T2 - Capítulo 38 – Celestia y Sombra

Celestia dormía plácidamente en su cama. En su sueño, se encontraba más relajada de lo que se había sentido en mucho tiempo. En el mundo etéreo en el que estaba, se encontraba viendo un eterno amanecer sentada junto a un gran lago, en el que se reflejaba la luz del sol de una forma maravillosa. Junto al lago, estaban Luna, Cadance, Dusk Shine, Spike, Sweet Creme, Sweet Caramel, Star Swirl, todos los ponies por los cuales Celestia sentía un gran afecto. Todos estaban allí, jugando y divirtiéndose juntos mientras ella disfrutaba solo de verlos reír. Alejada de todas las responsabilidades y problemas de su vida, Celestia simplemente sonreía sin querer moverse jamás de allí.

"Esto… Debe ser un sueño, ¿Verdad?" Murmuró Celestia con una pequeña sonrisa. Con su mente levemente despierta como para darse cuenta que tal escena no podía ser real.

Muy en el fondo, Celestia sabía que eso era solo un sueño, pero su mente luchaba por negar esa afirmación. Aquello era tan maravilloso, y ella se sentía tan feliz… ¿Por qué habría de despertar y romper aquella bella fantasía?

"Puedo dormir un poco más… Aún no siento la necesidad de despertar…" Murmuró Celestia en su sueño, rindiéndose finalmente a la fantasía, pues, ya acostumbrada a despertar a la hora correcta por más de mil años, Celestia sentía que aún no era momento para despertar. "Si esto es un sueño… Es el sueño más largo que he tenido en mi vida" Murmuró Celestia, inconscientemente empezando a dudar de su propio sueño. Poco a poco sintiendo que había algo raro en él. "Pero… si fuera un sueño perfecto… 'ÉL' estaría aquí, ¿Verdad?"

Como si lo que dijera Celestia hubiera sido escuchado por alguien más, desde el lejano horizonte donde se asomaba el sol, apareció una silueta que empezó a acercarse. La silueta de un alto y elegante unicornio gris acercándose hacia Celestia. Al verlo, los ojos de Celestia se iluminaron y su corazón se aceleró. Sin embargo, aquella felicidad duró solo unos segundos, pues, a pesar de que aquel nuevo invitado a su sueño le trajera felicidad, también hizo que Celestia despertara más conscientemente, confirmando que aquello efectivamente era un sueño, pues de ninguna forma ella podría verlo a 'ÉL' en el mundo real.

"Heh… Te agradezco el bello sueño que me diste Luna, pero creo que ya es hora de despertar." Dijo Celestia con una triste sonrisa. Levantando su mirada al cielo para hablar con su hermana. Pensando que solo Luna podía ser capaz de meterse en sus sueños y crearle aquella hermosa fantasía.

Pese a las palabras de Celestia, nada cambió a su alrededor. La fantasía siguió tal cuál como si aquello fuera la realidad. Entonces, viendo que nada cambiaba, Celestia cerró sus ojos y activó su magia. Al instante, despertó.

Celestia abrió sus ojos y vio que dormía en su cama. Lentamente se levantó, sonriendo al recordar su bello sueño, y usó su magia para mover las cortinas. Tal como siempre, todo seguía a oscuras, pues era su trabajo levantar el sol para que los demás ponies de su reino también despertaran.

La alicornio se acercó hacia la ventana sonriendo, pero en un segundo, su sonrisa desapareció. Celestia puso una mirada confundida y comenzó a mirar todo a su alrededor con una extraña mirada. Entonces ella tocó la cortina de su ventana y la palpó lentamente con su casco.

"Esto… No puede ser… ¿Sigo dormida?" Murmuró Celestia con una mirada de asombro. Pues si no fuera por su extraordinaria habilidad para sentir la magia, ella se hubiera demorado mucho más en descubrir que aquello seguía siendo un sueño.

No, aquel sueño era de un alto nivel de habilidad mágica. Alguien había creado un primer sueño de fantasía para mantenerla dormida plácidamente, pero aquello no era su única función. El primer sueño era una fantasía para al mismo tiempo, si es que ella lograba despertar, demorarla en darse cuenta que ella no había despertado realmente, si no que había sido movida simplemente a otro nivel de sueño… ¡Era brillante! Luna tenía el poder para ello, pero no tenía aquel sutil ingenio para crear aquella trampa. No, habían muy pocos ponies con la habilidad mágica y la astucia para crear aquello. Alguien que pudiera entrar al castillo y engañarla incluso a ella…

"Fue muy inteligente de tu parte crear esa doble ilusión… Sunset Shimmer." Dijo Celestia sonriendo. Descubriendo finalmente quien había sido la causante de aquella trampa en su sueño.

Lentamente todo en la habitación comenzó a iluminarse, y finalmente Celestia despertó en el mundo real. Al hacerlo, sus ojos se abrieron lentamente y vio que seguía en su habitación a oscuras, tal como había despertado en la ilusión anterior. La única diferencia, era que al frente de su cama se encontraba justamente Sunset Shimmer, mirándola fijamente mientras su cuerno se iluminaba con magia.

"De verdad creí que podría engañarte por más tiempo." Dijo Sunset, con un gesto lleno de frustración.

"Lograste engañarme. Y probablemente, si hubiera sido otro pony al que hicieras ese truco, aún seguiría creyendo que despertó." Dijo Celestia sonriendo, moviendose para quedar en posición sentada en su cama. "¿Por qué hiciste algo así?"

"Meh… Tengo mis razones." Respondió Sunset encogiéndose de hombros. "Llegué al castillo y vi que tenía esta gran oportunidad para practicar mis hechizos mentales contra la más poderosa pony del mundo. No puedes culparme por querer practicar." Sonrió Sunset con una pícara sonrisa.

Ante la respuesta de Sunset, Celestia simplemente se la quedó observando tranquilamente sin decir nada. Por su parte, Sunset se dio cuenta que la princesa la estaba analizando y rápidamente siguió hablando para no darle la oportunidad.

"Por cierto, ahora que has despertado, ¿Qué tal si tenemos un pequeño duelo de magia?" Preguntó Sunset, poniendo su mirada más presuntuosa.

Sin decir nada, Celestia siguió observando a Sunset en silencio, sin demostrar ninguna expresión en su rostro. Aquello ponía extremadamente nerviosa a Sunset, pero por su puesto, ella no lo demostraba.

"Está bien." Respondió Celestia sonriendo. Lo que dejó aún más atónita a Sunset por aquella simple y directa respuesta a su absurda petición. Sin embargo, ella tampoco perdería aquel duelo de caras de póker, y se mantuvo sonriendo presuntuosa, sin demostrar su asombro.

Celestia se levantó lentamente de su cama y abrió las cortinas de su habitación. En ese momento, no pudo evitar ocultar su sorpresa, abriendo levemente sus ojos con sorpresa. Ya había amanecido… Alguien más había alzado en sol mientras ella dormía.

"¿Esto es parte de la sorpresa? Así que Luna también está involucrada…" Preguntó Celestia, volteándose para mirar tranquilamente a Sunset.

"No sé a qué te refieres." Respondió Sunset, fingiendo ignorancia. "Te daré un momento para que puedas bañarte y arreglarte."

"No es necesario. Si tendremos un duelo de magia, terminaré muy cansada, en especial si es contra ti. Así que tomaré mi baño después." Respondió Celestia sonriendo. Al tiempo que levitaba su corona y demás adornos reales para vestirse como siempre lo hacía.

Tras el comentario de Celestia, Sunset entrecerró sutilmente su mirada y luego rápidamente sonrió, igual de amable que Celestia.

"Está bien, como quieras." Dijo Sunset encogiéndose de hombros, fingiendo que aquello no le importaba. "Sígueme."

Sunset salió de la habitación de Celestia seguida por la misma Princesa del Sol. Entonces Sunset comenzó a caminar tranquilamente hacia las escaleras, mientras Celestia simplemente la siguió, manteniendo el silencio y sonriendo tranquilamente. Mientras bajaban las escaleras, Sunset no paraba de mirar de reojo a Celestia. Quien simplemente sonreía mientras caminaba mirando hacia el techo y las paredes.

"Definitivamente sabe que pasa algo. De lo contrario no hubiera aceptado mi reto a un duelo mágico tan fácilmente…" Pensó Sunset. Molesta con la actitud de Celestia, al no ser capaz de dilucidar qué pasaba por la mente de la princesa. Por más que lo intentaba, Sunset no podía predecir los pensamientos de la Princesa del Sol, y aquello la ponía muy nerviosa, creyendo que eso evidenciaba la diferencia en poder de ambas.

"Sigues viendo las paredes y el techo. ¿Acaso crees que sigues estando en un sueño o en una ilusión?" Preguntó Sunset con una sonrisa burlona. Haciendo una pregunta que desestabilizara la tranquila sonrisa que mostraba Celestia. Sin embargo, su pregunta tuvo el efecto totalmente opuesto. En vez de ponerse nerviosa, Celestia levanto su casco y no pudo ocultar una pequeña risita divertida.

"No es eso. Solo me di cuenta que te ponía muy nerviosa mi mirada. Supongo que crees que puedo leer la mente o algo así, pero créeme, no tengo ese poder." Sonrió Celestia, diciendo aquella paradoja que Sunset enseguida captó.

Decir que no leía la mente justamente cuando Sunset pensaba aquello, ¡Reafirmaba exactamente lo opuesto a lo que negaba! No… Celestia no podía leer la mente, pero sí podía leer los rostros y expresiones tal como Sunset hacía, con la diferencia que Celestia tenía cientos de años de más experiencia haciéndolo. Eso era lo que realmente le estaba diciendo Celestia a Sunset, y Sunset enseguida lo notó.

"Así que es eso…" Respondió Sunset sonriendo, ocultando su molestia al sentirse menospreciada por la princesa. "Yo pensé que te estarías preguntando ¿Por qué te pedí un duelo tan repentinamente? O quizás te preguntes si las clases de Cadance fallaron y de verdad deberías estar preocupada si me volví malvada."

"Jejeje… No seas boba Sunset. No hay un pelo malvado en ti." Se rio Celestia divertida. "Si querías asustarme al hacerme creer que entraste por la fuerza a mi habitación, no funcionará. Sweet Creme no fue a mi habitación esta mañana, así que es seguro que hablaste con ella para que no fuera. Por lo mismo, lo más seguro es que Luna esté involucrada también, ya que si fuese algo que pidiera Luna, las gemelas mayordomo la obedecerían sin dudar. Además, solo ella pudo usar su magia para alzar el sol en mi lugar… ¿Estoy en lo cierto?"

"No sé de qué estás hablando." Respondió Sunset de forma tajante. Molesta al ver lo rápido que Celestia sacaba conclusiones y se acercaba a la verdad.

"En cuanto a la razón del duelo, es bastante obvio." Dijo Celestia sonriendo. "Quieres distraerme de algo, mantenerme ocupada por alguna razón. Por eso creaste esa ilusión para que quedara durmiendo más tiempo, por eso también te afectó que no tomara mi baño y te siguiera inmediatamente luego de despertar, y por eso también bajamos las escaleras en vez de teletransportarnos directamente al patio… Creo que por eso me estoy distrayendo mirando las paredes y el techo. Estoy distrayendo mi mente para no adivinar lo que estás planeando, ya que hace mucho tiempo que nadie me daba una sorpresa y no quisiera arruinar lo que sea que planeas, adivinándolo antes de tiempo." Agregó Celestia con una tierna sonrisa.

Esta vez Sunset no respondió. Ella simplemente siguió caminando, sin poder evitar poner una mirada molesta. Básicamente lo que decía Celestia era que si quería, podía adivinar lo que ella planeaba, pero no lo hacía, por diversión. Eso puso muy nerviosa a Sunset y la dejó sin poder responder ningún comentario sarcástico como siempre hacía en esas situaciones, pues con cada palabra que decía, parecía que sin querer le daba más pistas a Celestia sobre sus verdaderas intenciones… Aún así, había algo en lo que se había equivocado el razonamiento de Celestia, y Sunset sonrió internamente, viendo que aún tenía un as bajo la manga para engañar a la Princesa del Sol.

Tras un largo camino por las escaleras, en que Sunset intencionalmente tomó la ruta más larga, finalmente ambas yeguas llegaron al patio sur del castillo. Al salir, Sunset caminó rápidamente hacia la parte llana, seguida por Celestia, que simplemente caminó sonriendo, disfrutando de salir de su rutina. Celestia alzó su vista para disfrutar del cielo de aquella mañana, sin embargo, Sunset empezó a hablar inmediatamente, como si de un momento a otro, estuviera más apresurada.

"Será un duelo mágico de ataque y rendición. La primera pony en rendirse, ser inmovilizada, o caer agotada, será la perdedora." Dijo Sunset rápidamente. Poniéndose en posición de ataque, iluminando su cuerno y mirando amenazadoramente a Celestia. "Solamente usaremos magia blanca o elemental. No usaremos magia oscura."

"Preferiría un duelo de hechizos y que solo comparáramos nuestros hechizos. Pero supongo que disfrutas más este tipo de duelos." Dijo Celestia con una pequeña sonrisa maternal. "Si quieres usar magia oscura, está bien. Confío en tus grandes habilidades y que sabrás controlarlo, sin ponerte en peligro."

"¡Ja! Basta de falsa modestia… Esa será tu perdición." Respondió Sunset con una arrogante sonrisa. "Pelearemos en igualdad de condiciones… Ahora, basta de hablar, ¡Empecemos!"

Sin perder tiempo Sunset iluminó su cuerno con una gran bola de energía y lo lanzó directamente a Celestia. Por su parte, la alicornio simplemente usó su magia para crear una barrera mágica frente a ella, causando que el rayo de luz explotara contra la barrera sin siquiera tocar a Celestia.

Al ocurrir aquel destello tras estallar el rayo de luz contra la pared, Sunset lo aprovechó y en menos de un segundo se teletransportó detrás de Celestia, quedando justo en su ángulo ciego. Disparando velozmente otro potente rayo de luz directamente a su cuerpo.

"Era muy obvio que aquel primer rayo era solo una distracción…" Pensó Celestia volteándose justo cuando Sunset la atacó por la espalda. Poniendo nuevamente otra barrera mágica entre ella y el rayo de Sunset, a una velocidad que ningún unicornio normal hubiera podido crear una barrera así de fuerte. "Sé lo astuta que eres Sunset. Por eso mismo, sabía que harías ese segundo movimiento."

Contrario a lo que esperaba Celestia, el poderoso rayo de Sunset logró romper su barrera y atacarla directamente. Tan sorprendida quedó Celestia, que por poco es golpeada de lleno por el rayo de luz, y solo logró usar su magia en el último segundo para desviar el rayo hacia arriba. Tan inesperado fue la potencia de ese ataque, que incluso la corona de Celestia salió volando al ser golpeada por el rayo de Sunset.

Tras desviar el rayo de magia de Sunset, Celestia miró sorprendida hacia arriba mientras el rayo que desvió volaba, entonces ella bajó su mirada y vio con asombro a Sunset.

"¿Qué pasa? ¿Acaso dejé sin habla a la Princesa del Sol?" Se burló Sunset, feliz de por fin quitarle a la princesa su sonrisa de superioridad.

Disfrutando de la mirada de Celestia, y sabiendo que de todos modos la astuta Princesa del Sol descubriría rápidamente su truco, Sunset decidió mostrarlo antes, para causar aún más impresión. Entonces, dos alas doradas y brillantes aparecieron en los costados de Sunset, dándole la perfecta apariencia de una alicornio.

Aquellas alas obviamente estaban hechas completamente de magia, y su brillo lo demostraba, pero el efecto de parecer una alicornio, era algo que Sunset disfrutó mucho, y tal como esperaba, dejó a Celestia aún más impresionada, ya que aún no entendía qué pasaba. Entonces, Sunset movió su melena y dejó a la vista un collar con un amuleto, el cual tenía el emblema del sol por un lado, y por el otro lado, tenía el emblema de la luna.

"Los medallones… Tiene ambos…" Pensó Celestia, abriendo sus ojos con sorpresa. Reconociendo aquellos medallones.

Esos dos amuletos los guardaban Luna y Celestia para casos de emergencia. En ellos, habían almacenado parte de su magia alicornio, para que, si alguna de las dos no podía realizar sus labores de alzar o bajar el sol o la luna, la otra pudiera realizarlo más fácilmente, con ayuda de esos medallones.

"Te dije que pelearíamos en igualdad de condiciones." Sonrió Sunset con orgullo. Agitando sus alas mágicas y nuevamente amenazando a Celestia con su cuerno.

"Así que la unicornio más hábil en magia en los últimos siglos, ahora posee magia alicornio…" Pensó Celestia con una pequeña sonrisa nerviosa, llena de asombro, preocupación y también, emoción. "Sí… Podría ser de verdad un problema…"

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Sin perder tiempo, Sunset se lanzó nuevamente a atacar a Celestia, quien esta vez no se quedó inmóvil poniendo barreras. Esta vez Celestia también se movió, ya no podía confiarse, ahora debía luchar en serio para defenderse y pensar en cómo inmovilizar a Sunset.

Rayos de luz, rayos congelantes, rayos de crecimiento vegetal, teletransportación, telekinesis, los hechizos más ortodoxos y hechizos que Celestia incluso desconocía. Sunset usó todo su arsenal de hechizos, siempre atacando directamente a Celestia. A veces, la perdía de vista e inmediatamente usaba su teletransportación para redirigir sus ataques y nuevamente atacarla desde el frente.

Por instantes, por la dirección de los ataques de Sunset, Celestia pensó que la dirigía hacia una trampa, pero por más que buscó, no pudo detectar ninguna, y la verdad, no tenía tiempo para pensar en otras cosas que no fuera defenderse. Sunset apenas si le daba tiempo para reaccionar. Así, finalmente Celestia también comenzó a atacar a Sunset, viendo que estaba siendo acorralada, y que en esas circunstancias un buen ataque era la mejor defensa.

Ambas yeguas usaron todo su ingenio para tratar de sorprender y capturar a su rival, pero siempre conseguían salvarse gracias a su astucia y poder. Los minutos pasaban, y para sorpresa de las gemelas mayordomo y de los demás sirvientes de palacio que fueron atraídos por el ruido, ambas ponies parecían estar igualadas.

Celestia y Sunset llevaban casi media hora de duelo, y poco a poco ambas vieron que una de las dos iba consiguiendo lentamente más ventaja. El cuerpo de Sunset luchaba por controlar la magia alicornio almacenada en aquellos medallones, y aunque había hecho un espectacular trabajo, su cuerpo estaba demasiado agotado como para soportar tal carga por mucho más tiempo. Y aunque pudiera soportarlo, los medallones no guardaban magia infinita. Aquella era una batalla no solo contra Celestia, si no contra el tiempo, y si iba a ganar, debía hacerlo cuanto antes.

"¡Espera! ¡Mi plan no es ganar!" Pensó Sunset sorprendida, luego de evadir dos muros de tierra que por poco la aplastan, logrando salvarse gracias a sus nuevas alas. Entonces, Sunset se dio cuenta que se había dejado llevar mucho por la emoción de la batalla y que su verdadero plan era otro.

Ese pequeño segundo de distracción, fue suficiente para que Celestia usara su magia y alcanzara a congelar una de las patas de Sunset. Un hielo que se extendió velozmente por todo su cuerpo, dejando solo su cabeza al descubierto.

"¡Te tengo! Huff…" Dijo Celestia cansada pero feliz, aterrizando luego de también haber evadido una ráfaga de rayos lanzados por Sunset. "Cuando evadiste el muro de piedras, sabía que tus nuevas alas te ayudarían. Pero por mucho que ahora tengas alas, no sabes volar, y solo las usabas para estabilizarte un poco en el aire. Por eso calculé que el hielo alcanzaría tu pata. Aunque pudiste haberlo evitado si no te hubieras distraído…" Agregó Celestia, dejando de sonreír, al darse cuenta de aquel detalle. "¿Qué te distrajo?"

"¿Qué me distrajo? ¡Que se me estaban acabando las ideas!" Respondió Sunset, fingiendo estar molesta. "Los medallones tiene límite de tiempo y-"

"No querías ganar… Con la emoción del duelo casi lo olvido, tu prioridad era distraerme de algo." Dijo Celestia, pensando en voz alta. Ya no escuchando nada de lo que decía Sunset. Ahora, con su diversión acabada, su ágil mente estaba totalmente enfocada en resolver el verdadero misterio. "Durante todo el duelo, te mantuviste atacándome en una sola dirección…"

En ese instante, Celestia abrió con sorpresa sus ojos y se dio cuenta que en todo momento los ataques de Sunset fueron de Sur a Norte, y cada vez que ella cambiaba de posición, Sunset rápidamente volvía a atacarla de Sur a Norte… ¿Por qué haría eso? ¡Solo había una explicación! Celestia miró hacia el cielo del Norte y entrecerró sus ojos con cuidado, hasta que finalmente notó algo extraño que la dejó con la boca abierta.

Celestia usó su magia y en un instante, el cielo se resquebrajó como si fuese un vidrio, descubriendo otro cielo idéntico detrás de este. Al ver aquello, Celestia se volteó a mirar a Sunset con una mirada de asombro e incluso, un poco de temor.

"No solo usó dos ilusiones… ¡Usó tres ilusiones! ¡La tercera fue para ocultar el cielo del Norte! En todo este duelo, ella mantuvo esa ilusión al tiempo que me distraía para no verlo y me demorara más en descubrirlo." Pensó Celestia, genuinamente asombrada del talento de Sunset. "¿¡Qué tan hábil puede ser esta unicornio!?"

Tras dejar su sorpresa de lado, Celestia sonrió orgullosa de Sunset y luego volvió a voltearse para ver el cielo del Norte. ¿Por qué Sunset quería distraerla? ¿Por qué ocultar el cielo? Allí estaba la respuesta… En lo lejano del cielo del norte, se podía ver débilmente una luz verde, la de una aurora, que no debería ser capaz de verse a esa hora del día. Al verla, Celestia abrió grande sus ojos y se puso pálida. Ella alzó rápidamente el vuelo para ver mejor el cielo. Entonces, su boca tembló al comprobar lo que sospechaba… La aurora del norte brillaba como nunca, con una magia única, la magia del Imperio de Cristal.

Sin pensarlo dos veces, Celestia batió sus alas y comenzó a volar hacia el norte, sin embargo, apenas batió sus alas, ella fue teletransportada de vuelta a tierra, en frente de Sunset Shimmer.

"¡Esto no ha acabado!" Gritó Sunset luego de teletransportar de vuelta a Celestia. Usando también su magia para forzar el hielo que la encerraba y romperlo por la fuerza.

"¡Sunset! Esto no-" Dijo Celestia asustada.

"¡Silencio!" Interrumpió Sunset, al tiempo que hacía aparecer unas cadenas para atar a Celestia. Materializando cadenas mágicas junto a cadenas reales, creando la trampa más elaborada que su mente podía idear.

"No debo dejar ir a Celestia hacia el norte, ¡Esa es mi misión! ¡Esa es la misión que me encargó Luna!" Pensó Sunset, agotada mental y físicamente, al tiempo que su magia creaba las cadenas más perfectas que la magia podía crear. Tan fuertes y resistentes que ni el propio Star Swirl podría ser capaz de salir.

Poco y nada quedó a la vista del cuerpo de Celestia. Solo un montón de pesadas cadenas enrollándola y cubriéndola por completo. Una vez Sunset ocultó lo último que quedaba a la vista del cuerpo de Celestia, la unicornio cayó al suelo exhausta, mientras sus falsas alas de alicornio desaparecían.

"Eso… Eso es todo…" Murmuró Sunset, completamente agotada.

La paz de Sunset duró solo dos segundos, pues rápidamente sintió que sudaba al sentir un gran calor proveniente de las enormes cadenas mágicas. Ante su asombro, las cadenas comenzaron a fundirse lentamente, hasta que finalmente explotaron, revelando a Celestia iracunda. La melena y cola de Celestia habían sido reemplazadas por llamaradas más calientes que las brasas de un volcán, mientras sus ojos brillaban con un intenso resplandor.

"Basta de juegos." Dijo Celestia, con una voz serena, pero una mirada enojada. Entonces la alicornio usó su magia y desapareció de allí.

Tras unos segundos de incredulidad, Sunset cayó de espaldas y exhaló un gran suspiro.

"No puede ser… ¿Aún tenía todo ese poder?" Dijo Sunset con cierta frustración, hablando hacia el cielo. Entonces Sunset sonrió. "Jajaja… Solo estuvo jugando conmigo…" Se rio Sunset, finalmente cayendo desmayada por el agotamiento. Molesta por no haber podido retener más tiempo a Celestia, pero orgullosa también por el gran duelo que tuvieron.

Lejos en el cielo, Celestia volaba a toda velocidad, ya con su melena y cola normal, luego de su estallido de furia. Su duelo con Sunset la había dejado más agotada de lo que creía. En cualquier otro momento, Celestia se hubiera detenido y le hubiera dicho a Sunset lo orgullosa que estaba de ella y hubiera alabado su gran potencial, pero la mente de Celestia solo tenía una cosa en mente, ir hasta el norte lo antes posible.

"Esperé tanto por esto… ¡Solo espera un poco más!" Pensó Celestia asustada. Forzándose a volar lo más rápido posible mientras recuperaba lentamente su magia.

'Flashback de Celestia.'

Había costado mucho esfuerzo por parte de las tres grandes tribus de ponies, pero tras muchos años, el Reino de Equestria había fructificado y rápidamente se convertía en uno de los reinos más grandes y prósperos del mundo. Un reino que había nacido por la búsqueda de nuevas tierras, huyendo del frío y odio generado por la propia separación entre las tribus; y más importante aún, por la chispa de amistad que nació entre esas mismas tres tribus de ponies el día que llegaron a esas tierras. Por lo mismo, la aparición de las dos jóvenes alicornio llenó de fuerza esa unión, representando justamente la unión de ponies de tierra, pegasos y unicornios en un solo ser, o en este caso, en dos seres.

La historia que comenzó a correr de boca en boca entre los ponies de todas las razas, fue que aquellas dos seres celestiales, que gobernaban el día y la noche, habían llegado al mundo como muestra de la unión entre todos los ponies. Dotadas de magia ancestral para proteger su naciente nuevo reino… Parte verdad, parte mito, que los nobles de aquella época se aseguraron de mantener, sabiendo que necesitaban 'algo' que mantuviera unidas a las tribus. Seres a los cuales todos respetaran y amaran, y, de ser necesario, temieran.

Star Swirl nunca estuvo de acuerdo en que los nobles intentaran convertir en diosas terrenales a las jóvenes alicornios, pero él era solo uno, y sabía que mantener un naciente nuevo reino sería complejo, por lo que finalmente tuvo que ceder y guardar silencio. Pese a ello, el gran mago siempre les recordaba a los nobles que no habían dos alicornios, sino tres, y que tarde o temprano su propia mentira sobre el mito de Luna y Celestia caería. Los nobles más antiguos sabían de ello, y por lo mismo, se sintieron bendecidos cuando la Reina Amore simplemente desapareció. Su desaparición, junto con la de los antiguos reinos, fue tomada como una señal de que ellos estaban en el camino correcto y eran el único y verdadero reino de ponies del mundo.

La reaparición del Imperio de Cristal asustó a los nobles de aquella época, y los asustó aún más luego de enterarse que Star Swirl había llevado a las dos princesas alicornio junto a él. Para nada creyeron la historia que las dos princesas se habían escapado y lo habían seguido en secreto. Para aquellos testarudos nobles que solo temían perder su poder y riquezas, Star Swirl bien podía estar intentando llevarse a las alicornios para que estuvieran con la Reina pagana, y así el poder de las tres alicornios solo fuera controlado por otro reino. Sin embargo, tras la aparición del Imperio de Cristal, este volvió a desaparecer tan pronto apareció y Star Swirl había vuelto con las dos princesas sin problemas. Dejando solo recelos por parte de los nobles del reino.

Por esa misma razón, años después, cuando el Imperio de Cristal volvió a aparecer, Star Swirl fue mucho más precavido. Aquella vez, Star Swirl casi saltó de su cama cuando en medio de la noche el Espejo visor, que había estado inactivo por años, volvió a activarse, mostrándole la imagen de Amore, pidiendo su ayuda.

Sin decirle a nadie, Star Swirl viajó solo hasta el Imperio de Cristal y habló por última vez con la Reina Amore. Allí, ella le pidió ayuda para salvar a Sombra de su enfermedad, un gran dolor que lo atacaba una vez al año y que si no se paraba, terminaría por matarlo. Sin embargo Star Swirl vio que nada podía hacer él solo y salió del Imperio en busca de las únicas ponies con el poder suficiente para ayudarlo a encontrar una solución, las princesas alicornio. Pese a que se apresuró, fue demasiado tarde. Cuando Star Swirl volvió junto a Celestia y Luna, el Imperio de Cristal había vuelto a cerrarse.

"Niñas… Deben prometerme algo." Dijo Star Swirl aquella vez, en medio de la nieve. Con una mirada llena de terror, mirando al vacío de la tormenta, donde debería de estar el Imperio de Cristal, desplazado en otro plano. "Si alguna vez el Imperio de Cristal vuelve a abrirse, deben ir de inmediato a ayudar a Amore." Tras decir aquello, Star Swirl cayó sentado con una mirada de derrota e impotencia. "Amore… Todo tiene su precio… La vida no puede huir de la muerte, eso es una maldición …" Murmuró Star Swirl cerrando sus ojos con dolor. Pensando en voz alta.

Celestia miró a su maestro y no supo de qué estaba hablando. Solo lo entendería muchos, muchos años después…

Los años pasaron y ambas alicornios ya eran completamente adultas, reconocidas en todos los rincones de su enorme reino, incluso más allá de su reino. El viejo Star Swirl había desaparecido hacía poco más de un año, y tras buscarlo incansablemente, sin lograr su meta, finalmente Celestia se atrevía a desordenar el cuarto de su querido maestro, buscando alguna pista. Ella ya lo había hecho antes, intentando también buscar pistas sobre el paradero del viejo unicornio, pero esta vez ella estuvo dispuesta a buscar en cada rincón y cada página de cada libro de la enorme biblioteca personal de su maestro, para ver si había pasado algo por alto.

Así fue como Celestia dio con un cuarto secreto que el viejo mago nunca le había mencionado a su pupila estrella. Allí, Celestia vio muchos pergaminos con los estudios que había hecho durante su larga vida, además de varios objetos mágicos que había estudiado y creado. Sin embargo, en lo primero que se centró Celestia fue en el diario secreto de Star Swirl. Para decepción de Celestia, tras leer el diario, no pudo averiguar cuál había sido el último paradero de su maestro. Sin embargo, descubrió muchas otras cosas fascinantes que desconocía del viejo unicornio. Pese a que por alguna razón Star Swirl no ahondó mucho en su pasado previo a la llegada a Equestria, Celestia aprendió sobre el verdadero origen de Star Swirl, originario de la familia Sparkle. Mientras leía el diario, Celestia llegó a una parte muy importante que por poco olvidaba de su pasado, la vez que ella, Luna y el mago visitaron el Imperio de Cristal para ver a Amore. Allí, Celestia recordó lo que escuchó aquella vez a escondidas con el pequeño Sombra, y que ahora confirmaba con lo que había escrito Star Swirl. El mago mencionaba cómo había encarado a la Reina Amore por crear copias de ponies gracias a los espejos y cristales mágicos del reino, y cómo sospechaba que las emociones y recuerdos oscuros que se guardaban en el Corazón de Cristal, algún día podrían ser muy peligrosos. Al leer aquello, Celestia recordó la promesa que hiciese años atrás a su maestro sobre ayudar a la Reina Amore cuando reabriera el imperio, algo que nunca sucedió… hasta unos años después.

Una noche, tal como décadas antes, Luna corrió velozmente a despertar a su hermana. Mientras Celestia despertaba malhumorada, Luna abrió las cortinas de su habitación, abrió la ventana y señaló al cielo.

"¡Volvió!" Dijo Luna casi en un grito. Apuntando al cielo nocturno y mostrándole a Celestia la gran aurora verdosa que se veía desde allí. Una que quitó de inmediato todo atisbo de sueño en Celestia y la dejó con la boca abierta.

Con la convicción de querer cumplir la promesa de su desaparecido maestro, Celestia y Luna volaron esa misma noche hacia el Imperio de Cristal. Al llegar, sus sospechas se confirmaron al ver que la enorme ciudad de cristal había aparecido nuevamente entre la tormenta de aquel alejado lugar del norte. Ambas alicornios se acercaron caminando a la ciudad, hasta que sintieron el límite de la barrera mágica y la atravesaron.

Como siempre que llegaban allí, sus ojos se asombraron al ver la enorme ciudad de cristal tal como la recordaran, brillando bajo un brillante cielo como si allí fuera de día, sin ningún atisbo de la tormenta que estaba fuera de la barrera. Sin perder tiempo, ambas alicornios abrieron sus alas y volaron rápidamente hacia el castillo, listas para ayudar en lo que pudiesen a la Reina Amore, siguiendo la advertencia de Star Swirl.

"¡Miren! ¡La Guardiana del Imperio! ¡Son dos!" Gritaron emocionados desde abajo los ponies de cristal, quienes no recordaban haber visto a un alicorio más que la de una estatua que había en el Imperio. Y al igual que a Amore, pronto olvidarían que habían visto a otra alicornio.

Al llegar al salón del trono, Celestia y Luna vieron a una yegua de pelaje lila y melena celeste de espaldas. En cuanto la yegua se volteó, Celestia y Luna se asombraron de ver lo bella que era. De hecho, les recordaba mucho a la propia Reina Amore, antes de caer en cama enferma.

"No puede ser… ¡Funcionó!" Gritó Radiant Hope emocionada. Lanzándose para abrazar a Luna. "¿Me recuerdas, Woona?"

"¿W-Woona?" Preguntó Luna sorprendida. "Espera… ¿¡Eres Radiant Hope!?" Gritó Luna sorprendida, viendo lo mucho que había crecido Hope, ya que la última vez que la vio, Hope era solo una pequeña potranca.

"Vaya… Si que has crecido." Dijo Celestia sonriendo. Alegre de ver un rostro familiar. "Dime, ¿A qué te referías con que 'funcionó'? ¿Qué cosa funcionó?" Preguntó Celestia, poniendo rápidamente una mirada más seria, decidiendo que quería averiguar lo antes posible si había algún problema allí o no.

"Se refiere a que finalmente logramos volver a abrir el reino." Dijo desde atrás de Celestia una voz masculina. Entonces Celestia se volteó y vio que era un alto y guapo unicornio de pelaje gris, de profundos y hermosos ojos verdes. "Y por cierto, yo también crecí bastante." Agregó el potro, con una galante sonrisa.

"E-Espera… ¿¡Tú eres el pequeño Sombra!?" Gritó Luna muy sorprendida. Aún siendo abrazada en el cuello por Radiant Hope. "Yo… Sabía que había pasado tiempo, pero aún así, es un shock verlos a ambos así de grandes."

"Bueno, han pasado muchos años." Dijo Radiant Hope, finalmente soltando el cuello de Luna y sonriéndole.

"Y más aún aquí, en este reino. Aquí, el tiempo avanza más rápido que afuera." Agregó Sombra, mirando a Luna y luego de reojo volviendo a ver a Celestia. "De hecho, creo que ahora tenemos la misma edad que ustedes."

Pese a que Sombra la miraba, Celestia se había quedado pasmada. La había tomado completamente por sorpresa ver a Sombra tan adulto, y lo que era más, nunca había visto a un potro tan alto y guapo como él. Todo eso había dejado a Celestia sin habla.

"Yo… Eh… S-Sí. Es toda una sorpresa." Respondió rápidamente Celestia, sacudiendo su cabeza al darse cuenta que se había quedado viendo a Sombra con una mirada boba. "Es tal y como dice Luna. Nos sorprendió mucho ver lo mucho que han cambiado."

"Bueno, ustedes también han cambiado." Dijo Sombra, poniéndose frente a Celestia para quedar cara con cara. "Has crecido bastante, pero ahora, puedo verte directo a los ojos."

Al ver los grandes ojos verdes de sombra y su brillante sonrisa, Celestia abrió grande sus ojos y desvió la mirada, sintiendo que por primera vez en su vida sus mejillas ardían. Al ver esa reacción, Luna miró a su hermana confundida, ya que a Celestia, al igual que a ella, les habían enseñado a no dejarse intimidar por la mirada de nadie, ya que eran princesas. Por su parte, Hope puso un casco en su boca y soltó una pequeña risita, dándose cuenta inmediatamente que aquello no era intimidación, sino nervios, ocasionados por otro sentimiento más romántico que empezaba a nacer en Celestia.

"Por cierto, ¿Dónde está la Reina Amore?" Preguntó repentinamente Luna, recordando la misión que les encargó su maestro. "Star Swirl dijo que viniéramos a ayudar si el Imperio abría nuevamente su barrera."

Ante la pregunta de Luna, Hope puso una mirada confundida, mientras que Sombra se puso tenso.

"¿Mamá? Mamá… ¿Ella tiene un problema?" Preguntó Hope confundida, como si le costara recordar. "Hmm… No lo sé. Ella no sale de su habitación desde hace mucho."

"Quizás debamos ir a hablar con ella." Dijo Luna, mirando seriamente a Celestia, quien simplemente asintió en silencio, aún con sus mejillas sonrojadas.

La alegre Hope comenzó a guiar a las alicornios hacia el cuarto de su madre, dando saltos y sonriendo alegremente. En contraste, Sombra caminaba apresuradamente a su lado, con una mirada mucho más sombría. En tanto que detrás de ellos iban Luna y Celestia, con Celestia mirando confundida hacia el suelo mientras su hermana la miraba atentamente.

"¿Qué te pasa? ¿Te sientes mal?" Susurró Luna a Celestia, viendo que su hermana se comportaba de una manera que nunca había visto antes.

"Yo… No lo sé." Respondió Celestia sinceramente, igual de confundida que Luna.

"¿Qué fue eso? ¿Por qué mi corazón latía tan rápido?" Pensó Celestia confundida. Alzando levemente la vista para ver a Sombra nuevamente y sintiendo que no podía verlo sin sentir que sus mejillas se sonrojaban.

Finalmente, los cuatro ponies llegaron frente a la habitación de la Reina, misma en la que los cuatro habían estado la última vez que estuvieron juntos. Allí, Hope golpeó la puerta, mientras Celestia y Luna se quedaron mirando atentas, quedando Sombra detrás de todas.

"Mamá, ¿Estás despierta?" Preguntó Hope, pegando su oreja a la puerta. "¡Luna y Celestia llegaron! ¡El Imperio está abierto de nuevo!"

Pasaron varios segundos sin haber respuesta alguna, hasta que finalmente, algo se escuchó.

"Estoy bien… Lamento no poder salir…" Dijo la voz de Amore desde detrás de la puerta, con un ritmo monótono y cansino. "Lo siento… Debo descansar…"

Tras la respuesta, Hope se dio la vuelta y miró a las alicornios con una triste sonrisa.

"Siempre es así. Ella está muy enferma y dice que por nuestro bien, no puede vernos." Dijo Hope con una triste mirada. Entonces, ella puso una mirada pensativa. "Yo… Hacía mucho que no venía a verla… Debo visitarla más seguido…"

"Lo mejor será creer en mamá. No debes preocuparte." Dijo Sombra con una triste sonrisa. Acercándose a Hope y tocando su costado. "¿Por qué no mejor llevas a Luna a dar un paseo? Hay muchas cosas de las que deben ponerse al corriente." Sonrió Sombra.

Como si hubiera vuelto a ser una potranca como en aquella ocasión tantos años atrás, la sonrisa de Hope volvió velozmente a su rostro y rápidamente empujó a Luna para que la acompañara y estuvieran juntas nuevamente. En tanto que Luna no pudo hacer nada mientras su antigua amiga la empujaba lejos de allí. Finalmente, solo quedaron allí Sombra y Celestia, y al notarlo, Celestia sintió que por alguna razón se sentía muy nerviosa.

"¿Notaste algo extraño?" Preguntó Sombra, mirando con una triste mirada a Celestia.

"¿Eh? ¿A-Algo extraño?" Preguntó Celestia confundida. Intentando en vano no sentirse tan nerviosa al lado de Sombra.

Por unos segundos, Sombra se mantuvo inmóvil y en silencio. Simplemente mirando hacia el suelo, como si estuviera debatiendo con sus propios pensamientos. Hasta que finalmente él cerró fuerte sus ojos y miró a Celestia con una triste mirada, al borde de las lágrimas.

"No debería contarte esto, pero creo que eres la única que podrá entenderlo." Dijo Sombra mirando a Celestia fijamente. Usando su magia para destrabar la puerta, abriéndola de par en par. "Al igual que yo, tú escuchaste la conversación que mi madre y Star Swirl tuvieron aquella vez. Sabes la verdad que se oculta tras este reino y… los sacrificios que hay que hacer para mantenerlo a salvo."

Al ver la mirada de Sombra, Celestia supo que él guardaba un gran peso y que lo que estaba a punto de contarle era algo muy serio. Con ello, todo su nerviosismo se fue y ella volvió a ser la firme y serena princesa que era cuando los ponies de su reino la necesitaban. Así, Celestia entró a la habitación de Amore y se sorprendió con lo que vio.

"Aquí no hay nadie." Dijo Celestia muy sorprendida. Viendo la cama en la que años atrás había visto acostada a la Reina, pero ahora, completamente vacía.

"Mi madre… la Reina Amore, murió hace años." Dijo Sombra, desviando la mirada con tristeza. "Un ser oscuro llamado umbrum entró en mi habitación cuando estaba enfermo, y mi madre se sacrificó para salvarme."

"N-No lo entiendo… Esa era su voz." Dijo Celestia impactada por la noticia, muy confundida.

"Con mi magia, recreo la voz de mi madre en esta habitación cada vez que Hope toca a la puerta." Dijo Sombra, con una sombría y triste mirada.

"¿P-Por qué harías algo tan macabro?" Preguntó Celestia al tiempo que unas lágrimas comenzaron a caer por sus ojos. Tanto por enterarse de la muerte de quien en su infancia fuese como su madre, como por el hecho de haber juzgado mal a aquel potro, viendo lo oscuro que era.

"No lo entiendes. Debo ocultárselo a Hope." Dijo Sombra, asustado al ver que Celestia lo estaba malinterpretando. "Los sentimientos y estado emocional de Hope están demasiado unidos al Corazón de Cristal… Tras la muerte de nuestra madre, sus emociones negativas afectaban demasiado al Corazón de Cristal y este no podía recargarse correctamente con la felicidad de los ponies de cristal. Por eso, tuve que ocultar la muerte de nuestra madre, hasta que su corazón sane y olvide el trauma de verla morir."

Celestia guardó silencio un momento para comprender bien lo que Sombra decía. Ella entendía el funcionamiento del Corazón de Cristal, y tal como decía Sombra, si el vínculo de las emociones de Hope era demasiado grande, aquella parecía una solución.

"¿Por qué no le borraste por completo a Hope los recuerdos de la Reina?" Preguntó Celestia, mirando seriamente a Sombra. Dándose cuenta que eso sería más efectivo.

"Yo… No pude. Si borraba sus recuerdos, el dolor y el trauma seguirían dentro de ella." Respondió Sombra, apartando la mirada con tristeza. "Primero su corazón debe sanar, y luego, algún día… ella la olvidará."

En ese instante, Celestia abrió con miedo sus ojos al darse cuenta que ella había sido la insensible. Sombra podría haber hecho aquello pensando solo en su reino, pero él también estaba velando por cuidar a Hope, y ´más aún, se notaba que Sombra no quería que su hermana olvidara a su madre, él no quería cargar con el peso de ser el responsable de aquel cruel acto.

"Luna es muy amiga de Hope, por eso, te pido que por favor no se lo cuentes. No aún." Agregó Sombra, cerrando sus ojos y derramando una lágrima. "Lamento haberte involucrado, pero… Es un peso que he cargado por muchos años, por eso, necesitaba contárselo a alguien."

En ese instante Celestia se acercó a Sombra, aún con lágrimas en sus ojos. Entonces ella abrazó a Sombra, agradeciendo la confianza depositada en ella, y sobre todo, queriendo brindarle apoyo a ese potro, al ver lo solo que estaba en ese reino. Ambos se quedaron abrazados por varios minutos en completo silencio, hasta que las lágrimas de ambos se secaron.

"Lamento no pudieras proteger a tu madre, pero al menos pudiste proteger a Hope." Dijo Celestia, finalmente separándose del abrazo.

"Eso intento… Le prometí a mi madre que cuidaría de ella, y también a este reino." Dijo Sombra, con una triste sonrisa. "Sin importar lo que cueste, yo los protegeré a todos. Ese es el deber de un gobernante." Agregó Sombra, recordando las palabras que le había dicho años atrás su madre.

Celestia y Sombra salieron de la habitación y Sombra volvió a cerrarla con su magia. Luego, Sombra le pidió a Celestia que lo acompañara, pues, ahora que gobernaba el Imperio de Cristal, había algo que quería mostrarle. Así, Sombra guio a Celestia hasta su habitación, donde le mostró dos grandes espejos que ocultaba tras una manta. Al verlos, Celestia inmediatamente reconoció que no eran espejos normales, ella había visto ese tipo de espejos hacía mucho tiempo. Aquellos eran espejos mágicos.

"Estos son los últimos dos espejos mágicos que quedan en el reino, aparte del pequeño espejo visor que tenía mi madre." Dijo Sombra con cierto orgullo, parándose en medio de los espejos. "Las últimas reliquias del Imperio de Cristal original, cuando los cristales mágicos eran tan abundantes y poderosos como para fabricar estos espejos."

"Los recuerdo…" Dijo Celestia, acercándose a los espejos. Recordando los apuntes de Star Swirl y sabiendo que aquellos espejos debían de ser de los más raros que habían. "Estos son los especiales… ¿De qué tipo son?"

"Este es el 'Espejo de alerta', que muestra algún peligro cercano." Dijo Sombra, apuntando a su derecha. "Y este es el 'Espejo del futuro', que… bueno, el nombre lo explica por sí mismo." Agregó Sombra, apuntando a su izquierda.

"La Reina Amore nunca me dejó ver estos espejos. Decía que eran peligrosos de ver…" Dijo Celestia, acercándose al Espejo de alerta. Sin embargo, Sombra estiró su casco para detener a Celestia antes que viera en el espejo.

"Lo son… Algunos espejos muestran cosas que no deberíamos ver. Por lo mismo, no quiero que veas este espejo." Dijo Sombra, desviando la mirada con tristeza. "Sé cuál es el peligro que acecha al reino, y ahora, esa imagen me persigue día y noche en mi mente, manteniéndome siempre en alerta. No quisiera que vieras algo que te haga sentir perseguida y asustada sin razón."

Tras decir aquello, Sombra volvió a tapar con una manta el Espejo de alerta y con su magia también se dispuso a tapar el otro espejo. Sin embargo, se detuvo un segundo y miró a Celestia antes de hacerlo.

"El Espejo del futuro es similar. Puede mostrarte una imagen bella de tu futuro o algo muy horrible. Es el riesgo que corres al ver tu futuro, uno que no podrás evadir ni ver otro distinto hasta que ese futuro se cumpla." Dijo Sombra, mirando seriamente a Celestia. "Preferiría que no vieras este tampoco, pero no quiero obligarte a nada. Debe ser tú decisión si quieres arriesgarte a ver algo en tu futuro, tal como yo lo hice."

Celestia sopesó con detenimiento la advertencia de Sombra, y finalmente dio un paso al frente y se arriesgó a ver en el Espejo del futuro. Tal como con todos los espejos mágicos, en vez de ver su propio reflejo, Celestia vio una imagen difusa que se fue haciendo cada vez más clara, hasta que pudo distinguir algo. La alicornio se quedó mirando largamente aquella imagen, hasta que giró levemente su cabeza con una mirada confundida.

"Veo algo… Creo que es Luna, pero… No entiendo lo que significa." Dijo Celestia, mirando confundida a Sombra.

"El futuro es incierto. Si es una imagen borrosa, quizás signifique que es algo que ocurrirá muy en el futuro. Lo cual no me sorprendería, ya que eres una alicornio." Dijo Sombra con una pequeña sonrisa. "Por ahora, te sugiero que no te preocupes por lo que viste."

"¿Qué fue lo que tú viste?" Preguntó Celestia, volviendo a fijar su mirada en el espejo para intentar entender lo que veía.

"Lo estoy viendo." Respondió Sombra sonriendo.

Al voltearse, Celestia vio que Sombra la veía fijamente, con sus mejillas levemente sonrojadas. Aquello hizo que todo el nerviosismo que Celestia había dejado de lado, volviera a ella y ella también se sonrojara y desviara la mirada.

"A… ¿A qué te refieres?" Preguntó Celestia nerviosa.

Sombra se acercó al Espejo del futuro y esta vez fue él quien miró en él. Al hacerlo vio una imagen que lo hizo sonreír y sonrojarse.

"Lo que veo es a ti. A nosotros dos, juntos bajo la luz del sol." Respondió Sombra sonriendo, volteándose para ver a Celestia. "Hope y yo nunca hemos salido a ver el sol debido a que vivimos aquí. Nuestra única luz es la aurora. Por eso, sé que nuestro futuro juntos será hermoso."

Ante aquel comentario, Celestia volvió a desviar la mirada y se sonrojó aún más fuerte que antes. Poco a poco comenzaba a entender el sentimiento que crecía dentro de ella, una calidez que nunca había sentido antes, una que crecía cada vez que Sombra la miraba a los ojos o le decía aquellos románticos comentarios.

"Ven conmigo." Dijo repentinamente Sombra, levantando su casco para que Celestia lo tomara.

Celestia miró tímidamente el casco de Sombra y finalmente lo tocó, sintiendo su calidez. Entonces, Sombra usó su magia y ambos se teletransportaron a otro lugar del castillo, frente a la puerta de otra habitación.

"¿Recuerdas que Star Swirl y mi madre dijeron que el tiempo avanzaba de forma distinta aquí que en el mundo exterior?" Preguntó Sombra, sonriéndole a la alicornio.

"Sí. Aquí, el tiempo avanza mucho más rápido." Respondió Celestia, hasta que algo la distrajo y levantó levemente su cabeza, iluminando suavemente su cuerno con magia. "Pero ahora… Se siente un poco diferente a aquella vez."

"Eres muy perspicaz." Dijo Sombra sonriendo. "En efecto, el tiempo sigue avanzando más rápido que afuera, pero lo hace más lento que la última vez que tú y Luna estuvieron aquí. Eso es una señal que se está cumpliendo lo que dijo mi madre, y que algún día el tiempo de ambos planos se equiparará y ambos podrán unirse de manera permanente."

Sin decir más, Sombra usó su magia para desbloquear la puerta de aquella habitación, abriéndola. Al hacerlo, Celestia se maravilló al ver dentro un gran jardín oculto en aquella habitación, tan grande que parecía imposible que estuviese dentro del castillo, lleno de verde, flores y árboles. Sombra la invitó a entrar y cerró la puerta una vez que ambos entraron. En cuanto pisó dentro de la habitación, Celestia se percató que, tal como sintiera al llegar al Imperio de Cristal, en esa habitación también se sentía una dilatación temporal mágica.

"¿Qué es este lugar?" Preguntó Celestia sorprendida. Mirando hacia todos lados y dándose cuenta que aquel lugar parecía mucho más grande que una simple habitación. De hecho, a excepción de la puerta tras ellos, los demás muros ni siquiera alcanzaban a verse en el horizonte.

"Estudié los libros que Star Swirl dejó en el reino una vez se fue. Así, pude aprender sobre los espejos mágicos, y también, un poco más sobre los estudios del tiempo que realizó aquí en su juventud." Respondió Sombra, adelantándose para caminar por aquel parque y que Celestia lo siguiera. "También leí los libros de magia que creo mi madre. Mi meta era aprender más sobre la magia temporal que rodea al reino y así poder acelerar aún más el tiempo aquí, para que no tome tantos años estar aislados del mundo. Sin embargo, no pude replicar la gran magia de mi madre, y solo fui capaz de recrear este pequeño plano dentro de esta habitación."

"¿¡Solo pudiste hacer esto!? Sombra, ¡Esto es increíble! No sé ni siquiera si Star Swirl o yo podríamos hacer algo así." Dijo Celestia sorprendida, mirando más asombrada aún aquel paradisiaco lugar. Asombrada de saber que había sido creada por aquel potro.

"Gracias." Sonrió tímidamente Sombra, sonrojándose ante el halago.

Mientras Celestia miraba el enorme parque creado por Sombra, le llamó la atención ver que varios árboles tenían varias hojas doradas en ellos. Sin embargo, al acercarse, Celestia vio que aquello no eran hojas doradas, sino que los árboles tenían colgando en sus ramas cientos de argollas desde las que colgaban pequeños papeles dorados, cada uno con algo escrito.

"¿Qué es esto?" Preguntó Celestia, tomando uno de los papeles dorados que colgaba de una rama, y leyendo: 'Quiero que mi nieta nazca fuerte y sana.'

"Lo he bautizado como el Jardín de los Deseos." Respondió Sombra, acercándose a Celestia. "Como los ponies de cristal olvidan sus recuerdos, se me ocurrió usar mi magia para escuchar los deseos de mi pueblo y anotarlos aquí en estos papeles junto a estos árboles. Así, si los ponies llegan a olvidar sus deseos, yo no lo haré." Agregó Sombra poniendo una mirada más seria. "Sé que nuestro reino es especial y que algunos podrían pensar que esos ponies son solo recuerdos, pero sé que ellos están vivos y tienen deseos. Y mi deber como su gobernante, es velar por la felicidad de todos."

Tras las palabras de Sombra, Celestia se lo quedó mirando con profunda admiración, viendo lo mucho que se preocupaba por su reino. Ella debía de actuar igual con su propio reino, y sabía lo difícil y solitario que a veces era eso.

Al ver que Celestia se lo quedó mirando, Sombra también la miró, y Celestia nuevamente desvió la mirada sonrojada. En ese momento, Sombra también se sonrojó levemente al ver lo bella que Celestia se veía bajo los resplandores dorados de aquellos papeles con deseos. Entonces, Sombra se armó de valor y se paró frente a Celestia, tocando su rostro para que lo mirara fijamente.

"Desde el momento que te vi aquella vez, no pude dejar de pensar en ti ni un día." Dijo Sombra sonrojado. Causando sorpresa en Celestia. "Soñaba con este momento, con invitarte aquí y que vieras este pequeño paraíso que hice, solo para ti."

Celestia sintió que sus mejillas iban a explotar por lo rojas que estaban. Ella abrió su boca para intentar decir algo, pero su labio temblaba demasiado, sintiendo por primera vez que su corazón latía por amor.

"No pensé que fueras tan tímida." Dijo Sombra sonriendo tiernamente, luego de ver que su querida Celestia había quedado sin habla.

"B-Bueno, si alguien llega y te dice que ha hecho todo un parque pensando en ti, ¡Es lógico sentirse un poco abrumada!" Respondió Celestia, sonrojada de vergüenza. Poniendo una infantil cara de puchero al creer que Sombra se estaba burlando de ella.

Al ver esa cara en Celestia, Sombra no pudo evitar estallar en risa, viendo lo linda que se veía Celestia así. En tanto que Celestia, se quedó mirando a Sombra con asombro. Por un segundo, pensó que él se estaba burlando de ella, pero la mirada de Sombra no era para nada burlona, sino tierna. Entonces Celestia se dio cuenta que por alguna razón, ella podía ser ella misma cuando estaba frente a Sombra. No actuaba como la imponente y seria princesa que todos esperaban que fuese, sino que frente a ese potro, ella solo era una yegua más que se dejaba llevar por sus emociones. Al darse cuenta de aquello, Celestia comenzó a sonreír poco a poco, hasta que finalmente se contagió con la risa de Sombra y también comenzó a reírse, sintiendo cierta libertad única al estar en ese parque junto a Sombra, siendo capaz de reír sin pensar en nada más que la preocupara. Ambos rieron por un largo rato hasta quedar recostados en el pasto de aquel gran parque.

"¿Dices que has pensado en mí todo este tiempo?" Preguntó Celestia, mirando hacia el cielo mientras seguía recostada en el pasto. "Yo… solo puedo recordarte como un potrillo que dijo… que yo le gustaba, por alguna razón."

"Sí… En realidad, dije que quería casarme contigo." Respondió Sombra sonriendo, también viendo hacia el cielo. Entonces él se dio cuenta de lo que dijo y miró rápidamente a Celestia, quien ahora lo veía con una cara completamente roja. "¡N-No es que te vaya a pedir matrimonio ahora! ¡Y-Yo era solo un potrillo!" Agregó rápidamente Sombra, igual de rojo que Celestia. Entonces él se sentó, respiró hondo y miró a Celestia más tranquilamente. "Como te dije, puedo ver las almas de los ponies. Y desde ese día hasta ahora, nunca he visto un alma tan hermosa como la tuya. Por eso es que yo… siento lo que siento." Agregó Sombra volviendo a sonrojarse, esta vez, con una tímida sonrisa.

Sin decir nada, Celestia también se levantó del césped para sentarse frente a Sombra, levantó su casco y lo apoyó en la mejilla del potro, un gesto que Sombra imitó. Ambos se quedaron mirando uno al otro fijamente en silencio, con sus mejillas sonrojadas. Por primera vez, Celestia creía comprender lo que Sombra decía sobre ver las almas, sintiendo que con su casco podía sentir la cálida y bella alma de aquel potro.

"¿Cuánto más rápido avanza el tiempo en esta habitación?" Preguntó Celestia finalmente. Sintiendo que podía quedarse allí viendo el rostro de Sombra durante todo el día. Sin embargo, sabía que debía volver con Luna en algún momento.

"No te preocupes. Aún nos queda mucho, mucho tiempo." Sonrió Sombra, con una tierna sonrisa.

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En el Imperio de cristal habían pasado varias horas. Tiempo en que Luna y Hope compartieron, riendo juntas como si hubieran vuelto a ser potrancas. Compartiendo mucha información sobre lo sucedido en la ausencia de ambas, aunque a Luna le sorprendió que Hope a ratos pareciera un poco desconcertada cada vez que Luna hablaba sobre la Reina Amore, pero fue algo en lo que Luna no quiso inmiscuirse si es que su amiga no quería hablar del tema. Así, la noche cayó, y Luna y Radiant Hope comenzaron a buscar a Celestia y Sombra, pero parecía que no estaban en ningún lugar del castillo.

Justo cuando ambas yeguas pasaban cerca de la habitación de Sombra, la puerta del cuarto secreto de Sombra se abrió y tras esta aparecieron Sombra y Celestia caminando juntos. Ambos riendo alegremente, como si acabaran de contarse alguna broma.

"¡Hey! ¿Ustedes donde estaban?" Preguntó Luna, alzando una ceja un poco molesta. "Llevamos horas buscándolos."

"Oh, lo siento." Respondió Celestia, con una pequeña sonrisa. "Es solo… Que perdimos la noción del tiempo." Agregó Celestia, dándole una mirada cómplice a Sombra. Quien, por su parte, se rio.

Tras eso, Luna y Hope guiaron el camino, yendo hacia el salón comedor, y tras ellos, caminaron Sombra y Celestia muy juntos, sin poder alejar la mirada uno del otro, mientras sus corazones se sentían más llenos de lo que jamás habían estado en sus vidas…

Antes de abandonar el Imperio de Cristal, Celestia y Luna se despidieron con cálidos abrazos de Radiant Hope y Sombra. Con la promesa que estos últimos mantendrían abierta la barrera, para que ambas pudieran volver cuando quisieran. Aquella era la única forma en que podrían verse. Ya que la magia de la tormenta de Amore era muy fuerte, y la única manera de mantener la barrera abierta, era que Hope y Sombra se mantuvieran dentro de ella. Por lo que para los dos hijos de la reina, seguía siendo imposible conocer el mundo exterior.

"Prométeme que nos volveremos a ver." Dijo Celestia preocupada, mirando a Sombra. Volteándose una última vez antes de traspasar la barrera del Imperio.

"Lo prometo, querida Celestia." Dijo Sombra con una tranquila sonrisa. Igual de deseoso de volver a estar cuanto antes con quien sabía que era el amor de su vida.

'Fin del flashback.'


El Imperio de Cristal se encontraba más ajetreado de lo que jamás había estado. Si bien era cierto que una vez al año pasaba algo similar, ya que en esa fecha se celebraba siempre la Feria de Cristal, este año era diferente. Por primera vez desde su creación, lo ponies tenían acceso plenamente a otra alta gama de sentimientos que no eran solamente la alegría. Pena, enojo, miedo, frustración, confusión, decenas de nuevos sentimientos llenaron a miles de ponies en aquella gran ciudad, causando que todo fuera mucho más ruidoso que de costumbre.

Las princesas Luna y Cadance rápidamente organizaron a Shining Armor, Spike y las amigas de Dusk para que volvieran a sus puestos, a las tareas que les habían asignado previamente. Rainbow Dash volvió a las justas, Applejack se encargó de la repostería, Rarity se encargó de la cestería, pero tres puestos no eran suficientes para la enorme cantidad de ponies que rápidamente llenaron la gran plaza central de la ciudad. Afortunadamente, Radiant Hope organizó también muy rápidamente a varios ponies de cristal, entre los que se destacaban los más antiguos fundadores de la ciudad. Aquellos ponies habían asistido a más de mil festivales, y por lo mismo, sabían exactamente qué hacer y cómo organizar decenas de puestos más. Tanto así que incluso Fluttershy se salvó de volver a luchar en otra justa contra Rainbow Dash, y a cambio se le encargó la tranquila tarea de cuidar de un corral de ovejas, que Fluttershy aceptó con gran dicha.

"Oye, ¡Ser el animador del festival es genial!" Dijo Spike, caminando junto a Shining Armor entre medio de una multitud de ponies de cristal. Vistiendo un sombrero de bufón y tocando una trompeta de cristal de vez en cuando. "Si Pinkie Pie no vuelve, no me molestaría hacerlo todo el día" Agregó Spike, volviendo a hacer sonar la trompeta mientras unos ponies aplaudían a su lado.

"Sí, es extraño que Pinkie aún no haya vuelto." Respondió Shining Armor, mirando de reojo al castillo. "Dusk y Sombra tampoco han aparecido aún." Agregó Shining con preocupación.

Shining sabía que le había encargado una misión a Dusk y este aún no había vuelto. Al notar aquello, en lo único que pensó Shining era en ir en su búsqueda. Sin embargo, vigilar que todo estuviese bien durante el festival, era una tarea más difícil de la que se había imaginado.

Los más de mil ponies de cristal jugaban, charlaban y se divertían en los distintos puestos de la feria. Sin embargo, muy a menudo, sus nuevas emociones estallaban repentinamente, ya fuese por perder un juego, al no encontrar lo que querían, o simplemente por ansiedad de sentir todas esas nuevas emociones fluyendo dentro de sí mismos. Aquello iba en contra de la función de la Feria de Cristal, que era recargar el Corazón de Cristal con alegría. Por lo mismo, Cadance y Luna debían correr por todo el festival, usando su magia para calmar los corazones de cientos de ponies, cada vez que sus emociones se disparaban. Como ellas dos no daban abasto a la enorme cantidad de ponies presentes, Shining también comenzó su vigilancia, haciendo la misma labor. Así, más de una hora había pasado y Shining seguía sin poder ir de vuelta al castillo.

"Debo permanecer aquí. De nada servirá ir tras Dusk si el Corazón de Cristal no se energiza lo suficiente." Pensó Shining, justo cuando veía a un par de ponies discutir sin razón. Usando su magia para calmar a ambos, y que sus nuevas emociones volvieran a estabilizarse.

Pese al miedo de Shining, la Feria continuó sin mayores problemas y las risas fueron haciéndose cada vez más notorias en todo alrededor. Poco a poco los arrebatos emocionales fueron disminuyendo mientras Cadance, Shining y Luna corrían durante toda la tarde, usando su magia de armonía para que las emociones de todos se estabilizaran.

"Son demasiados ponies…" Pensó Luna exhausta. Deteniéndose un momento a descansar luego de calmar a un pony de cristal que se asustó demasiado al escuchar a su lado una trompeta de cristal. "Al menos, parece que ya se están acostumbrando por sí solos a controlar sus emociones nuevamente."

"No solo ellos deben pasarla bien en la feria." Dijo repentinamente Radiant Hope con una sonrisa, quien se acercó a su amiga al ver lo cansada que estaba. "Tú también debes disfrutarla." Agregó Hope, ofreciéndole a Luna un maíz de cristal.

Al ver lo que Hope le ofrecía, Luna abrió sus ojos con sorpresa al recordar que Hope le había dicho el día anterior que comerían maíz de cristal juntas en la Feria. Entonces Luna sonrió y tomó el bocadillo, comiendo cada una su maíz mientras veían sonreír a los ponies a su alrededor. Mientras lo hacían, Luna miró de reojo a Hope, notando que su mirada se veía más madura y serena que cuando la había visto el día anterior, como si recuperar sus recuerdos la hubiera vuelto mucho más madura. Aunque en el fondo, sus ojos seguían irradiando esa chispa de alegría interna que siempre tenían.

"Creo que lo logramos. Todos parecen disfrutar de la feria." Dijo Luna sonriendo. "Con toda esta felicidad, el Corazón de Cristal se cargará más que nunca."

"Eso espero." Respondió Hope, con una fugaz mirada pensativa. Entonces ella se giró, miró a Luna y le sonrió serenamente. "Sea como sea, estoy segura que esta será la más grande y feliz Feria de Cristal de todas, y que quedará por siempre grabada en los corazones de todos."

La tarde siguió su curso y la celebración continuó en alza, cada vez con más y más risas y emociones, llegando a su punto máximo cuando se celebró la final de la justa. A esa etapa final del duelo, llegaron justamente Rainbow Dash, junto con el capitán de la Guardia de palacio.

"¡Tú puedes, Iron Shield!" Gritaron emocionados la mayoría de los ponies de cristal desde las gradas. Animando al capitán.

Por otro lado, estaba Rainbow Dash, quien tenía menos apoyo al ser la contendiente extranjera en esa competición. Por lo que todas sus amigas y demás ponies de Equestria se pusieron de su lado para apoyarla.

"Ese es el capitán de la guardia. Es un flojo que no se toma su trabajo en serio." Dijo Shining Armor al lado de Rainbow Dash, recordando su llegada al Imperio y a los negligentes guardias de palacio. Olvidando por un instante su misión y llenándose de la euforia que llenaba aquel lugar. "¡Demuéstrale como se compite en Equestria!" Agregó Shining, animando a la pegaso celeste.

"¡Claro que sí! ¡Yo nunca pierdo!" Dijo Rainbow Dash emocionada. Bajándose su casco, justo cuando daban la señal para correr.

Rainbow Dash y Iron Shield corrieron uno hacia el otro, apuntando sus lanzas hacia sus contrincantes. Listos para ver quién sería finalmente el ganador de aquella emocionante competición.

Al chocar, el casco del perdedor salió volando por los aires, mientras dicho pony también volaba y caía adolorido de espaldas. En tanto que el público, al ver quién había sido el ganador, estalló en aplausos y gritos de orgullo… Había ganado su capitán.

"Bien hecho." Dijo el capitán con orgullo. Acercándose a Rainbow Dash para ayudarla a levantarse.

La pegaso hizo una mueca de puchero al ver que había perdido, pero como buena perdedora le dio el casco a su competidor y aceptó su ayuda. Entonces, el capitán miró de reojo a Shining Armor y sonrió apenado.

"Es como si me hubieran quitado una venda de los ojos." Dijo Iron Shield, agachando su cabeza frente a Shining Armor. "Muchas gracias por su ayuda."

Shining Armor sonrió ante el gesto del capitán, dándose cuenta que no solo le estaba dando las gracias por haber ayudado a recuperar sus sentimientos, sino también, pidiéndole perdón por mostrarse tan indolente y negligente como capitán de guardia de palacio.

Tras ganar la competencia, se izó la bandera del ganador, que en este caso, era la propia bandera del Imperio de Cristal. Con este acto, todos los ponies de cristal se pusieron de pie y cantaron su himno. Por primera vez, no cantaron el himno solamente por sentirse felices de haber tenido un estupendo festival. Esta vez, también cantaron emocionados por todo lo vivido ese día. Algunos llorando de emoción, otros de nostalgia, dándose cuenta que ese sería un Festival de Cristal que viviría por siempre en sus recuerdos y corazones.

Con ese gran gesto de emoción, el Corazón de Cristal comenzó a brillar y a girar mucho más intenso de lo que había estado hasta entonces. Aquello sorprendió a las princesas y demás ponies venidos desde afuera, pero los ponies de cristal sabían perfectamente que aquello era normal. Entonces, todos siguieron a Radiant Hope y rodearon el Corazón de Cristal mientras este brillaba aún más y giraba más rápido.

"Es impresionante la cantidad de magia que emite." Dijo Shining sorprendido. Pensando que nunca había sentido un objeto mágico tan poderoso como lo que sentía en ese momento. Tanto que le erizaba la piel.

"Este es el regalo de mi madre para todos nosotros." Dijo Radiant Hope con una tranquila sonrisa. "Su corazón nos ha protegido por años… Este es su amor por su reino y por la vida." Agregó Hope, con una pequeña lágrima en sus ojos.

'¡CRACK!' Repentinamente se escuchó el ruido de un resquebrajamiento. En un instante, decenas de ruidos similares se escucharon, todos provenientes del Corazón de Cristal… En menos de un segundo, antes que nadie pudiese hacer nada, una gran luz cegó a todos los presentes y se escuchó el ruido de una gran explosión. Cuando todos pudieron volver a abrir sus ojos, vieron que el Corazón de Cristal había desaparecido. En su lugar, había millones de cristales rotos por todo el suelo.

El Corazón de Cristal se había roto.

# Fin del capítulo 38