y mucho menos ordenarles que esperaran ahí a congelarse en aquella tormenta. Por lo que a Star Swirl no le quedó más opción que decirles que lo acompañaran y no se separaran de él.

Al atravesar la barrera, los tres ponies se sorprendieron en el acto con lo que vieron. La tormenta no existía en aquel lugar y más importante aún, ante ellos estaba el grandioso Imperio de Cristal, tal cuál lo recordaban tanto Celestia como Luna. Por su parte, Star Swirl puso una cara de aún más sorpresa, pues él había visitado aquella ciudad después de la gran guerra, y había comprobado con sus propios ojos que aquella hermosa ciudad había sido destruida casi por completo… ¿¡Cómo era posible que ahora estuviera intacta!?

"Está reconstruido detalle por detalle…" Murmuró Star Swirl sorprendido, comenzando a caminar. Por un segundo, olvidándose que estaba junto a Celestia y Luna, y simplemente maravillándose al ver aquella bella ciudad reconstruida desde las cenizas.

Lentamente los tres ponies se fueron acercando hasta el centro de la ciudad. Al acercarse, Star Swirl se sorprendió aún más al ver que habían ponies allí. Un pequeño grupo de no más de quince ponies, quienes estaban en la plaza debajo del castillo formados en una línea.

"¡Es un placer tener visitantes!" Dijo una joven pony de pelaje cristalino, con una gran sonrisa. "¡La Reina nos avisó de su llegada! Así que reunimos a toda la ciudad para dar la bienvenida a nuestros primeros invitados."

Ninguno de los tres ponies se movió al principio. Celestia y Luna esperaban a seguir los pasos de Star Swirl, pero el mago parecía haberse quedado congelado. Él simplemente se quedó viendo a los ponies con pelaje cristalino que tenía frente a él, con una mirada de absoluta confusión.

"¿Es un hechizo temporal? No, si lo fuera, se generaría el problema de la paradoja… ¿Acaso ella logró solucionarlo?" Murmuró Star Swirl, absorto en sus pensamientos. Caminando para acercarse a aquellos ponies de brillante pelaje.

Como si solo fueran experimentos, Star Swirl comenzó a tocar los rostros y cuerpos de aquellos ponies, analizándolos detalladamente. En tanto que los ponies simplemente se rieron y se dejaron tocar, divertidos con las graciosas expresiones de Star Swirl. Entonces, Star Swirl abrió aún más sus ojos al ver el objeto que estaba detrás de la línea de ponies de cristal. Allí, había un extremadamente brillante cristal con forma de corazón, irradiando luz mientras flotaba y giraba sobre su propio eje. Lentamente Star Swirl se acercó a aquel objeto, notando de inmediato la enorme cantidad de magia que emanaba. Entonces, él volvió a voltearse y miró nuevamente a los ponies que habitaban esa ciudad.

"¿Qué es esto…?" Murmuró Star Swirl con una mirada confusa y temerosa. Pues había pocas cosas que la brillante mente del mago no lograba entender. A pesar de no entender, la mente de Star Swirl ya comenzaba a formular algunas locas teorías, pero todas lo asustaban.

Sin perder más tiempo, Star Swirl siguió a uno de los guardias que lo guio hacia el interior del castillo. Siempre seguido de cerca por Celestia y Luna, que simplemente miraban asombradas y sonrientes el bello palacio. Notando que era tal cual lo recordaban. Finalmente, todos llegaron a la sala del trono, sin embargo, una vez allí, el guardia los desvió y en cambio los guio hacia la habitación de la Reina.

Al abrir la puerta, los ojos de Celestia y Luna se iluminaron al ver que allí, recostada en una cama, se encontraba finalmente la pony que tanto habían luchado por encontrar, la Reina Amore. Al instante, ambas alicornios corrieron y se lanzaron a abrazarla, mientras que Amore se limitó a sonreír con esfuerzo y a acariciar sus melenas. Por su parte, Star Swirl se quedó donde mismo, con una mirada perpleja al notar lo que la emoción de las jóvenes alicornios les impidió ver algo a primera vista.

El aspecto de Amore era irreconocible, poco quedaba de la bella, fuerte y alta figura que fuera alguna vez uno de los eres más fuertes, antiguos y sabios de Equestria. El cuerpo de Amore estaba extremadamente delgado, al igual que su rostro, que parecía estar muy demacrado, como si no hubiera comido ni bebido agua en días. Sus ojos habían perdido por completo la chispa de vida y fuerza que siempre la había caracterizado, y por las pocas palabras que decía para hablar, y por cómo se movía, Star Swirl podía saber que solo hablar y moverse le estaba causando dolor pese a esforzarse por sonreír. Al verla en tal estado, Star Swirl apretó fuerte sus labios y se forzó a mantenerse fuerte, pese a que sus ojos se humedecieron.

"Amore… ¿Qué es lo que has hecho…?" Preguntó finalmente Star Swirl, luego que las princesas terminaran de abrazar a la Reina.

Ante la pregunta de Star Swirl, Amore miró al mago con su mirada apagada, y puso una genuina tierna sonrisa.

"Lo logré, Star Swirl… Cumplí mi sueño…" Sonrió Amore con esfuerzo. Entonces ella se giró levemente para mirar hacia atrás del respaldo de su cama. "Ya pueden salir."

Al escuchar la señal, rápidamente salió saltando desde detrás de la cama de Amore una pequeña potranca unicornio, de ojos azules, pelaje lila y melena azul claro, llena de alegría. Detrás de ella, salió más tímidamente otro pequeño potrillo, de ojos verdes, pelaje gris y melena negra.

"Ellos son Radiant Hope y Sombra." Dijo lentamente Amore, sonriendo tiernamente al ver a los potrillos. Entonces ella miró fijamente a Star Swirl y volvió a sonreír. "Son mis hijos."

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"¿Qué…?" Tartamudeó Star Swirl, con una cara de absoluto asombro. Tan sorprendido, que dio un paso hacia atrás, como si ya no pudiera soportar más sorpresas y por poco se desmayara. Entonces el mago sostuvo su cabeza e intentó ordenar sus pensamientos, que en ese instante eran un caos. Fue entonces que Star Swirl puso una mirada de terror al recordar algo sumamente importante que olvidó, debido a todas las sorpresas que allí había encontrado. "¡Están las tres juntas! ¡Debemos huir de aquí!" Gritó Star Swirl, muy asustado.

"Tranquilo… Aquí no pasará nada…" Dijo Amore, haciendo un esfuerzo para levantarse un poco más y quedar en posición sentada. "El Imperio está ahora fuera del tiempo y el espacio normal de Equestria… Nadie debería sentir que las tres estamos aquí juntas."

"¿Fuera del tiempo…? Entonces sí usaste mis hechizos de tiempo…" Murmuró Star Swirl sorprendido. Poniendo luego una mirada pensativa, hasta que lentamente su mente fue teorizando para resolver uno a uno los misterios que aún no entendía. "No… Mientras yo estudiaba el tiempo, tú estudiabas la inmortalidad…" Murmuró Star Swirl, mirando seriamente a Amore.

Entendiendo que la astuta mente de Star Swirl tarde o temprano descubriría lo que allí pasaba, Amore también puso una mirada seria.

"Hijitos, vayan y jueguen con las princesas en el pasillo." Dijo Amore, mirando tiernamente a sus pequeños hijos. "Yo debo conversar algunas cosas con el tío gruñón Star Swirl."

Siguiendo las órdenes de su madre, la sonriente Hope se lanzó sobre las alicornios, divertida al ver sus alas. En tanto que las jóvenes princesas le sonrieron una última vez a Amore y salieron de la habitación, seguidas finalmente por el pequeño Sombra. Tras salir, Star Swirl inmediatamente cerró la puerta.

"¿De verdad eres una princesa? ¿Qué se siente tener alas? ¡Me gusta tu melena! ¿Quieres ser mi amiga?" Preguntó velozmente la pequeña Hope, agarrándose del cuello de la joven Luna. Eligiéndola para ser su nueva amiga, ya que parecía menos seria que la alicornio blanca. "¡Vamos a jugar! ¡Vamos a jugar!"

"¿Eh? Yo… ¿Qué?" Tartamudeó Luna, sorprendida con el exceso de energía de la pequeña Radiant Hope. Mientras esta jalaba de ella para llevarla a su habitación.

Mientras era obligada a irse, Luna vio como Celestia simplemente se quedó viendo la puerta de la habitación de la Reina Amore, mirándola con una seria mirada. Y un poco más atrás de Celestia, estaba el pequeño Sombra, que simplemente la miraba tímidamente desde atrás de un pilar, con su vista fija en Celestia.

Cediendo ante la insistencia de la pequeña Hope, Luna terminó llegando a la habitación de los hijos de Amore. Allí, Radiant Hope empezó pasándole un montón de juguetes y muñecas a Luna para que jugaran juntas. La joven Luna era mayor que Radiant Hope y hacía bastante que había decidido no jugar más con muñecas, ya que, para su percepción, ella ya estaba grande para eso. Sin embargo, ante el ofrecimiento de Hope, al ver su radiante sonrisa, la niña interior de Luna ganó y ella terminó disfrutando y riendo mientras ambas jugaban juntas con sus muñecas.

"Eres muy divertida, Luna." Dijo Hope, sonriéndole a la alicornio luego de jugar un rato. "Me gusta que seamos amigas."

Por un segundo, Luna simplemente pestañeó mientras digería esas palabras. Hope ya lo había mencionado previamente, pero Luna no le había prestado atención, después de todo, como podían hacerse amigas solo con una simple palabra. Fue entonces que Luna sintió un vacío en el estomago al darse cuenta de algo.

"A mí también me gusta… que seamos amigas." Sonrió Luna levemente sonrojada. Dándose cuenta que era la primera vez que decía aquello.

Mientras miraba la habitación, Luna se percató que habían varios dibujos pegados en las paredes, dibujos hechos por los cascos de un potrillo. Al verlos, Luna se percató que eran dibujos de ponies, bastante mal dibujados, a los cuales les salían algunas cosas brillantes de sus cabezas, y otros, tenían cosas oscuras saliendo de sus cabezas.

"¿Qué es eso que está en las cabezas de los ponies?" Preguntó Luna con curiosidad, acercándose a los dibujos. Pues, había algo familiar que le había llamado la atención. "¿Son moscas?"

"¡No! No son moscas, Woona." Dijo Hope poniendo una cara de puchero, ya que no habían entendido su dibujo. Poniéndole el apodo de 'Woona' a su nueva amiga Luna. "¡Son hadas! Las hadas que salen de las cabezas de los ponies de cristal."

"¿Hadas?" Preguntó Luna sorprendida.

"Sí. Yo veo estas brillantes que salen en el día." Dijo Radiant Hope, mostrando el dibujo que sostenía Luna. Entonces ella tomó otro de los dibujos y se lo pasó a Luna. "Y sombra ve estos oscuros, que salen en la noche."

Luna se quedó mirando los dibujos unos segundos y luego sonrió.

"¿Tú también las ves? ¡Pensé que solo yo las veía!" Dijo Luna con alegría. "Aunque yo veo las dos, las brillantes y las oscuras. Pero solo las veo de noche, cuando los ponies duermen."

"¡Wow…! ¡Es genial! ¡Quizás puedas hacerte amigas de ellas!" Dijo Hope muy emocionada. "Yo he intentado acercarme a las hadas, pero no puedo tocarlas, y tampoco hablan porque son muy pequeñitas. Mientras que Sombra, a él le dan miedo."

"¿Acercarme a las hadas…?" Murmuró Luna pensativamente, pues nunca se le había ocurrido aquello. Ella siempre pensó que esas cosas eran cosa de su imaginación, ya que ni Celestia ni Star Swirl las veían.

Sin darse cuenta, Radiant Hope plantó en Luna la semilla para que la Princesa de la Noche descubriera su real potencial, y descubriera años después que esas 'hadas' que veía, eran los sueños y pesadillas que tenían los ponies en sus sueños. Forjando todo un plano astral para guiar a esas hadas en un plano que le serviría para acceder a los sueños. Un plano astral que nunca guio ni a las 'hadas' de Radiant Hope ni a las de Sombra, ya que aquellas 'hadas' que los hijos de Amore veían, no eran sueños sino… algo más.

'Fin del flashback.'

"Radiant Hope fue mi primera amiga… mi única verdadera amiga." Dijo Luna de vuelta en el presente. Caminando con Dusk y sus amigas mientras llegaban finalmente al castillo. "La última vez que la vi, ya éramos ambas adultas. Ella estaba tan feliz, pero yo no podía estarlo… tenía miedo por lo que pudiera pasar." Agregó Luna con una triste mirada. "Cuando el Imperio volvió a cerrarse, caí en una gran depresión… Poco tiempo después, me convertí en Nightmare Moon."

Dusk Shine miró a Luna, y vio que recordar su pasado le dolía, en especial esa parte. Así que decidió dejar de preguntar por un momento, para que Luna no se sintiera presionada y se recuperara.

"¿A qué se refiere con que el Imperio 'volvió a cerrarse'?" Pensó Dusk levemente frustrado. "Ahora sé un poco más del pasado de las hermanas alicornio, ¡Pero sigo sin saber qué rayos es este lugar!"

Al llegar a la plaza central de la ciudad, justo debajo del castillo, los guardias, que parecían estar durmiendo y jugando, se levantaron rápidamente al ver quienes se acercaban. De inmediato, uno de los guardias se apresuró a entrar al castillo mientras los demás corrieron a recibir a Dusk y compañía.

"¡Oh! Es una suerte, estábamos buscándolos." Sonrió uno de los guardias al ver a Dusk y compañía. Hasta que su mirada se posó en Luna, y al ver sus alas y su cuerno, puso una mirada de asombro, al igual que los demás guardias.

"¿Nos estaban buscando allí tirados sin hacer nada?" Preguntó Spike desde el lomo de Dusk. Que al igual que todos, había alcanzado a ver a los perezosos guardias descansando.

"¿Eh? ¡Oh, sí! Los buscamos ayer, pero como no los encontramos, decidimos esperar a que aparecieran por sí mismos." Respondió quien parecía ser el capitán de la guardia. Distrayéndose de mirar a Luna. "Sabíamos que iban a aparecer tarde o temprano, después de todo, aquí nada malo pasa jamás." Sonrió el guardia.

"¡Wow…! ¿Qué es eso?" Preguntó repentinamente Dusk. Notando de inmediato la gran magia que emanada del cristal con forma de corazón que giraba en el centro de la plaza.

"Es el Corazón de Cristal. Es-" Respondió Luna tranquilamente, hasta que abrió sus ojos con sorpresa al entender que en realidad ella nunca se preguntó qué era realmente el Corazón de Cristal. En el pasado, ella simplemente asumió que el Corazón de Cristal era solo un poderoso artefacto mágico que protegía a la ciudad desde siempre… ¿Era realmente así? La memoria de sus primeros días en el Imperio no lograba recordar si el Corazón estaba antes o después de que ella, Celestia y Star Swirl volvieran al Imperio cuando ya era mayor. "Vamos, debemos ver quién a cargo aquí." Agregó rápidamente Luna, volviendo a caminar para subir las escaleras del castillo. Con una mirada molesta al darse cuenta lo descuidada que había sido al no preguntarse antes cosas tan obvias.

Finalmente, todos siguieron a uno de los guardias que los llevó hasta el salón comedor. Allí, Dusk y los demás suspiraron de alivio al ver que justamente allí estaban Shining y Cadance. Ambos sentados en una gran mesa en la que habían servido lo que parecía ser un gran banquete. Junto a ellos, habían otros dos unicornios, Sombra y Radiant Hope.

"¡Dusk! ¡Chicas!" Gritó Cadance emocionada. Levantándose junto con su esposo para ir a abrazar a todos.

Por supuesto, al primero que Cadance abrazó fue a su querido potrillo favorito, Dusk. En tanto que Shining aprovechó de acariciar cariñosamente la cabeza de Spike sobre el lomo de Dusk. Por su parte, las amigas de Dusk se emocionaron al ver que todos estaban sanos y salvos, sin embargo, su emoción pasó rápidamente de largo al ver a los otros dos unicornios que se acercaban. En particular, sus ojos se fijaron en el alto y elegante unicornio gris con capa morada. Uno que hizo que por un segundo, los corazones de las cinco yeguas saltaran por lo guapo que era.

"No puede ser… ¡LUNA!" Gritó repentinamente Hope, llena de emoción. Corriendo directamente hacia la última pony que había entrado al salón. Entonces Radiant Hope saltó a abrazar a Luna, quien por su parte, se quedó congelada con su boca abierta, pasmada al ver quién la había ido a saludar.

Mientras Luna era abrazada, ella lentamente alzó su mirada y volvió a quedar en shock al ver que además de Hope, frente a ella también estaba Sombra. Quien, por su parte, también quedó congelado por la sorpresa de ver a Luna allí. De todos los ponies posibles que pudieran encontrarse, ahora ambos estaban parados frente a frente con el pony con el que menos esperaban haberse encontrado allí. Luego de los saludos, los únicos que aún parecían estar en shock eran Luna y Sombra, aún sin poder creer que el otro estuviera vivo frente a ellos.

"¡Woona, te extrañé tanto! ¡Sabía que algún día volveríamos a vernos!" Dijo Radiant Hope con una brillante sonrisa. Finalmente dejando de abrazar el cuello de su mejor amiga.

"Eh… Sí. A… A mí también me alegra verte, Hope." Sonrió nerviosamente Luna, viendo a Hope de cola a cabeza, notando su pelaje cristalino. Lentamente saliendo del shock inicial, luego de ver que Hope y Sombra seguían allí, habitando el castillo después de tantos años. En especial, luego de lo que Celestia le contara cierto… 'secreto'.

"Creo que hay muchas cosas que contarnos para ponernos al día." Dijo finalmente Sombra, sacudiendo su cabeza para recuperar la compostura y elegancia que lo caracterizaban. "Justo estábamos a punto de comer. Sería un placer que todos nuestros invitados nos acompañaran." Agregó Sombra, con una pequeña reverencia y una sonrisa encantadora.

Mientras Sombra se dirigía a la mesa, las primeras en seguirlo fueron Rarity y Fluttershy, que parecían haber caído flechadas por el guapo unicornio, seguidas por Rainbow Dash, Applejack y Pinkie Pie, que también pensaron que era muy guapo, pero lo disimulaban un poco mejor. Por su parte, Cadance le sonrió a Dusk para que confiara en que todo allí estaba bien, y junto a Shining y Spike, también se dirigieron a sentarse en la mesa. Finalmente, Hope se pegó a Luna y jaló de ella para que la acompañara a sentarse a su lado, charlando como un perico mientras lo hacía. En ese instante, un pequeño y sutil destello dorado apareció frente a Luna, dejando caer un papel que Luna alcanzó a agarrar con su magia.

Mientras se sentaba, Luna vio que había algo escrito, lo leyó y de inmediato entrecerró sus ojos molesta. Al alzar la vista, vio que quien le había enviado la nota en secreto, Sombra, lo miraba atentamente.

"Odio esa mirada… Sé perfectamente a quién me recuerda…" Pensó Luna molesta.

Pese a todas las preguntas que tenían, Dusk y compañía no pudieron dejar de lado su hambre, ya que no habían comido más que chocolate caliente desde hacía casi dos días. Así que todos agradecieron el enorme banquete que allí había. Por supuesto, Sombra aprovechó el momento para hacer las presentaciones y tomar la batuta de la conversación, para ir guiando los temas de interés.

Al parecer, Shining ya le había contado a Sombra cómo habían llegado allí luego de estrellarse el globo, por lo que empezó a preguntar más cosas sobre lo que había pasado antes de eso. Así fue como Dusk y compañía comenzaron a contar su viaje al pueblo de los yaks, y antes de eso, su viaje a la Tierra Dragón, y antes de eso, aventura tras aventura. Sin darse cuenta, la gran elocuencia de Sombra cautivó a todos, logrando que hasta Dusk olvidara por momentos todas sus preguntas mientras se divertía contando sus vivencias.

Aquella tarde de conversación pudo haberse alargado eternamente, sin embargo, Dusk finalmente se percató que había alguien que parecía no estar disfrutando la conversación. Era Luna, quien era la única que no había dicho palabra alguna, más que para charlar y sonreír ocasionalmente con Hope, quien no paraba de reír y recordar anécdotas.

"Siento ser maleducado… pero ya hemos hablado demasiado de nosotros." Dijo finalmente Dusk, en medio de un divertido debate que tenían Sombra y Shining respecto al entrenamiento de los guardias. "Nosotros hemos respondido muchas de sus preguntas, pero ustedes... aún no han respondido ninguna de nuestras dudas."

"Esto no es un interrogatorio. Pensé que nos estábamos divirtiendo con la conversación." Respondió inocentemente Sombra. Sin embargo, al ver la mirada determinada en los ojos de Dusk, él simplemente suspiró y puso una pequeña sonrisa. "Adelante, joven Dusk. Dime, ¿Qué es lo que deseas saber? Te prometo que te responderé con la absoluta verdad." Sonrió Sombra amablemente.

Al ver la sonrisa de Sombra, por un segundo Dusk se inquietó. Esa amable sonrisa le recordaba a alguien, pero en ese momento su mente no podía asociarlo con nadie. Era una genuina sonrisa de amabilidad, pero por alguna razón, también parecía algo… ¿Triste?

Dejando aquel pensamiento de lado, Dusk intentó ordenar sus pensamientos. Tenía decenas de preguntas en su mente, pero sabía que debía tener cuidado. Tal como dijera Sombra, no podía hacer que esto pareciera un interrogatorio. Debía de escoger correctamente las preguntas más importantes, y en base a eso, ir despejando el misterio.

"Este es el Imperio de Cristal, ¿Verdad?" Preguntó finalmente Dusk. Decidiendo el orden de sus preguntas. "Si es así, ¿Cómo es que apareció aquí de la noche a la mañana? ¿Dónde había estado antes? ¿Cómo fue que desapareció en primer lugar?"

"Esas son varias preguntas en una." Respondió Sombra, sonriendo divertido. "En efecto, este es el Imperio de Cristal. No sé qué es lo que cuentan en los libros de historia de Equestria sobre nosotros, pero la verdad es que no es primera vez que el Imperio de Cristal se cierra o se abre al mundo. Al cerrarse, me refiero a aislarse del mundo… El Imperio de Cristal fue construido para resguardarse de los peligros del mundo, aislándose en su propio plano espacio-temporal de ser requerido."

"¿Un plano espacial distinto?" Murmuró Dusk asombrado.

"No, ¡No! Solo respondió mis preguntas parcialmente, no me está dando respuestas directas." Pensó Dusk, dándose cuenta de lo brillante que era aquel unicornio gris. "¿Quién controla las apariciones? ¿Por qué lo hicieron en primer lugar? ¿¡Quién tiene el poder de hacer eso!? ¡Está respondiendo preguntas de forma indirecta para hacer que tenga aún más preguntas y me desvíe del objetivo al que quiero llegar!"

"Supongo que notaste la barrera mágica." Siguió hablando Sombra, siempre sonriendo. "Esa barrera nos aísla de la gran tormenta que hay afuera. A su vez, también nos aísla parcialmente del tiempo ordinario. Aquí, el tiempo avanza más rápido que afuera."

Cada palabra que decía Sombra era amable, y sin preguntarle a Applejack, Dusk juraría que también era completamente honesta. Pero no era todo, esa sonrisa… ¡Finalmente se daba cuenta! Dusk alzó por un segundo la vista y vio que tanto Luna como Cadance lo miraban fijamente, como si quisieran decirle algo con sus miradas. Ellas también lo habían notado. Hablar con Sombra… ¡Era como hablar con Celestia! Todo lo que decía era cierto, la honesta verdad, pero siempre había algo escondido, como si ambos decidieran cargar por si solos con los problemas del mundo, y para proteger a todo el mundo, no mentían, pero tampoco decían todo lo que sabían.

Mentalmente Dusk se imaginó jugando ajedrez contra su maestra, y supo que ahora lo estaba haciendo. Solo que esta vez, no lo hacía contra la Princesa del Sol, sino contra Sombra; y no lo hacía en un tablero de ajedrez, si no en una conversación vital.

"¿Qué es el Corazón de Cristal y quién lo creó?" Preguntó Dusk, llegando rápidamente a la conclusión que varias respuestas podían resolverse de aquella pregunta.

"El Corazón de Cristal es un poderoso artefacto mágico creado con magia antigua." Respondió Sombra tranquilamente, siempre sonriendo. "Tiene varias funciones, como la de mantener el clima dentro de la barrera, crear la aurora que funciona como el día y la noche para nosotros, además de ser una pieza fundamental del proceso de cristalización, que ayuda a que los ponies de esta ciudad puedan vivir en paz. En cuanto a su origen, no estoy seguro, ya que el Corazón de Cristal se creó antes que Hope o yo naciéramos. Pero si tuviera que adivinar, diría que la Guardiana del Imperio usó su poderosa magia para crearlo y protegernos, ya que ella era una alicornio de gran poder."

Pese a que Sombra respondía pacientemente sus preguntas, Dusk no se sentía que estuviera ganando. En el tablero de ajedrez mental que se imaginaba, parecía que estaba ganando, pero pronto se daba cuenta que estaba siendo arrinconado. Pese a llenarse de más y más preguntas, Dusk luchó por enfocarse en su objetivo y resolver cuanto antes las preguntas fundamentales que lo agobiaban.

"¿Qué es la cristalización?" Preguntó Dusk seriamente. "¿Qué clase de magia es capaz de alterar el ciclo natural de vida y muerte?"

Por primera vez, Sombra no respondió inmediatamente. Esta vez él se tomó un par de segundos para responder.

"La cristalización es una magia única que solo puede crearse en este plano del espacio, dentro del Imperio de Cristal, gracias a la magia del Corazón de Cristal." Respondió Sombra, tranquila y lentamente. "En un punto de sus vidas, sus cuerpos se cristalizan para poder continuar con sus vidas más allá del ciclo natural de la vida y la muerte. Para eso, abandonan sus emociones negativas para vivir pacíficamente en este paraíso que es nuestro Imperio."

"¿Por eso es que los ponies son tan felices? Junto con sus cuerpos orgánicos, ¿Abandonan partes de sus emociones negativas?" Pensó Dusk, no pudiendo detener su mente mientras más preguntas llenaban su cabeza y ya no sabía por donde más debía continuar. "Espera un segundo, ¿Qué hay de la muerte de Golden Quill? ¡Definitivamente estaba muerto! ¿Cómo es que funciona?"

Mientras Dusk intentaba ordenar sus pensamientos, Luna miraba atentamente a Sombra. Todo lo que decía Sombra era nuevo para ella, jamás se había cuestionado como funcionaba realmente aquel Imperio, y al igual que Dusk, su mente se arremolinó de decenas de preguntas mientras intentaba encajar la nueva información con la que ella misma había observado antes de su destierro, junto con lo último que le había dicho Celestia sobre el Imperio de Cristal. Por su parte, otro que quedó con una mirada pensativa, fue Shining Armor, recordando lo que vivió junto a Sombra 'dentro' del Corazón de Cristal'.

"Abandonar las emociones negativas... ¿Eso es lo que eran esas sombras? ¿¡Esa es la verdadera identidad de un umbrum!?" Pensó Shining, también comenzando a llenarse de preguntas mientras intentaba llenar cabos sueltos.

Sin que nadie se diera cuenta, Sombra sonrió complacido y se puso de pie. Él había ganado la partida de ajedrez. Había respondido las suficientes preguntas para complacer las dudas de sus invitados, al tiempo que los llenaba de nuevas preguntas, mientras evadía hábilmente lo que de verdad temía decir en voz alta.

"Ha sido una estupenda charla, pero creo que ya es hora de descansar." Dijo Sombra mirando la hora en el reloj. "Mañana es un día ocupado, y debemos descansar."

"¡Oh, es cierto! ¡Mañana es la Feria de Cristal!" Dijo Radiant Hope, mirando a Luna y sonriéndole con emoción. "¿Recuerdas el maíz de cristal? ¡Es tan delicioso! ¡Definitivamente debemos comer uno juntas mañana!"

"¡E-Espera!" Interrumpió Dusk rápidamente, viendo que Sombra se había puesto de pie, listo para retirarse. "¡U-Una última pregunta!"

Sombra cerró sus ojos serenamente y sonrió.

"Claro, joven Dusk." Preguntó Sombra sonriendo amablemente. "Dime, ¿Cuál es esa última pregunta?"

"No… ¡No lo sé! ¡Tengo decenas de preguntas y no sé cuál preguntar!" Pensó Dusk muy nervioso. "Él lo sabe, sabe que ganó. Con todo este exceso de información, no sé cuál es la pregunta clave para resolver todo esto este misterio…"

"¿Qué pasó con tu mamá?" Preguntó repentinamente Pinkie Pie, con una genuina inocente mirada.

Por primera vez desde que habían empezado la conversación, la sonrisa de Sombra se esfumó. Por un segundo, él pareció ponerse pálido y abrió con sorpresa sus ojos.

"¿Q-Qué?" Tartamudeó Sombra. Intentando en vano ocultar su sorpresa ante aquella pregunta.

"Tu mamá." Repitió Pinkie Pie, mirando a Sombra y a Radiant Hope, quien, a diferencia de Sombra, puso una mirada confundida. "Luna nos dijo que la Reina Amore era su madre y que ella parecía muy enferma cuando ella y la Princesa Celestia volvieron al Imperio de Cristal. Quería saber si ella pudo recuperarse."

Un silencio sepulcral llenó el salón. No fue necesario un gran intelecto ni pensar demasiado para desarmar a Sombra. Lo único que hizo falta fue una simple pregunta llena de genuina curiosidad y compasión, una pregunta al alma que ni Dusk ni Shining ni las princesas habían pensado tras creer que la respuesta estaba en la cabeza y no en el corazón.

"¿D-De qué está hablando, Sombra?" Preguntó finalmente Hope, viendo que Sombra seguía sin responder, con una mirada asustada. "La Princesa Cadance también mencionó ese nombre. Dijo que el nombre de la Guardiana del Imperio era Amore… ¿Es verdad? ¿Por qué dicen que ella es nuestra madre?" Preguntó Hope, girándose para hacer aquella última pregunta a Luna.

"D-De cierto modo, la Reina Amore es la madre de todos los ponies de este reino…" Respondió finalmente Sombra, volviendo a su tono calmado de voz. Sin embargo, en sus ojos se podía ver lo nervioso y preocupado que realmente estaba.

"¡Ya basta Sombra! ¡Basta de estas verdades a medias!" Dijo Luna, finalmente no pudiendo aceptarlo más. Entonces ella levantó el papel que Sombra le había enviado en secreto y lo puso furiosa sobre la mesa. En este se leía: 'Por favor, no menciones a la Reina'. "Por nuestra antigua amistad, pensé en confiar en ti y seguir lo que me pedías. Pero ya no puedo soportarlo más. No permitiré que niegues a la Reina y niegues su existencia ni el amor que ella siempre sintió por ti y por Hope."

"No lo entiendes…" Respondió Sombra, bajando su cabeza con angustia y tristeza. "Solo estoy tratando de protegerlos a todos."

"Eres igual que mi hermana, crees que es tu deber protegerlos a todos a costa de ti mismo." Dijo Luna con una sincera mirada llena de preocupación. "No debes cargar con todos los problemas tú mismo. Puedes confiar en nosotros."

El último comentario de Luna hizo que Sombra abriera sus ojos con un sobresalto. Que justamente Luna dijera esas palabras, enojaron profundamente a Sombra. Quien en un instante olvidó su angustia, miedo y tristeza, y la reemplazó con furia.

"No quieras decirme TÚ todo lo que Celestia sacrificó para proteger al mundo." Gritó Sombra exasperado. Liberando un enojo que había guardado desde hacía siglos. "¿¡Sabes todo lo que sufrió cuando tuvo que desterrarte!? ¡E incluso desterrada, hiciste de sus noches un infierno!"

Nuevamente un sepulcral silencio llenó el salón. Esta vez fue Luna quién quedó pasmada, con una mirada mezcla de horror y pena.

"A… ¿A qué se refiere?" Preguntó Hope asustada, mirando a Luna, preocupada al ver su expresión. Sin entender nada de lo que se gritaban Sombra y Luna. "¿Desterrada?"

"Sé que no soy la indicada para hablar del dolor de Celestia… Y tampoco soy la indicada para decir que no oculto la verdad." Dijo Luna seriamente. "Celestia me hizo prometer que no se lo diría a nadie, pero a veces hay que decir la verdad, por dolorosa que sea." Agregó Luna con una triste mirada, mirando a Dusk, a Cadance y por último, a Hope. "Luego de mi pelea con Celestia, me transformé en Nightmare Moon y ella no tuvo más opción que desterrarme a la Luna. Allí, Nightmare Moon… Yo… No podía escapar, pero en mi afán de venganza, encontré otros medios para atacar a los ponies… El mundo de los sueños." En ese momento, Luna hizo una pequeña pausa para respirar, ya que sentía que su corazón se apretaba. "Durante mucho tiempo ataqué a los ponies en sus sueños, llenándolos de terribles pesadillas. Por más que Celestia lo intentó, ella no podía detenerme en ese mundo, era inaccesible para ella. Por lo mismo, ella descubrió otra forma de contener mis ataques… Ella dejó al descubierto su mente a propósito. Dejó de protegerse para que mi furia fuera dirigida solo en su dirección... Yo… Por cientos de años, evité que Celestia tuviera noches tranquilas. Yo… Yo destruía sus fantasías y las volvía pesadillas. ¡Por mil años evité que mi hermana tuviera una noche de paz en su vida! ¡Todo por sacrificarse por los demás, para que el resto del mundo pudiera dormir en paz! ¡Todo para defenderlos de su malvada hermana!" Gritó Luna llena de dolor, llorando de enojo contra sí misma.

Por tercera vez esa tarde, el salón quedó completamente en silencio. Con todos los ponies presentes quedando en shock ante tal revelación, pálidos al imaginarse tal horror. En tanto que Sombra simplemente bajó su rostro y golpeó su rostro con su casco. Él sabía eso, la misma Celestia se lo había contado la última vez que se habían visto, pero no era algo que él normalmente hubiera revelado. Fue la rabia y enojo revividas al ver llorar a Celestia mientras él la consolaba, lo que hicieron que por un segundo su rabia se apoderara de él y atacara a Luna con esa revelación. Por su parte, Luna no pudo parar de llorar. Ella se puso de pie y rápidamente se retiró del salón. Sin embargo, antes de hacerlo, al pasar por el lado de Sombra, ella lo miró con una mirada mezcla de pena y enojo.

"La verdad puede doler, pero es la única forma de liberarse." Dijo Luna con una firme mirada, aún llorando. Continuando su camino para salir del salón.

"¡Luna! ¡Espera!" Gritó Radiant Hope preocupada, también poniéndose rápidamente de pie para ir tras su amiga.

Al igual que Luna, Hope también se detuvo un segundo al pasar al lado de Sombra, mirándolo con mucho enojo. Ella estaba llena de preguntas, pero ahora mismo lo que le interesaba era consolar a su mejor amiga, por lo que luego de fulminar a su hermano con la mirada, Hope continuó corriendo para alcanzar a Luna.

Luego que Luna y Hope abandonaran el salón, Sombra también comenzó a retirarse lentamente del salón, en completo silencio.

"Pueden descansar aquí esta noche. Hay muchas habitaciones disponibles." Dijo Sombra, girándose un segundo para ver a sus invitados. Sonriendo, pero con su mirada abatida. "Espero que mañana… Podamos tener una conversación más clara y honesta." Y sin más, el elegante unicornio gris abandonó el salón, dejando a Dusk y sus amigos con un incómodo y triste sentimiento.

# Fin del capítulo 36