Hordak I:

Las ventanas vibraron y se empañaron, la densa y fría lluvia se dejó caer mientras el granizo golpeaba el cristal. El hemisferio sur de Yermus es frío y vaporoso por la cadena de volcanes a pequeña escala dispersos por todo el continente que a su vez se cubría de nieve y hay días como ese en los que llovía mientras su hemisferio norte era caluroso y árido. Un planeta extraño, sin duda.

Hordak no entendía como fue posible se pudo establecer una base con tantos suministros en un lugar así, es como sí Dathir solo hiciera aparecer las cosas con su magia aunque lo más factible era que había más gente involucrada en este complot.

La galaxia es un lugar grande, y había cientos de ellas solo en ese universo. La idea de que habían más se le escapaba y lo supera de tantas maneras.

— Las bases químicas formaron los nucleótidos de forma exitosa y se ha logrado replicar satisfactoriamente, obteniendo cuatro "copias" estables —, narraba Zhaller para la bítacora, — Uno tuvo que ser eliminado por problemas tardíos en la formación de los pares cromosómicos, fuera de eso, están creciendo a un ritmo... normal —. dice con frustración.

Zhaller seguía siendo mordaz con sus palabras y aunque en su mente imaginara todas las formas en las que podría acabar con él, Hordak sabía que no tendría la oportunidad, aunque a veces sentía que debía dormir con un ojo abierto.

Hordak escuchó un ligero tintineo y descubrió a Nulick junto a Clobrys viendo uno de los embriones en su frasco.

— ¿Podrías no hacer eso? — pide Hordak a lo que Nulick responde.

— El señor Nulick siente curiosidad por este tipo de ciencia y se le fascina ver a sus "hermanos" —. traduce Clobrys.

— En cierto modo es tu hijo —. señala Zhaller a lo que Nulick ríe.

— ¿Cómo van las cosas por aquí? —. Dathir entra en la sala para tomar asiento rápidamente.

— Todo está yendo bien —, responde Zhaller, — salvo por un problema.

— ¿Qué sucede ahora? —. pregunta Dathir.

— Los clones están creciendo a un ritmo normal y natural —. aclara Hordak.

— Eso es bueno, ¿no? — la confusión es notable en Dathir.

— No —, contesta Hordak, — están creciendo a ritmo natural. Es decir que crecen como si fueran una cría de la especie de Nulick en un estado natural. Eso significa que se desarrollan en el tiempo en que lo harían normalmente y todos los cuidados que eso lleva.

— No puede ser, ¿Hay algo que puedan hacer para acelerar eso? — cuestiona Dathir mientras pasa sus manos por su abundante cabellera azul. Zhaller niega con la cabeza — Y yo que creí que ya lo teníamos.

Hordak se dio cuenta de que no le faltaba una, sino dos piezas importantes para replicar lo que Hordeano había hecho y que él no pudo hacer en Etheria. La más obvia al parecer era el equipo necesario, Dathir había resuelto eso pero aún había algo. Algo que hizo que Hordeano tuviera decenas de miles de copias de él mismo siempre a la orden.

Nunca compartió con nadie ese secreto. Ni siquiera con él.

La respuesta estaba en su propia sangre pero ya habían revisado todas las variantes posibles, y por alguna razón todos sentían que se quedaban sin tiempo.

— El señor Nulick pregunta qué tan exactas serán estás copias —. pregunta Clobrys.

— Dile que no se preocupe. Será como verse en un espejo —. dice Hordak, Nulick responde.

— Dice que es un alivio pero también lo encuentra divertido —, Nulick prosigue, — Dice que él comía demasiado para tener energía cuando era niño en su planeta —. Nulick se ríe de sus propias bromas mientras muestra los músculos de sus brazos

— Se nota que se alimentaba bien. Es un chico grande —. comenta Dathir y ambos ríen.

Alimentar...

¡Alimentar! ¡El fluído multiproteico!

— Desarrollo de músculo y tejidos —. dice Hordak.

— ¿Disculpa? — dice Zhaller cuyo comentario la tomó por sorpresa.

— Dathir, ¿hay proteínas o nutrientes empaquetados? — pregunta Hordak.

— ¿Ya tienes hambre? —. bromea el peliazul.

— Hordeano le daba a todos los clones paquetes multiproteicos. Era nuestro alimento, al momento que un clon entraba en operaciones salía de una cápsula embrionaria con un cable en la parte posterior del cuello que nos conectaba a la red neuronal pero posiblemente también era la forma de alimentarnos durante el proceso de gestación —, explica Hordak, — Tal vez es lo que nos falta. Debemos suministrarles los nutrientes necesarios en grandes cantidades para hacerlos crecer más rápidamente.

Zhaller asiente.

— Podría funcionar —. afirma la doctora.

— Sabía que era buena idea traerte. Muy bien, iré a ver qué consigo —. Dathir sale con premura del lugar.

— Oye —, llama Zhaller a Hordak, — si esto funciona, aún hay que averiguar en cuantas dosis hay que suministrarlos para acelerar el desarrollo sin generar deformaciones.

— Y cuándo lo descubramos, será cuestión de semanas para que tengan su ejército.

Zhaller no dice nada, solo se levanta a servir algo de agua.

Hordak ve a través de la ventana. La lluvia impetuosa caía de forma sinuosa mientra el vapor se elevaba de las hirvientes rocas mientras los pedazos de granizo se deshacían y el vapor era llevado por un gélido viento.

— El universo es muy confuso —. reflexiona el último hordeano.

Tempest I:

El sudor corría por su frente y su torso, su corazón volvía a palpitar con normalidad mientras respiraba muy profundamente dejando que sus pulmones se llenaran de aire. Los músculos de sus piernas se relajaron después de su jornada de ejercicios matinales.

El complejo deportivo para los ciudadanos comunes se encontraba a unas escasas calles del centro de la ciudad de Harren, por lo que el bullicio de los vehículos y personas saliendo a tempranas horas hacia sus trabajos que de alguna forma contribuyen a las incursiones de Leraos.

El viaje entre mundos y portales la habían desorientado y ya no sabía si había pasado una semana o un mes y durante todo ese turbulento y confuso tiempo donde su mente daba vueltas repasando muchos momentos de su vida. Los más recientes sobre todo.

Fuiste lo más cercano a Equestria que he tenido en mucho tiempo.

Se preguntaba qué estaría haciendo aquella problemática y temperamental pony en ese distante mundo.

Terminando de correr alrededor de la pista plana y habiendo recuperado el aliento se acerca a una banca para tomar un largo trago de agua fría de su botella mientras salía del lugar para darse una ducha igual de fría. Últimamente sus duchas eran más largas de lo que alguna vez fueron.

No tenía permitido usar uniforme de manera informal por lo que tuvo que volver a usar la ropa que Jessvan le había comprado antes de que partiera hacia la campaña de Arbis. Había sido hace tiempo y aunque vivió durante todo el tiempo en Harren desde que llegó no la echó de menos en ningún momento.

El sonido característico de los tacones de sus botas le hacía recordar como se escuchaban sus cascos mientras caminaba sobre el concreto de un puente alzado sobre un río cuyas aguas se veían negras pues las rocas del fondo lo hacían lucir así. El pantalón de tela y camisa blanca abotonada no atenuaban el frío que se sentía en el ambiente y la chaqueta no hacía un mejor trabajo.

El cielo casi siempre nublado de Leraos hacía que las personas soltaran vapor de sus bocas y narices al hablar o respirar, eran notables al pasar al lado. Las amplias calles, avenidas y banquetas rozando los hombros de las personas, chocando de vez en cuando con alguien mientras se abría camino. Cruzando una calle mientras los vehículos estaban detenidos apreció rápidamente los edificios construidos de diferentes estilos.

Arcos de medio punto, repetición de hileras de arcos de cabeza redonda, estilizadas decoraciones florales y foliares de piedra y molduras de cables alrededor de las puertas en forma de cuerda retorcida en algunos. Otros construidos por composiciones basadas en puntos, curvas, elipses y espirales, así como figuras policéntricas complejas compuestas de motivos que se intersecaban unos con otros. En otras zonas los monumentos y complejos fueron construídos centrándose en la grandeza de escala, paredes en blanco, uso excesivo de columnas, columnas independientes, edificios grandes, líneas limpias.

Llegó allí cuando tenía 11 años y desde entonces habían pasado 25 años pero había pasado tanto tiempo afuera, tanto tiempo en campos que alguna vez fueron verdes convertidos en páramos humeantes y lodosos, ciudades derruidas donde los edificios apenas si se sostenían sobre sus carbonizados cimientos, que se sentía rara al ver personas caminando ensimismadas en sus asuntos.

Los altos mandos de los principales frentes abiertos en Gesteros están deliberando un cese al fuego pero no hay noticias de que lleguen a un acuerdo para unirse a las Fuerzas Unificadas anunciaba el noticiero de la avenida principal.

— Solo el lado bueno siempre —. comenta Tempest.

Llegando a la entrada de una torre de arquitectura más decorativa al resto de construcciones las paredes eran más delgadas, las columnas más esbeltas, las ventanas adornadas con vitrales y diseñadas para atraer la atención hacia arriba. Por dentro era iluminado por los elegantes candelabros con luces doradas, los pasillos y salones amplios y ventilados con techo abovedado.

Saludaba cordialmente a quienes llegaba a reconocer, meros empleados del lugar. Subió hasta el último piso donde está el área residencial y sirviéndose un trago de lo más fuerte que pudo encontrar y se apoyó en el borde de una mesa.

El té ya no hacía el mismo efecto en ella que antes.

— No te apoyes sobre la mesa, la acaban de barnizar —. dice Vendrick al entrar al amplio comedor.

— No empieces. Todavía no son las diez —. responde Tempest con cansancio.

— Entonces no deberías tener eso —. Vendrick intenta quitarle el vaso a Tempest pero ella solo lo aleja un poco.

— ¿Sabes cuándo va a ser mi ejecución pública? — pregunta Tempest.

— Ay, por favor, no seas dramática —, Vendrick toma asiento a su lado, — En unos días. Tal vez cinco —, Tempest solo asiente lentamente con la cabeza, — No van a destituirte.

— Creí haber dicho que no quería que interfirieran de alguna forma —. alega Tempest.

— Si Jessvan ha hecho algo, lo desconozco. Lo digo porque no les conviene tomando en cuenta tu expediente —. Explica Vendrick

— Han echado a otros con mejor carrera por menos —, se queja la mujer de ojos ópalo, — Tendrás que acostumbrarte a verme aquí.

— Aún si fuera así, Jessvan podría conseguirte un trabajo en su división —. Tempest se queja.

— Déjale el espectáculo y la farándula a ella, se nota que le gusta.

— ¿Qué pasó entre ustedes?

— Nada, si es lo que te preocupa. Es solo que... —, se detiene un momento a pensar, — Menos mal Tzeber no está aquí. No sabría con qué cara verlo.

Vendrick se pone de pie mientras Tempest termina su trago, él la toma de los hombros.

— No fue tu culpa —, ella hace un gesto de cansancio, ya había escuchado eso, — No podías saber que las cosas iban a terminar así.

— ¡Claro que debía! ¡Yo era la comandante! — se suelta del agarre del hombre — Yo era comandante.

— Incluso Tzeber ha fallado en ocasiones.

— No eres bueno con las palabras. Quédate con tus máquinas — se sienta en una de las sillas de madera oscura.

Vendrick no dice más, solo le da un par de palmadas fraternales en su hombro. Escucha el eco de sus pasos perderse en la inmensidad del salón.

Todos preguntaban si había pasado algo entre Jessvan y ella pero no había nada que contar, simplemente rechazó sus palabras de apoyo cuando llegó de una manera poco cortés. Conocía muy bien a Jessvan y sabía que eso era una minucia digna de algún enojo por parte de la elegante mujer.

Simplemente no quería la lástima de las personas, aunque fueran cercanas, todos los días desde que llegó sentía su energía por los suelos. No más reuniones, no más reportes, no más misiones ni peleas. Solo leía aquellos libros que ya había leído se paseaba por las calles, pues el anonimato de miembros importantes o distinguidos del ejército debía ser conocido solo por las fuerzas armadas.

No había gloria, solo su deber.

Su apetito había aumentado y comía demás en algunas ocasiones y para que eso no le afectara salía a hacer ejercicio aunque fuera solo a correr o trotar pues su cuerpo aún no sanaba del todo de la heridas que aquel animal de las Islas Hirvientes le había hecho. Aunque a veces le costaba demasiado salir de la cama y se dormía temprano. Un día durmió casi 10 horas seguidas y para más remate se despertó cansada.

Vio el vaso vacío y quiso servirse más pero solo se desparramó en la silla. Miró a la ventana que daba al balcón y su mirada se perdió en ese grisáceo cielo de concreto de Leraos.