Amity III:

La noche se llenaba con el sonido de tambores e instrumentos de viento hechos de madera mientras las lámparas de colores morados, amarillos y naranjas adornaban las calles de la sitche. Los arbisanos salieron a las calles para celebrar La Ucarista, el día en que las primeras tribus se establecieron fuera del continente desierto al sur del planeta.

Era una celebración que se llevaba a cabo por todo el planeta, si bien cada región lo hacía a su manera, no había tich, sitche o ciudad que no entrara en un ambiente festivo. Los humos aromáticos asentaban la fiesta y las comidas regionales se preparaban al aire libre, los niños arbisanos corrían con juguetes autóctonos y los ancianos contaban historias en los portales de sus cosas.

Le parecía llamativo e interesante si no tuviera que llevar ese traje ajustado que parecía más una armadura para ella.

Un extraño nudo se forma en su pecho.

— No tenemos algo así en las Islas Hirvientes... ¿o sí? —. Pregunta a Lilith quien sostenía y admiraba una vasija hecha a mano.

— ¿Eh?... Pues, ciertamente no. Hay algunos festivales o ferias autorizados, pero fuera de eso, no. Tal vez el Día de la Unidad pudo ser el comienzo de una nueva tradición —. Responde retomando su posición serena que para este punto ya no tenía sentido seguir aparentando.

— ¿Día... de la Unidad?

— Sí, el Emperador insistía que para ese entonces toda bruja salvaje de las islas debían haberse unido a un aquelarre.

— ¿Incluyendo a la Dama Búho? —, Lilith desvía la mirada ante la pregunta, — ¿Y qué se supone que ocurrirá?

— Yo... no tengo idea —. Lilith hace una expresión como la que haría un niño al preguntarle si había hecho algo malo.

— ¡Oigan! —, llama Catra, — Se supone que son mis invitadas. No se separen de mí o tendremos problemas

— ¿Tus invitadas? De Vernis, querrás decir —. Responde Lilith.

— Yo soy invitada de Vernis, y ustedes son las mías. Creí que lo habías entendido —. Amity encontraba divertida la forma en que Catra se burlaba de Lilith quien aún se sentía ofendida que hayan elegido a la felina como una especie de mediadora.

— No habrá ninguna clase de problema, porque a diferencia de ti, yo sé como... ¡No puede ser! —, La bruja se adelanta para admirar, — Esos balaustres son como los de la era Muerdardiana.

— ¿Siempre fue así? —. Pregunta Catra con un gesto torcido.

— Creo que se especializó en historia en el Aquelarre del Emperador, o algo así, nunca hablábamos mucho fuera de mi formación en magia —. Aclara Amity mientras desvía la mirada un tanto apenada.

— Hmm, creo que sé lo que es eso.

— ¿Crees que esté molesta?

— ¿Quién? ¿Shimmer? Sería raro que no lo estuviera, pero creo que lo entiende, no sé si le hubiera gustado estar aquí de todos modos. Es muy de estar por su cuenta, además el cuervo ese de Lilith le está echando un ojo —. Vernis llegó a un acuerdo con los líderes de la sitche en la que ellas podrían estar para la Ucarista pero Sunset no iba a poder entrar por su "problema".

— A tí también te gusta estar así —. Dice Amity.

— Antes, sí. Ahora, ya no estoy tan segura —. Ambas se sientan en el suelo, recostándose contra una pared, — En Etheria creí que quería estar así si no podía estar con... alguien especial para mí, y ella tomó otro camino y terminé alejando a todo aquellos a quienes les pude importar. Creo que esa fue una de las razones por las que empecé a hablarle a Shimmer cuando estábamos en prisión, no me gustaba estar sola, o al menos sentir que lo estaba.

— No sé si es peor quedarte sola o estar rodeada de personas y sentirte sola —, comenta Amity, apoyando su mentón sobre sus brazos, — Mis padres me hicieron cortar toda relación con mi mejor amiga cuando era niña... mi única amiga, de hecho, y me hicieron juntarme con las hijas de sus compañeros de trabajo. ¡Es absurdo! Mamá incluso se lleva mal con las madres de algunas de ellas.

— ¿Alguna vez intentaste alejarte de ellas? —. Pregunta Catra.

— No... me gusta estar por mi cuenta pero creo que me hacía sentir mejor el saber que hay alguien ahí, aun si no les importaba en verdad —, la menor suspira, — Creí que las cosas estaban mejorando, pero...

— Lo lamento —. Le dice Catra.

— Olvídalo —. Amity no podía enojarse ni culpar a Sunset o a Catra, nunca pudo, entendía lo que era tener que obedecer sin rechistar.

— Tengo hambre, vamos —. Catra se levanta y jala a la menor consigo hacia una casa de dos niveles, cerca de un monolito rodeado por murallas.

Lilith tardó un rato en unírseles junto con Vernis, aunque Catra intentó tocar un par de veces el tema de qué es lo que debían hacer para defenderse o retaliar contra los learosis pero Vernis esquivaba las preguntas o insinuaciones de la felina. Muchas veces habían un par de discusiones entre ellas en la casa pero había una cosa en la que estaban de acuerdo y es que debían actuar y debían hacerlo pronto.

Todos los días al despertar y quejarse mentalmente de los ronquidos de Sunset, espera que un día Vernis llegué con un plan o que alguna de las mayores se canse y decida hacer algo pero no pasaba. Ella misma ya hubiera ido de regreso donde estaba ese portal por el que llegaron y hubiera obligado a todos a abrirlo, pero tenía todas las de perder.

"Imagina no tener más límites que aquellos que tú misma te pones"

Destellos de la conversación que tuvo con Tempest la hacían plantearse muchas cosas y preguntarse muchas más. No le gustaba el aquelarre de abominables, no quería entrar al Aquelarre del Emperador, ese era el sueño impuesto por su madre, ¿qué quería ella? Volver, eso era obvio ¿pero después? Tenía que regresar para averiguarlo.

— Vamos —, dice Vernis poniéndose de pie, — Tienen que ver esto —. Salen del lugar, al parecer era hora de ver las Estrellas Guía, aquellas que guiaron a las primeras tribus arbisanas hacia tierras mejores y que solo se pueden ver una vez al año.

Escucha el sonido como el de un petardo mientras baja por la escalera tallada, le causaba curiosidad y un poco de entusiasmo ver que pasaría y como lucirían. Al salir ven a una multitud confusa y con gesto de decepción al ver que una espesa niebla cubría todo el lugar.

Las lámparas brillantes que podían verse a metros de distancia ahora apenas y podía ver unas dos o tres. No soplaba ningún viento ni había ninguna sensación gélida que por lo general acompañaba a la niebla de este estilo. Vuelve a escuchar el sonido de un petardo, se gira para ver donde estaban quemando aquello.

Los murmullos no se hacen esperar más, algunos molestos otros preocupados, aun si pudiera entender el idioma le sería difícil discernir lo que decían. Ve como Catra y Lilith siguen a Vernis y se alejan de ella, intenta seguirlos pero su baja estatura le jugó en contra. Haciéndose paso a base de empujones intenta alcanzar a su maestra cuando vuelve a escuchar otro petardo, esta vez más cerca.

Se gira y allá, fuera de las murallas ve un orbe azul que se quemaba en el cielo nublado. Un orbe que conocía. Una señal que entendía.

Sunset.

— ¡Lilith! —. Exclama Amity y una docena luces blancas alumbran desde el cielo.

Sunset III:

— No tenías porque tratarlo así —. Dice Flash Sentry con una mirada de reproche.

— Tal vez debería poner más atención para no llevarle la orden equivocada a sus clientes —. Responde Sunset, alzando la voz un poco para enfatizar su disgusto con aquel mesero.

— Es que no solo por eso, lo haces todo el tiempo y no entiendo porque eres así —. Fuera de escucharse molesto, lo decía con preocupación.

— Escucha, habemos quienes sabemos lo que valemos y lo que merecemos y hay quienes no, a veces está bien recordales como funcionan las cosas —. Esboza una arrogante sonrisa mientras se recuesta en su asiento.

— Si sigues así la gente te alejara.

— Bien, un problema menos del que preocuparse.

Había estado recordando cosas las últimas horas, intentar dormirse solo hacía que las memorias se hicieran más vividas y presentes en su mente, a pesar de no haber ninguno, creí escuchar el sonido de un reloj avanzando con agonizante lentitud.

Intentó leer aquel compilado que Vernis le dio a Lilith para matar el tiempo y cuando se dio cuenta ya había leído más de cien páginas y no había comprendido nada. Estar sola nunca le fue un problema realmente y ahora se le estaba haciendo molesto el no escuchar a Catra burlarse de Lilith o cruzar al menos unas palabras con Amity.

Solo estaba ahí, sintiendo que perdía el tiempo cuando perfectamente podría estar buscando una forma de regresar a Amity a casa. La falta de progreso o avance la irritaba, pues se lo había prometido y era el primer compromiso real de ese estilo que hacía con sinceridad y quería cumplirlo a toda costa.

La menor le despertaba cierta simpatía, le recordaba un poco a ella con la diferencia que los padres de Amity controlan cada aspecto de su vida mientras que a ella su padre apenas si le dirigía la palabra. Hace mucho tiempo que mandó al diablo a ese vejestorio y siguió con su vida pero no quería que ella terminara igual a ella; tomando malas decisiones y llena de...

Si sigues así la gente te alejara.

Saca su anillo de su bolsillo y lo ve por un momento.

No es lo mismo. No es mi culpa no poder contenerlo, y no tiene nada que ver con mi actitud... o bueno, vieja actitud.

¿Realmente ya no era así? Le gustaría decir que sí pero nadie de ahí sabía genuinamente como fue en realidad lidiar con ella en la Escuela Canterlot, la única que podía decir que lo entiende es Catra, pero entenderlo no es saberlo de primera mano.

¿Realmente estaba haciendo las cosas bien?

Oye un graznido afuera de la casa, haciéndola dar un respingo. Guarda su anillo y se dispone a salir, casi deja caer el dispositivo donde está la información de los arbisanos, los insistentes graznidos la hacen guardarlo dentro del chaleco de ese traje que les habían entregado.

Antes de salir siente como algo se posa sobre su cabeza, instintivamente da un manotazo para quitárselo y frente a ella se muestra un cuervo blanco con plumas alborotadas.

— ¿Y tú de dónde saliste? —, Le pregunta mientras se posa sobre brazo, gritando y aleteando, — Espera, ¿eres el taliamigo de Lilith? Eres menos elegante de lo que pareces en el bastón —. El cuervo empieza a jalarla del cabello hacia afuera haciendo a Sunset dar unos quejarse —. ¡Au, au! ¡¿Qué te pasa?!

Cuando salió se dio cuenta que todo el lugar estaba cubierto por una densa niebla, tan densa que no veía más allá de un palmo de su nariz. Era raro, pues la niebla nunca había sido así y era una mala suerte para los arbisanos y su celebración. No había visto algo así desde...

— Aguarda... — El cuervo sigue graznando y agitando sus alas con apuro.

Sunset se pone rápidamente su anillo y de sus manos invoca un pequeño vendaval para disipar un poco la niebla para después soltar un bengala de magia que usaba para darle la señal a Lilith en caso de ataque.

Al hacerlo ve como una docena de cabezas cubiertas con el casco del uniforme learosi se giran a verla. Antes de que se movieran, Sunset hace un gesto con la mano y la tierra bajo sus pies cede. Se acerca a la zanja y con su magia atrae sus armas y los ata con raíces, cadenas o tierra. La luz de la bengala desaparece en una pequeña explosión.

Sunset empieza a correr, sabiendo que la sitche está justo delante de la casa, disipando la niebla lo mejor que puede seguida de cerca por el taliamigo de Lilith. A los lados ve el destello de unos rayos de magia, creando un escudo, resiste los ataques y lanza una segunda bengala esperando que Clawthorne o Catra o Amity la viera. Le ordena al cuervo que vaya hacia la sitche y advierta a su dueña. Libera otro vendaval para que el cuerpo pueda irse.

Más ataques llegan desde la niebla, se tira al suelo al no poder protegerse y desde ahí empieza a contrarrestar como puede y hacia donde pudiera. Se rodea de un halo rojo y lo impulsa hacia afuera con toda la fuerza con la que puede, escucha unos quejidos y unos golpes en el suelo, seguidos de muchas rondas de cargas siendo disparadas contra ellas.

Protegiéndose con su escudo y con la bengala desapareciendo y la niebla volviendo a acumularse decide teletransportarse hacia adelante sin saber bien hacia dónde iba. Choca contra alguien y rápidamente vuelve a lanza un pulso para derribar a todo aquel que esté a su alrededor y vuelve a teletransportarse de nuevo hacia adelante.

Disparos y luces de colores empiezan a verse entre la niebla, mientras Sunset da saltos pequeños para no chocar contra el muro o quedar en medio del mismo, distinguiendo unos cuantos faroles coloridos lanza otra bengala y una vez está en cielo de sus manos empieza a brotar fuego como una cascada y lo esparce hacia todos lados, abarcando lo más que pudiera.

Se gira consternada hacia la sitche cuando una docena de luces blancas alumbran desde el cielo. La niebla empezó a disiparse revelando a una nave con forma de punta de lanza suspendida por cuatro rotores. Estruendosos cañonazos son disparados impactando en la sitche mientras gritos se escucharon desde dentro de las murallas.

Sunset se teletransporta hacia la cima de la muralla y luego hacia dentro de la sitche. Es recibida por empujones y gritos obligándola a avanzar a saltos de una cornisa a un techo y de un techo a una calle. Asume, por lo que dijo Catra, hace lo que puede para llegar hasta el centro de la sitche donde es recibida por una serie de cañonazos que destruyen un monolito y casas alrededor y aturdiéndola en el suelo.

El palismán de Lilith tira de su ropa intentando levantarla, Sunset tose por el polvo y el humo y levanta aun con el mundo dando vueltas. Recobrando el sentido, ve como siete soldados learosis bajan flotando desde la nave, las placas del pecho del que iba a la cabeza eran rojas y la cara descubierta; Sunset lo reconoció de inmediato a pesar de que solo lo había visto una vez.

— Trost —. Los soldados pusieron pie sobre tierra, Trost dio unos pasos hacia adelante. Se le quedó viendo a ella y a los escombros del centro de la sitche.

— A la batalla, hermanos —. Dice con voz rasposa.

Él y su guardia elevan sus manos a la altura de su pecho y son cubiertas por un aura blanca. Polvo, piedras y escombros derribados empiezan a levantarse junto con el resto de las estructuras que aún se mantenían en pie, elevándose muy por encima del suelo.

Sunset se pone de pie y pone a su disposición toda la fuerza física y mental que tiene para hacerse con el control de las rocas y usarlas en su contra pero era como intentar mover una montaña con las manos. La resistencia contraria que infligen Trost y su séquito se sentía como una mano gigantesca y con una fuerza impresionante que aplastaba su cabeza. Pronto Sunset se dio cuenta que eso era un esfuerzo inútil y se teletransportó a la retaguardia de Trost.

Antes de que pudiera hacer algo, el cuerpo de Sunset se siente rígido y sin control de su cuerpo, sus pies se elevan y es atraída hacia Trost y lo siguiente que siente es el puño de aquel fornido hombre en su rostro para después caer en seco sobre el suelo.

— Una y falta la otra, ¿dónde está? —. La vista de Sunset se nubla de un momento a otro, solo logra distinguir al cuervo blanco sobrevolando y un brillo azul.

Lilith III:

Lilith vio pasmada como Sunset cayó después del brutal golpe que el líder learosi le dio, así como ver con horror como sus soldados sensibles a la magia arrancaban las casas del suelo como si solo fuera polvo por el viento.

Polvo, claro.

— ¡Hay que ir por Sunset! —. Le ordena a la felina.

— ¡¿Y cómo se supone que...?! ¡Oye! —. Lilith no pudo escucharla más, al ver a Munin sobrevolando a Sunset hace un círculo de magia y se transporta cerca de su taliamigo, que adopta su forma de bastón.

Desde el aire Lilith hace girar su bastón para disparar un rayo celeste que destruyó las rocas que los learosis levantaban reduciéndolas a polvo. Cayendo a tierra, concentra la magia en su mano derecha para hacer girar el polvo en el centro de la sitche como un torbellino y con la mano izquierda envuelve a Sunset y la atrae hacia ella.

Saliendo del torbellino Vernis se apresura para tomar a Sunset en brazos, antes de que pudiera decir o hacer algo, el torbellino se disipa con un estruendo y un fuerte viento que disemina las partículas por todos lados. Lilith ve en la mirada de aquel líder learosi un fuego voraz, la llama de la determinación haciéndola llegar a una conclusión: deben irse de ahí.

Los cañones vuelven hacer llover fuego desde el cielo, las murallas empiezan a ceder por los explosivos colocados para derribarlas, los arbisanos recurrieron a sus armas y empezaron a abrir fuego, los civiles se reunían en la puerta sur. Lilith hacia lo que podía para ayudar en la defensa, intentando reconstruir las murallas o improvisando unas para retrasar el avance.

La sangre brotaba de las heridas salpicando las paredes en un abrir y cerrar de ojos, un par de veces se tropezó con un par de cuerpos de learosis o arbisanos en su camino a la puerta sur.

Un par de soldados, los cuales reconoció como de una de las razas sensibles a la magia, caen de un segundo piso noqueados solo para ver a Amity usando la magia de abominables para bajar y rápidamente moverse para dar un golpe con una manopla de baba de abominable a otro soldado que se apareció desde atrás.

— ¿Qué? —. Pregunta la menor al percatarse de la mirada anonadada de su maestra.

— Nada. Vamos, hay que irnos —. Corriendo por unas calles Lilith escucha la voz de Catra que sostenía una discusión con un arbisano, pronto nota que es la zona donde mantenían a los prisioneros.

— ¿Qué está pasando ahora? —. Pregunta Lilith que no tendría la paciencia para lidiar con el carácter de Catra en ese momento.

— ¡Quiere quemarlos! Dice que no pueden arriesgarse a que los vuelvan a reintegrar —. Exclama Catra con furia.

— ¿Quemarlos? Pero... —. Un sonido parecido a un rugido se escucha desde varios puntos de lo que quedaba de la sitche.

Columnas de fuego negro se elevaban hasta los cañones de la nave, destruyéndolos sin problema, haciendo caer los restos a tierra. Lilith ve como las estructuras remanentes de la sitche empezaban a flotar.

— Catra, no podemos llevarlos, es arriesgado también —. Intenta razonar Lilith.

— ¡No voy a dejar que les hagan eso! —. Objeta Catra.

— ¡¿Por qué de repente te importan?!

— ¡Solo seguían órdenes! ¡Igual que tú y yo! —. El recuerdo de Steve golpea su mente, haciéndola sentir culpable y arrepentida, reviviendo los sucesos de hace mes y medio.

Los restos de una parte de la sitche se ilumina de repente, frente a los ojos de Lilith un domo de fuego multicolor de apariencia inestable se eleva y se completa cerca de ellos. Podía sentir el calor de las llamas por momentos y en otros podía sentir el flujo de magia que desprendía, lo sabía por el cosquilleo en la punta de los dedos, una sensación familiar que en ese momento problemático la hizo sentir como una niña otra vez cuando sintió la magia de su saco de bilis por primera vez.

Era una vista catastróficamente bella.

Hubo un destello que la hizo cerrar sus ojos y luego solo escucho murmullos, maldiciones y sollozos. Se encontraban en la oscuridad de la noche, pudiendo solo distinguir los ojos heterocromáticos de Catra y los dorados de Amity y dirigiendo su vista al sur, ve las reconocibles luces de una gran ciudad.