Lilith I:
Aún recordaba las noches en las que Eda iba a su habitación porque tenía pesadillas con la bestia búho y el riesgo en que se transformara aumentaba cuando dormía, cuando su mente era más vulnerable. Fueron solo un par de ocasiones y en todas se debatió si decirle la verdad y en ninguna lo hizo, por culpa y por miedo.
Culpa porque Eda le decía que se sentía agusto y a salvo cuando estaba con ella y miedo por como iba a reaccionar Eda, como reaccionaría su madre y su padre. Y era de muy mal gusto que estuviera compitiendo con su hermana por ver quien la estaba pasando peor; si Eda por cargar con una maldición por 30 años o ella que llevaba 30 días lejos de su hogar. Y aunque un monstruo no la acechara en sus sueños, sí lo hacían los pensamientos de qué estarían haciendo ahora aquellos que querían invadir su hogar.
Toda objeción que pudiera tener con respecto al trato que recibían se las tuvo que tragar pues era eso o vivir en la intemperie. Debía mantener la cabeza fría y ser prudente y aunque a veces la desesperación llegara de la nada y su cabeza la martirizara por su inacción.
Había pasado un día desde el último ataque learosi y le provocaba un gran malestar ver que los arbisanos no tomaran la iniciativa de hacer algo. Los tenían a las puertas, casi completamente rodeados contra un enemigo que los supera en todo y siguen con sus vidas como sí nada. Podía ser una especie de mecanismo de defensa colectivo o simplemente...
Tratan de mantener la cabeza fría.
Suspira y da un vistazo a su nueva casa. Un domo de unos 20 metros cuadrados hecho de barro y bloques marrones, las camas estaban dispuestas alrededor del lugar con una mesa y una linterna de aceite al centro. Las camas estaban hechas de madera y cubiertas de paja, las sábanas tenían una textura rasposa pero calentaban muy bien.
Catra estaba sentada sobre la cama y recostada contra la pared con sus ojos cerrados pero movía su pierna de manera compulsiva haciendo rechinar las tablas de la cama. La noche había caído hace rato, Shimmer estaba intentando sacarles alguna información a los prisioneros y no había visto a Amity desde hace una hora.
Las paredes aislaban bien el sonido del exterior pero no había forma de silenciar los ronquidos que Sunset soltaba a mitad de la noche o los ruidos naturales, o creía que eran naturales, que hacía Catra. No dejaba de ser un gato grande después de todo. Amity y Catra parecían no escuchar aquella estruendosa orquesta durante las noches pero para ella era un martirio.
Y no satisfecha con eso, Shimmer se levantaba tarde y como si nada hubiese pasado. Le encantaba dormir, y ahora tenía que lidiar con aquel rechinar.
— ¿Podrías dejar de hacer eso? —. Pregunta Lilith con toda la cortesía que pudiera tener.
— No porque me lo pidas voy a dejar de hacerlo —. Responde Catra con su acostumbrado tono altanero.
— ¿Podría al menos intentarlo?
— No puedo ¿de acuerdo?
— ¿Por qué te sientes incómoda conmigo?
— ¿Incómoda?
— Las personas suelen hacerlo cuando se sienten incómodas —. lo sabía muy bien.
— Para nada, no sé porqué es así. Déjame en paz.
— Y otra vez a la defensiva.
— ¿Otra vez?
— ¿O qué es lo que te tiene tan nerviosa?
— Nada. Ya déjame —. Lilith hace un sonido presuntuoso y deja el asunto hasta ahí.
Kel Vernis entra en el lugar cargando con paquetes en ambas manos. Lilith toma aquel aparato traductor que tomó de un prisionero.
— Buenas noches —, saluda, — Traigo algo para ustedes.
Envueltos en tela saca varios conjuntos de ropas para cada una igual a la que usaba Vernis. Consistía en una playera y pantalones de tela parecida al algodón de color marrón con una pechera sin mangas hecha de un material negro parecido al caucho pero se notaba que era muy duro acompañada con una faja que pone a nivel cintura con tirantes en la parte posterior que rodean los hombros y se ajustan al frente. Junto a todo venían coderas, manoplas, rodilleras y botas
— ¿Qué es esto? —. Pregunta Catra.
— Es una forma de agradecimiento. El negro es un color distintivo para los arbisanos. Suelen usarlo para vestir a alguien destacado o... bueno... marginado.
— No me digas —, dice Lilith, — me pregunto cual somos.
— Yo me inclinaría a pensar que es lo primero. Y traje lo que me pediste —. Vernis le entrega a Lilith una pantalla táctil donde estaba la investigación de Tempest sobre Arbis.
Lilith no puede contener su emoción al ver eso. Dejando de lado el hecho de que se aburría a horrores, estaba en un mundo que no dejaba de ser extraño y lo único que sabía era, a grandes rasgos, como funciona aquella sociedad, su afición por la historia le impedía quedarse de brazos cruzados sin hacer preguntas de ese estilo pero los arbisanos son muy herméticos.
— Te lo agradezco tanto. Estaba empezando a dudar de sí ibas a poder conseguirlo, tengo ganas de empezar con esto —. Recordó el día en que entró por primera vez a la biblioteca del Castillo del Emperador, si hubiera sido por ella, habría formado su propio aquelarre de bibliotecarios o curadores de museos.
— Realmente no entiendo porque eso te parece interesante —, comenta Catra, — Solo es todo un compilado de cosas que ya pasaron.
— No es solo historia, es el pilar sobre el que estos seres se han formado, y a diferencia de Tempest, no tengo ningún interés en usar esto en contra de ellos, de hecho, podría ser nuestro medio para entrar en su sociedad.
— Vernis podría enseñarnos eso, solo pierdes tu tiempo.
— Sabes, eres lista y perspicaz pero te limitas a solo lo que ya sabes, cuando termine te daré esto. Tal vez te esté haciendo un favor —. dice Lilith, el ceño fruncido de Catra no se hizo esperar, apretó los labios y dejó salir un forzado suspiro.
— No puedo creer que de todos los seres en el universo me tuve que quedar estancada con un trío de sabiondas —. Catra toma la ropa y vuelve a su cama.
Lilith sale de aquella casa, la noche era cálida, veía las luces de la sitche brillaban a unos 800 o 900 metros de donde estaban y no pudo evitar que la añoranza la invadiera, recordando aquellas cuando estaba libre de responsabilidades y le gustaba salir montada en su bastón y sobrevolar algunas de las ciudades y villas cercanas. Siempre pudo vislumbrar a Huesosburgo a la distancia. Le daba paz y calmaba sus pensamientos en los días más agitados.
Era ahora que lo apreciaba más que nunca.
Sunset regresaba y se notaba claramente frustrada.
— ¿Nada aún? —. pregunta Lilith.
— No —, niega Sunset, — No tiene sentido. ¿Por qué envías a escuadrones sin mayor indicación que marcar puntos o cavar trincheras sin un propósito?
— Tempest sabe de lo que eres capaz. No querría que se descubriera su siguiente movimiento —. Argumenta Lilith.
— No —, contesta la pelifuego, — No enviaría soldados de manera tan arriesgada. Siempre lo evitó a toda costa.
— Tal vez tiene el orgullo herido y está desesperada.
— Tampoco se mueve por orgullo, es lo que menos le importa —, argumenta Sunset, — Esto no es obra de Tempest.
— ¿Crees que hay alguien más a cargo?
— Es posible. Son severos con los castigos ante los fracasos.
— Pues... sí es cierto, y esto sigue así, pronto se cansarán de que los usen como carnada y cuando la gente se cansa las cosas se pueden poner turbulentas.
— ¿Crees que tenemos tiempo para esperar?
— Solo contemplo la posibilidad.
— Tal vez deberías contemplar posibilidades más inmediatas —. Sunset entra en la casa dejándola sola con los ruidos de la noche.
Adolescentes.
Después de Amity, Sunset era quien más le preocupaba o mejor dicho, le temía. Muchas veces rememoraba aquel momento en que desencadenó un torrente de magia tan destructiva como nunca había visto antes y le inquietaba los cambios de humor que mostraba.
En sus primeros días se mostró afable e incluso servicial, pero cuando le removió los vendajes de su ojo herido se volvió tajante en sus palabras y aunque decía ser asertiva lo que en realidad es que era grosera y tosca. Incluso Catra, quien decía que por lo general era así, ahora era peor y ambas compartían la teoría y el miedo de que su ira era lo que la desataba por completo.
Si algo así vuelve a pasar y no puedes controlarte, no dudes ni por un segundo que haré lo que sea para mantener Amity a salvo.
En el tiempo que llevaban juntos todos ellos, Sunset era la única con la que de verdad tenía cierta afinidad. Catra era lista pero se le mostraba reticente a lo que tuviera que decir, Amity se mantenía distante y hablaba poco desde que llegaron y los problemas que les había provocado abrió esa brecha entre ellas; no lo hacía para mal pero es que simplemente su aflorada temeridad la inquietaba, y Vernis... bueno, Vernis era amable.
Pero se mantendría fiel a sus palabras. No permitiría que alguien más sufriera el destino de Steve.
Amity II:
Las mañana eran por lo general nubladas, los rayos del sol apenas lograban colarse por las nubes grises. El rocío de la mañana que cubría las plantas mojaban aquellas rústicas ropas, cosa que la hacían sentir bien por alguna razón.
Tiene su mirada fija a la dirección de donde hace unos días habían llegado sus enemigos intentando ganar terreno. No había nada más que niebla. Sus manos estaban frías y su cuerpo relajado.
Solo déjate fluir.
Así lo había definido Sunset. Dibuja un círculo de hechizos invocando una bola de fuego morado quedando suspendida sobre la palma de su mano derecha, la acerca a su pecho y con la izquierda intenta expandir la llama entre sus manos y logra hacerlo de una forma muy limitada.
¡Vamos! Ella puede imbuir sus manos en magia. ¡Déjate fluir!
La llama se curva a la altura de su rostro y se estaba empezando a descontrolar y a emanar más calor del que debía.
Eres una Blight, puedes hacerlo. ¡Tienes que hacerlo!
El fuego se quedó estancado ahí donde estaba pero era cada vez más inestable, se había vuelto un torbellino flameante sostenido entre sus manos. El sudor empezó a formarse en su frente mientras intentaba moldearlo a su voluntad, pero simplemente no podía, algo la bloqueaba; la limitaba e intentaba romper aquella barrera. Ya fuera mental o natural.
Pronto aquello que quería estaba siendo logrado pues el arco se deshizo y empezó a envolver sus manos. Sus dorados ojos brillaron con entusiasmo y un ligero toque de presunción por haberlo logrado al fin y nuevamente siente aquella barrera golpeándola de frente haciéndola perder la concentración y aquella sensación cercana a la fluidez que decía Sunset se perdió y las llamas rápidamente asumieron su naturaleza con violencia, envolviendo sus manos.
Por instinto agita las manos con premura y las llamas se apagan dejando sus manos envueltas en humo y con laceraciones menores pero dolorosas en las palmas, las yemas de los dedos y el dorso llegando hasta la muñeca. Apenas y puede moverlas, algunas ampollas se forman mientras cae de rodillas, más por su derrota que por el dolor.
Dolor que pronto se ve menguado por el tacto frío del agua que se acumuló sobre sus manos, agua recogida del rocío del pasto brillando con un aura azul transmitiendo paz.
— Las manos de una bruja son su mejor herramienta después de su mente —. La voz de Lilith la hace soltar un suspiro cansado. Lilith llevaba puestas ya las ropas que les habían entregado.
— Ahora mismo creo que me sirven más las manos —. dice Amity en tono neutral.
— ¿Qué estabas tratando de hacer?
— Lo que pueda con lo que tengo.
— ¿Y qué se supone que significa eso?
— Que estoy bloqueada o algo así. No lo entiendo —, alza la voz con frustración, — Sunset lo hace ver muy fácil y yo solo puedo hacer esto —. invoca a un abominable más alto que Lilith para luego moldearlo en un pincho firme y duro.
— Tu magia y la de Sunset son muy diferentes, no puedes esperar que hagas lo que ella cuando la han aprendido de forma diferente.
— Sin restricciones querrá decir —. Mira la marca del Aquelarre de Abominables en su muñeca asumiendo rápidamente que había descubierto su barrera.
Las aguas que curaban sus manos cayeron al suelo y un abominable apareció y se deshace, por el llamado de Lilith ella se voltea y atrapa una cantimplora y la baba de abominable se guarda en ella.
— Te concentras mucho en lo que te limita y no ves lo mucho que puedes hacer con tan poco, si es que lo ves así.
— ¿Cómo una cantimplora con baba va a...?
Lilith le lanza un ataque y ella crea un puño de abominable para bloquearlo, Lilith se hace con el control del abominable y empuja a Amity haciéndola caer. Se pone de pie rápidamente para sentir un ligero golpe en la nuca por raíces, su pierna queda atrapada en hielo e invoca un hechizo de fuego para derretirlo al tiempo que más raíces salen para atraparla. Ella crea cuantas manos de abominables puede para atraparlas y al hacerlo con tanta rapidez siente el cansancio ganándole.
Lilith aparece detrás de ella y le lanza otro ataque, supo que no podría dibujar un círculo de hechizos por lo que manipula la baba de abominable en la cantimplora logrando bloquear el ataque y con esa misma baba crea un amarre que atrapa los brazos de la mayor.
— Yo no te veo bloqueada —, dice Lilith con una sonrisa burlona —, Las raíces volvieron a la tierra y las manos de abominable desaparecieron, — ¿Podrías quitarme esto? Siempre ha sido desagradable —, La baba vuelve a la cantimplora y Lilith se limpia la baba, — Mal día para ponerme esto.
— Parece que le gustó mucho —. comenta Amity.
— Es cómodo aunque no lo parezca, algo ajustado en los costados pero puedo moverme ¿Qué tal se ve? —. responde Lilith conteniendo su entusiasmo.
— Pues... bien, creo.
— Si queremos ganarnos la confianza de los arbisanos hay que aceptar de buen modo sus regalos. Y tienen una historia interesante, un poco belicosa, pero interesante —, Lilith se centra nuevamente al ver que se estaba desviando.
— ¿Por qué me dio esto? — Amity muestra la cantimplora.
— ¿Por qué recurriste a eso? — creía que ya sabía hacia adonde iba.
— Estaba cansada.
— ¿Y?
— Y rodeada.
— ¿Y?
— Y sin poder reaccionar.
— No para dibujar un círculo de hechizos, al menos. El cansancio no solo debilita tu cuerpo, también tu concentración y tus hechizos serán más débiles al crear abominables de la nada. Pero con eso —, Lilith señala la cantimplora, — ahorras tu energía y puedes seguir moldeando a los abominables. Por eso es una magia tan complicada.
Amity da una pequeña sonrisa de comprensión y asiente.
— Ahí está la importancia de fortalecer la mente y el cuerpo. Un día podrás hacer muchas más cosas ¿Qué tal tus manos? —. Amity se frota levemente las manos.
— Doloridas pero bien —. Lilith solo asiente un poco antes de irse.
Muchas veces se cuestionaba qué tanto podría hacer con los abominables pues solo veía que eran monstruos serviles útiles para pelear o servidumbre pero parecía que iba más allá de los límites. ¿Por qué no pudo enseñarle de esa forma antes? Podría haber sido más llevadero estudiar en ese aquelarre que no le gustaba para nada... hasta ahora claro.
Después de todo era lo que tenía y podía hacer mucho con poco.
La sombra de la duda vuelve al recordar la versatilidad de Sunset para con la magia. Convertía el agua en hielo, manipulaba la tierra y el aire, podía convertir el fuego en rayos y leer las mentes y ver los recuerdos. Se reconfortaba con el hecho de que sin ese anillo no podría hacer nada, pero ya venía con talento nato y una educación superior.
Sin restricciones.
Hubieron razones fuera de mi control que me impidieron usar la magia como debía en mi mundo y cuando se me dio la oportunidad de volver a usarla, de sentirla. No la desaproveché le había dicho Tempest Muchas veces se usa la excusa de que el exceso de poder es peligroso, y aunque a veces hay que darles la razón, en otras ocasiones y circunstancias, sin poder no puedes proteger a nadie. Y te siente como un inútil.
Inútil.
Inútil.
Inútil.
— Sin restricciones —. dice Amity en voz alta mientras frota por encima el símbolo de su aquelarre.
