Amity IX:
— Y entonces mis padres decidieron que era buena idea enseñarme el hechizo de vuelo, ya sabes, por si hay que huir rápido —, Amity solo se limitaba a asentir a todas las cosas que la chica de chamarra gris y cabello negro con puntas moradas parloteaba, — Aunque claro cuando los grises aparecen es más complicado escapar. Dan miedo, a veces pienso que son máquinas al cien por ciento pero si les quitas la armadura ya no son tan rudos.
— ¿Se les puede quitar la armadura? —. Pregunta Amity.
— ¡Pues claro! —, responde Kais'a con efusividad, — Aunque es difícil si no sabes donde atacar.
— Has tenido muchos problemas con ellos —. Afirma la menor.
— ¿Me lo estás preguntando o reafirmando?
— ¿Cuánto falta? Llevamos horas caminando y el agua sucia me llega hasta los tobillos.
— Ya tomarás una ducha pronto porque ya llegamos —. Dice Kais'a girando a la izquierda y pareciera que llegaron a un punto muerto que no llevaba a algún lado hasta que la chica de ropa gris dibuja un símbolo sobre el muro de ladrillos, — Bienvenida a Ochenbad.
Un amplio terreno de concreto se abre ante los ojos de Amity, una explanada mojada y de frío cemento con pequeños surcos marcando el camino hacia una ciudad debajo de una bóveda de concreto de donde caen gotas de las cientos de tuberías que recubren las paredes del domo. Casas de madera de un diseño simple y en hacinamiento alumbradas por velas y luz eléctrica por parte de postes en las torcidas calles adoquinadas.
Las casas más grandes llegan a tener hasta seis pisos y sus techos son tejas enmohecidas en formas piramidales y planas mientras que de los mismos se escuchan los ruidos de varias voces hablando al mismo tiempo. Algunas de adultos, otras de niños y otras en completo silencio por lo que Amity deduce que hay varias personas viviendo en un solo espacio.
Las calles también están bastante concurridas y en cierto modo le recuerdan a las calles de Huesosburgo, el andar despreocupado de los habitantes, los puestos de comercio y las luces y un aroma a comida que, a pesar de la apariencia viscosa, se apetecía probarla. Los extraños seres y personajes que solo podrían salir de un libro de Azura y sin embargo, ahí estaban, haciéndola entender algo que ya había descubierto pero con el pasar de los días cobraba más sentido. Lo pequeña que es en comparación con los universos que hay allá afuera.
Siempre se le dijo que pusiera el apellido Blight en alto pero de poco le sirvió esos días que tuvo que vivir de sobras.
— Tour rápido —, dice Kais'a, — Aquí y allá son casas pero no pases por ahí sola y sí lo haces no hagas contacto visual con nadie, en cambio los barrios de esta calle para abajo y doblando a la izquierda hasta llegar a la torre del reloj son más amigables solo no lleves nada brillante. Detrás de esa casa torcida está la escuela y si cruzas a la derecha llegarás a la biblioteca. ¡Oh! Y cuando llegas a la plaza de la torre del reloj, si subes por la calle donde hay un adoquín con forma de luna llegarás al lugar donde venden los mejores sandwiches del universo. Pero no te confundas, tiene que ser una luna más o menos ovalada porque si es el otro te meterás a la calle de los bares y busca pleitos y bueno tampoco deberías entrar ahí si quieres conservar todos tus dedos.
Sí, me siento como en casa piensa Amity.
— Increíble ¿pero por qué esta ciudad está aquí? —. Pregunta Amity con genuina curiosidad.
— ¿Qué no me escuchaste? ¡Estuve quejándome por dos horas! Allá arriba los grises no nos quieren. Si no tienes esos mugrosos documentos que digan que no eres un peligro mágico te van a cazar peor que a un animal —, "grises" es la forma en la que Kais'a se refiere a los guardias de Terminus, — Esos idiotas de la Coalición hicieron un desastre y culparon a todos los demás y ahora bueno... si llegas a Terminus y no tienes tus papeles en orden pues eres un engendro. Si los grises no te hacen algo, algún tarado conspiranoico lo hará.
Amity siguió a Kais'a por un par de calles zigzagueantes hasta llegar a un pequeño parque con pasto amarillento, un par de árboles casi secos y torcidos y bancas desvencijadas donde un grupo de jóvenes se acerca a Kais'a. Uno de ellos tenía apariencia lobuna, a otro le sobresalía una cresta membranosa de la cabeza y la otra es una cíclope con cuatro brazos bastante alta.
— Oye, Kais'a, ¿quién es la nueva? —. Pregunta el de la cresta.
— Me la encontré, parece que huía de los grises —. Responde la chica de gris.
— Es pequeña, debió ser fácil para ella —. Dice la cíclope.
— No apostaría por eso —. Aclara Kais'a.
— La vas a llevar a "merodear" —. Dice el joven de aspecto lobuno.
— Deja que se tome una ducha primero —. Amity trata de apartarse del grupo caminando de espaldas hasta que una mano fría y huesuda le toma del brazo.
— Jovencita —, una voz lenta y rasposa le habla, — Tan pequeña, tan delicada, pero con mucho poder. Gran poder que debe ser liberado. Yo te mostraré. ¡Ven! ¡Ven!
— Muy bien, suficiente —, Kais'a forcejea para que aquel tipo de brazos delgados hasta los huesos, cubierto por una capa andrajosa que no le dejaba ver el rostro la soltara, — Ella no quiere nada de usted, señor —, finalmente la suelta y Kais'a la aparta. Amity siente algo raro, aquel sujeto tenía algo, una presencia que había sentido antes, — No te asustes. Solo es un viejo loco.
— ¿Y quién es?
— Nadie sabe. Algunos dicen que ya estaba aquí abajo antes de que se construyera la ciudad, — Amity da un último vistazo al viejo antes seguir con su camino junto a Kais'a, — Vamos, te quiero presentar a mis padres.
Adentrándose en un callejón llegan a una simple puerta de madera de una casa de dos niveles en donde Kais'a llama de una forma peculiar y después de unos segundos se asoma una mujer de cabello largo, lacio y de color negro.
— Al fin regresas, jovencita — dice la mujer llevando sus brazos a la cintura, — Oh, y veo que trajiste una nueva amiga, — el tono de voz de la mujer cambia drásticamente al ver a Amity, — ¡Adelante, pasa! Veo que tus zapatos están muy enlodados. Mi hija debe tener alguno de cuando tenía tu edad, si te quedan grandes o pequeños me encargaré de que te queden bien. Soy Joi. — Dice la mujer mientras encamina a Amity al interior de la casa.
— Amity, un placer —. Responde la menor con amabilidad.
— ¿Y dónde la conociste, Kai? —. Pregunta Joi con curiosidad.
— Oh... bueno la invité a comer donde Korb —. Kais'a le guiña un ojo a Amity.
— ¿Con Korb? Ay, Kais'a, ya te dije que dejes de comer chatarra —. Responde su madre con cansancio.
— Fue algo ligero. Además siempre tengo espacio para tu estofado.
— Uno de estos días te enfermaras de la barriga que no querrás saber de comida por tres días —. Replica su madre.
— Ay, mamá.
— Creí haber escuchado una voz nueva aquí —, en lo que Amity asume que es la sala entra un hombre alto de hombros y espalda ancha con una frondosa barba y calvo, — Vaya, vaya, vaya. ¿A quién tenemos aquí?
— Se llama Amity, papá. La conocí escapando de los grises —. Dice Kais'a, Amity solo levanta su mano para saludarlo.
— ¡JA! Esos idiotas. Es tan pequeña que les habrá pasado corriendo en medio de las piernas sin que se dieran cuenta —. Dice el hombre entre risotadas.
— Querido —. Reprende Joi tiernamente.
— Lo siento. Ambrose para servirte —. Se presenta.
— Es un gusto, señor.
— Espero que tengas hambre, Joi prepara el mejor estofado de todo el planeta —. Dice Ambrose.
— No exageres. Kai, ayúdame a servir la comida, por favor —. Kais'a sigue a su madre y con la mesa puesta y la comida servida se sientan a degustar la comida.
Y el padre de Kais'a tenía razón. El estofado era muy bueno.
Amity solo se sentó y escuchó como se desenvuelve lo que parecía ser una conversación normal entre ellos. Joi comentando sobre algunas habladurías entre algunos vecinos problemáticos mientras Ambrose se mofaba de los turnos ociosos en su trabajo como recolector en las zonas de desguace cerca del capital núcleo de Terminus y zapatero a medio tiempo.
La casa olía a húmedad, hay partes de suelo que no son de cemento y están enlodadas y parecía que la casa se construyó sobre un par tuberías de gran tamaño, y aunque no había mal olor, de cuando en cuando la casa tiembla por la ingente cantidad de agua que pasa por ahí. Y sin embargo se sentía cómoda escuchándolos hablar.
Recordaba las pocas veces que cenaron en familia en la Mansión Blight. El comedor era amplio y con una mesa increíblemente larga y ancha, las sillas hechas con material de abominable no eran precisamente cómodas. Los grandes ventanales daban una vista hacia el exterior y al estar la mansión construída sobre una colina se veían las copas de los árboles y a lo lejos los techos de las casas de Huesosburgo y sus luces empequeñecidas por los cristales algo oscuros y las brillantes lámparas de la habitación. Su madre siempre decía "Que hermosa vista" en algún momento de la cena para después dar un bocado a los finos platillos cocinados por los sirvientes. Amity nunca encontró nada de especial en esa vista pero sabía porque su madre lo decía y el momento en el que lo decía. Le daba asco el pensar que muchas veces ella hizo algo similar, el creerse superior a los demás, verlos por encima del hombro o desde la distancia y jactarse de sus privilegios mientras aquellos con los que se supone los compartes solo están sumidos en un silencio incómodo separados por varios metros de distancia.
Tiempo de calidad en familia, le decían.
— Y bien Amity ¿cómo llegaste aquí? —. Pregunta Ambrose.
— Oh, bueno... es complicado. — Responde rascándose la cabeza.
— ¿Y vienes con alguien? —. Pregunta Joi.
— Sí, con una amiga y mi maestra —. Amity evita el contacto visual.
— ¿Maestra? ¿Eres estudiante, o bueno, vas a alguna escuela? —. Pregunta Joi con un tono interesado.
— Si, soy estudiante de magia en mi mundo...
— ¡Estudiante de magia! —, exclama Ambrose, — ¡Eso es increíble! ¿Qué clase de magia usas?
— Bueno, este... — se aclara la garganta, — Se llama magia de abominables y bueno... —, Amity hace un círculo de hechizos y materializa a un pequeño abominable en el centro de la mesa.
— Es impresionante —, dice Kais'a, — No me dijiste que podías hacer eso.
— Nunca preguntaste —. Amity le sonríe.
— Fascinante —, dice Ambrose aún anonadado, — ¿Pero entonces por qué las buscaban los grises? Si estudias magia tendrías que tener un permiso.
— Es que las cosas son muy... complicadas —, Amity suspira con cansancio, — Me involucraron en cosas peligrosas y ahora estoy lejos de casa. Y no sé donde está mi maestra y... si va a venir a buscarme.
— Puedes quedarte el tiempo que haga falta, — dice Joi, — Tu maestra vendrá en algún momento.
— No estoy segura.
— Oye, hazle caso a mi mamá. Dio clases por un tiempo en la escuela y te sorprendería lo que una maestra dedicada puede hacer. — Comenta Kais'a sonriéndole a su madre.
— Se plantó delante de tres grises y no les apartó la mirada hasta que los hizo retroceder con su magia —. Dice Ambrose.
— Era necesario, tú también has hecho grandes cosas —. Señala Joi a Ambrose.
— Eran otros tiempos. Cuando había razones reales para defenderse —. Dice Ambrose bajando la mirada.
— ¿Qué pasó? —. Pregunta Amity.
— Mira, niña, tal vez tú no alcanzaste a verlo pero la galaxia tuvo tiempos muy convulsos —, dice Ambrose un poco serio, — Cuando la Horda apareció muchos tuvimos que huir de nuestros planetas y buscar refugio. Cuando Joi y yo llegamos a Terminus ya era una urbe pero no había tantos problemas como ahora y los grises no existían. Cuando la guerra llegó aquí me dije a mi mismo que debía asegurar un futuro para mi familia y sin pensarlo me uní a la Coalición Inquisitoria para luchar contra los hordeanos —, el semblante alegre de Ambrose decae, — Poco sabía que cuando terminó la guerra el futuro ya no era tan brillante. Rápidamente los habitantes del planeta nos echaron la culpa de los grandes daños y dijeron que todos aquellos que usábamos magia éramos un peligro, porque bueno, aquí no había seres mágicos hasta entonces.
— Pero eso es ridículo. No tenían hogar y ayudaron a defender un mundo que no era suyo. — Alega Amity.
— Eso fue lo que dijimos muchos. Ayudamos a reconstruir el planeta y la urbe que era Terminus se convirtió en un centro de comercio y exportación importante donde las grandes familias y cofradías podían hacer negocios. Armas, transporte, comida, lo que puedas imaginar todo con mano de obra de los mágicos pero claro, "somos una amenaza" —, Ambrose ahora lo envolvía un aura sombría, — Nos señalaban con el dedo, nos atacaban provocación y vimos como las pocas comodidades que teníamos desaparecían y cuando los grises aparecieron no hubo marcha atrás. La regulación de seres mágicos que entraban al planeta se volvió brutal y si no tenías los papeles en orden te llevan arrestado o te devuelven a tu mundo. Si vas por la calle y no pareces muy agraciado como cualquiera de esos burócratas o gente de alta alcurnia llegan los grises y ellos deciden qué hacer contigo.
— Cuando escuchamos de un lugar seguro para aquellos que pueden usar magia no lo dudamos dos veces. Tomamos a Kais'a y vinimos aquí, y... aquí hemos prosperado como buenamente hemos podido —. Completa Joi.
— Pero si todos aquí son mágicos podría hacer algo. He visto lo que una fuerza unida de seres mágicos puede hacer. No es justo, su mundo podría haber estado bien antes pero después de que ustedes llegaron estuvo mucho mejor. Enriquecieron a mucha gente y solo los apartaron —. Reniega Amity.
— No somos guerreros, niña. Solo queremos hacer una vida normal y olvidar el pasado —. Dice Ambrose mientras muestra la prótesis robótica que reemplaza su brazo izquierdo.
Pero con un futuro miserable piensa Amity.
Después de la cena Kais'a lleva a Amity para que se dé una ducha y después se dirige a la habitación de la chica donde le ofrece dormir en su cama y ella en el sillón pero Amity insiste en quedarse en el sillón frente a una venta que da hacia la calle.
— Mañana si quieres puedes ir con mis amigos a merodear —. Ofrece Kais'a.
— ¿Qué es "merodear"?
— ¿El nombre no te da una idea? —, Amity ríe ante la obviedad, — Pero no podrás salir así.
— ¿Así cómo?
— Si los grises te vieron te pueden reconocer. ¿Te gusta tu cabello verde?
— No realmente.
— Bien, haré que seas irreconocible —, Kais'a la guiña un ojo y se mete entre sus sábanas, — Buenas noches.
— Descansa —. Dice Amity. Se voltea hacia la ventana viendo solo un cruce de caminos y las torcidas casas de Ochenbad. Le parecía injusto e irritable todo lo que le contó el padre de Kais'a. Recordaba quien era y donde estaba en ese momento y solo podía sentir empatía por aquellos en las Islas Hirvientes en la misma situación. Debía haber algo que pudiera hacer.
Mira por la ventana y se siente rara. Vuelve tener una sensación que ella conoce pero no logra recordar donde la ha sentido. Es una sensación incómoda y que le provoca un escozor raro. Nota algo fuera, o más bien alguien, ve una figura encorvada que se esconde en la oscuridad, puede ver la silueta pero nada más. Cierra las cortinas y se tapa con la sábana, está muy cansada.
Hunter VI:
— Ok, ok, ya es ¡Auch! —, se quejaba Hunter mientras Cat intenta arreglar su cabello y Skara le echaba polvo para cubrir imperfecciones, — ¿Esto es realmente necesario?
— Duuuh —, responde Boscha, — No vas a hablar en vivo frente a todas las islas con ese aspecto roñoso.
— ¿Ro-roñoso? —. Hunter no puede responder a causa de una luz que le ilumina de frente lastimando su vista.
— ¡Amelia! Bajale a esa luz. Esto tiene que ser perfecto —. Dice Boscha mientras intenta acomodar su pergamino en un trípode e intenta enfocar de manera que el fondo con cortinas doradas y corintas resalten junto a los adornos que hace alegoría al Aquelarre del Emperador.
— Sigo pensando que es innecesario. Usaré mi máscara, es parte de mi heráldica oficial y ayudará a inspirar a los ciudadanos —. Dice Hunter mientras sostiene su máscara con orgullo.
— ¿Quieres atraer a la gente o espantarla? Las personas no están muy cómodas con el Aquelarre del Emperador —. Dice Boscha mientras ajusta la altura de otra lámpara.
— ¿A qué te refieres? Muchos aspiran a formar parte del Aquelarre del Emperador —. Remarca Hunter.
— Bueno sí, de cierto modo —. Dice Amelia.
— Sí, después de lo que pasó en la Convención de Aquelarres y el incidente en el que la Dama Búho intercambió el cuerpo de la Líder con el de un perro de caza no fue muy "respetable" —. Secunda Skara.
— Son unos presumidos creyéndose la gran cosa solo porque tienen "permisos extra". Solo Blight quería unirse a ellos porque... bueno solo ella sabe —. Dice Boscha sin mirar a Hunter.
— Eso es ridículo. El Aquelarre del Emperador siempre se ha dedicado a ejecutar la voluntad del Emperador y proteger a los ciudadanos de las islas. Obviamente conlleva ciertos sacrificios como no tener un taliamigo o entregar el que ya se tiene, un día libre al año...
— ¡Ugh! ¿Un día libre al año? ¿Cómo puedes vivir así? —. Pregunta Boscha con desagrado.
— Yo... yo, bueno... eh —. Hunter busca las palabras para responderle a la tosca deportista.
—¡Muy bien, chicas! Ya lo ensayamos un par de veces y ya avisé que habría un anuncio especial en mi cuenta, — anuncia Boscha, — Gran trabajo de diseño en la publicación, Skara.
— ¡Gracias! —. Responde la chica del aquelarre de bardos.
— Pero yo hubiera puesto solo el símbolo del Aquelarre y no poner el nombre completo. Ocupa demasiado espacio, solo con ponerlo ya se sabría de qué se trata. Hazlo mejor la próxima vez. Y estaremos en vivo en 3... 2... 1...
Hunter se coloca su máscara y su capucha, repasa rápidamente lo que quiere decir, inhala y exhala y cuando ve una pequeña luz roja salir del pergamino de la deportista, él habla:
— Ciudadanos de las Islas Hirvientes. Me dirijo a ustedes en nombre del Emperador Belos. Normalmente no se haría esto fuera de los medios oficiales avalados por el Aquelarre del Emperador, pero creo que la situación lo amerita —, empieza el joven, — Lo que estoy por contarles se ha manejado con la mayor discreción posible pero creo en la verdad y merecen saberla. Hace poco la líder del Aquelarre del Emperador, Lilith Clawthorne, desapareció, — Hunter pudo ver el asombro en el grupo de chicas detrás de Boscha y la propia capitana, — Y sabemos las condiciones en las que lo hizo. Un enemigo acecha a las Islas. Un enemigo capaz de desplegar cientos de tropas y con recursos casi ilimitados, tanto militares como mágicos. No son brujas y ni siquiera son de nuestro mundo. Esto lo sabemos a testigos presenciales, miembros del Aquelarre del Emperador que se vieron involucrados y gracias a ellos conocemos sus intenciones. Conquistarnos.
Boscha y su grupo se miran entre sí anonadadas por lo que estaban escuchando. Hunter no les había dado detalles del porque para él era importante hacer esto y enterarse ahora sin duda las dejaba sobrecogidas, pensando cosas y atando cabos pues sabía que en un ejercicio de lógica descubrirían que esa era la razón de la desaparición de la joven Amity Blight, pues Boscha hablaba bastante de ella.
— El Aquelarre del Emperador ha estado tomando medidas para hacer frente a esta amenaza en conjunto con los líderes de los Grandes Aquelarres. Pero yo considero que es un deber ciudadano el proteger sus hogares, proteger a sus familias, proteger nuestro mundo. Así como hemos trabajado juntos para luchar contra la magia salvaje. Luchemos juntos contra esta amenaza y aseguremos la libertad de las Islas Hirvientes. La libertad de la magia y cumplir la voluntad del Titán. No les mentiré diciendo que no será peligroso y... tal vez no todos regresen pero valdrá la pena. Si no se han unido a un Aquelarre, haganlo y acérquense a la sede del Aquelarre del Emperador más cercana, digan que el Guardia Dorado les ha instado a escuchar el llamado del Titán. Estaremos esperando.
El punto rojo del pergamino desaparece y las jóvenes deportistas siguen sin procesar todo lo que acaba de pasar.
— ¡¿Es en serio?! —, Boscha es la primera en romper el silencio que se formó tras la transmisión, — ¡No puede ser en serio!
— ¡Un enemigo desconocido viene a invadirnos! —. Exclama Skara.
El grupo de chica empieza a gritar y a correr de un lado a otro en la Choza del Tesoro sin rumbo o sentido alguno mientras Boscha toma su pergamino y revisa las cantidad de gente que vio la transmisión.
— ¡Silencio ya! —, ordena la tríclope, — ¡Tú! Nunca me dijiste que se trataría de esto. ¡Creí que sería una tonta convocatoria a unirse al Aquelarre del Emperador!
— Fue una convocatoria pero para asegurar el futuro de las Islas —. Dice Hunter calmadamente.
— Pero... pero... —, Boscha tiembla del coraje, — ¿Quiénes son? ¿Qué son? ¿Qué quieren?
— Ya lo dije: Conquistarnos. Uno de nuestros exploradores tuvo contacto muy cercano con estos invasores y a quien enviaron como emisaria no estaba dispuesta a ceder. Tenemos una guerra a las puertas. En algún momento se iban a enterar y tengo aprobación del Emperador para proceder así —, Hunter toma su bastón y se dirige a la salida, — Se agradece su servicio a las Islas Hirvientes y al Emperador y será recompensado una vez la crisis haya pasado.
— ¡Oye! —, llama Boscha con ese tono autoritario que parecía tenerlo de nacimiento, — Amity ella... ¿también estaba involucrada?
— Hasta donde sabemos sí. Parece que... fue usada como rehén —. Dice Hunter.
— Y... ¿está bien? —. Ahora se escuchaba preocupada.
— No lo sé —, Sin saber como gestionar esa situación apresura el paso hacia la salida, — Oh, y otra cosa. ¿Cuántos espectadores vieron la transmisión?
— Casi seis mil —. Revela Boscha. Hunter se siente satisfecho, realmente era un medio novedoso. Tal vez adquiera uno de esos pergaminos cuando todo haya pasado.
Hunter sale de la choza y cierra la puerta tras de sí pero Boscha se apresura para alcanzarlo pero lo único que ve es la oscuridad de la noche y las luces del mercado nocturno abajo en la ciudad haciendo que la tríclope se frustre aún más y un par de ideas empiezan a germinar en su cabeza.
Hunter al salir solo sintió que todo se volvió vertiginoso y con aroma extraño como si de humo se tratara y cuando se dio cuenta ya no estaba en aquella colina viendo los techos de Huesosburgo, sino que estaba en algún lado entre los bosques de las islas, despojado de su capa y su máscara y frente a él, aquel brujo salvaje que lo secuestró.
— ¡Tú! —, señala Hunter con mirada inquisitiva, — ¡Vuelves a secuestrar al líder del Aquelarre del Emperador! Esta vez habrán consecuencias.
— No te he privado de tu libertad, solo quiero mostrarte algo. Algo importante —. Con una serenidad pasmosa el brujo se adentra entre unos matorrales y sin perder tiempo, Hunter lo sigue.
Le pareció haberlo seguido por varios metros ya a toda velocidad pero el sujeto simplemente solo parecía alejarse de él, como si la tierra se alargara cuando está a punto de atraparlo. Finalmente, luego de golpearse con varias ramas, sale al borde un acantilado cercano a una playa. Abajo, en la playa, logra ver a varios brujos yendo y viniendo.
Desde la costa hasta muy adentro talando los árboles del bosque cercano mientras que desde la playa se excavan zanjas de poca profundidad mientras se refuerzan con madera, tabiques y alambres. Arriba en las colinas también se excavan zanjas y reconoce la indumentaria del Aquelarre de Construcción armando búnkeres, empalizadas, torres y demás estructuras de carácter defensivo.
Hunter se queda sorprendido ante tal paisaje que se extiende por al menos tres o cuatro kilómetros de la línea costera en el costado derecho del Titán hasta que siente algo sobre su hombro y voltea y ve a pequeño pájaro rojo posado encima, él rápidamente reconoce lo que es. Un taliamigo. Lo toma y lo aprieta entre sus manos hasta que nota que le hace daño y lo suelta.
— Un paisaje ominoso, ¿no crees? —. Dice Baramos parado al borde del precipicio.
— Será aquí, ¿verdad? —, dice Hunter, — El Emperador dijo que ya había consultado al Líder del Aquelarre del Oráculo. No recuerdo exactamente lo que dijo pero era algo sobre "lluvia de fuego". Una alegoría a una batalla supongo.
— No tienes idea de cuántas veces he visto este mismo paisaje en incontables mundos. La miseria, la destrucción, las vidas pérdidas. Una tragedia que solo repite actos viles en bucle hasta que ya no queda nada más que aves de rapiña reptando sobre huesos calcinados —, dice Baramos con dolor en su voz, — Y nosotros solo nos quedamos viendo.
— ¿Quién eres? ¿Qué quieres? —. Pregunta Hunter con preocupación.
— Eso no importa ahora, Hunter. Lo que debes averiguar es quién es Belos en realidad.
— Otra vez con eso. Yo sé quién es mi tío, no tengo que averiguar nada.
— Gran discurso, — pareciera que evita la conversación, — Siempre es bueno dar un sentido de identidad si quieres inspirar a la gente para que hagan lo que quieres. Es una lástima que tenga que ser así, pensé que para este punto ya tendríamos todo resuelto. Ahora tengo que ver otra guerra.
El ave canta y Hunter entendió lo que dijo, no como palabras, sino como una idea, un concepto que le dio forma en un instante. El ave expresa preocupación y pesar también.
— ¿Ganaremos? —. Pregunta Hunter casi como suplicando.
— Tú tendrás que ser la espada y el escudo de las islas. Lamento que tenga que ser así —. Se lamenta Baramos.
— ¿Eso qué significa?
— Calle Batborough, entre la sexta y séptima avenida, sigue el callejón al lado de la tienda de textiles. Ahí entenderás todo. No estarás solo, muchacho —. Baramos desaparecer frente a su vista como si se disolviera como ceniza llevada por el viento.
Hunter solo se queda ahí, la seguridad con la que se presentó ante las islas desapareció. Se sentía perdido, con mucho miedo y angustia además de una sensación de soledad. Todo parecía que era muy grande y pesado. Siente su pecho hincharse y desinflarse con rapidez, sus manos le sudan y se empieza a agobiar enormemente.
El ave canta otra vez y entiende algo así como "Aquí estoy" y se siente extrañamente reconfortado pero esa sensación no desaparece del todo.
— No debo dejar que te encuentre —. Dice mientras toma al taliamigo en sus manos con delicadeza.
