T2 - Capítulo 37 – Recuerdos y emociones
Luna había corrido sin rumbo fijo, lo único que le había interesado era alejarse de todos, pues no le gustaba que la vieran llorando. Sin darse cuenta, terminó en la habitación más alta del castillo, donde había un balcón desde el que se veía la mayor parte de la enorme ciudad de cristal. Sin embargo, lo que más llamó la atención de Luna, fue la estatua que allí había, la de la Reina Amore.
Al ver la estatua de quien fuera su guardiana durante sus primeros años de vida, Luna olvidó su enojo y tristeza. Viendo fijamente un rostro que no había visto en más de mil años.
"Luna…" Dijo repentinamente desde la puerta Radiant Hope, que finalmente había alcanzado a Luna. "Lamento que Sombra te haya provocado para que dijeras aquello sobre tú y Celestia." Dijo Hope, apenada.
"No te preocupes. Creo… que en el fondo, quería decirlo." Respondió Luna con una pequeña y triste sonrisa. "No soportaba guardar más ese peso dentro de mí… Ese es el problema cuando ocultas la verdad, sigue siendo un engaño, igual que una mentira." Agregó Luna, entrecerrando sus ojos. Entonces ella miró a Hope y suspiró cansada. "Sé que Sombra no esconde las cosas por ser malvado, pero… Quiere cargar con el peso de los problemas de todo el mundo, igual que Celestia."
"Sí… Creo que desde pequeños ambos se han sentido con la responsabilidad de proteger a sus reinos y a sus súbditos a toda costa, y eso incluye a sus hermanitas." Dijo Hope acercándose a Luna. Entonces Hope sonrió y la abrazó tiernamente. "Te extrañaba, Luna."
"Yo también te extrañé, Hope." Sonrió Luna, abrazando a su querida amiga.
Por varios minutos ambas yeguas simplemente se quedaron abrazadas en completo silencio. Como si quisieran que ese abrazo compensara los abrazos que no se habían dado en mil años. Finalmente, tras varios minutos, Hope abrió sus ojos y alzó la vista.
"Así que… Ella es la Reina Amore." Murmuró Hope, mirando fijamente a la estatua de la alicornio, que por tantos años simplemente llamó 'Guardiana del Imperio'. "Entonces… Ella… Ella es…" por varios segundos, Hope intentó terminar su frase, pero sentía que le costaba mucho hablar. Hasta que finalmente, pudo decirlo. "Mi madre…"
"Sí… Así es." Respondió Luna, también mirando a la estatua. "No sé qué es lo que Sombra está ocultando, pero… Supongo que se relaciona con el hecho que no puedas recordarla." Agregó Luna, con una mirada pensativa.
"Sí, tengo una larga charla pendiente con el Señor 'Yo lo sé todo'." Dijo Hope, hablando seriamente y luego haciendo una mueca de burla al imitar la voz y actitud elegante de Sombra.
"¡Pfft! Sí… Igual que mi hermanita la 'Señorita perfección'." Agregó Luna, alzando su cabeza para imitar una pose elegante que siempre hacía Celestia en su juventud.
Entonces ambas amigas comenzaron a reírse al recordar los viejos apodos que le ponían a sus hermanos. Apodos que solo conocían ellas y que no habían usado en cientos de años. Ambas siguieron compartiendo muchas de las anécdotas que habían tenido las veces que se habían reunido por tantos años, siempre riendo al recordar.
"Me gusta esto… Dejar de pensar en todas nuestras preocupaciones y temores, para solo… reír un rato." Dijo finalmente Hope, sentada junto a Luna. Apoyando su cabeza en el regazo de su amiga mientras esta estaba recostada de espaldas. Entonces, Hope puso una mirada más seria y habló mirando hacia el techo. "Tengo muchas preguntas en mi cabeza ahora mismo, pero… Hay algo que creo que es más importante que mi pasado, y eso es…" En ese instante, Hope se calló un instante y apuntó hacia la estatua que estaba frente a ella. "…el futuro."
Luna inclinó un poco su cabeza para ver hacia donde apuntaba y luego volvió a mirar al techo, con una pequeña sonrisa.
"Sí… Pensé que te darías cuenta. Yo también tenía mis sospechas." Respondió Luna, sin dejar de mirar al techo. Pensando en algo que había estado en su mente desde que había vuelto de su destierro y que ahora, al ver a Hope, volvía a recordar…
Más tarde aquella noche, la puerta del salón de la Guardiana del Imperio se abrió lentamente, dejando paso a Sombra, quien entró tímidamente allí. Al entrar, se sorprendió de ver que Luna estaba allí, con Hope recostada junto a ella, durmiendo. Al verlas detenidamente, Sombra vio que Hope se había quedado dormida con una dulce sonrisa, cosa que lo sorprendió, ya que pensó que su hermana estaría enojada luego de lo sucedido en la comida.
"Se quedó dormida mientras cantaba." Susurró Luna, mirando de reojo seriamente a Sombra. Acariciando la melena de la pony de cristal.
"Ella siempre es así. Prefiere sonreír que enojarse con los demás." Sonrió Sombra. Entonces él alzó la vista y miró seriamente a Luna. "Vine aquí porque te estaba buscando. Creo… Que hay muchas cosas de las que tenemos que hablar."
Luna simplemente asintió y, con mucho cuidado, dejó a Radiant Hope en una cómoda posición para que siguiera durmiendo. En tanto que Sombra hizo aparecer una manta, que levitó sobre Hope y Luna acomodó para acurrucarla bien.
Sombra y Luna salieron silenciosamente de la habitación, cerrando cuidadosamente la puerta al salir. A penas la puerta se cerró, Radiant Hope abrió lentamente sus ojos con una seria y preocupada mirada.
Sombra guio a Luna hasta el salón del trono. Allí, Sombra miró el trono pero no se sentó en él. Él simplemente bajo su cabeza y puso una mirada triste.
"Lamento lo que pasó en la comida. No fue correcto la forma en que reaccioné." Dijo Sombra, disculpándose sinceramente. Sin embargo, para Luna, habían cosas más importantes que discutir en esa noche.
"¿Por qué Hope no recuerda a su madre?" Preguntó Luna seriamente, yendo directo al grano.
Sombra, guardó silencio por unos segundos. Él sabía que ya no podía ocultar la verdad y aunque fuera peligroso, debía comenzar a desvelar los secretos del Imperio poco a poco.
"Hope está muy conectada al Corazón de Cristal, mucho más que cualquier pony." Respondió finalmente Sombra con una triste mirada. "Sus estados de ánimo afectan directamente la magia del Corazón de Cristal, y por ende, la estabilidad de este reino. Eso ha sido así desde su nacimiento, y yo… me he asegurado de que así se mantenga." Agregó Sombra, mientras recordaba el pasado.
En ese instante, sin que Sombra y Luna se dieran cuenta, desde el otro lado del gran salón, en el pasillo exterior, tres grupos de figuras llegaron desde distintas direcciones. Desde el pasillo izquierdo llegaron caminando silenciosamente Dusk y sus amigas; desde el pasillo central, llegaron Shining y Cadance, caminando igual de silenciosos; y por el pasillo de la derecha, Radiant Hope, que venía bajando desde la sala de la Guardiana.
Todos se encontraron de frente y por poco gritan de sorpresa al verse mutuamente, por lo que todos cubrieron sus bocas rápidamente. Entonces, todos ellos escucharon como al fondo del gran salón, donde estaba el trono, se oían las voces de Sombra y Luna. En ese momento, todos se miraron y asintieron, formando un solo grupo para poner atención y escuchar escondidos desde allí lo que Sombra y Luna hablaban. Todos necesitaban escucharlo, querían saber qué se escondía detrás del misterio del Imperio.
Mientras tanto, al lado del trono, Sombra pensaba que, al igual que Luna, él también recordaba muy bien el día que se conocieron. Aquel día, ella se había ido a jugar con Radiant Hope, en cambio, él se quedó con Celestia junto a la puerta de su madre. Eso lo cambió todo…
'Flashback de Sombra.'
Por primera vez, el reformado Imperio de Cristal había recibido visitas: Star Swirl y las dos princesas alicornio. Los tres se habían reunido en la habitación de la Reina Amore y allí, ella les había presentado a sus hijos: Radiant Hope y Sombra. Entonces, la Reina les había pedido a las princesas alicornio que jugaran afuera con sus hijos, mientras ella charlaba un momento con Star Swirl.
"¡Vamos a jugar! ¡Vamos a jugar!" Gritaba Hope emocionada por el pasillo, mientras jalaba de Luna para que la acompañara a su habitación.
A diferencia de Luna, Celestia se quedó parada detrás de la puerta de la habitación. Ella pegó su oreja en la puerta y esperó pacientemente hasta que escucho que las voces de Star Swirl y la Reina comenzaban a hablar.
En esa época, Celestia era una joven yegua que en unos pocos años ya podría ser considerada una adulta. Por lo mismo, ya entendía cuando algo extraño pasaba, y varias cosas que Star Swirl y la Reina habían dicho en la habitación, le parecían muy sospechosas. Ella también quería respuestas, y por lo mismo, lentamente abrió la puerta para escuchar lo que se hablaba en aquella habitación.
En su preocupación por no ser descubierta, Celestia no se percató que el pequeño potrillo Sombra la observaba atentamente, como si se hubiera quedado hechizado viéndola por unos segundos. Entonces, el pequeño potrillo gris también se llenó de curiosidad, y sin que Celestia se percatara, también se acercó a la puerta, quedando debajo de la cabeza de Celestia.
"Tengo algunas teorías, pero prefiero que me lo digas tú mismas. ¿Cómo fue que reconstruiste este reino tal cuál como era antes? Y esos ponies… ¿Por qué su pelaje era de cristal? Ellos… ¿Ellos están vivos?" Preguntó Star Swirl, preguntas que fueron respondidas solo con el silencio de Amore.
"¿Recuerdas los 'Espejos de Recuerdos'?" Preguntó finalmente Amore, mirando a Star Swirl con una seria mirada. Entonces los ojos del mago se fueron abriendo mientras su ágil mente comenzaba a armar el rompecabezas de lo que sucedía. "Esos espejos mágicos no solo guardaban mis recuerdos, habían decenas de esos espejos en las casas de la ciudad… Muchos estaban rotos, pero otros muchos sobrevivieron al ataque de la ciudad. Con ellos, pude reconstruir la ciudad, creando una réplica de-"
"Son recuerdos…" Interrumpió Star Swirl casi en shock. Entendiendo lo sucedido. "¡Esos ponies son recuerdos! Tú… ¡Tú los replicaste de los recuerdos que fueron guardados en los cristales de los espejos! Pero, ¿¡Cómo!?" Gritó Star Swirl, asombrado y asustado al mismo tiempo.
"El Corazón de Cristal les dio vida. Esos ponies están hechos de cristal, pero son copias exactas de los ponies que vivieron aquí antes de morir." Respondió Amore, con esfuerzo en su voz, ya que le costaba hablar. "Yo… Usé toda mi magia para crear un artilugio que pudiera convertir mi deseo en realidad, revivir a mi reino. Pero toda mi magia no fue suficiente, así que el hechizo tomó también gran parte de mi fuerza vital. Eso es el Corazón de Cristal, él… él será quien proteja ahora este nuevo reino."
Star Swirl comenzó a pasearse intranquilo por la habitación, caminando en círculos mientras su mente trabajaba a mil por segundo.
"Todos estos años, estudiando sobre la inmortalidad, todo te llevó a esto…" Murmuró Star Swirl. Deteniéndose un segundo para mirar a la abatida reina alicornio, viéndola con temor, pero también, admiración, al lograr tal milagro mágico. ¡Ella había creado vida a partir de recuerdos encerrados en cristales! ¡Nunca nadie había hecho tal cosa! Y posiblemente, nunca nadie más tuviera ni el poder ni el conocimiento ni la habilidad para volver a hacer tal hazaña.
"Pase años mejorando el proceso de 'cristalización'. Pero incluso con mi magia, no podía lograr que funcionara." Continuó hablando Amore, con una cansada mirada. "Fue entonces que pensé, que el trauma a la muerte podía estar evitando que los ponies de cristal revivieran tal como eran antes. Así que tuve que borrar los recuerdos de sus muertes. Al hacerlo, me di cuenta que no solo era aquel trauma lo que impedía completar el hechizo, si no que esta magia funcionaba mejor si ocultaba todos los sentimientos y recuerdos que afectaban a los ponies de forma negativa. Miedo, vergüenza, confusión, temor, tristeza, soledad, todos esos sentimientos impedían que la esencia de los ponies quisieran volver a la vida, pero al ocultarlos, finalmente lo logré."
"Estas… Estas lobomotizando las almas de esos ponies…" Murmuró Star Swirl con horror.
"¡No! No las estoy borrando, solo las oculto. Es como si ellos olvidaran algo malo que pasó, eso es todo." Respondió Amore asustada. "En la noche, los recuerdos malos se guardan en el Corazón de Cristal, allí se quitan los sentimientos malos, y en el día vuelven como recuerdos limpios a los ponies."
"Pero… Llegará un momento que el Corazón de Cristal colapsará." Dijo Star Swirl. Dejando de lado un momento su debate moral, para analizar todo científicamente.
"Ya he pensado una manera para remediarlo." Dijo Amore con una pequeña sonrisa, pues ella también había llegado a la misma conclusión. "Cada cierto tiempo, deberemos de hacer algo para llenar el Corazón de Cristal de recuerdos felices, para que compense los sentimientos oscuros que almacena."
Star Swirl guardó silencio un momento, mientras seguía analizando todo lo que le decía Amore. Toda esa magia era fascinante, pero era algo totalmente nuevo, al borde de lo ético. Por lo mismo, pensaba en todas las falencias que aquella magia pudiera tener.
"La barrera… ¡Por eso la barrera! Ni siquiera tú tienes magia ilimitada." Dijo Star Swirl con temor. "Tu hechizo y la magia del Corazón de Cristal solo sirven dentro de la barrera. ¿¡Acaso quieres mantener a una ciudad aislada del mundo por toda la eternidad!?"
"Estos ponies de cristal solo serán la primera generación." Respondió Amore con una amorosa sonrisa. "Con cada generación, los nuevos ponies se irán impregnando naturalmente con la magia del mundo real. Pasarán decenas de generaciones hasta que finalmente, los recién nacidos nazcan con vida real, sin pizca de la magia de la cristalización que dio vida a sus ancestros. Y así, finalmente la barrera podrá liberarse."
"Es… ¡Es una locura!" Gritó Star Swirl casi en shock. "Eso llevará cientos, no… ¡Miles de años!"
"Por eso tome prestados algunos apuntes tuyos sobre magia temporal." Respondió Amore sonriendo. "Este lugar no solo está aislado de Equestria, también el tiempo corre distinto aquí. Una hora en Equestria serán días aquí, y al igual que la barrera que irá disminuyendo hasta desaparecer, el tiempo también se irá normalizando lentamente hasta igualarse al tiempo del mundo exterior."
En ese momento, en la puerta de la habitación, Celestia tocó su pecho asustada, comprendiendo en parte lo complejo de lo que hablaban Star Swirl y la reina. Al hacerlo, su casco chocó con un inesperado espía del que no se había percatado.
"¿Qué haces aquí? No deberías estar escuchando estas cosas." Dijo Celestia, reprendiendo al potrillo gris con la mirada.
"T-Tú tampoco…" Respondió tímidamente Sombra. Una respuesta que sorprendió a Celestia, y la hizo sonreír. Divertida al ver lo astuto que era ese lindo potrillo.
"¿Por qué me seguiste? Pensé que habías ido a jugar con Luna y tu hermanita." Dijo Celestia, agachándose un momento para mirar más de cerca al potrillo gris y que él lo viera a los ojos. Notando que parecía tener un brillo inusual en ellos.
"Yo… puedo ver las almas de demás…" Respondió Sombra, dejando atónita a Celestia. "T-Todos tienes almas blancas y brillantes, algunos más que otros. P-Pero la tuya… Es una muy brillante. Muy bonita…" Agregó Sombra, sonrojándose y desviando levemente su mirada.
"¿Puedes ver las almas?" Preguntó Celestia confundida. Entonces, ella recordó como a veces Luna decía que veía hadas que salían de los ponies que dormían. Por lo que Celestia simplemente sonrió divertida, pensando que los potrillos tenían mucha imaginación. Entonces, ella se distrajo cuando el pequeño potrillo jaló un poco de su melena para que volviera a mirarlo.
"C-Cuando sea grande, yo… te daré un anillo y me casaré contigo." Dijo el tímido potrillo gris, mirando a Celestia con sus mejillas sonrojadas, pero con determinación en sus ojos. Por su parte Celestia se sorprendió y puso una tierna sonrisa.
"Quizás cuando seas mayor." Sonrió divertida Celestia. Enternecida ante el tierno potrillo unicornio, al tiempo que se divertía al pensar que su primera propuesta de amor, fue hecha por un potrillo.
Finalmente, Celestia volvió a distraerse cuando escuchó que la voz de Star Swirl subía de tono.
"¡Ya basta!" Gritó repentinamente Star Swirl frustrado, viendo que la astuta Amore tenía respuestas aparentes a todas sus preguntas. "¡Todo esto es magia experimental, no puedes asegurar que todo funcionara tal como planeas! Que… ¿¡Qué pasa si el Corazón de Cristal falla!?"
"Me aseguraré que no lo haga… Si he de ser inmortal, que al menos sirva para esto." Sonrió Amore, mientras Star Swirl solo ponía una mirada de horror al ver que Amore se había puesto ella misma una cadena que la ataba allí y la iba matando lentamente. "De todos modos, no pensaba volver a salir de aquí. Aquí tengo todo lo que necesito, tengo a mis hijos, y dentro de este plano, puedo evitar que la magia alicornio llame la atención de algún otro monstruo. Así, también podré volver a reunirme con mis pequeñas princesitas… Pasarán cientos de años, hasta que finalmente el Corazón de Cristal absorba toda mi magia, y entonces, será la misma felicidad de los ponies que viven aquí la que limpiará y recargará el Corazón de Cristal… Querido Star Swirl, creé el refugio perfecto, ¡Este nuevo Imperio de Cristal será perfecto!"
"Esto es una locura, ¡Es solo una fantasía! No existe la perfección, siempre hay que pagar un precio, ¡Siempre!" Dijo Star Swirl frustrado. En ese instante, el mago detuvo su andar incesante y miró seriamente a la alicornio. "¿El Corazón de Cristal también te protege en este plano de la maldición del alicornio? ¿Pagaste el precio, o lo han de pagar los ponies de cristal que están allá abajo? ¿Qué pasará con Radiant Hope y Sombra? ¡Ellos tampoco podrán salir jamás de aquí!"
"¡N-No! Yo… Creo que no será así." Respondió Amore, por primera vez, con una voz insegura. "Ellos nacieron por mí, no de la magia del Corazón de Cristal. Su pelaje no es de cristal, ellos sí podrán salir al mundo, ¡Estoy segura!"
Al momento que Amore gritó con temor, tanto ella como Star Swirl se pusieron tensos al sentir una extraña perturbación mágica a su alrededor.
"¿Que fue eso?" Preguntó Star Swirl preocupado, mirando hacia todos lados, ya que no estaba seguro de dónde había venido esa perturbación.
"Es la barrera… ¡Debo perfeccionarla! ¡Aún no está lista!" Dijo Amore muy asustada. Entonces ella se percató de algo y alzó la vista hacia la puerta. Causando que Celestia y Sombra se retiraran justo a tiempo antes que la Reina los viera. "Quizás sea que la barrera no soporta que las tres alicornio estemos reunidas juntas después de todo… La magia antigua es muy poderosa, más que mi propia magia por si sola." Entonces Amore miró muy asustada a Star Swirl y le rogó. "Váyanse. Deben irse ahora mismo."
Entendiendo que lo que Amore le pedía, más que un favor, era una orden, Star Swirl se apresuró a salir de la habitación, tomando a Celestia con él y buscando rápidamente a Luna para irse de allí. Incluso si no fuera una orden de la Reina, Star Swirl lo hubiera hecho de todas formas, pues, tal como dijo la Reina, si la barrera había temblado por estar las tres alicornios reunidas, debían separarse y distanciarse lo antes posible, antes que otra catástrofe sucediera.
Mientras Star Swirl y las princesas se iban, Sombra y Hope los vieron alejarse desde el balcón del castillo. Una vez desaparecieron tras la barrera, ambos corrieron a ver a su madre en la habitación. Allí, ambos se sorprendieron de ver a su madre de pie. Delgada y tan esquelética que casi parecía un milagro que estuviera de pie. La mirada de la reina era de profundo temor.
"Fue un error, fue un error… Debo volver a cerrar el Imperio. Debo protegerlos a todos." Murmuró Amore con una mirada paranoica, mientras usaba lo poco de magia que aún le quedaba para volver a cerrar el Imperio.
Aquello significaba que la Gran Tormenta del Norte volvía a bloquear y aislar del mundo esa gran ciudad. Quedando lejos del alcance de cualquier ser vivo que quisiera ir hasta allí. Y así seguiría por muchos, muchos años…
Tras volver a aislarse el Imperio de Cristal, este fue creciendo y floreciendo, alejado de la mirada del mundo. Allí, Sombra y Radiant Hope crecieron felices como hermanos, junto a los cálidos besos y abrazos de su madre. Pronto dejaron de ser potrillos, aunque todos los seguían tratando como tal, principalmente porque a pesar de ser ya jóvenes ponies, seguían sin tener sus cutie marks. Algo que su madre siempre les recalcaba que no se preocuparan, que incluso las princesas demoraron en tener las suyas, y que algún día, ellos también las obtendrían.
Tal como vaticinara Amore, de los casi quince ponies de cristal iniciales que hubo en el Imperio, pronto nació la segunda generación. Una generación que nació con sus pelajes sin cristalizar pero con sus ojos y melenas brillantes, característicos de los ponies originales que vivían en el Imperio de Cristal.
Mientras vivían su infancia con las primeras generaciones, Sombra y Hope los veían siempre mientras recorrían las calles de la ciudad. Después de todo, el castillo era muy aburrido para un par de jóvenes ponies como ellos, que no hacía mucho habían sido solo unos potrillos. Al ir a la ciudad, pronto se dieron cuenta que, pese a ser hermanos, por alguna razón, los habitantes de la ciudad los trataban de forma muy distinta.
Cuando Radiant Hope se acercaba a ellos, todos le sonreían y la trataban con afecto, viendo lo adorable que era. En cambio, por alguna razón, cuando los ponies de cristal veían a Sombra acercarse, intentaban evadirlo o solo lo saludaban con una incómoda sonrisa. Ni siquiera los mismos ponies de cristal sabían por qué, solo era una extraña sensación sin explicación que sentían al ver al joven Sombra. Aquello pudo incomodar a Sombra en un principio, pero la verdad era que él mismo también prefería evadir tratar con los ponies de cristal. Cuando él los veía, siempre recordaba esas oscuras 'hadas' que salían de ellos, además, tal como le dijera a Celestia, los ojos de Sombra tenían un talento especial para ver más allá de lo aparente, logrando ver parte de las almas de los seres vivos. Y aunque eso fuera un don, en un lugar como el Imperio de Cristal, eso podía ser algo muy terrorífico de experimentar.
"No tienes que tenerles miedo." Le decía Radiant Hope a su querido hermano, cuando veía que se alejaba de ciertos ponies de cristal.
"Yo… No sé si están vivos o no." Decía Sombra temblando. Mirando a Hope y viendo su siempre blanca y brillante alma, y luego viendo a los ponies de cristal más antiguos, viendo almas difusas y transparentes, como si solo fuesen fantasmas. "Sus almas son raras."
"¿Eh? ¿Tú puedes ver las almas?" Preguntó Radiant Hope sorprendida.
"Hope, ya te lo había dicho." Respondió Sombra, levemente asustado. "Te lo he dicho varias veces."
"¡Claro que no! Recordaría si me hubieras dicho que algo te asustaba." Respondió Hope con una cara de puchero. "Como sea, si te asusta tanto, deberíamos decirle a mamá."
Ese día, ambos hermanos tuvieron que ir hasta la habitación de la Reina para encontrarla, pues Amore ya nunca salía de su habitación. La otrora poderosa reina alicornio, apenas si podía moverse y pasaba los días recostada, completamente agotada en cuerpo y alma.
"Yo no veo las cosas que ve Sombra, pero si he notado que los ponies de cristal actúan muy raro a veces." Dijo Hope mientras hablaba con su madre. "El otro día rompí sin querer un jarrón en la casa de Coral, y ella no se enojó ni nada… Es decir, sé que me tratan distinta por ser una princesa, pero fue como… Si ella ni siquiera pudiera reaccionar."
"Es la magia de este reino. El Corazón de Cristal mantiene a todos felices." Respondió Amore sonriendo, quién siempre evitaba hablar de las 'particularidades' de su reino, para no preocupar a sus hijos.
"¿Y lo que ve Sombra? Él dice que algunos ponies tienen un alma borrosa." Preguntó Hope, preocupada. Mirando al lado a su hermano, que solo se quedó callado. Avergonzado de hablar de las cosas que veía con su madre, pues nadie más que Hope creía que él veía las almas.
"No es nada de que preocuparse." Respondió Amore sin darle mayor importancia. Acercando a sus hijos a su cama para acariciarlos. "Estoy segura que para mañana, ya lo olvidarán."
Al día siguiente, Sombra y Hope se levantaron como siempre y jugaron en el castillo. Allí, Sombra estaba ansioso de ir en la misión que habían planeado el día anterior, para ir a recorrer el pueblo y saber qué ponies tenían alma brillante y cuales un alma trasparente. Sin embargo, Sombra se sorprendió de escuchar que Hope no recordaba nada de aquella conversación. No era la primera vez que Sombra se daba cuenta que Hope se olvidaba de muchas de las cosas que hablaban, principalmente cuando él o ella hablaban de las cosas que le daban miedo. Aquello preocupó al joven unicornio, que fue de inmediato a preguntar a su madre qué ocurría con su hermana.
Al escuchar el relato de Sombra, Amore entendió que a Sombra no le afectaban las mismas cosas que a Hope, al tiempo que entendió que su hijo ya sabía más cosas de las que debería, e inevitablemente, se iría enterando poco a poco de la verdad de ese reino.
"Hope olvida sus preocupaciones, sus miedos, todos sus malos recuerdos. Tal como le pasa a los demás ponies en el reino." Respondió finalmente Amore, luego que Sombra le contara sus preocupaciones. "Como Hope no es una pony de cristal, solo le afecta sus recuerdos, pero sus sentimientos siguen intactos. Eso es algo de lo que ya me había dado cuenta. Lo que no sabía, era que a ti no te afectaba en nada." Estirando lentamente su casco, Amore acaricio el rostro de su hijo y sonrió tiernamente. "No debes decirle nada a Radiant Hope, ella será más feliz así. Tú debes velar porque ella sea feliz, al igual que todos en este reino. Ese… Ese es el deber de un gobernante. Incluso si debe cargar con el miedo y los problemas de los demás, debe sacrificarse para que los demás sean felices."
Sintiendo el cálido tacto del delgado y casi moribundo casco de su madre, Sombra cerró sus ojos y lo abrazó mientras acariciaban su rostro.
"Lo entiendo mamá… Yo cuidaré a Hope. Lo prometo." Respondió Sombra.
Los días pasaron y todos en el Imperio se prepararon para celebrar el aniversario del reino. Una fiesta que había comenzado como algo pequeño, con los primeros quince ponies fundadores, pero luego que las familias crecieran, lentamente la celebración se fue haciendo más grande, hasta que ese año decidieron volverla una fiesta oficial, celebrando por primer año la gran 'Feria de Cristal'. Todos pensando que aquello era solo una fiesta más, sin saber que realmente estaban protegiendo el imperio, al cargar de felicidad el Corazón de Cristal.
Radiant Hope y Sombra habían ido a las primeras celebraciones, pese a que a Sombra no le gustaba mucho acercarse a los demás ponies de cristal. Por lo mismo, Sombra siempre pensó que aquel malestar que sentía era algo normal al forzarse al asistir a esas fiestas en nombre de su madre. Sin embargo, con el paso de los años, Sombra se dio cuenta que cada vez que llegaba esa fecha, él se sentía peor, sintiendo mareos, fatiga, e incluso dolor.
Aquel año de la primera Feria de Cristal oficial, fue mucho peor. Sombra se sintió muy enfermo, con mucho dolor en todo su cuerpo. Ni siquiera los pocos doctores que había en ese momento en el Imperio supieron la razón del dolor del joven príncipe. Finalmente, Amore pidió que llevaran a Sombra a su habitación, pero ella tampoco fue capaz de calmar su dolor. Amore ya apenas si tenía magia para iluminar un poco su cuerno, poco podía hacer para intentar sanar algo que no comprendía. Sin embargo, ella tenía una teoría. Había visto como aquello le pasaba a Sombra solo en esa fecha, por lo que era evidente que debía de relacionarse con la Feria de Cristal y la recarga del Corazón de Cristal.
"Lo siento, bebé. Solo debes soportarlo por hoy… ¡Solo un día al año!" Lloró Amore, besando la frente de Sombra mientras este se retorcía de dolor en la cama de Amore. "Si tuviera la magia, me traspasaría tu dolor, pero no puedo… Esto es necesario, ya no puedo recargar el Corazón de Cristal solo con mi magia, es necesaria la felicidad de los ponies del reino, y sin el festival, nunca se recargará." Continuó hablando Amore mientras veía como su hijo sufría con dolor en su cuerpo. Entonces ella movió su débil cuerpo y abrazó fuerte a su querido hijito. "¿¡Este es mi castigo por romper la maldición alicornio!? ¿¡Ver a mi hijo sufrir sin poder hacer nada!?" Lloró Amore, sintiéndose completamente impotente.
Afortunadamente, al día siguiente del festival, Sombra despertó como siempre, sin dolor alguno en su cuerpo, lo que llenó de alegría a Amore y a Hope. Sin embargo, pronto los tres comprendieron que aquello se volvería un ritual familiar.
Año tras año, Sombra volvía a sufrir de aquellos dolores justo en la fecha que se celebraba la Feria de Cristal, y cada año, Amore hacía que llevaran a su hijo hasta su habitación para cuidarlo y abrazarlo. A esa situación, también se sumó Radiant Hope, que amaba asistir a las fiestas del festival, pero amaba más a su hermano, y desde ese año, no volvió a asistir a una Feria de Cristal, para acompañar a su madre y a su hermano.
Cada año sin falta, Sombra sufría aquellos ataques de dolor, y cada año, se iban haciendo cada vez más fuertes, y Amore lo notó. La experimentada y sabia alicornio sabía que aquella maldición que atacaba a Sombra era progresiva, y solo era cuestión de años hasta que su cuerpo no lo soportara más y Sombra muriera.
Por su parte, Sombra había escuchado de su madre sobre la maldición alicornio, y pensó que quizás esa era una forma que la naturaleza le decía a su madre que no podía romper las leyes de la naturaleza. Aún así, Sombra luchaba por soportar aquel dolor, pues en el fondo, daba gracias de que aquello le sucediera a él y no a su hermana. Aquello le daba fuerzas a Sombra para soportar cada año, diciéndose a sí mismo que debía soportar, pues si no lo hacía, la maldición podría recaer en Hope.
Finalmente, Amore entendió que no había otra salida que arriesgarse y pedir ayuda. Así que tras muchos años aislados del mundo, Amore volvió a abrir la barrera, pues, si había alguien que podía encontrar la solución a su problema, era un viejo amigo.
Varias semanas antes de la siguiente Feria de Cristal, Amore abrió el Imperio al mundo y se contactó con Star Swirl, quien respondió inmediatamente. Sin embargo, como el tiempo avanzaba distinto en el Imperio, a Star Swirl le tomó esa misma cantidad de tiempo poder presentarse en el Imperio, llegando justo el día de la Feria de Cristal. Una vez allí, el mago se sorprendió al ver lo mucho que había crecido el Imperio y su población en ese tiempo. Pues, aunque fueron más de dos décadas en el Imperio de Cristal, en el mundo real solo habían pasado unos pocos años. En ese trayecto de Star Swirl, desde la entrada del Imperio al castillo, el astuto ojo de Star Swirl notó muchas otras cosas, muchas que le sorprendieron y asustaron al mismo tiempo.
Ya llegando al castillo, lo siguiente que sorprendió a Star Swirl, fue ver a la familia real del reino, viendo con asombro lo mucho que Sombra y Radiant Hope habían crecido, hasta ser ya ponies adultos. Sin embargo, su mayor sorpresa vino al ver a Amore, viéndola mucho más deteriorada que la última vez que la había visto, casi parecía como si fuese un milagro que aún estuviese viva.
Como era día de la Feria de Cristal, Sombra ya se encontraba recostado junto a su madre, retorciéndose de dolor mientras su madre intentaba abrazarlo por un lado, y Radiant Hope lo sostenía con cariño desde el otro. Con la llegada de Star Swirl, Amore le pidió a Hope que esperara afuera, ya que debía conversar cosas con Star Swirl que ella no debía escuchar, y si hubiera podido, también hubiera evitado que Sombra estuviera allí para escuchar, pero en su estado, ni Sombra ni ella podían moverse a otro lado.
Lamentablemente para Sombra, el dolor era tal que apenas si pudo percatarse de la presencia del mago, e incluso al verlo, no estaba seguro si de verdad Star Swirl estaba allí o solo era parte de sus delirios por la fiebre y el dolor que sentía. Por lo que solo alcanzó a escuchar parte de la conversación, antes de caer desmayado por el dolor.
"Hay más ponies aquí con la piel cristalizada… ¿¡Los estás reviviendo a todos una vez que mueren!?" Preguntó Star Swirl asustado. Preguntando una pregunta que había estado en su cabeza desde que llegó y que ya no podía contener.
"No lo planeé así. Es el propio Corazón de Cristal quien los revive una vez mueren." Respondió Amore con una triste mirada. "Al morir un pony descendiente de otro pony de cristal, el Corazón de Cristal cristaliza sus cuerpos, y crea una copia de lo que fueron en vida, solo con sus recuerdos felices." Por un momento ella guardó silencio y luego miró con tristeza al mago. "Sombra, Hope y yo estamos fuera de ese ciclo de resurrección, pero creo que el Corazón de Cristal sigue mis deseos de cuando lo creé. Solo quiere que nadie muera y que todos sean felices."
Al ver la triste mirada de Amore y ver que aquello no fue planeado, Star Swirl dio un gran suspiro y se sostuvo la cabeza.
"En verdad, es increíble… Creaste un paraíso en la tierra, sin dolor, sin muerte." Dijo Star Swirl anonadado, por lo que para él, era probablemente el milagro mágico más grande de la historia.
"No todo es perfecto." Dijo Amore, con una abatida mirada, comenzando a llorar. "Mantener esos umbrums, esos sentimientos oscuros dentro del cristal, está cobrando un precio. Creo que quieren llevarse una vida a cambio de mantener la vida de todos los demás… Y en mi arrogancia, mi hijo está pagando el precio."
En ese punto la conciencia de Sombra se desvaneció por un instante, su dolor era demasiado y ya no lograba captar atención a lo que su madre y Star Swirl hablaban, escuchando algunos gritos y llantos que no lograba entender. Fue solo cuando escuchó abrirse la puerta, que Sombra recuperó parte de la conciencia y recordó donde estaba. Entonces, pudo abrir sus ojos con dolor y vio que Star Swirl estaba en la puerta, listo para irse. Pero antes, el mago se volteó y habló una última vez a Amore.
"Volveré con Celestia y Luna. Sé que es riesgoso, pero son las únicas que podrían lograr salvarlos." Dijo Star Swirl seriamente. Usando su teletransportación para irse lo más rápido posible, pues sabía que el tiempo estaba en su contra.
Por su parte, al escuchar que volvería a ver Celestia, una extraña paz se generó en el pecho de Sombra, a pesar del dolor insoportable que sentía en ese momento. Entonces, Sombra cayó desmayado, sintiendo que su cuerpo se rompía en pedazos, pero con la pequeña luz de esperanza que volvería a ver de nuevo a la bella Celestia.
"¡NOOOO!" Un grito desgarrador despertó parcialmente a Sombra de su desmayo. Sin embargo, el dolor era tal, que apenas si podía ver lo que había frente a él. De hecho, todo se veía muy nebuloso y oscuro.
Ante Sombra, había una extraña criatura, un ser que parecía estar hecho de humo, con grandes ojos rojos. Frente a aquella aterradora sombra, estaba su madre, que apenas si podía estar de pie. Ella lloraba sin parar mientras miraba con pánico a la temible criatura ante ella.
"¿Quieres una vida? Tómame a mí ¡Tómame a mí! ¡Deja que mi pequeño Sombra vuelva!" Gritó Amore aterrada, dando un paso al frente para sacrificarse.
"No… ¡Mama, no!" Gritó Sombra. Pero su cuerpo estaba tan adolorido que ni siquiera podía moverse.
Perdiendo lo último de fuerzas que le quedaban, lo último que escucho Sombra fue la malvada risa de aquel oscuro ser, luego, oscuridad.
Tras perder la conciencia, finalmente Sombra pudo sentir algo, una cálida sensación que recorría todo su cuerpo. Sus sentidos lentamente volvieron en sí.
"No me dejes Sombra… Por favor, quédate conmigo." Decía una voz femenina que la aturdida mente de Sombra aún no podía reconocer.
"¿Mamá…?" Murmuró Sombra, mientras recobraba lentamente la conciencia y abría sus ojos. Cuando su vista se aclaró, vio que quien estaba frente a él no era su madre, sino Radiant Hope.
En ese momento, Sombra se percató que su cuerpo completo estaba rodeado por la magia de Hope, mientras que su hermana usaba su magia, ella tenía sus ojos cerrados por el esfuerzo, y más impactante aún, ¡Tenía una cutie mark! Fuese la que fuese la magia que había usado Radiant Hope, había liberado en ella su potencial para obtener su cutie mark, que era un caduceo dorado, símbolo universal de sanación.
Al escuchar que Sombra hablaba, Hope abrió sus ojos con sorpresa, dejó de usar su magia. Entonces ella corrió a abrazó a su hermano.
"¡Sombra!" Gritó Hope sonriendo, con sus ojos hinchados por llorar.
"¿Hope? ¿Q-Qué pasó…?" Preguntó Sombra confundido. Mientras que la única respuesta de Hope, fue comenzar a llorar incontrolablemente, apretando fuerte a Sombra para que la abrazara.
Lentamente los recuerdos de lo último que sucedió volvieron a la mente de Sombra y él abrió sus ojos con espanto.
"¡Hope! ¡Mamá y el umbrum! Esa cosa… ¡Esa cosa nos atacó! ¡Iba a atacar a mamá!" Gritó Sombra aterrado, separándose de Hope para que lo mirara y le explicara lo sucedido.
Hope no fue capaz de contestar, ella solo ocultó su rostro y comenzó a llorar aún más. Un escalofrío recorrió la espalda de Sombra, entonces, él miró detrás de Radiant Hope y vio en el suelo el cuerpo de su madre, con sus ojos cerrados, completamente inmóvil. Sombra quiso preguntar, pero se quedó sin voz al abrir su boca, no quería respuesta a una pregunta que parecía obvia, y su corazón se apretó al tiempo que comenzó a llorar.
"Ella ya no está con nosotros…" Lloró Hope, dando finalmente una respuesta a Sombra. En tanto que Sombra parecía estar en shock, como si no pudiera creer lo que había pasado, menos aún en aquel perfecto reino en que nadie moría. "Alcancé a verlo… El umbrum." Dijo lentamente Radiant Hope, mirando a su hermano con una triste y temerosa mirada. "Esa sombra atacó a mamá y luego… desapareció."
"Esa criatura aprovechó que estaba débil… ¡Venía por mí! Y mamá… Ella… Ella se sacrificó." Lloró Sombra, sosteniendo su cabeza mientras borrosamente recordaba lo último que vio antes de desmayarse. Recordando cuando su madre dijo que esa horrible bestia venía a reclamar una vida, y así fue, solo que ella dio la suya para salvar la de él.
Después de aquel día, la falta de la magia de Amore se hizo evidente. La aurora en el cielo del Imperio pareció estar apagada por días, como si hubiera un constante cielo nublado. Incluso los mismos ponies de cristal se veían afectados, ellos seguían sonriendo, pero sus sonrisas eran tristes y sus miradas apagadas, como si en el fondo de sus corazones supieran que su reina había muerto. Pero aquello era imposible, por la misma magia del Corazón de Cristal que impedía que los malos recuerdos y sentimientos se guardaran en sus corazones, debía de haber otra razón.
Uno de esos días, Sombra miraba la ciudad desde el balcón del castillo. Él ya había pasado varios días de luto en soledad, llorando en secreto. Todo para que Radiant Hope no lo viera en ese estado. Pero ya era momento de seguir adelante, y lo primero, era descubrir qué afectaba al reino.
"No lo entiendo… El Corazón de Cristal alcanzó a recargarse ese mismo día en la Feria de Cristal." Pensó Sombra intranquilo. "No está fallando, sino, la magia de la cristalización no seguiría funcionando. Hay algo más… Algo está afectando el Corazón de Cristal de alguna manera."
"¡Hola Sombra! ¿Por qué ese ceño fruncido?" Preguntó repentinamente Hope con una sonrisa. Viendo a su hermano, quien estaba asomado al balcón. "Vamos… ¡Sonríe para mí!" Dijo Hope divertida, apretando las mejillas de su hermano para obligarlo a sonreír.
"Sí, sí… lo siento." Respondió Sombra, con una triste sonrisa.
Esa era exactamente la razón por la cual Sombra lloraba en secreto. A diferencia de él, Hope si era afectada parcialmente por el Corazón de Cristal. Tal como le dijera un día su madre, sus malos recuerdos también se ocultaban en el Corazón de Cristal. Por lo mismo, ella no podía recordar la muerte de su madre. De hecho, Sombra se había preocupado de aquello, cerrando la habitación de su madre, diciendo que ella quería estar sola debido a que estaba muy enferma.
Mientras Sombra recordaba aquello, miró un momento a Hope, y al instante, se asustó al ver que su hermana lloraba. Radiant Hope había comenzado a ver a los ponies de cristal del pueblo, y sin razón, ella simplemente comenzó a llorar, aunque no sabía por qué.
"Sombra… ¿Qué me pasa?" Preguntó Hope sorprendida, tocando sus lágrimas sin entender el porqué de estas. "Siento que mi pecho duele y… y no puedo parar de llorar… ¿¡Qué me está pasando!?" Preguntó Hope, comenzando a asustarse.
La pena que agobiaba a Sombra se apoderó de él, y él simplemente abrazó fuerte a su querida hermana. Mientras lo hacía, los ojos de Sombra se abrieron con sorpresa al entender lo que pasaba.
"Los recuerdos de Radiant Hope también se ocultan en el Corazón de Cristal, pero no sus sentimientos ni el trauma de ese día. Después de todo, ella no es un pony de cristal, es un pony normal como mamá y yo." Pensó Sombra, recordando aquel detalle. "Ahora que mamá no está, quien debe estar más conectado al Corazón de Cristal, debe ser Hope… Por alguna razón, sus sentimientos se están trasmitiendo a través del Corazón de Cristal… Pero, ¿Por qué solo sus sentimientos y no los de nadie más?" Pensó Sombra confundido.
"Sombra, ¿Sucede algo malo?" Preguntó Hope mientras abrazaba a su hermano. Sintiendo que de un momento a otro Sombra se había puesto tenso.
"N-No es nada… Solo confía en mí. Te prometo que todo estará bien." Dijo Sombra amorosamente, dándole un pequeño beso en la frente. Entonces él comenzó a usar su magia en Hope.
No por nada, Sombra era hijo de la poderosa Reina Amore. Y pese a que los hechizos mentales no eran fáciles, a esa edad, ya adulta, Sombra tenía la habilidad de cualquier mago de alto nivel del Reino de Equestria. Por eso, Sombra tomó la determinación de borrar por completo un recuerdo de la mente de Hope, borrar por completo lo sucedido aquel día. No importaba si el Corazón de Cristal ya había borrado lo malo de aquel recuerdo, Sombra necesitaba borrar todo ese día, todo lo que Radiant Hope sintió ese día, incluyendo momentos felices, como si ese día en la vida de Hope jamás hubiera existido.
"Yo siempre te protegeré, Hope. A ti y a al reino de madre… a NUESTRO reino." Dijo Sombra mientras su magia hacía efecto y Hope caía profundamente dormida.
Los días posteriores, Sombra verificó a diario el estado del Corazón de Cristal, el de los ponies de cristal, y en especial, el estado emocional de Radiant Hope. Día tras día, el estado de ánimo de los ponies de cristal y el de Hope parecía mantenerse igual de bajo, al igual que el oscuro cielo del reino. Aquello era algo que Sombra esperaba, ya que sabía que el corazón herido de Hope demoraría en sanar y no sería de un día para otro. Por eso, se alegró después de unas semanas al ver que el Corazón de Cristal empezó lentamente a brillar más, mientras los llantos espontáneos de Hope comenzaron a ser menos y las sonrisas en los rostros de los ponies de cristal volvían lentamente a verse más normales.
Los meses pasaron, y la situación fue mejorando más y más. Así, para la siguiente Feria de Cristal, ya todo parecía haber vuelto a la normalidad. Los ponies de cristal reían felizmente, el Corazón de Cristal se recargaba con normalidad, los cielos volvían a tener la bella aurora iluminándolos, y por sobre todo, Hope volvió a ser la pony alegre y risueña que siempre había sido.
A pesar de todo, hubo algo que sí cambió para bien aquella desde aquella primera Feria de Cristal, luego de la muerte de Amore. Por primera vez en su vida, Sombra pudo presenciar una Feria de Cristal sin sufrir del fuerte dolor que siempre sentía en esa fecha. Así, pudo disfrutar junto a Hope por primera vez de los deliciosos maíces de cristal e incluso tocar las famosas trompetas de cristal. Muchas tradiciones que los ponies de cristal tenían y que solo hacían ese día específico del año.
"Oye, ¿Qué pasa allí?" Preguntó repentinamente Hope mientras caminaba por la feria junto a Sombra. Viendo que habían varios ponies reunidos frente a una estatua.
Al acercarse, Sombra se puso tenso al descubrir que aquello era una estatua de su madre. Una estatua que los ponies de cristal había hecho años atrás y que siempre llevaban al centro de la plaza en esas fechas. Algo que Sombra desconocía, dado que nunca había ido a una Feria de Cristal antes.
"¡Oh, Princesa! Y… mi Rey…" Dijo un pony de cristal al verse acercar a ambos hermanos. Poniéndose nervioso sin razón al ver acercarse a Sombra. "Teníamos esta estatua y… no estamos seguros qué representa.
"¿Rey? ¿Por qué te llaman Rey? ¿Y por qué no recuerdan a mamá?" Preguntó Radiant Hope preocupada, mirando a Sombra. Quién por su parte, se quedó congelado, viendo que los ponies de cristal habían olvidado por completo a la Reina Amore.
"¿Este es el efecto que el Corazón de Cristal causó tras la muerte de nuestra madre? ¿¡Por qué no me di cuenta antes!?" Pensó Sombra preocupado. Mirando de reojo a Hope y dándose cuenta que se estaba demorando mucho en contestar. "Lo que menos necesito ahora es que Hope empiece a hacer preguntas. Necesito desviar la atención."
"N-Nuestra madre quiere que me empiece a hacer cargo de las labores de gobernar, debido a su enfermedad." Respondió lentamente Sombra, con una sonrisa tranquila para ocultar su verdadero nerviosismo. "Para que no haya confusiones en quién es el rey, ella pidió que desde ahora solo la llamáramos 'La Guardiana del Imperio'.".
"¡Eh…! ¿¡Por qué nunca me dicen nada a mí!?" Reclamó Hope poniendo una cara de puchero al creer que su madre y su hermano se guardaban secreto. Entonces ella fingió estar molesta por un segundo, pero luego miró a Sombra y sonrió. "¡Es broma! Jeje… ¡Felicidades! Creo que te queda muy bien eso de 'Rey Sombra'." Sonrió Hope tan sonriente como siempre, abrazando a su hermano. "Yo no quiero gobernar ni nada parecido, así que estoy bien con seguir siendo solo una princesa."
"Eso está bien, jeje… Sí… Está bien." Sonrió Sombra con una triste sonrisa. Odiándose a sí mismo por tener que mentirle a su tierna hermana. Entonces él miró la estatua de su madre y luego miró al pony de cristal que les había hecho la pregunta al principio. "Esa es la estatua de la Guardiana del Imperio, ¡Jamás la olviden! Es a ella a quién debemos dar las gracias por estar aquí hoy. Ella… Ella es la más maravillosa pony que hubo… que hay en este mundo. La única Reina de este Imperio." Respondió Sombra con una temblorosa sonrisa mientras sus ojos se humedecían.
Para él, hubiera sido más fácil negar la existencia de su madre y borrarla de la historia cuando Hope no se diera cuenta, por el bien de su propio reino. Sin embargo, no podía. Su madre había dado tanto por los ponies de ese reino, por Hope, por él, que por más que quisiera, Sombra no podía simplemente negar que existió. Quizás los ponies de cristal pudieran recordarla a su modo, aunque fuera con otro nombre.
Tras las palabras de Sombra, todos miraron asombrados la estatua de aquella unicornio alada. En tanto que Sombra, por primera vez en el día, sintió un pequeño malestar en su pecho, pensando que era por la angustia de tener que mentir sobre el legado de su madre. Sin siquiera imaginarse que aquella molestia era el ciclo de dolor que sufriría por siempre en esa fecha, pues no había desaparecido, simplemente, el ciclo se había reiniciado.
'Fin del flashback.'
"Al principio, la magia del Corazón de Cristal solo ocultó en Hope el dolor y pena de ver morir a nuestra madre." Dijo Sombra a Luna, luego de contar su larga historia. "Sin embargo, muchos años después, el Corazón de Cristal finalmente también terminó por borrarle por completo los recuerdos de mamá." Agregó Sombra, desviando por alguna razón la mirada.
Tras responder las preguntas de Luna, que Sombra respondió con total sinceridad, Luna quedó perpleja. Ella para nada sabía el origen del Imperio de Cristal, ni estaba enterada de lo que había pasado en el Imperio entre su primera visita y la siguiente vez que ella y Celestia lo visitaron. De hecho, las veces que volvió al Imperio, Luna nunca vio a la Reina Amore, creyendo lo que Sombra decía sobre que estaba enferma. Las pocas veces que ella se cuestionó aquello, Celestia le dijo que no debía preocuparse… ¿¡Celestia también lo sabía desde entonces!? ¿¡Por qué también se lo ocultaron a ella!?
Alejados del centro del salón, tras la puerta principal, Dusk Shine y los demás también estaban pasmados. ¿¡Los ponies de cristal no eran reales!? ¿¡Solo eran recuerdos!? ¿¡Qué eran los umbrums!? Mientras todos estaban atónitos ante aquellas revelaciones, solo uno de los ponies que allí estaba reaccionó.
Radiant Hope estaba temblando como si su cuerpo se hubiera congelado. Ella dio un paso asustada hacia atrás y solo entonces Cadance reaccionó a verla. Al hacerlo, se asustó al ver el rostro de Hope. Ella estaba aterrada, con sus ojos llenos de lágrimas, casi al borde del desmayo.
"Hope-" Dijo Cadance preocupada, notando el terror que sentía la amable unicornio morada.
Antes que Cadance alcanzara a tocarla, Radiant Hope se dio la vuelta velozmente y salió huyendo de allí a toda velocidad.
"¡Hope, espera!" Gritó Cadance, persiguiendo a Radiant Hope. Preocupada por el estado mental de la unicornio.
Por su parte, Dusk y los demás vieron la escena, pero no supieron cómo reaccionar. Ellos simplemente se quedaron inmóviles, aún intentando digerir 'la verdad' tras el Imperio de Cristal. En tanto que en el centro del salón, Luna y Sombra continuaron conversando luego de un largo silencio.
"Este es nuestro reino, el reino de mi madre, de Hope y mío." Dijo Sombra, apoyando preocupado su cabeza en su casco. "Es por eso que los demás no pueden saber esto. No hasta que logre salvar al Imperio."
"¿Salvarlo de qué?" Preguntó Luna, aún aturdida con la nueva información que había recibido.
"La magia del Corazón de Cristal no es suficiente para soportar que el Imperio vuelva completamente a formar parte del mundo exterior." Dijo Sombra muy preocupado. "La barrera que puso la Reina sobre el Imperio, está pronto a desaparecer. Estaba previsto que para ese momento, el Corazón de Cristal sería lo bastante fuerte para soportar la transición, pero con lo que mi madre no contaba, era con su muerte repentina. Si la barrera desaparece ahora mismo, el Corazón de Cristal no lo soportará, y el Imperio morirá junto con todos sus habitantes."
Con aquella última revelación, Luna puso una mirada de espanto, notando la gravedad de la situación. Entonces ella miró a Sombra y comprendió el gran peso que cargaba. Ahora entendía por qué no podía pedirle ayuda a sus habitantes, pero aún así, él tenía a alguien muy importante a su lado en quién debió confiar.
"Debiste decirle la verdad a Hope… Una vez su corazón sanara, ella entendería y podría haberte ayudado a buscar una solución en todo este tiempo."
"No lo entiendes. Hope está demasiado ligada al Corazón de Cristal." Respondió Sombra con tristeza. "Ella necesita mantenerse feliz ante cualquier cosa. De su felicidad depende la felicidad de los ponies del reino."
Mientras Sombra y Luna terminaban de hablar, en lo alto del castillo, Radiant Hope corría por las escaleras, sintiendo que se quedaba sin aire, con su corazón tan apretado que sentía que explotaría en cualquier momento. Entonces ella llegó al Salón de la Guardiana y corrió hasta el balcón, finalmente quedándose sin otro lugar a donde correr al chocar con la baranda.
En la quietud de la noche, Radiant Hope miró hacia arriba con sus ojos temblando y su boca abierta, sin poder expresar sonido alguno. ¡Toda su vida había sido una mentira! ¡Los ponies de cristal habían nacido por magia! ¡Sombra había jugado con su mente! A todos se les borraban los recuerdos, ¡Incluyéndola! Tanto así, que no podía recordar ni siquiera el nombre de su madre, ¡Ni siquiera podía recordar su rostro!
"¡AAAHHHH!" Gritó Radiant Hope, llena de rabia, pena y miedo. Tantos sentimientos acumulados que parecía haber reprimido por años y que ahora, por primera vez, liberaba. Sintiendo un dolor tan grande que creía que moriría, al sentirse traicionada por el ser que más amaba en el mundo, su hermano.
Mientras Radiant Hope lloraba, Cadance finalmente llegó al balcón. Desde atrás, ella vio como la unicornio lloraba a más no poder, lo que provocó que incluso Cadance comenzara a llorar, sintiendo con su habilidad el dolor que Hope sentía en su corazón en ese momento.
"Es normal para mí sentir los sentimientos de los demás cuando son muy intensos." Pensó Cadance preocupada, tocando su pecho con su casco. "Pero… ¿Por qué ahora lo siento tan intenso?"
En ese mismo instante, debajo del gran Castillo de Cristal, el Corazón de Cristal comenzó a girar velozmente al tiempo que se volvía completamente negro. Entonces, cientos de sombras comenzaron a ser expulsadas de este. Sombras que tomaron forma y se esparcieron por la ciudad.
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Luego de una larga noche, Dusk y sus amigas se levantaron para ir al salón comedor. Ninguno de ellos había dormido bien aquella noche. Luego de ver que Luna y Sombra se disponían a salir del salón, Shining, Dusk y sus amigas se apresuraron a huir, para que no supieran que habían estado escuchando a escondidas. Ellos aún tenían muchas preguntas, pero primero necesitaban digerir todo lo que habían descubierto sobre el Imperio de Cristal.
Mientras caminaban por los pasillos aquella mañana, Dusk por poco choca con las paredes un par de veces, tanto por cansancio como por tener su mente distraída. Él se había mantenido despierto toda esa noche, maravillado y asustado por la magia creada en ese lugar, al tiempo que su cabeza seguía llenándose de preguntas. Ya sabían el origen del Imperio de Cristal, pero aún habían cientos de años de historia que seguían siendo desconocidos para él, y necesitaba conocerlos para resolver todos los misterios de aquel lugar.
Al llegar al salón comedor, Dusk y sus amigas vieron que los únicos que estaban allí eran Cadance, Luna y Sombra, los tres con tristes e incómodas miradas. Como si hubieran estado allí hace un buen rato y ninguno de los tres hubiera hablado al otro, solo manteniendo un incómodo silencio entre los tres.
"Oh… Me alegra que nos acompañen a comer." Dijo cortésmente Sombra al ver llegar a Dusk y sus amigas. Forzando una sonrisa, pese a lo triste que se sentía en ese momento.
Dusk solo inclinó su cabeza gentilmente y se acercó a la mesa, sentándose al lado de Cadance.
"¿Dormiste algo anoche?" Preguntó Dusk, notando que Cadance también tenía una mirada cansada. Además, ella había sido la única que no había vuelto a dormir a la habitación de invitados.
"Solo un poco. Acompañé a Hope toda la noche." Respondió Cadance con una triste sonrisa. "Ella solo me abrazó toda la noche hasta caer dormida. E incluso dormida, podía sentir lo dolido que estaba su corazón."
"Hope no quiere salir de su habitación… Y tampoco quiere ver ni hablar con nadie." Agregó Sombra, mirando a Luna y luego bajando triste su cabeza. "En especial a mí."
"Ella necesita calmar su corazón antes de hablar contigo." Dijo Cadance, mirando seriamente a Sombra. "Ambos tienen mucho de qué hablar." Agregó Cadance, mientras Sombra simplemente asintió, cerrando sus ojos con pena y frustración.
En ese instante, finalmente llegó también Shining Armor, caminando muy de prisa, con una mirada preocupada. Él había sido el primero en levantarse aquella mañana, apenas amaneció, como buen soldado. Sin embargo, él había ido a otro lado antes de ir al salón comedor, pues, además de todos los misterios que había en el Imperio de Cristal, había algo que había estado molestándolo desde que llegó y que quería intentar solucionar por su cuenta.
"Creo que ocurre algo extraño allá afuera." Dijo Shining preocupado, acercándose rápidamente a Cadance y Sombra. "Fui a ver a los guardias a primera hora de la mañana. Quería ver si al menos estaban en guardia y no simplemente durmiendo. Sin embargo, parecían estar actuando raro. Apenas llegué, varios de ellos me miraron como si estuvieran a punto de llorar, otros me miraron con disgusto sin razón, incluso uno de ellos se puso a gritar asustado."
"¿Asustados?" Preguntó Sombra sorprendido. Entonces él bajó su cabeza con una mirada pensativa y luego abrió sus ojos con temor. "¡Eso no puede ser!" Dijo Sombra asustado, levantándose de un salto y teletransportándose al instante, desapareciendo de allí.
Todos quedaron sorprendidos ante la súbita reacción del rey y se miraron mutuamente, intentando buscar una explicación. Por su parte, Dusk creyó comprendió lo que sospechaba Sombra y se apresuró también a levantarse y correr para salir del salón. En tanto que los demás, al ver la reacción de Dusk, se apresuraron a seguirlo.
Dusk Shine bajó velozmente las escaleras hasta llegar a la plaza central del castillo, donde estaba el Corazón de Cristal y los guardias. Allí, justamente estaba Sombra, quien solo se había quedado pasmado mirando hacia el frente. Dusk se acercó hasta él y miró en la misma dirección que miraba el rey, para ver qué era lo que lo preocupaba.
Frente a Dusk y Sombra, estaban los guardias del castillo, y tal como dijera Shining Armor, todos estaban actuando muy extraño. Algunos tenían miradas asustadas, otros estaban discutiendo enojados entre ellos, otros llorando a mares, era como ver un espectáculo de emociones distintas reunidos en un mismo lugar.
Al ver un poco más lejos, Dusk también pudo ver que en las calles de la ciudad habían varios ponies de cristal teniendo las mismas dificultades. Algunos incluso gritando histéricos, agarrando sus melenas mientras parecían entrar en pánico. Parecía que nada quedaba de las felices sonrisas que siempre mantenían aquellos ponies. Al mirar a lo lejos a aquellos ponies, Dusk pudo ver otra cosa muy extraña, tanto que tuvo que restregar sus ojos para asegurarse que había visto bien. Por un segundo, le pareció ver unas especies de sombras, que saltaban desde dentro de los cuerpos de los ponies, saltando de uno a otro pony. Sombras casi imperceptibles a la vista, por lo transparente que eran.
"Esas… ¿Esas son las emociones reprimidas de los ponies?" Preguntó Dusk, con una mirada asustada.
"Los umbrums…" Murmuró Sombra con una mirada aterrada, sin dejar de ver las sombras que atacaban a los ponies de su reino.
En ese instante, Sombra se agachó repentinamente y empezó a gruñir con dolor. Causando que Dusk y los demás se acercaran a él preocupados.
"¡Hngh…! E… Estoy bien…" Dijo Sombra con esfuerzo. Apretando sus dientes y conteniendo su dolor. "Debemos detener a esos umbrums…"
Con las palabras de Sombra, los demás vieron hacia las calles del reino, notando que más y más ponies salían descontrolados de sus casas. Cientos de ponies, quizás miles. Todos reaccionando violentamente frente a nuevas emociones. Con la cantidad de ponies que habían, Dusk y sus amigas tuvieron más oportunidades de ver a esos fantasmas llamados umbrums que atravesaban los cuerpos de los ponies de cristal, y al igual que el número de ponies allí presentes, eran miles, quizás más que la enorme cantidad de ponies que allí había. Aquello no era un simple ataque, ¡Era una invasión!
"Hay que detener a los grandes… ¡Hngh…! A… A los tres más grandes." Murmuró Sombra, comenzando a transpirar, mientras sentía tanto dolor que por poco se desmayaba. "Ira, Pena y Llanto… Esos… ¡Hngh…! Esos son los tres más peligrosos." Agregó Sombra, nuevamente agachándose por el dolor que sentía.
"Sombra, ¿Qué te pasa?" Preguntó Luna preocupada.
"Esto… Esto me afecta a mí más que a cualquiera…" Dijo Sombra, levantándose con esfuerzo, poniendo una mirada preocupada. "Las emociones de Hope son inestables, pero aún así… el Corazón de Cristal debió contener a los umbrums… Eso significa que el Corazón de Cristal está más débil de lo que pensaba, ¡Hngh…!" Agregó Sombra, gimiendo de dolor justo al terminar su frase. Causando que Cadance y Luna lo sostuvieran preocupadas, viendo lo mucho que estaba sufriendo.
"Podemos intentar detener a esas bestias fantasmas, pero no sé cómo podemos arreglar el Corazón de Cristal." Dijo Luna, mirando a Cadance preocupada. Viendo que Sombra estaba demasiado cansado como para seguir hablando. "Es un objeto mágico creado con magia antigua. Solo la Reina Amore podría repararlo."
"¡La Feria de Cristal! Sombra dijo que eso recargaba la energía del Corazón de Cristal cada año." Respondió Cadance "Se supone que sería hoy. ¡Debemos lograr que se haga sin demora!"
"Pero… ¿Cómo vamos a lograr hacer una feria si los ponies están en esas condiciones?" Preguntó Dusk preocupado. Mirando a los ponies temerosos que corrían por las calles aterrados.
En ese instante, Sombra volvió en sí, y con mucho esfuerzo volvió a ponerse en pie por su cuenta, separándose de las dos alicornios. Su respiración era agitada, y parecía que apenas si podía abrir los ojos, pero aún así, su fuerza de voluntad era mayor que su dolor.
"Debo ver que Hope esté bien… Por favor, detengan esto." Dijo Sombra, apretando sus dientes mientras sentía que su cuerpo lo quemaba por dentro. Entonces él activó su magia para teletransportarse y desapareció de allí.
Luego que Sombra desapareció, Dusk y los demás se quedaron mirando entre sí con miradas asustadas. Aún no estaban seguros sobre qué hacer, pues ante sus ojos, tenían un reino entero con miles de ponies luchando contra criaturas fantasmas que hacían explotar sus sentimientos, haciendo que perdieran la razón.
Sin que se dieran cuenta, una sombra salió desde el cuerpo de uno de los guardias y se abalanzó en dirección hacia el grupo de Dusk. Al salir del cuerpo del pony de cristal, la sombra tomó una forma similar a la de un pony, solo que con una forma más etérea, como si estuviera hecho de humo. Además, su rostro era horrible, con una gran boca llena de colmillos y unos aterradores ojos blancos brillantes. Dicha criatura galopó a toda velocidad y se abalanzó hacia Cadance.
Viendo el ataque, Dusk alcanzó a reaccionar asustado y usó su magia para atacar al umbrum, pero su rayo lo atravesó como si solo fuera humo. Por su parte, la oscura criatura alcanzó a saltar directo hacia el pecho de Cadance, para entrar en su cuerpo, pero un brillante haz de luz salvó a Cadance en el último segundo, haciendo que la criatura se convirtiera en simple humo sin forma. Al voltearse, Cadance vio aliviada que quién la había salvado había sido su querido esposo, quien tenía una mirada seria mientras su cuerno aún lanzaba un poco de humo mágico luego de lanzar aquel rayo.
"Cuando vi a esas criaturas por primera vez, Sombra dijo que eran emociones materializadas." Dijo Shining, mirando a Dusk y luego a los demás. "Si son emociones negativas, la magia solo funcionará si-"
"Si pensamos en emociones positivas…" Completó la oración Dusk. Pensando en lo asustado que se sintió al ver a la criatura atacar a Cadance, y que por eso no funcionó.
"Así es. Debemos usar nuestra magia al mismo tiempo que canalizamos alguna emoción positiva, como alegría, o amor." Agregó Shining, mirando amorosamente a su esposa. Quien también le devolvió la mirada sonriendo.
"No creo poder pensar en algo positivo al ver a esas horribles criaturas." Dijo Rarity preocupada, mientras abrazaba a una temblorosa Fluttershy. Mirando asustada como a lo lejos, los umbrums seguían atacando a los ponies de cristal.
"Sí, y no todos tenemos cuernos." Agregó Rainbow Dash, encogiéndose de hombros.
"Además, son demasiados." Agregó Luna, también preocupada. "Demoraremos horas, quizás días, en limpiar toda la ciudad."
"Sombra dijo que debíamos concentrarnos en los tres más peligrosos. Con suerte, si detenemos a esos, podremos detenerlos a todos." Respondió Shining con una seria mirada. Sintiéndose como un capitán, dando órdenes a su equipo. "Luna, Cadance y yo nos separaremos y buscaremos a esos tres umbrums en la ciudad. En cuanto a Spike y sus amigas, lo mejor es que vayan a la plaza de la ciudad y preparen todo para la Feria de Cristal."
"¿La Feria de Cristal?" Preguntó Applejack confundida.
"Por lo que sabemos, es lo único que recargará el Corazón de Cristal una vez los ponies de cristal estén libres de los umbrums." Respondió Shining con una mirada segura, pese a que en su interior no estaba tan seguro como aparentaba. "Creo que es la mejor opción que tenemos para cubrir todos los flancos… ¡De prisa! No tenemos tiempo." Agregó Shining, ordenándole con su mirada a todos que partieran a sus misiones.
Sin tener un mejor plan, todas las yeguas asintieron y acataron las órdenes de Shining. En tanto que Shining, luego de ver que las yeguas y Spike se fueron, se giró para ver los restos del humo que había quedado del umbrum que vaporizó. Parecía que este humo no se desvanecía, y en cambio, solo se desplazó y se alejó de allí.
'Por cierto, no los destruí. Solo los contuve por un momento…' Fueron las palabras que dijo Sombra cuando él y Sombra estuvieron dentro del Corazón de Cristal. Viendo que, tras los ataques de Sombra, los umbrum se recuperaban lentamente.
"Si el Corazón de Cristal ya no pudo contener a esas criaturas, y además son inmortales, no sé cómo ganaremos esta batalla finalmente…" Pensó Shining preocupado.
"Eh… Shining, ¿Yo qué hago?" Preguntó repentinamente Dusk, que era el único al que no le habían asignado una tarea. "¿Te olvidaste de mí?" Preguntó Dusk, un poco triste.
"Por supuesto que no me olvidé de ti." Sonrió Shining divertido, sosteniendo el hombro de Dusk. Entonces, Shining cambió radicalmente su expresión y puso una muy seria mirada. "De hecho… Quiero encargarte la que puede ser la misión más difícil de todas." Agregó Shining con leve preocupación. Pues estaba por enviar a su hermano a una tarea de la que ni él mismo estaba seguro si sería real o no, pero si sus sospechas eran ciertas, Dusk estaría por enfrentar uno de los desafíos más difíciles de su vida.
Mientras Cadance, Luna y las demás chicas corrían hacia la ciudad, Luna guio a las amigas de Dusk hacia la plaza central, donde recordaba que alguna vez ella visitó la Feria de Cristal, cientos de años atrás.
"Cuando el Imperio de Cristal volvió a abrirse, Celestia y yo visitamos muchas veces a Sombra y Hope." Dijo Luna, una vez todas llegaron a la plaza central. "Ella siempre me invitaba a la Feria de Cristal, pero nunca pude ir con ella." Agregó Luna con una triste mirada, recordando que para esa fecha, Sombra siempre se enfermaba.
"¡Espera un segundo! La historia que contó Sombra fueron los eventos que ocurrieron antes que le Imperio de Cristal se volviera a abrir por segunda vez." Pensó Luna con una mirada sorprendida y confundida. Ordenando en su mente los eventos que había vivido en el Imperio de Cristal. "¿Eso significa que más tarde Sombra volvió a sufrir su enfermedad? Aquella que siempre ocurría cuando se celebraba la Feria de Cristal… ¿Por eso él se estaba sintiendo mal de nuevo? ¿¡Su enfermedad no ha desaparecido!?" Pensó Luna asustada.
"Así que… ¿Cómo se celebra una Feria de Cristal?" Preguntó Pinkie Pie, sacando a Luna de sus pensamiento. Entonces, la pony rosa sacó mil artículos sacados casi por arte de magia. "¿Globos? ¿Piñatas? ¿Banderas? ¿Payasos?" Preguntó Pinkie Pie, al tiempo que sacaba globos, una piñata, varias banderas, y se ponía un sombrero de payaso tras tirarse talco en la cara y quedar con su rostro completamente blanco.
"Sí… Algo así." Respondió Luna, siempre sorprendiéndose de la rapidez con que su amiga rosa podía hacer bromas, aunque no estaba segura si ese fuera el momento adecuado. Entonces Luna usó su magia e hizo aparecer seis pergaminos. "Esto es lo que recuerdo que se hacía en la Feria de Cristal. Lo más rápido será que ustedes también se dividan para completarlo lo antes posible. Pero tengan cuidado, los umbrums pueden atacarlas en cualquier momento."
Tras eso, Luna y Cadance se apresuraron a cumplir con su misión de localizar a los umbrums más grandes y peligrosos. En tanto que las amigas de Dusk también se dividieron para buscar los distintos materiales que necesitarían para empezar la Feria de Cristal. Yendo Rainbow Dash junto a Fluttershy, Spike junto a Rarity, y Applejack junto a Pinkie Pie.
Las dos pegasos del grupo no demoraron mucho en encontrar lo que necesitaban. Tras consultar con un guardia que no paraba de llorar, supieron que las armaduras de los guardias y sus armas estaban almacenadas en una bodega cerca de la plaza central. Así, Rainbow Dash y Fluttershy llevaron un par de armaduras y un par de lanzas para la competición de justas, como se hacía antiguamente allí. Sin embargo, mientras ambas pegasos llevaban los materiales encontrados, no se percataron que una gran sombra se fue arrastrando por el suelo, lentamente mezclándose con sus propias sombras.
Al llegar a la plaza central, ambas pegasos se desviaron hacia la parte más alejada de esta, en donde había una pequeña pista de justas frente a unas pequeñas gradas para el público. Un lugar que parecía haber estado abandonado durante muchos años.
"Tú ve al otro lado de la pista y ponte la armadura." Dijo Rainbow Dash sonriendo, divertida al ver lo bien que le quedaba la armadura de los guardias del palacio. "Deberíamos practicar un poco antes de mostrarlo a los demás ponies en el festival." Agregó Rainbow Dash, sosteniendo su lanza y admirándola.
"¿¡Eh!? ¿¡Q-Quieres que yo participe en la justa contra ti!?" Preguntó Fluttershy muy asustada.
"Por supuesto, no ves a nadie más aquí, ¿Verdad?" Respondió Rainbow Dash encogiéndose de hombros. Entonces, un fugaz brillo rojizo brilló en sus ojos, y la pegaso celeste se puso más malhumorada. "De verdad, ¿Siempre tienes que hacer esas preguntas tan tontas?"
Fluttershy se sorprendió con el malhumor de su amiga y simplemente bajó su cabeza avergonzada, tomó la armadura y la lanza, y comenzó a ir hacia el otro extremo de la pista.
"Yo… Hubiera preferido hacer algo más lindo. Como un pequeño zoológico con animalitos del Imperio de Cristal o algo así…" Murmuró Fluttershy con mucha pena. Hasta que su sombra se oscureció repentinamente y en sus ojos también brilló fugazmente un brillo color rojo.
"¿Eh? ¿Dijiste algo?" Preguntó Rainbow Dash molesta. Creyendo que su amiga estaba murmurando algo feo contra ella. Comenzando a sentirse cada vez más irritada con Fluttershy por alguna razón.
Cuando estaba a punto de llegar al otro extremo de la pista, Fluttershy se detuvo, se volteó y miró enojada a su amiga.
"¡Dije que preferiría hacer un zoológico de animalitos que estar ayudándote en tu tonta justa!" Gritó Fluttershy, muy enojada. "¿¡O es que acaso aparte de gruñona eres sorda!?" Gritó Fluttershy, sintiendo que a cada segundo se enojaba más y más.
"¿Ah, sí? ¡Siempre lloras por todo! ¿¡Por qué no vienes a decirme eso a la cara, Flutter-cry!?" Gritó Rainbow Dash furiosa.
Entonces, Fluttershy se puso rápidamente la armadura que cargaba y apuntó la lanza contra Rainbow Dash.
"Tú… ¡Eso es justo lo que pensaba hacer! ¡Rainbow Trash!" Gritó Fluttershy, llena de furia.
Con las miradas más furiosas que ambas pegasos habían puesto en sus vidas, con sus ojos brillando de rojo, ambas pegasos comenzaron a correr en dirección a la otra. Ambas apuntando ferozmente sus lanzas hacia la otra, listas para atravesar a esa odiosa pony que estaba frente a ellas. Nada quedaba de la amistad entre ambas amigas, ambas estaban cegadas por una inexplicable ira y solo querían destrozar y herir a quién odiaban en ese instante.
"¡GAAHHH!" Gritaron ambas pegasos furiosas cuando ya estaban casi por chocar y golpearse con sus lanzas. Justo cuando un aura azul cubrió sus cuerpos y las detuvo en el acto.
"¡Fluttershy! ¡Rainbow Dash! ¿Qué creen que hacen?" Gritó Luna, quien había llegado allí y usado su magia justo en el último segundo. Mirando preocupada a las amigas de Dusk.
"¡Suéltame! ¡Voy a arrancarle hasta el último cabello de su falsa melena a esa niñita llorona!" Gritó Rainbow Dash furiosa, forcejeando en el aire mientras Luna la levitaba. "¡Así es! ¡Sé que usas extensiones de melena!"
"Quiero verte intentándolo, yegua marimacho." Gritó Fluttershy, igual de furiosa. Ambas luchando en el aire, sin ser capaz de tocarse por la magia de la alicornio.
En ese instante Luna sintió un frío en su espalda. Al voltearse, vio que detrás suyo había una especie de enorme pony fantasma, casi de su mismo porte. Aquello era un umbrum, con un cuerpo formado por humo negro rojizo, alas similares a las de una polilla, y escalofriantes y vacíos ojos blancos que parecían que succionarían el alma en cualquier segundo.
Luna intentó atacar al umbrum, pero no pudo moverse. Al ver aquellos ojos fantasmales directamente, su cuerpo entero tembló mientras sus emociones comenzaban a descontrolarse. Su sombra ya había sido tocada por el umbrum y ya estaba siendo afectada por este. Entonces, el fantasmal y oscuro ser se acercó lentamente a una inmóvil Luna, y pasó a través de ella como una gran cortina de humo. Al hacerlo, los ojos de Luna brillaron de rojo y sus sentimientos enloquecieron por 'Rabia', el umbrum de la ira, uno de los más peligrosos que habían. Tras ser atravesada, la visión de Luna se nubló al tiempo que su corazón se aceleraba.
"Esto no es real… No es real… ¡Tranquilízate!" Gritó Luna, cerrando sus ojos.
La mente de Luna se llenó de imágenes de su pasado, específicamente, reviviendo su etapa como Nightmare Moon. La vez que ella se transformó por primera vez, la tristeza que sentía cada noche al estar sola, y como esa tristeza rápidamente se convirtió en rabia. Cuando aterrorizó a los ponies invocando la noche eterna, el odio irracional que sintió contra su hermana que la obligó a luchar contra ella, la furia al ser encerrada en una aún más infinita soledad por más de mil años. En su mente, se escuchó la carcajada malvada que tenía su contraparte malvada, cada vez que disfrutaba con lastimar a alguien.
"Era lo que merecía… Esa ira… era yo. ¡Pero no era todo lo que era yo!" Gritó Luna, teniendo una lucha interna que había tenido muchas veces en esos últimos meses, desde que había vuelto a Equestria. "Mi ira tomó control de mí, no lo puedo negar… Pero también había una parte de mí que estaba aterrada, llorando por dentro…" Agregó Luna, soltando un par de lágrimas.
La ira intentaba controlar el corazón de Luna, alguien que ya había sido controlada por la ira una vez. Sin embargo, Luna ya no se dejaba controlar tan fácilmente… Cada vez que la ira intentaba tocar su corazón, Luna recordaba vívidamente en su mente los rostros de los ponies a los que había aterrado, principalmente, el rostro de su hermana y su triste mirada cuando ella vio en lo que se había convertido aquella vez. Aquello hizo que su corazón se llenara de fortaleza, con la convicción de que no volvería a cometer los errores del pasado.
"Yo… ¡No me dejaré controlar nunca más por mis oscuros sentimientos!" Gritó Luna con determinación. Logrando deshacerse de la ira que intentaba apoderarse de su corazón. "Nunca… Huff… Nunca más…" Murmuró Luna, sintiéndose exhausta luego de expulsar a aquel ser oscuro que intentaba llenarla de ira nuevamente.
Mientras daba un suspiro de alivio, Luna tocó su pecho y cerró sus ojos. En su mente, aún se escuchaba la lejana y malvada risa de Nightmare Moon. La ira no se había apoderado de ella, principalmente porque intentó enfocar esa ira hacia los demás. Aquel umbrum había errado el objetivo, Luna sí sentía mucha ira en su interior, pero a quién más odiaba Luna… era a sí misma. Aquello la llevó a preguntarse, ¿Qué hubiera pasado si el umbrum hubiera atacado con ese objetivo?
"Todavía… Queda algo de ella en mí…" Murmuró Luna, cerrando sus ojos con dolor. Sin poder dejar de escuchar la malvada risa de Nightmare Moon, como si no pudiera escapar de ella.
Con el grito de Luna, la sombra que los rodeaba se desvaneció, achicándose poco a poco a su alrededor. Luna respiró para tranquilizarse y dejar de pensar en cosas innecesarias en ese momento, y lentamente miró a su alrededor, con su respiración aún agitada, debido al esfuerzo mental de enfrentarse a aquel oscuro ser. Entonces Luna vio a las dos amigas de Dusk y las ayudó a levantarse, ya que parecían estar muy mareadas.
"Qué… ¿Qué pasó?" Preguntó Fluttershy, muy mareada.
"Creo… que nos peleamos." Respondió Rainbow Dash. Sacudiendo su cabeza para intentar aclarar su mente. "¡Wow, Fluttershy! No sabía que podías ser tan cruel cuando te enojabas." Agregó Rainbow Dash, rascándose la cabeza.
"¡Oh! ¡Oh, no!" Gritó Fluttershy aterrada, tapándose su boca. Al borde de las lágrimas al recordar lo sucedido. "¡Lo siento! Yo… Yo…"
"Hey, tranquila. No éramos nosotras, era esa cosa que se metió dentro nuestro. Yo… También dije cosas muy crueles. Lo siento." Dijo Rainbow Dash con una tierna sonrisa, apuntando hacia atrás suyo. Apresurándose a tocar el hombro de su querida amiga para calmarla. Entonces, ella recordó algo y comenzó a reírse. "'Rainbow Trash'… ¡Jajaja! Ese no lo había escuchado nunca, ¡Jajaja!" Se rio la pegaso celeste, divertida al ver que aquel cruel apodo vino de la mente de la pony más amable del mundo. Lo que la llenó de risa.
Al ver que su amiga reía, Fluttershy se secó sus lágrimas y también puso una tímida sonrisa. Contagiándose con la risa de la pegaso celeste. En tanto que Luna, que estuvo atenta a toda la escena, se fijó hacia donde había apuntado Rainbow Dash. Entonces, Luna se acercó hasta allí y vio que había 'algo' más tirado en el piso. Un ser que hizo que Luna abriera sus ojos con mucha sorpresa.
En otro sector de la plaza central, Rarity había armado velozmente con su magia una tienda, a la cuál, Spike llegaba con un gran fardo de paja, reunido de los alrededores de la misma plaza.
"Así que… ¿Quieres hacer adornos con paja?" Preguntó Spike inseguro. Arrojando el fardo de paja reunido al lado de la tienda de Rarity.
"Se llama cestería, querido." Respondió Rarity, tomando varias pajas del fardo, al tiempo que tomaba algunas cintas brillantes que había conseguido por su propia cuenta.
La magia de Rarity brilló, al tiempo que ella movía velozmente sus cascos para juntar todo lo que levitaba, causando que en pocos segundos, Rarity hubiera creado un brillante y hermosa cesta de mimbre. Spike en tanto, miraba maravillado lo hábil que era su querida Rarity con las manualidades.
No muy lejos de ellos, un enorme ser con cuerpo equino hecho de sombras levemente amarillas, y aterradores ojos blancos, los miró a ambos al acecho, cabalgó a toda velocidad, y se hundió en el suelo, generando una gran sombra, expandiéndose por debajo de Rarity y Spike, adhiriéndose a sus propias sombras.
"El pergamino de Luna decía que antes, en el Imperio hacían muchas de estas lindas artesanías." Agregó Rarity, mirando cada detalle de la cesta que acababa de fabricar. Decidiendo agregarle un pequeño moño azul extra en uno de sus lados. "Espero que el diseño sea parecido a las que hacían en aquella época."
"Es hermosa…" Sonrió Spike embobado, mirando a Rarity. Entonces él se dio cuenta de su boba cara y rápidamente se corrigió. "¡La cesta! Es muy hermosa, jeje…" Agregó Spike, sonriendo avergonzado. Desviando su mirada, sintiendo su corazón acelerado al sentirse cada vez más avergonzado.
"No… ¿Qué pasa si a los ponies no les gusta? ¿¡Q-Qué pasa si todos piensan que mis artesanías son feas!?" Dijo Rarity, pasando lentamente de la preocupación al miedo. Al tiempo que una fugaz sombra amarilla pasó frente a sus ojos.
"No te preocupes… T-Todo saldrá bien." Dijo Spike, intentando calmar a Rarity. Dándose cuenta que él también empezaba a temblar, viendo que Rarity no parecía prestarle atención.
"Esto no funcionará… No funcionará. Todo será mi culpa." Dijo Rarity aterrada. Agachándose y comenzando a temblar. Imaginándose a todos los ponies de la ciudad y a sus amigas, despreciándola. "Todos verán que soy un fraude. Todos dirán que odian lo que hago… Después de todo, ellos nunca han confiado en mí." Murmuró Rarity temblando de miedo. Miedo al fracaso y a ser excluida.
"No… Yo… Yo estaré contigo…" Murmuró Spike, luchando contra el miedo irracional que comenzaba a sentir. Pero ya era tarde, el umbrum 'Tremor', representación del miedo, ya había anidado en sus mentes, y mientras Spike hablaba, en su mente veía que Rarity estaba más y más lejos de lo que realmente estaba. Así se sentía Spike, absolutamente solo pese a intentar acercarse a Rarity. "No te alejes… No me dejes solo… ¡No quiero estar solo!" Gritó Spike aterrado, tapándose sus ojos mientras sentía que caía en un abismo sin fin.
En la mente de Spike, por más que gritaba, ni Dusk, ni Rarity, ni Ember, ni Celestia, nadie venía en su ayuda. Como un dragón solo en un pueblo de ponies, todos lo habían abandonado, y aunque en el fondo supiera que aquello no era real, el miedo había crecido a tal grado que Spike no podía pensar en otra cosa, y no paraba de temblar.
"¡Spike! ¡Reacciona!" Dijo repentinamente Shining Armor, tomando por los hombros a Spike para que reaccionara y dejara de temblar.
Shining había llegado allí luego de rastrear una gran sombra que se dirigió hacia la plaza central, y al llegar allí, se asustó al ver a Rarity y Spike tirados en el suelo, ambos temblando como si se estuvieran congelando de frío, pero no era frio lo que sentían, si no miedo, lo que los hacía reaccionar así. A su alrededor, había una gran sombra, que parecía que lentamente los iba engullendo. Pese a todo, Shining Armor corrió sobre la sombra, asustado al ver al pequeño Spike convulsionándose de miedo.
En ese instante, Shining sintió que un escalofrío recorrió su espalda. Al instante, reconoció aquella sensación, pues la había sentido cuando estuvo dentro del Corazón de Cristal. Algo, o más bien, alguien, estaba llenando de horribles sentimientos en su corazón.
"No pueden reaccionar… Ya están muertos… Fallaste… Fallaste como lo haces siempre…" Dijo la propia voz de Shining en su mente.
"No soy yo… Esta no es mi voz…" Gritó Shining, agitando su cabeza. A tiempo que la gran sombra que pisaba, se alzaba y lo engullía en un gran domo, llenándolo de temor.
La mente de Shining comenzó a ser atacada mientras el umbrum buscaba sus mayores miedos. En ese instante, el umbrum hizo que Shining reviviera el ataque que sufrió en su boda, todo ese miedo vino a él y comenzó a llenar su mente con imágenes. Así, Shining pudo verse a sí mismo derrotado, totalmente impotente mientras Cadance luchaba con todo su poder contra Chrysalis. Por más que Shining gritaba, él no podía moverse ni hacer nada. Aquel era su mayor temor, no poder defender a quién amaba y convertirse solo en un estorbo.
El miedo comenzó a llenar el corazón de Shining mientras el umbrum llenaba en su mente la imagen de Cadance luchando, a punto de ser derrotada, mientras él seguía inmóvil. Sin importar que él fuera uno de los unicornios más fuertes del reino, él nunca dejaría de ser simplemente un unicornio. Jamás podría compararse con la magia de un alicornio, ¡Él jamás podría ser lo suficientemente fuerte como para proteger a su esposa! En su mente, él siempre tuvo ese temor, y aún más con todo lo que había sucedido en los últimos años. Y mientras el miedo llenaba a Shining, no solo Chrysalis apareció para atacar a Cadance, también aparecieron Nightmare Moon, Discord e incluso enormes dragones, todos atacándola mientras ella luchaba sola por defenderlo.
La respiración de Shining se agitaba, estaba a punto de entrar en pánico viendo que nada podía hacer, hasta que una pequeña chispa dentro de él renovó su esperanza, una chispa con la particular forma de su propia cutie mark… y la de su hermano.
"No… Todos ustedes fueron derrotados… ¡Todos ustedes fueron derrotados por mi hermano y sus amigas!" Gritó Shining, luchando por ponerse de pie en su mente, para acercarse a Cadance y estar a su lado. "Dusk es solo un unicornio, al igual que yo, pero ha crecido y se ha vuelto mucho más fuerte de lo que jamás pude imaginar." Gritó Shining, llenando su corazón de valor para alejar todo el miedo que lo rodeaba. "Si él puede defender a Equestria, ¡Yo también lo haré! Yo me volveré más fuerte y defenderé a mi familia, estaré al lado de mi esposa y mi hermano para defender este reino de cualquier peligro, ¡Sin miedo alguno!"
Al haber derrotado aquel miedo, la oscuridad que había en la mente de Shining desapareció, mostrándole una imagen de él junto a Cadance. En vez de rendirse, el umbrum atacaba esta vez por otro flanco los miedos de Shining.
"¡Lo hicimos! ¡Los derrotamos!" Dijo Shining, sin darse cuenta que seguía en una ilusión. Sin embargo, su sonrisa se desvaneció rápidamente al ver que Cadance no lo miraba. Ella simplemente se mantuvo mirando al frente con una triste sonrisa.
En aquella ilusión, ahora ambos estaban en el castillo. De pronto, Shining se distrajo al escuchar las risas de unos potrillos. Al darse vuelta, Shining se sorprendió de ver que varios potrillos parecidos a él y a Cadance corrían hacia él para abrazarlos. Entonces todos saltaron para abrazar a Shining, quien automáticamente se agachó y estiró sus cascos para abrazarlos, pero en cuanto los potrillos lo tocaron, estos se convirtieron en polvo, y simplemente desaparecieron.
Shining quedó aterrado al ver aquella imagen, luego se giró para ver a Cadance, y vio que ella simplemente seguía con una triste sonrisa, con la diferencia que ahora no paraba de llorar. En ese momento el corazón de Shining se apretó, entendiendo lo que sucedía.
Aquel era otra clase de miedo, uno que ocultaba profundamente en su corazón. Era el miedo de saber que jamás podría ser padre con Cadance, ellos jamás podrían tener un potrillo. Aquel miedo no hizo temblar a Shining, pero en cambio, le dolió más al saber que era un secreto que guardaba en su corazón y que era real, un miedo generado por el hecho de no ver un futuro con su esposa como el que ambos siempre habían soñado.
"Este miedo es real, pero es uno que sé cómo combatir." Dijo Shining poniéndose de pie, sabiendo que en alguna parte el umbrum lo escuchaba. Entonces él abrazó a la Cadance de la ilusión y sonrió. "Este es el camino que elegimos, y ningún temor es lo suficientemente fuerte como para alejar la felicidad que nos da estar juntos. Eso es suficiente para mí."
Lentamente la ilusión finalmente se fue desvaneciendo, y mientras lo hacía, la prístina risa de una bebé distrajo a Shining justo cuando la ilusión se desvaneció por completo.
"Aquella risa… ¿Fue parte de la ilusión?" Pensó Shining, confundido por un segundo. Sin saber por qué, pero teniendo la seguridad de que aquella bella risa de aquella bebé era demasiado hermosa para provenir de una ilusión, y también, teniendo la extraña sensación… de que volvería a escucharla alguna vez.
Ya de vuelta en el mundo real, Shining respiró cansado y rápidamente se acercó a Rarity y Spike, alegrándose al ver que ambos respiraban y que lentamente recobraban el conocimiento. Entonces, Shining escuchó algo más que llamó su atención, el sonido de algo retorciéndose cerca de él. Al ver en esa dirección, sus ojos se abrieron con sorpresa al ver a un extraño ser.
Mientras Shining quedaba anonadado por lo que veía, no muy lejos se escuchó el sonido de varios cascos acercándose, decenas de ponies estaban yendo en su dirección.
Applejack se encontraba en otro lugar de la gran plaza central de la ciudad. Allí, la yegua campirana se encontraba con una mirada confundida, comiendo algunas bayas que había reunido de algunos arbustos silvestres de la ciudad. Su misión era la de crear dulces tradicionales del Imperio de Cristal, el único problema, era que no tenía ninguna receta ni sabía cómo eran los dulces tradicionales de aquel reino.
"Podría intentar hacer una tarta… ¡Espera! ¡Ni siquiera tengo un horno!" Pensó Applejack frustrada, sin saber qué hacer con todas las bayas que había juntado.
Applejack miró detrás suyo y tomó una extraña trompeta de cristal que Pinkie Pie había encontrado de casualidad con su siempre extraño pinkie-sentido. La siempre impredecible pony rosa le pasó la trompeta de cristal a Applejack, diciéndole que ella se hiciera cargo de la música si no volvía a tiempo, y tras eso, Pinkie Pie simplemente corrió y desapareció.
"Pues si no puedo cocinar ni siquiera una tarta tradicional, mucho menos voy a poder tocar un instrumento que ni siquiera sé cómo se llama…" Dijo Applejack, pensando en voz alta con tristeza. Sin darse cuenta que tras ella, un oscuro ser parecidos a un pony, de aterrador rostro azulado, la acechaba y se acercaba a ella. Los ojos de Applejack brillaron azul por un instante.
Sin percatarse del por qué, la frustración de Applejack fue aumentando más y más, causando que la yegua se sintiera cada vez más triste, sintiéndose inútil al no saber cómo ayudar. Applejack se sentó y pasó su casco por sus ojos, sintiendo que comenzaba a llorar. Ella sabía que llorar por sentirse inútil era tonto, pero no podía controlarse. Las lágrimas no paraban de brotar y la respiración de Applejack se comenzó a agitar más y más, comenzando a revivir los momentos más tristes de su vida.
"No... ¿Qué me pasa?" Murmuró Applejack, asustada por un segundo, pero ya ni siquiera el miedo cabía en su mente. Ella estaba siendo influenciada por el umbrum 'Lácrima', llenándola completamente de pena y miseria.
Lo primero que vino a la mente de Applejack, fue algo reciente, su ruptura con Dusk. Aquellos primeros días que pasó lamentándose por haber roto su compromiso, llorando cada noche mientras recordaba que ya no estarían juntos ni sentiría sus abrazos.
Applejack luchó contra sus propios recuerdos, sacudiendo su cabeza para intentar despejar su mente. Entonces ella se abrazó a sí misma para intentar calmar su llanto, pero aquello fue peor. En vez de sentir sus propios cascos, Applejack sintió vívidamente en su pelaje la última vez que su papá y su mamá la abrazaron. Aquello fue demasiado para la yegua naranja, quien comenzó a llorar como si todos los sentimientos de pérdida se hubieran acumulado y explotado dentro de ella.
"Tranquila… Estoy contigo." Dijo una voz femenina frente a Applejack. Una voz que a ella le costó reconocer por lo borroso que veía, debido a las lágrimas. "¿P-Princesa Cadance?" Tartamudeó torpemente Applejack, finalmente reconociendo a la alicornio rosa. Quién se había acercado corriendo hasta ella y ahora la abrazaba.
Mientras Cadance abrazaba a Applejack, ella alzó la vista y vio a la horrenda criatura con forma equina que estaba detrás de Applejack, tocando con sus fantasmagóricos cascos el lomo de la yegua naranja. Cadance sabía que hubiera sido más seguro atacar a aquella criatura desde lejos en cuanto la vio allí, pero ver llorar a Applejack le rompió el corazón y ella inmediatamente corrió a contenerla, sintiendo la terrible pena que Applejack sentía en su corazón.
Cadance iluminó su cuerno y fulminó con un rayo al umbrum, pero el rayo de luz solo lo atravesó, ya que las emociones de Cadance ya estaban siendo afectadas en ese preciso momento. La alicornio cerró sus ojos para intentar concentrarse, intentando cerrar su corazón al sentir que algo externo lo invadía. Forzándose a no sucumbir ante aquellos sentimientos externos, Cadance dejó desprotegida su mente, lo que le dio espacio al instinto del umbrum a buscar en lo más recóndito de sus recuerdos, para mostrarle todos sus momentos de mayor tristeza, desde el primero que tuvo en su vida.
En la mente de Cadance, brilló un recuerdo que no sabía que tenía. Ella era solo una bebé y no sabía qué pasaba a su alrededor, solo sabía que frente a ella había una hermosa yegua que solo unos momentos antes le cantaba con amor, pero ahora, ella callaba y ya no irradiaba ningún sentimiento. Ella era muy joven para saber lo que era la muerte, pero desde que nació, ella tuvo la habilidad de sentir los corazones de los demás, y sabía que esa yegua que tanto la había amado, ya no habitaba ese cuerpo inmóvil… El primer llanto de la vida de Cadance surgió al ser esa bebé, y la Cadance del presente no pudo parar de llorar al recordar esa borrosa pero intensa imagen de su pasado.
'Tranquila… Estoy contigo.' Fueron las primeras y últimas palabras que había dicho la madre de Cadance antes de morir. Palabras que se grabaron por siempre en el inconsciente de la alicornio rosa.
"Tranquila… Estoy contigo." Dijo la voz de una tercera yegua mientras abrazaba a Cadance y a Applejack. Repitiendo las mismas palabras que inconscientemente Cadance había dicho también para tranquilizar a Applejack.
Sintiendo una extraña calidez que combatía al llanto incontrolable que sentía, Cadance pudo abrir un poco sus ojos y distinguir finalmente quien la abrazaba. Era Radiant Hope, quien también lloraba a mares, afectada también por el umbrum allí presente.
"Tú… ¿Por qué lloras?" Preguntó torpemente Cadance, sintiéndose poco a poco menos triste, mientras Hope lloraba a su lado.
"Ambas lloramos por lo mismo…" Respondió Hope sin dejar de llorar, pero esta vez, sonriendo serenamente mientras lo hacía. "Pero en mi caso, es una pena que también viene junto a una alegría."
Sin entender la respuesta de Hope, Cadance se sorprendió al ver que la sombra a su alrededor finalmente se desvanecía, y finalmente, podía dejar de llorar y sentir aquella extrema tristeza dentro de ella. Entonces Cadance se volteó rápidamente para ver a Applejack, y ver si ella también estaba bien.
"E-Estoy bien…" Respondió Applejack con una pequeña sonrisa nerviosa, secándose sus lágrimas. "O… creo que lo estaré en unos minutos." Agregó tras intentar ponerse de pie, pero en su lugar, decidió quedarse sentada un poco más, para calmarse por completo.
"Estarás bien… El llanto es un medio para liberar emociones, y la pena es parte de la vida." Dijo Hope sonriendo mientras aún lloraba. "No podemos simplemente negarla y esconderla, eso solo nos lastimará... Sí… Es bueno recordar…"
Mirando atentamente a Radiant Hope, Cadance se dio cuenta que a diferencia de Applejack y ella, Hope no paraba de llorar, pese a estar sonriendo. Al quedársele viendo fijamente, Hope se percató de la mirada de Cadance y puso una pequeña sonrisa.
Antes que Cadance pudiera preguntar algo más, se dio cuenta que detrás de Hope, acercándose hasta allí, había un gran grupo de ponies de cristal, y para absoluta sorpresa de Cadance, todos ellos estaban llorando, aunque sus expresiones eran serenas. Junto a ellos también iban Shining Armor, Spike, y las demás amigas de Dusk, con excepción de Pinkie Pie. Sin embargo, lo que más asombró a Cadance, eran dos pequeños seres parecidos a ponies que iban enfrente, no más grandes que una potranca. Aquellos dos seres parecían estar hechos de humo, similar a los aterradores umbrums que habían visto atacar el pueblo, pero los rostros de estos eran mucho más similares a los de un pony. Rostros infantiles, en que uno de color amarillo parecía estar con mucho miedo, y el otro de color rojizo tenía una mirada molesta.
"Esos… Esos seres…" Murmuró Cadance lentamente, mientras veía a aquellos dos seres. Con una mirada de mucho asombro.
"Esos son los umbrums que buscábamos." Respondió Hope desde detrás de Cadance.
Al voltearse, Cadance vio que mientras estaba distraída, Hope había ido detrás suyo y había tomado consigo a otra de esas criaturas fantasmales que parecían potrancas. La única diferencia de esta tercera criatura, era que era de color azulada y no paraba de llorar, mirando a Cadance con grandes y tiernos ojos.
"Yo… No lo entiendo." Dijo Cadance sorprendida, y muy confundida. "¿Q-Qué es esa criatura?"
"Es el umbrum que te atacó a ti y a Applejack." Respondió Hope, guiando a la oscura y tímida potranca fantasmal para que la siguiera.
"¿Por qué ahora tiene esa forma?" Preguntó Cadance, guiando a Applejack para que ambas siguieran a Hope. Quién se dirigía hacia donde estaban todos los demás reunidos. "Lo vi antes, y se veía… mucho más terrorífica."
"Eso es lo que hace la pena, la ira y el miedo… Te transforman hasta convertirte en algo irreconocible." Respondió Hope con una triste sonrisa. "Estas criaturas absorbieron todos esos malos sentimientos por años hasta convertirlos en monstruos. Ahora, esos sentimientos se han ido y han vuelto a ser como eran antes."
Al llegar con todos, Applejack vio los rostros de los ponies de cristal, y por primera vez, le pareció ver a ponies normales allí. Todos tenían distintas expresiones, confusión, tristeza, miedo, molestia… Ya no eran solo sonrisas vacías sin poder expresar más sentimientos.
"Temía que no pudiéramos destruir a los umbrums, ya que en el Corazón de Cristal no pude." Dijo Shining Armor, acercándose a Cadance para estar a su lado. "Cuando ataqué al umbrum del miedo, vi que este solo redujo su tamaño, no desapareció. Fue allí que Hope llegó conmigo y encontró la solución." Agregó Shining, mirando a Cadance y luego a Radiant Hope.
"Ayer, Sombra dijo que el Corazón de Cristal guardaba y ocultaba los malos recuerdos y sentimientos de los ponies de la ciudad." Dijo Hope con una triste sonrisa. "Por eso, pensé que la única manera de detener a los umbrums, era que los ponies de la ciudad volvieran a tener sus sentimientos. Así, los umbrums no podrían crecer."
En ese momento Cadance recordó cuando salió de la ilusión y vio a Hope y al resto de los ponies de cristal llorar. Eso fue el efecto de absorber nuevamente sus penas dentro de ellos mismos. Entonces, Cadance miró a las tres potrancas fantasmales que allí estaban, entendiendo que ellos eran lo que quedaba de la pena, ira y miedo que el Corazón de Cristal había ocultado por años. Todos los otros 'umbrums', que no eran más que malos sentimientos, habían vuelto a su origen, a los ponies de cristal que habían vivido esas experiencias.
"Pero… ¿Qué pasa con estos tres umbrums? ¿Por qué no han desaparecido?" Preguntó Cadance confundida. Viendo a las tres potrancas fantasmales, que ya para nada daban miedo. De hecho, ahora que Cadance las veía bien, los ojos de esas criaturas eran idénticos a los de alguien allí presente. Lo que llevó a Cadance a mirar sorprendida a Hope.
"¿Lo notaste? Estos umbrums son míos. Representan los recuerdos de mis miedos, penas y enojos." Dijo Hope con una triste sonrisa. "Yo no nací como los ponies de cristal del reino, yo nací como una unicornio. Por eso el Corazón de Cristal solo me afectaba parcialmente… Mi magia unicornio debió crear estos seres de mis recuerdos ocultos. Ellos absorbieron los sentimientos oscuros de los ponies de cristal, hasta transformarse en esas horribles criaturas."
Radiant Hope se agachó para quedar frente a aquellas tres potrancas fantasmales, que también se voltearon para mirarla atentamente. Entonces ella sonrió, acercando su curno hacia ellas, y las abrazó.
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"No importa lo duro que sea, yo quiero estar completa." Dijo Hope sonriendo, al tiempo que su cuerno se iluminaba y las potrancas fantasmales también lo hacían. "Quiero temblar cuando me sienta débil, quiero gritar cuando me sienta impotente, quiero llorar cuando algo me duela. Quiero recordar esos malos momentos, para valorar más los momentos felices de mi vida. Quiero… recordar lo que fue mi vida, con dulce y agraz."
Con las últimas palabras de Hope, las tres oscuras criaturas sonrieron pacíficamente y se esfumaron, entrando en el cuerpo de Hope. La unicornio de cristal se mantuvo brillando por unos segundos con sus ojos cerrados, ante la atenta mirada de Cadance y los demás. Finalmente, Hope abrió lentamente sus ojos y ocultó su rostro con sus cascos, quedando en completo silencio.
Cadance, que estaba al lado de Radiant Hope, pudo sentir lo que el corazón de Hope sentía en ese momento. Miles de sentimientos de tristeza, miedo e ira que la bella unicornio no había sentido hacía siglos. Aún así, el corazón de Hope era fuerte y simplemente se mantuvo inmóvil, soportando aquella gran presión emocional provocado por cientos de recuerdos olvidados, pues sabía que eso era parte de su ser.
Luego de algunos minutos, finalmente el corazón de Hope se calmó y ella levantó su cabeza. Mostrando que tenía lágrimas en sus ojos, pero aún así, tenía una mirada fuerte y serena.
"Está hecho." Dijo Radiant Hope, con una pequeña sonrisa, para tranquilizar a todos a su alrededor.
"Definitivamente es la hija de una poderosa alicornio." Pensó Cadance, suspirando de alivio. Asombrada por la fortaleza emocional que mostraba aquella yegua, pese al huracán de emociones que acababa de sentir su corazón.
"Así que… ¿El problema ya está resuelto?" Preguntó Spike, alzando una ceja con inseguridad.
Radiant Hope miró tranquilamente al dragón en silencio y luego, sutilmente alzó su mirada para mirar a los ponies de cristal que estaban detrás de Spike y sus amigas. Allí había una gran multitud de ponies de cristal que habían llegado llamados por los más viejos de sus familias. Justo en primera fila, se encontraban varios de los propios fundadores de aquel enorme imperio, entre los que se encontraba la propia Coral, que había sido la primera en acoger a Dusk y sus amigas.
Todos esos ponies de cristal habían seguidos a Hope cuando esta salió del castillo y los llamó con ella. Todos ellos habían soportado al igual que ella volver a tener los más tristes recuerdos de sus vidas, con la salvedad que a diferencia de Hope, ellos también recuperaron sus sentimiento y pudieron volver a actuar como ponies normales. Todos ellos lloraron, se enfurecieron y temblaron al volver a tener sentimientos que no habían sentido en siglos, y aún así, todos ellos miraron de vuelta a Radiant Hope y asintieron con serenas sonrisas, sabiendo todos que aún faltaba algo importante por hacer.
Radiant Hope sonrió al ver las sonrisas llenas de sentimientos reales de los ponies de su ciudad, y también sonrió.
"Lo que queda por hacer ahora, mi querido Spike…" Dijo Hope acercándose a Spike y dándole una tierna sonrisa. "¡Es tener la mejor Feria de Cristal que ha tenido jamás el Imperio!" Agregó Hope con una enorme y gran sonrisa, llena de felicidad.
Detrás de Spike y sus amigas, todos los ponies de cristal gritaron llenos de felicidad, sabiendo que ese era un día importante en el Imperio de Cristal, la celebración más importante para ellos, y este año, era extra especial, luego de volver a sentirse verdaderamente felices y completos.
Rápidamente los ponies de cristal corrieron por todas partes, listos para vestirse con sus mejores atuendos y ayudar con los preparativos para la gran feria. Por su parte, Spike y sus amigas se quedaron mirando asombrados a todos los ponies de cristal, viendo lo rápido que se movían.
"¡Jeje! Son siglos de práctica." Sonrió Hope, viendo que las yeguas miraban asombrado la velocidad de los ponies de cristal. Entonces Hope puso una mirada más seria y sonrió con ternura. "Es importante que celebremos la Feria de Cristal lo antes posible, por el bien de todos. Por eso, me gustaría que ustedes nos ayudaran con los distintos puestos, tal como tenían planeado hacer."
"¡Es cierto!" Dijo repentinamente Cadance, recordando algo importante. "El Corazón de Cristal aún necesita recargarse de felicidad para que la barrera no caiga. Es importante que toda la ciudad muestre su felicidad, en especial, luego de la ola de emociones reprimidas que recibieron."
Entendiendo lo que Hope y Cadance pedían, Spike y las yeguas se movieron rápidamente también. Todas listas para volver a sus puestos y comenzar finalmente con la tan esperada Feria de Cristal. El único que pareció no moverse rápido, fue Shining Armor. Antes de seguir a Cadance y las demás, él recordó algo importante y se volteó para ver el Castillo de Cristal, no muy lejos de allí.
"Espero equivocarme… Pero creo que esto aún no ha terminado…" Pensó Shining preocupado. Pensando en su hermano Dusk y en la tarea que le había encomendado.
# Fin del capítulo 37
